Rápido es el gobierno. Rápido de palabras. A las veinticuatro horas de que los dos presidentes catalanes exigieran al presidente Sánchez hechos y no palabras, el exigido ha tirado de más palabras, de gesto, de propaganda. Es fácil imaginar el diálogo entre el presidente y su asesora:
- Presidente, los catalanes piden “hechos” y siguen dispuestos a armarla. Habrá que hacer algo.
- Las demás autonomías pueden mosquearse.
- Pues lo convocamos también en Sevilla. Que siga el “café para todos”.
- Suena pelín franquista. Franco convocaba de vez en cuando consejo de ministros en Pedralbes.
- Pero Franco no hacía nada. Nosotros proponemos tratar los problemas reales de los catalanes ¿No quieren hechos? Pues van a tenerlos.
- De momento siguen siendo palabras y eso de reales suena fatal.
- ¿Por qué? Nos referimos a problemas verdaderos, de los que importan a la gente: infraestructuras, inversiones, servicios…
- Presidente: ¿tú crees que los catalanes son tontos?
- Tontos, no, desde luego; pero un poco creídos y algo fanáticos…
- … y supremacistas.
- Y supremacistas.
- Lo que piden no son cuestiones de intendencia sino una negociación de igual a igual sobre República e independencia.
- Eso es imposible. El Estado no puede suicidarse.
Fundido a negro.
En el pasado, los gobiernos juguetearon a veces con la idea de visualizar su espíritu descentralizador y autonomista trasladando algunas instituciones a la “periferia”. Por ejemplo, el Senado, a Barcelona, no se sabe si como gesto de buena o de mala voluntad hacia los catalanes. Dada la escasa relevancia de la Cámara y su liviana impedimenta, quizá pudiera hacerse cámara peregrina o itinerante y celebrar en lugares distintos de las Españas cada periodo de sesiones.
Pero ni eso ha salido. La reunión ministerial de Barcelona no pasa de ser anecdótica, como la califica Elsa Artadi. Pero seguro que se plantea algún problema de protocolo. El presidente Torra representa el Estado en la Comunidad Autónoma catalana, pero, al mismo tiempo, es el presidente de gobierno de la República catalana. Basta con leer la entrevista que publica VilaWeb para ver que así se considera a sí mismo. De reunirse ambos, ¿qué representaría cada uno?
Los gestos del gobierno se convierten en muecas y contorsiones de la oposición, parte de la cual, los neofalangistas de C’s, parece haber entrado en un estado de delirium tremens que la lleva a condenar hechos imaginarios en la esperanza de que su condena sea la prueba de su existencia. Estos sí que están para el psiquiatra y no los niños homosexuales, como dicen que se le ha escapado al Papa. El PP, más fiel a la tradición, se prepara para hacer una oposición sin límite ni tregua al gobierno y su baza más poderosa es la supuesta debilidad de Sánchez con los indepes.
Hoy por hoy, estos lo tienen ganado.