Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Revolución.. Mostrar tots els missatges
Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Revolución.. Mostrar tots els missatges

dilluns, 8 d’agost del 2011

Crónica de la revolución indignada (XXII).


Revisión del contrato social.


Lo hemos repetido hasta la saciedad: el 15-M no es sólo un problema de orden público (y eso, en el caso de que lo fuera de verdad) sino que es un problema político de envergadura, de calado, no indigno sino muy digno de consideración. Son afortunados los israelíes cuyas autoridades han entendido el mensaje a la primera y, a las veinticuatro horas de la magna manifa en Tel-Aviv y otras ciudades, ya han designado una comisión para negociar políticamente con los indignados. Es verdad que la comisión es de competencia económica pero no tengo duda de que los indignados israelíes, que están ultimando los textos de sus reivindicaciones, la desbordarán apuntando a más campos que el estrictamente económico.

Las autoridades españolas, mucho más lentas, no han reaccionado institucionalmente todavía, aunque Palinuro lleva dos meses diciendo que había que nombrar una comisión parlamentaria para negociar. Por desgracia Palinuro no es el monitor de La Moncloa. Las instituciones han seguido tratando el 15-M como un problema exclusivamente de orden público aunque, en privado, algunos políticos de la izquierda admitieran que es algo de mayor enjundia. Por fin, después de fracasar estrepitosamente en un par de ocasiones, las autoridades parecen haber aceptado el derecho de los indignados a seguir deliberando colectivamente en público marcando unos límites que estos acatan pero que desbordan de nuevo en cuanto pueden y siempre de modo pacífico.

Poco a poco se abre paso la idea de que lo que los indignados proponen es una revisión del contrato social, esa fértil invención con la que dio comienzo la teoría política moderna. Hay muchas propuestas de contrato social (Locke, Hobbes, Rousseau, Kant) pero la más útil a nuestros efectos aquí es la de Pufendorf, contemporáneo de Locke quien, con meticulosidad germánica, distinguía tres contratos o pactos sociales: a) el pacto de unión (los seres humanos deciden convivir), b) el pacto de ordenación (se dotan de una forma determinada de gobierno), y c) el pacto de sujeción (delegan en ese gobierno sus poderes para que vele por el bien común). Es fórmula feliz porque pone en términos prácticos la idea de Locke del gobierno por consentimiento; consentimiento de los gobernados.

La revisión de ese pacto es lo que los indignados plantean cuando requieren reformas constitucionales y medidas de control del poder político así como de organización de la democracia. Hay quien dice que están pidiendo una actuación del poder constituyente. Eso es muy rígido. Están planteando su derecho a una novación del pacto de sujeción porque el Estado no vela por el bien común y no hace un uso juicioso de sus poderes delegados. Si en esa renovación hay que tocar o no la Constitución y cómo, ya se verá. Lo inmediato es replantear la relación entre los poderes y los ciudadanos de forma que aquellos estén sometidos a estos y no al revés. El pueblo puede disolver el gobierno pero el gobierno no puede disolver el pueblo como quería el burlón de Brecht.

Además de moverse en este terreno especulativo y teórico, el 15-M realiza acciones prácticas y plantea problemas concretos que todo el mundo conoce. Tiene, por ejemplo, una acción en marcha en contra de los desahucios en toda España. Se pronuncia en contra de la privatización de los servicios públicos (sanidad, educación, etc, que tanto importan a los ciudadanos) y tiene convocada una manifa para el 18 de septiembre. En la actualidad está preparando la respuesta a esa payasada que ha montado la jerarquía católica con los dineros públicos para traer a Ratzinger (que viene en visita pastoral pero lo van a recibir todos los barandas del reino, desde el rey hasta el último macero) a rezongar de España, a regañarnos a los españoles y a poner verde al gobierno. Que este hombre que dice saber tanto ignore la elemental regla de educación de no faltar al anfitrión en su casa y cuando se viene de gorra es curioso y da que pensar que no es ignorancia sino soberbia, prepotencia y preocupación porque se le escape la clientela del negocio. Una España laica es una España que no engorda el cepillo, que es de lo que se trata.

Al mismo tiempo el 15-M está aportando ideas y prácticas nuevas en el campo de la movilización política. Muchos sostenemos que lo más conveniente sería que se convirtiera en partido o coalición y se presentara a las elecciones. Pero esa propuesta choca con la desconfianza de los indignados que tienden a ver los partidos como parte del poder que cuestionan. Tampoco hay que discutir por eso. De hecho ya son un partido, de nuevo tipo, con estructuras distintas y forma de organización también diferente pues es prácticamente un partido virtual. La decisión de presentarse o no a las elecciones es la que decidirá si el movimiento da el paso a convertirse en partido convencional o no. De todas formas tampoco es imprescindible dado que los partidos de la izquierda, que tienen un oído puesto en las asambleas, están adoptando partes de su programa porque, se ponga como se ponga el 15-M con el apartidismo y un cierto apoliticismo no confeso, este es un programa de izquierda.

IU está volcada en el 15-M. Le cabe además la honra de que algunas de las reivindicaciones indignadas son suyas de tiempo atrás, como la reforma del sistema electoral. Pero de ahí no pasa a causa de su cortedad de miras y falta de iniciativa. IU busca, dice, una unión de la izquierda. ¿Por qué no propone que ésta se haga tomando como programa común el de los indignados? No se me ocurre ninguna razón salvo la de que no se le ha ocurrido.

A su vez, el PSOE ya está prometiendo incluir reivindicaciones de los indignados en el programa electoral que presentará en septiembre. Una de las más significativas es la reforma del sistema electoral, cuestión a la que se había negado unos meses atrás. A ella añadirá otras como transparencia de las administraciones, reforma fiscal, etc. La crítica que suele hacerse aquí a los socialistas es por qué no las aplicaron cuando estaban en el gobierno. La respuesta sólo puede ser porque no quisieron o no pudieron. Dado que ahora dicen que quieren, estaría bien que pudieran. Entre otras cosas porque confiar en que pueda hacerlo IU es como confiar en encontrar un unicornio.

Igualmente es de plantearse lo siguiente: si los partidos de la izquierda llevan en sus programas electorales el programa del 15-M, en todo o en parte, ¿seguirá habiendo en éste esa corriente en favor de no votar a ninguno de los dos grandes partidos y, en cierta medida, tampoco a los más pequeños? La idea de crear un partido político para promover la abstención, teniendo en cuenta que lo definitorio de un partido es presentarse a las elecciones introduce un elemento de política surrealista que tiene su chiste. Si no es a través de los partidos en sede parlamentaria, ¿cómo piensa el 15-M que pueden realizarse sus reivindicaciones? ¿O no quiere que se realicen?

(La imagen es una foto de Motarile, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 4 d’agost del 2011

Crónica de la revolución indignada (XXI).


El sol que más revienta.


La persistencia en la movilización del 15-M que las autoridades se empeñan en tratar como un problema de orden público no es solamente un problema de orden público sino uno político mucho más profundo. Pensar que el asunto va a resolverse desalojando la Puerta del Sol porque, al ser un espacio emblemático, su "expropiación" por las fuerzas del orden desmantelará el movimiento es un error de bulto. Una idea parecida a la de los antiguos estrategas convencidos de que al acabar con el jefe del ejército enemigo se derrotaba a éste. Pero eso era antes. Ahora no hay jefe ni ejército. Ahora hay una multitud de ciudadanos indignados, con mucho tiempo libre porque, sobre haber muchos parados, estamos de vacaciones, con una coordinación a través de la red, muy laxa por lo tanto, sin jerarquías ni organizaciones que se puedan detener. La movilización es colectiva por decisiones individuales, aunque parezca contradictorio, permanente y muy concurrida.

Madrid tiene muchas puertas del sol: la Plaza Mayor, la Gran Vía, las calles más anchas, Colón, Cibeles, la Plaza de la Ópera, etc, etc. Dado el carácter callejero del movimiento indignado y la época del año en la que la capital rebosa de turistas, la proyección mediática de la protesta sigue asegurada. De hecho ya vienen siendo parte del paisaje urbano madrileño, se han convertido en la sal de Madrid, aunque bastante más fina que la que menciona Esperanza Aguirre cuando dice que los antitaurinos son la sal de la fiesta. Una fiesta que la misma señora considera una obra de arte (es un misterio desde cuándo necesita sal el arte) tan identificada con el ser español que quienes están en contra es porque quieren dejar de ser españoles. Enésimo intento de unos españoles, siempre los mismos, de excluir a otros de la condición nacional por no ajustarse a las pautas que mandan, en este caso, una liberal que pierde la minerva cuando tiene un micrófono delante.

Volviendo a los indignados, la represión por sí sola no va a resolver nada y el problema es que no hay ni siquiera indicios de un proceso de negociación política con el que podría legitimarse pedir a los acampados que, mientras se negocia, despejen la vía pública. Da la casualidad de que esa ocupación es un pronunciamiento político. Se observa en las frecuentes consignas del tipo tomalaplaza.ya, nombre que además apunta a la importancia de internet en el movimiento que se expresa y se manifiesta a través de las pautas lingüísticas y los iconos de la red. En este terreno el debate es muy encendido. Los comerciantes de Sol y alrededores quieren que la policía desaloje, si necesario es, por la fuerza. Las autoridades tratan de evitar la violencia pero, como están las cosas, es probable que, tarde o temprano, hayan de recurrir a ella y abrir así una etapa nueva del movimiento indignado que nadie sabe cómo pueda acabar.

El aspecto claramente político de este conflicto se va perfilando más a medida que se acerca la visita de Benedicto XVI, a quien parece que el autor de la entrada sobre Franco en el fascionario biográfico de la Academia de la Historia ya ha dado la emocionada bienvenida. Está claro, ¿no? Por la misma razón que este franquista celebra la llegada del Papa, los indignados sostienen que su derecho a ocupar los espacios públicos no puede ser menor que el de los papistas a hacer lo mismo. La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) a la que las autoridades de este Estado laico se han rendido como si fuera la llegada del Mesías y a cuyo pomposo fin han asignado cantidades ingentes de todo tipo de recursos públicos convertirá Madrid en una ciudad de fastos católicos guste o no a la población. Es posible que haya algún conflicto con los indignados; precisamente lo que las autoridades más quieren evitar con los desalojos una quincena antes del evento papal y con buenas maneras.

Esta visita, probablemente muy importante en la carrera de Rouco Varela, es un acto de afirmación del poder de la Iglesia católica en España. Reunirá a miles de personas a irradiar al mundo entero esos mensajes intolerantes, fanáticos, a veces incluso delictivos en contra del aborto, de los matrimonios gays, de la muerte digna, de una serie de investigaciones científicas, del control de la natalidad. Y lo más claro que se deduce de los preparativos es que es un gran negocio gestionado por unos clérigos ayunos de todo sincero sentimiento religioso que tienen una idea mercantil de la Iglesia. Tales descarados hombres de negocios (en la Iglesia las mujeres no pintan nada) legitiman su lucrativa gestión con grandilocuentes consideraciones morales que no practican.

Estas buenas gentes pueden ocupar los espacios públicos y contar con subvenciones y todo tipo de ayudas públicas ¿y los indignados no? ¿Por qué?

(La imagen es una foto de Tomas Fano, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 24 de juliol del 2011

Crónica de la revolución indignada (XX).

Llegaron: Puerta del Sol bis.


Los que esperaban que el movimiento 15-M se desliera como un terrón de azúcar por el verano, las vacaciones, el cansancio, la inercia, se han quedado con un palmo de narices. Como estaba previsto, ayer entraron en Madrid las columnas pacíficas de indignados que empezaron su marcha a pie hace más de un mes desde todos los puntos cardinales. Ya a las ocho de la tarde era complicadísimo circular por el centro y la Puerta del Sol, en donde confluirían las columnas, era de nuevo un abigarrado gentío dedicado a muy diversos quehaceres que esperaba la llegada de los peregrinos. Por la noche el Km cero era una fiesta, en espera de la manifa de hoy que seguramente dejará chica la del 19-J.

¿Qué hace que un movimiento sin estructura orgánica permanezca, siga activo y desarrolle una notable actividad? Mi respuesta, cada vez más convencido, es la red. El problema de los movimientos espontáneos es el del mantenimiento de la voluntad individual de participar y la accesibilidad de la información. Si ésta no depende de cauce jerárquico o institucional alguno sino que se encuentra libremente en la red, el hecho de estar informado permite a las personas aisladamente consideradas mantener un grado alto de compromiso y participación. Hay muchos menos abandonos. Además, la libertad horizontal de la comunicación implica que es más fácil tomar decisiones colectivas, cosa que suele hacerse por consenso.

En estas condiciones es posible que, para seguir adelante, el 15-M haya de adoptar alguna forma de organización tipo partido o asociación formal. Lo dice mucha gente. El propio Palinuro tiene escrito que los indignados habrán que recurrir a alguna forma de organización. Efectivamente parece lo más razonable. Pero no quiere decir que lo sea y, aunque lo fuera, nada impide que se formule una opción distinta y más razonable aun. Esa es también una posibilidad que ningún analista puede rechazar de antemano.

El 15-M sobrevive. Tiene una capacidad de movilización política extraordinaria. Formula sus objetivos con claridad y una gran eficacia en su difusión. No debe de quedar casi nadie en el país que no haya oído hablar de él, que no conozca sus reivindicaciones y son muchísimas las personas que lo apoyan. Ha conseguido asimismo que algunos partidos parlamentarios acojan muchas o pocas de esas reivindicaciones, en concreto la izquierda, IU y el PSOE. La derecha mantiene su silencio y sus medios siguen considerado a los indignados pulgosos y ratas izquierdistas.

Sin partidos, sin grupos de presión, sin medios de comunicación, de modo espontáneo, los indignados han conseguido un impacto insólito en el debate político, más que si fueran un partido. Pregúntese a IU que grado de atención suscitan sus propuestas dentro y fuera del Parlamento. El movimiento 15-M es en sí mismo un partido de nuevo tipo. A diferencia de los tradicionales que existen primero en la realidad tangible y luego se vuelcan en la red para hacerse presentes en la virtual, los indignados nacen en la realidad virtual y desde ella se proyectan en la tangible y lo hacen con gran eficacia y mucho apoyo social. Ello se debe a mi juicio a que, sobre estar "organizado" en la red tiene un fuerte carácter ético acorazado por su rechazo de la violencia. Ambas cosas son necesarias porque en la red se da de todo, indignados pacíficos y monstruos como ese noruego frenético capaz de asesinar a noventa y tantos semejantes en defensa, según parece, del cristianismo.

(La imagen es una foto de Tomas Fano, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 11 de juliol del 2011

Crónica de la revolución indignada XIX

La marcha sobre Madrid


Los indignados peregrinos vienen en dirección a Madrid desde todos los puntos cardinales, caminando de día por las carreteras, acampando por las noches, predicando por los pueblos, manteniendo viva la llama del 15-M.

Pensarán que están teniendo menos atención meditática de la que merecen. Por supuesto para los participantes directos quizá se trate de la experiencia de sus vidas: treinta días en camino en defensa de una causa, treinta días en la carretera en proyecto colectivo, es algo que no se olvida y que gusta ver reflejado en los medios. Hay que tener un poco de paciencia. Ahora están a mitad de camino. Según vayan acercándose a la capital, menudearán las informaciones, los artículos, reportajes, declaraciones. Seguro. Tanto más cuanto que llegarán en época de sequía informativa estival.

Claro que esa coincidencia disminuirá mucho el eco de la concentración en Madrid porque, cuando lleguen, el Parlamento estará de vacaciones. Aunque los indignados siempre pueden pedir que los reciba la Diputación Permanente o, incluso, solicitar de ésta que convoque un pleno extraordinario en agosto para fastidiar las vacaciones a los diputados. Además, una vez en la capital, también pueden escenificar un Parlamento espontáneo en la Carrera de San Jerónimo y constituirse en una atracción turística más de la capital. Los autobuses de visitas guiadas pueden incluirlo en su itinerario. Para el movimiento en sí esto es conveniente porque significa publicidad. Y ya hemos dicho que el 15-M es un movimiento público en todos los sentidos del término.

Pero es que la eficacia del 15-M no es solo la directa que se deriva de sus acciones concretas. Hay que añadir la indirecta que ese movimiento tiene en el funcionamiento de las instituciones y en la vida política en su conjunto. Esos cientos de peregrinos convergiendo sobre Madrid son como el lejano retumbar de un pueblo en marcha, si se me permite esta escapada lírica. Un sonido que se hace oír en los cónclaves políticos de todo tipo. ¿Alguien cree que Rubalcaba iba encabezar una reforma de la Ley electoral contra la que acaba de votar de no ser porque hay peregrinos del 15-M en marcha en toda España?

El caso es que el candidato del PSOE promete acometer la reforma electoral y como meta fija el sistema alemán, del que Palinuro se hace lenguas. Pero el sistema alemán en España requiere la reforma de la Constitución porque ésta establece que la circunscripción es la provincia, siendo así que aquel tiene otros dos tipos de circunsripciones, las uninominales, de carácter distrital y las plurinominales, que son los Länder o Estados federados. Y la reforma de la Constitución en España son palabras mayores.

Como sea que la del sistema electoral se ve como la clave para desbloquear el sistema político español (otra cosa es que lo sea de verdad), no hay duda de que es un punto en que puede darse una unidad de la izquierda. Y también parece razonable que, salvo que se doten de alguna forma de partido u órgano representativo, los indignados tendrán que dirigir su voto a los partidos que propugnen la reforma del sistema electoral porque ésta es una de las primeras reivindicaciones del 15-M.

(La imagen es un gráfico del blog Toma la plaza, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 7 de juliol del 2011

Crónica de la revolución indignada (XVIII).


Lo que piensa el pueblo.


Muy oportuno el último barómetro del CIS, correspondiente al mes de junio. Tiene mucha miga. Por cierto, hay que felicitar a la casa por tener la flexibilidad y sensibilidad precisas para preguntar por el 15-M que no es otra cosa que un movimiento puesto en marcha por un estado de opinión, al fin y al cabo el material con el que trabaja el CIS: la opinión. Podían haberlo omitido pretextando que es muy reciente, muy impreciso o que puede ser efímero. Pero no lo han hecho y han levantado acta de lo que la gente piensa de él, lo que es muy útil.

Algo más de la mitad de la población dice haber seguido el 15-M con mucho o bastante interés y un cuarto con poco interés. El otro cuarto no ha tenido ninguno. Entre los interesados el 70 por ciento tiene una impresión positiva del movimiento y sólo el 12 por ciento la tiene negativa. Esto coincide con lo que es perceptible en la calle: la gente simpatiza con el 15-M y, cuando se le ha pedido que muestre esa simpatía, lo ha hecho masivamente, como en la manifa del 19-J. Además, cerca del 40 por ciento cree que el movimiento perdurará y otro 20 por ciento piensa que desaparecerá pero volverá a surgir.

En definitiva, el 15-M tiene un grado alto de apoyo social, lo que significa que tendrá que acometer la tarea de su progresiva institucionalización. Ya sé que esto fastidia mucho a quienes confían en las virtudes de la espontaneidad y desconfían de toda forma de organización, especialmente de los partidos. Pero no se me ocurre de qué forma puede ser eficaz el 15-M si no es organizándose. (Por cierto, ya ha quedado claro que el 15-M se desvincula clara y oficialmente del partido MAC2012). Cabe pensar que pueda serlo sin organización, a base acción política asamblearia, por ejemplo. Pero, mientras las asambleas no estén provistas de poder legislativo, que no parece vaya a ser el caso, las decisiones habrá de tomarlas el Parlamento. Si éste toma en consideración las propuestas asamblearias de los indignados actuará como cuando toma en consideración otro tipo de propuestas de otros ámbitos y todos ellos lo harán como "grupos de presión". O se es partido o se es grupo de presión. A veces se es ambas cosas como suele suceder con la Iglesia.

Lo fundamental del 15-M, se dijo más arriba, es que es un estado de opinión. Y el examen del barómetro del CIS ilustra mucho acerca de qué caldo de cultivo ha tenido. La pregunta por el grado de satisfacción con el funcionamiento de la democracia en España es reveladora. Hay un 40 por ciento en la gama de los insatisfechos y un 32,8 en la de los satisfechos mientras que el resto, un 23,9 por ciento es ni fu ni fa. Es decir, en España hay una mayoría de desafectos a la democracia, lo cual explica la exigencia y el título de uno de los componentes del 15-M, Democracia Real Ya (DRY).

Muchos dicen que eso se nota en el hecho de que los políticos se hayan convertido en el tercer tema de preocupación de los ciudadanos, por detrás del paro y los problemas de índole económica, pero no estoy muy seguro, primero porque la magnitud es muy baja comparada con la del paro más los problemas de índole económica y segundo porque sospecho que ese índice de preocupación por los políticos y los partidos está habitualmente en ese orden. Por lo demás, puestos a examinar, cabría decir algo acerca de ese magro 0,7 por ciento que cosecha el terrorismo y ETA; algo bueno obviamente. ETA ya no es una preocupación para los españoles, como no lo es el estatuto de Cataluña, el terrorismo internacional, o el funcionamiento de los servicios públicos.

La desafección democrática tampoco se basa en la percepción de la corrupción que se queda en un mísero 2,2 por ciento de respuesta espontánea. Resulta claro, a mi entender, que esa desafección viene producida por la crisis económica y se agudizará si ésta se agrava. Por eso es tan importante que el movimiento político suscitado por la crisis sea, a su vez, profundamente democrático y no violento. La crítica a la democracia se hace en nombre de la misma democracia, no de alguna de sus alternativas, aunque a la derecha le faltó tiempo al comienzo para calificar de totalitario el movimiento y, en un alarde de imaginación, compararlo con Hitler, Mussolini y Franco.

Aquí se abre una observación que tiene su interés: el 15-M nace en un clima de desafección con la democracia pero, a su vez, su misma existencia contribuye a esa desafección, al darle forma teórica. Un discurso que sostiene que los medios de comunicación manipulan, los partidos son nidos de corruptos, los diputados no nos representan, el gobierno obedece a los mercados y los jueces no cumplen con su deber genera necesariamente desafección democrática. La cuestión ahora es arbitrar un mecanismo de reforma que acabe convirtiendo a los desafectos en afectos. Algunos indignados proponen abrir un proceso constituyente, lo que no está mal, pero no parece pueda conseguirse a base de asambleas de barrio, salvo que éstas paralicen el país. Pero entonces se tratará de una revolución. Y eso es otra cosa.

(La imagen es una foto de PictFactory, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 6 de juliol del 2011

Crónica de la revolución indignada (XVII).


¿Partido?


El debate sobre partido sí o no viene dándose desde el comienzo del 15-M. En la medida en que éste consiguió dejar algunas cosas claras, una de ellas fue que como movimiento se consideraba ajeno a los partidos y sindicatos y sin deseo de crearlos. Muchos hemos sostenido que los movimientos pueden nacer espontáneamente pero no es probable que se conserven sin organización y que la más eficaz, hasta la fecha, es la de los partidos. No sólo el modo más eficaz de conservarse sino también el único de actuar en la esfera pública para propiciar cambios del sistema de gobierno, del económico, etc.

La crítica a la política institucional, uno de cuyos elementos es que la democracia ha degenerado en una forma de partitocracia, hace al movimiento casi apolítico y contrario a la idea de configurarse como partido. Pero en un movimiento como el 15-M, que es espontáneo, plural, policéntrico, es imposible conseguir unidad de criterio al cien por cien. Así, ya hay indignados que han registrado un partido político del 15-M, de los indignados. Son valencianos y, aunque parecen que han sido ya desautorizados por el 15-M y DRY (Democracia Real Ya) es más que dudoso que esas desautorizaciones tengan efecto práctico pues no hay relación orgánica de dependencia. Los destinos de este partido dependerán de su apoyo electoral. De momento el nombre parece de broma: MAC 2012, esto es Movimiento Anti Crisis 2012. Suena a una mezcla de MacDonald's y MacIntosh y la fecha es tan a corto plazo que mueve a risa. Parece un partido concebido como cartel electoral para las legislativas de 2012 y nada más y, según interesante investigación hecha en el blog de Hugo Martínez Abarca Quien mucho abarca, dirigido por un menda, de nombre David Enguita, que trabaja en es.radio, una emisora de Libertad digital y que parece tener tanta idea de política como del imperio incaico. Debo esta información a Gustavo García Espejo, quien me ha alertado de que se trata de una maniobra entre la necedad y la provocación. Gracias, Gustavo porque yo también estaba tomándomelo en serio.

Da la impresión de que MAC 2012 es es una bobada de niñato con ganas de notoriedad (en el blog citado aparece en una foto con Belén Esteban) o un grupo que sirva para fines personales de ultraderecha, como el partido Regeneración del periodista de Intereconomía Enrique de Diego, que lo emplea para montar altercados con el PSOE o tratar de colarse en el 15-M, pero pone de relieve una carencia del 15-M: la falta de una estructura orgánica que le permita alcanzar sus objetivos de la única manera en que esto es posible en democracia, esto es, mediante la representación parlamentaria. Un partido político o coalición electoral. Porque, si no lo crea el propio movimiento, se arriesga a que lo haga algún freak de los que nunca faltan en una sociedad tan abigarrada como la nuestra y es posible que a alguno le salga bien la operación como en su día les salió a tipos de historieta que en circunstancias normales nadie hubiera tomado en serio, como Hitler o Mussolini.

(La imagen es una foto de El coleccionista de instantes, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 5 de juliol del 2011

Crónica de la revolución indignada. (XVI)


Los contraindignados


"¡Pero cómo! -clama la ultraderecha de Provida furiosa- ¿Es que la calle es solamente de la ultraizquierda? También estamos nosotros". Héteme aquí que ahora mismo hay un par de docenas de jóvenes contrarios al aborto y a la ley de la muerte digna acampados en el propio lugar que los indignados convirtieron en emblemático de su revolución durante un mes.

A estos se les ve de inmediato su carácter político de respuesta de la derecha y también su ignorancia pues sostienen que, como la calle es del ministro del Interior (que no sé de dónde lo han sacado), eso quiere decir que volvemos a los tiempos de la dictadura. Ignoran que el ministro del Interior que dijo lo de la calle fue Fraga, el fundador del PP, pero lo ligan a la dictadura, que no está mal traído ya que aquel fue ministro del dictador autoritalitario. Estos grupos de la derecha muestran escasa imaginación como activistas porque suelen plagiar los métodos de la izquierda (y lo siento por los indignados pero están más a la izquierda que Marat, quien sucumbió al puñal justiciero del catolicismo defensor de la vida): manifestaciones multitudinarias y, ahora, acampadas. Intergestualidad, dirían los que disimulan los plagios. "¡Ah! -exclaman los provida-. Nosotros somos los verdaderos indignados; llevamos tres años indignados con el aborto." Y es cierto. Pero les faltaba la palabra porque, como toda la gente supersticiosa, creen que la magia reside en la palabra. Ellos también están indignados. Ahora se trata de que la sociedad se vuelque en su apoyo como ha hecho con los otros, los pulgosos.

Al margen de la cuestión de plagio que en política cuenta poco porque todo el mundo copia todo, la acampada provida representa un verdadero problema para el 15-M. El problema de un enfrentamiento que los indignados primeros trataron de evitar a toda costa y quizá por ello eran mudos respecto a la Iglesia y la omnipotencia del catolicismo en la sociedad española. Pero la Iglesia no pacta salvo que no pueda imponer su criterio. Con frecuencia cree que puede y no le falta razón. Y, si cree que puede, cree que debe, con lo que al 15-M no le ha servido de nada omitir toda referencia a la Iglesia. Ya está ésta aquí con un movimiento indignado fabricado desde las sacristías. Sin duda cabe esperar unos días a ver cuál sea el respaldo social de este contramovimiento porque una cosa es que veinticuatro jóvenes acampen en Sol y otra que sean cientos, semanas, en toda la geografía nacional y que, además de acampar, hagan asambleas y dialoguen con la sociedad cuya reforma proponen.

Al margen de la cuestión numérica, el 15-M hará bien en calibrar el riesgo de implosión del movimiento si éste no articula sus discrepancias con el contrario que pretende ocupar su sitio pero con objetivos distintos. Entiende Palinuro que el 15-M tendrá que decir qué opina del aborto y del derecho a la muerte digna y, ya de paso, sería recomendable que también se pronunciara sobre las relaciones entre la Iglesia y el Estado, la financiación de la Iglesia, el Concordato, los Acuerdos de 1979, los privilegios eclesiásticos de todo tipo y la próxima venida del Papa con cargo al erario público.

Que los objetivos son distintos es patente. Los provida pretenden la derogación de dos leyes (por lo menos) en vigor, sustituidas por nada, por lo que hay ahora: nada en cuanto a la muerte digna y muy poco en cuanto al aborto y esto también quieren derogarlo los provida que pretenden que toda interrupción voluntaria del embarazo sea delito. Los indignados del 15-M tienen un abanico mucho más amplio y más abstracto: quieren cambiar el modo de gobernar, hacerlo más trasparente, más democrático, más proporcional, menos corrupto. Hay propuestas legislativas concretas, de aprobar o derogar normas específicas, bastantes. Pero lo esencial es que es un movimiento de amplio vuelo que afecta a cuestiones de legalidad y de legitimidad.

Siendo así no entiendo que el 15-M no aclare que está en contra de que se nieguen derechos a determinados seres humanos porque sobre ellos pese una circunstancia involuntaria que merma su condición humana: ser mujer o moribund@. En realidad esto sólo puede sostenerse cuando se piensa que la vida misma es intangible porque es un don de Dios. Pero esta es una creencia filosófica que no todo el mundo comparte. Hasta hay quien cree que es un don del diablo y otros, lo que es peor desde el punto de vista dogmático, piensan que es un producto del azar que se ha vuelto sobre sí mismo mediante un bucle reflexivo que es incapaz de explicar. Vamos que Kant tenía razón al despedirse de la metafísica; o Shakespeare en el célebre apotegma de Macbeth: "la vida es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia y que no significa nada".

En fin, no creo que el 15-M deba ponerse shakesperiano pero sí que tendrá que explicar en qué se diferencian las indignaciones de los veteranos y las nuevas generaciones de indignados.

(La imagen es una foto de simplifica, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 1 de juliol del 2011

Crónica de la revolución indignada (XV).

Indignados con los indignados

El 15-M es un movimiento multifacético en el que se escuchan propuestas muy diversas y en bastantes casos, contradictorias. No tiene un programa sino una especie de fogonazos, de ideas que lucen como estrellas aisladas entre sí; el 15-M es un mosaico o una especie de cielo estrellado. No tiene un único criterio. Esto es algo lógico: es imposible que dos seres humanos tengan convicciones idénticas, mucho más un conjunto de ellos, reunido de modo espontáneo al calor de una pasión humana, la indignación. Podían haberse reunido al calor del amor o del odio o de la juerga. Pero lo han hecho a la de la indignación. Tod@s están indignad@s pero luego, cada cual es de su padre y de su madre.

Esta circunstancia produce cierta irritación en la gente que quiere saber, como se dice, a qué atenerse. Pero no es para enfadarse. Palinuro, por ejemplo, que está muy mosca con la ausencia de referencias a la Iglesia en el 15-M, reconoce que, dado lo abigarrada de la composición del movimiento, habrá gente de activa confesión católica y hasta meapilas y quizá no convenga enfadarse por esa causa. No es muy convincente pero se puede admitir.

La desconfianza es compatible con el apoyo al 15-M; es lo que se llama eufónicamente apoyo crítico, que se suma al muy extenso apoyo social de que goza el movimiento. Lo curioso son las discrepancias que generan tanta irritación en el discrepante que éste pasa a indignarse con los indignados. A medida que discurren los días y se remansan las aguas del primer choque del 15-M, proliferan estas críticas indignadas. Un bloque de ellas procede de militantes y seguidores de partidos tradicionales que se indignan de no poder defender sus opciones partidistas en el seno del movimiento sobre todo cuando éste subraya una y otra vez, que no es ni quiere ser un partido. Para estos militantes es impensable no poder hacer propaganda de su partido y no parecen caer en la cuenta de que si la hicieran todos los que pertenecen a otros partidos el 15-M se convertiría en un batiburrillo insoportable. Por supuesto es impensable que cualquier partido que se acerque al 15-M por la afinidad que sea no trate de orientar el movimiento en el sentido de su programa. En su extremo más delirante este intento quiere hacerse mediante la infiltración de militantes de esos partidos en los organismos del 15-M.

El otro grupo son los analistas que, por carecer de vinculaciones orgánicas con partidos se piensan au dessus de la mêlée, lo que no es enteramente cierto porque, aunque no militen, suelen comulgar con determinadas opciones políticas amplias, normalmente los partidarios del sistema democrático actual, tanto en su variante maximalista (tenemos la mejor democracia que cabe pensar) como en la minimalista (tenemos la menos mala). En cualquiera de los dos casos, los indignados suscitan indignación, a su vez, por su insistencia en no hacer las cosas según las reglas del juego.

Esta indignación se justifica con poderosas razones numéricas: los diputados, por ejemplo, representan a cientos de miles, millones de ciudadanos mientras que, por todo lo que sabemos, los indignados se representan a sí mismos y si acaso. Pero es innegable que tienen un amplísimo respaldo en la sociedad, incluso entre aquell@s que votan partidos políticos tradicionales. Lo que dicen los indignados de los indignados es que eso está muy bien, pero que se demuestre de la única forma admisible en democracia, que es a través de partidos que se presentan a eleciones. El error está en admitir esta afirmación sin matizarla: los partidos no son los únicos medios de acción política democrática. La Iglesia, la banca, la patronal tienen un enorme peso político y orientan la acción del gobierno sin ser partidos. Pueden estar más cercanos a unos que a otros pero ellos mismos, como actores con influencia, no son partidos. ¿Por qué no va a tener incidencia política real, práctica, el 15-M aunque no se constituya en partido? La lucha contra el sistema no tiene por qué hacerse en los términos del sistema mismo, puede probar con otros. La calidad de la democracia se medirá según cómo ésta consiga integrar esa lucha y esa crítica. Indignarse con los indignados reconociendo que tienen razones para estar indignados pero negándoles crédito porque no pongan en práctica esas razones es confundir la salva sea la parte con las témporas.

(La imagen es una foto de cris_gn, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 30 de juny del 2011

Grecia: la de Troya.

¿Podría estar pasando en Madrid lo que está pasando en Atenas si Zapatero no hubiera tomado las duras medidas en mayo de 2010 que tan caras han costado al PSOE un año después? Se trata de una típica cuestión contrafáctica, de esas que, siendo puramente hipotéticas, no tienen respuesta. O, mejor dicho, tienen varias, no necesariamente coincidentes y una de ellas, sin duda, es "sí", claro que podría estar pasando. La oposición de derecha hizo lo que estuvo en su mano para que sucediera cuando cuestionó la capacidad del gobierno y de España en su conjunto para afrontar el pago de la deuda, cuando Aznar recorría el mundo como el agorero de la catástrofe, hablando pestes de su propio país, a ver si lo hundía y todos afirmando siempre medazmente, como puede verse ahora, que España estaba como Grecia. En esto la derecha coincide con esa izquierda sedicentemente radical que cree que si no hay un estallido revolucionario violento ella no tiene nada que hacer y es muy posible que tenga razón.

Pero no ha pasado; España no ha seguido el rumbo de Grecia como sí lo han seguido parcialmente Irlanda y Portugal. Las duras medidas de ajuste de Zapatero le volvieron la opinión en contra, le encresparon a sus propios votantes, permitieron que se dijera que el PSOE había dejado de ser socialdemócrata como si fuera una traición cuando ya los guardianes puros de las esencias revolucionarias venían diciendo desde los años veinte del siglo XX que ser socialdemócrata era en sí mismo una traición, de forma que la acusación ahora sería el haber traicionado la traición. Todo para acabar con esa fórmula ridícula de que el PP y el PSOE son lo mismo con lo que resulta incomprensible por qué la derecha está loca por echar a los socialistas y ocupar el poder de nuevo.

Tales duras medidas provocaron en parte el movimiento de los indignados. Pero los indignados españoles, a diferencia de los griegos, son pacíficos. En España no hay violencia. ¿Por qué no? ¿Es que los griegos son genéticamente más dados a la bronca que los españoles? La diferencia radica en las medidas de ajuste en sí mismas. En España han sido muy duras y han recaído preferentemente sobre los sectores menos favorecidos de la población; pero es que en Grecia han sido durísimas, verdaderamente abusivas, despiadadas, afectan también a l0s menos favorecidos pero los maltratan mucho más. Tanto que no han podido aguantarlo y ha intensificado la violencia que ya venía de atrás.

En ambos casos, Grecia y España y, en general, en todos los países capitalistas, se da la certidumbre de que la crisis beneficia a los ricos, perjudica a los pobres y está consiguiendo desmantelar el Estado del bienestar. Sin duda. Pero en Grecia esta situación es más grave: la conciencia de los griegos de haber sido estafados por sus bancos, sus financieros, sus empresarios, sus políticos es tan patente como en Islandia, pero de consecuencias mucho más dramáticas. Y la idea es clara: los griegos tienen que ser la cabeza de turco en la que el capital europeo pueda imponer sus condiciones. Con cierta ingenuidad, El País lo dice sin sombra de duda: Grecia evita el caos en la zona euro al aprobar duros recortes. O sea, los griegos van a pagar por todos y sobre sus espaldas caerá la tarea de que el Deutsche Bank o la banca francesa (los más expuestos a la deuda griega) no mermen sus beneficios. Grecia hizo Europa en la época clásica y Europa se lo paga arruinándola y poniéndola de rodillas.

Un movimiento de solidaridad con Grecia, que ya ha comenzado entre los indignados, pero no es suficiente debiera recorrer Europa. Los europeos debiéramos exigir a nuestros representantes en Bruselas que aprueben de una vez una tasa sobre las transacciones financieras que ahora parecen estar considerando, cuando llevan años negando la conveniencia de la famosa tasa Tobin, que inspiró el nacimiento de Attac. Y que con esa tasa se rescate Grecia. Sería lo justo. Que pague el capital la catástrofe que el capital ha provocado.

Crónica de la revolución indignada (XIV).


Unos debaten, otros se infiltran.


Los indignados llevaron el debate sobre el estado de la Nación a su foro habitual en la Puerta del Sol con lo que Esperanza Aguirre, que asistió al del Congreso el martes, podrá comparar los dos. Hubo varios cientos de personas que debatieron sobre cuestiones de economía e hicieron algunas propuestas tan razonables que cualquiera las suscribiría, como abolir los paraísos fiscales, cosa que ya había dicho, entre otros, Sarkozy. Según los economistas, muchas de esas propuestas son realizables. Por supuesto, seguramente todas. La dificultad no es de carácter económico, sino político. Los ricos no quieren, y son los que mandan.

En su fulgurante evolución, el 15-M está realizando un curso de aprendizaje revolucionario. Empezó con una proclamada vocación apolítica, apartidista, asindical y a ella sigue remitiéndose, aunque cada vez con menos intensidad porque la realidad le demuestra tozudamente que, quiera o no, su combate es político y tendrá que librarlo en sede política e institucional. De lo contrario, además del peligro de la irrelevancia, correrá el de caer víctima de alguna manipulación de infiltrados en su seno procedentes de otro partido. De eso venimos hablando hace días. Hasta la fecha, la izquierda se ha mantenido en una actitud prudente: quisiera integrarse en el movimiento, orientarlo, pero sabe que no debe hacerlo y, además, los indignados no se dejan.

Pero la maniobra puede salirle a otro partido. Por ejemplo, según se denuncia en Kaosenlared, una manipulación mediante infiltración es lo que han pretendido los republicanos de ese inenarrable personaje que es Trevijano, el viejo inspirador de la conspiración republicana de los años noventa (Lo sentimos chicos del MCRC, habéis sido descubiertos: O de cómo DRY empieza a desmarcarse de los infiltrados), una oscura maniobra en la que participaban otros aficionados a las conjuras de opereta cuyo eje suele ser El Mundo. El MCRC es el Movimiento Ciudadano por la República Constitucional que, según el artículo, está conectado a un partido de extrema derecha de un periodista de Intereconomía que ya ha intentado en otra ocasión acaudillar a los indignados en favor de sus postulados y, por otro lado, a UPyD. Una infiltración en toda regla para orientar el 15-M en una dirección delirante que recuerda la Conquista del Estado, de Ledesma Ramos o el Estado libre de Fiume, de Gabriele d'Annunzio, aunque con un lenguaje mucho más pedante y relamido.

Por esto DRY (Democracia Real Ya) se desmarca de la propuesta de Referéndum para el 15 de octubre que Palinuro consideraba poco viable en un post anterior. Y lo hace al caer en la cuenta de que ha estado a punto de ser instrumento de un grupo de conjurados compulsivos que quiere instaurar una República mediante un golpe de mano en el tiempo que le deja libre su incansable búsqueda de los verdaderos autores de la matanza del 11-M.

(La imagen es una foto de sergi MD, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 29 de juny del 2011

Crónica de la revolución indignada (XIII),


Sigue el silencio y el eco.


Palinuro está cada vez más mosca con el silencio del 15-M acerca de la Iglesia. Ahí están en la foto los indignados acampados ante la fachada del obradoiro en Santiago y podrían pasar por peregrinos. Esto huele a chamusquina. Se acerca el momento de la llegada del Papa contra cuya visita se agitan las aguas en la red y no sólo entre los habituales ateos sin redención posible sino también entre muchos católicos que ven con escándalo evangélico que, en tiempos de crisis, de penurias, recortes y precariedad, se haga un dispendio de esta magnitud con un motivo propagandístico y bastante insulso. Y un poco ridículo. Reunir a cientos de miles de jóvenes de todo el mundo en agosto en Madrid a que el Papa les diga que son la luz y la esperanza del mundo, que no usen condón, que cuidado con las manos y que recompongan su alma, pues monseñor Rouco asegura que, al menos los del 15-M, la tienen rota, es algo tan irreal como esa religión, empeñada en organizar la vida de todo el mundo según las convicciones de unos cuantos que dicen interpretar unos escritos sagrados.

Y el 15-M, mudo al respecto. ¿Pederastia en la Iglesia? ¿Lujo, boato, despilfarro? ¿Glorias mundanas? ¿Olvido del espíritu evangélico? ¿Parasitismo de los fondos públicos? ¿Injerencia en asuntos políticos? ¿Oscurantismo? ¿Misoginia? ¿Negación de derechos de las minorías? ¿Intolerancia? ¿Manipulación? ¿Colonización del Estado? Realmente el 15-M ¿no tiene nada que decir sobre todo esto? No me lo creo.

Porque el discurso del 15-M llega a todas partes. Ayer estuvo presente en el debate sobre el estado de la Nación. Lo sacó la izquierda en la oposición y lo recogió la parte más a la izquierda del presidente del gobierno que llegó a reconocer -punto esencial- que el sistema electoral es injusto con IU. No sólo con IU, pero es importante que se diga en la cámara y que lo diga el presidente del gobierno. Ahora sólo falta que sea consecuente y dedique parte de lo que queda de legislatura a reformarlo. Si esto sucediera -y debiera suceder- se probaría que el 15-M, sin necesidad de ser partido ni tener organización allende la que da la red, ha obtenido un exitazo parlamentario.

El discurso del 15-M está también presente en esa plataforma de intelectuales y artistas que salieron ayer a pedir... ¡la reconstrucción de la izquierda! Varios de los allí presentes hace un año refundaban IU con tanto éxito que ahora quieren reconstruirla porque reconocen que la IU refundada no ha dado resultado en términos electorales. Puede que hasta haya sido contraproducente. Y ¿cómo se reconstruirá ahora? Según parece, recuperando ilusión, mucha ilusión y escuchando las proclamas que lanza un sector de la intelectualidad, mayoritariamente ligado a la IU refundada. Da la impresión de que el mensaje de fondo es que la izquierda se reconstruirá vertebrada por las reivindicaciones del 15-M. Pero esto es más que dudoso.

En términos teatrales (y la política es básicamente una acción escenificada) , familiares a muchos firmantes, el 15-M es el coro de los dramas griegos clásicos. Su función es avisar a los personajes y explicar al público, pero no es un personaje específico ni público sino un algo intermedio, oscilante, que ejerce influencia pero no sabe la influencia que ejerce. Es imposible que los partidos se identifiquen con el 15-M o, incluso, lo dirijan porque en éste hay clientela de partidos muy distintos y hasta de ninguno. La única posibilidad es dejar de ser partidos, fundirse por un proceso osmótico con el movimiento. Quizá por eso los intelectuales -que tienden al ideal platónico- dicen que quieren reconstruir la izquierda. No ya IU u otro partido sino la izquierda, que son ganas de nombrar la soga en casa del ahorcado en la que hay una pelotera permanente acerca de quién es de verdad de izquierda, quién de mentira, quién traidor, quién vendido, quién falsario. En todo caso, cada cual propone lo que le parece bien. Lo único que aquí puede decirse es que esa comparecencia pública parece haber equivocado el escenario ya que no deja claro a quién representan esos cineastas, escritores, profesores, jueces y qué quieren hacer con las firmas que están recogiendo. ¿Han probado a ir a leer su comunicado a una asamblea de indignados? Sería interesante asistir al debate. Porque, en fin, veremos qué da de sí el duplicado del del estado de la Nación hoy en Sol.

(La imagen es una foto de xornalcerto, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 28 de juny del 2011

Crónica de la revolución indignada (XII).

En medio de los medios.



Por la retirada del Diccionario franquista de la Academia


Se ha dicho muchas veces: el movimiento 15-M es muy mediático. Y no se ha dicho tantas, pero sus relaciones con los medios son muy difíciles porque los acusan de manipular, de falsear la realidad, de mirar por los intereses del amo y no por los de la verdad. Y hay mucho de eso, en efecto: esos medios generalmente de la derecha que no informan pero sí insultan, mienten, tergiversan, borran imágenes, manipulan y falsean los sacan de quicio. Quizá les interese saber que eso es lo que habitualmente hacen con todo lo que recuerde la izquierda: periódicos, radios, televisiones de la derecha que son de trinchera, dedicados a lanzar basura sobre lo que no sea el PP. El 15-M no es una víctima especial o singular. Por ello a lo mejor empieza a distinguir algo entre la derecha y la izquierda, en lugar de ofrecer esa imagen tan pasada y falsa de "no ser lo uno ni lo otro", como José Antonio Primo de Rivera.

No obstante, quizá para no verse forzados a reconocer que no todos los medios son iguales, así como tampoco lo son los políticos, los indignados suelen lanzar andanadas contra los medios más equilibrados y profesionales, acusándolos asimismo de manipulación. Estos se ponen nerviosos y acusan el golpe con mala conciencia. Así, la defensora del lector de El País dedicaba su reportaje del domingo al problema bajo el título Indignados con los medios en el que recogía las acusaciones "genéricas" del 15-M y, a modo de respuesta, pedía la opinión de tres personas cuyo criterio considera "de referencia", siendo dos directamente de la redacción de El País y el tercero columnista habitual del medio. Tiene gracia la cosa porque ¿qué van a decir los escogidos? Lo que la articulista quiere escuchar, una mezcla de simpatía paternalista con el movimiento, con una pizca de crítica por sus exageraciones y una clara seguridad de que el asunto no va con ellos que, aunque no lo parezca, están por encima de toda sospecha. ¿Autocrítica? Cero. ¿Sospecha de que la complaciente (y aburrida) imagen que tienen de sí mismos no sea ampliamente compartida? Ninguna. Estos chicos del 15-M no son pulgosos, como dicen los brutos de la derecha, pero les falta un hervor y, sobre todo, carecen de contactos, de solvencia (¡cómo les gusta esta palabra que tanto traiciona!) en los círculos mediocráticos que ellos controlan.

Eso no es manipulación; es análisis. Y, por si fuera poco, para hoy ya se anuncia una profunda reflexión del estamento pensante del medio que seguramente deslumbrará a la concurrencia a través de un análisis de la "transparencia" que, por supuesto, nada tiene que ver con las reivindicaciones en el mismo sentido del 15-M.

Deslumbrar es también lo que pretende hacer la academia a la que el mismo periódico ha ido a interrogar siempre en búsqueda desinteresada de la verdad, y a ver si le coge el tranquillo a esa hirsuta desconfianza de los indignados para con los héroes de nuestro tiempo (Difícil democracia sin líderes) y que parece haberse puesto de acuerdo para repetir, salvo contadas excepciones, como si fuera una novedad la cantinela que Palinuro viene entonando hace semanas: que si quieren ser eficaces, los indignados tendrán que adoptar formas orgánicas representativas. Lo de los líderes ya me parece patinar de plano.

La verdad es que, puesto a soltar vaciedades, el estamento profesoral tiene poco que envidiar al periodístico. Todo lo que no encaje en las pautas que juzga inamovibles no existe; o, si existe, no sabe lo que quiere; o, si sabe lo que quiere, no lo conseguirá porque no se adapta a lo que los opinantes tienen en la cabeza de antes de la llegada de internet. Sabemos que la nueva Constitución islandesa está haciéndose a golpe de mensajes en las redes sociales, pero no importa. Islandia no es España, cosa que es obvia y, por tanto, no tiene nada que enseñarnos, cosa que no lo es en absoluto.

El 15-M es pura esencia mediática, es espectáculo, es imagen, es el discurso del tiempo, es la masa organizada a través de las redes que genera su propia información y la hace circular allende las fronteras interiores (los intentos de exclusividad de los medios) y las exteriores. La red es lo real, es la redalidad si se permite el neologismo, que abarca lo visible y lo invisible y esta última parte, la invisible, es la que los análisis de los periodistas y los profesores olvidan precisamente por eso, porque es invisible. Pero es y constituye el mecanismo de seguridad más potente que tiene el 15-M: el amparo de los anonymous, ese entramado capilarizado en todo el tejido social, compuesto por gente desconocida, aparentemente anodina, pero que puede estar y de hecho está en todas partes, silenciosa, observando, gente que tiene acceso a todo tipo de información que las instituciones y las empresas consideran vital y reservada, conserjes, limpiador@s, secretari@s, oficinistas, becari@s, viej@s emplead@s de las casas de toda la vida. ¿Cuántos Bradley Manning hay en los ejércitos, en los centros de inteligencia, en los bancos y las grandes instituciones financieras? Ese intento de la policía de vincular Anonymous con el 15-M muestra que aquella no es tonta y sabe por dónde tiene que ir para resolver el problema: hay que buscar una cabeza al 15-M (¿no dicen los profesores que el problema es la falta de líderes"?) para poder servírsela en bandeja al poder político. Lo malo de la cabeza que ha encontrado es que no es una sino centenares, miles, y no hay bandeja en la que quepan todas.

Los indignados, el 15-M, es el aspecto visible, festivo, pacífico, mediático de un movimiento de hartazgo cebado en las catacumbas del nuevo imperio del capital. Reducir esto a un problema de falta de estructura orgánica de los indignados es padecer una miopía ideológica grave.

Especialmente cuando se observa una firme voluntad en el 15-M por no dejarse instrumentalizar por los partidos políticos que está empezando a sacar a estos de quicio. Los comunistas, los falangistas, todos creen que estos chicos del 15-M están repitiendo sus respectivos programas sin saberlo y se mosquean de que no les dejen guiarlos por los vericuetos de sus complejos razonamientos. Pero sobre esto se hablará mañana.

Por cierto, el 15-M sigue sin decir nada de la Iglesia, ¿no? Esto huele cada vez peor. A ver si lo de las catacumbas no va a ser sólo una metáfora. Dicen los indignados que hay que controlar, fiscalizar y reducir las subvenciones públicas a los partidos y los sindicatos. Y a la Iglesia, que es el partido de Dios, ¿no? Los cincuenta millones de euros que va a costar la visita del Papa, ¿están bien gastados cuando equivalen a los recortes en educación en Madrid?

(La imagen es una foto de Mataparda, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 27 de juny del 2011

Crónica de la revolución indignada (XI).


¿Qué pasa con la Iglesia?


Palinuro, que es un mal pensado, llamaba la atención en el post de ayer sobre la ausencia de cuestiones religiosas y/o eclesiásticas en el discurso del 15-M. Sobre éste se viene diciendo de todo y aquí se recoge buena parte de ello: que es un movimiento espontáneo, de la base social, por así decirlo; pacifista, democrático, con pizcas de desobediencia civil, asambleario, antipartidista o, cuando menos, apartidista; que funciona en las redes, que practica la ciberpolítica en un contexto postmoderno, que su organización es líquida en la idea de Baumann. También se oye decir que es un movimiento manipulado desde instancias conspirativas superiores, de las que no suele andar alejada la CIA. El villano preferido para esta función es la Fundación Everis, cuyo documento, Transformar españa quiere verse como un blueprint del movimiento indignado. Pero también suenan otros círculos diabólicos, como el club Bildelberg, que ocupa el lugar que dejaron vacante los sufridos sabios de Sión, ya que los seres humanos aman las "explicaciones" esotéricas. En esta perspectiva a pesar de todo teórica se me ocurre preguntar cómo encaja la revolución indignada, cada vez más extendida por Occidente, con la teoría del estado de excepción permanente de Agamben y compartida, si no me equivoco, por Zizek. No me parece que encaje en absoluto porque si cabe organizar acampadas, manifas, marchas, asambleas, sit ins, huelgas, referéndums, etc en un estado de excepción, ¡qué será cuando éste se levante! Fue cierto mientras duró; luego, la acción humana, impredecible e incontenible, se llevó por delante los esquemas teóricos.

Igual que está poniendo en tela de juicio, instituciones, convenciones, sabidurías admitidas que ya no se cuestionaban y en todos los órdenes sociales. En todos menos en el eclesiástico/religioso. ¿Por qué si el 15-M habla sobre cualesquiera aspectos públicos en España, desde la moral de los políticos a la Ley Hipotecaria, desde el sistema electoral hasta los beneficios de la banca, parece mudo en todo lo tocante a la Iglesia? Ayer Palinuro avanzaba la hipótesis de que, entre los muchos infiltrados en el 15-M (entendiendo por tal a todo aquel que participa en el movimiento pero tiene su lealtad última puesta en otra parte, en un partido, una asociación, una secta, etc) quizá los que hayan tenido más éxito sean los de la Iglesia. Pero esta es una explicación burda. No creo que la Iglesia envíe infiltrados al 15-M.

Otro intento podría ser que el 15-M se ocupa de cuestiones políticas, económicas y sociales y la Iglesia queda fuera. Pero esto es falso. La Iglesia es en España una potencia política (no hay real separación entre ella y el Estado), económica (sigue financiándose, contra lo acordado hace años, en cantidades astronómicas con fondos del Estado, sin contar el pico que recibe de la declaración de la renta) y social (controla mentes desde la educación en todos los niveles a los medios de comunicación que gestiona por su cuenta) y corresponsable por tanto de la situación en esos tres ámbitos al igual que las instituciones con las que colabora o a las que parasita.

Un discurso regenerador del sistema político español no puede ignorar el problema de la implicación política de la Iglesia. Y no puede porque esta Iglesia es muy militante y ultramontana y tiene pronunciado el vade retro a una serie de cambios sociales que forman parte del 15-M: el divorcio, el aborto, el control de la natalidad, la igualdad de derechos de las minorías, el matrimonio homosexual, la ley de muerte voluntaria asistida, la ley de libertad religiosa que los sociatas retiraron vergonzantemente amparados en la crisis, etc. Sin embargo, cualquier observador de los debates del 15-M podrá ver que estos avances tampoco se mencionan en el discurso de los indignados que, al parecer, no lo están con que se restrinjan derechos o se discrimine por razón de la opción sexual. Y eso no es posible. Es verdad que hay, a veces, alguna declaración de feminismo en el contexto del 15-M, pero ni por asomo tiene la importancia cuantitativa y cualitativa que tienen las reclamaciones más correctas, a pesar de tratarse de la perspectiva de género.

Son asuntos delicados en los que quizá no se cuente con la unanimidad con que se cuenta para las cuestiones políticas o económicas más tradicionales. A lo mejor no hay unanimidad entre los indignados en lo relativo al aborto. Y quizá tampoco acerca de si el movimiento debe meter a la Iglesia en el paquete de instituciones que hay que remodelar, junto al Parlamento, los tribunales de justicia y hasta los medios de comunicación. Sobre los medios, que ya comienzan a acusar recibo de las andanadas que lanza el 15-M, hablaremos mañana. Ahora estamos con la Iglesia, por cierto, el medio de comunicación más poderoso y permanente que han visto los tiempos.

No, no creo que la Iglesia necesite enviar infiltrados al 15-M como si fueran mossos disfrazados. No le hace falta. Probablemente muchos de los indignados son católicos que saldrán en su defensa. Tengo entendido, aunque es una información de oídas y sin confirmar, que en Sol no se aprobó una propuesta de Estado laico porque fue vetada por alguien de los acampad@s. En todo caso, la Iglesia que, de aquí a la visita del Papa va a hacerse cada vez más visible, audible y palpable (también habrá que hablar del alcance y significado de esa visita que tiene a monseñor Rouco a punto de levitar) no se priva de opinar sobre el 15-M. El mismo monseñor Rouco ha dicho en un par de ocasiones que los jóvenes del 15-M tienen problemas con su alma porque no conocen a Cristo. Curiosamente tampoco estas declaraciones, tan sorprendentes y pintorescas, han provocado respuesta indignada. En fin, es de esperar que no se hagan unos cursillos de cristiandad en Sol.

El 15-M ha explicado detalladamente por qué reduce sus reivindicaciones a un puñado de cuatro o cinco: por eficacia mediática (el personal no retiene los discursos prolijos) y por seguridad democrática, ya que son puntos que gozan de amplísimo apoyo, cuando no unanimidad. Pero todo es discutible en esta vida, incluso las propuestas de los indignados con tanto derecho a ser escuchadas como las de Palinuro que, muy escamado con el silencio eclesial de los indignados, brinda su propuesta en cuatro puntos tan claros como los del 15-M:

  • Reforma del sistema electoral.
  • Nueva Constitución.
  • Consulta popular acerca de la Monarquía o la República.
  • Denuncia del Concordato y separación definitiva de la Iglesia y el Estado.

Es un programa de mínimos máximos en un tiempo de crisis estructural.

(La imagen es una foto de Imamon, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 26 de juny del 2011

Crónica de la revolución indignada (X).

Más sobre la movilización permanente.

La revolución del 15-M sigue su curso en pro de un objetivo estratégico claro y rotundo de cambio del sistema político condensado en la expresión Democracia real ¡Ya! Pero con tácticas cambiantes, espontáneas, improvisadas, muchas veces producidas por una acción de la autoridad y siempre decididas y organizadas en las asambleas y en la red. Un solo objetivo estratégico y tácticas postmodernas. Lo único seguro, fijo y cierto en éstas es su carácter pacífico. Como en tiempos de Gandhi o de Martin Luther King, la enorme fuerza moral del movimiento, radica en la no violencia. El espíritu de David H.Thoreau revolotea sobre España de la mano de ese viejo combatiente por la France libre, Hessel.

La no violencia permite plantear los debates de más enjundia en el foro público. Como en todo proceso revolucionario (así sucedió en la revolución inglesa del siglo XVII y en la americana y francesa del XVIII) los indignados son una máquina de formular propuestas, cuestiones, consideraciones. Han inundado el país de declaraciones y manifiestos y han mostrado el rostro de los adversarios que pretenden reducir: los mercados, los organismos financieros internacionales, la Unión Europea del capital, los banqueros, los políticos y unas leyes e instituciones que permiten injusticias tan flagrantes como que la entrega de la vivienda no cancele la hipoteca.

Curiosamente, por cierto, no se ve ni escucha nada en relación con la Iglesia, con la aconfesionalidad del Estado, con las relaciones entre éste y la Iglesia. ¿Me lo malicio sin motivo o el 15-M es mudo en asuntos religiosos? No he visto indignados en las increíbles procesiones del Corpus en las que el Estado pasea por las calles del brazo de los curas en celebración de la fiesta sacra de la Iglesia por excelencia. Y eso que según nuestro patriarca Max Weber ya en su época habíase dado el desencantamiento de nuestras sociedades. En España la sociedad sigue tan encantada como en los tiempos de la batalla de Clavijo, prez y honra de la Raza. Aquí, en donde, con un gobierno socialista, sigue en vigor el Concordato de Franco de 1953, aunque es anticonstitucional. Y no recuerdo haber leído nada de los indignados acerca de esta situación. A ver si resulta que la Iglesia tiene infiltrados en el 15-M y con más éxito que los de los partidos políticos.

La revolución indignada procede mediante lo que Palinuro ha llamado movilización permanente. Los indignados saben que en la sociedad mediática tienes que asegurarte la primera de los periódicos y la apertura de los telediarios si quieres sobrevivir. Cuentan con los recursos humanos necesarios para hacerlo porque se trata de jóvenes voluntarios que, sin duda, en su mayoría están en el paro, con lo que disponen del tiempo necesario para hacer marchas de meses o acampar en quincenas. Esta es claramente una consecuencia no querida de la existencia del paro en la sociedad capitalista. Mientras los parados son el "ejército de reserva", sirven para presionar los salarios a la baja y están en interés del capital; pero si se convierten en indignados, que proponen un cambio de sistema político y, en parte económico, el asunto ya tiene otra pinta.

La acción revolucionaria del 15-M requiere tiempo, que muchos jóvenes tienen en abundancia para proceder así al montaje de acciones contestarias que dupliquen la realidad. Si los candidatos electos acuden a solemnes tomas de posesión, los indignados las escenifican en las calles en esos mismos momento. Si el Congreso se dispone a celebrar el debate sobre el estado de la Nación (o del estado del Estado) los indignados preparan un debate alternativo en la vecindad del Legislativo. Esta práctica recuerda los foros sociales alternativos de los alterglobalizadores: happenings a las puertas de un cónclave, con efecto mediático acentuado por la frecuente irrupción de la violencia, cosa que el 15-M ha conseguido eliminar. Lo bueno de tratar la realidad como si fuera doble es conseguir que el adversario juegue en nuestro campo. Será imposible que los diputados puedan eludir la cuestión del 15-M durante el debate. Y si no lo eluden tendrán que decir qué les parecen las propuestas de los indignados, singularmente la de reforma del sistema electoral.

El movimiento no sólo es proteico, sino que como la Hidra de Lerna, tiene múltiples cabezas, si bien no son venenosas. Ayer salió de Barcelona la columna de indignados que planea recorrer a pie la distancia hasta Madrid para llegar a la capital el día veintitrés de julio en confluencia con otras tres columnas desde otros puntos de la geografía. Quien diga que la política es aburrida no sabe lo que dice. A ver quién hace el primer chascarrillo sobre la quinta columna, que ya empieza a asomar la cabeza en Facebook, como los pacos lo hacían en los tejados de las casas del Madrid de la guerra, aunque ahora las tornas se han cambiado: los que vienen son los míos. Los setenta u ochenta caminantes de la columna (que esperan incorporaciones por el camino) invertirán un mes lunar en recorrer los 600 kilómetros a razón de veintiuno diarios. Este es un gesto lleno de simbolismo indignado.

El signo del siglo es la velocidad, la rapidez, lo instantáneo. Los gobiernos tratan de abreviar los tiempos de desplazamiento, especialmente entre Madrid y Barcelona: la autopista A-2 con su variante de peaje hasta Guadalajara, el puente aéreo, el AVE. Se trata de ir por la mañana y regresar por la noche del mismo día, en el último vuelo de la jornada al que llaman el golfo, adivínese por qué. Pues los indignados, que a todo ponen reparos, invierten una luna en llegar a la Corte. Si el debate alternativo en Madrid es un sit down típico de los sesenta, las columnas convergentes son marchas como las de los derechos de los negros, por ejemplo, también de aquellos años, una muestra de la política on the road. El 15-M aborda la acción política con unas dosis de imaginación e inventiva que están interesando a todo el mundo en el debate público que, hay que repetirlo, es el caldo de cultivo de la democracia.

Hasta la fecha sólo se ha negado a debatir nada la derecha, especialmente la extrema derecha, para la que los indignados no son más que una cuadrilla de delincuentes pulgosos. Además de agredir verbalmente, la reacción trata de empantanar la acción política del 15-M en enredos judiciales, a base de querellas. Será interesante ver cómo se hostiga procesalmente un movimiento acéfalo, espontáneo, anónimo, cambiante y cómo este movimiento se defiende y contraataca si cree que merece la pena hacerlo.

(La imagen es una foto de Mataparda, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 24 de juny del 2011

Crónicas de la revolución indignada (VIII).

El 15-M y la izquierda

Merece la pena reflexionar sobre la relación entre el 15-M y la izquierda. Hay en el movimiento de los indignados factores antipartidistas y antipolíticos que pueden prestarse a equívocos. El más típico, el de la política para los políticos, que son todos iguales, dándose a entender que iguales de marrulleros, poco de fiar y hasta un poco mangantes. Es la actitud de quienes dicen de sí mismos ser "apolíticos" que mayoritariamente derrapan por la derecha. Pero es un factor sin mayor importancia en el movimiento que tiene clara conciencia de ser un movimiento típicamente político, se diría que noble y expresamente político desde el momento en que activa el debate público, abierto, democrático, sobre los problemas de la polis. De este modo carece de interés considerar las relaciones entre la derecha y el 15-M; no las hay salvo que se considere tales la agresión permanente al movimientos: sediciosos, piojosos, guarros, gamberros, okupas, guerrilleros urbanos son algunos de los calificativos que merecen los indignados en el espacio público de la derecha. Las referencias rezuman irritación, asco, odio y corren a una con la permanente exigencia de que las fuerzas de orden público limpien las calles de esta escoria humana que abuchea cacerola en mano a los legítimos representantes del pueblo en sus diversos niveles.

La cuestión se plantea en las relaciones entre la izquierda y el 15-M porque entre ellos hay evidentes paralelismos de discurso. Si no los hay, es porque la izquierda socialista se ha dormido en los laureles y se ha olvidado de sus reivindicaciones de origen, centradas en la lucha por la igualdad, la justicia social, la democracia y el socialismo. Pero, como están ahí, regresan con la memoria y hoy ya es claro que la reacción del socialismo al 15-M es muy distinta, incluso opuesta, a la de la derecha. Una prueba más de que no son, que no pueden ser, iguales. Aunque hay socialistas relevantes de orientación conservadora, como José Bono, empeñado en leer la cartilla a los indignados, en pedirles que dejen trabajar a los diputados y que, si acaso, aprendan maneras, también los hay pragmáticos y con mayor sensibilidad, como Rubalcaba para quien hay que escuchar a los indignados pero sin regalarles los oídos, una recomendación que destila experiencia y temple de político y negociador nato; alguien dirá que de conspirador nato. También, ¿por qué no?


Digresión sobre la conspiración

Hay que reivindicar la estética de la conspiración que ha quedado muy tocada con esa manía tan extendida de llamar teoría de la conspiración a cualquier conjunto de sandeces siempre que se envuelvan en algo de misterio. Y no es así. La conspiración es siempre una actividad intelectualmente complicada, que dice ser una cosa pero es otra que vive en dos realidades distintas, la que es y la que ella misma crea. Y recuérdese que la historia no es más que una sucesión de conspiraciones, triunfadoras a veces, como la conspiración de los termidorianos para acabar con el Comité de Salud Pública; otras fracasadas como la Conspiración de la Pólvora de los católicos para volar la Cámara de los Comunes; unas bien reales, como la conspiración de los Idus de marzo; otras imaginarias como la conjura de los sabios de Sión; unas de los nobles del terruño, como la Fronda contra Mazarino; otras de los aristócratas románticos, como la Voluntad del Pueblo de los rusos; y otras de los trabajadores, como la Mano Negra andaluza. En fin que la conspiración es el motor mismo de la historia y por eso no es hacerle de menos llamar conspirador a Rubalcaba, sobre todo en el país de Aviraneta. Fin de la digresión.


Junto a esas dos reacciones, en el PSOE también hay una fuerte corriente de simpatía hacia el 15-M y no sólo entre los seguidores de Izquierda Socialista. Hay muchas afinidades electivas. Todo ello ha actuado para que fuera precisamente Rubalcaba, en el difícil puesto de ministro del Interior, quien impusiera su criterio de no enfrentarse al 15-M solamente como una cuestión de orden público ni utilizar la fuerza para reprimir. Eso tiene su mérito, porque ha sido un difícil equilibrio que, al final, ha beneficiado a todos. Es decir, la actitud del PSOE frente al 15-M y como partido de gobierno que es, es muy aceptable. Como lo es la disposición del Parlamento a escuchar a los indignados. Una sociedad democrática tiene que funcionar así, dialogando.

A la izquierda del PSOE hay otras organizaciones de distinto peso que orbitan de un modo u otro en torno al 15-M como gira la polilla frente a la candela porque, en definitiva, el movimiento es lo más importante que ha pasado en nuestra sociedad y tiempo y es muy difícil que no lo vean como la realización práctica de sus pronósticos y profecías sobre el destino del capitalismo y las nuevas formas de la lucha revolucionaria. Al respecto es inevitable que estos partidos traten de influir, orientar y, en definitiva dirigir un movimiento que no es suyo pero con cuyos objetivos en buena medida coinciden. Y así, en lugar de preguntarse por qué la gente no se afilia a los partidos pero secunda masivamente los objetivos cuando estos los enarbolan formas espontáneas de organización que no son las de siempre, los partidos tratan de conseguir mediante la influencia en el 15-M lo que no consiguen en las urnas presentándose a las elecciones por su cuenta.

Por fortuna las gentes del 15-M parecen poseídas de una santa desconfianza y recelan de todo lo que sea política de partido. Quien más trata de acercar la suya a los indignados, Izquierda Unida, sólo puede hacerlo mediante la actividad personal de sus afiliados ya que la coalición como tal no es bien recibida; no por ser de izquierda o dizque unida sino por ser coalición. Ni un emblema de Izquierda Unida había en la manifa del 19-J, ni una bandera roja. IU y Los Verdes se juran amor eterno al menos hasta las generales de 2012 y asumen los retos del movimiento 15-M. No sé si entiendo bien el término "asumir" pero está claro que lo hacen desde fuera. La alergia de los indignados a las organizaciones tradicionales se da en otros órdenes. Debaten ahora sobre qué convocarán para el próximo quince de octubre (seguro que hay algún ingenioso que escribe un artículo sobre el otoño caliente), si un referéndum o una huelga general. El caso es convocar algo. Lo del referéndum, teniendo mucho más significado político, se me hace muy improbable. La huelga general resulta más verosímil. ¿Y quién la convoca? Se huye de CCOO y de UGT y se busca un sindicato minoritario, algo así como la CGT, supongo, para que quede claro que es el 15-M quien convoca. Y nada menos que una huelga general, el arma definitiva de lucha de la clase obrera. Los anarquistas, los socialistas, los comunistas soñaban con ella, la dejación total del trabajo, quizá el silencio que preludia el estallido de la tormenta revolucionaria. Espero que el sindicato minoritario sepa negociar las cuestiones esenciales, como los servicios mínimos, y que el 15-M esté en situación de garantizar lo negociado.

(La imagen es una foto de Oscar Picazo, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 23 de juny del 2011

Crónicas de la revolución indignada (VII).

Adquiriendo respetabilidad

Hay que felicitarse de que el 15-M se haya convertido ya en objeto de atención y debate en el Congreso de los Diputados. Felicitarse efusivamente. Felicitarnos todos porque, quién más, quién menos, como colectividad o comunidad estamos dando prueba de una notable madurez. Basta con comparar las calles de Madrid con las de Atenas. Verdad es que en Grecia la situación es muchísimo peor y mucho más injusta que en España, pero es muy de celebrar que en España se haya evitado el recurso a la violencia y que ésta se haya extirpado en el puro brote. Este pacifismo y la manifa del 19-J han llevado el discurso de los indignados al Parlamento en donde se ha votado por unanimidad prestarle oído y debatir sobre su contenido. No me cansaré de repetir que el 15-M ha probado fehacientemente que no está hecho de sediciosos ni de "mastuerzos" y no lo haré porque tengo la esperanza de que Savater se explique o reconozca que fue injusto.

Muchas de las reivindicaciones de los indignados tienen un apoyo social prácticamente generalizado; lo dicen las encuestas; se escucha en cientos de tertulias; se sigue de los análisis de decenas de expertos; lo reconoce la mayoría de los políticos. Frente a esta autenticidad de contenido, ¿es tan importante que no se formulen de forma ordenada, sistemática que, como dice Rubalcaba, puedan ser contradictorias o como señala Jáuregui sean en parte irrealizables? Las reivindicaciones están formuladas: sistema electoral proporcional de verdad; medidas eficaces contra la corrupción pasada, presente y futura; restricción de los privilegios de los políticos; ley de dación en pago; revisión de la gestión política de la crisis, etc. Luego corresponde al poder legislativo, que es la sede de la soberanía popular y el supremo poder del Estado, darles forma, convertirlas en decisiones operativas. En una palabra, legislar.

Porque esta es una revolución de nuevo tipo, una que no cuestiona la legitimidad de las institcuiones pero quiere que, además de legítimas, sean eficaces en el logro del bienestar de la población. El movimiento tiene una entidad, consistencia y fondo muy superiores a los de eventuales algaradas o episódicos estallidos de protesta por asuntos concretos. Señala, sí, los asuntos concretos, pero los considera en el contexto general del sistema democrático e, incluso, de la Unión Europea, aunque esto esté aún en mantillas.

Que el 15-M ha dado un salto considerable en respetabilidad se ve igualmente en la visita que nos ha hecho Hördur Torfason, el islandés que inició en 2008 la protesta en su país que obligó al Gobierno a dimitir, así como al consejo de administración del banco central y de la autoridad monetaria, que ha puesto en marcha un nuevo proceso constituyente muy democrático y que ha conseguido que el presidente del Gobierno dimitido responda por su gestión ante los tribunales. Y este hombre dice que alucina con el grado de organización del 15-M, sin dejar de recordar que Islandia tiene trescientos mil habitantes y España cuarenta y cinco millones. Lo que nosotros llamamos madurez del movimiento.

El 15-M parece haberse preparado por acciones espontáneas aisladas anteriores que se fueron coordinando en torno a las elecciones del 22 de mayo, al decir de Javier Pradera en De dónde vienen los indignados, lo cual es muy verosímil. Esa coordinación ha sido posible gracias a internet. Innecesario reiterarlo, la revolución indignada es una ciberrevolución. El espontaneísmo que Rosa Luxemburg o Anton Pannekoek atribuían a los obreros se ha extendido al conjunto de la población que, de momento, se organiza asambleariamente en puntos centrales, por barrios y que pronto lo hará en las universidades, los centros de trabajo, etc. ¿Por qué no en los deportes? El gesto de Pau Gasol, que le ha costado una especie de linchamiento moral de la derecha, es muy simbólico y significativo del grado de penetración y apoyo social de los indignados.

Es una revolución respetada de gente respetable y con demandas de gran calado. Probablemente la que lo tiene mayor es la petición de una nueva Constitución. Realmente el Congreso ha estado muy ágil, pero la tarea que le espera es ciclópea y, además, bajo un escrutinio popular permanente y muy directo. Por eso Palinuro reitera su criterio de que si el Congreso consigue aprobar una reforma del sistema electoral a tiempo para celebrar con él las elecciones de 2012 habrá hecho mucho. Quizá sea, incluso, mucho pedir. En tal caso, no estaría de más que si las elecciones han de hacerse con el sistema electoral hoy vigente, los partidos se comprometan en firme a reformarlo como primera providencia de la legislatura. A este y similares compromisos tendrán que llegar, especialmente la izquierda, porque el debate político extraparlamentario ha demostrado ser tan importante como el parlamentario; en algunos aspectos, más.

(La imagen es una foto de Henrique_Pf, bajo licencia de Creative Commons).