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dissabte, 4 d’octubre del 2008

Lo han conseguido.

Lo más irritante de la situación creada en Wall Street es el chantaje a que la banca estadounidense ha sometido al país entero y, por extensión, a todos los demás del planeta. Es como si hubiera anunciado a las cuatro vientos el mensaje siguiente: "Es verdad que os hemos estafado y expoliado, que hemos llevado a muchos a la ruina, que por nuestra culpa el país vive una oleada de embargos por impago de hipotecas; es verdad asimismo que hemos exportado esta catástrofe a otras partes del mundo en las que hemos vendido con gran provecho para nuestros bolsillos la estafas que imaginamos en diversas formas, que hemos contagiado otros sistemas bancarios en el mundo y que hemos generado una crisis que todos habréis de pagar, estadounidenses y extranjeros., con hundimiento de las economías reales y empobrecimiento generalizado. Todo eso es verdad. Pero ahora no tenéis más remedio que ayudarnos y sacarnos a flote con vuestro dinero porque, de otro modo, la crisis será aun mayor, el conjunto del sistema financiero estadounidense puede venirse abajo y desde luego, lo hará sobre vuestras cabezas. El coste del rescate será de 2.000 dólares por cada ciudadano".

Esta historia resume perfectamente el sentido de las doctrinas neoliberales con las que las derechas han estado machacando a la gente en los últimos tiempos, desde la crisis del Estado del bienestar en los años setenta del siglo pasado: fuera el Estado, todo el poder al mercado, privatización, desregulación, eliminación de impuestos, el mercado se regula solo. Lo malo de estas doctrinas no es que sean erróneas, es que son falsas, son mentiras dichas para engañar a la gente con una apariencia de prosperidad y aprovecharse de ello para robar a mansalva, acumular riquezas sin cuento en la minoría y despojar a la mayoría. Los que las formulaban -igual que quienes las formulan hoy, como la señora Aguirre o la señora Sarah Palin- saben que lo que dicen es mentira, que el propósito de sus recetas no es aumentar la eficiencia, ni que funcionen los servicios públicos, ni generar más puestos de trabajo, ni mejorar el nivel de vida de las clases populares. Saben que su propósito es que los ricos se enriquezcan más y que los pobres paguen por ello.

Por eso, porque su discurso es falso y cínico, no les cuesta nada cambiar el relato y justificar el gran chantaje de la banca diciendo, como dice ahora el señor Bush que él ha sido y es partidario acérrimo de la libre empresa pero que hay veces en que la intervención del Estado es inevitable para salir de una crisis. Quiere decir que la intervención del Estado es imprescindible para estabilizar el sistema financiero después de un desastre de este tipo y volver a tasas de explotación elevadas que es lo que caracteriza al capitalismo en los EEUU, en el Japón, en China o en cualquier otro lugar.

Viendo el debate entre los dos candidatos a vicepresidentes la noche del jueves, se pudo escuchar a la señora Palin repitiendo la misma vieja historia otra vez, como si nada hubiera ocurrido. Decía la gobernadora de Alaska: "Necesitamos que el sector privado conserve más de lo que ganamos y producimos. Y el Gobierno tiene que aprender a ser más eficiente y a vivir con menos recursos." Exactamente la vieja melopea de menos Estado más mercado... ¡exactamente en el momento en que el Estado tenía que acudir en socorro del mercado! No creo que se pueda ser más estúpido y habla muy poco a favor de la rapidez de reflejos del señor Biden que no lo hiciera notar.

El proyecto de Ley de estabilización económica de emergencia que aprobó ayer la Cámara de Representantes por 263 votos a favor (172 demócratas y 91 republicanos) y 171 en contra ya no es el original proyecto de tres folios que presentó el ministro de Hacienda, señor Paulson, en una especie de trágala, pidiendo 700.000 millones de dólares y plenos poderes para administrarlos como le diera la gana, esto es, para llenar los bolsillos de sus amigos, sino que ha incorporado muchas medidas favorables a la gente, como un aumento de las cuantías de las cuentas bancarias garantizadas desde 100.000 a 250.000 dólares, exenciones fiscales, protección a los prestatarios de hipotecas, adquisición de acciones en los bancos rescatados para recuperar parte del dinero cuando la situación esté saneada y prohibición de pagar indemnizaciones millonarias a los ejecutivos sinvergüenzas que han ocasionado la crisis de las entidades que gestionaban y un enorme descalabro entre la gente.

Y, sin embargo, nada está garantizado. El Gobierno dispone ahora de unos 350.000 millones de dólares (la otra mitad la librará el Congreso tras examinar como se ha administrado la primera) para comprar unos activos cuya cuantía y características ignora. Ya lo he dicho en otra ocasión: conociendo la falta de escrúpulos de los bancos, ¿qué nos jugamos a que van a aparecer activos basura de debajo de las piedras? ¿A que los bancos van a tratar de colar todas sus deudas ,. estén o no relacionadas con los créditos incobrables para hacer negocio de la situación de crisis?

En resumen está por ver que el plan de rescate tenga éxito, cosa que se averiguará en un par de meses. Si lo ha tenido no pasará nada pero si no lo ha tenido, la catástrofe puede ser mayúscula.

(La imagen es una foto de Image Editor, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 2 d’octubre del 2008

¿Y si nacionalizamos la banca?

Finalmente por 74 votos a favor y 25 en contra una coalición bipartidista de senadores aprobó el plan de los señores Bush y Paulson con la evidente intención de animar a la Cámara de Representantes a que haga lo mismo mañana. Para ganarse su favor ha introducido más enmiendas en el proyecto de ley, entre ellas, 150.000 millones de dólares para exenciones fiscales y un aumento de la cuantía de las imposiciones bancarias aseguradas desde los 100.000 dólares actuales (unos 63.000 euros) actuales hasta los 250.000 (unos 150.000euros). A la vista de lo que ha pasado ya y de lo que está pasando es de celebrar que los políticos, tanto los parlamentarios como los ejecutivos y tanto aquí como allí se hayan dado cuenta de que éste es un aspecto vital si se quiere que el personal no se ponga nervioso. Porque repito mi pregunta final del post de ayer: si los bancos no confían unos en los otros ¿cómo quieren que los clientes confiemos en ellos? Por supuesto no es que los banqueros no conozcan la respuesta ya que si fueran tan tontos no serían banqueros; es que su codicia no les deja formularla pues consiste simplemente en asegurar los depósitos de los clientes. Lo han hecho los políticos; lo han hecho los gringos y están pensándoselo los europeos. Al respecto es enternecedora la actitud de los gobernantes españoles: aseguran que la banca patria es más sólida que el fuerte de El Morro, cosa que dice el señor Solbes. Sí, sí, exactamente, el señor Solbes. Así les parece que la gente se quedará tranquila con ese seguro de 20.000 euros por impositor y entidad, el más bajo de Europa. Veremos qué sucede al primer tropiezo que haya y si no se produce una estampida.

Lo que está quedando cada vez más claro en esta crisis de "confianza", de "crédito", de "liquidez", de lo que sea es que en el gremio de los banqueros, como en la viña del Señor, hay de todo. Muchos, además de estafadores e ineptos son sanguijuelas; no todos, pues hay otra banca que me resisto a calificar de "honrada" en el sentido en que llamamos "honrado" al sastre o al frutero pero sí "legal". Y todos en general dicen a la gente que confíe en ellos, que no se ponga nerviosa pues ya viene el 7º de caballería en su auxilio, pero que no conceden hipotecas ni créditos. Es decir, quieren tu dinero, están locos por captar fondos, pero no te prestan el suyo. Y hay más y todavía peor: como los bancos no confían unos en los otros, suben el tipo de interés a que se prestan entre sí el dinero, lo que hace que suba a su vez el euribor que es lo que se toma como base para calcular las hipotecas. O sea, como los bancos no confían entre ellos, esa desconfianza la pagan los clientes. No está mal, ¿eh?

Es bastante probable que la Cámara de Representantes vote a favor del plan el viernes pues, si no lo hace así, el lunes siguiente puede haber un terremoto que no se llevaría por delante al capitalismo porque nadie sabe con qué sustituirlo pero lo dejaría muy tocado y en manos de intervencionistas impenitentes. Pero aunque el Congreso en pleno salve el plan, lo que ya no tiene remedio es la recesión de la economía norteamericana, la real, la tangible, de la que vive el noventa y cinco por ciento de los ciudadanos. Noventa mil personas han perdido ya sus casas por impago de hipotecas y muchas más las perderán si el plan no actúa con la suficiente celeridad para impedirlo (puesto que prevé medidas para hacerlo), el índice de producción industrial ha descendido por segundo mes consecutivo, para el viernes se esperan malas noticias en el empleo, no hay crédito y los fondos de pensiones están en el alero. Una recesión en los EEUU en un mundo globalizado puede ser una recesión en todo el planeta. En definitiva, un desastre del que nadie aventura que podamos salir antes de 2010.

En medio de tal desastre, la única buena noticia es que, según parece, el senador Obama ha recuperado la línea ascendente en los sondeos y ya saca nueve puntos de ventaja al senador McCain. Mira por dónde va a resultar al final que el desastre del mercado ya no lo arregla mano invisible alguna en la que dicen creer los neocons (y digo "dicen" porque está claro que no es así, que no creen en ella más de lo que creen en el paño de la Verónica) sino la mano bien negra y visible de un presidente intervencionista. Veintiocho años después de la elección de Mr. Ronald Reagan resulta que el problema sí es el mercado y la solución sí es el Estado. Por eso, ¿qué tal si nos animamos y pensamos que la solución que vale para tiempos de crisis, esto es, la nacionalización de la banca, puede valer para los más tranquilos? ¿Qué tal si nacionalizamos la banca? Porque está claro: la nación se queda con la banca o la banca se queda con la nación.

(La imagen es una foto de jcolman, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 1 d’octubre del 2008

Lógica de la catástrofe.

El lunes, cuando todo el mundo daba por aprobado el plan de rescate del señor Bush, las bolsas se despeñaron. El martes, cuando el plan había sido rechazado en votación negativa en el Capitolio, las bolsas subieron. ¿Alguna explicación? A estas horas hay cientos. Cada cual puede escoger la que mejor le parezca. La que más me gusta es la que dice que los tiburones de Wall Street fueron a la baja el lunes para presionar a los representantes y obligarlos a aceptar el plan que venía precedido por la apocalíptica oratoria del presidente: aceptad lo que os proponemos o ateneos a las consecuencias. Como el chantaje no tuvo efecto, el martes era jornada ordinaria con algunas ganancias a la espera de posteriores momentos de tensión.

Mientras tanto la crisis cruzaba el charco y empezaban a caer las primeras torres financieras del viejo continente, con unos gobiernos que no perdieron ni un segundo en correr en auxilio de los que vacilaban y en nacionalizar lo que hiciera falta. Al propio tiempo todos miraban enfurecidos a los EEUU y algunos exigían en tono perentorio a los gringos que aprobaran sin dilaciones el famoso plan de rescate, por ejemplo Frau Merkel muy irritada además por el desastre electoral del partido hermano en Baviera (los alemanes de la CSU llaman "desastre" electoral a perder la mayoría absoluta por primera vez en cuarenta años) y la inestabilidad en su país.

Lo que temen las autoridades europeas, tanto políticas como financieras, es una extensión de la crisis en Europa que pueda tomar la forma de un pánico bancario si la gente empieza a pensar que el dinero no está seguro en los bancos. De ahí que se hayan multiplicado las declaraciones tranquilizadoras aun a riesgo de que produzcan un efecto contradictorio. Algunos han sido más contundentes. Un gobierno tan ultraliberal como el irlandés ha salido a tranquilizar al personal garantizando los depósitos para los dos próximos años.

Nadie parece tener idea clara alguna sobre la naturaleza de esta crisis fuera de las explicaciones sobre las subprime que se repiten de artículo en artículo y que tienen una fuerza aclaratoria bastante limitada. Parece que si las presiones, chantajes y amenazas de los tiburones financieros y la Casa Blanca producen su efecto, el Congreso aprobará finalmente el plan de rescate propuesto por la Administración Bush... si bien ya no es el viejo plan de rescate porque ha sido enmendado para que en lugar de ser una pura estafa, se parezca algo más a un plan con garantías para quienes en último témino van a pechar con su coste que son los contribuyentes estadounidenses y por fatal extensión de las cosas, los del mundo entero.


Digresión.Tiene gracia por arrobas, ¿Se acuerdan del lema con el que empezó la guerra de independencia norteamericana de no taxation without representation? Eso es exactamente lo que está pasando ahora: los congresistas norteamericanos van a votar sí o no a un gigantesco plan de salvamento financiero con dineros públicos que habrán de aprestar los contribuyentes norteamericanos y todos los demás. Con sus escasas luces, Mr. Matorral lo dijo ayer claramente desde la Casa Blanca: I am disappointed by the outcome, but I assure our citizens and citizens around the world that this is not the end of the legislative process ("Me ha decepcionado el resultado" -de la votación en el Capitolio- "pero aseguro a nuestros ciudadanos y a los ciudadanos de todo el mundo que éste no es el final del procedimiento legislativo"). Tal cual.


Para mayor perplejidad, ya hay voces autorizadas que dicen que, aunque el plan se apruebe, no dará resultado. Lean, si no, el artículo de Paul Stiglitz que publica hoy El País, titulado El 'blues' del rescate de Wall Street. Nadie entiende nada allí y nadie entiende nada aquí. Sólo sabemos que estamos al borde de un pánico bancario que puede acabar en un "corralito" global. Y eso que los mercados, según repiten como loros los neoliberales, se autorregulan; si no, íbamos apañados. Así que las continuas intervenciones "tranquilizadoras" de las autoridades sólo consiguen poner más nervioso al personal; por ejemplo, ayer el señor Solbes, diciendo casi para su coleto que "no tenía duda alguna de que los ahorros de los españoles están muy seguros". Porque si esta crisis es de crédito, de confianza, si no hay liquidez porque los bancos no se fían unos de otros ¿cómo quieren que los clientes se fíen de ellos?

(Las imágenes son sendos grabados de George Grosz llamados Die Besitzkröten ("Los sapos poseedores") 1920/21 el primero e Inflation (inflación), 1923, el segundo.)

dimarts, 30 de setembre del 2008

Colapso.

Todo parecía ya arreglado, amañado y apañado para que el Congreso gringo se tragara la operacion de salvamento de bancos y entidades financieras con setecientos mil millones de dólares. Por esa pasta el Estado se comprometía a cargar con toda la inmundicia que los espabilados brokers de Wall Street han estado acumulando todos estos años de alegre turbocapitalismo gracias a la política neocon de no intervenir en los mercados. El presidente Bush y su ministro de Hacienda, Henry Paulson, se emplearon a fondo durante el fin de semana para presionar al Congreso amenazando con la catástrofe financiera si no se aprobaba su plan. En principio estos dos pájaros deben de saber de qué va el asunto, sobre todo el segundo, Paulson, que hasta 2006 fue Director General (CEO - Chief Executive Officer) de Goldman Sachs, el otro banco de inversiones que junto a Morgan Stanley ha recibido el permiso de la Reserva Federal para convertirse en un banco comercial, tras haberse forrado con las especulaciones financieras que ahora estallan. Seguramente eso es lo que les hizo confiar en exceso en sí mismos de forma que el primer plan que presentaron traía una memoria de tres folios y reclamaba plenos poderes para Paulson en la administración de los fondos, sin vigilancia ni control alguno del Congreso. Lo que estaba acostumbrado a hacer en Wall Street. Tampoco su compinche, el señor Bush, se molestó en dar muchas explicaciones. Los dos con la soberbia de los millonarios ladrones estaban seguros de que apabullarían toda resistencia y su plan se aprobaría.

Ya se llevaron una sorpresa cuando los representantes políticos los obligaron a negociar durante el finde para respaldar su insólita petición con garantías que disimularan el robo de las arcas públicas que estaban haciendo y que permitieran que los congresistas votaran a favor sin temer que luego los electores los llamaran a capítulo. Esa sorpresa se convirtió en pasmo absoluto cuando la Cámara de Representantes se sublevó contra el plan y una coalición de republicanos fundamentalistas del mercado y demócratas indignados por el atraco que suponía, lo liquidó votando en contra.

Ante el triunfo de Main Street, Wall Street se hundió estrepitosamente en la mayor caída de su historia. El mensaje del Congreso era claro: si Wall Street quiere salvarse tendrá que hacerlo como el Barón de Munchhausen, sacándose del pantano tirando de sus propios pelos. Estaba claro que la gente reaccionó durante el finde, se organizó, presionó a sus representantes (que se presentan a reelección en Noviembre) y a sus senadores (un tercio de ellos está también pendiente de reelección en noviembre), escribió a los periódicos, inundó la blogosfera con protestas y se manifestó a las puertas del Congreso y de la bolsa de Nueva York con carteles como Bail the people; not the banks! o Bailplan = bulshit ("Rescatad a la gente; no a los bancos" o "el plan de rescate es una plasta de vaca"). Ayer por la mañana Michael Moore escribía una carta (foto al comienzo del post) acusando al Gobierno del señor Bush de llevárselo crudo antes de irse, tras haber robado todo lo que han podido con la guerra del Irak. Moore sostiene que la causa de que haya tantos impagos en las hipotecas, en definitiva la causa de la crisis son las facturas médicas que la gente tiene que pagar. Parece algo traído por los pelos pero sin duda es una de la causas de este desastre de las subprime, quien quiera puede leer la carta completa pinchando en The Rich Are Staging a Coup This Morning. Es muy buena.

Con Wall Street se hundían también todas las bolsas de las satrapías del imperio: Londres, Frankfurt, Milán, París, Madrid y con caídas espectaculares. Los tiburones veían que se les escapaba la presa con lo felices que se las prometían. Porque ya estaban haciendo planes para colocar al Estado no solamente el papel "malo" de las subprimes sino toda su deuda de dudoso cobro, los hedge funds (sobre una estafa, otra) y todo eso prácticamente gratis, como anunciaba Palinuro el veinte de septiembre en un post titulado El bolchevismo liberal de los EEUU.

Y no solamente se hundían los valores bursátiles, sino que los gobiernos tenían que acudir al rescate de bancos hipotecarios abocados a la quiebra: Hypobank en Alemania, Bradford & Bingley en el Reino Unido y Fortis en Bégica/Holanda/Luxemburgo, con otros bancos y entidades financieras haciendo cola para ser intervenidos.

¿Será esto el comienzo del fin del capitalismo? Ciertamente hay gente que lo ve así de apocalíptico. Ayer mismo, Iñaki Gabilondo en Cuatro trazaba un paralelismo con el hundimiento del comunismo, aunque reconocía que, así como los comunistas entonces habían desaparecido del proscenio, los neoliberales hoy siguen dando la doctrina y la vara como si nada hubiera pasado. Nadie puede saber si será el fin del capitalismo. Parece dudoso ya que no hay con qué sustituirlo, dado que el socialismo resultó un fiasco pero sí cabe esperar que sea el fin del turbocapitalismo, del capitalismo especulativo y financiero, un capitalismo opaco y, como diría Bauman, líquido, que convertía en humo todo lo que tocaba. Porque esta crisis llamada "de confianza" no se origina solamente en las subprime. Hasta me atrevería a decir que las subprime son el chocolate del loro. Ha sido el chocolate más vistoso porque es por ellas por donde se descubrió el tinglado, pero son el chocolate del loro. La parte gruesa está en las operaciones de ingeniería financiera cuyo producto más típico son los hedge funds ("fondos de riesgo", en traducción aproximada), que son bastante más que subprimes. Esos "fondos de riesgo" (con su forma de actuación especulativa más típica en las llamadas "ventas a corto", recientemente prohibidas) son la quintaesencia del capitalismo especulativo sin riendas. Añádase a ello el culposo abandono de sus obligaciones por el Estado que, lejos de supervisar y controlar a las entidades de crédito y dichos fondos, permitió que lo hicieran las rating agencies ("agencias calificadoras de riesgo") que, a su vez, estaban tan en la pomada como los listos de las entidades financieras. Todo esto será lo que tenga que cambiar.

Ese capitalismo de manos libres es el que probablemente habrá terminado cuando salgamos de esta crisis, si salimos. Ya pueden los neoliberales y neoconservadores seguir dando la brasa con las excelencias del mercado y la necesidad de atar en corto al Estado: llegan los tiempos en los que volverá el Estado fuerte para poner orden en esta anarquía en la que todavía está por ver (aunque no sea difícil de imaginar) quiénes pagarán por los platos rotos. De todas formas ya hay quienes lo están haciendo: todos los que tienen hipotecas con cuotas cada vez más altas por casas que cada vez valen menos y todos los que metieron sus ahorros en los fondos de pensiones que cotizan en bolsa y que ya han perdido un 25 por ciento de su valor. Suma y sigue.

(La segunda imagen es una foto de (nz)dave, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 26 de setembre del 2008

No hay acuerdo hasta que haya acuerdo.

Con el admirable sentido para lo teatral que tienen los gringos, ayer escenificaron una peli de rescate de la chica en el último momento con el presidente señor Bush diciendo por la tele que el país vive horas de dramático peligro y el señor McCain recordando que, como antiguo piloto de la marina, sabe cuándo hay que tocar a zafarrancho de combate y que, habiendo llegado el momento, suspendía la campaña para ir a Washington a enderezar el gran entuerto nacional. Pedía asimismo al señor Obama que aplazaran el debate previsto para hoy por la noche en la Universidad de Mississippi hasta que se hubiera alcanzado un acuerdo.

Todo sonaba a un intento a la desesperada para recuperar distancia en las encuestas que vuelven a dar ganador a Mr. Obama. Éste se apresuró a presentarse también en Washington para ayudar a establecer un acuerdo pero rechazó la idea de aplazar el debate televisado porque, dice, los estadounidenses deben saber qué propone cada candidato para sacar al país del fregado (mess fue su palabra) en que se encuentra.

A primera hora de la tarde, el Congreso anunciaba que había llegado a un entendimiento respecto a la propuesta de emplear setecientos mil millones de dólares (un tercio del total del ingreso federal en un año) para librar a los bancos de los empréstitos basura. Los legisladores sólo ponían como condición que el libramiento se hiciera en tres entregas. Más tarde, en una reunión en la Casa Blanca con el presidente y los asesores financieros a la que asistirían los dos candidatos se afinarían los detalles del acuerdo.

La noticia se recibió con alborozo en los mercados; el Dow Jones subió un dos por ciento y todas las bolsas fueron al alza. Los periódicos dieron por hecho que se había logrado el acuerdo. Al final del día la euforia se había esfumado y los asistentes a la reunión la abandonaban si acuerdo alguno y en medio de mutuas recriminaciones. Las más agrias, las de los demócratas a los republicanos y en concreto al señor McCain quien, según un dirigente rival, no estaba interesado en un plan para salvar a los EEUU sino para salvar a McCain.

En algún momento se sabrá qué pasó en la reunión de la Casa Blanca. Desde luego, Mr. McCain llegó a Washington después de que el Congreso anunciara el acuerdo, lo que restaba bastante a su pretensión de ser decisivo en el plan de salvamento y después, en la reunión de la Casa Blanca, le puso condiciones, exactamente las mismas que habían formulado los demócratas y él había rechazado el día anterior: un consejo independiente de supervisión, un mecanismo para proteger los intereses de los contribuyentes, un límite a los pagos gigantescos a los ejecutivos de Wall Street y un mecanismo de socorro para quienes estén atrapados en hipotecas que no puedan pagar. Como buen conservador McCain omitió la cuarta pero plagió las otras tres. Coincidió en esto con una ofensiva de los republicanos más reaccionarios que objetan a la idea misma de intervenir en los mercados y ambas ofensivas de sentido contrario dieron al traste con el acuerdo.

Ayer por la noche quedaban el señor ministro de Hacienda, Paulson, el baranda de la reserva Federal, Bernanke, los asesores presidenciales y los técnicos demócratas y republicanos en febril actividad contra reloj tratando de sacar adelante un acuerdo antes de que abran hoy viernes los mercados que saben los dioses cómo pueden reaccionar si no hay tal.

dissabte, 20 de setembre del 2008

El bolchevismo liberal de los EEUU.

Las bolsas del mundo entero, esos termómetros de la salud de los mercados, del capitalismo, rebotaron ayer felices de escuchar la buena nueva de que el Gobierno de los Estados Unidos se hace cargo de toda la deuda mala de la banca. Quién iba a decirlo ¿verdad? El paradigma del liberalismo antiintervencionista, el adalidad de la escrupulosa libertad de los mercados interviniendo en estos para salvar la economía de un desastre de proporciones apocalípticas.

Y quién iba a decir algunas otras cosas. Esta crisis tiene la virtud de poner de relieve las contradicciones internas al mundo globalizado. En el momento en que uno de los grandes bancos de inversiones estadounidenses, Morgan Stanley, estaba en tratos para comprar otro banco en apuros, Wachovia, él mismo mostró preocupantes signos de debilidad... y ¿quién anunció su intención de acudir en su ayuda? Un fondo soberano chino, esto es, un fondo de inversiones de propiedad pública, China Investment Corp., que ya controla el 9,9% de Morgan Stanley y podría aumentar esta participación hasta el 49% si no fuera porque, habiendo perdido ya miles de millones de dólares, no acaba de fiarse del buen juicio del paso. Sea como sea, está claro: la República Popular China no tiene el menor interés en el derrumbe del capitalismo mundial, concentrado en los EEUU. Al contrario, prefiere que sobreviva porque aspira a controlarlo. A su vez el Gobierno de los EEUU coincide con el chino: para salvar la economía del desastre, se socializan las pérdidas.

Vale. Por eso han saltado de alegría las bolsas y todos los índices han subido. Pero... ¿por cuánto tiempo? Esta gigantesca operación de salvamento a base de nacionalizar la (mala) banca tropieza con dos dificultades una a corto y otra a largo plazo, una política y otra económica que cuando se materialicen pueden significar el derrumbe final de este castillo de naipes que fue el capitalismo financiero globalizado.

La dificultad política a corto plazo es que el Congreso, que tiene que debatir y aprobar la mayor operación de salvamento de la historia de los EEUU, entra de vacaciones la semana próxima y, ya en período electoral, puede ser que el asunto quede pendiente hasta la toma de posesión del próximo presidente en el mes de enero de 2009 y, entre tanto, la situación empeore o simplemente estalle.

La segunda dificultad a más largo plazo, de naturaleza económica, se materializará una vez que los mercados reaccionen como suelen, esto es, calculando. Dirán entonces: "Ok. El Gobierno de los EEUU absorbe toda la deuda mala de la banca. Pero ¿cuánto dinero tiene el Gobierno de los EEUU y cómo va a financiar esta gigantesca operación?" En este momento nadie puede aventurar qué cantidad puede ser necesaria para llevar a cabo el rescate por dos razones: 1ª) porque nadie sabe a cuánto asciende en realidad esa deuda "mala" de los bancos, cuánto dinero se ha evaporado en las subprime, cuánto en los hedge funds; 2ª) porque a esa cantidad misteriosa pero elevadísima habrá que añadir otra no menos elevada producida por algo en lo que nadie parece haber caído hasta la fecha: exactamente, ¿cómo va a operar la banca para dejar en manos del Gobierno su "mala" deuda? Según parece y por lo que ya están haciendo, dividiendo los bancos en dos: bancos "buenos" y "malos". Los "malos" irán directamente a control público. Pero, conociendo a los banqueros, que son los mismos que han provocado este desastre por su infinito afán de lucro, ¿duda alguien de que la "banca mala" equivaldrá a toda la banca?

Dicho en otros términos: el problema de esta operación que tanto ha alegrado a las bolsas es idéntico al que ha generado la crisis, es decir, el crédito. ¿Cuánto crédito tiene el Gobierno de los EEUU? Eso es lo siguiente que harán los mercados. Y de eso depende todo.

A propósito, a la vista de lo que está pasando ¿qué me dicen del señor Aznar recomendando a los indios de la India más políticas de liberalización para salir de la crisis?

(La imagen es una foto de orionoir, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 17 de setembre del 2008

Conversación celestial entre A. Smith, K. Marx y J. M. Keynes.

Hace un día maravilloso como corresponde a la región divina. A la hora de celebración de la democracia angélica, cuando todos los espíritus se mezclan sin parar mientes en su jerarquía, querubines con tronos, virtudes con dominaciones pues de otro modo no podría armarse la orquesta celestial, y poco antes de entonar con melancólica cadencia el Gloria in excelsis Deo, Adam Smith (concertino) se encuentra con John Maynard Keynes (clarinete) que está en animada charla con Karl Marx (octabajo) quien, al ver a aquel, se dirige hacia él blandiendo el arco.

Marx: ¡Siempre lo dije, siempre lo dije! ¡Mis predicciones se cumplen! El socialismo se implantará empezando por los países más avanzados de la tierra. Nada de aquel pestiño de la Rusia agrícola cuando un eslavo bastante bruto llamado Lenin se empeñó en empezar la casa por el tejado. El comunismo se establecerá en los EEUU en primer lugar, luego Inglaterra, después Europa Occidental... como yo lo había predicho.

Smith (desconcertado, dirigiéndose a Keynes): ¿qué le sucede a Herr Marx esta mañana? Está muy excitado y cuando los alemanes se excitan...

Keynes: nada, acaban de anunciar que la Fed en los States interviene AIG y dice que es el comienzo del fin, la crisis general del capitalismo que él siempre vaticinó, que ahora los EEUU nacionalizan empresas, la transición al socialismo. No puede imaginarse qué mañana llevo. He llamado a Lytton para que me eche una mano, pero está ligando con el sobrino de Virginia Woolf.

Smith (escandalizado): no me hable Vd. de esas horrendas perversiones suyas de Bloomsbury. El capitalismo es sobre todo moralidad, amigo mío, moralidad, cumplimiento, palabra dada, trabajo, frugalidad...

Marx: ... y explotación, explotación a mansalva. La plusvalía...

Smith: no empiece Vd. Herr Marx. Por Dios, no me suelte el vol. I de El Capital que es el único que pudo Vd. publicar. ¿Cómo que crisis general del capitalismo? Lo que Vd. siempre dijo es que esa crisis vendría por un proceso de depauperación de un lado con sobreproducción de otro en un contexto de anarquía del mercado y todo ello hablando del capitalismo industrial...

Keynes: es lo que yo le digo siempre, Mr. Smith. Charlie boy, no diste ni una.

Smith: claro que no; ni una. Aquí hablamos de una crisis del capitalismo financiero.

Marx: financiero, industrial, el capitalismo es siempre capitalismo; igual que una ñorda es siempre una ñorda...

Keynes: ¡por favor, Charlie!

Marx: déjame Johan, sé lo que me digo: el capitalismo es una ñorda y de anarquía en los mercados ¿para qué hablar? A ver, Mr. Smith, ¿quién puede controlar los mercados financieros internacionales? Ni Dios, que acaba de pasar por aquí con el Wall Street Journal bajo el brazo, ni Vd. mismo, que era su querubín teórico tienen ni la más guarra idea. Esto es un caos, mezcla de irracionalidad y pura codicia. El afán de lucro, la sobreexplotación de las masas.

Keynes: Bertie Russell me dijo el otro día que ha ayudado mucho la pavorosa estupidez de los llamados "neocons", con ese tejano beodo que ya está considerado el peor presidente de su país.

Smith (A Marx): ¿qué quién controla? Bueno, debiera Vd. saber, Herr Marx, que los mercados se controlan solos, pues son sistemas autorregulados y como dice otro sabio alemán, autopoyéticos. Mi mano..., ejem, quiero decir, la mano invisible de los vicios privados/virtudes públicas...

Marx (aporreando el octabajo): ¡ja! ¿Has oído John? ¡La mano invisible! Aquí la única mano invisible es la que ha metido en los ahorros de medio mundo una banda de ladrones y banqueros (lamento la redundancia) que llevan treinta años viviendo de las bellaquerías económicas de las desregulaciones, las privatizaciones y las "reformas" de unos políticos siervos que sólo pretendían embellecer el capitalismo. ¡Y por más que la embellezcas, una ñorda es una ñorda!

Smith: falso, Herr Marx. El error no está en el mercado, que es un mecanismo neutro, impersonal y racional de asignación de recursos. El error está en esa monstruosidad que se llama "política económica" por la que todos los gobiernos interfieren en donde no deben y me da igual que esas interferencias sean para privatizar o para nacionalizar. La mejor política económica es la que no existe. El Estado está para detener chorizos, hacer caminos e impedir que nos invada la Armada Invencible. Todo lo demás, como dice mi amado doctrino von Mises, es socialismo.

Keynes: pues es que ahora lo que se impone como solución es la nacionalización.

Smith: ¡error!

Marx: ¿error? Es lo único sensato que ha hecho en ocho años esa banda de ineptos en Gringolandia. Mr. Smith, Vd. no entiende nada de economía. El error eran y son las privatizaciones. Al abolir el Estado quiere Vd. retrotraernos al feudalismo.

Smith: quien no entiende nada de Economía es Vd., Herr Marx, que quiere abolir el mercado, lo que equivale a abolir la base misma del cálculo económico. Al abolir el mercado nos lleva Vd. al totalitarismo más inepto.

Keynes: pero en algo tiene razón Charlie, Mr. Smith: las privatizaciones fueron un desastre.

Smith: ¡claro que sí! No seré yo quien lo niegue. Fueron un desastre porque fueron actividades de capitalismo corsario o capitalismo de ladrones. El capitalismo es un sistema moral que prohíbe el robo o la confiscación y las privatizaciones fueron confiscaciones de aprovechados. Basta ver lo que se hizo en España. Por eso digo que ninguno de los dos entendéis de economía.

Keynes: ¿cómo que no, old chap? Yo siempre defendí un punto de vista que integraba el suyo y el de Kärlchen, una mezcla, un juste milieu, como decía Montesquieu o, para que Charlie me entienda, una "superación" o Aufhebung hegeliana de la contradicción capitalista básica...

Marx: juste milieu, juste milieu. Tú eres un pánfilo que no te has enterado de qué va esto o peor aun, un sucio socialdemócrata progre al servicio del capital. Como lo está el Estado, siempre al servicio del capital. Por eso quiere Mr. Smith que sea diminuto y no tenga competencias: para que sea la agencia de la clase dominante. Cuando hay que privatizar se privatiza y cuando hay que nacionalizar, se nacionaliza. Según le interese al capital.

Smith: hágame el favor de no caricaturizar mi teoría Herr Marx. Que la suya sea elemental como el sonido del grillo no quiere decir que también lo sea la mía. En mi teoría el Estado no tiene por qué intervenir en el mercado para beneficiar al capital ni al no capital, a nadie.

Keynes: pero Mr. Smith, por favor, en este Cristo que hay montado en Wall Street, si el Estado no interviene, todo el montaje mundial se va al garete.

Smith: pues que se vaya. Eso quiere decir que estaba mal montado.

Marx: ¿lo ves? Lo que yo decía: crisis general del capitalismo y llegada del socialismo en la Meca misma del capital. Como yo lo dije.

Keynes: creo que están Vds. los dos locos. Sus recetas son destructivas y las dos (anulación del Estado o anulación del mercado) llevan a una perpetuación de la crisis. Claro que el Estado debe intervenir, precisamente para corregir las disfunciones del mercado y así mantenerlo. En momentos de crisis, el Estado debe garantizar la demanda agregada, invirtiendo en obras públicas...

Marx: ¿y salvando a los ladrones de la quiebra? ¿Como hacen los sociatas en España, que subvencionan con dineros públicos a los tiburones del ladrillo? ¿Tirando los ingresos del Estado por el sumidero de las operaciones especulativas y fraudulentas del capital reunido en conciliábulo a ver cómo puede explotar más a los trabajadores del mundo entero?

Smith: cierto, John, Herr Marx y yo estamos de acuerdo en esto. Recuerde que en La riqueza de las naciones decía yo que siempre que dos capitalistas se juntan aunque sea para jugar a las cartas las consecuencias las pagamos los demás.

Keynes: de acuerdo yo también, amigos. No me refería a estas intervenciones que suenan a sacar las castañas del fuego a los piratas del caos financiero mundial y que van a dejar a nuestros países sin recursos para poner en marcha las acreditadas políticas de mi flamante marca keynesiana, expuesta en La teoría general, etc. El Estado debe intervenir recurriendo incluso al déficit pero no arruinándose en operaciones especulativas (ese es el aspecto más siniestro de esta historia) sino en actividades productivas; así se mantiene alta la demanda y a largo plazo...

Smith y Marx (al unísono, mientras empiezan a sonar los primeros acordes del Gloria in excelsis): ¡todos calvos!.

(La primera imagen, una estatua de Adam Smith en la parte trasera de la Royal Academy es una foto de Matt From London; la segunda, un retrato de Karl Marx, es una foto de Álvaro Herraiz, ambas bajo licencia de Creative Commons); la tercera es una foto de John Maynard Keynes (a la derecha) junto a Harry Dexter White en una reunión de Bretton Woods y está en el dominio público).

dilluns, 15 de setembre del 2008

La que se nos viene encima.

Desde que la burbuja inmobiliaria estalló el verano pasado en los Estados Unidos vengo siguiendo con verdadera fascinación el desarrollo de esta crisis y posteando regularmente sobre ella. Una ojeada a la lista de etiquetas de la derecha en el blog probará que las voces "crisis" y "economía" acumulan más de cien entradas entre las dos. Así que no es cosa de aburrir al personal con el consabido rollo del yoya de que andan los periódicos llenos en estos días: "yo ya lo dije", "yo ya lo sabía". Lo que cada cual sabía está registrado en las hemerotecas hasta el fin de los tiempos. Por ejemplo El País en un editorial de 6 de septiembre de 2007 titulado Profetas del desastre decía: "La carestía de algunos productos básicos, la subida de los tipos de interés hipotecarios, la pérdida de vigor de la construcción y las incertidumbres derivadas de la tormenta financiera pintan un inicio de curso económico con algunas sombras que sería irresponsable ignorar. Pero es absurdo no poner esos datos en relación a otros de la realidad como que la economía española sigue creciendo muy por encima de la media europea, y creando más empleo que ningún otro país de nuestro entorno; y que, contra lo que parecen desear algunos críticos rutinarios, no hay datos para suponer que un posible descenso en los próximos meses en el ritmo de creación de empleos vaya a provocar un desplome comparable por ejemplo al producido en 1992." Pues ya sabemos lo que hay. Claro que por aquellas fechas también los señores Rodríguez Zapatero y Botín (véase el post de Palinuro La crisis inexistente de 8 de septiembre de 2007) tranquilizaban a todo el mundo al alimón diciendo que aquí estábamos protegidos contra toda adversidad, que nuestra situación era boyante, que de crisis nasti de plasti.

No quiero hacer mucha sangre porque tendría que empezar por derramar la mía ya que al fin y al cabo haya uno escrito lo que haya escrito lo más característico de esta crisis que dura más de un año es que nadie tiene ni repajolera idea de su etiología, su posible tratamiento y sus consecuencias. Ni idea. Todo lo que sabemos es que ni Dios se fía de nadie y que los discursos, aclaraciones, declaraciones, explicaciones y demás retórica sólo contribuyen al barullo porque entran de lleno en el terreno de esa misma desconfianza. No hay relato neutral, imparcial o desinteresado en las cosas humanas. Eso es el abc de las ciencias sociales, del que los economistas dicen estar libres cual si no fuera evidente que todos, absolutamente todos quienes hablan de economía son "homo economicus", tienen intereses específicos en lo que dicen y son juez y parte. ¿Como qué habla un banquero cuando habla de la crisis? ¿Como un científico? ¿Y un consultor de bolsa, un "broker", un alto ejecutivo de una empresa? ¿Como gentes desinteresadas que ven con frialdad el curso de las cosas? Nada, ni idea. Eso no quiere decir que la máquina de producir discursos, relatos, explicaciones se detenga. Los medios son como los viejos altos hornos: no pueden parar. Así que los banqueros, los "brokers", los gobernantes, los profesores universitarios, los agentes de cambio y bolsa y los oficinistas a la hora del aperitivo siguen hablando y hablando como si tuvieran idea de lo que sucede y soltando profecías que suelen incumplirse antes de que hayan terminado de formularse.

¿Qué pude estar sucediendo? Desde el verano de 2007 hay un hecho nuevo: ésta es una crisis del capitalismo como sistema en su conjunto pero de alcance global. Es la primera crisis global de la historia, lo que equivale a decir que nadie tiene ni idea de cuál pueda ser su comportamiento por la razón evidente de que nadie, que yo sepa, entiende ya cómo funciona el sistema económico y financiero mundial, es una realidad tan densa, compleja, compacta y ajena a toda regulación que ese mismo funcionamiento es producto del azar.

En este momento lo único que parecemos saber es que aprovechando la falta de regulación global del capitalismo financiero una serie de entidades crediticias, especulativas, bancarias, han inventado prácticas sumamente lucrativas a corto plazo de proceder con los créditos hipotecarios, prácticas que cuando se conozcan en sus exactas dimensiones probablemente serán tipificadas como delitos pero que al no estarlo todavía se limitan a causar destrozos entre los sectores perjudicados (estafados) que en muchos casos son las mismas entidades que especularon en un primer momento.

Probablemente haya hoy circulando por el mundo billones de dólares en créditos basura que no valen ni el precio del papel en el que están impresos pero empaquetados como atractivos "productos" financieros que los bancos han estado ofertando por doquier. Pero como los balances han de cuadrar, poco a poco van cayendo los que se dedicaron al lucrativo negocio del toco-mocho financiero a gran escala y esto ya empieza a ser un rosario de catástrofes que convierten a esta crisis en un fenómeno reptante, silencioso pero que será más dañino para la estructura productiva del capital que la de 1929.

Cada vez que cae uno de estos gigantes bancarios (y según el exlibertario Greenspan todavía caerán más) se organiza un escandalazo. Son empresas "demasiado importantes para quebrar". ¿Qué quiere decir esto? Lo que se viene diciendo desde que Lehman Brothers apuntó que se iba al garete: que nadie sabe qué catastróficas consecuencias para el conjunto del sistema financiero mundial puede tener la quiebra de un gigante de esas características.

Aquí es donde entra el discurso de los gurús neoliberales. Todavía no hace mucho que estos, orgullosos de lo bien que funcionaba un sistema autorregulado y camino de una necesaria privatización total (o sea, feudalización de la sociedad, desaparición de todo rastro de lo público, todo privado, la educación, la medicina y hasta la justicia) contaban que de las cien grandes empresas mundiales hacia 1900 ya no quedaba ni una en el mercado porque el capitalismo es, como decía Schumpeter, "destrucción creadora". Pues si es destrucción creadora, que se vayan al carajo Bearn Stearns, Indymac, Fannie Mae, Freddie Mac, Lehman Brothers y el sursum corda. ¡Ah, no! dicen ahora los neoliberales: hay que salvar al sector porque nadie sabe cuáles puedan ser las consecuencias para el conjunto del sistema. O sea cuando se puede, cuando hay beneficios se privatiza y cuando vienen mal dadas se socializan las pérdidas.

Sin embargo hasta un estúpido tan denso como el ministro gringo de Hacienda, Henry Paulson, parece haberse dado cuenta: si el Estado rescata a cada gigante crediticio que anda en problemas por haberse pasado en su afición a la estafa como ya ha hecho con Bearn Stearns, Indymac, Fannie y Freddie, mañana no queda íntegra una sola institución financiera porque la gente, que no es tonta, prefiere arriesgar los dineros públicos que los propios, los de cada uno que están tan ricamente en el bolsillo. Habría una serie de quiebras en busca de los dineros públicos. Es una reacción elemental que consiste en que si hay opción lo primero que se esquilma es lo público y lo privado se reserva. Así que cuando los dos potenciales compradores de Lehman Brothers, el Bank of America y Barclays se enteraron de que el Estado no iba a garantizar contra pérdidas en la adquisición, se volvieron por donde habían venido y hoy Lehman caerá en la bolsa para no levantarse más y con él, a saber cuántos más.

Entre tanto, la vida de los tiburones sigue como hasta la fecha. El Bank of America compra Merril Lynch, otro gigante en apuros por 44.000 millones de dólares dice que para protegerlo del impacto del hundimiento de Lehman pero en realidad porque es un bocado suculento ya que la empresa hubo de sanearse este verano a lo bestia vendiendo créditos hipotecarios por valor de 30.000 millones de dólares a veintidós centavos el dólar.

Otrosí, como el asunto es tan grave, allí donde no piensa intervenir el Estado, el capitalismo financiero global ha acabado teniendo que organizarse y al hundirse Lehman se creó un consorcio internacional de diez bancos: Bank of America, Barclays, Citibank, Credit Suisse, Deutsche Bank, Goldman Sachs, JP Morgan, Merrill Lynch, Morgan Stanley y UBS para sindicar un fondo de créditos de setenta mil millones de dólares a fin de paliar los efectos del hundimiento de Lehman. Pero obsérvese bien, esto sólo sucedió cuando ya estuvo claro que fracasaba la operación de rescate de Lehman chupando de los fondos públicos. A la fuerza ahorcan y es posible que el capital financiero global acabe entendiendo que cierta regulación de las transacciones, que la intervención de los Estados, que el ámbito de lo público está en el mejor interés de conservación del sistema. Pero eso sigue sin ser claro todavía.

Entre tanto en España, en donde se echa la culpa de lo que nos sucede a lo que pasa fuera pero nadie se toma la molestia de analizar en serio eso que pasa fuera, el gobierno socialista, siguiendo la ilustre teoría neoliberal, ha apartado tres mil millones de euros para ayudar a las empresas constructoras que no solamente ocasionaron el destrozo actual por su insaciable codicia sino que, viendo que el Estado interviene en su beneficio regalándoles el dinero de los contribuyentes, no sienten la necesidad de bajar los abusivos precios de las viviendas, prohibitivos para la ciudadanía. La responsable de tal injusticia y abuso es la ministra Beatriz Corredor, una registradora de la propiedad al servicio de los tiburones inmobiliarios, como lo está el otro ministro socialista, partidario de que "no se hunda el sector" (que ya sabemos qué significa), señor Sebastián.

(Las imágenes son sendas fotos de swisscan y TCM Hitchhiker, ambas bajo licencia de Creative Commons. La primera es una preciosa abstracción de un monstruo y la segunda, la nómina de monstruos reales de Hollywood; de derecha a izquierda, el hombre-lobo, la momia, el monstruo del Dr. Frankenstein, Drácula, la criatura de la laguna negra y el fantasma de la Ópera).

dilluns, 8 de setembre del 2008

El pueblo al rescate del capital.

La historia de las dos gigantescas corporaciones hipotecarias estadounidenses Fannie Mae y Freddie Mac que el Estado intervino este fin de semana constituye un ejemplo de manual del carácter depredador del capitalismo, consistente en privatizar los beneficios y socializar las pérdidas o, lo que es lo mismo, predicar en contra de la intervención del Estado en el mercado y a favor de la libertad irrestricta de éste hasta que empiezan a venir mal dadas, en cuyo caso el Estado interviene en favor de los accionistas con el dinero de los contribuyentes quienes, cuando las empresas hoy intervenidas daban beneficios en forma de dividendos, no vieron ni un centavo.

La Federal National Mortgage Association (Fannie Mae) nació en 1938, en tiempos del New Deal socialdemócrata del presidente Roosevelt para ayudar a las empresas inmobiliarias y a quienes firmasen hipotecas a acceder a éstas, respaldando y complementando los préstamos de los bancos, bastante rácanos. Su fórmula era muy segura ya que, a diferencia de los bancos hipotecarios privados, contaba con el respaldo del Estado para hacer frente a las situaciones de crisis. Pronto, Fannie Mae se convirtió en un gigante del mercado hipotecario. Fue entonces (finales de los años sesenta) cuando el presidente Johnson dio en la idea de privatizarla, convirtiéndola en una sociedad anónima, con lo que todo el mundo pareció hacer un buen negocio: el presidente conseguía fondos para financiar la guerra del Vietnam, los prestatarios de hipotecas accedían a éstas con seguridad, los accionistas cobraban jugosos beneficios y todos estaban muy tranquilos porque Fannie Mae era privada en cuanto a la cuenta de resultados pero seguía teniendo el respaldo público. Una fórmula ingeniosa de lo que se llamó "capitalismo de Estado".

Fannie Mae prosperó y amenazó con convertirse en un monopolio, razón por la cual, en los años setenta se fundó otra corporación de similares características (semipública, semiprivada), la Federal Home Loan Mortgage Corporation (Freddie Mac) con la intención de que ambas compitieran (sigo en esto los datos del Frankfurter Allgemeine Zeitung en un reportaje sobre los dos gigantes hipotecarios), pero lo que sucedió, como cabía imaginar, fue que se repartieron el mercado, hasta alcanzar el 50% del hipotecario estadounidense que totaliza al día de hoy los cinco billones de dólares.

El gráfico de la ilustración muestra a las claras el proceso de auge descomunal de los dos gigantes durante los años de la burbuja inmobiliaria y su catastrófica caída apartir del año pasado hasta la quiebra actual. Aquel auge se hizo, obviamente, por el mismo sistema de hipotecas basura o hipotecas sin garantías con alto riesgo que ha acabado por provocar la crisis crediticia (credit crunch) actual. Prácticas alegales de alto riesgo movidas por el afán de lucro de los operadores privados.

La teoría clásica que el neoliberalismo dice que debe aplicarse en este caso es dejar que los dos gigantes, que han jugado mal se hundan. Pero eso supone el hundimiento del mercado hipotecario estadounidense y una profundización de la crisis crediticia mundial con consecuencias imprevisibles para el conjunto del sistema capitalista. En otras palabras, las dos corporaciones son too big to fail, esto es, "demasiado grandes para hundirse", razón por la cual el Estado acude en su ayuda con el dinero de los contribuyentes. La cotización de los dos gigantes, que ha perdido casi un 90 por ciento, no puede seguir cayendo, así que las rebajas de impuestos (sobre todo a los ricos) con las que el señor Bush adornó su mandato, se truecan ahora en una imperiosa exacción de cien a doscientos mil millones de dólares que habrán de pagar todos los ciudadanos, ricos y pobres.

Probablemente no sea la crisis general del capitalismo que los comunistas llevan esperando ochenta años, pero sí parece la crisis financiera del capitalismo. Y las cosas no han hecho más que empezar. Cuando terminen todo habrá cambiado y nada será igual.

(La imagen es una foto de qthrul, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 4 de setembre del 2008

La crisis está desbocada.

Casi parece una broma de un dios maligno. Cuanto más se obstina el Gobierno en que los ministros no pronuncien la palabra "crisis" mayor es la profundidad, extensión y complejidad de ésta. No recuerdo una situación tan absurda en muchos años. El señor Rodríguez Zapatero y los suyos utilizan circunloquios como si, víctimas de una creencia supersticiosa en los poderes mágicos de las palabras, esperaran que éstas sustituyeran a los hechos.

Mes tras mes los indicadores económicos dan unas situación catastrófica: el paro está ya en el 11%; la inflación no se detiene; las ventas de coches caen en picado; las de inmuebles igual; la tasa de confianza está por los suelos; el euríbor por las nubes; el IPC también; las empresas quiebran; la bolsa se hunde; el índice de morosidad se dispara; la banca tiene problemas de liquidez; el PIB no se mueve o va para abajo.

Pero según el Gobierno esto no es una crisis sino un frenazo.

Las declaraciones de los ministros quedan desmentidas por los hechos apenas se han formulado; las comparecencias en sede parlamentaria no sirven para nada; apenas ha declarado un ministro cuando la oposición parlamentaria pide otra y al ministro ha de sucederle el presidente del Gobierno "a petición propia" cuando una semana antes se había negado a hacerlo.

Pero según el Gobierno esto no es una crisis sino un frenazo.

Ante las malas perspectivas y la política de ahorro, las demás instituciones se sublevan contra el Gobierno, incluso las gobernadas por el partido del Gobierno. Ayuntamientos y Comunidades Autónomas parecen hacer causa común para mejorar su situación y aumentar sus disponibilidades presupuestarias.

Pero según el Gobierno esto no es una crisis sino un frenazo.

¿Quién es el imbécil al frente de la política de comunicación del Gobierno?

(La imagen es una foto de Hryckowian, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 28 d’agost del 2008

Siguen sin llamarla crisis.

De nuevo los datos económicos indican que la economía va mal. El reventón de las subprimes estadounidenses en agosto pasado fue el comienzo de este ciclo depresivo que se expande por metástasis a otros países, el nuestro entre ellos, como es inevitable en tiempos de globalización. Ya a comienzos de este año los indicadores españoles iban todos a la baja y apuntaban a la posibilidad de una recesión. Pero estábamos por entonces en puertas de las elecciones de marzo por lo que el Gobierno abordaba esta cuestión con aparente optimismo, quitando importancia a la gravedad de la situación, no queriendo utilizar términos comprometidos como crisis y prometiendo que era un frenazo coyuntural y pasajero y que para los meses de este verano de 2008 estaríamos en ruta hacia la recuperación completa.

También afirmaba el Gobierno que no era de temer un contagio por las subprime en España dado que nuestro banco central ha estado vigilante controlando las prácticas crediticias de las entidades financiera que están en muy sólida situación porque no han corrido riesgos y, además, han provisionado fondos abundantes. Al contrario, en principio estábamos en mejor situación que los demás para hacer frente a los momentos chungos. Y ello a la vista de un proceso de deterioro muy acelerado. Hace un año el país tenía un superávit del dos por ciento del PIB y el Gobierno se lo fundió en un par de medidas que él llama "sociales" y otros pueden considerar populistas, como los 2.500 euros por cada niño nacido a partir de junio de 2007 y los 400 euros de devolución del IRPF que iban a contribuir al relanzamiento de la economía y bien claro está que han tenido un efecto nulo o incluso, vaya por Dios, puede que contraproducente pues el mal dato de este mes viene precisamente movido por las restricción del consumo de las familias.

En este momento, a la espera de los datos sobre empleo y precios al consumo de agosto, la economía está en crecimiento 0,1, es decir, plano. Pero el Gobierno, que ya admitió hace un mes por boca del vicepresidente y ministro de Hacienda, señor Solbes, que las cosas iban peor de lo que habían calculado, sigue diciendo que aguantamos mejor que nuestros vecinos europeos y que, aunque no de inmediato, el país remontará lo que sus componentes, desde el presidente a los ministros llaman "frenazo", "estancamiento", etc en los próximos meses. No sé si el señor Rodríguez Zapatero y sus colaboradores perciben o no que en este terreno nadie les concede crédito alguno, que la gente no se fía y la prueba obvia es que, efectivamente, todo el mundo ha cortado el grifo de compras, nadie consume porque nadie está seguro de lo que pueda pasar. Una actitud muy prudente (aunque a corto plazo redunde en mayor perjuicio de la economía que no puede remontar por la flojera de la demanda) y contraria a la que observó el Gobierno en su día cuando tiró la casa por la ventana con las citadas dádivas y sin parar mientes en la acreditada cuenta de la vieja de que, cuando hay crisis en Europa, España la padece más intensamente que los demás países igual que, cuando hay recuperación es España también quien suele beneficiarse más de la coyuntura.

Ahora es la consultora Standard and Poor la que prevé que España entre en recesión en los próximos meses en esos en los que, según el Gobierno, no tienen por qué darse tasas negativas de crecimiento. ¿A quién juzgaremos más veraz a la vista de lo sucedido hasta hoy, a Standard and Poor o al Gobierno de España? Es verdad que, como dice el señor Rodríguez Zapatero, el pesimismo no crea puestos de trabajo. Basta con escuchar al agorero señor Montoro, del PP, diciendo que este verano ha sido angustioso pero sin ofrecer ni un atisbo de solución alternativa. Efectivamente, el pesimismo no genera puestos de trabajo; y el optimismo tampoco.

Ese mismo presidente del Gobierno anda ya anunciando nuevas medidas para salir del "frenazo"; prueba clara de que las anteriores, anunciadas a mediados de agosto no funcionan. ¿Y qué tal la muy revolucionaria de dejar que el mercado decida por su cuenta? ¿Qué pasaría si, en lugar de pedir planes de ayuda, subvenciones y protección con cargo a los dineros públicos, las empresas del ladrillo ajustasen la oferta a la demanda y rebajaran los precios hasta el cuarenta por ciento que es en lo que están sobrevalorados según analistas independientes o sea redujeran sus escandalosos márgenes de beneficios?

Qué pregunta tan ingenua, ¿verdad?

(La imagen es una foto de jonaycp, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 23 d’agost del 2008

Esos exquisitos banqueros.

Una vez al año en verano el Federal Reserve Board de los EEUU organiza una conferencia en un sitio privilegiado, Jackson Hole, en Wyoming, muy cerca de la reserva nacional de alces y otras atracciones, a la que invita a la flor y nata del sistema financiero internacional para analizar la situación y las perspectivas de seguir haciendo negocios. Este año como es lógico el tema predominante ha sido la crisis financiera. Allí, en ese lugar de ensueño, paraíso de turistas, los banqueros más importantes del mundo se han puesto a lanzar mensaje ominosos. Si estamos mal podemos apostar a que estaremos peor. El señor Bernanke, del Federal Reserve Board, cree que el actual contexto económico es uno de los más difíciles lo que no suena especialmente tranquilizador. Es el clima de la reunión de estos millonetis: "caballeros, vayan preparándose". Según el señor Mario Draghi, gobernador del Banco Central de Italia, presente también en ese selecto cónclave de elegantes banqueros, al "comienzo de la crisis financiera más dura de nuestro tiempo tenemos que hacer frente a una combinación compleja e intrincada de aumento de la inflación, caída del crecimiento, restricciones del crédito y difusión de las tensiones de liquidez en el interior de la industria y de los servicios financieros mundiales". Lo cuenta La Repubblica. Y mientras los banqueros se reúnen a darse la buena vida y soltar agorerías como si estuvieran genuinamente preocupados por lo que pase con la gente, sus bancos (supongo que habrá excepciones) se dedican a estafarla vendiéndole basura como si fuera deuda buena, lo que les ha ganado ya una multa de millones de dólares impuesta por el fiscal general de Nueva York, además de obligarlos a volver a comprar miles de millones de deuda opaca que vendieron a la gente. Hasta la fecha son Merrill Lynch, Goldman Sachs y Deutsche Bank. Pero no va a quedar ahí la cosa; también están investigando a Citigroup, UBS, Wachovia, JP Morgan Chase , Morgan Stanley, Bank of America (arriba, en la foto), Washington Mutual y Credit Suisse. Esa investigación puede ser un terremoto.

Es decir, esto no ha hecho más que comenzar. Hace unos días la noticia era que el conjunto de la Unión Europea había tenido "crecimiento negativo". Ayer los malos datos afectaban a Inglaterra en donde la Oficina Nacional de Estadística revisó a la baja el crecimiento del 0,2 por ciento para el segundo trimestre de este año y lo dejó exactamente en cero: estancamiento, situación previa a la recesión.

La crisis es planetaria (¿hay algo hoy que no lo sea?) y al decir de Samir Naïr en un artículo de ayer en El País titulado el alcance geopolítico de la crisis va a cambiar el mapa de fuerzas políticas en el mundo en el que un debilitado eje EEUU-Unión Europea tendrá que acomodar a las economías emergentes como la China, la India, el Brasil o México. Y eso en el contexto del fracaso general del neoliberalismo y la necesidad de retornar a las políticas económicas intervencionistas que eran anatema hace veinte años.

En esta crisis planetaria es poco lo que el Gobierno español puede hacer pues que nunca manda sus barcos a luchar con los elementos. Me ha alegrado encontrar un artículo de Juan Francisco Martín Seco en Kaos en la red en el que se pide a los gobernantes españoles Por favor, no hagan nada en el entendimiento de que, según el autor, cuando hacen algo es para beneficiar al capital y la banca. Más o menos coincide con lo que servidor decía en hace un par de días en un post que se titulaba La no-crisis que no cesa y en el que se concluía: "Por esta razón el Gobierno español ha convocado una reunión vacacional de mucho aparato mediático para dar a entender que está al mando y que toma medidas de las que unas son para dentro de bastantes meses y otras no significan nada. Es mejor así, que no haga nada. Es decir que siga el ejemplo de los demás." Porque si acude en ayuda de un sector (por ejemplo la construcción) se puede en encontrar con que tiene que hacerlo en la de otro u otros. Por ejemplo, en la cascada de noticias espeluznantes que gotea la economía desde hace meses, la de ayer era especialmente alarmante: La llegada de turistas a España cae un 8% en julio. Los dos sectores que "tiran" de la economía española son la construcción y el turismo. Si los dos caen y el sistema no parece tener la flexibilidad suficiente para adaptarse a otra(s) línea(s) productiva(s), ¿tiene pensado el Gobierno qué va a hacer?.

(La imagen es una foto de Steve Rhodes, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 20 d’agost del 2008

La no-crisis que no cesa.

¡Menudo ojo el del Gobierno español a la hora de calificar y definir la presente crisis económica! En su última comparecencia, el señor Rodríguez Zapatero que debe de haberlo tomado a título personal siguió empleando eufemismos como "frenazo" o "estancamiento". Y hace un par de días su ministro de Hacienda, señor Solbes, probablemente el político al que los hechos han desmentido más veces en los últimos tiempos, decía con ese indescriptible gesto suyo de hastío como de mayordomo de John Galsworthy que España roza la recesión pero que no llegará a sufrirla. ¡Santo cielo! La única esperanza que tenemos de que esto sea cierto es que funcione la ley de probabilidades y que alguna vez acierte el señor Ministro por tanta casualidad como la que hizo que el famoso burro tocara la flauta.

Ayer las bolsas europeas, la española la primera, cerraron con pérdidas. 2,9% en el caso de la de Madrid en donde el Ibex 35 se situó en 11.335 puntos. Debe recordarse que a comienzos de año estaba casi en los 15.000 y que ha perdido un veinticinco por ciento más o menos. La causa de este enésimo "martes negro" es el acusado descenso de Wall Street en donde todo el mundo está muy nervioso en tanto no se sepa que pasará con las dos mastodónticas reliquias de los años del New Deal, Fannie Mae y Freddie Mac. Si estarán mal las cosas que se empieza a considerar la posibilidad de nacionalizarlas como si los EEUU se hubieran "venezolanizado". Y no ayuda nada a recuperar la tranquilidad que el parquet sea un nido de rumores sobre cuál será el próximo banco en caer. Se espera que el de los hermanos Lehman anuncie pérdidas por mil ochocientos millones de dólares, pero es posible que los hados o la diosa Fortuna hagan caer torres más altas.

Se ha dicho hasta la saciedad: ésta es una crisis que toca la viga maestra del edificio del capitalismo que es el crédito. Por eso mismo es tan lenta, porque el vicio afecta al mecanismo de la confianza. Nadie quiere reconocer que tiene un volumen importante de créditos de dudoso cobro en cartera precisamente porque el crédito descansa sobre las apariencias y hay que disimular. Por eso nadie suelta prenda. Pero al mismo tiempo todos sabemos que mientras no quede claro a la luz del día el estado financiero de los bancos, quién tiene agujero y quién no, la situación no podrá resolverse. Y el asunto no es baladí. No hace mucho que el director del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, decía que la crisis crediticia podía llegar a costar un billón de dólares de forma que mientras no se sepa quién pechará con qué y por cuánto aquí no se moverá nadie y nadie hará nada, probablemente porque nada cabe hacer, fuera de esperar que las aguas vuelvan a su cauce por sí solas tras haber causado los destrozos que hayan causado.

Ciertamente esto es lo que pasa a todo el mundo. Una ojeada a la actitud que están tomando las autoridades monetarias y los bancos centrales en otros países demuestra que como nadie sabe qué hacer no está haciendo nada y la nada que uno hace en su casa es contraria a la que hace otro en la suya. La Reserva Federal de los Estados Unidos sigue pensando mantener los tipos de interés en el dos por ciento a pesar de que los precios al por mayor han aumentado casi un diez por ciento y que la inflación amenaza con subir. Igual que en el Japón en donde, a la vista de que la economía se ha contraído en un 2,24% en el último año, el banco central ha decidido mantener los tipos de interés en un 0,5 por ciento para reanimarla. En el otro extremo del escenario, el Banco Central Europeo tiene el precio del dinero en un 4,25, más obsesionado con combatir la inflación que con estimular la economía.

El mero hecho de que ante un problema igual o muy similar de contracción económica, caída del consumo, altos precios energéticos, amenaza de inflación, etc, de estanflación en definitiva, unos hagan una cosa, esto es, bajar o mantener bajos los tipos de interés y otros exactamente la contraria, subirlos, demuestra que el personal no tiene ni idea de cómo salir de la situación, probablemente porque la situación de desconfianza general de todos hacia todos sea opaca.

Por esta razón el Gobierno español ha convocado una reunión vacacional de mucho aparato mediático para dar a entender que está al mando y que toma medidas de las que unas son para dentro de bastantes meses y otras no significan nada. Es mejor así, que no haga nada. Es decir que siga el ejemplo de los demás. Pero que cuando menos llame a las cosas por su nombre y se deje de circunloquios y garabatos que producen irritación en el auditorio: eso de ahí fuera es una crisis ecónomica cuyos peores momentos, según diversos expertos, aún están por llegar. En España y en todas partes.

(Las imágenes son fotos de Mike Licht, NotionsCapital.com, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 15 d’agost del 2008

Crudeza de la crisis.

Leer para creer. Dice el señor Rodríguez Zapatero que España resiste mejor que otros este "frenazo" o lo que sea porque tenemos un 0,1 de crecimiento frente a los decrecimientos (o como dicen los economistas "crecimientos negativos") de los otros, singularmente Italia, Francia y Alemania. Según eso los ingleses tendrían que estar dando saltos de alegría porque el crecimiento ha sido de 0,2, una décima más que en España. Sin embargo están bastante asustados. Tienen un banco en cuarentena y nadie se fía de nadie. Esta crisis que empezó como una crisis de "confianza" de los bancos entre sí parece haberse trasladado a otros ámbitos y esferas de actividad, a la economía real. A los intercambios entre particulares. Habría que ver a cómo esta la contratación con pago a noventa días y cuánto cuesta.

Una crisis de confianza general es lo más terrible del capitalismo que se basa en el crédito. Puede acabar con la economía monetaria (la moneda es lo primero que pierde valor en un sistema monetario) y restablecer un sistema de trueque natural, en el que no está agarantizada la supervivencia de la mayoría que no tiene nada concreto que ofrecer en trueque porque sólo sabe teclear en pantallas o mirarlas o jugar con ellas. Tampoco es cuestión de ponerse cataclísmico pero el panorama económico mundial es muy ominoso. El efecto mariposa funciona en potencia infinito. China produce los automóviles más baratos del mundo, los Jiangnan Alto (antiguos Suzuki Alto, un motor de 0,8 litros con tres cilindros con un precio de unos 2.500 euros). Si esos coches ponen rueda en los mercados europeos se va al garete la industria estrella del continente, la automovilística. Puede que se mantenga algo la de media-alta y alta gama pero el mercado de utilitarios desaparece y ahí hay otra crisis en ciernes que viene aparejada con el encarecimiento de la energía. Encarecimiento que en parte se debe a la mayor demanda de las macroeconomías emergentes, la China y la India que juntas suponen el 43,3% de la población mundial.

Otro ejemplo de la peculiaridad de esta crisis. La India tiene la mayor productora de cine del mundo, Bollywood (Bombay + Hollywood) en cantidad de películas producidas. ¿Cabría pensar en que este cine hindú se generalizara en Europa? Será algo más difícil que los coches baratos chinos ya que aquí entran en juego consideraciones culturales. Todo puede andarse. Cada vez hay más de estas películas rodadas enteramente en inglés. Su mercado pueden no ser los EEUU o Inglaterra de momento pero sí muchas otras antiguas posesiones del imperio inglés (por ejemplo, en África) en donde no hablán hindú. ¿Podría ser que Hollywood encontrara competidores, además de Europa? No parece exagerado ni siquiera innovador pensar que la situación de crisis es la "normalidad" hoy. La coyuntura es estructura.

En estas condiciones, el Consejo de Ministros en esforzada y ejemplar reunión tomó un conjunto de medidas para hacer frente a la crisis/frenazo/trompicón interrumpiendo las vacaciones para escenificar que la nave capitana ha tocado zafarrancho de combate y el almirante está en el puente de mando con propósitos, con decisiones, con ideas. Dispuesto a domeñar el toro de la economía. Quien haya imaginado el asunto ha tenido un acierto mediático en un momento tan enteco de noticias que los periódicos han de ocuparse de la guerra entre Rusia y Georgia por el control de Osetia del Sur y Abjasia. Un asunto que está ocupando el tiempo que queda al señor Bush antes de salir de la Casa Blanca y entrar en la historia como el primer presidente que ocupó un país, lo destrozó, derribó a su Gobierno, ejecutó al Jefe del Estado, puso otro Gobierno, organizó elecciones, impuso una Constitución y controló su orden público... pero no consiguió "pacificarlo" ni siquiera ganarle la guerra. Imagínense la gloria inmarcesible: ser incapaz de ganar la guerra a un enemigo derrotado hace cinco años. Por eso piensa el señor Bush si no podría enredar en el conflicto ruso-georgiano hasta convertirlo en un posible casus belli con Rusia. Crisis por todas partes.

Da la impresión de que la bendita opinión pública española encuentra que las medidas anunciadas en agosto por el gobierno no serán suficientes por ser pocas, desenfocadas y tardías. Lo de tardías es lo más sorprendente porque muchas de ellas, casi todas, excepto, supongo, el chorreo de millones para las inmobiliarias, arranca con un plan sobre esto o lo otro que el ministerio correspondiente tiene que presentar antes del 31 de diciembre próximo. Es decir, no tenían previsto nada porque no creyeron que había crisis hasta que ésta se los comió. Las medidas son pues para la segunda mitad de 2009, el año en que según los vaticinios del señor Solbes el pasado ya habremos salido de la crisis. Y eso con suerte de que consigan que se aprueben los presupuestos generales del Estado, que veo a los catalanistas (es decir todas las fuerzas parlamentarias catalanas, incluidos els socialistes) férreos como un puño con guantelete poniendo precio a su voto favorable. Imagínese cómo será la cosa en 2009 si, en la situación actual, hay que operar con el presupuesto de 2008 (expansivo) prolongado.

Claro que si la reacción del Gobierno a la crisis ha sido de reír, la de la oposición ha sido de llorar. Afirman sus representantes la semana pasada que, como el Gobierno no está, ellos se quedan de retén y, cuando están con la barriga al sol en las playas, el Gobierno se reúne en Consejo de Ministros. Es como de "tierra (en este caso arena de la playa) trágame". Dicen asimismo que ofrecen sus servicios al Gobierno pero la única medida que proponen es bajar los impuestos y, claro, reducir el gasto social. El señor Montoro sale por la tele diciendo que el Gobierno es patético cada vez que toma alguna medida pero no explica por qué. Y convendría para enterarnos de qué no sea patético para el señor Montoro excluido el propio señor Montoro.

(La imagen es una foto de Wallyg, titulada charging bull, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 14 d’agost del 2008

Crisis: todos somos keynesianos ahora.

No lo digo yo que lo he sido siempre incluso cuando la patulea de neoliberales o neoconservadores (que tanto da) llamaba a los keynesianos neanderthales; lo dice el sacrosanto The Economist de esta semana que es como la Biblia para los neoneos y que, a partir de ahora, puede pasar a ser la reedición del Manifiesto Comunista. ¡Propugnar el intervencionismo público para animar a la demanda cuando había quedado claro que eso era pecado mortal de lesa economía! Esta claro que los "progres" aprovechamos cualquier insignificante bachecillo para volver a nuestras andadas de implantar el más férreo comunismo.

El artículo de The Economist versa sobre el credit crunch, el "bachecillo" que lleva un año azotando los mercados financieros y unos meses zarandeando a la economía real en una crisis que ya mucha gente compara con la de 1929. O quizá no todos: para el señor Rodríguez Zapatero y su Gobierno hablar de crisis era de "antiespañoles" pues lo que había era una "desaceleración", un "frenazo", "descenso", etc. Hace escasas tres semanas que el señor Solbes descubría que la situación económica era mucho peor de lo que habían previsto. No hace falta un máster en Harvard para ver lo que veía cualquiera hacia el mes de febrero, esto es, nubes negras en lontananza . Así que en lugar de tomarse en serio aquellos signos premonitorios el Gobierno se dedicó a gastar el superavit alegremente en dádivas consuntivas: 2.500 euros por hijo o 400 euros de devolución a los contribuyentes por no citar sino las medidas populistas más señaladas, destinadas a comprar lealtades. El superávit desapareció por encanto y llevamos ya un par de meses arañando el déficit y eso sin haber hecho desembolso alguno productivo, o sea, keynesiano. Ahora no hay dinero para hacer eficaz la ley de igualdad, la de protección integral de las víctimas de malos tratos o la de dependencia. Eso se llama imprevisión y no es aceptable en los gobernantes.

No había crisis pero la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos se reunió ayer en mitad de las vacaciones durante seis horas para hacer frente a la situación con un conjunto de medidas para lo que queda de 2008 ¡y 2009! Estos eran los que decían que hacia junio o julio pasados la situación se reconduciría y los indicadores volverían a la normalidad. Ahora nadie data la recuperación para antes de 2010 y, si somos realistas, teniendo en cuenta que se trata de una crisis inmobiliaria muy profunda, deberíamos hablar a más largo plazo, hacia 2012 o 2013,pero eso es pedir mucho a unas gentes que sólo han visto el elefante cuando los ha aplastado.

Hoy se prevé que el Consejo de Ministros vise las medidas que la Comisión Delegada aprobó ayer como plan de emergencia para salir de la no-crisis. Será hoy cuando se verá si el Gobierno se ha tomado en serio la gravedad de la situación o sigue trivializándola. Por lo que trascendió ayer da la impresión de que lo que se pretende es quedar bien con todo el mundo (excepto con los funcionarios, supongo) y dar las paladas correspondientes de cal y arena. Se suprime el impuesto sobre el patrimonio y, con otras medidas, se reducen los ingresos del Estado; pero se promete que se mantendrá el gasto social y al tiempo se destinan 20.000 millones a aliviar a dos sectores en concreto, las PYMES y el sector inmobiliario. Me parece bien lo de ayudar a las PYMES y sigo sin ver claro lo de las inmobiliarias de las que no me fío un pelo pues creo que van a intentar saquear las arcas públicas mientras siguen agobiando a la gente. En todo caso alguien va a pagar todo esto a través de las políticas de "austeridad" que van a castigar con especial dureza a los jóvenes (los de "no nos falles"), las parejas hipotecadas y los pensionistas. Excepto lo del mantenimiento del gasto social (que ya veremos en qué queda) no veo nada aquí que no pueda hacer la derecha. Lo que falta (a no ser que no se haya filtrado y aparezca hoy) es política alguna de inversión pública para animar la demanda, recurriendo al déficit si es necesario que tenemos margen. Porque si se pretende colar como keynesianismo la agilización de trámites administrativos de empresas, del ejercicio profesional y el acortamiento de los plazos de declaración de impacto ambiental (hay que jorobarse: hasta el medio ambiente tiene que pagar los platos rotos), estará claro que el Gobierno habrá pasado de trivializar la situación a reírse de la gente ya directamente.

(La imagen es una foto del señor Rodríguez Zapatero en el despacho de don Manuel Azaña, de Jaume d'Urgell, bajo licencia de Creative Commons).