dimecres, 11 de març del 2009

Growing up wonderfully.

Long time that I don't post any pics from my granddaughter Sofía. So here she is in a shot her mother uploaded yesterday in Facebook. Isn't she cute? She is living and growing up in the States for the time being... and though she is fluent both in Spanish and English, I prefer talking to her in English so she sees how cool and proficient her grandfather can be.

Hi, Fofi, you look wonderful with so many crayons around... as if you were a figure drawn with them. You sure will write something nice to me, won't you?

Love from Grandad.

La ciudad desnuda.

La Fundación telefónica, sita en Gran Vía 28, alberga una exposición con unas doscientas setenta fotos de Weegee, el seudónimo que empleaba Arthur Fellig (1899 - 1968), nacido Usher Fellig en algún lugar de lo que hoy es Ucrania y emigrado con su familia judía cuando tenía unos diez años a los Estados Unidos. Es una ocasión única porque, según mis noticias, se trata de la primera vez que se exhibe obra de este extraordinario fotógrafo en exposición monográfica y con copias de época. Y, si no hay mucho ánimo para echarse al coleto casi trescientas fotos de la dura realidad callejera neoyorkina en los años treinta, cuarenta y cincuenta, con gente durmiendo en los bancos de los parques y cadáveres de asesinados a balazos, merece también la pena pues es una excusa para acceder al famoso edificio de la telefónica, una muestra del modernismo estadounidense, cuyos vestíbulos, ascensores y pasillos me recuerdan el Chrysler building.

Weegee no aprendió jamás a hablar inglés sin un pronunciado acento eslavo, pero consiguió asimilar por entero el espíritu práctico y down to the matter de los gringos. Nunca estudió fotografía ni le preocupaban gran cosa los aspectos refinadamente técnicos o estéticos de este arte tan compleja que por entonces todavía se debatía en una difícil relación con la pintura, pero había trabajado para una agencia de noticias y sabía qué era lo que los clientes, los periódicos, querían porque era lo que mejor vendían a sus lectores: imágenes rápidas e impactantes, pura sensación que pudiera sustituir a los siempre aburridos textos. Y eso es lo que él se propuso conseguirles. Armado con una pesada cámara, un verdadero armatoste que también puede verse en la exposición y un flash de esos de pantalla con una enorme bombilla azul tras el que uno espera ver luego aparecer el rostro de un Dana Andrews, conseguía llegar el primero a los lugares en que estaba la noticia, la fotografiaba sin más, manipulaba la placa en su propio coche, en donde tenía un laboratorio, y en cosa de minutos estaba en el periódico con la foto lista. Era famoso por llegar al lugar de los sucesos muchas veces antes que la policía o los bomberos. No en balde la policía de Nueva York le había autorizado a llevar en el auto un receptor de onda corta. En el fondo, más que un privilegio, esta circunstancia venía a ser como un reconocimiento de una especie de fraternidad profesional: los policías y el fotógrafo se pateaban las mismas calles de la misma ciudad. Solo se diferenciaban en el instrumento, la máquina que llevaban.

De esa forma, Weegee pasó casi treinta años de un tiempo fascinante fotografiando lo que podemos llamar con cierto deje de cursilería el palpitar de la ciudad, sobre todo por la noche y sus fotos son un poderoso documento gráfico de ese pálpito: muertes, desastres, incendios, choques, atropellos, derrumbes, hundimientos; pero también diversiones populares, bailes, fiestas, charlatanes, misera social, acontecimientos callejeros de la alta sociedad como inauguraciones u otros acontecimientos. Todo lo fotografió con su espíritu de ojo público, un testimonio documental, sin ínfula artística alguna, just the city, the naked city. Por eso, el primer libro de fotos que publicó cuando ya fue famoso, se tituló The naked city, título que empleó luego Jules Dassin (el de Rififi) para su famosa peli, epítome del cine negro neoyorquino que aquí se llamó La ciudad desnuda.

Ya en los años cincuenta y sesenta, cuando había alcanzado la fama, Edward Steichen lo había incluido en un par de exposiciones fotografía en el Museo de Arte Moderno y hasta daba clases acerca de una técnica que nunca había aprendido formalmente, Weegee exploró otros territorios estéticos, especialmente sus famosas distorsiones, algunas de las cuales (la muy célebre de Marilyn Monroe, por ejemplo) se incluyen en la muestra, así como retratos, etc. En todo ello descolló sin duda porque este hombre estaba tocado por el dedo de los dioses. Pero lo que lo consagró con toda justicia como un fotógrafo excepcional, como alguien capaz de entrar a la gente por los ojos y llegarle hasta lo más profundo con un mensaje simple y profundo que dice "mira, así son las cosas, así es la condición humana", fueron sus fotos de reportero gráfico de actualidad, de padre del fotoperiodismo, esas imagenes planas y brutales que son las que uno espera ver en los archivos de la policía y a las que ponía luego leyendas alusivas que no explicativas que las complementan admirablemente: parejas dormidas en el patio de butacas de un cine de barrio, cadaveres de gente recién abatida a tiros, niños jugando con el agua de las bocas de riego, una gorda repintada berreando ante un micrófono o él mismo, en un fabuloso autorretrato con su cámara y su flash, inmortalizándose como un fotógrafo de documental como el que podría ser el fotógrafo de la comisaría más cercana. Porque de inmortalidad se trata aquí: esas crudas fotos del puñetero arroyo tienen mucha más arte que algunas de las refinadas languideces de su coetáneo Steichen. Claro que era otro mundo: el de Weegee, la ciudad desnuda; el de Steichen, la ciudad vestida. Como la maja.

(Todas las fotos de Weegee tienen derechos de autor de Weegee y Getty. La primera imagen es una reproducción de la portada del folleto de la exposición. Obsérvese en segundo plano la espalda de la estatua de la Libertad. Las otras dos son una foto de neutral Surface y otra de we-make-money-not-art, ambas con licencia de Creative Commons).

dimarts, 10 de març del 2009

Manda huevos.

Sí, señora presidenta de la comisión de investigación sobre espionaje de la Asamblea de Madrid, tiene Vd. razón. Tiene Vd. razón aunque la exprese Vd. con ese contundente y desgarrado casticismo madrileño que se ha apoderado de los cargos institucionales de la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM) desde que gobierna en ella la señora Aguirre, más chula que un ocho, también conocida como la Mata Hari del Avapiés.


Manda huevos que presida Vd. una comisión de investigación que arrancó con un mes de retraso y pretenda cerrarla antes de haberla abierto del todo.

Manda huevos que la comisión empezara estando presidida por un posible investigado.

Manda huevos que la mayoría del PP en esa comisión no permita investigar a los espías, ni escuchar a los espiados.

Manda huevos que la mayoría del PP niegue la documentación necesaria para la investigación.

Manda huevos que la mayoría del PP impida que se practiquen las pruebas periciales necesarias para esclarecer los hechos.

Manda huevos que, según parece, los cargos públicos de la CAM hayan estado espiando a sus correligionarios ilegalmente y con cargo a los fondos públicos.

Manda huevos que ese espionaje se haya hecho a adversarios políticos personales de doña Esperanza Aguirre, la Mata Hari del Avapiés.

Manda huevos que los presuntos espías y sus jefes se nieguen a colaborar en la investigación, pongan zancadillas y respondan con prepotencia y chulería.

Manda huevos que los presuntos espías y sus portavoces y encubridores acusen a El País de haberse inventado la historia basados en una historia que se ha inventado El Mundo.

Manda huevos que la señora Aguirre acuse por la radio al juez Garzón de recibir regalos de valor superior a los del señor Camps y nadie se haya querellado contra ella por un presunto delito de calumnias.

Manda huevos que el señor Güemes, yerno del ciudadano ejemplar, el pluriimputado señor Fabra, repita el presunto delito con agravante y siga sin haber querella.

Manda huevos que el presidente del PP califique de "ciudadano ejemplar" al señor Fabra.

Manda huevos que haya consejeros de la CAM bajo sólidas sospechas de adjudicaciones irregulares y otros delitos y que no rindan cuenta escrupulosa de sus actos.

Manda huevos que varios municipios de la sierra de Madrid hayan estado regidos por presuntos ladrones militantes del PP, que llevan años llenándose los bolsillos supuestamente con dineros públicos, causando notable quebranto al bien común y que aún se pongan gallitos

Manda huevos que salgan Vds. todos, presuntos espías, presuntos corruptos, presuntos encubridores y cómplices, insultando a quienes piden explicación porque los han pillado a Vds. con las presuntas manos en la presunta masa.

Manda huevos que haya habido una presunta trama de corrupción ligada al PP a escala nacional y que nadie haya ofrecido ni un intento de exculpación fuera de amenazar con acciones judiciales a quienes la demanden.

Manda huevos que el presidente de la Comunidad Autónoma de Valencia (CAV), del PP, bajo sospecha judicial de cohecho en lugar de rendir cuentas escrupulosamente y aclarar el asunto, pretenda emborronarlo y ampararse en su apoyo electoral y la solidaridad de sus amigos.

Manda huevos que uno de estos amigos sea el presidente del Tribunal Superior de Valencia que habrá de juzgarlo por el presunto cohecho.

Manda huevos que, en lugar de pedir la dimisión al señor Fabra, el PP -el mismo que lo declara "ciudadano ejemplar"- quiera hoy arropar al señor presidente de la CAV.

Manda huevos que el señor Núñez Feijóo, que ganó las elecciones gallegas a base de acusar a su adversario de gastos injustificados y suntuarios por un coche, disfrute desde hace tres años de un coche de alta gama, gratis total y, según parece, no lo tenga declarado en Hacienda.

En efecto, señora presidenta, manda muchos huevos, tantos que no es de extrañar que el señor Rajoy exija hoy que esa comisión que tiene Vd. orden de liquidar de inmediato continúe sus trabajos para esclarecer la verdad aunque a Vd. ni a su jefa, la Mata Hari del Avapiés, les guste.

En fin, pongan Vds. una huevería, señora presidenta.

(La imagen es una foto de Público, con licencia de Creative Commons).

El continente tumultuoso (y dos).

(Termina aquí la reseña del número monográfico de Sistema sobre América Latina).

Según Daniel Buquet (Los nuevos gobiernos progresistas en el Cono Sur: Argentina, Chile y Uruguay en el siglo XXI los tres países con mayor desarrollo económico relativo y otros mejores índices como desarrollo humano, alfabetización, esperanza de vida y mortalidad infantil en América Latina son la Argentina, Chile y el Uruguay que también presentan democracias restauradas y sistemas de partidos que eran sustancialmente los mismos que antes de las dictaduras que padecieron, cosa que igualmente los distingue de otros países del continente (p. 99). El autor hace una consideracón detallada de cada uno de ellos y explica luego con razones convincentes que los habituales índices de fragmentación y polarización (recuerdo de Sartori) no aclaran gran cosa la peculiaridad de los tres sistemas de partidos (p. 105) y prefiere el criterio de la institucionalización medido a través del índice de volatilidad electoral, muy alta en la Argentina y moderada en Chile y el Uruguay, así como el índice de concentración de escaños en los dos principales partidos parlamentarios, muy alta en Chile (ochenta por ciento) y el Uruguay (noventa y ocho por ciento) y menos de un sesenta y seis por ciento en la Argentina (p. 111). Igualmente es reveladora la medición de las trayectorias históricas de los sistemas políticos y de partidos de acuerdo con los indicadores de Freedom House que revelan que si la Argentina fue la primera en alcanzar la puntuación democrática en 1984 mientras que el Uruguay lo hizo en 1985 y Chile en 1990, a partir de entonces los índices de Chile y el Uruguay son superiores a los de la Argentina (p. 112). En resumen, un trabajo empírico muy interesante y revelador.

Carlos Ranulfo Melo (Brasil: avances y obstáculos del periodo Lula) sostiene que la presidencia de Lula es la primera que tras las de Collor, Franco y Cardoso, rompe con el seguidismo del CW y ha funcionado con gobiernos de coalición, un poco a semejanza de Chile, que han reunido a una media de siete partidos y han sido muy heterogéneas pero han cosechado notables éxitos en la aprobación parlamentaria de sus propuestas legislativas en el Congreso Nacional (p. 122). En el primer mandato de Lula las relaciones entre el Gobierno y el Congreso fueron inestables, lo que forzó frecuentes cambios gubernativos (p. 123). El triunfo de Lula por segunda vez en 2006 lo llevó a formar coaliciones con apoyos parlamentarios suficientes de 65,1 por ciento en la Cámara de Diputados y 62,9 por ciento en el Senado (p. 126) con lo que también aumentó el índice de aprobación de su Gobierno que alcanzaba el cincuenta y cinco por ciento el treinta y uno de marzo de 2008 (p. 127). Entiende el autor que el éxito de Lula se debe a tres factores: a) el fortalecimiento de la estabilidad económica y de la disciplina fiscal; b) la reanudación del crecimiento a través de la actividad estatal en materia de coordinación y control; y c) el énfasis en la dimensión social de las políticas redistributivas y la inclusión de los sectores excluidos (p. 127). No tengo duda de que así haya sido y su aseveración coincide netamente con lo que dicen Carrera Troyano y Muñoz de Bustillo en su magnífico trabajo visto ayer, pero sería bueno que sostuviera su aserto con mayor carga de pruebas empíricas. Igualmente me parece muy arriesgado el final del trabajo en el que se aventura a hacer una predicción del futuro del gobierno de Lula afirmando que su balance final será positivo. Es posible, pero esas predicciones en nuestro campo son muy peligrosas. Por ejemplo, uno de los datos que lo lleva a aventurar esta prognosis positiva es que hay un aumento de la inflación mundial (p. 132). Sin duda cuando el trabajo se escribía esto era cierto. Hoy, al contrario, el panorama mundial es de peligro de deflación.

Ana María Bejarano (Colombia y Venezuela: crónica de dos democracias infelices) hace honor a su título ya que el trabajo es exactamente eso, una crónica, con sus aspectos positivos y negativos, esto es, un ensayo narrativo de agradable lectura en el que acecha siempre el taimado peligro de los juicios de valor inadvertidos o presupuestos. Hace Bejarano un relato consecutivo de la evolución reciente de los dos países que, habiendo sido tradicionalmente ejemplos de democracias estables en América Latina conjuntamente con Costa Rica, han venido a dar en un estatus semidemocrático si no algo peor (p. 136). La evolución -y degeneración- de Colombia como democracia "incierta" se debe a la erosión de los mecanismos de seguridad, especialmente del respeto y la garantía de los derechos humanos que han tenido una trayectoria que califica de "aterradora" (p. 141). El Estado colombiano no existe prácticamente y su recuperación es condición inexcusable para la restauración de la democracia en el país (p. 152). Venezuela, a su vez, ha conocido una "muerte lenta" de la democracia. Ésta se pudo frenar momentáneamente después del "Caracazo" de 1958, pero se ha acelerado mucho desde el acceso de Chávez en 1998 (p. 158). Los dos partidos referentes de la democracia venezolana, AD y COPEI, se desintegraron entre 1988 y 1998, dando paso al arrollador triunfo del MVR (Movimiento V República) del señor Chávez que, viene a decir la autora, no ha dado señales de querer convertirse en un partido político (p. 160) lo cual me deja algo confuso (a no ser que la haya comprendido mal) por cuanto parece ignorar la existencia del Partido Socialista Unido de Venezuela, fundado ya en 2007 y que se impuso ampliamente en las elecciones regionales de 2008. Dice la autora, y no sin razón, que la Constitución de 1999 concede amplios poderes al señor Chávez (en el ínterin, la reforma constitucional recientemente aprobada en referéndum le ha garantizado reelección indefinida) y considera que su régimen constituye una transición gradual al autoritarismo (p. 164), lo que me parece algo aventurado como afirmación y típica muestra del peligro que señalaba al principio de los juicios de valor no cuestionados. El autoritarismo no es concepto que goce de unanimidad en la Academia, ni mucho menos habrá acuerdo unánime respecto a que el sistema político venezolano actual, la Venezuela bolivariana o como se quiera llamarlo, sea autoritario ni la señora Bejarano tendrá las bendiciones de los colegas más prudentes haciendo afirmaciones sobre futuribles; y todo ello con independencia de que mi opinión personal pueda o no coincidir con la de la autora. Concluye Bejarano con un diagnóstico que tiene la elegancia y los riesgos de una paradoja: el problema de Colombia es la debilidad del Estado y el de Venezuela, al contrario, su fortaleza. No sé si se encontraría mucha gente dispuesta a refutar el primer término de la paradoja, pero conozco a una multitud preparada para negar la segunda.

Jacqueline Peschard (Gobernar en México bajo la sombra de la ilegitimidad) presenta un análisis de los dos años (cuando el trabajo se escribió) del Gobierno de Felipe Calderón bajo la sombra de la ilegitimidad (p. 167) por aquellas elecciones ganadas con tan escaso margen y que todos seguimos con tanto apasionamiento. El trabajo, como los anteriores, también tiene estructura narrativa, aunque en mi modesta opinión, alcanza enunciados más convincentes. Incluye en su estudio las posteriores elecciones legislativas que no dieron mayoría absoluta al PAN del presidente en el Congreso (40,2 por ciento en la Cámara de Diputados y 40, 6 por ciento en el Senado), con lo que se ha hecho forzosa una política de alianzas con el PRI ya que el PRD se declaró reacio desde el comienzo (p. 169). Examina la autora el sistema de partidos en México con bastante exactitud. El PRI resurge en medio de la polarización de los otros dos pues gobierna en dieciocho de las treinta y dos entidades federativas, tiene el 37,5 de los municipios y conserva en buena medida su viejo aparato organizativo nacional (p. 172). El PRD se ha visto afectado por una importante merma electoral y una grave fractura interna, sólo gobierna en cinco Estados y no cubre la totalidad del país si bien, y ello no es baladí, cuenta con el gobierno municipal del Distrito Federal. El sistema mexicano mantiene ciertos equilibrios entre los tres partidos (p. 176) y el gobierno ha tenido que ir forjando las más variadas alianzas para llevar adelante su programa de reformas con los pros y contras que son fáciles de imaginar: a) con el ejército para combatir el crimen organizado; b) con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) para llevar adelante el ambicioso programa heredado de la anterior presidencia de "vivir mejor"; c) con el PRI para llevar a cabo las distintas reformas legislativas, en concreto: 1) la reforma del Estado (básicamente electoral); 2) la del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, (ISSSTE); 3) la reforma fiscal; 4) la reforma energética; 5) la reforma laboral (p. 182). Hay una confrontación en cuanto a la reforma de PEMEX y una alianza con el PRI y el SNTE para proceder a la reforma del sistema de pensiones de los empleados del Estado (p. 189). El trabajo trasmite una idea de la complejidad de la política democrática mexicana. Si hubiera de hacer alguna recomendación, creo que añadiría interés que la autora explicara las características de la cultura política mexicana en materia parlamentaria.

Manuel Rojas Bolaños y Rotsay Rosales Valladares (Democracia electoral y partidos políticos en Centroamérica: heterogeneidad y trayectorias inciertas) presentan un muy interesante trabajo sobre esta subregión del continente que a veces resulta tan confusa al ojo público. Dos decenios después del inicio de los procesos de pacificación en la zona, la democracia parece funcionar en estos países (Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá), aunque con algunas deficiencias (p. 195). Son pocos quienes reputan limpias las elecciones (p. 195), lo cual es un handicap notable. Los sistemas de partidos se caracterizan por su heterogeneidad y trayectorias inciertas (p. 197), cosa de la que ya había advertido Alcántara aunque para todo el continente. Prevalecen los multipartidismos moderados con algunas variaciones, la polarización en El Salvador y Nicaragua y una estabilidad precaria en Guatemala (p. 200). Hay instituciones democráticas con carencias y tradiciones autoritarias que pesan (p. 202). Hay asimismo cierto "travestismo" entre derechas e izquierdas (p. 203). No son sistemas de partidos muy institucionalizados (p. 206) y tienen insuficiencias en cuanto a democracia interna e inclusión, transparencia y rendición de cuentas (p. 208). Todavía no hay suficientes incentivos para la democratización de los partidos y es de temer que las distintas orientaciones de los gobiernos y la composición de las cámaras aumenten los problemas de gobernabilidad (p. 209).

María Luisa Loredo (El liderazgo latinoamericano en el proceso de estabilización de Haiti) presenta un trabajo que tiene el mérito de no ser frecuente en los estudios sobre América Latina en España ya que versa sobre un país de la francophonie, habitualmente ignorado por nuestros investigadores. La autora, sin embargo, le hace justicia a través de un estudio de tipo fundamentalmente descriptivo pero de mucho interés: Haití es el país más pobre de América y uno de los más corruptos del mundo (p. 211). Y de los más inestables, cabe añadr. Puede ser considerado como un "Estado fallido" o frágil pero, en todo caso, ha tenido un destino trágico e injusto (p. 212) ya que pagó cara su lucha por la libertad y su temprana independencia en 1804 que no tuvo reconocimiento internacional hasta que en 1860 estableció relaciones diplomáticas con el Vaticano y en 1862 con los Estados Unidos de América. En 1825 Francia impuso a la joven república condiciones humillantes y económicamente devastadoras (pago de una indemnización de 150 millones de francos de entonces, equivalentes a 21.000 millones de dólares de los EEUU de 2004) que arruinaron al país (p. 213) y todavía hoy son objeto de controversia a través de una perpetua reivindicacion haitiana de resarcimiento. Los años noventa se caracterizan por los conflictos en torno al presidente Aristide: expulsado en un golpe de Estado, retorna en 1994. En el año 2000, vuelve a ganar las elecciones pero el renovado estallido de violencia en 2004 fuerza su nueva dimisión que da paso a un gobierno provisional y a la creación de la MINUSTAH (Mission des Nations Unies pour la Stabilisation en Haïti) en el marco de la ONU. La MINUSTAH incorpora el liderazgo de los países de América Latina en el proceso de recuperación de Haiti como una forma de devolver la deuda que piensan tener con él por su temprana ayuda a sus independencias (p. 214) así como por otros motivos, entre ellos: el giro a la izquierda de América Latina, la necesidad de reafirmarse en la escena internacional en respuesta propia a una crisis, el fortalecimiento de la cooperación latinoamericana, la posibilidad de cambiar la cultura militar en con una perspectiva civil, la necesidad de no desairar a los Estados Unidos (p. 216). Los logros y desafíos de la MINUSTAH son: la consolidación de la normalizacón y del consenso político, el restablecimiento de la seguridad y la estabilidad, el reforzamiento del Estado de derecho y de sus instituciones y el arranque de un proceso de desarrollo económico y social (p. 218). La autora lamenta que España haya reducido su participación en la MINUSTAH de lo militar a lo policial y no le falta razón porque ello equivale a abandonar un puesto de influencia (p. 224).

Last but not least: algunos países en América Latina requieren el artículo determinado "el" o "la" delante de sus nombres, cosa que es obligada porque se trata de sus nombres oficiales o bien de la forma correcta de designarlos en castellano. Son estos: la Argentina, el Brasil, el Ecuador, el Paraguay, el Perú, la República Dominicana y el Uruguay. ¿Sería mucho pedir que, cuando menos, los especialistas hispanohablantes en América Latina llamaran a estos países por sus nombres reales y no se valieran de las malsonantes traducciones literales del inglés? Si no quieren hacerme caso a mí, que tomen nota de cómo lo pone un maestro de la lengua de Cervantes como Mario Vargas Llosa, cuyo último y magnífico artículo en El País se titula El Perú no necesita museos, no "Perú no necesita museos". Además, sabe de lo que habla por partida doble, pues es peruano de nacimiento.

dilluns, 9 de març del 2009

Irlanda: las aporías del irredentismo.

(Este es un comentario sobre el atentado del sábado en Massereene (Irlanda del Norte), en el que pistoleros del Real IRA (IRA auténtico) asesinaron a dos soldados británicos e hirieron a varias personas más. Pero el amable lector puede aplicarlo tranquilamente al País Vasco en España, como se verá más abajo).


No haya duda: el señor Gordon Brown, primer ministro del Gobierno de SM aseveró muy contundente que "ningún asesinato hará descarrilar el proceso de paz". Todavía más: el señor Gerry Adams, leader del Sinn Fein, brazo político del IRA, que hace poco todavía se daba algún rulo por el País Vasco español explicando a sus hermanos de sangre (nunca mejor dicho) de HB qué había que hacer para salirse con la suya en el conflicto, ha condenado sin paliativos el atentado de Massereene y ha dicho a sus leales que hay que colaborar con la policía para atrapar a los asesinos, algo impensable hace quince años. Y aun más: el señor Martin McGuinnes, leader también del Sinn Fein y actual Viceprimer ministro del Gobierno Autonomo del Ulster en el que el primer ministro es el reverendo Ian Paisley, leader del Partido Unionista Democrático, rabioso enemigo del Sinn Fein, el señor Martin McGuinnes, digo, condena también sin paliativos el atentado y afirma que nada podrá detener el proceso de paz. De lo que andan diciendo los protestantes (que se llaman a sí mismos "leales") no es preciso dar noticia detallada: más condenas furibundas y hasta amenazas.

Todo el mundo, muy nervioso, se pregunta si este atentado hará fracasar el famoso "proceso de paz" que surgió de los acuerdos de Viernes Santo en 1997, quedó interrumpido hasta 2007 y se reanudó entonces con la garantía de que los actores del conflicto se habían desarmado, tanto el IRA como los pistoleros loyalists. La respuesta la da Peter Preston en un magnífico artículo en The Guardian ayer, titulado Is the peace process derailed? en el que sostiene que eso dependerá de si los pistoleros del Real IRA encuentran cobijo y apoyo entre la población civil en la zona ahora que la policía empezará a buscarlos. Muy cierto. También lo es que estos grupos escindidos del viejo IRA, como el Real IRA, el Continuity IRA y otros Oglaigh na hEireann (o "Voluntarios por Eire") apenas cuentan con entre 20 y 40 miembros. Pero crecerán si, en efecto, al acometer sus acciones, encuentran refugio entre la población civil.

Porque el problema, aunque no lo parezca, sigue siendo político y se origina en el hecho de que el llamado "proceso de paz" que todo el mundo dice respetar, en el fondo no resuelve nada en Irlanda del Norte; nada quiere decir que es únicamente un artilugio para canalizar políticamente (es decir, civilizadamente) el conflicto mediante el entendimiento de las dos facciones antaño enfrentadas a muerte. Pero no sirve para resolverlo en uno u otro sentido. Y, cuando las cosas están así es siempre cuestión de tiempo hasta que surge un nuevo grupo faccional que acusa al partido de toda la vida (en este caso el viejo Sinn Fein y el no menos viejo IRA) de traicionar los principios o la santa madre patria y, tomando de nuevo las armas, retorna a la lucha pues no se siente vinculado por los acuerdos alcanzados por la generación anterior. Sí, esa es la cuestión: la generación anterior y la actual. Siempre que hay un conflicto de este tipo, un asunto de irredentismo irresuelto, en el que la Patria sigue mancillada, esclavizada, hollada, ocupada por el invasor, es muy probable que la generación siguiente vuelva al combate armado en la esperanza de que esta vez, sí; esta vez los echamos y, con ellos, a los cipayos. Es el problema de la mentalidad nacionalista reproducida a través de los procesos educativos y de socialización de comunidades muy cerradas sobre sí mismas.


Imagine el lector que tras una negociación cualquiera en el País Vasco español se hubiera llegado a un acuerdo por el que ETA se hubiera desarmado, Batasuna (o su equivalente), plenamente legalizada, se hubiera integrado en las instituciones y el País Vasco se gobernara con un nuevo, flamante, estatuto de autonomía dentro del Estado español. ¿Cuánto tardaría en aparecer una ETA verdadera que, acusando a la anterior y a Batasuna (o su equivalente) de traidores a la causa de la patria vasca, reanudara los atentados? Figúrese Vd., amable lector, que la ruptura de las negociaciones por ETA y la negativa cerrada de las Batasunas a condenar los atentados a lo mejor nos ahorra reproducir situaciones como la de Massereene ayer.

(La imagen es una foto de PPCC Antifa, con licencia de Creative Commons).

Breve historia de la pinza (y II).

(Viene de la entrada de ayer, domingo).

Hay más. Los responsables de la pinza trataban de mantenerla oculta porque también era parte de una estrategia más amplia de la derecha española a la que se sumó la "verdadera" izquierda, caracterizada por una conspiración, un complot para desmontar el gobierno socialista como fuera, al coste que fuera. Por aquel tiempo publiqué un libro, La conspiración. El golpe de Estado difuso, (Ediciones B., Barcelona, 1994) del que sigo suscribiendo hasta la última palabra y que por entonces me costó una oleada de insultos de perdonavidas profesionales por ser tan ingenuo de creer en "teorías de la conspiración". (Acerca de este extremo, alguna consideración al final de la entrada).

Luego, el señor Anson, como bien se sabe, reconoció públicamente la existencia de tal conspiración, movida por aquella Asociación Española de Periodistas Independientes (AEPI) fundada ad hoc con la finalidad de acabar con Felipe González, a quien no se le podían ganar elecciones (sic) aunque para ello se tambalearan los cimientos del Estado. Eran los bravos guerreros que otros llamaban "sindicato del crimen". Me cupo entonces la satisfacción relativa de que hasta el adversario reconociera que servidor había dado en el clavo. Iba a ser mi única satisfacción ya que nadie ha reconocido que tuviera razón: los de la conspiración por razones evidentes y los que la sufrieron aunque parezca mentira, también por razones evidentes. Véase la página que Los genoveses.net dedican a relatar la conspiración, titulada Escenarios para un golpe de papel que reproduce un reportaje de La Vanguardia de 22 de febrero de 1998 en el que no se cita una sola vez mi libro, que fue el primero.

Este asunto de la conspiración me animó a emprender un estudio sobre la retórica política que verá la luz algún día de estos y en donde aparecen cuestiones que son ya muy familiares. Muchos de quienes negaban entre risas que hubiera una pinza contra el PSOE, que la había, y una conspiración, que también la había, acuñaron un concepto, el felipismo, del que no ha vuelto a saberse nada pero que por entonces tuvo mucho predicamento, precisamente como ropaje teórico de dicha conspiración. Se escribieron decenas de libros (en algunos el autor mostraba haber perdido la azotea) y a día de hoy nadie sabría explicar en que consistía aquel felipismo que no era otra cosa que el nombre con el que la derecha encubría su perpetua urgencia por recuperar y detentar el poder mientras la "verdadera" izquierda se ponía a su servicio.

Los mismos también que entonces se reían de la existencia de la conspiración, pasado un tiempo, la revivieron para uso propio y en dos de las posibles voces verbales, en activa y en pasiva: articularon una nueva conspiración más o menos entre los mismos que la anterior (políticos, jueces, periodistas, intelectuales, advenedizos, etc) para acusar al Gobierno socialista del señor Rodríguez Zapatero, a la policía, la judicatura en general, la Guardia Civil y a todos quienes sostuvieran que los atentados del once de marzo de 2004 fueron obra de terroristas islámicos de... conspiración.

Una última y ya anunciada observación filosófico-histórica sobre la teoría de la conspiración porque se vea cuán complejas son las cosas del ser humano. El recurso fácil a la teoría de la conspiración para tratar de zafarse de los problemas explicativos de la acción social no suele ser eficaz. Pero de ahí a negar que en la historia haya habido conspiraciones, conjuras, complots y que hayan sido determinantes en su curso media un abismo. Desde la conjura de los sacerdotes de Amon Ra contra la revolución de Akenaton en el antiguo Egipto hasta el complot de los militares felones, los curas y las derechas españolas para ahogar en sangre y fuego a la IIª República, lo que más ha habido en la historia ha sido conspiraciones. Unas triunfantes, otras fracasadas, pero todas reales y en multitud de casos, decisivas. Por supuesto, en la historia ha habido y sigue habiendo muchos otros factores y nadie que reconozca la importancia de las conspiraciones en ella osará negar este extremo. Pero si se me pregunta hoy qué creo que haya tenido más importancia para determinar el decurso de las sociedades humanas si las conspiraciones o las leyes de la historia del tipo que sean (desde la voluntad divina hasta las inexorables leyes de los modos de producción económica, pasando por los condicionamintos climáticos) responderé que las conspiraciones. E insistiré en que a veces triunfan y a veces, no. Igual que las famosas leyes, que a veces se cumplen y a veces no.

Hubo pinza, y a unos les salió bien y a otros, no.

(La imagen es una foto de Pontificia Universidad Católica de Chile, bajo licencia de Creative Commons).

El continente tumultuoso.

La revista Sistema dedica un número monográfico (208/209, Madrid, enero, 2009, 224 págs) a América Latina, coordinado por Manuel Alcántara, reconocido especialista en la materia. Es un panorama dividido en dos vertientes: varios estudios, aproximadamente la mitad del total, de carácter general, sobre el conjunto del continente y otros tantos estudios de casos concretos, por países o grupos de países, lo que permite combinar visiones de conjunto con otras singularizadas.

En el primer trabajo, (América Latina: la política inconclusa), Alcántara señala la heterogeneidad latinoamericana a través de la diversidad de sus historias nacionales, las grandes diferencias de sus dimensiones demográficas, los índices de riqueza por habitante así como sus estructuras sociales desde el punto de vista de las composiciones étnicas de las poblaciones. Se suma a ello para completar el cuadro una tendencia a deslegitimar las instituciones democráticas. Hay índices altos de desconfianza en las elecciones, los partidos políticos y los sistemas de administración de justicia. Todo lo cual, por lo demás, dibuja un panorama parecido al que se da en otras regiones y que los estudiosos llaman "demócratas desafectos". Añade aquí el autor los presidencialismos "mestizos" como mezclas de los viejos presidencialismos con nuevas formas de parlamentarización así como una reactivación de los discursos populistas. Detecta un relativo fracaso de las políticas públicas en materia económica en los últimos años como prueba del fracaso del Consenso de Washington (CW), elemento que está muy presente en el número monográfico, (p. 18), todo ello acompañado por un aumento de los conflictos étnico-culturales y regionales (p. 20). En resumen, "política inconclusa", como dice el autor o situación abierta ya que, en realidad, toda política es inconclusa.

Ludolfo Paramio (Izquierda y populismo en América Latina) pareciera acometer tan ardua labor como es distinguir estos dos conceptos pero no es seguro que lo logre. Levanta constancia del fracaso del CW a partir de 1998 cuando comienzan a elegirse gobiernos de izquierda en el continente, izquierda que, sin embargo, no es una alternativa real al CW. Aunque, dice, se llama "populistas" a los gobiernos de Venezuela, la Argentina, Bolivia y el Ecuador, estos países siguen el CW en materia de estabilidad macroeconómica (p. 29) pero como, al mismo tiempo, rechazan la política neoliberal del CW, no está clara la distinción entre izquierda democrática y populismo que al autor le parece obvia intuitivamente. Populistas a no dudar se le antojan Fujimori y Medem y, en esa línea Chávez; pero hay diferencias entre éste y Lula, por ejemplo. A los efectos de acometer la tarea de separar la izquierda democrática del populismo propone que se recurra a una "izquierda con historia" pero que atienda a un imprescindible relevo generacional (p. 34), cosa que parece bienintencionada e inane.

Aníbal Pérez-Liñán (La renovación de las elites presidenciales en América Latina) presenta un curioso trabajo de análisis empírico histórico con información sobre 566 presidentes de diez y nueve países del continente, incardinado en la concepción paretiana de la circulación de las elites, circulación que adopta cuatro formas: sustitución, renovación, reconversión y estancamiento (p. 39). Toma como datos la edad media de los presidentes y la edad media de los partidos y aplica muy sensatamente la lógica de conjuntos difusos a los conceptos de juventud y tradición que maneja. De este modo los tipos anteriores se operacionalizan como sigue: sustitución: intersección histórica de políticos jóvenes y partidos no tradicionales; renovación: políticos jóvenes y partidos tradicionales; estancamientopolíticos no jóvenes y partidos tradicionales; reconversión (residualmente tratada en el trabajo): políticos no jóvenes y partidos no tradicionales (p. 50). Ha habido dos momentos de estancamiento de las elites presidenciales latinoamericanas en el último siglo: en los años veinte y treinta y , en paralelo con la segunda ola de democratización, en los años ochenta. En los primeros años del siglo XXI se detecta un envejecimiento y estancamiento con precedente en los años veinte y treinta.

Margarita Corral González (Actitudes hacia la democracia en América Latina, 2008) presenta un trabajo cuyos datos proceden del Proyecto de Opinión Pública de América Latina (LAPOP) de la Universidad de Vanderbilt, bajo la dirección de Mitchell Seligson, para medir: a) el nivel de apoyo a la democracia en América Latina en 2008; b) los factores que ayudan a explicar el acuerdo de la ciudadanía por el que la democracia es la mejor forma de gobierno; c) los niveles de confianza en las principales instituciones democráticas; d) una combinación del apoyo al sistema político con los niveles de tolerancia política para conocer el grado de apoyo a una "democracia estable" (p. 56) La conclusión es que la mayoría de la población cree que, aunque con fallos, la democracia es la mejor forma de gobierno posible. El apoyo es alto cuando se percibe que el gobierno es eficaz o la situación económica buena y desciende cuando se ha sido víctima de la corrupción o hay alta inseguridad ciudadana. Es muy perceptible la desconfianza hacia las instituciones fundamentales del sistema democrático, en especial los congresos nacionales, lo que, como ya decía en el comentario al primer artículo, es una situación muy generalizada conocida como "demócratas desafectos" y caracterizada por apoyo a la democracia en abstracto pero desconfianza acerca de sus instituciones en concreto. Eso sucede en Europa igualmente desde hace años. Por último registra la autora ciertas carencias en América Latina para lograr una democracia más completa y estable porque en algunos países (especialmente centroamericanos y andinos) hay apoyos relativamente bajos al sistema político y a la tolerancia.

Miguel Carrera Troyano y Rafael Muñoz de Bustillo Llorente en (El reto de la pobreza y la desigualdad en América Latina) explican que América Latina comprende a los países del mundo que presentan un reparto más desigual de la renta y muy altos índices de pobreza que se agudizan en las zonas rurales frente a las urbanas y en los sectores poblacionales de ciertas características étnicas (p. 77). En la teoría económica de los últimos cincuenta años se ha visto la relación entre crecimiento, pobreza y reparto de la renta bajo la óptica de la curva de Kuznets, lo cual explica por qué el CW no consideraba necesario prestar atención especial a la pobreza. Los autores reconocen, sin embargo, que en el texto original del CW se tomaban más en cuenta de lo que se cree las cuestiones de desigualdad y reducción de la pobreza pero fue su aplicación práctica la que acabó identificándolo con las políticas neoliberales más duras. Este planteamiento, combinado con el de Kaldor fue el dominante hasta los años noventa, a partir de los cuales es ya obvio que el CW ha fracasado, que el crecimiento no ha sido superior al de los años sesenta y setenta y que no se ha corregido la pobreza ni la desigualdad (p. 82). Ya en los años ochenta algunos economistas del desarrollo, como Myrdal et al., sostuvieron que la mala distribución del ingreso pdía tener un efecto contraproducente para el desarrollo (p. 84). A ello se añadía que América Latina presenta un modelo de Estado del bienestar "truncado", esto es, con un limitado alcance de sus políticas sociales de las que no se benefician los sectores más desfavorecidos (p. 86) No obstante, a partir de los años noventa tanto en la CEPAL como en la actividad del Banco Mundial se ha venido insistiendo en la necesidad de fomentar la lucha contra la pobreza. Pero no es fácil que se llegue a dar este cambio de perspectiva. Para que haya políticas progresivas en América Latina es preciso que las elites se convenzan de que la transformación del statu quo será beneficiosa para todos los ciudadanos y sin las políticas redistributivas será muy difícil que los países latinoamericanos consigan la cohesión social, la inversión, la mejora del capital humano y el crecimiento económico que precisan para hacer frente a la globalización (p. 95). Efectivamente, muy difícil y, al depender de esa convicción de clases que han mostrado escasa sensibilidad social durante siglos, altamente improbable.

(El resto de la reseña de este número de Sistema, mañana).

diumenge, 8 de març del 2009

Ocho de marzo, celebración.

Está muy requetebién que se conmemore el ocho de marzo, día internacional de la mujer trabajadora con el anteproyecto de ley sobre el aborto ya presentado en el Consejo de Ministros que autoriza la interrupción libre del embarazo hasta las 14 semanas de gestación y asimismo en determinadas circunstancias pasada esa fecha; que lo autorice también a las jóvenes a partir de los dieciséis años sin necesidad del permiso paterno; y que se elimine el tipo delictivo del aborto del Código Penal. Muy bien porque esa norma es un paso adelante muy notable en el proceso de emancipación de las mujeres. El aborto es un derecho que corresponde a ambos progenitores y muy especialmente a la mujer y que la convierte en dueña de su propio cuerpo de cuya propiedad está desposeída hasta el dia de la fecha en la que quizá sea la última reminiscencia de la esclavitud que queda en el mundo civilizado. Pues quien no es dueño ni de su propio cuerpo es un esclavo. ¿De quién? Del prejuicio machista, del oscurantismo eclesiástico, de l autoritarismo impositivo de los conservadores.

Decía ayer la señora Aguirre en un acto en conmemoración de la mujer trabajadora al que debió de ir por error, que el aborto no es un derecho. La obsesión de los conservadores es siempre negar derechos a los demás: a los extranjeros, a los homosexuales, a las mujeres... En este caso no solamente niegan que sea un derecho sino que lo reputan un delito; no porque verdaderamente crean tamaño dislate sino porque piensan que es la única forma aceptable de responder a la crítica que se les hace de que se metan en lo que les atañe pues los partidarios del aborto no queremos que sea obligatorio, que nadie pretende obligar a la señora Aguirre a abortar.

De todos modos hay que prepararse: la ofensiva carcunda va a ser de armas tomar. Los curas van a dar una murga insufrible y el Gobierno tendrá difícil sacar la ley adelante en un parlamento en el que no tiene mayoría absoluta y depende de los votos de dos partidos que son católicos en todo o en parte, esto es, el PNV y CiU. Muy difícil.

(La imagen es una foto de derechoavivir, bajo licencia de Creative Commons).

Breve historia de la pinza (I).

La política es el terreno de los conflictos en el presente y su relato está siempre bajo sospecha de parcialidad porque no es infrecuente que forme parte del mismo conflicto que narra. Cuando el presente se convierte en pasado la política quiere hacerse historia y su relato pretende ser más distanciado, con ínfulas de científico. Hace ya siglos que Giambattista Vico en su Ciencia nueva propuso recurrir a la historia para dar carácter científico a la política.

Pero la historia es tan poco de fiar como la política a la que quiere socorrer. Presente y pasado son categorías difusas. Nadie sabe cuándo el presente se convierte en pasado (y, por lo tanto, susceptible de ser narrado con relatos "científicos", no conflictivos) por la misma razón por la que nadie sabe cuándo x granos de trigo constituyen un montón de trigo. Solemos admitir (y tengo mis dudas) que la invasión sarracena en 711 es pasado, o la batalla de Lepanto. Pero ¿son pasado las guerras carlistas? ¿Y la Dictadura de Franco? ¿Y las legislaturas con gobiernos socialistas bajo la presidencia de Felipe González en la última de las cuales se produjo la famosa pinza entre IU y el PP con el fin de acabar con los gobiernos socialistas?

Digo lo anterior porque hace poco he leído un par de artículos negando que tal pinza haya existido y tratando de pasar la negativa como cuestión cerrada de la historia, igual que cuando se dice que la Edad Moderna comienza al caer el Imperio Bizantino. Se trata de una argucia más para ocultar la tal pinza como de ocultarla trataron siempre los que la pusieron en marcha ya que hasta ellos se daban cuenta de que algo tan estúpido e inmoral sólo podía defenderse negándolo tajantemente.

Pero los hechos no pueden negarse. Pueden tergiversarse pero no negarse. La pinza fue, es y seguirá siendo un hecho hasta el fin de los tiempos cuya iniciación formal relata la periodista Esther Esteban, entonces en El Mundo, en un libro titulado El tercer hombre. Pedro J., la pesadilla de Felipe González en donde da cuenta de una cena a la que el pesadilla invitó a los señores Anguita y Aznar en su casa con el fin de que acompasaran y coordinaran sus acciones para derribar por fin al "César González" bajo la admonición del gran Gibbon, sin que nadie haya desmentido este encuentro ni su contenido. En aquella cena el señor Anguita apareó su acción en contra del PSOE a la del señor Aznar, el hombre que luego metería a nuestro país en la guerra del Irak en la que murió el hijo del señor Anguita que era corresponsal de El Mundo. La historia tiene vueltas verdaderamente trágicas.

Esa coincidencia, esa pinza, es un hecho incontrovertible. El beneficio que las partes pretendían obtener con ella era obvio: el señor Aznar quería sustituir al señor González; el señor Anguita quería conseguir lo que erróneamente llamaba el "sorpasso", esto es, que IU aventajara en votos al PSOE; y el señor Ramírez quería quedar como el gran trujimán del triunfo del PP. El primero y el tercero obtuvieron lo que querían: el señor Aznar gobernó España entre 1996 y 2004 con los métodos y resultados de todos conocidos y los que quedan por conocer... en sede judicial. El señor Ramírez también consiguió lo que quería inmortalizándolo en la famosa "foto del balcón de Carabaña", aunque sus réditos posteriores no fueran óptimos. El único que se quedó en la estacada fue el señor Anguita al que los otros dos habían engañado apoyándose en su fabulosa vanidad y su falta de experiencia. Un fracaso que está en la base de la paulatina decadencia de IU, formación que si en las elecciones de 1996 lograba casi el diez por ciento del voto y diez y nueve diputados en las de 2000 bajaba ya al 5,54 por ciento y ocho escaños, propiciando la retirada del señor Anguita ante lo que ya se veía venir: el definitivo descalabro de la formación que luego se ha materializado.

Desde luego, los artífices de esta pieza maestra de confabulación estaban interesados en que no se conociera, haciendo cierto una vez más aquel penetrante aviso de Kant de que todo aquello que afectando a las cosas de los seres humanos no puede hacerse público está mal. Pero era inevitable que se supiera y así terminó siendo.

Quienes siguen interesados en negar la existencia de la pinza esgrimen como único dato en contra que la cantidad de votaciones parlamentarias en las que el PP y el PSOE coincidieron en aquella legislatura de 1993-1996 fue superior a las que se dieron entre IU y el PP. Es un argumento irrisorio que sólo cabe defender de mala fe ya que la alternativa es la ignorancia supina. La acusación de pinza hace referencia a la coincidencia entre PP e IU en un objetivo común de derribar a Felipe González y no postula ningún otro acuerdo en nada más. Hasta el señor Anguita, que reconoce la existencia de la pinza, establece esa diferencia: Coincidíamos en pedir la dimisión de Felipe González. Pero hay dos cosas que nos diferencian: Aznar le pide a Felipe que dimita y convoque elecciones, y yo pensaba que Felipe tenía que dimitir, pero sin elecciones, que gobernara otro líder de su partido.. Es obvio que en materia de régimen legislativo ordinario habrá más coincidencias entre PP y PSOE pero eso no quiere decir nada (y menos que nada, ¿verdad? que hubiera una pinza PSOE-PP) y lo decisivo aquí no es la cantidad sino la calidad dado que las coincidencias entre IU y PP se daban en las peticiones políticamente importantes para poner en aprietos al PSOE, comparecencias, peticiones de dimisión, reprobaciones, interpelaciones. Coincidencia al ciento por ciento. Lo demás es hojarasca para engaño de incautos. Y eso sin contar con que la actividad parlamentaria no agota la política de un partido y menos de uno como IU que llevó esa coincidencia a todos los terrenos. Por lo demás, el propio Anguita lo reconoce, justificándolo, claro y matizando que él no fue responsable de la derrota del PSOE: «Jamás me he arrepentido de la famosa pinza. No podíamos ser cómplices del robo, de las torturas, de la cal viva, porque fuera un partido de izquierdas quien lo hacía. No podíamos ser cómplices con nuestro silencio, aunque luego se haya engañado a los ciudadanos diciendo que Anguita fue el responsable de que el PSOE perdiera. No es cierto, el PSOE perdió porque era lo contrario a la honestidad, la honradez y a lo que debe ser un partido de izquierdas. El que comete un crimen es un criminal, y nosotros no podíamos mirar hacia otro lado.»

(La segunda parte de esta interesante entrada, mañana, lunes).

(Las imágenes son una foto de Fundació Pere Ardiaca y otra de Óscar Espiritusanto, ambas con licencia de Creative Commons).

Peregrino de la memoria (XLVIII).

El amor, de golpe.

(Viene de una entrada anterior de Peregrino de la memoria (XLVII), titulada Diálogo en el cielo).

- Por fin -dice-. Hay que ver cómo te has resistido.

Es cierto. He resistido mucho, todo lo que he podido, pero sin grandes resultados como bien se ve en la situación en que me hallo con esta mujer que reconozco me gusta con locura, grande, atractiva, de voluptuosas formas que avanza sobre mí sin dejar de sonreír, casi a paso de carga, se me echa encima consiguiendo que se venza el endeble sillón de oficina en el que trabajo y que nos vengamos ambos al suelo, en confusa amalgama, que me abraza, me besa, me acaricia, se me enrosca como una serpiente, se despoja de su vestimenta, me quita la mía con endiablada habilidad sin que sepa cómo lo consigue, me recorre el cuerpo desnudo con unos labios carnosos que dejan un surco de cosquilleo y excitación, hasta concentrarse en mi sexo con el que parecen entrar en amorosa conversación que me enardece como si fuera electricidad, para darnos luego la vuelta a ambos, levantarme con sorprendente facilidad, encajarme entre sus fuertes muslos abiertos y hacerme entrar en ella como el que se tira de cabeza al cráter de un volcán mientras veo un trozo de tubo de neón de publicidad de la fachada de enfrente que se divisa desde mi ventana y pienso, aunque no sé con qué, que nunca, nunca he follado de esta manera. Laura se aprieta contra mí, me araña los lomos, me abraza, me estruja, jadea, me muerde en el cuello mientras me empleo a fondo cuanto puedo, hundiéndome y fantaseando que pudiera irme todo entero por su vagina. Se da de nuevo la vuelta sin separarse, se instala y se derrama sobre mí, sepultandome el rostro entre los senos, ofreciéndome los pezones para que los muerda, cabalgando cada vez más desaforadamente entre suspiros y gritos que me parece habrán de oírnos los vecinos, golpeándome contra el duro entarimado, tirándome del pelo, cegándome con el suyo, suelto y húmedo de sudor, lamiéndome, mordiéndome o dejándose morder con igual pasión pues me la ha contagiado de modo que no sé lo que hago salvo que al cabo de un tiempo que me ha parecido largo y corto, se va la luz, se hacen densas tinieblas, se encienden luminarias de colores, reviento por todas partes, gimo como una criatura y aquello se me viene encima, como una torre que se desmorona con un grito desgarrado que parece un alarido y acaba en un sollozo.

Después, silencio y quietud. No sé qué pensar y mucho menos qué decir y lo curioso del caso es que tampoco lo juzgo necesario. En otras circunstancias imagino que me hubiera esforzado por parecer ingenioso, hacer algún comentario, tratar de recomponer la situación, quizá dominarla. Pero ahora sólo siento un grato desmadejamiento, algunos pinchazos intermitentes en la pelvis y la región lumbar que más se golpeado contra el suelo y una especie de suave dejadez que me recorre la piel, especialmente la parte que todavía está en contacto con la suya que de vez en cuando se estremece. No siento necesidad alguna de cambiar de posición. Vuelvo a ver el trozo de neón por la ventana y la pantalla del ordenador encendida con un salvapantallas muy conocido de tubos en tres dimensiones. Tampoco pienso en la situación, pero sí en lo curioso que resulta que no lo haga, como si estuviera feliz ante la idea de que, así como he dejado hacer hasta aquí, podré seguir dejando en adelante. Es agradable no tener que pensar en qué hará uno porque alguien se encarga de hacerlo por ti. No tengo conciencia de que me haya sucedido antes y, en caso de habérmelo encontrado en otros, supongo que lo habré considerado negativamente como una señal de supeditación, de abandono, dejación y servidumbre. Se da mucho en las relaciones amorosas. Pero no parece tan desagradable cuando uno puede llegar a sentirse como una pluma a merced del viento, como una barquilla en el oleaje. Entretanto hay una suavidad balsámica en el ambiente y, definitivamente, el punto central es que no sienta deseo alguno de hablar.

Por último Laura se yergue y pasea desnuda lentamente inspeccionando el despacho. La miro desde atrás. Tiene unas caderas anchas, unas nalgas firmes, las piernas son fuertes y luce una melena negra lisa que le llega hasta la mitad de la espalda. Se detiene ante los anaqueles de libros que parece mirar con interés, pasa la mano por ellos, coge uno y, abriéndolo, se vuelve hacia mí. Desde mi posición en el suelo veo su vientre ligeramente redondo, el monte de Venus abundante e hirsuto, las dos tetas enormes como globos terráqueos con unos pezones rugosos, protuberantes, nimbados por una piel de un oscuro brillante y la indescriptible sonrisa con que me regala la vista como satisfecha de que le haya hecho un repaso tan a fondo.

- Platón -dice.- ¿A quién prefieres, a éste o a mí?

- No sois comparables.

- ¡Ah! ¿No? -Cierra de nuevo el libro, se lo aprieta contra el pecho, lo frota contra su vagina- Pues yo te prefiero a ti. Este Platón no me pone.

- Me imagino que no le importa. Y a mí tampoco.

- Eres un grosero.

Me levanto. Es curioso que siga en el estado de bendita indeferencia en que me dejó el asalto de Laura. Sé que su reproche es una zalema; si no me preocuparía. Me da la impresión de que ninguno de los dos tiene interés en decir nada con sentido, que estamos prolongando el encontronazo que hemos tenido. Hay que saborear estos momentos, pienso y en verdad no sé por qué ya que no recuerdo haber experiemntado nada parecido. Muy difícil de determinar por lo demás porque tampoco sé en concreto qué es lo que hay aquí tan decididamente distinto. Sobre todo cuando me asalta una idea que me deja algo perplejo e inquieto: me veo en esta mujer, quiero decir que la veo como si fuera yo mismo, que me parece mi yo proyectado; no como un doble, tema que me fascina, sino como una parte de mí mismo. Seguramente esa sensación es la que explica la tranquilidad que reina ahora entre nosotros, ese abandono como el que puede haber entre dos personas que se conocen de toda la vida, que no tienen puntos oscuros o secretos la una para la otra, siendo así que, en este caso, lo contrario es lo más cierto: no nos conocemos prácticamente de nada, ni siquiera sé como se apellida.

- Orizú -dice de pronto- Laura Orizú Sierra. Pensabas en eso, ¿verdad? Yo, en cambio, lo sé todo ti. Sé tu nombre, conozco tu vida, sé lo que has hecho. Hasta he leído un libro tuyo

Los dos nos reímos. Y estoy encantado en la situación, maravillado de que la compenetración sea tan intensa. Algo que en otro momento me hubiera preocupado ahora me antoja delicioso. Si estás desnudo en mitad de una habitación con la mujer con la que acabas de follar a lo bestia y os reís creo que se puede decir que eres feliz o te aproximas a la felicidad. No quiero hablar nada de amor pero la verdad es que no puedo apartar los ojos de su cuerpo. Ella me coge la mano y la pone entre sus piernas mientras me dice:

- ¿Hay una cama en esta casa?

No hay una; hay cuatro: una mía y tres para mis hijos, para cuando venían a pasar el finde conmigo, a alguna temporada, cosa que hace ya bastante tiempo que no sucede porque los tres se han organizado la vida por su cuenta y tienen sus propias casas.

- ¿No tienes hambre?

Le contesto que no pero que si ella sí podemos ver qué hay en la cocina. Algo tiene que haber; nada fresco, pero alguna lata de conserva o un trozo de queso reseco. Laura encuentra un paquete galletas con chocolate y se pone a masticar una, pensativa.

- ¿No quieres saber por qué sé tanto de ti y por qué te he perseguido?

- Ya me lo has dicho; porque estás enamorada de mí.

- Exactamente -dice con esa sonrisa que muestra su blanca dentadura de dientes grandes como todo lo suyo.- Exactamente. Como tú lo estás de mí.

No siento necesidad de responder. Creo que es cierto. Parece absurdo que uno pueda enamorarse una recién llegada a la que no ha visto en la vida y de la que lleva tres semanas huyendo. Pero se da. No he querido llamarlo amor, pero no tengo inconveniente en hacerlo. Es una prueba más de lo enamorado que estoy que la dejo definir la situación. Ella se ha puesto a hablar de cómo se había enamorado de mí de una forma completamente tonta, al escuchar a Vlam contando una anécdota de cuando éramos jóvenes, luego había buscado información sobre mi persona, las fotos, todo eso ya me lo había contado pero tenía que decirme cómo disfrutaba pensando en mí, que había hecho una ampliación de una foto que tenía en su dormitorio y se masturbaba pensando en mí. Yo no estoy seguro de escucharla porque disfruto mucho mirándola y oyéndola, aun sin enterarme de lo que dice. Qué extraña locura es esta es algo que resuena dentro de mí, qué extraña y hermosa locura.

- Vamos -me dice al cabo de un momento, seguramente al darse cuenta de que no la escucho - Vamos a esa cama.

Le digo que no tengo seguridad de estar en condiciones de repetir con ella tan pronto. Se ríe sujetándome el pene con la mano y diciendo que la vejez no perdona y que los hombres ya no son lo que eran pero que no me preocupe, que ella tiene de todo, incluidas pastillas que me pondrán en forma sin sentirlo, algo mejor que la viagra. Cuando por fin conciliamos el sueño, el dormitorio parece una leonera, ninguno de los dos puede más, ha amanecido y ella me dice que nos espera un día complicado.

(Continuará).

(La imagen es una viñeta de Aubrey Beardsley, de 1894).

dissabte, 7 de març del 2009

Lo tenéis crudo, tronkos.

Al día siguiente, siete de febrero, de descubrirse la trama de corrupción que afecta al PP, cuando se supo que el cabecilla principal era ese atildado y pintoresco chulapo cuyo apellido, Correa, germanizado en Gürtel, daba nombre a la operación, el señor Agag, yernísimo del señor Aznar, irrumpía en público, muy decidido, negando que tuviera algo que ver con el acicalado Correa y amenazando con acciones judiciales contra quien los relacionara. Palinuro, por su parte, publicaba una entrada llamada Os han pillao, tronkos en la que se hacía eco del escandalazo y comentaba la decisión del señor Agag. Es obvio que éste conocía el calado de la operación que acababa de empezar y quería desvincularse de ella. Hoy sabemos que, según el juez, aunque los hechos que se investigan, involucrando a casi media centuria de alcaldes y cargos comunitarios del PP, se dieron a partir de 2004, el origen del negocio y las actividades delictivas de la trama se remontan a los tiempos del primer gobierno del señor Aznar quien por cierto está callado como una tumba etrusca, él siempre tan dicharachero, lenguaraz y parlanchín, y que el presunto delincuente señor Correa, hoy enchironado, hizo sustanciosos negocios organizando todo tipo de actos del PP nacional pues tenía entrada expedita en la sede de la calle Génova.

El señor Agag no ha vuelto a decir esta boca es mía y tampoco se ha querellado contra nadie y, sin embargo, ya parece inevitable que la investigación judicial examine los tiempos del aznarato, incluida su fastuosa boda en El Escorial. De lo cual estoy seguro que los primeros en alegrarse serán los señores Aznar y Agag porque así quedará claro que la boda fue limpia, que no la financió el presunto delincuente Correa a cambio de jugosas adjudicaciones de contratas por millones de euros. Ya tarda, no obstante, el señor Aznar en ofrecer explicaciones en público. ¿No debiera alguien entrevistarlo y preguntarle cómo ve él la hipotética relación entre los Gürtel y la boda de su hija en El Escorial?

En cuanto a la cascada de dimisiones de alcaldes de los municipios nacionales de la Comunidad de Madrid, cómo estarán las cosas que el PP ha roto su arraigada costumbre de "aquí no dimite nadie" y ha puesto en la calle a sus alcaldes, concejales, asesores etc implicados en Gürtel, de los cuales, al parecer, ya se conoce la tarifa del cohecho. Efectivamente, os han pillao, tronkos, y ahora vais a tenerlo crudo porque la policía y el juez han recogido abundante material probatorio a lo largo de varios años. Porque esto no es tampoco el socorrido caso aislado, el del alcalde sociata de San Eulogio de la Manganera o del Trincón de la Victoria, a quienes pillan con un calcetín repleto de euros y un par de adjudicaciones fraudulentas. No, esto tiene pinta de ser una trama propia del crimen organizado, una red de facinerosos dedicada a estafar a la ciudadanía apropiándose mediante argucias de los dineros públicos en una estructura bien diseñada que tenía tres pies: cargos públicos del PP en instituciones municipales y autonómicas, gentes del PP en asuntos de su competencia y presuntos delincuentes que habían imaginado el negocio y así han venido haciéndolo hace años.

Desde el principio de este feo asunto hemos sabido que el PP iba a tirar contra el señor Garzón, en un intento de desviar la atención de los presuntos delitos de sus militantes hacia la persona del juez, contra el que ya se ha querellado por prevaricación en un vano intento de yugular la investigación y que no se sepa el latrocinio presunto que han cometido los suyos. En esas condiciones, teniendo en cuenta que lo que ya se conoce del sumario deja pocas dudas sobre el grado de pringue de los dimisionarios y que aún queda mucha tela que cortar en la calle Génova 13, es alucinante que la señora María Dolores de Cospedal, Secretaria General del PP, diga no ya que su partido esté limpio de polvo y paja (¿qué otra cosa iba a decir?) sino que hay una "enemistad manifiesta del juez Garzón hacia el PP". ¿De qué va esta señora? ¿Tiene una sola prueba de lo que dice? ¿Una sola declaración del juez Garzón opinando sobre el PP? ¿O pretende que el hecho de instruir una causa penal por presuntos delitos de miembros del PP se compute como "enemistad manifiesta"? Si es esto último, hay que impugnar todos los procedimientos penales contra todos los delincuentes del país.

En esta campaña del PP por tirar contra Garzón, dice la señora Aguirre en la COPE que el juez ha recibido regalos más valiosos que los que haya recibido el señor Camps. Todo el mundo sabe que el desparpajo de esta señora es inversamente proporcional a su inteligencia, pero es de esperar que alguien la obligue a precisar sus palabras porque es obvio que no está refiriéndose a los regalos que pueda haberle hecho su mujer, sus hijos, sus padres que, claro, no tienen más límite económico que las disponibilidades de la familia Garzón sino a regalos presuntamente delictivos, cohechos, sobornos. Es decir, está acusando al juez Garzón de haber cometido delitos y eso a su vez es un delito, el de calumnias, por el que debiera responder esta dama ante los tribunales.

Por último el país entero está esperando que, a la vista de las encendidas declaraciones de mutuo amor que ha pocas fechas se intercambiaban el señor Camps y el presidente del Tribunal Superior del País Valenciano, Juan Luis de la Rúa, quien ha de juzgar a su amigo, el magistrado se inhiba y, si no lo hace ipso facto, es de esperar que el Ministerio Fiscal impugne su presencia. Es un misterio por qué no ha dimitido ya el señor Camps pero alguien de su partido debiera quitarle de la cabeza la idea de que su amigo de la Rúa vaya a absolverlo con todos los pronunciamientos favorables. El señor Camps tiene que dejar de proclamarse heredero del Cid Campeador y decir sencillamente si es o no cierto que lo vestía el presuntamente corrupto señor Correa y a cambio de qué. Lo demás sobra.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

Peregrino de la memoria (XLVII).

Diálogo en el cielo.

(Viene de una entrada anterior de Peregrino de la memoria (XLV), titulada Una visita de Estado).

Envío el correo tras releerlo un par de veces. No me gusta que me queden mal las cosas, con faltas de ortografía o errores en la tildes. Mucha gente cree que, al ser la tecnología algo relacionado siempre con la velocidad, con la aceleración de la velocidad, hay que escribir de acuerdo con la exigencia que plantea, con descuido, con abreviaturas inventadas, sin esmero. Y eso en los correos electrónicos. Quien haya visto cómo y qué escriben los chavales en los llamados chats sentirá el frío de la parca bajándole por la columna vertebral como representante de una generación irremediablemente situada en algún brumoso lugar del pasado, cuando había una relación directa con la escritura como esmero. Eso se ha perdido y muchos lo echan de menos, todos esos que muestran nostalgia de los viejos procedimientos o costumbres frente a los incesantes avances de la tecnología. Y una de las razones más frecuentes de ese rechazo es la violencia que los chavales hacen a la lengua a través de los chats. Hasta se montan campañas para luchar contra ello que a su vez se expanden a través de las mismas tecnologías cuyos efectos supuestamente nocivos dicen querer combatir, como Facebook o Tuenty, campañas a favor del "castellano bien escrito" de los que odian cómo los chateros desfiguran nuestra amada lengua. Nunca me he apuntado a una de ellas entre otras cosas porque creo que las lenguas son cosas vivas al servicio de las personas y no cosas muertas con las personas a su servicio. Es lengua lo que gente habla, escribe, piensa, grita o chatea. Es lengua todo lo que la gente destroza. Si la lengua no se destrozara y renaciera de continuo, no habría evolución de los idiomas y estaríamos todos hablando alguno originario, alguna lengua indogermánica que seguramente haya desaparecido o quedado arrinconada en algún lugar más o menos grande, como el País Vasco, Hungría, Finlandia. Gracias a que el latín se corrompió hoy tenemos el españo, el portugués, el francés, el catalán, el italiano, el rumano, etc, etc, lenguas todas ellas que también presumen de estética y raíces y han desarrollado algún canon que obligan a pagar a los demás. Todas las innovaciones traen siempre algo bueno y tropiezan siempre con los de la inercia, los que no quieren cambiar de hábitos. A mi me gusta todo lo innovativo y tengo curiosidad por ver qué lengua utilizan los chateros. A veces me apropio de algo, giros, expresiones, abreviaturas y lo incorporo a mi forma de expresarme pero, cuando escribo un correo, como cuando escribo cualquier cosa, siempre quiero que quede con la mayor pulcritud. Y así suele ser.

Con el correo despachado me sirvo un café con leche y pienso en actualizar el blog. Eso es algo que también sorprende a la gente que me conoce: ¿para qué quiero un blog? ¿No es algo propio de los chavales y por lo tanto impropio de mi edad? No; eso es una tontería; no creo que nadie haya dicho que los blogs sean propios de los chavales e impropios de mi edad. Es una forma estereotipada de exponer una reacción y por estereotipada, falsa. Lo que la gente piensa en realidad, aunque lo exprese de forma confusa, es que eso de que yo tenga un blog demuestra dos cosas, una que me he adaptado a los tiempos de internet, cosa no muy frecuente en las generaciones mayores. He de decir, a fuer de ir hasta el final que no solamente me he adaptado sino que lo hago de mil amores, sin esfuerzo porque tengo puestas en internet muchas esperanzas y una confianza enorme. Internet es algo tan importante como la rueda, el fuego o la imprenta: invenciones revolucionarias de verdad que cambian la forma de vida de la humanidad. Internet es un ágora pública de toda la especie pero no sólo es eso, toda la especie ahora, sino toda la especie siempre pues desde que hay humanidad y ésta ha dejado algún testimonio, el que se quiera, que se pueda fotografiar o escanear, podemos entrar en relación con él; en relación con los vivos y los muertos. Nuestro diálogo no es sólo un intercambio con los seres humanos vivos sino, al mismo tiempo, con los muertos, con todos los muertos. Ya sé que eso se dice que sucede también con los libros. Estoy dispuesto a debatir sobre las ventajas e inconvenientes de los libros tradicionales en reación con la red, pero lo haré en otro momento. La otra cosa que prueba mi blog según las consideraciones amigas es que ejerce una influencia beneficiosa sobre mi persona. Lo cual es evidente, creo yo, en el ánimo de todos los internautas y blogueros. Alguien puede engañar, timar, estafar, pero acabas cogiéndolo siempre. Para la inmensa mayoría el medio es nuestra oportunidad para hacer nuestra obra en soledad, silencio (si se quiere) y en absoluta, infinita, ilimitada libertad. Eso lo digo yo también siempre: la blogosfera es el ámbito de la gente con criterio y celosa amante de su libertad, la que habla la verdad y la que está dispuesta a acogerme por unos días hasta que se me haya pasado el susto y pueda ser de nuevo yo mismo, sin cortapisas ni subterfugios.

El blog, sin embargo, puede esperar a que me dé una vuelta por skype y seguramente volveré a él de inmediato porque, siendo madrugada, es poco probable que encuentre a Laura al otro lado de la onda. Pero sí la encuentro. Esta mujer ¿no duerme nunca? Le escribo que ya he vuelto de casa de Esteban. Me responde de inmediato que si quiero que hablemos y le digo que no de momento, que prefiero escribir. He hablado mucho en casa de Esteban. Y más o menos el diálogo es el siguiente:

"Como quieras". Estaba esperándote.

"Ya veo. Aquí estoy".

"¿Seguimos quedando mañana?".

"Sí. ¿cuando?

"Cuando quieras".

"¿A mediodía?"

"Por mí por la mañana."

"Jajaja. ¿A la hora de desayunar?"

"O antes. Ya te he dicho que te quiero..."

"¿Cuánto antes?"

"Y que lo que quiero es estar contigo."

"Ya pero..."

"Ya mismo."

"Espera que esto se está liando".

"Ya mismo".

"Espera, ya mismo significa ahora mismo?

No he terminado de escribir la pregunta y suena el teléfono del skype.

- CLaro que significa ahora mismo -oigo la voz de Laura- ¿Cómo tengo que decirte que te quiero?

No sé si encontrar su proceder algo apabullante. Como primera reacción desde luego, pero debo reconocer que es un tipo de comportamiento que me divierte y no solamente me halaga sino que despierta en mí sentimientos favorables. Esta mujer es un torbellino, no respeta nada a su paso y lo bueno es que estoy de acuerdo con ella. Algo me ha dicho que somos parecidos. Sigue hablando:

-¿Quieres verme? Conecta la cámara.

Es lo que hago, Veo su rostro risueño, sus ojos almendrados, una sonrisa burlona, una mirada de cariño.

- ¿En dónde vives?

-¿De verdad estás dispuesta a venir?

- ¿Lo dudas?

- Oye, son las tres de la madrugada...

Me saca la lengua, guiña un ojo, orienta la cámara hacia su pecho, está desnuda, muestra unos senos grandes, firmes y altivos. Sigue sonando su voz:

- ¿Y qué? ¿No quieres verme? ¿En dónde vives?

Por fin le doy la dirección y me contesta:

- No tardo nada. Un beso. No te muevas, ¿eh?

Y corta la comunicación.

Me dispongo a esperar con una sensación extraña. Me siento muy halagado por el interés que suscito y me gusta la gente como Laura, directa, expeditiva, con personalidad y que trata siempre de hacer lo que quiere en un mundo en el que la costumbre de hacer lo que no queremos para poder sobrevivir ha acabado convirtiéndonos en sabandijas desvertebradas a quienes hacer lo que quieren en algún momento asusta de muerte, que ni siquiera de atreven a querer algo. Hasta pienso que yo también podría enamorarme de Laura si en verdad creyera que ella estuviera enamorada de mí pero me siento inseguro con un comportamiento tan avasallador. Desde luego me gusta, es una mujer imponente y en este momento está viniendo sin dudarlo a meterse en mi cama. Pero por otro lado tengo la congoja de que alguien se me está imponiendo, tomando las decisiones por mí, no dejándome respirar, sujetándome, privándome de mi libertad. Le ha costado. Llevaba como tres semanas tratando de que anduviéramos juntos y yo dando largas pero al final lo ha conseguido, debo confesarlo. Cambio la pantalla del ordenador y me meto en el blog, en donde vuelco mis impresiones de ese momento.

Ya sé que suena difícil de creer, que suena ionverosímil, pero ¿qué harías tú, lector, de encontrarte en mi lugar? (Es frecuente que los blogueros se dirijan en forma directa a sus hipotéticos lectores, aunque no tengan ninguno. Supongo que ello se compensa con el hecho de que pueda acabar leyéndolo alguien en el otro extremo del mundo que ha caído en su página porque navegaba por la red buscando algo concreto que tu página pueda tener). Una mujer relativamente joven (le calculo treinta y cinco años), hermosa, inteligente y rica que dice que se ha enamorado de ti así como así, casi sin conocerte, se presenta en tu casa a las tres de la madrugada con ánimo de pasar la noche contigo. No me he inventado nada, lo juro. Todo eso está pasando ahora, según voy escribiéndolo. Como mi despacho está en un bajo que da a una calle de poco tránsito, oigo un coche que se detiene ante el portal y el sonido del telefonillo. Abro la puerta de abajo y dejo entornada la de la entrada del piso mientras me asalta de repente la memoria de imponente presencia de Laura en el Palace. Es como si hubiera tenido todas las sensaciones e impresiones encerradas en una caja, en un compartimento y que ahora caja y compartimento se abrieran de repente y dejaran salir todos los datos de la personalidad de Laura: su belleza, su sonrisa, su aroma, su forma de mirar. Todo me sumerge en una especie de nostalgia en tanto la veo con los ojos del espíritu. y mientras escribo esto Laura aparece a lla entrada del despacho y abre los brazos.

(Continuará)

divendres, 6 de març del 2009

La panda de presuntos chorizos.

Éstas ya no son filtraciones, ni rumores, ni dimes y diretes, ni murmuraciones, infundios o calumnias, no. Éstas son imputaciones penales hechas por un juez de instrucción nominatim a diversas personas aforadas y a otras que, no siéndolo, están ya en el trullo sin fianza. Ya se sabe que son imputaciones formuladas por el juez Garzón quien ha pasado de ser quintaesencia de la honrada judicatura y personificación misma de la independencia y la competencia judiciales a ser una especie de bolchevique sediento de sangre conservadora, genuflexo a las órdenes del PSOE, miserable chequista, "golfo" y "cabrón con pintas" según la derecha de toda la vida cuyo respeto por la independencia del poder judicial es análogo al que sienten por la vida amorosa de su perro y se acaba allí donde los jueces pretenden cumplir con su deber.

Por fortuna para todos esa oleada de improperios ese linchamiento moral del juez desde las baterías mediáticas y los chiringuitos conservadores tendrán el mismo efecto que una cerbatana contra un acorazado. La maquinaria de la justicia está en marcha, el proceso penal sigue su curso y el panorama que pintan los autos judiciales (no ya filtraciones o rumores, sino afirmaciones contundentes) pone los pelos de punta. La Comunidad Valenciana presidida por un Beau Brummel que, al parecer, se costeaba la figura de dandy mediante especies de potlatchs a que son tan aficionadas ciertas tribus del Pacífico, fiestas en las que todo el mundo se hace regalos al objeto de redistribuir la riqueza. Lo que sucede es que, siendo de derechas, estos redistribuyen la riqueza siguiendo el Evangelio según San Mateo (25, 29) y San Marcos (4, 25) cuando dicen que al que tiene se le dará y prosperará y al que no tiene se le quitará hasta lo que parece que tiene, versión sagrada del principio neoliberal de enriquecer a los ricos y empobrecer a los pobres porque así prosperamos todos. Y, no crean, hay gente que se toma esto en serio. O afirma que se lo toma en serio y otros que los votan.

El espectáculo de cobros de comisiones, contratas fraudulentas, desvíos de cuentas, concesiones irregulares, licitaciones a la remanguillé, etc no tiene pinta de ser una fabulación de la Dirección General de Conjuraciones dependiente del Ministerio del Interior, a las órdenes del taimado señor Rubacaba. Es real. La prosa del juez Garzón pone al descubierto una especie de lonja del mangoneo, el lugar en donde el sector privado del hampa (personificado supuestamente por el señor Correa) se relaciona con un sector público cuya ideología consiste como bien se sabe en privatizar todo lo público y cuya páctica reside en lo mismo y a pie de obra, como bien se ve.

Por descontado todos los imputados tienen derecho a la presunción de inocencia y en tanto no estén condenados en firme son considerados inocentes, aunque unos inocentes sui generis por cuanto es obvio que uno no espera ver a un inocente -si el señor Correa lo fuera- entre barrotes porque sí o porque esté más guapo. Y quienes con ellos tropiezan son presuntos imputados en sus presuntas tramas delictivas que abarcan una copiosa red ciudadana con responsables políticos de los ayuntamientos ricos del Noroeste, Pozuelo, Majadahonda, Boadilla del Monte todos del PP, faltaría más, todos con rolex, polos de Lacoste y náuticos de Giannino Culi (una marca que acabo de inventarme pero suena muy verosímil) y todos, según parece, dedicados al trinque.

Y en Madrid, parecido horizonte penal con algún consejero de la Comunidad de esos que si no está espiando a los miembros de su propia familia es porque está conduciendo una moto de fórmula 1 para repartir folletos de jardines.

El juez Garzón se ha inhibido en favor de los Tribunales Superiores de la Comunidad Valenciana y de Madrid. Es de esperar que si, como parece, los magistrados del valenciano son muy amigos del señor Camps, principal imputado, se abstengan en la causa. No dudo de que así será, aunque sospecho que el señor Camps cree que puede poner a los jueces a su servicio como, según dicen las malas lenguas, tiene el señor Fabra a los suyos de forma que la instrucción ya dura más de cuatro años sin que haya fecha para la vista oral a la espera de que los delitos prescriban

Y eso porque está aforados. Nadie parece cuestionar esta condición del aforamiento. Sin embargo es perfectamente cuestionable porque rompe el principio de igualdad ante la ley y crea un privilegio a favor de los diputados que pueden, incluso, negar a los jueces competencia para perseguir penalmente a uno de los suyos rechazando el correspondiente suplicatorio. No es que crea que si hay un suplicatorio para procesar al señor Camps éste vaya a movilizar a las Cortes valencianas pidiéndoles que no lo concedan. Y digo que no lo creo porque supongo que antes la dirección nacional de su partido, a tono con los propósitos formulados hace dos días por el señor Rajoy, forzará su dimisión.

En fin, no quiero extenderme mucho pero ¡vaya tropa!

(La imagen es la portada del diario Público y las fotos son de 20 Minutos com licencia de Creative Commons).