dimecres, 8 de juliol del 2015

Las listas en España y Cataluña.

La política en democracia acaba siendo una cuestión de listas. De quién va en las listas y en qué puestos. En estos momentos hay dos tipos de listas confeccionándose: la que propone la dirección de Podemos para España y la que tratan de organizar los soberanistas para Cataluña. Tienen algunos elementos en común. El más evidente, que ambas quieren incluir nombres independientes. Pero presentan problemas distintos.

La dirección de Podemos propone una lista de colegio nacional único, como en las europeas y empieza apuntando ya 65 nombres en espera de que se completen hasta los 350 escaños. La decisión se ha encontrado con una súbita reacción en contra del sector asambleario en la tendencia anticapitalista, que pide otro procedimiento. Resurgen los enfrentamientos entre las dos vías de Podemos, la centralista, en un espíritu bolchevique y la asamblearia, más de grass roots. Contra la primera previene Elorza en un artículo de El País, Leninismo amable, un título que ya mete miedo. Los de la segunda reiteran su actitud crítica, de oposición, en la tradición trostkista, pero está por ver que sean capaces de pasar de las palabras a los hechos, pues ignoran su fuerza real. Que no parece mucha. La suficiente para incordiar, pero no para imponer otra forma de actuación en el partido.

En todo caso, ese es un problema interno que deberán resolver los de Podemos por la cuenta que les trae, ya que de no hacerlo, puede envenenarse, sembrar el desconcierto en el electorado y llevar al fracaso en las elecciones; incluso a no llegar a estas. El problema más práctico es el de la naturaleza de esa lista. Confeccionada bajo el supuesto de la circunscripción única, no puede ignorar que el sistema electoral parte de la circunscripción provincial. De forma que la lista, en el mejor de los casos, podrá verse como un reservorio del que extraer luego l@s candidat@s más adecuad@s para las provincias. Al margen del riesgo de la consolidación de los famosos diputados cuneros, está la alta verosimilitud de que el reparto provincial de puestos sea un lío. La lista final la aprobará la máxima autoridad, pero habrá que negociar su composición local aplicando una multiplicidad de criterios como el de transversalidad, perspectiva de género (los 65 nominados por la dirección son escrupulosamente paritarias), plurinacionalidad del Estado, multiculturalidad, pluralidad de opciones sexuales, etc. Eso promete ser lo que nuestros antepasados llamaban "encaje de bolillos".

Algo parecido con la lista única por la independencia de los soberanistas. Si no he entendido mal, la reclamó Mas y, por tanto, es de suponer, CDC, la aceptó la ANC, luego Ómnium y acaba de hacer suya la idea las CUP. Queda por saber qué hará ERC. En algunos lugares he leído críticas a la iniciativa, a la que se acusa de ser un intento de hacer a un lado el liderazgo de Mas. Cosa que no se entiende bien si es el propio Mas quien la ha propuesto. Lista única de nombres de la sociedad civil, sin políticos. Una representación transversal de Cataluña. Insisto: sin políticos. Ayer mismo se publicaba un cálculo electoral según el cual si había tres listas soberanistas, el soberanismo tendría el 50% de los escaños; si dos listas, el 60%; y si una sola lista, el 75%. ¿Cómo puede caber alguna duda? Obviamente la idea es muy buena y muy atractiva. Una mayoría abrumadora a su favor entre otras cosas por no llevar políticos. La gente está tan harta que hasta quiere perder de vista a los políticos que habitualmente vota.

Las dificultades comenzarán al día siguiente y es inútil ignorarlas. Los noventa y tantos escaños a favor de la independencia quieren decir que el Parlamento pasaría a ser Asamblea Constituyente revolucionaria al estilo del Juego de la Pelota ipso facto. En realidad, es que no pueden hacer otra cosa. Piénsese que no son políticos. Son dignos representantes de la sociedad civil que se prestan a un pronunciamiento simbólico, pero no a gestionar el día a día del gobierno y la legislación de una Comunidad. No están preparados para la gobernación regular de las instituciones ni interesados en ella, pues tienen otras ocupaciones que atender, pero podrían encontrarse en esa situación si, por la razón que fuera, no pudiera iniciarse un proceso constituyente, único motivo que quizá les justificara el abandono temporal de sus profesiones habituales.
 
Lista única, parece razonable, pero con políticos incluidos porque, a pesar de su mala fama, tienen la experiencia necesaria en representación y gobierno; y grupo final de la lista compuesta también de políticos que funcionarán como banquillo para el relevo de las personalidades de la vida social, cuya tendencia al abandono es alta.