diumenge, 1 de maig del 2011

Fin del informe sobre ciegos.

Sabato, a quien hoy se aclama como el último grande vivo de las letras argentinas, cimentó su muy merecida fama en tres extrañas novelas y escritas con muchos años de diferencia en épocas muy distintas del escritor y de sus lectores, entre los cuales me cuento, El túnel, Sobre héroes y tumbas y Abaddón el exterminador. El resto son ensayos de literatura y de política, entendiendo ésta como participación ciudadana en pos de unos ideales morales como la libertad de expresión, etc. Esa actitud lo llevó a presidir la comisión de la verdad y a redactar el famoso Nunca Más. Informe de la Comisión Nacional sobre personas desaparecidas en 1985, del que conozco retazos por la prensa. El novelista tenía que dar cuenta de una realidad que superaba lo que cualquier imaginación hubiera podido urdir. Es, guardando las distancias, lo que sucede cuando se intenta novelar el Holocausto. El hombre es capaz de producir mucho más mal del que es capaz de imaginar. Y eso desconcierta.

Pero era la persona para la tarea porque su literatura consistía esencialmente en eso, en revelar cómo el bien y el mal, el amor y el odio conviven y se entreveran de forma que muchas veces no hay modo de distinguirlos y si eso sucede en el interior de cada cual, se configura un personaje como el Fernando Vidal de Sobre héroes y tumbas. De las tres novelas ésta, la del medio, es la que más me impresionó, por ella misma y porque era yo muy impresionable a fuer de muy joven. En Abaddón, cuya fragmentación y desestructuración sitúan el relato más allá y más acá de la novela, ya daba el mal por triunfante y El túnel, que fue la última que leí, me resultó esclarecedora porque tiene las claves, empezando por aquella famosa rata viva del comienzo que era como un aviso de lo que llegaría con los otros libros pues que ya sitúa en el umbral el Holocausto mismo. Pero el impacto lo causó Sobre héroes y tumbas y más que nada el Informe sobre ciegos. No he vuelto a leer nada parecido. Esa quintaesencia de la conspiración, de la conjura para el advenimiento del mal que pende sobre nuestras cabezas como una maldición, somos nosotros mismos, es la fuerza oscura, nuestro lado ciego, allí donde destruimos lo que amamos. Es la persecuciòn de las Erinnias, la maldición que se desata sobre el transgresor que ha hecho algo que trastoca las reglas inmutables. En este caso, la violación y el incesto.

Descanse en paz un hombre que tenía una idea tan pesimista de sus semejantes que fue capaz de contemplarlos en lo más profundo de su abyección e informar sobre ello.

(La imagen es una foto de Ed. Abril Educativa y Cultural SA, Buenos Aires, 1972, en el dominio público vía Wikimedia Commons).

¿En qué quedamos?

Con una diferencia de tres días (de lunes a jueves) dos reputados entes de análisis sociológico han publicado sondeos sobre intención de voto en España no ya discrepantes sino casi antagónicos. Si el barómetro del CIS publicado el día 28 daba ganador al PP por una diferencia de 10,4 puntos porcentuales , el Publiscopio del día 25 también daba ganador al PP pero por una diferencia de 2,3 puntos porcentuales. Hay una discrepancia de 8,1 puntos en dos sondeos que son prácticamente simultáneos. Es demasiado grande para dejarla pasar sin más y está pidiendo algún tipo de explicación porque es obvio que uno de los dos tiene que ser falso o erróneo. Puede que incluso lo sean los dos. Lo que no pueden es ser ciertos o verdaderos ambos.

Dado que no tengo motivo para dudar de la competencia y la integridad de los dos encuestadores sino que, al contrario, los dos me parecen competentes y muy profesionales, la razón de la discrepancia tendrá que estar en los encuestados. Los dos sondeos se han realizado después de que Zapatero anunciara su renuncia a su tercer mandato. Si se insiste en que ese es el contexto explicativo fundamental hay que llegar a la absurda conclusión de que una misma causa produce efectos contrarios en el mismo medio, esto es: el anuncio presidencial moviliza el voto socialista y el anuncio presidencial no moviliza el voto socialista. Y eso no puede ser.

El error quizá resida en creer que el comportamiento de la gente está determinado por una sola causa cuando lo más probable es que lo esté por una multiplicidad de ellas y cuáles hayan de ser determinantes en un momento concreto sea asunto de eso, de un momento. Se dirá que cuando la causa es de suficiente empaque (renuncia zapateril) mantiene su influencia durante un largo plazo. Pero eso es muy relativo en una sociedad literalmente bombardeada por información cambiante por minutos porque va en tiempo real.

Para que la muestra aleatoria sea representiva se procura incluir en ella los porcentajes de gente bien informada, mal informada y nada informada que correspondan. El problema es que ya no queda nadie nada informado y el nivel general de información es muy alto. Es practicamente imposible no enterarse de lo que pasa cuando hay pantallas de televisión hasta en los metros, una parte importante de la prensa escrita se regala y el acceso a la información en la red es ilimitado, gratuito (siempre se ha dicho que la información tiene un coste) e instantáneo.

Esto quiere decir que el ritmo de cambio de la opinión pública se ha acelerado como todo en la sociedad red. Así resulta que el fallo estaba en creer que de un lunes a un jueves pueda hablarse de simultaneidad. Nada de eso. Tres días hoy pueden ser meses, años. En todo caso, se dé o no por buena esta explicación, lo que no puede negarse es que la situación es inestable, que no hay nada decidido y que el PP no tiene ganadas las elecciones. Es más, es posible incluso que si Aznar sigue ladrando su rencor por las esquinas las pierda. Y parece estar previsto que intervenga muchas veces en esta campaña. Con ello no solamente se ensombrece y desmadeja la figura de Rajoy, que bastante desdibujado está ya, sino que, como en el 2004, aun sin presentarse el interesado, las elecciones se convierten en un voto sobre Aznar. ¿Y qué más se necesita para despertar el adormilado voto de izquierda, de centro, antiaznarino? Justo lo que acaba de hacer, avisar de que puede volver. Esa perspectiva moviliza mucho voto socialista y centrista y, si el resultado del veintidós es negativo para el PP, este partido entra en zona de turbulencias hasta las elecciones de 2012.

dissabte, 30 d’abril del 2011

Ni Aznar acalla la Gürtel.

La Gürtel golpea ahora a pares. Ayer, el amable público se desayunaba con la noticia de que el servicial Curita, el que parece tener una deuda de no sé cuántos miles de millones de euros con proveedores legales, astilló 600.000 euros de los dineros públicos al Bigotes después de que éste estuviera imputado, y lo hizo con la celeridad del apache al asalto, al mes de que el gürtélido presentara la factura. Para rematar la ingesta el mismo respetable se enteraba por la tarde de que el generoso Camps ha donado 600.000 euros también públicos a un programa de las Naciones Unidas de lucha contra la corrupción... en América Latina. ¡Pinche Curita! Y que le sobra el numerario cuando, en punto a corrupción, al lado de la valenciana, la dirigencia mexicana es una sociedad de calvinistas.

Un millón doscientos mil euros de los dineros públicos down the drain, como dicen los ingleses, dedicados a partes iguales a financiar a un presunto corrupto y a predicar la fe allende los océanos. Y ¿esa forma de gastar cuenta con el voto de la mayoría de los valencianos? Lo dudo mucho. Camps debe de tener otros encantos para encandilar a sus coterráneos. Quizá su elegancia en el vestir.

Pero de la Gürtel no lo libra nadie; es como si fuera una trituradora. Ni Aznar, puesto bravamente al quite, atrajo ayer mayor atención a pesar de que levantó el listón de la insolencia y la chulería a extremos inauditos al acusar al Gobierno de ir removiendo huesos. Claro, está molesto porque son sus huesos, los huesos enterrados en cualquier parte de personas asesinadas por sus antecesores ideológicos y los militantes de su primer partido, la Falange. Que no le toquen los huesos.

¿Es tan difícil entender que los cientos de personas que andan buscando los restos de sus allegados, los muchos especialistas que generosamente las ayudan, desde médicos a arqueólogos, agrimensores, psicólogos, etc están haciendo algo más que remover huesos? Este hombre ¿es un ser humano?

(La imagen es una foto de ppcv, bajo licencia de Creative Commons).

Una utopía a la española.

El Círculo de Bellas Artes ha tenido el acierto de reeditar la que quizá sea la única utopía escrita en España en el siglo XVIII, algunos dicen que finales del XVII, Anónimo Descripción de la Sinapia, península en la tierra austral, Círculo de Bellas Artes, Madrid, 2011, 126 pp. Escrita, no publicada, pues a ver la luz hubo de esperar el texto hasta que en los años setenta del siglo pasado la publicaran un erudito canadiense, Stelio Cro, en inglés (1975) y el catedrático de historia español, Miguel Avilés (1976), en cuya edición se basa ésta que, además viene adornada con un excelente prólogo de Pedro Galera Andreu, del que saco los datos anteriores. En él el prologuista inserta Sinapia en la tradición utópica occidental y aborda los problemas de la autoría y la fecha de la obra.

El manuscrito se halló entre los papeles de Campomanes y no es disparatado atribuirle la autoría. Pero no hay nada cierto. En cuanto a la fecha, la discrepancia es grande. Cro piensa que se redactó en 1682 por razones de peso pero también por tales razones propone Avilés (y el prologuista) alguna fecha de mediados del XVIII. Carezco de competencia en la materia pero la pregunta que me intriga es: fuera en el XVII o en el XVIII, ¿por qué no se publicó? ¿Quizá por miedo a la Inquisición? Pero la obra dibuja prácticamente una teocracia católica e incluso habla de una forma de Inquisición.

En cuanto al autor será o no será Campomanes pero, desde luego, es un afrancesado. Algunas expresiones, como "poltronería" debían de ser recientes importaciones del francés o quizá del italiano. El único filósofo que se menciona es Mr. Descartes, así escrito, a cuya orientación se encomienda la educación en Sinapia. Cómo se compadece el cartesianismo con la posición dominante del catolicismo es cosa que ni se menciona. Además de afrancesado, el autor es hombre versado en leyes. El capítulo dedicado a la justicia en Sinapia es de un rigor técnico que sólo un avezado jurisperito alcanza. En realidad todo el escrito se lee no como una utopía en el sentido novelesco que tiene desde la de Moro, sino como un proyecto de estatutos de una comunidad ideal.

Porque Sinapia se organiza de una forma jerárquica y racionalista a lo largo de un eje patriarcal (los jefes son llamados "padres") en el que, sin embargo, la última palabra la tiene siempre la Iglesia. El clero está por doquier, desde la educación a los puestos políticos. Eso en cuanto a la práctica. En cuanto a la teoría los sinapienses cultivan tres tipos de ciencias que, de menor a mayor son: la natural, la moral y la divina. Es decir, dudo de que Sinapia sea una utopía pero, desde luego, el autor es español y afrancesado, una mezcla inestable. Hay más datos para señalar la hispanidad (o contrahispanidad) de Sinapia además del hecho de que el autor lo diga expresamente en la última línea de la obra, que Sinapia es el perfectísimo antípode de nuestra Hispaña. Aquí podría plantearse la cuestión de si no es muy típico del género utópico usar la comunidad ideal para criticar la propia. Lo es, pero la crítica está tan velada y los remedios son tan alambicadamente absurdos que la finalidad aleccionadora desaparece.

En España no hay utopías como sucede en Francia e Inglaterra, ni novelas de viajes porque lo que entonces se escribía y se leía eran todo viajes, exploraciones y, por así decirlo, "utopías reales". Desde las Cartas de Relación de Hernán Cortés a las obras del padre Las Casas, pasando por los diarios de Colón, la historia de Bernal Díaz del Castillo, las aventuras de Alvar Núñez Cabeza de Vaca o los Comentarios del Inca Garcilaso de la Vega, todo son relatos maravillosos, noticias inesperadas de gentes nuevas y costumbres insólitas en la búsqueda de El Dorado. En España no hay utopías porque el país entero estaba administrando una. Si, además, la malbarató o no es asunto para otro debate. Tampoco en el XVIII hay viajes en pos del buen salvaje porque falta el espíritu filosófico de la Ilustración y su creencia en el derecho natural. Sinapia, como España, vive de espaldas a América pero también a Europa, ensimismada, al modo orteguiano.

La utopía es desde luego española por lo ruda. Escrita en un castellano magnífico, puro (exceptuado algún galicismo), la elegancia de la forma contrasta con la brutalidad de algunos aspectos. Por ejemplo, en Sinapia hay esclavos públicos y privados, a perpetuidad y temporales, perfectamente regulados. No hay pena de muerte pero sí destierro y esclavitud perpetuas. La manía normativa es el rasgo esencial del texto. Están reguladas hasta las fiestas y lo que en ellas se hace. Los sinapienses, dice el texto, son felices. Pero me cuesta creer que haya alguien que ansíe vivir en un medio en que le regulan hasta las horas que ha de dormir, siempre de modo racional, eficiente, ahorrativo. Es más, si hay que buscar un entronque a Sinapia quizá pueda encontrarse en las distopías del siglo XX. Eso ya sería mérito.

El tributo que se paga a Moro y a Campanella es que Sinapia es una utopía comunista en la que no hay propiedad privada ni dinero. Tengo la sospecha de que esta tendencia de los utopistas a abolir el dinero es prueba de que quieren hacerse las cosas fáciles porque, si se elimina el dinero, hay que ponerse a planear cómo funciona todo mientras que, cuando hay dinero, las cosas funcionan solas (aunque no siempre con resultados justos) y los utopistas se quedan sin trabajo.

Sinapia es feliz porque, además de que no hay dinero y todo el mundo trabaja lo mismo, desde el príncipe al último peón, también se ha abolido la nobleza. No sé cómo encaja esto en la putativa autoría de Campomanes, que era conde; claro que fue conde por nombramiento real y todo depende de cuando se scribiera el texto, si antes o después del nombramiento.

Una utopía española. Tampoco somos tan distintos: creemos que podemos encontrar la felicidad en las antípodas.

divendres, 29 d’abril del 2011

Gürtel y las tonterías de Aguirre.

Esta campaña electoral promete. Está empezando bajo el signo de la omnipresente Gürtel. La misma dirección nacional lo propició al santificar la lista de Camps, plagada de presuntos corruptos formalmente imputados en procedimientos judiciales, con el propio Camps, el Curita, a la cabeza. Por cierto, hace ahora un año Aznar aseguraba en Sevilla que el PP tiene que seguir siendo incompatible con la corrupción, lo que en los esquinados razonamientos aznarinos quiere decir que antes lo era. Sin embargo, las actividades de la Gürtel comenzaron bajo mandato de Aznar como se prueba con la famosa foto del famoso Correa asistiendo a la famosa boda de El Escorial. Y, si no había entonces corrupción en el PP, ¿qué pintaba allí el de la pastuqui?.

Había Gürtel en tiempo de Aznar y hay Gürtel hoy sin que nadie pueda impedir que sea el eje central de la campaña porque las noticias se suceden sin parar: tras la decisión de los tribunales valencianos llega ayer la de que los tres diputados autonómicos del PP en Madrid imputados en la Gürtel, entregan sus actas... a veintidós días de las elecciones en las que no iban a salir porque no eran candidatos. En realidad la dimisión es una maniobra dilatoria más del procedimiento. Los tres pierden el aforamiento y el caso ha de ir a otra instancia judicial.

Por más que el PP parece haber impartido la consigna, no hay modo de ocultarlo. El cadáver de la Gürtel está destruyendo a pasos agigantados sus posibilidades electorales. Entre inauguración e inauguración Esperanza Aguirre ha presentado las listas del PP por Madrid (que es otra forma de inaugurar), jactándose de que están limpias de gürtélidos. Con lo cual pone en evidencia a Camps y a su valedor Rajoy, que llevan una lista en Valencia con diez u once imputados. Pero, además de ser una declaración vitriólica para Camps, es falsa porque, si bien las listas del PP no contienen candidatos directameente gürtelianos, incluyen a otros diez imputados por otros motivos, pero siempre casos de presunta corrupción. Pillada in fraganti, Aguirre aclara que sí, hay algunos imputados en las listas del PP, pero lo están por tonterías. Si el cohecho, la malversación de fondos, la prevaricación son tonterias, ¿qué será serio? ¿atraco a mano armada? ¿violación y secuestro? Y eso sin contar a los implicados en la gestapillo, que es como un Watergate celtíbero, y la Fundación Fundescam, presidida por Aguirre y cuyas cuentas son un misterio más impenetrable que el de la transubstanciación.

En efecto, no hay modo de ocultar la Gürtel que, como el hombre del saco, está siempre llamando a la puerta. Pero no será porque los estrategas de la derecha no tengan recursos para acallar los debates, generalmente consistentes en decir barbaridades que ponen en cuestión las normas no escritas de corrección democrática, la buena educación, en definitiva. Son las cortinas de humo famosas que la derecha acusa permanentemente al Gobierno de estar utilizando para no hablar de lo que realmente importa, que es el paro.

La derecha ejerce la oposición en la calle y en los medios. Su eco parlamentario es normalmente nulo pues siempre se queda aislada en el Congreso de los diputados, como en la última ocasión en que la Cámara ha rechazado la petición de comparecencia de Rubalcaba para hablar de las actas de ETA. No aceptando un "no" por respuesta el PP se apresta a llevar al Congreso igualmente su intento de linchamiento moral de Ana Pastor y su ataque a RTVE. Maria Dolores de Cospedal, la niña de la Rollona, afirma que ella dice lo que quiere, no lo que quiera la periodista, como si ese hubiera sido el caso y no el hecho de que la entrevistada se largó una diatriba contra RTVE acusándola de falta de imparcialidad.

A ese argumento presta ahora su apoyo su subordinada, la vicesecretaria general del PP, Ana Mato, quien afirma con todo desparpajo que nunca en la vida he visto tanta manipulación en TVE. Claro que lo que esta señora ve y no ve es cosa misteriosa. Por ejemplo, ve la manipulación de TVE pero no ve un Jaguar en su garaje, al parecer servido a su esposo por la prestigiosa firma Gürtel. Así que tampoco es de extrañar que no viera a Urdaci tartamudeando unas siglas o los dos gabinetes de propaganda del PP que pagamos todos los españoles y se llaman Telemadrid y Canal 9, en Gürtelandia. Afirma la vidente selectiva Mato que el PP va a privatizar las teles autonómicas. Sin duda, y luego otorgarán las licencias a los amigos políticos, como hizo Esperanza Aguirre en Madrid, la ultraliberal que se opone a toda intervención pública en el mercado. Además de estar todos pringados de Gürtel hasta la cejas, siguen en su estilo: no hay vez que hablen que no mientan.

(La imagen es una foto de Chesi - Fotos CC, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 28 d’abril del 2011

El ataque a RTVE y la Gürtel

Lo dicho, a bronca diaria hasta el 22 de mayo. La brigada pesada carga contra todo lo que luce. Policías, jueces, médicos, la radiotelevisión pública. Da la impresión de que la derecha no calibra bien el deplorable efecto que estas demasías tienen en la gente que, en su gran mayoría es moderada, o sea, que rechaza los excesos y, sobre todo, los abusos. Esta especie de linchamiento moral que la derecha quiere perpetrar en la periodista Ana Pastor tiene la peor prensa del mundo porque, aparte de convertirla en una adalid de la libertad de expresión, hace que la profesión periodística cierre filas en defensa de una de las suyas que, además, tiene un excelente currículum.

De todas formas aunque las acusaciones tienden a ir a lo personal y a ser bastante desagradables, Pastor debe tener en cuenta que no se trata de ella. El PP atacaría a cualquiera que ocupase su puesto porque el ataque es instituciónal, a la radiotelevisión pública. Es a la idea misma de la objetividad e imparcialidad de los medios. Todo lo que no sea estar al servicio incondicional de sus intereses le parece al PP una falta de profesionalidad. Repasando el vídeo de la discusión habida en el programa de Los desayunos de Ana Pastor puede detectarse en la mala uva de Cospedal una intemperancia, un desabrimiento hacia una profesional que estaba haciendo su trabajo de modo impecable delatores de una actitud de clase que la gente capta enseguida. Por eso es tan valiosa la templada declaración que publica la periodista en su blog (en la imagen), expresando cuáles son sus móviles y dejando así en claro la diferencia que hay entre una periodista que hace un trabajo de calidad y una cuadrilla de energúmenos que sólo busca armar alboroto cada vez que un profesional no se allana a sus intenciones y distingue entre los intereses generales y los de un partido.

En el fondo, el problema es siempre el mismo: que no se hable de la Gürtel después de que los tribunales hayan tomado otra medida que acerca más a Camps al banquillo al admitir que pueda ser procesado con los jefes de la trama a la que presuntamente favoreció con claro quebranto de los intereses públicos. Esas son cosas que la gente entiende muy bien y que prefiguran una situación que a nadie sorprendería: ver a Camps procesado con Correa. Para evitar las lógicas habladurías sobre esto así como cualquier otro factor que pueda enturbiar la placidez del triunfo electoral del PP se cuestiona la radiotelevisión pública (aunque nunca había sido mejor en democracia, al menos si se compara con la zahúrda que montó Aznar en tiempos del inenarrable Urdaci), se cuestiona la profesionalidad de la policía o los jueces; lo que haga falta. Y que se ande con ojo el Rey con ese aspecto de progre que se está echando que también puede llegarse a cuestionar la pertinencia de la Corona si no está incondicionalmente al servicio de la derecha.

dimecres, 27 d’abril del 2011

Premio a un saber impenitente.

El Centro de Investigaciones Sociológicas ha otorgado el Premio Nacional de Ciencia Política y Sociología a Carlos Moya. Fue un acto espléndido, puntual, bien organizado, en un salón del hotel Wellington, grande pero acogedor. Presidió la infanta Cristina que, licenciada en la materia, ha presidido anteriores entregas del galardón. Con ella se sentaban Ramón Jáuregui, ministro de la Presidencia y Ramón Ramos, presidente del CIS. Había lleno absoluto, prueba de que la profesión respeta, admira y quiere a un maestro. Eso se respiraba allí. Un tributo a una vida dedicada a la tarea intelectual y sólo intelectual.

La laudatio estuvo a cargo de Salvador Giner quien trazó una semblanza del premiado a través de una larga vida de comunicación que han mantenido. Lo hizo de un modo muy distendido, con frecuentes acotaciones al margen, gestos de complicidad con el auditorio con gran parte del cual se comparten claves metalingüísticas como ese término de la situación en referencia al régimen anterior. Las raíces críticas de la Sociología se afirmaron rotundamente cuando Giner dijo que hablar de Sociología crítica era ser redundante. Después valoró con agudeza y compenetración la obra de Moya. Hubo comentarios para el poder económico, la ciudad y el Leviatán y hasta para las últimas indagaciones del premiado sobre el Islam, poniendo en relación La guerra santa y el teorema de Ibn Jaldún con el atentado de las torres gemelas. Fue una estupenda laudatio.

Después Moya disertó sobre Moya y lo hizo de un modo tan auténtico que resultó conmovedor. Al menos para mí. Dado que Giner ya había hablado sobre él, él decidió hacerlo sobre otros y donde alguno se hubiera lanzado a explicar al mundo la importancia de su obra, Moya habló de sus maestros. Es decir hizo su biografía intelectual. Lo vimos en Berlín con René König y luego en Madrid en el departamento de Ruiz Giménez, en donde trató con quienes fueron luego ilustres pensadores o personalidades de la vida pública, como Peces Barba, Elías Díaz, Raúl Morodo o Luisón García San Miguel. Casi sale la generación entera. Pero sus maestros, aquellos de los que se considera discípulo son Nicolás Ramiro Rico y Francisco Murillo Ferrol de quienes habló con detenimiento y mucho cariño para delectación de la concurrencia. Y entre sus maestros, en un ejercicio de memoria histórica, mencionó en primer lugar a su padre, profesor de literatura, activista de La barraca, encarcelado primero y depurado después por un régimen en el que, como dijo uno de los dos oradores, se había nombrado sucesor del dictador al príncipe Juan Carlos. Bendito aquel que puede tener maestros que son padres y padres que son maestros.

Me llamó la atención la coincidencia. Al fin y al cabo la Sociología crítica se había hecho en gran parte en lucha contra la dictadura que se hizo suceder con la monarquía a la que representaba allí la Infanta, hija del nombrado. En qué frágiles equilibrios se basa la convivencia civilizada de las gentes. Nada que objetar excepto al hecho algo peculiar de que la Infanta haya de ir acompañada por un joven oficial uniformado del ejército de tierra que ejerce de secretario. Yo pondría en estos menesteres personal civil. Los militares están para otra cosa.

En fin, un acto estupendo. Ramón Jáuregui, que es hombre reflexivo, abordó el problema de la mala imagen de los políticos en la democracia y, al estar entre especialistas, pidió teorías, recomendaciones. Claro que, como a continuación negó a las ciencias sociales el carácter de ciencias exactas, abrió así a los políticos la posibilidad de participar en la elaboración de esas teorías y propuestas. E hizo muy bien porque la política es eso, diálogo y comunicación de todos con todos, en un clima de respeto y concordia. Luego ya se verá lo que sale.

La Infanta también lo bordó, con mesura y discreción. Se echó en los brazos de Ortega, valor seguro, y expuso en una cita el contenido esencial del raciovitalismo orteguiano no sé si en entera concordancia con el lugar cuando, por medio de don José, se recordaba a los científicos asistentes que si la ciencia es importante, más lo es la vida. Gris, querido amigo, es toda teoría; verde el árbol dorado de la vida, dice Mefistófeles. Claro que la ciencia está en la vida y la teoría en el árbol dorado. Pero no sé si eso preocupará a la Infanta. Imagino que le basta con ser joven.

Enhorabuena, Carlos. Fue emocionante.

(La imagen es una foto de UNED, bajo licencia de Creative Commons).

La niña de la rollona.

Suele ser imposible entender las declaraciones de María Dolores de Cospedal en términos de estricta racionalidad. Da la impresión de que habla a tontas y locas (aunque siempre con aviesa intención), que jamás cree que deba demostrar algo de lo que dice, que desconoce la realidad de la que habla y no se siente responsable de ello. Pero habla en nombre del PP. Habla en nombre del PP una persona que actúa como un niño testarudo, un spoiled child, que dicen los ingleses; esto es, por tratarse de una persona mayor, una niña de la rollona que, según el DRAE, es: "Persona que, siendo ya de edad, tiene propiedades y modales de niño".

En la canícula de 2009, Cospedal afirmaba que el Gobierno ha ordenado espiar a dirigentes del PP. No tenía ni una prueba y se negó a comparecer en el acto de conciliación en los juzgados a causa de una querella. En 2010 elevó a categoría el mero chismorreo del año anterior y sostuvo que el Gobierno estaba convirtiendo España en un Estado policial. Misma inexistencia de pruebas y misma incomparecencia en sede judicial. Es decir, la señora dice lo primero que se le pasa por la cabeza suficientemente insultante para el Gobierno pero no se responsabiliza de lo que dice. Ni cree que deba demostrarlo. Como los niños: la prueba de que algo es verdad es que lo han dicho ellos.

Con estos mismos fundamentos Cospedal acusa al Gobierno, a coro con los otros tenores del PP, de estar negociando con ETA. Y, no bastándole con ordenar a la realidad cómo tiene que ser, aventura vaticinios contundentes como que después de las elecciones de veintidós de mayo Zapatero subirá los impuestos. ¿Fundamento de tan angustioso augurio? Que "lo dice todo el mundo". Elemento tan probatorio como lo que se dice en la peluquería.

La empecinada rabieta de Cospedal en los desayunos de RTVE en contra de la radiotelevisión pública resulta asombrosa y algo irritante no sólo porque al escucharla uno no puede dejar de



pensar en que habla alguien que tiene dos televisiones, Canal Nou y Telemadrid, que son dos máquinas de agitprop del PP a un coste altísimo para el erario público y con una audiencia mínima; no sólo por eso, digo, que al fin y al cabo es el pobre argumento del "y tú más". El asombro y la irritación surgen cuando Cospedal deja claro que, como siempre, lanza las acusaciones de parcialidad, falta de objetividad, etc sin una sola prueba, ni un mero indicio. La razón vuelve a ser que "lo dicen todos". En este caso, "todos", la peluquería, es el PP que, según ella misma reconoce, tiene en marcha una campaña de acusaciones contra RTVE. No presenta una sola propuesta; es desprestigiar por desprestigiar; atacar como mecanismo de defensa; no sabe de lo que habla. Por no saber, no sabe ni a quién habla. Afirma que sus cuatro contertulios son empleados de RTVE, dando a entender, como siempre aviesamente, que trabajan para el amo (¡la dirección política!), siendo así que cuando menos dos de ellos son ajenos a RTVE: Esther L. Palomera, de La Razón y Miguel Ángel Liso, del Gupo Zeta. No me consta en el caso del tercero. Pero da igual porque bien se ve que no se trata de plantear problemas reales sabiendo de qué se habla y con quién se habla, sino de encender hogueras como sea para que no se plantee el caso de la Gürtel.

Sobre la Gürtel, mañana, que lo lleva claro Camps.

(La imagen es una foto de www_ukberri_net, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 26 d’abril del 2011

La Gürtel no da respiro.

Es inútil. Hagan lo que hagan en el PP la trama de la Gürtel emerge siempre y no es posible ocultarla. Ya puede Mayor Oreja afirmar que el Gobierno se pasa el día cambalacheando con ETA. Ya puede Cospedal amenazar con que su partido va a romper el pacto antiterrorista que rompe de hecho continuamente al usarlo como baza electoral. Ya puede Aznar descubrir que España está en quiebra, siempre con el objetivo de que no se hable de lo que algún plumilla meritorio llamaría el mefítico pozo de la corrupción. La Gürtel reaparece por encima de las diatribas. El cadáver de Ionesco lo ocupa todo y, en definitiva, la derecha no podrá evitar que se la juzgue por ello, judicialmente, va de suyo, pero también políticamente. Y cada día trae noticias nuevas, que ennegrecen el panorama.

Según parece la corrupción gürteliana llegaba a Andalucía, hasta ahora tierra exenta. En las elecciones andaluzas de 2004, la Gürtel supuestamente se embolsó casi 160.000 euros a cuenta de la campaña de Teófila Martínez que, de acuerdo con los informes de la policía incorporados al sumario, se repartieron equitativamente algunos de los imputados, incluido el propio Correa que a vecs era Gürtel y a veces gürtelado. Supongo que se levantará causa por financiación ilegal.

Para salir al paso de esta contaminación, que más parece embadurnamiento general, Esperanza Aguirre ha presentado las listas de candidatos de la Comunidad de Madrid destacando en ellas como lo más notable dos cosas: a) que son de continuidad y b) que no incluyen imputados en la Gürtel. Añade además un briefing sobre qué se hace en el PP con los imputados: se respeta la presunción de inocencia, se los pone de patas en la calle y nada de ir en lista electoral alguna. ¿El PP? El de Madrid, aclara Aguirre... y deja a su compañero Camps a la altura del betún ya que las listas de éste están plagadas de imputados. Hay unos diez. Para mayor ironía resulta que tampoco Aguirre es transparente. Sus listas no llevan imputados en la Gürtel pero sí afectados en la divertida trama de la gestapillo que ahora revive en los tribunales. Y esto sin mencionar la opacidad absoluta del gobierno regional con respecto a la fundación Fundescam tan tocada por la Gürtel como los que no van en las listas.

¡Pobre Camps, expuesto al ludibrio público por sus compañeros de partido! Como si su peculiar personalidad y estilo no lo empujaran a hacer cosas que mantienen la Gürtel en primer plano de actualidad. Cuando acompañó a Carlos Fabra a inaugurar el aeropuerto de Castellón, el primero del mundo que ha eliminado esa molestia del ruido de los aviones a base de prescindir de ellos, ambos próceres ensalzaron la ventaja de que las pistas pudieran emplearse para dar agradables paseos. Unos ciudadanos les tomaron la palabra y convocaron una fiesta rave en las pistas para el domingo de Resurrección, 24 de abril, con sano ánimo de reírse de los mandatarios. Para impedirlo ha sido necesario acordonar la zona y desplegar la Guardia Civil porque se habían sumado más de veinte mil personas al evento en facebook. Luego a estos eventos acaba yendo el uno por ciento de los que se apuntan. Pero aun así, ya podrían haber sido un par de cientos que querían ir a comer tortilla y beber sangría a las famosas pistas. Ahora la cuestión es ¿por qué no pueden los ciudadanos pasar una agradable tarde de domingo en unas pistas en las que no aterrizan aviones? ¿No las habían inaugurado para eso?

De lo siniestro a lo cómico, la Gürtel es un peso muerto que costará caro al PP en las elecciones. Pero él se lo ha buscado al respaldar una lista con diez imputados y encabezada por Camps, cuya vida, hace ya dos años, no es otra cosa que un forcejeo permanente con las instancias judiciales y que tiene toda la pinta de acabar en el banquillo.

dilluns, 25 d’abril del 2011

Obviamente.

Palinuro lleva tres meses diciendo que la derecha vende la piel del oso antes de cazarlo, que las elecciones no están decididas y que esos 14 puntos porcentuales de diferencia a favor del PP no se compadecen con el sentido común; y cuando algo no se compadece con el sentido común, malo. Pero es igual: como espoleada por los sondeos previos, la oposición conservadora se ha lanzado a la carga de la brigada pesada sin mirar si tenía al enemigo delante o detrás y ahora corre hacia un precipicio que no era difícil ver. Se dice que los asesores del PP, las gentes que determinan su estrategia, habían apostado por perseverar en una línea que auguraba muy buenos resultados. El gobierno se hundía solo y a la oposición no se le exigían propuestas. Perseverar en esa línea es perseverar en el error, cosa que seguramente se debe a la creencia de la derecha de que el electorado no se informa, no compara, no razona y sólo se llega a él aumentando los decibelios. Pero eso es falso, como puede verse analizando el resultado de la táctica del laissez faire (tan poco recomendable en política como en economía) frente a los tres grandes asuntos que se ventilan en estas elecciones y las subsiguientes generales de 2012: la crisis, el fin de ETA y el caso Gürtel.

La crisis. El PP ha apostado todo a que España se hundía como Grecia, Irlanda y Portugal. Y no sólo ha apostado. Aznar ha hecho lo posible por propiciar el hundimiento sembrando dudas mundo adelante sobre la solvencia de su país. Pensar que la gente no ve esto que es de primero de patriotismo elemental es no tener ni idea de en dónde se vive. Además de apostar por lo peor, el PP no ha presentado propuesta alguna concreta de salida de la crisis, salvo ocasionales referencias al programa de... Cameron, en Gran Bretaña. En cambio, ha puesto cuantas dificultades ha podido a la aplicación de las medidas del gobierno y ha votado en contra de varias de ellas siendo así que tales medidas son las que él mismo propugna. Creer que esta inconsistencia tan clamorosa no es palpable revela una ignorancia supina. Y eso no es lo peor. Lo peor es que, gracias a las medidas del gobierno, España se ha salvado de una ruina segura. Gracias a unas medidas muy impopulares que le costaron el apoyo de su electorado (ahí nacen los famosos 14 puntos) que, sin embargo, ahora ve que las medidas, aun dolorosas, eran necesarias so pena de que suceda como en Portugal en donde la negativa de la derecha a aprobar las medidas del gobierno socialista obliga al país ahora a aguantar medidas peores. Es decir, a pesar del paro, el gobierno ha demostrado saber gobernar, tiene la situación bajo control y lo peor de la crisis se ha evitado. Creer que esto no iba a tener consecuencias electorales es ser bastante superficial.

El fin de ETA. En general, el comportamiento del PP en relación con la lucha antiterrorista es un cúmulo de disparates y errores. Cargar contra la policía, contra los jueces, contra el ministro del Interior en el momento en que hay una probabilidad bastante alta de que ETA, derrotada, deponga las armas no solamente es moralmente reprobable sino que carece de sentido. Insistir machaconamente como hace Mayor Oreja sin pruebas pero con mucha unción en que el Gobierno negocia con ETA, no hace más cierta la negociación ni la impediría en el harto improbable caso de que se produjera. Ser tan contundente cuando se es tan irrelevante resulta melodramático y algo cursi, lo que es Mayor Oreja: engolado y cursi. A la vista de todos está que ETA se encuentra en las últimas y que la izquierda abertzale acabará desvinculándose de la banda a satisfacción general. General no; es seguro que el PP se quedará fuera y, como suele, solo, quizá con la excepción de UPyD. Porque de lo que se trata es de impedir el fin de ETA bajo un gobierno socialista. Y esto es patente. Por si lo fuera poco, Cospedal anuncia que el PP romperá el pacto antiterrorista (ese que rompe cotidianamente convirtiendo la lucha antiterrorista en objeto de rivalidad política) si se permite que Bildu vaya a las elecciones siendo así que quien toma esta decisión son los jueces y no el gobierno que es con quien el PP tiene firmado el tal pacto. ¿Cómo creer que un comportamiento tan disparatado pueda tener el apoyo de los electores?

El caso Gürtel. La Gürtel no es corrupción sin más, un episodio aquí, otro allí, de más o menos importancia. La Gürtel es una trama organizada con presuntas conexiones institucionales y en el PP que ha funcionado durante años en medio de una verdadera ristra de delitos que va desde el blanqueo de capitales a la prevaricación, pasando por el cohecho o el tráfico de influencias. Desde que el caso estalló el PP no ha hecho otra cosa que hostigar al juez que lo destapó y a las fuerzas de seguridad y fiscales que lo investigan. Nada de dar explicaciones ni de asumir responsabilidades. A lo sumo media docena de dimisiones que, en algún caso, se han contrarrestado con nuevos destinos, como en el del exalcalde de Pozuelo. A ello se añade un intento desesperado de que no se hable del asunto y que la atención pública se concentre en otras hogueras que van encendiéndose a necesidad. Pero es imposible, la trama Gürtel está devorando el PP, siendo raro el día en que no se descubren nuevas trapacerías y mangoneos de sus dirigentes. Y aquí es donde se ventila esa asombrosa afirmación que se ha venido leyendo por todas partes en los medios de que al electorado (especialmente al conservador) no le influye negativamente la corrupción. Eso es tan absurdo como sostener que a la gente no le importa que la estafen o la defrauden. Carece de sentido. Es imposible, por muy de derechas que sean los electores. Dicen que, con todo, Camps conserva sus apoyos y que los aumentará en las próximas elecciones. Puede ser pero no lo creo.

Donde la vida humana no vale nada.

La Casa Encendida alberga dos exposiciones de interés, una de Juliao Sarmento y otra del XIV premio de fotografía humanitaria Luis Valtueña, que otorga Médicos del Mundo. De Sarmento hablaremos otro día. El XIV premio reúne un puñado de fotografías impresionantes. El primer premio ha sido para Fernando Moleres que ha fotografiado la vida de los menores detenidos y presos en cárceles de Sierra Leona. Cada fotografía es como un manifiesto, cuenta una historia, es la puerta de entrada a un mundo inhumano, horroroso, casi incompresible para nosotros. 60 personas en unos metros cuadrados, un retrete para doscientas, jabón cada dos meses. Tiemblan los conceptos europeos de derechos humanos mirando esas miradas de los críos encarcelados.

Los otros galardones premian fotos del sicariato latinoamericano, del terremoto en Haití y de acompañamiento, quien tenga estómago, puede ver alguna imagen de la matanza de Srebrenica o del cementerio de cacharros de alta tecnología occidentales en Accra, Ghana. La serie de fotos de El País puede verse aquí. Es lo que se llama periodismo fotográfico de calidad. Las fotos de los sicarios, un oficio en alza que garantiza trabajo seguro (con miles de muertos por arma de fuego), altos salarios y una baja esperanza de vida en torno a los veintisiete años adquieren su sentido cuando se lee la historia que cuenta Javier Arencillas, el fotógrafo. ¿Cómo se hace uno sicario? Hay que pasar por una prueba inicial matando a alguien con cierto riesgo por poco dinero y asistir luego a los funerales para demostrar que nadie presenció el crimen. Después ya se puede matar por orden y contra pago.

Las fotos de Haití, de Ricardo Venturi, de gran belleza, abordan el mismo tema: la vida humana allí donde la vida humana no vale nada.

diumenge, 24 d’abril del 2011

El decálogo de Fernández Vara y la esvástica del lejía.

Fernández Vara es digno sucesor de Rodríguez Ibarra en Extremadura. Como éste acostumbra a decir las cosas de modo claro, directo y correcto. Su decálogo de buenos usos democráticos sería estupendo si esto en lugar de España fuera la República platónica gobernada por los filósofos reyes. Los principios y normas que enuncia aunque algo desordenados y mezclados vienen a coincidir con los requisitos que establece Habermas para que se dé la acción comunicativa que lleve a una comunidad ideal de habla, que es la sublimación de la democracia. Una comunidad ideal. Aplausos a un político capaz de remontar el vuelo sobre la corrala de gallináceas del resto.

Pero de momento aquí, en esta España real, la causa de la separación entre la Iglesia y el Estado tiene escaso futuro si los prohombres políticos que debieran propugnar la laicidad siguen expresándose en términos mosaicos. El propio titular de Público lo señala al hablar con ironía de Los diez mandamientos, según Fernández Vara. ¿Por qué diez y no once u ocho, teniendo en cuenta que podría haber más o que algunos se repiten? Porque la moral cívica española gira en torno al Decálogo. Son las tablas de la Ley y pesan tanto que hasta quienes se supone son críticos se adaptan a las formas casi sin pensarlo.

Pero lo determinante es qué grado de seguimiento tienen las tales tablas, que es muy bajo. El catolicismo es una religión de laxa moral que tiene establecido el perdón de los pecados como una actividad rutinaria, muy cómoda para que quien peca el lunes quede limpio como la patena el martes y pueda volver a empezar. Así tómese el más importante precepto de Fernández Vara, que hay que decir la verdad, coincidente con el mandamiento mosaico que prohíbe mentir y con el postulado de veracidad de Habermas. La verdad. Ahora cotéjese con el incidente de la foto de los legionarios que sostienen la imagen del Cristo de la buena muerte, uno de los cuales lleva una esvástica tatuada en el brazo. Es el caso que la Gaceta ha publicado la foto de los legionarios sin la cruz gamada en una noticia titulada "orgullosos de nuestra Semana Santa". Orgullosos pero borran un distintivo antiquísimo, que ya se encuentra en la primitiva civilización irania sin duda porque lo relacionan con el uso que de él hicieron los nazis, lo que creen deben ocultar por si la gente establece alguna relación entre el orgullo, la Semana Santa y el nazismo. Y eso revela mala conciencia por faltar a la verdad y al ejemplo del Invicto. En sus primeros y heroicos tiempos Franco se hacía retratar gustoso con la esvástica en lugar bien prominente, nada de un miserable tatuaje entre unas ondas al estilo japonés que a saber si no son del Imperio del sol naciente. Estos neofranquistas vergonzantes dicen estar muy orgullosos, pero pierden el tafanario ocultando las pruebas de su amor por la dictadura.

Todo sea por el mandato de verdad o veracidad al que Fernández Vara quiere se someta la política pues empieza por otorgarle un gran valor. No le arriendo la ganancia aunque, si le sirve de consuelo, le recordaré que la democracia es grande precisamente por su capacidad para aguantar los berridos de estos nostágicos de la tiranía. En todo caso, es muy gratificante escuchar a un político hablando con mesura de cosas esenciales para la convivencia de los españoles en lugar de oírlo soltando improperios. Pero temo que van a responderle con improperios.

dissabte, 23 d’abril del 2011

Qué Troitiño ni Troitazo: Gürtel.

La táctica de la derecha está clara: armar todo el ruido que se pueda, montar escandalera tras escandalera por diversos motivos, preferentemente la lucha antiterrorista, hablar en tono fuerte, lanzar acusaciones sin tregua al Gobierno que muchas veces bordean la calumnia, pedir a Aznar alguna de sus insultantes declaraciones. Y seguir así hasta el 22 de mayo, fecha de las elecciones, tratando de que no se hable del asunto decisivo, el que se va a pedir a los ciudadanos que juzguen, el de la corrupción de la Gürtel, que tiene al PP impregnado de arriba abajo. El caso Faisán, las listas de Bildu, la excarcelación de Troitiño son los clavos de que se vale el PP para mantener un nivel de confrontación alto con el Gobierno al que, sin embargo, debería respaldar porque la lucha antiterrorista es un asunto de Estado. Como tal está comprendido en el pacto antiterrorista que el PP asegura no tener intención de romper pero que rompe de hecho todos los días. Lo hace así, contra toda objeción moral o de sentido común porque piensa que le reporta un doble beneficio. De un lado, si insiste, puede frustrar la posibilidad de que un gobierno socialista acabe con ETA. De otro lado también es una excelente tapadera para que no se hable de la Gürtel.

Pero es que de la Gürtel hay que hablar. Luego de lo que ya se sabe en estos dos años respecto al quién es quién en la trama, alguien autorizado debe dar cuenta de qué pintaban Correa y el bigotes en la boda de la hija de Aznar en El Escorial. ¿Quién los invitó y por qué? Es de suponer que las cuentas de ese regio acontecimiento estén claras; por ello no habrá inconveniente en exhibirlas. Porque se trató de un acto privado para el que se utilizó un bien público del Patrimonio Nacional, el Real Sitio de El Escorial. También será interesante saber qué figura jurídica amparó el acto: ¿se alquiló el lugar? ¿Se ocupó sin más? ¿Quién lo autorizó? De la Gürtel queda mucho que hablar en sede política; la judicial va por su lado. De la Gürtel y de sus laberínticas conexiones. La Comunidad de Madrid debe aclarar cómo y para qué funciona FUNDESCAM y apresurarse a facilitar al juez toda la documentación que solicite sin retenerla que es lo que se dice que hace. De la Gürtel en Valencia está todo por decir, empezando por ese asunto increíble del presunto negocio con la visita del Papa. ¡Ahí es nada la Gürtel madrugando a la Iglesia!

La Gürtel es presunto crimen organizado y los ciudadanos tienen derecho a saber a quién votan cuando votan a candidatos implicados en la causa.

Al paso de la vida.

Es frecuente que los escritores, los filósofos, los ensayistas, hasta los literatos y los mismísimos poetas, publiquen recopilaciones de artículos, prólogos, críticas, piezas menores que han ido dejando a su paso por la vida y que, de interesarse alguien por ellas, tendría difícil encontrarlas. Los académicos suelen justificarlas sosteniendo que, aunque sean aportaciones independientes, las recorre un hilo común que a veces no es un hilo sino toda la estameña porque los trabajos se repiten y la obra acaba pareciendo un vademécum. Los literatos, en cambio, son más libertarios, no se sienten obligados a dar justificación alguna y el resultado se parece más a los jardines floridos del Siglo de Oro.

José Antonio González Alcantud (Deber de lucidez. Fragmentos de radicalidad democrática en la edad del imperio, Barcelona, Anthropos, 2011, 172 págs.) se encuentra en un punto intermedio entre las dos opciones. Su dedicación a la antropología cultural y otra más de creación literaria. Hay cierto prurito académico pero el jardín es muy variado pues recoge artículos (algunos en Ajoblanco, lo que es un puntazo; otros prensa granadina), catálogos, inéditos y hasta una especie de ajuste de cuentas de uno de esos líos de envidias y rencillas burocráticas en el desempeño de cargos oficiales. No hay hilo conductor si no es la cultura y la inteligencia que derrocha Alcantud y hace que la obra se lea con delectación.

Por lo demás, si hubiera duda alguna, el subtítulo ilustra mucho sobre el juicio que merece al autor: son fragmentos, cosa que, además de empíricamente cierta, encaja con el espíritu postmoderno que se quiere fragmentario. Lo de que también sean radicales y democráticos, al carecer de base empírica, es más opinable. Y, desde luego, el premio se lo lleva lo de la edad del imperio. Tan cierto es que, si no me equivoco, no se habla de ello ni una vez en el libro. Porque se da por supuesta. El autor habla de Nueva York como lo hacemos todos, como asombrados habitantes de la periférica Hispania (¿no nos sentimos incluidos cuando los gringos se refieren a los hispanics?) después de una visita a Roma. Tiene gracia el artículo inédito sobre el famoso apagón de Nueva York en el verano de 2003. Alcantud se arranca hablando de "signos apocalípticos" (p. 66). Yo también estaba allí. El apagón se produjo sobre las dos de la tarde de un día de muchísimo calor. Como tenía varias horas de luz bajé andando por la Vª Avenida desde la calle 42 hasta hasta pasado el Soho. En Canal Str. los chinos estaban haciendo negocio vendiendo velas, pilas y todo tipo de baterías. A mi regreso vi que el alcalde había armado a los cops con subfusiles ametralladores y estaba muy visibles. No hubo incidentes. Y sí, la avería se había producido en algún generador en la frontera con el Canadá, cerca del Niagara, cuya contemplación despierta hondas emociones en Alcantud, de las que forma parte el recuerdo de la peli con Marilyn Monroe tratando de asesinar a su marido. Desde esa visión de Nueva York, entiendo, cuestiona el autor la de Lorca en Poeta en Nueva York (p. 76). Hace bien aunque lo que me llama la atención es que haga extensivo el juicio crítico negativo a toda la obra de García Lorca que, dice, le interesaba menos de joven que la de los simbolistas franceses. No por ser granadino tiene uno que ser lorquiano, supongo.

Hay muchos momentos estupendos en el libro que es un ejercicio, en efecto, de lucidez con una notable variedad de objetos y circunstancias. Los autores más mencionados son Gaston Bachelard y Georg Simmel. Como traductor que soy del filósofo alemán, lo entiendo muy bien y he de decir que Alcantud alcanza niveles simmelianos en su capacidad para presentar los asuntos cotidianos bajo perspectivas nuevas y seductoras. Merece la pena leer lo que dice sobre el metro, Ganivet (al fin y al cabo, Granada), el cine, el flamenco, el Sacromonte, las cartujas (por cierto, en la de Granada hay un puñado de cuadros de Sánchez Cotán bien curiosos) o la crítica a lo que llama con intención previsible, la tierra de los fabores. Es excelente la anécdota de Lévy-Strauss (p. 79) quien, a una pregunta de por qué no lo llamaban a la televisión, respondió que porque la televisión es un "medio muy primitivo". Y tanto. Es como las sombras chinescas.

La última parte del libro trata de escritores y libros en relación con Granada. Las observaciones sobre Pierre Loti (p. 138) están bien y la foto del autor de Aziyadé en el patio de los leones, ahora que en la Alhambra suele haber más gente que en el McDonalds, vale un potosí. El capítulo sobre los hermanos Tharaud (143-146) cuya relación con España fue realmente reticente se justifica por el análisis que hace del tipo de creación literaria de estos tomando como ejemplo Quand Israël est roi que me ha resultado muy interesante porque no lo conocía.

En el capítulo sobre Gitanismo y antigitanismo en el mundo lorquiano (151-154) emergen las reservas de Alcantud frente a Lorca, reservas en cuanto a la sinceridad, el conocimiento o experiencia directa del poeta. Da la impresión de que quien aquí habla es el antropólogo profesional que no admite que haya conocimiento de un otro colectivo si no es directo y de primera mano. Conviene, sin embargo, recordar que el conocimiento poético se nutre de otros veneros y lo que propone no es una explicación científica de un fenómeno étnico o cultural sino una visión artística, para lo cual la experiencia directa puede no ser necesaria. Al escribir el ciclo de novelas sobre el Oeste norteamericano que tanto éxito tuvieron, Karl May no había pisado América.

El último capítulo, La historia y el drama local en Andalucía cuenta retazos muy interesantes de ese expatriado inglés que residió toda su vida en la Alpujarra y al que los lugareños llamaban "don Gerardo", el autor de El laberinto español, una interpretación del "ser de España" con ojos de británico, pero también de South from Granada y alguna otra obra. La verdad es que estas simbiosis son muy curiosas. Y los ingleses las bordan desde George Borrow a George Apperley, otro expatriado.

El final del libro está consagrado a Julian Pitt-Rivers, deber de lealtad, padre de la antropología moderna, discípulo del gran Evans-Pritchard y autor de People of the Sierra, el libro canónico de la disciplina sobre Grazalema, sierra de Cádiz.

Alcantud cumple su deber sobradamente.

divendres, 22 d’abril del 2011

El etarra Troitiño y la Gürtel.

Que el responsable del PP para asuntos de Justicia sea Federico Trillo resulta bastante bochornoso. Durante su mandato como ministro de Defensa se produjo el desastre del Yak 42 siendo él por tanto responsable político del criminal y vergonzoso hecho de que varios de los militares españoles muertos en el accidente fueran enterrados de cualquier forma, bajo identidades falsas y hasta con los restos de los cadáveres mezclados, y todo por cubrir las apariencias. El hecho fue visto en los tribunales y estos condenaron a varios mandos militares. Pero no a Trillo que, sin embargo, debiera haber admitido su responsabilidad política, retirándose de la vida pública, especialmente despues de haber negado "rotundamente" que militares del Yak-42 fueran enterrados sin identificar. Conociendo el paño es posible que Trillo sostenga que no faltó a la verdad puesto que los militares fueron todos identificados. Él no dijo que hubieran sido bien identificados. Pero el hecho de haber sido mal identificados no sólo no lo exonera de responsabilidad política sino que se la agrava.

Sin embargo ahí está, exigiendo a todo el mundo conductas que él no tuvo la gallardía de adoptar. Al contrario, algunas de las que adoptó aun lo descalifican más como representante de nada, como el gesto de arrojar una moneda a una periodista que le había hecho una pregunta sobre el caso Yakovlev 42. Al margen de consideraciones morales o de buen gusto parece que lo que se valora en Trillo y por lo que ocupa el puesto de responsable de justicia es por su habilidad procesal y su capacidad para sacar de apuros a sus compañeros de partido imputados por delitos y meter en ellos a los adversarios políticos o, llegado el caso, algún representante de los poderes públicos que no actúe según la doctrina trillesca.

Sin embargo tampoco parece que en este campo la fama haga honor a la realidad. En el caso Gürtel que es al que se orienta toda la estrategia política y judicial del PP, no ha conseguido prácticamente nada. Con la última decisión del juez valenciano, Camps está más cerca que nunca de sentarse en el banquillo del proceso por los tres tristes trajes.

En el caso Troitiño, Trillo ha desplegado todas sus habilidades y el PP ha respondido como una maquinaria bien engrasada atacando en todos los frentes, judiciales y políticos. Los mismos que en 1998, en plena no negociación con ETA excarcelaron a un puñado de etarras, incluido uno que volvió a delinquir cometiendo un asesinato, los mismos que en 2002 no impidieron la fuga de Josu Ternera, siendo ministro del Interior Rajoy, esos mismos exigen ahora que se investigue y empapele a los jueces que han autorizado la excarcelación de Troitiño, que el Gobierno admita su negligencia (cuando no su perversa táctica de negociar con los etarras), que el ministro del Interior reconozca que incumplió su deber no deteniendo al etarra liberado "preventivamente" una vez que el fiscal hubo recurrido la decisión de excarcelarlo. ¿Por qué no se tomarán un respiro y se van de procesión a ver si a la vuelta, consiguen decir algo que tenga sentido?.

Como se ve, no hay caso y, como de costumbre, Trillo no da ni una. El tribunal ha cambiado su criterio pero en el ínterin Troitiño se ha hecho humo. Nada más. Nada que objetar. No hay culpables. El único culpable es Troitiño, pero vaya Vd. a decírselo. Entonces, si no hay caso, ¿por qué esta zapatiesta a cuenta del etarra evanescente?

Para convertirlo a su vez en humo con el que tapar lo que realmente preocupa en la derecha, que es el caso Gürtel. Faisán, Troitiño, declaraciones de Aznar, exabruptos de Cospedal, Fabra o González Pons, maquinaciones de Trillo, todo con tal de que no se hable de la Gürtel, que se silencie su existencia, como se hace en Canal Nou, la TV valenciana gracias a los desvelos de Camps. Y que si le hubieran dejado, habría acallado también las televisiones nacionales, públicas y privadas.

Pero esto no es posible; la Gürtel no se puede silenciar porque es un entramado presuntamente delictivo que afecta a la estructura misma del PP, a su financiación y a sus relaciones con multitud de administrados. Porque cuando no viene por el lado del imprevisible Camps, llega a través de una vicisitud del juez Garzón en el proceso que se le sigue por las escuchas del caso Gürtel, precisamente. Gürtel es un cadáver que arrastra el PP quien cada vez se parece más a aquel exaltado joven de El perro andaluz que en su frenesí acaba arrastrando a pelo dos pianos de cola con dos seminaristas y un ternero muerto. Eso no hay trillo que lo trajine.

(La primera imagen es una foto de Helene C. Stikkel, en el dominio público, vía Creative Commons y la segunda un fotograma de El perro andaluz.

dijous, 21 d’abril del 2011

Garzón contra las mafias.

Siguen las coincidencias aleccionadoras. Ayer, final de la copa del generalísimo, digo, del rey, se estrenó el documental de Isabel Coixet con el juez Garzón de protagonista y el novelista Manuel Rivas de contraparte.

¡Qué pieza, voto a tal! Ochenta y seis minutos de primeros planos en blanco y negro del juez que no para de hablar exponiendo su punto de vista (muy altamente cualificado en lo judicial, como es de suponer) sobre los procesos en los que está acusado y haciéndolo con una mesura, un dominio de sí mismo y una claridad que no solamente asombran sino que impresionan. Además no se limita a hablar de su circunstancia, de su proceso judicial y del mediático, sino que trata de muchas otras cosas, de la mafia, del crimen organizado, de la jurisdicción universal, de la corrupción en España y en las democracias en general, de la función de los jueces, de la relación entre justicia y democracia, del terrorismo, etc. Cualquier observador medianamente imparcial de la actualidad exterior e interior y conocedor de los avatares procesales del juez considerará esta peli como un tesoro de información expuesta con rigor y captada con veracidad.

Y no solo con veracidad sino con verdadera arte. Rivas es empático en todo momento (de hecho el film entero es un grito a favor de Garzón) pero adopta sabiamente una línea minimalista. Se ha trabajado muy bien las preguntas y ha cubierto por entero el campo, pero su función es dejar hablar al juez, entregárselo a Coixet (que dirige pero también está a las cámaras) para que escudriñe su rostro, sus gestos, sus miradas, el movimiento de las manos. Según parece rodaron seis horas sin parar. La hora y media escasa de proyección, lógicamente, está editada y los fundidos se acompasan con los títulos de los temas que se abordan. Y el efecto es rotundo. La cámara acompaña el discurso del juez, lo sostiene, lo subraya a veces con zooms repentinos o lo deja sonar por sí solo haciendo tomas desenfocadas, casi logrando un off. En fin, es admirable lo que puede hacerse con un par de cámaras, una habitación, una mesa y alguien que tiene algo que decir así como alguien que quiere difundirlo, informar.

Porque en definitiva, de información va el asunto. Los jueces están acostumbrados a prevalecer en función de su independencia, su seriedad y su competencia técnica. Tanto que muchas veces no se sienten obligados a justificar sus decisiones en términos moralmente comprensibles para la colectividad en cuyo nombre e interés trabajan. Y esta colectividad tiene muy difícil hacerse una idea de lo que está en juego por falta de medios para informarse. Esa es la importancia capital de esta peli, que los jueces sepan que la colectividad está informada y, por tanto, en situación de exigir una decisión justa respecto a un juez que tiene un historial de servicios a la comunidad probablemente sin parangón. Y eso escuece.

Acertadísimo empezar el diálogo hablando de la mafia siciliana y de la influencia que los magistrados Falcone y Borsellino, ambos asesinados en 1992, han ejercido sobre el juez. Es el sutil modo del novelista de interpretar la carrera de Garzón: un juez contra las mafias y contra el crimen organizado en general. ¿Qué tienen en común el narcotráfico gallego, el terrorismo de ETA, el de los GAL, los crímenes de las dictaduras pinochetista y franquista y el caso Gürtel, esto es, los casos en los que el juez Garzón se ha ganado el respeto y la admiración de mucha gente y la envidia y el odio de mucha otra? Que todos, unos por unos motivos otros por otros, son casos de crimen organizado. Esencial la experiencia palermitana del juez. Porque España no es Sicilia, ciertamente, pues tiene sus peculiaridades. Pero a veces se le parece. El narcotráfico gallego es lo que más se aproxima a la cosa nostra y en verdad que las reflexiones de Garzón al respecto son atinadas: el miedo de la gente, la impunidad de los capi mafiosi.

Eso de la impunidad es decisivo para entender lo que el juez llama su compromiso y lo explica de un modo que nadie que lo oiga podrá olvidar, especialmente si es juez. Dice Garzón que ningún juez puede llamarse andana si en su jurisdicción se descubre el cadáver de una persona muerta por muerte violenta. Con un tiro en la nuca, dice; con las manos atadas a la espalda, dice; sin cabeza, dice. Obviamente, ningún juez puede inhibirse. En realidad, ningún ser humano. Así que aquellos jueces que se inhiban o los que impidan que se abran las fosas en las que yacen los asesinados no solamente no son jueces sino que son cómplices y encubridores de los asesinos. Porque la justicia no conoce términos medios: todo lo que no sea hacer justicia es hacer injusticia.

Repasando la entrada de ayer también sobre Garzón, Jueces y estrellas, estoy contento de lo que decía antes de ver la peli. Sospechaba que la celeridad del caso de las escuchas y las dilaciones del de los crímenes del franquismo pudiera ser estrategia procesal y es exactamente lo que da a entender Garzón que "no comprende" la diferencia de ritmos en ambos casos. Es también lo que decía Palinuro: en estos procesos kafkianos nada se comprende pero todo tiene una causa.

Una sola crítica tengo y se refiere al episodio de la actividad política de Garzón. El juez pasa por ella como por las consabidas ascuas, murmurando algo acerca de la la "libertad de opción" o cosa parecida, y eso es todo. Sin embargo hubo en aquel episodio la suficiente agitación, demagogia, linchamiento mediático y relaciones del juez con medios de la ralea de El Mundo (que ahora tratan de hundirlo) para que se eche de menos alguna reflexión suya acerca de aquellos años y qué respuesta da a las acusaciones de parcialidad por despecho.

Pero en las circunstancias actuales eso es asunto menor de lo que ya habrá tiempo de hablar. Ahora lo importante es decir con quién se está y Palinuro no tiene duda alguna: con el juez Garzón, al que sigue recomendando como ayer que no se meta en política de partidos.

dimecres, 20 d’abril del 2011

Jueces y estrellas.

El mismo día en que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) decidía que su deber es suspender a Garzón por segunda vez, Isabel Coixet anunciaba para hoy el estreno de su película Escuchando al juez Garzón, que espero poder ver de inmediato. La coincidencia de ambos hechos, con ser curiosa y aleccionadora, no priva a cada uno de ellos de su carácter esencial. La decisión del CGPJ es un acto de necesidad, dado el precedente que él mismo sentó al suspender cautelarmente al Juez con la causa de la investigación por los crímenes del franquismo. No puede no suspender, con lo que da una lamentable imagen como de ensañamiento. Suspender a alguien dos veces es como matarlo por partida doble, una porque corresponde y otra por si resucita.

El pobre juez sabe muy bien en dónde lo han metido, en una maraña jurídica como la de El proceso de Kafka, en la que todo es incomprensible pero nada sucede por casualidad. Por ejemplo, el orden de los procesos puede no ser inocente. De haber empezado por el del franquismo, con lo sensibilizado que está todo el mundo, tanto aquí como en el extranjero, con los crímenes impunes de la Dictadura, hubiera tenido muy mala prensa. Parece más astuto procesarlo antes por algo que despierta menos pasiones, especialmente en el extranjero como son las escuchas de la Gürtel. Si resultara condenado por prevaricación, luego sería más fácil hacer lo mismo en el proceso por los crímenes del franquismo. ¿Por qué no? La maquinaria de la venganza judicial se ha puesto en marcha y Baltasar G. puede ya hacer muy poco.

En el terreno procesal. Pero puede hacer y mucho en el terreno social y en el mediático. He aquí que las frecuentes acusaciones que se hacían al juez Garzón, con su pelusilla de envidia, de que era un juez estrella resultaron ser la típica profecía que se autocumple. El juez Garzón es una estrella de cine de la mano de Isabel Coixet y expone directamente su situación en público en una sala de proyecciones y, en unos días, a través de la red. Estoy seguro de que será uno de los productos más bajados.

Precisamente presentaba Garzón en Madrid un libro que recoge una amplia conversación con el escritor Manuel Rivas y se titula La fuerza de la razón (editorial Debate, Madrid), el mismo título que el explosivo de Oriana Fallacci. Y viene con DVD. Esa Fuerza de la razón es la que se exhibe en el documental de Coixet que a su vez está realizado no como un acto de necesidad, al estilo del del CGPJ, sino como un acto de libertad y de creación. Manuel Rivas pudo escribir o no escribir el libro, al igual que Coixet pudo rodar o no rodar la película. Si lo hicieron fue, probablemente, por un sentimiento moral en pro del juez. En todo caso está claro que Garzón tiene apoyos sociales que se hacen oír en su defensa. A pocos acusados les es dado exponer sus circunstancias y razonamientos de forma tan extensa. Y es eso, la sociedad que quiere escucharlo.

Por supuesto el ruido mediático, la difusión del discurso de Garzón no lo va a hacer más simpático a los ojos de los colegas que han de juzgarlo y para quienes lo ideal sería que el acusado se limitara a contestar a las preguntas de la sala y el resto del tiempo estuviera en silencio cartujo hasta conocer su destino. Pero eso es imposible. Nuestra sociedad es abierta, hay libertad de información y de expresión y, salvo orden judicial (que habría que ver cómo se justificaba) Garzón se encuentra en pleno uso de sus derechos, muy especialmente el de expresión, que es su mejor baza y es de suponer que nadie entienda el ejercicio de ese derecho como un intento de presionar a los jueces que, de todas formas, están en una posición imposible.

El proceso por investigar los crímenes del franquismo quizá sea intachable desde el punto de vista jurídico, que no lo parece, pero desde luego es inaceptable desde el punto de vista político y moral. Que en lugar de investigar aquellos crímenes, castigar a los culpables, resarcir a las víctimas sea el juez que instruyó la causa el que acabe enjuiciado a instancias de una organización fascista no es algo que pueda explicarse fácilmente. Tampoco sale mejor parado el proceso por ordenar escuchas telefónicas en el caso Gürtel. No es sencillo hacer entender a la gente que un juez pueda acabar en el banquillo bajo la acusación presentada por los imputados en la causa que estaba instruyendo. Si además resulta que la fiscalía no ve delito, la dificultad se convierte en imposibilidad.

Garzón entiende tan bien las reglas de la sociedad del espectáculo como las del foro y en ambos territorios se maneja con habilidad y destreza. Es posible que en el orden judicial lo hayan atrapado (y ya se verá el rigor jurídico de la causa en contra de él) pero en el mediático, en el comunicacional, ya ha ganado. Garzón tiene rostro; sus acusadores y juzgadores, no. Garzón es persona; sus acusadores y juzgadores son nombres, cargos, engranajes en el impersonal funcionamiento de la ley. Garzón esgrime razones; sus acusadores, códigos. Garzón lucha contra el delito; sus acusadores luchan contra Garzón; Garzón suscita simpatías y solidaridad generalizadas; sus acusadores sólo cosechan desconfianza, antipatía y desprecio.

Si el juez fuera condenado tendría que dedicarse a otra cosa, quizá a la abogacía, como hizo otro juez, Gómez de Liaño, condenado por prevaricación. Pero también podría dedicarse a la publicística, a luchar porque no suceda a nadie lo que le ha sucedido a él. Tiene el suficiente prestigio moral para hacerlo y cuenta con tanto respaldo social que no le será difícil poner en marcha una empresa en pro de la justicia, la trasparencia, la moralidad en la vida pública y, en último término, la democracia. Lo que no le recomendaría es que se metiera en política, como hizo el fiscal italiano Antonio di Pietro.

(La imagen es una toma de un vídeo de Público, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 19 d’abril del 2011

La indignación de Aznar.

Paseando ayer por las calles de Santa Cruz de Tenerife con su comitiva, pues venía de pronunciar un discurso, Rajoy fue protagonista de una de esas anécdotas que jalonan su triste existencia de delfín demediado. Dos jóvenes admiradoras le pidieron un autógrafo pensando que era Zapatero. Salvo que las jóvenes fueran finlandesas o tagalas el asunto es poco creíble y más parece una broma. Si lo hubieran confundido con Aznar habría sido más verosímil.

Lo que la portada de Público muestra es la estricta verdad por cuanto es la percepción general y la realidad social no es otra cosa que la percepción de la realidad social. Aznar impera, Aznar es el rostro visible de la derecha, Aznar marca la pauta y lo que dice Aznar es lo que los demás glosamos, incluidos los más altos dirigentes de su partido que, en principio, debieran estar propalando sus propias doctrinas. Sobre todo porque en las diatribas de Aznar hay un fuerte elemento personalista que no beneficia en nada al candidato de su partido.

Respecto a la cuestión de Gadafi dice Aznar en Estepona que no se manipule lo que él dice. Que en punto a amigos, los dictadores de Túnez y Egipto eran de partidos que pertenecían a la Internacional Socialista (IS). Y no le falta razón. La IS se apresuró a expulsar a la Agrupación Constitucional Democrática de Túnez y al Partido Nacional Democrático de Egipto ya en enero de este año. Pero quizá debiera hacer una reflexión pública sobre el hecho de que estos partidos formaran parte de la Internacional. El 19 de marzo la Presidencia de la organización emitió una declaración sobre los movimientos en los países árabes claramente a favor de la democratización. La IS tendría también que revisar sus criterios de admisión y someter a los actuales miembros a una prueba de acuerdo con esos criterios de admisión revisados. Porque puede haber más partidos que no merezcan estar en una organización socialista.

En el asunto concreto de Gadafi las aclaraciones de Aznar no aclaran nada. Aquí la dicotomía schmittiana amigo-enemigo cuenta poco porque hay un mandato de las Naciones Unidas dictado en aplicación del novísimo derecho de injerencia por motivos humanitarios. Esto será verdad o mentira, que es otro debate, pero actúa y anula la objeción de amigo-enemigo porque lo contrario sería admitir dos absurdos: a) que los amigos no pueden cometer crímenes; b) que si los cometen da igual pues para eso son amigos.

El argumento de a quién se venden las armas, si a los amigos o a los enemigos, resulta insólito dicho por un ultrancista del libre mercado. Supongo que en estricta teoría neoliberal las armas se venden a quien las compre. Algunos creemos que no debiera haber ningún comercio de armas; para nadie y, como mal menor, insistiremos en que, al menos, no se vendan a quienes vayan a usarlas contra su propio pueblo. El Gobierno socialista lo ha hecho en Libia y eso es algo altamente reprobable, pero no lo convierte en amigo de Gadafi. Amigos de Gadafi sólo pueden ser, obviamente, quienes dicen que Gadafi es un amigo. Luego pueden pedir, como ha hecho Aznar, que lo derroquen, por lo que se decía más arriba: el hecho de ser amigo no impide que se cometan fechorías. Pero, en este caso, ¿a qué recordar que Gadafi es amigo? ¿Sólo para criticar en los demás el comportamiento propio?

En el asunto mucho más espinoso de sus golpes bajos contra la imagen de solvencia de España, las aclaraciones de Aznar son una guirnalda de embustes. Dice ahora que no duda de la solvencia y el futuro de España. Perfecto pero eso debería ir a decirlo a la Universidad de Columbia, en los EEUU y no aquí, en Estepona. Y, así de paso explicaba cómo hacía compatible esa fe en España con su convicción acerca de la "inconsistencia, la incompetencia y la insolvencia del señor Zapatero y su grupo de amigos" que es una forma harto despectiva de referirse al Gobierno de España, que "recibieron un país tan próspero y rico, y lo han destrozado en siete años". Porque si el país está destrozado, ¿cómo hará frente a sus compromisos? Esto es, ¿en qué quedamos? ¿Es o no es solvente España? España es solvente pero el odio que rezuma Aznar le hace negarlo incluso cuando dice afirmarlo. Odio trufado de hipocresía. ¡Qué mala persona es este pavo!

La revolución necesita dinero.

El movimiento izquierdista de los sesenta desembocó en los setenta en un debate sobre si seguir hablando, teorizando, predicando o pasar a la acción directa mediante la lucha armada. Y se constituyeron grupos que recurrieron a los atentados y asesinatos, al terrorismo en suma. Los más eficaces, por más sanguinarios, los alemanes de la Rote Armee Fraktion, los menos los españoles del FRAP y entre medias los italianos de las Brigate Rosse.

Empezar los tiros y acabarse el debate fue todo uno. La guerra de guerrillas es una guerra especial pero guerra al fin y al cabo, cuya máxima primera y última es que las órdenes del mando se obedecen ciegamente. Lo que resulta una posición pintoresca para quienes habían comenzado su peripecia vital invocando la razón crítica. La cosa empezó con una motivación política y terminó con una militar. Entre medias todas las contradicciones teóricas en que nada siempre la izquierda revolucionaria en sociedades que no siguen sus consignas.

El caso del mítico Carlos, que analiza esta larguísima peli de Olivier Assayas, es uno de los más característicos. Por cierto originalmente la peli tenía unas cinco horas y media y la han dejado reducida a algo menos de tres a costa de pegarle tales cortes que la cinta queda descompensada entre una primera parte de acción trepidante que culmina con el secuestro de los delegados de la OPEP en Viena en 1975 y una segunda en la que Carlos únicamente lucha por su supervivencia en un mundo enrevesado de servicios secretos del Oriente próximo, traiciones de gobiernos a gobiernos, entrenamientos en desiertos apartados, maquinaciones, planes y contraplanes y la participación de los países socialistas en el contexto de la guerra fría.

Da la impresión de que Assayas cree que Carlos no es un típico radical de los sesenta, con un empacho de ideología revolucionaria que da el paso a la acción armada por convicción, sino que desde el principio se trató de un pistolero mercenario dispuesto a trabajar para quien fuese siempre que le pagaran. De hecho en varias ocasiones contrapone su figura con la de los terroristas alemanes que también se refugian y adiestran en el Yemen y están movidos por una especie de fe religiosa que no es el caso de Carlos. Por cierto que algunos personajes y escenas de estas secuencias parecen extraídas de otro fracaso cinematográfico, Der RAF Komplex, de Uli Edel. Y no consta que el propio Carlos, que cumple condena en Francia, vaya aclarar este extremo aunque se dice que la peli no le ha gustado. Como no gustará probablemente a los demás retratados. El cine es una potente máquina de propagación de ideología pero es muy malo analizándola o criticándola.

La tesis del mercenariado es verosímil, aunque haya al principio una especie de conato de debate ideológico entre Carlos y una de sus novias que resulta bastante tosco, como a la altura teórica de las cosas de Marta Harnecker. Además deja sin explicar un hecho importante: un pistolero con ganas de hacer fortuna siempre estará mejor en algún servicio secreto occidental, de esos que son pilares de la civilización cristiana, la CIA, el MI15, la DST, y que utilizan todo tipo de criminales para hacer el trabajo sucio, que enmarañado en esos grupos de integristas musulmanes en los que nadie parece fiarse de nadie y que tampoco son mejores desde un punto de vista moral y, desde luego, con menos medios. En realidad Assayas los presenta como mafias.

En todo caso, si de desmitificar la figura de Carlos se trataba no hubiera merecido la pena un film tan largo. Más interés, entiendo, presenta el contexto de las relaciones entre los servicios secretos y las organizaciones terroristas musulmanas primero durante la guerra fría y después, en los tiempos del llamado dividendo de la paz. Pero eso es lo que aparece cercenado en la peli. Razón por la cual ésta pierde su atractivo.