divendres, 12 d’agost del 2016

La izquierda y Cataluña

El independentismo catalán tiene desconcertada a la izquierda española. Esta se debate entre su alma de izquierda y, por tanto, universalista y cosmopolita y su alma española y, por  tanto, nacional y patriótica. Y predomina abrumadoramente la segunda.

El alma de izquierda es liviana. Se limita a repetir la jaculatoria de que no se puede ser nacionalista y de izquierda. Un argumento que no solo es falso en su enunciado sino hasta en su enunciador, que suele ser un nacionalista español que dice ser de izquierda, o sea, internacionalista, universalista, cosmopolita. Pues eso mismo. Es un punto de vista que, por naturaleza, considerará puras contingencias históricas que los Estados se separen, se junten, se multipliquen o dividan. Aunque sea el propio.Y tampoco tendrá inconveniente en reconocer como nación a todos los pueblos que afirmen serlo, sobre todo si lo hacen durante siglos.

Ahí le duele. En el alma española. El alma de la nación española. Atacada la nación en su mismo corazón, en su integridad territorial, la izquierda descubre que una vez más fracasa en su intento de poner en pie una idea de nación abierta, laica, liberal, progresista, republicana. Piensa, asustada, que tiene que cerrar filas con la que se ha impuesto desde siempre en España, la última mediante una guerra civil y cuarenta años de dictadura, justo la fórmula que ha acabado dinamitando la posibilidad de una nación española acorde con los tiempos. Su necrológica está en el artículo 2 de la Constitución vigente. 

Este enésimo repliegue de la tradición nacional heterodoxa al dictado de la imagen reaccionaria, oligárquica, caciquil, monárquica y nacionalcatólica es lo habitual. La izquierda española, carece de raíces en una vigorosa burguesía liberal y nacional, una burguesía radical que hubiera separado la Iglesia del Estado y alumbrado un espíritu empresarial en lo que hubiera debido ser la acumulación de capital para el desarrollo industrial. Así aquella ha resultado ser  débil, fragmentaria, muy dividida y mal avenida y sin una idea de nación heredada porque la burguesía española fue incapaz de formularla al margen del destructivo binomio trono-altar. Tal es su orfandad que la más reciente izquierda se va a buscar la idea de Patria a Latinoamérica, o sea, a las antiguas colonias liberadas de España. No es un círculo vicioso. Podría llamarse el "círculo de Epimeteo", ya saben, el que miraba al pasado.

El actual repligue se origina en una preocupación más profunda. La izquierda teme quedarse sin nación antes de haberla disfrutado. Teme quedarse sin patria, una sensación probablemente de vértigo, como cuando tiembla la tierra. Y no es para menos: la hipótesis-posibilidad-probabilidad-seguridad-certeza (escójase lo que se prefiera) de la independencia de Cataluña, trae al proscenio la sombra de una crisis del 98 bis, más profunda. Ya lo había vaticinado Ortega. La historiografía española dio la vuelta al experimento y presentó la generación del 98, no como conciencia de un fracaso, sino como voluntad de renacimiento. Pero eso ha sido después de la fiesta y ahora estamos ante ella y tenemos un futuro de incertidumbre.

La cerrada negativa del PSOE al referéndum y la ambigüedad (en el fondo) de Podemos son la prueba de la poca confianza que su idea de nación inspira a la izquierda. La poca seguridad en su nación, en su capacidad para ganarse la adhesión voluntaria de todos los pueblos que la componen explica esta prohibición del ejercicio de un derecho fundamental como es el de decidir su futuro como nación. Así que el ideal de la nación libre se convierte en la realidad de la nación cárcel (por lo demás inviable) al grito de la salvación patria. Esto es lo que los obliga a cerrar filas: el miedo a la disgregación de un experimento que lleva trescientos años sin levantar cabeza.

Hay un dicho que se atribuye a Josep Pla pero parece ser apócrifo según el cual lo más parecido a un español de derechas es un español de izquierdas. Es muy posible. Los une el nacionalismo. Ese del que ambos reniegan por considerarlo aldeano.

La semana cómica

(A la sonrisa radiante de Mireia Belmonte)

Ya saben: no me molesten en la siesta.

El país arde en sentido literal. Y también en el figurado. Lleva meses sin gobierno, con uno en funciones con el que podría hacerse una serie de televisión. Se enfrenta a una situación muy incierta en Europa. Está inmerso en una crisis constitucional de envergadura con el proceso independentista catalán. Se  aproxima la posibilidad de unas terceras elecciones que todos temen como la peste negra. Sobre todo porque han agotado el repertorio de discursos, tampoco muy extenso.

Y los gobernantes y sus replicantes se van de vacaciones. El presidente del gobierno es marxista, sector Lafargue, el de El derecho a la pereza. Sí señor. ¿Hay algo más español? ¿Algo que nos dé esta condición de gran nación? 

Pues, nada, una semana de jogging y footing y silloning; cines al aire libre; partida de dominó o mús; tonteos con las amistades, alguna novela, el Marca, un puro. Esto es vida.

La comicidad de la semana empieza con el titular de EL País de que el pacto PP-C's "puede modificar los impuestos". Parece periodismo del absurdo, quizá un género nuevo. Si se hace un pacto será para modificar algo y, por lo demás, los impuestos los modifica Rajoy el solo cuando le da la gana y así lo ha hecho varias veces. Es más, su primera medida fue subirlos. Para demostrar que es un hombre de palabra, ya que ganó las elecciones prometiendo bajarlos.

Se dirá que cómica es la legislatura. Sí, y la anterior. Y la anterior. Pero la comicidad de esta semana lo supera todo. Al final de ella, Rajoy reunirá el Comité Ejecutivo de su partido (por lo demás, a su vez, imputado en un par de procesos penales) y en el que hay miembros en diversos momentos procesales para que dictamine sobre las condiciones de Rivera, una de las cuales es que los imputados, fuera. Es como pedirles el hara-kiri. Pero eso es irrelevante. El órgano dictaminará lo que Rajoy quiera. El problema es que ese dictamen también será irrelevante porque la investidura depende de lo que haga el PSOE.

Y en el PSOE, NO es NO. 

Con lo cual, ni C's ni dictámenes, Rajoy tendrá que desistir. 

Y ese será el momento en que la izquierda decidirá si hay gobierno de progreso, para lo cual tendrá que contar con los nacionalistas vascos y catalanes, o nuevas elecciones.  En el fondo, la cuestión se centra en la pelea cainita de las dos izquierdas y el frente catalán. Es lo único serio.

Lo de las derechas es más de tipo astracanada.

dijous, 11 d’agost del 2016

Ya tal veremos

Según avanza el sainete de la investidura, más y mejor se expresa el inimitable carácter de Rajoy. Nada está nunca claro, sino todo confuso, sin término, pendiente de nadie sabe qué. La pauta es esperar el punto de podredumbre. A base de no decir, no hacer y, probablemente, no pensar. El país se gobierna como la diputación de Pontevedra, porque lo local es universal, según se prueba en el Quijote, lectura que, lamentablemente, no puede aventajar al Marca. La dignidad del cargo, medida según el criterio de Rajoy y no el de los demás, exige reposo y circunspección. Si quisiera ir rápido, Rajoy podría hacer esa consulta por medios telemáticos, que se lo expliquen. Pero no es el caso. Hay que seguir aguardando y ese mozo, Rivera, puede enfriar sus prisas ya que sus seis condiciones se estudiarán en su momento en el órgano correspondiente. Y, luego ya se verá. Que se asen a la parrilla de agosto estos impertinentes. Además, si se fracasa en la composición de gobierno, pues los vascos y los catalanes no dan sus brazos a torcer, siempre se puede culpar a Sánchez y lanzar al país a las terceras elecciones.

La joven promesa Rivera lleva camino de ser la novia en todos los matrimonios ratos y acabar como muerto en el funeral, apenas bautizado. Parece un becario en busca de un hueco en la empresa. Su función es la del señuelo: hay que poner al PSOE a tiro del PP con la abstención. Cómo son las cosas. Pesan más 85 abstenciones que 32 votos contantes y sonantes de unos diputados complacientes, dispuestos a decir lo que les indiquen. 170 votos reúne Rajoy y, si vascos y catalanes e tutti quanti se mantienen en el "no", la abstención del PSOE es vital para Rajoy. Rivera seguramente es muy responsable en su vida privada pero en la pública, sin el PSOE, no pinta nada.

En su ayuda llega Felipe González con una injerencia descomunal que ha sonado como un trallazo entre su propia peña. Porque, al decir que el acto de Rivera es el primero responsable tacha de irresponsables los de los demás, incluidos los de la dirección de su partido. Me atrevo a decir que González ha perdido el escaso respeto de que aún gozaba entre los militantes y votantes socialistas. Los óganos colegiados han protestado. La defensa del expresidente es clara: ¿acaso no tiene derecho a expresar su opinión personal sobre un dirigente político? Por supuesto. Como si quiere decir que Rajoy supera a Demóstenes. En efecto, es su opinión personal. Punto.

Pero NO es NO.

Los de Podemos bombardean al PSOE desde sus muchos medios con la cantinela de que mire a la izquierda, que "los números dan". Pero no hacen nada por ser más específicos, por proponer algún tipo de diálogo o intercambio. En el fondo prefieren que el PSOE facilite el gobierno del PP porque, si se forma uno de izquierdas, él tendrá que realizar una función secundaria, algo que los estrategas del sorpasso (la única razón de ser de Podemos) no pueden soportar.

En el PSOE, en este momento, están como en El Álamo, que no se rinde. NO es NO. Y si es NO, Rajoy no podrá formar gobierno y el sainete entrará en un fase agitada. El presidente de los sbresueldos no querrá ir a la investidura, pero tampoco querrá no ir a la investidura, no habrá fecha para la investidura ni para nada. Se terminarán las vacaciones, llegará un septiembre explosivo en Cataluña mientras en España no habrá gobierno ni tampoco fecha para unas elecciones inevitables. Y todo porque las cosas no han alcanzado el punto de podredumbre en el que Rajoy toma una decisión.

Diez consideraciones sobre el anticomunismo

I. Muchos comunistas emplean el término "anticomunismo", al que suelen añadir el refuerzo de "visceral", como una descalificación no necesitada de más precisiones. El anticomunista se condena solo. Es un irracional, movido por oscuros intereses, probablemente un frenético reaccionario, en último término un enfermo mental. Por eso, en la Unión Soviética no era raro que recluyeran a los anticomunistas en psiquiátricos. Sin embargo, el anticomunismo puede ser, y es, una actitud muy racional, equilibrada, democrática y legítima. Como el antifascismo o el antibelicismo o el anticlericalismo. Puede ser -y es- tan normal y aceptable como el comunismo, el feminismo o el animalismo. Cierto que hay anticomunistas viscerales. Como hay comunistas viscerales. Que los anticomunistas tengan vísceras no quiere decir que todos piensen con ellas. Igual que los comunistas.

II. El anticomunismo suele ser contrario al marxismo-leninismo, al que muchos comunistas (unos más claramente que otros) consideran la esencia de su doctrina y también del marxismo. Pero esa visión no tiene por qué ser cierta. Otros pueden considerar que el marxismo-leninismo es una deformación, una interpretación errónea y hasta una caricatura del marxismo. Y eso no los convierte en reaccionarios ni en agentes de la CIA. Para los dogmáticos, todo lo que no es el dogma es error o traición. Para otros, el error puede estar en el dogma. La Iglesia católica, muy parecida al comunismo en estos predicamentos, es un buen ejemplo.

III. El marxismo-leninismo, el bolchevismo, el comunismo surge en oposición al socialismo democrático de la II Internacional, acusado de traición; en oposición a la socialdemocracia. Esa fue la gran división del movimiento obrero en el siglo XX con una socialdemocracia poderosa (hoy muy alicaída) y un comunismo enclenque. En la mayoría de los países occidentales, excepto España, Portugal y algún otro, el comunismo ha desaparecido o se ha disfrazado de otra cosa. Pero en él vive el enfrentamiento originario y un notable revanchismo que suele llevarlo a romper la unidad de la izquierda y facilitar el gobierno de la derecha.

IV. Resulta sorprendente que una doctrina fracasada (ha hecho incluso algo peor que fracasar) en todas las partes en donde se ha practicado, siga teniendo tan relativa buena prensa. Rara vez se recuerdan las monstruosidades de los países del comunismo realmente existente. Apenas se reconoce el hundimiento del comunismo como un efecto de lo erróneo de su doctrina. Se rechaza por falsa (y anticomunista visceral) toda asimilación del totalitarismo comunista con el nazi, siendo así que dicha asimilación tiene muchos visos de verosimiltud, aunque no todos. Al contrario, si no se hacen muchas indagaciones, el comunismo pasa por una doctrina viable, democrática y cargada de razones históricas. Sorprendente a la vista de lo que abrumadoramente muestra la experiencia.

V. La explicación de la paradoja puede estar en el prolongado efecto que ha tenido el uso magistral de la propaganda por los comunistas. En este capítulo, estos no tienen nada que envidiar a los nazis y a la Iglesia católica, la creadora del término. Los comunistas, tanto los realmente existentes como los realmente militantes han vivido y viven en dos mundos contrapuestos: el de la realidad y el de la propaganda que, en rigor, es la fantasía. Esto es muy frecuente. "No solo de pan vive el hombre", dice Cristo, "sino también de la palabra del Señor". Y la palabra del Señor puede tener muchas formas, infinitas; si no, no sería el Señor. Por ejemplo, puede vivir de la fantasía de una sociedad comunista, sin clases, propiedad privada ni Estado. Y, con tan nobles fines, ¿quién reparará en la futesa de preguntar por los medios? Para eso está la propaganda.

VI. Y los intelectuales, que lo de la propaganda lo bordan porque lo subliman. Es asombrosa la cantidad de intelectuales y artistas que ocuparon buena parte del siglo XX en defender el comunismo como tierra de promisión y que luego se enredaron en controversias doctrinales de un marxismo escolástico. Los intelectuales han tenido siempre más peso en el continente que en el ámbito anglosajón; y se nota. En el continente, han tenido más peso en los países latinos que en los septentrionales. Aquí, los intelectuales conservan vínculos con el sacerdocio, por eso el carácter casi sacral de su propaganda con sus ritos, sus tradiciones, sus leyendas y su culto a los antepasados.

VII. Cuando la propaganda no da para más y hay que responder al reto de explicar por qué se hundió el tinglado, suele acudirse al peregrino argumento de que la Unión Soviética y sus excrecencias no eran comunistas de verdad. Es decir, el comunismo realmente existente pasaba a ser el realmente inexistente. Palinuro ha leído, incluso, que Stalin era anticomunista. Esto pueden decirlo los trostkystas, pero es solo porque consideran que ellos son los verdaderos comunistas, siendo Stalin un burócrata. Lo cual parece invitarnos a los observadores escépticos a ponernos del lado del trotskysmo, cosa imposible para quien no cree en el comunismo leninista, que es el único verdadero. Por cierto, de explicaciones racionales del hundimiento del comunismo, ni una. Lo que no está mal para una doctrina que, además de pensarse como una "guía para la acción", se considera método y método científico.

VIII. Explicaciones completas no hay, pero sí retazos, ramalazos. El más socorrido es el del desajuste entre la teoría y la práctica. El marxismo, incluso el marxismo-leninismo, es correcto pero la práctica, su aplicación a la realidad, ha fallado. Es el tema del ensayo de Kant "sobre la propuesta de 'eso está muy bien en la teoría pero luego no funciona'". Un enfoque pragmático en el más elevado sentido, induce a pensar que si una teoría no funciona en la práctica es falsa. Pero el pragmatismo no es creencia de obligada profesión. También cabe echar la culpa del fracaso a la realidad. Y tampoco es tan absurdo, dado que la realidad es muy cambiante.

IX. Agotados los argumentos de carácter general, los comunistas arremeten contra los anticomunistas por el lado de lo personal, en los ataques ad hominem prejuzgando sus motivaciones y prejuzgándolas malévolamente. Hay una prueba que confirma la licitud de estos recursos más bien inferiores: atacar al comunismo en un mundo de capitalismo bestial, inhumano, desbocado, muestra complicidad con quienes se benefician de esta fiesta. Ser anticomunista no es ser procapitalista. Este maniqueísmo es lamentable. Muchos anarquistas son anticomunistas y muchos izquierdistas, también. Es más, muchos marxistas son anticomunistas. Parece mentira que sea preciso recordar esto a unas gentes que dicen haber descubierto el pluralismo, pero todavía deben de creer que es un estilo de natación.

X. El anticomunismo opuesto a la doctrina comunista no es por eso mismo procapitalismo porque, entre otras cosas, el capitalismo no es una doctrina. Es una de las formas que, de modo espontáneo, han tomado las relaciones de intercambio en un largo sucederse unas a otras a lo largo de la historia. Por descontado que tiene sus teorías, fórmulas, claves y hasta lenguaje. Pero no es una doctrina que alguien se haya sacado de la cabeza y plasmado en un cuerpo sistemático. El capitalismo es también una forma de vida, aquella en la que nos encontramos hoy y no tenemos por qué juzgarla más aceptable que las fórmulas sustitutorias de propaganda.Conozco capitalistas que dicen ser comunistas y comunistas que se comportan como capitalistas. La sociedad es compleja. Un verdadero barullo. Las motivaciones de cada cual, vaya el diablo cojuelo a averiguarlas, levantando los tejados de las casas y las caretas de los líderes. Por eso parece prudente reconocer a los anticomunistas su derecho a postular su posición de modo razonado y argumentado y no negarles toda capacidad de raciocinio o considerarlos agentes del maligno.

dimecres, 10 d’agost del 2016

Las enseñanzas de Fraga

Fraga no consiguió lo que más anhelaba en vida: ser el presidente del gobierno, mandar. Lo ha conseguido después de muerto. La derecha es franquista, pero el conjunto del país, no; es fraguista. La infacunda labia del prócer gallego impregna hoy el quehacer de la clase política toda.

El que resiste, gana. Es el lema de su más aventajado discípulo, el presidente de los sobresueldos. Atrincherado en La Moncloa no está dipuesto a irse pase lo que pase. Resistir es el lema. Aunque uno tenga la valoración popular más baja de la historia, esté uno desacreditado dentro y fuera del país por su mendacidad y su falta de escrúpulos, y todos lo consideren el obstáculo real a la normalización política española que váyase a saber cuál es.

La calle es mía. La derecha funciona en equipo y se divide el trabajo. Ahora la calle es de Fernández Díaz y su "ley mordaza". Porque la calle tiene que ser de alguien. A los socialistas se les sublevó en 2011 con los indignados de mayo. Pero eso se ha acabado. La calle vuelve ser del orden constituido, con unos indignados escondidos y otros apoltronados.

Cataluña es tierra conquistada. Suena fuerte pero así lo siente la derecha y, cambiando el conquistada por seducida también la izquierda. Para eso se anuncia ya la alianza PP-C's, los partidos del españolismo más coriáceo. El PSOE pretende reñirles el patriotismo y afirma su nacionalismo español "uninacional" con la seguridad de un santo y seña en combate. Pero los otros dos no solo quieren una España una; también la quieren grande y libre. Claro, ¿quién va a querer una España pequeña y cautiva? Así que ya tenemos el programa del próximo gobierno: España, una, grande, libre. Esto suena raro a oídos del PSOE, pero atruena a amenaza a Cataluña. Los catalanes ya sabían cuál era la razón de ser de C's. Ahora lo van a comprobar en sus propias carnes. Rivera trae seis condiciones para dar el sí a Rajoy, de ellas, la de pedir comisión para investigar la corrupción, es innecesaria pues el Parlamento puede imponérsela al gobierno. Otras dos condiciones (abolición de aforamientos y reforma electoral) no dependen de Rajoy pues requieren reforma de la CE. Y las otras tres son irrelevantes y hasta absurdas: pedir que no estén en el partido los imputados en procesos penales cuando el propio partido lo está es esperpéntico; la limitacióm de los mandatos es una tontería y el fin de los indultos a los condenados por corrupción, algo elemental. Lo único que puede poner nervioso a Rajoy es la exigencia de la fecha de investidura, pero esta podrá anunciarse si, como parece posible, ya hay gobierno minoritario de la derecha. Porque se quiere un gobierno básicamente contra Cataluña.

A Fraga le cabe el Estado en la cabeza. La frase no es de Fraga, sino de Felipe González, cuya obvia ilusión es pasar a la historia como el gran estadista en un fecundo otoño. No era verdad que a Fraga le cupiera el Estado en la cabeza; en realidad, no le cabía nada. Y a Felipe González, tampoco. Su talla de estadista se echa de ver en cómo confunde el Estado con el gobierno. Lo que le importa no es que el Estado prospere y crezca, sino que haya gobierno a toda costa, aunque sea un gobierno de ineptos, neofranquistas y presuntos corruptos. Le da igual. El caso es que el gato (el gobierno), cace catalanes, digo ratones.

La derecha y la izquierda carecen de sentido. España, lo único importante. Suena, ¿eh? Cambien "España" por "la patria" y ya tienen ustedes la aportación fraguista al ideario de Podemos, por llamarlo de algún modo. Esa "patria" del emergente no es menos una, grande, libre que la de las derechas, solo que no lo es brusca o impositivamente, sino de modo melifluo. También estos están interesados en un gobierno de las derechas. No quieren una alianza con el PSOE mientras este sea mayoritario frente a Unidos Podemos. Lo dice Monereo, así que todo el rollo ese de la mano tendida y el gobierno de izquierdas y "decídete Sánchez" es pura trola o trile. Pero, al mismo tiempo, tampoco quieren elecciones nuevas porque saben que descienden en picado, una vez que la gente ha visto que, en realidad, Unidos Podemos es la más anquilosada IU, revestida con los afeites de la novedad.

Los socialistas solo aciertan cuando rectifican. Al final, esta es la enseñanza que los sumisos socialistas González, Zapatero y resto de la vieja guardia quieren hacer tragar a Sánchez Castejón: que rectifique su NO es NO a Rajoy. Que se doblegue. Que ceda como cedió Zapatero con el 135, como cedió Rubalcaba con sus infaustos "pactos de Estado". Que se someta a la arbitrariedad, la soberbia, la incompetencia y la animosidad de una derecha a la que el país importa un pepino porque solo se interesa por sus negocios. Y, de paso, que entregue a la gente a cuatro años más de burla, expolio e injusticia. Al final va a resultar que Sánchez es la última esperanza de regeneración democrática del país. El hecho de que todos los demás, absolutamente todos, los partidos políticos, (empezando por Podemos), los medios de comunicación, los empresarios, la iglesia, manadas de intelectuales y la vieja guardia socialista concentren su fuego sobre el PSOE y sobre Sánchez en concreto está magnificando su figura. Va a resultar también que Palinuro no iba tan descaminado en su carta abierta a Pedro Sánchez, de hace unos días, que lleva 48.000 lecturas.

Y para que el alma de Fraga no sufra, véase cómo Sánchez, precisamente, también ha sabido rectificar: ha cambiado el adocenamiento, la complacencia, el seguidismo y la falta de nervio del PSOE por un claro y nítido

NO es NO.

dimarts, 9 d’agost del 2016

NO es NO. El oprobio no puede seguir

Los analistas políticos suelen enfocar sus interpretaciones basándose en elementos políticos (como es lógico) y también jurídicos, económicos, sociales, etc. Rara vez abordan cuestiones caracteriológicas. Los cotilleos en que suelen caer con frecuencia tienen poco que ver con consideraciones de tipo psicológico. Y, sin embargo, estas suelen ser decisivas. Por ejemplo, España lleva más de cuatro años gobernada por un personaje indigno porque indigno es quien falta a su palabra y más si lo reconoce, como hizo en su día Rajoy, y hasta se jacta de ello. Ese fue su comienzo: mentir para ganar las elecciones de 2011 y, acto seguido, incumplir todos sus compromisos. Faltar a su palabra y sentar así un ejemplo de bajeza moral que ha acabado por impregnarlo todo

La política tiene mala fama. A ella le gustaría ser comparada con las justas medievales de caballeros, pero la opinión común la asocia más bien a la picaresca. Aun así, la picaresca también tiene sus puntos de honor, como saben los lectores de El Lazarillo de Tormes. La situación de la España oficial desde 2011 está muy por debajo de la picaresca. El hombre sin palabra que ocupó la presidencia se rodeó de un equipo y se apoyó en un partido (a su imagen y semejanza) que no le iban en zaga en punto a inmoralidad y falta de escrúpulos.

Con una arrolladora mayoría absoluta, la X legislatura es la historia de una involución democrática brutal. Los gobernantes, todos ellos neofranquistas de raíces biológicas y/o ideológicas, carentes de cualquier convicción democrática, tomaron el Estado al asalto por considerarlo cosa suya. Todo quedó sometido a su arbitrariedad: los medios públicos y bastantes privados, férreamente controlados; el Parlamento, ignorado; la Judicatura constantemente agredida en su independencia, la administación pública al servicio de sus inquinas políticas. Y el saqueo del erario ha sido generalizado, alcanzando la corrupción cotas nunca vistas y la Iglesia, como siempre, un Estado dentro del Estado. Retroceso de todas las libertades y derechos, legislación autoritaria en todos los órdenes, impopular y clasista a extremos rabiosos.

El ataque a la democracia y al Estado de derecho fue y es tan arrollador que dejó desconcertada a la oposición de entonces. Y desconcertada sigue. En la X legislatura coadyuvó con su ineficacia e inacción a mantener la superchería de que una presunta asociación de malhechores fuera un partido político y que un gobierno tiránico, que no respetaba la división de poderes, tuviera algo que ver con un Estado de derecho. El desconcierto, la inactividad, acabaron por convertirla en cómplice de la deriva dictatorial. Una dejación de funciones del PSOE sobre todo que explica el surgimiento de Podemos.

Pues bien, la complicidad con la deriva dictatorial puede convertirse ahora en complicidad con esta especie de golpe de Estado en diferido por el que un gobierno en funciones se declara en rebeldía frente al Parlamento, interfiere en el Tribunal Constitucional y adopta decisiones sin tener competencias para ello en el asunto más grave hoy en España que es el de Cataluña. Todos los intentos de empujar a Pedro Sánchez y al PSOE a permitir un gobierno de los mismos indignos personajes implica una aceptación del oprobio y una complicidad con sus causas.

NO es NO. El oprobio no puede seguir. Las izquierdas tienen que ser capaces de acordar un gobierno, haciendo a un lado cualesquiera consideraciones tácticas. Sobre todo Podemos tiene que ganarse la confianza perdida deponiendo de una vez su proyecto de fagocitar al PSOE y aceptando su posición de segundo orden en la alianza.

Lo contrario es ir a tercerass elecciones. La minibomba del CIS de ayer apunta en la dirección del sentido común. En unas nuevas elecciones, Podemos cae y también lo hace el PP; el PSOE sube. Exactamente ¿en cuánto? Esas son ya cosas de cifras, en las que la cocina del CIS tiene manga ancha. La cuestión es clara y pertenece a un horizonte de esperanza. Si el PSOE mantiene su NO, será un faro de un voto regeneracionista que movilizará a mucha gente. Querer frustrar esa esperanza, como tratan de hacer los barones y jarrones del PSOE, significa devolver a este a la complicidad con el oprobio.

NO es NO. No haya miedo. Que los partidos deben entenderse es obvio. Que deban hacerlo a calquier precio, por ejemplo, al de prolongar el oprobio por el chantaje del presidente de los sobresueldos no lo es en absoluto. Antes está preguntar de nuevo a la gente y que la gente diga si quiere seguir en el oprobio o librarse de él.

Sorpresas del verano

Ayer, y por casualidad, tuve ocasión de ver una película casi desconocida que, sin embargo, merecería mayor notoriedad. Estrenada en 1964, no pudo verse en España hasta 1979 porque trataba precisamente de España y de un episodio de los últimos maquis. No es que sea un relato antifranquista. Casi no tiene ideología ni hay crítica especial al régimen fuera de la que se derivaba de la realidad cotidiana a nada que se tuviera una cámara y se pudiera fotografiar lo que era la realidad del país a comienzos de los sesenta.

El director es Fred Zinnemann, el de Solo ante el peligro, y es claro que la historia había de interesarle porque tiene muchos elementos en común con la gran peli de Gary Cooper: un hombre solo contra todos. La trama está sacada de una novela que no conozco, que dio el título al film en inglés, Behold a pale horse, un verso del Apocalipsis de San Juan (6,7-8), algo así como "He aquí un caballo ceniciento" cuyo jinete se llama muerte. Es el cuarto jinete. Quizá haya algo de desmesura en el título, al dar el tono apocalíptico a una historia de guerrilleros, Guardia Civil, resistencia, franquismo. A lo mejor por eso le cambiaron el nombre en la versión española a este intragable ...Y llegó el día de la venganza. Y, desde luego, se lucieron. Casi hubiera sido mejor que tradujeran del original.

La película es una rareza. Hay muy pocos films sobre la guerra/posguerra de España hechos fuera y, entre estos, menos norteamericanos. No sé si hay alguno además de Por quién doblan las campanas. Yankees, quiero decir. Porque esta es una película indudablemente yankee pero de una calidad más que notable. El trío protagonista, Gregory Peck (un trasunto de Quico Sabaté, el último maquis), Anthony Quinn (un capitán de la Guardia Civil) y Omar Shariff (un cura) bordan sus papeles bajo una dirección muy competente. Sin duda, cualquier casticista señalará los sempiternos fallos (que si el rejoneo de Anthony Quinn al comienzo es un pelín ridículo, que si los guardias civiles no tienen esa pinta de rangers, que si a Gregory Peck le sobra una cuarta para ser español, etc) pero la verdad es que la ambientación y el guión son excelentes. Está rodada en el blanco y negro que se llama "sucio", con lo que se evita que canten algunos colores, por ejemplo, el de los ojos de los protagonistas. La fotografía es excepcional y debe señalarse el trabajo de documentación que han hecho el director y el equipo, reconstruyendo escenarios de la guerra civil y la derrota republicana directamente sacados de fotos famosas de la época, fotos de Capa o de Centelles o de otros no menos característicos. Y cuando digo "sacados", quiero decir "reproducidos". Los planos del gendarme desarmando a los vencidos combatientes de la República trasmiten el espíritu de aquellos tristes momentos.

La historia es sencilla: Manuel Artiguez, un guerrillero solitario, vive en el exilio en un pueblo francés muy cercano a la frontera, desde donde hace incursiones en España en las que mata guardias civiles y roba dinero para la causa, no para sí mismo. El capitán de la GC, Viñolas, la tiende una trampa, aprovechando que su madre (de Artiguez) ha sido hospitalizada y está muriéndose. La intriga se complica porque la madre muere antes de que pueda servir de gancho para la emboscada de su hijo, pero los franquistas querrán ocultárselo a Artigues para hacerlo venir. El guerrillero sabe la verdad mediante los oficios de un cura del lugar quien le avisa de que su madre ha muerto. La película, ya se ha dicho, no es un alegato antifranquista, pero no se anda por las ramas en llamar a todas las cosas pr su nombre. Solo este episodio del cura "bueno" o "comprensivo" desmerece algo de la calidad del fin, al caer en esa trampa en que caen muchos relatos del franquismo, de presentar una Iglesia católica resistente a la dictadura. Nada más falso: la Iglesia católica se fundió con el franquismo, fue complice y beneficiaria de los crímenes de la dictadura, llevaba al dictador bajo palio y su función opositora al régimen (un puñado de curas de los barrios marginados) fue inexistente.

Aun sabiendo que su madre ha muerto, Artiguez cruza la frontera y va a donde lo están esperando para ajustar cuentas. 

Lo dicho: estrenada en 1964, cuando ya la guerra estaba lejana y se abría paso el desarrollo de los tumultuosos años sesenta, no levantó gran atención. Sin embargo, es una estupenda película.

dilluns, 8 d’agost del 2016

La charca

No hay fecha para el pleno de investidura. No se sabe si Rajoy se someterá a la sesión o no. En mes y medio desde el 26J no ha sumado un solo voto más a sus 137 escaños. El país está como estaba después de las elecciones del 20D: sin gobierno. Con uno en funciones, declarado en rebeldía ante el Parlamento. Y así pretende seguir los próximos meses. Con la presidencia del Parlamento en manos del gobierno, ninguna posibilidad de que el primero tenga algo que hacer. La obstinación de Rajoy en su candidatura ha traspasado todos los límites de lo tolerable. Y, sin embargo, lejos de afearle su falta de escrúpulos políticos, morales y hasta personales, hay un consenso de todos los partidos (excepto los nacionalistas vascos y catalanes) y de todos los medios y las fuerzas "vivas" en presionar a Pedro Sánchez para que, absteniéndose, posibilite un segundo gobierno de Rajoy. Nadie encuentra oprobioso exonerar al principal responsable de este desastre y cargar contra quien no tiene la culpa de nada ni plena libertad de acción mientras Rajoy no cumpla con su deber. 

Nadie tampoco parece escandalizarse del hecho de que el gobierno pretenda prolongar una situación de alegalidad si no de ilegalidad. Una situación con un gobierno incontrolable, un parlamento paralizado y un Tribunal Constitucional de vacaciones. Una especie de golpe de Estado de la inacción, la marrullería y la podredumbre. El caldo de cultivo de Rajoy. Su pretensión se puede reducir a un chantaje: o me hacéis presidente o aquí no hay gobierno por una larga temporada. Como todos los chantajistas, confía en que las buenas formas o el miedo de sus víctimas las haga equivocarse y decidan que lo más conveniente es ceder al chantaje, ceder al capricho de Rajoy.

La alternativa que el gobierno ofrece es otra convocatoria electoral, la tercera en un año. Una perspectiva que todos rechazan, horrorizados entre previsiones espantosas: mayoría absoluta del PP; inmensa, oceánica abstención de electorado ahíto; descenso en picado de Podemos; castigo a los socialistas; desaparición de C's; repetición milimétrica del marasmo actual. Todas son posibles, desde luego, pero la primera, la mayoría aboluta del PP suena a bulo alimentado por los medios afines a la derecha, que son todos. 

Por lo demás, entre pegar la segunda espantada -harto probable, tratándose de Rajoy- y la convocatoria de nuevas elecciones mediará un tiempo en el que quizá los demás partidos consigan llegar a algún tipo de acuerdo. Al fin y el cabo, dicen estar muy interesados sin duda porque no se les escapa el profundo ridículo de ir a unas terceras elecciones en un año con los mismos líderes que fracasaron en las otras dos. Si no por otro motivo, por este ya debiera ser suficiente para llegar a un acuerdo, el que sea, que posibilite la formación de un gobierno. Solo para probar la falsedad de la disyuntiva del PP: Rajoy o elecciones. Someterse a ese chantaje sería indigno.

La coincidencia de este vacío de poder en España con los preparativos para una rentrée catalana independentista en fuerza agrava notablemente la situación en la parte española de este enfrentamiento al que tanto ha contribuido la incapacidad política de Rajoy y su gente. Cuando llegue septiembre, lo más probable es que siga sin haber gobierno en España ni perspectiva de que lo haya. Por el lado catalán estarán haciéndose los preparativos para una Diada apoteósica. La voluntad de las entidades organizadoras sigue siendo dar una campanada. No está claro, sin embargo, que lo consigan, pues puede darse un punto de inflexión en la movilización social por causa del cansancio. No se crea un Estado de la nada y en una mañana. Eso se sabe, pero cuesta aceptarlo. Cuesta mantener altos la intención, el ideal, el propósito. 

Después de la Diada llegará la cuestión de confianza de Puigdemont. Ahí hay otro punto conflictivo. Si la CUP vota que no, habrá elecciones anticipadas también en Cataluña y no están claras las consecuencias para el ritmo de la hoja de ruta, sobre todo teniendo en cuenta que el resultado de las elecciones puede ser la pérdida de la mayoría absoluta independentista.

Pero también puede votar que sí. Las decisiones de la CUP, a fuer de asamblearias, son imprevisibles. Si Puigdemont obtiene la confianza solicitada, ya será cuestión de tiempo que se plantee una DUI. En ese momento será patente la situación de desobediencia de la Generalitat. Patente, pero no nueva. De hecho, el Parlament ya ha desobedecido dos veces al Tribunal Constitucional.

Con la DUI el gobierno ya no podrá escudarse en el TC y deberá adoptar otro tipo de decisiones. Para ese momento, en España seguirá sin haber gobierno y hasta es posible que esté en marcha una campaña electoral.

¿Qué nombre podríamos ponerle a esto?

diumenge, 7 d’agost del 2016

NO es NO

Buen argumento, voto a tal. El más respetable de los que esgrimen quienes quieren conseguir la abstención del PSOE. Tiene una fuerza de sentido práctico: en un régimen parlamentario, un gobierno en minoría está atado de pies y manos y hará lo que diga la oposición.

La cuestión, sin embargo, es que este no es un régimen parlamentario normal. Está administrado por un partido que no tiene el menor atisbo de conciencia democrática y que instrumentaliza todas las instituciones del Estado a su servicio. Un partido de raíz franquista, cuyo respeto por el Parlamento es como el que tiene por la democracia y la honradez en la gestión pública: ninguno. Ese partido, dirigido por un personaje cuya virtud política más señalada es dejar que los problemas se pudran, convertiría el Parlamento en una cámara absolutamente inoperante.

Pero hay más. El argumento es insatisfactorio porque consiste en presentar al otro las ventajas de conformarse con la opción perdedora, en lugar de permitirle que intente la ganadora. Un gobierno de izquierda con mayoría es mejor que uno de derecha en minoría. Y, si de minoría se trata, ¿por qué ha de ser mejor una del PP que otra del PSOE-C's o PSOE-Podemos?

La diputada no ve que el problema tiene un aspecto determinante que no suele aflorar en la consideración pública pero es notorio. Es cierto que lo más grave de la situación es su bloqueo y este es achacable sobre todo a Rajoy. Pero, detrás de eso, el otro problema (y, muchos sostenemos, el más grave) es el enfrentamiento entre PSOE y Podemos en la lucha por la hegemonía de la izquierda. Eso es también un bloqueo, el que se deriva de la obsesión de Podemos por destruir al PSOE.

NO es NO.

Podemos también prefiere a Rajoy

No falla. En cuanto hay una posibilidad de unidad o coalición entre el PSOE y Unidos Podemos, sale Anguita a desbaratarla. Es una reacción tan segura y previsible como los calores del verano. El hombre no puede soportar la posibilidad de que haya un gobierno socialdemócrata porque, al margen de sus ideas políticas (si es que tiene alguna), lo esencial en su motivación es el odio al PSOE. Si, para evitar que este gobierne hay que permitir que lo haga la derecha, lo hará. Fue la pinza de los años noventa sellada entre Aznar y Anguita con la mediación de Pedro J. Ramírez, algo que propició ocho años de gobierno de la derecha y selló el fin de la carrera política del cordobés quien, habiendo fracasado en todos sus pretenciosos frentes, se retiró a seguir pontificando en la antigua capital del califato. Pero de ahí regresa, como de entre los difuntos, cuando intuye la posibilidad de que, en contra de sus obsesiones, sus discípulos de Podemos, los Anguitillas estilo Pablo Iglesias, puedan pactar con el PSOE la formación de un gobierno de izquierda.

Eso solo podrá hacerse por encima de su cadáver pues él siempre ha preferido a la derecha frente a la izquierda en el gobierno, como mandan los muy novedosos cánones de la IIIª Internacional. Ha bastado que Íñigon Errejón esté manteniendo contactos con el portavoz del PSOE, Hernando, sobre la posibilidad de un gobierno de alianza PSOE-Podemos y que reconozca que se trata de algo deseable para que el ex-coordinador de IU haya ido a esa televisión que tiene Podemos a su servicio a avisar del grave error de Errejón y tirarle de las orejas por apartarse de la línea del mando.

Anguita que, hoy más que nunca, está en posesión de la verdad y conoce las leyes que mueven las estrellas y el corazón de los hombres, ha afirmado que no hay ninguna posibilidad de un gobierno de izquierdas porque de muy buena tinta sabe él que el PSOE acabará yendo a una gran coalición con el PP. Obsérvese bien, el viejo comunista, que lleva toda su vida tratando de que la gente lo vote pero ocultando su verdadera militancia, no dice que Sánchez deba propiciar un gobierno de Rajoy, como hacen los peperos, los patronos, los curas, los periodistas y los carcamales del PSOE. Antes bien, como muestra el Materialismo Histórico, cuyo sacerdocio le está encomendado, el PSOE acabará pactando con el PP, quiera o no y sean cuales sean sus preferencias. Porque, como dice el marxismo, los hombres hacen la historia, pero no saben la historia que hacen.

Por supuesto esto es un disparate, pero disimulado, esquinado, artero, propio del jesuitismo de Podemos: no es que ellos quieran que Sánchez pacte con el PP. Ellos anhelan un acuerdo entre el PSOE -el partido de la cal viva, aseguran- y UP pero, por desgracia, será imposible porque el traidor, enemigo del pueblo y neoliberal empedernido Pedro Sanchez pactará con el PP. Ellos, obsérvese bien, siguen con la mano tendida al PSOE.

Y, si cuela, cuela.

En realidad, esta fábula solo engaña a los fanáticos seguidores de Podemos en las redes y sus legiones de trolls. Para los demás está claro: lo que Podemos quiere evitar, en primer lugar, es un gobierno de coalición en el que la voz cantante la lleve el PSOE y no él, como le correspondería según mandanto de los dioses y, en segundo lugar, y lo que verdaderamente da miedo: un resultado muy inferior al obenido en las elecciones del 26 de junio que equivadría prácticamente a una situación de subalternidad en el panorama político, cuando no de desaparición, cosa que achicaría la mitomanía narcisista de estos emergentes. Y ahí es donde los más pánfilos o los más sinceros acaban descubriendo su juego de favorecer un gobierno de la derecha. Lo dice Pilar Zabala, candidata de Podemos en Euskadi: "las elecciones son lo peor; sería preferible otro gobierno, aunque fuese de Rajoy". Lo dice el diputado de Podemos,Yllanes, de Mallorca: Yo prefiero un mal presidente que terceras elecciones. Rajoy, por supuesto.

¿Lo quieren más claro?

dissabte, 6 d’agost del 2016

Carta abierta a Pedro Sánchez

Estimado señor Sánchez: menuda la que le ha caído encima. Lleva usted sobre sus hombros una responsabilidad tanto más desmesurada cuanto que está usted solo. Representa usted la última y única esperanza de un cambio en España, de una regeneración democrática, de que no habrán de padecerse otros cuatro años de gobierno ignominioso apoyado en un partido que es una asociación de malhechores.

Es mucha responsabilidad. Tiene usted enfrente, además, al conjunto del sistema político, económico, religioso y hasta cultural. Se incluyen sectores señalados de su propio partido, gentes de escaso fuste intelectual y moral, empeñadas en doblegarlo a usted para que haga como ellos, esto es, resignarse al vergonzoso desgobierno y latrocinio de la derecha.

La naturaleza profundamente corrupta del neofranquismo en el gobierno se advierte en el hecho de que la inmensa mayoría de políticos y publicistas acepte como situación de legalidad normal lo que no es más que arbitrariedad, tiranía y abuso. Y pretenda que todo el mundo juegue a este juego de equívocos de tomar por un partido una asociación con ánimo de delinquir; de considerar presidente del gobierno a quien, sospechoso habitual en varias ilegalidades, no se merece el puesto; de tomar sus arbitrariedades por leyes.

Es obvio. La presión para que se doblegue usted, abandone su loca pretensión de regenerar el sistema político, está siendo inmensa. En El País lo conminan para que acepte un desgobierno más de Rajoy. Muchos de sus antiguos compañeros, los que más han sobresalido, también quieren que ceda usted "por el bien de España". Los de Podemos no dicen a las claras que interese un gobierno del PP. Son más esquinados y lo que dicen es que, al final, el PSOE -por su naturaleza conservadora- se abstendrá dejando gobernar a Rajoy y otorgándoles a ellos la patente de la "verdadera" oposición. Decir que es inevitable y desearlo viene a ser lo mismo.

Por todo eso, está usted hoy solo y conviene que busque  apoyos porque va a necesitarlos. Cuente con el de Palinuro si de constituir gobierno alternativo al de Rajoy se trata. Y cuente también con el de los militantes de base de su partido y sus votantes. Palinuro no tiene nada que ver con usted ni con su partido al que, por el contrario, ha criticado muy duramente por el abandono de la oposición en la legislatura anterior. En buena medida, el marasmo actual de la izquierda debe achacarse a ese abandono de sus tareas que solo puede deberse a la cobardía de aceptar como válidas formas y contenidos que no lo son. Pero ahora es una situación de emegencia y se requiere rapidez.

Justo esa posición suya, señor Secretario General, es la que lo pone en todas dianas. Todos quieren que se muestre usted más "flexible" o sea, que claudique. Y lo hacen para tapar sus propias miserias y vergüenzas de haber entrado al juego de unos falsarios de la derecha, como siempre en España. A la hora de inquirir cómo sea posible que casi ocho millones de personas voten a favor de los corruptos es bueno recordar que serán ocho, diez, seis o uno, pero los corruptos son los corruptos y no merecen que se les facilite la tarea a base de prolongar la indignidad.

NO es NO, Secretario General, y todo el mundo de buena voluntad espera de usted que lleve a cabo su promesa de decir NO al neofranquismo y al expolio de España. La ocasión es única y no puede dejarse pasar. La razón por la que el PP goza aun de tanto apoyo se divide en tres momentos que dibujan la mentalidad y la cultura política de los españoles hoy día: la cobardía, inducida por cuarenta años de terror; el silencio como mecanismo de defensa; la resignación como corolario fatal de los otros dos. Cobardía, silencio y resignación. España no tiene arreglo.

Usted representa la última esperanza de ese arreglo, la de decir NO. Esté usted a su altura y se habrá ganado un lugar en la historia. Los nacionalistas vascos y catalanes ya le han cerrado la puerta en los morros al de los sobresueldos. Ahora solo queda que dimita y se vaya a su casa, dejándole paso a usted. Dos cuestiones para terminar:

Primera: no está nada claro que Rajoy se presente a investidura alguna. Pretende seguir en funciones hasta contar con mayoría absoluta porque es incapaz de fabricarla mediante pactos parlamentarios. El pájaro es además especialista en la marrullería y en bloquear lo que sea para salirse con la suya: lo hizo con el Tribunal Constitucional, bloqueándolo hasta que pudo manipularlo. Lo hizo con las pasadas elecciones autonómicas andaluzas. Tiene experiencia y es su estilo: someter al país entero a sus intereses personales. En realidad, en el fondo, es un golpe de Estado: el sobresueldos bloquea las elecciones, no responde ante el Parlamento y pretende controlar a los jueces. Un golpe de Estado y una dictadura encubierta de interregno democrático.

Palinuro entiende que debe usted sentarse a negociar con los nacionalistas vascos y catalanes y, por supuesto, negociar un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Si tuviera usted una actitud más abierta y respetuosa con los derechos de las minorías nacionales todo saldría mucho mejor. Pero se entiende que, dada su mentalidad de nacionalista español clásico, no es de esperar que llegue a esa conclusión. No estaría de más, sin embargo, que empezara a hacerlo porque, al final, ese referéndum se hará.

Entre tanto es usted la última esperanza de que este desgraciado país no caiga, acobardado, silencioso y resignado en cuatro años más de la actual indignidad de un gobierno encabezado por quien no tiene ni de lejos categoría para ello.

Arte de coleccionista

El Caixa Forum de Madrid expone la colección Phillips de Washington. Una ocasión única porque ese afamado museo no se prodiga en viajes. Tampoco está toda, pero sí lo que hay de impresionista y lo que se ha bautizado con el ecléctico "modernos", un cajón en el que hay desde  cubismo hasta expresionismo abstracto, básicamente norteamericano. Se muestran flecos de otros estilos, singularmente clasicismo y romanticismo. Duncan Phillips, quien dio a la colección el empaque que hoy tiene, era un gran admirador de Delacroix, de quien hay varias piezas.

El factor personal es determinante en esta colección, más de lo que es habitual. Descendiente de una  estirpe de banqueros, Duncan Phillips heredó de su padre, prematuramente fallecido, la banca y su afición por el arte, pues fue él quien inició la colección. Además de banquero y coleccionista,  era crítico de arte y estaba casado con una pintora, todas ellas circunstancias que favorecerían una vida dedicada al placer  estético. Como coleccionista, como entendido, amateur, diletantte. Su labor ha sido espléndida, aunque muy desigual y eso se ve en la exposición. Algunas de las explicaciones de las obras acaban con comentarios y citas de Phillips. Y, la verdad, producen mala impresión porque son melonadas y vulgaridades dichas con facundia de experto, con mentalidad de coleccionista que pretende dar un sentido a su muestrario de obras, como un entomólogo clasifica sus insectos en cajas por órdenes siendo así que el arte escapa a todo atisbo de ley u orden.

Pero, olvidándonos de las vanaglorias mundanas, la visita es deslumbradora y algo inquietante. Lo primero porque contemplamos piezas únicas, representataivas, algunas célebres, de artistas afamados. Lo segundo, que uno tarda en identificar, por el carácter mismo de la exposición. No es monográfica de autor o estilo, ni retrospectiva; tampoco es temática. Simplemente se trata de una traslación de unas salas de un museo a otro lugar del planeta. Lo que se expone es un museo. Siendo así ya no se buscan vínculos ni influencias entre unos autores y otros; no se hacen comparaciones; se contempla cada obra en sí misma, como una unidad y se buscan referencias en los recuerdos. Algunos prolificos artistas invitan a ello, por ejemplo, Degas y sus bailarinas; o un retrato picassiano de Dora Maar, que aparece en muchas obras del malagueño; o la montaña Sainte Victoire, de Cézanne, el único motivo capaz de rivalizar con sus manzanas.

El coleccionismo lima las aristas potencialmente revolucionarias del arte. Casi al comienzo de la exposición encontramos obra del corrosivo Daumier y también de Courbet, uno capaz de dinamitar el orden social, pero que cuelga como trofeo de las paredes de la mansión de un banquero. Esa limadura se hace a base de reconocer la capacidad revolucionaria a toda el arte de San Lucas y no solamente la que exprese intencionalidad político-social. Revolucionario y communard fue Courbet (como Daumier), pero no menos reevolucionario fue Juan Gris de quien no consta actividad política alguna, pero metió la matemática en la pintura.

Hay muchas obras, aun siendo relativamente pocas, con gran variedad de temas. Muestras de Bonnard, Sisley, Monet, Utrillo y alguno de Barbizon contribuyen a que uno acreciente y enriquezca su visión del paisaje impresionista, rural y urbano, cosa importante porque era el tema el que determinaba el estilo. 

Se despide el visitante pasando por una serie de cuadros de norteamericanos que empiezan con una sorprendente pieza de Georgia O'Keeffe y en donde se advierte parte del espíritu del coleccionista: comprar obra de artistas que prometen, aunque aún no son en el momento de la compra, en la esperanza de que uno atine y el artista se imponga. Es el arte con mentalidad de inversor, aunque no de dinero sino de la íntima satisfacción del crítico de haber acertado. Por eso, las últimas imágenes que se muestran ya de salida, son de Pollock y Rothko.

divendres, 5 d’agost del 2016

La conjura de los necios

¡Qué barbaridad! ¡Cómo está el patio! El bueno de Sánchez -que parece tener fibra- debe de estar soportando presiones, impertinencias, chantajes, amenazas y homilías sin cuento. El bloque continuista ha perdido el Oremus. Sus componentes, el PP con Rajoy mucho Rajoy y muy Rajoy a la cabeza, la patronal, la Iglesia, los demás partidos políticos (Podemos incluido), los medios de comunicación al alirón (azuzados por El Pais) y los camisas viejas y vieja guardia del PSOE ya no saben qué hacer para evitar las terceras elecciones a base de aguantar un segundo mandato de ese extraterrestre que es el presidente de los sobresueldos.

La fronda del PSOE lanzó ayer un torpedo a la línea del NO de su partido con las declaraciones de Zapatero, pidiendo que se abra un diálogo interno sobre la abstención. Odón Elorza también se rinde a la abstención, aunque pone condiciones estrictas. Son pesos pesados y no desacreditados como lo están González, Bono o Rubalcaba. El llamamiento del PP, sin embargo, les hace un flaco favor porque da a entender que se ha forjado un consenso vergonzante con los socialistas de derechas que prefieren un gobierno de Rajoy ("aunque no lo merezca", dice González) a un gobierno de izquierda o unas terceras elecciones. En el consenso entra también Podemos. Su cabeza de lista en el País Vasco afirma que un gobierno de Rajoy es preferible a unas nuevas elecciones.

La centralidad política ha recaído manifiestamente sobre Sánchez, para desesperación de quienes iban a asaltar los cielos y ahora se encuentran en una posición de irrelevancia que puede incluso empeorar si se celebran nuevas elecciones.

En todo caso, no merece la pena detenerse en estas pequeñeces. Como tampoco lo es recordar por enésima vez que esto es un régimen parlamentario, con una lógica de mayorías y minorías; que corresponde al partido mayoritario articular un gobierno viable, para lo cual debe emplearse a fondo. Todo vale,  incluso el ridículo de inmiscuirse en los asuntos internos del partido de la oposición. Se descubre así por pura ineptitud el elenco de esta conjura de necios: Rajoy, González, Rivera, Cebrián, Rosell,  Iglesias, Zapatero y resto de barones quieren lo mismo: un gobierno del PP, un partido imputado en diversas causas por corrupción y presidido por un hombre que ha dado pruebas abrumadoras de no ser apto para el cargo.

NO es NO.

Un fragmento de la memoria

La Casa Encendida, en Madrid, tiene un concurso llamado Inéditos orientado a descubrir jóvenes talentos para comisariar exposiciones de arte. Estupenda idea. Una de las tres propuestas ganadoras este año tiene por título Madrid Activismos (1968-1982) y recoge documentación escrita, gráfica y audiovisual sobre la resistencia democrática del tardofranquismo y la transición. La exposición está comisariada con mucha pericia por Alberto Berzosa y contiene material de muy diversas fuentes, en especial del archivo del Partido Comunista de España (que fue el más activo en la lucha en aquellos años), pero también de otras entidades y de particulares. En este último caso se encuentran los prestados por mi amigo Ramon Adell, que tiene una de las mejores, si no la mejor, colección de documentos de la acción colectiva política en España contemporánea, desde la guerra civil.

La muestra aparece agrupada en cuatro categorías en que se estructuró la lucha antifranquista y la posterior de izquierda: el movimiento vecinal, las fábricas, las cárceles, las universidades y la calle. Para quienes hemos vivido aquellos años, la visita refresca experiencias, revive recuerdos, completa informaciones, esclarece dudas. Es muy útil. Para quienes no lo hayan hecho, puede servir como fuente de información bastante detallada que les permita hacerse una idea de aquellos años de forma directa, inmediata, plástica, no a través de meras lecturas.

Lo primero que destaca es la pobreza de medios. La movilización a partir del mítico 68 fue muy amplia, sobre todo entre estudiantes y obreros. Pero la represión seguía siendo asfixiante y muy eficaz. Casi toda la documentación es en blanco y negro; apenas se atisba el color. Las fotos son instantáneas de escasa calidad. Los periódicos, panfletos, octavillas, impresos por medios precarios, ciclostilados, multicopiados. Nada comparado con el lujo, el brillo, la abundancia de los medios actuales en la comunicación política.

Y, por supuesto, nada de televisión. Todos los medios de comunicación, impresos o audiovisuales eran uno solo sometido a la más rígida censura eclesial y franquista. Los grupos de la oposición, especialmente los comunistas y sus muy numerosas escisiones y grupos análogos, vivían en la clandestinidad. Llama la atención un manual del Partido Comunista de España (marxista-leninista) dedicado a exponer las normas del trabajo en la clandestinidad y cómo llevar a cabo la lucha ilegal. Impacta el término que hoy no se atreve a invocar ninguna de estas fuerzas políticas más o menos herederas de aquellas y por radicales que sean. Hoy nadie propone actuar ilegalmente. Quizá sea esta una medida de qué mayor grado de legitimidad tiene el régimen de la transición -por imperfecto que sea- en relación con la dictadura.

Los movimientos vecinales, los comienzos de un urbanismo democrático, las huelgas fabriles, la agitación sindical, las manifestaciones estudiantiles, los plantes de los presos políticos, hay una sucesión de noticias e imágenes de aquellos años que permiten ver su evolución desde la perspectiva de las luchas populares, desde abajo. Incluso se asiste al alborar de la conciencia ecológica y también de un feminismo radical y la lucha por los derechos de las minorías sexuales.

Lo que esta exposición documenta es la primera expansión de la conciencia democráticas en el último franquismo, la transición y los primeros años de la Monarquía, heredera de aquel. Está circunscrita a Madrid. En el resto de España la agitación democrática fue similar y en algunos puntos se añadían reivindicaciones nacionalistas que han tenido un largo recorrido.

Todo esto da que pensar y apuntala la hipótesis de que el franquismo fue el último (y fracasado) intento de mantener el Estado español en hibernación, animado por una idea de España que no comparte la mayoría de la población. El franquismo es el responsable último de la actual crisis constitucional española. Y sin posible arreglo. Un tercio de la población se niega a condenarlo. Y la lucha democrática sigue siendo muy precaria.

dijous, 4 d’agost del 2016

Todos contra Sánchez

El País sigue en la trinchera nacional-española, empeñado en que gobierne el Sobresueldos, el líder más desprestigiado, y con razón, de toda Europa. Quiere forzar la claudicación del PSOE. Es tal su inquina que hace unos días, Palinuro vaticinaba algún obús en forma de artículo de la Minerva de Cebrián. Ya está aquí, en forma de un nuevo editorial ominosamente titulado Callejón sin salida, como si fuera un film de la serie negra. Podría haberlo escrito Cebrián, aunque también algún otro columnista de la derecha. 

El eje de su razonamiento es culpar a Pedro Sánchez en exclusiva de la lamentable situación actual y hacerlo con argumentos poderosos. Es inadmisible, sostiene el articulista, negar a otro el gobierno sin tener una alternativa clara en ningún sentido. Pues sí, es cierto. Sánchez da pruebas de ser un bisoño, con escasa consistencia y más atento a sus intereses de carrera polítia que al bienestar de los ciudadanos. Pues sí, también es cierto. Sánchez es el solo responsable de que no haya gobierno. Eso no solamente es falso, sino que es una consigna del partido de los imputados y procesados que repiten todos a una como coros acusadores.

La trampa -perfectamente visible- del articulista reside en ocultar la reponsabilidad que en todo esto compete a Rajoy. Es él el designado y por tanto obligado a formar gobierno. Y debe hacerlo en las condiciones que hay; no en las que le gustaría. Si no lo consigue, habrá fracasado y le corresponderá retirarse y dejar paso a otro, en este caso, Sanchez. Únicamente en este momento dispondrá el socialista de margen de actuación; antes, no. Atacarlo antes de que pueda actuar, como hace El País es una muestra de juego sucio. No es el PSOE quien ha de facilitar un gobierno del PP, sino el propio PP... o dejar paso a otro.

Y ahí es donde ya se desborda esa pasión por el juego sucio que es marca de la personalidad de Rajoy, un hombre convencido de que decir la verdad (incluso "su" verdad) es un error estratégico pues lo obligado es mentir siempre. Tras las elecciones del 20D, escurrió el bulto y votó "no" a un gobierno alternativo, precipitando así las elecciones del 26J de consuno con Podemos. Ahora, a mes y medio de esas elecciones, sin añadir un  solo voto a sus 137 de partida, nadie sabe cuáles sean sus intenciones, mas por lo que se ve, conducen a abrir una crisis constitucional que se solapará con la que ya tiene abierta en Cataluña. Este hombre es un peligro nacional.

Es obvio que el único responsable de que no haya gobierno en España es Rajoy, que no está dispuesto a hacerse a un lado por el bien de su partido, por el bien de su Estado, por el bien de nadie. Es obviamente un caso de chantaje de un hombre a un país, al grito de "¡El caos o yo!", con el añadido de que, como en el chiste de Chumy Chúmez, él es también el caos. El caos, la corrupción, la incompetencia, el expolio generalizado, el caciquismo y el clientelismo más extremos. Y todo por su estrecho y exclusivo interés personal, al lado del cual la atención de Sánchez a su propia carrera es puro desinterés.

Pero de esto El País no habla. Carga la mano contra Sánchez, al que echa sus culpas y las de Rajoy y poco menos que lo conmina a hacer presidente a Rajoy so pena de lesa patria. Claro que no está solo en tan innoble empeño. Lo acompañan todo el frente conservador de la España eterna: la derecha política, económica, social, eclesiástica, mediática y militar y también dos aliados  externos: los dirigentes conservadores del PSOE -González, Leguina, Rubalcaba,  Corcuera, Bono, etc- más cerca del PP que de su propio partido y también los señores de Podemos. Estos están interesados en que el PSOE apoye un gobierno del PP porque, de este modo, prueba de modo fehaciente su crítica de que ambos partidos dinásticos son iguales y, además, así se evitan unas terceras elecciones que serían muy dañinas para los morados y, en cambio,se le abriría la posibilidad de realizar, por fin, el sorpasso, al ser la "verdadera" oposición.

Bueno, pues con todo y con eso y por muy bestiales que sean las presiones del establecimiento conservador, con El País a la cabeza, NO es NO.

Born to be Franco

La memoria histórica de la guerra civil y la dictadura de Franco sigue siendo materia muy sensible, comprometida, de muy difícil gestión. No debiera ser así si hubiera un acuerdo de fondo en el juicio sobre aquellos hechos. Pero no lo hay. Muy amplios sectores de la población, el partido del gobierno, las derechas en su conjunto, la Iglesia católica, el ejército, una abrumadora mayoría de los medios de comunicación la han interpretado durante casi ochenta años con una absoluta parcialidad, por entero favorable a los vencedores en aquel enfrentamiento e ignorancia de los vencidos. Las víctimas, sobre todo las victimas de los largos años de la dictadura, no han recibido compensación alguna, ni justicia, ni reconocimiento siquiera de su existencia. La historia la han escrito los victimarios y sus herederos hasta el día de hoy. Para ellos esa memoria es pasado y debe olvidarse cuanto antes. Pero para las víctimas y sus allegados, que se cuentan por cientos de miles, es un doloroso presente. No solo porque sus muertos siguen enterrados en fosas comunes y miles de sus hijos desaparecidos, sino porque al día de hoy, todavía viven en calles y plazas que perpetúan los nombre de los asesinos, residen en pueblos que llevan el nombre del dictador, pasan por delante de sus emblemas y recordatorios, oyen hablar de la Fundación Francisco Franco, saben de actos conmemorativos y de exaltación del golpe de Estado de unos militares sediciosos y de su sangrienta tiranía cuartelaria.

No, para sectores importantes del pueblo, la memoria histórica no es pasado, sino presente continuo. Pasado es para los franquistas, muy interesados en que no se hable de él, que no se recuerde, que se olvide y se sepulte como se sepultó en las cunetas a los cientos de miles de los republicanos asesinados durante la larga posguerra. Esa descompensación temporal entre el pasado y el presente explica por qué es inapropiado un argumento que suele escucharse para señalar la anomalía española: ¿alguien se imagina -dícese- actos de exaltación de los nazis, de Hitler, de los fascistas italianos en sus países? No, claro. ¿Por qué no? Por la razón apuntada. Esos homenajes al franquismo, esas misas solemnes por el alma del dictador, esos actos de autoridades locales de ensalzamiento de la dictadura brazo en alto honran un pasado de partido, guerrero, pero lo hacen en el presente. Son actos de provocación, para demostrar a los vencidos y a las víctimas que siguen siendo víctimas y vencidos. Todos los días salta un ejemplo. Hace unas fechas, un alcalde del PP mandaba construir un urinario de perros sobre la mayor zona de fosas comunes de asesinados por los franquistas en Málaga.

En días pasados el equipo municipal de Barcelona ha decidido abrir una exposición callejera de la memoria histórica enfrente del no menos histórico Born barcelonés. Se inaugurará en septiembre y una de sus piezas consistirá en una estatua ecuestre de Franco, que está medio oculta en los almacenes municipales desde que fuera retirada del castillo de Montjuich, en cuyos fosos se ha fusilado a mucha gente, señaladamente Lluís Companys. De inmediato se han formulado críticas (Alfred Bosch y Joan Tardà, de ERC, han pedido que se reconsidere el propósito), se han alzado voces airadas poniendo en duda la integridad de las convicciones izquierdistas de los regidores municipales y hasta tachado a estos de franquistas. Las acusaciones e insultos han arreciado cuando se ha sabido que, además, el consistorio se oponía al desfile de la Coronela de este año. Franco, sí; la Coronela, no.

Son acusaciones desmesuradas a juicio de Palinuro, si bien es cierto que la izquierda suele tener cierto síndrome de Estocolmo con la derecha y, muy afanosa de que no se la juzgue excesivamente radical, acaba haciendo concesiones a los usos simbólicos de sus adversarios. Quizá no sea este el caso por cuanto parece que la exposición quiere señalar la impunidad de los crímenes hasta la fecha. El primer teniente de alcaldesa, Gerardo Pisarello, ha publicado una explicación en Twitter en la que insiste en el valor pedagógico de la exposicion, para ilustrar del mal de la impunidad y la estatua del condottiero, con su caballo decapitado no tiene funcionalidad simbólica alguna sino puramente instrumental pues, razona Pisarello, está "descontextualizada".

Un punto de vista muy digno de tenerse en cuenta, pero nada convincente. La estatua no está "descontextualizada". El país, de Norte a Sur, reverbera de símbolos de la dictadura. En Tortosa, por ejemplo, el alcalde -referéndum mediante- acaba de salvar la vida a un monumento franquista que se alza en mitad del Ebro, en conmemoración de la batalla de ese río. En Melilla todavía está en pie una estatua del Comandante Franco, erigida en 1977, dos años después de su muerte.

La estatua estará "descontextualizada" en los estrechos límites de la exposición, pero no en el conjunto del país, Aquí sigue estando muy en contexto. Y muy mal, por cierto. Cosa tanto más llamativa cuanto la exposición se hace amparada en un programa más amplio que lleva el significatvo título de Pasado y Presente. O sea, como decía Palinuro más arriba, una memoria histórica que no es memoria ni es histórica, sino muy cruel e injusto presente.

Es buena la idea de que todos nos distanciemos del pasado, lo veamos con ecuanimidad, que procedamos como un país normal, capaz de compartir una común visión de nuestra historia. Es buena, pero impacticable porque España no es un país normal, en absoluto compartimos una común visión del pasado y ese enfrentamiento se traslada al presente. Las víctimas no quieren olvidar, sobre todo porque siguen esperando justicia. Y los victimarios no quieren recordar porque no están dispuestos a reconocer la injusticia cometida.

En esta situación de perpetuación del abuso no es una buena idea exponer esa estatua ecuestre, sobre todo porque, con el jaleo que se ha armado (y viene bien como publicidad) el recordatorio se convertirá en un foco de conflictos.

dimecres, 3 d’agost del 2016

Nervios y abusos

El País está realmente belicoso. Cabe esperar alguna soflama de Cebrián, poniendo a Sánchez cual no digan dueñas a cuenta de su obstinación en no hacer lo que el supremo interés de España reclama. Es preciso dejar gobernar a la derecha, como exigen Rajoy, la propia derecha (la de dentro y la de fuera del PSOE), los empresarios, la Iglesia, el orfeón mediático, Podemos, la Troika y, es de suponer, el club Bildeberg. La pretensión es tan demencial que resulta patéticamente española: el supremo interés de España es dejar el gobierno a quien ha destrozado el país. 

 Algunos se ponen tan nerviosos que se desnudan en público, como si fuera un frenesí de purificación. Si las cosas siguen así, en unas terceras elecciones, "vamos a votar a Rajoy todos los españoles"  dice... Leguina que, obviamente, no ha mirado los resultados electorales en Cataluña.

La cuestión candente son las cada vez más probables terceras elecciones y a quién se le echará la culpa si se celebran porque todos dicen rechazarlas. La opinión general es que, si hay elecciones, el PP puede llegar a la mayoría absoluta y Rajoy parece actuar dando por supuesto este supuesto. Pero también puede ser producto de la voluntad de las fuerzas vivas de hacernos tragar un gobierno del Sobresueldos en cuanto se pueda.

Leo bienintencionados estudios demoscópicos según los cuales, el resultado de las terceras elecciones será idéntico al actual pero jibarizado: todos a la misma distancia unos de otros, pero con menos votos. Es posible. Más que un sondeo, es una proyección de sentido común. 

Pero nada en este proceso es de sentido común; nada es normal y yo no me fiaría un  pelo de ningún sondeo. Me resulta muy dificil creer que los de Podemos se vayan de rositas en las terceras elecciones, después de sus continuas meteduras de pata. Pero no seríamos congruentes si descartáramos sin más que suban en votos. Cosas más raras se han visto.

Precisamente porque el resultado de las elecciones está abierto es una alternativa mucho mejor que permitir otro gobierno de Rajoy en donde abierto no hay nada. No hay nada ni abierto ni cerrado. Nada.

NO es NO.


El tren no para

Ayer recibieron los interesados, Puigdemont, Junqueras y otros, sus respectivas amonestaciones por las que el Tribunal Constitucional los previene de las consecuencias de sus actos si se obstinan en desobedecerlo. Se dieron por enterados y reiteraron por boca del MH que solo se consideran obligados por la voluntad del Parlament y por la de nadie más. 

Las cosas están muy claras. El tren a la independencia  no se para. Puigdemont recuerda al maquinista de La general. Él, a lo suyo, a la hoja de ruta. Su discurso es rotundo. Ya pueden las instancias del poder recordar que mayores incumplimientos abrirán la vía penal. Son actitudes de intimidación que solo actúan con quien se deja intimidar. Y no es el caso.

La tensión política crece. En este contexto, el editorial de El País de ayer, Suspensión unánime parece escrito por el ABC o La Razón por el modo torticero de presentar los argumentos y la agresividad hacia Carme Forcadell. Casi no parece ni un editorial, sino una diatriba de parte. Si por El país fuera, Forcadell ya estaría en la cárcel.

Este clima de confrontación servirá sin duda para calentar la Diada de este año en el espíritu de los anteriores. Después de la Diada, llegará la cuestión de confianza a Puigdemont. Si, como es de suponer, la gana con honores, quedará expedita la vía a la DUI.

Es asombroso que ni el gobierno central ni la oposición lo vean.

dimarts, 2 d’agost del 2016

Accidentes del trayecto

Una vez más, el Tribunal Constitucional ha cumplido los deseos del gobierno y ha tomado una decisión en menos de veinticuatro horas. Pero astutamente no ha respondido a todos los requerimientos del ejecutivo. Ha suspendido, sí, la decisión del Parlamento catalán que precisamente se había adoptado en claro incumplimiento de una prohibición previa del alto órgano del Estado, pero no se ha dirigido a la presidenta Forcadell, como se le solicitaba. Suspender un acto que en sí mismo es nulo, según decisión previa de la autoridad suspensiva, suscita cierta perplejidad. Pero nada más. El resto de circunstancias que rodean estos hechos suscita más bien indignación y desconsuelo a partes iguales.

De aquí a septiembre tiene la presidenta Forcadell para informar sobre el procedimiento seguido y, es de suponer, para alegar lo que desee. De aquí a septiembre también podemos encontrarnos en la tercera campaña electoral y con un grado de enconamiento del conflicto catalán sin par hasta la fecha. Ahí es donde el tribunal tendrá que actuar por la vía de la inhabilitación y/o imposición de una multa a Forcadell. Y con un gobierno en funciones cada vez más claramente interesado en fomentar una situación de inestabilidad y zozobra en beneficio propio y teniendo un concepto muy amplio de "beneficio".

La voluntad de los indepes catalanes es manifiesta. Lo dice Puigdemont: obedecer, sí, pero al Parlamento de Cataluña, no al Tribunal que suspende sus decisiones y se arroga la competencia de fiscalizar sus actos en el momento en que se ponen en marcha. Vistas así las cosas, la cuestión es saber si con su actuación el Tribunal más que suspender el proceso independentista no está acelerándolo.

NO. Última palabra

Según noticias, Rajoy va a la reunión con Sanchez dispuesto a negociar un centenar, nada menos, de puntos del acuerdo entre el PSOE y C's que él mismo, junto a Pablo Iglesias, rechazó en la frustrada investidura del socialista. Algo tan absurdo solo puede entenderse como resultado del firme propósito de seguir gobernando con el programa de la oposición. Ya hace falta tener poco amor propio y mucho al cargo. El de los sobresueldos no quiere irse ni por prescripción facultativa a vida o muerte. Esta berroqueña voluntad de permanencia nos da una idea del valor de las débiles y timoratas peticiones de dimisión que se le hicieron en la legislatura anterior. Este no se va. Tendrán que echarlo.

Al parecer, Sánchez está dispuesto a que su interlocutor aclare cuáles son sus intenciones contando con el NO del PSOE, cuándo piensa presentarse a la investidura. Es decir, tiene intención de cortar la marrullería del otro quien, antes de irse, está dispuesto a convocar terceras elecciones. Por eso dio orden al Tribunal Constitucional de que actuara contra Carme Forcadell y advirtiera a Carles Puigdemont, para provocar un aumento de la tensión y la confrontación con Cataluña que justificara medidas excepcionales, como esa gran coalición con la que sueña como Moisés con la tierra prometida.

Rajoy no puede dar una sola señal de regeneración democrática, de restauración de las instituciones, de voluntad negociadora con Cataluña porque él es el principal responsable de la degeneración democrática, el descrédito de las instituciones y la exarcebación del contencioso territorial en España al punto de la ruptura. Que lo es lo demuestra ese abyecto afán de gobernar a toda costa, aunque sea con el programa del adversario. Tamaña carencia de dignidad política no se veía por estas latitudes desde los tiempos de la bofetada de Calomarde.

NO es NO. El país necesita otro gobierno con otro presidente y con urgencia. Uno que sea interlocutor con Europa y con Cataluña con suficiente respaldo parlamentario. Si no se consigue, mejores son unas terceras elecciones que una prolongación del mandato de un gobierno presuntamente corrupto por los cuatro costados, inepto y fracasado, cuyo único punto fuerte es la desfachatez a la hora de mentir.