dimecres, 5 de setembre del 2018

Mañana, en Falset

En un acto organizado por Falset Acció, a las 19:30 en el teatre l'Artesana, para hablar de un tema de cierta actualidad: la República catalana vs. la Monarquía española. La emergente República catalana frente a la declinante Monarquía española. En realidad, una confrontación de espíritus. Porque República y Monarquía no solamente son dos formas de organización institucional, sino dos estados de ánimo, dos formas de pensar y de vivir. Las personas somos de espíritu republicano, esto es, igualitario, crítico, participativo y democrático; o de espíritu monárquico, o sea jerárquico, sumiso, inactivo y autoritario.

Pero, en fin, supongo que lo interesante ahora es cómo conseguimos hacer efectiva la República catalana frente, contra, a pesar de la Monarquía española.


dimarts, 4 de setembre del 2018

El restatuto

Ya tienen los dos presidentes de la Generalitat la propuesta concreta para Catalunya que pedían al presidente Sánchez. Ofrece este un referéndum, nada menos que un referéndum, término satánico, no sobre la independencia, sino sobre el "autogobierno". Y cuando los dioses sean servidos. 

Es pura retórica de ocultación. Se trata de ofrecer otro estatuto por el procedimiento ordinario de referéndum autonómico. O sea, todo se queda como está, con algunas prebendas añadidas. Porque todo se hará dentro de la Constitución y la ley y los usos y costumbres del reino, que no menciona pues vive en ellos, como cuando se confiesa republicano-monárquico.

Y retórica de dilación. Esa es la esencia de la propuesta: un "hecho" en diferido. Él mismo avisa de que la solución a la "cuestión catalana" será a medio plazo, medido en años. Y eso es lo que pretende: iniciar un proceso largo y complicado de redacción de un nuevo estatuto que se prolongará con los trámites posteriores de aprobación hasta vaya uno a saber cuándo. Suena a tomadura de pelo. En los negros años del franquismo conocí a un alto funcionario, muy considerado por tener un gran historial de eficacia gestora, quien me confesó el criterio que aplicaba al abordar las cuestiones que resolvía. Hacía triaje: a) asuntos que el tiempo resolverá; b) asuntos que ni el tiempo resolverá; y c) asuntos de cojón de mico. El Estatuto del eterno retorno seguramente pertenece a esa tercera y misteriosa categoría. 

Y es también retórica de confusión. En una entrevista en la SER, Sánchez ha desplegado todo el abanico de fantasías, puras trolas y sofismas sobre Catalunya de su propia y de ajena cosecha. Lo que está allí en juego, dice, no es la independencia sino la convivencia. Es falso. La amenaza a la convivencia no la trae el independentismo ni está en Catalunya sino que viene con las bandas fascistas que atacan a la gente, inspiradas y orientadas por C's y toleradas, sino alentadas, por el gobierno. Las demás falsedades vinieron en cadena. La más socorrida, la de los "dos bloques", sobre los cuales pretende él ejercer una autoridad de mediador imparcial cuando es parte de uno de ellos y parte beligerante. La realidad es una mayoría suficiente para la independencia y más que suficiente para la autodeterminación, tan negada por este gobierno "dialogante" como la independencia.

Todo eso da igual. Como cuando Sánchez califica de "retórica inflamada" las afirmaciones de Torra en respuesta a su amenaza de aplicar el 155 que es, como todo el mundo sabe, un mensaje de buena voluntad.

No quiero especular sobre lo que pueda decir hoy el presidente Torra en su conferencia, que escucharé con gran atención, como sin duda harán en La Moncloa, la Zarzuela y muchas cancillerías extranjeras. 

Porque, en efecto, la "cuestión catalana" es la "cuestión española".

Mañana, en Sitges

En el Teatro Prado, carrer Francesc Gumà, 6-14, a las 19:00. Organiza la Assemblea.cat Sitges como parte de un ciclo titulado "Hola, nou país!"

El título respira optimismo y alegría que, como siempre, es contagiosa. Hay una conciencia de impulso colectivo, generacional, que se vive como una experiencia única, histórica. Un país, un país entero está alumbrando una República en el erial monárquico. De una forma democrática, civilizada, pacífica, en lucha por el derecho individual y colectivo a la libre determinación que, por supuesto, incluye la independencia. 

Me atrevería a matizar el título de la xerrada, que no sería la república que ve, sino la república que és, porque Catalunya vive cada vez más en forma de república de hecho. 

Nos vemos en Sitges.

dilluns, 3 de setembre del 2018

Estrategas

El conflicto España-Catalunya se vive en términos bélicos metafórica y no tan metafóricamente. El gobierno tiene presto un plan de acción, probablemente en respuesta a la exigencia de los presidentes de la Generalitat de anunciar hechos. Es un plan de ataque. El artículo de Lola García habla de "desembarco" con ecos del de Normandía.

Los otros, sin embargo, tienen las defensas preparadas y, además, contraatacan, según lo que en su día anunció el presidente Torra de "atacar el Estado injusto". Ante esa eventualidad el gobierno blande la amenaza del 155 o contraataque al contraataque. Son planes de una politica que quiere ser continuación de la guerra por otros medios, pero no lo consigue.

El error está en el planteamiento de base, mejor dicho, los planteamientos de base, pues no coinciden en los de las partes. El gobierno tiene excluido el nivel de los principios, los derechos, la legitimidad y solo atiende al de las políticas públicas. El independentismo, sin desatender el nivel de las políticas públicas, insiste en que el de la legitimidad es prioritario y se condensa en la liberación de los presos políticos y la aceptación de una negociación España-Catalunya de igual a igual.

En resumen, tiene razón Sánchez cuando dice que la “cuestión catalana” no se debe judicializar porque solo puede arreglarse políticamente. El problema es que su nivel de “política” no alcanza el orden constitucional y por tanto constituyente. Para Sánchez, como para el unionismo en general, la Constitución está fuera de la política. Es el límite de la política. Más allá, la guerra.

El unionismo no entiende ni puede entender que no hay una “cuestión catalana”, como no hay una “cuestión vasca”. Hay una “cuestión española”. Pero el sistema político español, el convencionalmente llamado “régimen del 78”, no puede resolverla, pues lo que está en juego es su propia razón de ser.

A su vez, también la estategia está en debate en el independentismo, puesto que lo están los medios que la constituyen. La proximidad de la elecciones municipales, el debate lista única o no, la cuestión de ampliar la base, la política de alianzas, forman un bullir de vivas discusiones que no tendrán mayor importancia (aunque se expresen con apasionamiento y hasta cierta desmesura) mientras se mantenga incólume el objetivo estratégico de consolidar la República catalana.

Lo determinante en ambas partes del conflicto es el apoyo social real que tengan. No el que se inventen. Sánchez y su gobierno quieren “desembarcar” en Catalunya para reforzar a la mayoría de los catalanes que pretende seguir con el modelo estatutario. Los indepes son una minoría mayoritaria. Los “no indepes” son mayoría absoluta. Eso es mentira y Sánchez y los suyos lo saben. Por ello se oponen a realizar un referéndum de autodetermación que aclararía la cuestión de una vez por todas. Porque lo pierden. Tienen mayoría y abrumadora en España, pero no en Catalunya, en donde, si se trata de independencia, son una minoría ciertamente numerosa, pero minoría; y, si se trata de referéndum, son una minoría escuálida.

El independentismo tiene el apoyo mayoritario social y parlamentariamente. Lo lógico, lo democrático y lo legal es que pueda aplicar el mandato recibido en las urnas: la independencia y la República Catalana. Preferiblemente por medios pacíficos, negociados, de común acuerdo y, si necesario fuere por la vía unilateral.

Es obvio que entre gentes civilizadas la actitud de la otra parte no debe ser el uso de la violencia. Pero eso no quiere decir que no pueda ser.

diumenge, 2 de setembre del 2018

Hoy, reflexión




Después del pedazo congreso que se marcó ayer la Xarxa Republicana en Celrà, al que asistí casi en su totalidad, me ha quedado poco tiempo para enterarme de las quisicosas que llamamos del mundo real, como si el mundo virtual no fuera real. Ya se sabe: declaraciones de unos u otras políticas; el presidente Sánchez haciendo las Américas con ritmo de amenaza caribeña; el tsunami amarillo del Estado; la hospitalidad de los participantes en la Diada que ofrecen alojamiento a los peregrinos de la libertad  el 11-9 en Barcelona;  las negociaciones sobre unos presupuestos que nadie sabe si se acordarán, menos si se aprobarán y aun menos si se ejecutarán; el encuentro entre la ministra Calvo y la consellera Artadi, que los medios llaman "secreta", cuando no puede serlo pues es pública, aunque, eso sí, a puerta cerrada; el presidente Torra preparando su conferencia del martes con su espíritu churchilliano que algunos medios le habían detectado y aprovechado para interpretarlo torcidamente. Es el espíritu del célebre "sangre, sudor y lágrimas" resumido en el "sacrificios" del MHP.

Pero por la independencia. De eso iba el Congreso de ayer. (Reitero mi felicitación a los organizadores porque ha sido una genialidad que abre todavía más caminos). De eso y de la República Catalana. De hecho, el título oficial del evento era I Congrés de Piulaires per la República Catalana. Lo dijo el presidente Puigdemont, en calidad de "Piulador a l'exili" y todas y todos más o menos coincidimos, incluidos otros exiliados, como Valtonyc y Carrasco. El congreso hace visible el impacto de las redes en la revolución catalana en marcha y, entre las redes, claro, tuiter que está en primera línea de la batalla mediática. Su misión: contrastar en tiempo real la información, verificarla o desmentirla, contextualizarla y difundirla. Un tiempo real a veces de minutos. Se tarda menos en detectar un fake que en fabricarlo. Y todo eso en un clima de amenazas, agresiones, insultos, calumnias paara generar "ruido" e impedir una comunicación emancipadora sin conseguirlo porque enfrente tienen un movimiento social muy amplio, estructurado y coordinado de modo flexible en una simbiosis entre las redes virtuales y las relaciones a través de las asociaciones. Algo así es indestructible.

Porque, además, es nuevo. Los distintos debates que hubo ayer se vivieron como especie de asambleas espontáneas de tuiteras que provechaban la ocasión para interactuar con sus referentes y con los políticos. Y, en general, creo que el criterio que espontáneamente más se respaldó fue el de unidad. Fue una jornada en la que se hizo realidad aquello tan trillado pero tan cierto de "no preguntes qué puede hacer tu país por ti; pregunta qué puedes tú hacer por tu país."

(El vídeo recoge, me parece cuatro horas. Hay cuando menos otros tres en la dirección de You Tube de la Xarxa Republicana.)

dissabte, 1 de setembre del 2018

El discurso del matón

Cuando se cumplen los cien días de cortesía con el nuevo gobierno que, por supuesto, nadie respeta nunca y, menos que nadie, el propio gobierno, está claro ya que Sánchez es mucho peor de lo que su pasado de arribista y oportunista sin escrúpulos hacía prever. En realidad, es una especie de Rajoy II, algo más sonriente y hablando inglés, pero con la misma mentalidad autoritaria, nacional española y reaccionaria de su antecesor. Al igual que el  pontevedrés, no ha cumplido sus promesas en la oposición y trata de ocultarlo suscitando otros debates que, sin ser menores, desvían la atención de asuntos de calado. Así resulta que, mientras se discute qué hacer con la momia del genocida Franco, no se toca la reforma laboral del PP con la que este incrementó la explotación de los trabajadores a extremos cercanos a la esclavitud, no se recupera el poder adquisitivo de las rentas salariales ni las pensiones, no se limitan los privilegios de la iglesia o los militares, no se deroga la ley mordaza, se pagan 500.000 euros para defender a un “juez” franquista que tiene presos y rehenes políticos, etc.

La igualdad, la identidad con Rajoy y el PP son absolutas cuando se toca Catalunya. Las mentiras, las falacias, las amenazas del socialista son las mismas que las del pepero; incluso superiores. El punto decisivo ha sido la de volver al 155 en caso de desacato, tanto más creíble cuanto que ya apoyó en su día este infame artículo, verdadero estado de excepción encubierto. Amenaza formulada desde Latinoamérica en el mismo espíritu de maltratador de que hacía gala el de los sobresueldos: depende de Torra y el independentismo que se aplique o no el 155, igual que depende de la mujer maltratada que su marido la forre a hostias o no. Solo tienen que cambiar: la mujer, someterse; Torra y el independentismo, también.

Sánchez repite las falacias de los neofranquistas porque, en el fondo, lo es: la misma idea de España, de las relaciones territoriales y muchas otras cosas. La Constitución y la ley, como si ambas fueran constructos inamovibles y perfectos y no dos realidades impuestas por la fuerza y especialmente sesgadas e inicuas en relación con Catalunya. Cuando se cansa, delega en el cipayo que tiene en Barcelona, para que siga diciendo estas sinsorgadas de súbdito colonial.

Él, en cambio, en parte motu proprio y, en parte, asesorado por los catalanófobos del gobierno, como el catalán Borrell, cree elaborar un discurso algo más refinado que las tonterías de Iceta sobre la ley que, en realidad, no es más que un conjunto de sofismas.

Insiste Sánchez en que en Catalunya hay una ruptura, una fractura de la convivencia. Lleva años diciéndolo. Es una mentira patente para quien conozca el país y la prueba a contrario más fuerte es que es el discurso que también elaboran los fascistas de C’s, con los que Sánchez coincide. Son estos quienes tratan de sembrar el odio y la discordia entre catalanes sin conseguirlo. Probablemente, dentro de poco, se les sumarán los socialistas. Borrell está en ello.

Además de la mentira de la ruptura , Sánchez, se lanza ya a la fabulación. Asegura que la mayoría de los catalanes no es independentista sino partidaria del autobierno y de lo que a él se le ponga en las narices. Pero, por si acaso, impide que se haga un referéndum para saber a ciencia cierta quién es mayoría y quién minoría. La mayoría es la que Sánchez dice que es y, si alguien se empeña en contar a la gente, ya sabe: 155 al canto.

¿Se puede ser más cínico?

Sí, se puede y Sánchez lo consigue cuando, tras mentir, amenazar y volver a mentir, se permite el lujo de recomendar al presidente Torra que inicie un diálogo “entre catalanes”. Pasa siempre con los matones y maltratadores, que luego son perdonavidas. Un político español, incapaz –como todos ellos- de dialogar ni con su sombra, receta diálogo a una gente que no hace otra cosa.

No es de extrañar que Torra le haya respondido con la claridad que merece, pidiéndole por enésima vez que haga alguna propuesta para Catalunya y que sea sin amenazas. Pero, como pedir a un matón que no amenace es como pedir a un burro que trine, ya advierte de que los catalanes/as tendrán que hacer grandes sacrificios para consolidar la república.

Los harán. Los haremos. Y la República Catalana se consolidará.

Hoy en Celrà. Piulaires


Me encanta el verbo catalán "piular", que da "piuladas" para los tuits y "piulaires" para quienes trinan. He sido cupaire, cantaire y ahora soy piulaire. Un orgullo.  El castellano no da tanto juego. Piar tiene un doble sentido poco agraciado, pío y pitido no son precisos, así que la lengua de Cervantes se queda con tuitear, tuit y tuitero que ni de lejos tiene el donaire de un piulaire.

Se celebra el primer congreso de Piulaires per la República Catalana, un acontecimiento movido por la associació per la cultura digital de Catalunya-Xarxa Republicana, bajo patrocinio de una serie de entidades que figuran en la convocatoria. Fecha: 1 de septiembre en Celrà, (c/La Fàbrica, 26). Entrada, dos euríviris. Los organizadores explican que uno va a la caja de resistencia y el otro a pagar partes de la organización. 

El Congreso es un acontecimiento, una originalidad, un acierto que pone en evidencia en dónde está la iniciativa y la creatividad política en el Estado español. Porque, si algo está quedado claro es que el impacto de las redes y, en especial, tuiter, sobre el proceso político es enorme. En el congreso, por cierto, de muy denso contenido, se lanza la pregunta sobre si el ejército piulaire es ya una "estructura de Estado". Espero impaciente la conclusión. 

Hay debates, mesas, intervenciones, diálogos sensacionales que durarán todo el día; un reto para el pobre Palinuro, que lleva un mes pegado a la tierra, desbrozando maleza en sentido literal y, sin solución de continuidad se zambulle de lleno en un debate de primeras figuras sobre las tormentas en la nube de la alta tecnología, en la que el rayo jupiterino es hoy un cegador algoritmo; un buscador potente ilumina en segundos el espacio que el carro de Helios tardaba veinticuatro horas en recorrer; un ataque DoS es como cuando Gulliver queda clavado al suelo e inmovilizado por la maña de los liliputienses que aquí se llaman bots, especialmente peligrosos cuando actúan distribuidos; un grafo de tráfico te hace visualizar lo que los antepasados llamaban la mente, la conciencia y hasta los sentimientos "colectivos".

Los organizadores me han concedido el honor, absolutamente inmerecido, de presentar una especie de ponencia. Cualquiera de los demás participantes lo hará mejor que yo. Y para mí lo interesante es lo que digan ellas/ellos. Es fantástico interaccionar personalmente con gente con la que uno se relaciona en lo virtual y con la que tanto coincide.  Me toca hablar después del presidente Puigdemont, que intervendrá en vídeo como representante de los piuladors a l'exili. Una de las razones del independentismo catalán es abandonar también ese irritante uso español de que siempre haya alguien en el exilio por sus ideas.

Nos vemos en Celrà. 

divendres, 31 d’agost del 2018

Contra el fascismo

Bastó que saliera a la calle Arcadi Espada a pintar rojigualdas (también llamadas "estanqueras") y quitar lazos amarillos para que la pareja que lidera esa formación tan claramente neofascista, C's, decidiera asimismo pasar a la acción contra los lazos. Bastó que Arrimadas y Rivera hicieran lo que El Plural llama un posado quitando lazos para que el mundo entero se tornara amarillo. Cristina Fallarás acuñó el hashtag ##RiveraQuitameEste, convertido de inmediato en TT mundial.

Están histéricos. Andan provocando por donde pasan (dejándolo todo lleno de basura, por cierto) para conseguir respuestas violentas y justificar así la represión que pretenden. Como no las consiguen (ni las conseguirán), se las inventan. La única violencia la traen ellos (y ellos se la llevan); las únicas agresiones son las suyas, al extremo de que, a falta de gente a la que atacar, se zurran entre sí. Es lógico: neofascistas, ultras de vox, agentes de policía de paisano (a veces con banderas de la policía), delincuentes, nazis europeos y españoles, nostálgicos del KKK, tabarnios y claque autobusera de bocata. Lo raro sería que no se liaran a mamporros entre ellos mismos.

Y ¿qué pretenden? No solo van en contra de la opinión del 77% de los catalanes que repudia la existencia de presos políticos, sino que lo hacen abusiva y agresivamente, con chulería e intolerancia, atacando la libertad de expresión de tres cuartas partes de la población. Si no se tratara de descerebrados y desalmados sería cosa de reír ante el ridículo en que han quedado a ojos del mundo entero.

El lazo amarillo es una centenaria costumbre  que simboliza el anhelo de reunirse con los seres queridos ausentes. Algo tan respetable y noble que lo ha convertido en emblema de otras causas también justas. En principio, en Catalunya se empezó a emplear para pedir la liberación, la vuelta a casa de los/as presos/as políticas. Algo dentro de la tradición más popular de la Yellow Ribbon. La ferocidad, la rabia, la saña con la que C's se ha lanzado al ataque contra los lazos, seguramente refleja su profunda mala conciencia: no quieren recordar que España tiene presos políticos y, por tanto, no es un Estado de derecho. No quieren recordarlo y pretenden impedir por la violencia que otras lo recuerden

El caso de Sánchez es más cínico. No tiene inconveniente en decir que, si hay presos políticos, el Estado que los tenga (hablando de Venezuela) no es una democracia. En España la cuestión no se plantea porque aquí no hay presos políticos, sino políticos presos. Doctrina oficial del unionismo, contraria a la buena fe, el sentido común y la mera decencia. Todo eso da igual a Sánchez. Como le da igual dilapidar medio millón de € del erario en defender a un juez presuntamente prevaricador o amenazar con volver a emplear el art. 155 en Catalunya, como ya hiciera M. Rajoy con su aplauso, si el presidente Torra pone en práctica su programa.

Es que el gobierno del PSOE, con el apoyo de Podemos, es de izquierda.

Tanta belicosidad, tanta provocación, tanto abuso de C's en connivencia activa o pasiva con el gobierno español, sus fuerzas y cuerpos de seguridad y sus jueces únicamente hace más ridículo el fracaso de estos desestabilizadores y sus cómplices. Sus provocaciones quedan sin respuesta, pero, apenas desaparecen de la escena de los hechos, los vecinos, la gente, reponen los lazos amarillos en cantidad superior. A la táctica conocida como “Tortosa”, esto es, hacer el vacío, ignorar a los/as provocadores/as, se suma ahora la “Alella”, es decir, reponer los lazos indebida, ilegalmente arrancados.

La campaña de odio, prepotencia, autoritarismo e intolerancia de C’s ha conseguido despertar un movimiento general de solidaridad con Catalunya en todo el Estado. En Bilbao, en Granada, en Madrid, en Sanse, por doquier. Y en el extranjero, en París, Londres, Nueva York. Hasta en el PP rechazan la crispación de C’s; y ya es decir.

Mira por dónde, el humilde lazo amarillo que empezamos a llevar en exigencia de la liberación de unas personas injustamente encarceladas, se ha convertido en el símbolo de la lucha contra el fascismo en el Estado español. Los únicos que no se han enterado son los medios unionistas que siguen falseando la realidad en naranja y azul. Pero las bestialidades que no han podido ocultar, como tampoco el resurgir del fascismo, los abusos de la oligarquía, el patriotismo corrupto, pueden hacer que la gente abra los ojos al color amarillo y comprenda que esto no solo va de la independencia de Catalunya, tratada, hoy igual que ayer, como una colonia. Esto va también de democracia en todo el Estado.

Y de lucha contra el fascismo.

Demà a Celrà, piulant


Me encanta el verbo catalán "piular", que da "piuladas" para los tuits y "piulaires" para quienes trinan. He sido cupaire, cantaire y ahora soy piulaire. Un orgullo.  El castellano no da tanto juego. Piar tiene un doble sentido poco agraciado, pío y pitido no son precisos, así que la lengua de Cervantes se queda con tuitear, tuit y tuitero que ni de lejos tiene el donaire de un piulaire.

Se celebra el primer congreso de Piulaires per la República Catalana, un acontecimiento movido por la associació per la cultura digital de Catalunya-Xarxa Republicana, bajo patrocinio de una serie de entidades que figuran en la convocatoria. Fecha: 1 de septiembre en Celrà, (c/La Fàbrica, 26). Entrada, dos euríviris. Los organizadores explican que uno va a la caja de resistencia y el otro a pagar partes de la organización. 

El Congreso es un acontecimiento, una originalidad, un acierto que pone en evidencia en dónde está la iniciativa y la creatividad política en el Estado español. Porque, si algo está quedado claro es que el impacto de las redes y, en especial, tuiter, sobre el proceso político es enorme. En el congreso, por cierto, de muy denso contenido, se lanza la pregunta sobre si el ejército piulaire es ya una "estructura de Estado". Espero impaciente la conclusión. 

Hay debates, mesas, intervenciones, diálogos sensacionales que durarán todo el día; un reto para el pobre Palinuro, que lleva un mes pegado a la tierra, desbrozando maleza en sentido literal y, sin solución de continuidad se zambulle de lleno en un debate de primeras figuras sobre las tormentas en la nube de la alta tecnología, en la que el rayo jupiterino es hoy un cegador algoritmo; un buscador potente ilumina en segundos el espacio que el carro de Helios tardaba veinticuatro horas en recorrer; un ataque DoS es como cuando Gulliver queda clavado al suelo e inmovilizado por la maña de los liliputienses que aquí se llaman bots, especialmente peligrosos cuando actúan distribuidos; un grafo de tráfico te hace visualizar lo que los antepasados llamaban la mente, la conciencia y hasta los sentimientos "colectivos".

Los organizadores me han concedido el honor, absolutamente inmerecido, de presentar una especie de ponencia. Cualquiera de los demás participantes lo hará mejor que yo. Y para mí lo interesante es lo que digan ellas/ellos. Es fantástico interaccionar personalmente con gente con la que uno se relaciona en lo virtual y con la que tanto coincide.  Me toca hablar después del presidente Puigdemont, que intervendrá en vídeo como representante de los piuladors a l'exili. Una de las razones del independentismo catalán es abandonar también ese irritante uso español de que siempre haya alguien en el exilio por sus ideas.

Nos vemos en Celrà. 

dijous, 30 d’agost del 2018

Idea de la tolerancia

El Mundo es beligerante a favor de la campaña de intolerancia y odio que han desatado los de C's y organizaciones afines con la obvia intención de provocar un conflicto violento que justifique la intervención de Catalunya. La fraseología delata el mismo recurso a la mentira que se hace en la campaña anti-lazo, calificada como "imposición". ¿Quién impone qué a quién? Ya la idea de llamar "rebelión cívica" a los actos ilegales de unos grupos de provocadores sin control alguno es irrisoria.

Las imágenes de esos individuos disfrazados de KKK y portando palos y armas blancas están calculadas para intimidar a la gente. Los propios líderes de C's, siguiendo el ejemplo de Arcadi Espada, han bajado a la calle a arrancar lazos amarillos entre los aplausos de los pelotas de turno. No se consigue reacción violenta alguna, ni más atención que unas fotos en los medios bastante lamentables. Se corona todo con una manifestación en protesta por las agresiones independentistas a los unionistas aun sabiendo que son falsas y, al final, hay que desconvocarla porque, aparte de partir la cara a un cámara de Telemadrid, empezaban a pegarse en entre ellos. 

Toda esta parafernalia fascista acaba siempre en un miserable ridículo más grueso que el anterior. A los minutos de abandonar la calle los dirigentes de C's, los/as vecinos/as vuelven a poner los lazos. Este ridículo evidencia el absurdo de estos neofalangistas de los "puños y las pistolas" o "del Ulster que os vais a cagar", algo más modernizado.

El absurdo procede de su teoría fascista del "espacio público". El espacio público, dicen campanudos, "debe ser neutral". Y ¿quienes son ellos para definir la "neutralidad"? Y ¿quiénes para arrogarse el derecho a invadir a su  vez el espacio público, eliminando lo que no les gusta, directamente, sin emplear medios legales, como en el Far West o en La naranja mecánica? Ya no hablemos de agredir a la gente o allanar propiedades particulares. 

La raíz de estee comportamiento agresivo, fascista, está en su concepción del espacio público monopolizado por una única opinión (por ejemplo, sobre qué sea neutralidad) y ninguna tolerancia hacia las demás. El fascismo de C's precede de su incomprensión de la idea de tolerancia, básica para la existencia de sociedades democráticas, libres. 

La tolerancia es la actitud que se espera de quien dice respetar la libertad de expresión ajena. Libertad de expresión no es solo libertad de conciencia, culto o idea, sino derecho a expresar estas en público siempre que no sean delito por muy desagradables y repugnantes que parezcan a otros. Y, obviamente, los lazos amarillos expresan un deseo de liberación de los presos políticos, pero no son delito. 

Delito es arrancarlos, coartar, suprimir la libertad de expresión ajena. Si tanto les enojan los lazos amarillos, que pongan ellos pulseras moradas o corazones verdes, pero no ataquen la libertad de expresión de la gente. Por lo demás, la desproporción del empeño es abrumadora: varios cientos, miles quizá, de unionistas furiosos no pueden imponerse a la voluntad de millones de catalanes, contrarios a la existencia de presos políticos.  

No pueden... salvo que tengan la fuerza coercitiva del Estado detrás. 

¿La tienen?

Celrà. Estamos que trinamos


Me encanta el verbo catalán "piular", que da "piuladas" para los tuits y "piulaires" para quienes trinan. He sido cupaire, cantaire y ahora soy piulaire. Un orgullo.  El castellano no da tanto juego. Piar tiene un doble sentido poco agraciado, pío y pitido no son precisos, así que la lengua de Cervantes se queda con tuitear, tuit y tuitero que ni de lejos tiene el donaire de un piulaire.

Se celebra el primer congreso de Piulaires per la República Catalana, un acontecimiento movido por la associació per la cultura digital de Catalunya-Xarxa Republicana, bajo patrocinio de una serie de entidades que figuran en la convocatoria. Fecha: 1 de septiembre en Celrà, (c/La Fàbrica, 26). Entrada, dos euríviris. Los organizadores explican que uno va a la caja de resistencia y el otro a pagar partes de la organización. 

El Congreso es un acontecimiento, una originalidad, un acierto que pone en evidencia en dónde está la iniciativa y la creatividad política en el Estado español. Porque, si algo está quedado claro es que el impacto de las redes y, en especial, tuiter, sobre el proceso político es enorme. En el congreso, por cierto, de muy denso contenido, se lanza la pregunta sobre si el ejército piulaire es ya una "estructura de Estado". Espero impaciente la conclusión. 

Hay debates, mesas, intervenciones, diálogos sensacionales que durarán todo el día; un reto para el pobre Palinuro, que lleva un mes pegado a la tierra, desbrozando maleza en sentido literal y, sin solución de continuidad se zambulle de lleno en un debate de primeras figuras sobre las tormentas en la nube de la alta tecnología, en la que el rayo jupiterino es hoy un cegador algoritmo; un buscador potente ilumina en segundos el espacio que el carro de Helios tardaba veinticuatro horas en recorrer; un ataque DoS es como cuando Gulliver queda clavado al suelo e inmovilizado por la maña de los liliputienses que aquí se llaman bots, especialmente peligrosos cuando actúan distribuidos; un grafo de tráfico te hace visualizar lo que los antepasados llamaban la mente, la conciencia y hasta los sentimientos "colectivos".

Los organizadores me han concedido el honor, absolutamente inmerecido, de presentar una especie de ponencia. Cualquiera de los demás participantes lo hará mejor que yo. Y para mí lo interesante es lo que digan ellas/ellos. Es fantástico interaccionar personalmente con gente con la que uno se relaciona en lo virtual y con la que tanto coincide.  Me toca hablar después del presidente Puigdemont, que intervendrá en vídeo como representante de los piuladors a l'exili. Una de las razones del independentismo catalán es abandonar también ese irritante uso español de que siempre haya alguien en el exilio por sus ideas.

Nos vemos en Celrà. 

dimecres, 29 d’agost del 2018

Los hechos y los gestos

Rápido es el gobierno. Rápido de palabras. A las veinticuatro horas de que los dos presidentes catalanes exigieran al presidente Sánchez hechos y no palabras, el exigido ha tirado de más palabras, de gesto, de propaganda. Es fácil imaginar el diálogo entre el presidente y su asesora:

- Presidente, los catalanes piden “hechos” y siguen dispuestos a armarla. Habrá que hacer algo.


- Las demás autonomías pueden mosquearse.

- Pues lo convocamos también en Sevilla. Que siga el “café para todos”.


- Pero Franco no hacía nada. Nosotros proponemos tratar los problemas reales de los catalanes ¿No quieren hechos? Pues van a tenerlos.

- De momento siguen siendo palabras y eso de reales suena fatal.

- ¿Por qué? Nos referimos a problemas verdaderos, de los que importan a la gente: infraestructuras, inversiones, servicios…

- Presidente: ¿tú crees que los catalanes son tontos?

- Tontos, no, desde luego; pero un poco creídos y algo fanáticos…

- … y supremacistas.

- Y supremacistas.

- Lo que piden no son cuestiones de intendencia sino una negociación de igual a igual sobre República e independencia.

- Eso es imposible. El Estado no puede suicidarse.

Fundido a negro.

En el pasado, los gobiernos juguetearon a veces con la idea de visualizar su espíritu descentralizador y autonomista trasladando algunas instituciones a la “periferia”. Por ejemplo, el Senado, a Barcelona, no se sabe si como gesto de buena o de mala voluntad hacia los catalanes. Dada la escasa relevancia de la Cámara y su liviana impedimenta, quizá pudiera hacerse cámara peregrina o itinerante y celebrar en lugares distintos de las Españas cada periodo de sesiones.

Pero ni eso ha salido. La reunión ministerial de Barcelona no pasa de ser anecdótica, como la califica Elsa Artadi. Pero seguro que se plantea algún problema de protocolo. El presidente Torra representa el Estado en la Comunidad Autónoma catalana, pero, al mismo tiempo, es el presidente de gobierno de la República catalana. Basta con leer la entrevista que publica VilaWeb para ver que así se considera a sí mismo. De reunirse ambos, ¿qué representaría cada uno?

Los gestos del gobierno se convierten en muecas y contorsiones de la oposición, parte de la cual, los neofalangistas de C’s, parece haber entrado en un estado de delirium tremens que la lleva a condenar hechos imaginarios en la esperanza de que su condena sea la prueba de su existencia. Estos sí que están para el psiquiatra y no los niños homosexuales, como dicen que se le ha escapado al Papa. El PP, más fiel a la tradición, se prepara para hacer una oposición sin límite ni tregua al gobierno y su baza más poderosa es la supuesta debilidad de Sánchez con los indepes.

Hoy por hoy, estos lo tienen ganado.

dimarts, 28 d’agost del 2018

Lo que se avecina

La debilidad parlamentaria del gobierno es patente; su margen de acción, escasísimo; y su catálogo de propuestas, vacío. A ese espectro, tan desconcertado y temeroso como el fantasma de Canterville, lanza sus conjuros el dúo presidencial catalán. El presidente Puigdemont y el presidente Torra, Catalunya fuera y Catalunya dentro, requieren de Sánchez hechos. Y ¿de dónde viene al "prófugo" y al "supremacista" la autoridad para exigir hechos? Y exigírselos al presidente del gobierno y, en el fondo, al Estado español. Quizá de que ese es el terreno en el que ellos se mueven, el de los hechos. La política española en relación a Catalunya ha sido siempre de palabras que se lleva el viento, a veces huracanado, de la historia. Hasta que ha llegado esta generación de independentistas que ha formado un bloque, cruzando todas las barreras imaginables, siendo, como se dice, transversal. Esta generación quiere hechos. No más palabras. Porque hechos son los que ella practica a un coste muy alto, por cierto, y quiere verlos reflejados en otros hechos de respuesta del unionismo.

Al fin y al cabo, la política es eso: debatir sobre lo que se hace; no sobre lo que no se hace. 

Del otro lado del camino del gobierno en el filo de la navaja, la oposición de derechas tiene preparado un ataque en toda regla. El PP, fiel a su espíritu, lanzándose como el jabalí, sin reparar en destrozos. C's, con ética y estética retro de la Falange, provoca y siembra odio en Catalunya en espera de poder clamar como el poeta, aunque con el espíritu al revés, "venid a ver la sangre corriendo por las calles." Son los heraldos de la muerte.

Pero no lo consiguen, ni lo conseguirán. La revolución catalana es pacífica y no habrá respuestas a las provocaciones. Tendrán que inventárselas. Y, la verdad, son bastante malos en la tarea. En las últimas cuarenta y ocho horas se han dado dos noticias falsas de agresiones de independentistas a unionistas. Quienes las han difundido, solidarizándose con las "víctimas", no se han retractado al saberse que eran falsas. Al contrario, sostienen incluso una convocatoria de manifestación para repudiar una agresión que no se ha producido. No importa. ¿A quién le importa la verdad? Lo esencial es el impacto. Por eso, las falsedades se difunden con fotos todavía más falsas. 

El margen del gobierno es muy estrecho. Y el de la oposición, también. Estrecho, en realidad, es el margen del unionismo. El margen antes de incurrir en una política de represión all out que el Estado español no puede permitirse. 

En la cuestión catalana, el gobierno irá siempre a remolque de la derecha porque es su rehén. No tiene posibilidad real de articular una propuesta propia, algo que pudiera considerarse como una especie de "tercera vía" entre el unionismo autonomista y el independentismo. Y no la tiene porque tampoco cuenta con el apoyo de la izquierda. En realidad, Podemos es también un partido español más o menos unionista.

De aquí a la Diada, lo razonable es esperar mayor desconcierto del gobierno en asuntos catalanes y un recrudecimiento de las provocaciones fascistas en las calles de Catalunya, sobre todo desde que se sabe que la fiscalía está investigando a los mossos por identificar a las personas que arrancan lazos amarillos No investigan a los policías nacionales, guardias civiles de paisano, cargos públicos y militantes de C's, VOX o simples delincuentes a sueldo que, armados con palos y cutters, hacen el vándalo en las propiedades privadas y agreden a la población pacífica. Investigan a quienes se enfrentan a estos y el resultado solo puede ser darles alas.

Luego, con la Diada, se abrirá la cuenta atrás hasta el primer aniversario del 1-O, sobre el que están puestas todas las miradas.

dilluns, 27 d’agost del 2018

Comienza el baile

El sábado el gobierno se reunió en consejo de ministros desenfadado, campestre, en Los Quintos de Mora para preparar lo que el articulista, fiel a la costumbre, llama "el otoño caliente" cuyo primer flambeado es la "crisis catalana".

Digresión: ¡Ah, qué tiempos! Se recordará cuando, hace ocho o diez años, algunos avisábamos de que la "crisis catalana" acabaría siendo el problema más grave del Estado español, que pondría en riesgo su supervivencia. No como régimen político, sino como Estado. Las respuestas solían ser una mezcla de indignación con insultos y mucha bravata. "Antes se romperá Cataluña que España" decía, muy ufano, el insensato de Aznar. Ahora está claro que la "crisis catalana" es, en realidad, la "crisis española". La sempiterna crisis española, ya sin comillas. Y la protagonista, la que determina el rumbo de la política española, es Catalunya. 


A extremos inimaginables hace días. El independentismo catalán, sometido a una persecución implacable en lo político, lo judicial, lo mediático y hasta lo delictivo/demagógico, sigue llevando la iniciativa tanto interna como externa frente al Estado español al que Puigdemont califica en su demanda al juez Llarena de Estado delincuente. El rey está desnudo y España no es un Estado de derecho. Hace poco los políticos unionistas calificaban a Puigdemont de "prófugo". Un "prófugo" al que reciben por doquier en público, invitan a programas de medios en el exterior, da cuenta de sus actos, actúa con la legitimidad que la da la mayoría parlamentaria catalana, y hace propuestas políticas no es un prófugo en absoluto.


Queda por ver si el Estado, en cambio, es delincuente. Ante el amparo del Consejo General del Poder Judicial (VGJ) concedido fuera de plazo al juez Llarena, el gobierno adoptó una actitud prudente, haciéndose cargo de la defensa del juez en sus funciones estrictamente jurisdiccionales, pero no en las privadas. Parece lo razonable, pero se le ha echado encima el establecimiento judicial y fiscal en bloque pidiendo el amparo sin condiciones porque está en juego, dicen, la independencia de la justicia española. Sí, esa por cuya ausencia la tal justicia española ocupa uno de los últimos puestos en la clasificación de la Comisión europea. Esgrimiendo un convenio de 2010 y varios sofismas, los jueces y fiscales han obligado al gobierno a cambiar su actitud, garantizando la defensa completa del juez Llarena en todas sus manifestaciones. Al margen de la cuestión de si este criterio puede defenderse razonablemente -convenio o no convenio- está claro que el gobierno ha cedido y, donde aplicaba doctrina de Estado de derecho, aplica ahora "doctrina de la Legión": A la voz de “A mí la Legión”, sea donde sea, acudirán todos, y con razón o sin ella defenderán al legionario que pide auxilio. Será muy heroico, pero es delictivo.

El presidente Puigdemont pide a Sánchez una "propuesta concreta para Catalunya". ¿Una propuesta concreta? El gobierno socialista repite que hará una política, con lo que quiere marcar distancias con la famosa judicialización de los anteriores genios. La distancia está; lo que no está es la propuesta. No se sabe qué quiere decir "propuesta política", fuera de unos brumosos conceptos manejados al comienzo acerca de un referéndum futuro sobre una propuesta que tuviera el ochenta por ciento de apoyo. Nada menos.

La reunión de Los Quintos de Mora no parece haber parido idea alguna nueva para Cataluña. Sánchez ha hablado mucho de su "proyecto para España", que define como más justo y solidario, igualitario y feminista. ¿Quién va a negarse a tales deseos? Pero de Catalunya, nada que no sea la "normalidad" solo existente en su imaginación. No es normal que se le pida una propuesta concreta para Catalunya y carezca de ella. Y eso, mientras hay presos y exiliadas políticas. Así que, con ánimo constructivo, Palinuro recomienda al gobierno que, si no se le ocurre nada para mejorar la situación, al menos no la empeore tolerando el avance del fascismo en las calles de Catalunya, claramente fomentado desde C's y organizaciones afines. No puede ser que se utilice la falsedad para criminalizar el independentismo y hasta un ministro del gobierno dé pábulo a esas mentiras que tratan de provocar.

Hoy se reúnen en Waterloo los dos presidentes de la Generalitat en el interior y el exterior para coordinar las acciones de la rentrée. Toda la atención pública está puesta en los preparativos de la próxima Diada. No cabe duda de que será la piedra de toque de lo que sucederá después en el primer aniversario del 1-O, cuando los catalanes ganaron el derecho a un Estado propio.


diumenge, 26 d’agost del 2018

It's a long way to Tipperary

Ya sé que Tipperary está en Irlanda y no tiene nada que ver con esto. Salvo que en Irlanda se encuentra  hoy el siervo de Dios, Bergoglio, apurando el cáliz de los crímenes de su iglesia. Ochenta años de abusos; veinticinco mil casos...probados. ¿Quién iba a decir a la iglesia que ella misma era el Anticristo? Esto no lo arregla ya ni Cristo.

A veces, las fotos las carga el diablo. En esta de El Confidencial debieran estar Torra y Puigdemont, pero, como la noticia es sobre mañana, es un vaticinio, han ido a buscar la imagen a días pasados y la han encontrado con Alex Salmond, cuya corpulencia se da un aire a la de Torra. A Salmond lo acusan hoy dos excolaboradoras suyas de acoso sexual. No es Irlanda, desde luego, y no es Tipperary, pero estas cosas están cambiando el mundo.

La noticia, mejor dicho, las dos noticias, no tienen nada que ver con lo anterior y estoy seguro de que la ilustración no lleva mala uva. La primera noticia es el viaje de Puigdemont a Escocia, a un foro internacional titulado Beyond Borders. Curioso que nadie haya ironizado sobre el título para uno que quiere establecer una frontera entre España y Catalunya, entendiendo que, si lo consigue, abre todas las fronteras con los demás países. Se mantiene el interés político y académico por el proceso catalán que el gobierno español, obviamente, no está en condiciones de contrarrestar por muchos premios que otorgue a plumillas favorables.

La segunda noticia, por adelantado es la reunión que, a puerta cerrada, mantendrán mañana los presidentes Puigdemont y Torra. Hace escasas fechas, algunos medios unionistas especulaban con una ruptura entre los dos por celos, negra honrilla, dimes y diretes convenientemente contrastados con vagarosas fuentes del entorno. No se hablaban, se odiaban, maniobraban uno contra otro y ello sembraba el desconcierto en las filas indepes. La reunión de mañana es la prueba incontrovertible del acierto del periodismo especulativo.

It’s a long way to Tipperary, pero ya hemos dicho adiós a Piccadilly. El retorno de vacaciones (quien las haya tenido) promete ser agitado. Es lo que llaman los avisados un "otoño caliente". Los dos presidentes hablarán de las próximas fechas, Diada y 1-O, que los unionistas contemplan espantados como el aproximarse de Armageddon, la batalla del fin de los tiempos. También hablarán del proceso político-judicial del 1-O y, desde luego, de elecciones. Ante todo, las municipales de 2019, pero también, si acaso, autonómicas anticipadas/nacionales.

Frente a este despliegue de activismo independentista en el interior y el exterior, los unionistas no tienen nada que ofrecer salvo provocar un estallido de violencia en Catalunya que justifique alguna forma de ley marcial.

Y no lo consiguen.

dissabte, 25 d’agost del 2018

Una de zombis

Ahí los tenemos: Franco de cuerpo presente y la Constitución de cuerpo ausente. A ver si de una vez se resuelve esta anomalía hispana de que gobiernen los tiranos, aunque estén muertos, antes que las leyes. Lo dudo. La oposición a la exhumación de FF murmura, amenaza, patalea. Pero Franco se va porque ni los franquistas más recalcitrantes se atreven a defenderlo. Usan argumentos esquinados, formales, de protocolo porque no se atreven a votar en contra de la exhumación. Luego están los que amenazan en las redes con meter una bala entre ceja y ceja al presidente del gobierno. Los freakies y los mavericks que abundan en la extrema derecha con escaso y, por ello, justo éxito.

Tener a Franco en nuevo domicilio antes de los fastos del caudragésimo aniversario de la Constitución revela el deseo del gobierno de que la siniestra sombra de aquel no menoscabe el brillo de tan feliz celebración. Quiere este implementar el grandioso plan recibido en herencia del gobierno anterior de una temporada de muy solemnes, rigurosos y brillantes eventos, con participación de academias, museos, teatros, grandes figuras. Culmina todo con un congreso sobre la transición española, tema de los temas, afamada madre de esta ya madura hija de cuarenta años para festejar su firme voluntad de durar otros cuarenta. Por ello quiere a toda costa borrar el lamentable fantasma del abuelo con sus batallas, sus crímenes, sus panderetas y sus latrocinios. Alejarlo cuanto pueda en la oscuridad del pasado.

Porque hay que ser positivo, huir de la duda y las tinieblas para emerger en la luz y la certeza. Ahí está el fulgor de la Constitución, la que nos ha dado la correspondiente cuarentena de paz y democracia, algo insólito en España, según llevan meses repitiendo sus partidarios.

A nadie llama la atención que las instituciones españolas y su más bien canijo tejido de asociaciones culturales privadas celebren el cuadragésimo aniversario de un texto que ha estado de hecho suspendido durante meses mediante el artículo 155 que puede volver a aplicarse en cualquier momento. No parecen ver la realidad en la que viven cuando organizan una especie de jubileo para ensalzar una norma que nadie se atreve a defender en su integridad y nadie respeta, cuya reforma pide la mitad del país y un sector minoritario, pero importante, hasta su derogación pura y simple mediante un proceso constituyente. Menudo eco en la opinión la efeméride.

Innecesario mencionar la cuestión de Catalunya que implica una crisis constitucional inédita y muy profunda. La mayoría de los catalanes quiere su propio Estado y su propia Constitución. Si este es un triunfo para celebrar el cuadragésimo aniversario de la española será por motivos tan incomprensibles a la razón humana como los que han llevado al gobierno socialista a condecorar a los ineptos/as y mangantes del gobierno  anterior.

La Constitución de 1978 es tan zombi como FF. Tienen el gobierno y sus órganos pensantes tanto motivo para darle lustre como los fascistas de variada estirpe a dárselo a su héroe. Ninguno. Toda la Constitución está obsesivamente dominada por el mandato de la unidad de España que Franco agonizante impartió a su sucesor. Inauguraba una fórmula nueva para acomodar la singularidad catalana (y vasca y gallega) en un marco general aceptable para todos que se bautizó como “Estado de las autonomías” y parecía haber resuelto el tradicional contencioso de los territorios. Hasta que la sostenida reivindicación independentista catalana ha hecho saltar por los aires toda la superchería, consistente en reputar "cuasi federal" un convivio regido por la castiza norma de café para todos. La Constitución está tan muerta como FF, su causa originaria, y tan viva como él en su intento de mantener una quimera nacional española al precio que sea.

España no es un Estado de derecho, pues tiene presos políticos sin juicio acusados de delitos imprecisos por haber luchado por la libertad de su pueblo. Eso tiene más que ver con prácticas imperiales que con el ideal democrático del gobierno por consentimiento. ¿O es que el consentimiento se da por supuesto porque sí, sin necesidad de preguntar a quienes hayan de otorgarlo?

divendres, 24 d’agost del 2018

Aikido

Cuando las derechas, incendiadas e incendiarias, exigían al presidente Sánchez contundente respuesta a las declaraciones del de la Generalitat de "atacar el Estado español injusto" solo pensaban en el Estado español y pasaban de si era o no injusto. A su vez, Quim Torra hacía hincapié en la injusticia, dando a entender que, si el Estado no fuera injusto, no habría ataque.

Es la primera intuición de que la táctica de la Generalitat se aproxima al espíritu del Aikido El ataque de Torra es siempre un contraataque, aprovechando el ímpetu de la agresión original del adversario. Le faltó tiempo para reclamar del ministro del Interior, Grande-Marlaska, cumplidas explicaciones sobre los conflictos en que se ven involucrados guardias civiles y policías nacionales fuera de servicio (en principio), pero no de militancia nacional-española.

Ataques, contraataques; lo más propio es un arte marcial. El Aikido, con una base religioso-filosófica sintoísta y zen, es no violento y absolutamente pacífico e ilustra el carácter pacífico y no violento de la revolución catalana.

Esa es la táctica. ¿Y la estrategia? También Aikido, por cuanto el fin último es la realización del individuo, su equilibrio entre lo físico y lo espiritual. Léanse con atención las declaraciones de Torra en Prades: el fin último, al que la generación actual de catalanes se siente llamada, es la República Catalana. Luego, según la escatología de cada cual, la realización definitiva se da con la fusión del yo en el universo o la cita judicial del valle de Josafat. Pero eso es brumoso futuro.

Lo importante aquí y ahora es la voluntad de los catalanes de realizarse como nación, protegida por un Estado. Y esa es la base de legitimidad de Torra, la que le permite contraatacar de nuevo anunciando que en el inminente proceso por el 1-O el independentismo no irá a defenderse, sino a atacar. Aprovechará para ello la ciega fuerza bruta de una farsa político-judicial para consumo interno español que la justicia internacional ha desbaratado de un capirotazo.

Aikido: el juez Llarena, incapaz de frenar a tiempo, impulsado por su feraz imaginación y sensación de impunidad, se ha dado de bruces con la justicia belga. Y, con el juez, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que ha sido parte muy beligerante en este desaguisado a ojos de Europa entera. Y con el CGPJ (ya en entredicho por otros lados) la administración de justicia en España y, por deducción, el propio Estado como Estado de derecho. 

Quienes pensaban haber dado un escarmiento en Catalunya y “descabezado” el movimiento independentista, han conseguido lo contrario: relegitimar el movimiento; convertirlo en un perpetuum mobile; dar una causa adicional a la de la independencia: la liberación de los presos/as políticas; reforzar la solidaridad interna del independentismo y su unidad de acción. Un éxito. Quizá por ello los haya condecorado el actual gobierno español.

El discurso de Torra es el de Donec Perficiam.

Y ese es el territorio en el que el Estado español debiera plantearse encontrar una propuesta de negociación que la otra parte aceptara. Cualquiera otra opción equivaldría a romper el principio básico del Estado de derecho del gobierno por consentimiento en Catalunya y, lejos de resolver el conflicto, lo enconaría.

dijous, 23 d’agost del 2018

Franco no existió o el anti-edipo

La derecha y buena parte de la izquierda españolas evidencian una relación esquizofrénica con Franco. Son franquistas porque no quieren que se toque nada del legado del Invicto, en piedra, títulos de nobleza o ceremonias hagiográficas; son antifranquistas porque quisieran que ese legado se purificara del vicio golpista de origen y se identificara con los valores comunes de un Estado de derecho porque sí, por arte de magia.

Ahí están todas las fuerzas del orden, vivas y muertas, levantando bandera contra la exhumación del caudillo. Se manifiesta el nieto, línea directa con el fundador. Rivera se lava las manos como Pilatos. El PP en la querencia al Constitucional, ese prodigio de sabiduría jurídica e independencia de criterio. Es tal la movilización para frenar este desahucio de los revanchistas que hasta los militares han escrito una carta que el gobierno anda investigando. La iglesia es contraria a sacar a Franco. Así lo piensa el prior del Valle de los Caídos, Santiago Cantera Montenegro, aguerrido candidato de la Falange en las elecciones generales de 1993 y europeas de 1994. De los medios, ni hablemos. La salida de Franco ahora es un abuso, una parodia, una nube de humo, un ultraje, una revancha, un desatino. 

Franco es el fundador de la España contemporánea y, mediando ciertos protocolos, del régimen de 1978. Políticamente hablando es el padre de todos los españoles. Pero he aquí que estos no lo han matado. Físicamente, murió en  el lecho. Su aura se proyectó más allá de su muerte en las instituciones. Lo decía Jesús Fueyo, "después de Franco, las instituciones". Quizá por eso el dictador no lo nombró nunca ministro. No por las instituciones, sino por el "después". De forma que ni vivo ni muerto Franco han seguido los españoles el ejemplo de Edipo. No han matado al padre. La transición consistió en el intento de democratizar el franquismo. Y el franquismo ha devorado la democracia. 

Desedipizar la sociedad decían Deleuze/Guattari hace casi medio siglo, en 1972, para dar en los morros a Lacan. Desedipizar para que la gente pueda ocuparse de cosas importantes de verdad. Suena un poco al discurso mistificador de las derechas (lo importante y lo accesorio, etc.), pero no hay inconveniente en aceptarlo de buena fe. El problema no está en la conveniencia u oportunidad, sino en su factibilidad. Para desedipizar hay que matar al padre. 

Y ¿qué era lo que más quería el padre? La unidad de España. Así se lo pidió a Juan Carlos en su lecho de muerte, mandato que este cumplió, retirándose a tiempo, feliz propietario de una substanciosa fortuna. El nieto se enfrenta hoy a una crisis del sacrosanto mandato y no parece ser capaz de resolverla. Ni él ni sus obedientes súbditos. Porque tendrían que empezar matando al padre. Cosa fácil, por lo demás.

¿Cómo? Aceptando que los catalanes ejerzan el derecho de autodeterminación. 


dimecres, 22 d’agost del 2018

Morir dos veces.

La pretensión de eternidad se desmorona. Franco se va. Lo echa de su Walhala particular la memoria colectiva. Una memoria de las víctimas que heredaron los hijos/hijas y, luego, nietas/nietos. Es imposible seguir manteniendo la patraña del pasado enterrado, olvidado, suprimido, cancelado. Los huesos de los asesinados en la terrible posguerra siguen en las cunetas y son los que sacan ahora los de Franco de su pretencioso nicho. Ni sus partidarios o herederos ideológicos se atreven ya a oponerse de frente a la exhumación del dictador. Preguntado Rajoy por las fosas anónimas del franquismo cuando era presidente del gobierno, contestó que no le constaban, lo que dice tanto y malo del país en que esto sucede (segundo, tras Camboya en fosas de asesinadas) como del personaje capaz de llevar la hipocresía al grado de villanía. 

Ganas dan de recomendar al gobierno que tenga el humor de proceder a la exhumación del general golpista el 20 de noviembre, aniversario de su muerte. Y, si, de paso, se llevan también los restos del Ausente, asimismo muerto por fusilamiento un 20 de noviembre de 1936, la efeméride sería doble. Quienes los 20 de noviembre de cada año hacen peregrinaciones a su lugar de culto, ahora tendrán una razón más para continuar con su costumbre. 

Con Franco se va ese sempiterno argumento de las derechas de que no hay que resucitar el pasado, ni reabrir viejas heridas, Franco está muerto y es historia. Pero es falso. Franco está vivo y es presente. Pregunten por el famoso Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia. No por la edición digital, que lo califica de "dictador", sino por la de papel, que no lo hace. 

Con Franco fuera se fortalece la causa de quienes quieren revisar el franquismo. No la guerra civil, no el argumento de "barbaridades en los dos bandos", sino el franquismo, los cuarenta años de dictadura criminal. La superchería de un Estado delincuente que quiso mantenerse cambiando las apariencias, transmutándose en un peculiar Estado de derecho de matriz conservadora, envuelto en la fraseología de un constitucionalismo avanzado del que nadie ha hecho caso nunca. Así se fundó la transición, como un acuerdo sobre lo esencial y controversia sobre lo accesorio. Pero el encarcelamiento de los dirigentes independentistas, respaldado por los demás partidos, con una parcial excepción de Podemos, ha dado la medida de lo que ese "acuerdo sobre lo esencial" significa. Al verse como un conflicto "nacional", el Estado de derecho pinta poco, al extremo de no reconocer a los presos políticos derechos y condición de tales. 

Todo esto de la salida del Invicto y el resurgir de un ánimo revisionista a ver si se consigue, por fin, que la sociedad española sea capaz de mirarse de frente en el pasado, es, en el fondo, se quiera o no, producto de la llama del independentismo catalán. Ignoro si la decisión de ERC de exigir la anulación del juicio a Companys a cambio del apoyo a la exhumación de Franco es correcta o conveniente. Lo que sí está claro es que subraya la centralidad política de Catalunya en España. 

Esa exhumación es la segunda muerte de Franco: la primera como ser escasamente humano; la segunda como leyenda. Nadie hoy día, excepto los grupos de la franja lunática, celebra la barbarie de aquellos cuarenta años de indignidad seguidos de otros cuarenta de domesticación. Aunque estos últimos tienen más defensores tanto en la izquierda como en la derecha. Son los que hablan del Estado de derecho de la transición, que, de haber sido,  ha saltado por los aires encarcelando a unos dirigentes independentistas pacíficos. 

Toca proceder a des-legalizar todos los elementos orgánicamente relacionados con el franquismo, la agrupaciones, divisiones, fundaciones, cofradías, etc puesto que la exhumación implica una deslegitimación de la dictadura. La voluntad del Estado español de proceder en este sentido se advierte en el gesto del rey de renovar el ducado de Franco en la persona de la nieta del dictador. Grandeza de España en memoria de un dictador criminal.


dimarts, 21 d’agost del 2018

Derrotada la vía judicial, vuelve la política represiva

Ya está todo el mundo al cabo de la calle de que la farsa judicial montada al alimón por el gobierno español, el Tribunal Supremo y el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) ha sido un rotundo fracaso con aires de ridículo y consecuencias por ahora imprevisibles pero que pintan mal. La conversión de un intento de causa general contra el independentismo en un proceso judicial garantista estuvo tan repleta de irregularidades y reveses internacionales que ha quedado en un esperpento.

Esperpento que se aviva hoy con las andanzas del juez Llarena en busca de amparos frente a su triste destino que, para su congoja, quizá le sea muy gravoso y no solo en su estima profesional, sino en su bolsillo, ya que el tribunal alemán pudiera condenarlo al pago de costas. Evitar este resultado es el objetivo de la petición de amparo al CGPJ. Este, presidido por el ariete de la derecha más montaraz, Lesmes, lo ha otorgado  e instado al gobierno a hacerlo efectivo. No correspondía formal ni materialmente. La solicitud se presentó fuera de plazo y no se refiere a un procedimiento por hechos de la función jurisdiccional en sentido estricto, sino por manifestaciones personales públicas en ámbitos no judiciales que lo podrían inhabilitar como juez instructor.  No es asunto menor: tener a nueve personas en prisión durante casi un año por orden de un juez que podría haber incurrido en actos inhabilitantes es una monstruosidad y demuestra el absoluto desastre a que ha llevado la política persecutoria del PP, alentada por C's, PSOE y algunos de Podemos.

Un desastre en el que emerge la figura de presos y exiliadas, sometidos ahora a la iniquidad de un prisión que, siendo injusta en origen, redobla su injusticia al prolongarse. La responsabilidad es ahora del PSOE. Y no solo no se ha intentado reconducir la situación a un clima de diálogo con hechos como la liberación de las presas políticas, sino que se ha intensificado la represión, la confrontación política (con la presencia del rey el pasado 17-A en Barcelona) y la negligencia en el control de las bandas fascistas callejeras cada vez más claramente incitadas, si no organizadas, por C's y organizaciones parapoliciales.

El intento de desestabilizar Cataluña para justificar una intervención armada que acabe con el independentismo (como si eso fuera posible) no es un movimiento espontáneo, desestructurado, que surja ocasionalmente. Es un plan sistemático. Joan Vintró, catedrático de derecho constitucional, lo hace culminar y empezar a funcionar con la reforma de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, de 2015 con el fin de convertirlo en una obediente comisaría del gobierno. Sin duda es así en los detalles del plan; en el espíritu, en la intención, nació con el referéndum que quiso convocar M. Rajoy contra el proyecto de Estatuto de 2006 y la desgraciada sentencia del Tribunal Constitucional de 2010.

Pero el plan no sale porque la intervención de las jurisdicciones extranjeras lo ha abortado. Ha hecho imposible el teatro que pretendía montar un parlamento casi unánimemente nacional-español, con ayuda de una judicatura complaciente y unos medios estrictamente controlados para hacer pasar como acción de la justicia independiente un proceso político amañado e injusto.

Ante el rotundo fiasco europeo, vuelve la reclamación del 155 que Palinuro preveía ayer mismo (No sé cómo no han sacado el 155 a relucir). Quienes critican la judicialización (entre ellos Sánchez hace unos meses), animan a abandonarla y emprender una vía política. El problema es que, para la derecha española (en lo tocante a Catalunya todas son derechas) la política es lo que ha sido siempre: represión, palo y tente tieso. La cuestión no tiene arreglo. Judicializaban porque carecían de margen político. El PSOE no lo tiene y el PP, menos. No es que este se equivocara eligiendo la judicialización en lugar de la vía política. Es que no tenía tal vía política. Ni la tiene. Ni los otros partidos españoles.

Insisto en que solo parecen verosímiles dos salidas: estado de excepción (¿qué otra cosa es en el fondo el 155?) o referéndum pactado de autodeterminación. El Estado intentó establecer un estado excepción disfrazándolo de proceso judicial y lo ha destruido todo, la justicia y el Estado.  Ahora solo queda el 155, lo que augura mayor conflicto, o el referéndum.