En dos días se deciden las que probablemente sean las elecciones estadounidenses más importantes desde el triunfo de Franklin D. Roosevelt en 1932. Casi todas las predicciones hablan de una participación nunca vista, en torno a ciento treinta millones de votantes, con una gran movilización de los sectores jóvenes y las minorías negra e hispánica. Esa movilización se aprecia ya en quienes han hecho uso del voto anticipado, por cierto, mayoritariamente demócrata. El país ha seguido con inusitado interés tanto el proceso de las primarias, en especial la batalla entre Mrs. Clinton y Mr. Obama, como la campaña propiamente dicha, desde las convenciones de los partidos hasta mañana. Y no solamente el país, esto es, los EEUU, Gringolandia; también se ha seguido fuera, en Europa, en Asia, en todas partes y en todas, como en los EEUU mismos, hay una aplastante mayoría a favor de M. Obama.
El viento en las velas del señor Obama viene de varios puntos. En primer lugar su propia condición de mulato, an African-american con perspectivas reales de ganar la Casa Blanca y ser el primer presidente no blanco de un país que hace cincuenta años todavía tenía leyes segregacionistas en vigor y en el que abundan los racistas, supremacistas y otros retrasados mentales. Además su condición de demócrata de izquierda (para los gustos gringos), no excesivamente contaminado con la corrupción política tradicional de Washington y en posición imponer un cambio en el estilo del país que la mayoría desea desde hace tiempo. ¿Pruebas? Ha sido capaz de recaudar 640 millones de dólares, mucho más que McCain y Hillary Clinton y sólo su campaña tiene 2.200.000 seguidores en Facebook ya que ha conseguido configurarla con pleno uso de las posibilidades de internet y las nuevas tecnologías en general. En tercer lugar, del otro lado, la desastrosa campaña del Senador Republicano McCain que, en todo el tiempo no ha podido remontar en los sondeos, no ha encontrado un punto débil en la trayectoria de su adversario a pesar de haber intentado todo tipo de juego sucio y, por último, ha cometido el garrafal error de buscar como candidata a la vicepresidencia a una mujer a todas luces inapropiada para el cargo. En cuarto lugar la catástrofe sin paliativos de los ocho años de presidencia de ese increíble inútil del señor Bush que no solamente ha metido al país en una guerra de rapiña de la que no puede salir, sino que ha implantado un régimen de ataque a las libertades civiles de los EEUU desde la práctica de la tortura hasta los secuestros de personas, para terminar provocando la mayor crisis financiera y económica del país desde la de 1929, una que amenaza con ser la mayor del capitalismo mundial. Un necio convencido de que Dios le habla y al que ya están colgándole el sambenito de haber sido el peor Presidente de la historia de los EEUU, un hombre que sólo encuentra simpatía en gente como el señor Aznar.
En conclusión, un conjunto de circunstancias que hacen prever una landslide, un triunfo abrumador del candidato demócrata que irá asimismo acompañado por la victoria del partido del burro en ambas cámaras legislativas, dando pues a los demócratas carta blanca para poner en práctica sus muchas promesas. Victoria por landslide.
¿O no?
El tramo final de la campaña se ha visto oscurecido por el incidente de la tía de Obama, residente ilegal en Gringolandia. La tía contribuyó a la campaña de su sobrino con doscientos sesenta dólares que ahora el señor Obama tendrá que devolver ya que las donaciones de extranjeros están prohibidas. Además puede hacerle mucho más daño que esta futesa económica pues el asunto de los inmigrantes ilegales (de los que se calcula que hay diez millones) es tan sensible en el país como en cualquier otro y con él puede hacerse mucha demagogia.
Aun así cabe suponer que el entusiasmo que el señor Obama ha despertado, el apoyo que ha levantado durante los meses de la campaña podrá barrer este último obstáculo y empujarlo definitivamente hacia la Casa Blanca. Confieso que es lo que me gustaría. Ya he dicho en alguna ocasión que por pocas que acaben siendo las diferencias entre ambos senadores (que tampoco serán tan escasas, espero) estoy firmemente a favor de Obama y en contra de McCain. Y sobre todo, como muchos otros millones de personas, estoy contra ese insoportable insulto a la inteligencia humana que es Mr. Matorral-pato-cojo. Recuerdo haber aplaudido desde el principio con la campaña de Anybody but Bush y ahí sigo y me fastidiaría que saliera elegido un Bush II (que sería Bush III), en la persona de este neocon desdentado con sus batallitas de Vietnam y su estúpida decisión de quedarse ¡diez mil años! en el Irak. Pero...
Puede pasar. No se olvide que por mucho que se diga antes de las elecciones y por mucho más que se explique después de éstas (que en eso de "posdecir" hay verdaderos genios) toda elección política tiene una fuerte carga de incertidumbre y en unas tan críticas como éstas con mayor razón. Durante la campaña, los sondeos han venido dando una diferencia consistente a favor de Obama de entre cinco y once puntos porcentuales. Sin embargo, las proyecciones de ayer mismo, publicadas por John Zogby, al frente de una empresa de sondeos de prestigio, que ha hecho un seguimiento de tres días, acortaba las distancias entre ambos a cinco puntos y hasta daba ganador a McCain en el último día por un punto. ¿Podría estar produciéndose un corrimiento subyacente de opinión a favor del republicano y darse al final una sorpresa como las que hubo en los años 2000 (Al Gore) y 2004 (John Kerry) cuando los sondeos daban ganadores a los demócratas y venció Mr. Matorral ahora Pato Cojo? Podría. Por supuesto, los demás sondeos siguen vaticinando victoria demócrata por una media de siete puntos. Pero la derrota no es descartable. El llamado efecto Bradley está en el ánimo de todos: los electores dicen ir a votar por el candidato negro pero luego votan por el blanco.
Curiosamente ambos campos etán interesados en afirmar que las distancias se achican y que Mr. McCain está recuperando territorio a toda velocidad. El campo republicano, como es obvio, para animar a sus votantes y movilizar hasta el último sufragio en la esperanza de que, además, funcione la tradicional simpatía yankee por el underdog. Al fin y al cabo, he aquí un auténtico héroe gringo hoy en el tramo final de su vida con la ilusión de ser útil a su país una vez más. No conviene tocar mucho esta tecla porque, de ganar McCain, sería el presidente que empieza mandato más viejo de la historia del país y la posibilidad de que haya de substituirlo una pava como Mrs. Palin pone la carne de gallina. Por otro lado, en el campo demócrata temen que la conciencia de ganadores opere como desmovilización del electorado, así que les interesa asegurar que nada está ganado y que todos deben ir a votar. Por cierto se calcula que los negros lo harán en masa y los hispanos también pues el señor Obama cuenta con cerca de un 70 por ciento del voto de este segmento de la población. Pero su auténtico peligro está en los trabajadores blancos. De ahí que, si no consigue generar un efecto bandwagon, le interese cuando menos mantener la angustia de la incertidumbre para que sus seguidores no se confíen.
Incertidumbre nada difícil de mantener dado que es lo que hay. El martes puede pasar cualquier cosa. Obviamente hay más probabilidades de unas que de otras. Por ejemplo, es más probable que gane el señor Obama por escaso margen que el señor McCain; algo menos probable pero aun así probable que gane por avalancha; todavía menos probable es que gane el señor McCain por escaso margen y lo más improbable de todo es que gane por gran diferencia. Pero no es imposible.
Como dicen los gringos: todas las opciones están abiertas. La mía es que gane Mr. Obama por mayoría aplastante y que los demócratas dominen la Cámara y el Senado. Ya se sabe que los demócratas es lo más a la izquierda que puede llegar al Gobierno en los Estados Unidos. Pero tampoco hay que ponerse muy estupendos a la vista de la izquierda que llega al Gobierno en los países europeos, empezando por el nuestro.
(La segunda imagen es una foto de Mr. Wright y la tercera es de de Stevegarfield, ambas bajo licencia de Creative Commons).