¿En dónde empieza y en dónde acaba la responsabilidad de los gestores políticos? Quienes pusieron en marcha la burbuja inmobiliaria de los noventa, el PP, y quienes luego, pudiendo, no la desinflaron, el PSOE, son responsables de esta tragedia nacional que, por ahora, se condensa en tres puntos: 400.000 desahucios ejecutados en cuatro años; tres muertes por suicidio; 100.000 desahucios más pendientes.¿Cuántos suicidios más?
Es cierto que casi todos los desahuciados firmaron hipotecas a las que luego no podrían hacer frente y que, en estricta aplicación de la ley (por lo demás dickensianamente injusta) son los únicos responsables de lo que les sucede. Verdad es asimismo que, en los años dulces de bajos intereses y cuasi pleno empleo, los bancos sedujeron a todo el mundo, incluso personas ya entonces insolventes, para que se entramparan y que esa seducción es normalmente muy difícil de resistir. Y también lo es que los bancos nos metieron a todos en esta crisis bestial por su infinita codicia. Pero es verdad, al final, el único responsable de lo que te sucede con un crédito eres tú por haberlo tomado. Tiene razón, por tanto María Antonia Trujillo, exministra del PSOE al decir que las deudas hay que pagarlas y "no haberse endeudado". Tiene razón, pero no tiene sensibilidad ni entrañas. ¿Y esta mujer fue ministra del PSOE? Claro, así está el PSOE.
Porque hay más asuntos en el tintero: las prácticas impropias, sucias, ilegales, estafadoras de los bancos provocaron la crisis actual. Esta crisis se llevó por delante millones de empleos, trajo la ruina general y el endeudamiento que nos ahoga y cercenó las posibilidades de que cientos de miles de hipotecados pudieran hacer frente a los pagos mensuales al quedarse sin trabajo. Así que la responsabilidad no es enteramente suya, pues no controlaban los mecanismos de política económica.
La responsabilidad primera fue de los bancos por sus prácticas fraudulentas; esos mismos bancos que ahora chupan dineros públicos sin tasa que podían aliviar la situación de los más desfavorecidos y a los que, sin embargo, desahucian solo para agravar los problemas de todos, empezando por los de ellos mismos.
Pero, sobre todo, la responsabilidad es de los políticos que, pudiendo legislar para que nada de esto sucediera, no lo hicieron y siguen sin hacerlo porque no gobiernan para la gente sino para los bancos. Todos. Los del PSOE también, como se ha visto hasta la fecha. Son sus deudores, les deben mucho dinero, reciben trato de favor, tienen privilegios, corruptelas, participación directa o indirecta en las estafas bancarias (solo el ejemplo de Bankia dará para un curso monográfico) y la gente, que se busque la vida como le recomienda esa exministra socialista, Trujillo a quien Palinuro desea que jamás se encuentre en una situación como la que con tanta carencia de piedad y de sentimiento socialista juzga.
Así las cosas, ¿cuánto tardará en estallar la indignación popular y en llevarse todo por delante de forma que sean los ricos los que salten por las ventanas o los hagan saltar como ellos hacen hoy con los pobres?
¡Ah, la Hispanidad! En este año de gracia de 2012, España ha celebrado sus mayores efémerides, la que le da el ser como nación, el 12 de octubre de 1492, y la que dota de conciencia a ese ser el 19 de marzo de 1812, la Pepa. La primera fiesta ha ido desmejorando con el tiempo. Fue en su momento Día de la Raza, nada menos (aún lo es en alguna nación hermana, tengo entendido), pasó luego a Día de la Hispanidad y ha terminado siendo Día de la Fiesta Nacional de España. El segundo centenario de La Pepa ha encendido mucho los ánimos patrióticos, excepto en las sempiternas zonas irredentas de Vasconia y Cataluña. Aprovechando el fervor nacional español y contra mucho pronóstico en contra, este finde se celebra la XXII Cumbre de la Comunidad Hispanoamericana de Naciones, ese enteco remedo de la Commonwealth británica.Y se celebra en Cádiz. Naturalmente. La cuna de la conciencia nacional española. En un clima de sobresaltos y múltiples desencuentros. Faltan la Argentina, Venezuela, Paraguay, Uruguay por lo menos. Y a los que vienen, prácticamente ha habido que traerlos por la solapa. El Rey comprometió a la brasileña y al chileno; los príncipes anduvieron por Panamá y el Ecuador y hasta la Reina tuvo el tronío de presentarse en Bolivia, of all the places in the world. El País da cumplida y ditirámbica cuenta de ello, El Rey se ha movilizado para intentar garantizar el éxito del cónclave.
Esta Comunidad es un languideciente intento de España de alzarse con un liderazgo hispánico que no puede sustentar en nada sólido. Y tiene un anecdotario a tono con su condición, siendo el momento más célebre el ¿Por qué no te callas? del Borbón al compañero Hugo Chávez. Entre otras melancólicas decisiones que esta XXII Cumbre ha de tomar está la de dotarse de carácter bienal, como el festival de Cannes, pero muchos menos focos. Esa decisión es el RIP del invento.
Así que, en evitación de este siniestro vaticinio, un Foro de la Comunicación se ha reunido en Jerez de la Frontera ("allí donde te llamas Domeq o eres caballo o no eres nada") para recuperar el nervio español, enarbolar la bandera de la Hispanidad, de la Raza; perdón, de la Lengua. Para decir a los compas de Cádiz lo que hay que hacer. Estaban, entre otros, el presidente de EFE, Vera, el de RTVE, López-Echenique (la misma RTVE anima a incrustrar el vídeo en las webs), el de Prisa, Cebrián y el ministro de Exteriores, García-Margallo un verdadero, potente lobby en favor ¿de qué?
¿De la lengua y la cultura españolas? No. De la empresa. El tal foro de la comunicación es un invento empresarial, al menos este. Y su finalidad es hacer negocios o, como dicen los negociantes, estudiar las oportunidades. Lo que sucede es que la materia prima con la que estos prohombres quieren hacer negocios es... la lengua común.
Llegados aquí, se les enciende el estro patriótico y empiezan a desbarrar. Sobre todo García Margallo, tan aficionado a las teóricas. Hay que ver qué cantidad de disparates puede decir alguien. Según el ministro, el español es la segunda lengua del mundo. No sé qué ni cómo cuenta este hombre pero el chino, el árabe y el inglés van muy, muy por delante. Salvo que quiera decir que es la segunda por sus valores intrínsecos, en cuyo caso no veo por qué no nos pedimos primer. Dice asimismo el ministro que los estudiantes de español son el doble de los de las demás lenguas. Asombroso para dicho por alguien de un país que aspira a tener la enseñanza bilingüe, inglés/español. Asombroso.
Pero el que mejor ha estado ha sido Cebrián. Por no quedarse detrás de Margallo y dar un toque empírico, cuantitativo, indubitable a sus propósitos, habla de 650 millones de hispanohablantes que no sé de dónde le salen. Según los últimos censos, la población de la América hispana y España es de casi 424 millones. Aunque sumemos los guineanos, los saharauis, y los hispanos de los EEUU no llegamos a 460. Supongo que Cebrián no contará a los filipinos, que saben tanto español como yo tagalo.
Pero lo bueno de la intervención de Cebrián ha estado en otros puntos, en una especie de furor declarativo que padece, como si estuviera indignado consigo mismo, su profesión, su vida que lo lleva a vaticinar una y otra vez el hundimiento de la casa Usher de la prensa de papel, cada vez en tonos más mesiánicos, apocalíticos, ridículos. La prensa de papel se hunde como si fuera de plomo y con ella, cómo no, el periódico que estaba y está bajo su responsabilidad. Cada vez que habla Cebrián, el del millón de euros al mes, es como si doblaran las campanas para aquellos periodistas que se han salvado del último ERE. En mi opinión, este hombre ha perdido el oremus, víctima de su codicia.
En fin, todos han coincidido en lamentar la desidia hispánica a la hora de aprovechar esa mina, esa fuente de riqueza que es la lengua común. Han utilizado el verbo aprovechar. ¿Ven lo que se decía al principio? Estas buenas gentes no tienen una sola idea acerca de la lengua y la cultura españolas/hispánicas que no sea estrictamente mercantil. Pero quieren servir de inspiración y acicate a los asistentes a la XXII Cumbre. Y por eso proponen crear un instituto nuevo, dotarlo de una presidencia y dársela a algún figurón. Una idea tan original como factible. Un Supercervantes. Un ente cuyo primer problema, seguro, sería el nombre.
Y Cebrián ha ido más allá y, a propósito de no sé qué, ha dejado dicho que, en materia de comunicación, "este Gobierno ha sido más neutral y hay que reconocerlo. Es una nueva posición absolutamente democrática",. Obvio. Quiere decir que no apoya a la competencia porque el ABC, La Razón y El Mundo no son su competencia. Pero ¿puede alguien honradamente llamar "neutral" a un gobierno que ha entrado a saco en los medios audivisuales, ha cambiado la Ley de RTVE para imponer a su hombre en la presidencia, ha purgado todas las redacciones de desafectos, supuestos desafectos y tibios y ha dejado la TVE1 a la altura de Telemadrid?
Ahora se entiende aquel famoso artículo de Cebrián del 18 de julio de 2011, tratando altivamente de botarate a Zapatero y exigiéndole adelantar las elecciones, cosa que el otro hizo ovinamente, en el mayor de los muchos errores que cometió en su segundo mandato. Las elecciones anticipadas eran el objetivo esencial del PP y, con su artículo, Cebrián venía a demostrar su opción por él. Supongo que es algo que se da de modo natural cuando uno se asigna un pellizco de un millón de euros al mes en una empresa a la que ha conducido prácticamente a la ruina.
La jornada de HG culminó con manifestaciones multitudinarias en muchas ciudades españolas que han permitido visualizar mejor el grado de oposición e indignación suscitado por la política injusta, clasista e inhumana del gobierno. En bastantes lugares se dice que son las más concurridas que se hayan visto. No obstante, Cifuentes, la gobernadora de Madrid, calcula la asistencia en la capital en 35.000 personas. De la falsedad de esta afirmación puede hacerse una idea cualquiera (incluida Cifuentes) que eche una ojeada a esta magnífica foto de Álvaro García en El País, que ha corrido por la red mundial como la pólvora. 35.000 hubo en Santander y en Valladolid. En Madrid, diez veces más.
Ese intento absurdo del gobierno por negar los hechos a la vista de todos prueba el nerviosismo de las autoridades por el aumento de la oposición y la resistencia populares a sus políticas. Un miedo que lo ha llevado a pedir y lograr una improvisada comparecencia del comisario europeo competente en la materia, Olli Rehn, a decir que no se pedirán más ajustes a España. Confía el gobierno en que los españoles otorguen más crédito a Rehn del que le conceden a él. Pero es inútil. Todos saben que Rehn miente tanto como Rajoy. Que se lo pregunten a los griegos.
En la calle, las órdenes de la policía han sido similares: a palos con los manifestantes al menor pretexto y hasta sin pretexto. Hay que escarmentar a la díscola población autóctona y mostrar a los alemanes que se está dispuesto a hacer lo que sea por cumplir sus órdenes. Así que la represión se ha extremado. La odiosa práctica de enviar agentes provocadores ("infiltrados" los llaman cuando son delincuentes de hecho) se ha generalizado en Madrid y en Barcelona. En la ciudad condal, la actuación de los Mossos ha sido especialmente brutal, con pelotas de goma a voleo y agresiones a menores de edad. Seguramente la Generalitat quiere demostrar a sus votantes que sabrá machacar a la población en una Cataluña independiente y que Madrid no ostenta el monopolio de la barbarie.
Aunque lucha con denuedo por mantenerlo. En la capital se habían preparado para los peores supuestos, como se prueba por la ostentosa presencia de policía montada frente a las Cortes. Fue tanto el hostigamiento y tanta la agresividad de las llamadas fuerzas del orden que, al final de la jornada, en Atocha y Santa María de la Cabeza se pasó a mayores con barricadas incendiadas y sedes de bancos reventadas.
Así que, a tono con las declaraciones de la directora general de la policía, Díaz, el gobierno considera "normal" una jornada de huelga general que ha paralizado buena parte del país, ha sacado a cientos de miles de ciudadan@s a las calles y ha dejado un reguero de detenid@s, herid@s y destrozos urbanos de consideración. El día en que el gobierno considere que la situación es "anormal" será preciso guarecerse en los refugios.
Esa costumbre de informar sobre la realidad negándola es la práctica de una actitud consistente en gobernar de acuerdo con una doctrina, la neoliberal, y como agente y brazo ejecutor de decisiones que se toman en otras latitudes. De ahí que Rajoy haya dicho ya que mantendrá el rumbo y no habrá cambios. Los sindicatos siguen pidiendo un referéndum, pero esa no es una actitud muy inteligente. En primer lugar es muy difícil hacer un referéndum sobre algo tan complejo como una política económica ("los ajustes") en su conjunto y, por tanto, sería en realidad un plebiscito sobre Rajoy, lo cual no nos llevaría muy lejos. En segundo lugar, en caso de ser factible, el referéndum no resolvería nada pues no revelaría alternativa alguna a las políticas que se condenaran. Salvo que sirviera para convocar elecciones anticipadas. Pero, en ese supuesto, ¿por qué no empezar por ahí y pedirlas? Razones sobran: Rajoy ha tomado medidas que nada tienen que ver con el programa con que ganó las elecciones. Fue, por tanto, una victoria fraudulenta que deslegitima al gobierno. En tercer y último lugar, las movilizaciones sociales son el único lenguaje que entiende este gobierno, cuya política parlamentaria es inexistente y coinciden con un derecho de la ciudadanía, el de manifestación. Así que eso es lo conveniente: mantener la protesta extraparlamentaria siempre dentro de los límites de la no violencia y, si acaso, la desobediencia civil que es, por definición, pacífica. Para forzar al gobierno a negociar. Igual que ya lo hace con los empresarios, con los banqueros, la iglesia y las instituciones financieras internacionales, que lo haga con la oposición parlamentaria en primer lugar, con los sindicatos y con la extraparlamentaria en segundo, incluida la comunidad de internautas, coordinada en las redes sociales.
Eso sería lo democrático en lugar de este trágala neoliberal y nacional-católico impuesto a palos en las calles.
Esta huelga general ha sido un exitazo por dos razones:
a) si, con todo lo que está pasando, con cerca de seis millones de parados, más millones de trabajadores precarios, desprotección absoluta de los empleados, carencia de derechos, prepotencia del poder, violencia represiva cuasifascista de las autoridades de orden público, amenazas sin parar de los gobernantes, empleo de agentes provocadores o sea, de delincuentes, para criminalizar a la oposición, chantaje, cerrada campaña de mentiras e insultos de los propagandistas a sueldo (altísimo) de los gobernantes; si, con todos los factores en contra, ha habido huelga -y qué huelga- el triunfo ha sido total.
b) Objetivamente hablando la jornada ha sido una de absoluta disrupción de la vida cotidiana del país: todos los puertos de mar, cerrados; la industria, parada; los europuertos, a menos del 50% (700 vuelos cancelados en el de Barajas), el comercio a medio gas, cortes de tráfico en todas las capitales importantes de España, cargas policiales abusivas (bien claro ha quedado cómo los policías defienden los intereses del patrón, no de la gente), docenas de herid@s, detenid@s, etc., grandes centros de distribución (mercamadrid, mercamálaga, mercabarcelona, etc) cerrados a con alteraciones, disturbios en las cocheras de las grandes ciudades, grandes almacenes y bancos, blindados. Todo ello quiere decir que la huelga ha sido un éxito.
Cuando, frente a todo esto, el gobierno afirma que la situación es de normalidad hace lo único que sabe hacer: mentir y tomarnos a todos por idiotas, como lo es él. Trata de disimular esta mentira visible para quien se dé una vuelta por las calles de cualquier ciudad de España, falsificando datos y haciendo todo tipo de trampas. Por ejemplo, todos los organismos públicos, ayuntamientos, etc, han mantenido encendido el alumbrado público a plena luz del día con el fin de falsear los datos del consumo eléctrico, despilfarrando el dinero público en provecho propio. Es deir, robando, como hacen siempre. Eso es lo único que este gobierno hace bien: mentir, engañar, falsificar la realidad. A ello le ayuda la tropa de propagandistas a sueldo (muchos chupando del erario público o pura mamandurria de las que Aguirre reparte entre sus client@s si son fieles, aunque no tengan el graduado escolar) encargados de atacar la huelga y seguir mintiendo sobre ella, sus perr@s mediátic@s.
Ese monumento a la mentira y la ineptitud que es Rajoy ya ha hecho saber que no piensa variar un ápice su desatentada política y el amigo De Guindos ha dicho la habitual sinsorgada del gobernante tiránico: mi política es la única posible. Con todo, está claro que dos huelgas generales en un año han dejado tocado del ala al registrador de la propiedad y que la guerra interna en su partido para tratar de sustituirlo por alguien que sepa lo que hace antes de que el país se hunda del todo ha comenzado.
Ahora estamos en las manifas porque la cosa no ha terminado todavía. Seguiremos hablando.
Tod@s: l@s trabajador@s, las mujeres, l@s estudiantes, l@s homosexuales, l@s inmigrantes, l@s funcionari@s, l@s am@s de casa, l@s policías, l@s profesore@, l@s bomber@s, l@s militares, l@s autónom@s, l@s artistas, l@s curas, l@s campesin@s, l@s médic@s, l@s enferm@s, l@s diputad@s, todos. Que no quede nadie. Que nadie vaya a trabajar. Somos el 99% y hay que parar el país. Que nadie compre nada, ni consuma.
Contra un gobierno enemigo de la gente, contra los recortes, el robo, la corrupción, el caciquismo, la prepotencia, la represión, la chulería, el enchufismo, la negación de derechos, la opresión, la estafa, el despotismo, el autoritarismo, la pedantería, el beaterío, el autoritarismo, la demagogia, la mentira, el machismo, la homofobia, la xenofobia, la ineptitud, los privilegios, el clasismo, el centralismo, el abuso, las privatizaciones.
Por nuestros derechos y los de nuestros hijos, por la justicia social, el empleo digno, el derecho al trabajo, a la educación, a la sanidad, a la vivienda, por la igualdad de trato y salario, por los cuidados a los dependientes, por la libertad de las mujeres para decidir, la libertad de los pueblos para autodeterminarse, por el derecho a una vejez tranquila, el derecho a la pensión, por el derecho de sindicación, la libertad de cátedra, la libertad de expresión, el derecho a la información, el control de los poderes públicos, por la solidaridad, la libertad de circulación , la dignidad de los seres humanos, la separación de la iglesia y el Estado.
La recién comenzada campaña electoral catalana gira en torno a dos puntos: la crisis y el nacionalismo catalán convertido al independentismo.
Entre los dos se ha colado la huelga general de mañana que tiene los ánimos bastante caldeados pero que es un hecho transitorio. El día 15 se hará recuento (diametralmente opuesto el del gobierno al de los sindicatos) y se plantearán unas medidas. Y, enseguida, de vuelta a las elecciones catalanas.
La crisis. Una de las acusaciones más frecuentes a los gobiernos español y catalán es que se han encrespado en el corral a cuenta de la independencia para ocultar ambos sus nefastas políticas de recortes, reducciones, cierres. Quizá sí. Pero no les sale. La crisis está presente en primerísimo plano a través del problema de los desahucios que son consecuencia directa de aquella. Es decir, no se habla de crisis ni se blanden términos casi extraterrestres, como prima de riesgo. Se habla -y se oye, se ve, se palpa- el drama humano concreto, en tu escalera, en tu acera, en tu barrio, en tu ciudad, familias enteras a la calle con sus enseres y sin tener a dónde ir. Es la crisis, pero la crisis en su rostro humano, de impacto directo, con suicidios. Algo que ha obligado a los dos partidos mayoritarios a hacer como que hacen algo. Obliga a la acción. Por fortuna parece que son los bancos quienes han acordado la moratoria que los señores legisladores no han tenido en valor de imponerles. Lo cual recuerda el espectáculo de los ricos pidiendo que les suban los impuestos. Una vergüenza.
Pero, además de mover a la acción, esta prueba tener un aspecto teórico que debe subrayarse. El fracaso rotundo de la ideología neoliberal. Dejado el sistema, el mercado, a sí mismo, lleva a la injusticia, a la miseria y, probablemente, a un estallido social, como el que se apunta en un país en donde el sindicato de policía ya dice a sus afiliados que no ejecuten los desahucios y vecino a otro, Portugal, en donde los militares avisan al gobierno de que no cuente con ellos para reprimir al pueblo. ¡Hasta los bancos comprenden que hay que intervenir en el mercado antes de que todo se vaya al garete! El integrismo neoliberal debiera reflexionar sobre esta cuestión en lugar de seguir arrimando la tea a la yesca.
Independentismo. Pues claro que Mas está obligado a envolverse en la cuatribarrada y a sacar a su pueblo del yugo hispánico. Ha olido que es lo que va a darle más votos. Un debate sobre su gestión en política económica no le sería beneficioso y el hombre se presenta a ganar las elecciones, no a perderlas. La invocación a la nación tiene siempre algo profundo, casi telúrico, muy simbólico y tiende a hacer tabla rasa de las otras diferencias que separan a las gentes en ricos y pobres, creyentes y no creyentes, de izquierdas y de derechas. !Catalans -diría el Marqués de Sade- encore un effort si vous voulez être républicains!. Aunque me temo que, si los catalanes se sacuden la Corona, la sombra del altar seguirá siendo muy larga. En todo caso, Mas tiene que aunar los tonos mesiánicos con el posibilismo más práctico y ramplón. Que no lo acusen solo de loco incendiario. Además, piénsese bien, los trémolos nacionalistas del president estarán justificados tanto si gana, para exigir lo más como si pierde, para exigir lo menos. Pero siempre para exigir. Se acabó el tiempo de la Cataluña dócil.
Los nacionalistas españoles, el PP y el PSOE coinciden en tirar contra Mas por inoportuno, boicoteador, iluso, visionario, Moisés, caudillo, hipernacionalista y qué sé yo. Van al ataque frontal, entran al trapo, exactamente lo que Mas quiere para presentarse como el San Sebastián que recibe los flechazos con que las huestes castellanas pretenden sojuzgar el orgulloso principado. Ninguno de los dos habla de autodeterminación. No parecen haber escuchado siquiera el término. Si acaso se especula con que un hipotético referéndum sería referido al Tribunal Constitucional y aquí paz y después gloria.
Por fortuna en Cataluña está el PSC que, con bastante más juicio que la dirección federal, quiere ser el puente de unión entre los dos nacionalismos. Postula el referéndum de autodeterminación y (es de suponer) respetará su resultado, pero se declara partidario del mantenimiento de España. Esa es exactamente la posición de Palinuro que es un nacionalista español demócrata pues reconoce el derecho de autodeterminación de las demás naciones, pero aboga decididamente por el mantenimiento de la nación española en su actual configuración. Palinuro entiende que es mejor pertenecer a una nación a la que todos sus componentes son leales que a una que obliga a otras naciones a aceptar su dominio.
Una actitud tan abierta, moderada y sensata debiera garantizar un fuerte apoyo electoral al PSC. Pero las cosas son como son y se le pronostica poco menos que el hundimiento. Parece como si se diera una polarización social, bloque catalanista contra bloque españolista. A esta situación de enfrentamiento se llega gracias a las actitudes intransigentes de la derecha española que suele llevar en el furgón de cola al PSOE, temeroso de enemistarse al electorado españolista. Esta hostilidad provoca la natural reacción defensiva de cerrar filas en torno al portaseñera. Si se quiere un ejemplo de lo mal que se pueden hacer las cosas, tómese el reciente propósito del ministro de Cultura de españolizar a los niños catalanes y mírese con ojos catalanes leales a España: Ostis, tú, que dice el ministro que no somos españoles. ¿Pues qué somos?
Casi seguro la huelga general del 14N será un éxito porque las circunstancias generales del país empujan a ello. Son los recortes, los desahucios, las estafas, los suicidios, las huelgas de hambre, la corrupción, los privilegios, las privatizaciones, los expolios, las malversaciones, los embustes, la demagogia, la codicia, el cinismo, el enchufismo, el caciquismo, la arrogancia, la corrupción, la represión, etc los que han cebado esta situación explosiva. Es un gobierno que lleva un año imponiendo medidas de ajuste que producen los efectos contrarios a los supuestamente pretendidos. Un año incumpliendo sistemáticamente su programa electoral y gobernando de espaldas al Parlamento por el que Rajoy prácticamente no se deja ver y en el que actúa como una apisonadora la mayoría absoluta del PP.
Todo eso explica por qué esta huelga parece contar con un apoyo masivo, mucho mayor del que tuvieron las anteriores. Sin duda por esto también han comenzado a batir el cobre en el otro lado de la trinchera, atacando la huelga. Juan Rosell, el jefe de la CEOE, considera que la huelga "política" del 14N es una barbaridad. A Rosell la inquina a la huelga le viene de atrás. Con motivo de la reforma laboral de Rajoy pedia completar la faena regulando el derecho de huelga. Regular, ya se sabe, como modular en la terminología de la gobernadora Cifuentes, esto es, restringiendo el derecho o suprimiéndolo. Y lo que más parece molestar a Rosell es su carácter político. A ese dato se aferra Esperanza Aguirre para sostener en su blog que la huelga general debiera estar prohibida, al hecho de que sea una huelga política. No deja de tener gracia que una política considere que el que algo sea político lo hace ilegal.
Argumenta Aguirre, con lógica aplastante que, al no haberse dado cumplimiento al mandato constitucional de regular por ley el derecho de huelga, sigue en vigor el Decreto-ley de 4 de marzo de 1977 que lo contempla y que en su primer párrafo declara ilegal la huelga cuando se inicie o sostenga por motivos políticos o con cualquier otra finalidad ajena al interés profesional de los trabajadores afectados. Lo cual está muy bien. Pero olvida Aguirre que la Constitución trae una clásula derogatoria que deja sin efecto toda norma anterior que se oponga a lo que ella (la Constitución, no Aguirre) disponga, por lo cual, ese Decreto-ley no es de aplicación y el derecho de huelga -reconocido en la Constitución- se ejerce en un vacío legal.
El adjetivo política no tiene por qué suponer un falseamiento de una relación laboral. Cabe debatir sobre el alcance del término política aplicado a la huelga. Una visión estrecha califica de tal toda movilización que no tenga una causa inmediata de conflicto laboral concreto. Sin embargo, el carácter de general de la huelga desmiente este punto y ron razón. El gobierno actúa claramente en interés de la patronal y frente a los trabajadores, hasta tal punto que cabe aplicar al Estado la famosa definición marxista de que se trata del comité que gestiona los asuntos de la burguesía. Es el gobierno el que está menoscabando los derechos de los trabajadores, condenándolos al despido gratuito, eliminando la contratación colectiva. Lo hace en beneficio de los empresarios y en contra de los intereses de los trabajadores de forma que, cuando estos van a una huelga general y la hacen en contra del gobierno, están defendiendo clarísimamente sus condiciones laborales, sus intereses profesionales. La huelga será política pero no ilegal. Lo que es ilegal, es decir, anticonstitucional, es el Decreto-ley de 1977 que Aguirre quiere que se aplique con el fin de seguir acorralando a los trabajadores y, en el fondo, al conjunto de los asalariados.
La dirección de El País publica su versión de los hechos en un editorial pro domo sua, como es natural, titulado A nuestros lectores. Está llena de consideraciones mercantiles y bursátiles que apuntan a gestiones empresariales de los responsables. Otra porción importante del escrito se la lleva diversas consideraciones acerca de la muy democrática organización interna del periódico. La tercera exculpación consiste en invocar la similarmente penosa situación de otros afamados medios y sus medidas de supervivencia no menos dolorosas que las de El País. El resto son suposiciones acerca de las razones, más o menos inconfesables, que tengan quienes critican y hasta atacan las decisiones de la empresa en este conflicto. Aparecen la demagogia, la envidia, la vanidad, la frustración y hasta el libertarismo, ignoro si el antiguo o el moderno.
La explicación es muy insatisfactoria por razones obvias. Nadie duda de que, para sobrevivir, las empresas deban tomar a veces decisiones que implican sacrificios. Pero esas decisiones deben explicarse y acordarse; no imponerse. Recordar a continuación la estructura democrática de la adopción de decisiones en El País es mentar la soga en casa del ahorcado porque, además de que esa democracia interna es precisamente la seña de identidad del diario desde siempre, la invocación es para justicar un acto autoritario, un trágala. Y un trágala expuesto de muy malos modos, llamando viejuna a parte de la redacción y calificándola de dispendio. La referencia a la crisis general de los medios impresos es sumamente oportuna. ¿En cuántos de esos medios cobra el jefe un millón de euros al mes?
El escrito dice que las retribuciones del personal directivo pueden consultarse en internet. No se entiende, entonces, por qué no las comunican a la asamblea de la redacción. Este es el punto en cuestión: no que deban o no tomarse medidas sino qué medidas se toman y cómo y qué ejemplo dan quienes las toman. El País vivirá; al menos de momento. Es su espíritu el que ha muerto. Será un El País zombie, según la idea del propio Cebrián. Todos zombies, es verdad; pero unos zombies son ricos y otros, pobres.
Y de los desahucios, ¿qué? El suicidio de Amaia ha electrizado el país. Han sido necesarios 400.000 desalojos y un par de suicidios para que los políticos que votaron en contra de la dación en pago se hayan convertido en reformistas de urgencia a fin de poner coto a esta catástrofe. Pero han sido necesarios 400.000 casos y dos suicidios. El primero, al parecer, no fue suficiente. El segundo marca tendencia y, por fin, los legisladores se aprestan a la acción. Con mucho temor. Con muchísima prudencia. Ya ha dicho un banquero que cuidado con premiar el impago. Y otro colega suyo, más científico, ha recordado que, si se tolera el impago, se pone en peligro la recuperación económica. A alguien puede sonarle esto a amenaza, pero debe de ser una fantasía. ¿Cómo van a amenazar los bancos si el Estado los ha sacado de la ruina y del impago con el dinero de todos? Pues así es.
No es preciso cavilar mucho para dar con una fórmula sencilla: renegociación en donde se pueda; en donde no, periodo de carencia de dos años, en tanto se recupera la economía. Leo que el sindicato mayoritario de la policía se declara en rebeldía ante los desahucios y que una caja anuncia un cese temporal de los desahucios. Son movimientos en la buena dfirección. Ahora tiene que seguir la ley.
Hoy se habla poco ya de la burbuja inmobiliaria, que suena algo antiguo. Sin embargo es claro que estos 400.000 desahucios y los dos suicidios son las consecuencias hasta ahora de esa burbuja. De forma que quienes la inflaron en un primer momento y quienes no la desinflaron en uno segundo ya saben de lo que son responsables.
Palinuro tuvo siempre una relación difícil y ambigua con El País; una relación con altibajos, momentos de colaboración, de amor, de distanciamiento, de frialdad, de enemistad, de todo. A veces era el diario el que pedía la colaboración; a veces era el propio Palinuro el que la ofrecía. Pero nunca hubo un trato fluido y duradero sino que siempre se interrumpía abruptamente. Unas veces era el periódico el que cortaba; otras, era Palinuro quien interrumpía. Ignoro qué razones tuviera el diario para su negativa. Sí sé en cambio las de Palinuro para la suya: la prepotencia (o lo que Palinuro juzgaba prepotencia) de El País, una actitud de insoportable superioridad moral, de permanente aleccionamiento, de hinchada soberbia. Algo así como "somos l@s únic@s civilizad@s y cult@s en este país de brut@s; somos demócratas y tolerantes en la patria del autoritarismo y la intolerancia; somos l@s mejores, l@s de nivel europeo en la tierra de la garrulería africana". Siempre atribuí ese insoportable complejo de alzarse como conciencia ética de España a la altanería, al engreimiento de Cebrián, y no se me escapaba que esa actitud impregnaba en gran medida el comportamiento de much@s mediocres de que el periodista había tenido la habilidad de rodearse y que son los que, al final, se han cargado el producto. Mediocres. Por supuesto, no tod@s pero sí, la mayoría de aquell@s con los que Palinuro tuvo que tratar. Por supuesto, en los años en que vivía Polanco, Cebrián, cuya única habilidad real ha sido ganarse la voluntad del empresario santanderino (tan buen negociante como mal conocedor de los seres humanos), era el gran muñidor. Sobre él recaía parte del poder que irradiaba Polanco y enfrentarse a él era muy peligroso. Tanto que prácticamente nadie lo hacía. Y mucho menos lo dejaba por escrito, como hizo Palinuro en alguna ocasión. Muy peligroso. Se te cerraban puertas y la gente que, en secreto, coincidía contigo, en público lo negaba y nadie te daba cuartel.
Ahora ya está claro, ¿verdad? De superioridad ética, nada; de tolerancia, menos. De comprensión y comportamiento decente con l@s trabajador@s, menos que nada. El ERE del diario ha puesto ya en evidencia a los ojos de todo el mundo de qué pasta está hecho el personaje y qué juicio merece su gestión. Tras haber llevado Prisa -la empresa de Polanco- a la ruina por su incompetencia, aplica la vía más dura, inhumana de la reforma laboral para expulsar asalariad@s y aduce además razones (están "viej@s"; son muy "car@s") inmorales para dichas por un menda que tiene 64 años y se lleva a casa un millón de euros mensuales. Un millón de euros mensuales en una empresa prácticamente en quiebra. Debe de ser el mayor ejemplo de falta de principios éticos de los últimos años; la mayor vergüenza; o, mejor, la mayor desvergüenza.
Lo siento por tod@s aquell@s que, de buena fe, tenían El País por un referente de comportamiento humano, ético, democrático, progresista, tolerante. Bien claro ha quedado ya: la misma ñorda de las empresas capitalistas de siempre bajo el mando de un incompetente movido por la ciega codicia y que hace pagar a l@s trabajador@s las consecuencias de los desastres que organiza.
Pero, ¿qué esperaban? Todo en el personaje era impostura: no solamente no era buen gestor (como es hoy patente) sino que tampoco era progresista ni nada de lo que decía ser. Sin duda es académico; pero no por sus méritos reales, pues no tiene ninguno, sino por su capacidad para la intriga. Igualmente está a la vista su bajísimo nivel como escritor, articulista, ensayista y novelista. Basta con hojear sus insufribles productos. Pero parecía otra cosa porque, dado el poder de que disfrutaba vicariamente, casi nadie se atrevía a decir lo que hoy tod@s ven con meridiana claridad. No solo no se atrevía nadie sino que todo el mundo le bailaba el agua, hablaba maravillas de su inexistente talento y hasta le hacían críticas aduladoras y sonrojantes a sus escritos, críticas compradas al miedo y que hoy pudren las páginas de El País. ¿Acaso no se rodó una plúmbea película con ayudas oficiales sobre la novela que perpetró, La rusa? Y así todo. Así pasó por ser alguien intelectualmente quien, sin ser nadie, prosperó a la sombra de una empresa que otro puso en marcha con su esfuerzo, solo para hundirla en lo económico y dejarla al descubierto como un lamentable embuste. El último de la transición.
Toda la solidaridad de Palinuro con la redacción. Ninguna con el manojo de mediocres que ha medrado a la sombra de un hombre capaz de decir que un millón de euros de una empresa que está en la práctica ruina es "un sueldo dentro del mercado"; mediocres que tampoco se atreven a revelar en público en las asambleas de trabajador@s a l@s que van a despedir y rebajar el sueldo, a cuánto alcanzan los suyos.
No se trata de repartir alegremente responsabilidades entre toda la cofradía, de diluirlas en una acción colectiva acéfala, de la que nadie se responsabiliza. Ni hablar.
La mujer de Barakaldo que ayer cometió suicidio por el desahucio ha conmovido la conciencia nacional, ha provocado una oleada de indignación, ha echado a la calle a miles de ciudadanos en esa ciudad. El hecho se conoce el mismo día en que se hacen públicos los datos del último barómetro que reflejan la pobrísima opinión que los ciudadanos tienen de los políticos. Solo para comprender que, aun siendo baja, es demasiado alta, como se comprueba con el asunto de los desahucios. No, no es cosa de repartir alegremente las responsabilidades. Un@s son más responsables que otr@s.
Los primeros de todos, desde luego, los mismos bancos. Los principales responsables de este espantoso drama de los desahucios son los bancos, los que los mueven. 500 ejecuciones diarias; quince mil al mes. 400.000 en los últimos años. En ese aluvión de injusticia, de iniquidad, muchas voces han señalado la crueldad de que los bancos rescatados con dineros públicos sigan ejecutando los desahucios de aquellos de cuyos dineros se benefician. Muchos lanzamientos no son solamente injusticias; son verdaderos crímenes.
El segundo orden de responsabilidad lo comparten los cómplices, esto es, quienes por acción u omisión permiten que se cometan estas tropelías y hasta las amparan. Los políticos. Es sabido que el PP y el PSOE votaron en 2011 en contra de la dación en pago. Todavía en marzo de este año, el PP convalidó en el Congreso un decreto de dación en pago tremendamente restrictivo y el PSOE se abstuvo en la votación. Es verdadera complicidad que probablemente se explique por razones inconfesables que apunten a las condonaciones de créditos de los bancos/cajas a los partidos. En una palabra: estos no quieren incomodar a los acreedores. Y las consecuencias las pagan las gentes corrientes y molientes a las que antes se ha dejado sin trabajo, sin ingresos, sin prestaciones, ni ayudas, ni subvenciones, ni servicios. Nada. Y, después de nada, a la calle.
Traten de conciliar esta actuación o falta de actuación con los bonitos discursos sobre el humanismo por el que se desviven los dos principales partidos, el cristiano del PP y el racional, kantiano, del PSOE. El hecho es que no casan.
El tercer orden de responsabilidad recae sobre tod@s nosotr@s, el conjunto de l@s ciudadan@s a quienes nos es perfectamente aplicable el conocidísimo poema de Martin Niemöller, cambiando algunos conceptos: primero fueron por los trabajadores, luego por los dependientes, después por los jubilados, más tarde por los desahuciados. Somos el conjunto de los ciudadanos que, por no confiar en nuestras fuerzas o por no molestarnos, hemos permitido que las cosas lleguen a estos dramáticos extremos de suicidios y huelgas de hambre que son suicidios a término. Solo quedan excluidos, para honra propia y bochorno de los demás, los que han dedicado su tiempo y su trabajo a las plataformas contra los desahucios, quienes se han implicado personalmente y han conseguido, no solamente parar muchas ejecuciones sino, en último término, obligar a los políticos a que fuercen a los bancos a frenar los desahucios. Estos ciudadanos de las PAHs merecen el aplauso y el apoyo de tod@s.
Dos colectividades más merecen mención en este asunto: los jueces y la iglesia. Los jueces han tardado en tomar partido y lo han hecho hace poco por boca de sus principales asociaciones, pero lo han hecho. Han dicho de forma muy gráfica que los han convertido en agencias de cobros, en los hombres del frac de los bancos y que urge cambiar la ley no solo para librarlos de tan impropia posición sino para remediar una injusticia sangrante.
De cambiar la ley hablan también los obispos, pero no para poner coto a los atropellos con la vivienda sino para terminar con el matrimonio gay que debe de parecerles más peligroso que dejar a las familias sin techo. Lo importante no es que las familias se queden en la calle sino que estén compuestas por un hombre y una mujer, como dicen los curas que manda Dios. En cuanto a los desahucios, los obispos recomiendan rezar.
Los desahucios son un fracaso colectivo con distintos niveles de responsabilidad. Y hay que ponerle remedio porque las familias son más importantes que los bancos. Estén compuestas como estén compuestas.
Con la decisión del Tribunal Constitucional (TC) de declarar constitucional el matrimonio homosexual los curas han echado mano a la pluma. Cómo cambian los tiempos. Antes se la hubieran echado a la espada, al hacha o la hoguera. En menos de 48 horas la Conferencia Episcopal ha sacado una nota de prensa tocando a rebato contra el maligno. 48 horas para responder a una decisión que l@s sesud@s magistrad@s llevan siete años rumiando. Los curas lo tienen todo siempre mucho más claro porque aplican la palabra de Dios, que no es moco de pavo.
De todas formas, no sé qué pasa. Está perdiéndose el nervio de la fe. En otro tiempo, la conferencia episcopal, en lugar de emitir notitas de prensa, habría excomulgado a l@s magistrad@s que hayan firmado ese horrible atentado contra la familia. Algunos siglos antes, es@s desgraciad@s estarían ardiendo en la hoguera, que es una forma rápida y segura de eliminar los miasmas de la herejía. Algun@s dicen que esto demuestra que la especie avanza porque ya no se ejecuta a las gentes por sus creencias y tampoco se las excomulga. Basta con mostrarles una nota de prensa, como si fuera una tarjeta roja. Habrá quien diga que eso no es un avance sino un retroceso (los mismos obispos, probablemente), una grave dejación en la voluntad de combatir el mal. La nuestra es una sociedad plural y el personal cree lo que le viene en gana. Conozco una secta de judíos cristianos, y otra de negros estadounidenses que sostienen que los primeros habitantes de América fueron negros, exterminados por una conjura de blancos y cobrizos; o algo así. Las creencias son libres. Es algo que entiende todo el mundo.
Todo el mundo menos los obispos. Estos quieren obligar a que su creencia sobre el matrimonio sea la de todos los demás. Ellos, a su vez, fundamentan su creencia no en la experiencia directa, única madre de la ciencia, ya que la tienen vedada por decisión propia, sino en la palabra de Dios que, en efecto, no es moco de pavo... para quien crea en su dios. Va de suyo que creer en el dios de los obispos también es obligatorio, al menos en cuanto a sus efectos.
Es todo bastante rudimentario y tiene mucho de alucinante. ¿Qué pintan unos señores que no pueden contraer matrimonio diciendo a los demás cómo deben ser los suyos? Y no solamente a quienes siguen sus enseñanzas, que sería lógico, sino a todo el mundo. No pintan nada y ellos lo saben. Por eso la redacción de la nota es confusa, contradictoria, revela un estado de nervios de sus eminencias cercano al histerismo. Dicen los obispos: No es de nuestra competencia hacer juicios sobre la pertinencia jurídica de las sentencias de los tribunales. Pero eso es falso porque un par de párrafos antes han dejado dicho que alzamos nuestra voz en pro del verdadero matrimonio y de su reconocimiento jurídico. Pues claro que su interés -su interés principal- es configurar el orden jurídico de acuerdo con sus dogmas porque no se resignan a regular la vida de sus fieles sino la de tod@s. Lo de a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César les suena a mongol. Que se lo digan al Cardenal Richelieu, a Mazarino, al Cardenal Cisneros, a Tomás Moro, al Papa Pío IX (y demás ocupantes del solio de San Pedro antes y después), al Cardenal Herrera Oria, a Monseñor Escrivá de Balaguer, todos príncipes de la iglesia y todos políticos de intriga y compló.
Al parecer, la indignación dogmática de los obispos cristaliza en su amarga queja de que los matrimoniados pierdan su derecho a ser consignados en la correspondientes registros como "esposo" y "esposa" para ser anotados como "cónyuge A" y "cónyuge B" o "consorte A" y "consorte B". Terrible pérdida, sollozan los obispos, que incide además en la del derecho de l@s hij@s a ser educad@s como futur@s esposos y esposas. No sé lo que prevé la norma al respecto pero, si es cierto lo que dicen los obispos, me parece lamentable. Los registros deben dejar la máxima libertad complatible con la racionalidad burocrática weberiana y no veo en qué afecta a esta reconocer el derecho de cada cual a registrarse como le dé la gana, como esposo/esposa, cónyuge A/cónyuge B, esposo/esposo, esposa/esposa, consorte A/consorte B, como quieran. Pero no es bastante. Los obispos quieren suprimir el derecho de los demás a registrarse de formas que ellos no aprueban.
Ese es el verdadero problema. No que haya matrimonios homosexuales sino que haya quien pretenda imponer a la comunidad su concepción de matrimonio como pretende imponer el resto de sus dogmas.
¿Dimitir tú? ¿Tú,la alcaldesa de Madrid por voluntad de tu marido y de tu amigo Gallardón? ¡Por favor! Y ¿qué tienes tú que ver con lo sucedido en esa noche de Halloween en donde un puñado de inconscientes se empeñó en organizar un quilombo? Tú estabas en Portugal, con tu marido, dedicada a tu vida privada y atendiendo a importantes asuntos de alcance planetario. Solo los enemigos de España pueden hallar relación alguna entre tus responsabilidades de alcaldesa y lo que pasa en las macrofiestas de los jóvenes.
Además, ¿dimitió alguien en el Prestige? Nadie. ¿Alguien en el Yak-42? Nadie, y hubo 62 muertos, o sea, 58 más que en Madrid Arena. ¿Alguien en el metro de Valencia? Nadie, y hubo 42 muertos, 38 más que ahora. ¿Dimitió tu marido cuando puso en marcha una guerra criminal en la que han muerto cientos de miles de personas? Así que ¿por qué tú, precisamente tú, cuando solo ha habido 4 fallecidas? ¿No será porque eres mujer? Claro que sí: quienes piden tu dimisión son machistas descarados que te la tienen jurada por tus grandes méritos como mujer, madre, esposa, política, recopiladora de cuentos, filósofa de andar por casa y alcaldesa; son envidiosos y potenciales delincuentes a quienes Cifuentes deberá incluir en alguna de sus listas de sospechosos habituales.
Ni se te pase por la cabeza, Alcaldesa. Como dices muy bien, tú has cumplido con tu obligación en todo momento, consistente en venir del hotel de lujo en que te encontrabas a decir que, de ahora en adelante, quedará prohibido hacer macrofiestas en donde la gente pueda morir. Solo los rojos, los masones y los mahometanos pueden pensar que sea obligación tuya asegurar que el Ayuntamiento que presides no permita hacer fiestas en locales sin licencia ni autorización o que, ¡habráse visto! lo sea garantizar que los locales no doblen el aforo permitido, que tengan seguridad o que no permitan la entrada a menores. Y menos para que alguien se forre. Ni tú ni nadie a tus órdenes tiene por qué dimitir por asuntos que escapan a vuestras competencias porque son designios del señor y responsabilidad de quienes participan ellos.
¿Dimitir porque, mientras tú cultivabas tu vida privada, hubiera una tragedia en ámbitos de tu responsabilidad? ¿Es que para salvar la vida a la gente vas a tener que renunciar a tu derecho a tener vida privada junto a tu marido en lujosos lugares que este frecuenta para inspirarse en su lucha por salvar la civilización occidental? ¡Por favor, por favor, que cada palo aguante su vela!
Además, ¿no has dicho ya con esa clarividencia y profundidad de concepto que te caracteriza, que ni un instante has dejado de pensar en la tragedia de Madrid-Arena a pesar de que estabas a cientos de kilómetros de ella! ¡Les parecerá poco a los impenitentes regelios y demás chusma que tuvieras que pensar! ¡Pensar! Como si eso fuera cosa que cualquiera pudiera hacer.
¿Dimitir? Ni de broma. Al contrario: alguien debe proponerte para recibir la medalla al trabajo y el premio Príncipe de Asturias a la Solidaridad.
La irresponsabilidad..- Las alcaldadas de la alcaldesa no son alcaldadas puesto que vienen de antes; son botelladas. Oponerse al matrimonio gay con el ejemplo de las peras y las manzanas; bailar "Macarena" el día del homenaje a Miguel Ángel Blanco, asesinado por ETA; tomarla repetidamente con las prostitutas, los mendigos, los que buscan comida en la basura; interpretar La Cenicienta en clave de la Sección Femenina de Pilar Primo de Rivera. Botelladas. La dimensión auténtica del personaje la ha dado la desgracia del Madrid-Arena: un local de macrofiesta sin licencia ni autorización alguna en donde, al parecer, se amontonaban 23.000 personas según la policía, más del doble del aforo permitido y en el que han muerto cuatro muchachas aplastadas, una de ellas menor de edad.
Estamos acostumbrados a que estas catástrofes cojan a los gobernantes del PP entregados a alguna actividad lúdica que no interrumpen. Así, cuando el Prestige, Cascos estaba practicando el deporte preferido del caudillo, la caza. Cuando medio país ardía este verano, el ministro Arias Cañete estaba viendo los toros. El caso de Botella supera todo lo anterior: estaba disfrutando de unos días de descanso en un exclusivo y carísimo lugar de Portugal, frecuentado por los señores del dinero que son quienes en realidad gobiernan; interrumpió su solaz para volver a Madrid a prohibir las macrofiestas, igual que Jerjes mando azotar el Helesponto y, sobre los cadáveres de las tres jóvenes fallecidas en primer lugar, tomó de inmediato las de Villadiego, camino del esparcimiento y el relax, dejando detrás una situación explosiva. Si esto no es una causa más que suficiente para presentar una dimisión fulminante por insensibilidad e irresponsabilidad mayúsculas, no se sabe qué pueda serlo.
La arbitrariedad. Cospedal de la Mancha, lustrosa zagala que, como nueva Aldonza Lorenzo, igual ahecha la mies que apacienta unos gorrinos, lleva todos los meses a casa unos 20.000€. Justo salario a sus esfuerzos por economizar gastos en su predio a base cerrar urgencias sanitarias, suprimir cientos de empleos y dejar sin paga fija a los diputados de la oposición. No así a los mozos de su cuadrilla, a los que ha colocado, según parece, con sueldos de cine, de unos 70.000€ anuales, que ya los querría algún presidente (socialista) del gobierno. ¿Criterio de adopción de medidas? La pura discrecionalidad de la dama. Y los afectados pueden darse con un canto en los dientes de que no los obligue a rezar todos los días el Veni Creator.
El abuso. Estaban los estudiantes manifestándose con más o menos algarada cuando la policía cargó sin grandes contemplaciones. Además, se llevó detenido a un joven que estaba grabando en vídeo la escena. El director general correspondiente, Cosidó, había advertido de que iba a reformar la normativa pertinente para impedir que se grabe a la policía mientras hace su trabajo. La norma no se ha cambiado aún, pero ya se detiene a la gente por grabar. Es la llamada justicia de Peralvillo en donde primero se ejecutaba al reo y luego se le instruía el proceso. Prohibir la grabación de la policía en acción es presuponer que siempre actúa de acuerdo con la ley y jamás abusa, lo cual es falso, como todo el mundo sabe. La policía tiene una evidente tendencia a extralimitarse y hacerla opaca es decirle que puede extralimitarse más porque es impune. No sé si a Cosidó se le alcanza esto pero alguien debiera aconsejarle que considere la posibilidad de dimitir.
El fanatismo. A tono con la portada de La Gaceta que reza: será constitucional, pero no es matrimonio, el ministro del Interior declara: "Sigo creyendo que el matrimonio es la unión de hombre y mujer". Es el alma autoritaria, totalitaria, al desnudo. Crea usted lo que plazca, buen hombre. Como si quiere usted creer que la tierra es plana o que los niños vienen de París. Una sentencia de un Tribunal, aunque sea especial, como este, no es un artículo de fe que diga lo que hay que creer o no creer; es un mandato que dice lo que hay que hacer o no hacer, que no es lo mismo. En concreto, lo que usted no puede hacer es obligar a los demás a creer lo que usted cree. Dado que los homosexuales tienen el mismo derecho que los heterosexuales a que usted respete sus decisiones, crea usted lo que crea, ¿por qué no nos ahorra su declaración de creencias? ¿O es que quiere usted ir en contra de la decisión del Tribunal Constitucional?
Al final de la larga y tensa noche en que se comete la injusticia de que solo 314 millones de estadounidenses elijan al presidente del mundo, cuando en esas elecciones debiéramos tener derecho de voto todos los habitantes del planeta, el claro ganador ha sido Obama.
O sea ha ganado el candidato de la mayoría aplastante del mundo (desde luego, de Europa), esto es el mulato demócrata, progre, de izquierda moderada, el candidato de la gente sencilla que quiere un orden político abierto, democrático, multicultural, de igualdad, justicia social y Estado del bienestar, lo más equivalente que hay en el mundo a la baqueteada socialdemocracia europea, la corriente política que supo traer a Europa largos años de estabilidad, progreso y democracia antes de que comenzaran la crisis y las estridencias del más obtuso e inhumano neoliberalismo.
Y ha ganado precisamente frente a eso, frente a las posiciones políticas radicales, extremistas de una derecha oligárquica, oscurantista, ignorante, orgullosa de sus estúpidos prejuicios religiosos y maestra en arte de la demagogia para inducir a engaño a masas enteras de votantes. Frente al capitalismo desaforado, la lucha por la existencia, el abandono y olvido de los más débiles, es decir, el inspirador de la derecha española, cuya brutalidad solo es comparable a su falta de escrúpulos a la hora de expoliar el común de España mediante una forma de gobierno en la que mezcla la corrupción, el caciquismo, el latrocinio y el autoritarismo.
De nada ha servido a la derecha yankee -como sí en cambio a la española- esa abrumadora mayoría de medios de comunicación con la que aquella trata de inducir a error a la mayoría a base de falsificar la realidad, insultar, calumniar al adversario y mentir sistemáticamente para favorecer su causa al precio que sea valiéndose para ello de una tropa de mercenarios de la palabra dispuesta a hacer y decir lo que haga falta para mantener los privilegios de quienes les dan (suntuosamente) de comer. Como en España, verdaderos esbirros del poder, prestos a justificar lo que haga falta con tal de que se mantenga un orden en que los ricos puedan seguir enriqueciéndose (así, siempre pueden dar unas propinas a estos lacayos del ditirambo) a base explotar a la mayoría, dejarla sin derechos, sometida a salarios de hambre. Como sucede en España. Y con la bendición de unos curas de misa, olla y barragana (o efebo) que traen el consuelo a los humillados y ofendidos de esta tierra en la promesa de un más allá de consolación.
Ha ganado el candidato de los trabajadores, las mujeres, los negros, los latinos, los homosexuales, los inmigrantes, de la gente del común. ¡Ah! Por cierto, esos listos que dicen que, con la crisis, todos los gobiernos pierden las elecciones frente a la oposición ya pueden ir guardándose esta tontería para mejores momentos. Ganará o perderá según como lo haya hecho.
Así que, desde esta noche y por cuatro años más, el mundo será un lugar mejor para vivir
Palinuro no da la enhorabuena a l@s homosexuales porque también se la da a l@s heterosexuales. Estamos tod@s de enhorabuena. Una colectividad de nuestr@s conciudadan@s es más libre, tod@s somos más libres; es más respetada, tod@s lo somos; se libera de un estigma injusto, tod@s lo hacemos; no tiene por qué esconderse, los demás tampoco. Tod@s estamos de enhorabuena porque un tribunal ha reconocido lo que la inmensa mayoría de l@s ciudadn@s encuentra legítimo: que cada cual organice su vida sentimental, sexual como le parezca bien. O para, decirlo en lenguaje llano, que cada cual se lo monte como le dé.
Tiene gracia que los neoliberales, que abominan de la afición del Estado a meter sus narices en los negocios privados, sean quienes insisten en que las meta en las camas ajenas. Así que algo no funciona aquí, bien sea la cama, bien el negocio bien los neoliberales. Y, en efecto, la paladina del neoliberalismo made in Spain, Esperanza Aguirre, ya dijo hace unos días que el Tribunal Constitucional, de tribunal solo tiene el nombre y que es un órgano político. Al margen de que la cosa del nombre tenga su telendengue -véase más abajo- ese TC está en la Constitución que Aguirre dice defender con uñas y dientes. Pero, en fin, eso son cosas suyas.
El TC ha llevado su audacia a permitir la adopción a los matrimonios homo. Y ahí ya ha pisado siete líneas rojas porque esa adopción despierta las iras de los prejuicios más oscuros del patriarcado, del machismo hoy todavía muy extendido en la sociedad. Así están respondiendo con suma virulencia las organizaciones en defensa de la familia (católica) que presentan este reconocimiento de derechos de tercer@s como un ataque a la familia. Eso carece de sentido. A la familia ni le va ni le viene que, en vez de tener una o dos formas tenga diecisiete, salvo si alguien cree que su idea de familia es la familia por antonomasia, como sucede a los católicos.
Pero la familia no es una institución religiosa (y aunque lo fuera) sino civil y no es racional que el poder político pretenda organizar la convivencia civil según las reglas de una religión, confesión o secta. Asi, guste o no guste a los pintorescos neoliberales españoles, lo diga o no el Tribunal Constitucional, sea este un órgano político o químico, el matrimonio es la unión de dos personas con independencia del sexo y quieran serlo libremente. El argumento de los más hipócritas (muy parecido al de los racistas, por cierto) es que no tienen nada contra la unión de personas del mismo sexo pero que no le llamen matrimonio. Al final, véase más arriba, las palabras sí importan sobre todo cuando de ellas se derivan consecuencias jurídicas. Así parece haberlo dicho la Reina, que será reina, pero no dueña de las palabras. Nadie tiene el copyright de los términos y nadie puede obligar a l@s demás a llamar a lo que hacen como a él/ella le dé la gana.
El espaldarazo del TC lo es a una ley del vilipendiado Zapatero. A cada cual lo suyo, ¿no? Menudo avance que en este y en otros terrenos sensibles ha dejado el leonés. Lástima que lo que tuvo de acertado y valiente en lo social no lo tuviera también en lo económico, en donde no hizo más que meter la pata, probablemente con buena intención. El PP, en cambio, se tiró siete años torpedeando la ley, yendo del ganchete con los obispos en defensa de las familias que los obispos quieren imponer y llevando a declarar al Parlamento a gentes que, puestas a hablar de la homosexualidad, parecían de otro planeta. Ahora no hay más remedio que reconocer la justicia de unos derechos que jamás debieron reprimirse.