Ayer, Sánchez ofreció la última rueda de prensa del gobierno compareciendo en persona para hacer balance de sus dos meses de actividad. No ha esperado a los cien días de rigor y ha hecho bien porque sus adversarios tampoco esperaron y comenzaron a atacarle a los cien minutos. Y, lo dicho, balance. Los periodistas lo transmitieron, pero nadie allí ni fuera de allí tomó la palabra para replicar a las declaraciones del compareciente.
Por eso, Palinuro, constituyéndose en imaginaria oposición ha tomado sobre sí la tarea de responder al presidente punto por punto, con ánimo constructivo.
Generalidades filosóficas. Sánchez insiste en que ofrece diálogo dentro del respeto a la ley. Diálogo y ley. Algunos lo llaman avance frente al corrupto gobierno anterior que ofrecía palos y ley. Los dos coinciden en la ley. La ley. La omnipresencia de la ley. Es su escudo: lo que la ley diga. ¿Y si no dice nada? Recuerden ambos estadistas a Hobbes: la mayor libertad de las personas depende del silencio de la ley. Profunda sabiduría, desde luego. “Bueno, bueno” –razonan los nacionalistas españoles- “será muy profunda, pero la ley no está en silencio, sino que dice taxativamente que no”. Tal cosa es opinable, desde luego, pero, además, por muy claramente que la ley diga algo, otra ley puede silenciarla. La ley es una cuestión política de voluntad del legislador. Sánchez tiene que saberlo porque el resto de la rueda de prensa es una orgía de cambios legislativos. Hasta al dictador, pilar de la legitimidad de este divertido régimen, van a cambiarle el lugar de su eterno reposo.
Catalunya en primer lloc. Primer problema de Estado. ¿Recuerda alguien al majadero de M. Rajoy diciendo en 2012 que la Diada era una algarabía? Calcúlese el nivel mental del personaje cuando su sustituto dice que lo que él llama “problema catalán” no se resolverá en una semana, ni en un mes, ni en un año, ni en dos. Suena a vendedor de crecepelo pero es cruelmente cierto. El “problema catalán” no se resolverá nunca porque no existe. Es el problema español y ese seguirá durante mucho tiempo aunque Catalunya se vaya y se agravará precisamente al irse. Que los gobernantes no entiendan algo tan elemental es muy preocupante y más preocupante es que lo entiendan pero hagan como si no lo entendieran.
Va a renunciar a la vía judicial, día Sánchez, cosa que El País celebra con ciertos resquemores, pero fiado en la promesa del presidente de resolver el “problema” políticamente. Pero no es verdad porque su gobierno ya ha recurrido ante el Tribunal Constitucional la decisión del Parlament de seguir a la independencia. Aunque el TC no sea propiamente poder judicial lo es más que la cámara de comercio. Y, aunque sea cierto, no es elegante venderlo como una concesión cuando es una obligación de juego limpio: solo en igualdad de condiciones tiene una negociación verdadero valor. Otra cosa sería una imposición.
El rey como arma de provocación. Asistirá a la ceremonia del aniversario del atentado del 17 de agosto de 2017. Esto es imposición y una doble provocación. La primera: el rey no es bienquisto en Catalunya por decisión del govern de la Generalitat, al menos de la parte que lo apoya. ¿No quieren rey? Pues van a tenerlo acompañado de su paladín, Pedro I Sánchez el esforzado. La segunda provocación: el atentado en sí mismo tiene aristas venenosas. Hoy están procesados o presos quienes combatieron y vencieron a los terroristas mientras que quienes celebran el aniversario son los que han impedido una comisión de investigación en el Congreso sobre ese mismo atentado. ¿Qué espera Sánchez de esa provocación? ¿Intensificar el conflicto?
Propuesta incomprensible para Catalunya. Vuelve la “cuestión catalana”. La "algarabía", ya saben. El presidente celebra la reunión de la comisión bilateral Estado/Catalunya, vacante hace siete años, y niega que haya sido un fracaso por el hecho sin importancia de que no hay acuerdo en las dos cuestiones esenciales para los indepes: las presas políticas y la autodeterminación. En septiembre volverán las fructíferas reuniones de financiación y similares. Estaría bueno. La comisión bilateral es un fracaso mientras no haya una propuesta política de fondo que atienda a la innegable crisis constitucional española.
El caso es que Sánchez dice tenerla. Y la formula. Y no se le entiende nada porque reproduce la que formulaba la ministra Batet hace unos días y también era ininteligible. Aunque la del presidente asoma algo más la oreja y se la van a poner colorada. Dice Sánchez dos cosas: a) sin duda la “cuestión catalana” tendrá que arreglarse votando en Catalunya. Solo por eso, las legiones imperiales querrán fusilarlo. Para protegerse añade la segunda parte: b) votando una amplia propuesta política sostenida por el 80% del electorado. Pero eso, ¿qué quiere decir? ¿Que solo se presentará a votación una propuesta que tenga (y si tiene) asegurado el 80% del voto? Y tal cosa, ¿cómo se sabe antes de la votación? ¿Con sondeos? ¿O quiere decir que solo ganará la opción que obtenga el 80% de los votos? Y, en tal caso, ¿por qué no la unanimidad? La realidad es que no tienen forma de negar que la opción más limpia, rápida y democrática es un referéndum pactado en el que una opción sea la república independiente y la otra (u otras) la(s) que se quieran. Cuanto antes se plantee esta situación, mejor para todos. Y con los presos políticos en libertad y sin cargos. Compensados/as, por supuesto, por la injusticia que se ha cometido con ellos y ellas. Y exigiendo responsabilidades a los jueces que con su ideológica interpretación de la ley han destruido la reputación de la justicia española.
Casado y la sombra del PP. O quizá mejor al revés: el PP y la sombra, la mala sombra (que diría Juan de Mairena), de Casado. Sánchez se ha reunido con él y le ha prometido que, si ha de procederse por la dialogante vía del 155, se hará. El 155 y lo que sea necesario. Solo pide a cambio lealtad al gobierno, lo que a decirle al gorrino que vuele como un águila.
Elecciones que no dependen de él. ¿Elecciones? Cuando toque, al final del mandato. Hombre, hombre, si acaban de llegar (por cierto, como el triunfo del César: 30% del voto fervoroso del pueblo en la cocina del CIS) y aún no han acabado de colocar a todos los amigos propios y de Podemos, que lleva su cuota. Propósito: seguir trabajando para hacer más feliz la vida a los españoles (catalanes incluidos, vaya, que no nos duelen prendas), devolverles su Estado del bienestar en la medida en que consiga sacar adelante sus proyectos con 85 diputados. Su voluntad es agotar la legislatura pero puede verse obligado a elecciones anticipadas por bloqueo parlamentario en forma de tenaza. En resumen, las elecciones no dependen del gobierno.
Franco, Franco, Franco, el muerto vivo. Franco causará baja en el eterno servicio a los luceros, dice el presidente, pero será en su momento, cuando se cumplimenten los últimos y misteriosos trámites. El gobierno va siempre en descuento. Franco estaba ya desahuciado y ahora viene a dónde llevamos los despojos de José Antonio, el Ausente que, de pronto, se ha hecho presente. Y, luego, qué hacer con ese adefesio en Cuelgamuros, ese insulto a la naturaleza, esa ridícula cruz, atentado contra el buen gusto.
El extranjero. O la crónica que he leído lo omitía o yo no he sabido encontrarlo, pero creo que Sánchez no ha mencionado el extranjero en su comparecencia, como si España estuviera sola en el mundo. De la inmigración no ha hablado, ni del cambio climático, ni del conflicto del taxi, ni de las huelgas de transporte o sea de nada de eso a lo que llaman "los problemas reales de la gente". Y, sí, nada del extranjero. Hasta que he caído en la cuenta de que, para Sánchez, el extranjero es diu Catalunya.
Pasi-ho bé i tingui bon estiu.