dimarts, 5 de juny del 2012

Este hombre, ¿sabe lo que hace?

No. Pasó los últimos cuatro años atacando sin descanso al gobierno anterior, sin dejarlo respirar, con razón o sin ella (principalmente, sin ella), negándose a todo acuerdo y colaboración, saboteando las medidas en favor de España, insultando a los gobernantes, difamándolos, mintiendo de forma sistemática, encubriendo las fechorías de sus allegados, incluso las judiciales. Y, claro, no le dio tiempo a estudiar la situación real del país cuyo gobierno exigía tan intemperante como despreciativamente, a leerse los papeles (los pergeñaba tan mal que ni su letra entendía), a asesorarse debidamente sobra las circunstancia económicas. Lo suyo era llegar al poder como fuera, sobre el cadáver de su adversario, para hacer las dos cosas que está haciendo: revertir todas las reformas progresistas de Zapatero, de ampliación de derechos, de apoyo a los más débiles, etc y hacer pagar la crisis a los que la sufren directamente, congraciándose con los que la provocaron y amnistiándoles sus fechorías.
Lo que sucede es que ese programa de la derecha más cerril y oscurantista podía aplicarse en el interior de este sufrido país, desvertebrado y descorazonado, pero no fuera, no frente a los demás países ni los socios europeos. Estos pueden ser tan derechas como Rajoy pero, en el fondo, les importa un rábano si el español prohíbe el aborto, privilegia a los curas, condecora a los militares colonialistas, mete la religión en toda la enseñanza, deja sin educación a la gente o la priva de la sanidad. Para ellos lo único que cuenta es si España es capaz de salir adelante en la compleja situación en que se encuentra y si podrá reponerse de la política de expolio y saqueo de los bienes y caudales públicos que el PP, el partido de Rajoy, lleva años practicando, unas veces "legalmente", a través de las privatizaciones a lo Aguirre y otras ilegalmente mediante recurso a los chorizos de la Gürtel. Es decir lo que los socios europeos quieren saber es hasta dónde domina la situación el jefe de la banda que, desde Madrid y Valencia (las dos Comunidades Autónomas ejemplares) ha hundido España y si será capaz de hacer frente a sus compromisos.
La respuesta vuelve a ser "no". El presidente del gobierno no controla a sus ministros que todos los días se contradicen unos a otros y a sí mismos un par de veces, se hacen zancadillas y jugarretas de mala follá, mientras el país sigue hundiéndose. La información de la que dispone y usa para sus extraños farfulleos internacionales a los que nadie presta ya atenciónes falsa, está sesgada y es incompleta. Todo el mundo sabe que las cifras que da no se conforman a la realidad y esta lo desmiente de inmediato. Es decir, el hombre no sabe lo que hace, no tiene ni idea de la situación y aun así pretende, dice, insuflar optimismo y que los socios europeos confíen en él cuando en él no confía ya ni él mismo.
Desde el momento en que las cuentas públicas del Reino y las privadas de los bancos están siendo auditadas por unos censores extranjeros impuestos por otros entes y países, España está intervenida. Lo llamarán como quieran y querrán que se hable de otra cosa (la derecha es habil en levantar cortinas de humo; que se lo pregunten a la siempre gárrula y hoy muda Aguirre), pero el hecho desnudo es que Rajoy solo gobierna de boquilla y para prohibir la actividad democrática y de transparencia del parlamento, mientras que las decisiones que importan a España se toman en otro lado, sin consultar con el presidente, cuya palabra, como todo el mundo reconoce, incluido él, no vale nada.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).