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dissabte, 1 de febrer del 2014

El aborto será vuestra tumba.

La asociación de presuntos mangantes, cobradores de sobresueldos, mamandurrios, carromeros, enchufados,  chupacirios y franquistas sigue con su cónclave vallisoletano, soltándose trolas unos a otros, como si alguien más en el país estuviera escuchando o tuviera el menor interés en saber con qué nuevas mentiras pretende el  sobresueldos volver a engañar a la ciudadanía. Dicen que promete bajadas "escalonadas" de impuestos a partir de 2015. Lo de "escalonadas" es terminología técnica, por si cuela el aplazado embuste. Montoro, ya identificado con su figura de Nosferatu el chupasangres, promete congelar el IVA. ¿Tienen alguna duda? Lo congelará después de subirlo de nuevo y tras haberlo bajado para sus amigos. Creen estos pillastres, todos chupones de los presupuestos públicos, todos en política para forrarse, que los demás españoles son tan mangantes como ellos y por eso hacen promesas típicas de trileros.

Pero su crédito es nulo. ¿Quién, háganme el favor, quién cree en España en la palabra de Rajoy, de Soraya Sáez, de Cospedal? Ni sus mascotas. Han abusado tanto de la mentira sistemática como forma de gobierno que nadie les presta no ya crédito sino atención. La atención al día de hoy se la lleva el plante masivo de la población frente a esa ley contra las mujeres que el monago Gallardón ha expectorado de consuno con clero más reaccionario. Miles y miles y miles de personas en España y fuera de España hemos dicho hoy a este hipócrita que retire ese propósito inmoral, fascista, feminófobo. Y de eso es de lo que se habla, de lo que se informa, porque mientras la asociación de presuntos chorizos sigue empeñada en prometer dineros, vacas gordas, brotes verdes, sobornos, la gente hemos salido a la calle en nombre de la dignidad, para que cuatro malnacidos sectarios, con o sin sotana, no impongan a la inmensa mayoría de la población sus "convicciones". Y pongo "convicciones" entre comillas porque, tratándose de las de estos trileros, son tan falsas como el dinero del monopoly. Prohíben comportamientos que ellos tienen; impiden abortos que ellos practican; igual que condenan la pederastia a la que se entregan a cientos.

Y, en efecto, aparte de que, en nuestro caso, las convicciones son genuinas y no falsas, como las de ellos, somos mayoría. Somos mayoría incluso entre sus propios votantes, como se ve en la portada de El Periódico de Cataluña. Ni quienes votan a esta derecha fascista quieren que esta derecha fascista les arrebate sus derechos.

Si mantenemos fuerte la protesta, Madrid y el aborto serán la tumba de estos franquistas. Lo decía Llach:

Si jo l'estiro fort per aquí
i tu l'estires fort per allà,
segur que tomba, tomba, tomba,
i ens podrem alliberar.

dijous, 2 de gener del 2014

Por qué los fascistas de hoy son peores que los de 1939.


En 1939, cuando terminó la guerra civil desencadenada por el golpe de Estado de unos generales delincuentes y unos obispos criminales, España quedó dividida en dos partes: los vencedores y los vencidos. Estos últimos carecían de derechos de todo tipo. Nada era seguro para ellos: ni la propiedad, ni la familia, ni el honor, ni la profesión, ni la integridad física, ni la misma vida. Estaban sometidos a la voluntad y el capricho de los vencedores que los trataron sin piedad durante cuarenta años. Demasiado tiempo que ha dejado huellas imborrables en la memoria colectiva.

A su vez, el bando de los vencedores también se dividió en dos: los fascistas por convicción y  por conveniencia. Nada tengo que decir de los primeros: no engañaron nunca. Lo suyo era una tiranía basada en la opresión, la explotación, el saqueo, la tortura, el terror, el asesinato. Ya fueran civiles, militares o clérigos, los franquistas de convicción estaban en su papel, esgrimiendo el título del derecho de conquista por la fuerza de las armas.

Luego estaban los franquistas por conveniencia. No fueron responsables del genocidio, ni lo iniciaron y muchos, probablemente, abominaban de él en privado. Pero se doblegaron, se adaptaron, tuvieron miedo. Comprensible: a nadie le gusta ver cómo asesinan impunemente a tu vecino, como violan a su mujer o secuestran a sus hijos; a nadie le gusta que lo apaleen, lo torturen o lo tiren por la ventana. El miedo es reacción muy humana y no será Palinuro quien se lo reproche. Los franquistas de conveniencia se callaron y aprendieron a sobrevivir en silencio, humillados, pero seguros. Pasa siempre con las tiranías: unos se someten de grado, otros a la fuerza. Todos se someten, aunque su sumisión no suscite el mismo juicio moral. Es la cuestión del "no había más remedio"; "todos lo hicieron"; "todos levantaban el brazo"; "todos bautizaban a sus hijos". Y también la cuestión (que algunos podemos plantear -permítasenos- con legítimo orgullo) del "¿todos? Yo, no". Mis padres y mi hermano no se doblegaron. Yo tampoco. No hay más. No pedimos nada. No creemos ser más o mejores que otros. Simplemente no nos doblegamos. Y, como nosotros, bastantes más. 
Insisto. Entiendo a los franquistas de conveniencia... de entonces. Era mucho el miedo, el terror, el silencio.  ¿Y los de ahora? Ahora no hay miedo, no hay torturas, ni asesinatos (al menos, a la antigua usanza, contra la tapia de un cementerio), ni terror. Es decir, estos de hoy en el gobierno, en el PP, en los medios de la derecha, en la iglesia, no tienen nada que temer, no ya de sus compadres franquistas; ni siquiera de una izquierda que ha resultado ser abandonista y timorata. Y, sin embargo, son tan duros y desalmados como los genocidas: no hay justicia para las víctimas del franquismo, no hay reconocimiento de culpabilidad en el genocidio, no hay condena de la dictadura, ni renuncia a la memoria del franquismo, ni ilegalización de las organizaciones franquistas de todo tipo, pero sí glorificación del fascismo y prosecución, cuando no endurecimiento de su tarea reaccionaria y nacionalcatólica en el terreno legislativo.
Es decir estos franquistas de hoy, hijos, nietos, yernos, parientes, seguidores, discipulos, beneficiarios del franquismo son mucho peores que los de conveniencia de la dictadura.
Porque vuelven a ser los franquistas de convicción, que sólo admiten un régimen en el que únicamente se escuche su voz, se nieguen los derechos de todos los demás, se repriman las protestas con la máxima dureza, se desprecie la cultura, el progreso, la educación y la ciencia, se recluya de nuevo a las mujeres en la sumisión y se condene al pueblo a la miseria o a la emigración.
¿Ustedes tienen claro que habrá elecciones en 2015? Yo no.

(La imagen es una foto de Esperanza Aguirre Gil de Biedma, con licencia Creative Commons).

diumenge, 29 de desembre del 2013

Mi amigo Jaime.


Leo en El País una noticia que me indigna como amigo, como ciudadano y como profesional. El alto funcionario Jaime Nicolás Muñiz, del ministerio del Interior, se ha querellado contra su ministro, Fernández Díaz, por acoso laboral. Es la tercera ocasión en que el diario de PRISA saca a relucir el asunto, prueba de que trata bien a Jaime. Esa suerte que tiene, porque a mí me odia. Con la querella, Jaime pretende luchar contra la injusticia y la arbitrariedad de que está siendo objeto por la actual dirección del ministerio, un puñado de chupacirios incompetentes y autoritarios que no saben hacer la o con un canuto porque llevan toda su vida de chupones de la política, a las órdenes del PP.

Soy amigo de Jaime desde tiempo inmemorial y doy fe de que todo cuanto de laudatorio se dice sobre él en el artículo es cierto y la pieza aun se queda corta. Jaime es un funcionario del máximo nivel, 30, obtenido por sus muchos merecimientos: es jurista, politólogo, formado en Alemania, de competencia probada a lo largo de los años, con una experiencia acumulada en diversos destinos, desde el Centro de Investigaciones Sociológicas al Consejo de Estado, pasando por el Tribunal Constitucional o el Centro de Estudios Constitucionales. Es un verdadero tesoro que cualquier empresa medianamente competente ficharía con los ojos cerrados. Sé todo esto porque, como digo, soy amigo suyo. Y dejo constancia de que, en efecto, es traductor de Habermas al castellano; tradujimos juntos una obra suya, La reconstrucción del materialismo histórico. Lo cual apunta a otro de sus rasgos que el diario también señala: es un hombre sólidamente de izquierda; sin adscripción partidista, pero de izquierda. En cuyo dato probablemente esté el origen de su actual aventura. Añado por mi cuenta, que es una gran persona, un hombre educado, afable, de buen trato y modesto, a pesar de su mucho saber y su  historial en la administración del Estado, a cuyo servicio ha dedicado de verdad su vida.
 
Desde que esta asociación de presuntos malhechores ganó las elecciones en 2011, Jaime fue sometido a una situación de ostracismo laboral, "en expectativa de destino", como suele decirse en la jerga burocrática, sin cometido concreto que realizar, mano sobre mano, cobrando todos los meses su sueldo, pero sin hacer nada. Una típica actitud jesuítica de estos sectarios que trata de minar la autoestima de la víctima, humillarla, forzarla a pedir el traslado o la jubilación más o menos anticipada y todo eso sin que parezca represalia por motivos políticos, sin que medie explicación o razón alguna: simplemente, entras en la lista negra de los desafectos y se te somete a esta arbitrariedad silenciosa.  Es el expediente típico de Rajoy, de los fascistas clericales: ignorar lo que molesta, no hablar de ello, hacerlo a un lado. En manos, además de estos dementes de Interior (los hacedores de la Ley Mordaza)¨, el asunto llega al ilícito penal del mobbing, previsto en la normativa vigente que Jaime esgrime en pro de sus derechos. Una actitud digna y valiente que no solo defiende sus intereses sino los de muchos otros funcionarios, profesionales competentes en diversos ministerios (singularmente, Exteriores), ninguneados ahora por esta banda de profesionales del trinque, sin otro oficio ni beneficio que el arribismo y el peloteo político.
 
Porque el asunto de Jaime no empieza y acaba en él. Yo sé que, si así fuera, no le gustaría nada esta entrada. Pero no es así y de ahí la entrada. El caso de Jaime simboliza un modo de proceder en la administración pública propio de los partidos políticos que son todos (si bien unos más que otros) verdaderas oligarquías, cortijos donde los barandas reparten los puestos de la Administración entre los fieles, los pelotas, tiralevitas y palanganeros, con ignorancia de los principios de mérito y capacidad que la Constitución pregona. Singularmente el PP, acostumbrado a nombrar a dedo enchufados a cientos con sueldos de cine a cambio de fidelidad canina o carromera, en detrimento de la eficacia y la racionalidad de la administración pública. Estos son los que vienen luego dando lecciones de eficacia en la gestión, eficiencia de resultados, rigor, productividad; son los que vilipendian lo público por ineficiente y ruinoso cuando son ellos, su falta de escrúpulos y mínima competencia, los causantes de la ruina, y los que ensalzan la gloria de lo privado. En román paladino: caballos de Troya del robo privado, se hacen con los puestos de la administración pública, la desmantelan, la gestionan con criterios de pura secta de sicarios, malversan y expolian los caudales públicos, luego dicen que hay que privatizar los servicios para ahorrar y, cuando cesan, los nombran directivos de las empresas privadas en cuyo beneficio trabajaron. Recompensa por los servicios prestados a los sinvergüenzas del PP o del PSOE o de quien tenga el morro de esta desfachatez.

Si el sectario Fernández Díaz, en claro abuso de poder, quiere darse el gusto personal de amargar la vida a Jaime, al que tiene envidia por ser mejor que él y ojeriza porque es demócrata y de izquierdas, que le pague él la nómina de su bolsillo, no con el dinero de los contribuyentes. Los ciudadanos  queremos que los gestores públicos empleen nuestros dineros en administrar racionalmente lo de todos y no en darse caprichos personales, pagarse cruceros a las Bahamas o tener en un pasillo, mano sobre mano, a un funcionario que cobra del erario público. Funcionario que, como es el caso, vale mil veces más que los politiquillos, pelotas profesionales que lo persiguen en clara contravención de la ley.

divendres, 27 de desembre del 2013

La mendacidad de los corruptos.


El leader más incompetente de Europa, según feliz definición del eurodiputado británico Nigel Farage, el dirigente más mendaz, falso, desacreditado y tramposo del continente comparece ante los medios y porque no le queda otro recurso. Si por él fuera, reduciría los medios a uno solo y fiel a su dictado, como hacia su modelo e inspirador ideológico, Franco. Eso ya no es posible (al menos de momento) y, al no haber otra salida, acepta la rueda de prensa pero solo para colocar la acostumbrada sarta de mentiras, responder -si le place- las preguntas cómodas e ignorar la otras con su característica chulería de cacique de provincias, su verdadera naturaleza. Los periodistas y, a través de ellos, los ciudadanos, experimentan la impotencia de quien es ignorado, burlado en sus derechos por un individuo sin autoridad, dignidad, ni categoría, sospechoso de corrupción, amparador y cómplice de corruptos y hasta delincuentes, embustero, cínico e inmoral; un individuo al que sus lacayos en la prensa celebran con alharacas y que se vale de una autoridad ilegítimamente conseguida para violar todas las normas de la moral pública.

El balance del jefe de esta asociación de presuntos mangantes que se hace pasar por partido político por lo de las subvenciones, corona un año de arbitrariedades, latrocinios, mendacidades, ridículos, estulticias y abusos con una intervención que podrá pasar a los anales de la de indecencia discursiva de no ser porque es igual a todas las suyas.

El año 2014, dice el mendaz, será el de la recuperación. Dicho 24 horas después de que el gobierno "congele" el salario mínimo en 645 euros mensuales. Otra mentira de estos embusteros empedernidos porque no es una congelación sino una bajada o reducción, ya que si el dicho salario se mantiene pero todos los precios suben (transportes, luz, etc), no es una congelación sino una bajada, una reducción, un recorte, otro latrocinio de quienes permiten que los banqueros supuestamente delincuentes se lo lleven crudo.

El PP, prosigue el mendaz, seguirá "colaborando con la justicia". Eso cuando la policía ha entrado a registrar la sede central por orden del juez. No se le ocurre -o se le ocurre, pero no lo dice- que lo lógico cuando la policía registra la sede de tu partido en busca de pruebas de tus fechorías es dimitir y convocar nuevas elecciones. Ni hablar, añade el mendaz, continuaremos colaborando con la justicia como hemos hecho hasta ahora: destruyendo discos duros, suprimiendo registros de entrada, borrando los correos de los imputados, o sea, ocultando pruebas. Seguiremos colaborando con la justicia obstruyéndola, amenazando y persiguiendo a los jueces independientes.

La ley Rouco/Gallardón contra las mujeres que el untoso ministro de Justicia ha bautizado con un nombre tan falso como cursi (fiel trasunto de su personalidad) es, dice el embustero compulsivo, "equilibrada". Una expresión cuya estolidez pretende señalar que la ley no suprime todos los derechos de las mujeres sino solamente los que molestan a los curas y su monaguillo Gallardón.

El mendaz compareciente corona su sarta de engaños y embustes asegurando que él esta siempre dispuesto al diálogo excepto sobre aquello sobre lo que no le da la gana. Y eso es lo más infumable de esta historia: que a la mendacidad del sujeto se una siempre la arrogancia, la prepotencia, la chulería de quien, en el fondo, no se considera representante o delegado de los ciudadanos sino su amo y señor.

Solo hay otro pájaro en esta manga de presuntos mangantes empeñados en hablar de política cuando lo suyo es el trinque, que se iguale al primer mendaz: el engreído que ha perpetrado ese proyecto de ley contra las mujeres. Dice este necio con ínfulas de intelectual que él tendría un niño con graves malformaciones por convicción personal. Es tan estúpido, tan fascista y totalitario, que no le parece repugnante imponer por ley a los demás sus convicciones personales. Tenga usted todos los hijos que quiera y como quiera pero, ¿de dónde saca que tiene derecho a obligar a los demás a hacer lo que usted hace por "convicción personal"? ¿No ve que eso es de bárbaros? Bueno no solamente este bárbaro no se considera bárbaro sino que mostrando la raíz misma de su muy justificado complejo de inferioridad, sostiene que su bárbara ley feminicida acaba con la "superioridad moral de la izquierda". Esta pandilla de mangantes lleva casi quince años acabando con la "superioridad moral de la izquierda". Empezó hace decenio y medio Esperanza Aguirre y en ello siguen con lo que demuestran ser en esto tan buenos como en todo lo demás.

¿Merece respeto este mendaz y la banda de presuntos que encabeza? No, en absoluto, en la medida en que un presidente de un gobierno supuestamente corrupto y tan supuestamente corrupto como ese mismo gobierno, comparece ante la prensa a mentir descaradamente a toda la ciudadanía -como ya lo hizo en el parlamento- y a despreciarla con altanería y soberbia cuando ni siquiera se digna contestar las preguntas que le hacen los periodistas y que son las que le plantean los ciudadanos. ¿Respeto un embustero patológico, presunto cogedor de sobres en negro, amigo de delincuentes, amparador de corruptos que lleva dos años escurriendo el bulto por los pasillos, ocultándose de la prensa, falseando las comparecencias, mintiendo en sede parlamentaria, censurando, engañando y abusando de la autoridad que detenta? Ninguno.

Y él lo sabe de sobra. Por eso ha encomendado a ese amigo suyo, sectario del Opus, neurótico del orden público con fantasías de omnipotencia infantil, una ley mordaza monstruosa para reprimir a la población cuando sus embustes y mendacidades provoquen indignación y protestas. En contra de lo que dice Milton, la mentira se impondrá siempre a la verdad a base de abrir la cabeza a la gente a palos.

dilluns, 23 de desembre del 2013

Más europeos contra el fascismo del gobierno español.

No es solamente la ministra francesa de Derechos de la mujer, al fin y al cabo, socialista, de origen árabe y ¡mujer! la que protesta por ese proyecto de ley contra las mujeres que acaba de perpetrar el monaguillo Gallardón por orden de los curas, que son quienes mandan en España. También el viejo, respetado y muy influyente "The Times" británico critica con dureza ese engendro nacionalcatólico en un editorial titulado "abuso de poder".

Como los fascistas del gobierno ignoran el inglés (entre otras muchas cosas), Palinuro les traduce dos párrafos (uno al comienzo y otro al final) del editorial en cuestión al tiempo que se felicita por esta nítida posición de dos grandes países de esa avanzada Europa de la que estos carcundas cada vez nos alejan más. Ojalá Europa entera alce su voz en contra de este gobierno franquista. Es una esperanza de los demócratas españoles.

"El proyecto solo lo apoya una pequeña minoría. Rompe un principio de política democrática al substituir el juicio privado de los ciudadanos individuales por las órdenes del Estado. Socava el pluralismo, restringe la libertad, hace retroceder a las mujeres en la sociedad española, daña la vida de familia e inflige daños psíquicos y físicos a las mujeres que a veces se encuentran en situaciones desesperadas. Es una mala ley que tendrá consecuencias previsibles lamentable".

El último párrafo:

"Meter del derecho penal en los asuntos de la salud de la mujer y la reflexión en conciencia es un abuso de poder del gobierno. Un gobierno constitucional no invade zonas de juicio personal que la mayoría de los ciudadanos considera que pertenece al ámbito de la familia. La ingeniería social es propia de los gobiernos autocráticos. Los amigos y aliados de España deben pedir al señor Rajoy que se lo piense dos veces".

Si yo fuera ministro de Justicia y un periódico tan serio y conservador (o, sea, de mi partido) publicara un editorial de ese calibre sobre una ley mía, se me caería la cara de vergüenza. Pero yo no soy ministro de Justicia y el ministro de Justicia "conservador" español, como todos los nacionalcatólicos fascistas, carece de vergüenza. Los señores de "The Times" no saben de quién están hablando: auténticos truhanes sin principios ni dignidad, al servicio de los curas.

dissabte, 21 de desembre del 2013

Dos sofismas de la ley contra las mujeres.

Toda la ley de ese hipócrita ultrarreaccionario respira misoginia. Está dictada directamente por los mayores enemigos de las mujeres, los curas, los que las consideran siervas de Satán, condenación de los hombres y no sé cuántas estupideces más. Toda ella, desde el principio al final.

Pero contiene dos cuestiones que llevan el sello inconfundible del engreimiento de este ministro que se piensa un nuevo Kelsen y no es otra cosa que un monaguillo bobo a las órdenes de los clérigos. Son la legalidad del aborto por violación y la irresponsabilidad penal de las mujeres en caso de interrupción del embarazo.

La violación. Si, como afirman estos falsos santurrones, de lo que se trata es de proteger la vida del concebido, ¿por qué se permite el aborto en caso de violación? También podría preguntarse por qué se permite en caso de riesgo para la madre. Pero aquí la respuesta podría ser porque el peligro de vida de la madre puede poner en riesgo la del hijo. Pero no hay tal cosa en la violación. El niño puede ser robusto y viable y la madre también, ¿por qué, sin embargo, se admite el aborto?  Porque no se atreven a prohibirlo, como, mucho más consecuentes con su inhumana doctrina, hacen los católicos en varios países latinoamericanos. La violación está aquí mal vista (gracias a la lucha de la izquierda y las feministas) y estos sinvergüenzas no se atreven a decir lo que piensan, esto es, que algo habrá hecho la violada y que prevalece el derecho del nasciturus. Como no es el caso, es claro que hay algo que está por encima del "derecho" del feto. Y si lo está la violación, ¿por qué no otras circunstancias, incluida la libre voluntad de la mujer de parir o no parir según decida? La violación, sí; la libre voluntad de la mujer, no. ¿Por qué? Porque le da la gana a esta manga de clericalfascistas.,

La irresponsabilidad penal de las mujeres. El ministro Gallardón es tan presumido, tan estúpido y tan soberbio que vende como un hito progresista que la ley no haga reproche criminal a la mujer que haya abortado sino a todos los demás que hayan intervenido. Afirma que es un paso adelante en la lucha de las mujeres por su emancipación. Lo de menos es que este medida esté copiada de las recomendaciones para poner fin a la prostitución, esto es, castigar al proxeneta y al cliente, pero no a la puta. Ya es bastante repugnante comparar una situación de explotación sexual de la que la mujer suele ser las víctima con la libre decisión de abortar. Pero hay más: a este sofista barato no parece habérsele ocurrido que proclamar la irresponsabilidad penal de las mujeres en actos libremente consentidos equivale a seguir tratándolas como menores de edad, como enajenadas. O sea, como mujeres desde el punto de vista de esta derecha insoportable, fascista y meapilas.

(La imagen es una foto de La Moncloa aquí reproducida según su ”aviso legal”).

divendres, 20 de desembre del 2013

Contra las mujeres.


En un país en cuya capital el colegio de abogados decide mantener el título de "decanos honoríficos" a favor del genocida Francisco Franco y el fascista José Antonio Primo de Rivera no tiene nada de extraño que el gobierno haga aprobar leyes injustas y machistas por un parlamento que, a su vez, reverbera de reaccionarios y cipayas.

Es un país en el que un porcentaje importante de la población sigue siendo franquista, fascista, partidario de la dictadura y que vive tan feliz regida por un gobierno compuesto por corruptos, imbéciles y meapilas y dirigido por otro corrupto especialmente mendaz. Es un país que no pertenece al continente en que se encuentra, Europa, sino al de Asia musulmana, ni al siglo en que se halla, el XXI, sino al XV.

A lo mejor con estos dos datos, esos genios que reprochan lo poco que se consiguió en la transición pueden ver lo que cuesta mover esta densa capa de burricie, oscurantismo y servilismo rasgos esenciales de España. O quizá puedan ahora demostrar cuánto valen, evitando que la reacción nacionalcatólica hunda más el país. Y quizá se entienda también por qué la zona más avanzada, más europea, Cataluña, pretende independizarse y muchos la envidiemos.

Que siete diputadas del PP aplaudan como locas al ministro que convierte en ley su propia servidumbre demuestra a las claras el grado de abyección a que pueden llegar los seres humanos. Porque esa ley que este hipócrita clerical ha impuesto al país a caballo de una mayoría absoluta lograda por la banda de malhechores que ganó las últimas elecciones a base de mentiras es el ataque más brutal que se ha producido en nuestro país en contra de las mujeres.

O sea, esas siete cipayas, aplauden como lo que son: almas serviles, criadas del machismo patriarcal de los curas y sus monaguillos, elementos en el proceso de reproducción de su miseria. Pero son algo más: auténticas estúpidas que no solamente aplauden que se las despoje de sus derechos sino que se las trate como inferiores mentales.

¿Por qué? Sencillo: ¿han escuchado ustedes a este untoso sofista vanagloriándose de que "por primera vez se va a despenalizar de modo absoluto a las mujeres en las casos de abortos ilegales", como si fuera una conquista para ellas? ¿Lo han oído decir muy ufano, como buen fariseo y sepulcro blanqueado que en el aborto, la mujer nunca es culpable sino víctima, dando a entender que es un avance?

¿Y qué es eso sino muestra palpable de que este majadero considera a las mujeres como menores de edad, niñas, inferiores, irresponsables de sus actos?

Esa muestra de machismo es lo que estas descerebradas aplauden y los ciudadanos normales tenemos que soportar porque 11 millones de individuos, de esos que aceptan encantados que Franco y José Antonio sigan siendo decanos honorarios del colegio de abogados, lo han votado.

El aborto es sagrado.


Hace unos meses, las bravas activistas de Femen irrumpieron en el Congreso de los diputados al grito de el aborto es sagrado. Hubo un desbarajuste, un rifirrafe y un notable desconcierto entre los diputados. Solo se escucharon algunos tímidos aplausos mientras la mayoría guardaba un incómodo silencio, incluso las mujeres. Algunas, las más reaccionarias, manifestaron luego su reprobación, mientras las demás callaban en una muestra de cobardía.

La reacción más típica vino más tarde en improvisada declaración a la prensa de ese prodigio de hipocresía que es el ministro de Justicia. Dijo Gallardón que no podía entender, que le resultaba incomprensible, la expresión de "aborto sagrado". Por supuesto; es una de tantas cosas que este hombre, bloqueado por su fanatismo religioso, no entiende ni podrá entender jamás. La reclamación era provocativa. Para poner en evidencia que el ministro solo considera sagrado lo que a él le place. Lo demás no puede serlo. La idea de que alguien tenga algo por sagrado con el mismo derecho con que él considera lo contrario ni se le pasa por la cabeza. La de que él tiene tanto derecho a imponer sus opiniones sobre lo sagrado como el que tienen los demás a obligar a lo contrario, esto es, ninguno, todavía menos. Es la base de la intolerancia, la intransigencia, el fanatismo, el nacionalcatolicismo y, por supuesto, el fascismo. Es el meollo ideológico de este político profesional a las órdenes de los clérigos.

Si los dioses no lo impiden hoy aprobará el consejo de ministros la reforma de la Ley de interrupción voluntaria del embarazo, inspirada en las peticiones de la jerarquía católica, aunque no a su entera satisfacción. Los curas querrían la prohibición absoluta, acompañada de duras penas. Pero ya no están los tiempos para andar quemando gente; está mal visto. Han pactado, pues, con su monaguillo civil la eliminación de la ley de plazos vigente, la negación del derecho al aborto, el retorno a la ley de 1985, que se ha quedado obsoleta por menoscabar la condición de las mujeres y seguir tratándolas como menores de edad.

Es una involución, a tono con las que impone el gobierno en otros ámbitos, el educativo, el acceso a la justicia, los derechos de manifestación, expresión y reunión, el orden público, etc. Pero es especialmente repugnante porque, aparte de la represión ideológica y de clase, esta prohibición tiene un tinte de género, es una prueba más de que, en la contienda política, cuando se trata de los derechos de las mujeres (como cuando se trata de los de las minorías nacionales) aumenta el consenso interpartidista de carácter patriarcal y reaccionario. Los curas (todos hombres), el ministro (hombre) un comité de expertos sobre el aborto o algo así que constituyó el gobierno (compuesto exclusivamente por quince hombres) lo que ya es en verdad ridículo legislan sobre los derechos de las mujeres sin escucharlas siquiera y tratando, como siempre, de sojuzgarlas, reprimirlas, humillarlas. Como siempre. Repito, como siempre.

Las leyes, el poder, el aparato del Estado, los tribunales, el sistema penal, toda la parafernalia represiva se moviliza contra un avance en un proceso de emancipación de más de la mitad del género humano que ya habría de ser incuestionable. Y no solo el aparato represivo. También el ideológico. Esta legislatura precisamente se inició con unos sofismas enunciados por el ministro en sede judicial hablando de la "realización" de las mujeres y la lucha contra la "violencia estructural", en una cantinflería conceptual con la que pretendía engañar a la opinión acerca de sus verdaderas intenciones, creyendo, sin duda, que la ciudadanía tiene un nivel mental inferior al suyo. Lo cual es materialmente imposible.

Si las falacias del ministro y su demagogia seudoemancipadora no merecen refutación, menos aun los especiosos argumentos que siguen manejando los antiabortistas cuando les da por hablar y no por atentar a bombazos contra quienes defienden el derecho a la libre interrupción del embarazo dentro de los límites razonables que marca la ciencia, que es el único criterio aquí admisible. Mientras la ciencia no diga lo contrario, la interrupción del embarazo hasta cierto tiempo de la gestación no implica crimen alguno y, por tanto, pertenece al irrestricto campo de la libre voluntad de las mujeres.

Lo demás es perder el tiempo con los trolls antifeministas, entre los cuales, por cierto, hay muchas mujeres sumisas, incluidas algunas supuestamente "progres" y tan sumisas como las otras. Perder el tiempo, porque ya está todo dicho. Los partidarios del derecho al aborto no obligamos a los antiabortistas a abortar. Hagan ellos lo mismo y no arrebaten un derecho en nombre de sus convicciones privadas. Si hay restricción del derecho al aborto será por vía coactiva, represiva, no discursiva. Y frente a esto, la consigna de Femen es lo más contundente.

Sí, señoras, señores, curas, ministros y carcundas de todo pelaje machista, el aborto es sagrado. Y los hombres, los hombres feministas, tenemos que estar con las mujeres, movilizarnos con ellas en la lucha por sus derechos porque solo cuando ellas alcancen la plena propiedad y disposición sobre sus cuerpos, que los hombres llevamos siglos negándoles mientras consagramos las nuestras, recuperaremos una dignidad que ahora no tenemos (pues somos cómplices de esta injusticia) y estaremos en el camino hacia la igualdad entre los sexos. 

(La imagen es una captura de un vídeo de El País).

dilluns, 16 de desembre del 2013

Cuando solo queda la desobediencia

"Cuando un gobierno encarcela a la gente injustamente, el verdadero lugar de un hombre justo es la cárcel." Eso decía Henry David Thoreau, teórico de la desobediencia civil, hace más de ciento sesenta años. Y así sigue siendo a día de hoy.

Cuando un gobierno injusto, tiránico y arbitrario reprime a la población, coarta sus libertades, la castiga con leyes desproporcionadas, confiscatorias e inicuas, cuando persigue la disidencia, trata de silenciar la protesta y de acallar las críticas, cuando ciega todo cauce de manifestación pacífica y suprime la libertad de expresión e información, a los ciudadanos no nos queda más remedio que recurrir a la desobediencia civil.

Cuando ese gobierno comete las iniquidades a fin silenciar toda manifestación de disconformidad frente a sus políticas rapaces, ladronas, esquilmadoras, que empobrecen a la ciudadanía, la despojan de sus medios de vida, la cargan con exacciones ficales abusivas e injustas, privan a la gente de su sustento diario, le arrebatan su vivienda y en no pocas ocasiones también la vida, los ciudadanos no tenemos otra salida que la resistencia pacífica, entre otras cosas porque este poder tiránico está armado hasta los dientes con los medios represivos que adquiere con el dinero de todos los contribuyentes. Probablemente no haya espectáculo más repugnante que esos policías antidisturbios pateando bestialmente a ciudadanos indefensos que son quienes, con sus impuestos, pagan los salarios de esos animales coceadores.

Además de tantas iniquidades el gobierno es ilegítimo de origen y ejercicio, carece de todo crédito y autoridad moral al estar dirigido por un embustero compulsivo y sospechoso de corrupción y compuesto por ministros posiblemente tan corruptos como su jefe así como apoyado en un partido que, según los papeles a disposición del juez, es más una banda de malhechores que un verdadero partido. Por todo ello, la desobediencia a esta iniquidad es, además de una actitud ética, también estética. Que no se nos confunda a los ciudadanos con una banda de truhanes.

El ministro del Interior, miembro del Opus Dei, y más atento a los delirios de esta secta siniestra que al bien común de los ciudadanos, dice, con esa desfachatez que caracteriza a esta banda que su Ley Mordaza, pensada para amedrentar a la población, silenciarla e imponerle multas absolutamente desproporcionadas, confiscatorias mejora el derecho de manifestación. Es el mismo criterio, la misma falta desvergonzada de sinceridad y honradez que lleva a lo lacayos del diario ABC a sostener que, con su censura férrea y su trato de favor a los lameculos, La Moncloa ha devuelto la libertad de expresión a las ruedas de prensa.

Todo pura neohabla de esta asociación de presuntos malhechores que mienten cada vez que abren la boca. Mienten en el Parlamento (y al Parlamento), mienten a los jueces, mienten en los medios de comunicación, engañan y mienten sistemáticamente en sus declaraciones, a la par que agreden a insultan a los discrepantes.

En esas condiciones, ¿qué sentido tiene que los demás hagan como si el país no estuviera dominado por esta banda que lleva años robando y cumplan la función que les correspondería en el caso de que todo funcionara normalmente? ¿Qué sentido tiene que la prensa acuda a unas ruedas protagonizadas por un trilero que decide quién hace las preguntas e incluso las pacta de antemano para llevar las respuestas escritas pues él es incapaz de hablar sin chuleta? Ninguno, salvo que los periodistas quieran que se rían de ellos.

¿Qué sentido tiene que la oposición acuda a un parlamento que es un cuartel de obediencia cerrada al gobierno y en el que no le dejan cumplir función alguna en defensa de los intereses de los ciudadanos y, al contrario, se les convierte en objeto de injuria, cuando no de amenaza de agresión física, como ya ha intentado alguno de ellos, especialmente matonil y chulo? Ninguno, salvo justificar este remedo de democracia que no es sino una dictadura de hecho.

¿Qué sentido tiene que los ciudadanos cumplamos nuestras obligaciones cuando los gobernantes no cumplen las suyas? Y no solamente que no cumplan las ya mencionadas, sino ninguna.

Hemos de mantener nuestra dignidad ciudadana frente a los desmanes de un poder tiránico y arbitrario que, no teniendo suficiente con emplear a la fuerza pública como una partida de la porra al servicio de sus intereses, ahora se propone enrolar mercenarios privados, probablemente para "ajustar las cuentas" a los ciudadanos más críticos o díscolos. O sea, a los que tienen dignidad.

La desobediencia general y universal frente a la tiranía es la única salida.

(La imagen es una foto de Insumissia, con licencia Creative Commons).

diumenge, 15 de desembre del 2013

Contra la ley mordaza

Nunca jamás ha servido de nada intensificar la represión para acallar las protestas cuando estas son justas por ir contra los poderes tiránicos como el actual español. Nunca. La experiencia debiera servir de algo, pero no será el caso con este gobierno reaccionario, anclado en el franquismo y menos con los psicópatas que dirigen el ministerio del interior, unos hipócritas fascistas y meapilas que tratan de aterrorizar a la población con normas inicuas y actuaciones brutales de la policía en violación de los derechos políticos de la gente.

Cuando la Ley Mordaza que estos orates del ministerio han preparado entre en vigor, difundir imágenes como la de la ilustración (por cierto tomada de Twitter) puede suponer 600.000 o 30.000 euros de multa. Se considera falta muy grave por haber grabado a los policías haciendo lo que los granujas que han redactado este texto legal consideran que es el trabajo de la policía: patear ciudadanos indefensos de modo bestial y con abuso de autoridad, de tres, cuatro agentes (que ya debieran estar expedientados) contra un viandante al que después, sin duda, detendrán y acusarán de insultarlos y de resistencia a la autoridad. 

Frente a la tiranía de este gobierno corrupto, apoyado en un partido que es una banda de malhechores, los ciudadanos hemos de resistirnos y hacerlo por nuestra cuenta porque, como puede observarse, la oposición parlamentaria no sirve para nada.

Hay que convocar huelga indefinida y desobediencia general para parar el fascismo de estos delincuentes.

dimecres, 4 de desembre del 2013

Santiago y cierra España.

A ver. ¿Qué se han creído esos extranjeros? Sobre todo esos ingleses, ¿qué se han creído? ¿Que pueden meter sus narices en los asuntos internos españoles? Esos sempiternos enemigos de España, propietarios de Gibraltar solo por fastidiar, debaten en la Cámara de los Lores sobre la formación de una Comisión de la Verdad para hacer justicia a las víctimas del franquismo e indagar en los crímenes de la Dictadura de Franco. Pero, bueno, y ¿quién es la Cámara de los Lores para hurgar en asuntos internos españoles? Y asuntos del pasado, de los que Rajoy dice que ya está harto, de la República y el franquismo. ¿Que quién es la Cámara de los Lores? Pregunten a Esperanza Aguirre, que es Dama del Imperio Británico. Ella lo sabrá.

En todo caso, alguien y algo es. Incluso después de la inconclusa reforma de Blair. Su voz suele ser escuchada. Tiene autoridad. Y es literalmente una vergüenza que sea un parlamento extranjero quien recuerde a los españoles un deber de justicia que llevan 35 años incumpliendo. Un bochorno, vamos. Y tampoco es nuevo. Ya debatía a comienzos del XIX la Cámara de los Comunes sobre el absolutismo de Fernando VII y su modo de tratar a los prisioneros políticos. La cosa viene de muy atrás. En esta decisión de la cámara alta británica sin duda ha pesado la experiencia habida con general Pinochet, cuando los tribunales españoles exigieron su extradición a España, apelando a la jurisdicción penal internacional. Entonces fueron los británicos quienes actuaron con criterios políticos, de razón de Estado y no jurídicos. Pero -¡oh, pérfida Albión!- se la guardaron y la devuelven ahora siendo ellos quienes invocan los criterios jurídicos de justicia universal y los españoles quienes responderán con razones políticas, por la vía del hecho o el no hecho, vergonzantemente.

Santiago y cierra España, dirán los recios patriotas españoles, los beneficiarios de la Dictadura de Franco, los nacionalcatólicos, los enemigos del libertinaje progresista, los partidarios de la Ley Fernández Mordaza. Además, ¿a qué vienen estos británicos a dar lecciones de nada o meterse en donde no les llaman cuando hasta los chinos les han recordado (a propósito de la visita de Cameron a la China) que ya no pintan nada, que son "un país de la vieja Europa, adecuado para el turismo y los estudios en el exterior." (Palinuro se maravilla de que sean los chinos quienes acusen a los demás de "viejos". Los chinos; en fin). Pero al grano: tienen razón los asiáticos. Hay que demostrar de una vez por todas a estos valetudinarios ingleses cómo las gasta la furia española. Llamad a la Legión y que tome el Peñón.

Por cierto, ¿qué hace el embajador español en Londres, ese fino Maquiavelo del foro? Ya debería haber llamado al secretario del Foreign Office a expresar su disgusto. ¡Qué digo! Al mismo Lord Speaker por esa humillante extralimitación. Y, ya puestos, a la Reina en persona. Con nadie menos debe dignarse tratar el héroe de Perejil.

Lo fastidioso: no son solamente esos protestantes ladinos quienen resucitan la Antiespaña. También se ha sumado el Consejo de Europa, con sus 47 miembros que expresa su grave preocupación por la Ley Fernández Mordaza y eso que seguramente no se la ha leido a fondo. Esa ley es la consagración del Estado de excepción en España como situación ordinaria. Es un abuso de poder gubernativo incompatible con cualquier idea de imperio de la ley y Estado de derecho.

Nada, nada, otra intolerable injerencia extranjera en los asuntos internos soberanos de España. Otra vez la conjura masónica, anticatólica, antiespañola. Porque, veamos, ¿quién o qué es ese Consejo de Europa? ¿Forma parte de él el Vaticano? No. ¿Por qué? Porque su forma de Estado es contraria a los principios del Estado de derecho y la democracia liberal que el Consejo dice defender. ¡Ajá! ¿Lo ven? Un organismo contrario al catolicismo y, por tanto, a la misma esencial nacional española.

Nosotros, a lo nuestro: orden, obediencia, jerarquía, disciplina y a reconquistar esta Patria zaherida y ofendida por sus enemigos internos; los peores de todos. Deberíamos marcharnos del euro y de la Unión Europea y de la OTAN, y del Consejo de Europa. Debiéramos marcharnos de Europa. Quedarnos solos con nuestros fantasmas.

(La imagen es una foto de La Moncloa aquí reproducida según su aviso legal).

dilluns, 2 de desembre del 2013

¿Por qué no nos quieren, madre?

Esto no hay comunicador que lo arregle. Ni los magos de Obama, capaces de volver a la gente del revés. El 75% de la ciudadanía desaprueba la gestión de Rajoy a los dos años de legislatura. Y su gobierno en conjunto y sus ministr@s un@ a un@ siguen cosechando un rechazo generalizado. No caen simpáticos prácticamente a nadie. Ni siquiera a sí mismos. Es un muro de antipatía y hostilidad. Do quiera que van los pitan, los abuchean, los insultan. "No", concluyen expeditivos, "esto no tiene arreglo; no es cosa de declaraciones, explicaciones o comunicación. Es cosa de palo, tentetiso y calabozo."

Dicho y hecho. Ahí está la Ley Mordaza, llamada con típica hipocresía clerical de seguridad ciudadana, en la que se atropellan todos los derechos de los ciudadanos. Con una ingeniosa novedad que el ministro vende como progresista: el calabozo es substituido por multas confiscatorias con embargo ejecutivo. Puesto que el ministro está tan preocupado por la seguridad de los ciudadanos, le sugiero rescate otra figura jurídica, injustamente olvidada: la prisión por deudas. De esa manera se hace complementario el calabozo con la pena pecuniaria. Y puede completar la seguridad del ciudadano cobrándole por la estancia en la mazmorra. Así ganará puntos entre los neoliberales de su partido. ¿Qué es eso de vivir de gorra del Estado? Y renta alta, nada de simbólica, pues, ¿en dónde estarán más seguros los ciudadanos que en la cárcel?

Puede parecer de orates, pero la ley de marras es de orates. Si un policía se cabrea contigo por la razón que sea, te acusa de haberlo insultado y te astilla 30.000e de multa pagaderos en el acto. De orates.

¿Y no entienden por qué la gente no los quiere? Es bien sencillo: porque son como son, autoritarios, despóticos, intolerantes, sectarios y más cosas que todo el mundo ve menos, al parecer, ellos.

Rajoy ganó las elecciones mintiendo sobre su programa electoral y luego se puso a hacer lo contrario de lo prometido. La doctrina del shock funcionaba y la gente estaba dispuesta a aguantar lo que le echaran en forma de medidas contra la crisis. Y así sucedió. ¿Qué necesidad había de acompañar al programa de austeridad una batería de medidas inútiles, represivas, ideológicas, en materia de justicia, de educación, de libertades ciudadanas? Ni el aborto, ni la religión en las escuelas, ni los derechos de las minorías, ni las normas de orden público eran urgentes. ¿Por qué tener a sectores de la población en permanente protesta en contra del retorno al nacionalcatolicismo?

Porque son como son, autoritarios. Lo suyo es el programa máximo impuesto por el rodillo de la mayoría absoluta. Ningún respeto por las convenciones democráticas. Gobierno por decreto ley y sin perder el tiempo en consensos. Y si la gente protesta, se la calla a mamporros. O arruinándola, penándola por faltas de absoluta discrecionalidad interpretativa (y por lo tanto, de arbitrariedad) como las "ofensas" a "símbolos" o los "insultos" a la policía.

Y esto lo hace un gobierno bajo consistente sospecha de corrupción sistemática actualmente en conocimiento de los tribunales, con un presidente acusado en sede judicial de prácticas supuestamente ilegales e inmorales. ¿De qué se asombran?

En realidad no se asombran de nada. Somos los ciudadanos los asombrados. Ellos ya lo dan por descontado. Por eso presentan esa ley, para que nunca más pueda faltárseles al respeto. Estos son muy del respeto. 

Así, el respeto que la gente no les tiene voluntariamente, van a imponerlo por ley. Como Franco.

diumenge, 1 de desembre del 2013

La escala F.

En 1948 Adorno, que llevaba unos años exiliado en los EEUU huyendo de la tiranía nazi en su país, publicó un grueso trabajo de investigación redactado con otros colegas, sobre la Personalidad autoritaria. Habían tomado el concepto propuesto por Erich Fromm, otro alemán exiliado del círculo de Frankfurt, y que tenía sus raíces en el psicoanálisis. En último término, para Adorno, el carácter autoritario procedía de una infancia presidida por algún superego tan dominador que solo permitía el desarrollo de un ego inseguro y vacilante, necesitado ya a lo largo de su vida de algún otro superyo aplastante, un padre, una religión, un dios, una institución, un mito. Es decir, el autoritario es un neurótico, lleno de complejos e inseguridad, que luego la tomará con otros grupos, a ser posible débiles y marginales, para machacarlos y así afirmarse él, proyectando en ellos sus miedos y sus fobias: judíos, gitanos, negros, manifestantes ante el Congreso, plataformas antidesahucio, perroflautas. Adorno miraba la Alemania nazi. Si viviera, podría mirar la España del PP.

Como siempre se le había acusado de ser excesivamente teórico, Adorno diseñó un test empírico para medir el grado de autoritarismo de las personas y lo llamó Escala F. "F" de Fascismo. Lo que la escala -que fue siempre muy discutida científicamente- pretendía medir era el grado de fascismo de una personalidad. Perfectamente aplicable al ministro español del Interior, cuyo grado de fascismo santurrón está fuera de duda.

La Ley Mordaza del ministro, aparte de sus aspectos políticos y jurídicos (casi todos delirantes), es un ejemplo de manual de la personalidad autoritaria. Esta se origina, en efecto, en la infancia, pero también por una especie de regresión, según Freud, cuando en el desarrollo de la líbido, se produce una inversión de sentido y el sujeto retorna a la etapa del erotismo anal, en donde queda ya anclado con una neurosis compulsiva, una coraza caracteriológica, que diría Reich, hecha de rigidez, sentido de la jerarquía, obediencia al mando, bajo la figura del padre castrador, sea mortal o divino. De ahí salen esas personalidades amantes del orden, de la disciplina, fanáticas de la limpieza, la puntualidad, sádicas en los castigos que imponen por la mínima transgresión.

Que el ego vacilante, infantil, aterrorizado, del ministro no le permita tener una vida normal sino es refugiándose en el oscuro seno de una secta cerrada, semisecreta; si no puede ser un adulto equilibrado y normal, libre de fantasías sádico-anales, que deje de ser ministro.  Pero no pretenda imponer sus delirios y locuras al resto de la sociedad.

Esa ley es una aberración, producto de un espíritu enfermo.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dissabte, 30 de novembre del 2013

La dictadura de hecho y la izquierda.

El Consejo de ministros ha aprobado el proyecto de Ley Mordaza, impropiamente llamado de seguridad ciudadana, cuando debiera llamarse de inseguridad ciudadana, de amedrentamiento ciudadano, si no de terror de Estado. La ley es obviamente anticonstitucional, contraria a los principios más elementales del Estado de derecho. Por supuesto, en los próximos días los medios se llenarán de sesudos análisis criticando sus demasias y su carácter más dictatorial. Cosas todas ellas patentes. Se denunciará que viola libertades y derechos civiles y políticos, reunión, manifestación, expresión, información, etc. Se expondrá cómo se excluye la intervención de los jueces y se amplia la actividad sancionadora de la administración, convirtiendo a las fuerzas de orden público en jueces de los conflictos en los que son parte. Cómo se consagra la impunidad y la arbitrariedad de la policía. Como se establece un Estado policiaco. Cómo la ley normaliza el estado de excepción. Crea faltas subjetivas caprichosas, como la ofensa a España, sus símbolos y otros entes de razón, los insultos a la policía y deja a esta la capacidad para interpretarlos y sancionarlos con dureza confiscatoria. Todo eso es evidente. El proyecto no lo oculta sino que lo proclama. Muchos lo consideran un golpe de Estado legal, aunque parezca contradictorio. No obstante, abundarán los dichos sesudos análisis poniendo de manifiesto lo que de manifiesto está.

Dejémoslos en esos lucimientos y vayamos a algo de más enjundia: ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Básicamente perdiendo unas elecciones y dando mayoría absoluta a un partido que, sobre estar bajo sospecha de corrupción estructural, no es ni ha sido nunca leal a la Constitución que, por lo demás, tampoco votó a favor unánimemente cuando se trató de hacerlo. Un partido que no condena la dictadura de Franco, ni hace justicia a sus víctimas, no tiene apego a la democracia y no quiere correr riesgo alguno de perder de nuevo unas elecciones como en 2004.

Sigamos preguntando: ¿por qué perdió la izquierda las elecciones de 2011? Por ir desunida y por hacer las cosas mal. La desunión de la izquierda es suicida. Aquella consigna de PSOE, PP la misma mierda es pasará a la historia de la estupidez humana. Por muy "socialcapitalista", "socialneoliberal" que sea el PSOE, jamás podría aprobar algo como la Ley Mordaza. Eso es evidente ahora y lo era en 2011. Pero convenía decirlo para seguir con el enfrentamiento interno. Mucha gente en IU piensa que el PSOE es más enemigo que el PP. Agudeza visual. La derecha no comete ese error garrafal. Está unida. En su seno hay quien piensa que la dirección no es suficientemente de derechas y se dan fricciones, roces y alguna que otra espantada. Pero prevalece el interés unitario. En la izquierda, no. La parte de esta que se considera más pura no quiere saber nada de la "contaminada". Nada de nada. En Andalucía se desdice esto; pero en Extremadura se reafirma. Resultado, cero. Error tremendo. Y eso suponiendo sea un error y no el resultado de ese narcisismo propio de esta corriente política, en la que abundan las figuras señeras que claman por la unidad de todos en torno a cada una de ellas. Mientras tanto, claro, gobierna la derecha que, en el fondo, es lo que prefieren bastantes "izquierdas". Así ellas no se manchan.

A su vez, esa contumacia en el error está motivada en gran parte porque la otra izquierda, la mayoritaria, ha hecho y hace las cosas rematadamente mal. Hasta el punto de que en muchos asuntos, y no irrelevantes, en efecto, el PSOE coincide con el PP. Los más obvios, la planta territorial del Estado (con matices) y la Monarquía (sin matices). Pero hay otras.

Las dos legislaturas de Zapatero fueron un solo desastre continuado. La substitución repentina del alegre keynesianismo por las políticas neoliberales debería haberse explicado, incluyendo la parte de culpa del gobierno por no haber sido capaz de prever la crisis ni de actuar con diligencia. Aun así, podría haberse explicado. La gente no es tonta. Lo que no tiene perdón de los dioses es la reforma del artículo 135 de la CE que Zapatero anda estos días justificando por el ágora. Aquí juega ya a lo contrafáctico, al susto: "era eso o un gobierno de técnicos, como en Italia". Eso es una hipótesis y, aun así, ¿no hubiera sido mejor un gobierno de técnicos que otro de la derecha nacionalcatólica que ha tardado dos años en cargarse el Estado del bienestar y va a invertir los dos siguientes en cargarse el Estado de derecho? Por supuesto que sí, a ojos cerrados. En Italia no están peor que nosotros. Al contrario, están mejor. Por lo menos pueden manifestarse sin que los breen a palos y, encima, les roben sus ahorros a base de multas arbitrarias. 

De la primera legislatura se alaban las cotas en materia de derechos de las minorías, la igualdad de las mujeres y el espíritu cívico. Nada que objetar, aunque a uno le surja la duda de si ese espíritu tenía tanta relación con la realidad como el de Azaña cuando decía que España había dejado de ser católica. Tiene uno casi la certidumbre de que ese espíritu cívico procedía de la mujer del presidente. Al respecto, la primera legislatura es una legislatura de Sonsoles Espinosa. Ella debió ser la presidenta. Al menos quizá no hubiera cometido las pifias de su marido. La política de nombramientos de este fue un continuo dislate, ejemplificado en el del presidente del Tribunal Supremo, miembro del Opus Dei y dimisionario en el oprobio. Sus pundonorosos y alambicados equilibrios institucionales, como el de la Ley de RTVE, le duraron menos de veinticuatro horas al PP. Al final de su mandato, no solo no se había avanzado en la separación de la iglesia y el Estado sino que se había retrocedido. La iglesia estaba más fuerte que nunca, su asignación vía IRPF había aumentado y el gobierno había dado carpetazo a la Ley de Libertad Religiosa. De lo sucedido con el Estatuto catalán no hace falta hablar.

No se pudieron hacer peor las cosas. Y así seguimos in aprender. Si este gobierno y este partido ganan las próximas elecciones, la culpa será de la izquierda. De toda.

dijous, 28 de novembre del 2013

El fascismo del sectario y la elegancia del demócrata.

Pocas veces podrá verse mejor la abismal diferencia entre los fascistas y los demócratas como en este vídeo de la intervención en el Congreso del ministro del Interior, Fernández Díaz, y el diputado del PSOE, Madina, sobre la Ley Mordaza con la que el PP pretende volver al régimen que añora: la dictadura.

Frente a la chulería y los insultos de un sectario del Opus que apenas sabe hablar, el diputado Madina tiene una intervención memorable: digna, valiente, clara y sensata en la que, con razones y argumentos, anuncia lo que, a juicio de Palinuro, debiera ser el norte del PSOE: que ese bodrio de Ley Mordaza será derogado. Como deben derogarse todas las tropelías que lleva dos años cometiendo este gobierno caracterizado por la mentira, la arbitrariedad, el abuso de poder y la corrupción.

Que la ley es inconstitucional salta a la vista a cualquiera que la hojee. Como es inconstitucional la LOMCE y demás adefesios jurídicos perpetrados por este partido más parecido a una banda de malhechores. Además, en el caso de la Ley Mordaza, junto a su carácter dictatorial y antijurídico, se mezcla otro rasgo también muy preocupante: se trata de la obra de un demente con acusados delirios persecutorios. La salud democrática del país exige no solamente que se destituya a los principales responsables de este atentado contra el Estado de derecho y las libertades de los ciudadanos (básicamente Fernández Díaz e Ignacio Cosidó) sino que, por su propio bien, se los interne en algún frenopático.

Además - y ello no es asunto menor- este increíble debate ha servido para mostrar que Eduardo Madina tiene una solidez y claridad de ideas que vendrían muy bien al PSOE si, como es de desear, abandona ya la ambigüedad, la marrullería y los embustes rubalcabianos que amenazan con hundirlo del todo. Porque Palinuro no está muy seguro de haber entendido en su exacto alcance el gesto de Tomás Gómez, pero sí ha calibrado en toda su miseria moral y su falta de principios e integridad ese vergonzoso pacto PSOE-PP en el Consejo General del Poder Judicial, después de que los socialistas engañaran a todo el mundo, afirmando que ya no  habría más pactos con un partido corrupto como el PP y (añade Palinuro), enemigo de la democracia y profascista.

Curso de anticomunicación política.

La próxima vez que alguien elabore una teoría de la comunicación, tómese la molestia de contrastar empíricamente sus hipotesis en España. Si saca una teoría, será a prueba de bomba, una teoría pegada a la tierra. Ya está bien de filosofías y logomaquias. Verdades como puños, lógica, precisión, qué se sepa a qué atenerse.
En España hay un criterio de certidumbre absoluta. Si Rajoy niega algo, por ejemplo, que este año se haya destruido empleo, es porque se ha destruido. Y, a la inversa, sabemos que algo no se da cuando Rajoy afirma que se da; por ejemplo, los brotes verdes, la luz al final del túnel, el fin de la crisis. Se trata de un criterio simple, por cierto, pero tan válido como su contrario (incluso más), según el cual, si la autoridad se pronuncia sobre algo, dice la verdad o algo aproximado. Aquí es al revés: un modo de entender la comunicación que tiene tres etapas: 1ª) bajo ningún concepto se dice nada; 2ª) si, por casualidad (por ejemplo, la siempre fastidiosa presencia de algún mandatario extranjero) hay que decir algo, sea ello cualquier cosa lo más alejada posible del asunto en trato; 3ª) si hay que referirse al asunto por imperativo legal, bajo ningún concepto se dice la verdad.

Una buena teoría de la comunicación es flexible, capaz de adaptarse con agilidad a las reacciones del auditorio. Ha de tener todas las opciones abiertas, incluso la del ridículo. La cúpula de orates enemigos de las libertades públicas que ha ocupado el ministerio del Interior, pasó la semana agitando sádicamente el espantajo de una ley monstruosa que multa con 600.000€ (casi tanto como la media de sobresueldos presuntamente pillados por los dirigentes del PP) el hecho de manifestarse frente al Parlamento. Vista la indignación generalizada, propone ahora rebajar la multa a 30.000€. Del programa máximo, al programa mínimo, como en los tiempos de la socialdemocracia revolucionaria. 30.000 € sigue siendo una cantidad absurda, desmesurada. Pero es bueno que se discuta de la cartera, así el personal no repara en que lo más intolerable de la ley mordaza, lo más anticonstitucional, es la prohibición de que los ciudadanos puedan grabar la actuación de la policía cuando hace su trabajo. Porque su trabajo bien puede ser matar a otro ciudadano indefenso a patadas y puñetazos como, al parecer, acaban de hacer los mossos catalanes y de lo que la opinión se ha enterado gracias a las grabaciones de los vecinos. Máxima de la nueva teoría de la comunicación: no se pueden difundir las pruebas de posibles delitos cometidos por la autoridad. El éxito de la anticomunicación es aquí total, prueba de la demencia absoluta de los redactores de este bodrio, porque lo que se está haciendo con esa prohibición es obligar a los ciudadanos a no cumplir con el deber de denunciar los posibles delitos de que fueran testigos, un deber de alcance discutido pero indudable en sí mismo.

La calidad de la nueva teoría de la comunicación se mide por su impacto directo, completo, fulminante. El mensaje se coloca de inmediato y obtiene un resultado indiscutible. Apenas propone el ministro de Educación, Cultura y Deporte otorgar una distinción a un importante músico catalán que este la rechaza y se la devuelve apuntándole al cogote. Es un triunfo rotundo de la empatía y la sensibilidad. Siendo el agraciado catalán, razonaba sin duda el ministro con su modestia habitual, se sentirá agradecido con una distinción española, de esas que españolizan. Así que, ¿para qué molestarse en sondear antes si la medalla sería bien recibida? ¿Cabía alguna duda? Y no se crea que se trata de un caso aislado. Ni hablar. Este es ya el ministro al que más feos han hecho en público los estamentos bajo su mando, al que más saludos se han negado, más se ha abucheado y pitado, más espaldas se han vuelto, más veces se le ha dicho a la cara que no es persona grata; el que más actos ha tenido que interrumpir y más veces se ha visto obligado a entrar o salir por la puerta de servicio. Un éxito universal de la anticomunicación. Todos los dichos estamentos lo detestan, alumnos, profesores, padres, investigadores, becarios, artistas, cineastas, actores, bibliotecarios, archiveros. El mensaje ha calado desde el primer momento. Así ha conseguido también ser el ministro peor valorado por la opinión pública de la historia de España desde los tiempos de Calomarde, como diría don Jacinto Benavente. 

¿La comunicación en España? Un éxito rotundo que nos envidian las naciones civilizadas de la tierra. 

(La imagen es una foto de La Moncloa aquí reproducida según su aviso legal).

diumenge, 24 de novembre del 2013

Voces y silencios.

Por primera vez estaba guapa esa chata mole del edificio España. Greenpeace colgó un cartel gigante, muy en su estilo, en contra de la Ley Antiprotesta, que es hashtag (#LeyAntiProtesta). De ese modo daba rostro a las masivas manifestaciones de ayer en toda España en contra de los recortes del gobierno y de sus numerosas tropelías. Las mareas, los colectivos, las asociaciones, la base social, paradójicamente representada por la Cumbre Social, se movilizó a la voz de No, de basta ya.

De las tres famosas opciones abiertas según Hirschman a los ciudadanos ante el poder, salida, voz y lealtad, muchos, cientos de miles (los jóvenes, los mejores) se han decidido ya por la primera; muchos otros (los que no pueden irse) por la segunda. Las voces clamaron en 55 ciudades de España en contra de la agresiva política de recortes de derechos políticos, sociales, económicos. Pero el gobierno dirá que prefiere escuchar a la mayoría silenciosa, lo cual vuelve a reputarlo de vago pues, siendo silenciosa la mayoría, nada hay que escuchar. Solo el silencio que Rajoy, ladinamente, pretende atribuir a la tercera opción de Hirschman, lealtad. Cosa irrisoria por cuanto, como bien se ve, la mayoría solo es leal a Belén Esteban.

Greenpeace, además, define perfectamente ese bodrio antijurídico, semifascista de ley que el gobierno quiere perpetrar. No es una ley de seguridad ciudadana sino una de inseguridad ciudadana, arbitrariedad administrativa e impunidad policial. En resumen, una #LeyAntiProtestas que parece específicamente pensada para criminalizar la forma de acción pacífica de Greenpeace hace ya años. Y, con Greenpeace, a todo el que pretenda hacer uso de sus derechos de reunión, manifestación, expresión e información. Es una ley profundamente antidemocrática, que pretende juridificar una política autoritaria, represiva y arbitraria con un concepto del orden público típicamente fascista.

Una ley mordaza. Una ley del silencio. Una ley hecha por quien, acusado de todo tipo de corrupciones, menos autoridad moral tiene para ello. Una ley para sofocar, reprimir, silenciar. Una ley de un demente.

Silencio como el que guarda el gobierno después de hacerse público el demoledor auto del juez Ruz sobre la financión ilegal del PP durante casi veinte años. Un silencio espeso como el betún. Y del mismo color. Por cierto, ejemplo práctico de la parábola de los sepulcros blanqueados: cuando el PP se echaba las manos partidistas a su colectiva cabeza y pedía a gritos castigo por el caso Filesa del PSOE, estaba haciendo lo mismo.

Frente al clamor de la gente en la calle, el silencio de un gobierno sin legitimidad y sin crédito alguno, presidido por un hombre que ha mentido en sede parlamentaria sobre un asunto que afecta a su partido y a él y su honradez personal. Silencio ante la comprobación judicial de la veracidad de los papeles de Bárcenas y del carácter general y sostenido de la corrupción en el PP. Ocultos en sus guaridas los prebostes, una vez más ha tocado a un monosabio balbucear algo parecido a una explicación. González Pons afirmaba que el PP y sus dirigentes son 'tan honrados como todos'. No da para más.  Como están las cosas, tampoco es decir mucho. Al contrario, equivale a aceptar la imputación.

Se pide nueva comparencia de Rajoy. No debiera ser necesaria pues tendría que haber dimitido ya. Un tipo que cobraba sobresueldos a las escondidas mientras pedía sacrificios a la población y luego se los imponía. Un embustero autoritario, un corrupto sin escrúpulos, un hombre sin integridad, dignidad ni crédito. Un presidente que nunca debió ser presidente.

dijous, 21 de novembre del 2013

Un golpe de Estado en los Cárpatos.


Esta es una historia imaginaria, situada en un lejano principado de los Cárpatos, gobernado por una banda de ladrones que se había hecho fuerte en un castillo sobre una escarpada roca. Desde su baluarte, la banda saqueaba la comarca, explotaba y oprimía a sus habitantes, les robaba sus posesiones y derechos ancestrales y los ponía a trabajar en sus predios en condiciones de esclavitud.

La banda se valía del clero, al que hacía partícipe en sus latrocinios, para mantener embaucada a la población a la que robaba y de la que se reía, ocultando con invocaciones divinas la falta de principios, de dignidad y de vergüenza de los bandoleros.

Estaba dirigida por un jefe de una cuadrilla provincial que había escalado el mando por su habilidad para el fingimiento sin dejar por ello de reservar para sí gran parte del botín, repartiendo el resto entre sus más directos seguidores. Bajo su mando, la banda arreció en la tarea de esquilmar a los habitantes a los que cobraban por estar sanos, por estar enfermos y ser viejos, inútiles y hasta por morirse.

Cuando, hartos de verse vilipendiados, expoliados con exacciones injustas y vendidos al extranjero como esclavos, los súbditos del principado protestaban en las calles, la banda ordenaba a sus alguaciles, matones à gages que tenía acuartelados por todo el país, que los apalearan, los mutilaran y, si necesario fuera, los mataran. Nadíe debía preocuparse por las consecuencias judiciales dado que la banda había creado un cuerpo de veedores públicos cuya función consistía en ignorar, ocultar o exonerar los delitos cometidos por los suyos, incluidos los del Príncipe.

Para explicar estos hechos la banda mantenía un cuerpo de predicadores y copleros también a sueldo que iban por los pueblos y ciudades aclarando a los robados y apaleados cómo todo era por su bien, para garantizar su seguridad y tranquilidad. Pero, aunque estos pregoneros, algunos muy ilustres, ponían todo su empeño, no conseguían neutralizar el veneno de la rebeldía entre la población, especialmente la más joven que, habiéndolo perdido todo, estaba perdiendo asimismo el miedo.

La banda de ladrones, por tanto, pensó en renovar la legislación del Principado, especialmente la penal para castigar con mayor dureza las protestas de los súbditos. Además lo hizo con la picardía del oficio: visto que los malos tratos físicos, las heridas, las palizas, las mutilaciones, las torturas, los encarcelamientos y las muertes no eran suficientemente disuasorios y suponían además gastos indeseados (hay que arreglar a los estropeados, enterrar a los muertos), decidió imponer penas pecuniarias desmesuradas, multas a todo trapo, hasta por mirar atravesadamente a un corchete. De esta forma, no solo se castigaba a los díscolos sino que se aumentaba el alijo del que robar.

Empezaron por reformar la ley criminal general para impedir que los súbditos tuvieran acceso a la justicia del Príncipe (que, por lo demás, tampoco existía) y despojarlos de todos sus derechos a la defensa. Luego dictaron un pregón para garantizar la impunidad de sus matarifes por el que imponían penas monetarías gigantescas a quienes fueran sorprendidos mirándolos en plena faena represiva y se lo contaran a otro, y aunque no se lo contaran; solo por mirar con ánimo de ver. Lo llamaron el PIM o Pregón de la Impunidad del Matarife.

Aquellos súbditos que tuvieran la osadía de protestar ante las puertas del castillo verían confiscados sus bienes y los de sus descendientes hasta la tercera generación.

La consigna era garantizar la seguridad y la productividad del robo y la ocupación del castillo de los Cárpatos por los siglos de los siglos. En  aquel remoto principado la banda había perpetrado un golpe de Estado que llevaba preparando veinte años. Bien es verdad que sin grandes sufrimientos, pues en tal período sus miembros vivieron opíparamente de las coimas, los cohechos, los asaltos camineros. Pero era una vida incómoda e incierta. Por eso, cuando tomaron el castillo, decidieron que ya nunca saldrían de él.

(La imagen es una foto de Martin Odehnal, bajo licencia Creative Commons).

diumenge, 10 de novembre del 2013

Contra el olvido.


Aitor Fernández (2013) Vencidxs (359 págs.). Barcelona: Date cuenta.



Merodeando por la red, hace unas semanas encontré un crowdfunding en donde se pedía dinero para un proyecto de recuperación de memoria histórica. Debí de dar lo que se pedía porque hace dos días me llegó el foto-libro Vencidxs llamándome "mecenas", seguramente una categoría de clasificación de quienes contribuyen económicamente al proyecto.

Lo importante es el proyecto, ahora hecho realidad además de con el libro, con un vídeo y una página web. Cuatro años costó al fotoperiodista Aitor Fernández y un equipo de colaboradores que trabajaron altruistamente para recoger cien testimonios directos de otras tantas víctimas de las represión franquista, bien en la retaguardia durante la guerra, bien en toda España al concluir aquella. Son todas gentes muy mayores, actogenarios, nonagenarios, algún centenario. Varios han fallecido desde que se inició este proyecto de rescate de la memoria de uno de los episodios más siniestros de la historia de España, lo cual solo testimonia la urgencia de emprenderlo y el mérito de quienes lo han hecho sin subvenciones públicas o privadas, simplemente con sus medios y lo recaudado a través del crowdfunding

El libro tiene una parte gráfica y otra de relato. La gráfica es una serie de excelentes fotografías tipificadas: primeros planos de rostros muy ancianos y, muchas veces, también primeros planos de sus manos, ocasionalmente otras fotos relacionadas con el tema (huesos en fosas, por ejemplo) y fotografías de época, aportadas por los entrevistados, imágenes de hace setenta, ochenta años, jóvenes sonrientes, milicianos, padres, madres, hermanos, abuelos. A su vera, como colgados de las imágenes los relatos, las narraciones en primera persona de este centenar de hombres y mujeres, la mayoría de los cuales tiene padres, madres, tíos, hermanos asesinados y enterrados en las cunetas. Son gentes sencillas, procedentes de pueblos de toda España, gentes que han vivido tragedias, auténticos infiernos, y han pasado su vida calladas hasta que por fin han superado el miedo y han hablado. Algunos de ellos, bastantes, por cierto, ya habían publicado sus memorias, sus testimonios, a veces a su propia costa. Uno la tiene colgada en la red. Tal era su conciencia de haber sido testigos de algo atroz, tan espantoso que no podían permitir que cayera en el olvido.

Porque los relatos tienen estremecedoras coincidencias, una extraña uniformidad que delata cómo las represalias de los vencedores sobre los vencidos, sus sevicias, crueldades y crímenes, no eran hechos ocasionales, fortuitos, inconexos. Al contrario, respondían a un plan fríamente elaborado (tenemos las notas del general Mola para probarlo) de terror y exterminio de los adversarios políticos, entendiendo por tales todos quienes estuvieran a la izquierda de la Falange y la Comunión tradicionalista. O sea, un genocidio. Ese es el inmenso valor de este trabajo, documentar fehacientemente un genocidio.

Los elementos comunes a los relatos son: denuncias anónimas, por odio o por envidia; detenciones arbitrarias; humillaciones públicas (pelo al cero a las mujeres, aceite de ricino), violaciones, palizas, torturas, "sacas", "paseos", fusilamientos. En muchos casos queda constancia de cómo los curas señalaban a las víctimas e, incluso, participaban en su asesinato. Tratamiento inmisericorde de los vencidos, a los que había que dar un escarmiento que durara generaciones (como dura, de hecho), un régimen de terror del que no escapaban las mujeres ni los niños.

Una de las cuestiones irresueltas de la transición es qué hacer con las víctimas del franquismo, las únicas que no tienen reconocimiento ni reparación; las únicas a las que no se hace justicia. Confrontada con su responsabilidad, a título de herencia, la derecha se obstina en ignorar el pasado, sosteniendo que removerlo es reabrir "viejas heridas". En realidad es su procedencia franquista la que se lo impide. La iglesia tampoco reconoce su culpabilidad en los crímenes y, como si quisiera aturdirse, sigue consagrando mártires de su bando a cientos, con espíritu de guerra civil nuevo.

El gobierno de Rajoy hace saber a la ONU que no tiene por qué investigar los crímenes del franquismo ya que, sobre estar prescritos, han sido amnistiados por la Ley de Amnistía de 1977. Precisamente es el argumento que emplea para explicar por qué no se adhiere a la Convención de la ONU de 1968 sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad. Está mal que el gobierno no se adhiera a ese texto pero no puede olvidarse que los socialistas tuvieron veinte años para hacerlo y no lo hicieron.

Para cuando llegue el momento de que tales hechos puedan verse en un tribunal de justicia (como parece está pasando en la Argentina) este libro será una pieza acusatoria clave. Ya es un baluarte contra el olvido con su tupida red de historias de gentes del campo, peones, albañiles, maestras, dependientes, sirvientes, costureras, jornaleros, anarquistas, comunistas, socialistas, republicanos; suena como una coral del agravio silencioso, largos años contenido, un lamento colectivo de vivos y muertos, que no debe caer en el olvido. Que no caerá en él. 

Es nuestro pasado. Son nuestras raíces, regadas con sangre.