dijous, 9 de desembre del 2010

Luchas en espacios simbólicos,

El euro se tambalea. El rostro claro, nítido, visible de la Unión Europea, pues que todos los demás, humanos o institucionales, son borrosos (¿alguien recuerda últimamente algo del evanescente señor Van Rumpuy?), está en peligro. La propuesta de Jean-Claude Volcker, el PM de Luxemburgo y presidente del Eurogrupo (el único político con altura de miras de la UE, según Helmut Schmidt), de emitir eurobonos y poner en marcha para ello una institución europea de crédito se ha dado de bruces con la obstinada negativa de Alemania. La señora Merkel no quiere que su país acabe pagando los platos rotos de los Estados endeudados. Volcker piensa que los alemanes son "simples"; pero Austria y los Países Bajos los apoyan. Si se emiten eurobonos, los países en riesgo de quiebra aflojarán en sus esfuerzos por salir de la crisis.

Muchos, entre ellos el presidente del FMI, piensan que hay que reforzar políticamente el euro, que hay que avanzar hacia una mayor integración de la UE, especialmente de la Eurozona, si se quiere que el euro sea una moneda creible. Mientras esto no suceda será vulnerable y corre el riesgo de hundirse. Y en esto la señora Merkel parece tener las ideas muy claras: "si fracasa el euro", dice, "fracasa Europa". El euro es pues una idea, un símbolo, el símbolo de Europa, de la legendaria y mítica Europa, la del rapto. Merkel, por supuesto, no quiere pasar a la historia como la enterradora del euro; pero tampoco quiere que sea Alemania quien pague el rescate.

No sé si fracasaría Europa; ni siquiera si fracasaría la Unión Europea; en todo caso, lo haría la Eurozona, es decir, esa clara manifestación de la vieja idea de la Europa de las dos velocidades. Lo que Frau Merkel no parece entender es que, en cualquiera de los dos casos, euro sí (con eurobonos) o euro no, Alemania pagará las consecuencias. Con la diferencia de que, en el caso del no, las consecuencias las pagará también el proyecto de integración política de Europa, que sufrirá un marcado retroceso. Justo en el momento en que, cara a una crisis global, lo más sensato que puede hacer Europa es integrarse hasta constituir una entidad económica y políticamente relevante en el escenario global y no un mero conjunto de Estados a quienes los chinos compran y venden lo que quieren y los Estados Unidos dan órdenes.

La moneda es un testimonio, un termómetro, un monitor de cómo se encuentra una economía perteneciente a una entidad política; pero es imposible evaluar la situación de una economía perteneciente a dieciséis entidades políticas.


El otro simbolismo del momento, el episodio WikiLeaks, continúa haciendo estragos. No contentos con intentar criminalizar como terrorista a Assange, algunos políticos yanquies, como el senador Joe Lieberman, que parece haber perdido la Minerva, amplian el rango de sus diatribas y apuntan ahora a la prensa, como el New York Times. Y quien dice el NYT dice The Guardian, etc. Van por los periódicos. Resulta obvio: si se acepta que WikiLeaks ha infringido la ley de secretos oficiales (o la que sea), lo mismo han hecho las cinco publicaciones que han difundido los cables fatídicos. Si se persigue a Assange, hay que perseguir los periódicos. Hay que ser consecuente, pensará Mr. Lieberman.

A propósito de los periódicos hay una curiosa campaña en la blogosfera para pedirles que, ya que se han beneficiado de los papeles de WikiLeaks, contribuyan ahora cuanto puedan a la defensa y liberación de Assange. Se pueden escribir cartas al director que se encuentran en los respectivos idiomas del medio en el blog El Teleoperador. Pues sí, creo que está en el interés de los periódicos defender su fuente y ayudar a Assange en su lucha por la libertad de expresión.

Tanto el senador Joe Liberman como todos cuantos piden persecución penal para Assange por revelación de secretos debieran sopesar los pros y contras de su empeño. Quienes dramatizan con voz engolada la cuestión de la defensa nacional deben precisar de qué diablos hablan. Pasan los días, los secretos se amontonan a la vista del respetable y aquí no sucede nada; no estalla una guerra, ni hay atentados o secuestros, ni siquiera disturbios callejeros. Todo lo que sucede es que los Estados Unidos se revelan ante el mundo como un Estado de matones y los demás, excepción hecha de la China, en parte Rusia y Francia, y los irreductibles Cuba, Venezuela y Bolivia, aparecen como lacayos y tiralevitas. Pero nada más. Es incómodo y vergonzoso para los implicados, pero no es peligroso para nadie. El impacto de WikiLeaks se da más en el terreno simbólico que en el real. En el simbólico es una bomba; en el real, apenas se percibe. Por eso es tan absurdo hablar de defensa nacional. Es no querer ver que la cuestión, la guerra, es virtual, digital, por la justificación y permanencia o no de unos u otros métodos de gobierno.

Los contra son muy importantes. De insistir en la persecución penal de Assange se causará un daño irremediable al principio de la libertad de expresión, que es la piedra angular de Occidente. Cargar contra los periódicos ya muestra claramente el síntoma. Detrás vendrán los libros, el teatro, las películas y tendremos la censura establecida de nuevo, fisgando y rastreando todos los días la red. Un panorama imposible.

Aunque parezca un chiste, está previsto que este año de 2011, del primero al tres de mayo, Washington acoja la celebración del Día mundial de la UNESCO de la libertad de expresión. Si se leen con atención la exposición de motivos y los criterios por los que se regirá la otorgación del premio está clarísimo que tendrán que darselo a Assange.

(La primera imagen es una foto de hegarty_david; la segunda, de gwydionwilliams, ambas bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 8 de desembre del 2010

WikiLeaks: la revolución en marcha.

Hasta de la crisis se han olvidado. Todos los medios, todos los focos se concentran hoy en la figura del activista detenido ayer en Londres. Los gobiernos no gobiernan; las bolsas, los bancos han pasado a segundo plano. Hay una crisis del euro en marcha y no consigue captar la atención. La batalla es ahora por el alma, el corazón mismo de la cultura y la civilización humanas; es por la libertad de expresión. O sea, por la libertad a secas, esa que, al decir de Azaña, nos hace hombres, esa por la que la vida se ha de dar, según don Quijote. Es una revolución, pero no es nueva sino una batalla más en la larga lucha de la humanidad por liberarse a sí misma de sí misma. A un lado, la Grecia clásica, la revolución inglesa, la Ilustración, el racionalismo, el positivismo, internet; al otro, las diversas formas que los despotismos han ido tomando a lo largo de la historia, desde las tiranías griegas o persas hasta los totalitarismos del siglo XX, pasando por la Inquisición o la Santa Alianza. A un lado Platón (en la Apología de Sócrates), Milton, Locke (el padre espiritual de los Estados Unidos), Mill, Russell, Assange y al otro Aristófanes, Jerjes, Filmer, Torquemada, Calvino, De Maistre, Stalin, Hitler y Bolton, el ex-embajador yanqui en la ONU que traía Palinuro ayer, un hombre tan enterado que piensa que se puede cerrar internet "apagándole los electrones".

Sé que suena algo grandielocuente, pero esos son los stakes. Ya lo ha dicho Naughton: o aceptamos vivir en un mundo transparente o cerramos internet que es como apagar el mundo. Ahora que se estaba poniendo apasionante. De un golpe como de relámpago, en menos de seis meses, con más de 400.000 documentos en diversos grados de secreto circulando en el ciberespacio, ha quedado clara la verdadera naturaleza del poder de los EEUU, un Estado al que cabe clasificar de Estado que fomenta el terrorismo de acuerdo con su propia definición. La verdad, siente uno tristeza por esos sesudos analistas que llevan años estudiando la naturaleza del poder de los EEUU, como Joseph Nye y su bendita teoría del "poder suave o blando", frente al "poder fuerte o duro" que, de todas formas tampoco era tan nueva. Ya el bueno de Teddy Roosevelt, a comienzos del siglo XX, decía que había que hablar suavemente y blandir un buen garrote. Lo que WikiLeaks ha puesto en claro es la esencia de ese garrote o de esa suavidad: todo tipo de trampas, chanchullos, ilegalidades y delitos. Para los EEUU el Estado de derecho, the rule of law es una filfa.

A estas horas, la peripecia personal de Assange, su via crucis legal, sigue su curso. Porque el hombre, respetuoso con la ley, se ha entregado pero no quiere que lo extraditen a Suecia pues tiene fundadas sospechas de que la causa sueca no es más que un montaje político en el que están involucrados los EEUU a través de sus organizaciones anticastristas. Veremos qué sucede pero vaya por delante que Assange no es un delincuente sino un desobediente civil que acata las decisiones de la justicia. Esto es muy importante para que sepamos cómo valorar en su justa medida la avalancha de criminalizaciones e invitaciones al asesinato de que Assange ha sido víctima en los últimos días, algo increíble.

Y, sin embargo, por bochornosa, inquisitorial y odiosa que sea esta persecución contra un hombre y una organización que están defendiendo la libertad de expresión, lo más llamativo del asunto es que, además, es inútil. En este terreno, el baranda mayor del mundo y sus agentes, lacayos y palafreneros tienen perdida la guerra.

He salido de dudas: es imposible silenciar WikiLeaks en la red y mucho más eliminar los tropecientos mil documentos probatorios. En este mismo momento cualquiera puede recorrer los cables, debidamente clasificados por fechas, países, etc, en The Guardian, El País o en la página de la Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia y en infinidad de sitios, desde Islandia a Vuanatu.

Esa guerra está perdida para los Estados. ¿Para qué quieren a Assange? ¿Para hacer un mártir de él? ¿Para dar a un movimiento ya imparable un rostro humano? Porque cabe preguntarse si no será posible acabar con WikiLeaks y todo lo que representa por otros medios. A este respecto, Der Spiegel hace un estudio minucioso de la situación que se llama No es posible frenar WikiLeaks. Ningún otro mecanismo va a funcionar. Cerrar los sitios WikiLeaks carece de sentido ya que hay centenares de réplicas y cada vez más. Ahogarlo financieramente, supuesto que se pueda, con bancos (suizos), cartas de crédito o Paypal, no impedirá que cada vez le llegue más dinero, a través de alguna fundación (esta la he sacado de Der Spiegel) u operando en países en que WikiLeaks no esté prohibido, como Francia. Tampoco es posible eliminar el movimiento en favor de WikiLeaks en Twitter o Facebook porque eso pondría a los millones de clientes en contra. Twitter es el canal por el que WikiLeaks está presente en todo el mundo en todo momento.

Esta guerra está perdida: liberad a Assange, contad la verdad a la gente acerca de los gobiernos, los de primera y los de vigésima séptima (¡qué espectáculo, voto a tal, el de ese ministro lloriqueando a Condoleeza Rice!), obligad a los bancos a decir la verdad, a las grandes farmacéuticas, las petroleras, abrid los paraísos fiscales. El mundo va a cambiar de base.

¿Que queda la China? Desde luego, con ese cordón de acólitos que ha formado para abuchear al premio Nobel de la Paz, Liu Xiaobo, para una vez que se lo dan a alguien que parece merecerlo. La China puede hacer lo que quiera. Tendrá que adaptarse. Y lo hará.

(La primera imagen es una foto de The /G/TM; la segunda,una foto de alyceobvious, ambas bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 7 de desembre del 2010

La realidad no soporta la realidad.

Este de la izquierda, Julian Assange, a quien Palinuro considera Un héroe de nuestro tiempo, resulta ser el enemigo público número uno. Un enemigo público global, como corresponde a la época. No es raro que los enemigos públicos sean vistos como héroes.

Pero ¡qué cacería! Hay verdadera furia. Quieren declarar terrorista a Assange, WikiLeaks, lo que sea; asesinar al hombre; expulsarlo de la red; ahogar el portal; terminar con esta pesadilla. El mundo no soporta verse como es. Todos los actores políticos de todos los países quedan muy por debajo de la imagen que les gusta proyectar de sí mismos. Todos los equilibrios internacionales, hechos de pactos, chanchullos, componendas están saltando en explosión incontenible. Por eso, cuando se escucha al Fiscal General de los EEUU, Eric Holder, decir que están haciendo lo que pueden para contener este flujo de información a uno le suena a una situación mucho peor que lo de las fugas de petróleo en el Golfo de México. Mucho peor porque este "flow of information" ya no hay quien lo pare. Está en la red y multiplicándose por miles cada minuto a través de los mecanismos P2P. Así que ese planteamiento es erróneo.

A su vez, la señora Clinton ya dijo en su día que la difusión de los cables fatídicos era un ataque a la Comunidad Internacional. Es pintoresco que hable de ataque a la Comunidad Internacional quien supuestamente ordenó que se espiara al Secretario General de las Naciones Unidas. En fin, espiar no es atacar; sólo es prepararse para hacerlo. El que ataca es quien revela el espionaje y con él no debe haber piedad. Lo que suena algo ridículo.

En el frente de la persecución personal del australiano la cosa parece decidida: hoy lo tendrá Scotland Yard en aplicación de una orden europea de extradición y lo llevará de inmediato al juez. La causa en Suecia es muy sospechosa: se presentó, se retiró y volvió a presentarse por otro lado. Acusaciones de violación y abusos sexuales. Tiene toda la pinta de un montaje, pero hecho en un terreno muy delicado para la sensibilidad de la época. Con ello no solamente parece pretenderse encarcelar a Assange sino desprestigiarlo también. Eso de la violación tiene muy mala prensa. Es de esperar que el activista salga bien librado de ésta.

Porque en el mundo no parece que haya lugar para él. Ha atacado todos los Estados descubriendo sus secretos y los Estados están coaligándose en su contra. Como quiera que los Estados ocupan todo el planeta, va a serle difícil encontrar un hueco. De momento se trata de si el Reino Unido lo extradita a Suecia; pero puede haber más demandas de extradición y el propio Reino Unido puede abrir una causa penal contra él invocando siempre el principio del secreto oficial y la defensa nacional. No es difícil. Otros están haciéndolo, por ejemplo Australia, su país de origen.

Se trata del primer objetor de conciencia a escala global, un objetor en nombre de la conciencia del mundo. Es una objeción que los Estados, especialmente los Unidos, no van a tolerar. Assange tiene pinta de ser la primera víctima de la guerra digital entre internet y los Estados.

Así que lo que interesa es entender esa guerra. El Guardian, que está haciendo una cobertura del WikiLeaks extraordinaria, publica hoy dos artículos que representan los dos polos entre los que se juega esta guerra; porque es una guerra y va en serio. Uno de ellos es de John Bolton, titulado Cables de WikiLeaks: Barack Obama es un peligro mayor. Suena un poco a discurso de Rajoy en España: Zapatero es culpable de todo. No es de extrañar. Este Bolton, a quien le parece que sobra la ONU y que fue, claro, embajador en la ONU en tiempo de Bush, dice sin ambages que hay que perseguir penalmente a Assange, cerrar WikiLeaks y sacar de la red todo el material dañino. Lo que sucede es que el gobierno de Obama, que es como un Zapatero, no tiene agallas. Discurso típico de halcón.

El The Guardian publica asimismo otro artículo de John Naughton titulado Vivid en un mundo wikilikeable o cerrad la red. Depende de vosotros. Se dirige a los políticos, claro. No se da punto medio, como no se da entre la libertad y la tiranía para un alma noble: si hay red, es libre. Lo mejor es que no la haya. Pero ¿puede haber un mundo sin red? Me parece que no. Y si es que no, está claro que nadie podrá contener ese condenado flood of information. Es imposible que los Estados prevalezcan en un mundo de trasparencia total. Así que si quieren sobrevivir tendrán que reinventarse porque las cosas ya no son como antes.

(La imagen es una foto de biatch0r, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 6 de desembre del 2010

Creced y multiplicaos.

Ahora que los controladores están marcando el paso y como se descuiden comen las uvas en el calabozo, y que es poco probable que vuelvan a cometer tamaño desafuero en un tiempo razonable, podemos regresar al asunto de verdad candente de nuestros días que es la aventura de WikiLeaks. Me preguntaba en una entrada anterior si sería técnicamente posible sacar a alguien de la red, excomulgarlo, excomunicarlo, desaparecerlo del ciberespacio. Parece que, en principio, es posible hacerlo cuando se tiene el poder de los Estados Unidos para ir presionando a servidores y portales a fin de que no alberguen WikiLeaks; así lo han echado de Amazon y, como los yanquies son pragmáticos, también han ido a cegarle la fuente de financiación consiguiendo que Paypal le cierre la cuenta. Un buen momento para que todos cuantos apoyamos WikiLeaks nos demos de baja en ambos lugares. A su vez, el servidor que alojaba su DNS también lo ha quitado con lo que WikiLeaks ha tenido que refugiarse en Suiza.

Este procedimiento, el de la persecución sitio por sitio, es muy primitivo y siempre habrá algún lugar que acoja al proscrito. No tengo muy claro qué pueda hacer la ICANN pero empiezo a sospechar que nada. Entre tanto Assange ha sabido moverse y se ha curado en salud de un posible black out por el curioso procedimiento de multiplicar el sitio WikiLeaks a través de un sistema de réplicas, de espejos, como en La dama de Sanghai. En el momento de escribir esto WikiLeaks estaba funcionando en 208 sitios. Es más hay una página que rastrea de modo automático las nuevas réplicas, lo que permite acceder a ella en los servidores más extraños. De ese modo ya no es necesario aprenderse la dirección IP de la organización aunque, por si acaso, es ésta 213.251.145.96, al parecer cedida por un dirigente del Partido Pirata suizo.

Así pues lejos de desaparecer del ciberespacio WikiLeaks está por doquier al grito de hagamos que los gobiernos sean abiertos. Es decir los Estados Unidos con esa ingente potencia militar que tampoco les sirve para ganar guerras no consiguen acallar la voz de un hombre solo que anda exponiendo sus más tristes vergüenzas a la luz pública. Bueno, el hombre es la cara de una organización que está haciendo una revolución en el ciberespacio desde el momento en que pone en práctica lo que muchos han formulado en la teoría pero no hecho realidad: que en la era de internet no puede haber nada secreto, que no hay forma de impedir la libre difusión de la información. Viene inevitablemente a la memoria el archicitado dictum de Kant de que nada que no pueda hacerse público es justo. Curiosa paradoja la de que los mayores traficantes de secretos sean los poderes públicos.

En todo caso, si es imposible acallar a alguien en la red y no hay forma de guardar secretos, que son las peanas de las mentiras, el mundo va a dar un giro espectacular y a una velocidad de vértigo. Si alguien lo duda lo invito a que, volviendo un poco la vista atrás compare el Obama de 2008 y el de 2010, el Zapatero de 2008 y el de 2010. Es lamentable que hayan de ser estos dos izquierdistas moderados de buena fe los que tengan que salir en defensa del sistema capitalista, de sus latrocinios, corruptelas y delitos, como si fuera un dechado de virtud democrática. La vida es dura pero la razón y la verdad están del lado de quienes desafían al Estado en nombre de la revolución de hoy, la de la transparencia total.

Frente a estas pretensiones es poco lo que el mundo tradicional y las gentes de bien pueden hacer y lo poco que pueden ya están haciéndolo: amenazar de muerte a Assange. Algunas de esta amenazas y peticiones de que lo asesinen proceden de las elites gobernantes estadounidenses, de donde se sigue con claridad que estamos gobernados por asesinos. Por ello Assange toma sus precauciones poniendo en manos de mucha gente un archivo cifrado con información sobre el asunto de BP en el golfo de México y el de Guantánamo. En el caso de que le suceda algo los poseedores de la información recibirán la clave de inmediato.

Puede que Assange sea detenido hoy. La cuestión es si se lo extraditará a Suecia cuenta habida de que parece confirmarse que la oscura causa judicial que allí se le ha abierto es un montaje político en el que se instrumentaliza a unos jueces proclives o poco escrupulosos para acabar con Assange. Algo parecido a lo que sucedió con Garzón en España. Acabar con Assange quiere decir entregárselo después al gran Inquisidor, los Estados Unidos. Si en el Reino Unido queda un adarme de respeto por the rule of law no se extraditará al australiano, haya o no euroorden, en tanto no quede claro que Suecia está tratando el asunto con la exigible legalidad y respeto al habeas corpus, cosa que no parece. Porque si los suecos ya colaboraron como siervos en los famosos vuelos de la CIA, ¿por qué no iban a hacerle ahora el trabajo sucio a los gringos?

(La imagen es una foto de biatch0r, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 5 de desembre del 2010

Cielos tormentosos.

Todo fue muy rápido y perfecto, casi como si estuviera preparado. Y quizá lo estuviera. En menos de cuarenta y ocho horas ha quedado resuelto uno de los conflictos laborales más agrios y de más ruinosas consecuencias de los últimos años. La prensa internacional se hacía cruces de lo que estaba pasando en España. En el plano simbólico el asunto tiene su ironía. Todos los periódicos decían que se decretaba el estado de alarma por primera vez en democracia. No decían que lo hacía el PSOE por primera vez en su historia. Y puro simbolismo ya: ver el ejército ocupando instalaciones a las órdenes del poder civil para preservar el Estado de derecho; algo sin precedentes en España. La democracia es firme en el país. Nadie en el extranjero ha hecho un mal chiste.

Pero eso es en el orden simbólico. En el real los hechos se sucedieron a toda velocidad, como si hubieran sido ensayados previamente, como si respondieran a un guión. Ya hace días que los controladores venían amenazando con paros en las Navidades dentro de su tradicional política de presión y práctica extorsión que aplican en momentos cruciales. Pero el acto desencadenante fue la aprobación del nuevo régimen retributivo de estos trabajadores en el Consejo de ministros del viernes que también dio paso a la privatización de la gestión de Barajas y El Prat, cosas que están claramente relacionadas.

Entendiéndolo como una provocación (y todo hace pensar que lo fuera) los controladores respondieron de la peor manera posible cesando en la prestación del servicio sin previo aviso, sin declarar conflicto laboral y cerrando de hecho los cielos al tráfico aéreo en el momento en que cientos de miles de ciudadanos iban a volar en un puente. Fue una respuesta temperamental, probablemente dictada por la soberbia que no calibró el desastre que provocaría no solamente a esos 600.000 pasajeros, sino a la industria hotelera y de turismo en general, sin contar con el deterioro de la "marca España".

Los huelguistas de hecho no se dignaron dar explicación alguna probablemente por pensar que, al encontrarse en una situación límite, el Gobierno cedería como han hecho todos los gobiernos anteriores. Su sindicato, USCA, en otro alarde de cinismo, no se responsabilizaba de nada ya que, aseguraba, no había una huelga sino una revuelta popular y decía estar pidiendo a sus afiliados que volvieran al trabajo como si no fueran ellos mismos sino marcianos. Así pues sólo cabía suponer que el motivo del plante fuera el decreto ley que modificaba las condiciones salariales de los controladores. Vino a confirmarlo en un primer momento Mariano Rajoy quien, atrapado en Tenerife antes de sus vacaciones, hizo gala de sus habituales escasas luces dando a entender que condonaba la actitud de los huelguista y culpando, como siempre, al Gobierno por la inoportunidad de la aprobación del citado decreto. Es decir el PP sabía de antemano lo que se venía enima y consideró que era buena ocasión para sacar ganancias electorales del cabreo de la gente por sus vacaciones rotas. Más tarde, debidamente aconsejado, Rajoy ya no hablaría más del "cambio de medidas" y se limitaría a atacar al Gobierno.

Los controladores, pues, saltaron como fieras, entraron al trapo seguramente alentados por sus previas conversaciones con el PP sin calibrar las consecuencias ni tampoco el hecho de que, para bien o para mal, tienen muy mala fama en España en donde muchísima gente piensa, sea ello correcto o no, que se trata de privilegiados con sueldazos y condiciones laborales excelentes debido a que tienen gran capacidad de presión sobre el Gobierno y la usan siempre para apalancar sus privilegios. Así que en veinticuatro horas el Gobierno decretó el estado de alarma y los militarizó, igual que hizo Reagan en 1980. Una operación contundente que da la impresión de haber estado preparada y que ha cortado de raíz la protesta de los controladores por el momento y para las fechas que vienen. Eso no se lo esperaban los controladores, acostumbrados a ver claudicar a la autoridad ante su arrogancia y sus exigencias.

Ahora se abre el tiempo de las responsabilidades. Muchos controladores pueden haber cometido delitos, de sedición u otros, por los que tendrán que responder ante los tribunales. Y van a pasarlo mal porque hay mucha animadversión hacia ellos y porque es de justicia que el país exija castigos ejemplares para quienes no tienen inconveniente en causarle enorme quebranto, sabotear su recuperación y destrozar las expectativas de cientos de miles de sus ciudadanos sólo para engrosar sus nóminas. Y no solamente castigos ejemplares: ya hay 2000 ciudadanos constituidos en plataforma de damnificados que van a llevar a los controladores a los tribunales por la vía penal y civil en exigencia de daños y perjuicios. Como debe ser. Que estos desaprensivos no se vayan de rositas y respondan con su patrimonio del desbarajuste ocasionado. Porque, por muchas y razonables que sean sus reivindicaciones (que no lo son), no puede tolerarse que un puñado de trabajadores con ínfulas de aristócratas se valga sistemáticamente de la población como rehén para obtener desorbitadas condiciones salariales, muy superiores a las de sus colegas europeos.

Pero la responsabilidad de más envergadura que será preciso aclarar es esa acusación de Gaspar Zarrías de que el PP está detrás del plante a raíz de unas reuniones que hubo en las semanas previas entre el partido de la oposición y los controladores. Habrá que saber qué se dijo en esas reuniones, pero está claro que Rajoy lo sabía. Y en todo caso, cabe pensar que este plante repentino traiga causa de lo hablado con el PP, partido cuya lealtad a la democracia y al Estado de derecho termina el día en que pierde unas elecciones. A lo mejor por eso hablaba la USCA de "revuelta popular". Este extremo es de averiguación imprescindible porque, de haber delito de sedición, el PP sería cómplice y debe pagar por ello ante los tribunales ya que, como se demuestra con la corrupción que lo mina, su electorado no le tiene en cuenta los desmanes.

(La imagen es una foto de Vte.Moncho, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 4 de desembre del 2010

Revelaciones y revoluciones.

Cuando Reagan militarizó a los controladores aéreos

(Gracias, Félix)

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Los papeles de Assange son como esos almacenes de productos de pirotecnia que un buen día se incendian y los artificios empiezan a estallar uno tras otro con los más diversos efectos. Hoy te enteras de que la vicepresidenta del Gobierno socialista, la que parecía levitar en presencia de los dignatarios de la Iglesia, se comprometía a intervenir en procesos judiciales para favorecer a los Estados Unidos y mañana de que el señor Aznar no desecha la idea de volver. Necesita, sin embargo, que España lo necesite. No es para menos en quien dio en considerarse a sí mismo como un milagro. Son tracas, petardazos. No llegará la sangre al río; pero lo curioso es comprobar la mentalidad providencialista del personaje cuyo altísimo concepto de sí mismo no conoce límites. Ni los del ridículo.

En fin los papeles de WikiLeaks suponen tal sacudida de los pilares del mundo que la imagen más apropiada es la de Sansón derribando el templo, pero no vista como se acostumbra desde el lado de Sansón, que está ciego, sino del de los filisteos, a los que se les cae el templo encima. Assange viene a ser Sansón, aunque no dé mucho el tipo.

Por cierto que ya se ha puesto en marcha el procedimiento legal y Scotland Yard, que tiene localizado a Assange o eso dice, espera que los suecos cursen la orden de extradición. Seguramente sea el primer paso del final para este hombre al que Palinuro, en una entrada del 24 de octubre calificaba de Un héroe de nuestro tiempo. De Suecia lo extraditarán a los Estados Unidos y, una vez ahí, desaparecerá en alguna prisión federal del interior. O quizá no porque provoca auténtico entusiasmo en amplios sectores de la opinión y habrá escándalo. Lo que nos jugamos aquí es la libertad de expresión.

Porque los cientos de miles de cables filtrados son una revolución.Tanto que ya han comenzado a aparecer explicaciones por la habitual vía conspirativa. WikiLeaks y Assange están, dicen algunos, al servicio del Imperio, son hechura de la CIA o quizá algo peor: un intento de Israel y el Pentágono de azuzar contra sus enemigos, acabar con ellos y alcanzar el control absoluto de internet, eliminando toda opinión crítica. Este tipo de disparates son muy frecuentes, sobre todo dada la paranoia de cierta izquierda dizque pensante. Siempre hay alguien que sabe que el atentado de las torres gemelas lo perpetró el Pentágono o algo así. A esto suele llamarse teoría de la conspiración, lo que es injusto para las conspiraciones, de las que ha habido muchas y muy sonadas en la historia, desde la que acabó con la vida de Julio César hasta la que estuvo a punto de hacerlo con la de Hitler con la Operación Valkiria. Estas otras no son conspiraciones; son disparates, generalmente producidos por alucinados.

En España se producen también otras revelaciones sensacionales al haberse levantado el resto del secreto del sumario de Gürtel. Por lo que se sabe ahora, los imputados hasta la fecha parecen haber tenido montada una empresa para realizar sus latrocinios. Una empresa con una contabilidad minuciosa que ha ayudado mucho a la investigación. Lo más llamativo a la par que condenable es que la red empresarial estaba imbricada en la del partido. Que no solamente se beneficiaban presuntamente los empresarios civiles sino también los cargos públicos y, por último, el propio partido, al que se le financiaban las campañas electorales en dinero negro. Debajo de cada tarima a la que se haya subido la sandunguera señora Aguirre a mitinear en unas elecciones había jugosas operaciones mercantiles que luego repecutían en los generosos mecenas en forma de muchos contratos con la administración pública, otorgados a dedo por el procedimiento fraudulento del troceado de presupuestos. De ser cierto este relato, la imagen que proyecta es la de la España eterna.

Por último, unas palabra sobre la supuesta sedición de los controladores aéreos que obligó a cerrar el espacio aéreo al comienzo del largo puente de la Constitución. El gabinete de comunicación de la organización de estos presuntos huelguistas, que más parecen extorsionadores, debe de estar de vacaciones. La opinión que merecen los controladores es muy mala y, con esta agresión a los usuarios y a los intereses generales seguramente no va a mejorar. Lo de meter a los militares es una prueba más de la importancia que el Gobierno da a la decisión en el actuar. Ha sido una enseñanza de la crisis: que hay que proceder con contundencia frente a la prepotencia de los privilegiados y aplicar la ley sin miramientos cuando, además de la prepotencia se cometan delitos como parece ser el caso con esta sedición que está perjudicando a medio país.

(La imagen es una foto de Gobi, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 3 de desembre del 2010

Wikileaks: el Imperio contraataca.

Lo siento pero Wikileaks es lo más importante que ha pasado en el mundo en mucho, mucho tiempo. Sobre la crisis económica hay ahora una crisis política que, como aquella, es global. Sólo que en la política la crisis es una guerra: las fuerzas revolucionarias están organizadas, son eficaces, saben lo que quieren y van por ello. Al contrario que en la económica en donde la situación es de marasmo.

Más que una crisis, es una convulsión. El mundo entero está convulso. Dar un paseo por los cinco medios en posesión de los 250.000 papeles es presenciar un espectáculo realmente grotesco. No por lo que hacen los medios, que están mostrando gran profesionalidad, sino por los disparates que perpetran a diario las autoridades, sus trapacerías, servidumbres, salidas de tono. Y los medios tienen todavía material para seguir poniendo en solfa el orden internacional y los Estados.

El punto más sorprendente, me parece, es cómo la comprobación de que la realidad es lo que todo el mundo sabía aunque no lo dijera, ha provocado auténticas iras. ¿Alguien dudaba de que Afghanistán funciona merced a la corrupción? ¿Que Rusia es un Estado mafioso y que produce temor su bien llevarse con Italia porque al parecer Putin y Berlusconi hacen negocios sucios con el gas ruso? ¿Alguien ignoraba que a Berlusconi un día le da algo en sus orgías, que Brown cae mal a todo el mundo, que Sarkozy se cree Napoleón y que Karzai es un paranoico? ¿Alguien dudaba de que Marruecos es una monarquía basada en la corrupción, con el rey a la cabeza? Es de esperar que, con esta noticia, el Gobierno español se arme de valor y, confiando en el apoyo de la Unión Europea, plante cara a Marruecos de una vez, en lugar de escurrir el bulto y reprimir a los que protestan. La condena del Congreso a lo sucedido en el Sahara es todo menos una condena y, a pesar de eso, Marruecos se permite el lujo de presionar a los parlamentarios anunciando que piensa revisar sus relaciones con España, cosa que pone de los nervios a los timoratos que gobiernan el país. Porque la respuesta del Presidente de ofrecer diálogo no es precisamente gallarda. Claro que no conviene olvidar que Ceuta y Melilla quedan fuera del paraguas de la OTAN.

De cualquier modo, todo lo que está sucediendo hoy en el mundo se debe a Wikileaks. Los casos concretos, específicos, de gobernantes, gobiernos, países, son muy numerosos y tienden a serlo mucho más. Alguien ha puesto ya en marcha un buscador especial para los 250.000 cables.

Los árboles no nos dejan ver el bosque y el bosque es que Wikileaks es un ataque premeditado y en toda regla contra el principio, la base misma del orden internacional, fundamentado en la soberanía de los Estados, en la razón de Estado. A su vez, el meollo, causa y efecto de la razón de Estado es el secreto de Estado. Si éste se pierde, los Estados entran en aguas turbulentas. De ahí que todos prevean penas de prisión para quien revele secretos oficiales, un delito cercano al de alta traición.

Así que se ha desencadenado un contraataque en todos los frentes para acabar con Assange y Wikileaks. Palinuro los ha relatado en entradas anteriores. Lo más grave es que haya una orden de busca y captura contra él de un tribunal sueco por un presunto delito de violación y abusos sexuales. Si comparece ante la justicia sueca porque lo encuentre la Interpol o se entregue él mismo, en el tiempo del proceso es posible que la fiscalía estadounidense decida acusarlo de revelación de secretos de Estado y pida su extradición a los EEUU. Y aquí tienen Suecia y la Unión Europea un dilema porque una cosa es procesar a Assange por un supuesto delito común y otra hacerlo por el de revelación de secretos que, en su caso, es un típicamente político, de desobediencia civil. Al fin y al cabo, es uno de los nuestros. ¿O piensan los EEUU poner precio a su cabeza?

Los EEUU no quieren limitarse a capturarlo y procesarlo (si deciden hacerlo) sino que pretenden expulsar a Wikileaks de la red, sacarla del ciberespacio como lo han hecho de Amazon, cerrar la boca al portal y retirar su imagen misma de la red, y esto es ya otro asunto. La pretensión es, en la práctica, una condena de excomunión, más propia de la Iglesia católica que de un senador de trayectoria demócrata como Joe Lieberman. Hay aquí dos preguntas: ¿se debe hacer algo así? ¿Es moralmente aceptable callar y hacer desaparecer de la red, o sea, del mundo, páginas web, portales, plataformas, etc? ¿Vamos a restablecer el Índice? ¿Y hacerlo sin resolución judicial, mediante actos administrativos? ¿Puede haber una resolución judicial por la que se prive a alguien del acceso a la red? ¿No atenta eso contra la libertad de expresión? Cierto que esta libertad no puede ser absoluta; pero que sea limitada no quiere decir que pueda no ser

La segunda pregunta es: ¿se puede hacer? ¿Tenemos los medios para desaparecer a alguien del ciberespacio? Entiendo que sí pero la cuestión es cómo se arbitran esos medios y quién controla el proceso. Supongo que el organismo competente para entender será la ICCAN, la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números. Es un organismo internacional que en principio no depende de ningún país pero en el que, por lo que yo sé, la influencia estadounidense es determinante.

El interesante problema ahora es averiguar si la ICANN cede a las presiones yankies y expulsa de la red a Wikileaks o demuestra ser independiente de verdad. Cuestión de esperar un poco. Pero el problema es curioso. Si la ICANN cierra el ciberespacio a Wikileaks, tendrá que cerrárselo a otras plataformas que hagan algo similar, como Ushahidi. Y por cada Wikileaks o Ushahidi que se cierre se abrirán cien; entre ellas Wikileaks con otro nombre. Porque expulsar páginas, portales, plataformas de la red es como prohibir asociaciones, partidos. Y todavía más interesabte es averiguar si, en esta guerra digital es posible generar un segundo ciberespacio, dotado de otra ICANN en el que se pueda navegar de modo alternativo a internet. Si esto fuera posible, que no lo sé, el dominio occidental y, en último término, yanki de la red se habría acabado a manos, por ejemplo, de otro administrado por la China, y si alguien fuera expulsado de un ciberespacio, podría navegar por otro. Se trataría de una proyección del sistema de Estados de Westfalia al mundo virtual, en donde continuaría una guerra que ya no puede librarse en el mundo real .

De no ser así, el camino de servidumbre en nombre de la seguridad parece trazado: se empieza coartando la libertad de expresión (siempre por causas muy nobles, claro es, como la defensa nacional, la pública moralidad, etc), se sigue con la libertad de asociación y se acaba con la libertad a secas. Entonces la seguridad será máxima. Pero ¿para quién?


(La imagen es una foto de New Media Days, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 2 de desembre del 2010

La ciberrevolución.

La historia se les repite a los estadounidenses como una pesadilla: un solo menda, oculto en Dios sabe dónde, está ganándoles una guerra. Julian Assange, refugiado en algún lugar desconocido, se encuentra presente permanentemente en la red en todos los rincones del planeta con bastante más eficacia que el otro terrorista solitario, Ben Laden, en el supuesto de que exista. De que Assange exista a su vez, de que lo haga WikiLeaks, nadie tiene duda alguna y todos miran en torno suyo como los paseantes en una ciudad sorprendida por un terremoto. Caen cascotes por doquier: la Argentina y las Malvinas, Putin y el Estado mafioso, algún sátrapa periférico cometiendo masacres, los ministros, fiscales y altos mandatarios españoles en muy desairada posición de menestrales obsequiosos del Imperio. Es más de lo que el orden internacional, un poco pantouflard desde el fin de la guerra fría, puede soportar.

Tras el pasmo inicial que dejó a todos los dignatarios balbuciendo incoherencias se han desatado las furias de los cielos y los avernos en rugiente coyunda en contra del querubínico neozelandés. Después de que algunos miembros del Partido Republicano pidieran que se declare terroristas a Assange y WikiLeaks, el presidente Obama nombra a un supercomisario de protección de datos para que no vuelva a pasar lo que ha pasado. Al mismo tiempo, las autoridades estadounidenses están viendo por dónde pueden encausar criminalmente al ciberactivista. De momento tiene la Interpol detrás en cumplimiento de una extraña orden de busca y captura de la justicia sueca a causa de una muy poco clara denuncia por abuso sexual y violación interpuesta, al parecer por dos ciudadanas. Incluso me parece haber visto que los tribunales suecos archivaban el caso. Tiene toda la pinta de ser un montaje de los servicios secretos más que nada por lo inverosímil, pero a Assange no le quedará más remedio que responder ante la justicia. Por supuesto, si se declara en rebeldía, el ritmo de esta revolución se acelerará, pero es de temer que su protagonista corra mayores peligros.

Su ataque a los Estados lo ha colocado en el punto de mira de los más poderosos que están dispuestos a recurrir a los métodos que precisamente ha revelado el dumping de WikiLeaks. Escuchando al asesor del gobierno del Canadá, un científico, pidiendo que alguien asesine a Assange es evidente que el contenido de los 250.000 cables se queda corto. Y nadie, al parecer, se acuerda de que incitar a la violencia contra las personas es delito. No quiero ni pensar en lo que se estará proponiendo en el ciberespacio de la derecha: que lo troceen por lo menos. El cielo y el averno.

Amazon ha echado a patadas la web de Assange de su servidor y Assange se ha ido a Suecia país en el que se le busca por la mencionada denuncia. Esto cada vez se parece más al peregrinar de Trotski de exilio en exilio. Pero como Assange tiene sentido del humor, el twitter de WikiLeaks resumía la situación con una chanza: si Amazon está tan a disgusto con la primera enmienda (libertad de expresión entre otras) debiera dejar de vender libros. Además, el mismo Twitter de WikiLeaks colgaba una declaración por la que se ve claramente que este terremoto lo está provocando una organización (cuya cabeza visible es Assange); una organización que considera estar haciendo una revolución: WikiLeaks es el primer movimiento Samizdat global. La verdad emergerá incluso ante la amenaza de una aniquilación total. Es fuerte, ¿verdad? A los de mi generación esto nos recuerda mucho los años sesenta. Por ejemplo, el Ejército Simbiótico de Liberación, de Patricia Hearst, que nadie sabía a quién quería liberar. Samizdat es el símbolo de la revolución antisoviética. Un blog, este blog, es parte del Samizdat global. Y hay millones, cientos de millones de blogs. Ahora el desconcierto es todavía mayor. El sistema internacional parece estar entrando en una fase de locura cuando todo el mundo sabe cuáles son las intenciones que animan a los demás y cuán poco cabe aquí fiarse de nadie.

Los poderes de la tierra, los políticos, los económicos, los religiosos tienen que encontrarlo porque, si no lo hacen, este hombre y su organización revolucionan el mundo. Al mismo tiempo no pueden ser tan estúpidos que ignoren que acabar con Assange no es acabar con el problema ni mucho menos en una era en que nada ni nadie puede ya contener la difusión universal de la información. De toda la información. Hay cientos de gentes y sitios en todo el mundo que pueden hacer, y lo harán, lo que hace Assange. Eso habla en pro de que se sosieguen los ánimos y de que no sirve de nada perseguir al activista (salvo que las acusaciones de delitos comunes sean ciertas).

Porque, aunque lo persigan y lo encuentren, el problema tampoco se resolverá. Vamos a suponer que la justicia encuentra a Assange antes de que lo hagan los servicios secretos o una organización de killers profesionales y que, para procesarlo y por su propia seguridad, van a encarcelarlo. Tendrá que ser en un penal especial porque mezclado con otros reclusos ese hombre está en peligro. Y ¿de qué sirve tenerlo en la cárcel? ¿Van a prohibirle el acceso a internet? ¿Eso es admisible?¿Estamos dispuestos a restaurar la Inquisición para proteger lo que creemos que son nuestros intereses?

(La imagen es una foto de adamfeuer, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 1 de desembre del 2010

Realidad dos punto cero.

Hay que seguir hablando de WikiLeaks porque el asunto lo requiere. Público saca en portada a Julian Assange diciendo que Clinton debería dimitir. Y es verdad. Pero como Clinton deberían dimitir todos los políticos, dignatarios, cargos públicos que han hecho o dicho algo vergonzoso, incluso delictivo. Y en el mundo encarna la utopía anarquista porque los gobiernos se desmoronan.

Es muy interesante el caso de Julian Assange. La imagen de la izquierda reproduce su rostro sobre la leyenda que está siendo ya el símbolo mismo de este movimiento y de la propia WikiLeaks: la verdad saldrá a la luz. Una afirmación en la línea de la vieja tradición del radicalismo liberal de Stuart Mill cuando mostraba su fe en que la verdad se impondrá sobre el error siempre que se puedan cotejar libremente. Lo que Assange está mostrando es que eso sucederá incluso aunque, por obra de la censura y el secretismo, los gobiernos traten de impedirlo. La lucha continúa. La lucha entre la razón de Estado de las grandes medianas y pequeñas potencias (que en esto todos los gobiernos del mundo forman una piña de intereses solidarios, desde los EEUU hasta Vanuatu) y la humanidad por su derecho a saber.

Humanidad va a hacerle falta porque truena ya sobre su blonda cabeza y su rostro casi albino. Miembros del Partido Republicano en los Estados Unidos piden que se declare terroristas a Assange y WikiLeaks. Que te declare terrorista el baranda del cotarro debe de ser un plato tan de gusto como cuando algún clérigo iraní de furibunda mirada y poblada barba te lanza una fatua; salvando las distancias, naturalmente, cada vez más cortas.

La entrevista a Time de la que habla Público se celebró por skype desde algún "lugar desconocido", dice la revista. Es como Ben Laden, que también vive en lugares desconocidos. Todo muy natural. Es la guerra digital, que se libra en el ciberespacio. Assange está en todas partes y en ninguna. Sus armas son archivos, en el fondo, bytes. Pero tiene revolucionado el planeta.

Preguntan mucho a Assange que si está en desobediencia civil y dice que no, que él es un obediente civil que quiere que la ley se cumpla. Él dirá lo que quiera pero es obvio que lo suyo es desobediencia civil de manual: alguien que quebranta la ley pacíficamente por razones morales. Porque ley, la hay. En todas partes hay ley de secretos oficiales y violarla está muy penado. Los gobiernos van en principio siempre contra los desobedientes civiles. Luego, si la causa de la desobediencia se extiende, pueden volver sobre sus pasos. Los ejemplos morales suelen tener mucho apoyo social, arrastrar a las masas, como Gandhi o Martin Luther King. En este caso, era digital, esa etapa se ha cubierto ya. Assange es conocido en el mundo entero y proceder contra él despertaría el rechazo de muchísima gente. WikiLeaks es una empresa sin ánimo de lucro y eso da a la actitud de Assange mayor valor moral: está jugándose la vida por una creencia. No por dinero. Y a estas alturas podría tener el que quisiera. Pero no lo hace y pone su codiciado material en manos de medios que son serios, sí, pero tienen ánimo de lucro, porque a la postre son empresas mercantiles. Estos medios han empezado a hablar de cuestiones deontológicas de donde se sigue que se han puesto de acuerdo para no publicar lo que juzguen que puede poner en peligro la vida de personas y no sé si algo más. En definitiva, a censurar, aunque por una noble razón. Claro que no conozco censor que no invoque razones nobles.

El dumping de informaciones revela un mundo por debajo del mundo, una realidad dos punto cero que lo que tiene de más asombroso es cuánto coincide con la imagen que todos teníamos de ella. ¿Alguien se extraña de que el embajador gringo sea un presunto espía? Los embajadores de los Estados Unidos parecen actuar como 007. Pero eso sucede con todos los embajadores del mundo en cuya nómina entra acceder a la mayor información posible del país ante el que están acreditados, sin ser muy delicados en cuanto a las vías. La diferencia está en el poder que tienen. En el caso de los yankies el embajador, además de espía, puede actuar tranquilamente como procónsul imperial. Y así lo hace cuando lo cree conveniente. Esa advertencia de uno de ellos de "se me está acabando la paciencia" en relación con un caso judicial español suena a mafia.

Porque si la actitud de los gringos es eso, imperial, la de sus interlocutores en diversos ámbitos de las instituciones soberanas del Estado es servil. Que parezca que los fiscales reciben órdenes del procónsul produce una impresión lamentable que tiene de uñas al establishment liberal nacional español. Y dentro de lo que cabe, al ser España un aliado clave, al decir del embajador yanki, Mr. Solomon, el trato que recibe el país es de mucha consideración. Donde tienen los estadounidenses un verdadero carajal es en la zona del Irak, Pakistán, Afganistán. Y ahí es en donde le dicen al Jefe del Estado lo que tiene que hacer o lo hacen por él. La vergüenza la ponen de nuevo esos países musulmanes dispuestos a pactar con el Imperio contra otros países musulmanes.

A vista de pájaro, el dumping de WikiLeaks nos ha dejado a todos en plena realidad dos punto cero.

(La primera imagen es una foto de R_SH; la segunda de biatch0,ambas bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 30 de novembre del 2010

El ratón y el elefante.

Ayer fui víctima de un arrebato de patriotismo. Estaba pendiente de lo que sucedía con WikiLeaks, pero me sentí en la obligación de subir una entrada sobre las elecciones catalanas. No obstante, no pude contenerme y escribí un artículo para Insurgente, titulado (WikiLeaks: el derecho a saber). Porque, con todos mis respetos a Cataluña, al lado del zambombazo de wikileaks sus elecciones son como el ratón a la montaña.

Este Julian Assange (por cierto, rara vez se le ve sonreir como en la foto), con esa pinta entre efebo y querubín, está poniendo patas arriba el mundo entero. Ha creado, además, un formidable estado mayor mediático con las cinco cabeceras de prensa más significativas de Occidente (NYT, The Guardian, Le Monde, El País, Der Spiegel) puestas a administrar la potencia de fuego de los 250.000 cables secretos de los EEUU en los que se pasa revista al mundo entero. Y ahí están las redacciones, presas del pánico escénico, muy conscientes de su responsabilidad, soltando cañonazos contra países (la China, la Argentina, Turquía), contra organismos (la ONU), contra personas (Sarkozy, Gadaffi, Berlusconi, Putin). Lo que esos 250.000 cables revelan es la realidad de la realidad. Y todavía le falta un pedazo. Los más avispados ya han visto que no hay nada gordo en los papeles. Me refiero a secuestros, asesinatos y cosas así. Es lógico: son cables de las embajadas que han pasado por la base de datos de SIPRNet, que es un protocolo entre el ministerio de Defensa y el de Exteriores. No está la CIA. Cuando salgan sus papeles se cubrirá la laguna y es de esperar que no de cadáveres.

Cada uno de los periódicos citados dedica la primera a Wikileaks y piensa seguir haciéndolo; cada uno a su modo. Casi no he visto opinión. Sólo he encontrado un artículo, magnífico por lo demás, de Heather Brooke en The Guardian titulado WikiLeaks: the revolution has begun – and it will be digitised, que es de donde he sacado el enlace al SIPRNet. Y me parece magnífico porque dice lo mismo que yo o yo lo mismo que ella, que da igual, esto es, que la existencia de Wikileaks es el anuncio de la revolución digital en marcha, algo completamente nuevo. Se acabó el secreto de Estado, la razón de Estado, el Estado. Internet nos ha conectado a todos a la globalización, no sólo a los Estados; a todos. Nos ha puesto en un continente nuevo en el que está todo por hacer.

Lo de menos es ahora que se compruebe que el comportamiento de los EEUU es como todos lo imaginamos, al margen del derecho, de la justicia, de la sensibilidad. Las revelaciones corroboran lo que ya sabíamos y ya nos permiten hablar claro en lugar de tenernos rezongando para nuestro coleto. Porque cuando decían que en el Irak había armas de destrucción masiva todos sabíamos que mentían, ellos los primeros; pero no podíamos decirlo por falta de pruebas. Cuando dicen que no apoyan a tal o cual tirano seguimos sabiendo que mienten y lo hacen. El mérito de Wikileaks es sacar esas mentiras a la luz. Ahora tenemos las pruebas.

Lo de más son las reacciones. El ministerio de Exteriores de los EEUU dice que se trata de un ataque a la Comunidad internacional, cosa sólo admisible si se acepta que la Comunidad Internacional son los Estados Unidos y, puestos a seguir aceptando, también se acepta que son los Estados Unidos quienes deciden qué es y qué no es un ataque a la Comunidad Internacional. Dicho con más claridad: invadir un país, arrasarlo, asesinar y torturar a sus habitantes en contra de la voluntad de la Comunidad Internacional no es un ataque a la Comunidad Internacional. Denunciar el atropello sí lo es. Añaden los gringos por boca de la incalificable señora Clinton que se trata de un delito grave. Ya lo creo: revelación de secretos de Estado, un tipo de delito relativo a ese bien público de imprecisa formulación que se llama la defensa nacional, en cuyo nombre muchos piensan que puede hacerse todo, incluso delinquir. Pues nada, que pongan en marcha los procedimientos judiciales pertinentes, que van a cubrirse de gloria.

Al margen de las cuestiones jurídicas, la repercusión política es inmensa. Los diplomáticos han perdido sus exquisitas maneras y están que se suben por la paredes. Claro, quedan bastante mal parados, como gentes sin escrúpulos y su oficio se ve seriamente cuestionado. ¿Qué tirano te hará hoy una confidencia sabiendo que mañana puede encontrársela en los kioscos del ciberespacio?

Wikileaks es un arma en el ciberespacio, digna hija de Wikipedia que, en el fondo, es otra Wikileaks sólo que lo que Wikipedia filtra son conocimientos. En lo demás, son iguales: difusión de información en el ciberespacio.

Porque tal es el segundo aspecto de Wikileaks cada vez más claro: esto es una guerra, una guerra en el terreno de la información y en la que no hay frentes ni modo de distinguir al amigo del enemigo. Hemos reventado las claves del enemigo (los poderes de la tierra) y está a nuestra merced. La transparencia mata el poder. Ahora hay que pensar por dónde llegará el contraataque y qué forma tendrá. En el artículo citado Brooke se pregunta si podemos tener por delante una forma nueva de totalitarismo. Es posible. Pero también lo es lo contrario. La guerra no ha hecho más que comenzar.

(La imagen es una foto de andygee1, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 29 de novembre del 2010

Cataluña se euskalduniza.

(Wikileaks: el derecho a saber)

Estos títulos de Palinuro siempre me desconciertan un tanto. Luego, cuando se desarrollan, quedan algo más claros. En este caso la cuestión es que el Parlamento salido de las elecciones de ayer ya iguala en cantidad de partidos representados al vasco, que era el más fraccionado del Estado, fuera del del propio Estado. Pero esto es novedad. El aumento de multipartidismo en Cataluña ha sido progresivo. En las elecciones de 2006 apareció un partido nuevo, Ciutadans (Cs), y en las de ayer, otro, Solidaritat Catalana per la Independència (SI). En total son ya siete partidos. Igual que en la cámara vasca. Y con ciertas correspondencias, siempre aproximativas, por supuesto: CiU equivale al PNV; el PSC al PSE-PSOE; EB-B a ICV; Cs a UPyD; ERC a Aralar; y SI a EA. Admitido, las dos últimas equiparaciones podrían ser a la inversa.

La euskaldunización de Cataluña es clara, al menos parlamentariamente hablando. Pero no es aventurado decir que la mayor fragmentación parlamentaria traduce mayor fragmentación social. Con algún dato de interés como que UPyD, que tiene un diputado en el parlamento vasco, se ha quedado en décimosexto lugar en Cataluña. Obviamente su hipotético electorado prefiere votar a Cs. En ninguno de los dos parlamentos hay representación verde autónoma. Lo verde aparece en las siglas de ICV y EB-B(erdeak). Quizá obtengan representación en las próximas elecciones.

Cataluña y el País Vasco son dos territorios especialmente inquietos y revueltos porque en ellos se cruzan dos cleavages, dos conflictos: el nacional y el de izquierda/derecha. Si añadimos que, al no ser Estados independientes, su política no es soberana sino que está fuertemente condicionada por la del conjunto de España, se verá que ambos sistemas políticos, el catalán y el vasco, son muy complicados.

El Tripartito ha sido un desastre en los dos hiatos. En el nacional le ha caído sobre la cabeza la maza del Tribunal Constitucional con la sentencia sobre el Estatuto. Un Estatuto que, para mayor bochorno del PSC, Zapatero había acabado negociando con Mas. Precisamente el Estatuto hijo de las entretelas de Maragall, el estatuto de afirmación nacional del socialismo catalán, el que le permitiría competir en condiciones de igualdad con CiU como "padre de la Patria". Y se lo echan abajo. En el frente ideológico (izquierda/derecha) le ha caído el diluvio de la crisis y las medidas neoliberales del Gobierno de España. En ambos casos las bofetadas las ha llevado el PSC, internamente descuajaringado entre su alma catalana y su electorado español.

La pasada legislatura de via crucis del tripartito, en permanente conflicto con el Gobierno central, se convirtió en parte en una curiosa kermesse soberanista con el rosario de consultas sobre la independencia que se hizo en diversos lugares con una cobertura mediática muy superior a la importancia numérica de los participantes. No obstante, el solo hecho de que se celebraran bajo la presidencia de un Montilla firme opositor al derecho de autodeterminación da una idea de la idea que daba el Tripartito. Porque parece que el voto ha sido contra el Tripartito; al menos son los únicos partidos que han perdido votos. Da la impresión de que, al final nadie lo soportaba más; ni siquiera él mismo, a juzgar por las promesas de nunca jamás que soltaba Montilla.

El ascenso del PP es sorprendente. Se confirma la idea de que la corrupción en su partido no hace mella en el electorado de la derecha. Creyendo lo contrario, el PP envió a todos los presidentes autonómicos y secretarios generales de autonomía a apoyar a Sánchez-Camacho, Feijóo, Aguirre, Cospedal, Arenas; todos menos Camps. Se temían lo peor y mira por dónde podían esperar lo mejor. Si hubiera ido Camps, quizá hubieran sacado un diputado más. Además de inmune a la corrupción el electorado catalán también lo parece a la ejecutoria anticatalanista, algunos dicen que anticatalana, del PP. Con razón festejan los conservadores. Tienen un futuro prometedor.

La presencia de Laporta pone una animada nota berlusconiana en Cataluña. Será de ver cómo evoluciona ya que sigue sin estar muy clara la motivación del ex jefe del Barça para meterse en el Parlament.

Gobernará Mas con un Estatuto cuestionado y tendrá que hacerlo honrando algunas de las bravatas soberanistas que se han pronunciado en la campaña: desde la exigencia del concierto al referéndum de autodeterminación.

El resultado de las elecciones de ayer apunta novedades en las sobresaltadas relaciones de Cataluña con España y ello en un horizonte de pacificación definitiva en el País Vasco. Veremos muchas cosas. Y sublimes.

Aunque no tanto como el bombazo que ha metido wikileaks al orden constituido internacionalmente. Si no lo digo, reviento.

diumenge, 28 de novembre del 2010

¿Qué les ha hecho la República?

El Partido Comunista de España celebró ayer una Conferencia republicana en Madrid bastante sorprendente. En principio no hay nada en contra de la idea y menos en un blog como éste en el que ondea la tricolor. Tampoco hay nada que objetar a que lo haga el PCE, al que, ahora, parece ser suficiente etiquetar la república como república democrática. No socialista ni comunista ni bolchevique. República democrática. O sea, la vieja república burguesa a la que el señor Anguita, en una larguísima e interesante entrevista en Público (Parte I y Parte II) convierte en custodia de la Declaración Universal de Derechos.

Pero todo esto huele un poco a chamusquina y más cuando se ve que se invoca la forma republicana a lomos de una falacia: que la república es más adecuada para salir de la crisis económica que la monarquía. Eso no es cierto. No lo avala la experiencia, ya que Alemania y Francia, que padecen la crisis como nosotros y los Estados Unidos que son quienes la iniciaron, son repúblicas. Y tampoco lo avala el sentido común. Por más que el señor Centella acentúe los aspectos radicales de la república, ésta es un régimen político y, como tal, ajeno a la implantación de opiniones económicas que apunten a una transformación del, para entendernos, modo de producción. La república no es la palanca de la revolución. Le sucede lo que decía Azaña de la libertad: que no hace felices a los hombres sino solamente hombres. Asimismo la república no hace la sociedad más justa o más socialista o más soviética sino más republicana. Esos "valores" que invoca el señor Centella tienen el mismo valor que los que invoquen los conservadores.

Muchos (no sé cuántos) de quienes queremos una república en España la queremos como un fin en sí mismo; no como un instrumento para otro fin, se llame como se llame. Y aquí es donde se entiende el sentido de la falacia republicana del PCE: seguir buscando vías para no rendir cuentas de la situación del comunismo en el mundo y dar con un propósito que rellene el vacío de propuestas estratégicas que ha quedado.

Sin embargo, el asunto es meridiano: el comunismo fracasó estrepitosamente a fines del siglo XX y la caída de los llamados "países del Este", con la Unión Soviética a la cabeza, como solía, se llevó por delante prácticamente a todos los partidos comunistas de Occidente. Nunca habían ganado unas elecciones competitivas (salvo algún caso marginal y excepcional) y, con el fin del bloque comunista, sus expectativas electorales se redujeron tanto que algunos de ellos se disolvieron sin más, otros se escindieron en varios grupúsculos y otros, entre ellos el PCE, iniciaron una andadura de camuflajes bajo organizaciones de masas y de refundaciones, como la que está en marcha en España y de la que esta pintoresca conferencia es buena muestra.

Los dioses me libren de insinuar que los comunistas estén tratando de hacer con la república lo que habitualmente han hecho con todo lo demás a lo largo de su historia: instrumentalizarla para sus fines. Porque cuando se dice algo así de inmediato se oye a alguien hablar del terrible anticomunismo visceral, misteriosa enfermedad que padecen todos cuantos dicen algo sobre los comunistas que no es del entero agrado de estos. Pero el hecho desnudo es que el PCE dice anhelar la república como un subterfugio con el que pretende rellenar el tremendo vacío conceptual que ha quedado tras el hundimiento del comunismo.

El señor Centella, más habilidoso, ornamenta muy bien su objetivo final en el citado artículo. En cambio, el señor Anguita, más elemental en sus planteamientos, expone el objetivo comunista de forma paladina. Tras afirmar que hemos hecho muchas revoluciones y no nos hemos dado cuenta: la libertad en la elección de pareja, las bodas homosexuales (como si las hubiera hecho él y no ese PSOE que, según él, está en la derecha), añade que ahora quiere la igualdad económica porque, dice, no me interesa una República que no haga que la riqueza esté al alcance de todos. Esta claro: la república tiene que hacer la revolución socialista. Ya digo que no veo porqué. A mí me interesa la república como sea, sin condiciones. Lo que suceda después, ya se verá. Al señor Anguita sólo le interesa la república que haga lo que él diga.

Y ¿cómo llega esta república que el señor Anguita quiere para España? Pues, según dice, mediante un proceso constituyente. Palabras mayores que no sé si son apropiadas para el miembro de un partido que cuenta con un diputado en el Congreso y que, si la ley electoral fuera más justa, contaría, quizá con ocho o diez, que tampoco son como para sacar a la calle a millones de hombres y mujeres republicanos que asuman esa tarea de saneamiento político y moral de la sociedad. El discurso del señor Anguita suele ser proceloso y barroco. Pero esta vez se le ha ido el estro a la Revolución de octubre. Cuando el entrevistador, Juanma Romero, a la vista del Moloch proceso constituyente le recuerda tímidamente que la Constitución habla de un consenso previo, después la disolución de las Cortes, elecciones, un referéndum..., Anguita estalla como si estuviera en el Instituto Smolny: ¿Quién dice que la Constitución tenga que permitir o no? ¡Si para mí es como si no existiera!.

¿Queda claro? Proceso constituyente, diga lo que diga la Constitución que "es como si no existiera"; proceso constituyente, que es la actualización de un poder supremo, originario, por encima de la Constitución: la revolución.

Como es el arma de la revolución, la república tiene que venir de la revolución. Lo demás son historias. A esta consigna, Palinuro, republicano, no se apunta.

El jardín de la vida.

La exposición de paisajes impresionistas en el Museo Thyssen, que aguanta hasta febrero, está muy bien. Tiene una prodigiosa variedad de piezas de las procedencias más diversas, un montón de ellas dificilísimas de ver. Además está bien pensada, con el texto imprescindible y muestras de antecedentes y consecuentes muy reveladores. Es un placer encontrar obra de tantos y tan variados genios unidos por un tema común: Renoir, Monet, Manet, Pissarro, la escuela de Barbizon, Van Gogh, Nolde, Sorolla, Darío de Regoyos, Anglada Camarassa, Cassat, Gauguin, etc.

El jardín es tema típico del impresionismo. La explicación de los manuales es que, por falta de medios, por no poder pagar modelos ni estudios, los pintores de la época tenían que salir al exterior y allí descubrieron la maravilla de la luz y sus hijos los colores; quedan deslumbrados y gran parte del impresionismo consiste en trasmitir ese deslumbre. Así da el impresionismo en el puntillismo a lo Sisley.

Pero no es cierto que sean los primeros en salir. Los pintores han pintado siempre también en el exterior. Desde los primitivos flamencos y los renacentistas (por ejemplo, Giorgione) en todas las épocas ha habido magníficos paisajistas, como Claudio de Lorena en Francia, y Hobbema en los Países Bajos (los dos siglo XVII), Constable en Inglaterra (siglo XVIII), Friedrich en Alemania (XIX), los norteamericanos al estilo Bierstadt o Church (también XIX). Pero esa es la diferencia: pintan paisajes; no jardines.

El jardín es un paisaje reducido, humanizado. Y no sólo porque lleve figura humana (muchos paisajistas lo venían haciendo), sino porque el propio objeto está humanizado. El jardín tiene setos, caminos, arriates, arbustos ornamentales. Es más, la exposición incluye algunos floreros de diferentes autores (recuerdo uno de Renoir) y, jugando con la idea, cabe decir que el florero es un jardín aun más humanizado.

Porque es eso, se trata de pintar un exterior que es "nuestro". En muchos casos el pintor pinta su jardín, el que él mismo ha trabajado con vistas a pintarlo. De este modo, a veces, el jardín impresionista podría clasificarse como autorretrato, en la medida en que el trabajo retrata al trabajador.

También en este aspecto simbólico son los impresionistas seguidores de una tradición: la del hortus clausus medieval, el jardín cerrado que simboliza el paraíso terrenal y la vida, en el que suelen habitar animales legendarios como el unicornio y objetos milagrosos como el manantial de la eterna juventud. No, en lo simbólico, el impresionismo no gana la batalla a la Edad Media.

Los impresionistas causaron una ruptura con el tranquilo mundo de la pintura academicista, una revolución, un escándalo, como pasa siempre con las vanguardias, por su uso de los colores, la luz y su incidencia en las formas. Es una rebeldía formal que rápidamente se convierte en una de contenido. La primera imagen es un cuadro de Klimt titulado La avenida del parque del castillo de Krammer (1912), en la Galería Austriaca, en Viena. La segunda es otro de Maximilien Luce titulado Calle de París, mayo de 1871 (1902) en el Museo d'Oray, París. El tema ahorra todo comentario acerca del cambio de contenidos. Un cambio revolucionario. Si alguien lo duda, que compare el cuadro de Luce con el de un contemporáneo, Meissonier, magnífico pintor "del régimen" por lo demás, titulado El asedio de París, 1870(1891), también en el Museo d'Orsay.

Me he alejado un poco del asunto jardines pero espero quede claro que pintar jardines es pintar el interior aunque sea en el exterior.

dissabte, 27 de novembre del 2010

Los españoles no hablan lenguas.

La inquina de los españoles a las lenguas extranjeras es proverbial. Los españoles no hablan idiomas y cuando lo hacen, lo hacen muy mal, con un terrible acento que todos reconocen. Los franceses lo han clavado en su parler français comme une vache espagnole. Hasta hace poco tiempo aquellos no sólo no hablaban lenguas, sino que se jactaban de ello ya que aquí se habla la lengua del Imperio, el español o castellano de Nebrija, con algunas variantes producto del paso del tiempo.

Desde luego hablar la lengua de otro pueblo no es garantía de que lleguemos a conocerlo mejor. Pero si se ignora la lengua no es que no se le conozca; es que no se le entiende. Sin embargo, los españoles tenemos que tratar con nuestros vecinos para lo cual, al desconocer sus lenguas, hemos de valernos de traductores. Es triste la imagen de nuestros gobernantes en las reuniones internacionales en donde quedan aislados mientras todos los demás hablan animadamente en inglés y francés y, cuando intervienen, han de hacerlo con intérprete porque sólo hablan español, idioma que, por muy imperial que sea, en Europa es minoritario y marginal.

De tal país, tales gobernantes, porque es el país entero el que necesita traductor. Las películas vienen dobladas, los periódicos suelen traer muchos artículos de extranjeros, todos traducidos. El país vive de traducción, no de conocimiento directo del medio en que se halla. Por eso no entendemos que los llamados ataques de los mercados a España no tienen un motivo financiero real. Es inútil, en consecuencia, que el Gobierno se empeñe en desmentir con datos económicos fehacientes. Todo el mundo sabe que la situación española es relativamente sana, tanto al menos como la de otros países de la Unión sobre los que no pesan dudas, que nuestro déficit es menor que el de otros Estados, que nuestra deuda es inferior a la alemana. Los mercados no castigan a España por sus cuentas sino por lo que suponen que somos los españoles. Hay en esa imagen mucho de prejuicio, pero España no puede refutarlo porque no habla las lenguas en las que se expresa.

El prejuicio dice, entre otras cosas, que los españoles somos indolentes; que no trabajamos y que, cuando lo hacemos, la productividad reside en la picaresca; que somos tan poco de fiar como los otros países meditarráneos; que estamos mal avenidos y ni siquiera hemos llegado a aquel conllevarnos por el que abogaba Ortega; que vivimos en el barullo y la confusión y no tenemos unidad nacional de propósitos; que en cualquier situación de crisis somos incapaces de ponernos de acuerdo y aunar esfuerzos. Y así no se sale de las crisis. Los prejuicios aciertan, como puede verse a las claras a nada que se considere la situación actual española. Por eso son tópicos.

Por si alguien tiene dudas, ahí está el señor González Pons dispuesto a sembrar muchas más sobre la viabilidad económica internacional de España. El señor González Pons debiera saber que en toda lid, por dura que sea, rige el principio de que los golpes bajos están prohibidos. Las dudas del portavoz de la derecha son un golpe bajo, juego sucio. Es obvio. Pero no hay nada que hacer porque ni por asomo piensa el señor González Pons ni nadie en su partido que se haya excedido. No menos obvio es puesto que, como puede verse, no se ha conseguido sacar a Rodríguez Zapatero de La Moncloa, que es lo único que importa a la derecha, más, incluso, que lo hace el hecho de que España supere las dificultades.

También cabe seguir la cuestión de la inquina de los españoles hacia las lenguas extranjeras en el interior de España. Se puede decir, creo, que lo que más molesta de Cataluña y el País Vasco es que tengan lengua propia y se obstinen en emplearla; subsidiariamente también Galicia. La prueba es que de los muchos conflictos autonómicos, los lingüísticos son los más frecuentes, los que provocan más enfrentamientos, los más amargos. Que si el empleo de una u otra lengua en los procesos educativos, que si se rotula en una u otra lengua en los comercios, que si la administración se relaciona con los ciudadanos en una u otra lengua. Y tienen que acabar interviniendo los tribunales porque las fuerzas políticas no consiguen concertarse. Razón por la cual se propone resolver el problema a base de legislar sobre aquello en lo que no hay acuerdo, en lugar de permitir que la población se acomode como mejor le parezca. Uno de los espectáculos más regocijantes es la furia con que los neoliberales de las dos orillas de la falla nacionalista, que dicen que hay que dejar a la gente en paz, se lanzan a legislar sobre cuestiones acerca del modo en que cada cual bautiza su tienda o cómo extiende una receta de cocina.

Se comprende la amargura de los hablantes de la lengua imperial al ceder terreno ante las vernáculas de la periferia. Pero por mucha que sea ésta no creo pueda llegar a la que sentirían aquellos otros, hablantes de sus propias lenguas, a quienes durante años, decenios, se dijo que hablaran en cristiano, como si lo estuvieran haciendo en sarraceno.

El día en que los españoles se esfuercen por entender a quienes hablan otras lenguas (y, por tanto tienen otra mentalidad) habrá comenzado de verdad la normalización del país.

(La imagen es una foto de Biblioteca Colmenarejo, bajo licencia de Creative Commons).