dilluns, 21 de setembre del 2015

El yo no nos pertenece.

J. M. Coetzee y Arabella Kurtz (2015) El buen relato. Conversaciones sobre la verdad, la ficción y la terapia psicoanalítica. Barcelona: Random House. Traducción: Javier Calvo. 182 págs.

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Un curioso ensayo este. Parece haberse originado en un intercambio epistolar entre el novelista Coetzee y la psicoterapeuta Kurtz. Pero se presenta extractado y, por así decirlo, trasmutado en un diálogo. Un intercambio de opiniones sobre un conjunto de temas que apasionan a cualquier lector y, desde luego, a cualquier escritor: cuestiones de la memoria, los recuerdos, la identidad, el individuo y el grupo, las mentalidades colectivas, la culpa, etc. Tratadas desde una doble perspectiva, la literaria y la psicoanalítica, con lo que por sus páginas deambulan Dostoievsky, Austen, Hardy, Fielding, Freud, Klein, Winnicot, etc. La gran categoría de Coetzee permitía esperar un texto de sumo interés y así es, en colaboración con Arabella Kurtz, de quien no tenía referencia alguna y cuyo nombre y apellido parecieran acomodarse al tema de la creación, la fabulación, la obsesión o el recuerdo, en homenaje al Kurtz del Corazón de las tinieblas.

Ya en el arranque se plantea sin ambages la cuestión que preocupa a los dos intervinientes desde su dos perspectivas, esto es, la de la verdad y la naturaleza de las ficciones. Coetzee las fabrica y Kurtz trata de descubrir su origen con fines de terapia. Ficción viene del latin fingere, moldear, dar forma (p. 13). Imposible no recordar aquí que Pessoa definía al poeta como un fingidor. Por eso Coetzee recuerda que el motivo por el que Platón expulsa a los poetas de la república es porque, si han de elegir entre la verdad y la belleza, invariablemente, los muy ladinos, eligen la belleza (p. 17). Pero Kurtz recuerda que lo suyo es averiguar la verdad porque se gana la vida así: la verdad que ha de hacer asomar entre la hojarasca de las ficciones que fabrican los pacientes para protegerse. Coetzee no se lo pone fácil y, sin mencionar a Kant, la confronta con la idea kantiana de la imposibilidad del conocimiento de la "cosa en sí", de la verdad. El mundo se divide entre una supuesta realidad nouménica, libre de interpretación y otra creada libremente por nosotros a la que podemos llamar "fantasía" y nos sirve para reconciliarnos con nuestros recuerdos (p. 28) o para escribir novelas.

Aparece aquí una de las cuestiones más espinosas e interesantes de este interesante ensayo. En el fondo, dice Coetzee, somos libres de inventarnos nuestro propio pasado como se nos antoje, gracias a lo cual hay novelistas en el mundo. Pero la idea de que no es así se basa en la fe en la justicia del universo (p. 37). Se acumulan  en este pasaje consideraciones profundas y muy sugestivas sobre esta cuestión de la culpabilidad, el recuerdo, el arrepentimiento, la memoria. Según el psicoanálisis, la represión consiste esencialmente en la ocultación de un recuerdo que no se quiere aceptar. El caso de Edipo es patente. Luego llega la literatura y fabula situaciones muy distintas: cree el personaje que su secreto está bien guardado en un pasado remoto y, de pronto, ese pasado revive con la llegada de alguien, como en una novela de Thomas Hardy. O, más fascinante aun, Hester Prynne, la protagonista de La letra escarlata, acepta llevar la marca de la infamia que le impone la comunidad, pero no lo hace con resignación sino con orgullo, pues niega a esta capacidad para condenarla moralmente. Y, por supuesto, tratándose de crimen, recuerdo y expiación, Dostoievsky aparece y reaparece (46) sobre el fondo de su célebre apotegma: "Si Dios no existe, todo está permitido", que, en realidad viene a ser como una glosa a los versos del poeta persa Saadi: "Temo a Dios y, después de él, solo temo a quien no lo teme".

El genio de Coetzee lo lleva a preferir la verdad inventada a la real, como hace don Quijote (p. 66). Somos libres de inventarnos lo que queramos. Lo único que no podemos invertarnos es la muerte (p. 68). No siendo esto, la libertad es absoluta en medio del desorden generalizado. El pasado, tanto el individual como el colectivo es siempre más caótico que ninguna versión que podamos  contar sobre él (p. 74)

Entramos ahora en lo que, a juicio de este crítico, es la esencia del libro, de la reflexión, por lo demás casi toda ella de Coetzee porque Kurtz añade poco fuera de su convicción, correcta, por supuesto y muy psicoanalítica, de que solo podemos llegar a la verdad sobre nosotros mismos a través de los demás. Los demás. Esa es la sempiterna cuestión. El individuo y el grupo, la masa, la multitud, la muchedumbre, aquello que, como decía Montesquieu en las Cartas persas "empequeñece el cerebro de los individuos". Sobre esto, el novelista, el fabulador, tiene mucho y, dada su gran sensbilidad, muy interesante, que decir. No tanto Kurtz, ya que la psicología y el psicoanálisis tienen poco que ver con las colectividades. Sin duda hay una psicología de masas (Le Bon, Reich, etc), pero es poco más que metafórica. De las masas y colectividades se ocupa más la Sociología. No tiene mucho sentido hablar de una psique grupal (p. 93), aunque esta sea la base misma de una próspera ocupación mercantil llamada "relaciones públicas."

Como nativo de Sudáfrica que vivió el Apartheid, y habiendo vivido experiencias asimismo de Australia y el Canadá, Coetzee tiene una preocupación especial con un problema contemporáneo muy extendido, poco reconocido, con mucha carga emocional y que -aunque el autor no menciona nuestro caso- tiene mucho que ver con los españoles. Este problema es el de las sociedades de colonos y sus pasados colectivos racistas y/o genocidas (p. 81). Los australianos blancos hoy día siguen siendo herederos y beneficiarios de un gran crimen cometido en el pasado con los maoríes (p. 76). Y los mismo pasa con los canadienses y, desde luego, los estadounidenses y los indios: son sociedades escindidas en lucha con su propio pasado. Esto de las reacciones escindidas le recuerda a Coetzee lo que decía D. H. Lawrence a propósito de James Fenimore Cooper, el de El último mohicano: una vez exterminados los indios hay que convivir con el pasado de culpabilidad. Será así, sin duda y, poco a poco va abriéndose camino la idea de que hay que compensar a los aborígenes por el expolio y el genocidio a que los sometimos. Sin embargo, hoy no vemos que los estadunidenses se sientan culpables por pisar una tierra robada (p. 90). En realidad, estos yanquees, como los australianos, en la medida en que se hacen cargo de este drama, lo encajan recurriendo al Zeitgeist (p. 83). Sí, nuestros antepasados fueron esclavistas, asesinos, ladrones, genocidas y ese recuerdo nos atormenta; pero no nos obliga (mucho) porque eran los usos, ideas y creencias de aquella época.

No hay duda: el demonio-fantasma del aborigen exterminado se introduce en la psique colonial, que se escinde y empieza a pelearse consigo misma, que busca sistemas internos de defensa (p.91). Pero la pregunta que planteábamos más arriba respecto a los españoles se mantiene: nadie pretende embellecer el carácter inhumano, cruel, sanguinario, genocida, de la conquista española de las Indias y, como se prueba con la obra de Fray Bartolomé de las Casas, la famosa "conciencia escindida" del colono empezó a funcionar rápidamente a través del Zeitgeist. ¿Por qué, sin embargo, se admite en el caso de los esquimales canadienses, los pueblos de la pradera en los EEUU, los maoríes en Australia pero no en el de los aztecas o los incas de hispanoamérica? No pretendo embellecer unos u otros casos, pero me gustaría conocer alguna razón que justificara esta diferencia de trato.

Del pasado y la memoria colectivos, a las experiencias grupales en el presente. El diálogo se hace aquí más intenso, aunque también más obvio. Lo primero pareciera ser la legitmidad y el alcance del concepto de "grupo". Determinadas experiencias y resultados nos permiten hablar del trabajo en equipo: el fútbol o el sistema Windows (pp. 100, 112). Aparece, cómo no, el "grupo" por excelencia, que es la nación y el nacionalismo (p. 100). Las observaciones de ambos son inteligentes, sin duda pero, como en España hemos hecho un supermáster en la materia, las dejaremos de lado porque estamos al cabo de la calle. Véase, por ejemplo: pertenecer a un grupo da seguridad. El niño que no pertenece a un grupo es infeliz (p. 115). Está bien, pero es algo soso.

Kurtz está segura de que una familia es un grupo (p. 116). Desde un punto de vista psicológico eso es razonable; desde uno sociológico, requiere algún matiz. La familia es un grupo, sí, pero ¿se rige por las mismas pautas, los mismos valores que los otros grupos? El reparto de roles en ella, ¿es similar a los demás grupos? La familia socializa, "constituye" a la persona, al niño. ¿Puede decirse lo mismo de otros grupos, muchas veces determinantes, como el ejército, por ejemplo, o la iglesia? La función que la figura del otro (p. 122) ejerce en las relaciones del individuo con el grupo, es análoga en la familia y en el ejercito?  Una ojeada a los obras de Erwin Goffman nos convencerá de que no.
 
Coetzee recuerda que Donald Winnicot escribió mucho sobre el "falso yo", cuando un niño acepta demasiada verdad ajena a expensas de su incipiente capacidad de conocerse a sí mismo en el seno de la familia (p. 129). En las relaciones con los demás funciona la proyección (p. 130), algo que si es evidente en los círculos más restringidos familiares resulta apabullante en la vida pública, especialmente en la política. El descaro con que unos políticos acusan a los adversarios de hacer lo que ellos mismos hacen quizá no tenga parangón en el ámbito de la hipocresía y el cinismo, dos vicios que parecen tan inherentes a la acción política como la lucha por el poder. De ahí que, siguiendo a Bion y, sobre todo, Menzies Lyth, el novelista sudafricano sostenga que, en cuanto se forma un grupo, parece producirse una regresión (p. 133) . La finalidad del grupo es tener enemigos-víctimas a quienes se pueda atacar para defender el grupo (p. 135). Quizá por eso sea por lo que ambos parecen coincidir en una amarga conclusión: hoy es imposible establecer una "psicología grupal" (p. 157)

Se aprende mucho sobre la forma de razonar de un escritor de ficción, un novelista, cuando expone sus problemas en el manejo de su oficio.

diumenge, 20 de setembre del 2015

Cunde el pánico.

Metroscopia en El País de hoy. Los pelos como escarpias. El titular de primera suena a ABC Los separatistas logran mayoría de escaños y casi el 50% del voto. No se lo pierdan: los "separatistas"; ya falta menos para lo de los judeomasones. Se hace un primer análisis electoral erróneo como siempre, y se señala que la lista de Juntos por el Sí no llega a la mayoría absoluta y necesitará de la CUP. En realidad, CDC y ERC, el independentismo, han bajado 4 o 5 escaños con relación a 2012. Sí, es cierto; pero la CUP ha ganado siete u ocho. La conclusión obvia es que el independentismo ha aumentado y se ha radicalizado.

Lo interesante, sin embargo, es el análisis político del conjunto del sondeo de Metroscopia y, por su impacto, en efecto, cunde el pánico en el campo españolista. Además de la encuesta, el diario consagra a Cataluña un editorial (Elecciones críticas) y un artículo de Cebrián, anunciado en portada como si fuera el oráculo de Delfos, Reconstruir el Estado. Los títulos traslucen el nerviosismo. De celebrar, cuando menos, que se den cuenta de la trascendencia y gravedad de las circunstancias que hasta la fecha han estado ignorando con una estolidez irritante. Palinuro se ha aburrido de señalar que en la cuestión catalana (que ha sido siempre la "cuestión española" y sigue siéndolo) el nacionalismo catalán llevaba la iniciativa política mientras el español ni se enteraba. Ahora se van viendo las consecuencias de confiar el gobierno a una manga de necios e incompetentes.

Tanto en el editorial como en el artículo de Cebrián se sigue cargando contra el independentismo catalán, aunque no con la virulencia con que se ha venido haciendo hasta la fecha; pero, y eso es lo importante, ya se reconoce abiertamente que la responsabilidad de la situación de ruptura es en lo esencial del presidente del gobierno, mejor dicho, de su patente ineptitud y del desastre que ha provocado en el conjunto del país. El artículo de Cebrián, que no es el habitual exabrupto lleno de petulancia y soberbia, trata de simular una imposible equidistancia entre el independentismo y el cerrilismo del gobierno. Todavía ayer su diario asustaba a la audiencia con la pueril amenaza de la banca de marcharse de Cataluña en caso de independencia, algo tan absurdo que solo puede ser producto de la colaboración intelectual entre Rajoy y Linde, el gobernador del Banco de España, dos lumbreras.

Reconstruir el Estado se llama la pieza cebrianesca. En realidad viene a decir que hay una crisis de Estado, algo tan evidente como que el movimiento catalán es, en realidad, una revolución. Cebrián se ve a sí mismo como estadista y por eso quiere reconstruir el Estado. Sigue sin ser ecuánime en su análisis y continúa reduciendo un vigoroso (y ejemplar) movimiento social a los supuestos cálculos tácticos de Mas, pero no es tan abusivo y mendaz como su propio periódico. Parte del supuesto de que no habrá independencia por diversas razones, todas ellas refutables que, en realidad, se resumen en una: no habrá independencia porque él no quiere. Al margen de la validez de esa conclusión, su diagnóstico es generoso en distribuir culpabilidades para lo que, en efecto, se considera una "crisis de Estado", al hablar de los "últimos decenios". Reduzcamos el foco al último: Zapatero sería mejor o peor en política económica, pero no hay duda de que era un demócrata y respetuoso con el Estado de derecho. Eso no puede decirse de la última legislatura con el PP. Ni democracia, ni Estado de derecho, ni nada. El país lleva cuatro años en manos de un partido corrupto hasta la médula, imputado por tal por los jueces. Como tal no ha hecho otra cosa que expoliar los caudales públicos al tiempo que legislaba o pretendía legislar verdaderos disparates, atropellos e injusticias que luego se ve obligado a revertir él mismo: ha pasado con el aborto, con la exclusión de los inmigrantes del acceso a la sanidad pública, con los expolios de los funcionarios, el rechazo a los matrimonios homosexuales o la LOMCE, un auténtico bodrio eclesiástico por el cual sus perpetradores disfrutan de un retiro dorado en París a costa de los constribuyentes españoles.
 
Cuatro años de incompetencia y puros dislates bajo mayoría absoluta de unas gentes que no saben ni lo que es la democracia. Cebrián enumera escandalizado los casos más graves: un Tribunal Constitucional presidido por un ex militante del partido de la Gürtel, unos jueces también sumisos al partido que no se inhiben y pretenden juzgar por lo penal a una organización a la que están agradecidos, una perversión sistemática de las instituciones, una práctica de gobernar mediante decretos leyes, una ignorancia del principio de división de poderes, etc, etc. Cuatro años que coronan más de veinte de corrupción sistemática, en muy buena medida, responsable de la crisis. Cuatro años de gobierno de un presidente que debería haber dimitido casi antes de tomar posesión, de haber tenido algún mínimo sentido del decoro y de la democracia. Cuatro años de degradación de la vida democrática, del debate público, de la comunicación política, monopolizada por una banda de esbirros y matones.
 
Y, en lo referente a Cataluña, cuatro años de arrogancia, desprecio, ignorancia e intento de sometimiento, sin el menor espíritu dialogante o constructivo.  A los años anteriores de verdadera catalanofobia (hasta un político tan tosco como Albiol reconoce que la recogida de firmas contra el estatuto fue un "error") siguió después un ánimo abiertamente hostil, ya inaugurado con la estupidez de que había que españolizar a los niños catalanes y coronado hasta la fecha con la arbitraria reforma en solitario de la ley del Tribunal Constitucional, lo cual ya es el colmo para un personal que luego sostiene cínicamente que las leyes están para que los demás las cumplan.
 
Está bien que la élite pensante del país caiga en la cuenta de que a punto se encuentra de quedarse sin él por ponerlo en manos de una banda de incompetentes y corruptos, en la más pura y acrisolada tradición hispánica. Basta con observar el nivel de los políticos que han tenido más poder en los últimos años, los Rajoys, Aguirres, Gonzáleces, Cospedales, Camps, Fabras, Barberás, Matas, Granados, Ratos, etc. Por no hablar de los Florianos, Casados, Hernandos y otros detestables corifeos. Con esta tripulación, ningún navío llegará a puerto.
 
Está bien asimismo la idea de que ya no basta con una reforma de la Constitución, sino que hay que reconstruir el Estado. La pregunta es: ¿cómo? Y ¿qué Estado?

dissabte, 19 de setembre del 2015

La sombra del fracaso.

Aquí mi artículo de hoy para elMón.cat. Se titula l'ombra del fracas. Para quienes quieran leerlo en castellano, incluyo aquí la versión original:
 
 
La sombra del fracaso.
 
Ramón Cotarelo

La mayoría absoluta que los sondeos pronostican al bloque del “sí” en las plebiscitarias del 27 de septiembre anuncia que el independentismo ya ha triunfado, que Cataluña es una nación, que tiene derecho a constituirse en Estado y que esto es ya indiscutible política y moralmente. Que lo sea ahora jurídicamente es el meollo de lo que nos jugamos en los tiempos que vienen a continuación, ya, ahora mismo.

La campaña del 27 de septiembre, la realizada y la que falta, es la prueba de que en Cataluña, efectivamente, la vieja política ha muerto, que está naciendo otra y una forma nueva de hacer las cosas, pero no como lo predican los emergentes, sino de verdad y en serio. Todas las opciones españolas, desde el PP hasta Catalunya sí que es pot se negaron a admitir que estas elecciones fueran plebiscitarias porque no están acostumbradas a que las cosas en su país sean como quieren y las definen los catalanes, sino como quieren y se definen en Madrid. Madrid decide; Cataluña obedece. Madrid pone los nombres; Cataluña los acepta. Y, por eso, siguiendo la querencia, han desembarcado todos en Barcelona, a decir a los catalanes lo que tienen que pensar, hablar, hacer.

Algunos, los del PSOE y C’s están de commuters, van y vienen como pendolari, mareando el AVE o el puente aéreo. Otros, como los líderes de Podemos, sabedores de que se juegan aquí su futuro en España, han cogido abono fijo en algún hotel de la capital catalana y no se mueven ni para ir a comer el domingo a casa. Y así han conseguido que el régimen habitual y tradicional de tratar a los catalanes como gentes de la colonia o menores de edad se les vuelva en contra. Cualquier agencia de publicidad les explicaría que no es buena táctica que el personal no sepa quién es el cabeza real de cada lista, si Rivera o Arrimadas, Sánchez o Iceta, Iglesias o Rabell. Pedir a la gente que vote por teloneros es hacerla muy de menos. El único cabeza de lista que parece genuinamente catalán, Albiol, es el que más interesaría que no lo fuera.

El 27 de septiembre mostrará a los ojos de todos, especialmente de los europeos, el fracaso de la vieja política, el fracaso del sucursalismo. Un fracaso tan descontado que las fuerzas más sólida y tradicionalmente españolas han decidido abandonar toda senda de diálogo o entendimiento civilizado y han pasado a la acción directa que aquí no es otra cosa que las amenazas y las provocaciones. “Se ha acabado la broma”, zanjó Albiol hace unos días como resumen del intento de pucherazo del gobierno de cambiar a la fuerza la ley reguladora del Tribunal Constitucional para convertirlo en un retén de guardia del cuartel ya que como Tribunal Constitucional tiene nulo predicamento.

Haciéndose eco de este turbio propósito, reaparecen los militares –que nunca andan muy lejos cuando se hace política en España- recordando que el artículo 8 de la vigente Constitución los hace garantes de la integridad territorial de la patria. Evidente es que están dispuestos a cumplir con su deber en Cataluña ya que se les sigue olvidando hacerlo en Gibraltar por más que el ministro de Asuntos Exteriores no ve llegado el día en que la Legión lo recupere. El ministro de Defensa advierte que, si los catalanes “cumplen con su deber”, el ejército no tendrá que intervenir. Por supuesto, el “deber de los catalanes” se decide en Madrid y los cuartos de banderas respaldan estas hoscas admoniciones para que se tomen muy en serio.

Todo son anatemas, y excomuniones en caso de independencia. Según un mandatario de la UE, familiarmente unido a militantes del PP, con lo que no se sabe si habla como eurócrata o simpatizante del partido fundado por Fraga, la República catalana independiente quedaría eo ipso fuera de la Unión. Están acostumbrados a mentir, falsear, simular una autoridad que no poseen y creen que en Europa puede prevaricarse tan impunemente como se hace en España. Que Cataluña vaya a quedar dentro o fuera de la UE es algo tan problemático como lo es con España porque si la República catalana independiente es un “Estado nuevo”, también lo será una España sin Cataluña que, entre otras cosas, tendrá que recalibrar su representación y su aportación a la Unión; es decir, obligará a renegociar los tratados, igual que si de un acceso catalán se tratara.

En realidad, poco importa la verosimilitud o probabilidad de las predicciones. Lo que se busca es conseguir mediante amenazas y chantajes torcer la voluntad democrática de los catalanes. Se azuza a los empresarios más recalcitrantes a que amenacen con salir del país, a los banqueros a que presionen y afirmen, contra todo sentido común, que se irán a hacer negocios en otras zonas más pobres.

Todo vale para evitar o disimular el fracaso. Y, por si hubiera alguna duda, el ministro del Interior, cuyo hilo directo con la divinidad por la intercesión del Caudillo es permanente, lo ha dejado claro de una vez por todas: ningún gobierno español aceptará un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Esto, claro, incluye al PP y al PSOE, pero también a los demás partidos españoles que se adherirán a esta prohibición no por gusto, dirán, sino por amarga necesidad.

Como todos los esfuerzos han fracasado, solo quedará emplear la fuerza bruta. Esta se encontrará con una desobediencia generalizada. Y ahí es donde el triunfo moral y político del independentismo se convertirá en jurídico por imposición de Europa y la comunidad internacional. Porque si se emplea la fuerza contra el derecho, una fuerza mayor hará valer un mejor derecho.

Las incongruencias del poder.


El analista no puede atender a todos los frentes. La realidad es tan confusa, abigarrada y variopinta que se necesitaria un equipo compuesto por un Dickens, un Balzac y un Galdós para dar cuenta de ella. Ayer contraía matrimonio un figura del partido del gobierno y hasta el último instante se mantuvo el suspense sobre si el presidente asistiría a la boda. ¿Motivo? Es una boda de dos hombres y el partido que preside tiene recurrida ante el Tribunal Constitucional la norma que la permite. De triunfar el recurso, la boda sería nula y la presencia de Rajoy también. O sea, como de ordinario, pero más. Hasta cabría decir que Rajoy no estuvo en donde estuvo. Algo que lo caracteriza porque también suele no decir lo que dice ni hacer lo que hace. Y al revés.

Bueno, se consuela el recién casado, en el fondo, el recurso de mi partido es una pura cuestión nominal. El PP no se opone a que los homosexuales se junten, se unan y hasta se fusionen en un solo cuerpo, siempre que a eso no se le llame "matrimonio". Parece una tontería. Y, efectivamente, lo es. Porque se llame como se llame esa unión, por ejemplo, juntazgo, tiene que tener los mismos derechos que el matrimonio. Incluido, lógicamente, el de llamarse matrimonio porque, si no fuera así, no tendría los mismos derechos. No se sabe qué decidirá el alto tribunal en esta pintoresca cuestión de los universales. Sería de desear que no decidiera nada en contra de la recta razón.
 
Mientras Rajoy se personaba en la boda, según algunos por cálculo electoral, las patronales de la banca española daban a luz una declaración institucional. Pretextando la inseguridad jurídica que se generaría en Cataluña en caso de una independencia debido a la presunta salida de esta de la UE y el euro, los banqueros amenazan con marcharse de Cataluña. Algunos empresarios también amagan con la huida. No es algo que parezca muy relacionado con la oposición del PP a los matrimonios homosexuales porque esta pertenece al ámbito ocuro, irracional, de los sentimientos y tendencias sexuales mientras que el comportamiento de la banca y la empresa está guiado por criterios estrictamente lógicos y racionales de análisis de costes-beneficios. Pero algo tiene que ver. En concreto, su incongruencia. 
 
¿Retirarse de la parte del país que produce el 26% de su PIB y representa el 16% de su población? ¿Dejar de hacer negocios con el lugar más próspero y productivo de España por razones políticas? Es poco creíble. Este nuevo frente de millonetis es parte del despliegue estratégico del nacionalismo español para frenar el independentismo. Carente de toda política al respecto, tan privado de ideas como de objetivos, el gobierno anda instando por doquier declaraciones contrarias a la secesión catalana. Al igual que los neuróticos colocan sus obsesiones a todos los que tienen la desgracia de toparse  con ellos, los gobernantes piden una declaración antisecesionista a todos los que van encontrándose por ahí. Los militares, los empresarios, ahora los banqueros, mañana los intelectuales a los que bastará con dar de comer un par de días para que también se descuelguen con otro manifiesto anticatalanista. Esto empieza a ser de risa. Y los banqueros que se van, ¿también van a llevarse los depósitos de los clientes? ¿A dónde? ¿Por qué?  Si Cataluña se queda sin bancos, ¿cuánto creen estos genios que tardarán en instalarse otros extranjeros?

Los gobernantes de de los demás países ya saben que una visita a España incluye algún tipo de manifestación pública sobre un conflicto interno sobre el que ya es fama que los españoles no tienen ni idea de como resolverlo. Merkel y Cameron (el de Gibraltar y su mar territorial) salieron del paso hablando del respeto a los tratados y otras vaguedades. Lo de Obama fue más caro. Su disposición a trabajar con una "España fuerte y unida",  nos costó la base de Morón de la Frontera. Un par de declaraciones más de estas favorables a la soberanía de España y a España no le queda tierra sobre la que ejercerla. 
 
La histórica fanfarronería de los gobernantes españoles se presenta siempre vestida de ridículo. Es difícil imaginar uno mayor que el que protagonizó el Rey en su visita a la Casa Blanca. Muy contento Felipe VI de haber escuchado al gringo lo de "fuerte y unida", fue a hacer una ofrenda floral al monumento a George Washington, padre de la nación estadounidense a través de una declaración unilateral de independencia como la que él quiere evitar en España. El ministro de Asuntos Exteriores de España se merece un ascenso a Gallo de Morón. Le va pintado.

La chispa y la burbuja.

En el Canal de Isabel II de Madrid hay una exposición retrospectiva de Leopoldo Pomés que deja con la boca abierta al visitante. Y los ojos como platos. Y los oídos. Y los demás sentidos, el gusto y el tacto, al menos en forma narrativa. Pero todos los sentidos. Porque si bien suele tenerse noticias aisladas, inconexas, de distintos logros del hombre, esta exposición, magníficamente montada, ofrece una visión panorámica del conjunto de su obra, desde su primera fotografía, en 1947, hasta sus últimas producciones de ahora mismo. Setenta años de un torrente de imágenes de todo tipo, retratos, foto-reportaje, producción artística, publicitaria, de videos, películas, pero también de poemas, de ensayos, de experiencias empresariales, diseño comercial. Pomés ha hecho incursiones en todos los géneros, tocado todos los temas y, en esta exposición de conjunto se ofrece una imagen caleidoscópica, que interpela todos los sentidos. El propio Pomés, quien no para de explicarse a lo largo del recorrido de diversas formas, dice que es un hedonista y hace un panegírico de la buena mesa probablemente relacionado con el hecho de que, habiendo nacido en 1931, le pilló el hambre de la postguerra en la adolescencia, cuando la cena era a base de patatas hervidas y algún escuálido acompañamiento. Andando el tiempo, la misma experiencia le llevaría  a fundar y regentar con éxito un par de restaurantes en Barcelona y hasta una tortillería.
 
Esa exuberancia de los sentidos lo hacía idóneo pra la fotografía publicitaria. Arrancó en 1959 con un encargo de los bañadores Meyba y acabó siendo el rey indiscutible del gremio, cosa patente si se recuerda que es el autor del spot más caro de la televisión, el anual de Freixenet, el de las burbujas. Entre medias ha dominado el mercado de la foto publicitaria con ideas, propuestas y campañas que han creado escuela: estética 007, dinamismo de las imágenes, audacia de planos, falta de convencionalidad, detalles de genio aplicados a la publicidad de Terry ("usted sí que sabe") o a la de Gallina Blanca. Aquella primera foto del bañador Meyba se hizo famosa no por la modelo sino porque, junto a ella, figuraba un caballo. Y es el caballo, curiosamente, el que mantiene el interés de la imagen ya que la mujer está como engastada en un traje de baño de tres piezas de apariencia muy rígiday resiste peor el paso del tiempo.
 
Es fácil decir que la obra de Pomés se expande en paralelo con el desarrollo posterior al Plan de Estabilización, la generalización del consumo y la era de la televisión. Es obvio que se trata del terreno para teorizar sobre la sociedad de consumo, la cultura del ocio y el American way of life. Alguno trabajos de nuestro hombre recuerdan los aires de Harper's o la misma Life. Pomés hizo series enteras en campañas para vender las fibras sintéticas, que invadieron el mercado en los sesenta y setenta. Incluso inventó un personaje, Pedro Tergal, para publicitar el tergal, una fibra. Y, con el consumo, técnicas de comunicación. El cortometraje de Terry repetía el recurso al caballo pero, esta vez en movimiento. El anuncio, que paseaba una hermosa modelo cabalgando a pelo un alazán por una playa, por los Campos Elíseos en París, la plaza de San Marcos en Venecia o Trafalgar Square en Londres en 1972, quizá sea el más egregio monumento a una especie de kitsch contracultural de los setenta.
 
Hay chispa en todo lo que Pomés toca. La serie de retratos "serios", entre 1970 y 2013 (Cortázar, Eduardo Mendoza, Jorge Herralde, etc) atestigua la permanencia de un espíritu de exigencia, pues los retratos quieren ser psicológicos, que probablemente procede de sus años de formación, en los cincuenta en los círculos de pintores de los grupos de Dau al Set y El Paso, Joan Ponç, Modest Cuixart, Tàpies, Saura, el malogrado Manolo Millares y en los de poetas como Brossa, Joan Oliver (Pere Quart) o Cirlot, con abundante presencia de Chillida. De todos ellos hay muchos retratos que, significativamente, no tienen nada de psicológicos sino que son como manifiestos, como imágenes de tendencia, de escuela, de grupo. De vanguardia. El autodidacta Pomés se forjó en un ambiente de ruptura artística plástica y la recomposición de una estética rebelde en una sociedad autoritaria y conformista que desembocó en el abstracto. Hasta ahí llegó a asomarse Pomés, con fotos de arpilleras, al estilo de Millares o grafitti colorido en homenaje a Miró.
 
La exposición muestra también diversos encargos cuya contemplación es muy grata. Una serie callejera de Barcelona en los cincuenta por encargo de Seix Barral y otra sobre tauromaquia que no llegó a publicarse porque el escritor comprometido a redactar el texto, Hemingway, se suicidó. Mención especial merece su tratamiento de las mujeres, empezando por la propia, que le sirvió de musa y modelo en muchas ocasiones. Su visión de la estética femenina está bien definida con su concepto de hedonista, es levemente erótica, elegante y contenida. Tengo la impresión de que la serie que dedica a la arquitectura modernista está relacionada igualmente con ese hedonismo y esa especie de plenitud y alegría de vivir que siempre trasmite Pomés.
 
Su innegable triunfo en la fotografía publicitaria le hizo ganador del concurso para realizar el spot de presentación de los juegos olímpicos en Barcelona en 1992. Se muestra íntegro. Merece la pena verlo. Podría servir perfectamente para publicitar la via lliure del independentismo actual.

divendres, 18 de setembre del 2015

El desastre de la izquierda española.


En 1939 la izquierda española sufrió una derrota histórica por dos motivos principales: la superioridad militar de su enemigo y su propia y suicida desunión. La derecha fascista, en cambio, tuvo un triunfo igualmente histórico que consolidó mediante una dictadura de genocidio y terror, administrada por delincuentes, que duró cuarenta años.

En 1945, la derecha fascista europea sufrió una derrota histórica mientras que la derecha democrática y la izquierda conseguían una victoria también histórica que asentarían en un régimen de libertades y prosperidad en toda la Europa occidental de la postguerra menos en Portugal y España, en donde gobernaba la derecha fascista con regímenes de opresión y miseria. La derecha europea se había ganado sus credenciales democráticas enfrentándose al fascismo en los campos de batalla, cosa que no hizo la española, que siguió siendo fascista e impregnó con su cultura política los 40 años del franquismo.

En 1975, con la muerte del genocida, la derecha fascista española, en un contexto internacional hostil, creyó conveniente adaptarse a los tiempos y disfrazarse de demócrata. Tal cosa posibilitó la transición, un pacto entre franquistas que no podían seguir gobernando como hasta entonces y una izquierda atemorizada, debilitada, incapaz de imponer la ruptura porque, además, estaba tan dividida como en 1939. Así echó a andar el sistema político de la segunda restauración, pronto bajo gobierno de una socialdemocracia que, por miedo, conformismo, excesiva buena fe o las tres cosas a la vez, fingió que este régimen era una democracia homologable a las europeas, a pesar de que no se hizo nada por depurar las responsabilidades de la dictadura ni se impartió justicia a las más de 140.000 víctimas asesinadas por la vesania franquista, que la rácana Ley de la Memoria Histórica no se aprobó hasta 2007 y nunca, en realidad, ha sido eficaz, estando hoy prácticamente en desuso por obra del PP

Visto que la izquierda cumplía su compromiso de no exigir responsabilidades ni hacer depuraciones, la derecha incumplió el suyo de reconducirse a un espíritu democrático, se quitó la careta y reapareció como lo que siempre ha sido, una derecha fascista, sin complejos, como la animaban los comunicadores de su cuerda y su ánimo le pedía. El país siguió lleno de calles dedicadas a los franquistas, de bustos de Franco, con el Valle de los Caídos como monumento a la victoria del fascismo y la Fundación Francisco Franco dedicada a honrar la memoria del delincuente dictador, mientras los ayuntamientos estaban plagados de fascistas afiliados al PP, muchos de los cuales presumen de ello en las redes sociales.

Con las elecciones de noviembre de 2011, ganadas merced al engaño, el fraude y la financiación ilegal, el país volvió a ser regido por franquistas como una dictadura de hecho. Había y hay una Constitución vacía de contenido y una estructura formalmente democrática, pero, en realidad: 1) se gobierna mediante decreto-ley; 2) el parlamento no pinta nada; 3) los tribunales de justicia, salvo excepciones, obedecen al ejecutivo; 4) los medios de comunicación son un monopolio al servicio de la agit-prop del gobierno y su partido; 5) se vuelve a la legislación represiva como la Ley Mordaza y se vulneran derechos y libertades; 6) la iglesia católica sigue siendo un Estado dentro del Estado coronado de privilegios y con control del sistema educativo; 7) la tasa de explotación de los trabajadores es de las más altas de europa, igual que la de expolio y saqueo de los recursos públicos mediante privatizaciones o simple robo; 8) se retorna al centralismo territorial; 9) domina la oligarquía y el caciquismo tradicionales en una estructura de corrupción; 10) se ahoga y descapitaliza la cultura pero se subvencionan los espéctaculos sangrientos y de alienación colectiva, como las corridas de toros. Y todo esto lo gestiona una asociación de presuntos malhechores repleta de nacionalcatólicos, embusteros y matones.
 
Frente a ello, la izquierda, como siempre, está atomizada, enfrentada, hundida. El PSOE, con una larga gestión de gobierno con luces y sombras, ha sucumbido al colaboracionismo con una derecha nacionalcatólica, disfrazada de neoliberal, está aburguesado y carece de programa convincente que no sea la conservación del trono, el altar, los caciquismos locales y las poltronas de sus dirigentes y no osa presentar una moción de censura a un gobierno de franquistas. IU es ya un grupo marginal  aferrado como siempre a su política de antisocialismo visceral que la convierte en aliada objetiva de la derecha fascista y actualmente está en proceso de desaparición fagocitada por Podemos. Podemos, una fuerza emergente, no consigue superar, aunque se lo proponga, las viejas limitaciones del antisocialismo y es víctima de una mezcla de oportunismo, jerarquización, ambigüedad, pedantería y culto a la personalidad que la descalifican como verdadera renovación de la izquierda. Por último, los confusos intentos de articulación de una cuarta opción que levanta bandera propia y aparte bajo el absurdo grito de la confluencia y la unidad, al estilo de Ahora en Común, no parece ser otra cosa que una colección de divos y divas en procura de algún lugar en el escenario político sin más base real que sus ganas de figurar porque el grado de narcisismo en sus filas es muy elevado.
 
En todos estos grupos disparatados, enfrentados y divididos tengo amigos y no quisiera enfadarme con ninguno. Pero, para refutar lo que aquí se dice serán precisas pruebas y no mohínes. En todo ellos, igualmente, hay intelectuales que, probablemente, vean cómo la unidad de la izquierda, de toda la izquierda, es la única posibilidad real de ganar las elecciones. Pero, siendo orgánicos o enchufados de unas u otras tendencias, prefieren mantener sus privilegios antes que caer en desgracia de las jefaturas políticas y económicas que los otorgan, entrando en controversias que pongan de relieve las maniobras de las camarillas para conservar sus cargos y evitar una unidad real.
 
En esta situación de bloqueo, con una derecha franquista en pleno control del poder y sus inmensos recursos, legales e ilegales y una izquierda a la gresca interminable, el resultado más probable de las elecciones generales del próximo diciembre será un nuevo triunfo del PP que noquee a la izquierda para una larga temporada o haga algo quizá peor: cooptar a lo que quede del PSOE en un gobierno de gran coalición con la excusa de preservar la integridad territorial del país. A pesar de que su ruptura ha venido propiciada en muy gran medida por la política provocadora, intolerante, nacionalista y catalanófoba de la derecha franquista.
 
Sabido es, antes de esas generales hay unas plebiscitarias catalanas en las que el resultado, a su vez también probable, será un triunfo holgado del bloque independentista. Esta previsión pone a las izquierdas del Estado español antes sendas nítidas alternativas. En efecto: ¿qué hará un izquierdista catalán coherente? Está claro: votar por la independencia. ¿Y un izquierdista español coherente? Exactamente lo mismo: votar por la independencia.
 
La independencia de Cataluña es lo único que puede sacudir este país, España, en estado catatónico desde hace más de trescientos años. Un país que, gracias a los abusos de una derecha franquista que no es democrática ni nunca lo fue, y una izquierda fragmentada y enfrentada en estúpidos odios narcisistas se apresta a continuar por la senda del hundimiento secular.
 
Estas izquierdas fracasadas, incapaces de atender al primer y más urgente mandato del sentido común, que es unirse, andan desgranando promesas a los catalanes de reformas constitucionales, procesos constituyentes o referéndums que no estarán jamás en condiciones de cumplir. Y no lo estarán porque no tienen garantizado el acceso al poder y, por lo tanto, tales promesas no son meros deseos ingenuos, sino verdaderos intentos de engaño y fraude.
 
Por eso, la opción a corto plazo no puede ser otra que el voto por el bloque independentista, el triunfo de este y si, en las generales, el resultado real y tangible permite a la fragmentada izquierda española hacer alguna promesa creíble, escucharla con educación y cierto escepticismo.
 
Entre tanto, amig@s, el peix al cove.

El final de los imperios.


Cuando, hace ya algunos años, vi la película de Ridley Scott, Gladiator, los planos de Russell Crowe (Máximo) entrando o saliendo de su mansión campestre en España, me trajeron a la memoria la villa romana de la Olmeda en Pedrosa de la Vega, provincia de Palencia.  Son las escenas en flash back en que el general  recuerda sus campos cultivados y su vida familiar en compañía de su mujer y su hijo asesinados luego por orden del emperador Cómodo, quien también ordena destruir e incendiar la mansión para castigarlo por negarse a acatarlo como emperador. Imposible no ver en la memoria, o quizá imaginar, los campos cercanos al río Carrión en los que algún noble romano hizo construir su mansión hacia el siglo IV, muy cerca de otra villa anterior, del siglo I, más en la época de Cómodo, pero destruida en el siglo III. No se conocen los nombres de los propietarios del latifundio, aunque hay señales de que uno de ellos pudiera haber sido Asturius, general quizá de Constantino o Teodosio, como Máximo lo era de Marco Aurelio.  La villa de la Olmeda, obra tardoimperial, fue destruida a lo largo del sigloVI. Visión y recuerdo, en la película y en la realidad. Así que este verano hicimos una escapada a Pedrosa de la Vega y, luego, a Saldaña, en cuya iglesia de San Pedro se conservan muchas piezas arqueológicas procedentes del latifundio y dependencias adyacentes así como necrópolis, a ver cómo seguían las excavaciones.
 
Porque la primera vez que la visité fue a mediados de los ochenta  después de que el ingeniero agrónomo Javier Cortés, propietario del terreno, donara el conjunto a la diputación de Palencia para que prosiguiera las excavaciones. Él hizo el primer descubrimiento por casualidad en 1968 y, durante doce años, fue desenterrando construcciones, reparando mosaicos, ampliando lo excavado, hasta que vio que era una tarea superior a sus posibilidades e hizo la donación de lo que está considerado como uno de los mayores yacimientos arqueológicos europeos y una de las mayores villas de todo el imperio romano. El hallazgo de una vida.
 
 La diputación reabrió el sitio en 1984 al tiempo que seguía ampliando las excavaciones. Desde entonces se han hecho muchas ampliaciones y, aunque la parte rústica queda por descubrir, la urbana está ya toda a la vista, en magnífico estado de conservación y muy cómoda visita mediante unas pasarelas fijas que permiten contemplar los mosaicos del oecus, la parte noble. Son muchas las habitaciones que conservan mosaicos y para observarlos es muy útil una detallada guía de José Antonio Abásolo y Rafael Martínez, catedráticos de Arqueología de la Universidad de Valladolid. Hay multitud de dibujos, pautas, formas y colores, motivos vegetales y sobre todo geométricos. Llaman la atención las cruces gamadas tranto dextrógiras como levógiras, por razones comprensibles porque parece que son signos iranios pero que obviamente habían hecho un largo recorrido. También la primera vez que visité el lugar me llamó la atención una cantidad regular de conchas de ostras que testifican de cierto lujo en el vivir, hoy reducidas a una pequeña muestra pero igualmente significativa.
 
Los dos conjuntos de mosaicos más interesantes tienen motivos figurativos y muy curiosos. Uno de ellos representa el episodio en que Ulises, "el de los mil trucos", según Homero, descubre a Aquiles, disfrazado de  doncella entre las hijas del Rey Licomedes, a donde le había llevado su madre para evitar que fuera a la muerte en la guerra de Troya. Es un tema que se repite mucho en la pintura del clasicismo y el neoclasicismo porque es muy sugestivo, el del reto para el artista de representar el momento en que surge el hombre en ímpetu viril y belicoso del cuerpo de una dulce joven y el pasmo e intriga de su compañeras.
 
El otro mosaico también muy bien conservado son figuras de animales, leones, ciervos, etc en escenas de caza, muy vivas, muy fidedignas pero, eso, escenas de caza que nunca me han parecido especialmente interesantes, aunque sin duda tienen mucho mérito.
 
El palacio es una maravilla de proporción y variedad. Con la guía de Abásolo se pueden ir siguiendo los conductos del sistema de calefacción del hipocausto porque es fácil imaginar el frío que debe pasarse en invierno en Palencia, clima continental. Igualmente es magnífico el complicado sistema de baños con todos sus apartados y diferentes funcionalidades.
 
A la entrada se erige una arcada minuciosamente recostruida con las piezas auténticas que se encontraron dispersas y enterradas. Da paso al peristilo, el patio interior cuadrado que reproduce a escala menor del cuadrilátero del palacio, flanqueado por cuatro torres y que, en su tiempo, constaba de dos plantas.
 
Esta villa era el centro, casi una pequeña ciudad, de una intensa actividad agropecuaria en la que interactuaban personas de muy diversa condición, criados, esclavos, libertos, ciudadanos romanos, la familia, los comerciantes y extranjeros, muchos de ellos con nombres griegos o de otras procedencias. Una actividad que fue decayendo poco a poco, para dar paso a las medievales en los alrededores (como se prueba por las necrópolis) hasta desembocar luego en la nobiliaria Saldaña. Un imperio sustituía a otro.
 
 

dijous, 17 de setembre del 2015

Vallamos por partes, catalanes.

Desde luego, los mandatarios extranjeros han resultado unos fofos, indecisos y miedosos. Ni Merkel, ni Cameron ni Obama han sido capaces de defender la unidad de España con la decisión y claridad que esta nación merece por ser la más antigua que vieron los siglos, ya implantada en el paleolítico, de donde algunos dicen que no ha salido. Estos extranjeros cobardicas sin duda piensan que la secesión catalana es un asunto interno español, lo cual carece de lógica porque, si es secesión, por fuerza no puede ser interno sino que se convertirá en externo. Un lío.

Por fortuna, la Vicepresidenta del gobierno, primer escalón de este en que empieza la vida racional pues no parece haberla en el superior, es clara y rotunda. Ya pueden todos los catalanes, sin faltar ni uno, ni los que estén de baja, votar por la independencia de su tierra. Por encima de su voluntad está la ley que la impide. Punto. No hay más que hablar: la secesión es ilegal y el gobierno hará cumplir la ley. ¿Cómo? Pues enviando a los magistrados del Tribunal Constitucional, convertidos en corchetes por obra de una reforma exprés de la norma que regula este alto órgano, votada únicamente por la mayoría absoluta de diputados del PP, un partido al que el juez tiene en el banquillo porque más parece una banda de ladrones. Y sin consenso alguno en el Parlamento. Ni falta que hace. Ni el consenso ni el Parlamento.

Si los civiles, como suele suceder, no resultan convincentes porque son blandengues, aquí están los militares, dispuestos a cumplir con su deber de garantizar lo que dice el artículo 8 de la CE sobre la "integridad territorial" de la patria. Y, con los militares, una manga de energúmenos en las redes, ofreciendo forrar a hostias a todos los catalufos y polacos, obstinados en no apreciar el amor que los españoles les profesan y en querer gobernarse por su cuenta, en lugar de seguir disfrutando de las ventajas tradicionales de los esclarecidos y eficaces gobiernos de España que han llevado al país a las cotas de bienestar, prosperidad, justicia, igualdad y cultura que ha alcanzado y no solamente en Tordesillas.
 
Pero no todo en España es duro, arriscado, chocarrero, insultante, amenazador, hacia los catalanes. También cuenta el estamento pensante. Los intelectuales que, hasta ahora, parecían mudos como la esfinge de Gizeh. Un grupo de ellos, gentes de erudición y reflexión pertenecientes a la Fundación Alternativas, ha dado a luz un sesudo documento titulado Cataluña ante la Unión Europea. Las consecuencias jurídicas de la independencia en donde, sin necesidad de amenazar e insultar, se prueba fehacientemente que la independencia catalana es imposible. Ojo, no es un ex-abrupto como los de la sinsorga de la vicepresidenta, sino un estudio riguroso y estrictamente jurídico. Siempre que se dice eso, se quieren poner las conclusiones por encima de toda sospecha de parcialidad o partidismo, presentarlas como verdades apodícticas, no sesgadas por cochinos intereses. Se quiere sentar plaza de infalibilidad y yugular todo debate y/o discrepancia. Que la Fundación Alternativas sea del PSOE y esté repleta de cargos y paniaguados de este partido es puramente circunstancial e irrelevante. El estudio es técnico, no ideológico y nada partidista. En absoluto. Así lo presenta El País, otro prodigio de periodismo objetivo sobre todo en asuntos catalanes.
 
¿Y qué dice el tal estudio? Lo primero, que la secesión es imposible, porque es inconstitucional. O sea, lo mismo que dicen la hacendosa vicepresidenta y los gallardos militares. Pero suavemente, con buena educación porque estos son intelectuales con criterio propio e independencia de juicio: la secesión catalana es imposible porque es inconstitucional. Lógicamente, el estudio debiera acabar aquí. La Constitución es ley de leyes y nada que vaya en contra de ella puede prevalecer, so pena de destruir el Estado de derecho. Fin. El informe de estas lumbreras constaría de un folio.
 
Pero no. Tiene muchos más. Los siguientes están dedicados a probar que una Cataluña independiente sería una paria internacional, una vagabunda colectiva, una nave de apestados con quien nadie querría tratos.
 
Pero si, aun siendo inconstitucional, la secesión de Cataluña se produce, eso quiere decir que el Estado español no tiene el monopolio de la violencia ni es soberano porque no puede hacer cumplir las leyes en su territorio. España es un Estado fallido. No sé si los autores del informe consideran que quizá este punto matice el resto de sus muy objetivas conclusiones, pero no es una bagatela sobre todo en un mundo en el que la Realpolitik tiene más vigencia que nunca.
 
Como Palinuro profesa poco respeto por las mistificaciones de los funcionarios ideológicos, no se entretendrá en sus ergotismos, bastando a su juicio con algún reparo a la conclusión más notoria del estudio en su esencia teórica, esto es, si Cataluña se independiza, será un  nuevo Estado y su esencia práctica, pues, al ser nuevo Estado, saldrá de todos los organismos internacionales de los que España sea parte.  Es jurídicamente diáfano, dicen los autores. Pues sí: Cataluña será un nuevo Estado... y España también. Habrá que renegociar los tratados. Claro. Igualmente para España. Por ejemplo, lo más obvio: habrá que recalcular la cantidad de eurodiputados españoles.
 
¿Y la vertiente práctica? Cataluña fuera de todos los organismos internacionales. Fuera de la OMS, por ejemplo, o de la Unión Postal o de la OMPI, o de la OIT. Pero, señores, ¿están ustedes en sus cabales?
 
De todos modos, catalanes, ya veis: un verdadero lío. Así que no seáis necios. Es mucho mejor quedarse en España, en donde un juez, al que pillan conduciendo beodo perdido y que no sabe escribir, pretende entender en un asunto penal en el que aparecen acusadas gentes de un partido que lo ha amparado, protegido y, quizá, a través de su Fundación FAES, pagado. Un juez que, hasta hace poco, era magistrado de un Tribunal Constitucional, presidido por exmilitante del partido del gobierno, que ocultó este dato a la comisión parlamentaria que examinaba su idoneidad para el cargo.
 
Sí, es mucho mejor que os quedéis en un país en el que un partido que presuntamente lleva financiándose ilegalmente durante veinte años, gana las elecciones mintiendo sobre su programa de arriba abajo, del derecho y del revés, de la cruz a la fecha y, luego tiene el morro de anunciar en Twitter que ha cumplido el 92,5% del programa sin que nadie, absolutamente nadie, pregunte si se trata del falso o del otro. Un país gobernado por un personaje capaz de mentir en sede parlamentaria y que también ha estado cobrando sobresueldos de procedencia dudosa durante los veinte años que, al parecer, "no son nada".
 
Es mucho mejor que os quedéis en un país en el que un sujeto quiere "españolizar" a vuestros niños y, no consiguiéndolo, se marcha a París con su señora, ambos a vivir a cuenta vuestra y de todos, tras haber entregado de nuevo la educación a la Iglesia católica. Un país cuyo Estado no tiene confesión pero en el que esta Iglesia es un Estado dentro del Estado y, en muchas cosas, por encima del Estado a base de privilegios; en el que los ministros fían las políticas públicas a la intercesión de diversas vírgenes (debe de ser lo que se llama la "nueva gestión pública") a las que, llegado el caso, se condecora por sus méritos celestiales con el dinero de los contribuyentes y en el que se emplean quinientos millones de esos fondos en subvencionar unos espectáculos crueles y sangrientos definidos por las autoridades como "patrimonio cultural" o cualquier otra memez.
 
Un país en el que el gobierno roba los fondos de las pensiones de los jubilados, explota innoblemente a los trabajadores, los mantiene en el paro o los obliga emigrar, que no garantiza el futuro de los jóvenes, ni atiende a la población dependiente, ni hace justicia a las víctimas de la anterior dictadura genocida con la que los gobernntes actuales tienen muchos vínculos ideológicos y de interés. Un país en el que el gobierno destruye a conciencia el Estado del bienestar, el sistema público de salud y el de la educación también pública, al tiempo que cuenta  con una legión de esbirros en los medios dedicados a mentir y decir lo contrario, pagados también con los dineros de los contribuyentes, que somos todos menos la Iglesia, la banca y los ricos.
 
Esta gran nación, incapaz de recuperar un peñón en el Sur (lo que, al parecer, no afecta a la integridad territorial en cuyo nombre los militares están dispuestos a lo que sea), os respeta y os quiere y, porque os quiere, no os deja decidir por vuestra cuenta lo que más os conviene. 

dimecres, 16 de setembre del 2015

"Fuerte y unida". Sigue el ridículo.

De todos los terrenos en los que este gobierno hace aquello que mejor sabe hacer, esto es, el ridículo, el de los asuntos exteriores se lleva la palma. Para calibrar la importancia internacional de España, su peso en Europa y en el mundo y la altura de su diplomacia echemos unos números. En los siete años de mandato de Obama, este ha hecho, según mis noticias, 89 viajes al exterior, de ellos 17 a países europeos. ¿Cuántos a España? Ninguno. Ha estado cinco veces en Francia, cuatro en Alemania y cuatro en el Reino Unido, dos en la República Checa, en Rusia, en Italia, el Vaticano, Dinamarca, Bélgica y Polonia. ¿Y en España? Jamás. El presidente de los Estados Unidos, el país más poderoso, no ha venido al nuestro nunca en todo su mandato porque no pinta nada en el extranjero. Sí lo ha hecho un vez al menos a Turquía, Noruega, Suecia, Países Bajos y Bélgica y muchos otros países en todos los continentes porque la de los EEUU es una política imperial. Pero España no la ha pisado. Lo cual da una idea del peso de la gran nación en el mundo. También ha estado Obama en Irlanda, Estonia y Portugal. Pero no en España, a pesar de encontrarse a tiro de piedra de Lisboa. Como consolación, vino en algún momento su señora a pasar un par de días en la Costa del Sol y Obama afirma que su intención es visitar nuestro país antes de tomar las de Villadiego en 2017, cosa que no cree nadie.
En relación con los EEUU la diplomacia española es la de Bienvenido Mr. Marshall. Nuestros mandatarios, Rajoy y Felipe VI, han ido cada uno de ellos una vez en visita oficial. De la de Rajoy es mejor no hablar por sentido del ridículo y de la del Rey será mejor no hacerlo por caridad cristiana. Palinuro concluía su post de ayer, Perfilando el voto, con la afirmación de que el monarca va a los Estados Unidos a recibir órdenes, y en ello está este buen señor.
El País, como si fuera El berrido de Villar del Río, trae la noticia en portada a cuatro columnas con la cita que más le interesa literalmente hozando en el mundo de Ubú Rey: "Obama defiende ante el Rey una España fuerte y unida'". Como fórmula gramatical no puede ser más inepta. No es ante el Monarca ante quien debe Obama defender ese deseo que es fervoroso anhelo del Borbón, sino ante el díscolo Artur Mas. Pero como resultado de las gestiones de la diplomacia española, la fórmula es de verdadera risa. Es imposible que el deseo formulado por Obama, como los que el ministerio de Exteriores arrancó con fórceps hace unos días a Merkel y Cameron, sea más escueto y reticente por cuanto España puede ser fuerte y estar unida con o sin Cataluña. La conclusión de que esa fórmula va dirigida contra el independentismo catalán pertenece a la mentalidad delirante del director del periódico, ese demócrata que no deja que la redacción pueda votar sobre su gestión. Lógico, pues, que si no permite votar a los trabajadores de su empresa, menos se lo admitirá a los catalanes.
¿Merece la pena intrigar frenéticamente en las cancillerías para conseguir declaraciones tan sosas, pobres y a regañadientes cuando el precio que se paga es la internacionalización del conflicto? ¿No es la internacionalización de este un objetivo del independentismo catalán? ¿No es ridículo que también lo haga el gobierno central? Ir por los países extrajeros mendigando pronunciamientos de sus mandatarios en contra de ese independentismo es absurdo, miserable y humillante. ¿No ve la diplomacia española que estas fórmulas de cortesía apenas disimulan la convicción de los países extranjeros de que la cuestión catalana es un asunto interno de los españoles? ¿No ve que eso atenta contra la dignidad y soberanía de España que dice salvaguardar ante todo, aunque es evidente que no se le alcanza lo que son?
Es obvio que no, y por eso el berrido de Villar del Río lo trae en portada, cosa que, aunque su director no lo crea, no impresiona a nadie salvo, quizá, a él. Marca España.

El diseño oculto.


Al dar cuenta de la exposición de González Palma, prometí hablar de otra también albergada en la Fundación Telefónica sobre el conjunto de la obra de Alberto Corazón. Una retrospectiva completa que abarca cincuenta años de diseño gráfico, de fines de los años sesenta a hoy, en la que podemos rastrear indirectamente la evolución del país y directamente la del autor. A lo largo de ella, este, que es también pintor y ocasional escritor que reflexiona sobre su obra y su oficio, tiene un concepto reiteradamente modesto de sí mismo. Dice que el diseñador no es un artista, sino un profesional, subrayando así una visión diríamos artesana de su quehacer que, sin embargo, la realidad se ha encargado de resituar con justicia pues Corazón posee el premio nacional de diseño y es académico de la Real Academia de Bellas Artes, cosa que él mismo interpreta como un espaldarazo a la consideración del diseño como arte.

Conocí en Alberto Corazón en los años sesenta en la Facultad de Ciencias Políticas, que era la nuestra, pero no lo traté porque, siendo él un año y pico o dos mayor que yo, pertenecía a un círculo en el que destacaban otras gentes que admiraba y admiro, como el fallecido Alberto Méndez, el autor de los girasoles ciegos y otros seniors para mí, que era por entonces un mocoso. Pero, aun sin tratarlo directamente, me lo he ido encontrando a lo largo de la vida, como todos los de mi generación y aficiones estéticas y orientaciones políticas. Desde fines de los años sesenta, todavía en la Dictadura, Alberto Corazón dominaba el diseño de los libros que los rojos leíamos y en muchos casos, seguimos leyendo. Comenzó la aventura con la editorial Ciencia Nueva. Siempre he supuesto que la referencia a Vico vendría de los hermanos Méndez. Sobre unas portadas sobrias, elegantes, serias y muy innovadoras, umbral de obras como Ciencia y Política en el mundo antiguo, de Benjamin Farrington, Thomas Münzer, teólogo de la revolucion, de Ernst Bloch, hemos discutido a veces tardes y hasta noches enteras. Autores más o menos marxistas que, en lugar de dar vueltas autocomplacientes al propio marxismo, lo empleaban como verdadero instrumento para la elucidación de otras cuestiones, filosóficas (Avicena y la izquierda aristotélica), arqueológicas (La evolución de la sociedad, de Gordon Childe) etc. La colección de "clasicos" (Larra, Lucrecio, Herzen, Marx) también tuvo muy buena acogida. Conservo muchos de estos títulos, bastante manoseados, por cierto.

La censura franquista obligó a cerrar la editorial, pero no puso fin a la relación de Corazón con los libros y con determinados libros. Él mismo se convirtió en editor. Comunicación Alberto Corazón Editor  tenía un contenido mucho más actual y más especializado en los campos de la comunicación, la semiótica, el lenguaje en los que el vanguardismo del contenido corría parejo con la originalidad de la presentación. Aún hoy puedo reconocer cualquier libro de esa editorial con los ojos cerrados, al tacto. Más tarde, otras empresas editoriales recurrieron a él, Ariel, Castellote, Morata, de forma que Corazón siguió ampliando su presencia en nuestros anaqueles, repletos de obras de intencionalidad política, crítica, revolucionaria. Después, en su desarrollo profesional, dio el paso a ilustrar libros de carácter más comercial, de texto, etc, para Anaya y, a través de ella, la fundación Sánchez Rupérez para la que siguió trabajando.

Al tiempo que realizaba su obra propia y publicaba ensayo sobre su vocación y actividad profesional amplió esta al diseño de revistas (Nuestra Bandera, el órgano teórico del PCE, partido al que imagino, aunque no lo sé de cierto, se sentía cercano) y sobre todo la cartelería, singularmente para representaciones de teatro clásico (Lope, Calderón, etc) o de vanguardia (Weiss, Handke, Kafka, etc) obras que los rojos íbamos a ver no diré que religiosamente porque sería un contrasentido pero con pasión.

Alberto Corazón ha sido, pues, una presencia gráfica, colorida pero innominada,en la vida de mucha gente y, desde luego, en la mía. Lo he encontrado en una especie de diálogo con el pop, lo he podido comparar en algún momento con productos como los del Equipo Crónica y, desde luego, lo he visto muy relacionado con las propuestas gráficas de los situacionistas, cuando utiliza imágenes de publicaciones gráficas populares, comics, etc., reformulando las leyendas.

Luego, su actividad ha conocido una insólita expansión, casi industrial y ese es el verdadero hallazgo de esta exposición. El diseño gráfico se pone al servicio de las identidades corporativas y la propuesta de logos comerciales y aquí es donde el visitante, de pronto descubre que no solamente hay un Alberto Corazón audaz diseñador instalado en la memoria, sino otro, una verdadera empresa comercial que condiciona el horizonte visual cotidiano de millones de personas. No exagero. Una lista expurgada de las instituciones y empresas cuyas identidades corporativas, marcas y logos son obra de Alberto Corazón no me dejará mentir: el MOPU, la Universidad Autónoma de Madrid, la empresa DAGU, la Fundación Germán Sánchez Rupérez, Paradores Nacionales, Ferrovial, la Junta de Andalucía, la ONCE, MAPFRE, FEVE, etc. Raro será el día en que no nos topemos con algún producto del trabajo de este hombre cuya fuerza creadora es tan elegante como inagotable. ¡Hasta resulta haber diseñado el logo de mi Universidad, la UNED, y el de mi Facultad, que es la suya!

Todo un descubrimiento de pasado y presente esta retrospectiva de la obra de Alberto Corazón, gran creador del diseño gráfico y nieto de hortelano, como él mismo gusta de calificarse.

dimarts, 15 de setembre del 2015

Perfilando el voto.

Por fin estamos abocados a las dos etapas finales de este año atropellado con las elecciones catalanas el 27 de septiembre y las generales, es de suponer, el 20 de diciembre. Y reina una confusión superior a la normal porque el independentismo catalán, que ha pasado de ser una algarabía, según inteligente calificación de Rajoy, a ser la amenaza más grave a la unidad de España desde Companys todo lo complica. Parece oportuno apuntar algunas reflexiones con ánimo aclaratorio. Prescindo del habitual recurso de muchos analistas de anunciar su voto para ahorrarse los análisis porque siempre me ha parecido un recurso sin sentido. El voto es secreto y, por mucho que alguien publicite el suyo, incluso en acta notarial, no podrá jamás probar que votó como aseguraba.

Las elecciones catalanas, aunque parecen el bullir de un zoco árabe por la cantidad de opciones, grupos, alternativas, son fáciles de entender porque se reducen a una binaria: sí o no. Los independentistas, esto es, el bloque del sí (Juntos por el Sí, y las CUP) sostienen que las elecciones son plebiscitarias; sí o no. Las otras candidaturas (PSC, C's, PPC, CSQEP y Unió) sostienen que nada de plebiscitarias; son elecciones autonómicas normales y caben todas las diferencias, matices y variantes. Sin duda, pero, al final, todas están por el "no" y, por tanto, sí o no, bloque del no. El bloque del sí contiene una lista de izquierda institucional, ERC, en alianza con la derecha de Convèrgencia y las asociaciones civiles de la Assemblea, Ómnium y Súmate y otro de izquierda radical, con elementos asamblearios y ácratas. Las dos aparecen conectadas por el objetivo independentista de forma que, a este respecto, forman una unidad, quedando en la sombra el factor social (como de hecho lo está en la lista mayoritaria) y otro mucho menos señalado pero también presente: el republicanismo. Las tres fuerzas políticas y sus hinterländer sociales aspiran a la independencia de una República catalana. El voto aquí está muy claro: Sí, derecha e izquierda y prou.

El bloque del "no" es aparentemente más diversificado y, según los sondeos, sus opciones han de repartirse un 45% del voto aprox. en reñida competencia. Y, además, la hacen mirando siempre hacia Madrid, a diferencia del bloque del sí. Obviamente en todas hay un hilo conductor, que es el "no", pero con variantes: "No" y que todo se quede como está (PP); "no" y que todo se quede como está, pero más arreglado y limpio (C's); "No" y promesa de negociación en busca de nuevo encaje (Unió); "No" y promesa de reforma constitucional de vocación federal (PSC); "no" y promesa proceso constituyente español, "para decidirlo todo" y también en Cataluña (CSQEP/QWERTY). Los votantes tienen a dispoción varios matices del "no"; pero siempre es "no"

Porque las elecciones, diga lo que diga el nacionalismo español, son plebiscitarias.

En el bloque del "no" hay enfrentamientos diversos. Nadie se ocupa de Unió; el PSC parece mantener un suelo firme de votantes de izquierda no nacionalistas; el PP lucha por sobrevivir en un entorno muy inhóspito; y la pelea está entre los dos emergente, C's y QWERTY, en realidad, Podemos. Ambos esperan resultados decorosos (en torno a 18 disputados cada uno, de 135) pero no embriagadores. Porque los dos necesitan afianzarse en Cataluña como partidos españoles para que los españoles los voten en España. C's no lo tiene muy difícil. El caso de Podemos es más complicado porque, si su resultado viene a ser el mismo o casi del que tuvo ICV en las pasadas elecciones, su peso en España, que es lo que le importa, se verá muy mermado. Las opciones de izquierda que han quedado al margen de la oferta electoral, Procès constituent, de Forcades y Guayem, el núcleo de Barcelona en Común, probablemente repartan sus votos entre los dos bloques, del sí y del no.

Repárese en que el resultado de las elecciones del 27 septiembre condicionará las generales de diciembre. Caramba con la algarabía del profeta. Un condicionamiento cuyo alcance no podemos prever. Imaginemos que el bloque del sí obtiene el 53% del voto y 81/82 escaños, como pronostican algunos sondeos. Imaginemos luego que el Parlament decreta una DUI. Exactamente ¿que hace el gobierno de España? Rajoy asegura que hay mecanismos para evitar que España se rompa. Obviamente estos pueden ir desde una suspensión de hecho de la autonomía hasta la intervención militar con proclamación del estado de excepción. Dependerá de la gravedad percibida en Madrid de la actitud catalana. Y, si se da un estado de excepción, es poco probable que haya elecciones en diciembre. Hasta ese punto puede incidir la algarabía catalana, hasta eliminar las elecciones. Si esta opción, en el fondo, coincidae con las aficiones más profundas de Rajoy, un neofranquista, es aquí irrelevante. La posibilidad existe.

Mientras se mantengan las generales para diciembre, los campos, a diferencia de Cataluña, son bastante simples. A un lado, la derecha, compuesta por el PP y C's, que se estrena en la plaza en donde, por decirlo en un lenguaje que Rivera entiende pues, aunque dice que no, es aficionado a las corridas, va a tomar la alternativa. C's tontea mucho por las esquinas del mapa español pero, llegado el momento, sabe que su aliado natural es el PP, como se muestra en la Comunidad de Madrid.

Frente a la derecha, la izquierda aparece tan fraccionada como siempre, pero con algunas novedades. Si su resultado catalán es suficiente, Podemos terminará de fagocitar a IU. Ahora en Común, la plataforma de confluencia de las izquierdas no socialistas en la que esperan integrar a Podemos iniciará una tarea de confluencia con unas elecciones primarias a las que se presentará, según parece, Alberto Garzón. Las siglas IU se esfuman del cuadro y las del PCE ni se cuenta. Pero las organizaciones ahí están y sus militantes también. La condición que, a su vez, ha impuesto Podemos para la confluencia es que el nombre sea siempree Podemos más el predicado que sea en cada caso porque solo prevé alianzas a nivel autonómico. Algo bastante lioso. Pero quédese el lector con la copla: Podemos nunca aparecerá al lado de las siglas IU, que son los "pitufos perdedores". La fagocitación es completa. Otra cosa es si es indigesta y si, de aquí a diciembre, se mantiene la confluencia/unidad con fuerzas políticas como IU y el PCE, cuya tendencia a la fragmentación y el conflicto interno es casi endémica.

En todo caso, esa opción de la izquierda no socialista, desconfiando mucho de su capacidad para atrer el voto, trata de reñírselo al PSOE que es su más lógico aliado de hipotético gobierno como socio principal o secundario. De ahí que Podemos vuelva sobre los trillados procedimientos del proselitismo comunista de los años treinta del siglo pasado. La afirmación de Errejón de que "los socialistas de corazón" se van con Podemos, equivale a la vieja idea-provocación de la Komintern de que los dirigentes socialdemócratas eran traidores, pero los militantes, gente sana, podían ser absorbidos en las filas comunistas. Y, por supuesto, la idea de que Corbyn sea el "Pablo Iglesias británico", fervorosamente aplaudida por Podemos, va en la mismo dirección. Es una actitud que tiene algo de parasitismo. Para Podemos, casi todo en Europa que tenga alguna posibilidad es Podemos, Syriza y el Partido Laborista. Supongo que, siendo los dos partidos, el Laborista y el PSOE, de la misma Internacional, los españoles refutarán por la vía de hecho ese intento de apropiarse colores ajenos. Pero, mientras lo hace, Podemos seguirá intentando minar el terreno que pisan.

Y hacen bien. La política es así. Si el PSOE quiere conservar su territorio, que lo defienda. La amenaza le llega por la izquierda y se verá obligado a neutralizarla sin dar pie a que el PP clame que se ha echado en brazos del radicalismo. El asunto es tremendo porque, con toda la buena voluntad del mundo, es casi imposible observar en la dirección actual del PSOE un mínimo impulso de renovación digno de mención. Por las villas y campos de España va Pedro Sánchez, el enviado de Rubalcaba, repitiendo como un molinillo las vagas promesas de regeneración democrática, recuperación del Estado del bienestar y cohesión territorial española, sin asomar mucho cuerpo, no lo vayan a comprometer antes de tiempo. Hay que esperar el resultado de las elecciones catalanas, como siempre ya que de él, en buena medida, dependerá la decisión que tome como partido. Es posible que se imponga una alianza PSOE-Podemos bajo dirección más probable de los socialistas. En realidad, tal como están las cosas, quizá sea la única opción factible de gobierno de unidad de la izquierda en España, algo de lo que Palinuro viene hablando desde hace meses.

Pero también es posible que, por diversas razones, por ejemplo, un estado de excepción a causa del independentismo catalán, el PSOE acabe entrando en un gobierno de concentración con el PP. Incluso más, como viene a augurar la ilustración de este post que podría tener un título de film norteamericano como "el tren de la hora veinticinco". Sería extraño para España, pero no para Europa, en donde este tipo de gobiernos es normal. Alemania se gobierna hoy con una gran coalición.

Quedaría por averiguar en qué medida esa confluencia de "salvación nacional" realmente podría detener a los catalanes y "salvar España".

En lo que se me alcanza, muy escasa. La presencia del PSOE en un gobierno que tuviera que enviar tropas a Cataluña o suspender la autonomía, le daría, sin duda, más legitimidad. Pero no lo haría más eficaz.

Y, en realidad, vendría a poner, de hecho, la resolución del conflicto catalán en manos de los extranjeros, especialmente de los europeos, pero no solamente de ellos. También los Estados Unidos tendrán algo que decir. De hecho, el Rey va ya de visita a Washington, a recibir órdenes.

dilluns, 14 de setembre del 2015

Aquí no se para nada.

¡Vaya entrevista que infligió ayer Ana Pastor a Artur Mas! No es un problema de buen o mal periodismo. Al fin y al cabo los periodistas, como cada quisque, tienen su forma de ver las cosas, sus ideas y sus ideologías, al menos en España. Es un problema de buena o mala educación. Presentarte en el lugar de un mandatario a hacerle unas preguntas, hacérselas pero no dejarle contestarlas, acosarlo, atosigarlo sin respiro no es periodismo. Es, simple y llanamente, petulancia, intemperancia y, sobre todo, muy mala educación. No se interrumpe a la gente a la que se interroga invariablemente a los diez segundos de que haya empezado a hablar. Eso es insoportable. A ella le parecerá el colmo de la valentía, el arrojo y la profesionalidad periodística pero no pasa de ser una impertinencia. Obviamente no se trata de que cada pregunta sirva para que el el entrevistado se largue un monólogo autojustificativo. Al contrario, para evitar eso, si se produce, es bueno que el (la) periodista interrumpa y no lo deje evadirse. Pero no a los diez segundos de hablar. Asimismo no se trata de que se permita al entrevistado irse por las chimbambas, cosa a la que los políticos son muy aficionados, pero tampoco de cortarle en cuanto empieza a decir algo y elevar la voz, tratando de superponerla a la del otro en un guirigay insufrible de esos de tertulia de bocazas.
 
En cualquier caso Mas, que ya debía de estar preparado, no  se descompuso. Llegó a decir a la entrevistadora que le dejara responder, lo cual ya es pintoresco, rechazó el alud de acusaciones que Pastor le trasladó como si fuera un acta policial y colocó el meollo de su mensaje claramente: a partir del 27 de septiembre, si el bloque del "sí" tiene mayoría suficiente, pondrá en marcha la hoja de ruta para la independencia en 18 meses. Si en España, a partir de diciembre, hay un gobierno nuevo y muy distinto del actual, cosa que él duda y Palinuro también, y ese gobierno ofrece negociaciones, ellos, los independentistas, están dispuestos a hablar, pero sin detener la hoja de ruta. Todo lo más están dispuestos a hablar sobre el modo de implementar el resultado del 27 de septiembre.
 
Por cierto, a estas alturas ya sabe todo el mundo en España que lo más probable es un triunfo muy holgado de la opción independentista y unos datos deplorables para el PSCy el PP, así como discretitos para Podemos y una migaja más para C's. Eso es lo que tiene de los nervios a los tres líderes españoles que ayer echaron el domingo en Cataluña como missi dominici de la Monarquía borbónica en tierras de infieles republicanos.
 
Palinuro no siente especial simpatía por Mas, como no la siente por ningún líder neoliberal. Pero una cosa son las discrepancias políticas y otra muy distinta llamarse a andana cuando uno es testigo de que alguien, en este caso Mas, está siendo brutalmente acosado por todo el nacionalismo español, sus instituciones, sus partidos, su Iglesia y sus periodistas; que, como él mismo señaló, llevan diez años investigándolo minuciosanente con su partido sin que hasta la fecha haya nada concreto. Y plantear, como ha hecho Pastor, una entrevista para repetir todas las acusaciones habitualmente infundadas del nacionalismo español no es precisamente un timbre de gloria.
 
La periodista, sin embargo, se llevó una verdadera primicia para casa, algo esencial, fundamental pero que, es muy de temer, no entendió, porque a ella lo que le gusta son las cosas simples de si  este pone la mano en el fuego por el otro y necedades de ese tipo. La primicia consistió en la formal declaración de Mas de aceptar un referéndum de autodeterminación en Cataluña como el que se hizo en Escocia. Y, por supuesto, vinculante, como el escocés. Palinuro está obligado a señalar que, si ese referéndum se hubiera celebrado hace dos o tres años en lugar de prohibirlo con una obcecación típicamente española, ahora no nos encontraríamos en la situación en la que nos encontramos.
 
Mas salió muy bien parado de la entrevista y la claridad de sus ideas y de sus propósitos ponen de manifiesto su voluntad y su categoría como político democrático, sea cual sea nuestro juicio en otros aspectos de su acción de gobierno. Y, si alguien tiene alguna duda imagínese qué sucedería si, en lugar de Mas, Ana Pastor entrevistara a Rajoy con ese mismo espíritu.

Fuera de límite.

La Fundación Telefónica de Madrid muestra una exposición de Luis González Palma, un interesante fotógrafo guatemalteco, afincado desde hace más de doce años en Córdoba (Argentina), titulada Constelaciones de lo intangible y que contiene una buena parte de su obra dividida en grupos y de ahí lo de las constelaciones, porque cada uno de ellos es temático y tiene un motivo central. Los más destacados son los retratos, la serie Möbius y las obras catóptricas.
Todos están marcados por un rasgo personalísimo que los unifica, una capacidad para fabricar imágenes que exhalan, por así decirlo, un espíritu, una atmófera, un hálito inquietante, hecho de misterio, lejanía, ambigüedad e inquietud. González Palma trata y casi siempre lo consigue, de trascender los límites mecánicos y técnicos de la fotografía, y de tomarla como fundamento para otras exploraciones. Para ello nunca presenta las imágenes sin más, sino que les añade algo. En su primera constelación, la serie de retratos de rostros en su mayoría indígenas centroamericanos, trata el producto con emulsiones especiales que le den una pátina de oro y tonos sepia, de forma que casi parece una galería de retratos sacados de alguna vieja serie con finalidad antropológica. Pero todos ellos son muy intensos y el autor consigue su objetivo de obligarnos a indagar en la mirada de unos rostros que nos interpelan. Otra serie incluye elementos ajenos al propio retrato, simbólicos, peces, flores, geometrías, superpuestas a los rostros y que anuncian la evolución posterior del artista en la dirección de un nuevo maridaje entre la fotografía y la pintura, como si se tratase de una resurrección del pictorialismo de comienzos del siglo XX, pero penetrado de realismo mágico latinoamericano.
 
La serie Möbius, algunas de cuyas obras se ven aquí por primera vez, aplica muy variadas técnicas a la imagen fotográfica, pictóricas, pero también volumétricas, con objetos, añadidos, que distorsionan la figura y la recomponen según crriterios personales. Las obras catóptricas permiten reconstruir imágenes distorsionadas mediante espejos cónicos, cuyo resultado son unos rostros que nos miran desde un reflejo. No son muy originales porque reproducen los anamorfismos renacentistas, pero contribuyen a la atmósfera inquietante cuando percibimos que esas miradas nos siguen a donde quiera que nos desplacemos.
 
El peso de la pintura en la obra de Palma es apabullante. Hay una serie de fotos, como la de la ilustración  que recuerda directamente a Magritte y, en términos más generales, el surrealismo. Algunas otras traen a la memoria el mundo onírico de Remedios Varo, quizá pasado por una visión de Antonio López. Cierro mi consideración con una referencia a una serie de cuatro fotos, muy modesta, sin pretensiones, que representan el mismo objeto, un lienzo doblado irregularmente, dispuesto de distintas formas  y como suspendido en el vacío. Cada uno es una alegoría de cuatro pintores: Murillo, el Greco, Rubens y Zurbarán. Y todos ellos se reconocen por un elemento sutil que los hace inconfundibles: la luz.
 
Merece la pena pasarse por esta exposición. Es un material tan extraño y original que impresiona y las imágenes se quedan como grabadas.

En el piso inferior de la misma fundación hay otra exposición retrospectiva dedicada al conjunto de la obra de Alberto Corazón, uno de los mejores diseñadores actuales, si no el mejor, y que también he visitado con gran entusiasmo porque conocí al autor en los ya lejanos tiempos de los estudios universitarios. Pero de él hablaremos mañana o cuando los dioses dispongan.