dilluns, 23 de març del 2009

Tutti a casa.

En 1960 se estrenaba una extraordinaria película de Luigi Comencini interpretada por Alberto Sordi, Eduardo de Filippo y Serge Reggiani entre otros llamada Tutti a casa. Después del armisticio en 1943, el ejército fascista italiano se desmorona y comienza la desbandada al grito de ¡todos a casa! El subteniente Alberto Innozenci (Sordi) y el soldado Ceccarelli (Reggiani) tienen que cruzar Italia de Norte a Sur en medio de los combates entre guerrilleros, alemanes, italianos de la República de Saló y estadounidenses, y la historia es un prodigio de delicadeza, humor, drama y hasta tragedia en aquella locura del crollo.

La cómica seriedad con que la ministra Chacón (que debe de creer que lo suyo es hablar con el adusto porte de un dragón de la Reina) soltó lo de "Misión cumplida. Volvemos a casa" me trajo la peli de Sordi a la memoria. En 1960 la señora Chacón no había nacido y da la impresión de que en 2009 acaba de hacerlo porque, al margen de que uno pueda pensar que el repliegue de Kosovo sea correcto, el modo de anunciarlo ha sido una chapuza peor que la de la peli de Sordi y sin sus elementos dramáticos.

Por lo visto la señora Chacón ignora que, cuando se está en una alianza militar, hay que consultar antes con los aliados las decisiones estratégicas, so pena de quedar uno como un auténtico lunático. Ignora asimismo que las decisiones militares con repercusión internacional han de coordinarse con el Ministerio de Asuntos Exteriores so pena de quedar como un pirao.

Esos inconvenientes, que ya le han señalado los periódicos son, sin embargo, menores. Lo verdaderamente grave, lo rayano en la estupidez o en algo peor, es el catástrófico efecto que esta atolondrada decisión tiene retrospectivamente sobre la de retirar las tropas del Irak hace cinco años porque ahora cabe decir que aquella no fue una seria medida política que devolvía a España su dignidad sino que los españoles son así: volubles, inconstantes, gentes de las que no cabe fiarse porque, sin previo aviso, dan la espantada en las acciones comunes.

He oído que esta señora puede ser la próxima presidenta del Gobierno de España. Madre mía.

Los pueblos del Libro.

Cordobés de nacimiento, jurista de formación, sociólogo de vocación, germanófilo de afición, Carlos Moya orientó hace unos años su poderosa capacidad y su incansable curiosidad intelectuales a las otras dos religiones que, con la cristiana, son conocidas como las religiones del libro, esto es, la musulmana y la mosaica lo cual demuestra una vez más que el lugar en el que se nace puede ser más determinante en la vida del hombre que aquel en el que se pace. El propio Moya reconoce al comienzo de este brillante ensayo que su interés por el islamismo y el judaísmo se le despertó tempranamente al deambular de niño por la mezquita de Córdoba y en este trabajo actualiza unos escritos de hace unos años al respecto. Las tres religiones aceptan expresamente la validez de los cinco primeros libros del Antiguo Testamento, el llamado Pentateuco, la Torá de los judíos. Y sobre esta base se erigen luego otros elementos comunes a las tres confesiones monoteístas que son las que Moya indaga en esta obra compuesta por dos ensayos independientes, Mahoma, Dar-El Islam, Maimónides. Dos ensayos sobre el monoteísmo semita (Huerga-Fierro editores, Madrid, 2008, 149 págs.).

A diferencia de Cristo, Mahoma, que considera a aquel no el hijo de Dios y Dios mismo según los cristianos, pero sí un profeta, no hace milagros. Lo milagroso en el Islam es el Corán ya que Mahoma no sabe leer y el ángel que se le aparece y le pide que recite lo que le muestra escrito en letras de oro, le aprieta el libro contra la nariz para que se impregne de él (p. 30). Dios instruye al hombre por medio de la pluma en el Corán (p. 31) e igual que el libro es siempre el mismo libro lo es también Dios puesto que Alá es YHWH (p. 35). Señala así el autor que el hecho de que el Corán esté escrito en árabe da aliento a la invención mesiánica de la nación árabe, de la Ummah (p. 36). En efecto es muy importante la versión del texto sacro en una lengua para que surja una conciencia nacional más o menos articulada como pueblo. Sucedió con la versión de la Biblia en cirílico para los pueblos eslavos y la versión al alemán de Lutero para el pueblo germano. Con la escritura en árabe adviene la ley capaz de articular soberana, estatalmente a una emergente comunidad político-religiosa hasta entonces trabada por vínculos de parentesco (p. 37).

Hace a continuación el autor una breve síntesis del comienzo de la historia del islamismo, la huida de Mahoma a Medina en 622, el año de la Hégira y la conquista luego de La Meca por el ejército del profeta junto a su suegro Abú Bakr (p. 40). A la muerte de Mahoma, sin embargo, se abrió un período de desconcierto y caos, retratado en un hadiz de Aixa, su esposa: "Cuando murió el profeta, los beduinos apostataron. Los judíos y los cristianos levantaron la cabeza. La incredulidad, que se había ocultado, se manifestó. Los musulmanes fueron como un rebaño de corderos sobresaltados por la lluvia de una noche de invierno. Su profeta ya no estaba allí. Por fin Alá los reunió alrededor de Abú Bakr" (que era su padre) (p. 41). No obstante, ya al comienzo del primer califato, el enfrentamiento entre Aixa y Alí (primo y yerno de Mahoma) abre una guerra civil que dura hasta hoy (p. 45). Los hijos de Alí (Hassán y Hussein) siguieron la guerra y, a raíz de la muerte del segundo, se produce la gran división del mundo musulmán entre los sunnitas (ortodoxos) y los chiítas (disidentes) (p. 54).

En su repaso sobre los fundamentos del Islam, Moya recuerda que descansa sobre cinco pilares: la profesión de Fe, el cumplimiento de la plegaria ritual, la prestación de la limosna, la peregrinación y el ayuno en Ramadán, que considera con algún detenimiento; igual que valora con mucha prudencia el relato que hace el Génesis de la división originaria entre los dos pueblos en la historia de Abraham, la esclava Agar y el hijo de ambos, Ismael, abandonados en el desierto por los celos de la esposa legítima del patriarca cuando ya septuagenaria, da a luz a Isaac y Dios se ocupa sin embargo de aquellos (p. 60). Aquí está el meollo, el origen de un conflicto entre la rama "legítima", los descendientes de Isaac y la "bastarda", los ismailitas o "agarenos", como eran conocidos en España en recuerdo de la infeliz Agar. Incidentalmente no puedo pasar por alto que siempre me ha parecido que esta leyenda, que trasmite una aplastante conciencia patriarcal, deja muy clara la ínfima calaña moral de Abraham que abandona al hijo que tuvo con la esclava por imposición de su esposa cuando ésta cambia de parecer al convertirse en madre.

La política de Mahoma, la guerra santa, es como la del Antiguo Testamento, Alá equivale al Dios judío de los ejércitos, Yahvé Sebaot (p. 63) y, a partir de aquí, el relato de nuestro autor es el de una permanente coincidencia: el Islam significa "sumisión" al imperialismo universal del monoteísmo a través de la expansión de la asabiyya, esto es, los vínculos de consanguinidad, la comunidad de la sangre (p. 67) que se expande por medio de un caudillaje clánico-tribal.(p.69)

Esa unidad de la comunidad viene dada por la lengua. Según un viejo proverbio árabe, "La sabiduría se ha posado sobre tres cosas: en el cerebro de los francos, en las manos de los chinos y en la lengua de los árabes" (p. 72). Es la comunidad lingüística la que fundamenta la nación de forma que la historia anterior a la Hégira es lo que se llama la Jahiliyah o época de la barbarie. Esa nación se rige por la Sharía, la suma del Corán y la Sunna, sujeta a la interpretación de Ulemas y faquíes ya que la religión musulmana es cosa de letrados en las sagradas escrituras, juristas, pero no teólogos y sacerdotes (p. 89), lo cual hermana grandemente a los musulmanes con los judíos y distingue a los dos de los cristianos (p. 96). La predicación de Mahoma es la más alta expresión del monoteísmo, directamente administrado por los creyentes sin mediación sacerdotal (p. 90). Todo el Corán es decididamente apocalíptico y divide el mundo en dos sectores: Dar-El Islam, la casa del Islam, en la que caben todos los creyentes de las más diversas etnias unidos en la Ummah y lo que hay fuera que es Dar-El Harb, la Casa de la Guerra (algo obligado a los musulmanes para la extensión del monoteísmo) que ocasionalmente puede ser Dar-El Sulk o Casa de la Tregua, pero esto es algo transitorio. (p.103).

En el segundo ensayo, la Aproximación a Maimónides, Moya detecta el momento más glorioso de la relación civilizada entre judíos, cristianos y musulmanes a través de la amistad entre Averroes y Maimónides (p. 109). Ambas familias escapan de Córdoba huyendo de la intolerancia y buscando cobijo en Marruecos, en donde asalta a Maimónides una interpretación rabínica ultrarradical que entiende que "Todo judío que reconozca públicamente a Mahoma como profeta es hereje y traidor a la fe" (p. 111), un pronunciamiento contra el que Maimónides escribió la Epístola sobre la conversión forzada (p. 112) en el entendimiento de que la aceptación de las condiciones impuestas por los musulmanes a los judíos que vivían entre ellos no podía hacerles perder su condición judía (p. 112) .

La confluencia filosófica de los tres monoteísmos (islámico, judío, cristiano) se da a través de la interpretación de Aristóteles por Averroes que es la clave del "Islam cristianizado" en célebre expresión de Asín Palacios que Ortega respalda. Y de Averroes (escolástica más failasifa) (p. 115) a Maimónides cuya Guía de perplejos es la obra cumbre de la escolástica rabínica (p. 116). El Dios único se manifiesta en los tres libros (Torá, Biblia y Corán) y la filosofía se entiende como la vía hacia el conocimiento de Dios (p. 118). La Guía traza el camino individual a la salvación que conjuga además un sentido alegórico y simbólico ya señalado por Filón de Alejandría (p. 121). "Para Maimónides", dice Moya, "para Averroes, para Ghazali, para Tomás de Aquino, la Filosofía sólo tiene sentido como pasión de Dios: como iluminada razón consagrada al conocimiento/amor de Dios" (p. 126). Con Averroes el árabe coránico se convierte en el nuevo vehículo semiótico de la metamorfosis monoteísta del logos helénico (p. 128). A su vez, también Maimónides intenta su camino hacia el conocimiento de Dios por medio de la episteme aristotélica pero su Dios no es el Zeus aristotélico sino el YHWH de la Torá (p. 131). Así pues, el hilo conductor que lleva del islamismo al tomismo pasando por el judaísmo es la razón aristotélica aplicada al conocimiento de la realidad de Dios (p. 134). Concluye Moya su ensayo sobre Maimónides aventurando que la Guía de perplejos es un paso inexcusable para entender la universalización del racionalismo que juzga como "la máxima contribución de la diáspora judía a la historia humana".

Parece bastante claro que en las complejas y seculares relaciones entre los pueblos del libro hay un terreno nutricio para un diálogo de civilizaciones en el sentido religioso de Huntington.

diumenge, 22 de març del 2009

El papel, a la papelera.

La prensa de papel agoniza. La crisis está afectándola con particular virulencia a causa de la caída de ingresos por publicidad. Pero aunque esta crisis no se hubiera producido, el destino de los periódicos de la galaxia Gutenberg es ominoso porque, sea como sea, la publicidad emigra a lo digital. En los últimos doscientos cincuenta años aproximadamente han cumplido una función social de primera importancia. Han sido el medio de articulación y expresión de una opinión pública ilustrada y crítica, imprescindible en el nacimiento de la sociedad burguesa, como señala Jürgen Habermas en su clásico estudio sobre el cambio de lo público. Cuando los avatares de la historia suprimen los partidos políticos estos se reorganizan tras las cabeceras de los periódicos, como sucedió en Francia después del golpe de Estado de Napoleón III, El pequeño. Están presentes y son decisivos en el momento en que los intelectuales, fuerza en ascenso, intervienen en las crisis sociales, como se muestra con aquel L'Aurore que imprimió el histórico J'accuse de Émile Zola. En los momentos de quiebra revolucionaria orientan la vía de los partidos revolucionarios de uno u otro signo: desde Le tribun du peuple, fundado por Graco Babeuf a La Conquista del Estado, de Ramiro Ledesma Ramos, pasando por la Iskra de Lenin y el Völkisscher Beobachter, de Adolf Hitler. Han servido para azuzar u oponerse a las guerras y han dado cumplida cuenta en todo este tiempo de los grandes acontecimientos que han conmocionado a nuestras sociedades. Su importancia llegó a ser tan grande que se convirtieron en la metáfora de los medios de comunicación y la libertad de estos, fueran escritos o audiovisuales, se llamó libertad de prensa. La prensa libre era y es uno de los índices más seguros del grado de apertura y democracia de una sociedad.

La aparición de otros medios de comunicación, la radio, el cine, la televisión fundamentalmente, supuso sendos retos para la hegemonía del reinado comunicacional del papel pero éste supo adaptarse a las nuevas circunstancias y sobrevivir. La radio y la televisión, fueron temibles competidores cuantitativos de los medios, pero no cualitativos. Ningún medio audiovisual consiguió amenazar en serio el reinado de la llamada "prensa de calidad" o "periódicos de referencia", de los que durante todo el siglo XX hubo siempre uno o dos en cada país occidental, conviviendo con radios, televisiones y una feroz prensa amarilla y sensacionalista que nunca puso en peligro la hegemonía del papel serio.

Hasta que llegó internet y con ella la prensa digital en su proteica multiplicidad de manifestaciones, desde los periodiquitos online a la versión digital de los grandes mastodontes del papel, pasando por los blogs, las páginas web, etc. No se ve cómo podrá la pesada, renqueante, torpe maquinaria del papel hacer frente a la nueva forma de competencia ya que la prensa digital derrota a la de papel en todos aquellos territorios en que ésta había afianzado su éxito. A saber:

  • La difusión. La red llega ya a los más remotos puntos del planeta a los que la prensa de papel jamás se acerca y, si lo hace, tarda días.
  • La accesibilidad. Nada de circuitos de distribución, kioskos, furgonetas, voceadores, establecimientos de prensa, newsagents: con un ordenador, cada vez más extendido en el ámbito privado y, desde luego en el público, y conexión a la red hay acceso instantáneo a todos los periódicos del mundo.
  • La celeridad. La prensa de papel es, si acaso, diaria y, haciendo un esfuerzo, saca tiradas extraordinarias excepcionales de difusión restringida. Los diarios en la red se actualizan al instante y llegan a todo el planeta.
  • Las destrezas del público. La prensa de papel requiere un público alfabetizado; la digital exige, además, competencia activa mínima en informática, una diferencia que tiene claro reflejo generacional haciendo que el público lector del papel envejezca progresivamente y el de la red sea el juvenil.
  • Interactividad. La prensa de papel tiene un público pasivo que sólo participa a través de la minúscula sección de "cartas al director"; el de la red es mucho más participativo, dinámico y los lectores se interrelacionan a través de comentarios, foros y chats.
  • Gratuidad. La prensa de papel sólo puede permitirse la gratuidad al precio de la calidad; la digital, no, sino que puede hacerlas compatibles.
  • Diversidad. Los diarios de papel, todo lo más combinan texto e imagen fija. Los digitales incorporan imagen en movimiento y sonido.
  • Hemerotecas. Los periódicos de papel se depositan en hemerotecas porque ellos no lo son; los digitales llevan consigo su propia hemeroteca que puede consultarse sin moverse de casa.

Por último, no será preciso señalar el impacto demoledor que sobre la prensa de papel tiene el fin de su monopolio tanto en el orden substantivo y empresarial, en cuanto a los diarios o las agencias de noticias, como en el subjetivo e individual, en cuanto al ejercicio de la función periodística que hoy realizan los espontáneos desde la sociedad con notable éxito, como ya venía sucediendo en el orden político y comunicativo en general.

La prensa de papel sólo es noticia en los últimos años por las caídas de tiradas, los cierres de cabeceras y los estrangulamientos económicos que atenazan a prácticamente todos los periódicos del mundo, lo que no solamente trasmite un mensaje de ruina y fracaso, sino también una lamentable imagen de antigualla pasada de moda. La agilidad y modernidad que manifestaba el hecho de llevar un periódico de papel debajo del brazo han pasado a convertirse en símbolo de rutina, inercia y tradicionalismo.

Realmente cuando las dos únicas razones que cabe esgrimir para atrincherarse en la lectura del papel (que, además, mancha) son que acompaña muy mucho al café con tostada de la mañana y que te regalan un coleccionable de villancicos del mundo entero, está sonando el requiem de un medio, de una época, de un mundo.

Coda: gracias a los dioses porque con el fin del reinado de la prensa de papel y el advenimiento de la digital se rompe el poder (arbitrario, como todos los poderes de la jerarquía de ordeno y mando) del papel y se abre la época de libertad de los lectores para combinar y contrastar fuentes de información y, sobre todo, de los comunicadores que cada vez tienen que someterse menos a la tiranía de las directrices ideológicas del grupo financiero, el magnate, el propietario, el director o el simple esbirro a sueldo de alguno de los anteriores. Internet eleva al máximo la responsabilidad y la libertad del comunicador individual independiente que se fabrica su propio espacio y no ha de dar cuentas a nadie si no a su propio sentido de la decencia y la veracidad.

dissabte, 21 de març del 2009

Noticias sobre la crisis.

La crisis económica mundial que se nos ha echado encima sin que el señor Rodríguez Zapatero y sus avispados asesores económicos se enteraran, lleva camino de convertirse en un orteguiano "tema de nuestro tiempo". Como, gracias a internet, hoy todo se puede medir, midamos ese "tema de nuestro tiempo": barra Google, búsqueda por "crisis económica": 2.390.000 entradas. No está mal. Pero es resultado magro. Volvamos a la barra de Google, búsqueda por "Economic Crisis" : 64.200.000, esto es, veintiséis veces más que en español. Sirva ello también de paso para calibrar las expectativas del español como lengua en relación con el inglés en el mundo de la red que auguran brillantísimas algunos que más valdría que se callaran.

La crisis está en todas partes. Las noticias diarias son descorazonadoras a chorros. La situación es muy negra y el panorama aun pinta peor. Por eso es natural que todos los ojos se vuelvan hacia los expertos, esa gente con conocimientos específicos que no están al alcance de los humildes mortales y que, por tanto, pueden aliviar la triste condición de estos. A primera vista es obvio que los tales expertos no tienen ni idea de cómo ha surgido esta crisis y cuál es su naturaleza. En el mejor de los casos repiten como loros lo que sabe cualquier lector de periódicos, incluso distraido con el crucigrama: que todo empezó con las subprimes, que crisis de confianza, falta de liquidez, hundimiento del sector financiero, avaricia de los gestores, etc, etc. Si las descripciones pasan por definiciones, sabemos mucho; si no pasan, no sabemos nada.

Pero como el atribulado público no está especialmente interesado en las causas de la crisis sino en cómo y sobre todo cuándo se saldrá de ella, quizá, pensamos, de esto sí sepan los expertos, gente que maneja la banca, la economía, altos cargos, agentes de bolsa, instituciones financieras, etc. Vale: sus opiniones son, cuando menos, variadas. Según el señor Bern Bernanke, el capo de la Reserva Federal de los EEUU, el fin de la crisis se acerca y 2010 será un año de recuperación. Gama baja en la coincide el señor Almunia, comisario europeo de estas materias, para quien la crisis se contendrá antes de fin del año 2009. Uf, menos mal, ¿verdad? Porque ya están las cosas que arden. El señor Jean-Claude Trichet, gobernador del Banco Central Europeo, que sabrá de lo que habla, es menos optimista y cree que no habrá recuperación hasta el año 2010. Bueno. Todavía se puede aguantar. Pero llega el señor Solbes, Ministro de Hacienda de España, cosa que debe de tenerle irritado y concede que en 2010 habrá una "gradual reactivación" pero que el problema terminará en 2011. Pues para entonces es posible que a muchos ya no les importe. Y aun así, con un canto en los dientes porque según el Fondo Monetario Internacional (FMI), institución de cierto fuste, hay que olvidarse ya de 2009, en el que habrá un descenso del PIB de la zona euro del 3,2 por ciento y un estancamiento (0,1 por ciento de crecimiento) en 2010 . Y a saber si el propio FMI llegará a esa fecha para verlo ya que los veintisiete países de la Unión Europea han tenido que aprestar un nuevo préstamo de 75.000 millones de euros para que pueda hacer frente a sus tareas. El señor Jean Michel Six, economista jefe de Standard and Poors dice que, aunque la crisis podría terminar en 2009, en España durará hasta 2011, no me pregunten por qué; sospecho que por el odio antiespañol que caracteriza a todos los seguidores de la leyenda negra. Claro que luego llega el señor Paul Krugman, con su premio Nobel de economía debajo del brazo y dice que la salida de la crisis en España será "extremadamente dolorosa" y que, además, durará entre cinco y siete años. Imagino que el ilustre conferenciante no se encontró especialmente a gusto en España o la paella le sentó mal.

Resumiendo, los expertos no se ponen de acuerdo, se contradicen y uno tiene la sospecha que, en el fondo, no saben por dónde se andan. Añadamos otro dato que todavía se me antoja más revelador: los expertos no sólo se contradicen en lo que opinan sino en lo que hacen. Al día siguiente de que la Reserva Federal decidiera inyectar 850.000 millones de dólares más en el sistema financiero para estimular el flujo crediticio y luchar contra el credit crunch, la Unión Europea rechazaba nuevos planes de estímulo sosteniendo, en cambio, que es preciso endurecer la regulación del sistema financiero. Y eso que estamos en un mundo globalizado, en el que todo está interconectado y blablabla y que a los dos lados del Atlántico somos muy parecidos y nos enfrentamos a los mismos problemas. Los problemas serán los mismos (a estas alturas ya ni eso cabe afirmar con certeza) pero las soluciones no.

Así que ¿qué va a pasar con la crisis económica? Pues ya lo iremos viendo según vengan los tiempos. En ámbitos de mayores ínfulas teóricas hay quien dice que esta crisis es el comienzo del fin del modo de producción capitalista, lo que no estaría mal aunque sólo fuera por ver con qué se sustituye, que esperemos sea algo nuevo pues de las alternativas experimentadas hasta la fecha nos libren los dioses.

(La imagen es una foto de Looking4poetry, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 20 de març del 2009

La soberbia del Papa.

Tengo dicho en entradas anteriores que, a mi entender, el rasgo esencial de este Papa es su enorme soberbia. Le pierde ese narcisismo intelectual que lo impulsa a decir lo primero que se le ocurre y cree que es brillante sin tener en cuenta a quién puede ofender y cuál pueda ser su reacción. Lo ha hecho ya con los musulmanes, lo ha hecho con los judíos y hace poco metió su pontifical gamba levantando la excomunión a un obispo británico negacionista del holocausto y bastante fascista. El patrón de comportamiento es siempre el mismo: su soberbia no le deja calcular el efecto de sus palabras muy probablemente porque, siendo un reaccionario visceral este antiguo inquisidor general, le salen del fondo del alma.

Supongo que pueda haber alguien asombrado de que quepa atribuir un pecado mortal como la soberbia a un Papa. En más de veinte siglos de historia ha habido Papas que han practicado la panoplia entera de esos pecados: ha habido papas lujuriosos, avariciosos, iracundos, perezosos, gulones... ¿cómo no soberbios? Es más, es el pecado papal por excelencia. Que se lo pregunten a Francisco de Asís.

Todos los medios, las instituciones nacionales e internacionales del mundo, la opinión pública global han puesto el grito en el cielo por las declaraciones de Benedicto XVI sobre el preservativo y su relación con el SIDA por entender que son irresponsables, perniciosas y provocativas. Ciertamente hace falta estar cegado por la soberbia y el desprecio al auditorio para negar la evidencia, esto es, la utilidad de los condones para contener el SIDA y ofrecer, en cambio, como remedios: "la humanización de la sexualidad" y "una verdadera amistad con las personas que sufren". Textualmente.

Lo del condón ha sido lo más grueso y en lo que se han fijado los medios, pero el viaje del Papa al Camerún ha estado lleno de afirmaciones sublimes que muestran a las claras que este hombre piensa que el resto de los seres humanos somos literalmente imbéciles. Por ejemplo, preguntado por qué mensaje lleva al África responde que no trae un: "Evangelio de prosperidad, sino un realismo cristiano; no anunciamos milagros, como hacen algunos, sino la sobriedad de la vida cristiana." También textualmente, como si fuera un ingeniero de caminos. Porque si el Papa no anuncia milagros ¿qué anuncia?

Hace falta ser soberbio y cínico para predicar "sobriedad" a los africanos que, en su mayoría, no tienen para comer pero qué me dicen del momento en que les aconseja que no se ilusionen con falsos ideales de los que, como todo el mundo sabe, hay a patadas en el continente negro en el cual unos cuantos inmorales tratan de "imponer el reino del dinero"? ¿En el África? ¿El reino del dinero en el África? Este vicario de Cristo ¿sabe en dónde está?

Pregunta retórica: no, no lo sabe y además le importa un rábano porque en su egolátrica soberbia es incapaz de preocuparse por averiguar a quién está hablando. ¿O es de recibo que les diga a los negros del Camerún que hay que proclamar el Evangelio para que la luz de Cristo pueda refulgir en la negrura (darkness) de la vida de la gente?

(La imagen es una foto de Carlos Y, bajo licencia de Creative Commons).

La calle siempre es suya.

Nada se parece tanto a un ministro del Interior como otro ministro del Interior. El partido al que pertenezcan es secundario cuando no irrelevante por completo. Siendo Fraga, ejemplar franquista, ministro del Interior en los tempranos días de la Monarquía, la policía mató a cinco manifestantes en Vitoria e hirió a muchos otros mientras el político acuñaba su famosa frase: "la calle es mía".

En tiempos de la República de Weimar se dijo que el ministro del Interior, el socialdemócrata Gustav Noske, permitió el asesinato de Rosa Luxemburg y Karl Liebnecht si es que no lo ordenó directamente. Hace dos días que la policía catalana y balear esta repartiendo estopa en las calles a los jóvenes manifestantes en contra del proceso de Bolonia con un resultado de heridos y contusionados que aún no se conoce de cierto. En Cataluña, el consejero de Interior es el señor Joan Saura, presidente de Iniciativa per Catalunya-Els Verts, esto es, la Izquierda Unida catalana.

Supongo que mucha gente en IU estará horrorizada de este Fraganoske a la catalana, pero todo será cuestión de acostumbrarse a la consolidada sabiduría popular: "si quieres conocer a Juanillo, dale un carguillo". Es de esperar que este ministro del Interior de izquierda tome contundentes medidas con los policías que han actuado con evidente abuso, demasía y salvajismo, que se presenten disculpas a la población civil y se castigue a los responsables. Si esto no sucede habrá que reconocer que un ministro del Interior es siempre un ministro del Interior, como saben todos los policías que hay en el mundo y la única posibilidad de enfocar esta cuestión desde la izquierda quizá sea acudir al desván de la polvorienta memoria y recordar que la izquierda preconizaba la desaparición del Estado, cuya manifestación más genuina es el ministerio del Interior.

(La imagen es una foto de InSurGente, bajo licencia de Creative Commons).

El sueño de la pureza.

En el Museo del Prado hay una pequeña exposición muy curiosa. Es una colección (diecisiete piezas en total) de cuadros y dibujos prerrafaelistas que se conservan en el Museo de Ponce en Puerto Rico, al parecer reunidas por un coleccionista puertorriqueño aficionado a la escuela, una ocasión única para ver obras que no aparecen sino raramente por Europa y, que yo sepa, nunca en España. El conjunto es temático sobre el prerrafaelismo pero la imagen que los expositores han decidido usar para el folleto (a la izquierda), la famosa y bellísima Flaming June, "Junio (o Juno, que ésta es la ambigüedad del texto) ardiente", es la única que no es prerrafaelista, ya que el autor, Frederic Leighton, aunque próximo a los postulados de la Hermandad Prerrafaelista cultivó un estilo neoclásico con otras influencias renacentistas, la más obvia de todas en Flaming June, la de Miguel Ángel. Sigue la confusión porque, aunque la joven del cuadro de Leighton está dormida al calor del verano mediterráneo (y con un color que es una gloria del cielo), no tiene nada que ver con el título sobreimpreso en el folleto, que hace referencia al cuento de La bella durmiente de Perrault, si bien en la interpretación de Alfred Lord Tennyson The Day-Dream, que es una versión de la leyenda de la Briar Rose.

Burne-Jones, el prerrafaelista más representado en la exposición pues hay de él cuatro cuadros y todos los bocetos y dibujos, pintó tres series de esta leyenda de la rosa silvestre (que es lo que es una Briar Rose) siguiendo el poema de Tennyson, pues tuvo mucho éxito. La primera serie (que tiene cuatro cuadros) se encuentra en Buscot Park, en Inglaterra, la tercera (con tres cuadros) está repartida y la segunda, también llamada la "pequeña serie" es la del Museo Ponce que aquí se exhibe: y se compone de tres paneles: "El bosque de rosas", "La sala del consejo" y "El arco de rosas". La serie contiene muchos de los elementos prerrafaelistas: colores cálidos, elegancia y suavidad en el dibujo, escasa perspectiva, un mundo mágico, puro, simbólico, una referencia al sempiterno paralelismo entre la muerte y el sueño y, sobre todo, la idea de la renovación, la resurrección que es la que trasmite la leyenda de la doncella vuelta a la vida por el beso del príncipe cien años después de su accidente.

Pero la Briar Rose está a falta de uno de los motivos esenciales del prerrafaelismo, que es el elemento artúrico que muchos de los prerrafaelistas también referían a otro poema de Tennyson, el famoso Idylls of the King. En este caso está representado por el cuadro más imponente de la exposición: El último sueño de Arturo en Avalon, una composición de gran tamaño que representa al legendario Rey de Bretaña después del último combate en Camlann con Mordred, el architraidor, el hijo que había tenido con su hermanastra Morgana le Fay. Arthur ha sucumbido (que no muerto) y reposa en la legendaria Avalon en espera del día en que haya de retornar, guardado por una serie de figuras femeninas del ciclo, varias reinas y la propia Morgana. El cuadro contiene todos los elementos formales y estilísticos de los prerrafelistas, la escenografía medievalizante, el simbolismo melancólico y hasta esa costumbre de pintar a todas las doncellas con los mismos rasgos andróginos, que da una sensación de curiosa irrealidad. No obstante, siempre he pensado que esta obra, en la que Burne-Jones estuvo trabajando hasta poco antes de morir, estaba recargada. En la exposición puede verse un boceto originario que aclara mi intuición. La idea del pintor era mucho más simple y elegante, concentrando la intensidad dramática en Arturo, con menos figuras secundarias y más importancia del paisaje. En la obra final, el dramatismo queda sepultado ante lo imponente del mausoleo que esta fuera de toda proporción y las figuras distraen. Pero, en todo caso, una muestra maravillosa de aquel espíritu prerrafaelista típicamente victoriano consistente en idealizar la Edad Media, en perfecta sintonía con el Romanticismo, y escapar de la fealdad ambiente que traía consigo la revolución industrial.

También hay piezas de Dante Gabriel Rosetti (y una muy significativa, Dis Manibus) y William Holman Hunt; pero la que personalmente encuentro más interesante es la titulada La huida del hereje, de John Everet-Millais, una muestra más de pintura narrativa, de contenido, de este artista comprometido con unos ideales liberadores y contrarios a todo tipo de opresión y un cuadro que, por su temática, recuerda el mucho más famoso de La orden de liberación, cargado de simbolismo a favor del nacionalismo escocés como éste lo está en contra de la Inquisición española.

Vamos, que es una exposición de pocas piezas pero a la que conviene ir con tiempo porque esta pintura parece detenerlo.

dijous, 19 de març del 2009

De la niña de Rajoy al niño de los obispos.

¡Cuán sana y provechosa es la utilización que la derecha nacional-católica hace de los niños! ¡Qué pura y lejana de esa obsesión de los progres por evitar que se emplee a la infancia en pro de objetivos político-religiosos que no comprende! Dice la izquierda con su habitual desfachatez que hay que proteger a los niños de todo uso publicitario, partidista, faccionalista o sectario. Como si hubiera alguna relación entre las nobles causas que la derecha amadrina y las inmundas perversiones que obsesionan a la izquierda.

Todavía el señor Rajoy, víctima de esas fábulas del centrismo y la laicidad del discurso político, no se valió de una niña concreta, con nombre propio y rostro individual sino que, cuando, a fuer de cursi, decidió perder las últimas elecciones, dijo estar pensando en una niña en general y abstracto, en la esencia "niña" como los realistas en la polémica de los universales. Cualquier niña le valía para sus fines, una niña a la que el futuro aportado por las sabias recetas del señor Rajoy haría sonreír como un trocito de cielo. ¿Y por qué niña y no niño? Supongo que para que no hubiera equívocos o interpretaciones torcidas de esas de: ¿y qué quiere hacer Vd. con este niño, grandullón? Además, al ser niña, la cosa queda políticamente mucho más correcta por aquello de la emancipación femenina, otra obsesión que hace a la derecha subordinada a las demagógicas consignas de la izquierda, algo de lo que tendrá que librarse si quiere tener el apoyo de los sectores más enteros del macizo de la raza.

Los obispos, en cambio, no se andan por las ramas, la corrección política no está en sus cánones y de la emancipación femenina sólo quieren oír hablar si conduce directamente al martirio y, con él, a la santidad. Además, su trato con los infantes, como nadie ignora, rebosa de rasgos sorprendentes, indicadores de extraordinarias familiaridades. Así que el bebé que plantan en sus carteles en contra del aborto es un niño concreto, con nombre y apellidos. Eso son convicciones firmes como rocas ya que corren el riesgo de que, quizá, dentro de veinte o veinticinco años, ese niño pueda pedir cuentas a sus padres por haberlo utilizado sin consultarlo como icono de una campaña política en pro de una opción que a lo mejor él ya no aprueba, pues los seres humanos evolucionan aunque, fijándonos en algunos obispos, pareciera que no es así.

Está bien esta idea episcopal de echar mano de un niño real, individualizado, concreto y no de una ficción fabulosa y, sobre todo, de haberlo puesto ya evolucionado para evitar el problema que se señalaba más arriba. Este niño concreto ha cerrado el ciclo evolutivo hasta alcanzar su condición perfecta de víctima inocente cuya vida hay que proteger ya que el Concordato en vigor, a través de los suculentos Acuerdos de 1979 con la Santa Sede, aun la deja en peligro y zozobra.

(La imagen de Rajoy es una foto de Movimente, bajo licencia de Creative Commons).

Psico-sociología del bip.

Creo recordar que en alguna de sus interesantísimas obras explicando los principios de la etnometodología, Ervin Goffman tenía un capítulo sobre el comportamiento socialmente construido en las colas de los supermercados, tan brillante y sugestivo como todos los suyos. Lejos estaba de suponer el sabio etnometodólogo que, andando el tiempo, el otro extremo de aquella cola de su ejemplo, al que él no había prestado atención, esto es, la cajera, se erigiría en fuente documental de impensada hondura, capaz de dejar chiquitas las profundas observaciones del estudioso. Porque este es el caso de este curioso libro que está siendo un éxito de ventas en Francia (Anna Sam, Tribulaciones de una cajera, Ámbar, Barcelona, 2009, 191 págs.) como lo será en los países en los que se vaya traduciendo. Ya hay una versión italiana y parece que está preparándose una inglesa.

Me figuro que Anna Sam no sabe nada de etnometodología, construcción social de la realidad, roles o expectativas de roles, entre otras cosas porque es licenciada en literatura francesa, título que obtuvo mientras trabajaba de cajera en un supermercado en Rennes y que facilita acceso al conocimiento de los seres humanos pero bajo una perspectiva distinta de la sociológica. Al acabar sus estudios y no conseguir trabajo en lo suyo, Sam decidió seguir de cajera hasta un total de ocho años, ocho años que a veces quedan pavorosamente medidos en este libro en forma de cifras del tipo siguiente (me invento las cantidades pero son aproximadas a las que da la autora) : trescientos "buenos días, señor", cuatrocientos "su vuelta, señora", trescientos cincuenta "¿tiene la tarjeta de cliente?", seiscientos "bips" de la maquina cada vez que lee una etiqueta de barras, etc. Ocho años de estar seis horas diarias (con dos pausas de quince minutos) en una caja, pasando productos por el lector óptico, aguantando las broncas, los malos modos, la impertinencia, la soberbia, la necedad de miles de clientes, algo de lo que los lectores se dan cuenta de inmediato, ya en las primeras páginas del libro, porque todos hemos pasado a nuestra vez cientos de veces por las cajas de los supermecados, hemos tenido más o menos las reacciones que Sam reproduce con tanta exactitud como (generalmente) amargura o hemos visto tenerlos, incluso los más extremos, desde el tipo que se cuela, al imbécil que quiere pasar por la cinta de "máximo 10 unidades" con catorce productos, la pareja que pretende que la atiendan después de la hora de cierre o la señora que compra todo a base de cupones y retiene la cola de modo interminable mientras ajusta las cuentas.

Ciertamente, la autora describe un trabajo mecánico, rutinario, aburrido al máximo, sufrido hasta el extremo pues, sea cual sea el comportamiento del cliente (que puede oscilar entre la grosería y la ofensa sexual) la respuesta sólo puede ser una sonrisa, falto de autonomía, infravalorado y mal pagado ya que no siquiera llega a mileurista dado que su sueldo era de unos ochocientos euros. Esto de la infravaloración es el aspecto que Sam -que se tiene a sí misma, lógicamente, en el debido concepto- peor lleva. Dos ejemplos que incluso reitera: el cliente que pasa por la caja, deposita los productos en la cinta, los recoge, los mete en la bolsa, paga y recibe el cambio sin dejar de hablar por el móvil, sin mirar a la cajera y mucho menos saludarla. Eso, me atrevo a decir, lo hemos visto todos. Otro ejemplo, el diálogo siguiente: una madre dice a su hija señalando a la cajera: "mira por qué tienes que estudiar, para no quedarte en cajera". Ana: "señora, soy licenciada en literatura francesa". Madre: "¿sí? Nadie lo diría viéndole la cara".

Anna Sam habla de lo que sabe, lo que ha vivido directamente y el cuadro que pinta es impresionante y es directo, empírico, con muy poquita teoría, porque claro es que no es necesaria. ¿Qué teoría hace falta para decirle al tío que pretende pagar con tarjeta de crédito pero no quiere enseñar su carné de identidad porque en la foto no tiene todavía el peluquín que ahora luce, que sin carné de identidad no hay pago? Y de estos casos hay cientos en el libro de forma que una de las tentaciones que debe vencer el crítico es la de ponerse a relatar las suculentas anécdotas que con tanta precisión como ironía (e, insisto, amargura) retrata la autora y como yo mismo he comenzado ya a hacer. Es mucho más justo avisar al lector de que el libro es un compendio de las infinitas miserias y alguna que otra grandeza del comportamiento de los seres humanos en esas situaciones que hace treinta o cuarenta años sirvieron a Goffman para articular su teoría con muy buen ojo porque, como demuestra la autora, ponen de manifiesto lo más profundo de nuestra naturaleza. El libro se lee además a toda velocidad porque engancha con sus capítulos breves, encadenados de forma que uno quiere siempre saber de qué va el siguiente. A propósito, la traducción de Concha Pérez-Puis es magistral. Resuelve todos los problemas de forma elegante y castiza y consigue hacer más rápido el texto. Sólo discrepo de su decisión de castellanizar los nombres propios: señor García, señora López o los productos alimenticios. Choca un poco. Pero no es relevante.

En el párrafo anterior aparece ya la expresión reveladora: capítulos breves. En efecto, un buen día de su gris, anodina, rutinaria vida de cajera a la que nadie se digna mirar, Anna Sam decidió abrir un blog que se llamó cassierenofutur.overblog.com (no lo busquen; lo ha cancelado) contando sus experiencias cotidianas y se encontró con que inopinadamente triunfaba en la blogosfera, con decenas de miles de visitas y cientos de comentarios, una prueba más de la potencia de la red y, en concreto, de la citada blogosfera. Tan grande fue el éxito que tuvo una oferta de Éditions Stock de llevar el blog al papel y ahí se fabricó el éxito de ventas que, ciertamente, cambió el destino de Anna quien ya no se sienta a caja alguna de supermercado sino que, imagino, lleva una vida muy distinta.

Una primera moraleja de esta curiosa historia es que el libro es escritura típica de bloguera. Los capítulos son cortos porque responden a las entradas, los posts, los apuntes más o menos diarios que la autora iba hilvanando y tienen ese carácter inmediato, directo, sin pretensiones, franco y abierto que es típico de la blogosfera, el nuevo territorio de la literatura, guste o no a quienes desconocen (y, en consecuencia, desprecian) los rasgos más elementales de este fascinante continente nuevo de la humanidad.

La segunda moraleja es de otro tipo. Decía Eugene V. Debs, histórico sindicalista estadounidense, fundador de la International Workers of the World (IWW) y dirigente del Partido Socialdemócrata y luego del Partido Socialista estadounidense, ambos revolucionarios, when I rise it will be with the ranks and not from the ranks. Lo pongo en inglés porque la traducción al español es difícil debido al juego de palabras: "Cuando ascienda será con la organización y no desde la organización". Se entiende, ¿verdad? Hermoso propósito que habla de cuán noble espíritu era Debs pero que no se atempera con la realidad. Anna Sam se ha levantado, ha ascendido con todo su mérito y gracias a su personalidad, esfuerzo y tesón desde su condición de infraproletaria superexplotada a la de persona acomodada que probablemente hace ahora con su tiempo lo que quiere y no tiene que pedir permiso para ir a hacer pis, pero lo ha hecho from the ranks y no with the ranks. Detrás quedan los cientos, miles de cajeras (y cajeros) cuya situación ha sabido retratar muy bien pero que no por eso mejorará un ápice.

dimecres, 18 de març del 2009

La clerigalla se desmadra.

La Virgen, ¡qué cartel han sacado los obispos en contra de la reforma de la ley del aborto!¡Qué falta de honradez!¡Qué demagogia barata!El mensaje que envían , bien claro lo dice, es que la vida de los linces está más protegida que la de los bebés en nuestra sociedad.

Y esa es una truculenta mentira.

Afortunadamente y no gracias a la Iglesia sino a la lucha social contra su oscurantismo y al avance de la ciencia, la vida de los niños nacidos en España está hoy más protegida que nunca. Pruebas, las que se quieran. En el gráfico 1 puede verse cómo ha habido en España un descenso drástico de la mortalidad infantil (porcentaje de defunciones por cada 1000 niños antes del año de vida) que ha pasado de un 19 por mil (aprox.) en 1975 a un 4,8 por mil (aprox.) en 2001. En el gráfico 2 se observa cómo esa mortalidad ha seguido descendiendo en los últimos años, desde un 4,15 por mil en 2002 a un 3,56 por mil en 2006. Es decir: la vida de los recién nacidos está protegida en España, con una tasa de mortalidad que, como en los demás países civilizados en la mayoría de los cuales hay en vigor leyes de aborto de plazos, tiende a cero.

Así que la implícita aseveración episcopal de que la vida de los bebés esté menos protegida que la de los linces es, simple y llanamente mentira. Está feo que los obispos mientan porque es atentar contra la ley de su dios, que dicen profesar. Esta mentira trata de desviar la atención del hecho de que la campaña, que los monseñores han coordinado con un escrito-manifiesto de científicos afirmando que hay persona desde la concepción misma va dirigida contra la próxima reforma de la ley del aborto, en vigor en España desde 1985 con gobiernos del PSOE y del PP, reforma que pretende mejorar dicha ley para no seguir penalizando injustamente a las mujeres que quieran abortar y restituirlas en un derecho que es incuestionable: el que tienen sobre su propio cuerpo.

Pero, para atacar este proyecto y ver de agitar a la calle en contra del Gobierno, los obispos y sus seguidores científicos plantean el problema en la raíz misma del hecho y cuestionan, por tanto, no la reforma de la ley de 1985, sino la ley misma, al volver a poner en tela de juicio esta práctica de interrupción voluntaria y legal del embarazo, ya aceptada. Al hacerlo dejan al PP con las vergüenzas al aire dado que este partido gobernó ocho años bajo dicha ley sin cuestionarla y sin que la Iglesia lo urgiera a hacerlo. ¿Por qué ahora sí? No parece que haya otra razón sino la de que todo tiempo y modo son buenos para oponerse a los avances sociales que impliquen emancipación de las personas, especialmente de las mujeres, el sexo más odiado por los curas al que identifican con el vaso del demonio y otras majaderías. ¿Y el PP? Pues como buen monago a hacer el ridículo oponiéndose ahora a una ley con la que gobernó en el pasado.

No merece la pena entrar al trapo que la clerigalla quiere de volver a debatir si el aborto es o no un derecho. Pero, dado que hay un escrito de científicos (que llamaremos "contra") por medio afirmando eso de que la personalidad individual comienza en la concepción, será menester recordar a estas eminencias que otros científicos (y a mi modesto entender, de más talla y relevancia, a los que llamaremos "pro") sostienen que eso es falso por lo menos hasta el tercer/cuarto mes del embarazo. Si no se quiere reconocer que una de las dos opiniones sea cierta y la otra falsa (cual es mi caso, que creo que los científicos pro están en lo cierto y los otros yerran sin querer o adrede), tendrá que admitirse que no hay coincidencia ni acuerdo y, cuando no hay acuerdo en la comunidad científica, el asunto no está saldado científicamente y, por lo tanto, intervenir en la polémica blandiendo condición científica no pasa de ser un fraude intelectual.

No habiendo, pues, criterio científico nítido, ¿cuál se seguirá para dilucidar la cuestión moral? La iglesia quiere que se siga el que marcan sus criterios dogmáticos. ¿Por qué? ¿Porque dice que son los de dios? Otro criterio dogmático con tan feble base como ésta puede sostener lo contrario. Así que, en la duda, la mayoría de las sociedades occidentales avanzadas, incluida la española, se inclina por los científicos "pro" y decide defender el derecho de las mujeres a la interrupción voluntaria del embarazo hasta un período prudencial, como manifestación de su innegable derecho a su propio cuerpo y sin que tengan que estar sometidas a las odiosas persecuciones eclesiásticas que, cuando no es por un motivo, surgen por otro.

Por cierto la autoridad de los curas para hablar de esta materia (y hacerlo, además, en los términos falsarios y demagógicos en que lo hacen) es inexistente desde el momento en que esos mismos clérigos siguen manteniendo una actitud de cerrada oposición a todo método de regulación de la natalidad con lo que han sido y son responsables, ellos sí, de la muerte de millones de niños en el mundo. Y de lo que acostumbran a hacer con los que sobreviven y caen en sus garras no hace falta hablar aquí.

Por cierto, parece que las linces están organizándose en la blogosfera para dar cumplida respuesta a la carcunda nacional con la propuesta siguiente: "Si tienes blog o una web, coloca el logotipo de la campaña y escribe una nota de respuesta a la campaña de la iglesia contra el aborto. Y si tienes perfil en cualquiera de las redes sociales (Facebook, Twitter, Tuenti) substituye tu foto mañana por el logotipo de LAS LINCES." Quien quiera saber más sobre esta interesante campaña e iniciativa, que pinche aquí y aquí.

"Alégrame el día".

Make my day, "alégrame el día" era lo que decía Harry "el sucio" antes de abrir la sesera con su Smith and Wesson "magnum" a un par de delincuentes en los años bravos de Clint Eastwood. Tiempos pasados: en Gran Torino, que acaba de estrenarse, hay momentos que recuerdan aquellos intentos de presentarnos el carácter catártico y hasta orgiástico de la violencia cuando se supone que está al servicio del bien. Pero, ¡ay! los años no pasan en balde y alguna de estas escenas que quiere ser épica más parece un remedo de Crocodile Dundee.

Es lo que pasa con estos actores legendarios y exitosos que, al final, los papeles que interpretan se limitan a reproducir su paso por la vida: sucedió con John Wayne, el admirado Duke, con Burt Lancaster o Marlon Brando; está pasando con Sean Connery y con Clint Eastwood quien empezó siendo "el bueno" en los Spaghetti westerns de Sergio Leone, siguió siendo "el sucio" en el de Don Siegel y termina siendo "el decrépito cascarrabias" en sus propios filmes. Pero la norma es siempre la misma: las pelis están hechas para su lucimiento personal. Ésta también.

Hay otro punto en el que coincide con sus antecesores: sus historias, en el ocaso de la vida, son duras, amargas, pero el bien impoluto sigue triunfando sobre un fondo de sano patriotismo. True Grit, como con Wayne.

Un veterano de la guerra de Corea que en su vida civil ha pasado cincuenta años trabajando para la Ford, lo que le permite poseer una bonita casa con un pedazo de cesped en una comunidad suburbial de alguna parte Michigan, se encuentra con que el vecindario está llenándose de asiáticos que para él son todos chinos. Acaba de morir su esposa, sus dos hijos, con hijos a su vez, son un par de cretinos y acaba de llegar un curita joven al barrio que se empeña en atraer al agrio viejo al redil. En un conflicto entre pandilleros asiáticos, Walt Kovalsky (que es descendiente de polacos) experimenta una serie de contradicciones entre sus tendencias racistas, su sentido del deber, su natural (en el fondo) benévolo, su soledad y su reconciliación con su pasado que lo llevarán a adoptar una decisión heroica en un contexto de restitución de los valores estadounidenses de solidaridad, generosidad, patriotismo y defensa de la causa de la justicia. La historia de siempre más o menos al día de hoy.

La interpretación de Eastwood está un poco sobrecargada pero es muy notable y, como director, es brillante.

El nombre de Gran Torino hace referencia a un fabuloso modelo de la Ford de los años setenta, verdadero protagonista silencioso de este drama.

dimarts, 17 de març del 2009

Nada es lo que parece.

Efectivamente, nada. Legiones enteras de sabios filósofos y profundos pensadores nos han advertido de este extremo. No podemos caer en la tentación de fiarnos de nuestros falibles sentidos ni de nuestro no siempre sano juicio hasta el punto de creer que las cosas son como parecen ser. El maligno acecha a cada instante para confundirnos y perdernos, para hacernos ver negro lo blanco, blanco lo negro, para hacernos caer en la tentación, como intentó, cual es legendario, con San Antonio. El mundo, el demonio, la carne están llenos de trampas y acechanzas en las que caen las almas incautas. Por eso es necesaria una doctrina firme y clara y un magisterio clarividente que nos guíe en este mundo de apariencias engañosas, nos libre de nuestros falsos juicios y nos haga ver la verdadera verdad. Vayan algunos ejemplos:

¿Creen Vds. que el señor Camps es un político venal que vive rodeado de corruptelas y es capaz de hacer adjudicaciones fraudulentas siempre que algún sinvergüenza le regale unos trajes a medida? ¿Lo tienen Vds. por un hombre sin dignidad ni principios, que se aferra al cargo con todas las pruebas de ilícito proceder en contra? Pues están Vds. muy equivocados. El señor Rajoy les mostrará que es un hombre probo, un inocente mientras no se demuestre lo contrario y les probará que es preciso cerrar filas con él para defenderlo de este injusto linchamiento. Y también el señor Trillo probará que las acusaciones en contra del señor Camps son torpes maledicencias de entes protervos que se desvanecerán en el momento en que la tienda que viste al político valenciano produzca las facturas de los trajes que éste, dedicado a servir al pueblo, no parece encontrar.

¿Creen Vds. que el propio señor Trillo debiera estar escondido en algún oscuro agujero después de haber sido protagonista y responsable político directo del más cruel y bochornoso episodio de la democracia española en el que, además de causarse la muerte a sesenta y dos militares españoles por desidia y negligencia de las autoridades responsables, se procedió después a un lamentable espectáculo de burla y abuso de las víctimas a través de una identificación errónea a sabiendas de los cadáveres? ¿Creen Vds. que sólo esto bastaría ya para desautorizar para siempre al señor Trillo por indigno para ostentar cargo representativo alguno? Eso es porque están Vds. infectados por el maligno. El propio señor Trillo les explicará, como buen cristiano que es, que si se cometieron errores en la identificación de los cadáveres, no habrá problemas porque Dios, que todo lo ve, hará que en el valle de Josafat cada cual resucite como quien fue. Y, con eso, exonerado de toda culpa, está el señor Trillo más que autorizado a convertirse en el azote de jueces y políticos incumplidores, trapaceros o negligentes.

¿Creen Vds. que la señora Aguirre se calzó la presidencia de la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM) merced al voto comprado de dos felones y, poco después, montó un sistema de vigilancia y espionaje sobre sus adversarios políticos con el obvio fin de aniquilarlos con algún dossier que relatara sus miserias? ¿Creen que la señora Aguirre carecía de todo interés en que algo remotamente parecido a una comisión de investigación sacara a luz su red de confidencias, chivateos, espionaje y presunta extorsión? Jamás de los jamases: la señora Aguirre nunca haría algo que fuera éticamente reprobable ya que, según afirma con frecuencia, su ética es superior a la de la izquierda y, en consecuencia, no ha lugar a perder el tiempo y el dinero de los madrileños haciendo teatros en la Asamblea. El dinero de esos madrileños, cuando menos, está mucho mejor en el bolsillo de los amigos, deudos y parientes del señor González, vicepresidente de la CAM a quienes éste, según el diario Público, viene haciendo jugosas adjudicaciones de todo tipo.

Por último, ¿creen Vds. que el juez Garzón continúa una brillante carrera al servicio incorruptible de la ley y el Estado de derecho que comenzó luchando contra el narcotráfico, continuó desmantelando la trama de los GAL y el terrorismo de Estado, siguió iniciando una causa histórica contra el dictador Pinochet a la que se opuso con uñas y dientes en el señor Aznar, prosiguió con un fuerte ataque contra ETA y sus aledaños que ha dejado a aquella casi fuera de combate y termina por ahora destapando las tramas de corrupción incrustadas en el PP desde hace años? Pues si lo cree, vaya dejando de creerlo. El dicho juez es un sectario fanático prosociata, enemigo jurado del PP, partido al que quiere someter a una "causa general" como la de Franco y cuyos comportamientos muestran serios indicios de haber cometido todo genero de delitos al decir del señor Trillo excepto, entiendo, el de identificación falsa de cadáveres. Un juez contra el que carga ahora todo el PP, acumulando denuncia tras denuncia en su contra de modo incansable al tiempo que el señor Rajoy afirma que su partido no está persiguiendo a nadie, sino defendiéndose de una persecución.

¿Está claro? Si a uno lo procesan los tribunales, se trata de una persecución; si uno persigue a juez, está defendiéndose y haciendo justicia. Y este es el punto de vista de un partido conservador al que se supone respetuoso con el orden público y la independencia de esa justicia.

(La imagen es una foto de Público, con licencia de Creative Commons).

Fanatismo v. hipocresía.

¡Por fin una escenificación de Shakespeare en la que el director, los adaptadores, los actores, nadie pretende hacer eso que los ingleses llaman outshakespeare Shakespeare y que podríamos traducir a la pata la llana como "pasarse de listos" o pretender ir más allá de Shakespeare pero siempre, claro, tomando pie en sus obras y destrozándolas.

El teatro de La Abadía tiene en escena Medida por medida hasta el 26 de abril. Se trata de una adaptación con escenografía moderna pero no pretenciosa, muy ágil y muy al pie de la letra, sin interpolaciones de ningún tipo. Como en La Abadía el escenario está a ras de butacas tiene uno una visión completa y muy cercana de la obra, que está muy bien dirigida y con mucho ingenio, a pesar de las insuficiencias de la pequeñez del lugar y el escaso número de miembros de la compañía. Los actores me parecieron desiguales. A Julio Cortázar le sobra desenvoltura como Lucio, el amigo de Claudio y a Irene Visedo, como Isabel, le falta algo de fuerza de convicción. Como veo el personaje, Isabel es una fanática capaz de dejar morir a su hermano injustamente antes que ceder a los propósitos libidinosos del delegado del gobernante y eso hay que hacerlo visible mientras que Visedo resulta hasta razonable.

La historia de Medida por Medida es una fábula de fanatismo e hipocresía. El duque de Viena emprende un misterioso viaje (en realidad no hay tal, sino que se queda en la ciudad disfrazado de monje para ver cómo van las cosas en su ausencia) y deja en su lugar a Angelo bajo la asesoría de un sabio varón, Escalo. Ángelo, prototipo de gobernante cruel, condena a muerte a Claudio por haber mantenido relaciones sexuales con su novia antes del matrimonio en aplicación de una ley que había caído en desuso. Isabel, una novicia hermana de Claudio, intercede por su vida y Angelo le dice que se la perdonará si ella accede a acostarse con él, a lo que ella se niega, prefiriendo que Claudio muera. Es la escena que retrata el célebre cuadro del prerrafaelista William Holman Hunt a la derecha. Enterado de todo el monje (que es el duque), urde una estratagema: Isabel simulará acceder a los deseos de Angelo siempre que sea a oscuras y en silencio y el lugar de la novicia será ocupado por Mariana, la novia repudiada de Angelo por haber perdido la dote en un naufragio. Angelo consuma el acto creyendo haber desflorado a Isabel y, a pesar de todo, incumpliendo su palabra, da orden de que ejecuten a Claudio. Finalmente el enredo se deshace; el duque recupera su lugar, se hace audiencia pública a petición de Isabel y Mariana, se descubre el enredo, Angelo es condenado a muerte pero salva la cabeza por la intercesión de las dos mujeres a las que quiso agraviar y el duque pide a Isabel en matrimonio quien no responde negando ni accediendo con lo que la obra tiene un final bien extraño en el que nos queda la duda de si, al final, hay o no boda del duque y la novicia.

Lo determinante, lo más llamativo de la obra, a mi parecer, la injusticia de toda hipocresía: ese Ángelo que condena a otro a muerte por hacer lo que él mismo hace y con mucha menos legitimidad es una parábola de la inmoralidad por antonomasia, la que rompe de cuajo la regla de oro de la moralidad por hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros y encubrir el delito bajo el manto de la justicia. Al lado de esta cuestión esencial todo lo demás de la obra parece de tono menor pero tiene su importancia. El mencionado fanatismo de Isabel, capaz de sacrificar a su hermano a sus convicciones morales espanta un poco pero es respetable, a diferencia de la hipocresía de Ángelo. El resto de los caracteres es estupendo. El dueño del burdel (la foto de más arriba) hace un gran papel, igual que el alcaide de la prisión, el alguacil medio lelo y Lucio el gracioso amigo de Claudio. El ardid que permite desentrañar el enredo (un cambiazo en el lecho para frustrar los malvados designios de un precito y enderezar las cosas en el camino de la recta moral con un guión algo torcido ya que, al fin y al cabo, es una mentira) fue un recurso muy extendido en el teatro isabelino, igual que en el del Siglo de Oro español.

dilluns, 16 de març del 2009

A l@s lector@s de Palinuro.

Palinuro ha crecido mucho desde que comenzó su periplo hace unos dos años y medio. Los datos explican mejor la situación. A día de hoy, el blog tiene 1.970 entradas que en total suman más de millón y medio de palabras o el equivalente a 7.592 páginas todas de textos propios, exceptuada alguna ocasional aportación que me haya parecido prudente incluir por razón de su calidad y siempre desde la más estricta independencia de juicio. Buscar algo concreto en este fondo es muy difícil. Ayudan las etiquetas (tags) que aparecen relacionadas en orden alfabético en la columna de la derecha y de las que hay 300 que van desde "11-M" a "víctimas," pasando por "antropofagia", "arte", "derechos humanos", "filosofía", "guerra", "homosexualidad", "literatura", "mitología", "política", "teatro", "Unión Europea", etc., etc. Pero resultan insuficientes. Para facilitar la tarea de encontrar referencias en las entradas anteriores he incluido un buscador que figura también en la columna de la derecha, debajo de "Contactar" y antes de "Seguidores". Funciona como todos los de su género: se escribe el texto o palabra que se quiera encontrar y el buscador localiza las entradas del blog por orden de fechas en las que aparezcan. Todavía es algo rudimentario porque se muestran las entradas, sí, pero el buscador no resalta el término o términos buscados. Si algún/a lector/a sabe cómo hacerlo o tiene un buscador mejor que incluya esa peculiaridad y quiere compartirlo conmigo, estaré muy agradecido. De momento, no obstante, creo que la herramienta es un gran adelanto porque facilita mucho la tarea de quienes quieran buscar textos del pasado, y yo estoy muy contento.

Salud a tod@s.

El honor del señor Camps.

¿Desde cuándo se confía en terceros para lavar la afrenta al honor propio? Desde que el afrentado es el señor Camps cuyo honor parece ser tan escurridizo, chuchurrido, alicorto y de alfeñique que no le permite actuar como un hombre y dar cumplida respuesta a las declaraciones del sastrezuelo en El País de ayer. Y ya tiene delito la cosa porque el tal sastre de quien, por cierto, me fío tanto como del señor Camps o el señor Correa, lo dejó de mangante cual no digan dueñas y ante tamaña afrenta sólo cabe lanzar un sonoro ¡mientes bellaco! y producir a continuación las facturas y albaranes que prueban que el bellaco ha mentido. En lugar de eso, el mínimo y dulce señor Camps ha pedido al Gobierno de la Generalitat que anuncie acciones legales en defensa de su honor cuando se haya substanciado el procedimiento judicial del caso Gürtel, es decir, ad calendas graecas. Al Gobierno de la Generalitat, o sea, a sus subordinados, a los que le deben el sueldo. ¿Es esto de recibo?

Cuando Voltaire tuvo la malhadada idea de afrentar al señor de Rohan en público con su viperina lengua, faltó tiempo al noble para hacer que sus lacayos apalearan al filósofo porque él no iba a rebajarse a pelear con un plebeyo por la misma razón por la que don Quijote no tomaba armas contra arrieros y otra chusma y animaba a Sancho a que les midiera las espaldas muy a su gusto con el resultado que todos conocemos.

Pero este no es el caso. Nuestra sociedad es democrática, no estamental, el sastrecillo valiente (o chivato, según se mire) vale tanto como el señor Camps (en ciertos aspectos quizá más) y éste no sufriría desdoro lavando la afrenta a su honor de modo contundente. Cuando a uno lo llaman ladrón, el código del honor manda lavar la afrenta con sangre. No pediremos hoy tanto tampoco pero resulta muy revelador que el afrentado se queje como una plañidera ante los micrófonos mientras se niega a responder a los periodistas, no ofrece explicaciones de sus actos ni desmiente las acusaciones concretas y específicas y lo remite todo a un vago futuro que más parece la resurrección de la carne que la necesaria explicación que un cargo público debe dar de sus actos ante sus electores.

El PP apoya al señor Camps y cree en su inocencia. Yo también puedo creer que los burros vuelan pero eso no convierte a los pollinos en pájaros. Lo que el señor Camps tiene que hacer es demostrar con cargo a qué presupuesto se viste.

O dimitir.

(La imagen es una foto de Público, con licencia de Creative Commons).

Imágenes de la guerra.

El último número de la Revista de Historia Social (nº 63, Fundación Instituto de Historia Social del Centro de la UNED de Alzira-Valencia, 2009) es semimonográfico sobre un asunto novedoso que encuentro de gran interés, esto es, el uso de la información fotográfica y cinematográfica para las tareas del historiador, su condición de documentación historiográfica. El tema se aborda en cuatro estupendos ensayos, uno sobre foto y cine en la guerra civil española, otro sobre el cine en la documentación del Holocausto, un tercero sobre las películas que rodaron los soldados cineastas amateurs franceses durante la guerra de Argelia y el último sobre cuatro películas independientes rodadas por autores "incrustados" en las tropas estadounidenses durante la última guerra del Irak. El número incluye otros artículos de los que también comentaré alguno.

Rafael R. Tranche, (Una nueva mirada: aspectos técnicos y estilísticos de la fotografía y el cine documental durante la Guerra Civil española) sostiene que es en la guerra civil española cuando cabe datar el origen del fotoperiodismo, como puede probarse estudiando el modo en que los adelantos técnicos de la fotografía influyeron en esta materia. En la contienda los medios técnicos eran muy limitados así como la difusión de las obras y aunque había ya cine sonoro apenas se empleó por las dificultades de registro del sonido. Las actividades más frecuentes fueron los noticiarios (p. 83). Lo más característico de los reportajes es el cambio de la relación del fotógrafo con el tiempo del relato. El ejemplo más legendario, la famosa foto de Capa del miliciano abatido en Cerro Muriano (p. 90). Fueron muy importantes las innovaciones en cámaras que se hicieron portátiles (p. 91) y los avances en las emulsiones fotográficas (p. 94). Los noticiarios tienen un aspecto más estático y como más "après le coup", sobre todo en el bando de los sublevados que el autor llama "nacionales" ignoro por qué como no sea porque es el nombre que ellos se daban a sí mismos para no llamarse "insurrectos" (p. 101). Señala el autor en cambio el carácter distinto de los noticiarios que enviaron los dos corresponsales soviéticos, Roman Karmen y Boris Makasséiev entre agosto de 1936 y julio de 1937 con imágenes que se corresponden en tiempo y lugar con los acontecimientos referidos (p. 106).

Vicente Sánchez-Biosca (Sombras de guerra: las imágenes cinematográficas de la Shoah) es un muy interesente trabajo acerca de cómo ha ido cambiando la forma de dar razón cinematográfica del Holocausto. Primero fue lo que llama "la pedagogia del horror", los documentales que ordenaron hacer los ejércitos aliados que liberaron los campos de concentración y exterminio. Tenían tres finalidades, según el autor: a) culpabilización colectiva alemana; b) formulación jurídica de cargos; c) lo que llama la "bulimia" de la mirada, el suministro al consumo de los espectadores, cosa que ilustra con una cita de Susan Sontag (p. 117). Un segundo momento es el "film de montaje", a propósito de La última etapa, de Wanda Jubowska, en 1948 sobre Birkenau en Auschwitz y cuya traducción alemana se encargó a Paul Celan (p. 119). Tercero el que llama "vuelco de la memoria" a propósito del proceso de Eichmann en 1961, que fue como un Nuremberg judío (p. 120). El cuarto, el melodrama con la serie Holocausto (p. 123) y La lista de Schindler (p. 124) con su metarrelato. En quinto lugar, el testimonio y el documento con Shoah, de Claude Lanzmann, en 1985, cuyo tema no eran los campos sino la propia Endlösung. Termina con un film de Alain Jaubert que pasó sin pena ni gloria a causa del resplandor de Shoah, Auschwitz. L'album, la mémoire (p. 131).

Jean-Pierre Bertin-Maghit (Jean Pierre, Maurice, Pierre y los demás... Los soldados-cineastas amateurs en la guerra de Argelia) versa sobre la recuperación de los testimonios cinematográficos que dejaron los soldados que hicieron el servicio militar en Argelia entre 1954 y 1962 y que ponen de manifiesto la capacidad del cine para erigirse en lugar de la memoria (p. 133). Soldados-cineastas con cámaras de 8 mm que luego han depositado sus rollos en archivos en donde pueden consultarse (p. 135). No tienen nada que ver con la propaganda cinematográfica del ejército francés, el "arma psicológica" (p. 139), sino que son escenas de la vida cotidiana de los soldados (p. 141) pero que a veces nos conducen a la guerra (cadáveres en las calles, por ejemplo) porque es inevitable (p. 145). El autor ha hecho también un documental, Maurice, Claude, Laurent y los demás...Memorias de soldados (Argelia, 1954-1962), depositado en la INA como filmación de la memoria (p. 146).

Vicente J. Benet (Documentales sobre la ocupación de Irak: relato fílmico, mediación tecnológica y transmisión de la experiencia) hace una referencia a cómo se incorpora el material cinematográfico al método del historiador y dice que hay que atenerse a cinco puntos: 1) el material supone una mediación tecnológica; 2) se inserta en un marco discursivo (como muy bien se sabe en las teorías de los frames en las ciencias cognitivas); 3) tiene determinada articulación retórica y composición narrativa; 4) las condiciones de reproducción y acceso de las imagenes revelan su función social; 5) requieren una determinada valoración como documentos (pp. 150-152). Con esta quíntuple perspectiva examina el autor cuatro películas hechas por cineastas independientes incrustados en las tropas de los EEUU en la guerra del Irak entre 2003 y 2006: Gunner Palace, Occupation Dreamland, The War Tapes y Baghdad ER (p. 152). Sus conclusiones: 1) en la tecnología los filmes dan una percepción espectacularizada de la realidad; 2) en cuanto al patrón discursivo son documentales de guerra aunque desde los new media; 3) en cuanto a la retórica, las formas discursivas son poco dirigistas; 4) producción y acceso: son filmes independientes; 5) la valoración: tratan de dar una lectura emocional y empática de la posición de los soldados (pp. 166-167).

Como se decía, la revista trae otros artículos de los que los dos que me han parecido más interesantes han sido:

Denise Urcelay-Maragnès (Los voluntarios cubanos en la guerra civil española (1936-1939): la leyenda roja) que detecta una cantidad insólitamente alta de voluntarios cubanos en las Brigadas Internacionales que cuantifica en unos 1056, fuera de toda proporción con los de otros países antillanos y de América Latina en general (p. 41). En cuanto a las razones de este fenómeno propone las siguientes: la frustración de las esperanza después de la independencia y la derogación de la enmienda Platt, primero con la dictadura de Machado (1925-1933) y luego con la de Fulgencio Batista (1934-1959) con especial incidencia en la desilusión a raíz del episodio de Ramón Grau San Martín (1933-1934), esto es, la renuncia a la propia revolución y la salida para España (p. 45), conjuntamente con lo que la autora llama "la construcción de nuevas representaciones de España y los españoles" (p. 49) en lo que intervienen: una nueva formulación del panhispanismo, los flujos migratorios, el rechazo a la penetración estadounidense, la idealización de la nueva España en la guerra civil, con la idea de "las dos Españas" y la apelación a "la Raza" (p. 57).

Francisco Espinosa Maestre (Sobre la represión franquista en el País Vasco) quiere dar cuenta de la llamada "excepción vasca" en la represión franquista que ha estado oculta sobre todo en la historiografía nacionalista a base de rehuir las comparaciones con el resto de españa y de emplear hipérboles cuando se trata de cuantificar la represión en las tres provincias vascas que fue mucho menor que en otros lugares de España por que en Euskadi, como dice el autor "los golpistas aplicaron un baremo represor mucho menos riguroso que el que usaron con los demás" (p. 69) y que contradice el concepto de "doble represión" (p. 68). Para explicar el fenómeno acude a varias hipótesis acumulativas: complicidad de muchos sectores de la población con los sublevados y abundancia de personas que avalaban a los detenidos (p. 72), el acendrado catolicismo del País Vasco, con una iglesia católica que cumplió una función muy distinta a la que ejerció en el resto de España en donde animó y hasta colaboró con la represión. Por último, Franco necesitaba la industria del País Vasco y no podía permitirse exterminar la mano de obra calificada (p. 74).

diumenge, 15 de març del 2009

Quinientos euros.

Ya han aparecido. Ya están a la vista (es un decir) los símbolos mismos de la corrupción; los verdaderos iconos de los negocios fraudulentos, el lavado de dinero, la trata de esto y de lo otro; los testigos mudos de los tejemanejes de tramas corruptas con administraciones públicas venales, sobornables, prevaricadoras; los papeles que flotan sobre estafas y fraudes sin cuento; ya están en la prensa las pruebas de los pelotazos, el saqueo de las arcas públicas, el choriceo a mansalva, ya han aparecido... ¡los billetes de 500 euros!, los famosos Bin Ladens porque nadie los ha visto pero que, según dicen las autoridades monetarias europeas, circulan a mansalva por España hasta el fabuloso importe del sesenta por ciento del total de los impresos en la zona euro. Por favor, piénsese por un instante: el sesenta por ciento del total de billetes de 500 euros en una zona en la que figuran países como Alemania, Francia, Italia, Holanda, Bélgica, etc. No sé a los amables lectores pero a mí me da vueltas la cabeza.

Y resulta que parte de esa pastizara, según dice el sastrecillo valiente a El País, la manejaban con total soltura el bigotes y sus coleguis entre los que también habrá que contar al albondiguilla. Y ya irán saliendo más alias. Entre tanto el relato que hace el citado periódico el día de hoy en una crónica titulada Orange Market: asalto a la Generalitat pone la carne de gallina. Yo no sé si ante estos dos testimonios, el del sastre y la crónica las cosas pueden seguir como hasta la fecha ni un minuto más. Si el señor Camps, más conocido como Beau Brummel, puede seguir diciendo que él se paga sus trajes sin aportar prueba alguna; si el PP puede seguir arropando a esta pandilla de presuntos mangantes que, de ser cierto lo que cuenta el periódico, llevan años parasitando a la Comunidad Autónoma Valenciana, enchufando a sus amigos y parientes en donde les da la gana, defraudando a las arcas públicas cantidades millonarias.

Y cuando digo que no lo sé es que realmente no lo sé. Por otro lado se me alcanza que el PP muy probablemente tiene atorados los mecanismos de reacción dado que tampoco saben sus dirigentes -especialmente el infeliz señor Rajoy que parece tener que administrar una herencia verdaderamente apestosa- hasta dónde está implicada en la trama delictiva su estructura nacional; qué sabe y qué no sabe el señor Bárcenas, tesorero del partido.

A propósito y dado que el momento feliz de prosperidad de la trama del señor de la gomina fueron los tiempos del segundo Gobierno del señor Aznar, ¿es muy disparatado pensar que su decisión de abandonar el poder a los ocho años quizá tenga alguna relación con lo que pudiera saber sobre los negocios de la trama y sus aledaños, los clubes, clanes, peñas y otras formas de organización? Al fin y al cabo, cuando el señor Rajoy decide cortar las relaciones entre el PP nacional y la trama en 2004, recién llegado a la Presidencia, las turbias actividades de aquella ya eran de dominio común en el partido.

Así que volviendo a mi razonamiento: si lo que se relata en esa abrumadora pieza periodística de El País es cierto, ¿no está la Comunidad Valenciana en una situación de emergencia que autorizaría que quizá las Cortes tomaran una decisión excepcional? ¿No sería cuestión de que el señor Camps dimitiera a toda mecha y se nombrara una comisión gestora interina?

Dicho sea de paso, dado el cariz que está tomando el asunto de los espías madrileños, yo haría lo mismo con la Mata Hari del Avapiés.

(La imagen es una foto de Guesus, bajo licencia de Creative Commons).