dissabte, 23 de juny del 2012

Las mentiras de Rajoy y las naderías de Rubalcaba.

Parte del drama del rescate español se representa en el traspatio de Rinconete y Cortadillo. Interviniendo españoles era inevitable que hubiera su dosis de picaresca. Aunque no se precisara tanta. Cuando los europeos comprendieron que era imposible sacar a Rajoy ni a ninguno de sus colaboradores verdad alguna, que no hacían sino mentir, contradecirse unos a otros, negar la evidencia y falsear los datos, obligaron a una auditoria externa de la banca. De  Rajoy, su gobierno y el Banco de España, al frente del cual han puesto a uno de los suyos, o sea, otro pillastre embustero, se fian menos que del color del camaleón.
Para la derecha, Palinuro lo ha formulado varias veces, gobernar es mentir, no decir una verdad ni a tiros, fabular, engañar, desviar la atención y, si se puede, acusar a los demás de hacer lo que ella hace, aunque diga lo contrario. Por ejemplo, robar a mansalva. Hablando de robar y sin que por supuesto, tenga algo que ver con este verbo, ahí va una relación de nombres de relevantes políticos de la derecha con un punto en común. Adivinen cuál: Fabra, Camps, Costa, Ripoll, Bárcenas,  Mata, Sepúlveda, Mato, Crespo, Galeote, González Panero y no sigo porque me quedo sin entrada.
El último embuste de Rajoy consiste en sostener que  el rescate (al que sigue sin llamar rescate) concedido a España no se concede a España, sino a los bancos españoles y  serán estos, no España, quienes respondan de su devolución. Irritada con la terca granujada de Rajoy, Merkel ha señalado por enésima vez que el rescate es a España y del dinero responderá España. Como es lógico pues es España, o sea Rajoy, quien lo ha negociado, no Botín ni Perico de los palotes, sino Rajoy sus ministros del gobierno en nombre de España. ¿Hay alguien en Europa y en el mundo que piense que quien firma un contrato no es quien está obligado a cumplirlo? Rajoy dice una cosa, normalmente una mentira y Merkel dice otra, normalmente la contraria. ¿Hay alguien en Europa y en el mundo que dude de que se hará lo que diga Merkel y no Rajoy que es un cero mentiroso a la izquierda?
Entre tanto, en esta situación, conviene preguntarse por lo que hace el PSOE a los 7 meses de haber perdido estrepitosamente las elecciones frente a un gobierno que no hace si no mentir. Pues, aunque parezca insólito, tomárselo en serio. Rubalcaba lleva meses ofreciendo lealtad, seriedad, sentido de Estado, colaboración a este gobierno de charlatanes, embusteros y tunantes sin otro objetivo que engañar a todo el mundo para mantenerse en el poder y que los suyos sigan robando. Es irresponsable ofrecer pactos de Estado a quien no tiene ningún sentido de Estado sino de conveniencia de partido. Se entiende fácilmente:  presa de su pasado, de sus relaciones con un PP que no es otra cosa que una cuadrilla de avispados para hacer negocios a cuenta del erario público, Rubalcaba sigue viviendo en 2004. El PSOE tiene visión de Estado y el PP no.
Pero esa ya no es la situación ni el caso. Rubalcaba vive en la luna. Al PP el Estado y, por supuesto, la Nación, le traen al fresco. Lo que quiere es ocultar su responsabilidad, evitar que se le culpe por la burbuja del ladrillo, por el expolio de la Gürtel, librarse del fantasma de bankia, de Caja Madrid a la que arruinó a base de robar, de enchufar a parientes y amigos y de utilizar un banco para todas sus maniobras sucias, que han sido muchas, desde el Tamayazo hasta la quiebra probablemente fraudulenta de la entidad. Menos mal que el 15-M ha presentado ya la oportuna denuncia porque lo que es el PSOE, ya se ve, está dispuesto a hacer causa común con el PP y a hablar en Europa con una sola voz, como gusta decir Rubalcaba.
¿Una sola voz? ¿La de la mentira, el engaño, la picaresca, el embuste y el latrocinio?
No es el momento de confundir (más) a la gente; no es el momento de la unidad nacional con quienes ya han demostrado que la Nación y el Estado no les importa en absoluto pues lo único que los mueve es el poder, los cargos, los enchufes, los sueldazos y privilegios, los robos, los findes caribeños, el expolio de todo lo público, los negocios propios y los de los parientes y amigos.
O el PSOE da un giro de 180º, marca distancias con este gobierno de incompetentes y pícaros que tratan de engañar a los europeos, se constituye en auténtica oposición, recapacita y elige una dirección de gente más capaz para los tiempos que corren o sus resultados electorales serán cada vez peores. Aunque la dirección actual crea otra cosa, el voto de izquierda no es cautivo.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Las mentiras de Rajoy y las naderías de Rubalcaba.

Parte del drama del rescate español se representa en el traspatio de Rinconete y Cortadillo. Interviniendo españoles era inevitable que hubiera su dosis de picaresca. Aunque no se precisara tanta. Cuando los europeos comprendieron que era imposible sacar a Rajoy ni a ninguno de sus colaboradores verdad alguna, que no hacían sino mentir, contradecirse unos a otros, negar la evidencia y falsear los datos, obligaron a una auditoria externa de la banca De  Rajoy, su gobierno y el Banco de España, al frente del cual han puesto a uno de los suyos, o sea, otro pillastre embustero, se fian menos que del color del camaleón.
Para la derecha, Palinuro lo ha formulado varias veces, gobernar es mentir, no decir una verdad ni a tiros, fabular, engañar, desviar la atención y, si se puede, acusar a los demás de hacer lo que ella hace, aunque diga lo contrario. Por ejemplo, robar a mansalva. Hablando de robar y sin que por supuesto, tenga algo que ver con este verbo, ahí va una relación de nombres de relevantes políticos de la derecha con un punto en común. Adivinen cuál: Fabra, Camps, Costa, Ripoll, Bárcenas,  Mata, Sepúlveda, Mato, Crespo, Galeote, González Panero y no sigo porque me quedo sin entrada.
El último embuste de Rajoy consiste en sostener que  el rescate (al que sigue sin llamar rescate) concedido a España no se concede a España, sino a los bancos españoles y  serán estos, no España, quienes respondan de su devolución. Irritada con la terca granujada de Rajoy, Merkel ha señalado por enésima vez que el rescate es a España y del dinero responderá España. Como es lógico pues es España, o sea Rajoy, quien lo ha negociado, no Botín ni Perico de los palotes, sino Rajoy sus ministros del gobierno en nombre de España. ¿Hay alguien en Europa y en el mundo que piense que quien firma un contrato no es quien está obligado a cumplirlo? Rajoy dice una cosa, normalmente una mentira y Merkel dice otra, normalmente la contraria. ¿Hay alguien en Europa y en el mundo que dude de que se hará lo que diga Merkel y no Rajoy que es un cero mentiroso a la izquierda?
Entre tanto, en esta situación, conviene preguntarse por lo que hace el PSOE a los 7 meses de haber perdido estrepitosamente las elecciones frente a un gobierno que no hace si no mentir. Pues, aunque parezca insólito, tomárselo en serio. Rubalcaba lleva meses ofreciendo lealtad, seriedad, sentido de Estado, colaboración a este gobierno de charlatanes, embusteros y tunantes sin otro objetivo que engañar a todo el mundo para mantenerse en el poder y que los suyos sigan robando. Es irresponsable ofrecer pactos de Estado a quien no tiene ningún sentido de Estado sino de conveniencia de partido. Se entiende fácilmente:  presa de su pasado, de sus relaciones con un PP que no es otra cosa que una cuadrilla de avispados para hacer negocios a cuenta del erario público, Rubalcaba sigue viviendo en 2004. El PSOE tiene visión de Estado y el PP no.
Pero esa ya no es la situación ni el caso. Rubalcaba vive en la luna. Al PP el Estado y, por supuesto, la Nación, le traen al fresco. Lo que quiere es ocultar su responsabilidad, evitar que se le culpe por la burbuja del ladrillo, por el expolio de la Gürtel, librarse del fantasma de bankia, de Caja Madrid a la que arruinó a base de robar, de enchufar a parientes y amigos y de utilizar un banco para todas sus maniobras sucias, que han sido muchas, desde el Tamayazo hasta la quiebra probablemente fraudulenta de la entidad. Menos mal que el 15-M ha presentado ya la oportuna denuncia porque lo que es el PSOE, ya se ve, está dispuesto a hacer causa común con el PP y a hablar en Europa con una sola voz, como gusta decir Rubalcaba.
¿Una sola voz? ¿La de la mentira, el engaño, la picaresca, el embuste y el latrocinio?
No es el momento de confundir (más) a la gente; no es el momento de la unidad nacional con quienes ya han demostrado que la Nación y el Estado no les importa en absoluto pues lo único que los mueve es el poder, los cargos, los enchufes, los sueldazos y privilegios, los robos, los findes caribeños, el expolio de todo lo público, los negocios propios y los de los parientes y amigos.
O el PSOE da un giro de 180º, marca distancias con este gobierno de incompetentes y pícaros que tratan de engañar a los europeos, se constituye en auténtica oposición, recapacita y elige una dirección de gente más capaz para los tiempos que corren o sus resultados electorales serán cada vez peores. Aunque la dirección actual crea otra cosa, el voto de izquierda no es cautivo.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

La dignidad de los jueces.

¡Qué distintos son los destinos humanos! Por azares de la vida en un breve periodo de un año o cosa así dos relevantes jueces han ocupado el centro de la atención mediática por razones completamente diferentes, si no antagónicas. El juez Dívar y el juez Garzón, dos personalidades cuyo único punto en común es el de ser jueces y, por tanto, obligadas a un comportamiento por encima de toda sospecha.
Sobre los jueces, sobre la Justicia, pueden largarse parrafadas grandiosas, sublimes, abstractas en las que no hay discrepancia, pues todo el mundo las alaba, aunque luego haga otra cosa. La justicia es el anhelo más profundo y más antiguo de la humanidad, por eso el de juez sí que es el oficio más viejo del mundo. Los jueces son anteriores a los reyes, a los generales. Coinciden un tiempo con los sacerdotes y, en efecto, aparecen revestidos de una aureola sagrada de la cual posteriormente se han (y nos han) liberado. Todo esto y mucho más puede decirse de los jueces y nadie disentirá.
Para encontrar disensión es preciso ir a la práctica, a lo concreto, a la vida real, a ver cómo son y qué hacen los jueces individualmente considerados; no a lo que dicen sino a lo que hacen. Lo cual es muy importante pues cada uno de ellos porta personalmente el conjunto del Poder Judicial. Es decir, se deben considerar las peripecias concretas del juez Dívar y el Juez Garzón.
Dívar ha caído en desgracia por un comportamiento que, si no es penalmente reprochable, sí puede serlo administrativamente, es reprobable éticamente y, desde el punto de vista de la estética, incalificable. El asunto carece de grandeza. Las atribuladas explicaciones del afectado en una lamentable comparecencia pública eran irrisorias. En su despedida Dívar habló de una "persecución cruel y desproporcionada" y hay quien sostiene que todo es una venganza del sector garzonista del CGPJ tomada en frío de quien presidía en último término el tribunal que condenó a Garzón. No suena verosímil pero, si lo fuera, podría tratarse de un ejemplo práctico de evangélico el que a hierro mata, a hierro muere.
Pero ni en esto se salva la peripecia de Dívar. La intervención del gobierno en su favor a través de la vicepresidenta Sáez de Santamaría tratando de presionar a la consejera Uría, pone el asunto en los términos de enchufismo, amiguismo, caciquismo y componenda que tan contrarios son a la justicia como propios del PP. Las aclaraciones de la misma vicepresidenta asegurando que, en los asuntos graves, hay que preocuparse y conversar solo muestran que la dama carece de escrúpulos. El gobierno está interesado en tener un presidente del Tribunal Supremo que dependa de su apoyo para que no lo procesen. ¿Es eso un juez?
En el otro extremo de los casos prácticos, de la vida cotidiana, comprensible para todo el mundo, está la figura del juez Garzón, condenado en firme por el Supremo a 11 años de inhabilitación por el delito de prevaricación. Fue la única condena que prosperó, aunque se intentó condenarlo en otros procedimientos por otras causas como falsedad, apropiación indebida, etc. Todo quedó en nada. Solo se mantuvo la prevaricación y el juez Garzón lleva una intensa vida pública al margen de la carrera judicial.
Sin embargo ayer aparecería una noticia extraña: Garzón solicitaba el indulto, al reconocer que la asociación MEDEL, que lo pedía, lo hacía en su nombre. La noticia era extraña porque pedir un indulto, que es una gracia del Jefe del Estado a propuesta del gobierno, implica reconocer que ha habido delito y, en lo que yo entiendo a Garzón, este sostiene no haber cometido delito alguno. Palinuro comparte esta opinión. Y si uno no reconoce haber cometido un delito (y, en consecuencia, sostiene haber sido injustamente condenado), uno no puede moralmente pedir el indulto. Eso lo hacen quienes reconocen haber cometido un delito. Por ejemplo, Gómez de Liaño, otro juez condenado por prevaricación. Pero no Garzón.
Y efectivamente así es, ahora sabemos que, ante la petición de indulto de MEDEL en nombre de Garzón, el ministerio de Justicia recabó de este información al respecto y Garzón respondió con una carta en la que explica que él no ha pedido el indulto ni ha hecho que otro lo pida en su nombre. Él reconoce, y eso es distinto, que la asociación MEDEL libremente, por iniciativa propia, lo ha pedido en su nombre. Pero nada más. Ese es otro juez, ¿verdad?
(La imagen es una foto de Franconohamuerto.com , bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 22 de juny del 2012

La justicia de Aguirre.

La lideresa es una deslenguada, castiza, cheli, un poco rabanera, bastante impertinente y carece por entero del sentido de la oportunidad. Aunque puede ser que esto último sea aparente, una táctica buscada por sus asesores de imagen ya que, cuando un personaje dice algo inoportuno suele provocar mayor revuelo que si no lo es. Si, además de inoportuno, lo que se dice tiene calado, fundamento, el efecto es mucho mayor y estas cosas a Aguirre le salen de miedo.
Porque es, en efecto, algo descarada y sus cosas suelen sacar de quicio a más de uno, incluso en su partido. Pero muchas veces se atreve con lo que nadie osa y, a su modo, marca el territorio de un debate razonable. Dicho en plata: puede molestar, pero es doscientas veces más inteligente, audaz y original que Botella, Pons y Wert todos juntos. Ya quisieran estos.
Los propósitos de Aguirre sobre el Tribunal Constitucional (TC) son inoportunos por decirlos justo después de que una decisión de este vaya en contra de las manías autoritarias y censoras de la derecha. Quizá debiera haberse esperado a otro momento para no dar pie a una acusación de reacción intemperante ni empujar a los guardianes de las esencias democráticas -de las que no entienden nada habitualmente- a salir en su defensa como si Aguirre astuviera atacándolas. Nada más falso. Los propósitos de la lideresa sobre el Tribunal Constitucional son ciertos y oportunos. Pero, al sacarlos de contexto y pronunciarlos casi como venganza por una decisión incómoda, pareciera que no lo son. Y lo son. es obvio que están movidos por la obsesión en contra del nacionalismo vasco y que demuestran un espíritu españolista, dictatorial muy desagradable. Pero haciendo esto a un lado, la idea aquirresca no es nueva ni absurda. Veamos.
El TC no es un tribunal de verdad, no está compuesto por jueces ni forma parte del Poder Judicial sino que es una instancia política supraordinada a este en ejercicio de una jurisdicción que podría ser adjudicada a otro órgano, incluso al Supremo, como sucede en los Estados Unidos. Consciente de esto el legislador ha querido disimular la naturaleza política del órgano llamándolo "tribunal" y llenándolo de juristas de "reconocido prestigio, etc". Pero igual podía estar compuesto por políticos, expresidentes (como sucede con el Consejo Constitucional francés), por comerciantes o ciclistas siempre que tengan sentido común que, por cierto, no es monopolio de los magistrados.
Es perfectamente legítimo y hasta razonable, suprimir el tal TC y encargar su tarea al Tribunal Supremo (TS). De hecho, así es como funciona el primer ejemplo del mundo, el de los Estados Unidos. Tuvo que llegar después el alambicado genio de Kelsen para dar con la fórmula germánica  de un TC especial, variante del "guardián de la Constitución" schmittiano. En el fondo, probablemente, algunos europeos prefieren este recurso al del TS probablemente porque no se fían del espíritu constitucionalista de la judicatura.
Sin embargo, tampoco la solución del TS está libre de peplas. Aparte del evidente riesgo de conservadurismo de los jueces de carrera, está el hecho de que puede ser un órgano tan político como el TC o incluso más. Es el presidente de los Estados Unidos quien nombra a los magistrados del TS, es verdad que solo cuando hay vacantes, que el nombramiento es vitalicio y que interviene decisivamente el Senado, pero los nombramientos son indudablemente políticos, ideológicos. Y, sin embargo, el TS gringo funciona muy bien. Lo que quiere decir que no es necesariamente su condición política la que malea el TC español. A lo mejor es su condición de español. Y eso tiene peor arreglo.
Es más, no hay obligación alguna de aceptar una jurisdicción constitucional independiente. La mayoría de los países europeos más democráticos carece de TC: Bélgica, Dinamarca, Irlanda, Islandia, Noruega, Holanda, Reino Unido, Suecia o Suiza no tienen TC. En cambio sí lo tienen Alemania, España, Italia, Austria y Portugal (llamado Comisión Constitucional); es decir, los países con mayor tradición de dictaduras y falta de democracia del continente. 
No, lo que dice Aguirre no es un sinsentido, aunque, como suele hacer, lo diga para llevar el agua a su molino de otorgar la jurisdicción constitucional a una casta de jueces conservadores todavía penetrados de franquismo. Pero no es un sinsentido. Sinsentidos son muchas de las críticas que se le han hecho.
(La imagen es una foto de ppcv, bajo licencia de Creative Commons).

El no rescate ya tiene precio.

Hasta 62.000 millones puede necesitar la banca para reflotarse. La cantidad no es importante; lo importante es quién la formula. Cuando lo hacen los españoles tienen escaso crédito porque suelen oscilar como una brújula loca. Pero si lo hacen extranjeros, cobrando además una pastuqui por emplear los datos del Banco de España, la cosa cambia. La cantidad formulada tiene todo el crédito pues se lo prestan los otros extranjeros, es decir aquellos que impusieron una auditoría a la banca española hecha por extranjeros.
Para seguir con la ficción de la autonomía nacional en el proceso, Rajoy dictamina, con ignota autoridad, que el "análisis de la banca" (o sea, el coste del rescate) es certero, creíble y manejable. Lo de "certero" debe de intuirlo, pues no explica su juicio. "Creíble" es cosa que decidirán los mercados, nada sumisos a los criterios de Rajoy. "Manejable" o no lo será cuando nuestros benévolos amigos (¿quién dijo rescatadores u hombres de negro?) dicten sus condiciones, condiciones a las que el gobierno está libremente dispuesto a someterse incluso antes de conocerlas.
Pero lo mejor de estas explicaciones del presidente no son ellas mismas sino el lugar en que se exponen. Son fugaces comparecencias públicas de Rajoy, ni siquiera ruedas de prensa, sin preguntas, sin respuestas, con una salmodia triunfalista perfectamente contraria a la experiencia angustiosa de la vida de una población empobrecida, explotada, oprimida. No piensa asomar por el Parlamento. Ha suprimido el debate sobre el estado de la Nación. Se niega a dar cuenta de sus actos en sede parlamentaria, es decir a dársela a la ciudadanía a través de sus representantes. Ensoberbecido por la mayoría absoluta, Rajoy la interpreta como una patente de corso para gobernar al margen del Parlamento al que, probablemente, considera un lugar molesto, inundado de palabrería estéril. Casi parece como si el presidente del PP tuviera una concepción marxista del parlamentarismo burgués y considerara que quienes se toman en serio el funcionamiento de las instituciones representativas como freno y fiscalización del poder (entre otras cosas) padecen lo que los bolcheviques, aunque no solo ellos, llamaban cretinismo parlamentario, enfermedad que él mismo padeció en grado agudo en la legislatura anterior cuando, estando en la oposición, no salía del hemiciclo y pasaba el tiempo reclamando la presencia del presidente del gobierno, viniera o no a cuento.
En fin, es comprensible, ¿verdad? Cuando uno está convencido de haber venido a salvar a la Patria al borde del abismo, a restablecerla en su pasada gloria, a devolverla a su lugar en el concierto de las grandes naciones, muy probablemente no tiene uno tiempo para zarandajas. Los plenarios, las propuestas, contrapropuestas, votos de confianza, mociones, consensos, votaciones son zarandajas. La acción del Parlamento es siempre retardataria, consiste en escudriñar y retrasar las decisiones clarividentes del líder con asuntos formales, de trámite.
La oposición. indignada con el ninguneo, protesta airadamente, esa sí, con una "sola voz", como tanto reclama Rubalcaba a Rajoy: ignorar el parlamento es romper las reglas democráticas básicas. Sí, ¿y qué? Frente a la mayoría absoluta del PP la oposición es impotente. Solo le quedaría una solución drástica, una nueva retirada retirada al Aventino, que sentó costumbre. Pero nada garantiza que su resultado haya de ser el feliz triunfo de los plebeyos, como en la República romana y no el fin de la oposición parlamentaria, como sucedió 2.400 años más tarde con la segunda retirada simbólica (La secessione dell'Aventino) frente al fascismo.
Se complica el asunto con esa insistencia del PSOE de ofrecerse al gobierno, al PP, para llegar a acuerdos de Estado a fin de presentar un frente común en estos momentos de tribulaciones internacionales. El PSOE se pone así a disposición de alguien que se niega a someterse a control alguno y a dar cuenta y razón de sus actos. Eso no es hacer oposición democrática; no es nada. Anda por ahí Tomás Gómez diciendo que el PSOE o su dirigente está "desnortado" y tiene bastante razón. Así piensa también mucha gente. Los chaconistas, para entendernos. Pero las cosas no son tan sencillas. También ve al PSOE "desnortado ideológicamente" Francisco Vázquez, por razones presumiblemente contrarias a las de Gómez. A Paco Vázquez el PSOE le parece demasiado anticlerical. Lo querría más sumiso a la iglesia. En todo caso, con este galimatías interno y esa anodina presencia externa, el PSOE corre peligro de andar los próximos tres años más por la vía griega que por la francesa.
(La imagen es una captura de 20 Minutos, bajo licencia Creative Commons).

dijous, 21 de juny del 2012

La dimisión que no iba a producirse en el país que no necesita rescate.


Dívar ha tardado tres meses en darse cuenta de lo que el 99 por ciento de los ciudadanos (incluido él mismo) sabe sin necesidad de que se lo expliquen,  que hay cosas que no se pueden hacer aunque uno sea presidente del Tribunal Supremo o Archipámpano de las Indias Occidentales. Como ir de gorrón a sitios de lujo o viajar en primera con un séquito propio de un sátrapa persa y con cargo indebido al contribuyente.
Esta es la crónica  de los broches dialécticos que han jalonado el proceso por el que Dívar ha acabado tomando conciencia del mundo que lo rodea:

Al enterarse de que hay una denuncia por cargar gastos de miles de euros de su findes caribeños al erario público: "¡Pero si es una miseria!"

Presionado para que dé una explicación sobre sus findes caribeños o dimita: “No se me pasa por la cabeza dimitir y no pienso dar explicación alguna”.

Obligado a dar una rueda de prensa para explicar su comportamiento en contra de su voluntad: “No pienso dimitir porque eso sería reconocer mi culpabilidad”.

Forzado a reconocer lo inevitable luego de una reunión del CGPJ: “El jueves tomaré una decisión contundente

Abandonado de todos, hoy, jueves: “Presento mi dimisión”.

Ya a título de consolación: "Soy víctima de una campaña cruel y desproporcionada". Efectivamente, findes, hay que ser cruel y desproporcionado para querer que los jueces cumplan la ley.

En su lugar quedará un sustituto, Fernando de Rosa, con tan inexistentes méritos profesionales como él, pero de clara fidelidad política mesnadera a la derecha, amigo y amparo de Camps. El CGPJ no se repondrá de tan duro como pesado golpe.

A su vez, el ministro de Justicia, en un alarde de perspicacia, consideraba que Dívar había salido “fortalecido” por el hecho de que un fiscal y unos magistrados en manifiesto ejercicio de un corporativismo que los descalifica, no encontraran indicios de delito en el comportamiento de Dívar.

Sobre el rescate que el país no precisa (igual que Dívar no pensaba dimitir) pero que está a punto de solicitar apenas sepa la cuantía de sus necesidades hablará Palinuro en cuanto el gobierno dé alguna explicación, si es posible entenderla.

Y Otegi, ¿qué?

Ignoro si el portadista de El País ha calibrado la carga simbólica que lleva relacionar dos noticias tan distintas haciéndolas así en cierto modo similares. Dos momentos de reparación de una injusticia. La de la opositora birmana Aung Sang Suu Kyi es patente. La de Sortu hace referencia a la injusticia de que unos ciudadanos vieran restringido su derecho de asociación política por razones ideológicas.
Sin duda el Tribunal Constitucional ha hecho justicia revocando la decisión del Supremo y ha reafirmado el Estado de derecho y la democracia reconociendo los suyos a gentes de ideologías políticas contrarias al orden constituido siempre que no recurran a la violencia y además la condenen expresamente. 
En España cabe defender todas las opciones políticas pacíficamente. Se demuestra así la falsedad de la tesis justificativa del terrorismo según la cual este era la respuesta al hecho de que en el país no pudieran defenderse todas las opciones políticas. Vista la falsedad del supuesto, la organización armada ya podía estar disolviéndose de una vez. Se entiende, claro está, que en España pueden defenderse pacíficamente todas las opciones políticas, pero eso no quiere decir que vayan a triunfar. Eso no lo puede garantizar nadie en democracia. 
A la derecha en el gobierno la decisión del Constitucional le ha sentado muy mal y el ministro de Justicia rezonga que discrepa de ella pero, por supuesto, la acata. Se agarra a que también discrepan cinco de los once magistrados y, muy significativo, uno de ellos de pedigree progresista. En efecto, en el progresismo patrio late un alma afrancesada jacobina que convierte la unidad de la Nación en fuente del Derecho. En cambio los otros seis progresistas son más de la tradición federalizante de la estirpe de los Austrias.
La decisión del Constitucional además de justa es políticamente acertada porque integra en el juego institucional democrático a un sector de la población que, de un modo u otro, estaba al margen. Pero ese acierto político no alcanza todo su efecto porque tropieza con otra situación de hecho que, al margen de su calificación jurídica, es políticamente un desatino; en concreto el mantenimiento en prisión del dirigente natural de ese partido recién legalizado, Arnaldo Otegi. Tener en la cárcel a un hombre que cuenta con un partido en la sociedad es crear una situación sentimental en favor de ese partido que solo podría desactivarse dejando en libertad al líder. Claro que en ese caso quizá se produzca una oleada sentimental hacia su persona que lo lleve a la lehendakaritza.
Son las eventualidades de las elecciones democráticas, generalmente muy abiertas. Por eso y porque va a dar igual, vaya la elegancia por delante: el Estado debe encontrar una fórmula por la que, sin demérito de la legalidad, Otegi recupere su libertad y el pleno ejercicio de sus derechos como ciudadano de un país libre uno de los cuales, desde luego, es propugnar la independencia frente a ese país libre. 

dimecres, 20 de juny del 2012

Hablar es de rojos.

De los gobiernos de Rodríguez Zapatero se decía que tenían un problema de comunicación, que no comunicaban bien, que dejaban que el adversario le fijase la agenda y aceptaban sus marcos (frames) de referencia. Al decirlo gentes tan duchas en estas complicadas lides de la comunicación, uno tendía a darles la razón y así ZP pasó a la historia como un pobre comunicador y sus gobiernos como incapaces de explicar su labor.
Estas cosas no suceden con el gobierno del PP. Rajoy no comunica mal; simplemente no comunica en absoluto, no permite preguntas, no contesta a las que se le hacen, no comparece en sede parlamentaria, no autoriza debate sobre el estado de la Nación, no llama al dirigente del principal partido de la oposición ni habla con nadie de política. Es un lider aislado, mudo, ansimismado, ausente. Su comportamiento es una mezcla de miedo escénico, complejo (merecido) de inferioridad y actitud autoritaria, casi dictatorial, según la cual la gente debe obedecer y no hacer preguntas. Es el comportamiento tradicional de la derecha en España. Los caudillos por la gracia de Dios, según fue Franco, quiso ser Aznar y acabará siendo Rajoy gracias a sus defectos, no deben perder el tiempo comunicándose con la gente del común. Eso es cosa de demócratas y rojos. Ellos están para más altos menesteres. O eso dicen pero, en realidad, en el caso de Rajoy prevalece el miedo como ya demostró cuando se pidió el rescate y trató de zafarse de la comparecencia pública mandando a de Guindos e intentando salir de naja camino de Polonia. El hombre es un cobarde, un verdadero gallina.
Y no queda ahí la cosa. Además de cobarde, Rajoy es un ignorante. No comunica, no habla, no dice nada porque no sabe nada y cuando cree saber algo resulta que le han engañado. No sabe qué caracteres tendrá finalmente el rescate (al que él llama otra cosa, algo así como "tesoro de Sierra Madre") porque eso depende de las autoridades europeas que no consultan con él, hartas de escuchar sus mentiras, sus farfulleos y dilaciones. A su vez estas autoridades tampoco pueden adoptar política concreta alguna en tanto no sepan el resultado final de la auditoría de la banca que todavía no es conocido. Como tampoco lo conoce Rajoy. Es decir, el presidente no habla porque, además de ser un acomplejado no tiene ni idea de los datos del problema, nadie va a pedirle su opinión a la hora de adoptar decisiones sobre España y, si se le pidiera, daría la más absurda imaginable.
Esto no es un gobernante sino un castigo de los dioses.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Un maledetto imbroglio.

Palinuro parece algo exagerado al considerar el G-20 una plataforma de retórica. ¿No se está preparando una declaración rotunda en favor de acabar con la crisis de una vez en Europa, llena de determinaciones concretas? En efecto, está preparándose una declaración final (prácticamente todos los encuentros mundiales terminan con este tipo de declaraciones) pidiendo el pronto fin de la crisis en la Eurozona mediante acciones resueltas de los países europeos. Los norteamericanos parecen impacientes por hacer más negocios con sus alicaídos socios y apremian a Frau Merkel a ceder; no saben muy bien en qué pero a ceder pues todo el mundo señala a Alemania como la responsable de la situación de precatástrofe del continente. Palinuro solo conoce el borrador por los periódicos pero ya apunta claramente el contenido de la declaración final. Una de esas repletas de buenos y edificantes deseos sin contenido práctico.
Claro, la declaración anima a la UE a avanzar hacia una unión bancaria, lo cual, interpretado con ese optimismo esencial de los yankies lleva a estos a trompetear que la Unión va a tomar medidas más contundentes contra la crisis. Algunos creen saber cuáles: el Mecanismo de Estabilidad Europeo comprará deuda española e italiana. No sé de dónde se lo han sacado pues los alemanes van por los corros negándolo. Obama puede decir misa; los europeos actuarán a su modo, como se colige del hecho de que la declaración animará mucho a la unión bancaria, pero la expresión unión bancaria no aparece en el texto.
Ciertamente los europeos no se quedarán quietos y, de hecho, ya tienen uno de esos consejos aúlicos de los que tanto gustan en marcha, esa Comisión del Futuro de Europa,. iniciada por el ministro de Exteriores alemán, Guido Westerwelle. Son ocho a nueve ministros de Exteriores (entre ellos el español) puestos a discurrir sobre cómo hacer avanzar la unión política europea. La unión bancaria es una de las primeras propuestas y otras más políticas. Pero esa comisión no va a encontrar mucho eco porque, al parecer, no podrá exponer sus conclusiones en la próxima cumbre europea, muy ocupada con asuntos más atosigantes.
Europa, esto es, Alemania, mira ceñuda a España. Y Francia no presta gran ayuda. Anda el camarada Hollande entonando un discurso gaullista de izquierda. La retórica de la unión bancaria, las contundentes medidas, las claras decisiones políticas quedan atrás, en ultramar en donde, de todos modos, también se ha pedido a Rajoy "rapidez y claridad" para sanear la banca, algo equivalente a darle un coscorrón. Rapidez y claridad a Rajoy. Cuando este llegó al G-20 con la enésima cabriola en reserva: el rescate no-rescate del sábado, épica victoria del paladín ibérico, habíase convertido en un odioso rescate cargado de cadenas cinco días más tarde. Si un volte face de este calibre sorprende hasta a los españoles, ya a acostumbrados a todo, a una alemana, antigua militante de las Juventudes Comunistas, la deja estupefacta e indignada a partes iguales. Y si, además, el meridional sale diciendo que el Banco Central Europeo recapitalice directamente los bancos españoles (antes, incluso, de saber cómo están), la alemana puede tronar como un Thor nórdico aniquilando en su fuego al infeliz Rajoy.
El pobre presidente del gobierno español, sumergido en la soledad del iletrado impecune debe de haberlo pasado muy mal. Quizá ahora entienda los apuros de su antecesor, otro incapaz de entenderse con nadie en Europa por no hablar ninguna de sus lenguas excepto la propia. En fin lo delata en la cara de la foto. Menudo gesto. Y está en la web de La Moncloa en donde, es de suponer, seleccionarán los planos en los que esté más favorecido. Debe de estar hablando un hispánico pues todos llevan puestos los auriculares excepto Barroso y él.
Quizá haya esta semana algún tipo de rescate para España en términos no estrictamente criminales, pero se lo van a hacer sudar a Rajoy. Cosa bastante comprensible. ¿No es el presidente de un gobierno que un día por la mañana anuncia que las auditorías de la banca se retrasan hasta septiembre y, ante la oleada de indignación, se desautoriza a sí mismo y reafirma que las tales auditorías estarán como previsto prácticamente ya?
En cuanto al carácter retórico del G-20, solo un dato: la reunión de México ha aumentado la dotación del FMI en 456.000 millones de dólares de los EEUU para hacer frente a las consecuencias de la crisis en la eurozona. Han contribuido 35 países, pero no los Estados Unidos y el Canadá. Estos dan consejos, pero no dólares. Los consejos salen gratis.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dimarts, 19 de juny del 2012

El último mono.

Es el que siempre se ahoga. Como parece que va a pasar a España con el gobierno del PP, la prima de riesgo, la deuda, le depresión, el rescate que ayer era bueno y hoy resulta ser terriblemente dañino y, sobre todo, con la presencia en La Moncloa de ese prodigio del postmodernismo líquido llamado Rajoy, un ejemplo de pensamiento no ya débil sino inexistente, enclenque, gurrumino, tembleque; de presencia ausente; de palabra inaudible y discurso balbuceante e incomprensible. El hombre de firmes convicciones y sentido común, previsible, el lider que iba a devolver a España la confianza de los vecinos y la autoestima, corre azogado de un lado a otro, como un conejo confuso, se esconde de la opinión pública, sus convicciones duran menos de 24 horas, afirma donde ayer negaba y niega donde ayer afirmaba, balbucea, farfulla fórmulas incomprensibles y, por supuesto, no convence a nadie, irrita a los más y es el hazmerreír de la Eurocámara.
El país ha hecho un flaco negocio encumbrando a este atribulado don Nadie que sólo tiene gestos de firmeza frente a sus propias gentes, por ministr@ interpuest@, y si vienen de una en una y desarmadas, pero es un perrillo faldero ante los poderosos del mundo que hace algunas cabriolas para llamar la atención, pero molesta a la concurrencia con sus ladridos chillones.
Pretendía ahora Rajoy rescatar el país del rescate que él mismo había aplaudido una semana antes. ¿La razón? Al cabo de la semana que le ha llevado leer y entender la letra pequeña, se da cuenta de que se la dieron con queso al aprobar los famosos 100.000 millones que él se jactaba de haber obtenido gracias a su habilidad, fuerza y audacia. Al comprender que ha quedado como el bobo de la feria, ha pretendido enderezar el entuerto en México, pidiendo que se desvincule el préstamo a los bancos del de los gobiernos para que la llamada deuda soberana no se haga agobiante.
La respuesta ha sido rauda, clara, contundente: No. El préstamo es a España, no a los bancos y lo pagaremos los españoles, no los banqueros. Pero esto no es nuevo. Se lo dijo Wolfgang Schäuble, ministro alemán e finanzas, a la media hora de que Rajoy soltara la baladronada de que había sacado 100.000 millones del ala para los bancos. No quiso oírlo o quizá es que no entiende alemán, como tampoco entiende inglés, francés, italiano ni, probablemente, español... Pero todo el mundo sabía que el rescate que Rajoy quería vender como un chollo era un pesado fardo sobre los hombros de su sufrido pueblo. Y ahora que este líder indiscutible se entera de la otra mitad de la misa, de que sus mentiras no cuelan más que en el ABC, El Mundo y La Razón sus socios le dan con la puerta en las narices.
No hay préstamos directos a la banca, dice la Unión Europea con el gesto agrio de la madrastra de Cenicienta y a Rajoy la carroza se le convierte en una calabaza. Lo curioso será averiguar qué cuento inventa para cuando vuelva a casa, aunque lo más probable es que mande a Guindos por delante a tragarse los sapos que correspondan.
Mientras tanto, la intervención total de España avanza inexorable y muchos españoles empiezan a pensar que es mejor estar intervenidos que gobernados por este inútil bombástico falto de las más elementales entendederas. Por el último mono de la cuadrilla. El que siempre se ahoga.
(La imagen es una captura del vídeo de El País)


Ceremonias de la tribu.

El mundo está sembrado de reuniones, congresos, cumbres, conferencias internacionales. Rara la semana sin alguna. Generalmente acuden los mismos, si bien interpretando distintos papeles, según se trate de un sarao de señores de la guerra o de señores de la paz, del desarrollo, de los negocios, de los derechos, de la cultura, del porvenir del mundo o de los encuentros civilizatorios. Hay un núcleo de permanentes y en torno suyo danzan distintos accidentales, según el momento. Por supuesto, esta proliferación de tertulias y guateques internacionales va en detrimento de la ONU, reducida a la condición de una enorme cruz roja y servicio de acogida y ambulancias así como de escenificación retórica del aquelarre mundial en la Asamblea General cada septiembre, comienzo de temporada en la Vª Avenida. La Asamblea General es un lugar en el que todos los años se aprueba una resolución instando a Israel a cumplir las resoluciones anteriores que le conciernen, cosa que Israel se abstiene escrupulosamente de hacer todos los años.
Algunas de las reuniones ceremoniales de la basca son tan irrelevantes como la Asamblea General. Por ejemplo, el G-20, reunido en Los Cabos, México. El G-20 incluye las 19 mayores economías del mundo y, además, la Unión Europea. Sus miembros son los ministros de economía y los gobernadores de los bancos centrales, o sea, los administradores (no los propietarios) de los dineros del mundo y, como son tantos y son unos mandados, apenas adoptan decisiones concretas, específicas sino, generalmente declaraciones abstractas, generales, de principios. España no es miembro de pleno derecho pero tiene reconocido un estatuto de invitado permamente, algo así como el de obervador permanente del Vaticano en la ONU. Rajoy está de invitado. De invitado pedigüeño, por cierto. Con todos los señores de la mesa del rico Epulón mirándolo con lástima.
El G-20 se ha comprometido en su declaración final a respaldar el plan europeo de recapitalización de la banca española. Parece mucho, pero no es nada. Los mercados son fríos como reptiles a los ardores promisorios pues saben que, como decía Hobbes en el Leviatán, "pactos sin espadas son meras palabras". Y las palabras se las lleva el viento. El G-20 reúne a los 20 más poderosos del planeta pero no tiene fuerza alguna de obligar e imponer. Meras palabras. Sale gratis. Esa declaración no detendrá la prima de riesgo, especie de gigantesca sanguijuela sobre la yugular de la Patria exangüe.
Sería mucho más útil una declaración de los europeos, contundente y clara y tal cosa anda impetrando Montoro, como un nuevo San Antonio pintado por Carpaccio, quien lo representa como un bondadoso anciano del que huyen todos despavoridos porque no se da cuenta de que va acompañado por un fiero león; en el caso de Montoro, la fiera prima de riesgo. Como si quisiera contrariar a Montoro, el Banco Central Europeo ya ha dicho que es un asunto del gobierno español; allá se las componga este. A cambio, los etéreos principios: aquí emerge Van Rompuy, con su característica figura, augurando una propuesta de unión bancaria europea así con gesto como de no creérselo porque debe de sonarle como a cualquier europeo medianamente enterado, a quimera saintsimoniana. Por eso, junto a Van Rompuy, asoma también el inevitable Durao Barroso, pidiendo dos huevos duros más: un avance en la unión política europea, esto es, en la fabricación de la espada que dé fuerza a los pactos para que no se queden en meras palabras.
Pero de momento así es como estamos, en las ceremonias de la tribu para aplacar a los dioses del mercado. Es decir, más o menos en plenas rogativas de la lluvia. Rouco podía encabezar una procesión por el centro de Madrid pidiendo al Señor que aleje de nosotros la prima de riesgo, así como antaño se le pedía que alejara la peste. Total, ya ha entrado en juego la Virgen del Rocío. Lo llevamos claro.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).



dilluns, 18 de juny del 2012

Ya no quedan mentiras.

Los profetas del desastre están ahora mudos o, en el mejor de los casos, rezando jaculatorias con trémula voz mientras intentan desviar la atención a otros asuntos que no los hagan aparecer tan majaderos como son.
Estuvieron tres años y medio acosando el gobierno de Zapatero desde dentro y desde fuera, sin darle un minuto de respiro, sin ayudarlo en nada; al contrario, boicoteando sus esfuerzos, desprestigiándolo en el exterior y arremetiendo contra él en el interior sin parar. Lo identificaron con la catástrofe, con que España no tuviera la confianza de los mercados, con la ruina, con la incapacidad, el despilfarro y el endeudamiento impagable. Lo atacaron sin miramientos, culpándolo de todo lo imaginable e inimaginable.
Tuvieron el apoyo y entusiasta colaboración de la banca, la iglesia, los empresarios y todos los sectores carcundas de la sociedad en la tarea de derribar el gobierno. Y, finalmente consiguieron el de El País que, mediante un artículo incendiario de Cebrián publicado un 18 de julio, conminó a Zapatero a adelantar las elecciones y este, probablemente ya abrumado y a bout de souffle, cometió el error de ceder y, en efecto, adelantar las elecciones de marzo de 2012 a noviembre de 2011, en lo que quizá fuera el mayor desatino de su mandato. Y los hubo sonados.
Desde el momento del anuncio de adelanto, la tormenta arreció. Los mercados olisquearon la debilidad política de España y comenzó el asedio en serio. En lugar de hacer causa común con el PSOE en defensa de la "gran nación", la derecha intensificó su ataque contra el gobierno dentro y fuera de España. Quería derribarlo incluso al precio de que España se hundiera, según hemos sabido después sin que Montoro, el ministro que apuntó esta canallada, lo haya desmentido. Todos a una, iglesia, banca, medios, empujando, acabaron consiguiendo su propósito: el PSOE perdió hasta su sombra en las elecciones y en La Moncloa se instaló un flamante gobierno del PP con una inexpugnable mayoría absoluta.
¿El resultado? A la vista está seis meses después: todo era mentira. La crisis y las calamidades de España no eran culpa de Zapatero ni de su forma "insoportablemente liviana" de actuar, según pedante comparación de Cebrián, sino de los problemas estructurales de la economía española, agravados por la irresponsabilidad de Aznar y la incompetencia y corrupción de los gobiernos del PP. Todavía en los primeros meses consiguieron disimular el asunto acumulando más mentiras y echando la culpa a la "herencia recibida". Pero eso también se ha acabado. Ahora, con la prima de riesgo asomándose a los 600 puntos básicos (el doble que con Zapatero) ya está claro que la derecha no tenía fórmula, ni plan, ni siquiera propósito alguno de enderezar la situación. Que no tenía ni idea de cómo estaba el país o qué hacer con él. Sólo quería echar a los socialistas para ocupar el poder, repartirse las prebendas, enchufar a su allegados y amigos, extender la corrupción de Madrid y Valencia a donde se pudiera y dar satisfacción a las pretensiones más codiciosas y reaccionarias de la iglesia católica. 
Y El País es en buena medida responsable de esta catástrofe. Ahora, con España al borde de la bancarrota, gobernada por un irresponsable aun peor que Aznar, que se oculta de la opinión en su país e irrita a sus socios, de los que depende, con bravuconadas propias de un jayán de taberna, se han acabado las excusas. Los franceses han elegido con sentido común; los griegos, con bastante miedo. Pero ninguno de los dos sirve ya a estos incompetentes para ocultar el desastre que han organizado. 
Y ahora, ¿qué? Porque ya ni elecciones anticipadas pueden convocarse, pues no hay alternativa, ya que el rump PSOE que ha quedado tras las elecciones ni siquiera es capaz de articular un discurso inteligible y las otras fuerzas políticas (no mejor provistas en materia ideológica) son testimoniales.
Es la consecuencia de entender la política al modo de la derecha política y mediática y sus circunstanciales aliados, como confrontación a muerte en tierra quemada.
(La imagen es una captura de El País de hoy)

Una victoriosa derrota más.

A juzgar por las portadas de los periódicos españoles, ayer domingo solo hubo elecciones en Grecia. Sin embargo las hubo asimismo, y más importantes para Europa, en Francia, segunda vuelta de las legislativas. Pero estas se presentaban más de andar por casa pues la incógnita se había despejado en la primera vuelta y, desde luego, en las precedentes presidenciales. La tensión, la emoción, anidaban en las griegas; no segunda vuelta sino repetición de las elecciones del mes anterior con un resultado ingobernable. Según numerosos comentaristas de su resultado incierto dependería la permanencia de Grecia en la zona euro, en definitiva, en Europa.
Pero, además de ese asunto, nada desdeñable, las elecciones griegas tenían otro morbo, al menos para España, en el campo de la izquierda: saber si por fin la coalición izquierdista, formalmente no comunista (pues los comunistas tienen formación independiente con el nombre de tales), Syriza, acabaría superando, como así ha sido en efecto, la versión helénica de la socialdemocracia, el PASOK. El famoso sorpasso al que también aspira legítimamente IU en España, gracias al cual, si el PSOE sigue bajando y la coalición subiendo, esta sustituya a aquel como formación hegemónica de la izquierda. Como Syriza, vamos.
Seguramente Grecia se gobernará con una coalición más o menos nutrida de partidos en torno al eje Nueva Democracia/PASOK con el segundo actuando de comparsa menor. Syriza se instala desde ya en la oposición, un lugar digno desde el punto de vista de los principios pero poco relevante si se está frente a una mayoría absoluta.
Pero todo eso es de poca monta. Lo interesante es comprobar cómo la crisis del euro es una crisis de la euroizquierda que esta no acaba de entender y,  en consecuencia, no puede remediar. ¿Por qué se ha concentrado la atención en Grecia? En Francia ha ganado limpiamente la izquierda. Después de la victoria en las presidenciales, la socialdemocracia tiene mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. ¿Por qué no celebrarlo por todo lo alto? Sencillamente porque en Francia, la formación equivalente a Syriza o lo que dice aquí IU que quiere ser, esto es, el Frente de la Izquierda,se ha dado un batacazo . Se ha quedado en diez diputados y no ha salido ni Mélenchon. Si a este desastre añadimos el declive del equivalente alemán en las últimas elecciones de Länder, esto es, Die Linke, se perfilan dos modelos, el griego, con sorpasso y sin gobierno y el francés, con gobierno y sin sorpasso y con Alemania apuntando más al lado francés que al griego. Está claro, es un crisis de la izquierda. Con sorpasso o sin él, esta sufre las consecuencias de su desunión en todas partes. Lo sabe; dice querer evitarlo, pero no hace nada por ello porque su división interna es muy profunda.
Tanto el PASOK como el PSOE han pagado muy caro en las urnas su gestión de la crisis. Pero ello no es necesariamente porque, siendo de izquierda, se hayan plegado a los dictados neoliberales, pues tambien los gobiernos neoliberales han perdido las elecciones; el último, el de Sarkozy. El Partido Socialista francés y, según los sondeos, el SPD alemán, van para arriba porque vienen de la oposición. como las derechas griega y española. La crisis devora los gobiernos de todos los colores. Esto no quiere decir que los socialdemócratas no hayan sufrido un castigo adicional a causa de su seguidismo neoliberal. Al contrario, han perdido un considerable apoyo en votos por no haber sido capaces de formular una alternativa propia, socialdemócrata, a la crisis.
No obstante las cosas no son tan fáciles como se antojan a la gente con flaca memoria. Todo el mundo parece haberse olvidado de que, siendo primer ministro, el socialdemócrata Papandreu intentó convocar un referéndum sobre el rescate y casi lo despellejan y con muy escasa defensa interna. No obstante, ciertamente, el PSOE presenta un problema de indefinición considerable. La insistencia en sellar pactos nacionales con la derecha al amparo de la emergencia de la situación no permite que el electorado visualice una opción partidista de izquierda socialdemócrata.
La crisis se revela por fin en el problema de la otra izquierda, la no socialdemócrata, consistente en otro tipo de indefinición. Así como los socialdemócratas no consiguen distanciarse de los neoliberales pues comparten un objetivo estratégico que es la conservación del capitalismo (aunque con visiones distintas de él), la otra izquierda no consigue encontrar puntos de encuentro con los demás porque su objetivo estratégico no está claro. A primera vista, a juzgar por algunas observaciones desperdigadas acerca del cambio del modelo productivo, se pretende sustituir el capitalismo, pero no se sabe por qué. La oposición al capitalismo es notoria. Una de las organizaciones se llama Izquierda Anticapitalista, lo cual nos ilustra acerca de lo que es "anti" pero no acerca de lo que es "pro". Resulta así que en la estrategia de la izquierda radical aparece incrustado el elemento utópico (en el mejor de los casos), siempre inquietante para unos electorados que, como viene demostrándose en los últimos tiempos, son bastante conservadores.
La izquierda, toda ella, debe decidir si quiere gobernar Europa o se resigna a ser gobernada por ella, por la Europa del capital. Y la vía para conseguirlo, en mi modesta opinión, es la francesa; no la griega. Para lo cual es preciso que la socialdemocracia articule una política económica propia , distinta de la neoliberal y eso no es fácil, como se ve mirando el PSOE.
(La imagen es una captura de la portada de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 17 de juny del 2012

El Rey da esquinazo a Dívar y la gente no traga a Rubalcaba.

Escaquearse es un arte. Los de mi generación lo aprendimos en la mili. Venía el capitán de cuartel con cualquier estupidez entre ceja y ceja y lo mejor era salir a hacer un imaginario recado del coronel. Tocaban fagina y convenía largarse corriendo para no comer la bazofia llamada rancho. Asimismo  ha hecho el cabo Borbón. No puede estar con su gran amigo Carlos Dívar porque tiene que ir a consolar a no sé qué extraño Jeque del desierto que acaba de perder uno de sus 452 hijos. ¡Ah la amistad de las sangres azules! Comprenderá el hasta ahora acaramelado presidente del Tribunal Supremo que los asuntos de Estado no admiten demora y es preciso cuidar las monarquías amigas, sobre todo si regalan tan buenos Ferraris.
Conociendo la lamentable condición humana y sabiendo a España  llena de cortesanos escurridizos, tiralevitas y untosos petimetres, es posible que nadie del rey abajo quiera mostrarse en público con el Tour Operator caribeño de Puerto Banús. Dívar acabará largando su interesante y melancólico canto judicial de cisne en los oídos del conserje del tribunal y la señora de la limpieza contratada por horas por Eulen. ¿Cabía esperar otra cosa? Quienes propusieron la fórmula de una dimisión a término y salvar el bicentenario, ¿no cayeron en la cuenta de que nadie iría a la celebración? ¿Tampoco Dívar?  ¿Se puede ser más negado? Ahora entiendo por qué este hombre ha tardado tanto en hacer lo inevitable, esto es, dimitir: porque la cabeza no le da para más. Es curioso que llegue a presidente del Tribunal Supremo un hombre tan ciego, tan soberbio y de tan escasas luces. Pero si recordamos que lo nombraron Zapatero y Rajoy de común acuerdo la cosa se explica: es fiel reflejo de ambos.
Justo hoy también sale el sondeo de Metroscopia con noticias abrumadoras para el PSOE por enésima vez. La gente no traga a Rubalcaba. El asunto es llamativo y, aunque sea comprensible que la actual dirección del PSOE haga la vista gorda con estos y los anteriores resultados pues no le beneficia, en algún momento alguien en el PSOE deberá plantarse y exigir una rectificación, un cambio de rumbo, un congreso, una refundación, algo con tal de salir de este estadio de anomia galopante, de irrelevancia de un partido que hace seis meses era algo y ahora parece una reunión de jubilatas jugando a la petanca. Porque está claro que, si no eres Rajoy pero estás por debajo de Rajoy en valoración popular, te irá mejor en el sector textil, por ejemplo. Parece una tontería, pero no lo es. Rajoy es tan impopular que si el 20-N el PSOE no hubiera perdido cuatro millones de votos, él no habría ganado las elecciones. Así pues, quien esté por debajo de él en simpatía popular todavía lo tendrá peor.
Y no solamente hay un problema en la dinámica bipartidista. También lo hay en el seno de la izquierda. En las condiciones actuales de la crisis en Europa, con la izquierda radical recomponiendo su discurso en Grecia, Francia, Alemania y España, el PSOE corre el riesgo de seguir cediendo terreno hasta llegar al agotamiento. El proyecto socialdemócrata tiene un problema de legitimación teórica en toda Europa y a él añade el PSOE uno propio, específico, producto de una práctica oscura, ambigua, vacilante, entreguista y muy difusa. El PSOE pagó muy caro su política de seguidismo de la derecha en el gobierno. Si ahora en la oposición aparece uncido al carro del PP, sin articular una alternativa propia clara, carente de reflejos e indeciso, la izquierda radical acabará cosechando los votos que en las últimas elecciones siguieron fieles al PSOE más por una nostalgia de los tiempos que fueron que por el inexistente entusiasmo que despierta este candidato cada vez más parecido al abuelo Cebolleta, empeñado en colocarnos un rollo confuso sobre un pasado glorioso en lugar de convocar un congreso en el que el partido pueda volver a encontrar un discurso propio.
(La primera imagen es una foto de Andrus_Ansip. La segunda una foto de Rubalcaba38 bajo licencia de Creative Commons, ambas bajo licencia de Creative Commons).



Los veintisiete contra Atenas


De ti imploro, oh musa, el arte para narrar aquellos aciagos acontecimientos que, encadenados por el destino, llevaron a la actual situación de caos helénico. Acudía el demos a pronunciarse en el ágora sobre las condiciones de paz dictadas por los nuevos persas. Los dioses, siempre veleidosos, ya no los hacían venir del Oriente de los bárbaros despotismos, sino de las regiones hiperbóreas septentrionales.
Reinaba la disensión en el seno de la Ecclesia y quienes más alto hablaban era el partido del pueblo y el partido de la oligarquía. El primero pretendía hacer frente y resistir a los nuevos persas. El de la oligarquía, al servicio de la corte de la reina bárbara del Norte, prefería pactar con el extranjero a costa del pueblo. Aprovechando la confusión reinante, merodeaban por la polis bandas armadas partidarias de los tiranos que apaleaban preferentemente a los metecos aunque también arremetían contra los ciudadanos con aspecto de demócratas.
El Consejo de los dioses hubo de suspender los preparativos de los próximos juegos olímpicos a punto de celebrarse en una tierra ignota que los atenienses siempre pensaron estaría poblada de monstruos. Acertó a reunirse de urgencia en una cosmología extraña, cerca de la ciudad sagrada de Tenochtitlan. Los dioses del lugar eran muy abigarrados y llamaban G-20 a su Consejo. Los unos y los otros dioses miraban consternados los acontecimientos en Atenas porque si los ciudadanos decidían apoyar el partido del pueblo, este lucharía contra los nuevos persas y no les dejaría ocupar la acrópolis, en donde los germanos querían establecer un banco. Sobre todo les preocupaba que los atenienses rebeldes encontraran apoyo en otros lugares de la ecumene. En muchas colonias de la Magna Grecia había focos que miraban a Atenas, prestos a convertirse también en incendios populares que traerían una oleada de democracia, o sea, de demagogia.
La reina de los bárbaros del Norte ya había advertido a los díscolos atenienses de las consecuencias de la rebeldía: uno de cada diez ciudadanos sería sometido al ostracismo. Pero era poca amenaza. Se necesitaba algo más fuerte. De pronto apareció Hermes, el heraldo de Zeus, portador de un mensaje de los olímpicos a los atenienses: "Desterrad de entre vosotros toda desmesura prometeica, no queráis temerariamente ser hombres y conformaos con ser esclavos como es la voluntad de los inmortales. Abandonad el partido del pueblo y seguid el de la oligarquía, pues corresponde al orden natural de las cosas y apacigua a los dioses que sabrán ser próvidos con vuestras desgracias".
Al otro extremo del piélago, en Iberia, algunas tribus rebeldes, muy cercanas en espíritu al partido del pueblo ateniense hablaron de intolerable injerencia de los dioses en los asuntos internos de la polis ateniense y propusieron hacer como hicieran los griegos. Enfrentarse a los tiranos de la colonia, al servicio de los bárbaros invasores y poner coto a la desmesura de estos. Devolver la autonomía al pueblo ibérico así como la isonomía y la isegoría, la igualdad ante la ley y la libertad de expresión. Ambas le habían sido arrebatadas por la oligarquía colonial al servicio de los veintisiete tiranos.
Los mismos dioses, oh musa, estaban al servicio de la tiranía de los veintisiete cuya estrategia era someter a servidumbre a los pueblos del sur, siempre incómodos, indisciplinados y revoltosos.Y, sin embargo, en aquella confusión, en aquella turbamulta de bárbaros, dioses, ciudadanos, metecos, oligarcas, demagogos, sicarios, esclavos y estrategas, en donde nadie parecía entender nada, una cosa había quedado clara: era el pueblo el que hablaba y el mundo civilizado entero, los mortales y los inmortales, la tierra y el reino de los muertos estaban pendientes de su palabra.
(La imagen es una foto de Wikipedia en el public domain. Representa la Victoria alada, la Niké de Samotracia, esculpida para celebrar un triunfo naval en el siglo II a. d. C. Se encuentra en el Louvre).


dissabte, 16 de juny del 2012

La vida plena del señor juez.

En estos momentos, un órgano colegiado, el pleno del Consejo General del Poder Judicial, debate si fuerza o no la dimisión de su presidente que lo es también del Tribunal Supremo, Carlos Dívar.
Los hechos son de conocimiento público. No merece la pena reseñarlos. No es una cuestión de objetividad penal, sino de subjetividad moral. Cuando un cargo público de relevancia semejante a la de este bipresidente tiene un tropiezo similar y el asunto se deriva por la vía judicial, el resultado goza de mayor o menor aceptación en la opinión pública que concede de entrada un margen de confianza a los jueces. Sin embargo, cuando se pide de estos que resuelvan en algo que afecta tan directamente a su estamento como el caso actual, el margen se estrecha casi hasta desaparecer. Y con razón, como acaba de verse. Al rechazar de plano las querellas en contra de Dívar, sus colegas vinieron a decir que no están dispuestos a someterse a la ley que imponen a los demás. No cabe comportamiento más destructivo para el prestigio de las instituciones.
La comparecencia de Dívar hace unos días, calculada no con el espíritu de transparencia ante la opinión, sino con el de una estrategia de defensa de un gabinete de comunicación, fue una metedura de pata colosal solo comparable a aquella entrevista vergonzosa que la TV le hizo al acusado por los GAL, Julián Sancristóbal en la propia cárcel con el fin de exonerarlo. Las "explicaciones" públicas de Dívar -un Dívar cuya primera reacción al conocerse sus andanzas y presuntas malversaciones de dineros públicos fue de insultante soberbia y desprecio hacia el parecer colectivo- fueron una infantil maniobra de ocultación que únicamente lo pusieron más evidencia. Las revelaciones posteriores sobre sus otras escapadas y el frágil castillo de naipes que ha montado con sus inverosímiles y desmentidas coartadas ponen su peripecia no a la altura del Tribunal Supremo sino de una taberna de pícaros. Eso sí, con pretensiones de gran refinamiento, boato y bastante cursilería, quizá la característica más acusada de este magistrado.
Los propios jueces, muy corporativos, han cerrado el paso a la vía penal, pero eso solo echa sobre el CGPJ la responsabilidad añadida de actuar con una fuerza redoblada en el terreno de escrupulosidad moral.
El comportamiento de Carlos Dívar no es de recibo y si el hombre, quizá en un gesto de obcecada desesperación, no tiene la gallardía de dimitir, el CGPJ debe destituirlo.
La inaceptable mezcla de personalidad pública y privada en la vida de Dívar y que este no ha sabido vivir con dignidad no deja otro camino. Sobre todo porque el propio Dívar es consciente de que su posición no es sostenible. Cuando en su lamentable comparecencia lloriqueó que él era juez las veinticuatro horas del día estaba dándose a sí mismo el tiro de gracia. Quien acepta voluntariamente ser ejemplo de conducta ininterrumpidamente no puede reclamar territorio exento alguno. Dívar es un ser humano y, como tal, tiene derecho a vivir su vida privada como le parezca y con quien le parezca, pero no en la zona de penunmbra entre lo lícito y lo ilícito; menos negándose a aclarar su comportamiento y refugiándose en una cobertura de secreto a la que no está legitimado y muchísimo menos con el dinero de los contribuyentes. Si el señor presidente del Tribunal Supremo quiere que los camareros de los restaurantes marbellíes de lujo lo admiren por su relevancia pública y el buen gusto que tiene al elegir sus acompañantes, que se lo pague de su bolsillo.
Por lo demás, toda esta ya larga disquisición sobra. Pocas veces un caso en discusión concita tal unanimidad en la opinión. Cuando uno cosecha un resultado como el que revela la encuesta de El país más arriba, lo único decente que puede hacer uno es un mutis discreto por el foro. Y llevarse con él a su guardaespaldas.
(La primera imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons. La segunda, una captura de El País de hoy).

Grecia.

Es llamativa la insistencia de los poderes de la tierra y sus epígonos en amenazar a los griegos con lo que hagan mañana domingo en las elecciones. Nunca en la vida se habían ocupado tanto los restantes europeos por el resultado de unas elecciones en este pequeño país de unos once millones de habitantes. Ahora, sin embargo, todas las miradas están puestas en él y de ahí las constantes advertencias, verdaderas amenazas. Ojo con lo que votáis, griegos. Si lo hacéis por la izquierda, habrá problemas. Es una injerencia bastante insoportable.
La cuestión no es si los griegos votan por partidos que propugnen la salida del país del euro. Y no lo es por cuanto los socios de la Unión tampoco son unánimes respecto a su  mantenimiento. Algunos sectores alemanes e ingleses piensan que todos estarían mejor con Grecia fuera del euro. Otros, en cambio, no quieren ni oír hablar de esa eventualidad y, desde luego, las autoridades máximas de la Eurozona, Merkel y Hollande, han dejado claro su firme compromiso con el mantenimiento de Grecia en el club.
No es cosa de la salida o no salida del euro, no. Sobre todo una vez que Syriza de la que, por oponerse a la política de austeridad, se sospechaba que pudiera propugnar aquella, ha formulado con entera claridad su propósito de mantener el país en el euro. Es cosa de si los griegos votan o no una opción de izquierda. Y en eso reside la intolerable injerencia. La izquierda griega quiere renegociar los términos del rescate, algo muy prudente, dado el terrible impacto social que ha tenido, con suicidios incluidos. Y los poderes europeos, voceros de sus amos los mercados y los banqueros, no están dispuestos a acceder porque de toda renegociación tendrán que salir condiciones más favorables para los griegos y, por tanto, menos para los bancos y los especuladores.
En Grecia se la juega la izquierda. No solo la izquierda griega sino la europea en su conjunto. No sería admisible que, caso de ganar las elecciones, la izquierda griega contara con la oposición del resto de la europea, en seguimiento de la actitud hostil que los sectores neoliberales de la UE profesan hacia Grecia.
La permanente injerencia en las elecciones griegas obedece al temor de los poderes europeos de estar asistiendo al efecto de una chispa que pudiera encender una revolución continental. Una revolución no caracterizada ya por la vieja iconografía insurreccional, violenta, sino por una vía nueva. En concreto, la que se abre a través de la acción de gobiernos de izquierda, capaces de imponer un consenso en la UE distinto de la versión continental del neoliberal de Washington.
Dejemos de lado caritativamente la cuestión de si han sido o no las políticas neoliberales las causantes de la crisis. Palinuro está convencido de ello, pero eso no es ahora relevante. Lo relevante es ver cómo la aplicación de esas políticas en los últimos cuatro años no solo no ha resuelto la crisis sino que la ha agravado. En consecuencia, es de sentido común cambiarlas y probar con otras, cuando menos keynesianas. Con una presidencia y un gobierno socialdemócratas en Francia y un hipotético gobierno de izquierda en Grecia, nos acercaremos a esa situación. Si el Partido Socialdemócrata Alemán ganara las elecciones del próximo año, estaría expedito el camino a un giro de las políticas económicas en el continente, orientadas más a las de carácter expansivo, que fomenten el crecimiento en lugar de estrangularlo, como hacen las neoliberales.
Muchos comentaristas reflexionan con tristeza sobre la amarga situación de Grecia, la cuna de Europa, y lamentan el sarcasmo de su triste destino. Es el síndrome de los imperios antañones. Algo parecido les pasa a los árabes. Llevan muy mal el hecho de verse dominados, sometidos vilipendiados por doquier cuando en el pasado fueron la vanguardia científica, filosófica, militar mundial. En parte también les pasa a los españoles que no acaban de digerir el no ser ya el glorioso imperio en el que no se ponía el sol, ni siquiera capaces de recuperar un trozo de su territorio, colonia de otro, como Gibraltar.
En el caso de Grecia en relación con Alemania hay algo más puesto que la Alemania moderna, que surge con el romanticismo, se troquela sobre el molde de la visión ideal de Grecia, algo que comparten los alemanes con los ingleses de la época. Basta con recordar a Lord Byron en Missolonghi. Los dos autores más famosos del Sturm und Drang, Schiller y Goethe, lo abandonan por un regreso al clasicismo griego, en lo que se llamará el clasicismo de Weimar. Esta nueva tendencia influirá mucho en los tres amigos, verdaderos padres de la conciencia alemana, que coinciden en su juventud en Tubinga, en un estado de exaltada idealización de Grecia: Hegel, Schelling y, sobre todo, Hölderlin, cuyo Hyperion es la culminación literaria de esa admiración germánica por lo griego. Una admiración que ha sido sustituida por una actitud de desprecio y de prepotencia de nuevo rico.

divendres, 15 de juny del 2012

El líder más incompetente de toda Europa.

Ojo, ahora no lo dice Palinuro (sin negar, desde luego que lleva días, semanas, diciéndolo), sino el eurodiputado euroescéptico británico, Nigel Farage. Ser eurodiputado y ser euroescéptico tiene su miga, pero es algo muy propio de Europa y, desde luego, de Inglaterra; una muestra, quizá, del dry humour inglés. Como sea, Farage razona cual navaja de Occam y concluye con absoluta racionalidad que, en efecto, Mr. Rajoy es el líder más incompetente de toda Europa. Es brillante. Merece la pena oírlo, incluso aunque no se entienda el inglés. Y, sobre todo, porque añade una coletilla: Que ya es decir porque tiene (Rajoy) una dura competencia.
That is it. Y Rajoy ni lo huele. Aquí sigue el personaje, rodeado de sus fieles y comensales, que lo tratan como si fuera el el papa de los locos y le siguen las gracias de que el rescate no es un rescate sino la consabida pica en Flandes. Frau Merkel echa las muelas con la Frechheit del toreador y ya está diciendo que sus recursos son limitados y no darán abasto para socorrer tanta hidalguía harapienta.
Es maravilloso. ¿Creerá el amable lector que todavía ayer aparecía colgada en la web de La Moncloa la siguiente afirmación entrecomillada de Rajoy: "Es un crédito a la banca que va a pagar la propia banca". En la web de La Moncloa. Ayer. Cuando ya han explicado los amigos europeos en todos los tonos que es un préstamo a España que pagará España.
Pero a Rajoy no le basta con ser el líder más incompetente de toda Europa; quiere ser el más grosero. También ayer se negó a contestar una pregunta que le hizo al paso en los pasillos del Congreso una periodista. Pidió esta (una joven animosa, sin duda alguna) una declaración a Rajoy con un mensaje de tranquilidad a la ciudadanía. En ese momento, la prima de riesgo -esa que iba a ser negativa cuando él llegara al poder- debía de estar en 550 con el interés en el 7% y ciertas señales de pánico. Rajoy tenía obligación de haberse pronunciado como se le pedía y, además, felicitar a la periodista. En lugar de eso farfulló un ¡Vamos, vamos! y pasó de largo, dejando, dice el periódico que quiere cubrir la grosería del presidente,a Guindos para dar el mensaje de tranquilidad. Falso. No dejó nada. Salió como un cohete, estilo Urdangarin. Guindos se quedó de rehén y se vio obligado a lanzar el mensaje, cuyo contenido era tan tranquilizador como La caída de la Casa Usher.
Además de la incompetencia y la grosería se acumula la incoherencia. Este Rajoy que no se digna contestar a una pregunta muy puesta en razón y formulada correctamente por una periodista ¿no era el que hace unos días decía: si quieren saber algo, pregúntenme a mí. Al parecer olvidó añadir: que no contestaré. ¿Puede ser presidente del gobierno una persona que se niega a contestar a las preguntas de los periodistas? Los periodistas trasladan los hechos, no los juzgan. No asiste por tanto al preguntado el derecho a no declarar como le asistiría ante un juez.
Ignoro si Rajoy está recibiendo clases de inglés pero, desde luego, necesita un serio aprendizaje de los usos democráticos en las naciones civilizadas de la tierra e incluso en las no civilizadas. Con tanta clase quizá lo mejor fuera que dimitiera de presidente y dejara paso a otro algo más competente.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dijous, 14 de juny del 2012

Las mentiras de Rajoy salen carísimas.

Era una línea de crédito en condiciones de chollo para España; los intereses nacionales se habían impuesto en Europa; no era un rescate; era un crédito sin condiciones; era un dinero generosamente prestado a los bancos españoles; en absoluto al Estado; no afectaría al déficit. No serían los españoles quienes tendrían que pagarlo, sino la banca. Un triunfo para la Gran Nación. Puro surrealismo.
Todas estas y algunas otras mentiras descaradas ha venido diciendo Rajoy en los últimos días. Le da igual si la prensa del mundo entero lo desmiente, salvo el ABC y La Razón (aunque estos no son prensa sino pasquines), que lo dibuje como Pinocho con larga nariz, como un torero perseguido por un morlaco o como un fantoche. Le da igual porque no tiene dignidad. Lo suyo es mantenerse en el poder frente a todo criterio de racionalidad para que sigan haciendo negocios los auténticos españoles, lo banqueros, los empresarios o sea, los creadores de empleo quienes, hasta ahora, se han limitado a destruirlo, así como los curas, las mujeres sumisas y los obreros distraídos.
Gobernar para Rajoy es mentir. Y, si se descubre la mentira, se miente otra vez y otra, con todo descaro, hasta que los hipotéticos contradictores, hartos de batallar, den el asunto por perdido. Este no dar valor a la mentira, este quedarse impertérrito cuando alguien te deja por embustero y te lo suelta a la cara, esta indiferencia ante la vergüenza y el bochorno, es típica de la derecha. ¿Cuántas veces han mostrado ya en primera los periódicos los embustes, las mentiras de Dívar para justificar sus impresentables escapadas a hoteles de lujo con su guardaespaldas? ¿Con qué resultado? Ninguno. No se inmutan. Esperan la escampada, el tedio de la gente, que se hable de otra cosa.
Dívar y Rajoy, Rajoy y Dívar; dos embusteros recalcitrantes, cuyas mentiras contaminan todo lo que tocan. El prestigio del Tribunal Supremo está por los suelos y el del gobierno de España por debajo de los suelos. El de Rajoy no ha existido nunca. Ahora bien, tampoco el desprestigio sale gratis. Precisamente porque el gobierno de España está en manos de embusteros, ineptos y arrogantes, las circunstancias del país, en lugar de mejorar, empeoran y empeoran por la exclusiva culpa de Rajoy. Ahora Moody's pone el bono español al nivel del bono basura y eso tiene un costo altísimo porque encarece aun más la deuda y hace subir la prima de riesgo que, a su vez vuelve a encarecer la deuda. En punto a incompetencia en el gobierno, Zapatero era un as al lado de este inútil rimbombante. Basta con echar una ojeada al gráfico de la prima de riesgo desde que se anunció el rescate. Si esto era la solución, ¿hubiera sido peor la falta de solución?
Se recordará cómo Rajoy, Guindos y el resto de la peña del PP se niegan a admitir que los 100.000 millones sean un rescate y se refieren a él con circunloquios algunos francamente ridículos. Lo mismo hizo Zapatero cuando se negaba a llamar "crisis" a la "crisis", pero ahora es mucho más descarado, mucho más irresponsable y mucho más arbitrario y, sobre todo, como se ve en El País, mucho más peligroso. El extranjero no es España; allí no se puede mentir bellacamente porque te responden con contundencia y te callan la boca; no se limitan a llamarte embustero sino que te dan en los morros. Europa no es España, en donde la gente está achantada y no tiene posibilidad de oponerse en serio. Los medios europeos no son como Telemadrid en donde los empleados tienen la consigna de no pronunciar la palabra rescate y, en efecto, la palabra no se pronuncia en el telediario.
La raíz de la peligrosa irritación europea está en el comportamiento bravucón del gobierno español. Y tampoco es nuevo. Se recordará un episodio durante el gobierno de Aznar cuando este se presentó en Bruselas a pedir más dinero para España mientras bajaba los impuestos en casa. Antes de pedir dinero, le dijeron, deje los impuestos en donde estaban. Ahora viene a ser lo mismo, pero quintuplicado. Ahora es: "Piden ustedes dinero pero van por ahí diciendo que nos lo han sacado. Con ello nos han soliviantado a los demás países en rescate, Irlanda, Portugal y Grecia, todos ellos pidiendo ya un trato igual al de España. Es decir, lo que no hubiera de mentira en la teoría del rescate chollo, desaparece a ojos vistas.
Efectivamente, las mentiras salen carísimas. Va siendo hora de que este presidene mentiroso, improvisador, indeciso y silente deje paso a alguien capaz de hacer frente a la situación. Si necesario es, mediante elecciones anticipadas.
(El gráfico está tomado del blog de Íñigo S. Ugarte @guerraeterna, visto en Twitter).

Recordatorio.

Palinuro recuerda al amable público que en el día de hoy, jueves, 14 de junio, siguen los actos conmemorativos del cuadragésimo aniversario de la UNED y el vigésimo quinto de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología. Tienen lugar en el salón de actos de esa facultad, c/ Senda del Rey. Para llegar, véase el plano en Aniversarios. Palinuro recuerda igualmente que a las 11:00 u 11:30 de ese día su alter ego, Cotarelo, pronunciará una conferencia sobre treinta años de política en España. Tengo interés en escucharlo, a ver cómo se desenvuelve en ese proceloso campo. Lleva, así afirma, una presentación de pwp con imágenes fuertemente simbólicas e impactantes. A saber a lo que llama él eso. Desde luego, es muy aficionado a la iconografía. Dice que es uno de los grandes avances de internet, la vuelta a la unión de la palabra y la imagen ambas impresas, que se habían ido disociando poco a poco, a medida que las editoriales abarataban el precio de sus productos. Nada de ilustraciones o imágenes en color y, poco después, nada (o casi nada) en blanco y negro. Gracias a internet las palabras y las imágenes vuelven a asociarse. No crean ustedes: ha estado un buen rato buscando una imagen para esta entrada, ha dudado entre dos o tres y, al final, ha puesto esta, una ilustración de Aubrey Beardsley, al que es muy aficionado, titulada Los wagnerianos, de 1894 que representa los seguidores de Wagner durante una representación de Tristán e Isolda. ¿Qué le pasó por la cabeza al hacerlo?
No lo sé, pero lo barrunto y, a reserva de lo que él pueda decir, sospecho que quiere recordar a los israelíes que Wagner no tiene la culpa de los nazis wagnerianos, como tampoco la tiene de los wagnerianos de fines del XIX, que también eran una secta; pero muy distnta. No comprender esto es impropio de la grandeza de la cultura judía.