Al día siguiente, siete de febrero, de descubrirse la trama de corrupción que afecta al PP, cuando se supo que el cabecilla principal era ese atildado y pintoresco chulapo cuyo apellido, Correa, germanizado en Gürtel, daba nombre a la operación, el señor Agag, yernísimo del señor Aznar, irrumpía en público, muy decidido, negando que tuviera algo que ver con el acicalado Correa y amenazando con acciones judiciales contra quien los relacionara. Palinuro, por su parte, publicaba una entrada llamada Os han pillao, tronkos en la que se hacía eco del escandalazo y comentaba la decisión del señor Agag. Es obvio que éste conocía el calado de la operación que acababa de empezar y quería desvincularse de ella. Hoy sabemos que, según el juez, aunque los hechos que se investigan, involucrando a casi media centuria de alcaldes y cargos comunitarios del PP, se dieron a partir de 2004, el origen del negocio y las actividades delictivas de la trama se remontan a los tiempos del primer gobierno del señor Aznar quien por cierto está callado como una tumba etrusca, él siempre tan dicharachero, lenguaraz y parlanchín, y que el presunto delincuente señor Correa, hoy enchironado, hizo sustanciosos negocios organizando todo tipo de actos del PP nacional pues tenía entrada expedita en la sede de la calle Génova.
El señor Agag no ha vuelto a decir esta boca es mía y tampoco se ha querellado contra nadie y, sin embargo, ya parece inevitable que la investigación judicial examine los tiempos del aznarato, incluida su fastuosa boda en El Escorial. De lo cual estoy seguro que los primeros en alegrarse serán los señores Aznar y Agag porque así quedará claro que la boda fue limpia, que no la financió el presunto delincuente Correa a cambio de jugosas adjudicaciones de contratas por millones de euros. Ya tarda, no obstante, el señor Aznar en ofrecer explicaciones en público. ¿No debiera alguien entrevistarlo y preguntarle cómo ve él la hipotética relación entre los Gürtel y la boda de su hija en El Escorial?
En cuanto a la cascada de dimisiones de alcaldes de los municipios nacionales de la Comunidad de Madrid, cómo estarán las cosas que el PP ha roto su arraigada costumbre de "aquí no dimite nadie" y ha puesto en la calle a sus alcaldes, concejales, asesores etc implicados en Gürtel, de los cuales, al parecer, ya se conoce la tarifa del cohecho. Efectivamente, os han pillao, tronkos, y ahora vais a tenerlo crudo porque la policía y el juez han recogido abundante material probatorio a lo largo de varios años. Porque esto no es tampoco el socorrido caso aislado, el del alcalde sociata de San Eulogio de la Manganera o del Trincón de la Victoria, a quienes pillan con un calcetín repleto de euros y un par de adjudicaciones fraudulentas. No, esto tiene pinta de ser una trama propia del crimen organizado, una red de facinerosos dedicada a estafar a la ciudadanía apropiándose mediante argucias de los dineros públicos en una estructura bien diseñada que tenía tres pies: cargos públicos del PP en instituciones municipales y autonómicas, gentes del PP en asuntos de su competencia y presuntos delincuentes que habían imaginado el negocio y así han venido haciéndolo hace años.
Desde el principio de este feo asunto hemos sabido que el PP iba a tirar contra el señor Garzón, en un intento de desviar la atención de los presuntos delitos de sus militantes hacia la persona del juez, contra el que ya se ha querellado por prevaricación en un vano intento de yugular la investigación y que no se sepa el latrocinio presunto que han cometido los suyos. En esas condiciones, teniendo en cuenta que lo que ya se conoce del sumario deja pocas dudas sobre el grado de pringue de los dimisionarios y que aún queda mucha tela que cortar en la calle Génova 13, es alucinante que la señora María Dolores de Cospedal, Secretaria General del PP, diga no ya que su partido esté limpio de polvo y paja (¿qué otra cosa iba a decir?) sino que hay una "enemistad manifiesta del juez Garzón hacia el PP". ¿De qué va esta señora? ¿Tiene una sola prueba de lo que dice? ¿Una sola declaración del juez Garzón opinando sobre el PP? ¿O pretende que el hecho de instruir una causa penal por presuntos delitos de miembros del PP se compute como "enemistad manifiesta"? Si es esto último, hay que impugnar todos los procedimientos penales contra todos los delincuentes del país.
En esta campaña del PP por tirar contra Garzón, dice la señora Aguirre en la COPE que el juez ha recibido regalos más valiosos que los que haya recibido el señor Camps. Todo el mundo sabe que el desparpajo de esta señora es inversamente proporcional a su inteligencia, pero es de esperar que alguien la obligue a precisar sus palabras porque es obvio que no está refiriéndose a los regalos que pueda haberle hecho su mujer, sus hijos, sus padres que, claro, no tienen más límite económico que las disponibilidades de la familia Garzón sino a regalos presuntamente delictivos, cohechos, sobornos. Es decir, está acusando al juez Garzón de haber cometido delitos y eso a su vez es un delito, el de calumnias, por el que debiera responder esta dama ante los tribunales.
Por último el país entero está esperando que, a la vista de las encendidas declaraciones de mutuo amor que ha pocas fechas se intercambiaban el señor Camps y el presidente del Tribunal Superior del País Valenciano, Juan Luis de la Rúa, quien ha de juzgar a su amigo, el magistrado se inhiba y, si no lo hace ipso facto, es de esperar que el Ministerio Fiscal impugne su presencia. Es un misterio por qué no ha dimitido ya el señor Camps pero alguien de su partido debiera quitarle de la cabeza la idea de que su amigo de la Rúa vaya a absolverlo con todos los pronunciamientos favorables. El señor Camps tiene que dejar de proclamarse heredero del Cid Campeador y decir sencillamente si es o no cierto que lo vestía el presuntamente corrupto señor Correa y a cambio de qué. Lo demás sobra.
(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).