dijous, 23 d’octubre del 2008

De mal en peor.

La crisis no da respiro a nadie. Todavía están calientes los miles de millones con los que los Estados han corrido a salvar a los bancos en apuros, creyendo que así se estabiliza el sistema financiero y ayer las bolsas se dieron otro batacazo sin que nadie aventure explicación alguna. ¿Se han fijado en que ya no salen aquellos mozalbetes expertos en mercados y otros misterios que explicaban los problemas más abstrusos en un santiamén con envidiable seguridad? Antes se daban de codazos por aparecer en la tele; ahora no se los encuentra ni debajo de las piedras. Nadie se atreve a formular juicio alguno, fuera de Paul Krugman y los millonetis como Warren Buffet o George Soros. En teoría, las medidas de rescate tenían que haber funcionado. ¿Por qué no lo hacen? ¿Qué pasa ahora?

¿Qué va a pasar? Que, como siempre, los expertos, los analistas se han equivocado porque no ven más allá de sus narices. Cuando por fin consiguieron comprender que en la época de la globalización los problemas son mundiales y pensaron en coordinar las medidas internacionalmente para hacerles frente, se olvidaron de que el mundo, como tituló su novela Ciro Alegría (precisamente un escritor argentino) es ancho y ajeno y no se acaba en los EEUU y la Unión Europea, que en las otras partes del planeta los efectos pueden ser más devastadores de lo que han sido hasta la fecha y con repercusiones de vuelta en casa porque hoy estamos todos interconectados y nadie está a salvo del famoso "efecto mariposa".

El susto que se llevaron ayer los mercados a causa de la insólita medida de la señora Fernández en la Argentina no se debe en sí mismo a la propia Argentina que a nadie importa gran cosa, sino al hecho de que es el aviso, el toque a rebato para el resto del Tercer Mundo, del que el primero (el segundo ya no existe) se había olvidado. Porque, por la lógica de las cosas, si hay amenaza de quiebra de los bancos en los países desarrollados ¿qué pasará con los de los no desarrollados? Parece claro que la medida adoptada por la Presidencia de la República Argentina es una confiscación, un latrocinio encubierto de nacionalización. La señora Presidenta ha echado mano a los ahorros de la gente porque anda escasa de liquidez, como les pasa a los bancos, pero dice que es para protegerlos. El golpe ha servido para mostrar que, tras la primera oleada de crisis financiera en los países del primer mundo, viene ahora el impacto en el Tercer Mundo y el de la crisis de la economía real, que es a la que verdaderamente temen las bolsas y la que está causando el agravamiento imprevisto de la situación.

Está madrugada Tokio ha vuelto a abrir a la baja con una caída del 5,5% en el índice Nikkei y lo mismo sucede en Hong Kong. Supongo que algo parecido pasará con las bolsas españolas y las europeas y después de nuevo con la de Nueva York y así seguirá el tiovivo quién sabe hasta cuando. Lo que está claro es que, como viene diciendo Palinuro hace unos días, esto no ha hecho más que comenzar.

Por cierto, pensando en qué pueda haber pasado con toda la pasta que parece haberse evaporado, he caído en la cuenta de los paraísos fiscales. ¿Sabe el personal en cuánto países europeos rige estricto secreto bancario, es decir, no colaboran con otros países para dar información que tenga relevancia a efectos fiscales por ejemplo? Andorra, San Marino, Liechtenstein, Isle of Man, Islas del Canal, Luxemburgo, Suiza, Austria y Bélgica. Tiene gracia que Andorra, Liechtenstein y Mónaco estén en la lista negra de la OCDE pero no los demás. Que en la Unión Europea convivan bancos amparados en el más estricto secreto bancario con otros que no lo están demuestra hasta qué punto es chapucera la chapuza europea. Añádanseles los paraísos fiscales del Caribe (Islas Vírgenes, Turcos y Caicos, Antilla, Aruba, Bermudas, Montserrat, Belize, Panamá) las Seycheles y Mauricio en el Océano Índico y Vanuatu, Nauru, Samoa, Islas Cook, Islas Marshall, Niue en el Pacífico y se tendrá una idea de en dónde están escondidos los billones que faltan por doquier. El dinero está ahí y habida cuenta de quién manda en el mundo, no se entiende muy bien por qué no se ha ido todavía por él. O quizá sí. Demasiado bien. Hay que levantar el secreto bancario; pero mal vamos si, como hemos visto en España, el Estado admite que los bancos le vendan activos también en secreto.

Poco control parlamentario puede haber allí donde rige el secreto. Pero sobre todo conviene tener en cuenta que esta crisis se ha desatado principalmente por las maniobras especulativas secretas y opacas que han venido haciéndose en todas partes del mundo (especialmente en los Estados Unidos) en los últimos quince años.

(La imagen es un grabado de Alberto Durero, Los cuatro jinetes del Apocalipsis (1497/98) que se encuentra en la Staatliche Kunsthalle, Karlsruhe, Alemania.

¿Quién ha sido? (I)

Las elecciones generales de marzo de 2004 fueron muy traumáticas a causa de los atentados del 11-M que, además de los muertos, los heridos y los destrozos psicológicos y materiales que causó, provocó una grave alteración de la vida política española. Pero no porque, como han venido sosteniendo el PP y sus medios afines, aquellas bombas produjeran un vuelco electoral imprevisto y dieran una inmerecida victoria al PSOE, sino precisamente porque, amparada en esta falsa interpretación, la derecha española estuvo deslegitimando las elecciones e introduciendo un factor de inestabilidad en el sistema político que sólo se ha calmado (relativamente) con la subsiguiente derrota en 2008. Todavía hace un par de días, el señor Sánchez Dragó aconsejaba al juez Garzón que mandara detener al señor Rodríguez Zapatero que había llegado al poder gracias a un atentado.

A lo largo de la VIII legislatura, el partido conservador y los medios que lo apoyan, singularmente el diario El Mundo, la cadena de radio de los obispos COPE y la televisión pública de la Comunidad de Madrid, Telemadrid, dieron pábulo a la tesis de que los atentados del 11-M prácticamente robaron las elecciones al PP. Y prosiguieron con la labor de manipulación y engaño a que se dedicó frenéticamente el Gobierno del PP entre el 11 y el 14-M para ocultar la verdadera autoría del crimen y cargársela a ETA. En aquellos días tal mistificación tenía, cuando menos, una razón utilitaria pues el Gobierno pensaba, con buen motivo, que si se atribuían los atentados a Al Qaeda perdería las elecciones, mientras que si se le cargaban a ETA las ganaba. Que la patraña se haya mantenido hasta el día de hoy, pasando por encima de las conclusiones de una comisión parlamentaria de investigación y de un proceso penal en la Audiencia Nacional ya visto y sentenciado sólo puede tener objetivos más confusos pero no menos inconfesables: justificar la actuación del gobierno ex post facto, deslegitimar la victoria electoral del PSOE, crear un clima de inseguridad e intranquilidad que pensaban los beneficiaría en posteriores elecciones y mantener unidos a sus apoyos en una política de confrontación. Todo ello sin ánimo alguno de minusvalorar la fabulosa capacidad de la derecha española para el histrionismo más celtibérico y su desprecio por las reglas normalmente no escritas de los usos democráticos civilizados.

Para desmontar tantas patrañas tan torpemente urdidas como descaradamente mantenidas no era suficiente el discurso ordinario o periodístico por muy de sentido común que fuera sino que era necesario aportar argumentos con consistencia empírica, científica, que probaran irrefutablemente que la verdad era otra. A cubrir esta necesidad viene el libro coordinado por José Ramón Montero, Ignacio Lago y Mariano Torcal (Elecciones generales 2004, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 2008, 486 págs), tres reputados investigadores en cuestiones electorales que encabezan una serie sistemática de trabajos de otros especialistas que no dejan lugar a dudas acerca de qué interpretación cabe dar al resultado electoral. La conclusión principal del libro es que los atentados del 11-M no supusieron "vuelco" alguno, que las elecciones de marzo de 2004 no fueron "excepcionales" en sentido político (obviamente sí humano). A la altura del diez de marzo PSOE y PP estaban prácticamente en "empate técnico", cualquiera hubiera podido ganar por estrecho margen, aunque parecía tener más probabilidades el PSOE y los atentados sólo vinieron a aportar algunas décimas porcentuales más a su triunfo.

El trabajo que los tres coordinadores publican (y así lo explican en un último capítulo de reflexión) trata de ser un análisis completo de las elecciones desde las diversas pespectivas sobre las que existen modelos teóricos explicativos del comportamiento electoral y de los que se disponen de abundantes datos empíricos. Estos proceden en la inmensa mayoría de los trabajos tanto de una encuesta postelectoral realizada por TNS/Demoscopia dirigida por Richard Gunther y José Ramón Montero en abril-mayo de 2004 con una muestra representativa de 2.929 ciudadanos, como de las series de datos del CIS, en especial sus barómetros, con recurso en ocasiones a otros bancos como el Estudio General de Medios. Todos los trabajos aplican modelos teóricos de comportamiento electoral à la page y emplean metodologías estadísticas refinadas que en la mayoria de los casos descansan sobre diversos tipos de ecuaciones de regresión logística binomial o multinomial complementados con índices de indiscutida eficacia explicativa. Y a fe que el resultado es el que los coordinadores se han propuesto y con contundencia.

Para Julián Santamaría (Las elecciones generales de 2004 en su contexto) el PP concurría a las elecciones de 2004 con un buen balance de la VII legislatura en política económica y lucha antiterrorista. En su opinión le faltó capacidad para interpretar y administrar su éxito (p. 37) porque se equivocó a su vez al interpretar los resultados de 2000 (p. 42). Sendas encuestas realizadas por Noxa Consulting el 10 y el 12 de marzo mostraban que la intención de voto al PSOE sólo subió un punto porcentual (p. 58). El atentado no modificó la tendencia general que, sumando intención de voto y simpatía, era de o,3 puntos a favor del PSOE un mes antes, 1,5 puntos diez días antes y 2,6 dos días antes. Al final fueron 4,9 puntos. Concluye Santamaría: "...el PSOE habría ganado en todo caso, con o sin atentado. Lo único que cabe discutir es si lo habría hecho o no por la misma diferencia." (p. 58) Que no es poco discutir. Coincido con el autor en lo grueso de la afirmación pero no me parece que una diferencia de 2,3 puntos, casi el doble de la distancia dos días antes sea asunto baladí. Lo que sucede es que tampoco creo que ese empujón viniera dado por el atentado en sí sino, como creo colegir del trabajo de Montero en este libro, del modo en que el Gobierno lo gestionó. Es lo mismo y no es lo mismo porque igual que se pueden hacer análisis contrafácticos de qué hubiera pasado si no habiera habido atentado (que se hacen) también podrían hacerse midiendo qué hubiera pasado si el Gobierno, en lugar de ponerse a mentir, hubiera gestionado el atentado de modo sincero y noble. Téngase en cuenta que, además de no incurrir en el odium que su actitud le granjeó, hubiera tenido la superaditividad que le hubiera ganado su actitud.

Antonia María Ruiz Jiménez (Competición política y representación de mocrática: la oferta electoral de los partidos) procede a un análisis cualitativo de los programas electorales de doce partidos utilizando para los datos el Comparative Manifest Project (p. 70) y el programa ATLAS/ti para análisis de documentos asistidos por ordenador, y se centra en tres cuestiones: el tono general de la campaña (negativismo, etc), las cuestiones "españolas" (esto es, terrorismo y organización territorial del Estado) y la división izquierda/derecha (en las cuestiones relativas al Estado del bienestar y las fiscales). La campaña no fue muy negativa (salvo en el caso de ERC). La dimensión nacional estuvo más presente en los partidos nacionalistas que en los "nacionales" (p. 86), cosa bastante lógica dado que estos no tienen que reivindicar la nación. Es lo más llamativo. Las otras conclusiones son esperables. Los partidos y los programas, dice Ruiz Jiménez no son iguales y los ciudadanos ven que entre los dos nacionales hay más desacuerdos que acuerdos (p. 105).

Víctor Sampedro, Óscar García Luengo y José Manuel Sánchez Duarte (Agendas electorales y medios de comunicación en la campaña de 2004) parten de la conocida tesis de Sampedro de que el 11-M hubo un "colapso de la esfera pública democrática" (p. 108). Los partidos trataban todos de imponer su agenda mediática pero sólo lo consiguió el PP. La metodología que emplean es el análisis de piezas informativas de cinco periódicos (El País, El Mundo, ABC, La Vanguardia y El Periódico) relativas al llamado "caso Carod" entre enero y marzo de 2004 con la creación de media events (p. 126) y el analisis de las televisiones (TV1, Telecinco, Antena 3 y La Cuatro) en relación con los cinco grandes temas de la campaña: terrorismo, Estado del bienestar, modelo de Estado, estrategias de la campaña, coaliciones y tripartito (p. 130). El PP dominó la campaña; las posibilidades del PSOE se vieron muy mermadas pero, al final, el primero perdió las elecciones en lo que colijo sea el efecto del "colapso de la esfera pública democrática". Para los autores que en esto discrepan de otros en el libro, el PP no cometió ningún error al plantear su campaña para deslegitimar al PSOE y desmovilizar a su electorado. Al contrario, tuvo un triunfo considerable gracias al control mediático que ejerció (p. 141). Pero obviamente, no fue suficiente para que el triunfo se convirtiera en victoria.

Joan Font y Araceli Mateos (La participación electoral) sostienen que en España contamos con una mayoría de "electores constantes" (p. 156) y que la participación en 2004 fue alta, pero no más de lo que fue en 1977, 1982 y 1996. En verdad, los atentados del 11-M tuvieron un efecto movilizador mínimo porque la movilización se había dado ya en la campaña electoral (p. 157). No cabe, pues, hablar de una participación excepcional producto de un hecho extraordinario (p. 167).

José Ramón Montero e Ignacio Lago (Del 11-M al 14-M: terrorismo, gestión del Gobierno y rendición de cuentas) niegan la teoría del vuelco electoral. Según los datos anteriores al 14-M PP y PSOE estaban prácticamente empatados y la recuperación del segundo respecto al primero (que había tenido 10 puntos porcentuales de ventaja en 2000) se debe a: a) que los electores responsabilizaron al Gobierno del 11-M a causa de la guerra del Irak; b) la manipulación sobre la autoría de los atentados; c) la valoración negativa de casi todos los ámbitos de gestión gubernamental en los cuatro años anteriores, esto es, el Gobierno había creado una opinión pública negativa que aumentó con sus errores (p. 179). Este último punto me parece importante pero casa mal con la tesis de Santamaría de los éxitos del Gobierno en la VII legislatura que simplemente no habría sabido administrar. Los autores reflejan bien el dilema del Gobierno del 11 al 14-M: si se probaba que había sido ETA, ganaría las elecciones por tratarse de una valence issue (o sea, acuerdo general), pero si se probaba que había sido por el Irak las perdería porque éste era una position issue (o sea, desacuerdo). Proceden a una interesante estimación cuantitativa de la incidencia de los atentados con un modelo de regresión binomial y análisis de volatilidad antes y después de los atentados con varias simulaciones contrafácticas y concluyen que el 11-M tuvo un efecto significativo pero no decisivo. No hubo vuelco ni voto del miedo. Los españoles responsabilizaron el Gobierno del 11-M por la guerra del Irak y, además, estuvieron en contra de cómo el Gobierno gestionó la crisis (p. 200). "La derrota del PP no puede atribuirse ni exclusiva ni principalmente a los terribles atentados del 11-M sino al funcionamiento de los mecanismos básicos de responsabilidad política y de control democrático." (p. 204)

El libro tiene todavía otra serie de trabajos no menos interesantes y algunos verdaderamente poco frecuentes o incluso novedosos, como el análisis de las elecciones al Senado o el que versa sobre los intermediarios personales y las conversaciones políticas. Pero como no se puede abusar de la paciencia de nadie (incluido el mismo bloguero) quédese el asunto para el post de mañana.

dimecres, 22 d’octubre del 2008

Blogorismo nacionalista.

Concede el señor Egibar una entrevista al diario Público en la que dice que su aspiración es a la "soberanía plena" de Euskadi y amenaza con que "si no se reconoce el derecho a decidir, la colisión va a ser permanente". La reivindicación de la plena soberanía quiere hacerla democrática, pacíficamente porque en el PNV son respetuosos con la legalidad vigente y no son como ETA. Este hombre no ha leído a Carl Schmitt quien, al comienzo de su Teología Política ya decía que "soberano es el que decide sobre el estado de excepción". La decisión no se pide como un derecho constituido (el "derecho a decidir") sino que parte del poder constituyente. Se toma y punto. Que es el punto de vista de los pistoleros de ETA, mucho más schmittianos (y consecuentes) que este burukide llorica quien, por cierto, va dado si espera que alguien le conceda eso, la competencia para decidir en el estado de excepción pidiéndolo pacíficamente al tiempo que se apoya con disimulo en los de las pistolas. No sabe ni lo que dice. Y como no sabe lo que dice por un lado avisa de que: "Lo que queremos transmitir a la ciudadanía es que estamos ante un camino largo" y por otro, preguntado si de verdad cree que algún día podrá votar en una urna el derecho a la autodeterminación de Euskadi, contesta: "No tengo ninguna duda. Y será más pronto que tarde". Será muy independentista pero sobre todo parece un charlatán.

(La imagen es una foto de Chesi Fotos CC, bajo licencia de Creative Commons).

Blogorismo carcelario.

La empresa adjudicataria de la demolición de la cárcel de Carabanchel ha comenzado ya el derribo, haciendo caso omiso de la petición del juez Garzón, de las movilizaciones de los vecinos de la zona y de una opinión muy extendida en la sociedad de que ese lugar se preserve como centro cívico de la memoria de la represión franquista y no se derruya para construir viviendas (que, de todas formas, nadie podrá comprar) y centros comerciales. Como ex-preso político del franquismo que pasó algún tiempo en esa prisión provincial he contemplado indignado cómo los policías, ayudados por vigilantes jurados que a duras penas retenían a unos amenazadores rotweilers, impedían que la gente pudiera entrar en el recinto carcelario, abandonado hace muchos años. Al poder político, nunca se le acaba de entender: los de antes no nos dejaban salir de Carabanchel y estos no nos dejan entrar. El caso es fastidiar.

(La imagen es una foto de k-naia, bajo licencia de Creative Commons).

Blogorismo de la libertad de prensa.

Reporteros sin fronteras acaba de publicar su informe anual sobre la libertad de prensa en el mundo que se encuentra en el estado que cabe apreciar en el mapa. Entre otras cosas, tanto España como Francia aparecen con libertad de prensa menoscabada siendo así que, como es obvio, en ellos hay plena libertad de prensa, no menos que en Alemania o Suecia. Podría ser que estos mendas coincidieran con mis amigos izquierdistas que dicen que ningún país capitalista conoce una "verdadera" libertad de prensa porque todos los medios (menos ellos, por supuesto) manipulan. Pero no parece ser el caso porque de serlo, el mundo entero estaría pintado de negro excepto Cuba que estas buenas y objetivas gentes pintarían de blanco. Bien, ¿saben cuál es la razón? Que para averiguar cómo está la libertad de prensa en cada país proceden preguntando... ¡a los periodistas! Y, claro, ¿qué dice un periodista en España, por ejemplo uno de la COPE? Que esto es un monopolio de Prisa amparado por el Gobierno y en donde nadie puede hablar porque Gallardón y Zarzalejos te llevan a los tribunales y te crujen.

La magia de Montserrat.

El BBV alberga una estupenda exposición de arte en el Palacio del Marqués de Salamanca, Pº de Recoletos, 10 cuya visita recomiendo vivamente pues se trata de una muestra representativa (unas cien piezas entre lienzos, dibujos, bustos, gárgolas, tallas, capiteles, etc) de los fondos del Museo del Monasterio de Montserrat que es la primera vez que salen de la antigua abadía benedictina, hoy ya basílica. Muchas de ellas las hemos visto por separado en exposiciones temáticas, pero nunca todas juntas, salvo que hayamos visitado el monasterio.

Los fondos expuestos (como los que no lo han sido y siguen entre las peñas de Montserrat) tienen la característica curiosa de que, a diferencia de las colecciones (por cierto, jamás "museos") que hay en otros establecimientos religiosos, fuera de algunas piezas arquitéctónicas góticas y alguna talla del siglo XIII, por descontado, la Moreneta, que no ha salido de gira, el arte sacro antiguo brilla por su ausencia. Todo es arte moderno, desde el Renacimiento a nuestros días y, por tanto, en su mayor parte profano, con muy abundante (y de mucha calidad) pintura del siglo XX y una magnífica colección, quizá la segunda de Cataluña de pintura catalana del vuicentisme y el noucentisme, esto es, Martí Alsina, Mariano Fortuny, Ramón Casas (La Madeleine del prospecto, entre otras muestras muy conocidas, como La parisién o Después del baño que de arte sacro tiene bien poco), Isidre Nonell, Santiago Rusiñol, Anglada-Camarasa, etc.

La explicación de tan insólito hecho es sencilla, según se lee en el documentado catálogo. Aunque Montserrat tiene más de mil años y en esa larga historia llegó a acumular una apreciable colección artística, los franceses de Napoleón destruyeron el templo y lo saquearon. A la vuelta, cuando se comenzaba a reconstruir, llegó la desamortización y de nuevo todo se vino abajo. La abadía resurgió en plenitud en el último tercio del siglo XIX y ya entonces se identificó con la Renaixença y el revivir del espíritu catalán. La colección de arte la inició un abad especialmente emprendedor, Antoni Marcet, que solía viajar a Roma y Nápoles en los primeros treinta años del siglo XX, en donde compró aproximadamente entre cien y doscientas lienzos de pintura italiana del Renacimiento, el manierismo, el barroco, etc. Durante mucho tiempo hubo sus líos acerca de si los marchantes italianos no habían colocado mucha falsificación al buen abad, pero poco a poco se fueron estableciendo las certificaciones y así el visitante puede ver un Caravaggio, un Corrado Giaquinto o un Tiepolo, entre otros artistas. Por parecidos procedimientos, sabias adquisiciones, los fondos se enriquecieron con algunas piezas españolas únicas, como una preciosa tabla de Pedro Berruguete procedente de un convento de Paredes de Nava, en Palencia que representa el nacimiento de la Virgen y es arte español con clara influencia flamenca.

Posteriormente, la configuración de Montserrat como el núcleo del catalanismo culto hizo que se produjeran sucesivas donaciones de importantes colecciones de ciudadanos privados, lo que obligó al monasterio a crear un verdadero museo (hasta entonces la pintura italiana simplemente decoraba las paredes del cenobio) para acomodar una de las mayores concentraciones de impresionismo francés en España, con Degas, Sisley, Pissarro, Monet, etc, todos los cuales nos están esperando en la sede del BBV. Y junto a los franceses, otros españoles del siglo XX, como Picasso o Dalí.

Ya sé que soy escasamente objetivo en mi pasión por Montserrat pero me importa un comino porque tengo mis razones. Empecé a admirar el espíritu montserratense en tiempos del civilizadísimo abad Escarré, catalanista y antifranquista que dejó el cargo en los primeros años sesenta pero bien encomendado a su sucesor y amigo, el abad Gabriel Brasó, que dio paso a los aires nuevos del Concilio Vaticano II y siguió en la tarea de que Montserrat fuera el centro simbólico de la resistencia cívica catalana al Dictador. Allí se editaba (en catalán, por supuesto, por entonces prohibido, aunque la prohibición no se aplicara) la magnífica revista Serra d'Or, en la que escribían cristianos y todo tipo de izquierdistas en un espíritu de unidad que se plasmaba en las reuniones y asambleas que tenían lugar en su recinto.

Por entonces ya sabía yo que en Montserrat se había celebrado la última sesión de las Cortes republicanas, antes de partir sus señorías al destierro y algunos a la muerte y si bien el asunto no tenía mucho valor por cuanto el monasterio había sido incautado por la Generalitat y, en consecuencia, desafectado, para mí seguía siendo el viejo monasterio medieval, el castillo de Montsalvat, en donde se guardaba el Santo Grial del ciclo artúrico y la leyenda wagneriana. Como por entonces era yo un marxista de manual me explicaba esta leyenda acudiendo, cómo no, a las razones materiales y las fuerzas productivas: antes de la devastación napoleónica el monasterio atesoraba una gran cantidad de objetos artísticos, cálices, copas, platos, hechos precisamente por sus magníficos orfebres de fama europea. Era lógico que allí, entre aquellos peñascos imponentes del "monte cerrado" a cuyo pie se incrusta la abadía, surgiera la leyenda de una copa, un caliz sagrado, quizá el de la última cena que pudo haber llevado José de Arimatea. Era un caso típico de "superestructura ideológica" sobre unas condiciones materiales medievales.

Ahora no queda nada de eso ni del Grial ni de los orfebres, ni Montserrat es símbolo ya de la resistencia antifranquista (aunque siga siendo el corazón del nacionalismo religioso catalán, supongo que como Aranzazu o Loiola lo son del vasco) pero su colección de obras de arte es un prodigio que deslumbra más de lo que el Grial deslumbraba a lo caballeros que no fueran puros. Merece mucho la pena.

(La primera imagen es Madeleine (1892), de Ramón Casas, en el prospecto de la exposición. La segunda, Patio azul (1891) de Santiago Rusiñol y la tercera, Composición con tres figuras. Academia neocubista (1926) de Salvador Dalí están reproducidas en baja resolución del catálogo).

dimarts, 21 d’octubre del 2008

La ley y la Justicia.

Según opinantes de uno u otro trajín el propósito del juez Garzón de procesar a la Dictadura por un crimen de lesa Humanidad tiene muy pocas esperanzas de prosperar, sobre todo a la vista del recurso durísimo de la fiscalía interpuesto ante la sala de lo penal de la Audiencia Nacional contra el auto por el que se declara la competencia del juez. Puede que sí, puede que no, según lo que decida dicha instancia. Leído el recurso con la misma atención con que leí el auto del juez hay que reconocer que es, en efecto, tajante. Está por ver que prospere aunque es de suponer que sí dado que el tipo de argumentación que emplea, más formal que material, probablemente conecta mejor con el espíritu de quienes han de pronunciarse sobre él que el apasionado texto del instructor.

El fiscal ha montado muy bien su argumentación y ha hecho estupendamente oponiéndose de plano a la intención del juez. Eso es imprescindible para que sea cual sea la decisión final, se haga justicia con las debidas garantías para todos, incluidos los muertos. Su razonamiento tiene dos partes: en una justifica la vía de recurso que ha empleado y en la otra (la más extensa) desmonta las argumentaciones del juez instructor en su auto. No siendo jurista omitiré todo comentario sobre la primera cuestión que, además, no me interesa gran cosa. Ya decidirá la sala de lo penal lo que corresponda. Pero siendo ciudadano interesado y muy interesado por los asuntos de la justicia, no me privaré de dar mi honrado parecer de lego racional sobre la segunda en el bien entendido de que asimismo acataré lo que al respecto decida el órgano judicial competente, me guste o no. Además haré un comentario final que espero sea pertinente con independencia de la decisión de la Audiencia.

El fiscal desmonta punto por punto el auto recurrido concentrándose en los siguientes aspectos: a) niega que el juez Garzón sea competente por razón del delito investigado ya que éste, dice, no es uno de lesa Humanidad sino una serie de delitos comunes para los que serían competentes los juzgados ordinarios del lugar de comisión; b) afirma que el juez Garzón pretende instruir una especie de "causa general" contraria a derecho; c) afirma que el auto viola el principio de irretroactividad de las normas penales no favorables; d) sostiene que también rompe el principio de prescripción de los delitos (que no se hayan declarado imprescriptibles con anterioridad); y e) piensa que el juez de instrucción se permite ignorar la Ley de Amnistía de 1977, cuya eficacia fue plena cuando menos hasta la aprobación de la Constitución de 1978.

En realidad estas objeciones ya se exponían y refutaban en el auto recurrido. Como se ve toda la argumentación del fiscal (y la del juez Garzón) descansa, como es lógico, sobre la tipificación del delito cometido. Si, como sostiene el juez, se trata de uno de lesa Humanidad, todas las objeciones planteadas se vienen abajo ya que, en tal caso, el juez será competente, el delito es imprescriptible y no puede acogerse a la amnistía de la Ley de Amnistía de 1977. Con respecto a las objeciones de que se pretende abrir una especie de "causa general", el juez Garzón ya lo había tipificado (bien o mal) como un único delito al afirmar que: "no fueron cometidos como delitos aislados, sino como una parte de un plan de ataque generalizado y sistemático contra una parte de la población civil" (p. 39 del auto) y al tratar sobre la prescripción sostiene que el delito sigue vivo por ser permanente pues "ya eran conductas delictivas en el momento del comienzo de su ejecución, poco antes de la guerra civil y siguen cometiéndose en la actualidad, dada su naturaleza de delitos permanentes" (p. 40 id.). Este es el punto más débil de la argumentación del fiscal que incluso incurre en contradicción porque niega que se trate de un delito permanente ya que éste se extingue "bien con la puesta en libertad del sujeto, bien por el notorio fallecimiento del mismo como sucede en todos estos casos"(p. 29 del recurso. Negrita mía), pero luego se ve obligado a reconocer que la prescripción se da con "la declaración de fallecimiento de muchos de los represaliados de la Guerra y postguerra civil"(p. 31 id. Negrita mía.) "Muchos" obviamente no son "todos" y, a tenor de su propia argumentación, el fiscal tendrá que reconocer que allí donde los secuestrados no fueron puestos en libertad ni su fallecimiento declarado, se mantiene un delito permanente.

Con respecto a la Ley de Amnistía, el juez Garzón ya había dicho que: "cualquier ley de amnistía que buscara eliminar un delito contra la humanidad que no puede catalogarse como crimen o delito político, sería nula de pleno derecho y por ende no se aplicaría al supuesto" (p. 47 del auto). Será correcto o no pero es también punto que depende de la tipificación del delito como de lesa Humanidad.

La parte más contenciosa es, por supuesto, la de la prescripción o no prescripción. También depende de que se admita o no que se trata de un delito de lesa Humanidad. Ambos, juez y fiscal, citan en su apoyo la sentencia del Tribunal Supremo del 1º de octubre de 2007 en el recurso de casación de la de la Audiencia Nacional de 18 de abril de 2005 que condenaba a Adolfo Scilingo por crímenes de lesa Humanidad cometidos en la Agentina en 1976 y la citan en sentidos diametralmente opuestos.

Doctores tiene la curia y a ellos corresponderá decidir.

Mi último comentario: sea cual sea esa decisión, hay algo que el auto del juez Garzón ya ha conseguido, si no en el terreno jurídico, sí en el político y moral. Ha conseguido presentar a los ojos del país al General Francisco Franco y sus colaboradores como una asociación de delincuentes, de asesinos y rebeldes contra el Gobierno legítimo. Eso no lo cuestiona ya ni la fiscalía cuando, con intención de argumentar la prescripción, reconoce que: "en consecuencia nos encontramos manifiestamente ante delitos de asesinato, circunstancia que puso fin a la situación ilícita de privación de libertad (requisito que contempla el art. 132 para el inicio del cómputo de la prescripción)" (p. 2 recurso. Negrita mía); o cuando a la hora de negar la competencia al juez Garzón argumenta: "Ahora bien, asumamos como hipótesis jurídicamente defendible la calificación de los hechos consistentes en la sublevación militar del año 1936 y su actuación en la postguerra como un delito contra la forma de Gobierno a los efectos de determinar las normas de competencia aplicables" (p. 38 id. Negrita mía). O sea que, a los ojos de la conciencia moral colectiva, a los ojos de la Justicia, Franco y sus secuaces fueron unos asesinos, secuestradores, reos de un delito contra la forma de Gobierno.

Dicho en román paladino y en sede judicial (tenga ello efectos jurídicos posteriores o no) el "anterior Jefe del Estado" fue un asesino. Esto es también lo que en su día consiguió Garzón cuando pretendió procesar al asesino Pinochet. No lo consiguió porque ardides de diversa calaña moral se lo impidieron pero, a partir de ese momento, el exdictador chileno no volvió a levantar cabeza y hoy su memoria es la de un asesino, torturador y ladrón.

Iba a decir que me conformaba con esto pero, pensando en las víctimas, no es así. Esas víctimas en las que también piensa el fiscal cuando dice "Con las disposiciones previstas por esta ley (de la Memoria Histórica), van a poder iniciar, proseguir y terminar todo el trabajo de localización, identificación, exhumación y entrega de los restos mortales de asesinados y ajusticiados en ese período negro de nuestra reciente historia, y en esa tarea contarán siempre con la incondicional colaboración del Ministerio Fiscal" (p. 7 recurso). Ojalá. Y ojalá que el asunto no se quede ahí pues con eso se habrá hecho justicia, pero no justicia completa porque, con independencia de esta o aquella ley, donde hay una víctima, hay un victimario y donde hay más de cien mil, hay un criminal de lesa Humanidad. O más.

(La imagen es una foto de sagabardon, bajo licencia de Creative Commons)

Caminar sin rumbo (II).

LAS ALFORJAS.


Con idea de ponerme en camino pensé que tendría que prepararme, que habría de aprestar lo necesario. Y ahí me quedé pensando en qué sería lo necesario para un viaje a ninguna parte. Pensando, pensando, di en ir a ver qué había considerado necesario don Quijote en su primera gloriosa salida que tan mal acabó en muy breve tiempo a manos de aquel mozo de mulas de los mercaderes que lo molió como cibera. Y vide que en aquella primera salida don Quijote se proveyó de lo siguiente: unas armas herrumbrosas de sus bisabuelos que llevaban arrumbadas luengos siglos. Luengos siglos. Por favor. ¿Quién puede echar mano de algo que haya en torno suyo que tenga "luengos siglos"? Si son cosas (de armas no hablo) ya sienta uno plaza de excéntrico si lleva algo que tenga, pongamos, quince años. ¿Un móvil?, ¿un ordenata?, ¿un coche?, ¿la cocina? Si son personas, no sé. Convivir quince años seguidos se me hace algo duro. Y, además, las cosas que pueda uno tener a mano de "luengos siglos" ¿sirven para llevárselas de viaje? Pongamos que uno tiene un arado romano en casa (no es absolutamente insólito); bien, ¿a dónde va uno con un arado romano? Claro me dirán que, al fin y al cabo, para ir a ninguna parte tan útil es un arado romano como un misil intercontinental. Aceptado, uno puede llevarse un arado romano. Pero será sobrevenido. Si me pongo a pensar en qué me llevo, solamente divagando de este modo se me puede ocurrir llevarme un arado romano. Estas son cosas de la literatura. En la literatura uno anda por ahí con cosas de luengos siglos atrás. En la literatura y en casa de Alonso Quijano, hidalgo, quien bien podría tener un juego de armas forjadas doscientos años antes y doscientos años son ya "luengos siglos". ¿Qué podría yo llevarme de, digamos, 1809? ¿El bicornio del general Palafox en el cuadro de Goya?

Héte aquí que la segunda cosa que don Quijote apresta es para cubrirse la cabeza. Y como no tiene celada de fino encaje sino simple morrión se fabrica una de cartón con unas barras de hierro tan contento. Menester es decir que tener morrión no es parva cosa. Véase el golpe que con la espada de plano da don Quijote al gallardo vizcaíno en el cap. IX que se protegía ¡con una almohada! De haber tenido morrión como el caballero manchego no le manara luego sangre por la nariz. Ya sé que diréis que previamente el vizcaíno le había largado un tajo al de la triste figura que le desarmó el lado izquierdo y le llevó "gran parte de la celada con la mitad de la oreja". Si eso fue así hay que suponer que el golpe iba de filo y resbaló sobre el morrión produciendo el estropicio que narra Cervantes. Pero si en vez de morrión hubiera llevado una almohada como el infeliz vizcaíno (que no sólo hablaba mal sino que actuaba peor) don Quijote se queda en el noveno capítulo de su historia y su viaje no lo hubiera llevado muy lejos. Así que morrión. O sea, cubrirse la cabeza. Mira por donde es algo que me agrada. Gasto sombrero y encuentro difícil salir a la calle a cabeza descubierta. Pero no haya temor que no me pondré ahora a dar la lata con los tipos de sombreros que hay. Eso es como el que entiende de pipas de fumar o de chaquetas de hombre o de modelos de moto o de tipos de mujer; o sea, algo insoportable. Hablaré de sombreros pero en su debido momento que será cuando el destino lo diga. En eso de la cabeza cubierta me gusta recordar una historia que contaba mi abuela según la cual mi tatarabuelo Pedro, herrero y contratista de la Armada, era caballero cubierto por privilegio del Rey o de la Reina que es más probable. Bien, cubrirse la cabeza para ir de viaje no es del todo disparatado. Pensaré en qué me pondría y decidiré al final.

El hidalgo manchego se provee de un rocín que es un medio de locomoción muy apropiado al tiempo en que todo se hacía a lomos de cabalgadura y eso sí que desde luengos siglos. Tanto que la orden, profesión, vocación, ambición a las que don Alonso Quijano se entrega es la caballería. La caballería andante para ser más exactos, que casi parece una contradicción con el uso vulgar de "andar". Uno entiende que se trata de la "caballería errante", idea que nos es muy cercana por el holandés errante, el judío errante, que es el Wanderer alemán, el del Viaje al Harz de Heine, el de Schubert. Andante quiere decir también, según el DRAE, "aventurero". La caballería andante es caballería aventurera; la que va en busca de aventuras y también de la ventura. Pero, vamos, que lo importante no es que don Quijote se pille un rocín (muy conveniente para aquellas veredas en que no había muertos de fin de semana) sino que le pone nombre, lo nombra y, siendo así, en cierto modo, lo crea. Como corresponde a su condición humana, de don Quijote, quiero decir porque Dios, al crear al hombre, le dio el privilegio (o la odiosa tarea, según se mire) de poner nombre a las cosas y a los animales, de continuar con la tarea de la creación, en definitiva. Y he aquí que, de un pepla que daba pena mirarlo, Alonso Quijano hizo un ser misterioso, mítico, casi un centauro, un caballo humanizado que se llamó y se llamará hasta el fin de los tiempos "Rocinante"; porque si él, Quijano, era caballero andante, su rocín sería un rocín andante que, aunque enteco, siempre estuvo dos palmos morales por encima del burro de Sancho que no tenía ni nombre porque los villanos no son caballeros, no dan nombre a sus animales ni cosas.

Claro que Alonso Quijano tenía muchos humos en la cabeza y, puesto a proveerse, también se proveyó de un nombre, se puso nombre a sí mismo, esto es, tambén se creó. Don Quijote es una forma de Prometeo. ¿Y por qué le hacía falta un nuevo nombre a Alonso Quijano el hidalgo? Que las armas, el casco y el rocín le fueran imprescindibles es de entender pero, ¿un nombre? Salía para ganar fama y gloria imperecederas, dejar huella en el mundo, dar que hablar a las futuras generaciones. Como Aquiles. Y a fe que los dos lo han conseguido. Aquiles con su nombre, Alonso Quijano con uno de su hechura, don Quijote de La Mancha. Que no están orgullosos ni nada los manchegos con esa vecindad. En todo caso, me inspira poco. Yo no me cambiaría de nombre. Pensé en hacerlo una temporada pero lo dejé porque no encontré uno que me gustara más. Sí me cambié el orden de los apellidos y me puse el García detrás. Llevarlo delante me quitaba el nombre porque todo el mundo me llamaba García Cotarelo y con razón porque García es de los pocos apellidos que, además, es nombre, como Martín, Tomás y algún otro.

Lo último de que se pertrecha Alonso Quijano, ya a punto de salir, es de una amada. El amor, fuerza todopoderosa en la naturaleza. Una amada a la que también pone nombre, para que vayamos enterándonos de que así es el caballero, que va rebautizándolo todo, cambiándole el nombre porque vive en otro mundo en el que las cosas no son como son en éste o etsé ne nos omoc nos on. Honores sean dados al sabio párroco Sterne. De Aldonza Lorenzo, Dios mío, a Dulcinea del Toboso, Virgen santa. Esto de la amada es problemático, como siempre pasa en los amores del hombre, que lo distraen. Se trata de ir imponiendo como verdad al mundo entero las convicciones estéticas, el puro gusto, de don Quijote. Podría decirse que el caballero está en la eterna demanda de la verdad, cosa noble, cosa buena pero no en el terreno de la estética, el gusto o el placer donde la verdad y la mentira son las dos caras de la moneda y tanto se necesitan la una a la otra que acaban contagiándose la una de la otra. Así que eso de la amada es cosa de cada cual y que se queda para lo íntimo de cada uno.

Resumiendo, ¿qué se lleva don Quijote? Armas, una celada, un rocín, un nombre y una amada ideal. ¿Y a dónde iba? A ninguna parte, vaya por Dios, a donde lo llevaran los caminos o el instinto/juicio de Rocinante. Yo lo reduciré todo al sombrero. Voy cubierto para protegerme las ideas. Llevo ideas. Aunque, si lo pienso, creo que no porque no sé en qué consisten. Preguntarse qué sea una idea es algo terriblemente fatigoso. Traten de hacerlo. El conocimiento de la idea es puramente intuitivo. No hay una idea de una idea. ¿O sí? Confieso que encuentro el asunto confuso y si me voy a la etimología y la tomo por la forma platónica no mejora. Bueno, pero no quiero decir ideas, que al fin y al cabo es una forma de hablar; quiero decir pensamientos. Pienso que me interesa proveerme de pensamientos, esto es, enunciados que tienen sentido. Ah, sí, de esos tengo un puñado. Tampoco es que sepa de dónde han salido pero están y cuando uno los "ve" o piensa en ellos, algo se mueve. Sirven para hacer camino; acompañan, se puede dialogar con ellos como cuando se dice de alguien que está "sumido en sus pensamientos" o "a solas con sus pensamientos". Nadie dice que otro esté "sumido en sus ideas" o se quede "a solas con sus ideas".

¿Qué cuáles son? No haya cuidado, tengo un puñado, pero la jornada toca aquí a su fin. Otro día la continúo y ya cuento algunos. De momento me voy rumiando que

¡Qué más hubiera querido que no haber sido!

(Las imágenes son sendos cuadros de Caspar David Friedrich: (1818-1820) A bordo de un velero (1818-1820, Museo del Hermitage, San Petersburgo) y Caminante sobre un mar de niebla (1818, Hamburger Kunsthalle, Hamburgo).

dilluns, 20 d’octubre del 2008

La crisis total.

Si piensa Vd. que con las últimas decisiones precipitadamente adoptadas por los gobiernos europeos y estadounidense para salvar a sus bancos y garantizar los depósitos se ha resuelto la crisis financiera internacional, que los dioses lo amparen porque esto no ha hecho más que comenzar y tiene pinta de ser mucho más grave de lo visto hasta la fecha. Con lo que disgusta a los políticos aparecer dando malas noticias, las declaraciones del señor Almunia el otro día diciendo que teme una segunda oleada con quiebras bancarias a causa de la recesión que ahora asoma su feo morro por detrás de la crisis crediticia es un aviso que no debe echarse en saco roto.

Porque no hay segunda oleada en realidad pues es la misma que no acaba de pasar. Holanda inyecta hoy 10.000 millones de urillos para reflotar ING, un peazo banco que otrora ofertaba euros a ochenta céntimos. El asunto no tendría mayor importancia de no ser porque 10.000 millones es la mitad de lo que el país había previsto para sanear a toda la banca; lo cual nos pone sobre la pista del primer problema, i.e., que la crisis es tan grave que los Estados no dispondrán del dinero suficiente para hacerle frente. No es solamente que no dejen de caer entidades financieras más o menos potentes como la Caisse d'Epargne que con esos miserables 600 millones de euros es una bagatela o el Bayern LB de Alemania que tendrá que recurrir al capital del Estado por un monto aún indeterminado en espera de lo que suceda con el Commerzbank, el segundo banco alemán, que ya ha reconocido "problemas", sino que el conjunto de la banca decida considerar, como ya está pasando, que el monto total de capital que aprestan los Estados es como un buffet libre del que deben servirse. Al menos es lo que dicen los bancos alemanes con excepción del Deutsche Bank. Porque se trata del meollo mismo del capitalismo: nadie puede ofrecer seguridad al ciento por ciento en una economía capitalista. El sistema funciona sobre la confianza. Si ésta se pierde, el Estado es el último refugio y, como se ha visto, a él se ha recurrido. Pero tampoco el Estado puede garantizar al ciento por ciento a todos los ahorradores; eso es imposible. Y estamos cerca de que así se reconozca, lo que tendrá los efectos devastadores que cabe imaginar.

Por eso se están poniendo de acuerdo los gobernantes mundiales para dar, según dicen, una respuesta conjunta a la crisis. Los señores Sarkozy, Durao Barroso (que no pinta nada pero es el presidente de la Comisión de la Unión Europea) y Bush, el consabido "pato cojo", de charleta este finde han decidido convocar una serie de cumbres empezando este mes de noviembre con el fin de reorganizar el sistema financiero mundial y quizá acordar un Bretton Woods II, como si estuviera en su mano poner freno, no digo ya remedio, a esta catástrofe financiera mundial, este colapso del conjunto del sistema que empezó por donde tenía que empezar, en Wall Street, el corazón del Imperio y no como la crisis de los ochenta en las llamadas "economías emergentes" de Asia. Economías por cierto que, escarmentadas, tomaron medidas para que no se repitiera el daño como en su día dice que hizo España y ahora veremos cómo salen del atasco los tigres asiáticos y el carpetovetónico.

Uno de los rasgos de las reacciones a la crisis está siendo la lentitud de éstas de modo que cuando los gobiernos anuncian sus medidas para atajar el desastre A1 estamos ya en el A2. Aquí se plantea el segundo problema, esto es, que no solamente quiebren los bancos sino también los países. Es lo que está pasando con Islandia donde hasta hace poco ataban los perros con longanizas y ahora a lo mejor se tienen que comer a los perros; un país de 300.000 habitantes en bancarrota que un grupo de internautas chinos está pensando en comprar entero lo que admitirán Vds. que es pintoresco: los descendientes de los orgullosos vikingos convertidos en esclavos de los misteriosos asiáticos porque supongo que si compran el país lo compran con sus moradores. ¿O pretenderían echarlos? Claro que la rumorología ya dice que los siguientes en ir a la bancarrota serán Ucrania y Corea del Sur.

Tampoco China queda al margen de la crisis. La recesión que se vive ya de hecho en los países occidentales, principales clientes de la fabulosa capacidad productiva china, está obligando a las empresas de la República Popular a restringir la producción, lo que significa paro, y paro en proporciones chinas. Por ejemplo la Asociación industrial de Hong Kong prevé que, de seguir las cosas así, en los próximos meses perderán su empleo sólo en esa zona dos millones y medio de trabajadores. Porque si bien en China se adelanta un crecimiento del PIB de sólo un 10% (frente al 11,9% del año pasado) el país no está ni puede estar a cubierto de los procesos de globalización y son estos, como ya se ha dicho en Palinuro en repetidas ocasiones, los que hacen que esta crisis sea intratable en tanto no se consiga poner en pie lo que el economista chino Ding Xueliang llama un Consejo de Seguridad del sistema financiero mundial de lo que, me temo, hay tantas posibilidades como de que los Estados Unidos ganen la guerra del Irak. Y con esta globalización que no respeta frontera nacional alguna y que condenará a la recesión más o menos por igual a todas las economías (como supone el señor Rodríguez Zapatero en la entrevista que le hizo Público este finde, publicada en dos tandas una el sábado y otra el domingo) no hace falta ser un pesimista para aconsejar al personal que no se fíe de nadie y menos que de nadie de los bancos.

Es al amparo de esta galopante globalización en la que una cantidad indeterminada de sinvergüenzas, todos con másters en Yale y Harvard, han corrompido el sistema financiero mundial donde apunta en el horizonte el tercer problema: la siguiente oleada de quiebras producidas por los impagos (cientos, miles de millones de impagos) de los adelantos de las tarjetas de crédito en todo el mundo. Los morosos de las compras a plazos vendrán a sumarse a los dos grupos de grandes perdedores que ya ha dejado tras de sí la crisis: los que no pueden pagar las hipotecas y además ven que el precio de sus inmuebles baja continuamente y los titulares de fondos de pensiones que ven como se evaporan los ahorros de toda su vida. Esto es particularmente indignante sobre todo cuando se observa cómo los granujas que han estado haciendo su agosto con los "imaginativos" productos financieros reciben indemnizaciones millonarias como premio por haber estado robando.

No dudo de que el capitalismo se salvará ya que no hay con qué sustituirlo pero será a un coste terrible, dejando detrás de sí mucha más destrucción que la que preveía Schumpeter como creadora, destrucción "destructiva", ruina, frustración y desolación. No sé si la izquierda está en situación de explicar lo que sucede y proponer remedios que movilicen a la gente. Sospecho que no.

(La imagen es una foto de Hedrock, bajo licencia de Creative Commons).

Dos publicaciones interesantes.

El Institut de Ciències Politiques i Socials (ICPS) es un organismo autónomo dependiente de la Universidad Autónoma de Barcelona que realiza una intensa y encomiable tarea de investigación y publicaciones en el campo de las ciencias políticas y sociales. Fundado inicialmente por Isidre Molas y dirigido hoy por Joan Marcet, ha publicado ya docenas de monografías bajo la forma de Working Papers en una amplia serie de temas que van desde aspectos históricos de la política y la sociedad hasta los teóricos, pasando por cuestiones de partidos, de grupos de presión, etc y lo ha hecho en diversas lenguas, catalán, español, francés e inglés principalmente. Esa colección es hoy un instrumento precioso de trabajo para politólogos y sociólogos. Además en tiempos recientes el ICPS ha ampliado su radio de acción con algunas publicaciones de mayor empaque en forma de libro, alguna de las cuales ya reseñó Palinuro en su día, por ejemplo el de Carles Castro Relato electoral de España en el post de 8 de abril de 2008 titulado Una historia voto a voto así como otras de carácter periódico como este Anuario Político (ICPS, Barcelona, 2008, 136 págs) que sale por primera vez y es de esperar tenga feliz continuidad.

El anuario se divide en cinco apartados: procesos electorales, parlamento, gobierno, partidos políticos y ámbito local en los que hay artículos de especialistas y un cumplido acopio de material estadístico muy útil.

En la parte de "procesos electorales", un artículo de Lucía Medina (Les eleccions municipals de 2007 a Catalunya) da cuenta del enunciado del título. Como aspectos más destacados señala que sigue aumentando la abstención que comenzó en 1991 y así una abstención del 39% en 2003 llega en 2007 al 46% si bien está localizada en los municipios grandes por cuanto los pequeños, menores de 5.000 habitantes han tenido un aumento de la participación. Alguna relación tendrá esto con el hecho de que aunque Convergència i Unió (CiU) haya obtenido peores resultados en 2007 (25% del voto) que en 2003 (33%), siga siendo la primera fuerza municipalista, con 419 alcaldes y 3.384 concejales. El Partido Socialista de Cataluña (PSC) mantiene su representación en torno al 33% y acorta distancias con CiU al obtener 277 alcaldes y 2570 concejales, y lo mismo sucede con Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) que sigue subiendo lentamente en votación desde el 3% en 1991 al 12% en 2007 obteniendo 169 alcaldes y 1584 concejales. El PP e Iniciativa per Catalunya-Els Verts (ICV) se mantienen en torno al 10% del voto. El gráfico de la derecha es ilustrativo.

En el mismo apartado Tània Verge (Impacte de la Llei d'Igualtat en la feminització de la vida política local) prolonga un trabajo publicado en el penúltimo número de la Revista Española de Investigaciones Sociológicas, también reseñado en Palinuro el 15 de septiembre de 2008 en un post titulado Cuestiones de género. Lo centra en los gobiernos locales y sus conclusiones vienen a ser las mismas (y por los mismos procedimientos, más o menos): "la paritat legal no ha aconseguit esborrar l'empremta masculina de la vida política" (p. 16) y como la feminización de la vida pública depende de la voluntad de los actores, no ha avanzado cuanto sería de desear.

En la sección sobre el Parlamento, Ismael E. Pitarch (L'incidència del nou Reglament en el procediment legislatiu) toma nota de la norma al amparo del nuevo Estatuto que redefine la labor parlamentaria en Cataluña y dedica su atención a dos innovaciones: la figura del Relator y la introducción del decreto-ley, hasta ahora reservado al Gobierno de España. Por lo demás el Anuario trae una muy útil relación de datos sobre el Parlamento catalán: su organización, funciones, estructura, representación y actividad legislativa con dieciocho leyes aprobadas (clasificadas por su temática) así como los debates habidos. Llama la atención que, tras el debate llamado de "Política General", un sondeo del Centre d'Estudis d'Opinió de la Generalitat reveló que sólo el 35% de los encuestados sabía que se había producido. Parece poco, pero habría que compararlo con los datos de otras comunidades autónomas si existieran.

El apartado dedicado al Gobierno incluye un artículo de Jordi Matas (Objectiu de govern: estabilitat i desplegament de l'Estatut) en el que lo más significativo es el hecho de que el Gobierno de la Generalitat tuviera que realizar su labor en régimen de coalición demostrando, según dice Matas que "com en la majoria dels països europeus democràticament més avançats, tambén es pot governar en coalició de manera estable, que vol dire governar amb comoditat..." (p. 60), cosa, digo yo, que aún no ha demostrado el Gobierno de España. El anuario incluye datos interesantes como el organigrama del Gobierno. Al respecto, según puede verse en la imagen de la derecha, el Govern todavía tiene un camino que recorrer para hacer realidad el principio de igualdad de género en la administración ya que la proporción de mujeres está entre un 20% y un 33%. También se exponen las líneas de actuación del ejecutivo, el presupuesto de ingresos y gastos por capítulos (es de reseñar que los capítulos de sanidad y educación se lleven más del 61% del presupuesto, 40% para sanidad y 21% para educación) así como los acuerdos de gobierno y unos gráficos acerca de la valoración ciudadana de la acción de gobierno tanto al día de hoy (molt bona y bona: 34,5%; dolenta y molt dolenta: 22,5% y normal: 41%) como en serie histórica desde 1991 en la que puede apreciarse que la valoración molt bona + bona ha bajado unos 10 a 12% puntos porcentuales desde 1991.

En el apartado de partidos políticos, un artículo de Marta Luque (Els partits polítics catalans: entre la reestructuració, la contestació interna i la redefinició ideològica) pasa revista pormenorizada a los acontecimientos que han marcado a los partidos catalanes con bastante buen sentido. Se complementa el artículo con una información de fondo de cada uno de los partidos, su origen, evolución, estructura organizativa, composición actual y series históricas de resultados electorales partido por partido. Echo de menos datos de afiliación, aunque ya sé que es asunto muy difícil. Hay abundancia de información gráfica muy conveniente. Obsérvese el gráfico histórico de la simpatía hacia los partidos catalanes; se verá la clara hegemonía del PSC en torno al 30% prácticamente desde el comienzo lo que, naturalmente, no quiere decir que esa simpatía se traduzca en votos en las elecciones autonómicas, aunque sí en las generales.

El último apartado sobre ámbito local trae un interesante artículo de Jaume Magre (Reformes legals i retorn a l'equilibri sistèmic amb les eleccions municipals de 2007) que da cuenta de cómo ha influido en la organización del gobierno local catalán la reforma del Estatuto. No hace falta decir que el aspecto más interesante con respecto al de 1979 es la aparición de las veguerías, la vieja aspiración territorial catalanista en detrimento de las provincias que se mantendrán como formas organizativas "zombies" (el calificativo es mío) mientras la Constitución siga diciendo que son las circunscripciones electorales.


La otra publicación interesante es el número siete del Observatorio Político Autonómico, una edición conjunta de la Universidad Autónoma de Barcelona, la de Granada, la del País Vasco y la de Santiago de Compostela, bajo la dirección de Joan Marcet, Juan Montabes, Nieves Lagares y Francisco Llera, que contiene un sondeo de opinión en las cuatro comunidades con un cuestionario único que permite hacer comparaciones muy útiles entre las cuatro. Los sondeos se centran en: 1) opiniones sobre la situación política y social de España y de la Comunidad Autónoma; 2) el grado de satisfacción con el funcionamiento de la democracia en España; 3) la valoración que se hace de los gobiernos central y autonómico así como de los principales dirigentes políticos; y 4) algunas de las actitudes políticas básicas. Y los cuadros traen la información pertinente para el año 2007 así como las series históricas de las respuestas a las preguntas desde 2003. Incluyo tan sólo una de las numerosas tablas y gráficos del estudio que encuentro especialmente significativa. Se verá que así como los porcentajes de ciudadanos "muy satisfechos" con el funcionamiento de la democracia en España es más o menos el mismo en Andalucía, Euskadi y Galicia, baja en dos puntos en Cataluña. Cataluña, en cambio, ofrece el mayor porcentaje de "bastante" satisfechos, con un 55,8%, mientras que Euskadi tiene con mucho el más bajo (29,7%). En cambio los "poco" satisfechos en Euskadi representan unos 10 pountos porcentuales más que en Andalucía y Cataluña y lo llamativo es que los "nada satisfechos" con la democracia en España en Euskadi triplican a los de las demás comunidades autónomas. En conjunto, los "poco" y "nada" satisfechos con la democracia española en Euskadi son algo más del 60%, aproximadamente veinte puntos porcentuales por encima de las otras comunidades del observatorio. A los vascos no parece gustarles la democracia española, no sé si por déficit democrático o por ser española ya que en las tablas en que se pregunta por los sentimientos nacionales Euskadi da con mucho el mayor porcentaje de independentistas.

diumenge, 19 d’octubre del 2008

Visceralidad.

Que si esperpento, que si astracanada, que si disparate jurídico; que si el señor Garzón es un histrión, un sinvergüenza, un juez estrella, un ignoramus; que si pretende hacer una juicio a la derecha, abrir el camino a la revancha de la izquierda, hacer una nueva causa general; que por qué no pide el certificado de defunción de Napoleón... Entre los políticos y los columnistas de la derecha ayer no dejaron un hueso sano al juez Garzón. Estaban fuera de sí mostrando de tal modo tanto su nulo respeto por las decisiones judiciales como el miedo que tienen a que, por fin, el país ajuste cuentas con la Dictadura de verdad y salgan a la luz los asesinatos, torturas, violaciones, persecuciones, robos que se cometieron a cientos de miles entre 1936 y 1952 y sobre los cuales se edificó luego el "orden jurídico" de aquel régimen de delincuentes y criminales.

Es miedo lo que delata tanta visceralidad. Rabia y miedo. Miedo a la verdad. ¿No habíamos quedado en olvidarnos todos de todo?, dicen indignados. En nuestra generosidad, a pesar de haber ganado la guerra, aceptamos la democracia en el entendimiento de que nadie hurgaría en el pasado y héte aquí que llega un juezucho de tres al cuarto y rompe el gran pacto de la transición. El pacto del silencio.

No obstante aquí no se trata de otra cosa que de encontrar los cuerpos de las personas asesinadas por los franquistas durante aquellos dieciséis años porque eso es de justicia y es un derecho de los familiares y de la sociedad en su conjunto. Nadie quiere vengarse de nadie pero sí que se sepan los nombres de los asesinos, los torturadores, los pistoleros y esbirros que cometieron aquellas canalladas. Los fallecidos serán exonerados, los vivos, si se tercia, procesados con todas las garantías de la ley. No por venganza sino porque en una sociedad civilizada los delitos no deben quedar impunes. Y frente a eso ninguna ley de amnistía ni de punto final puede prevalecer.

Por eso está la derecha tan rabiosa, porque tiene miedo. Miedo por los intereses creados, claro está. Miedo de mirar a la verdad cara a cara, de que se sepa que erigieron su "paz" sobre fosas comunes de un pueblo masacrado y que, en muchos casos, su prosperidad se debió al saqueo y el pillaje; al botín de guerra. Tipos que siguen llamando al General felón "el anterior Jefe del Estado" es evidente que se sentirán personalmente agredidos por la decisión del juez Garzón. Muchos de ellos son ya viejos pero es bueno aprender, aunque sea de viejo, que el tiempo hace justicia

Dice el señor Rodríguez Zapatero que el franquismo ya ha sido juzgado por la historia. Por supuesto, por supuesto. Ya lo había sido desde el mismo dieciocho de julio de 1936 cuando un grupo de generales y mandos militares traidores y delincuentes, se alzó en armas contra el gobierno legítimo de la República. Pero ese juicio negativo no parece haberse escuchado bien. Sigue habiendo mucha huella de aquel régimen criminal: el Valle de los Caídos, por ejemplo; el arco de la Victoria (¿?) en La Moncloa; una fundación "Francisco Franco". ¿Alguien ha creado una fundación "Benito Mussolini" en Italia o una "Adolf Hitler" en Alemania? ¿Qué fines de interés colectivo y avance social puede perseguir una fundación "Francisco Franco"?

La visceralidad de la derecha muestra su miedo también en otro terreno en el que todavía nadie ha aquilatado las consecuencias de las actuaciones judiciales del señor Garzón: si el golpe de Estado de los militares fascistas españoles fue delictivo, todos sus actos son nulos de pleno derecho, empezando por sus famosos "Principios del Movimiento Nacional" que juró el Rey don Juan Carlos para convertirse luego en sucesor "a título de Rey" de aquel asesino. En el momento en que esto sucedió, el Rey pronunció un discurso en el que dijo lo siguiente:

"Una figura excepcional entra en la Historia. El nombre de Francisco Franco será ya un jalón del acontecer español y un hito al que será imposible dejar de referirse para entender la clave de nuestra vida política contemporánea. Con respeto y gratitud quiero recordar la figura de quien durante tantos años asumió la pesada responsabilidad de conducir la gobernación del Estado. Su recuerdo constituirá para mí una exigencia de comportamiento y de lealtad para con las funciones que asumo al servicio de la Patria. Es de pueblos grandes y nobles el saber recordar a quienes dedicaron su vida al servicio de un ideal. España nunca podrá olvidar a quien, como soldado y estadista, ha consagrado toda la existencia a su servicio."

Si quería ser Rey no hay duda de que no podía decir otra cosa. Pero nadie lo obligaba a ser Rey. Pudo negarse y si lo fue se debió a su estricta voluntad. Ahora, con el auto del juez Garzón en la mano, S.M. Juan Carlos I resulta profesar respeto y gratitud a un asesino, un criminal de lesa Humanidad. Si Dios escribe recto con reglones torcidos, esta Monarquía parlamentaria española fundamenta su carácter democrático y de respeto de los derechos humanos en el legado de un delincuente a quien España, en efecto, "nunca podrá olvidar" pero no por soldado y estadista sino por asesino.

No quiero ponerme tremebundo pero, a todos los efectos políticos, morales y jurídicos poner en cuestión la Dictadura es poner en cuestión la Monarquía que fue su heredera. Una monarquía que es una democracia y un Estado de derecho, sin duda, pero que tiene un vicio de origen que ahora se ve con claridad.

(La imagen es una foto de sagabardon, bajo licencia de Creative Commons).

Caminar sin rumbo (I).

INICIO.

Me dispongo a emprender un viaje que no sé a dónde me llevará ni cuánto durará pues no tiene rumbo ni itinerario ni objetivo concreto alguno. Es un viaje interior o, mejor dicho, la exteriorización del viaje interior en que consiste la vida, la cuenta de eso que se llama el vivir y está hecho de la materia de los sueños como se sabe. Ignoro qué forma tendrá aunque imagino que habrá estados de ánimo, paisajes, tiempos pasados y memorias, encuentros fortuitos con vivos y muertos, con gentes reales y ficciones, sobresaltos, proyectos, amoríos, pesadillas, reflexiones; habrá ocasiones, coloquios, despedidas, ámbitos para disentir, orden y desorden, desafíos al cosmos, ganas de morirse, angustia de recién nacido; habrá hombres, dioses, mujeres, niños, bestias, fantasmas y colegas de la oficina.

Tropezaré con el tiempo, trataré de engañarlo, me engañará, me engañaré, le confesaré que pasa sin sentir y cuando es acordado, ya se sabe, da dolor, lo perseguiré con saña y huiré de él buscando la nada en la que nadie quiere morar y es nuestro último refugio. Querré departir con los poderosos de este mundo y del otro, ocupar sus casas, disponer sus aperos y encontrarme con los miserables para encenderme de enojo. Resumiré todas las causas en una sola con una única pregunta que iré a depositar a los pies del principio de todas las cosas. Me volveré contra mí mismo por haberme perdido tantas veces y no querré soltarme sin acabar de confesarme en toda mi indignidad.

Sé que el itinerario pasará de lo posible a lo imposible como el ser se hace nada sin habérselo propuesto siquiera. Preguntaré a los que saben hasta encontrar la fuente de su ignorancia y me orientaré en cualquier dirección que se me ocurra, incluida la que me indiquen, pero no siempre porque un viaje a ninguna parte no puede tener un fin conocido ni dejar de tenerlo. Iré mirando las estrellas y pulsando la ley moral en mi corazón para que las unas y la otra puedan tener una conversación muda, hecha de infinita indiferencia y rendida admiración. Pienso moverme en el torbellino de la vida buscando una pauta de silencio que sé que sólo se puede encontrar si no se busca. Pero ¿por qué no voy a reconocer que si he de soportarme hasta el fin de mis días, bien puedo tratar de cambiarme por otro? ¿Y a dónde iré a buscarlo?

A ninguna parte.

La vida, el arte, el pensamiento, la acción, los cuentos y las cuentas de la vieja, querré registrarlo todo, observar su impacto en mi ánimo y traducirlo de alguna forma para que pueda entenderlo cuando menos yo. Quiero descubrir qué me lleva a escribir cuando se está tan a gusto paseando al atardecer; qué me induce a pelearme con las palabras cuando me rodean como ristras de chorizos que salen de la televisión o del susurro de la amante; qué puñetas me lleva a imaginar que lo que me ocurre o se me ocurre pueda tener interés para alguien más que no sea yo mismo de quien, por no saber, no sé si me intereso: o sí lo sé y sé que no y por eso ando disimulando con lo de que voy a hacer un viaje a ninguna parte, a salva sea la parte, a la parte de los infieles, a la parte del que reparte y a la del que la comparte.

Me las prometo felices deambulando en todas las dimensiones, cuarta, quinta y sexta incluidas pues sé que de la virtud haré necesidad e iré dando noticias de mi periplo según vaya teniéndolas yo, no necesariamente de modo regular. Palinuro me cede un hueco gentilmente pero no quiero abusar de su hospitalidad.

Así que aquí lo dejo, agarrado a la enésima taza de café en cuyos posos del fondo creo ver cómo titila la promesa de una o muchas aventuras. Al fin y al cabo, ¿no sería cuestión de ponerme en camino ya? Y eso es lo que he hecho: aprestar un lápiz y papel, abrir los ojos, mirar por encima de mis prejuicios, ver el mundo, el demonio y la carne y declararme rendido admirador de los tres que en el fondo son uno solo, exactamente lo que hay ahí fuera, majestuoso e ignorante de mis afanes con la misma razón con la que yo lo estoy de los suyos. ¿No he reiterado en los posts la experiencia del blog como un cuaderno de libertad en el que no hay que atender a respetos humanos? Con todo no olvido que el ejercicio de la libertad propia puede ser una peste para el vecino y como mi convicción me lleva siempre a pensar en los demás cuando me propongo algo, váyase mi libertad de escribir por la libertad de los demás de no leer.

Me pongo en camino en mi primera jornada con el ánimo henchido de expectativas. No es poca cosa haber llegado hasta aquí en esta explicación, releerla y dejarla estar como ejercicio de virtuosismo a la hora de explicar lo que encuentro inexplicable, ese impulso que me lleva a intentar caminos, a mirar por las ventanas, a preguntar por dónde voy a donde no quiero ir, a querer saber sin ignorar que tanto más se sabe cuanto más se olvida. Porque el saber que se sabe suele ser profesoral, aburrido y estar muerto ya que sólo es saber el que no se sabe sabiendo. Lo demás es impostación o deseos de que lo nombren a uno asesor de cualquier idiota. En la primera jornada el viajero tiene una tarea grata: ha de hacerse camino, luz, distancia y perderse por los huecos de la nada, jugando con alegría exaltada a mirarse en vida, en vida que inquiere qué se hace de las demás y busca encontrarse con ellas para sumar y seguir.

Como si eso, vano iluso, fuera posible; como si comunicarse directamente fuera posible y sin olvidar que indirectamente tampoco lo es. La primera jornada, como el momento en que el nadador friolero se acerca al agua, sólo puede resolverse tirándose de cabeza a ver qué pasa y lo que pasa es lo que te pasa por la cabeza, ni más ni menos. Lo horrible de la vida cotidiana y lo que fuerza a buscarla fuera de ella misma, quizá en otro continente u otro tiempo u otra clase, religión, cultura, lengua es que está inventariada y cronometrada.

Si quieres vivir libre de la tiranía del orden tienes quie ir para atrás hasta alcanzar la edad de la inocencia y como por definición, ésta no se impone una vez que se ha perdido sólo queda el recurso de ser inocente.

Ya veremos qué sucede.

(Las imágenes son sendos cuadros de Caspar David Friedrich, uno de 1822, titulado Mujer a la ventana que se encuentra en la Nationalgallerie de Berlín y el otro de 1818 Mujer frente al sol poniente, en el Museo Folkwang, Essen).

dissabte, 18 d’octubre del 2008

La inverecundia eclesiástica.

Arrecian las diatribas de la Iglesia católica contra la depravación de la época, el relativismo moral, la procreación con fines terapéuticos y todo lo que se mueva y pueda hacer más llevadera la vida a las personas en este valle de lágrimas. Lo de menos es aquí que el Papa, sus obispos, los curas y sus monagos se arroguen el derecho a opinar sobre cómo deben organizar la vida moralmente las personas con independencia de si son creyentes o no, esto es, que se adjudiquen el derecho a opinar, enjuiciar y orientar no sólo las opciones morales de sus fieles sino también las de los que no pertenecemos al rebaño. Y digo que es lo de menos porque, gracias a esa impertinencia, a esa demasía eclesiástica, podemos los no católicos en justa correspondencia opinar sobre las opiniones de la Iglesia; incluso estamos legitimados para enjuiciar sus asuntos internos. Por ejemplo opino que el Estado debiera obligar a la Iglesia a cumplir la vigente Ley de Igualdad de género ordenando tantos sacerdotes como sacerdotisas. Aunque en el Concordato de 1953 se dice que el Estado español reconoce a la Iglesia católica como sociedad perfecta entiendo que los Acuerdos de 1979 entre el Estado español y la Santa Sede derogan de hecho el Concordato y, por lo tanto, aquel reconocimiento. Entiendo que para el Estado español la Iglesia es una sociedad "imperfecta", humana, como son todas las asociaciones de derecho privado, que están obligadas a cumplir la legislación vigente uno de cuyos puntos básios es la supresión de la discriminación por razón de sexo. Las mujeres tienen el mismo derecho a ser curas, obispas y papisas que los hombres. Y todavía diré más: si la Iglesia suprimiera ese horroroso mandato del celibato la situación sería más llevadera para los curas y habría mucha menos pedofilia en las parroquias católicas, cosa que tranquilizaría mucho a quienes somos padres, especialmente a aquellos que envíen a sus hijos a colegios católicos.

No deseo llevar las cosas tan lejos por ahora y me concentraré en las declaraciones de la Iglesia sobre cuestiones no eclesiásticas, civiles o históricas. Son fáciles de distinguir porque siempre son las más negativas y reaccionarias: no, no, no y si hay que hacer algo que sea sin placer, sin alegría, con sufrimiento.

Comenzó esta nueva exhibición de inverecundia el Papa Benedicto XVI afirmando que el silencio de Pío XII ante el Holocausto fue lo mejor que pudo pasar porque así se salvó al mayor número posible de judíos a 850.000 según los más precisos. ¿Por qué no? Posiblemente. Pío XII siguió el ejemplo de un antecesor suyo, Poncio Pilato quien con su silencio también ayudó a salvar a un judío: Barrabás. Pero ¿cómo se puede tener el morro de decir que callarse ante la injusticia es mejor que alzar la voz contra ella? Sostengo que el principal defecto del Papa Benedicto (y tiene muchos pues es vanidoso, autoritario e intemperante) es su soberbia intelectual. Es tan pagado de sí mismo que piensa que los demás seres humanos somos tontos y se nos puede colocar cualquier tontería como si ignoráramos que el único momento en que el silencio está justificado es cuando hablamos de nosotros mismos. De nobis ipsis silemus.

A continuación salió el indescriptible Monseñor Rouco Varela representante vivo del espíritu tridentino explicando sana doctrina en un Sínodo en Roma. Dijo el Cardenal que el relativismo moral (el punching ball favorito de la ultracatólica señora Aguirre) fue el culpable del nazismo y el comunismo soviético. Lo dijo como si ambos le parecieran detestables, demoníacos y le dieran asco. No me explico en tal caso qué hacían los clérigos católicos de la foto brazo en alto a lo nazi ni qué la jerarquía española desde el cardenal Segura al también cardenal Pla y Deniel bendiciendo la Cruzada del asesino Francisco Franco, un nazi de El Ferrol. Tampoco me explico el Concordato que el Vaticano firmó con la Alemania nazi (al fin y al cabo Hitler era católico) el 20 de julio de 1933 y por el que el Estado alemán reconocía grandes privilegios a la Iglesia, aunque mantenía la separación de la época de Weimar. Es cierto que los curas católicos y los evangélicos participaron crecientemente en la resistencia antinazi y los nazis los persiguieron igual que a otros resistentes. Pero el Concordato siguió en vigor hasta el final y el Vaticano no lo denunció, lo que demuestra su hipocresía.

La tercera manifestación pública de la Iglesia trae sentido provocador y viene de la declaración de Monseñor Martínez Camino, secretario de la Conferencia Episcopal, obispo auxiliar de Madrid y carcunda redomado. Según el prelado la Iglesia se apresta a beatificar a ochocientos mártires más de la guerra civil española. Se entiende que mártires a manos de la horda roja. Este obispo, el más refitolero de los prelados, enamorado de su imagen como Narciso, es un heraldo del nuevo nacionalcatolicismo que trata así de desagraviar a Dios por el hecho de que un juez satánico pretenda rehabilitar a más de cien mil rojos, ateos y masones, justísimamente perseguidos, torturados, fusilados y ocultados por el glorioso Movimiento Nacional. A los curas no les parece bastante lo que hizo Franco por las víctimas de su bando y ahora pretende nbeatificarlas mientras obstaculizan o impiden que los parientes puedan encontrar los restos de las que asesinaron los fascistas con la bendición de la Iglesia.

La última manifestación eclesiástica, la que condena la práctica (que llama "eugenésica") de que nazcan niños para salvar a otros nacidos antes pero en peligro de muerte es las más absurda e insólita de todas. No se trata solamente de que esa oposición muestre lo reccionario de la actitud de la Iglesia, contraria a todo avance que alivie la condición humana. Tampoco, y es grave, de que muestre tanta inhumanidad y falta de caridad por serle indiferente que muera un ser humano, con tal de no revisar sus muy anticuadas teorías sobre la vida. Porque los niños no nacen para resolver el problema a su hermano mayor y a continuación acaban en el cesto de la basura. No, los niños nacen para vivir su vida y su destino individual y, de paso, hacen un favor a otro que, de no contar con él moriría.

Lo verdaderamente grave e insólito de este último "no" doctrinal de la Iglesia es que lo que condena es precisamente lo que ella propone como modelo. ¿O no vino al mundo Cristo con el único fin de salvar no a un hermano sino a todos sus hermanos? ¿No fue concebido por y para eso? ¿Y no somos todos uno en Cristo, según dice Benedicto XVI? ¿Por qué no va a nacer un niño que venga al mundo, entre otras cosas, para salvar la vida de su hermano? Es decir no solamente le falta solidaridad y caridad a la Iglesia sino también mero sentido común.

(La primera imagen es una foto de Ammar Abd Rabbo, bajo licencia de Creative Commons).