dilluns, 3 de novembre del 2008

El sueño es vida.

La otra noche soñé que leía un libro de Juanjo Millás. Había subido al ascensor de casa con otra persona quien, sin que yo le dijera nada pues no suelo hablar con desconocidos en los ascensores, me dijo que aspiraba a ser Juanjo Millás y que para lograrlo había escrito un libro que me rogaba leyera para darle después mi opinión.

"¿Mi opinion de qué?", le dije.

"De si puedo ser Juanjo Millás". Acto seguido me dio una tarjeta y se apeó en el tercero. Mientras yo subía al quinto, que es mi piso, vi que la tarjeta decía: Juan José Millás. Escritor. Y traía un domicilio y un número de teléfono. El manuscrito que había depositado en mis manos se llamaba Los objetos nos llaman y no era muy voluminoso.

Entré en casa, saqueé el frigorífico, me instalé en el diván del salón, encendí el televisor que tengo siempre mirando hacia la ventana para que lo vea el vecino, razón por la que no necesito ponerle sonido, y me dispuse a leer el manuscrito del extraño. No sé cuánto tiempo tardé. Ni siquiera sé si lo leí de verdad o me quedé dormido soñando que estaba leyendo un libro de Juanjo Millás.

El caso es que, sin saber cómo, descubrí que era de día avanzado y me aprestaba a llamar por teléfono al desconocido del ascensor. Me detuve ante el espejo preguntándome:

"Alto ahí. ¿Qué vas a hacer?

"Voy a llamar al que me ha dado el manuscrito".

"Para decirle ¿qué?".

"Que no se preocupe, que conseguirá lo que quiera porque es más Juanjo Millás que Juanjo Millás."

"¿Por qué?"

"¿Cómo que porqué?" grité a mi imagen que se encogió un poco porque teme siempre a mis accesos de ira. "¿Cómo que por qué?" Porque todo lo que hay en este manuscrito es Juanjo Millás en estilo puro, tanto en el fondo como en la forma, forma y fondo, fondoforma, formafondo, fordofonda, fonmafordo...

Algo no estaba funcionando pues yo era incapaz de dejar barbotar construcciones alocadas, fonfordoma, forfomado, mafordofon... mientras que mi imagen no cesaba de hacerme muecas. Pensé que estaría bueno que todo estuviera pasando en el sueño o, más inquietante aun, lo que me parecía insinuar mi imagen, que yo fuera un personaje de Juanjo Millás. Pero hice un esfuerzo, detuve el torrente de palabras que salía de mi boca por el procedimiento infalible de cerrarla, me enderecé, forcé a mi imagen a hacer lo mismo y sólo entonces proseguí:

"¿Cómo que por qué? Porque todo en este manuscrito -que blandí ante su aterrorizada mirada, como si fuera a estampárselo en la crisma- es suyo, de la cruz a la fecha. Son historias cortas que versan bien sobre los comportamientos sorprendentes y absurdos de las cosas, los objetos de la vida cotidiana bien sobre imaginaciones de fantasía kafkiana, del Kafka de La metamorfosis con quien Millás tiene mucho en común".

Mi imagen me contemplaba con una sonrisita que me sacaba de quicio y se la hubiera borrado de un guantazo de no ser porque descubrí para mi sorpresa que no tenía manos, ni brazos, ni pies. En realidad era una cabeza sobre un valador que hablaba sin parar, sin poder contenerme:

"Y las cosas, los objetos de la vida cotidiana que de pronto toman propiedades asombrosas vienen a actuar como ese supuesto que imagina Ortega cuando habla sobre las creencias y piensa en la posibilidad de que, en un momento dado, las creencias nos fallaran, que no hubiera escalera al salir a la calle o que no hubiera calle. Eso es lo que le pasa a Millás continuamente. Sin contar con las veces en que descubre que está muerto o que es invisible, que su tío se ha convertido en un caballo, que su primo se ha multiplicado por tres o que su madre... ¡deja ya de hacer el idiota que estás poniéndome nervioso!".

Hacía un rato que mi imagen tomaba las formas que iba yo recitando: un muerto, un invisible, un caballo, tres personas... Supe entonces de cierto que seguía soñando porque esas cosas sólo pasan en los sueños. Pero los que sueñan no saben que están soñando, ¿cómo podía saberlo yo si no era porque se trataba de un sueño dentro de un sueño? Estaba claro que allí no había libro, ni manuscrito, ni espejo, ni imagen ni nada. Efectivamente, me encontraba de nuevo en el salón, con el móvil en la mano, marcando el número que venía en la tarjeta del desconocido pero en el diván había alguien que se me parecía sospechosamente, agarrado a un manuscrito y que me interpelaba:

"Sigue, sigue. ¿Qué más va a decirle?"

"Que es Juanjo Millás tan claramente que hasta el título de la obra es un juego que remite a ese mundo fantástico que está creando, que lleva años creando, como gran escritor que es. Ese Los objetos nos llaman es una variante del que ha citado en alguna ocasión, Los objetos me llaman, atribuyéndoselo a un autor de su invención, un tal Pierre Clausaut".

"Bueno", me contesté con displicencia, "en la literatura todo es invención, imaginación fantasía..."

"Claro", atajé dejando de llamar por teléfono de momento, "pero es que la cita que le conozco es de un artículo del diarío El País, titulado Dudar de uno mismo.

"Eso es peor. Es transgresor porque se entiende que la prensa debe ser testigo fiel...".

"Ja. No lo sabes tú bien. Por ahí hay un infeliz que ha dejado una pregunta en internet, en el Foro Millás pidiendo orientación para encontrar el libro de Clausaut. O sea que está ocurriendo como con el Necronomicón de Lovecraft, que Borges decía haber encontrado en la Biblioteca Nacional cuando fue su director siendo así que se lo había inventado el autor de los mitos de Cthulhu al que Borges adoraba. Claro que estos van por lo trascendente y Millás va por lo inmanente porque consigue dar dimensión fabulosa, insólita, a la inmanencia misma. Es como Hoffmann..."

El yo mismo del sofá rompió a reír diciendo:

Kafka, Lovecraft, Borges, Hoffmann...chico, pareces un crítico pagado. ¡Vaya compañías que buscas a Millás!

Ignoré olímpicamente su insinuación de venalidad y marqué el número que aparecía en la tarjeta: no existía. Me asaltó una sospecha. Miré la dirección en Google: tampoco existía; la calle terminaba diez números antes de lo que rezaba la dirección. Tenía que enfrentarme a la realidad: aquel individuo del ascensor me había engañado. O a lo mejor tampoco existía y lo había inventado yo como Millás la ropa interior de mujer de pétalos y raicillas. Finalmente, ¿acaso no estaba soñando? Pero cuando volví al salón, descubrí sobre el diván el manuscrito de Los objetos nos llaman y ya no supe qué pensar. Claro que aquello era Millás en estado puro: narraciones sorprendentes, divertidas en su mayoría, con mucho punto surrealista y del absurdo. Ionesco flota por varios de los relatos huyendo del muerto que va ocupando su casa como los muertos ocupan parte importante de la narrativa de Millás. Muertos que tienen una vida subrepticia como en ciertos relatos de Fernández Florez, otro pariente cercano del Premio Nacional de literatura de este año.

Como no sabía qué más decir ni hacer, olvidándome de mi propia presencia en el diván decidí que para librarme por fin de tan extraño sueño, lo mejor sería tumbarme en la cama a dormir o a hacerme el muerto. Pero de nada me sirvió porque al instante me tenía a mí mismo al lado diciéndome, como la madre de Millás a su padre: "A mí no me engañas. Sé perfectamente que te has muerto."

Fue entonces cuando desperté. ¡Qué extraña pesadilla había tenido! Un desconocido en el ascensor que quería ser Juanjo Millás cuando, como todo el mundo sabe, Juanjo Millás soy yo.

Juan José Millás, Los objetos nos llaman Barcelona, Seix Barral, 2008, 245 págs.

diumenge, 2 de novembre del 2008

Segundos fuera.

En dos días se deciden las que probablemente sean las elecciones estadounidenses más importantes desde el triunfo de Franklin D. Roosevelt en 1932. Casi todas las predicciones hablan de una participación nunca vista, en torno a ciento treinta millones de votantes, con una gran movilización de los sectores jóvenes y las minorías negra e hispánica. Esa movilización se aprecia ya en quienes han hecho uso del voto anticipado, por cierto, mayoritariamente demócrata. El país ha seguido con inusitado interés tanto el proceso de las primarias, en especial la batalla entre Mrs. Clinton y Mr. Obama, como la campaña propiamente dicha, desde las convenciones de los partidos hasta mañana. Y no solamente el país, esto es, los EEUU, Gringolandia; también se ha seguido fuera, en Europa, en Asia, en todas partes y en todas, como en los EEUU mismos, hay una aplastante mayoría a favor de M. Obama.

El viento en las velas del señor Obama viene de varios puntos. En primer lugar su propia condición de mulato, an African-american con perspectivas reales de ganar la Casa Blanca y ser el primer presidente no blanco de un país que hace cincuenta años todavía tenía leyes segregacionistas en vigor y en el que abundan los racistas, supremacistas y otros retrasados mentales. Además su condición de demócrata de izquierda (para los gustos gringos), no excesivamente contaminado con la corrupción política tradicional de Washington y en posición imponer un cambio en el estilo del país que la mayoría desea desde hace tiempo. ¿Pruebas? Ha sido capaz de recaudar 640 millones de dólares, mucho más que McCain y Hillary Clinton y sólo su campaña tiene 2.200.000 seguidores en Facebook ya que ha conseguido configurarla con pleno uso de las posibilidades de internet y las nuevas tecnologías en general. En tercer lugar, del otro lado, la desastrosa campaña del Senador Republicano McCain que, en todo el tiempo no ha podido remontar en los sondeos, no ha encontrado un punto débil en la trayectoria de su adversario a pesar de haber intentado todo tipo de juego sucio y, por último, ha cometido el garrafal error de buscar como candidata a la vicepresidencia a una mujer a todas luces inapropiada para el cargo. En cuarto lugar la catástrofe sin paliativos de los ocho años de presidencia de ese increíble inútil del señor Bush que no solamente ha metido al país en una guerra de rapiña de la que no puede salir, sino que ha implantado un régimen de ataque a las libertades civiles de los EEUU desde la práctica de la tortura hasta los secuestros de personas, para terminar provocando la mayor crisis financiera y económica del país desde la de 1929, una que amenaza con ser la mayor del capitalismo mundial. Un necio convencido de que Dios le habla y al que ya están colgándole el sambenito de haber sido el peor Presidente de la historia de los EEUU, un hombre que sólo encuentra simpatía en gente como el señor Aznar.

En conclusión, un conjunto de circunstancias que hacen prever una landslide, un triunfo abrumador del candidato demócrata que irá asimismo acompañado por la victoria del partido del burro en ambas cámaras legislativas, dando pues a los demócratas carta blanca para poner en práctica sus muchas promesas. Victoria por landslide.

¿O no?

El tramo final de la campaña se ha visto oscurecido por el incidente de la tía de Obama, residente ilegal en Gringolandia. La tía contribuyó a la campaña de su sobrino con doscientos sesenta dólares que ahora el señor Obama tendrá que devolver ya que las donaciones de extranjeros están prohibidas. Además puede hacerle mucho más daño que esta futesa económica pues el asunto de los inmigrantes ilegales (de los que se calcula que hay diez millones) es tan sensible en el país como en cualquier otro y con él puede hacerse mucha demagogia.

Aun así cabe suponer que el entusiasmo que el señor Obama ha despertado, el apoyo que ha levantado durante los meses de la campaña podrá barrer este último obstáculo y empujarlo definitivamente hacia la Casa Blanca. Confieso que es lo que me gustaría. Ya he dicho en alguna ocasión que por pocas que acaben siendo las diferencias entre ambos senadores (que tampoco serán tan escasas, espero) estoy firmemente a favor de Obama y en contra de McCain. Y sobre todo, como muchos otros millones de personas, estoy contra ese insoportable insulto a la inteligencia humana que es Mr. Matorral-pato-cojo. Recuerdo haber aplaudido desde el principio con la campaña de Anybody but Bush y ahí sigo y me fastidiaría que saliera elegido un Bush II (que sería Bush III), en la persona de este neocon desdentado con sus batallitas de Vietnam y su estúpida decisión de quedarse ¡diez mil años! en el Irak. Pero...

Puede pasar. No se olvide que por mucho que se diga antes de las elecciones y por mucho más que se explique después de éstas (que en eso de "posdecir" hay verdaderos genios) toda elección política tiene una fuerte carga de incertidumbre y en unas tan críticas como éstas con mayor razón. Durante la campaña, los sondeos han venido dando una diferencia consistente a favor de Obama de entre cinco y once puntos porcentuales. Sin embargo, las proyecciones de ayer mismo, publicadas por John Zogby, al frente de una empresa de sondeos de prestigio, que ha hecho un seguimiento de tres días, acortaba las distancias entre ambos a cinco puntos y hasta daba ganador a McCain en el último día por un punto. ¿Podría estar produciéndose un corrimiento subyacente de opinión a favor del republicano y darse al final una sorpresa como las que hubo en los años 2000 (Al Gore) y 2004 (John Kerry) cuando los sondeos daban ganadores a los demócratas y venció Mr. Matorral ahora Pato Cojo? Podría. Por supuesto, los demás sondeos siguen vaticinando victoria demócrata por una media de siete puntos. Pero la derrota no es descartable. El llamado efecto Bradley está en el ánimo de todos: los electores dicen ir a votar por el candidato negro pero luego votan por el blanco.

Curiosamente ambos campos etán interesados en afirmar que las distancias se achican y que Mr. McCain está recuperando territorio a toda velocidad. El campo republicano, como es obvio, para animar a sus votantes y movilizar hasta el último sufragio en la esperanza de que, además, funcione la tradicional simpatía yankee por el underdog. Al fin y al cabo, he aquí un auténtico héroe gringo hoy en el tramo final de su vida con la ilusión de ser útil a su país una vez más. No conviene tocar mucho esta tecla porque, de ganar McCain, sería el presidente que empieza mandato más viejo de la historia del país y la posibilidad de que haya de substituirlo una pava como Mrs. Palin pone la carne de gallina. Por otro lado, en el campo demócrata temen que la conciencia de ganadores opere como desmovilización del electorado, así que les interesa asegurar que nada está ganado y que todos deben ir a votar. Por cierto se calcula que los negros lo harán en masa y los hispanos también pues el señor Obama cuenta con cerca de un 70 por ciento del voto de este segmento de la población. Pero su auténtico peligro está en los trabajadores blancos. De ahí que, si no consigue generar un efecto bandwagon, le interese cuando menos mantener la angustia de la incertidumbre para que sus seguidores no se confíen.

Incertidumbre nada difícil de mantener dado que es lo que hay. El martes puede pasar cualquier cosa. Obviamente hay más probabilidades de unas que de otras. Por ejemplo, es más probable que gane el señor Obama por escaso margen que el señor McCain; algo menos probable pero aun así probable que gane por avalancha; todavía menos probable es que gane el señor McCain por escaso margen y lo más improbable de todo es que gane por gran diferencia. Pero no es imposible.

Como dicen los gringos: todas las opciones están abiertas. La mía es que gane Mr. Obama por mayoría aplastante y que los demócratas dominen la Cámara y el Senado. Ya se sabe que los demócratas es lo más a la izquierda que puede llegar al Gobierno en los Estados Unidos. Pero tampoco hay que ponerse muy estupendos a la vista de la izquierda que llega al Gobierno en los países europeos, empezando por el nuestro.

(La segunda imagen es una foto de Mr. Wright y la tercera es de de Stevegarfield, ambas bajo licencia de Creative Commons).

Caminar sin rumbo (VII).

LA VIDA INTERIOR.

El viaje no es una opción abierta al ser humano porque no puede no viajar en un sentido metafísico de la cuestión, el que asimila la vida al viaje. Sólo muriendo puede uno apearse de ese viaje, pero no dejar de viajar y seguir viviendo. Hasta quien está en estado de quietud completa, bien por fuerza mayor, bien por decisión propia, viaja, viaja continuamente, viaja dentro de sí mismo, pasa por las memorias como la silla de posta por las postas, descarga y recoge viajeros, anuda conversaciones en el trayecto, pasa por la misma posta por la que pasó en la jornada anterior, pero ya no es la misma posta, según aclara Heráclito, llamado el "oscuro" por razones incomprensibles porque en su visión se acumula una experiencia más, lo que permite nuevas, distintas, variadas consideraciones, como con las variaciones musicales. Qué duda cabe de que, cuando de repente se me viene a la memoria un recuerdo de niñez, arrancado de un olor, de un color, de un sonido, de cualquier tipo de asociación de ideas y le he encontrado una explicación o una interpretación, si después, en un segundo momento, me vuelve al recuerdo ya no sólo será mi recuerdo de niñez, sino el recuerdo de niñez envuelto en la interpretación que le di en el primer encuentro. Así se tejen las telas de araña de la vida interior. De la vida interior se ocupa la peli de Paul Auster, La vida interior de Martin Frost que todavía no he visto pero he de ver porque promete y, si no, véase el trailer


¿A que tiene buena pinta? (*)

La vida interior a la que me refiero es algo más genérico, supongo, el conjunto de facultades mentales, emotivas, sensitivas (si es que no son todas la misma) que forman esa madeja en que consistimos aunque muchas veces queramos dividirla con intención analítica diciendo: he aquí la inteligencia, aquí la fantasía, aquí la pasión y otros sentimientos sin estar muy seguros de que tal procedimiento sea posible.

Pero entiendo que alguien me diga que voy muy deprisa para no ir a ninguna parte y que haga el favor de moderar el paso molestándome en ilustrar, por ejemplo, cómo puede uno quedar reducido a la inmovilidad absoluta, esto es, alcanzar la quietud completa a la fuerza o de grado. De buen grado. En quietud completa queda el afectado de una parálisis total, por ejemplo, que sólo deje en funcionamiento la actividad mental. La quietud completa de grado o voluntaria la alcanzan los yoguis y diversas variantes de budismo y de otras filosofías, por ejemplo el Tao. El Tao Te King dice en el aforismo cuarenta y siete que El sabio sabe sin necesidad de viajar. Claro, siempre que no se llame viaje a lo que hace la vida interior. Pero es que es viaje. La vida interior está en perpetuo movimiento porque es vida; si no sería muerte interior y ésta sólo es posible con la muerte tal cual. O sea, que es posible.

Si tuviera que poner un ejemplo de vida interior nada me parece más propio que la historia borgiana del jardín de los senderos que se bifurcan que es lo más aproximado a lo que pienso, si bien no exactamente lo mismo porque me da que lo interesante sería preguntarse si, cada vez que uno retorna a un recuerdo en el que uno actuó del modo “A” le fuera dado rehacer y actuar ahora del modo “B”. Cuestión contrafáctica en donde las haya, ciertamente, pero cuestión muy pertinente porque en el terreno especulativo y sobre todo en el literario, lo contrafáctico carece de pegada. Toda la literatura es contrafáctica. No lo sería si no lo fuera. Y siendo así, ¿que pinta tendría una vida que estuviera rehaciéndose continuamente como sucesión de senderos que se bifurcan? Pues lo más seguro es que no pudiera vivirse, que la vida absorbería de tal modo al que la vive que acabaría por aniquilarlo. Vale, pero... es que eso es exactamente lo que pasa en la vida ordinaria, en la normal, en la no contrafáctica, esa que damos como exterior, como real y verdadera, la que protagoniza enunciados ásperos como hierros herrumbrosos del tipo de "la dureza de la vida", "las enseñanzas de la vida", "las amarguras de la vida". Claro que también hay "bellezas de la vida" y gentes que afirman ¡Qué bello es vivir!, un tipo de comedia ligera que no obsta para que lo que generalmente aparece adherido a la vida sea su dureza. ¿Hay vidas muelles o dulces? En un sentido puramente material sí pero no en uno espiritual.

Así que vida interior y vida exterior son un batiburrillo. El lugar de ese batuburrillo, allí donde vida interior y vida exterior coinciden es el rostro humano. De ese del que se dice, bien de todo él, bien de alguna de sus partes, como los ojos, que es "el espejo del alma". Somos rostro, aquello que nos trabajamos a lo largo de la existencia según nos vamos viendo en los espejos y corrigiéndonos para conseguir parecernos a la imagen que queremos proyectar y que no tiene por qué ser siempre la que pueda considerarse "objetivamente" más agradable o más hermosa, ni mucho menos. Uno puede deleitarse en componerse un rostro repulsivo. Hay gente para todo. Pero en todo caso, el rostro. Por eso, si vamos al arte, ¿qué podemos decir de los famosos retratos del Fayum que vemos en esta entrada? Pintura hecha al encausto o témpera o guache entre los siglos I y III d. d. C. en el Egipto bajo dominación romana. La concepción del dibujo es romana, sin duda alguna. Representan semblantes de mujeres y hombres ciudadanos de cualquier ciudad del Imperio, burgueses, comerciantes y se visten como tales. Son retratos además muy realistas. Pero tienen algo indudablemente egipcio: que son todos retratos póstumos; es más son retratos de personas muertas que luego se pegaban sobre las momias antes de introducirlas en los ataúdes y se llaman también "retratos de momias". Son retratos de muertos pintados como vivos. (Esta costumbre volvió a Europa en los siglos XVI y XVII y ya hablaremos de ello). Todos esos rostros que nos parecen tan vivos son de personas que en realidad están muertas ¿Puede el rostro seguir siendo espejo del alma cuando el cuerpo está muerto? ¿No es ésta la aplicación fáctica de aquella máxima que solían aducir los dramaturgos griegos de "nunca digáis de un hombre que fue feliz en tanto no haya muerto? Lo interesante de plantear preguntas en el ámbito literario es que no hay obligación de responderlas. Desde luego. Pero ¡qué idea de la vida y de la muerte tenían estos egipcios que encaraban el que llamamos "viaje del más allá" con los ojos bien abiertos!

¿Y nosotros? ¿Cómo vemos esos ojos abiertos? ¡Cuántas veces nos hemos asomado a unos en nuestro diario vivir y sólo hemos visto la muerte en ellos! ¡Cuántas miradas son de guache y cuántas palabras que acompañan a las miradas!


(*) Creo que publicaré estos textos del viaje a ninguna parte en papel. En ese soporte desaparecerán las referencias que llevan a la red por impracticable. Se quedan en el blog, que es un multimedia, pero se quedan como incrustaciones, no como líneas que deban o puedan seguirse porque en tal caso el texto en papel se haría incomprensible.

Cumple.

Ayer celebré mi cumple que había pospuesto desde el día veintinueve porque era laboral, en compañía de un montón de amigos y amigas que, en su mayoría, tuvieron el gesto de desplazarse a cien kms de Madrid, con el tiempo que hacía, para ayudarme en el trance. He cumplido sesenta y cinco años, una cantidad que sigo sin realizar (en el sentido inglés del término) porque no me parece verosímil. Pero sí, aquí está y para quedarse. Una edad en la que la inmensa mayoría de la gente está jubilada. En la Universidad podemos seguir hasta los setenta, que es lo que pienso hacer. Aunque me da mal fario. Mi abuelo, que también era catedrático, se jubiló a los setenta y, apenas jubilado, murió. Quizá hubiera debido jubilarse antes para prepararse, ¿quién sabe? El caso es que seguiré y, por cierto, cuando llegue a esa edad espero que la ley haya cambiado la edad de jubilación haciendo ésta libre: quien quiera jubilarse a los sesenta y cinco (quizá a los sesenta) que lo haga; quien no, que siga mientras esté capacitado para ello.

Subo esta foto de Celia, los niños y un servidor porque, por desgracia, no conseguí ninguna en que estuvieran todos los asistentes y, para dejar a unos fuera y otros dentro o poner varias, desde distintas perspectivas, repitiendo a algunos y no teniendo seguridad de incluir a todo el mundo, decidí sacar sólo al hard core de la familia. Si me he equivocado, ya me lo dirán.

Me cayó un montón de regalos, bastantes de ellos libros; en verdad tengo lecturas hasta las Navidades. También hubo objetos muy refinados, alguno de los cuales pienso usar en un futuro próximo. Lo pasé muy bien; los niños, de cine; Celia estaba encantada y os agradecemos muchísimo el haberos llegado hasta aquí. Cuando se fue el último de vosotros se quedaron vuestras risas rebotando por las paredes de la casa. También os lo agradecemos a quienes no pudísteis venir y hubiérais querido hacerlo. A todos/as: salud.

dissabte, 1 de novembre del 2008

El guirigay de la Reina.

Las declaraciones que la Reina Sofía ha hecho a la miembra numeraria de la secta del Opus Dei doña Pilar Urbano quien, por cierto, estará encantada de la publicidad gratis, fueron ayer objeto de todo tipo de valoraciones, juicios, encomios y denuestos en el foro patrio. Supongo que puede ponerse como ejemplo de funcionamiento de la acción comunicativa habermasiana: la ciudadanía informada y crítica debatiendo en público para llegar a alguna conclusión consensuada que permita el funcionamiento democrático. ¿Fue así? Por supuesto, tras leer y escuchar a todos (creo) quienes tuvieron algo que decir, pienso que llegué a un par de conclusiones. Pero no espero que sean de general acuerdo.

Empezó la Casa Real con un comunicado (véase entrada de ayer), prodigio del doble lenguaje, en el que trataba de exonerar a la Reina por el carácter crudo y reaccionario de algunas de sus opiniones, echando la culpa a la periodista de un modo cicatero y ruin, hablando de que se trataba de opiniones en el ámbito privado. Al dar esta mendaz excusa, la Casa Real está reconociendo implícitamente que las tales opiniones no son de recibo. Pero, además, hace falta ser caradura y abusón para decir que opiniones que se dan a una periodista que está escribiendo un libro sobre la opinante (cosa que la opinante sabe de sobra) pertenecen al ámbito privado. Eso es tomar a la gente por idiota. Claro que no serán los únicos que lo hagan en este asunto, según veremos. Ahora lo lógico sería pedir otro comunicado de la Casa Real aclarando si con esa "explicación" pretende tomar a los ciudadanos por idiotas.

La señora Urbano salió al paso del intento real de matar al mensajero con bastante dignidad, reafirmando que cuanto en el libro se dice es lo que la Reina largó. Con la misma dignidad (pero mucho menor acierto) añadió la señora Urbano una defensa del derecho a la libertad de expresión de la Reina. Menor acierto porque si la Reina es parte del genérico "Corona", carece de ese derecho en el sentido en que lo tenemos los demás. ¿Por qué? Porque a los demás nos procesan y condenan por meternos con el Rey (también parte de la "Corona") que tiene una protección especial y, además, no es responsable penalmente. ¿Se puede permitir que alguien se ampare en tales privilegios e inmunidades y, al mismo tiempo, quiera tener el disfrute de los derechos que tenemos quienes no disfrutamos de tales privilegios? No, ¿verdad? La Reina no puede decir lo que quiera. Eso que, al parecer, ignora la señora Urbano, lo sabe muy bien la Casa Real que no defendió a la Reina lenguaraz con el hipotético derecho a la libertad de expresión sino con la circunstancia de que era comunicación "privada", que no lo era.

Vinieron luego los partidos políticos que, en un primer momento, recordando la anglofilia de todos los estamentos conservadores del país, ordenaron a sus huestes guardar silencio sobre las declaraciones de la Reina. Pero, no siendo fríos gentlemen británicos sino cálidos bocazas latinos, no guardaron la orden arriba de media hora. Empezó el señor González Pons, portavoz del PP, censurando las tales declaraciones y pidiendo que los miembros de la Corona guarden el principio de neutralidad, cosa que a mí me parece muy bien pero que sacó de quicio a un ultra aznarista de ese partido, el señor Elorriaga que, a su vez, considera que las afirmaciones de González Pons son intolerables. Jesús, María y José (José María Aznar, claro es). ¿Lo ve Majestad? ¿Ve qué follones se arman entre sus leales súbditos cuando pierde Vd. la compostura?

He de decir, sin embargo, que la reacción más lamentable, por lo más tristemente esperada, fue la del Gobierno. No sólo no respetó su recomendación de callarse sino que se aplicó con denuedo a defender a la Reina, menospreciando de paso el cociente intelectual de los ciudadanos, empezando por sus votantes. El señor Rodríguez Zapatero y la señora Fernández de la Vega elaboraron el mismo discurso que probablemente habían apalabrado antes: la Reina ha tenido siempre un comportamiento constitucionalmente ejemplar, los ciudadanos debemos estar orgullosos de ella, la Monarquía goza de enorme prestigio en España y todos la queremos mucho, especialmente a la Reina. O sea: cállate niño, que estas cosas son de mayores. No encuentro palabras para calificar esta reacción de unos gobernantes supuestamente de izquierda que no solamente no se mantienen en silencio (cual podían haber hecho) sino que pierden literalmente el culo por defender lo indefendible y, además, tratando de cegar el debate, que el asunto no se discuta, que no se hable, que no haya acción comunicativa, digan lo que digan Habermas y ese gurú filosóficopolítico, Pettit, que diz que ilustra al señor Rodríguez Zapatero. ¿Cómo que el asunto "no da para más", según dice el presidente del Gobierno? ¿Cómo que nos callemos? Pero esto ¿qué es?

Yo no sé si en el pasado la Reina ha cumplido sus obligaciones constitucionales, cual dice el señor Rodríguez Zapatero, porque sólo la he visto en actos protocolarios o en la portada de revistas del corazón ocupándose de lo que, si no se me toma a mal, me parecen chorradas para marujas. Pero es que por muy ejemplar que haya sido, una sola metedura de pata, puede dar al traste con ese "siempre" y para "siempre". Un general habrá ganado todas las guerras pero puede bastar una batalla perdida para que lo pierda todo. Un juez puede haber sido todo lo justo que se quiera en la vida pero la comisión de un solo delito, uno solo, termina con su carrera de juez. Y es razonable que sea así.

Porque las declaraciones de la consorte real no son asunto baladí ni mucho menos. Es posible que los gays y lesbianas se hayan dado por satisfechos con las seudoexplicaciones despreciativas de la Casa Real; a mí me parece que así muestran su espíritu de lacayos. Porque dichas declaraciones, todas las que he visto, sobre los gays, sobre el aborto, sobre la violencia machista, sobre política exterior, no son de recibo en modo alguno. Por algún sitio he leído que ya se sabe que la Reina es conservadora, católica y blablabla. Monsergas. Esta señora es una católica conversa por conveniencia y no es conservadora sino directamente reaccionaria, retrógrada, intolerante, y despreciativa con quienes no piensan como ella. Muy del agrado de la secta del Opus Dei, supongo ya que, al parecer, su secretaría privada pertenece a ella. Cómo no. Además está enfrentada a la legalidad vigente del país sobre el que, para nuestra desgracia, reina desde que el dictador anterior, que nombró Rey a su marido como Calígula nombró senador a su caballo, tuvo por fin la gentileza de morirse. Y digo bien: enfrentada a la legalidad vigente en el país, contraria a la ley positiva que autoriza el aborto al que ella se opone. ¿Y su marido? ¿También se opone? Y ¿por qué ha sancionado la ley que lo autoriza?

Vayamos a algo que no traté ayer por falta de espacio: la violencia machista. Viene a decir doña Sofía que la información sobre ella anima a los posibles maltratadores; es decir, está pidiendo que se censure la información, que se silencien los casos de violencia machista y, además, no la condena. Hay mucha gente en el País Vasco procesada por no condenar otra forma de violencia que causa menos muertes al año. Y esta señora no solamente no condena sino que, a fuer de católica, viene a decir que las mujeres se aguanten porque siempre ha sido así y el matrimonio, etc. Doctrina católica.

¿Por qué hemos de aguantar que desde la Corona se difundan tan ponzoñosas doctrinas que sólo placen a lo más siniestro del clero estilo Rouco?

No, esto da para mucho más, diga lo que diga el señor Rodríguez Zapatero, que trata de acallar el debate sobre este asunto como trató de acallar el de la crisis. Da para que se le exija a la señora Sofía de Borbón una retractación pública. Es libre, por supuesto, de creer que cada mujer que aborta en nuestro país es una pecadora y una asesina y de manifestarse en consecuencia en contra del aborto, como monseñor Rouco y otros roucos, pero no de decirlo como Reina. Y si, a pesar de todo, quiere decirlo, que deje de ser Reina que, por lo demás, ya se ve que no se perderá gran cosa.

(La imagen es la portada del diario Público de ayer.

Caminar sin rumbo (VI).

CAMINAR SIN LLEGAR.

Me gusta caminar por la ciudades y por los campos. Me gusta caminar. Por donde sea. Al borde del mar, por una calle concurrida en Manhattan (si puedo), por los bosques de la Selva Negra, por una carretera de Castilla. Por cualquier parte. Lo mío es caminar. A veces, en mi casa, me pongo a ello; voy de mi despacho al salón y del salón a mi despacho, apenas diez o quince metros pero lo suficiente para hacer un intinerario, una trayectoria que me permita concentrarme en lo que esté pensando. Al mismo tiempo, al caminar el paisaje va cambiando y reclama la atención. Cuando camino, por tanto, mantengo una oscilación curiosa, no me atrevería a llamarlo un diálogo porque los diálogos con uno mismo sólo pueden der monólogos, aunque se llamen de cualquier otro modo, un tira y afloja entre la atención que se proyecta sobre el paisaje y la que va hacia las cosas de dentro de uno mismo. Se suceden, se intercalan, se superponen de vez en cuando y hasta se mezclan.

Iba a buscar un recurso para esta jornada del viaje a ninguna parte cuando me tropecé con un anuncio de la editorial Anthropos que me entra por el e-mail, avisando de la reciente publicación de un libro del filósofo Ernesto Grassi que lleva por título Viajar sin llegar. ¡Toma!, me digo un título más o menos como el mío. Sólo que el suyo es anterior y por tanto tiene mejor derecho. Mira que es difícil innovar allí donde no hay nada nuevo bajo el sol. Porque el Viajar sin llegar tiene algo de Viaje a ninguna parte aunque no sea lo mismo. Viajar a ninguna parte no implica no llegar ya que, además de ser eso, un viaje a una meta que no existe, por ejemplo, viajar a la nada, permite viajar sin una meta predefinida pero abierto a la posibilidad de llegar a alguna. Mientras que quien viaja sin llegar puede saber a dónde va, pero lo que le sucede es que no llega. Una segunda ojeada al libro de Grassi anunciado que tendré que leer, claro, indica que tiene un subtítulo, Un encuentro filosófico con Iberoamérica. Por cierto, en algún momento dedicaré alguna reflexión a ese curioso problema que se plantea con los nombres de América, de toda aunque aquí se trate en especial de Iberoamérica, también llamada Hispanoamérica, Latinoamérica, América Latina, según la connotación. Lo que me interesa ahora es eso de viajar sin llegar. Me hace pensar en la Sinfonía 45 en fa sostenido menor de Haydn, llamada del adiós porque el último tiempo termina con un adagio en que los distintos instrumentos van callándose y abandonando el escenario hasta que sólo quedan dos violines. Una sinfonía que no llegó y podía llamarse Inacabada con mayor razón que la octava de Schubert a la que fuera más lógico llamar "interrumpida", que no es lo mismo porque no es lo mismo agotarse en el camino que dejar de pisarlo porque se dedica uno a algo distinto.

Pues lo dominante en todo viajar es el camino. Y si uno es de buen conformar como yo que me gustan todos, el del salón de mi casa y la desierta y brumosa playa del norte, tanto mejor. Y cuando digo que el del salón de mi casa es un camino y da para un viaje, permítaseme recordar uno de los libros más curiosos que conozco, el Viaje alrededor de mi cuarto, de Xavier de Maistre, el hermano del de San Petersburgo. Y si un cuarto, una miserable chambre da para más de cien páginas, el salón de mi casa puede dar para una entrada en el blog. Y más. Sobre todo porque, como digo, alterno los caminos y el salón se troca en una carretera de ínfimo grado perdida en la sierra de la zona de Ayllón. Iba ayer en coche por una de ellas y me salió un corzo al paso que la cruzó de un salto y se perdió como una centella entre los robles que ya tienen las hojas marrones. No ignoro que es completamente desmesurado en nuestro tiempo y lugar atravesado por una miriada de carreteras de alquitrán por las que circulan millones de automóviles, con gasolineras cada cierto trecho y "áreas de descanso" decir que esas apariciones repentinas de animales silvestres en la zona por la que me muevo en Castilla es lo más cerca que he conseguido estar a la experiencia de viajar por lugares recónditos, sin civilizar en los últimos tiempos. En otras épocas me he movido en alguna ocasión más cerca del wild fringe en el África, por ejemplo aunque no hace aquí al caso. El caso es precisamente la pervivencia de lo salvaje entre los pliegues de la civilización. Un corzo entrevisto en la carretera es una llamada de atención a la especie, algo así como si se dijera: "oye, todo lo que tanto os preocupa estar destruyendo sigue aquí, oculto, a la espera" y equivale a esa higuera que brota de la juntura de dos piedras del brocal de un pozo que hace decenios que no se usa o a esas hierbas que asoman en las grietas del asfalto de las carreteras, la esperanza de la regeneración. La posibilidad de que no tuviéramos razón en nuestra forma de relacionarnos con la naturaleza y de que pudiera enderazarse el camino de modo que el futuro no presentara tintes tan oscuros. Buscar en otras latitudes normas culturales distintas. Eso sí que son viajes.

Por eso Grassi en el libro de Anthropos fija la búsqueda en Iberoamérica y se ve clara su intención al considerar sus enunciados: El encuentro. I. La disolución de la historia y de las categorías históricas. II. Primer encuentro con la naturaleza. III. Vestigios de una vida inactual y la naturaleza ahistórica. IV. Vestigios de una historia olvidada. V. El mundo apocalíptico y la objetividad. VI. La carencia de mundo. VII. La sociedad alienada. VIII. Conclusión. Filosofía y paisaje. Suena mucho aquí lo del multiculturalismo y el eurocentrismo. Asunto que me parece bastante baladí. No porque no sea cierto que lo es y un montón, sino porque su planteamiento encierra una petición de principio, que es el nombre culto del puñetero círculo vicioso. Que el eurocentrismo (aquella idea según la cual los europeos van por ahí pensando que todo lo suyo lo entienden y comparten los demás con ciertas variantes, claro es, pero con una coincidencia general) es cierto se echa de ver en un dato muy sencillo: el eurocentrismo consiste en convencer al mundo de que Europa es un continente cuando es obvio que no lo es de acuerdo con la propia definición de continente elaborada en Europa. El círculo vicioso o petición de principio se observa en el hecho de que el eurocentrismo es un concepto eurocentrista. Una de las características de ese mundo en donde se habla de eurocentrismo es el ensalzamiento de los valores y las culturas indígenas, cuya protección y adelantamiento se consideran cosa buena y equitativa. Supongo que sí, pero no sé en qué grado o en qué sentido puede hablarse de bondad y equidad. He visto un par de reservas indias en Nuevo México, en los Estados Unidos y son reservas de verdad: allí rige la ley india y el gobierno indio y los indios viven del turismo, de cobrar a la gente por hacer fotos del paisaje. Si eso es lo que quieren, bendito sea, pero no tiene nada que ver con la intención de ver en estas culturas un fondo salvífico no ya para los demás sino siquiera para sí mismos. Quizá en otros lugares donde la cultura indígena sea más consistente o robusta peda decirse algo distinto.

Las imágenes son sendos cuadros de Jean François Millet, Le départ pour le travail 1851 y Hombre con azada (1860-62).

divendres, 31 d’octubre del 2008

Carta abierta de una lesbiana a la Reina Sofía.

Todavía estoy riéndome a mandíbula batiente de la sarta de necedades de marujona que, según El País ha soltado la Reina a la periodista Pilar Urbano. No es difícil imaginar a la pareja de cacatúas chismosas mano a mano horrorizándose de hasta dónde vamos a llegar con la perversión y licencia de costumbres actuales mientras beben té encorvando el meñique y comen pastas con melindres de gazmoñas añosas. Ya lo decía el asesino Francisco Franco, figura admirada por ambas, sobre todo por doña Sofía que tantas veces fue con él del ganchete a los chundaratas de aquella Dictadura de delincuentes cuya continuidad ostenta su marido: que no había que confundir la libertad con el libertinaje. Y es que hoy se confunde todo. Bien está que se casen los homosexuales (puesto que ya no lo pueden impedir), pero que no le llamen "matrimonio" a su casorio. Se está perdiendo la honradez y la decencia. Hasta su hija anda divorciándose como si fuera una cupletista de ese apolíneo galán que escogió por marido y su hijo unido en lamentable coyunda con una divorciada. Los cimientos morales se hunden.

¿Y qué decir del aborto? He aquí un derecho de las mujeres reconocido por la ley en vigor al que la Reina se opone frontalmente. Pues nada, hombre, que hagan a esta señora mascota de Fuerza Nueva y, en su defecto, del PP que también está a la última en materia de respeto a derechos reconocidos por la ley. No se dirá que no es original tener una Reina que está en contra de la ley vigente.

¿Y del creacionismo? A los niños hay que enseñarles no lo que diga la ciencia sino las patrañas y las leyendas de las que vive un sujeto como Rouco Varela y en las que esta señora cree a pie juntillas, haciendo escaso honor a su nombre.

Iba yo a seguir desgranando aquí mis cavilaciones sobre la egregia metedura de patoncio de doña Sofía cuando recibí un e-mail de mi amiga Dulceflor que es una lesbiana muy activa y presidenta de una asociación de gays, lesbianas y transexuales de mi pueblo indignada contra la esposa del Rey y preguntándome si Palinuro le cedería su espacio para publicar una carta abierta a doña Sofía de Grecia. Le dije que Palinuro será siempre partidario de dar voz a quienes no la tienen y que mandara la carta cuando quisiera. Aquí está, íntegra y sin aditamentos:


CARTA DE DULCEFLOR A DOÑA SOFÍA

Señora de Borbón: se atreve Vd. a negarnos el derecho a llamar a nuestras uniones como nos parezca y en concreto a emplear la palabra "matrimonio" para ellas. ¿Qué pasa? ¿Es Vd. la dueña de las palabras? Las palabras son reflejo de las ideas y, si no podemos llamar a las cosas con las palabras que queramos es porque tampoco estamos autorizadas a pensarlas como queramos. ¿También es Vd. la dueña de los pensamientos ajenos? ¿Hay que pedirle permiso para pensar? ¿En dónde se ha creído Vd. que está y que estamos? ¿En qué tiempo piensa que vivimos? ¿Son sus pensamientos mejores que los nuestros? ¿Lo son sus palabras? ¿Lo es su "matrimonio"? Vd., Señora, no piensa ni ha pensado jamás; no sabe qué es eso. A Vd. se lo ha dado todo pensado una caterva de cantamañanas repleta de curas, tiralevitas y aduladores como lo eran Vd. y su señor marido cuando tenían que arrastrarse a los pies de Franco para que éste los dejara reinar a su muerte.

Presume Vd. de sensibilidad artística por el hecho de pasear por los museos y asistir a conciertos cuando tiene Vd. tanta de esa como un pollino y quizá menos. Porque ¿qué sensibilidad puede tener quien niega a los demás sus derechos, incluido el muy elemental de llamarse como deseen? Por su boca hablan la ignorancia, la petulancia y el desprecio de siempre de los parásitos aristócratas hacia la gente sencilla. Vd. y la otra sinsorga que la ha entrevistado dan la medida de la abyecta supeditación de las mujeres indignas en una cultura patriarcal regida por los mandatos de esos enemigos de la especie humana que son los curas.

Dice Vd. que si todos los heterosexuales salieran de manifestación lo ocuparían todo o algo así de bobo. Pero si Vd. no es nada, Señora; a Vd. la han hecho con un molde de simpleza y la prueba es que ni para poner ejemplos vale. ¿Para qué van a salir de manifa los heteros si el mundo es suyo, si son ellos los que han hecho las leyes, las instituciones, las palabras? ¿Contra qué se iban a manifestar? Ni Vd. misma lo sabe porque no tiene ni idea de lo que pasa en el mundo, en la sociedad, en la vida en que los demás bregamos. En el fondo, lo que Vd. quiere decir, pero lo ignora (o eso espero por su bien) es si los heteros salieran a la calle a masacrar a los homosexuales, que es lo que les va siempre a quienes andan por ahí dando órdenes y diciendo a los demás cómo tienen que vivir sus vidas, qué palabras pueden utilizar y qué deben hacer. Pero como por ahora no están las cosas para que Vd. y los que son como Vd. enseñen su verdadero rostro, tiene Vd. que lloriquearle sus frustraciones a otra pobre de espíritu, tan estrecha de criterio y corta de talla moral como su entrevistadora.

Dice Vd. asimismo que no entiende el orgullo gay. Claro, Vd. no entiende nada que no sea vulgar, chato anodino, nada que sea transgresor, rebelde, único. Es Vd. reina, sí, pero tiene alma de botijo manoseado, de bota de vino mugrienta, de horizonte pequeño y bastante ruin. Lea Vd. algún libro de vez en cuando mujer, a ver si se le despejan las ideas

¿Pensará Vd. que tiene Vd. altura moral para decir a los demás cómo deben comportarse? ¿No está Vd. casada con un perjuro? ¿No juró su marido fidelidad a los Principios Fundamentales del Movimiento Nacional que luego traicionó en cuanto pudo? Y Vd. misma, ¿no cambió de rito y liturgia religiosa por conveniencias mundanas? ¿No renunció Vd. al rito ortodoxo por el católico? Nosotros, los homosexuales, trans y bisexuales no faltamos a nuestros juramentos ni negamos nuestra religión, cuando la tenemos, por intereses mundanos así que puestos a saber quién tiene más integridad y más dignidad moral, el asunto no me parece difícil de averiguar.

Entre tanto, Señora, reciba Vd. el testimonio de mi más absoluta desconsideración.


Hasta aquí la carta de mi amiga Dulceflor que no tiene desperdicio y pone a cada cual en su sitio. Por mi parte añadiré tan solo que la nota hecha pública por la Casa Real no resuelve nada y demuestra que ese ente llamado "Casa Real" está compuesto por personas tan ignaras, soberbias y despreciativas hacia el común de los mortales como los titulares a los que representan. Vd. se sienta a hablar con una periodista que le dice que va a publicar un libro con lo que se hable en la entrevista ¿y sostiene Vd. que estaba Vd. en un "ámbito privado"? ¿No es evidente que quienes así razonan piensan que las gentes somos estúpidas dispuestas a creer que una cosa es verdad simplemente porque la diga el Rey y aunque contradiga las normas elementales del sentido común?

Vayamos un poco más allá: esta nota no es suficiente porque lo que tiene que hacer la señora del Borbón es pedir disculpas públicamente por su estúpida falta de sensibilidad para con unos ciudadanos. Porque éstas no son opiniones de doña Sofía, que no es nadie, sino de la Reina de España. Es más, esta señora no es Reina por ser Sofía sino que, al revés, es Sofía porque es Reina. Ella personalmente no pinta nada y sus opiniones no le interesan a nadie. Como Reina quizá sí. Pero precisamente como Reina no puede hablar sobre asuntos que dividen a la opinión pública y mucho menos sobre los que están sub iudice porque, como es evidente, se dé ella cuenta o no, es una interferencia de la consorte del Rey en los asuntos políticos, una extralimitación de funciones, un abuso.

Lo que tiene que hacer la Reina es callarse y no infligir a sus súbditos ese conjunto de vaciedades, convencionalismos y meras barbaridades reaccionarias que le bullen en la cabeza o lo que funja como tal.

(La segunda imagen es una foto de Jaume d'Urgell, bajo licencia de Creative Commons, la tercera, la portada del diario Público de hoy).

Miscelánea (II).

Termino la reseña del número 141 de la Revista de Estudios Políticos.

Antonio Barroso Villaescusa (Ideas, tiempo e instituciones: la atribución de competencias al Parlamento Europeo) contiene un análisis de las cuatro últimas modificaciones de los Tratados constitutivos de la UE, el Tratado de Amsterdam, el de Niza, el fallido Tratado de la Constitución Europea y el de Lisboa. El de Amsterdam trajo la extensión de la codecisión a nuevos ámbitos, la reforma del procedimiento y el control de la Comisión Europea a través del procedimiento de designación del ejecutivo (p. 78). El de Niza supuso un aumento del poder del Parlamento Europeo (PE) si bien menor que los anteriores, gracias a la extensión de la codecisión a siete áreas nuevas y al hecho de legitimar al PE para interponer recursos ante el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas igual que otras instituciones. El número máximo de escaños quedaba fijado en 731. El Tratado constitucional manifestaba la voluntad de aumentar la legitimidad democrática de la Unión (p. 87). La elaboración de la Constitución no se hizo según las pautas de otras Conferencias Intergubernamentales (CIGs) sino mediante el nombramiento de una Convenión. Se aumentaban mucho los poderes del PE, en especial al pasar la codecisión a ser el procedimiento legislativo ordinario y modificar el procedimiento presupuestario para dar competencias al PE. A diferencia de otras CIGs el PE participó en los trabajos preparatorios (p. 88). El Tratado de Lisboa fue un intento de rescate de la Constitución (p. 92) en el que no se discutió el aumento de poderes del PE sino solamente el de la cantidad de diputados (p. 95) dejando así al PE configurado como cuasi colegislador (p. 96). Se corrobora la doctrina del institucionalismo histórico y la naturaleza incremental de los cambios institucionales (p. 98).

José Rubio Carracedo (La fuente de la corrupción política: la teoría de Rousseau sobre las tres voluntades del ciudadano) es un interesante trabajo acerca de cómo la teoría democrática que viene de Grecia, Roma y Montesquieu se complementa con la adición que hace Rousseau de la fuente de la corrupción política democrática por la teoría de las tres voluntades del ciudadano y de dos garantías decisivas: la religión civil y la educación cívico-democrática de los ciudadanos (p. 106). La teoría democrática orgánica tradicional de la anacyclosis que se encuentra en Polibio se rompe en Hobbes. Rousseau a su vez mezcla una parte organicista con otra del modelo mecánico de la física (p. 109). Para oponerse a la anacyclosis identifica la fuente de la corrupción en las tres voluntades: la propia, la corporativa y la general (p. 115). De la dialéctica entre la voluntad particular (propia y corporativa) y la general arranca la idea de que Rousseau es un representante de la democracia "totalitaria" cuando no es un comunitarista radical sino liberal (p. 118). Las leyes someten a los hombres para hacerlos libres (p. 119). No suelen coincidir la voluntad general y la de todos. Para evitar que la voluntad general se equivoque y el pueblo se engañe hay que conseguir: a) información suficiente para el pueblo y b) ausencia de comunicaciones secretas entre los ciudadanos reunidos (p. 121). Rubio Carracedo resume así la posición de Rousseau respecto a la teoría de las voluntades del ciudadano: "la particular, por la que busca siempre en sus actos una ventaja privada; la voluntad corporativa propia del gobierno que intenta siempre ampliar su poder; y, por último, como ciudadano posee la voluntad general del estado, respecto de la cual la voluntad corporativa es particular. En el esquema normativo, la primera ha de ser anulada, y la segunda subordinada respecto de la voluntad general, que ha de ser siempre hegemónica 'y la regla única de todas las demás'" (p. 124). La más peligrosa para el Estado es la voluntad corporativa (p. 125). El antítodo contra la corrupción política es la religión civil y la educación cívico-democrática (p. 127). Concluye Rubio Carracedo con una exposición muy crítica respecto de la voluntad corporativa de los partidos políticos al día de hoy que no encuentro especialmente atinada, sobre todo por cuanto parece articularla en la cuestión de las listas abiertas o cerradas en las elecciones acerca de la cual hay abundancia de investigaciones empíricas que demuestran que es irrelevante. Pero menos aceptable me parece su crítica implícita en la siguiente expresión: "el clientelismo electoral patente en casos como la ley de paridad (en busca del muy numeroso voto femenino)" (p. 130) que, francamente, me parece impropia de un autor de su categoría porque, además de que el voto femenino es tan numeroso como el masculino y de que la legislación de paridad tiene suficiente fundamentación moral por sí misma, insiste en considerar a las mujeres como seres inferiores desde el momento en que se las trata como objetos (del "clientelismo electoral", presumiblemente masculino) y no como los sujetos que son, capaces de sacar adelante legislación que remedie su tradicional e injusto estado de postración.

Xavier Coller (El sesgo social de las élites políticas. El caso de la España de las autonomías (1980-2005)) es un análisis de la élite política autonómica, acerca de la cual no se dispone de estudios o bien son fragmentarios (p. 137). Hay dos modos de visualizar las diferencias entre la élite política y la sociedad: el de aglutinación (Lasswell, Kaplan) y el de independencia (Putnam) (p. 143). Para medir el sesgo en la representatividad de las élites utiliza el índice de sesgo electoral, esto es, la proporción de un grupo social determinado (mujeres, etc) en la élite respecto de la población en edad de votar; también llamado índice de desproporción social (p. 147). Se analizan dos legislaturas ( la primera y la sexta) a efectos comparativos (p. 149). Si el índice tiene valor de 1 estaremos cerca del "modelo microcosmos" de representación política; si es mayor que 1 el grupo estará suprarrepresentado y si es menor que 1 estará subrepresentado y el resultado final es el que se observa en el cuadro de la derecha: suprarrepresentación de los abogados y los docentes e infrarrepresentación de los trabajadores, las mujeres y los inmigrantes de otras CCAA. El tipo medio de la élite autonómica es, pues, varón, joven, nativo de la región, universitario, de profesión liberal (especialmente abogado) o educador (p. 154).

Rosario Serra Cristóbal (La presencia de mujeres en los parlamentos autonómicos. La efectividad de las medidas de paridad adoptadas por los partidos políticos y por el legislador) sostiene que la presencia de las mujeres en las asambleas legislativas es un proceso evolutivo (p. 162). Ha habido adelantos normativos pero la autora cree que en la evolución también se han dado otros tres factores: a) el factor natural, esto es, la mayor presencia de la mujer en la sociedad; b) los partidos políticos piensan que la presencia femenina atrae votos; c) el género influye en la decisión del voto (pp. 166/167). Repara Serra en algo en que ya otros han reparado antes: en que los resultados de las cuotas son de dos tipos, según hablemos de cuotas en las listas o en los órganos representativos (p. 167) y de ahí que se hayan impuesto las listas llamadas de cremallera. La normativa permite al legislador autonómico adoptar medidas especiales en igualdad de sexos distintas de las estatales si benefician a las mujeres y en tanto no hay un pronunciamiento al respecto del Tribunal Constitucional (p. 179). Con respecto a la legislación estatal (Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo para la igualdad efectiva de mujeres y hombres) la autora, que es muy reticente, dice que "lo que subyacía (y subyace) era una división dentro de la doctrina y las fuerzas políticas sobre la legitimidad constitucional de adoptar leyes que imponen a los partidos políticos reglas de equilibrio de sexos en la configuración de sus listas electorales. Ello llevó al planteamiento de una cuestión de inconstitucionalidad y a la presentación de un recurso de inconstitucionalidad contra los preceptos de la Ley de igualdad relativos a las denominadas "listas paritarias"" (p. 184). Es decir, aunque el artículo de Serra manifiesta ser un estudio sobre la presencia femenina en los parlamentos autonómicos, su intención latente es cuestionar el principio mismo de la igualdad, de lo paritario, impuesto por la ley. Para ello sostiene que este empeño (imponer por ley la igualdad de género) debe pasar lo que la autora llama los tres tests, a saber: el test de idoneidad, esto es, si los resultados de la legislación responden a las expectativas que el legislador se había fijado (p. 187); el test de necesidad, esto es, si debe acudirse a la imposición de unas cuotas electorales en función del género cuando no existe otro medio más moderado de corregir la infrerrepresentación de un sexo en los órganos representativos (p. 192); el test de proporcionalidad en el sentido de si la medida legislativa es proporcional por derivarse de ella más beneficios y ventajas para el interés general que perjuicios para otros bienes o valores en conflicto (p. 192). El grado de reticencia y prevención de la autora frente a estas medidas lo da el hecho de que dictamine que estos tests han sido "superados con dificultad" (p. 193). Pero lo han sido.

dijous, 30 d’octubre del 2008

La vivienda, de derecho a estafa.

La señora ministra de la Vivienda, doña Beatriz Corredor, registradora de la propiedad de profesión, comenzó su mandato tratando de favorecer a los empresarios del ladrillo y las grandes inmobiliarias que son quienes han organizado en buena medida el desbarajuste que hay hoy en la construcción en España a base inflar los precios hasta extremos en que, por su codicia sin límites, han matado a la gallina de los huevos de oro y ahora los amenaza la quiebra. Y como todo lo que sea favorecer a los tipos del ladrillo es ir en contra de los intereses de la gente es claro que la señora Corredor empezó haciendo todo lo posible para ayudar a estafarla. En el mes de junio pasado la señora Corredor decía, contra toda evidencia en contrario, que era un buen momento para comprar una vivienda con los precios inflados en más de un cuarenta por ciento. ¿Qué quería con estas declaraciones? Obviamente engañar a la gente para que se entrampara a los precios astronómicos que pedían los tiburones empresariales. Es decir, no recomendaba a estos tiburones que bajaran los precios para que la gente pudiera comprar, sino que trataba de engatusarla para que las empresas no perdieran beneficios. Todavía hace poco y sabiendo que los precios de las viviendas no han bajado lo que debieran la señora ministra volvió a tratar de empujar al personal asegurando que es un buen momento para comprar una vivienda lo que es obviamente otra mentira destinada a favorecer a los empresarios. Y su tendencia no acaba aquí. Si no llega a ser por el señor Solbes, esta registradora de la propiedad que parece a sueldo del ladrillo, hubiera asignado miles de millones para salvar del hundimiento a las constructoras.

Enemiga jurada del derecho a una vivienda digna esta señora vuelve a sacar ahora la idea socialista de los pisos de treinta metros cuadrados que es un verdadero insulto. También ha conseguido la señora ministra que le aprueben el plan de prolongación de las cuentas viviendas por dos años más. Se trata de una medida que puede venir bien a quien la experimente pero sobre todo a quien beneficia es a los constructores que así tendrán dos años más en los que esperan poder quedarse con los ahorros de la gente vendiéndoles los pisos de sesenta metros como si fueran Buckingham Palace.

Por fin sin embargo la señora Corredor se ha caído del caballo, como Saulo en el camino de Damasco y empieza ya a decir que no es un drama que los constructores vendan las casas por lo que ahora valen en el mercado. Parece que la luz se ha hecho en sus cortas entendederas o bien ya se ha dado cuenta de lo impopulares que son sus propuestas. Ahora sólo falta que haga verdad sus palabras y que, como decía ayer no está dispuesta a ayudar a los promotores con el dinero que tiene para ayudar a los ciudadanos. En fin, no se le está pidiendo que actúe como una ministra socialista y mire antes que nada por los intereses de los que no tienen nada; se le está diciendo que no favorezca a los estafadores y sinvergüenzas que se han enriquecido negando a la gente el derecho a una vivienda digna, que se comporte como una persona decente y una demócrata. Seguramente los empresarios no la tratarán igual cuando deje su cargo, pero habrá cumplido con su deber que consiste en ayudar a los entrampados, hipotecados, medio asfixiados y no a los estafadores del ladrillo.

(La imagen es una foto de Sublibrarian of the year, bajo licencia de Creative Commons).

Carta a Aznar en el año 2070.

Habiéndose enterado de que el señor Aznar es negacionista, que sostiene que lo del cambio climático es un bulo, cuando no algo peor, un engaño como los que él hacía hablando de las armas de destrucción masiva o de la autoría de ETA en el 11-M, los habitantes del futuro le han enviado la carta que puede verse aquí arriba

También puede verse directamente en Google docs pinchando en Carta.

Miscelánea (I).

Acaba de salir el número 141 de la Revista de Estudios Políticos (REP) correspondiente a julio-septiembre de 2008 y con un contenido de cierto interés. Pero antes de dar cuenta de él, permítasenme algunas observaciones sobre el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (IEPC) que la edita y sobre la misma revista.

El IEPC, organismo autónomo dependiente del Ministerio de la Presidencia, tiene una larga e ilustrativa historia que el lector atento buscará en vano en la página web de la institución, que prefiere, por lo que (no) se ve, no dar cuenta de su pasado. Sin embargo éste merece la pena: fundado en el decenio de 1940 como Instituto de Estudios Políticos con él se pretendía tener un centro de investigación (un think tank se diría hoy) al servicio del régimen totalitario de Franco y de la Falange. Pero como el hombre propone... etc, el tal Instituto fue derivando hasta convertirse a fines de los años cincuenta y en los sesenta en un refugio de opositores al franquismo, moderados pero opositores. Personas como Carlos Ollero, Elías Díaz, Tierno Galván, Raúl Morodo, Carlos Moya etc. pasaron por allí en algún momento de sus carreras. Curiosamente en los años en que el Instituto editaba el informe del Comité Central del Partido Comunista Checo sobre la toma del poder en Checoslovaquia en 1948 (y titulado muy gráficamente Asalto al Parlamento) el director de la institución era el señor Fraga Iribarne. La justificación para editar un texto comunista era que había que conocer los argumentos de los enemigos.

Con la transición hubo un primer impulso de abolir el Instituto pero, en atención a su gran historia, sus numerosas revistas, sus magníficas ediciones de clásicos, sus fondos bibliográficos y otros méritos, se decidió mantenerlo cambiándole el nombre por el de Centro de Estudios Constitucionales, con lo que se pretendía un claro giro en sus prioridades de investigación y docencia. Y así estuvo funcionando a un ritmo moderado (nada que ver con el frenesí del Centro de Investigaciones Sociológicas, también heredero de un Instituto Español de la Opinión Pública de los tiempos de Franco) hasta tiempos muy recientes, con un trabajo decoroso y sin hacerse notar mucho. Sus dos últimos directores (de la directora actual no puedo opinar pues acaba de estrenarse en el cargo) me da la impresión de que aplicaron en él la política de favorecer a los "amigos" e ignorar a los "enemigos" que es tradicional en la administración pública española desde los tiempos de Godoy. Es posible que esté equivocado pero entiendo que, además de mantener al Centro en su habitual atonía sólo atendieron a sus criterios de "escuela", que es el nombre aceptable que reciben las banderías en la Universidad y a sus propias carreras y proyectos. Tengo para mí que lo único interesante que hizo la Directora anterior a ésta fue volver a cambiar el nombre de Centro de Estudios Constitucionales por el más justo que tiene ahora. Todo lo cual no sería especialmente grave de no ser porque luego tiene uno que escuchar discursos sobre la excelencia y la regeneración de la Universidad. Y por cierto, nada más claro a la hora de ver esta falta de iniciativa en la gestión, este hacer política de afinidades y este acomodarse a los intereses creados que el tratamiento que tiene la REP, probablemente la revista académica de temas políticos más veterana de España.

En efecto, la revista está dirigida desde hace más de veintinco años por dos catedráticos de Derecho Constitucional (como Director y Secretario), ambas personas dignísimas, grandes académicos y amigos míos que espero sigan siéndolo después de esta crítica. Porque crítica es. Carece de sentido que una revista académica tenga la misma dirección durante un cuarto siglo. Estas revistas deben ser algo vivo, fiel reflejo de los debates y del intenso debate entre corrientes científicas; deben proponer vías de investigación, ampliar horizontes, innovar metodológicamente, deben ser semilleros de ideas nuevas, para lo cual deben renovarse. No todos los días, pero sí antes de cada año jubileo. Pero hay más: ambos directivos son de Derecho Constitucional.

El CEPC ya tiene una Revista Española de Derecho Constitucional, también dirigida por dos ilustres constitucionalistas. Ahora bien, la Ciencia Política tiene buenas relaciones con el Derecho Constitucional, pero no se confunde con él ni le está supeditada. Sin embargo, su situación en este terreno de las revistas (de financiación pública) es de clara e injusta subordinación. En un momento como el actual en que la Ciencia Política es un área próspera de conocimientos e innovaciones y en plena expansión, resulta que no dispone de lo que de modo natural debería ser su propio órgano de expresión porque éste está por así decirlo "colonizado" por los constitucionalistas lo que, como es obvio, se nota y mucho en el contenido de la publicación que no es, en sentido propio, ni una revista de Ciencia Política ni una de Derecho Constitucional. Si estuviera dirigida por politólogos, el panorama sería más equitativo. Se dirá que estoy razonando pro domo mea. Pues sí, es cierto, aunque no por un interés directo ya que no aspiro a ocupar puesto ninguno de gestión en parte alguna del planeta ni tengo, repito, pique personal alguno con nadie. Lo hago por un interés puramente académico. Y me gustaría escuchar qué razones pueden contraponerse a éstas, en el mismo territorio académico, para defender el estado actual de cosas que en mi opinión no debiera continuar.

Y como los autores que publican sus brillantes trabajos en este número de la REP no tienen la culpa de lo que los mandos deciden o dejan de decidir, ésta es la reseña del contenido:

Javier Arregui (España en el proceso legislativo de la Unión Europea) se pregunta hasta qué punto las preferencias políticas de España, Alemania, Francia, Italia y Gran Bretaña coinciden con los resultados del proceso político en Bruselas. Y pretende comparar la ratio de éxito de España en el proceso legislativo de la Unión Europea (UE) en relación con los otros cuatro citados Estados miembros (EM). El éxito en la negociación se mide por la distancia entre las posiciones de los EM y los resultados finales. Este éxito depende de dos factores: a) la capacidad para poner en pie coaliciones; y b) el poder formal que se tiene en la UE (p. 14). Hay dos fases en el proceso de adopción de decisiones en la UE que se aprecian muy bien en el esquema que puede verse a la derecha. Entre las tres fases hay dos momentos en que los interesados pueden hacer valer sus posiciones, ejercer presión para conseguir el adelanto de sus intereses y ahí es en dónde se medirá el éxito de la gestión "nacional" de cada cual. Para el análisis, el autor emplea tres criterios: a) el procedimiento legislativo de que se trate en cada caso (si consulta o codecisión); b) la relevancia política de la propuesta legislativa seleccionada; y c) el hecho de que el proceso de negociación y de toma de decisiones haya sido relativamente reciente (p. 20). La técnica que emplea para su estudio es el análisis multidimensional scaling (MDS) que es una técnica multivariante que crea un gráfico a partir de las afinidades en las preferencias políticas de un conjunto de países. (p. 31). El resultado al que llega es que el país que consigue un mayor éxito político a la hora de defender sus preferencias políticas es el Reino Unido, seguido de Alemania, España, Italia y Francia (p. 33). Hasta aquñi los datos empíricos. Concluye luego el autor haciendo unas especulaciones acerca de por qué el éxito de España es superior al de Francia e Italia, pero son de carácter meramente conjetural y el propio Arregui nos advierte frente a la tentación de dar excesivo valor a sus conclusiones a la vista de la escasez de los datos y su carácter reciente. El artículo es muy interesante y únicamente se me ocurre objetar al estilo anglicista del autor que resulta muy chocante. Si en lugar de escribir ratio escribe "razón" no pasa nada. Expresiones como "contribuciones a la literatura existente" olvidan que en español la literatura es una de las bellas artes y el inglés literature debe trasladarse al español como bibliografía. La "literatura" epañola es Fiction en inglés. Y ya no quiero decir nada de cosas como "el estado del arte de la teoría" que carecen de significado propio.

Luis Aurelio González Prieto (La concreción teórica del partido único español franquista) sostiene que la teorización jurídico-política del Movimiento Nacional (MN) como partido único se produce en los primeros años del régimen de Franco que está entonces construyendo la teoría del estado totalitario (p. 44); a esto se habían dedicado antes del fin de la guerra Onésimo Redondo, José Antonio Primo de Rivera y Ramiro Ledesma Ramos (p. 45). El partido único se constituye por el Decreto 255 de 19 de abril de 1937 por el que se creaba la Falange Española Tradicionalista y de las Juntas Ofensivas Nacional Sindicalistas (FET y de las JONS) que tenía el carácter de un MN (p. 47). En lo referente al problema de qué posición cupaban el Partido y el Estado el uno respecto del otro había considerable confusión. De un lado, la doctrina italiana veía al Partido como un órgano estatal (p. 54). Para la doctrina alemana, en cambio, tan influyente entonces en España como la italiana o más, para Carl Schmitt en concreto, el Partido es uno de los elementos constitutivos de la tríada pueblo, Estado, Partido (o Movimiento) (p. 55), con lo que postulaba la autonomía del Partido o, incluso, su supraordinación al Estado. Recuérdese la frecuente afirmación de Hitler de que a ellos (a los nazis) el Estado no les daba órdenes sino que eran ellos quienes daban órdenes al Estado (p. 56). En España la relación entre el Estado y el Partido no llegó a cristalizar nunca en norma jurídica alguna (p. 57), lo cual permitía que convivieran varias teorías. Los administrativistas sostenían que el Partido o MN era una corporación de derecho público oficial encuadrada en el Estado y al servicio de sus fines (p. 57). La Falange comulgaba con la doctrina alemana; tal cosa propugnaba Fernández Cuesta, esto es, la independencia del Partido frente al Estado. Ignacio María Lojendio mantenía una actitud ecléctica, sosteniendo que todo intento de fijar la relación entre Estado y Partido en España estaría condenado al fracaso (p. 59). A su vez Luis del Valle llegaba a hablar de "Estado-Movimiento" p. 60) y Luis Legaz Lacambra de "Estado-Iglesia", retomando la tradición imperial del Siglo de Oro y, según él, igual que el instrumento de aquella dualidad originaria Estado-Iglesia era la Compañía de Jesús, en la formulación moderna había de ser el partido único (pp. 61/62).

Para no alargar indebidamente esta entrada, mañana terminaré la reseña de este número de la REP.

dimecres, 29 d’octubre del 2008

Nafarroa/Navarra.

La ruptura del pacto de UPN/PP, que data de 1991 lleva más candela de la que luce en eso de dos partidos que rompen, se tiran los trastos, como buen matrimonio, y uno de ellos se va del domicilio común y se lo monta por su cuenta, en este caso, el PP. Esto sólo puede pasar en el antiguo Reino de Navarra que conserva mucha personalidad propia y ganas de hacerla valer. Dicen los navarros que ellos no tienen Estatuto de Autonomía sino que se rigen por una Ley Orgánica de Reintegración y Amejoramiento del Fuero de Navarra. Muchos afirman que esa ley es un Estatuto de Autonomía más pero otros sostienen que como en ella se recogen la Ley de 25 de ctubre de 1839 de reconocimiento de los fueros y la Ley Paccionada de 16 de agosto de 1841, es algo más que un mero estatuto de autonomía. La cuestión es simbólica y de negra honrilla. Por eso importa tanto.

La derecha navarra, una parte importante de la que procedía de UCD es foralista, lo que significa enfrentada al nacionalismo vasco y también al español. Navarra es "parte de la indisoluble nación española" pero parte propia, peculiar, distinta y única. Por eso tal derecha no está cómoda con el nacionalismo vasco burgués, al que considera anexionista y tampoco con el nacionalismo español de derecha que, en el fondo, no entiende el foralismo. Mucha gente dice que, con la ruptura, saldrá perdiendo UPN pero eso está por ver. Cuando se abre competencia entre dos partidos que comparten mucho terreno electoral es difícil pronosticar quién crecerá a costa de quién. Pasa lo mismo que con las fortunas electorales de Unión, Progreso y Democracia

En cuanto al PP esta crisis le viene muy mal para su estabilidad interna. Lo último que necesita el señor Rajoy es una escisión del calibre de UPN v. PP en Navarra, una Comunidad Autónoma de muy especial categoría y complejidad en donde regía un acuerdo electoral similar al de la CDU alemana, mayoritariamente protestante, y la CSU bávara, mayoritariamente católica, en Alemania, de forma que la CSU sólo se presenta en el Estado Libre de Baviera y la CDU a su vez, se abstiene de presentar candidaturas en él. La ruptura en España es mala también para el PP porque continúa haciendo visible su aislamiento. En realidad, salvo las posibles coaliciones de los gobiernos locales en los que cabe todo tipo de fórmulas, el PP sólo parece mantener colaboración con Coalición Canaria que también está sacando la turbia pezuñita nacionalista. Y eso no es política. La opinión pública sabe que lo suyo en política es pactar, negociar. A la misma opinión pública le encanta sentirse moralmente superior denunciando precisamente que los políticos sean capaces de cualquier villanía, de vender sus principios y por eso adoren el cambalache y la trapisonda. No es posible que la derecha no pueda negociar ni con su sombra, como le sucedió al pobre Peter Schlemihl, eso no se entiende como virtud sino como vicio y tiene coste electoral.

Permítaseme una pequeña digresión. Todavía no hace mucho que, a raíz de las elecciones autonómicas navarras de 2007, se planteó un complicado problema de alianzas parlamentarias en la Comunidad Foral. Finalmente el PSOE decidió que los socialistas navarros apoyaran un gobierno en solitario de UPN, lo que le ganó vituperios de todo tipo, especialmente desde la izquierda, que apostaba por un gobierno de alianza con Nafarroa Bai, o sea, con todos los nacionalistas y con Izquierda Unida. El hecho, sin embargo, es que la alianza de hecho de UPN y el PSN/PSOE, ha fracturado a la derecha en Navarra, y el PP pierde fuerza. Recuérdese que los socialistas estuvieron mucho tiempo soportando la acusación de que pretendían "vender Navarra" a los nacionalistas vascos y que gracias a ellos, España "se rompía". Hoy lo que se ha roto es el PP en Navarra, precisamente al grito de UPN de que no se rompa Navarra. Hágase un ejercicio contrafáctico y piénsese en cómo estaría hoy Navarra con un gobierno tripartito de Nafarroa Bai (a su vez, coalición de cinco o seis partidos nacionalistas, desde los más radicales a los más burgueses), Izquierda Unida y los sociatas. Recordar estas cosas conviene porque en la diatriba política la gente se acalora y no mide las consecuencias de lo que dice.

UPN va por libre. Es difícil visualizar un grupo parlamentario propio de la Unión en el Congreso pero no un grupo mixto nacionalista, alguna forma de Galeuzka parlamentaria. En el fondo a la derecha le ocurre con UPN lo mismo que al PSOE con los socialistas catalanes: que quieren grupo parlamentario propio y, a diferencia de los navarros, tienen gente de sobra para hacerlo. Pero si los navarros de UPN se unen a los galleguistas del Bloque, a los nacionalistas de Eusko Alkartasuna, quizá también a los de Coalición Canaria, si no les da para tener grupo propio y a otras fuerzas nacionalistas que se incorporen, pueden tener su propio grupo parlamentario digamos nacionalista no-español. Lo interesante es que, para entenderse entre ellos, los miembros están obligados a hablar en español o recurrir a traducción simultánea, cosa que no creo que hagan, más que nada por sentido del ridículo que es un sentido que viene y va de forma muy curiosa porque uno se pregunta por qué el Congreso entero (prácticamente) tendría que recurrir a traducción simultánea si se reconoce el derecho de los catalanohablantes a hablar en su lengua en las sesiones y eso mismo no se pide para las reuniones interpartidistas. Claro, porque no hay nadie, ningún representante de la tiranía mesetaria españolista a quien fastidiar.

El problema es efectivamente para el liderazgo del señor Rajoy que aparece otra vez arrastrado por los acontecimientos y como tratando de zafarse de ellos. En verdad el PP padece hoy una especie de fronda soterrada que puede aflorar en cualquier momento y a la que la crisis navarra añade combustible. Hay pendientes en el futuro cercano tres consultas electorales que van a someter a dura prueba la baraka del señor Rajoy: elecciones autonómicas vascas, europeas y autonómicas gallegas Malos resultados en esas consultas serían la puntilla para el liderazgo del ilustre registrador de la propiedad pontevedrés quien, antes de ser candidato en 2012, tiene que superar un congreso de su propio partido un año antes. Ya se sabe: una reunión de su propio partido, esto es, donde se juntan los que están más interesados en acabar con su carrera política. Los enemigos, bien se ve en estos momentos, cuando se cocinan los prolegómenos de las traiciones, los cambios de lealtades, las complicidades, etc, están siempre en tu propio partido. Los del partido contrario son meros adversarios, alguien en quien podrías confiar si vinieran mal dadas antes que en alguien de tu mismo partido.

(La imagen es una foto de Jaume d'Urgell, bajo licencia de Creative Commons). La foto tiene el siguiente comentario del autor: "It's a little mouse with a traditional dress from Nafarroa's folk dance (one of the seven administrative departments of the Basque Country"). (Es un ratoncito con un vestido tradicional de un baile popular de Nafarroa (uno de los siete departamentos administrativos del País Vasco)).