Paseando ayer por las calles de Santa Cruz de Tenerife con su comitiva, pues venía de pronunciar un discurso, Rajoy fue protagonista de una de esas anécdotas que jalonan su triste existencia de delfín demediado. Dos jóvenes admiradoras le pidieron un autógrafo pensando que era Zapatero. Salvo que las jóvenes fueran finlandesas o tagalas el asunto es poco creíble y más parece una broma. Si lo hubieran confundido con Aznar habría sido más verosímil.
Lo que la portada de Público muestra es la estricta verdad por cuanto es la percepción general y la realidad social no es otra cosa que la percepción de la realidad social. Aznar impera, Aznar es el rostro visible de la derecha, Aznar marca la pauta y lo que dice Aznar es lo que los demás glosamos, incluidos los más altos dirigentes de su partido que, en principio, debieran estar propalando sus propias doctrinas. Sobre todo porque en las diatribas de Aznar hay un fuerte elemento personalista que no beneficia en nada al candidato de su partido.
Respecto a la cuestión de Gadafi dice Aznar en Estepona que no se manipule lo que él dice. Que en punto a amigos, los dictadores de Túnez y Egipto eran de partidos que pertenecían a la Internacional Socialista (IS). Y no le falta razón. La IS se apresuró a expulsar a la Agrupación Constitucional Democrática de Túnez y al Partido Nacional Democrático de Egipto ya en enero de este año. Pero quizá debiera hacer una reflexión pública sobre el hecho de que estos partidos formaran parte de la Internacional. El 19 de marzo la Presidencia de la organización emitió una declaración sobre los movimientos en los países árabes claramente a favor de la democratización. La IS tendría también que revisar sus criterios de admisión y someter a los actuales miembros a una prueba de acuerdo con esos criterios de admisión revisados. Porque puede haber más partidos que no merezcan estar en una organización socialista.
En el asunto concreto de Gadafi las aclaraciones de Aznar no aclaran nada. Aquí la dicotomía schmittiana amigo-enemigo cuenta poco porque hay un mandato de las Naciones Unidas dictado en aplicación del novísimo derecho de injerencia por motivos humanitarios. Esto será verdad o mentira, que es otro debate, pero actúa y anula la objeción de amigo-enemigo porque lo contrario sería admitir dos absurdos: a) que los amigos no pueden cometer crímenes; b) que si los cometen da igual pues para eso son amigos.
El argumento de a quién se venden las armas, si a los amigos o a los enemigos, resulta insólito dicho por un ultrancista del libre mercado. Supongo que en estricta teoría neoliberal las armas se venden a quien las compre. Algunos creemos que no debiera haber ningún comercio de armas; para nadie y, como mal menor, insistiremos en que, al menos, no se vendan a quienes vayan a usarlas contra su propio pueblo. El Gobierno socialista lo ha hecho en Libia y eso es algo altamente reprobable, pero no lo convierte en amigo de Gadafi. Amigos de Gadafi sólo pueden ser, obviamente, quienes dicen que Gadafi es un amigo. Luego pueden pedir, como ha hecho Aznar, que lo derroquen, por lo que se decía más arriba: el hecho de ser amigo no impide que se cometan fechorías. Pero, en este caso, ¿a qué recordar que Gadafi es amigo? ¿Sólo para criticar en los demás el comportamiento propio?
En el asunto mucho más espinoso de sus golpes bajos contra la imagen de solvencia de España, las aclaraciones de Aznar son una guirnalda de embustes. Dice ahora que no duda de la solvencia y el futuro de España. Perfecto pero eso debería ir a decirlo a la Universidad de Columbia, en los EEUU y no aquí, en Estepona. Y, así de paso explicaba cómo hacía compatible esa fe en España con su convicción acerca de la "inconsistencia, la incompetencia y la insolvencia del señor Zapatero y su grupo de amigos" que es una forma harto despectiva de referirse al Gobierno de España, que "recibieron un país tan próspero y rico, y lo han destrozado en siete años". Porque si el país está destrozado, ¿cómo hará frente a sus compromisos? Esto es, ¿en qué quedamos? ¿Es o no es solvente España? España es solvente pero el odio que rezuma Aznar le hace negarlo incluso cuando dice afirmarlo. Odio trufado de hipocresía. ¡Qué mala persona es este pavo!