dissabte, 7 de març del 2009

Peregrino de la memoria (XLVII).

Diálogo en el cielo.

(Viene de una entrada anterior de Peregrino de la memoria (XLV), titulada Una visita de Estado).

Envío el correo tras releerlo un par de veces. No me gusta que me queden mal las cosas, con faltas de ortografía o errores en la tildes. Mucha gente cree que, al ser la tecnología algo relacionado siempre con la velocidad, con la aceleración de la velocidad, hay que escribir de acuerdo con la exigencia que plantea, con descuido, con abreviaturas inventadas, sin esmero. Y eso en los correos electrónicos. Quien haya visto cómo y qué escriben los chavales en los llamados chats sentirá el frío de la parca bajándole por la columna vertebral como representante de una generación irremediablemente situada en algún brumoso lugar del pasado, cuando había una relación directa con la escritura como esmero. Eso se ha perdido y muchos lo echan de menos, todos esos que muestran nostalgia de los viejos procedimientos o costumbres frente a los incesantes avances de la tecnología. Y una de las razones más frecuentes de ese rechazo es la violencia que los chavales hacen a la lengua a través de los chats. Hasta se montan campañas para luchar contra ello que a su vez se expanden a través de las mismas tecnologías cuyos efectos supuestamente nocivos dicen querer combatir, como Facebook o Tuenty, campañas a favor del "castellano bien escrito" de los que odian cómo los chateros desfiguran nuestra amada lengua. Nunca me he apuntado a una de ellas entre otras cosas porque creo que las lenguas son cosas vivas al servicio de las personas y no cosas muertas con las personas a su servicio. Es lengua lo que gente habla, escribe, piensa, grita o chatea. Es lengua todo lo que la gente destroza. Si la lengua no se destrozara y renaciera de continuo, no habría evolución de los idiomas y estaríamos todos hablando alguno originario, alguna lengua indogermánica que seguramente haya desaparecido o quedado arrinconada en algún lugar más o menos grande, como el País Vasco, Hungría, Finlandia. Gracias a que el latín se corrompió hoy tenemos el españo, el portugués, el francés, el catalán, el italiano, el rumano, etc, etc, lenguas todas ellas que también presumen de estética y raíces y han desarrollado algún canon que obligan a pagar a los demás. Todas las innovaciones traen siempre algo bueno y tropiezan siempre con los de la inercia, los que no quieren cambiar de hábitos. A mi me gusta todo lo innovativo y tengo curiosidad por ver qué lengua utilizan los chateros. A veces me apropio de algo, giros, expresiones, abreviaturas y lo incorporo a mi forma de expresarme pero, cuando escribo un correo, como cuando escribo cualquier cosa, siempre quiero que quede con la mayor pulcritud. Y así suele ser.

Con el correo despachado me sirvo un café con leche y pienso en actualizar el blog. Eso es algo que también sorprende a la gente que me conoce: ¿para qué quiero un blog? ¿No es algo propio de los chavales y por lo tanto impropio de mi edad? No; eso es una tontería; no creo que nadie haya dicho que los blogs sean propios de los chavales e impropios de mi edad. Es una forma estereotipada de exponer una reacción y por estereotipada, falsa. Lo que la gente piensa en realidad, aunque lo exprese de forma confusa, es que eso de que yo tenga un blog demuestra dos cosas, una que me he adaptado a los tiempos de internet, cosa no muy frecuente en las generaciones mayores. He de decir, a fuer de ir hasta el final que no solamente me he adaptado sino que lo hago de mil amores, sin esfuerzo porque tengo puestas en internet muchas esperanzas y una confianza enorme. Internet es algo tan importante como la rueda, el fuego o la imprenta: invenciones revolucionarias de verdad que cambian la forma de vida de la humanidad. Internet es un ágora pública de toda la especie pero no sólo es eso, toda la especie ahora, sino toda la especie siempre pues desde que hay humanidad y ésta ha dejado algún testimonio, el que se quiera, que se pueda fotografiar o escanear, podemos entrar en relación con él; en relación con los vivos y los muertos. Nuestro diálogo no es sólo un intercambio con los seres humanos vivos sino, al mismo tiempo, con los muertos, con todos los muertos. Ya sé que eso se dice que sucede también con los libros. Estoy dispuesto a debatir sobre las ventajas e inconvenientes de los libros tradicionales en reación con la red, pero lo haré en otro momento. La otra cosa que prueba mi blog según las consideraciones amigas es que ejerce una influencia beneficiosa sobre mi persona. Lo cual es evidente, creo yo, en el ánimo de todos los internautas y blogueros. Alguien puede engañar, timar, estafar, pero acabas cogiéndolo siempre. Para la inmensa mayoría el medio es nuestra oportunidad para hacer nuestra obra en soledad, silencio (si se quiere) y en absoluta, infinita, ilimitada libertad. Eso lo digo yo también siempre: la blogosfera es el ámbito de la gente con criterio y celosa amante de su libertad, la que habla la verdad y la que está dispuesta a acogerme por unos días hasta que se me haya pasado el susto y pueda ser de nuevo yo mismo, sin cortapisas ni subterfugios.

El blog, sin embargo, puede esperar a que me dé una vuelta por skype y seguramente volveré a él de inmediato porque, siendo madrugada, es poco probable que encuentre a Laura al otro lado de la onda. Pero sí la encuentro. Esta mujer ¿no duerme nunca? Le escribo que ya he vuelto de casa de Esteban. Me responde de inmediato que si quiero que hablemos y le digo que no de momento, que prefiero escribir. He hablado mucho en casa de Esteban. Y más o menos el diálogo es el siguiente:

"Como quieras". Estaba esperándote.

"Ya veo. Aquí estoy".

"¿Seguimos quedando mañana?".

"Sí. ¿cuando?

"Cuando quieras".

"¿A mediodía?"

"Por mí por la mañana."

"Jajaja. ¿A la hora de desayunar?"

"O antes. Ya te he dicho que te quiero..."

"¿Cuánto antes?"

"Y que lo que quiero es estar contigo."

"Ya pero..."

"Ya mismo."

"Espera que esto se está liando".

"Ya mismo".

"Espera, ya mismo significa ahora mismo?

No he terminado de escribir la pregunta y suena el teléfono del skype.

- CLaro que significa ahora mismo -oigo la voz de Laura- ¿Cómo tengo que decirte que te quiero?

No sé si encontrar su proceder algo apabullante. Como primera reacción desde luego, pero debo reconocer que es un tipo de comportamiento que me divierte y no solamente me halaga sino que despierta en mí sentimientos favorables. Esta mujer es un torbellino, no respeta nada a su paso y lo bueno es que estoy de acuerdo con ella. Algo me ha dicho que somos parecidos. Sigue hablando:

-¿Quieres verme? Conecta la cámara.

Es lo que hago, Veo su rostro risueño, sus ojos almendrados, una sonrisa burlona, una mirada de cariño.

- ¿En dónde vives?

-¿De verdad estás dispuesta a venir?

- ¿Lo dudas?

- Oye, son las tres de la madrugada...

Me saca la lengua, guiña un ojo, orienta la cámara hacia su pecho, está desnuda, muestra unos senos grandes, firmes y altivos. Sigue sonando su voz:

- ¿Y qué? ¿No quieres verme? ¿En dónde vives?

Por fin le doy la dirección y me contesta:

- No tardo nada. Un beso. No te muevas, ¿eh?

Y corta la comunicación.

Me dispongo a esperar con una sensación extraña. Me siento muy halagado por el interés que suscito y me gusta la gente como Laura, directa, expeditiva, con personalidad y que trata siempre de hacer lo que quiere en un mundo en el que la costumbre de hacer lo que no queremos para poder sobrevivir ha acabado convirtiéndonos en sabandijas desvertebradas a quienes hacer lo que quieren en algún momento asusta de muerte, que ni siquiera de atreven a querer algo. Hasta pienso que yo también podría enamorarme de Laura si en verdad creyera que ella estuviera enamorada de mí pero me siento inseguro con un comportamiento tan avasallador. Desde luego me gusta, es una mujer imponente y en este momento está viniendo sin dudarlo a meterse en mi cama. Pero por otro lado tengo la congoja de que alguien se me está imponiendo, tomando las decisiones por mí, no dejándome respirar, sujetándome, privándome de mi libertad. Le ha costado. Llevaba como tres semanas tratando de que anduviéramos juntos y yo dando largas pero al final lo ha conseguido, debo confesarlo. Cambio la pantalla del ordenador y me meto en el blog, en donde vuelco mis impresiones de ese momento.

Ya sé que suena difícil de creer, que suena ionverosímil, pero ¿qué harías tú, lector, de encontrarte en mi lugar? (Es frecuente que los blogueros se dirijan en forma directa a sus hipotéticos lectores, aunque no tengan ninguno. Supongo que ello se compensa con el hecho de que pueda acabar leyéndolo alguien en el otro extremo del mundo que ha caído en su página porque navegaba por la red buscando algo concreto que tu página pueda tener). Una mujer relativamente joven (le calculo treinta y cinco años), hermosa, inteligente y rica que dice que se ha enamorado de ti así como así, casi sin conocerte, se presenta en tu casa a las tres de la madrugada con ánimo de pasar la noche contigo. No me he inventado nada, lo juro. Todo eso está pasando ahora, según voy escribiéndolo. Como mi despacho está en un bajo que da a una calle de poco tránsito, oigo un coche que se detiene ante el portal y el sonido del telefonillo. Abro la puerta de abajo y dejo entornada la de la entrada del piso mientras me asalta de repente la memoria de imponente presencia de Laura en el Palace. Es como si hubiera tenido todas las sensaciones e impresiones encerradas en una caja, en un compartimento y que ahora caja y compartimento se abrieran de repente y dejaran salir todos los datos de la personalidad de Laura: su belleza, su sonrisa, su aroma, su forma de mirar. Todo me sumerge en una especie de nostalgia en tanto la veo con los ojos del espíritu. y mientras escribo esto Laura aparece a lla entrada del despacho y abre los brazos.

(Continuará)