dimecres, 15 de juliol del 2015

El peso de España en Europa.


Dicen que la foto de Rajoy en Bruselas se ha hecho viral. No me extraña. Es una imagen impactante a fuer de simbólica. Ahí está solo, a la mesa, hurgando las tripas de su cartera pero mirando enfurruñado a los demás, como si sospechara que se reían de él, cosa que no podía saber porque ignora todas las lenguas vivas excepto la propia y aun en esa tiene dificultades. Las redes, tumultuosos campos de batalla, ponen verde al presidente.
 
Pero eso no es lo peor porque lo mismo le pasaba a Zapatero aunque este, de natural más afable, se quedaba en un rincón, sonriendo beatíficamente. Y antes a Aznar quien, no habiendo aprendido el Queen's English que, según parece, hoy se gasta, para disimular su aislamiento, iba y venía rodeado de hombres con gafas ahumadas y pinganillo, dando a entender que el problema de acceso era de los demás. El único que se salvaba era Felipe González, que hablaba un francés de Lovaina, o sea, medio belga; pero hablaba, se relacionaba, no estaba como uno de sus adorados bonsais, clavado en una maceta. A Suárez no le dio tiempo a viajar allende los Pirineos y al Caudillo se lo había prohibido el médico. Franco debe de ser el único estadista del siglo XX en Europa que jamás visitó otro país del continente, como no fueran las dos reuniones de Hendaya y Bordighera. Ni a Portugal llegó a ir, si no recuerdo mal. De su inglés, en efecto, da prueba el vídeo en el que explica al mundo el glorioso movimiento nacional con la fluidez de Ana Botella en Sao Paulo hablando del relaxing cup of coffee.

En este caso, el problema no es de Rajoy, sino de todos los gobernantes españoles desde tiempos inmemoriales. A Rajoy puede achacársele especial ineptitud, al no haber conseguido para De Guindos la presidencia del Eurogrupo. Que su contrincante obtuviera todos los votos menos uno muestra un error de cálculo tan garrafal que parece delictivo. ¿No había sondeado la diplomacia española los estados de ánimo antes de lanzarse en plancha a ese ridículo? El único voto restante, el español, claro, fue para De Guindos. Y con un canto en los dientes pues, siendo español, pudo haber ido a parar a su adversario Dijsselbloem.

¿Y qué esperaban? El peso de España en Europa es casi nulo. Nunca ha sido considerable, pero hoy es peso pluma; pluma de ganso. Y su manifestación más evidente, esa ridícula incomunicación en que se encuentran siempre en Europa nuestros mandatarios a quien todo el mundo sabe que es inútil dirigirse pues no entienden. La cuestión de las lenguas, además, no es solo simbólica, con serlo mucho, es un handicap material tremendo.

Hubo un tiempo, en los siglos XVI/XVII en que toda persona culta en Europa hablaba español; los autores, dramaturgos, componían en español; se traducían las obras españolas; se dominaban los temas españoles y se entreveraban las creaciones literarias, como se prueba por el Gil Blas de Santillana de Lesage o El Cid de Corneille. Luego en los siglos XVIII y XIX, lo español desaparece por entero de Europa porque España desaparece. Los extranjeros que viajan a la Península en el XIX vienen a la frontera, a tierras exóticas, a una especia de adelantada del Oriente misterioso. Y no consideraban necesario aprender la lengua. Si no yerro mucho el último el dominarla fue Victor Hugo, que estaba aquí por lo que estaba. Y en el siglo XX, black out. España no existe. Los españoles se encuentran con que nadie habla su lengua en el continente y ellos no hablan ninguna otra pues, como todo imperio, se habían acostumbrado a ser entendidos en la suya en todas latitudes. Como los anglohablantes hoy.

Así que los mandatarios españoles en las reuniones europeas no hablan con nadie y andan siempre agarrados al móvil, como despachando asuntos urgentes para disimular. En espera de que den comienzo las reuniones, los protocolos, las intervenciones. Entonces, pillan los auriculares, a ver si se enteran. Para ellos, en su tradición autoritaria, esto es la política: uno habla, los demás se callan; de arriba abajo; o desde un plasma y a distancia. Nada de diálogos y menos en lenguas bárbaras. Para el resto de los europeos, esos momentos formales, de las intervenciones, enmiendas, votaciones, etc no son sino una parte de la política, la de exteriorizar y materializar los acuerdos; la otra parte, la de negociar, debatir los acuerdos, formular propuestas y contrapropuestas, se hace previamente, hablando en torno a unos cafés, de modo cordial, en unas reuniones informales de las que los españoles están autoexcluidos por su ignorancia. Y la consecuencia no es solamente que hagan el ridículo sino que nunca consiguen imponer sus criterios, que pierden siempre en cuestiones de reparto de poder.

El peso de España en la UE es nulo. Todos los países votan en contra de ella en el momento decisivo. De Guindos, probablemente el peor ministro de Economía de la UE, se queda colgado de un solo voto, el de su país. Y lo peor es que no lo supiera de antemano, a tiempo de luchar por sus opciones o de retirar su candidatura para no hacer el ridículo. El país no tiene peso en la UE y no va a ganarlo porque Rajoy asegure en la TV que todos cuentan con él ya que, en realidad, Rajoy no pinta nada fuera de España y dentro, tampoco.

Dos listas únicas.


Ayer se firmó el acuerdo para la lista única entre CDC y ERC y, al mismo tiempo, la CUP se desmarcaba. David Fernàndez sostiene que esa lista es un 9N 2.0 y, en el fondo, un fraude de un acuerdo anterior en el que estaban involucradas la ANC y Óminum Cultural sobre lista única civil. La CUP no quiere políticos en la lista y menos a Mas. Insiste en ir por su cuenta con un objetivo doble y paralelo en el eje social y el eje nacional. Una Cataluña independiente con justicia social. Y advierte que competirá con todas las demás opciones.

Llegados a este punto, la opción de lista única soberanista aparece dividida. Teniendo en cuenta las diferencias, es una situación similar a la de la izquierda española. Quiere la unidad, pero se presenta separada. Queda tiempo hasta septiembre y puede haber sorpresas pero, en lo esencial, conviene hacerse a la idea de que, estando todos de acuerdo en la conveniencia de la unidad, no la alcanzan. Y si no la alcanzan, puede que sea por razones de peso. No es justo pensar que estas decisiones se tomen siempre por criterios personalistas o caprichosos. Por ejemplo, es bastante correcto que los de la CUP quieran una lista sin políticos por dos razones: primera porque los políticos tienen siempre partidos detrás que tratan de beneficiarse de los logros comunes; y segunda porque ellos no son políticos. Es verdad.

Pero también es legítimo que los políticos que han llevado el proceso durante estos últimos años quieran seguir liderándolo, con independencia de consideraciones sobre si CDC ha dejado de ser un verdadero partido y Mas se ha quedado sin apoyo partidario. Es aspiración legítima seguir liderando un proceso que se ha encarrilado y dirigido (o seguido) hace ya tiempo. La presencia de políticos añade una porción considerable de experiencia práctica que será necesaria en la gestión de las instituciones con independencia de para qué se gestionen. Además, incorpora una aureola institucional que, guste o no, influye en el comportamiento de sectores sociales y, cuando se está a ganar unas elecciones, no es recomendable ignorar los votantes a puñados.

Y ello sin contar con que, si la acusación de la CUP es que Mas, CDC, en cierto modo también ERC instrumentalizan el proceso para sus fines, la misma acusación cabe hacerles a ellos, que quieren imponer su criterio, en definitiva tan válido como el otro, aunque a ojos de quienes lo profesan lo sea más. Dicho en otros términos: el discurso de la unidad tiene un elemento nacional ante el que parece sensato aplazar, postergar, poner entre paréntesis fenomenológicos los criterios e intereses singulares. Un discurso al que todos rinden pleitesía pero de boquilla.

No obstante, el proceso sigue su ritmo. A estas alturas es bastante claro que las elecciones del 27 de septiembre van a ser decisivas. Pero no lo está cómo; precisamente se celebran para salir de dudas de una vez y saber cada cual a qué atenerse. La insistencia en que, adoptando un criterio de unos o de otros, los resultades van a ser más o menos favorables a la opción independentista no es disparatada. He visto un estudio demoscópico que da 67 escaños a los soberanistas si estos concurren con tres listas, 62 si lo hacen con dos, sin la CUP y 75 si hay una única lista única. Eso está bien, pero es tan convincente como lo contrario. Es predicción de comportamiento humano y no puede aspirar a certidumbre. Podrían ser esos los resultados u otros.
 
La lista única de CDC y ERC se propondrá también a las asociaciones civiles, incluida la AMI, Asociación de Municipios por la Independencia, que la apoyarán seguramente, con lo que se pondrá en marcha la gran plataforma independentista y, sobre todo, lo que es más importante, se despejará la incógnita de la convocatoria del 27 de septiembre que todavía no es fija. Cuando lo sea es probable que cambien algunas relaciones en el campo soberanista.
 
La segunda lista por la independencia de la CUP puede en principio restar algo del voto soberanista global, rebajando la superaditividad que se le supone, pero, por otro lado, funciona como un polo de absorción del voto de izquierda no independentista que, cuando menos, tendría un motivo para transferirse de Podemos a la CUP.
 
La lista única de siempre es lo mejor, pero no conviene caer en la trampa de perder lo bueno por obcecarse en conseguir lo mejor. Primero vamos a contarnos y luego veremos qué hacemos.  

dimarts, 14 de juliol del 2015

El golpe de gracia.

Están preocupados. Están asustados. No les llega la camisa al cuerpo. Las últimas elecciones les han sido adversas y todos los sondeos auguran mayores desgracias, incluida la probabilidad de que pierdan el gobierno a manos de una coalición de partidos de izquierda, básicamente PSOE y Podemos. Esa coalición superaría la cantidad de escaños que correspondieran al PP aun siendo este la lista más votada. Y no quieren dejar el poder por nada del mundo, primero porque se quedarían sin posibilidades de seguir trincando mediante sus estructuras clientelares, corruptas y mafiosas. En segundo lugar porque el gobierno que llegara descubriría la cantidad de desaguisados y atropellos que han cometido en los últimos cuatro años y tienen ahora celosamente guardados gracias a un Parlamento inexistente, un poder judicial a su servicio y unos medios de comunicacion férreamente controlados. Todo ello con un estrambote: no toleran la idea de perder el poder porque creen que este les corresponde por derecho divino y los menos dados a la fe, por derecho de conquista, afirmado por sus antecesores en 1939.

En realidad, en estos cuatro años el PP ha convertido la democracia en un puro remedo y ha gobernado con procedimientos despóticos. Tanto que está convencido de que en ningún caso encontraría aliados para conformar una mayoría parlamentaria suficiente. Ni siquiera con Ciudadanos que, en principio, se creó para eso. La derecha piensa -y hace bien- que nadie quiere pactar con ella y solo podrá gobernar si consigue mayoría absoluta de diputados. Y, si no la consigue, la fabrica.

De esa forma, para evitar la alternancia democrática, pretende reformar la ley electoral en el último momento, a cinco meses de las elecciones, para asegurar una prima "de gobernabilidad" a la lista más votada que, siempre según sondeos, sigue siendo la suya. Y con sus solos votos, los de su partido. Es un golpe bajo, típica muestra de juego sucio, una charranada a ojos vistas, propia de fulleros y tramposos: cambiar las reglas del juego en mitad de la partida, aprovechando una posición de fuerza y sin que la otra parte pueda hacer nada. Probablemente es el resultado de los consejos de la señora Cospedal, quizá la política más autoritaria e insoportable de la política española, que hizo exactamente eso: aprovecharse de la mayoría absoluta de su partido para manipular la ley electoral de su comunidad con el fin de amañar los resultados a su favor.

El gobierno del Estado tiene similar desprecio por las formas democráticas y la opinión pública que Cospedal en Castilla La Mancha. Y, además, nada que envidiarle en cuanto a capacidad para destrozar acuerdos, destruir consensos, manipular, corromper y expoliar el capital público, tanto en metálico como en lo institucional. Aquí se depreda y se privatiza todo en beneficio de los propios intereses y los de los allegados porque el gobierno de Mariano "Sobresueldos" Rajoy considera el país un predio de los suyos, como Cospedal Castilla La Mancha.
 
Pero la Dueña fracasó en su intento de perpetuarse en el poder. Perdió las elecciones, a pesar del juego sucio. Lo mismo puede suceder al gobierno del Estado, como le pasó en similar situación a Berlusconi en Italia. Si Rajoy lleva adelante esta cacicada de última hora puede conseguir su objetivo, cuenta habida de que, contra las leyendas urbanas, el pueblo español es muy sumiso. O puede conseguir lo contrario, esto es, que gane la izquierda. Para ello, esta tendría que hacer lo que ha sido incapaz de conseguir nunca, una alianza con una lista única. Con una trampa como la que quiere perpetrar el PP, esa unidad sería cuestión de vida o muerte. Entra en lo posible que la lista del PSOE fuera la más votada. Entra mucho menos que lo sea la de Podemos. Pero lo más probable es que una unitaria obtuviera el triunfo.
 
Lo curioso, lo irónico de esta situación es que viene a ser como una vindicación del llamado "bipartidismo". Por obra y gracia del juego sucio del PP, las opciones electorales terceras desaparecerían y en el campo solo tendrían opciones reales dos grandes bloques (o "polos", por llamarlos a la italiana), el de la derecha y el de la izquierda. Dado que dentro de este habría de contarse a Podemos, al final resultaría que el partido de los círculos solo podría acercarse a su objetivo de ganar a base de constituirse en elemento del "bipartidismo" y de situarse en la izquierda, ese no-lugar que sus teóricos, todos de izquierda, aparentan no reconocer.
 
Una última consideración, ya casi de rutina: ¿tampoco tendrá valor el PSOE para presentar una moción de censura a un gobierno que está preparando una especie de golpe de Estado "legal"?

Mi sosias ya tiene página web.

Sí, amable lectora, amable lector, mi sosias, Cotarelo, tiene ya su página web. La dirección es http://ramoncotarelo.com/. Está todavía en rodaje, pero ya apunta maneras, gracias a la pericia de mi amigo Pedro Fernández, el director de Publicoscopia, un sensacional diario digital. En ella encontrarán l@s lector@s todo lo que hay en el blog pero no es fácil de localizar, dada la estructura de roll down bloguera y, además, clasificado por temas. Hay un índice detallado, que incluye la biografía completa, los puntos más notables y/o controvertidos, bibliografía, noticias de prensa, declaraciones, entrevistas, artículos, ensayos, vídeos, reseñas, críticas, traducciones a otras lenguas, en fin, todo. Hasta cuenta con una galería fotográfica que, de momento, tiene pocas imágenes, pero que irá creciendo día a día, pues pienso hacerla completa.

De momento, subo como ilustración al post una foto de un viaje que hice en 2008 con mi hijo Andrés a lo largo de la la mítica Highway 66 Historical, la llamada Mother Road o Main Street of America, que va de Chicago a Los Ángeles y cruza el territorio indio, la de Easy Rider. Igual que unos hacen el camino de Santiago impulsados por la devoción, la fe y, sin duda, la curiosidad, yo hice este impulsado por los recuerdos y el amor a la libertad. Ciertamente, la curiosidad también se presupone. En el fondo, es lo que nos une a todos los seres humanos. Vengo del existencialismo y creo que, al final, cada cual elige según su idea y práctica de la libertad.

Esta foto está tomada en Colorado y el Stetson procede de allí.  De momento, la galería tiene solo imágenes solemnes, más de pompa y circunstancia, pero poco a poco irá incorporando elementos más personales. De este viaje, en concreto, habrá también fotos del Gran Cañón, de las reservas indias o de Las Vegas. 

dilluns, 13 de juliol del 2015

La unidad de las izquierdas.

En España hay unos 46 millones de habitantes. De ellos, aproximadamente 35 millones son electores y, descontada una abstención en torno al 25%, unos 26 millones de votantes. Entre 26 millones de personas tiene que haber de todo en punto a ideas políticas, confesiones religiosas, convicciones filosóficas, lealtades territoriales, aficiones deportivas, etc. Es una sociedad compleja, abierta, un mosaico, caracterizada por lo que Isaiah Berlin llama el pluralismo de valores. La coexistencia de estos es democracia. Lo contrario, el monismo de la  sociedad cerrada, la dictadura, la uniformación, lo inhumano.

En 2011 casi once millones de ciudadanos votaron al PP. Una mayoría. ¿Están hoy de acuerdo casi once millones de personas con un gobierno cleptocrático, corrupto, nacionalcatólico, incompetente, autoritario y represivo? Muchos de ellos parece que sí. Muchos otros, casi la mitad, según los sondeos, están dispuestos a votar otras opciones o ninguna. Procedimentalmente, la democracia consiste en constituir mayorías alternativas. Y la forma de hacerlo es consiguiendo que bloques enteros de electores cambien el sentido de su voto, abandonando una mayoría para constituir otra. Ese es el punto fuerte de Ciudadanos que, presentándose como una derecha menos corrupta y depredadora, quiere atraer los votos de los electores menos ultras del PP, liberales, liberales-conservadores, democristianos. Por eso C's representa un peligro para el PP pero también para el PSOE que, como opción de izquierda moderada, puede beneficiarse de muchos de esos votos centristas.

Por supuesto, aquí se sostiene que el PSOE es un partido de izquierdas dado que estas, como la sociedad en la que viven, son plurales y diferenciadas. No sé si es la verdadera izquierda. Tras haber escrito tres libros sobre esta ideología, confieso no saber qué sea la verdadera izquierda. Eso lo saben mejor los tuiteros que despachan el asunto en 140 caracteres lapidariamente con la necedad de que el PP y el PSOE son la misma mierda. Puede que sean mierda, eso es muy subjetivo, pero, desde luego, no la misma. El PSOE es un partido socialdemócrata, o sea, de socialismo democrático, moderado, reformista, como los que hay en los demás países europeos y que todo el mundo considera también la izquierda en ellos, los laboristas británicos, los socialdemócratas alemanes, los nórdicos, los socialistas europeos. En dichos países la verdadera izquierda (según ella misma) no existe o es insignificante. El PSOE es un partido con vocación (y experiencia) de gobierno. Por su centralidad, es un partido "atrapalotodo" (término que me gusta más que el de "partido de todo el pueblo") que aspira a conseguir votos en la izquierda, el centro-izquierda, el centro y el centro-derecha, como ya lo ha hecho en otras circunstancias. Nuestra sociedad es plural y las mayorías han de forjarse por agregación y consenso. Y si los cielos se toman por asalto (que está por ver), el gobierno democrático solo se consigue por consenso, por el asentimiento de la mayoría de los gobernados, según nos enseñó Locke. Es, además, un partido institucional; no lo fundó una dinastía hace unas lunas, como el PASOK, producto familiar de los Papandreu, sino que lleva camino de celebrar su sesquicentenario. Es, como el PP, una fuerza con una sólida base real que no va a evaporarse de la noche a la mañana por mucha batería mediática que lo castigue.

Luego está IU, los antiguos comunistas refugiados bajo otro nombre para sobrevivir tras el hundimiento del comunismo de los países del Este y su absoluto descrédito en todas partes. Los antiguos comunistas con sus antiguas manías, la más obsesiva de todas y en la que llevan treinta años fracasando, la del sorpasso a los socialistas por la tremenda, tratando de aniquilarlos, incluso a costa de facilitar el gobierno de la derecha. También esta opción de izquierdas tiene un núcleo de votantes, aproximadamente entre el 5 y el 10%, a todas luces insuficiente para influir en la gobernación del Estado y mucho menos de transformarlo. Es obvio que si quiere mermar votos a otras opciones e incrementar los suyos tendrá que cambiar algo. Pero no sabe qué porque el comunismo latente es una losa.

Surge así Podemos, mezclando dos procedencias: IU y el movimiento del 15M y aportando dos promesas que tuvieron un impacto enorme. La primera, el abandono, el olvido del comunismo. La segunda, la formulación de la teoría de una nueva izquierda, distinta de la tradición comunista y la socialdemócrata. El resultado fue llamativo en las elecciones europeas de mayo de 2014 y, sin estar a la altura de las expectativas generadas en aquellas, se ha mantenido por encima del voto tradicional a IU. La consecuencia fue la fagocitación de IU cosa que Palinuro lleva más de un año diciendo. No hay sitio para dos izquierdas radicales. También mordió algo en el ala izquierda del PSOE, pero no mucho. IU, en cambio, de hecho, está triturada. Podemos le gana incluso en su búsqueda del Grial de la hegemonía frente al PSOE. Los comunistas (entreverados de movimiento 15M) ven posible cumplir su sueño, sobre la base de dejar de decirse comunistas. Y lo mejor que puede hacer IU es disolverse en Podemos.

Pero IU se niega a tal cosa y, empujada por la necesidad, trata de actualizarse tardíamente copiando la fórmula de organización ómnibus bajo el nombre de Ahora en Común, cuya única finalidad, a juzgar por las veces que sus dirigentes lo niegan, es ir contra Podemos. No contra el partido, sino contra su propósito de presentarse en solitario a las elecciones enarbolando la bandera de la unidad popular expresión a la que todos rinden culto y no quiere decir nada. El caso es mantener IU y por eso salía al quite el maestro ciruelo, Anguita, hace unos meses profetizando con su habitual prosopopeya que Podemos pagará caro menospreciar a Izquierda Unida. Vamos que, como no haga caso a su enfático verbo, será "flor de un día". Sobre todo si se hace realidad la bicha que él más odia: una colaboración entre el PSOE y Podemos.

Por fortuna, Podemos se mantiene en su criterio. Se cumple la primera de las promesas antes señaladas: nada que ver con el comunismo o su triste sombra. Sin embargo flaquea, y mucho, en la segunda promesa, esto es, la formulación de una teoría de la nueva izquierda. La patente falta de profundidad de sus análisis y sus errados enfoques, muestran una pobreza doctrinal inversamente proporcional a las aseveraciones retóricas. Esa insistencia en disparar contra la dicotomía izquierda/derecha es casi inercial: por separarse del comunismo, tiran el niño con el agua sucia. Sustituyen la dicotomía por otra mucho más pobre, la de los de arriba y los de abajo pero que permite refugiarse entre las brumas de conceptos genéricos, como el pueblo o la gente. La sociedad es plural y no solo hay en ella una dicotomía izquierda-derecha, sino muchas otras que se entrecruzan: creyentes de diversas religiones y ateos, nacionalistas de una u otra nación, monárquicos-republicanos, centralistas-federales, feministas-machistas, conservacionistas-negacionistas, evolucionistas-creacionistas, etc. En realidad eso es el pluralismo, un entrecruzarse de dicotomías. La acción social son opciones colectivas en disyuntivas. Y la política aun más porque en ella se da también la muy importante dicotomía schmittiana de amigo-enemigo.

Los conceptos del pueblo (que parece ser el que ha de legitimar la mítica "unidad popular") y el de la gente son categorías abstractas. El "pueblo" no existe, salvo en las simplezas de Laclau y el empacho gramsciano. Como no existe "la gente". Las decisiones las toman las colectividades, pero las propuestas las hacen los individuos. Así es y ha sido siempre. Solo la mentalidad romántica del siglo XIX dio en imaginar un Volksgeist, un "espíritu del pueblo" que, por la magia del idioma alemán también pasa por "espíritu de la nación". Las consecuencias de estos delirios se padecieron en el siglo XX. No está bien volver a las andadas y caer de nuevo en el monismo, presumiendo que puede haber un único espíritu dominante. El espíritu es atributo del individuo. No existe la creación "popular". Como demostró Menéndez Pidal hablando del Poema del Cid, no existe la "poesía popular". Toda poesía es de autor. Otra cosa es que, al ir como rolling stone, reciba aportaciones distintas, cual sucede con la llamada "materia de Bretaña", y acabe considerándose obra colectiva. Pero no lo es. Su comienzo es de autor y sus modificaciones, asimismo de autor. El pueblo ni la gente pueden sustituir a los dirigentes. Así que, por debajo de estas consignas vacuas, Podemos tiene pendiente una teoría de la nueva izquierda. Y, desde luego, habrá de ser de la izquierda y dejar de hacer distingos artificiosos para ocultar la indigencia doctrinal.

Las dos fuerzas de la izquierda para las elecciones son PSOE y Podemos, las dos que tienen la obligación de ganar las elecciones por mayoría en una sociedad compleja, plural, fraccionada, conflictiva. Están obligadas a imponerse a una derecha que, como se ha visto en esta legislatura, está dispuesta a todo por mantenerse en el poder; dispuesta a vaciar la democracia de contenido, instrumentalizar las instituciones con fines partidistas, poner los medios de comunicación a su ciego servicio y, si llega el caso, cometer todo tipo de desafueros, incluso delitos. Dispuesta a todo. En la campaña electoral, cuya precampaña ha empezado ya de hecho, las dos fuerzas mayoritarias de la izquierda debieran concentrar sus críticas en el desgobierno de la derecha y la necesidad de restablecer la democracia y los derechos sociales, económicos y algunos políticos de los ciudadanos. Al mismo tiempo es lógico y legítimo que compitan entre sí. Es de esperar que en buena lid y sin golpes bajos porque son contraproducentes. Cuando el señor Mayoral, de Podemos, se tira el farol de que a quien teme Rajoy es a Podemos, no solo dice una falsedad sino también una tontería. Es obvio que Rajoy no teme a Podemos ni al PSOE por separado. Lo que teme es que se unan. Y teme con razón. Y por eso es por lo que ambos, PSOE y Podemos, sin abandonar sus singularidades, deben dejar de hacerle el juego atacándose entre sí para hacerle el contrajuego, atacándolo a él. Son cosas elementales.

Las elecciones dirán cuál de las dos fuerzas cuenta con mayores apoyos en la sociedad. Es importante saberlo aunque, para Palinuro, indiferente, pues confía en que ganará aquel de los dos que lo haga mejor. A continuación, habrá una unidad de acción de la izquierda, de toda la izquierda, la moderada y la radical, pues ambas se precisan mutuamente. Y no solo por razón de la cantidad de escaños, sino por la beneficiosa influencia que cada una de ellas ejercerá sobre la otra en el supuesto de que en ninguna de las dos anide esa estúpida pretensión de encontrarse en posesión de la verdad, única y absoluta.

Eso o cuatro años más de gobierno corrupto, neofranquista, nacionalcatólico y depredador.

diumenge, 12 de juliol del 2015

Miedos de ida y vuelta.

Pablo Mayoral, de Podemos, decía ayer que Rajoy solo tiene miedo a Pablo Iglesias. El "solo" delata la convicción de que el PSOE y Ahora en Común no preocupan a la derecha. Es una riña por ver quién es más combativo, quién la asusta más, pues ese será quien gane las elecciones.

A su vez, Rajoy, el líder de la derecha, decía también ayer en una Conferencia Política del PP con la que ha iniciado la que promete ser la campaña electoral más larga desde 1977, que no sabe qué sea el voto del miedo. No que no sepa lo que es el miedo, como un valiente galo, sino el "voto del miedo". Y, sin solución de continuidad, se lanzaba a meter miedo en todas direcciones, asegurando que, si llega a gobernar Podemos, la pensiones se reducirán, los supermercados se vaciarán y la gente tendrá que hacer cola para sacar dinero; o sea, corralito. Nada, sin embargo, que no haya hecho él. Él ha bajado las pensiones en términos reales y ha esquilmado el fondo de reserva de la seguridad social. Los supermercados no están vacíos pero, para quien no puede pagar los precios de los alimentos (y hay mucha gente pasando hambre en España y muchos niños con malnutrición) es como si lo estuvieran. Igual que las colas para sacar dinero. Será quien lo tenga, porque los parados y quienes cobran salarios de miseria, por más cola que hagan, no sacarán nada.

Es la peculiar lógica de un presidente que vive en la paradoja y la contradicción sin que ello le preocupe. En realidad, no le preocupa nada. Si es capaz de ser presidente del gobierno de un país acerca de cuya deuda no tiene ni la menor idea, es que, en verdad, todo le importa un pimiento. Él lo que quiere es mandar en su pueblo, cobrar los sobresueldos si se tercia, que sus compadres se forren y los conserjes lo saluden respetuosamente al ir al casino a jugar la partida de mus. Lo demás es secundario excepto, por supuesto, la lectura del Marca.

En su alegato a la Conferencia ha repetido el rollo de la recuperación y ha insistido en la necesidad de que no se hagan locuras, ni cambios a tontas y a locas, que se siga por el sendero trazado con toda eficacia por su gobierno porque, de otro modo, se pondrá en peligro la susodicha recuperación. A continuación, también sin solución de continuidad, ha asegurado a su gente que frente a las vanas y alocadas promesas de otros, el PP representa el verdadero cambio. Es decir, pide el voto de la continuidad y el del cambio al mismo tiempo. Resulta absurdo, por supuesto, pero nadie seguramente lo hará notar porque el personaje, todo él, es un monumento al absurdo, un personaje del teatro del absurdo.

En realidad, la Conferencia sirve para anunciar que por fin se harán primarias en el PP, así como la novedad de que el programa electoral del PP incluirá un proyecto de reforma de la ley electoral de modo que gobierne siempre la lista más votada, otorgándole una prima. Es una práctica autoritaria con ribetes de dictadura porque se trata de fabricar mayorías parlamentarias que no reflejan las de la calle. Esa fue una de las razones de la conflictividad de la II República. Lo sorprendente es que, dado el desprecio del gobierno por la democracia, no haya tratado de hacerlo ya en esta legislatura, para garantizarse el triunfo, más o menos como lo hizo Berlusconi en Italia en su día. Pero no haya cuidado: si los dioses dan la victoria al PP en las próximas elecciones, la reforma se llevará a cabo y la derecha se perpetuará en el poder porque ni siquiera en estas circunstancias de vida o muerte será la izquierda capaz de unirse.

Sobre la corrupción, el tema dominante de su gobierno y legislatura, aquel por el que será recordado, ni una miserable referencia. Ni para anunciar medidas anticorrupción. A fin de mostrar su voluntad de cambio dentro de la continuidad, como diría el Caudillo Franco, el PP ha cambiado el logo. No es la primera vez que lo hace. Debe de ser la sexta o séptima. Ahora ha copiado el círculo de Podemos y ha sacado una imagen bastante cómica. Menos mal que están las redes para arreglar las cosas y hacer bien lo que las gentes hacen mal. El logo de la derecha trasmite mucho mejor que el oficial el espíritu del PP, que es el de la corrupción, los sobres, los sobresueldos, las comisiones, las mordidas, las estafas de todo tipo. Algunos de los intervinientes en esta conferencia de contradicciones e incongruencias sí han reconocido la corrupción de su partido pero solo para decir que los corruptos ya están fuera y la organización ha pagado el precio político por ella. Ambas cosas son falsas. Algunos corruptos pueden volver al seno de la organización, por ejemplo Bárcenas, quien deberá ser readmitido o indemnizado con 900.000 euros si prospera la demanda que tiene planteada. Otros que ahora gallean dentro de la organización y hasta en cargos públicos, pueden verse mañana ante los tribunales acusados de las prácticas corruptas que son el modus operandi del PP. Y también es falso que ehayan pagado el precio político. Este solo lo pagarán cuando pierdan las elecciones y se disuelvan como partido, pues no lo son.

Porque es así: el PP parece más una asociación de delincuentes que un partido político, al decir de algún juez en debida providencia.

Y que esa banda que ha expoliado el país vuelva a ganar las elecciones sí que mete miedo.

dissabte, 11 de juliol del 2015

Carta abierta a Palinuro.

Desde que te has hecho tan famoso, Palinuro, es difícil hablar a solas contigo. Tengo que aprovechar estos viejos usos de las "cartas abiertas" para conseguir tu atención, distraída por las furias, las pasiones y quisicosas del momento.

No te hablaré de lo que, a mi juicio, haces bien. Suficientes enemigos tienes que ya se encargan de evidenciarlo a base de copiar tus juicios y propuestas sin citarte. Prefiero concentrarme en tus deficiencias, que son importantes y conozco muy bien. No en balde somos el uno doble del otro.

Arremetes con frecuencia contra la derecha impresentable que desgobierna este país, pero no eres suficientemente incisivo ni contundente y, como no será por miedo a que los psicópatas del ministerio del Interior te apliquen esa Ley Mordaza que se han sacado de sus enfermas mentes, será a causa de tu natural comedido, fuera de lugar aquí. Sigues incurriendo en el error de tomar a estos bárbaros como gente civilizada respetuosa de las reglas de la sociedad. Eres un pánfilo. El Tribunal Constitucional, una cuchipanda de carcundas y militantes del partido del gobierno, acaba de reconocer como "derecho a la objeción de conciencia", el atropello y la agresión de un farmacéutico a una clienta al negarse a despacharle la píldora del día después. Que las convicciones de una secta de peligrosos fanáticos del Opus Dei tenga que ser norma de obligado cumplimiento y la misma posibilidad de que los miembros de esta secta sean magistrados del Tribunal Constitucional demuestran que este país sigue en la Edad Media y que sus tribunales siguen siendo los de la Inquisición.
 
Igualmente sería justo que incidieras más en la naturaleza cleptocrática del gobierno. Ya sé que llamas sobresueldos a su presidente, pero no es bastante. Deberías insistir más en el carácter neofranquista de esta banda de corruptos que se han inventado un partido más parecido a una partida de asaltacaminos para esquilmar el erario. El neofranquismo va emparejado con la arrogancia y la estupidez más acrisoladas y, si alguna duda cabe, ahí están Casado y Hernando que en nada desmerecen de Cospedal y Floriano en punto a imbecilidad consumada.
 
No basta con hablar del nacionalcatolicismo. Debe resaltarse que España ha vuelto a ser una hierocracia, un gobierno de curas. Toda la legislación educativa se ha ajustado a sus deseos, sus privilegios se han consolidado y expandido. Hoy la iglesia católica es más rica que nunca y está compulsivamente presente en todos los ámbitos, religiosos, civiles y militares. Los curas mandan; Rouco manda. Mandan hasta los brazos incorruptos, las reliquias y los monigotes policromados que estos fanáticos veneran como los salvajes los tótems.
 
Eres también muy blando con la oposición. No subrayas que IU, el disfraz que se buscó el Partido Comunista de España para tratar de engañar a los votantes, lleva treinta años viviendo de la fábula de erigirse en la verdadera izquierda o izquierda transformadora, no habiendo sido capaz ni de transformarse a sí misma ni de ser algo más que una fuerza testimonial que incluso ha olvidado el testimonio que quiere trasmitir. Y poco mencionas que solo ha servido para restar votos al PSOE, a veces aliándose con la derecha, a veces por libre.
 
Casi te dejas embaucar por los cantos de sirena de Podemos, que parecían inaugurar una época en que, a raíz de la conciencia universal del fracaso del comunismo y del capitalismo, se articulaba el discurso de una nueva izquierda no comunista y no socialdemócrata. En realidad, se trataba de los mismos de IU, sus nuevas generaciones que, hartas de cosechar derrotas, formularon un discurso pragmático, de un leninismo subrepticio. Chupando rueda de los movimientos espontáneos de protesta por la crisis, crearon un partido con el que anhelaban conseguir el viejo sueño del PCE y de IU de desplazar a la socialdemocracia y ponerse en su lugar. A punto estuviste de dejarte engañar por una parafernalia muy vistosa de aparentes novedades en formas, consignas, estilos, juicios, doctrinas que, en realidad, estaban todas plagiadas de las más diversas latitudes.
 
Apenas te has decidido a emitir juicio sobre los intentos de organizar confluencias para formar una especie de frente de las izquierdas residuales que se aprovechen del tirón de Podemos. Estas propuestas, como la de Ahora en Común, en su abrumadora falta de originalidad, son ejemplos de manual de la antigua táctica leninista de las  organizaciones de masas, tras de las que se camuflará una fuerza de vanguardia (obviamente, IU, es decir, el PCE de toda la vida) que será su nervio y cerebro gris. Su insistencia en ir del brazo de Podemos (que, muy sabiamente, no quiere saber nada de este coro de egos y narcisos desaforados, pues ya tiene los propios y desmesurados) solo prueba que son muy conscientes de que no sirven más que para dividir el voto de la izquierda. Y tampoco mucho porque, si así fuera, quizá tuvieran alguna esperanza mayor de que los de los círculos les hicieran algún caso.
 
Eres muy contemporizador con la deriva del PSOE no solo hacia la moderación sino hacia la condición de partido dinástico, monárquico y bien avenido con la carcunda hispana, de la que participan algunos de sus chupacirios más conocidos, como Fernández de la Vega, Bono o Paco Vázquez. No subrayas suficientemente que la coyunda entre la socialdemocracia y el neoliberalismo, propia de Europa y extensiva a España, demuestra que el PSOE ha perdido no ya su vena revolucionaria sino la tímidamente reformista. Apenas señalas que el partido, dirigido por una coterie de burócratas y paniaguados, carece de iniciativa política, de ideas y empuje porque los beneficiarios de los intereses creados, los enchufados de las jefaturas, no permiten una vida de debate interno real, ni una crítica, ni una discrepancia. Un partido apoltronado, complaciente y acobardado, incapaz de hacer verdadera oposición parlamentaria y mucho menos de presentar una moción de censura al gobierno más corrupto, desacreditado, impopular y reaccionario desde la muerte de Franco. Quizá desde antes.
 
Por último, impulsado por tu apoyo al derecho a decidir de los catalanes, te acomodas a una visión acrítica del proceso soberanista. Escurres el bulto cuando, en el curso de la controversia, se producen conflictos generados en la manía de los seres humanos de imponer criterios propios con fines partidistas. Justo lo peor para el objetivo independentista. La idea de la lista única por la independencia es buena, pero no puede convertirse en la moneda de cambio para que unos u otros, desde Mas a las CUP, pasando por todos los demás, traten de imponer sus criterios particulares. Todas las propuestas para esa lista pueden debatirse, pero ninguna debe imponerse sin consenso general. Y menos sacralizarse. Si su articulación es difícil, hay otras formas de proceder a instrumentalizar el objetivo, que es la unidad en unas elecciones plebiscitarias. La unidad ha de estar por encima de todo. Cueste lo que cueste.

Y eso reza también con las izquierdas españolas.

En fin, Palinuro, que tienes que ser más contundente.
 

El toque español.

Los cines Verdi de Madrid tienen en cartel una interesantísima película casi desconocida, dirigida, guionizada e interpretada por Fernando Fernán-Gómez sobre una novela de 1960, de Juan Antonio de Zunzunegui. Rodada en 1963 y estrenada en 1965, formaba parte de una trilogía cuyas dos primeras partes tuvieron cierta difusión. Esta, en cambio, desapareció de los circuitos, no se pasó por la televisión y es considerada como la "película maldita" del director. Todo a causa de los problemas con la censura franquista y que, si no fueron a más, se debió, probablemente, a que Zunzunegui era un escritor falangista, académico y bien visto por el régimen.

El film pasa por ser una muestra de realismo español con gran influencia del neorrealismo italiano de la época. Cierto, hay muchos elementos narrativos que recuerdan los relatos del cine italiano de ese género. Pero su nudo esencial -mejor dicho, sus dos nudos entrelazados- se narran con una perspectiva profundamente española. Es un realismo, un naturalismo si se quiere, alejado del espíritu amable, crítico, pero desenfadado del neorrealismo italiano, de carácter más duro, melodramático y truculento de la tradición española.

La historia refleja de modo inevitable por la época del rodaje un momento de transición entre la España autárquica del subdesarrollo y la España desarrollada de los sesenta. Las formas comienzan a cambiar tímidamente pero el peso del pasado, sus usos y costumbres, es aún atosigante, cosa que se registra en la narración de modo involuntario. Las fuerzas represivas, los militares, la autoridad, la Iglesia, están llamativamente ausentes. Y más aún, las dos únicas manifestaciones, el padre de familia, un guardia municipal, y uno de los hijos, un seminarista fracasado, pueden verse casi como caricaturas de aquellas. Pero, en realidad, no hacen falta. En los años sesenta, la sociedad ya ha interiorizado el superyo impuesto a tiros por los vencedores de la guerra. Los niños han sido educados en el nacionalcatolicismo más ramplón y miserable de obediencia y sumisión. Los adultos han olvidado ya qué era la libertad, los derechos y la dignidad de las personas. El imperativo social es sobrevivir como sea en un ambiente de control asfixiante, tratando de aprovecharse todo lo que se pueda y de no significarse en demasía pues eso es peligroso.

La trama, muy poderosa, se separa bastante del realismo ambiente. Está dividida en dos vectores, ambos de carácter fuertemente literario. De un lado, una historia de perdición personal del protagonista, un ludópata adicto a las quinielas que ocasiona finalmente una tragedia, y, por otro una de odio entre dos hermanas que asimismo acaba en tragedia. Esta segunda rompe algo los moldes del realismo porque es muy original. De hecho, al escribir "odio entre dos hermanas" me doy cuenta de que es una situación tan poco tratada en la literatura que carece de adjetivo paralelo al de cainita. No es fácil encontrar historias de odio entre hermanas. La más cercana que se viene a la memoria es la de ¿Qué fue de Baby Jane? y no incluye odio simétrico como esta. En sí mismo este choque, que materializa una oposición primitiva entre el bien y el mal, el pecado y la virtud, tiene un elemento teatral, procedente, supongo, de la circunstancia de que Zunzunegui, además de novelista, fuera crítico teatral y se introduce a sí mismo en la narración como uno de los personajes, precisamente crítico de teatro y, por cierto, bastante difícil de encajar en el realismo de la obra.
El toque español está en esa obsesión generalizada con los asuntos sexuales y la mezcla de autoritarismo indiscriminado (compatible con cierto paternalismo en las relaciones laborales que hoy llama la atención), con el machismo más subido, el maltrato a las mujeres resignadamente aceptado, la hipocresía de las relaciones familiares y el grado de estupidización de las gentes, visible en unos originales flash backs de un concurso de "Miss Maravillas" y unos planos de un partido de fútbol con las gradas abarrotadas, como de costumbre.
 Los exteriores y los planos de interior son escrupulosamente realistas y quien quiera saber cómo se vivía en España a fines de los 50 y comienzos de los 60, específicamente en el barrio de Maravillas de Madrid, el de Rosa Chacel de antaño y el patio Maravillas hogaño, que vaya a ver la película, cuya ambientación es impecable porque no es ambientación sino la realidad cotidiana misma. Puro realismo. Y una película extraordinaria, con gran dirección e interpretación y algunos defectos de guión.
La España de ayer y de hoy.

divendres, 10 de juliol del 2015

Sumar restando.

En las próximas elecciones generales se presentará la derecha unida en torno a  un logo nuevo que es todo cuanto está dispuesta a renovar. No le hace falta más. La fórmula hasta ahora le ha dado un resultado óptimo, pues ha gobernado el país con mayoría absoluta durante cuatro años y de paso, lo ha esquilmado con todo tipo de corrupciones y estafas. Además, ha impuesto su nacionalcatolicismo en una involución ideológica que, en algunos aspectos (como medios de comunicación, orden público, enseñanza, derechos laborales, etc) ha hecho retroceder el país a los tiempos del franquismo. A su vera trata de conseguir algo de relieve una organización de supuesto centro, Ciudadanos, cuya función real es remansar los votos de la derecha que se fuguen del PP.

Frente a este bastión se concentran cuatro columnas de ataque de la izquierda que tratan de conquistarlo, pero cada una por su cuenta. La primera es el PSOE, el viejo y venerable partido de la izquierda dinástica, que comparte con la derecha largos años de memorias y experiencias parlamentarias desde la transición. La crisis y la singular impericia de su dirección lo hundieron en la segunda legislatura de Zapatero y en las elecciones de 2011 sufrió una derrota sin precedentes en estos tiempos de mediocre democracia. Esa crisis y los subsiguientes cuatro años de gobierno cleptocrático de la derecha, provocaron la aparición de un amplio movimiento de protesta cristalizado en diversas fuerzas orgánicas que ahora compiten entre sí por enfrentarse al PP en las elecciones. A día de hoy aparecen Podemos, Ahora en Común y el nuevo partido de Alberto Sotillos, Decide en Común. Pero lo único que en verdad tienen en común es que ninguno considera al PSOE como un "verdadero" partido de izquierda y eso que muchos de los militantes y dirigentes (sobre todo dirigentes) de las nuevas formaciones proceden de él y a pesar de que es con el que están pactando en municipios y comunidades.
El que habla con más claridad, quizá por su juventud, es Alberto Sotillos quien, al frente de un grupo de escindidos del PSOE, ha creado uno de estos partidos nuevos, Decide en Común, cuyo objetivo, formulado con espíritu surrealista, consiste no en restar sino en sumar. Para sumar aquí empieza por restar en su antiguo partido. Claro que este no es de izquierda. ¡Si lo sabrá él, que viene de allí! Y, para que se vea su voluntad de sumar, apenas se ha  constituido como partido y ya está llamando a la puerta de Podemos.  
A la puerta de Podemos llama también una nueva formación que está gestándose estos días, Ahora en Común. Es el último intento del sector garzonita de IU de poner en pie una plataforma de acuerdo, una organización unitaria que amalgame en feliz unidad de acción a todas las fuerzas a la izquierda del PSOE. Su pretensión es enfrentar con un hecho consumado unitario a Podemos, siendo así que estos ya han anunciado que, viendo con buenos ojos todo proceso de confluencia, el referente siguen siendo ellos y solo ellos. No es probable que esta disyuntiva se resuelva en un sentido u otro antes de las elecciones, pero sí lo es que, si Ahora en Común consigue consolidarse, restará votos y quien sabe si militancia, a Podemos. Esta organización presenta un aspecto monolítico, con unidad de mando, y se revela incompatible con la articulación de un movimiento que refleje la rica variedad de la izquierda española, un firmamento en el que luce una pluralidad de cuerpos celestes.
En resumen, la izquierda aparece aquejada del viejo vicio del ejército español: demasiados generales para tan pocos soldados. Demasiados jefes para tan escasos militantes. El ejército español no ha ganado una guerra internacional de cierto fuste hace más de trescientos años y una izquierda tan atomizada lleva camino de repetir la hazaña en las elecciones.
Este fraccionamiento con rabiosos toques de narcisismo y egocentrismo es el que está favoreciendo más la recuperación del PSOE como alternativa verosímil a un PP tan desnortado que imita a Podemos en su nuevo logo.

dijous, 9 de juliol del 2015

Volte Face.

El lunes salimos todas las izquierdas a celebrar la valentía, la dignidad del pueblo griego que, con un 61% de "no" y un 38% de "sí", había dado una lección de coraje, soberanía y patriotismo a toda Europa, diciendo "no" a la Troika, al chantaje de los bancos, a mayores sacrificios del pueblo griego. Y el primero de todos, Palinuro, que concluía que la jornada había sido un éxito para Grecia y, curiosamente, redundaría en beneficio interno del PP, que pedía el "sí" y Podemos, que pedía el "no", mientras que el PSOE había metido la pata porque no se había declarado abiertamente a favor del "no" del pueblo griego y había jugado a la indefinición más timorata.

Dos días después, ya no estoy tan seguro. Verdad es, el "no" de los griegos es un "no" valiente. Pero también suicida, si no puede sostenerse después frente a la presión de los acreedores y ese mismo pueblo se ve luego obligado a aceptar las duras condiciones que querían imponerle e incluso agravadas. Tsipras aceptaba ayer las tres principales medidas que los griegos habían rechazado indignados el domingo anterior: subida del IVA, recorte de las pensiones y no reestructuración de la deuda. Y todo eso, ya.

Una volte face completa. Para ese viaje del "no" inicial al "sí" del miércoles, no hacían falta las alforjas. La situación ha dado un giro de 180º y ahora ya no está tan claro que los beneficiarios políticos del desastre griego sean el PP y Podemos y el PSOE, en cambio, haya metido la pata y se quede fuera. El 61% del apoyo popular era un mandato fuerte para que Tsipras negociara ¿qué? Obvio: un nuevo acuerdo con la Troika o la salida de la eurozona. Esta segunda posibilidad ya se desechaba antes de saber los resultados y, con estos en la mano, el nuevo acuerdo ha resultado ser el viejo y agravado.

El discurso de Tsipras en el Europarlamento para presentar las nuevas reformas se ha moderado mucho. Ahora ya no se presenta la calamidad griega como el resultado de una conjura de bancos y capitales que quieren arruinar a Grecia, sino, en gran medida, por las negociaciones de los gobiernos griegos en las cinco años anteriores a la llegada de Syriza al poder y las condiciones de los dos rescates anteriores. Y hay más: los griegos reconocen asimismo ahora en sede parlamentaria que la culpa de su situación es básicamente suya, a causa del clientelismo, la corrupción y la evasión fiscal que practicaron los gobiernos anteriores. Justamente los rasgos más acusados de la derecha en España y del PP en esta legislatura en concreto: clientelismo, corrupción y evasión fiscal, es decir, las causas de la crisis en este país, agudizada por los latrocinios de un partido que hasta los jueces consideran una especie de banda de ladrones. La crisis griega es, sobre todo, resultado del desastre griego y la española, resultado del desastre español. Es absurdo confiar en que van a sacar al país de ella los mismos que la ocasionaron.

Así que no es cierto que el PP vaya a beneficiarse del resultado del referéndum griego. Al contrario: aparecerá como la viva imagen de los partidos corruptos griegos y habrá de pagar su parte de responsabilidad en merma de apoyo electoral.

Y lo mismo le sucede a Podemos. Si el bravo "no" griego no puede mantenerse frente a la dureza de la troika y Syriza tiene que ceder y tragar lo que antes rechazó, afectará negativamente a la campaña de imagen de Podemos. Por supuesto, es muy fácil animar a otro a saltar en el vacío y aplaudirlo. Pero ¿qué puede o quiere hacerse después de que el otro se haya estrellado contra el suelo? Si no pude hacerse nada, si no cabe evitar que se estrelle, si no se puede impedir que, para mantenerla en el euro, la Troika imponga a Grecia condiciones más dacronianas, ¿cual será el discurso de Podemos?

Vendría así a resultar que, en definitiva, la posición ambigua, moderada, indecisa del PSOE era la más acertada. Lo siento por los amigos que firman el artículo de Público Grecia: el triste papel de la socialdemocracia porque da la impresión de que el triste papel es el de los articulistas.

Nadie en Europa quiere que Grecia salga de la zona euro. Pero nadie tampoco parece fiarse de los griegos excepto los de Podemos y otros izquierdistas que quizá estén sentando plaza de ingenuos. Tsipras reconoció en el Europarlamento que la desgracia griega no era de importación sino producida en la corrupción general del país, como en España.

Pero hay algo más, algo que, de ser cierto, dejaría a toda la izquierda no socialdemócrata en una posición ridícula mientras que dignificaría la actitud del PSOE. Se trata de la hipótesis, formulada por Ambrose Evans-Pritchard (el hijo de E. E. Evans-Pritchard, por cierto, gran teórico de la antropología británica) en el Telegraph de que, en realidad, Tsipras convocó el referéndum del domingo con el deseo de perderlo, lo cual mejoraría su posición de negociación, pues no se vería obligado a mostrar que el referéndum era un bluff. Bien pudiera ser cierto. Es hasta probable y no muy infrecuente en política. Cuando estas izquierdas ingenuas recuperen la serenidad quizá recuerden un chiste que circulaba mucho en los tiempos del referéndum en España y que describe muy bien estas complejidades de posiciones que se amagan y no pueden extenderse. Se decía que el referéndum se ganaría con seguridad si la pregunta fuera: ¿Quiere usted que España se quede en la OTAN con su voto en contra?

A la sombra de su sombra.

Juan Maestre Alfonso (2015) Persiguiendo mi sombra. Pecado, culpa y sociedad en la España de Franco. Salamanca: Comunicación social (297 págs.)
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He leído de un tirón el libro de Juan Maestre. Me atraparon los dos primeros párrafos, en los que cuenta cómo un cura abusaba de él con prudencia jesuítica cuando era niño. El hermano Z. (casi todos los nombres en la obra vienen en iniciales) le metía mano. No a fondo, pero sí lo suficiente para que el chaval tardara veinte años en contárselo a alguien y, además, a un compañero de colegio, que es un contar a medias, y unos sesenta en explayarse sobre ello en público.
 
Es un libro de memorias, pero tan original y personal que se lee como una novela. Porque viene novelizado. Maestre, con toda una larga trayectoria de sociología cualitativa a la espalda, influido por Jesús Ibáñez y sus grupos de discusión, por Ángel de Lucas y, sobre todo, por la técnica de las historias de vida, en la que tiene reconocida reputación, ha pasado a contar la suya pero a través de las de los demás. Incluso cuando habla de sí mismo (capítulos primero y último) lo hace distanciado, en los momentos de apertura y cierre, por así decirlo, de su ciclo vital. Verse a sí mismo en el recuerdo como otro y verse a sí mismo en el retrato de hoy pero como un tercero, introduce una visión literaria. Las historias de vida son cruces de caminos en que se encuentran varias ciencias sociales y la literatura. De hecho las memorias están siempre, obligatoriamente, realizadas desde la perspectiva que los novelistas llaman "narrador omnisciente".  Y eso sucede en persiguiendo mi sombra, en dos capítulos habla de sí mismo a través de sí mismo y en cuatro de sí mismo a través de otros, y en todos prevalece la figura del narrador, punto al que se refieren las historias propias y las de los demás.
 
Una obra así concebida, escrita en un castellano fluido, elegante, sobrio, sincero, encandila. No se lee; se devora o se bebe. Fui posponiendo otros quehaceres, sacando tiempo de donde no lo había, hasta concluir la lectura, fascinado por el despliegue de una vida que, en su mayor parte, ha transcurrido bajo el franquismo, como se hace notar en el subtítulo de Pecado, culpa y sociedad en la España de Franco. Concluido el leer, llegó la perplejidad. Ese libro narra también mi vida. No solamente porque sea más o menos coetáneo del autor sino porque algunos de los personajes de que trata también los traté yo, porque los lugares de su infancia en Madrid son los míos en mi adolescencia. El cuadrilátero urbano que dibuja, Bilbao, Quevedo, Argüelles y Dos de mayo (p. 257) me es tan familiar (ampliando el límite sur del Dos de Mayo hasta el metro de Noviciado) como mi cuarto. Y porque fui partícipe de algunas de las peripecias que cuenta, no en los episodios narrados, pero sí en otros.
 
 Mi primera reacción fue ponerme al teclado y escribir un ditirambo. Yo también publiqué hace unos años una especie de memorias, igualmente mezcladas con consideraciones sociales y políticas que, en el fondo, nos sirven a los académicos para no ir demasiado a lo privado, (Rompiendo amarras. La izquierda entre dos siglos. Una visión personal. Madrid: Akal, 2013). En la medida en que eran memoria, también recreé esos paísajes urbanos, incluidos los bulevares, de cuya desaparición se lamenta Maestre. Sí, preciosos aquellos paseos centrales arbolados por cuyas veras subía y bajaba el tranvía que iba a Rosales, pero absolutamente incompatibles con la densidad de tráfico que hoy soportan los cinco tramos de Marqués de Urquijo, Alberto Aguilera, Carranza, Sagasta y Génova. Cinco nombres de calles de Madrid sin  ningún militar ni santo ni cura. Un milagro. El resultado hubiera sido una crítica laudatoria, hablando de los viejos tiempos, que no tiene mayor interés.
 
Luego reparé en que las coincidencias de lugares, hechos y personas, dan pie a muchas discrepancias también. Juicios sobre las personas, valoraciones de los hechos, interpretaciones de las relaciones. Mi segunda reacción fue de nuevo saltar sobre el teclado a dejar constancia de mis objeciones, críticas, reproches, a meterme en donde no me llaman y enjuiciar al autor. La crítica podía convertirse en una controversia, en una diatriba. Pero no por ello tendría mayor interés si bien, quizá, mayor audiencia, por cuanto siempre atrae más la riña que la concordia, aunque lo correcto sea decir lo contrario.
 
Me llevó más decidirme a comentar el libro que leerlo. Al final me puse a hacerlo adoptando como guía el huir de los dos extremos, el ditirambo y la diatriba, pues ambas actitudes obscurecen y acartonan el relato. Basta con que este se componga de observaciones espontáneas, surgidas al paso de una lectura que tiene muchos registros pero aparece unificada por un hilo conductor: el de un hombre que intenta exponerse como se ve. Con otro paralelo: el de un lector que trata de entender cómo se ve el autor y, de paso, verse a sí mismo como punto de referencia. Y ese es a mi juicio el mayor mérito del libro de Maestre, que nos interpela personalmente. 
 
Así que el hermano Z le metía mano. Maestre se educó en los jesuitas de Areneros y eso marca. Elitismo, privilegios, disciplina y mucha hipocresía. Claro que marca. Maestre ve su propia vida como una lucha por librarse de la marca. Y no está muy seguro de haberlo conseguido. Este capítulo autobiográfico lo prueba.  "En materia de castidad no existe pecado venial", le decían. Considera que es algo tremendo que todavía lo obsesiona y le afecta porque entiende que la represión sexual fue una constante de su generación, de la que esta no podía sustraerse y la mayor a que se la ha sometido y lo reitera en la obra (pp. 18, 41, 159). Recordando los ejercicios espirituales, acaba asimilando el colegio a un campo de exterminio, como los de los nazis y los comunistas pero, como a estos, el tiro les salió por la culata pues fueron muchos los que se situaron en las antípodas de lo que los jesuitas querían (p. 52). Los jesuitas sufren a veces esas paradojas. Recuérdese a Voltaire, siete años interno con los jesuitas de Louis-le-Grand. Pero tampoco es el asunto tan drástico. A pesar de irse a las antípodas, reconoce que, aun habiendo roto los lazos institucionales, mantiene relaciones "fluidas, sinceras, distendidas" con los padres (p. 65). Igual que Voltaire, cuya veneración por algunos de sus maestros le duró toda la vida.

De los jesuitas alaba cierto espíritu igualitario que probablemente enlaza con el de las misiones del Paraguay y que se observaba en el hecho de que el colegio tenía también unos internos uniformados de los que, dice, los externos intuían que "no eran de nuestra clase" (p. 59). Es curioso. Yo me eduqué en un colegio de medios pelos, gestionado por el arzobispado de Madrid y también me llamaron la atención aquellos internos uniformados. Eran los contingentes de huérfanos de distintas instituciones que los colegios de Madrid tenían que admitir después de la guerra. Nunca los consideré de "otra clase" y tenía amigos entre ellos, como entre los externos. Claro que, como hijo de republicanos vencidos en la guerra civil, eso no me era difícil. Maestre expone reiteradamente su conciencia de ser de familia de vencedores. Yo crecí en familia de vencidos. Pero de vencidos que se consideraban moralmente vencedores. Algo que muchos vástagos de los vencedores de la generación de Maestre acabaron aceptando, lo cual explica algunos misterios de la historia reciente del país.

Además de ser hijo de vencidos que no aceptaron la derrota y siguieron luchando por la República, en mis años de colegio jamás vi un cura. El único clérigo era uno secular encargado de los frecuentísimos ritos religiosos de la época, misas, rosarios, via crucis. Todo el profesorado era seglar. Hasta el profesor de religión era un cura défroqué y algunos de los enseñantes hasta republicanos a las escondidas, habiendo sobrevivido con argucias a las temibles depuraciones que hicieron los fascistas. La pederastia allí estaba descartada y la represión sexual era parte de la represión general de las ordenanzas hispanas, pero acababa a las puertas del colegio y cada cual se buscaba la vida como podía, algunos con notable éxito.

Profesa Maestre gran admiración por su compañero de curso V. P. D., quien llegó a príncipe, categoría definitiva en el ámbito jesuita. Pero se molesta porque V. P. D. consigna en un libro valoraciones negativas (que él considera superficiales y periféricas) de la labor de los jesuitas en América y del padre Arrupe en concreto (p. 65). Son los misterios de la marca de la casa. Al hermano de Voltaire lo educaron los jansenistas y las conversaciones entre ambos debían de ser asaz curiosas. Por mi parte no comparto en absoluto la admiración de Maestre por la capacidad intelectual de V.P.D. pero sí coincido con este en tener muy pobre opinión de los jesuitas allí en donde se den.

Salido del colegio con propósito de no ser monje, Maestre opta por las armas. Será soldado y se prepara para la carrera militar. Esta parte de la historia ya tiene una ajena, la de su compañero Antonio quien, fracasado en el mismo intento castrense, acaba al parecer, suicidándose en Peñíscola. Su propio abandono de la vocación militar se explica a la luz de su juicio actual sobre las fuerzas armadas de entonces (el actual ha mejorado) a las que hace responsables de la  "tibetanización de la nación" (p. 80, 187). El término tiene una claro eco orteguiano. España necesitó 16 años para superar la brecha de la guerra civil y vivía "tibetanizada" en Europa (p. 89). Y el plazo parece desacertado. En 1955 no se superó brecha alguna, salvo que se interprete por tal el ingreso en la ONU, cosa poco convincente. Hoy, además, sabemos que, mientras haya más de 100.000 personas asesinadas en las cunetas de España, esta no habrá superado brecha alguna.

Hay un toque de color en la aventura militar de Maestre al referirse al africanismo de Franco: la "guardia mora" (p. 90), la "guerra de Ifni" (p. 91). El "africanismo" tenía un toque casi tribal. El espectáculo de la guardia mora era de película de Hollywood y, de hecho, lo que la historia gráfica recuerda de aquella guerra semioculta es la visita que hizo Carmen Sevilla a las tropas en Sidi Ifni en la nochevieja de 1957. Una imitación de la que hizo Marilyn Monroe a las tropas yanquies en Corea en 1954. El país es así. Puro plagio.

Por fin Maestre reconoce que tampoco quiere ser soldado y se apunta a las letras. Y ese es el comienzo de su tercera vida, que resulta ser la definitiva. Estudia Derecho, Ciencias Políticas, Graduado Social, se licencia, se doctora y emprende una vida que casi puede caracterizarse de errante por distintas geografías, recala en Lovaina, es becario en Israel, escribe dos libros (luego, llegarán más), es sociólogo del ministerio (p. 96), viaja por América, ejerce docencia y asesoramiento en diversas partes del mundo, hace política en España y finalmente se jubila en la Universidad hispalense en la que es emérito, rodeado del reconocimiento de colegas y discípulos. Atalaya desde la que describe su vida en clave de vidas ajenas

Metafóricamente podríamos asimilar la decisión de Maestre de colgar los futuros hábitos y renunciar a lucir uniforme a una especie de rebelión final contra la figura del Padre. Al fin y al cabo, está muy presente en su ánimo su idea de proceder de una "típica familia de clase media-alta, católica a lo hispano, de derechas y, en consecuencia, de los vencedores de la guerra civil..." (pp. 94/95, 164, 174, 178, 236), en donde esos oficios se verían con buenos ojos. "Padre", llega a firmar Maestre, es la palabra clave en la educación de Antonio, (p. 101), el supuesto suicida de Peñíscola. Porque, añade, el problema del padre es el de su generación, que considero la mía, porque desemboca en el autoritarismo que parte del régimen e invade la familia, sobre todo la familia del régimen. Muchas reacciones antifranquistas eran a veces reacciones contra el padre (p. 105). Sí, el padre suele ser el problema, pero también cuando falta. Mitscherlich, el discípulo de Freud, consideraba que la sociedad alemana de la posguerra era una "sociedad sin padres", lo cual era estrictamente cierto dado que en la guerra habían muerto muchos de los que hubieran podido serlo o ya lo eran. La presencia o la ausencia del padre son siempre problemáticas. En mi caso, por ausencia, dado que mi padre se exilió y yo crecí en un matriarcado.

La vida política de Maestre parece haber sido tan moderada como radical su doctrina. En otro capítulo pergeña la vida de otro personaje, Fernando, un elemento pocedente del frente de juventudes (p.141) que se pasa a la izquierda y se enamora de una señorita bien, Gloria, quien le correspondía. Lo grueso del relato -que las nuevas generaciones harán bien en calibrar, tratándose de la España de los años sesenta o setenta del siglo XX- es que la familia no aceptó la situación y metió a la niña en un hospital psiquiátrico en Santander durante cinco años (p. 148). Fernando no pudo sacarla de allí y acabó casándose con otra. Su izquierdismo lo llevó al PSOE y el autor, que reconoce haber militado cierto tiempo en el PCE, lo juzga como "visceralmente anticomunista" (p. 154) pero aun así, capaz de hacer campaña en contra de la permanencia de España en la OTAN. Siempre me ha llamado la atención esa expresión de "visceralmente anticomunista" con la que los militantes del PCE daban por perdidos los casos de determinados interlocutores. Y la verdad es que, los breves meses que yo estuve en el PCE, tambén encontré muchos comunistas que eran "visceralmente antisocialistas". En realidad, entre el PCE y el PSOE siempre ha habido muchas vísceras. Maestre parece haberse movido más cómodamente en la esfera del PSOE que izquierda es, al fin y al cabo. Ignoro qué actitud adoptaría frente a la cuestión de la OTAN, que fue muy reñida. De mí puedo decir que me pronuncié por el sí sin ser ni haber sido nunca militante del PSOE, únicamente empujado por mi convicción de que España debía dejar de ser "singular" y estar en todos los organismos y organizaciones en que estuvieran los llamado "países de nuestro entorno". No hace falta señalar que hube de aguantar entonces y aun ahora, mucha "visceralidad".

El capítulo dedicado a un tal José Luis A. trata de un episodio que también me toca muy de cerca. En los años 60, la guardia civil detuvo a tiros a dos miembros del Partido Comunista de España (m-l), cuyo dirigente por entonces era mi padre y en el que no milité jamás. Uno de los detenidos, Riccardo G., un italiano, recibió un tiro en la boca (p. 164). Riccardo era amigo mío. Habíamos estado juntos en el PCE y, luego, mientras yo abandoné  toda militancia partidista, él se hizo prochino. Desde entonces nos hemos visto ocasionalmente. Curioso destino el suyo. Maestre actuó como su abogado el juicio que se le siguió en el Tribunal de Orden Público, pero la historia que le interesa es la de José Luis A., el copiloto de Riccardo en el momento del disparo. Igualmente un ejemplo de buena familia, muy católica y muy derechas, exmiembro del Frente de Juventudes (p. 173), admirador del Tercer Reich y también militar frustrado. Un caso similar al del autor que confiesa haberlo perdido de vista cuando salió de la cárcel (p. 195) y no sabe que haya hecho nada. Con algo de resignación viene a decir que, en definitiva, la Transición la hicieron los "reformistas del franquismo", Suárez, Rosón, Martín Villa, Aparicio Bernal, Gabriel Cisneros (p. 172), en realidad, los que habían hecho la carrera a la que  José Luis A. se destinaba a sí mismo y de la que se desvió.  

Hay un curioso capitulo dedicado a Tomasa, la sirvienta que estuvo prácticamente toda la vida con su familia, a la que llama "asistenta" y que luego heredó él. "Una más de la familia". En casa de mis abuelos paternos siempre había un par de criadas y una cocinera, generalmente chicas jóvenes que mi abuela traía de la aldea y a las que renovaba según volvían a ella para casarse o porque las familias las reclamaban. Es decir, ninguna duraba. En casa de mis padres hubo en ocasiones alguna interna pero que también cambiaba con frecuencia, según dictaban las oscilantes circunstancia económicas de la familia, nunca muy boyantes y, a veces, angustiosas. Es decir, no he conocido esa experiencia de la sirvienta "de la famila", que ve crecer a los hijos y acaba siendo como una especie de madre para ellos. En todo caso, al autor le sirve no solo para dedicarle un recuerdo sentimental sino también para asomarse al mundo de la gente más pobre y desasistida. Tomasa era hija de un peón caminero que tuvo abundante descendencia. Casó con uno de su condición y tuvo la mala suerte de montar la casa en Brunete, el de la famosa batalla. Al terminar esta, ya no tenía casa y pasado poco tiempo, quedó viuda y, luego perdió a su hijo. Las observaciones de Maestre sobre la resignación y el fatalismo con los que Tomasa vivió su duro destino son de las más ilustrativas de un libro en el que hay muchas otras, pero no sé si tan sentidas. (p. 220).

Los capítulos centrales nos llevan por otros vericuetos al trozo autobiográfico del final en el que Maestre despliega sus tres nombres, Juan Mariano Julián, y da las últimas pero muy significativas pinceladas al cuadro. Matiza el autor la imagen de "familia privilegiada de vencedores", situándola, al menos en parte entre los "desertores del arado", si bien añade que eso pasa a casi todo el mundo excepto a la Familia Real y a Romero de Solís (p. 238), uno de los pocos que no está oculto tras unas siglas y, por probable afinidad profesional,  se tratará de Perico. Me siento hermanado con el autor. Mi familia paterna es de desertores del arado en sentido estricto. Mi abuelos paternos, labrantines poseedores de una herrería en un pueblo de Cuenca. Sus hijos, comunistas. Mi abuela materna, rica terrateniente gallega (que ya es difícil), casada con prestigioso vástago de linaje de letras y naturalmente del régimen, aunque tibios a fuer de tradición liberal. Esas mezclas, transgresiones de clase, las trajo la guerra.

Casi al final del libro, el autor señala que fue hace poco tiempo cuando su mujer le informó del origen ilegítimo de su padre, cuestión que no le preocupa. Pero de nuevo se viene a la memoria Voltaire, con quien empezó esta crónica, cuando decía, lleno de orgullo, no que su padre fuera ilegítimo, sino que lo era él mismo y siempre dijo admirar grandemente a su madre por haberlo concebido del señor de Rocabrune, "mosquetero, oficial, autor y hombre de espíritu" y no del vulgar notario Arouet. Hablando de padres...

 

El arte del cosmos.


Mi amiga Eloísa Tréllez Solís, gran especialista en cuestiones de conservacionismo, medio ambiente y crecimiento sostenible, que reside en Lima, Perú, monta un espectáculo llamado Urania sobre las maravillas del universo, el cosmos y el equilibrio de los espacios insondables. Lo hace con un grupo de bailarines y músicos en el teatro Británico de Miraflores, a unos (pocos) kilómetros de Lima, y estarán en escena los días 7 a 10 de agosto próximo, ambos inclusive. Aquí hay un estupendo vídeo que resume muy bien el espectáculo, coreografía, música e imagen.

Para los españoles pilla un poco a trasmano, pero si algún lector de Palinuro de Lima se decide a ir (al fin y al cabo, allí no hará tanto calor como aquí, dado que están en invierno), seguro que le gustará. Es una gran  muestra de arte digital. 

dimecres, 8 de juliol del 2015

Las listas en España y Cataluña.

La política en democracia acaba siendo una cuestión de listas. De quién va en las listas y en qué puestos. En estos momentos hay dos tipos de listas confeccionándose: la que propone la dirección de Podemos para España y la que tratan de organizar los soberanistas para Cataluña. Tienen algunos elementos en común. El más evidente, que ambas quieren incluir nombres independientes. Pero presentan problemas distintos.

La dirección de Podemos propone una lista de colegio nacional único, como en las europeas y empieza apuntando ya 65 nombres en espera de que se completen hasta los 350 escaños. La decisión se ha encontrado con una súbita reacción en contra del sector asambleario en la tendencia anticapitalista, que pide otro procedimiento. Resurgen los enfrentamientos entre las dos vías de Podemos, la centralista, en un espíritu bolchevique y la asamblearia, más de grass roots. Contra la primera previene Elorza en un artículo de El País, Leninismo amable, un título que ya mete miedo. Los de la segunda reiteran su actitud crítica, de oposición, en la tradición trostkista, pero está por ver que sean capaces de pasar de las palabras a los hechos, pues ignoran su fuerza real. Que no parece mucha. La suficiente para incordiar, pero no para imponer otra forma de actuación en el partido.

En todo caso, ese es un problema interno que deberán resolver los de Podemos por la cuenta que les trae, ya que de no hacerlo, puede envenenarse, sembrar el desconcierto en el electorado y llevar al fracaso en las elecciones; incluso a no llegar a estas. El problema más práctico es el de la naturaleza de esa lista. Confeccionada bajo el supuesto de la circunscripción única, no puede ignorar que el sistema electoral parte de la circunscripción provincial. De forma que la lista, en el mejor de los casos, podrá verse como un reservorio del que extraer luego l@s candidat@s más adecuad@s para las provincias. Al margen del riesgo de la consolidación de los famosos diputados cuneros, está la alta verosimilitud de que el reparto provincial de puestos sea un lío. La lista final la aprobará la máxima autoridad, pero habrá que negociar su composición local aplicando una multiplicidad de criterios como el de transversalidad, perspectiva de género (los 65 nominados por la dirección son escrupulosamente paritarias), plurinacionalidad del Estado, multiculturalidad, pluralidad de opciones sexuales, etc. Eso promete ser lo que nuestros antepasados llamaban "encaje de bolillos".

Algo parecido con la lista única por la independencia de los soberanistas. Si no he entendido mal, la reclamó Mas y, por tanto, es de suponer, CDC, la aceptó la ANC, luego Ómnium y acaba de hacer suya la idea las CUP. Queda por saber qué hará ERC. En algunos lugares he leído críticas a la iniciativa, a la que se acusa de ser un intento de hacer a un lado el liderazgo de Mas. Cosa que no se entiende bien si es el propio Mas quien la ha propuesto. Lista única de nombres de la sociedad civil, sin políticos. Una representación transversal de Cataluña. Insisto: sin políticos. Ayer mismo se publicaba un cálculo electoral según el cual si había tres listas soberanistas, el soberanismo tendría el 50% de los escaños; si dos listas, el 60%; y si una sola lista, el 75%. ¿Cómo puede caber alguna duda? Obviamente la idea es muy buena y muy atractiva. Una mayoría abrumadora a su favor entre otras cosas por no llevar políticos. La gente está tan harta que hasta quiere perder de vista a los políticos que habitualmente vota.

Las dificultades comenzarán al día siguiente y es inútil ignorarlas. Los noventa y tantos escaños a favor de la independencia quieren decir que el Parlamento pasaría a ser Asamblea Constituyente revolucionaria al estilo del Juego de la Pelota ipso facto. En realidad, es que no pueden hacer otra cosa. Piénsese que no son políticos. Son dignos representantes de la sociedad civil que se prestan a un pronunciamiento simbólico, pero no a gestionar el día a día del gobierno y la legislación de una Comunidad. No están preparados para la gobernación regular de las instituciones ni interesados en ella, pues tienen otras ocupaciones que atender, pero podrían encontrarse en esa situación si, por la razón que fuera, no pudiera iniciarse un proceso constituyente, único motivo que quizá les justificara el abandono temporal de sus profesiones habituales.
 
Lista única, parece razonable, pero con políticos incluidos porque, a pesar de su mala fama, tienen la experiencia necesaria en representación y gobierno; y grupo final de la lista compuesta también de políticos que funcionarán como banquillo para el relevo de las personalidades de la vida social, cuya tendencia al abandono es alta.

dimarts, 7 de juliol del 2015

La lista de Bárcenas.


La página de Los Genoveses tiene colgada la contabilidad del PP en la que quedan reflejos los sobresueldos que estuvieron veinte años cobrando supuestamente distintos dirigentes del PP. Es una serie de hojas contables con la fecha del pago/cobro, el concepto (que casi siempre incluye el perceptor), el debe, el haber y el saldo, una mecanografiadas y otras manuscritas, al parecer por el propio Bárcenas y otros tesoreros del PP. Puede consultarlas quien quiera.

Los jueces dirán al final de qué se trata. Si hay o no delito, si lo hubo, pero está prescrito, cuántos delitos y quiénes puedan haberlos cometido. El proceso será largo y, dada la hostilidad y beligerancia con que el PP lo ha encarado, tratando de obstruir la acción de la justicia por todos los medios, puede deparar muchas sorpresas. Afectando el asunto a los políticos más prominentes y al partido como tal, el partido del gobierno, recuérdese, no ha mostrado voluntad de colaborar con los tribunales sino la contraria. La destruccción de pruebas con los más indecibles pretextos o la negativa a aportarlas a los requerimientos judiciales lo demuestran. Las maniobras para que del caso entiendan magistrados políticamente favorables al partido acusado son patentes. La división de poderes burlada al extremo de incurrir en la práctica más aborrecible de las tiranías: una justicia administrada por lacayos del príncipe.

Judicialmente el asunto va para largo. Políticamente debería haber ido para mucho más corto de ser España un país normal. Que el nombre del presidente del gobierno aparezca en unos papeles incriminatorios que lo presentan como receptor de cantidades de origen dudoso e injustificado sería motivo más que suficiente para verlo dimitir, acongojado. Por supuesto, aparecen más acusaciones y actuaciones necesitadas de clarificación judicial, como su condición de avalista de una cuenta de Bárcenas en Suiza. Con cualquiera de ellas, el presidente del gobierno, debiera haber presentado su dimisión por responsabilidad política.

¿Que qué es la responsabilidad política? Pues, en este caso concreto, de probarse la veracidad de los papeles de Bárcenas, la que se deriva del hecho de que, al haberse financiado ilegalmente el PP durante veinte años, todos sus actos, sus triunfos electorales, sus medidas de gobierno, son inválidas, nulas, pues se han dado con trampas y perjuicio de intereses de terceros. Esos papeles deslegitiman el funcionamiento del sistema político español, convertido en una parodia basada en la corrupción. Políticamente muy graves, desde luego. Para que Rajoy hubiera dimitido ya.

O la oposición le hubiera presentado una moción de censura porque no es de recibo que el país esté gobernado por elementos de este jaez.

Y todavía hay algo peor. Preguntando hace unos años Rajoy por un ciudadano en la televisión por la cuantía de su sueldo, este no contestó directamente, sino que se lamentó en público de que su situación no era boyante, que miraba la cuenta a fin de mes (¡qué reveladora esa expresión! La mayoría de los ciudadanos la miramos cada día) y que tenía los problemas de todos los españoles. Mintió. Por entonces ingresaba unas cantidades tan altas que le permitían ignorar la cuenta salvo que la mirase para comprobar que le habían llegado las cuantiosas remesas. Mintió al ciudadano. Mintió a la audiencia. Mintió al país entero.

Digan lo que digan los tribunales, un personaje así no merece ser presidente del gobierno.