dijous, 4 de juny del 2009

Respuesta a mis críticos.

El otro día, a raíz de la mentira y sucia estratagema de la candidatura de Iniciativa Internacionalista de condenar el recurso de la violencia para obtener fines políticos un día y desdecirse al siguiente, Palinuro publicó una entrada llamada Las mentiras de Iniciativa Internacionalista en la que, entre otras cosas, se decía: "El asunto no tiene mayor importancia que la de que unos granujas hacen honor a su condición de tales, mintiendo sobre sus propósitos e intenciones. Como todos los granujas. Cualquiera que conozca este mundo de los pistoleros y sus correveidiles en las instituciones, sabe que este brusco giro (de condenar a no condenar) probablemente se debe a que los pistoleros han amenazado a sus correveidiles y estos han vuelto al redil, acojonados". Al poco apareció un par de artículos y docenas de comentarios en la prensa digital dizque de izquierda (Rebelión, Insurgente, Kaos en la red) llamándome de todo, incluso, poderoso y original numen, "rata" de no sé qué. No voy a contestar a los ataques porque no merecen la pena. Pero sí voy a hacer tres precisiones para dejar las cosas en su sitio.

1ª) En cuanto al fondo del asunto. Mi querella no era con lo que II defienda o deje de defender que no es cosa mía, sino con algo previo en las relaciones humanas: el valor de la palabra dada, que distingue a las personas de bien de los granujas. Si uno se compromete hoy a algo y mañana lo niega, uno se arriesga a que lo llamen, y con razón, no sólo lo que se leyó más arriba, sino también embustero, sinvergüenza falto de principios, etc. Porque antes que defensor de esta o aquella causa, antes que político, entiendo que hay que ser persona cabal y de bien, para lo cual hace falta tener palabra.

2ª) En bastantes de los ataques hay invitaciones más o menos explícitas a que no se me permita escribir no solamente en los medios de la "izquierda" llamada alternativa, sino en los de la comercial también, incluido el diario en que ahora lo hago, Público. Estoy acostumbrado. He sufrido prisión y todo tipo de censuras y expulsiones durante la dictadura y en la etapa democrática. Me han echado de radios y periódicos por no marcar el paso y no voy a hacerlo ahora ni acompasarlo al paso de la oca de estos censores . Por eso tengo un blog, en donde ningún comisario político puede callarme. Pero que quede claro que es lo que pretende buena cantidad de los soliviantados borregos de la "izquierda": censurarme. Y no sólo en el papel.

3ª) En otros ataques se insinúa que expongo a los miembros y/o simpatizantes de II a peligro de represalias incluso mortales y que soy un cobarde por ello. La mentira tiene vuelo corto. Hoy, aquí, en España, quienes defienden lo que defiende II y/o simpatizan con ello, no corren riesgo físico alguno. Ninguno necesita escolta y no la lleva. Nadie los amenaza. Viven seguros. El peligro lo corren quienes pacíficamente se les oponen. Esos sí necesitan escolta, porque viven amenazados de muerte. Estos "izquierdistas" que no corren peligro son los que señalan a quien, no pensando como ellos y oponiéndose a ellos, cual es su derecho, puede que tenga que empezar a llevar escolta. Lo digo por lo que pueda pasar y para que quede clara la dimensión moral de estos atacantes que compran su seguridad al precio de su abyección. La intelectual ya lo estaba.


Actualización a las 10:00 horas de hoy.

La polémica de que aquí se habla ha seguido hoy por la mañana (véase la respuesta del señor Frabetti y mi nueva y última respuesta).


Y corono aquí con una declaración:

Si alguien asesina a civiles indefensos en nombre de las ideas que profeso, una de dos:

- No son las ideas que profeso.


- Si lo son, repudiaré, despreciaré y condenaré sin tregua ni pausa al asesino con independencia de cualquier otra consideración.

Todos contra el PSOE.

Estuvo bien el programa de debate de anoche en la TV1 entre cinco representantes de las cinco listas electorales que obtuvieron representación parlamentaria en las elecciones anteriores. Fueron los cabezas de listas de Coalición por Europa (CiU, PNV, Bloc Nacionalista Valencià, Uniò Mallorquina, Uniò Menorquina, Coalición Canaria y Partido Andalucista), Ramón Tremosa; Europa de los Pueblos (ERC, BNG, EA, Chunta Aragonesista, Confederación de los Verdes),Oriol Junqueras; Izquierda Unida, Willy Meyer y los segundos del PSOE, Ramón Jáuregui y del PP, Luis de Grandes. El formato de 59 segundos es muy eficaz porque obliga a los intervinientes a ser concisos y claros, no deja a nadie fuera y es muy vivo.

Si tuviera que ordenar a los candidatos por la impresión que me causaron, la jerarquía sería: Jáuregui, Junqueras, Meyer, Tremosa, De Grandes. Jáuregui es un gran político y gran parlamentario, un hombre que habla bien, con un discurso inteligente y flexible. Junqueras tuvo intervenciones muy brillantes. En especial una en que señalaba la contradicción del Gobierno español, que habla de europeísmo pero luego pretende que España entre en el G 8 o G 20 como España, no dándose por satisfecho con la representación institucional de la UE. Willy Meyer argumentó bastante bien las propuestas de IU respecto a la UE si bien es poco probable que vaya a aplicarse alguna ya que su Grupo Confederal de Izquierda Unitaria, tiene en torno a un 0,5 por ciento de los escaños. El señor Ramón Tremosa (CiU) tiene un discurso en el que mezcla el soberanismo con el pensamiento conservador. Don Luis de Grandes dio la impresión de no haberse preparado el programa en absoluto. No tomaba notas de lo que decían los demás ni les contestaba y se limitaba a reproducir el argumentario del PP, viniera o no a cuento. Ese argumentario en lo esencial es: cuatro millones de parados; siete mil parados por día; España fabrica tanto paro como Italia, Francia y Alemania juntas siendo así que, en tiempos del PP, fabricaba tanto empleo como los tres países juntos; el PP salvó al país de la ruina en 1996 y lo dejó en prosperidad en 2004; el PP pidió un crédito para pagar las pensiones en 1996 porque el PSOE había dejado la seguridad social en la quiebra; el PP creo cinco millones de puestos de trabajo; el PP puso a España en el mapa del mundo, mientras que con Zapatero España es irrelevante; etc. El señor De Grandes saltaba de uno a otro y los reiteraba pero su discurso no se ajustaba a lo que se discutía; su sola obsesión era negar todo al PSOE.

Es inevitable que, siendo el partido del Gobierno, el PSOE concite la inmensa mayoría de las apelaciones, de forma que más que un "multílogo" el debate fue un diálogo sucesivo en que el PSOE fue uno de los dialogantes en cerca de un 75 por ciento de las intervenciones. Por eso ha sido tan importante que el representante fuera el señor Jáuregui, curtido en estos menesteres quien expuso las políticas del Gobierno mejor que éste.

Los dos catalanes/catalanistas coincidían claramente en lo referente al autonomismo/soberanismo pero diferían muy agudamente en política económica y política social. Ello probablemente explica por qué fracasó la oferta de ERC de hacer una lista catalanista conjunta con CiU.

Por último, la obstinada táctica de Willy Meyer de fundamentar la teoría anguitista de las "dos orillas", con una alianza permanente de PSOE/PP en un lado e IU en solitario en el otro, era evidentemente errónea porque permitía visualizar un desequilibrio monumental pues ¿adónde van los 41 diputados del grupo Confederal de Izquierda Unitaria frente a los 501 de los grupos popular y socialista?

El humor del embajador.

Mi maestro y amigo, Raúl Morodo, ha sido hasta hace poco embajador de España en Caracas ante Hugo Chávez con quien es leyenda que tenía hilo directo. Observador irónico de la realidad que lo rodea, hombre de rara sensibilidad para los aspectos más insólitos de esa realidad, con cierta inclinación poética, era cosa de tiempo hasta que Morodo se orientase por la línea de los embajadores literatos, algunos de los cuales, como Roger Peyrefitte o Lawrence Durrell, han alcanzado justificado prestigio. El caso es que, ya mediado el mandato diplomático que preveía, compuso esta especie de fantasía teatral, (Ovidio en Barlovento, Madrid, Aguilar, 2007, 149 págs.) que se representó leída en la embajada de española en Venezuela en la Navidad de 2006. La obra es una especie de farsa realista con elementos simbólicos y costumbristas y cierta atención a los aspectos linguísticos con una especie de curiosa antología de venezolanismos para interpretar la cual el autor nos provee con un vocabulario.

La trama es ingeniosa: unos venezolanos de clase media, bien chéveres, deciden hacer un negocio de rendimiento inmediato, elevado y seguro, consistente en un secuestro con petición de rescate. Lo ponen en marcha con el auxilio de Corina, la novia de uno de ellos y de dos delincuentes (malandros) negros. El secuestrado será el embajador de España. No se dice que sea de España pero se da a entender. Una obra de teatro que se interpreta en la Embajada de España y cuyo asunto es el secuestro del embajador.

Los secuestradores quieren un millón de dólares y los que acaban soltándolos, tras convencerse de que son imprescindibles para seguir adelante con sus proyectos y de que constituyen en realidad una buena inversión son el Obispo, el Banquero y el Senador, que son la parte simbólica de la obra: el poder religioso, el económico y el político con sus distintas formas de mediación. El embajador tiene una idea elevada del valor de la embajada y ello le sirve para reflexionar en un triálogo entre estos tres símbolos acerca de los principios mismos del orden. Así, valorando que, por fin, han conseguido convencer al Banquero (reticente al principio) de la necesidad de pagar el millón de dólares, que ya será resarcido, dice el Obispo: "¡Ah el poder! El poder es, al mismo tiempo, nombrable e innomabrable, pero sempre cierto y seguro. Y afortunada y aparentemente confuso: la trasparencia lleva siempre al desorden. Usted será felicitado y nosotros también: al final, querido Banquero, se trata de una buena inversión. No lo olvide" (p. 112). Los secuestradores han puesto en marcha un plan que llaman Pacto de Barlovento y trasladan al secuestrado a una hacienda en esta región. Pero luego sucede que, cuando se están poniendo en ejecución todas las predicciones para materializar el resultado del secuestro y los secuestradores reciben el pago, otros delicuentes, malandros, irrumpen en escena, arramplando con todo lo que encuentran y apropiándose de medios informáticos que no son suyos. Al menos, es lo que la pareja de criollo y negro que gestionó el intercambio ha contado a la otra pareja que quedó a la espera. Y eso puede ser cierto o no. La crítica es aquí costumbrista: la sociedad venezolana no es de fiar; ¡ni los delincuentes son de fiar...!

La obra muestra cierta influencia del teatro de Oscar Wilde, sobre todo en algunos diálogos chispeantes. Así, Ricardo Antonio tiene que tranquilizar a su novia Corina respecto a las consecuencias de sus planes. Por eso le dice: "No olvides que es un secuestro de fin de semana, de viernes a domingo, y también un secuestro diplomático, es decir, muy civilizado." (p. 44).

Se trata, por tanto, de una obra ágil, amable e irónica hacia todas las instituciones establecidas, incluidas las embajadas y, por cierto, muy bien escrita. Sería magnífico verla representada y que, como en la lectura en Caracas, el propio autor hiciera el papel del embajador secuestrado. Lo que no he acabado de entender es qué tenga que ver aquí el poeta romano Ovidio, fuera de que aparezca el nombre de una de sus amadas, Corina.

dimecres, 3 de juny del 2009

Paco, estamos contigo.

Llenazo hasta la bandera en la plaza de toros de Valencia. Tarde de exaltación, de emoción, de nervio y arena, de entusiasmo en el peor sentido del término, como enajenación. Miles de personas proclamando a gritos la inocencia de un imputado en un proceso penal en un acto emotivo y peligroso porque implica condicionar ese mismo proceso. Y con los líderes atizando las pasiones en lugar de refrenarlas, cual es su deber, con el señor Rajoy diciendo Querido Paco, yo creo en ti. Creo en lo que haces. Te he visto actuar muchas veces. La inmensa mayoría de los españoles creen en ti, yo siempre estaré detrás de ti, delante o al lado, me da igual, quiero que me oigan todos en la plaza, lo cual equivale a decir que si los tribunales encuentran culpable al señor Camps, el PP se habrá quedado sin Presidente.

El acto de ayer no es enteramente comprensible desde el punto de vista del Estado de derecho porque casi parece como si unos héroes estuvieran protegiendo a una pobre víctima de un linchamiento o de una persecución ilegal cuando lo único que aquí sucede es que el señor Camps es sospechoso de haber cometido un delito de cohecho. Nada más y nada menos. Todo lo demás, las declamaciones, los gritos, los "a por ellos, oé, oé", el barullo, sobra. Claro que según todos los indicios el resultado de las elecciones en Valencia va a ser desmesuradamente a favor del PP, pero eso no querrá decir nada a la hora de fallar en el proceso por cohecho que se sigue al presidente de la Generalitat. Muy español. Si José María el Tempranillo se presentara a unas elecciones saldría elegido. Muy humano, pues también saldrían elegidos Robin Hood o Francis Drake y hasta Jack el Destripador.

Los datos del paro.

El paro bajó en el mes de abril y a los conservadores casi les da una lipotimia del disgusto. De inmediato salieron diciendo que es cosa veraniega, estacional y que, a la vuelta del verano volveremos a las andadas. Es posible, pero no es cosa estacional y la prueba es que en mayo de 2008 el paro aumentó en España. Es una tontería que los del PP se molesten en negar la evidencia de que se apuntan a la doctrina leninista de "cuanto peor, mejor", que se alegran de los problemas del país, prefieren que todo salga mal y no se confortan con las soluciones. Creen que así ganarán las próximas elecciones. En el caso de las europeas es posible, aunque también es posible que las pierdan, pero en el de las legislativas de 2012, aún hay mucha tela que cortar.

Una prueba, ¿por qué no intentan hacer en Madrid lo mismo que en Valencia? ¿Por qué no volcarse con la señora Aguirre como con el señor Camps, teniendo en cuenta que, aunque no personalmente imputada, está asediada por varios procesos penales? Sin duda porque sus estudios internos les anuncian que la reacción del público madrileño no sería comparable ni de lejos a la del valenciano. Por una vez en la vida, el "vivan las caenas" no arraiga en la villa y corte.


(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

Ética y futuro de la democracia.

Con este título ha organizado Monseñor Rouco unas jornadas en el CEU, paralelas al tramo final de la campaña electoral y con el muy evidente ánimo de influir en ésta en el sentido que cabe imaginar. Están llamados a impartir su sabia doctrina sobre asunto tan intrincado, entre otros, los señores Bono y Aznar, de quienes se esperan grandes aportaciones teóricas, sobre todo, claro es, del segundo quien, desde que dejó el Gobierno de España, no ha parado de largar en todos los foros imaginables y siempre en defensa de las ideas más reaccionarias, anticuadas, agresivas y autoritarias, expuestas con la suficiencia y el engolamiento que sólo da la ignorancia.

En el día de ayer sentó cátedra Monseñor Francisco Javier martínez, arzobispo de Granada y presidente de la Comisión Episcopal para la doctrina de la fe. Es Monseñor Martínez un personaje peculiar por cuanto su condición de clérigo no le impide haber sido condenado en firme por un tribunal de justicia a una multa de 3.500 euros por un delito de injurias y coacciones a un cura de su jurisdicción. Pero, como la justicia del Señor sigue caminos que sólo Él conoce, este príncipe de la Iglesia, en lugar de pasar una temporada callado, comparece en el foro de Monseñor Rouco a explicar la verdadera doctrina católica acerca de la democracia que ya no es un pecado y un mal, como en tiempos no ha tanto tiempo pasados cuando, por ejemplo, en España se hablaba del "demoliberalismo" como el que habla hoy del crimen organizado. Hoy, la democracia es un bien que hay que proteger y del que hay que difrutar... pero dentro de un orden. Para evitar que la sana libertad engendre el feo vicio del libertinaje. Por ejemplo, cultivando y respetando determinados valores, porque, como dice este doctor sutil, una democracia sin valores se convierte en una dictadura afirmación que me parece tan dictada por la osadía como por la falta de juicio. No porque yo crea que la democracia no tenga nada que ver con los valores sino porque la Iglesia de la que es purpurado Monseñor se regía por un Concordato con la dictadura de Franco que, al parecer, estaba basada en solidísimos valores nacionalcatólicos, al extremo de que el Dictador gozaba del privilegio de derecho de presentación muy útil para nombrar obispos en España.

En cuanto al asunto concreto de la democracia y los valores, aunque como buen instrumentalista y procedimentalista a mí los valores me parecen indiferentes a la hora de que la democracia funcione eso depende de que haya normas y procedimientos y estos se cumplan. Con respecto a los valores la democracia es tan respetuosa con ellos que admite que (casi) todos son legítimos y lo lógico es que prevalezca un pluralismo axiológico. Pero no es esto lo que dice Monseñor, no quiere Monseñor una democracia basada en todos los valores sino solamente en los suyos. De ahí que exija terminar con el "relativismo", con la creencia de que los valores son "subjetivos", para defender, sin duda la de que hay valores "objetivos", lo que quiere decir que hay que terminar con la idea de que todos los valores valen lo mismo y defender la de que unos valen más que otros o se imponen a esos otros. ¿Cuáles? Los de Monseñor, por supuesto.

Así que, como se ha visto bien a las claras, el único peligro real para la democracia es Monseñor Martínez que, además de estas peligrosas falacias en pro de la dictadura y en contra de la democracia, dice sinsorgadas como la siguiente: educar en valores es como quitarse de la cocaína con metadona, que no se sabe si le parece bien o no.


(La imagen es una foto de desaparezca.net, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 2 de juny del 2009

El aborto y la pederastia.

Hasta el señor Mayor Oreja parece haber comprendido que relativizar el delito de la pederastia para ir en contra del aborto como han hecho él y el obispo Cañizares no es una muestra de inteligencia. Lo ha comprendido hasta el señor Mayor Oreja que ayer introdujo una nota de insólita sinceridad cuando decía en el debate de la tele que no estaba haciendo comparaciones y que lo que él más detesta es la pederastia. Se sabe cuánto aborrece las comparaciones porque suelta otra de inmediato. Y, si no, vayan al señor Mayor Oreja y pregúntenle a quien salvaría entre dos personas en peligro, un pederasta y un abortista. A ver qué sale.

De una vez por todas: el pederasta destroza una o varias vidas; el abortista es el que evita que haya vidas destrozadas. En el primer caso el mal se identifica de inmediato, en el segundo el bien no es evidente. De ahí que se siga discutiendo.

El debate de la tele fue un muermo y ninguno de los dos candidatos hizo nada espectacular pero si de algo cabe hablar es de ese intento del señor Mayor Oreja de hacernos creer que el modo actual de "hacer" Europa consiste en ir a los organismos europeos a defender exclusivamente "los intereses de España". Si todos hicieran lo mismo, no habría Unión Europea. ¿Es tan difícil de entender?

Fin de una era.

Todo el mundo se acuerda: "Lo que es bueno para General Motors es bueno para América". Parece que no. O sí. Vivimos tiempos tan confusos que ya no se sabe si la suspensión de pagos de General Motors (GM) es algo bueno o malo. Aunque lo más seguro es que, como siempre, será bueno para unos y malo para otros y luego todo depende de cuántos sean los unos y los otros. Pero, en todo caso, es el fin de una era. La era de la sociedad automovilística como la hemos conocido hasta ahora. La era en que las tres grandes compañías, GM, Ford y Chrysler (los del edificio modernista de la calle 42 en Nueva York) de Detroit competían ferozmente entre sí. La era en que se inventó el "fordismo", esto es, la cadena de montaje que criticaría acerbamente Charlot en Tiempos modernos y que también inmortalizó Diego Rivera en los años treinta del siglo pasado cuando pintó en comisión dos frescos que se conservan en el Instituto de Arte de Detroit y representan la comunión del hombre y la máquina. Y todo eso en el marco de su genialidad con esos seres simbólicos madre/padre tierra y esas manos que simbolizan los pueblos que surgen de América Latina. Criticado o ensalzado el fordismo (y, luego, el taylorismo) hizo que Detroit produjera los coches más competitivos del mundo. A mediados del siglo XX, GM fabricaba la mitad de los coches que se vendían en los Estados Unidos. Por entonces y ya antes, GM era los EEUU mismos. En una carta de ayer, Michael Moore recuerda que los fascistas perdieron la segunda guerra mundial el día en que GM fue capaz de dejar de fabricar automóviles y, en cambio, fabricó carros de combate, aviones, baterías...GM dominaba el mundo y era un Estado dentro del Estado, con su propio sistema privado de pensiones en el que muchos piensan hoy con temor.

En alguno de aquellos profetas del neoliberalismo que empezaron predicar la doctrina en los años setenta recuerdo haber leído una anécdota que es aplicable a la crisis actual y muy significativa. Se trataba de llevar al ánimo del personal en el siglo pasado que carecía de sentido pedir un empleo "para toda la vida" pues el capitalismo es sinónimo de inseguridad e incertidumbre, ese es el sentido mismo del beneficio, apostar con riesgo de perder. La anécdota era una estadística: de las cien grandes empresas que empezaron el siglo XX como Armadas empresariales, pocas quedaban vivas a mitad del decenio de 1980. ¿Nadie se acuerda? ¿Qué fue de TWA, de Pam Am? ¿Qué de Kodak, dos grandes spressos europeus o de Lloyd's? Todas desaparecidas. El capitalismo es un Moloch que, en su paso tremebundo, va devorando otros Molochs. Es lo que Joseph A. Schumpeter llamó la "destrucción creadora" como espíritu del capitalismo. Una antinomia parecida a la "asocial sociabilidad" kantiana del ser humano. Nuestra falta de imaginación (y el hecho de que el libro de Schumpeter se escribiera durante la guerra) hizo suponer que la "destrucción creadora" era la guerra misma. Hoy asistimos pasmados al espectáculo de que se destruya riqueza a gran velocidad sin que haya bombardeos, cañonazos ni actividades armadas. Basta con ver cómo mes tras mes se produce lo que los economistas llaman un "crecimiento negativo" del PIB; quiere decir, menos PIB, menos riqueza de la nación. ¿Cómo se ha podido producir este desastre? Porque, una vez alcanzada la cima, GM dejó de estar dirigida por la obsesión de la competitividad o, si lo hizo, tomó decisiones erróneas a lo largo de años y fue perdiendo poco a poco pero indefectiblemente cuotas de mercado, incluso en los EEUU a favor de las marcas extranjeras, mucho más competitivas, primero las alemanas y luego las japonesas. A partir de cierto momento, el declive industrial gringo se hizo visible cuando Toyota desplazó a GM como principal fabricante mundial de automóviles. Y lo peor es hoy que el problema lo plantean no los japoneses sino los chinos con unos automóviles a 5.000 euros la unidad con una competitividad que nadie en Europa puede igualar y tampoco en los EEUU, ni en Japón.

Y aquí es donde estará el nudo gordiano de esta crisis: si los planes de relanzamiento del Gobierno del señor Obama quien, como si fuera Lenin, ayer nacionalizaba GM, salieran, cabría pensar en una recuperación de la GM más saludable, dejando a la repleta todo el papel tóxico y las deudas incobrables. Pero también es posible que los planes no salgan. Por mucho que se adelgace a GM, se despida a más de la mitad de la plantilla y se cierre la mitad de los concesionarios en los EEUU, eso no tiene por qué garantizar que sus coches sean más competitivos que los chinos, lo que haría inviable la recuperación. Téngase en cuenta que la historia no acaba aquí. No sólo no son competitivos los coches occidentales; es que tampoco lo son los textiles, ni los electrodomésticos, ni la óptica, la informática o la ofimática. Por no ser competitiva no lo es ni la mano de obra y no sólo la de baja cualificación. Cada año se graduan en la India miles de ingenieros perfectamente capacitados, polivalentes, hablando inglés y cobrando la décima parte que un europeo .

En todo caso, de ser la salida imaginable lo es en el terreno tradicional de la industria del automóvil. Es posible que el señor Obama lea las recomendaciones de Michael Moore en cuanto a un radical cambio de modelo productivo y probablemente deba pero, si lo hace, no creo corra a ponerlas en práctica ya que da la impresión de que se le detienen las meninges en la previsión de un plan de salvamento que ponga a la industria sobre los pies de nuevo. Pero los pies del siglo pasado y no cabe augurar que esos cambios hacia el transporte público, los ferrocarriles de alta velocidad, los coches no contaminantes, los eléctricos, etc, sea cosa de mañana ni fácil de poner en práctica. Nadie parece ser capaz de prever una salida de la crisis mediante un cambio real del modelo productivo. Es más, se rechazan airadamente las propuestas de iniciarlo por algún lado; por ejemplo, cuando GM propuso comercializar ella misma los famosos y terribles coches chinos en los EEUU.

Esta crisis del automóvil es mucho más que una crisis del automóvil. La ciudad de Detroit ha perdido casi el sesenta por ciento de sus habitantes, ha pasado de dos millones a unos novecientos mil y una de cada cinco casas está vacía. Según Michael Moore, el cuarenta por ciento de los habitantes de Flint, Michigan, se ha ido también. ¿Pueden llegar Detroit y Flint a ser ciudades fantasmas? Pueden. De hecho, ya lo son en buena medida. Tengo noticias de que se venden casas a cien dólares y menos. Es más, grupos, tribus de artistas están tomando los centros urbanos porque las viviendas están abandonadas o los alquileres andan por los suelos. ¿Hay algo más artístico que pasear a solas el perro por una ciudad desierta de dos millones de habitantes? En estas condiciones, ¿puede suceder en otras partes lo que está pasando en Michigan? Puede. Quizá no de modo tan drástico pero muy notable. Aunque GM se ha desecho de sus filiales europeas Opel en Alemania (y otros país de la Unión) y Vauxhall en Gran Bretaña, las posibilidades de salvación de estas otras empresas dependerán de las medidas de corrección que se lleven a cabo. En España hay una planta de Opel que corre peligro y, aunque es la más competitiva de las que hay en Europa, está en una posición de debilidad política al no ser alemana.

Adiós a la era del Cadillac de Elvis, el de Franco, del cadillac amarillo, del rosa, del Pontiac, el Oldsmobile, el Chevrolet, el símbolo de rebelde sin causa, adiós a la civilización del automóvil. Adiós a una forma del capitalismo y un tipo de sociedad de expectativas crecientes que había materializado en el automóvil el signo externo del éxito en la vida. Eso se ha acabado.

(La primera imagen es una foto de dave 7, la tercera de Jim Frazier, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 1 de juny del 2009

Falcon pest.

A estas alturas de la programación debería estar clara la táctica que emplea la derecha en la confrontación política; sobre todo porque es siempre la misma. Consiste en buscar un punto de escándalo en el adversario, sea cierto o no, grande o pequeño, directo o indirecto. A continuación se amplía y se magnifica como si de él dependieran los pilares del mundo. Luego se pone a todos sus medios (que son legión) y a sus políticos, con o sin imperio, a repetir la cantinela sin parar, sin dar tregua, día y noche, hasta convertir el punto de escándalo en el tema central, único, exclusivo, del debate y dejar arrinconado todo lo demás, por crucial que sea, por ideológico, europeo o esencial que sea. Sólo cuenta ese punto de escándalo sobre el que hay que macerar hasta dejarlo a punto de derrota electoral. De esta forma se lleva al PSOE a un terreno incómodo para él porque lo fuerza a defenderse que es siempre posición más débil que la del ataque y, además, se consigue ocultar los puntos flacos de la propia derecha que, en no pocos casos, son de la misma naturaleza y envergadura que los que denuncian.

Se dirá lo que se quiera y la izquierda es muy dada a encontrar razones rocambolescas para los asuntos más simples, pero el hecho desnudo es que, desde el punto de vista de la comunicación, el marketing, la propaganda políticos, la derecha está a años luz de la izquierda, al menos en España. Con el agravante de que esta última no ha conseguido contrarrestar esa fortaleza del adversario, descolocarlo, obligarlo a defenderse. Probablemente porque su fortaleza resida en su vacuidad, en su inanidad ideológica, en su carencia de principios reales (no de los invocados) en su pobreza mental; en lo que se quiera, pero fortaleza.

La derecha lo hizo durante toda la legislatura anterior con sus delirios sobre la autoría de los atentados del 11-M, delirios que siguen funcionando porque son útiles para sacarlos a la luz cuando escasean otros motivos de ataque que resulten más a la moda. También lo hizo con el proceso de paz, presentado como una rendición ante el terrorismo, que puso al Gobierno en una situación embarazosa. Igualmente recurrió a este procedimiento en las elecciones gallegas, con el asunto del automóvil del señor Touriño, con lo que estuvieron batiendo el cobre hasta hartarse sin que nadie en la izquierda respondiera que ellos hacen lo mismo.

Y viene ahora el asunto de los aviones Falcon que usa el presidente del Gobierno y que el PP ha conseguido situar en el centro del debate con lo que nadie se para a considerar que el partido de la derecha está metido hasta los corvejones en diferentes asuntos de corrupción desde la trama Gürtel hasta los espionajes en la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM). Sin embargo, de eso sería de lo que tendrían que hablar sin pausa alguna los candidatos del PSOE en la campaña. El PSOE no debiera comenzar acto público o mitin alguno sin pedir la dimisión de los señores Fabra, Camps, Bárcenas y Trillo y sin exigir una comisión de investigación que averigüe en qué se gasta el dinero la Fundación Fundescam, presidida por esa aristócrata goyesca (o sea, con su pizca de verdulería), la señora Aguirre.

Responder a la acusación sistemática de los aviones sólo tiene sentido si, como propugna Felipe González, se hace para probar que los gobiernos del PP actuaron con verdadera alegría en la gestión del patrimonio común, para lo cual yo empezaría por rememorar la boda faraónico-imperial de la hija de Aznar en El Escorial, con empleo de abundantes recursos públicos sabiamente administrados por el presunto delincuente señor Correa. De no ser así, el PSOE no debiera tener otro discurso que el de pedir la dimisión de los citados presuntos corruptos y del señor Trillo, a quien sería muy razonable declarar "persona non grata" en la actividad política ordinaria. Al fin y al cabo, lo del avión Falcon es anecdótico mientras que el hecho de que un porcentaje nada desdeñable de altos cargos del PP esté imputado en procedimientos de corrupción o, incluso, pese sobre alguno de ellos ya petición de pena no tiene nada de anecdótico sino que es estructural. Al PP le interesa ocultarlo y al PSOE descubrirlo para que la gente sepa a quién vota.

Hablando del aborto y la crisis.

Hay una macabra ironía en el hecho de reseñar un número de Trasversales dedicado en buena medida al aborto el día en que se conoce la noticia de que George Tiller, un conocido médico estadounidense especializado en abortos a embarazadas en avanzado estado de gestación, ha muerto asesinado a tiros en su iglesia, probablemente por uno de esos fanáticos defensores del derecho a la vida. Desde el momento en que los antiabortistas consideran que el aborto es un crimen, un asesinato de un ser indefenso hay que esperar que los más exaltados de entre ellos lo combatan mediante actos de violencia, agresiones físicas, terror y asesinatos. No imagino a ningún proabortista agrediendo a nadie a cuenta de esta polémica. Pero no me cuesta nada imaginar que cualquiera de esos energúmenos que saltan a la calle en defensa de los sedicentes derechos del nonato pueda abrirle la cabeza a alguien que no piense como él. Sucede con frecuencia y es uno de los inconvenientes, de los muchos inconvenientes, que han de arrostrar los partidarios del aborto libre y legal. En fin, que la tierra sea leve a Tiller, un mártir más en defensa de los derechos de las mujeres.

El presente número de Trasversales (nº 14, 2ª época, primavera de 2009, año IV, 87 págs) se centra en el aborto y la crisis. Hay un primer artículo de Marta Cárdaba, Manuela Fernández y Toñi Ortega, Interrupción voluntaria del embarazo: más derechos, menos cotas que trata de ser una reflexión sobre el actual proyecto de reforma de la ley del aborto, hoy en el Congreso de los Diputados pendiente de debate final y aprobación, y aporta los puntos de vista del femenismo consecuente. Las autoras se identifican parcialmente con el proyecto pero no del todo y avisan del peligro de que la reforma de la ley empeore a ésta en algunos aspectos. Los puntos que consideran irrenunciables son: 1º) debe producirse una despenalización del aborto voluntario; 2º) no concuerdan con los plazos. Que sea libre hasta la 14ª semana y sólo en ciertas circunstancias de la 14ª a la 22ª y únicamente como excepción a partir de la 22ª y bajo control, en realidad empeora la situación actual, especialmente en los abortos en avanzado estado de gestación, en los que se mantendrá la situación de inseguridad jurídica de las mujeres. Sostienen que el aborto debe ser libre todo lo largo del embarazo y que no compete al legislador averiguar las razones por las que una mujer decide abortar; 3º) el requisito de información previa y otras medidas de "ilustración" son, en el fondo, interferencias en los derechos de la mujer; 4º) no hay duda en que las menores puedan abortar sin el consentimiento de los padres; 5º) los abortos deben poder realizarse en la red sanitaria pública.


Beatriz Gimeno escribe un artículo (Políticas del aborto) que es el que más me ha gustado de la revista por su calidad, concisión, claridad y valentía. Pocas veces lee uno algo con lo que se identifica tan por entero. Dice Gimeno que el aborto es un derecho de las mujeres sin plazos y sin necesidad de justificar nada. Deriva este derecho de dos argumentos: el primero, de mucha prosapia histórica, pues remite al argumento liberal clásico consagrado en Locke del derecho de la persona a su propio cuerpo que, según el filósofo, es lo que distingue al hombre libre del esclavo. El segundo argumento hace referencia a que, en tanto la división sexual y social del trabajo sea la que es, la reproducción es tarea que recae sobre la mujer, por lo que ésta debe tener el derecho a decidir. En la polémica sobre el aborto se invocan mucho los derechos del no nacido pero, según la autora y coincido plenamente con ella, de lo que se discute es de la condición social de las mujeres y de la política de género. El movimiento antiabortista es muy peligroso porque ha conseguido: a) centrar el debate en el estatus del embrión; b) llevar dicho debate a un terreno poco racional y altamente emotivo; c) hacer que cale la idea de que el aborto es un mal, una desgracia; d) enfocar una buena campaña de imagen: el feto como marca. El aborto es el gran tema "social" de los conservadores, lo que les permite desviar la atención de las cuestiones económicas y sociales y, además, "es también una cruzada antisexo; es realmente el sexo lo que les perturba, el sexo fuera de control" (p. 24). Opino lo mismo.

Ramón Linaza (En la segunda legislatura de Zapatero lo verde ya no pinta) sostiene que con la defenestración de la anterior ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, y la supresión del ministerio, la preocupación del Gobierno por las cuestiones medioambentales ha decrecido. Y eso que esta crisis tiene pinta de ser una crisis "civilizatoria" (en esto coinciden varios autores de este número), lo que debiera impulsar a plantear de nuevo las cuestiones ecológicas. Como botón de muestra, Linaza recuerda que la promesa de promulgar una ley de bienestar animal no se cumplirá.

Carlos Prieto del Campo escribe una artículo (Lo público y lo común) con un largo subtítulo (Estado, derecho, Administración pública/poder constituyente, capitalismo, movimientos antisistémicos) y que, al parecer, se publicó en otro contexto, lo cual quizá explique por qué resulta aquí tan farragoso y de difícil intelección, aunque tampoco deban descartarse las insuficiencias de este comentarista. El trabajo está redactado en una prosa densa que recuerda la de las elucubraciones de los marxianos estructuralistas y postestructuralistas y se encaja en el campo doctrinal de las políticas públicas que tampoco suele proporcionar discursos livianos o trasparentes. Sostiene el autor, si no lo he entendido mal, que lo público -concepto que hoy debe sustituirse por el de lo común- y las políticas públicas son resultado del cambio drástico en la lógica del funcionamiento capitalista consecuencia de las luchas antisistema que arrancan en la segunda mitad del siglo XIX. La estructura social capitalista se lanza así a un proceso de radicalización de la democracia, de legitimación y organización social del capitalismo histórico. Francamente, no creo sea preciso un razonamiento tan alambicado para hablar de la adaptación del capitalismo a las condiciones del Estado del bienestar en la primera mitad del siglo XX. Juzgue el lector por sí mismo: "El impacto de las luchas globales obliga, por lo tanto, a las clases y grupos dominantes a permitir la constitución de una esfera pública en la que la justificación racional de las modalidades de dominación debe producirse a contrapelo de la reproducción estructural de las formas desnudas de dominación y explotación declinadas siempre mediante los dispositivos incrustados en las dinámicas sistémicas del capitalismo global" (p. 36). Y todo el artículo está escrito de esta guisa. Cuando se consigue desentrañar lo que se quiere decir resulta que tampoco es tan novedoso. En la segunda mitad del siglo XX las consabidas luchas sitúan a la política en el centro de los mecanismos económicos y administrativos, desmintiendo así la lógica economicista y tecnocrática, todo lo cual incide en la organización del poder político y del poder constituyente que, por cierto, aparecen tratados pari passu como si el uno no fuera producto del otro. Con la aparición de la crisis las nuevas condiciones de producción de lo público vienen determinadas por la justificación e institucionalización de las luchas mediante los dispositivos de producción administrativa, gasto público y sistema tributario, así como por otros factores. Se abre asi la posibilidad de un tratamiento original de las formas colectivas del bienestar y justicia social global que cabe llamar "común" y que surge en la crisis del proyecto socialista y el debilitamiento de lo público por las estrategias de lucha de las clases dominantes. La constitución de lo común "implica precisamente criticar, deconstruir, desmontar y revertir el carácter limitado, etnonacionalista, euroanglocéntrico y colonial de las políticas que organizaron la esfera democrática durante el último siglo: lo común es lo público despojado de las dinámicas y las limitaciones sistémicas que lo hacían susceptible de reproducir el carácter no igualitario de la sociedad capitalista y dotado de un principio de soberanía rigurosamente posnacional que contempla la reproducción global de la justicia social como principio elemental de la constitución política" (pp. 38/39). De nuevo un párrafo alambicado para decir, si no estoy equivocado, que hay que formular un orden político cosmopolita en una especie de tradición kantiana, mediante unos mecanismos de transformación que no están nada claros pues parecen surgir de las contradicciones sistémicas y nuevas orientaciones pero más bien se diría que proceden de una forma de whisful thinking. La crítica a las formas de Estado realmente existentes producirán síntesis novedosas de nuevos sujetos políticos y nuevas máquinas políticas y sindicales que ya están conformándose. La dinámicas de esas formas de Estado deben situarse en un plano supranacional en que se organiza la governance (sic) del capital y la administración de los recursos comunes mediante procesos contradictorios que han de dar cuenta de la crisis de lo público y los dispositivos democráticos del siglo XX. Emerge así, según el autor, una nueva composición de clase y nueva calidad de sujetos sociales que son tendencialmente "posnacionales, poscoloniales, pospatriarcales, postsocialistas y postoccidentales" (39), es decir, unos sujetos inefables sobre los que no sabemos mucho puesto que saber lo que algo no es no nos ayuda gran cosa a averiguar lo que sea. En resumen, reitero mi impresión de que el artículo emplea una prosa afectada y farragosa para decir algo que podría expresarse con mayor concisión, sencillez y claridad, aunque es posible que, en tal caso, quedara patente que no está diciéndose nada nuevo.

Enrique del Olmo escribe un interesante Homenaje a Rosa y Karl con motivo del nonagésimo aniversario del asesinato de ambos en Berlín. Una buena ocasión para aproximarnos de nuevo a la personalidad de la revolucionaria polaca cuya valoración no ha hecho sino acrecentarse con el paso del tiempo, a diferencia de lo sucedido con su compañero de infortunio, Karl Liebknecht, cuya obra, mucho más escasa, es también de menor calidad. Tengo, no obstante, dos o tres puntos de desacuerdo con el autor. Sostiene éste que "Scheidemann y Ebert (los principales dirigentes del SPD) habían puesto precio de 50.000 marcos por la cabeza de cada uno" (Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht). No sé de dónde sale ese dato que para mí es nuevo. Cuando estalla la revolución de noviembre de 1918, se desata la represión contra los revolucionarios y uno de sus más decididos protagonistas es el ministro del Interior, el socialdemócrata Gustav Noske. Es posible que éste estuviera al tanto de lo que hacían los Freikorps, si bien estas organizaciones eran ilegales y actuaban por su cuenta; pero lo que resulta extraño es lo de la recompensa de 50.000 marcos y Del Olmo no cita la fuente. En otro orden de cosas, más teórico, no creo que Del Olmo haga justicia a la originalidad e interés del pensamiento luxemburguiano. Es cierto que un breve homenaje no es el lugar más adecuado para ello; pero me temo que, en cambio, sí se deja caer la idea de que entre RL y Lenin había una compenetración que estaba muy lejos de ser cierta. Del Olmo hace una referencia de pasada a las respectivas posiciones en cuanto a la cuestión nacional que no tenían gran cosa que ver. Rosa Luxemburgo -nacida en una Polonia anexionada por Rusia- tenía una visión ortodoxamente marxista sobre el asunto: el nacionalismo es cosa de burgueses; los proletas son internacionalistas. Mientras que Lenin suscribió el irrestricto derecho de autodeterminación de los pueblos (como luego lo haría Stalin) aunque es lícito pensar que sólo como un mecanismo táctico para debilitar a la burguesía en la lucha de clases, que era la que importaba. En realidad ambos revolucionarios eran gran-rusos., como demostró el georgiano Stalin en cuanto pudo. Pero las relaciones entre los espartaquistas y los bolcheviques eran mucho más conflictivas de lo que suele decirse. De hecho, Rosa Luxemburg condenó la deriva antidemocrática de la revolución leninista y este es el punto decisivo (el socialismo y la democracia o el socialismo sin democracia) que permite distinguir el espontaneísmo luxemburguista de la visión organizativa y partidista de los bolcheviques. Y la cosa estaba lejos de ser meramente teórica. De hecho fue lo que costó la vida a los dos revolucionarios que, sobre todo en el caso de Luxemburg, se opusieron a la conversión de la Liga Espartaquista en el Partido Comunista de Alemania, de acuerdo con las férreas instrucciones de Lenin que Karl Radek transmitió a los alemanes en Berlín en 1918. Es razonable pensar que fuera el voluntarismo leninista, el interés de Lenin por expandir la revolución bolchevique a un país industrial avanzado, con el fin de verificar los postulados teóricos marxistas, los que provocaron la catástrofe y la derrota de la revolución alemana.

José Luis Redondo (La zquierda frente a la crisis) sostiene que no es probable que, a raíz de la crisis presente vaya a desaparecer el capitalismo, pero estaría bien que la izquierda hiciera lo posible por demostrar que "otro mundo es posible", incluso otra civilización. Sostiene que las medidas a corto plazo que ya se han tomado están bien pero que la izquierda debe mirar al largo plazo, en donde identifica dos crisis que requieren atención: la crisis alimentaria y la energética que es donde la izquierda debe desarrollar sus propuestas. El punto de que se trata, según lo entiendo, es defender el punto de vista de los partidarios del decrecimiento: "Se trata de resolver las necesidades básicas de la población que no las tiene cubiertas, al tiempo que los habitantes de los países ricos crecen en lo cualitativo aunque tengan que decrecer en lo material" (p. 49). La verdad, no doy un adarme por este postulado del "decrecimiento". Entiendo que si, al final, las cosas se ponen tan oscuras que hay que hacer de necesidad virtud algo así pueda defenderse, pero no me parece aceptable postularlo como objetivo programático. Hasta ahora la redistribución requiere crecimiento y crecimiento es lo que hay que seguir buscando, si bien tratando de que sea sostenible.

Lois Valsa (Memoria y fotografía. La crisis financiera y el (mundo del) arte) deja constancia de que no parece que el mundo del arte sea consciente de la profundidad de la crisis actual, que es de civilización. Toma ejemplo de lo que sucedió en la gran depresión, de cómo hubo una intervención del Estado en el arte y escoge la obra de los fotógrafos del New Deal, singularmente de Walker Evans. Termina con un interrogante: "La situación actual de colapso del sistema de Progreso lineal, y en Arte ya se ha visto, con el arte primitivo y la escultura africana como ejemplos, que no existe tal Progreso, ¿nos va a permitir vislumbrar, n medio de la crisis global, otras formas de pensar y de vivir radicalmenre diferentes que ya, en otras sociedades, antes de que se impusiese el Estado y la Economía a sus gentes existieron?" Mi única querella con este punto de vista es por qué hace falta esperar a una crisis para plantearse esta pregunta.

diumenge, 31 de maig del 2009

Votar al PP es votar a Fabra y Camps.

Como para no creerlo. Los dos sondeos que publican hoy El País y Público dan ganador al PP en las elecciones europeas. Uno por cuatro y otro por dos puntos porcentuales. ¿Qué sucede? ¿Que a los electores no les importa la corrupción? ¿Que, como sostienen algunos, al contrario, no solamente no les importa sino que es pedigrí para ganar votaciones? Déjenme creer que no, que no vivo en un país de dementes y pícaros, que mis compatriotas no premian a los ladrones, los sinvergüenzas, los delincuentes, todos ellos presuntos, desde luego. Déjenme encontrar alguna explicación lógica a este aparente desatino.

Porque desatino y mayúsculo es que vaya en cabeza un partido que tiene un presidente de Comunidad y varios altos cargos de su Gobierno imputados en proceso penal por cohecho; un presidente de Diputación Provincial procesado por falsificación con petición fiscal de dos años, así como imputado en media docena más de casos penales; decenas de consejeros, alcaldes, y altos cargos de ls provincia de Madrid imputados en una gigantesca trama de delincuencia organizada; varios altos cargos del Gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM) imputados en otro proceso penal por presuntos espionajes de unos a otros; una presidenta del Gobierno de la CAM bajo sospecha de financiación ilegal a cuenta de la Fundación FUNDESCAM cuyo patronato preside.

El desatino se convierte en pura provocación cuando el señor Rajoy escoge la provincia de Castellón para dar un mitin y se presenta allí del brazo de los principales acusados e imputados de la corrupcion valenciana, señores Camps y Fabra, a los que defiende en público volviendo a hablar de inquisiciones cuando estas dos personas están siendo objeto de proceso e indagaciones judiciales por órganos legales en procedimientos con plenas garantías en un Estado de derecho. Ese espectáculo del presidente del PP dedicado a atacar a las instituciones del Estado de derecho, agarrado del brazo del siniestro señor Fabra sólo tiene la interpretación de que se está tratando de intimidar a la justicia y de que, aunque la justicia condene y encarcele al señor Fabra, como entra dentro de lo posible, el señor Fabra continuará rigiendo la Diputación de Castellón desde el trullo. No será el primero en hacer negocios desde la cárcel. Si tal cosa sucede, el responsable será el PP, cuyo apego a la justicia depende de que ésta falle en su favor; si lo hace en contra, se declara en abierta rebeldía, según vemos.

Definitivamente no puedo creer que mis paisanos voten a un partido en el que se ampara a presuntos delincuentes y se hace gala de ello. La explicación tiene que estar otra parte. Probablemente en el modo de hacer campaña electoral de unos y otros.

Las campañas electorales sirven, entre otras cosas, para llevar a la calle y someter a público escrutinio los asuntos que cada partido considera más relevantes; sirven, por tanto para establecer el orden del día de los debates. El PP, que entiende esto de modo magistral concentra su discurso en forma elemental y machacona en el desastre de la crisis, endosando al Gobierno los cuatro millones de parados (de los que más de la mitad, según parece, trabaja en la economía sumergida) y, en el colmo de la desfachatez, acusando de corrupción al Gobierno por el uso indebido de recursos públicos, al tiempo que suprime toda referencia pública a sus tribulaciones con la justicia.

El PSOE, en cambio, no sólo no concentra su pegada en los asuntos de corrupción de su adversario, sino que disemina sus puntos de atención en una madeja de razonamientos que la opinión pública no puede asimilar en tan escaso plazo y permite que su adversario le marque la agenda, lleve el debate al terreno que le interesa y lo obligue a defenderse de los ataques de corrupción cuando era él quien tenía que estar haciéndolos.

Si esto en lugar de España fuera Suecia seguramente el PSOE ganaría las elecciones con esta campaña electoral basada en la obsesión por el fair play. Pero no es el caso. El PP se ha puesto en manos de sus asesores neocons para contrarrestar la imagen de partido corrupto acuñando otra a la inversa, en la que se demuestra que el PSOE es el verdadero partido (y Gobierno) corruptos, en aplicación de la ley del embudo: tus imputados y acusados deben dimitir, pero los míos, no.

(La imagen es una foto de Periódico La Democracia, bajo licencia de Creative Commons)

Mucho ruido mediático y pocas nueces.

Parece que el señor Hugo Chávez, adalid invicto de las masas desposeídas, adelantado del socialismo del siglo XXI, depositario del legado inmarcesible de Simón Bolivar, espíritu del pueblo, razón en marcha, guía de la historia, no se atreve a tener un encuentro cara a cara con Mario Vargas Llosa en su programa de televisión "¡Aló presidente!". Las excusas que ha buscado son variadas: que él sólo debate con jefes de Estado, que antes de debatir, Vargas Llosa consiga ser presidente de la República, que su invitación a debatir no era de él con Vargas Llosa sino de varios intelectuales liberales con otros tantos intelectuales bolivarianos, etc.

Cuentos. No debate porque no se atreve, porque no está acostumbrado a que nadie lo refute o le lleve la contraria, porque lo que le gusta es perorar y perorar ante un auditorio obediente y entregado y tiene miedo de confrontar sus razones y opiniones con un intelectual de valía como el novelista peruano. Y eso que, en el terreno político y social, el señor Vargas Llosa pierde mucha categoría intelectual y razona de una forma elemental, sin matices, fácil de desmontar. Pero no le basta con eso. El señor Chávez no está muy seguro de lo que dice y, muchas veces, ni siquiera está claro qué quiere decir. Lo sabe y teme hacer el ridículo en un enfrentamiento dialéctico con Vargas Llosa porque, en el fondo, acomplejado, se sabe inferior a él.

(La imagen es una foto de rogimini, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 30 de maig del 2009

Estilos de campaña.

Estamos a mitad de camino de las elecciones al Parlamento europeo y ya están acuñados los estilos de las respectivas campañas de los partidos que compiten. Será raro que cambien en el último tramo. Innecesario decir que los dos más visibles son el PSOE y el PP, a gran distancia de los demás. Ello se debe a que los espacios y los tiempos en los medios públicos se conceden en relación directamente proporcional a la representatividad que ostentan y es así que entre el PSOE y el PP suman más del noventa por ciento de los parlamentarios en el Congreso de los Diputados y en torno al noventa y dos por ciento del cupo de diputados españoles en el Parlamento europeo. Puede ser más o menos justo, pero es el criterio que se aplica a la hora de determinar los tiempos de las opciones políticas y, por lo tanto, su visibilidad.

En su campaña el PSOE ha confinado la línea de ataque a su adversario a los vídeos electorales mientras que ha concentrado más las comparecencias públicas, los mítines y los discursos en Europa y las cuestiones de la Unión europea y sólo en segunda instancia ha contestado a los ataques que recibe del PP. La campaña tiene puntos muy acentuados sobre los que se machaca con persistencia acerca de la dimensión internacional de la crisis, las medidas en contra adoptadas por el Gobierno, el traslado de éstas a Europa y la decisión porque la Unión Europea sea también agente en el combate contra la crisis. Sólo secundariamente dedican tiempo a responder a los ataques del PP.

Éste, en cambio, ha orientado toda su artillería en los mítines, discursos y comparecencias públicas a hablar de asuntos de política interna española y a exacerbar su enfrentamiento con el PSOE a través de sucesivas acusaciones por supuestos escándalos en cuestiones de gestión gubernativa. En este territorio, los estrategas de campaña conservadores tienen sobre todo muy en cuenta que los ataques al Gobierno no puedan volverse contra ellos. Esto explica por qué, aunque las noticias sobre las corruptelas municipales socialistas hayan arreciado en los últimos días, el PP no las convierte en tema de campaña, por temor a que se aireen las suyas (trama Gürtel, caso Fabra, Fundescam, etc), mucho más enmarañadas y de peor cariz que las de los sociatas.

Teniendo en cuenta lo anterior resulta incomprensible que los conservadores se hayan lanzado a toda máquina en contra del uso que de aviones militares hace el presidente del Gobierno para asistir a actos de su partido. La respuesta del Gobierno ha sido dejarlos arremeter con fuerza y sacar luego a la luz los papeles que prueban que, con el PP en el poder, estos usos poco canónicos de los medios públicos de desplazamiento eran mucho más frecuentes que ahora. El señor Aznar se iba de vacaciones a las Baleares en aviones militares y usaba helicópteros del ejército para hacer visitas a monasterios en provincias; el señor Trillo -no podía faltar el inefable señor Trillo, habitual allí donde haya un doble rasero u opere la ley del embudo- iba a su tierra, al parecer, en aviones militares. Y hasta el perpetuamente escandalizado señor Rajoy usó un avión del ejército para ir a soltar un discurso en una campaña electoral en las Baleares. Luego ha tratado de jutificarlo sosteniendo que fue a un acto institucional como presidente del Patronato del Patrimonio Nacional, cargo que no obstentaba y reunión que es poco probable que se realizara.

Parece claro que este estilo de campaña boomerang es un desastre porque causa un efecto muy negativo en el electorado que comprueba una vez más que el acusador tiene la casa más sucia que el acusado. Queda por averiguar por qué sin embargo se recurre a él. Según ciertas interpretaciones porque resulta desmovilizador ya que los votantes caen en el prejuicio del "son todos iguales" y se refugian en la abstención. Como quiera que este comportamiento se presume más propio de los electores de izquierda que de derecha viene a decirse que la campaña no es tan estúpida como pueda parecer. Sin embargo, este razonamiento deja sin explicar porqué el PP no ataca por la vía de la corrupción ya que esta prudencia sólo es comprensible con la razón de evitar que haya una respuesta contundente. Ello me hace pensar en que las acusaciones de doble moral al PP tienen fondo sólido, un fondo que descansa sobre la prepotencia y la arrogancia de unos políticos (los de la derecha) que se creen con títulos preternaturales a la gobernación de España por los siglos de los siglos, porque piensan que es suya; España, digo, como el Congo para Leopoldo II. Que otro partido de izquierda tenga la desfachatez de ocupar el Gobierno es algo que los conservadores ven como una usurpación y de ahí que traten a sus adversarios con tal falta de respeto y crean que ellos están legitimados para hacer cosas que, si realizadas por el adversario, se convierten en faltas y hasta en delitos.

En estas condiciones y según vienen los sondeos y pronósticos, es muy difícil predecir el resultado del 7 de junio. No obstante, una observación: esa situación de empate técnico que se vaticina entre PSOE y PP es en realidad una muy buena noticia para el primero porque, con la que está cayendo de crisis -que siempre se hace pagar al partido del Gobierno-, una situación de empate con intención directa de voto más a favor del PSOE que del PP quiere decir que este último tiene más difícil la victoria de lo que parece. Y, si no gana por amplio margen, las repercusiones internas en forma de distintas frondas pueden ser de importancia. Aun mayor, casi catastrófica si pierde.

Objeción de conciencia.

En los países de tradición romana, como España, el juez es, según Montesquieu, "la boca que pronuncia las palabras de la ley"; lo que, entre otras cosas, significa que las palabras de la ley han de pronunciarse, que el juez no puede dejar de pronunciarlas, no puede dejar de decir qué sea el derecho, no puede dejar de hacer derecho. Por ningún motivo. Tampoco el de la objeción de conciencia. El Tribunal Supremo ha tenido que recordar algo tan obvio a un juez valenciano que pretexta objeción de conciencia para no cumplir con el mandato de la ley de casar a una pareja de lesbianas, creo; de homosexuales en todo caso. Sostiene su señoría tal desatino, supongo, por imitación a otros profesionales, como los médicos, o no profesionales, como los padres de familia, que invocan la objeción de conciencia unos para no practicar abortos y otros para que sus hijos no cursen "educación para la ciudadanía". Pero los jueces no tienen derecho a la objeción de conciencia. En realidad, nadie tiene tal derecho. Ningún Estado puede razonablemente reconocer el derecho a desobedecer la ley por razones de conciencia. Se da alguna excepción, como el reconocimiento de la objeción en alguna situación específica, por ejemplo el servicio militar obligatorio en España. En otros lugares será por otros motivos pero siempre se trtará de situaciones excepcionales- El criterio único dominante es el de el juez está obligado a hacer justicia pronunciando las palabras de la ley (que es lo que significa la iuris dictio) porque la justicia es, además de un principio, un derecho de los ciudadanos.

No hay objeción de conciencia frente a los matrimonios homosexuales como no la hay frente a Educación para la ciudadanía. Ya está bien de negar a la gente sus derechos pretextando nobles principios. Sobre todo principios por los que la izquierda ha luchado siempre contra la derecha como el de objeción de conciencia. O sea, ya está bien de prostituir el mundo.

(La imagen es una foto de antenamutante, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 29 de maig del 2009

Los dislates de la Iglesia.

La sexualidad, algo que lleva veinte siglos obsesionando a la Iglesia, a los curas, a los obispos, hace perder la chaveta al clero en todo momento y condición. El responsable de la revista del episcopado Alfa y Omega, Ricardo Benjumea, sostiene que Si se "banaliza el sexo" no tiene sentido considerar delito la violación. O sea, para quien quiera entender: o el sexo se practica como yo digo o aquí se puede violar a quien se quiera. ¿Ven como estos pavos tienen un problema con la sexualidad? Bueno, uno específico porque "problemas" con la sexualidad tenemos todos ya que la sexualidad en sí misma es un problema. Lo del clero, no obstante, es el problema de la represión que castiga y deforma por igual a quien la sufre y quien la inflige.

Y, en efecto, acaba diciendo verdaderos dislates propios de enajenados porque ¿puede alguien averiguar por qué mecanismos mentales se puede llegar a la conclusión de que violar es aceptable cuando "se banaliza" el sexo o se lo aparta de la procreación? La violación es un atentado contra la integridad física de las personas y en su valoración delictiva no pueden entrar consideraciones relativizadoras basadas en opiniones por muy reveladas por Dios que digan ser. Como estos creyentes en dogmas, misterios, milagros y demás bazofia intelectual tienen entendederas de escaso vuelo hay que ponerles las cosas a su alcance, lo mejor para ello es hacer que se involucren directamente. Por ejemplo, ¿sostendría el señor Benjumea su punto de vista en el caso de que lo violaran a él?

Precipitándose por la pendiente del disparate, decidida a dar una lección de su falta de sensibilidad y de conocimientos acerca de asuntos sobre los que se pronuncia sin parar, la jerarquía lleva los dislates al extremo del pecado o del delito o de ambos a la vez. Dice monseñor Cañizares que los abusos a menores en Irlanda no son comparables con el aborto. La declaración no solamente es un insulto por lo que evidentemente es: la enésima prueba de que toda comparación es odiosa, incluso aunque sea para decir que no hay comparación posible sino por lo contrario. La declaración es un insulto porque pasa alegremente por encima del hecho de que lo que sucedió en Irlanda no es una especificidad histórica de la verde Erín. Lo que Monseñor Cañizares no ve o no quiere ver -y con él, ningún príncipe de la Iglesia- es que el abuso de menores ha sido y es la condición normal del trato del clero católico con los críos, especialmente los que están en peor situación, en todos los países del mundo. ¿Qué nos apostamos? ¿Abrimos investigaciones en orfanatos, correccionales, casas regidas por órdenes religiosas católicas? En todas; siempre; aún hoy. El abuso de menores es la condición ordinaria de una confesión empeñada en mantener una institución estúpida y degradante como el celibato del clero y presta a justificarlo ocultando el enorme destrozo que ha venido causando generación tras generación.

Así que no basta con pedir perdón, Monseñor: hay que demostrar -tampoco basta con prometer- que ya no va a pasar más veces y que en la actualidad se procede judicialmente contra lo casos en que se haya detectado.

(La imagen es una foto de desaparezca.net, bajo licencia de Creative Commons).

El origen del poder político.

El autor de este libro (Arte, mito y ritual. El camino a la autoridad política en la China antigua, Madrid, Katz, 2009, 196 págs), K. C. Chang, un reconocido sinólogo, se hace una pregunta: ¿cómo surgieron en la China antigua la civilización y las dinastías políticas que la acompañaron? No estará de más recordar que, para Chang, organización política y civilización son lo mismo puesto que sólo los civilizados están organizados políticamente y sólo las organizaciones políticas pueden civilizarse. La respuesta a la pregunta es: mediante la interrelación de varios factores como la jerarquía, el parentesco, la autoridad moral del gobernante, el poder militar, el acceso exclusivo a los dioses y antepasados (a través de los rituales, el arte y el uso de la escritura) y el acceso a la riqueza (p. 16). Se observará que esta concepción de la política no es solamente sistemática sino también, en cierto modo, biográfica, narrativa. Esto es, cabría hacer así el relato: la política surge de la jerarquía basada en el parentesco que rodea de autoridad moral al gobernante el cual está en posesión del poder militar y se garantiza el acceso a los dioses y antepasados (valiéndose para ello de su dominio de los ritos, el arte y la escritura) y a la misma riqueza. Nada que no hubiera suscrito Aristóteles.

El resto del libro es una indagación más o menos pormenorizada de los elementos de esta concepción inicial. Por "China antigua" el autor comprende los dos milenios a.d.C. en que se formó la civilización histórica china bajo las llamadas Tres Dinastías: la Xia (2205 - 1766 a.d.C.), la Shang (1766 - 1122 a.d.C.) y la Zhou (1122 - 256 a.d.C.). Para la reconstrucción de la prehistoria china nos valemos de dos tipos de testimonios: los mitos y leyendas de un periodo anterior a 2200 a.d.C.: sabios y héroes mitológicos y aceptados como personajes históricos aunque luego se dice que en muchos casos se trata de figuras históricas religiosas evemerizadas. El segundo tipo de datos para el conocimiento de aquella prehistoria es el de los datos de la arqueología.

En el origen de la organización política china se encuentran las tres dinastías que fueron fundadas por tres clanes: el Si, el Zi y el Ji. Desecha la idea de que en los remotos orígenes la organización política china fuera un matriarcado porque no hay un sola prueba en su favor., en lo que parece estar en sitonía con otros estudiosos en otros lugares: la tesis matriarcal, de momento, pertenece al mismo reino fabuloso que las amazonas. Por eso siempre me ha parecido extraño y poco sostenible el empeño de Graves de construir una mitología griega sobre el supuesto de que ésta no es otra cosa que una racionalización de la destrucción del matriarcado primitivo. El núcleo político fue el antiguo poblado chino. Al tiempo, la China antigua no era más que centenares de miles de poblados habitados por miembros de clanes y linajes independientes que se reunieron en jerarquías políticas según relaciones de parentesco e interacciones de los habitantes (p. 44).

Estas jerarquías de parentesco, que no parecen ser otra cosa que las familias de siempre como origen del poder en la teoría política clásica, se organizaban en función de los méritos de cada cual, basados en el juicio de Dios o el mandato del cielo (p. 46). La legitimación de la monarquía era utilitaria. El Rey caía cuando hacía algo mal. El substituto lo era porque tenía algún mérito que le permitía acercarse al cielo con un cambio de fortuna en el ejercicio de una profesión. Etimológicamente la palabra wang (Rey) deriva de la pictografía de un hacha de verdugo (p. 49). El dominio se basaba en el conocimiento de los li (ritos) de forma que, para vencer un Estado a otro y a su sistema de gobierno tenía que destruir los templos ancestrales y saquear los tesoros simbólicos (p. 54).

El cielo es el lugar en el que reside la sabiduría de los asuntos humanos; de ahí que el chamanismo sea crucial para entender la antigua política china (p. 60). Los fundadores de las tres dinastías vivieron en el origen hechos mágicos, sobrenaturales porque al comienzo el Rey era el chamán, aunque no el único (p. 63). Este dúo de reyes y sacerdotes también parece ser típico de las organizaciones políticas antiguas. Las pruebas del chamanismo en la China antigua son artefactos: inscripciones en huesos de oráculo y representaciones artísticas de animales (p. 66)

Es el arte el que pavimenta el camino hacia la autoridad. Los dibujos de animales son rasgos muy conocidos del arte decorativo de los bronces Shang y Zhou occidentales primitivos (p. 73). Se representan animales reales y fantásticos. Estos son: 1) el taotie; 2) el feiyi; 3) el kui; 4) el long; y 5) el Qiu (pp. 74-76), todos ellos figuras compuestas, muy significativas porque eran las imágenes de los distintos animales que sirvieron a los chamanes y chamanesas en su tarea de comunicación entre el cielo y la tierra o entre los vivos y los muertos (p. 85). Serpientes y dragones son duales porque son agentes de Dios que unen su mundo con el de los hombres (p. 87). La serpiente es muy importante. En un idioma común en arte religioso viene a ser agua e hibernación. En parte debe de venir de aquí su sugerencia de que la mezcla de hombre y bestia es un motivo esencial que comparten las artes antiguas de China y Mesoamérica.

El camino a la constitución de la autoridad política se da con la escritura. Según la leyenda, la invención de la escritura por Cangjie (de cuya existencia histórica no hay prueba alguna) vino acompañada de grandes portentos: llovieron granos de mijo del cielo, hubo un temblor de tierra y los fantasmas se lamentaron toda la noche (p. 105). Los antigos historiógrafos estaban revestidos de una gran autoridad moral porque, pudiendo leer, conocían el pasado. (p. 114).

La propiedad es esencial, especialmente la propiedad de vasijas y utensilios de bronce sirvió para legitimar el poder del Rey (p. 127). Los bronces de la China antigua eran muy caros y muy difíciles de obtener (p. 130). El agotamiento de las minas de cobre y estaño es uno de los factores que provocaron el nomadismo de las capitales en los Xia y los Shang (p. 133).

Por último, el poder político se concentra en una élite dominante por los factores siguientes: 1) el estatus individual; 2) la red de políticas regionales interactivas; 3) el aparato militar; 4) los hechos misteriosos (mitológicos y reales); 5) la escritura; 6) el acceso exclusivo al cielo y otros factores como los rituales chamánicos; 7) la riqueza y su aura (p. 137). Se crea así el poder político por tres medios prácticos: a) la autoridad moral; b) la fuerza coactiva; c) la sabiduría exclusiva derivada del monopolio de acceso al mundo espiritual (religión y ceremonialismo). "La civilización", dice el autor, "es la manifestación de la riqueza concentrada" (154)

El cuadro trazado por Chang resiste en su opinión la comparación con el concepto de "sociedad oriental" que, habiendo nacido en el pensamiento del siglo XVIII, reaparece luego en Marx, en Max Weber y en Wittfogel y siempre con una explicación insatisfactoria. Ni siquiera lo es la idea de Weber del "Estado patrimonial", aunque se acerca y menos aun la del "despotismo hidráulico" de Wittfogel (p. 160). Salvado, pues, de la adscripción a este modelo "desviado" del llamado modo de producción asiático, Chang sostiene que su estudio del origen del poder político en la antigua china es extrapolable a otras regiones del planeta.

dijous, 28 de maig del 2009

Objetivo: Garzón.

Las querellas contra Garzón deben de ser moneda corriente en el Tribunal Supremo. No así las que pasan a estado procesal. Con ello el TS está diciendo que puede haber habido delito, prevaricación, en lo actuado por el juez Garzón. Por ahí se ha lanzado el PP como un solo hombre y haciendo trizas la presunción de inocencia que siempre reclama para sí al dar por supuesta la prevaricación como se deduce de las declaraciones de doña Soraya Sáez de Santamaría de que no puede haber inmunidad "para nadie que pretenda utilizar la ley de forma arbitraria". En las que se viene a admitir que así ha sucedido.

Quien haya seguido la actualidad político-judicial española en los últimos veinte años sabe que el juez Garzón es una pieza clave en un determinado espíritu de regeneración de la vida pública española. Pieza clave asimismo por abatir en los cenáculos de quienes se beneficien o hayan beneficiado del crimen organizado (Garzón comenzó a hacerse célebre en sus actividades en contra del narcotráfico), del terrorismo de Estado en tiempos de los GAL, de la actividad de apoyo social y económico a ETA, de la impunidad de los viejos dictadores por los crímenes cometidos y del mantenimiento del pacto de silencio sobre el pasado de la primera Transición en España. En cualquier de estos capítulos el juez ha hecho méritos suficientes para que la derecha dispare contra él. Disparar balas dialécticas, por supuesto. Sabido es que el PP ha interpuesto numerosas denuncias y querellas contra el señor Garzón por los más diversos motivos. El caso era parar su acción. Y donde no por querellas, la acción se orientaba por el insulto o la descalificación para desprestigiarlo. Todavía sonará en muchos oídos cómo el señor Rajoy decía que el señor Garzón era del PSOE porque en cierta ocasión concurrió a unas elecciones yendo como segundo en la lista del PSOE de Madrid; pero el mismo señor Rajoy oculta ladinamente que en esa misma legislatura el juez Garzón abandonó la política, se reintegró en su puesto de magistrado de la Audiencia Nacional y, desde él, procesó al ex-ministro del Interior socialista y a altos cargos del departamento, que es una curiosa forma de ser del PSOE.

El mérito del señor Garzón se incrementa porque no sólo sale normalmente airoso en su función de pararrayos sino que contribuye positivamente a aumentar la garantía y sentido de la justicia del lugar en que se halle.Y lo hace con nuevas iniciativas. Porque la presencia del juez Garzón en el asunto de la memoria histórica no solamente ha sido un notable incentivo para empezar a hacer justicia a las víctimas del franquismo, sino que ha planteado también un problema que ayudará a avanzar en el campo de la protección efectiva de los derechos de los niños, solicitando que se exhumen los cuerpos de los represaliados por la dictadura y que se indague el paradero de los miles de niños secuestrados por los franquistas y entregados a familias afectas al régimen, a veces en condición de criados.

Se comprende que, aunque lo jaleara en alguna ocasión, la drecha profese verdadera inquina al juez.


(La imagen es una foto de carolonline, con licencia de Creative Commons)

La ciudad de los sueños.

En la Casa Encendida de la obra social de Cajamadrid hay una exposición de fotografía urbana de Nueva York procedente de la colección del Museo de Arte Moderno, el famoso "Moma". Son noventa tomas casi todas en gelatina de plata y algunas justamente muy famosas, que abarcan escenas neoyorkinas captadas más o menos entre 1910 y 1960 y están representados todos los grandes de la fotografía de aquellos años, Strand, Steichen, Evans, Weegee, etc. Y con los autores, los muy distintos estilos, los ambientes, los tipos humanos, los momentos, las perspectivas. La contemplación de lo expuesto es como una visión caleidoscópica y equivale a una especie de inmersión en el fortísimo atractivo de esta ciudad a la que van a acabar las conexiones nerviosas del mundo entero, el pulso neurálgico del planeta, el icono del siglo XX y XXI. No fue casualidad que el siglo XXI iniciara su andadura, como también lo hizo el milenio, con un acontecimiento sucedido en Nueva York pero que estremecio al planeta entero, con le atentado de las Torres Gemelas, el icono de Nueva York, icono a su vez, etc. o icono del icono.

Desde las fotos correspondientes a los años de la depresión o una perspectiva aérea del edificio Chrysler, hasta los rostros anónimos de la gente que va al trabajo o viene de él, Nueva York tiene ya su nombre unido a muchos fenómenos y causas que serán mejores o peores pero forman el contenido simbólico de nuestra época: el melting pot, Chinatown, La ley del silencio, King Kong en lo alto del Empire State Building, Harlem, Bronx, los judíos de Brooklyn, Manhattan Transfer, el refugio de Ellis Island... que es ¿qué?: la referencia al mayor movimiento demográfico del siglo XX, el puerto de entrada a la emigración de Europa a los Estados Unidos, allí por donde los Estados Unidos siguen siendo Europa.

Nueva York ha llegado a ser la capital del mundo. La ciudad es el cruce de todos los movimientos del siglo XX, artísticos, políticos, culturales. Por eso es tan agradable contemplar esta especie de resumen detallado de su despliegue gráfico a lo largo del tiempo.

dimecres, 27 de maig del 2009

El fantasma de la abstención.

Todo el mundo está al cabo de la calle de que las elecciones al Parlamento europeo no se plantean como una verdadera confrontación por asuntos europeos sino como una especie de sucedáneo de unas elecciones en clave de discusión interna, doméstica, de andar por casa. El saber convencional quiere asimismo que, al no tratarse de votar por el Gobierno o la oposición reales del país, los electores aprovechen para castigar al partido gobernante a lo que algunos añaden que, en el fondo, en las elecciones europeas no se vota a favor de unos si no en contra de otros.

Ello tampoco tiene mucha importancia dado que todo el mundo espera una abstención altísima, entre diez y veinte puntos porcentuales superior a la de unas elecciones legislativas ordinarias. El cuerpo electoral considera estas elecciones europeas como "elecciones de segundo orden" según las llaman los especialistas y se siente menos llamado a votar. Así que las abstención y la participación es el elemento decisivo de la convocatoria. Tanto que el llamado "partido de la abstención" puede acabar siendo el verdadero ganador al que determinadas orientaciones críticas, generalmente de izquierda, alientan con el fin de deslegitimar el sistema democrático, al partir de la idea de que, cuantos más se abstengan de ir a votar, más claro estará el rechazo al conjunto. Por supuesto esta posición, aparentemente radical, de ningún compromiso con la farsa electoral de la burguesía, se rompe en el momento mismo en que quien la adopta presenta su candidatura en una u otra lista de "auténticos", "verdaderos", "genuinos" izquierdistas. En tal caso, los aplausos al abstencionismo se convierten en trompeteos a favor de la participación en un mensaje cuya pobreza intelectual sólo es comparable a su ralea moral: abstenéos a no ser que me votéis a mí.

Efectivamente, la participación (y la abstención, por tanto) es un elemento decisivo en el funcionamiento de los sistemas democráticos que están basados en la idea de que la soberanía reside en el pueblo quien la ejerce a través del voto. Negarse a depositarlo vendría a ser, según ciertas interpretaciones escasamente aceptables a mi entender, como deslegitimar el conjunto del sistema democrático. Ello equivale a igualar abstención con voto en blanco o, incluso, voto en contra, lo que es demasiado igualar. La abstención no es interpretable a favor o en contra de nada ni deslegitima nada. Considérese el cuadro más arriba. En él consta la participación país por país en todas las elecciones al Parlamento europeo habidas desde las primeras en 1979 en todos los países de la Unión. En algunos casos (1987, 1995 y 2007) ha habido elecciones al Parlamento en ciertos países que acababan de efectuar su ingreso ya con una composición dada del Parlamento. Se puede ver que la abstención ha llegado a alcanzar cantidades sorprendentes en algunos países del antiguo bloque comunista como Eslovenia o Polonia en donde ronda el ochenta por ciento de los electores. O Eslovaquia o Bulgaria, en donde ronda el setenta por ciento. Y a nadie se le ocurre negar que en estos países reine una opinión pública muy europeísta. No es extraña tampoco una abstención en torno al setenta o setenta y cinco por ciento en países como Gran Bretaña. La alta abstención no deslegitima nada porque lo importante del procedimiento no es su aspecto cuantitativo sino el hecho incontrovertible de que las elecciones sean libres y, por supuesto, voluntarias. Hay muchos países (pocos ya en Europa y algunos más en América Latina) en los que el voto es obligatorio, lo que parece un contrasentido porque es confundir un derecho (algo de lo que puedo prescindir libremente) con un deber.

En todo caso, convirtiendo los datos anteriores en un gráfico (en el que solamente se reflejan los años "oficiales" de elecciones al Parlamento, no los de by elections en países específicos), puede verse en la última ilustración que la media de participación en las elecciones al Parlamento Europeo ha descendido de modo constante en unos veinte puntos porcentuales en los veinticinco años que van desde 1979 (67,19 por ciento) a 2004 (47,78 por ciento). No resultaría sorprendente que en 2009 la abstención media llegue al cincuenta por ciento y que en España rebase dicha cantidad.

El carácter caprichoso, a menudo incoherente y en muchas ocasiones demagógico del discurso político se observa en el razonar sobre este fenómeno de la abstención. El mismo dato (escasa participación) que demuestra que la Unión Europea tiene un problema de legitimación por no contar con el suficiente apoyo popular se lee como un veredicto inaplazable e incontrovertible del electorado a favor o en contra de su respectivo Gobierno a nada que la distancia entre los resultados de un partido lleven una ventaja de cuatro a más puntos porcentuales sobre los del partido rival y por más que, en definitiva, sólo haya votado escasamente el cincuenta por ciento. Y no se hable ya de los candidatos de las opciones radicales e independentistas: el mismo dato que prueba la manipulación y el revolucionario rechazo de las masas trabajadoras al sistema corrupto de la burguesía fascista a través de la abstención se convierte en un decidido mazazo de la conciencia revolucionaria y emancipadora de las masas proletarias a nada que el interviniente haya presentado su candidatura y su lista haya conseguido el 1,3 por ciento del voto y obtenido un representante que será el 1/50 de la representación española y el 1/736 del conjunto de la europea.

No, la abstención no deslegitima por alta que llegue a ser siempre que el voto sea libre. Lo que deslegitima es la altísima participación allí donde, sin embargo, el voto no es libre. En democracia el que no vota es porque no quiere y el que calla otorga.