La Gürtel golpea ahora a pares. Ayer, el amable público se desayunaba con la noticia de que el servicial Curita, el que parece tener una deuda de no sé cuántos miles de millones de euros con proveedores legales, astilló 600.000 euros de los dineros públicos al Bigotes después de que éste estuviera imputado, y lo hizo con la celeridad del apache al asalto, al mes de que el gürtélido presentara la factura. Para rematar la ingesta el mismo respetable se enteraba por la tarde de que el generoso Camps ha donado 600.000 euros también públicos a un programa de las Naciones Unidas de lucha contra la corrupción... en América Latina. ¡Pinche Curita! Y que le sobra el numerario cuando, en punto a corrupción, al lado de la valenciana, la dirigencia mexicana es una sociedad de calvinistas.
Un millón doscientos mil euros de los dineros públicos down the drain, como dicen los ingleses, dedicados a partes iguales a financiar a un presunto corrupto y a predicar la fe allende los océanos. Y ¿esa forma de gastar cuenta con el voto de la mayoría de los valencianos? Lo dudo mucho. Camps debe de tener otros encantos para encandilar a sus coterráneos. Quizá su elegancia en el vestir.
Pero de la Gürtel no lo libra nadie; es como si fuera una trituradora. Ni Aznar, puesto bravamente al quite, atrajo ayer mayor atención a pesar de que levantó el listón de la insolencia y la chulería a extremos inauditos al acusar al Gobierno de ir removiendo huesos. Claro, está molesto porque son sus huesos, los huesos enterrados en cualquier parte de personas asesinadas por sus antecesores ideológicos y los militantes de su primer partido, la Falange. Que no le toquen los huesos.
¿Es tan difícil entender que los cientos de personas que andan buscando los restos de sus allegados, los muchos especialistas que generosamente las ayudan, desde médicos a arqueólogos, agrimensores, psicólogos, etc están haciendo algo más que remover huesos? Este hombre ¿es un ser humano?
(La imagen es una foto de ppcv, bajo licencia de Creative Commons).