Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Referéndum.. Mostrar tots els missatges
Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Referéndum.. Mostrar tots els missatges

dijous, 14 de setembre del 2017

Hoy, Palinuro en Palafrugrell

Pues sí, hoy, después de perorar en Fonz, pillamos carretera de nuevo hasta Palafrugell, en el Baix Empordà, Girona. Una invitación de la ANC para hablar en el teatro municipal a las 20:30. Estoy aficionándome a hablar en teatros. En realidad, vienen a ser como los salones de actos tradicionales, pero respiran otro aire, la decoración suele tener otros motivos y, con un poco de imaginación, uno siente el sutil aleteo de Talía y Melpómene.

El tema que me han asignado, com ens veuran el 2 d'octobre, se aparta de lo habitual porque tiene un claro elemento ucrónico muy tentador. ¿Cómo nos verán el 2 de octubre? Pues dependerá de lo que suceda el 1 de octubre. Y ¿qué sucederá el 1 de octubre? Pues dependerá de lo que suceda el 30 de septiembre. Y así hacia atrás hasta hoy: ¿qué sucederá...? En definitiva, ¿qué sucederá el 1 de octubre? Dependerá de lo que hagamos hoy y mañana y pasado. Los seres humanos determinamos nuestro destino. No del todo, claro es, porque en él intervienen los demás, que pueden (de hecho, siempre lo intentan) desviarlo en uno u otro sentido. Pero el mensaje es ese: en gran parte cosechamos lo que sembramos; luego interviene también el tiempo, la lluvia, el sol, el granizo, la simpatía o antipatía que despertemos.

Pero no vamos a hacernos 300 kms más para decir simplezas. Así que he preparado una pequeña simulación con análisis de causas y efectos probabilísticos que espero no sea del todo desatinada. Mi trabajillo me ha costado por aquello de respetar la ley de la variabilidad requerida y la determinación de variables y sus correlaciones en unas circunstancias endemoniadas.

Ens veiem a Palafrugell per parlar de com ens veuran després del 1/10.

dimarts, 12 de setembre del 2017

Mi crónica de la Diada 2017

Mi artículo de elMón.cat sobre la Diada de hoy. Contrariamente a mi costumbre, no haré resumen ni glosa previa.Tengo mucho más que añadir, por supuesto, pero me esperaré a leer otras opiniones.

De momento, el texto en castellano es este:

La Diada abre el camino a la República catalana

Absurda la guerra de cifras. Por mucho que Millo y los del PP mientan y manipulen, lo ha visto todo el mundo: un millón de personas por la independencia en Barcelona. A pesar de las trabas, las amenazas, la guerra sucia, la represión y el lerrouxismo de la “verdadera” izquierda que intentó dividir el movimiento con un éxito tan notable que no estaría de más que Colau, Iglesias y Doménech fueran pensando en dimitir, viendo el tirón que tienen y el peor destino que les aguarda en Cataluña. Había más gente en la manifestación de C’s. Quizá debieran unirse y, en todo caso, es de esperar que esta amarga experiencia fuerce a Colau –cuyo instinto de supervivencia político es el único al que obedece- a replantearse su negativa a facilitar colegios el primero de octubre.

Una concentración libre, democrática, pacífica, un ejemplo de civismo y cohesión. Cuestión de saber si al genio de La Moncloa esto sigue pareciéndole una algarabía o alguien le ha explicado ya que es el comienzo de su fin, el preludio a la votación del 1 de octubre próximo, en la que se firmará el acta de nacimiento de la nueva República catalana.

Las tres semanas que faltan hasta el referéndum estarán seguramente repletas de incidentes berlanguianos como los de la Guardia Civil en Valls, de ridículos sistemáticos de un gigantesco aparato de represión perfectamente inútil dotado de un potencial de overkill innecesario porque no se puede emplear contra todo un pueblo empeñado en emanciparse “de una puta vez”, como dice Lluís Llach con estro poético por dos razones:

En primer lugar, porque es eso, todo el pueblo, todas las clases sociales, un movimiento transversal que viene de muy atrás, de generaciones con una voluntad de ser que ha superado barreras, prohibiciones, cárceles, dictaduras, fusilamientos. Solo habría un medio, no ya de frenarlo, sino de cuestionarlo: sacar a la calle de forma voluntaria y pacífica a otro millón de personas en defensa de la situación actual, de la sumisión de Cataluña a España. ¿Hay alguna duda de que, si pudieran, quienes hablan de “mayoría silenciosa” lo harían? Para ejemplo, cuéntense los asistentes que tendrá la próxima manifestación del día de la Raza el 12 de octubre en Barcelona.

En segundo lugar porque si el movimiento se frustrara por el motivo que fuese, las consecuencias serían terribles. La venganza de los “demócratas” españoles, desde el PP hasta los comunistas de IU pasando por Podemos, el PSOE y otros defensores de la nación española, iría a la raíz misma de Cataluña y su dignidad como nación, que tratarían de destruir como fuera. Y si España entera sufrió las devastadoras consecuencias de haber perdido una guerra en 1939, la experiencia catalana fue ya entonces doblemente dura.

La Diada de 2017 es la mejor respuesta a la política de persecución del gobierno central y sus aliados socialistas y de C’s, esos que blanden la legalidad vigente sin preguntar cuál sea su legitimidad. Su impacto exterior evidente ha estrechado el margen de acción del gobierno central a extremos inverosímiles. Tanto que empiezan a escucharse voces dentro del aparato orgánico y mediático del PP pidiendo la dimisión de Rajoy por inútil. De tener sentido común, este aprovecharía para irse, antes incluso de que esa oposición interna se convierta en un alud, se rompan los equilibrios interiores de la presunta “asociación de malhechores” y el hombre acabe en Soto del Real, con sus amigos.

Y hay algo más y bien patente. Algunos de los diversionistas que han pretendido rivalizar con el “mainstream” de la opinión popular claramente independentista, están empezando a cambiar su discurso. El líder de Podemos, Iglesias, que lleva una temporada haciendo declaraciones contradictorias en clara muestra de que sigue sin entender nada de Cataluña, tan a la desesperada como los del PP, ahora propone una alianza con PSOE y C’s para echar a Rajoy y aceptar un referéndum de autodeterminación. No puede ignorar que tanto el PSOE como C’s son radicalmente contrarios a la idea (en el fondo, como él mismo) pero trata de salvar los muebles de una izquierda que solo surgió, como se ve ahora, para encontrar puestos y sillones para una nueva generación de políticos españoles y españolistas.

Ayer, en Barcelona arrancó la corriente que desembocará el próximo primero de octubre en una avenida de los ríos Alfeo y Peneo con los que el Hércules de la nación catalana barrerá los establos del rey Augías del Estado español. Así acabará el podrido sistema de la tercera Restauración y su clase política de vividores del erario de nueva o vieja generación.

dilluns, 11 de setembre del 2017

¿Quién define la democracia?


Hoy, once de septiembre de 2017, se celebra la que probablemente será la Diada más importante de la historia de Cataluña. El propósito de los independentistas es conseguir que supere en asistencia, organización, vistosidad e impacto a todas las anteriores. Y, por todo lo que sé y el entusiasmo con que se lo han trabajado los organizadores, así será. Y tendrá un gran impacto. JxS la presentará a los ojos del gobierno, de España y del mundo entero como la mejor prueba de la voluntad mayoritaria del pueblo catalán de celebrar el referéndum del 1/10. El gobierno la estudiará con suma atención para ver hasta dónde puede llevar su táctica represiva y la comunidad internacional estará atenta para saber a qué atenerse en el caso de que el conflicto entre Cataluña y el Estado adquiera proporciones que impongan una mediación internacional

(Por cierto y antes de que algún lector o lectora se eche las manos a la cabeza escandalizada de que Palinuro dé por descontada la intervención exterior en un asunto interno de España o incluso la aconseje, bueno será recordar que, desde hace ya muchos años, siglos incluso, España no es un sujeto político plenamente soberano. Prácticamente desde la Guerra de Sucesión, todos los conflictos internos españoles han tenido decisivas intervenciones externas, si es que estas no han sido las que han iniciado el conflicto o lo han aprovechado. La última, la guerra civil que ganó Franco gracias a la intervención de Alemania e Italia.)

También Palinuro lo haría (y lo hará porque tiene pensado publicar un artículo al respecto en elMón.cat al final de la jornada) para aquilatar el efecto de la Diada sobre el posible resultado del referéndum.

Hasta ese momento quedará aplazada una respuesta al artículo de Juan Luis Cebrián en El País titulado Visca Catalunya! que es un repertorio de todos los topicazos unionistas y seudodemócratas que pasan por razonamientos políticos de altura en este conflicto y que consisten básicamente en marear la perdiz moviendo como el trile los conceptos de democracia, legalidad y gobierno. Quede para entonces la respuesta. Pero no sin dejar aquí constancia de un principio que todos estos adalides de la reflexión política estratégica al servicio del statu quo jamás mencionan, pretendiendo que se olvide en la maraña de sus logomaquias. El principio de que la única base de legitimidad de un gobierno es la aquiescencia de los gobernados. Nadie, por muy demócrata y legal que sea tiene derecho a gobernar en contra de la voluntad de los gobernados. Ese principio liberal por excelencia que estos servidores del poder ignoran se llama "gobierno por consentimiento" y es un hallazgo de Locke que, de admitirse, resolvería muchos problemas. Por muy democrático y respetuoso con la ley que sea un gobierno, si la voluntad de los gobernados (que, ciertamente, tiene derecho a cambiar) es contraria a él, el gobierno no será democrático sino tiránico y su legalidad, pura arbitrariedad.

Y ¿cómo se sabe cuál es la voluntad de los gobernados? En España hay dos procedimientos: uno, celebrando un referéndum, una consulta popular, cosa hasta la fecha prohibida por "antidemocrática"; dos, atendiendo al presidente de los sobresueldos para quien la mayoría es silenciosa y los independientes, una minoría o, mejor todavía, escuchando a la vicepresidenta, según la cual, el independentismo es inadmisible porque se empeña en hacer un referéndum "en lugar de escuchar a los catalanes", estupidez que no solo no está prohibida sino que es de obligado cumplimiento.

A esa estupidez presta retorcido apoyo el citado artículo de Cebrián.

Pero se verá una vez sepamos qué alcance ha tenido la Diada de hoy.

diumenge, 10 de setembre del 2017

Hoy, Palinuro en el Fossar de les Moreres

Hoy, víspera de la Diada del Sí, participaré en un mitin de ERC en el Fossar de les Moreres a media noche. No hace falta decir nada más. Imposible entrar con mejor pie en un once de septiembre que será histórico. Comparto cartel con Marina Gassol, Marta Rovira y Alfred Bosch. Gente espléndida, en la que cabe confiar. Gente republicana. 

Es un privilegio estar presente en el arranque de la República catalana, cuyo preanuncio será la Diada de este año, más poderosa que nunca, y cuya acta de nacimiento se firmará el próximo 1º de octubre. Será cuando los catalanes, pese a todas las amenazas, chantajes, maldiciones, trampas, agresiones y violencias, del nacionalismo español más franquista y el algo menos virulento pero igualmente contrario de la llamada "izquierda" socialdemocrata y diz que revolucionaria, voten democrática y pacíficamente por su emancipación como pueblo. Y de ahí saldrá un Estado nuevo en Europa.

Ens veiem al Fossar.

Donec Perficiam.

dissabte, 9 de setembre del 2017

La vergüenza de España

En el Canadá y en el Reino Unido puedes hacer un referéndum de autodeterminación sin que todas las fuerzas de la tierra y del cielo vayan contra ti. Como se te ocurra hacerlo en España, puedes acabar en la cárcel... de momento.

A ella te habrá llevado un gobierno presidido por un presunto cobrador de sobresueldos en negro, repleto de ministros reprobados, directa o indirectamente relacionados con la corrupción de la Gürtel, apoyado por un partido con casi mil imputados en procesos penales básicamente por ladrones, fundado por un ministro falangista del dictador Franco, Manuel Fraga Iribarne y dirigido por el discípulo tonto de otro ex-ministro franquista y ultraderechista aristocratizante, Gonzalo Fernández de la Mora. Un gobierno y un partido corruptos hasta los goznes.

Dicho lo anterior, ¿qué más cabe añadir?

Sí, algo más: la "oposición" socialista apoya sin fisuras este gobierno franquista. Además de coincidir básicamente con el ideario nacionalcatólico de la impresentable derecha cerril, la coincidencia se hace hermandad de armas cuando se trata de machacar a los catalanes y sofocar como sea que en Cataluña pueda la gente decidir libremente su destino, como desea el 75 por ciento de la población, o sea aproximadamente cuatro millones y medio de ciudadanos.

¿Cómo se puede decir que se es socialista e impedir que cuatro millones y medio de personas puedan votar? Sencillamente: aceptando las tergiversaciones y falacias de esta corrupta derecha franquista en el gobierno que oscilan desde las majaderías del Sobresueldos sobre la "mayoría silenciosa" a los increíbles apotegmas de la vicepresidenta cuando dice que "Puigdemont quiere un referéndum en lugar de escuchar a los catalanes". Difícil imaginar una estupidez mayor, como si los referéndums no se hicieran precisamente para escuchar a la gente.

Y no solo los socialistas se han puesto incondicionalmente a las órdenes de estos franquistas y sus sofismas sobre la legalidad sino también, aunque de modo más sinuoso y ambiguo, los de Podemos que quieren un referéndum pero no quieren un referéndum y lo invocan mientras lo boicotean, en el estilo de su amiga la oportunista Ada Colau.

Nadie sabe qué pueda pasar pero ya hay muchas cosas claras. Los franquistas están en la restauración de la dictadura y acabarán volviendo a criminalizar las ideas. Con los jueces a su incondicional servicio, los medios de comunicación todos vomitando insultos al unísono y los fiscales pidiendo que se cierre internet, vaya papel que está haciendo la izquierda, al servicio de la derecha.

Qué vergüenza de país.

divendres, 8 de setembre del 2017

Santiago y cierra España

Era preciso hacer algo para tranquilizar a la parroquia, muy nerviosa con las noticias de Cataluña. No bastaba con la crispada y desencajada reacción de la vicepresidenta del gobierno que salió calificando de patada a la democracia la aprobación de la Ley del referéndum. Al contrario, el ridículo de Sáenz de Santamaría fuera de sí tenía que compensarse con algo que eliminara la impresión de que el Estado está en manos de auténticos orates.

Así que el gobierno decidió compensar un ridículo con otro: puso a Rajoy a hablar. Faltando a su costumbre de no dar jamás explicaciones por nada, el de los sobresueldos, se decidió a informar en su inimitable estilo al término del consejo de ministros extraordinario. Sentó previamente a todos los ministros en primera fila, como doctrinos, convocó a los medios y les espetó la habitual monserga llena de falsedades y topicazos. Había condescendido a dar cuenta de lo que piensa hacer y no iba a tolerar que nadie pusiera nada en cuestión. El núcleo de su discurso fue una enumeración de los recursos mediante los cuales pretende que el Tribunal Constitucional le saque las castañas del fuego de su propia incompetencia,  y un ataque al bloque independentista y al govern de la Generalitat a los que acusa de "autoritarios" y de ir en contra de la democracia. Sin admitir preguntas, sin observaciones, democráticamente. 

Por supuesto todo ello adobado con las consabidas falacias sobre el respeto a la legalidad y la necesidad de atenerse a los procedimientos de reforma previstos. Es inútil repetir aqui que su concepto de legalidad es tramposo y que los procedimientos de reforma están cegados para quien no pertenezca a uno de los dos partidos dinásticos. Es un modo de actuación, este sí, típicamente autoritario y de raíz franquista: el gobernante se limita a reiterar su criterio sin atendender a ningún matiz, crítica o relativización, sin escuchar nada porque para eso dispone de la fuerza coercitiva del Estado, para acallar la discrepancia si, a pesar de todo, esta se manifiesta.

De hacer algún tipo de recapitulación, de meditar sobre las causas que han llevado a esta situación en que el presidente y la vicepresidenta del gobierno salen amenazando a los ciudadanos, ni flores. Sin embargo, está claro que, si hemos llegado hasta aquí se debe en gran parte a la irresponsabilidad política del que ahora se ofrece como garante de la estabilidad con el apoyo entusiasta de los medios nacional-españoles como El País, que salía con un editorial digno del ABC o La Razón, titulado La dignidad de Cataluña. Es un sarcasmo que este título plagie el que en 2010 publicaron muchos medios catalanes (La dignidad de Catalunya) en defensa del Estatut, a punto de ser dinamitado por la sentencia del Tribunal Constitucional de aquel años.

Esta especie de burla es paralela al hecho de que sea precisamente quien más ha hecho por dinamitar el entendimiento entre Cataluña y España quien dice buscar una solución al conflicto. Porque, como sabe todo el mundo, el independentismo catalán ha subido del 25/30 por ciento de la población hasta el 50 por ciento gracias a la demagogia de Rajoy recogiendo firmas contra el Estatuto en 2006 y recurriéndolo ante el TC y todo para hacer juego sucio contra el Gobierno de Zapatero. El Sobresueldos ha destrozado el sistema del 78 para satisfacer sus ansias de poder. Y llegado a él, siguió con la política anticatalana, perfectamente condensada en el propósito más insultante y estúpido de "españolizar a los niños catalanes" del ex-ministro Wert. 

Los  que fueron contra el Estatuto son los que ahora dicen protegerlo. Por la misma razón por la que los franquistas que se abstuvieron en la votación sobre la CE 78 o votaron en contra son los que se erigen hoy en sus defensores y la usan como baluarte contra las aspiraciones democráticas de la gente.

En cumplimiento de su triste sino de ser seguidor de la derecha, el PSOE reitera su apoyo incondicional a los franquistas del gobierno, dando por bueno su simulacro de democracia. Esto lo legitima, al parecer, para no tomarse el trabajo de buscar un entendimiento en Cataluña sustituido por una etérea llamada a un diálogo que no se ha producido nunca, no se produce ahora y no se producirá jamás por cuanto el nacionalismo español solo entiende una forma de relación de Cataluña con España, la de la sumisión y el silencio ante los abusos.

Es un espectáculo patético el del nacionalismo español dando palos de ciego, superado en todo momento por la Generalitat. Ayer el Parlament aprobó la Ley de Transitoriedad para el caso de que gane el "sí" en el referéndum, cumpliendo así la promesa de Puigdemont de "ir de la ley a la ley", impertérrito el bloque del sí ante las amenazas de las autoridades españolas que no pueden hacer otra cosa que eso, amenazar.

Al propio tiempo, el Parlament pedía investigar judicialmente a Rajoy, Santamaría y Fernández Díaz por los delitos que hubieren podido cometer en la "operación Cataluña". 

Unos presuntos delincuentes encargados de aplicar ley en España.

dijous, 7 de setembre del 2017

"¿Es una algarabía? No, Sire, es una revolución"

El País no anda bien de chispa periodística. Quizá le parezca exagerada la similitud con la famosa información del duque de La Rochefoucauld a Luis XVI, aunque es pertinente. Pero podría haber hecho un juego más de casa, componiendo una portada con el títular: "Golpe del Parlament. El País, con la Constitución". Al fin y al cabo, es el espíritu del titular real: "Los separatistas imponen...".

Claro que es una revolución. Encabezada por el Parlament, cual suele suceder. Y con un pueblo detrás, el que lo ha elegido y le ha mandatado. Los parlamentos se mueven a golpe de gestos simbólicos, hoy magnificados por los medios. La imagen de la jornada es la aprobación de la Ley del referéndum, la que echa a andar el proceso para que los catalanes y catalanas decidan si quieren constituirse en República independiente o seguir como están.

El referéndum no es la independencia. El referéndum es una pregunta, no es una respuesta. No haber entendido algo tan sencillo puede costar a los nacionalistas españoles quedarse sin país. Porque si imponer lo que en otras partes del mundo civilizado se hace negociando sin problema cuesta tanta tensión, tanto conflicto, tanta confrontación, la mayoría acabará concluyendo que, en efecto, lo mejor es romper cuanto antes porque esto no tiene arreglo.

Sí,  es una revolución. La revolución de la República catalana. Los dos partidos dinásticos, cerrados en banda a la posibilidad y la excrecencia de Ciudadanos, también, pues el enfrentamiento con el independentismo venía de cuna, de cuando Rivera se fotografiaba in puribus. Pero ¿y Podemos? Es sarcástico que quienes venían cabalgando a lomos de la revolución no la hayan visto pasar a su vera hasta que han comprobado que ellos cabalgaban en un Clavileño.

¿Por qué no entendió el nacionalismo español la diferencia entre referéndum e independencia? Aparte de por pura incapacidad o por la consabida tirria hispana al pragmatismo porque, en el fondo, no es democrático ni cree en el principio democrático sino que se aferra de modo fetichista al principio de legalidad. Ese enunciado que comparten PP y PSOE frente a Cataluña de que sin ley no hay democracia es una tontería. Sin ley no hay democracia. Y con ley, tampoco. Las Leyes de Nürnberg eran leyes y el régimen, una tiranía. Todo depende de la ley y de la democracia.

Solo la ignorancia de aquella diferencia y también del sentido vivo de democracia explica un exabrupto como el de la vicepresidenta del gobierno: hoy hemos vivido una patada a la democracia en el Parlament. Quiere decir puntapié seguramente. El Parlament propinando una "patada" a la democracia. ¿A qué democracia?

"Sí", responden quienes de buena fe en la izquierda se oponen al independentismo "la democracia del PP no es democracia (forma elegante de sintetizar años de saqueos, estafas, ilegalidades, gürteles, Lezos, Bárcenas, leyes mordaza, etc) pero lo suyo no es saltarse la ley, sino reformarla". Quienes dicen esto saben (o debieran saber) que la minoría catalana jamás será mayoría en España, jamás podra reformar las leyes y deberá someterse siempre a la tiranía de la mayoría.

"Bueno", dicen otros seguramente también de buena fe, "en todo caso, no hay que tirar el niño con el agua sucia ni confundir el gobierno del PP (corrupto y profundamente antidemocrático) con el Estado. Alguna vez cambiará el gobierno, regirá la izquierda y el Estado español cambiará".

Eso es falso. Lo niega la experiencia histórica y lo niega la propia concepción de España de la izquierda que, en lo sustancial, es la de la derecha. Véase si no:

La transición fue un proceso hoy muy cuestionado pero que, en todo caso, traía unos compromisos implícitos de carácter incluso lógico. El más evidente era que el franquismo se había acabado y nadie lo resucitaría. Justo lo que la derecha se ha puesto siempre a hacer al llegar al poder y, a partir de su arrollador triunfo electoral de 2011, a marchas forzadas: restaurar el franquismo. De modo vergonzante porque solo los más tontos de ellos se siguen declarando franquistas, pero efectivo. Apenas llegados a La Moncloa en 2011 suprimieron de un plumazo el pluralismo en RTVE, devolvieron la enseñanza a la Iglesia, pretendieron suprimir el aborto, reformaron la justicia para encarecerla y privar de ella a los más necesitados, destruyeron el régimen jurídico laboral, desmantelaron la sanidad pública, promulgaron una ley Mordaza, saquearon el fondo de pensiones y se dedicaron a enriquecerse ilegalmente, ellos y su partido, a cuenta de los contribuyentes que, en España son las clases medias y bajas.

No hay garantía alguna de que esto no vuelva a suceder (de hecho sigue sucediendo hoy día; la Ley Mordaza sigue en vigor y se sigue multando a la gente a capricho de los agentes de la policía), sobre todo por la coincidencia de fondo que hay entre la izquierda y la derecha. La perpetuación del franquismo en todos los órdenes se mantuvo incólume durante los veinte años de gobiernos socialistas (Valle de los Caídos, Fundación Francisco Franco, callejero, honores, símbolos) y solo en tiempos de Zapatero se aprobó una menguada Ley de la Memoria histórica que los franquistas del PP han tirado a la basura.

En realidad, desde que el PP llegó al poder en 2011, en el PSOE había clara conciencia de que estaba desmantelando los pactos implícitos de la transición. En alguna ocasión lo mencionó Rubalcaba. Y era obvio. Como obvio era que se trataba de volver al franquismo sin Franco. Basta con ver el panorama de los medios de comunicación. 

Pero no se hizo nada. En cuatro años de mayoría absoluta de un PP echado al monte no hubo ni una moción de censura, nada digno de considerarse oposición. Al contrario: refugiado el PSOE de Rubalcaba en su política de "pactos de Estado" (que fueron tan dañinos a la izquierda como los "pactos de familia" para España), se complotó una Ley de Seguridad Nacional que se aprobó ya en tiempos de Sánchez y que, según se dijo entonces, no era "contra los catalanes". Esa misma a la que hoy se quiere recurrir contra los catalanes.

No, el Estado español no cambiará nunca. Salvo mediante una revolución.

La catalana.

Si no hay RUI habrá DUI

Mi artículo en elMón.cat de hoy. Esta vez no haré un resumen de su contenido. Prefiero comentar unas reacciones de los últimos días. A medida que nos acercamos al punto de choque, voy ganándome más reciminaciones, advertencias y amenazas por mi relación con Cataluña. Es curioso. Hace años que vengo advirtiendo de que el único problema real del Estado español era el catalán. Nadie hacía caso y todos lo ignoraban con la típica inconsciencia española. Repásense las hemerotecas de hace seis, ocho, diez años: ni palabra de Cataluña. Quienes insistíamos en la importancia del asunto éramos unos pirados.- En la etapa intermedia, hará dos años o así, los analistas, políticos, responsables comenzaron a barruntar que algo podía estar pasando; pero nada serio, una "algarabía" decía el franquista arrogante y estúpido que tenemos en La Moncloa y, ciertamente, quienes avisábamos éramos unos pesados cuando no unos resentidos que lo que queríamos era que se hablara de nosotros. Hoy, cuando Cataluña prácticamente ya se ha marchado (y ha hecho muy bien porque a nadie se le puede obligar a aguantar la ignorancia, el abuso, el mal trato, etc) todos se rasgan las vestiduras. Los franquistas del gobierno, histéricos, hablan de defender la democracia. Ellos, que llevan seis años oprimiendo, robando, mintiendo al país entero y no solo a los catalanes. La oposición, como siempre acobardada, cierra filas con un gobierno de corruptos y delincuentes, de franquistas, centralistas y clericales antes que buscar un entendimiento con los indepes catalanes. Y, por supuesto, a quienes defendemos los derechos de estos por encima de nuestra propia conveniencia, nos llaman de todo, desde tontos útiles a traidores y nos amenazan en las redes. Y lo menos que nos pasa es que perdemos un buen puñado de "amigos", de esos que lo son mientras coincidas con sus opiniones y solo en ese caso. Si discrepas, pierdes la amistad. Lo cual da una idea ajustada del peso que esta tenía en el alma de los tales amigos.

Pequeño repaso. Por defender lo que creo justo en cada momento llevo perdiendo "amigos" toda mi vida. Citaré unos cuantos casos, ciñéndome solo a la transición o época postfranquista. En el franquismo todavía fue peor:

Cuando defendí la permanencia en la OTAN, perdí un montón de "amigos"
Cuando pedí la dimisión de Guerra por la corrupción de su hermano, perdí "amigos"
Cuando defendí al PSOE contra la pinza PP-IU y el "sindicato del crimen", perdí más "amigos".
Cuando denuncié los GAL y pedí que se procesara a los responsables seguí perdiendo "amigos"
Cuando apoyé el nacimiento de Podemos perdí montones de "amigos"
Cuando ataqué el colaboracionismo del PSOE con el PP entre 2012 y 2016 perdí más "amigos"
Cuando denuncié el narcisismo, oportunismo y neocomunismo de Podemos volví a perder "amigos"
Cuando defendí a Sánchez frente a la caudilla Diaz y sus padrinos seguí perdiendo "amigos"
Cuando me pronuncié a favor del derecho de autodeterminación de los catalanes perdí "amigos"
Cuando ataco la claudicación de Sánchez ante la derecha nacionalcatólica sigo perdiendo "amigos"

Me he quedado sin "amigos", pero estoy conforme conmigo mismo por seguir un comportamiento que solo rinde cuentas a mi conciencia y no a consignas de partido, dogmas ideologicos o criterios de tribu.

Tenía que decirlo.

Aquí la versión castellana del artículo:

Tomando posiciones

Con el plazo final a la vista en la hoja del calendario, las partes del conflicto más grave que ha vivido el régimen político de la tercera restauración ultiman sus preparativos para el archicitado choque de trenes. La Generalitat tiene pleno del Parlament el viernes para presentar los proyectos de ley de desconexión a algo más de 48 horas de la Diada.

El gobierno está sobre aviso permanente para impugnar dichas normas ante el Tribunal Constitucional apenas se hayan aprobado. Al propio tiempo tiene a sus miembros profiriendo amenazas más o menos veladas en sus momentos libres entre comparecencias parlamentarias o procesalees, a las cloacas de Interior trabajando a pleno rendimiento y su frente mediático disparando a todo lo que se mueve.

También ha cumplido su amenaza de movilizar a su brazo contable, el Tribunal de Cuentas, para proceder confiscatoriamente contra el patrimonio personal de los imputados por desobediencia, Mas, Rigau, Ortega, Homs y otros sin imputar. Esta práctica represiva es especialmente repugnante porque extiende el castigo por la supuesta falta a los descendientes del autor. Y aun lo es más si se tiene en cuenta que procede de un órgano al que el PP ha estado presentando cuentas falsas durante doce años sin consecuencia punitiva alguna; un órgano compuesto por gentes del PP, militantes y excargos políticos, o afines a él; un órgano plagado de enchufados de los magistrados que actúan en una especie de red de influencias familiares; un órgano que no ha detectado ni fiscalizado ninguno de los infinitos latrocinios cometidos por la trama Gürtel y las anejas.

La oposición corre en auxilio del gobierno, como siempre sucede cuando se trata de Cataluña, y forma con él una especie de unidad de salvación nacional. Ambos partidos dinásticos emplean las mismas o parecidas expresiones. Sánchez llama a los ciudadanos españoles a que no voten en el “simulacro” de referéndum y eso apenas una semana después de haber almorzado con Puigdemont. Un brindis por las nuevas vías de diálogo que abre el nuevo PSOE.

La “auténtica” izquierda de Podemos anda mareando la perdiz. Sin duda los de Podem, de Dante Fachín, apoyan el referéndum así como un “sí” crítico. Pero la versión castellana –o vallecana- de los morados, a través de su líder, Iglesias, ha convocado un acto separado de la Diada en colaboración con los comunes de Colau y Domènech. Un acto con un inconfundible aroma lerrouxista, pues se hace en nombre de la “soberanía” de Cataluña. “Soberanía”, obviamente, no es sinónimo de independencia. Es la potencia de la que deriva el acto, como diría Aristóteles, pero no es el acto mismo. El caso es crear confusión.

Entre todos estos preparativos de zafarrancho de combate, el momento culminante será la próxima Diada. Por lo que sabemos, seguramente habrá una asistencia notablemente superior a las de los años anteriores. Tal cosa tendrá una lectura obligada, sobre todo si, como es de esperar, el aumento de asistencia sigue dándose en un clima abierto, democrático y pacífico porque es el binomio de la movilización social y su carácter no violento lo que confiere su fuerza al movimiento independentista.

Los resultados de la Diada probablemente serán incontestables y permitirán prever una alta participación en el referéndum del 1º de octubre. Este será, seguramente, el caballo de batalla de quienes intenten cuestionar los resultados pasada la votación. Ello debiera ser irrelevante pues ese criterio solo podría emplearse razonablemente si hubiera habido un acuerdo previo respecto al índice de participación. Al no haberlo, los datos de participación que resulten habrán de medirse en proporción al tipo de consulta de que se trata. Por regla general, el rango de participación en las consultas referendarias es inferior al de las elecciones legislativas ordinarias. Y así deberá procederse en este caso, por lo cual, sería válida una mayoría con un índice de participación inferior a un 50 por ciento.

Se da aquí por supuesto que, con una alta movilización en la Diada, el referéndum se celebrará. Se hará como prueba manifiesta de una intensa voluntad independentista a la que ayudará mucho el recurso del Estado a medios inmorales y de guerra sucia. La movilización de la Diada servirá al Estado para comprobar cuántos recursos habrá de destinar a su objetivo de sofocar el referéndum. Sobre todo si quiere hacerlo de acuerdo con el principio de proporcionalidad reiteradamente enunciado por Rajoy. Por lo general se entiende que esta proporcionalidad trata de ajustar a la baja la respuesta del Estado a los efectos de no sobredimensionar su actuación. Pero en este caso, lo más probable es que el Estado haya de ajustar su respuesta al alza, al enfrentarse a un movimiento de masas tan amplio que requiera el despliegue de unos cuerpos de seguridad y mecanismos de represión que el Estado no posee.

Si, a pesar de todo el Estado consiguiera impedir la celebración del referéndum por la violencia, hay pocas dudas de que el Parlamento haría una declaración unilateral de independencia.

diumenge, 3 de setembre del 2017

Amenazas

Están muy nerviosos.

Ayer llovieron las amenazas a los indepes catalanes desde las altas instancias del gobierno y su partido. En una reunión de parlamentarios del PP, Rajoy y Sáenz de Santamaria dedicaron sus intervenciones a reafirmar su voluntad de impedir el referéndum, a tranquilizar a los suyos sobre la unidad de España, y a advertir a los indepes de que se atengan a las consecuencias si siguen por el camino que llevan.

Deben de ser las mismas consecuencias que ya aceptaba Jordi Turull hace unos dias cuando reafirmaba a su vez la voluntad del Govern de desobedecer al Tribunal Constitucional "con todas las consecuencias". Así que la advertencia-amenaza del gobierno ya está descontada.

Las tales consecuencias vendrán de la aplicación de la ley que, según Rajoy, es igual para todos, con lo que se garantizará la unidad de España y el respeto a la Constitución. Se trata del principio mismo de la doctrina del PP que luego refina doctrinalmente Sáenz de Santamaría: respeto a la ley, igual para todos. Eso es mentira. La propia Constitución consagra el privilegio al establecer la inviolabilidad del Monarca que, de este modo, está por encima de la ley. Como lo están muchos otros, aunque no ya de derecho, sino de hecho. Como sabe todo el mundo, la ley no es igual para Juan Pérez que para Urdangarin, Blesa, Rato, etc., o para los demás blesas y ratos que son sistemáticamente indultados cuando los pillan, no es posible encubrirlos, y los condenan.

Iguales advertencias y amenazas, aunque con mayor elaboración doctrinal, salen de la boca de la vicepresidenta, la que iba a encabezar una "operación diálogo catalán" que duró un telediario. "Quien está dentro de la ley- dice Saénz de Santamaría, refiriéndose a su gobierno y partido- "no tiene que tener ningún temor a aplicarla con todo lo que supone la fortaleza de una democracia".Es una afirmación con una dosis elevada de inverecundia cuando se recuerda que el PP tiene más de 700 imputados por ir contra la ley y que si ella misma es vicepresidenta del gobierno se debe a que su partido gana las elecciones haciendo trampas, con financión ilegal y saltándose la ley.

Para este prodigio de sabiduría el independentismo es "una serie de señores" para los cuales la democracia es "que los medios no puedan opinar, que los funcionarios se tienen que poner a sus servicios, que todos tengan que bailar al son que ellos marcan". Es una típica proyección de la imagen que el propio gobierno y su partido tienen de la democracia: medios sumisos, funcionarios a su servicio e imposición de su punto de vista por todos los medios, incluido el Tribunal Constitucional, que es un medio más al servicio del gobierno.

Todo está listo, la batería preparada para frustrar la voluntad independentista de "una serie de señores". Y, por si esto fuera poco, acude el señor García Albiol a reclamar la aplicación de medidas contundentes frente al independentismo, como la apolicación del 155 CE.

Esta profusión de gestos y declamaciones después de que el govern haya declarado ya su voluntad de hacer el referéndum "con todas las consecuencias" delata el problema de fondo: el gobierno no tiene ningún medio eficaz de impedir el referéndum que no sea el empleo de la violencia. Y, por muy "proporcional" que quiera presentarse, no dejará de ser la negativa por la fuerza al ejercicio de un derecho democrático. 

Una situación insostenible hoy en Europa. 

dijous, 31 d’agost del 2017

Los dos mundos

Con independencia de los muy sesudos o encendidos análisis que nos esperan ante esta flamígera declaración de Jordi Turull a la salida del Consell Executiu, es de ley reconocer que tiene una resonancia fuerte, beligerante, arriesgada. De l'audace, encore de l'audace, toujours de l'audace, exclamaba Danton. Hay un tono heroico en esa intención, un sentido trascendental en ese con todas las consecuencias.

Para calibrar estos aspectos, nada mejor que recordar la filosofía profunda del gobierno de Rajoy: "sensatez, sentido común, nada de ocurrencias". La política como gestión "razonable" de lo cotidiano. Nada de saltos en el vacío. Para Rajoy, Puigdemont y los indepes son un grupo de insensatos con tendencias delictivas que será preciso cortar en su momento.

Para Puigdemont y los indepes Rajoy y, en general, la clase política española son la materialización de la corrupción, el desgobierno, la irresponsabilidad y el maltrato a Cataluña. La lucha contra estos males no se limita al fangoso territorio de las leyes, los reglamentos, los recursos y contrarrecursos, sino que se lleva al terreno político de la movilización popular para obtener un cambio político radical y esto solo es posible hablando de valores, de principios, y dando ejemplo.

Son los dos mundos que se enfrentan aquí y ahora en España. Del resultado dependen muchas cosas.

diumenge, 27 d’agost del 2017

La manifestación de ayer en Barcelona

Mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado L'estiu català, el verano catalán sobre la manifestación de ayer en Barcelona. He tratado de dar cuenta de la manifestación como pude verla en los medios, el nuevo y simbólico fracaso del nacionalismo español en su intento de boicotear el catalán, las consecuencias para la próxima Diada y, después de esta, las perspectivas del referéndum del 1/10 de cuya relización pocos tienen alguna duda.

Al margen de otras consideraciones no menos llamativas, lo más repugnante de la operación desembarco español en Cataluña, organizada probablemente por ese cerebro privilegiado para el disparate de la ratita hacendosa, ha sido el uso de tres aviones para llevar a toda la clase política española en cómodos vuelos de ida y vuelta a cargo de los contribuyentes. La finalidad no era engrosar honradamente las filas de manifestantes, sino arropar y proteger al Rey ante los más que previsibles abucheos, pitos y gritos. Es decir, los contribuyentes hemos pagado de nuestro bolsillo el vuelo de una manga de cortesanos a defender la unidad de España y la bondad de la Monarquía en un territorio que cuestiona ambas. A ello se ha prestado una izquierda claudicante (PSOE y Podemos), demostrando una vez más que, cuando se trata de Cataluña, la izquierda y la derecha españolas dicen y hacen lo mismo y que, en consecuencia, la única oposición digna de tal nombre hoy está territorializada en Cataluña. En consecuencia y maliciándome que la banda de ladrones que gobierna el país habrá hecho las habituales trapacerías, es urgente que la oposición pida en el Congreso la relación nominal de todos los beneficiarios de ese "gratis total" que tenemos que pagar los contribuyentes. Conociendo el percal, es de sospechar que estos pájaros habrán llenado los aviones de amigos, deudos, enchufados y ligues, como hacen siempre. Todos a dar vivas a un Rey al que, en realidad, no quiere nadie.

Aquí el texto en castellano:

EL VERANO CATALÁN

El nacionalismo español vive un angustioso dilema. Por un lado, no querría que se hablara de Cataluña, refugiado en su ancestral tendencia a no hacer frente a los problemas, ni siquiera los que amenazan su subsistencia como ideología. El caso de Cuba viene siempre al recuerdo. Por otro lado, pretende que solo se hable de Cataluña, pintándola como la suma de todo mal sin mezcla de bien alguno a los efectos, principalmente, de que deje de hablarse de la corrupción y la incompetencia y la inoperancia del gobierno, cuando no de su ridículo fracaso en la guerra sucia sistemática contra el independentismo catalán. Dura elección entre ocultar un peligro o magnificarlo para no mostrar las propias vergüenzas.

La realidad, que no espera la solución de los dilemas por angustiosos que sean, ya se ha impuesto con tal contundencia que se ha comido hasta el monstruo del lago Ness y otros fantasmas de las rotativas estivales. De forma que en todo el verano el tema dominante ha sido Cataluña y, a partir del atentado de la Rambla, el único, por su magnitud y sus consecuencias. De pronto, un acto de insensata barbarie ha puesto de relieve una crisis profunda del conjunto del sistema que ha afectado y afecta a la misma Jefatura del Estado.

Los medios, los políticos de turno y muchos otros, quizá de buena fe, han hecho extrapolaciones a otros países (Inglaterra, Alemania, Francia) que han tenido este tipo de amargas experiencias con un terrorismo de tipo amok, dando por supuesto que es un fenómeno común a un determinado tipo de sociedades, muy parecidas. Y ese es el error. España no se parece a los regímenes con los que la élite dominante quiere codearse. La ficción de que, tras la transición, el país es “normal” y equiparable a las otras democracias europeas es una ficción ideológica a cargo de intelectuales complacientes con la oligarquía. España sigue siendo la misma sociedad caciquil, atrasada, corrupta del franquismo y, a causa de enfrentamiento con Cataluña, también es una sociedad profundamente dividida en un conflicto territorial en el que el atentado ha impactado como un meteorito, causando un mayor estropicio del que había.

Al margen de las cuestiones específicas, de detalle, sobre si unos cuerpos de seguridad han actuado mejor o peor en sus relaciones internas siendo así que estas están envenenadas por la mala voluntad del gobierno del PP hacia Cataluña, es ya irrelevante. Un hecho es incontrovertible: los mossos han coronado con éxito una complicada situación antiterrorista en condiciones de debilitamiento premeditado, incluso de hostilidad. Y, de este modo, la opinión pública ha tenido conocimiento de algo que se venía sospechando desde el descubrimiento de la “Operación Cataluña” del ministro Fernández Díaz, el sectario del Opus que intentó acallar un país entero con una Ley Mordaza franquista, esto es, que el Estado mantiene una actitud de deliberado boicoteo de Cataluña en todas las cuestiones relativas a la seguridad de la ciudadanía.

De aquí se ha seguido una conclusión que se ha impuesto por la fuerza de los hechos y así ha sido apreciada por todos los medios extranjeros, esto es, que Cataluña ha sabido gestionar una crisis muy complicada por su cuenta, demostrando de hecho su capacidad para actuar como Estado. Y esta conclusión ha traído otra, como las cerezas: el Estado, en cambio, ausente durante el episodio, solo se ha materializado para dejar constancia de su inutilidad y su estricto papel de comparsa, tratando de arrebatar el protagonismo a quien verdaderamente corresponde: la sociedad catalana, con sus fuerzas de seguridad e instituciones. Y a nadie más.

Allí donde Cataluña ha ganado, el Estado ha perdido, al extremo de que queda reducido a los momentos estrictamente protocolarios y aun en estos se le cuestiona el derecho a organizarlos, presidirlos, participar en ellos. Innecesario añadir que, en ese manejo de los gestos, los símbolos, los protocolos, la Casa Real, responsable de la imagen de los Reyes ha puesto en marcha una campaña a base de prensa rosa con fotos de los monarcas llorando a lágrima viva por las desgracias de sus súbditos que seguramente ha multiplicado la cantidad de republicanos en el país.

Si de lágrimas se trata, contrastan vivamente las de los monarcas con las del padre de Rubí que perdió a su hijo en la Rambla con el imán de la comunidad. Eso es sentimiento auténtico de los propios afectados. Lo otro, la habitual escenificación en honor de los Reyes que, cuando menos, debían tener la compostura de controlarse en público, para no insultar más a la gente que tiene que soportarlos.

Ese atentado marca un hito en la historia nacional de Cataluña y la reiterada reacción de activismo, templanza y solidaridad de su población (desde la expulsión de los nazis en una manifestación a esta última prueba del padre del nen de Rubí) la prueba de que es una comunidad con un grado alto de civilidad.
Que el resultado haya sido un debate verdaderamente odioso en los medios, sesgado en contra de los independentistas y de los catalanes en general ha permitido ver cómo aumenta el nivel de odio hacia lo catalán, a medida que se hace más verosímil que, ante la incompetencia del gobierno español, se celebre el referéndum el 1º de octubre y el resultado sea “sí”.

Ese es el estado de ánimo con que el nacionalismo español afronta los quince días que quedan para la próxima Diada. Un ánimo que está muy afectado por el espectáculo que se ha visto obligado a presenciar con motivo de la manifestación contra el terrorismo. El desembarco de la clase política en pleno en defensa de la monarquía y la unidad de España para protestar por un terrorismo que muchos le acusan de fomentar era también sentido como una provocación.

La manifestación se inició tras saberse por boca del presidente Puigdemont que la Generalitat ya dispone de más de seis mil urnas. El País, que se ha convertido en un tabloide al servicio del gobierno, de su partido, en el que escriben los habituales “intelectuales” a sueldo de la oligarquía sector “moderado”, llama provocación a la revelación de Puigdemont. Por supuesto no lo llama a la decisión del Gobierno de hacer un desembarco españolista en Barcelona, fletando aviones especie de autobuses aéreos con bocadillos para sus mítines, repletos de cortesanos solícitos, dispuestos a defender la unidad de España, la Monarquía y… el gratis total para los enchufados a cuenta del erario. Incidentalmente, es de esperar que alguien con dignidad en el Parlamento exija la lista completa de quiénes han viajado en esos tres aviones a cuenta del contribuyente… para hacer el ridículo monárquico en una tierra republicana
Tanto el Rey como su guardia pretoriana de cortesanos y lacayos han aguantado abucheos, silbidos y denso flamear de esteladas. Una glorioso oleada de independentismo que ha enfrentado a toda la clase política española, al Rey, los franquistas del gobierno y los de la oposición con una realidad social aplastante que no entienden, no quieren ver y si pudieran, destruirían por la fuerza: que España ya no pinta nada en Cataluña, que los discursos, el español y el catalán, son divergentes y hasta opuestos.

Intentaron falsear la realidad con la habitual demagogia y el concurso de unos medios mercenarios: pidieron que no se politizara la manifestación con la secreta aspiración de politizarla ellos en el último momento y de vender así a la opinión mundial una imagen falsa de la protesta de Barcelona, táctica de envenenamiento que bordan el ABC, La Razón, El País y otros panfletos de la derecha. Como no lo consiguieron porque el nacionalismo español es una magnitud despreciable en Cataluña ahora acusan a los independentistas de haber “dinamitado” (sic, expresión de El País) la manifestación. En realidad es evidente ya que no se puede seguir gobernando un país en contra de la voluntad de su pueblo, por mucho que el monarca se haga el tonto (cosa nada difícil para él) que los gobernantes mientan y practiquen el boicoteo y la guerra sucia y la oposición simule querer arreglar una situación en la que ha tomado partido por la opresión de una minoría nacional, la catalana, que debiera apoyar por mera decencia intelectual.

En resumen, la manifestación contra del Rey, el gobierno franquista, la oposición sumisa y el nacionalismo español es ya la señal de partida para la carrera hacia el gran momento siguiente, la Diada con su carácter especial. Las de los años anteriores fueron como hitos en el proceso de autoconciencia de los catalanes, casi como un aprendizaje, el de un pueblo que por fin se ve a sí mismo como tal. Esas Diadas son censos periódicos de la voluntad nacional catalana, revista de fuerzas en previsión de una batalla final. La Diada próxima es justamente la víspera de esa batalla, que ya está convocada para el 1/10. Por ello, los preparativos están siendo especialmente intensos.

La Diada tiene que mostrar la fuerza a base de luchar no por la adhesión de los incondicionales, que se da por descontada, sino por el pronunciamiento de los indecisos. No basta con que supere en cantidad de asistentes a la del año pasado sino que es preciso realizarla con el mismo espíritu abierto, pacífico y democrático de aquella, al tiempo que se transmite la impresión de que estas movilizaciones obedecen a una capacidad de organización y una prueba de estabilidad política tras el referéndum que atraiga el voto moderado de los indecisos, en cuyo nombre se libra esta batalla.

Es de esperar todo tipo de maniobras políticas y recursos más o menos legales del gobierno central en contra de la realización del referéndum. En consecuencia, no es posible argumentar a fondo porque todo dependerá del grado de uso de la violencia por parte del Estado (si la emplea) y la capacidad de resistencia de la Generalitat y del conjunto de la población. Entre los mensajes que interesadamente se difunden desde los medios de comunicación al servicio del gobierno y los columnistas y analistas mercenarios del poder destaca el de la supuesta fatiga de la sociedad catalana, que lleva años de movilización y empieza a resignarse ante la posibilidad de un nuevo fiasco en sus expectativas. No tienen ni un solo dato para sostenerlo y, por lo tanto, es una de sus habituales mentiras con efectos desmovilizadores. Pero un examen desapasionado de la realidad prueba que esta tiene signo contrario. Los catalanes aparecen mucho más movilizados que nunca gracias a la iniciativa de sus instituciones, hasta el extremo de que cabe decirles lo que Mirabeau dijo a sus compatriotas franceses en un momento decisivo para la vida de su país: Français, encore un effort si vous voulez être libres; Catalanes: un esfuerzo más si queréis ser libres.

A falta de otra indicación es legítimo suponer que el referéndum se celebre y se celebre en condiciones y con garantías que puedan esgrimirse. Habrán de ser convincentes, para no perder mucho tiempo sobre cuestiones accesorias. En principio dos pueden ser los resultados: triunfo del sí y triunfo del no. También soslayamos el inevitable filibusterismo que se padecerá con las condiciones de participación para legitimar los resultados.

Si triunfa el “sí”, no hay sino negociar la separación en un clima de confianza y colaboración. Si triunfa el “no”, el Govern se ha comprometido a convocar nuevas elecciones autonómicas.
Y no hay más, ni nunca lo hubo. Hoy, tras la monumental pitada a España en las personas de su Rey, sus gobernantes corruptos y su oposición claudicante, que la prensa internacional recoge ampliamente, solo existe un camino: la celebración del referéndum de autodeterminación el 1º de octubre próximo. De haberlo pactado antes y negociado los términos (plazos, pregunta, participación, porcentajes), el nacionalismo español habría podido ganarlo. Al no hacerlo y no poder impedirlo, lo habrá perdido.

Y Cataluña habrá ganado.

dissabte, 26 d’agost del 2017

El desembarco español en la manifestación de hoy

Las noticias son confusas. El Rey confirma que va la manifestación por el atentado. Rajoy parece habérselo pensado y acompañará a su Rey. Va a asistir todo el gobierno,  así como los presidentes autonómicos y la habitual nube de altos cargos, políticos influyentes, parientes y enchufados. Todos en un avión especial Airbus 360 fletado con cargo a los presupuestos. Y se dice que los aviones pueden ser tres. Una verdadera flota de Estado en defensa de la unidad monárquica de España. Y, como es un asunto de Estado, en la misma aeronave viajará el líder de Podemos. Haciendo patria que también podría hacerse en la Puerta del Sol, con una concentración nacional-española.

El manifiesto intento de "españolizar" la ocasión choca con el desastre de la gestión estatal del atentado.Y peor aun que desastre, choca con la permanente hostilidad y guerra sucia del Estado a Cataluña como ha quedado claro al descubrirse la manipulación política partidista del ministerio del Interior del PP en relación con los Mossos y la seguridad de la ciudadanía catalana. Con las consecuencias de todos sabidas. Es como si, reconociendo la incompetencia, la ineptitud y la mala fe de las autoridades políticas españolas en este vidrioso asunto de la policía y la lucha antiterrorista, el Estado quisiera ahora compensar con un espectáculo simbólico de reconstitución de una predicada unidad que no se ha dado nunca.  Y precisamente a causa de quienes hoy aterrizan en Barcelona a unirse a una manifestación que es de esperar no se les vuelva en contra.

La presidencia del Rey, ya cuestionada desde el primer instante por la CUP con apoyo muy extendido, se quedó en una asistencia, en una presencia prácticamente personal. Seguramente el Monarca piense que es hora de romper la desafección que ya denunciaron hace más de diez años Maragall y Montilla. Y crea conveniente hacerlo aceptando las condiciones catalanas, como un ciudadano más. Se trataría de demostrar con hechos su convicción democrática.

De ser así, lleva mal camino al tomar la forma de una especie de expedición española monárquica en territorio desafecto y mayoritariamente republicano. Sin duda el gobierno piensa en clave española que el Rey no puede ir a título individual y debe hacerlo como Jefe del Estado, razón por la cual convierte la presencia del Rey en un acto de afirmación monárquica española, al que se suma el líder de la oposición de Podemos. Sánchez no irá en ese avión porque ya se encuentra en Cataluña, en la manifestación en Cambrils. No sabemos si, estando en Madrid, hubiera aceptado la invitación a sumarse al séquito real español en tierras infieles o hubiera seguido montado en su coche.

Aspecto este nada trivial: los políticos españoles asistentes a la manifestación de hoy lo hacen con cargo al erario. Es de suponer que esos aviones, sean uno o tres, los devolverán a Madrid por la noche. Gratis total. El resto de la ciudadanía, si quiere asistir a la manifestación para hacer lo que estos habrá de pagárselo de su bolsillo.

La manifestación de hoy pretende traducir un estado de rechazo unánime al terrorismo por lo que algunos recomiendan no llevar esteladas. Pero  la intervención del gobierno de acuerdo con el Rey al convertir el acto en uno de afirmación española, de unidad ficticia, impuesta a la fuerza, elimina los reparos y consideraciones de los indepes en sus diferentes gamas.

La manifestación de hoy es un acto político que seguirá cambiando las reglas de juego entre España y Cataluña. De hecho, ha comenzado a serlo desde el momento en que Puigdemont recibe a la expedición española con la noticia de que la Generalitat ya tiene 6.000 urnas. Provocación lo llama El País.

El término es grueso pero formula igualmente lo que piensan los indepes del desembarco monárquico español. Una provocación.

divendres, 25 d’agost del 2017

A Barcelona en avión

El País se esmera en la prudencia monárquica. El Rey asistirá este sábado a la manifestación de Barcelona, así, como el que no quiere la cosa, ocultando el episodio de la negativa de la CUP a asistir a una manifestación encabezada por el monarca. Al final, el Rey irá en el séquito, mezclado con la plebe.A la cabeza, los héroes brechtianos del momento, los que se enfrentaron directamente a unos hechos que no esperaban y salieron airosos.

Maliciándose lo peor, el gobierno no ha querido dejar solo al Monarca y ha decidido acompañarlo en bloque en tan difícil momento. Es un gobierno servicial, aunque bien tratado pues ha fletado un avión para el desplazamiento, nada menos que un Airbus 360, un bicharraco. Como sobra espacio, se ha invitado a volar a los presidentes de las CCAA y a todo tipo de dirigentes políticos, incluida la oposición y cargos  variados. No va el presidente del gobierno, pero sí la vicepresidenta.  En ese vuelo viaja casi al pleno el gobierno del Estado y con el único fin de arropar Felipe VI que, al no encabezar la manifestación, necesitará una guardia pretoriana que realce su augusta persona, esforzados paladines de la causa borbónica, desde los obsequiosos cortesanos estilo Pío García Escudero a los cortesanos algo más protestones, estilo Pablo Iglesias. Así que allá va de telonera la clase política, toda ella lealmente monárquica,  a una tierra de fuerte sesgo republicano.

En el fondo de la confrontación Monarquía-República está la territorial España contra Cataluña. En su afán por proteger al Rey el gobierno y la clase política en conjunto no se dan cuenta de que están escenificando la enfrentada dualidad española con una nueva forma de imposición española está vez por aire. Un avión monárquico cargado de muchoespañoles que aterriza en un territorio a punto de realizar un referéndum para declararse República.

dijous, 24 d’agost del 2017

Objetivo prioritario, Cataluña

La Operación Cataluña que forzó comisiones de investigación en el Congreso y en el Parlament tenía ramificaciones y raíces. Se han descubierto con el desastre de la gestión del atentado de la Rambla a cargo del gobierno central y la contundente acción de los mossos catalanes.

A estas alturas, lo de menos son las minucias y los detalles secundarios, a los que suele darse una importancia desmesurada para tapar debates de mayor trascendencia. Se entiende la preocupación de El País por cargar contra los mossos, desmerecer algo su trabajo y ocultar la ridícula incompetencia del ministerio del Interior y el gobierno. Ha sido todo demasiado llamativo. Sin embargo, es indiferente llegar a una conclusión respecto a estos asuntos específicos, sobre si la comunicación llegó o no llegó, si unos fueron y otros no, y quién hizo qué y cuándo. Probablemente nunca quedarán las cosas claras del todo. Ni falta que hace.

La evidente descoordinación (incluso enfrentamiento) entre las fuerzas de seguridad es el verdadero problema de fondo. Y mucho más lo es que se demuestre haber sido  política deliberada del gobierno torpedear la acción de los mossos así como negar a estos información y recursos que les eran vitales. Que esto es política deliberada se ve en las mentiras de la vicepresidenta quien justifica la falta de acceso de los mossos a la información de europol en una decisión de este órgano. Tiempo ha faltado al tal para desmentirla, asegurando que la cuestión de los mossos es un asunto interno de España como se ve por el hecho de que la Ertzaintza sí tiene acceso a Europol. Y la Ertzainza tiene ese acceso porque el PNV apoyó los presupuestos del gobierno. 

Los mossos, en cambio, no porque la Generalitat está en una actitud díscola. Así que la Ratita Hacendosa los castiga a no entrar en el club de los informados. Dos facetas denota esta actitud. Una, de patrimonialismo casi infantil por cuanto la vicepresidenta gestiona con caprichos de favoritismo político. Otra una irresponsabilidad sin límite puesto que esos caprichos afectan de forma directa a la seguridad de la ciudadanía.

Es el Estado, es el gobierno, quien actúa en contra de los mossos, boicotea su actuación, la cuestiona, la debilita. Y esto no es reciente. Viene del comienzo del mandato de Fernández Díaz. Un hombre que, además de condecorar vírgenes, puede ver con regocijo que alguien destroce la sanidad catalana seguramente hará lo inimaginable por destrozar también la seguridad colectiva. De hecho, para eso parece haber montado una especie de "policía política" no al servicio del Estado, sino del gobierno del PP, o sea, del PP. Una policía de partido, igual que hay jueces de partido que actúan como tales a cara descubierta. 

El proceso independentista catalán está poniendo de manifiesto la incompetencia del Estado español en los aspectos político, judicial y policial. Añádase la corrupción estructural y calíbrese la autoridad y legitimidad de este Estado y este gobiernoa la hora de enfrentarse al independentismo catalán.

dissabte, 19 d’agost del 2017

Un plan para Cataluña

Tal cosa promete el PSOE para el próximo 28 de agosto, festividad de San Agustín de Hipona, el autor de La ciudad de Dios contra los paganos. Ya puede ser bueno un plan para Cataluña que bajo tal advocación amanece.

De antemano debe reconocerse a la iniciativa socialista el valor de procurar una solución dentro del marco institucional de legalidad en el que quiere moverse. No es mucho, pero es infinitamente más que la inoperancia del gobierno durante todos estos años, producida por un complejo de indolencia, incompetencia, indiferencia e ignorancia. A lo que debe añadirse una actitud de desprecio y agresividad.

Admitir que Cataluña es sobre todo un problema español y el principal, como lo fue en su día el País Vasco es un gran avance, aunque parezca mentira. Reconocer, al mismo tiempo que lo de Cataluña, siendo más grave para España que fue lo del País Vasco, no puede resolverse por los procedimientos que allí se emplearon es un avance sobre el avance. Pero no tendrá efectos positivos de no venir coronado el reconocimiento por un plan para Cataluña que no solo acepte el Parlamento español, sino tambien el catalán. Y esto es muy problemático.

El plan ideal, para Palinuro, especie de "programa máximo" de la oposición, sería un referéndum pactado que permitiera aplazar prudencialmente el del 1/10. La garantía habría de contar con el voto favorable cuando menos del PSOE, el PP y Podemos.

Esa posibilidad suena inverosímil en principio porque los mismos proponentes la excluyen al afirmar que su propuesta tiene la finalidad de desconvocar el referéndum del 1/10 al que consideran ilegal. Bien. En sentido estricto, la objeción es a la ilegalidad, no al referéndum en sí mismo. Es decir, efectivamente bien podría el PSOE presentar un plan para Cataluña consistente en desconvocar el referéndum del 1/10, convocándolo para uno o dos meses más tarde como referéndum pactado. Con lo cual ya no sería ilegal, que era el gran obstáculo.

Aun así, es poco probable que el PSOE la formule y el Congreso la apruebe. Por eso, el PSOE se remite a la sabiduría agustiniana y quiere formular un proyecto de convivencia tan sugestivo y prometedor para los indepes catalanes que les haga olvidar su precioso referéndum como si bebieran las aguas del Leteo. Es difícil imaginar qué propuestas puedan los socialistas presentar para que, en el análisis de costes/beneficios de los indepes, los beneficios de aceptar sean superiores a la celebración del referéndum.

En realidad no es difícil; es imposible. Se echa de ver no en el fondo del proyecto de un plan para Cataluña, sino en su forma: como debate y decisión del Congreso español que podría, incluso imponerse (es imaginable) en contra de la voluntad de los diputados indepes. Estos no aceptarán una fórmula impuesta por el Parlamento español (adoptada, además, como resultado de una muy improbable reforma constitucional) y el Parlamento español, probablemente, no aceptará debatir la fórmula de acuerdo catalán en una negociación bipartita de igual a igual.

Así que el plan para Cataluña se antoja poco viable. De momento.

dijous, 17 d’agost del 2017

Carme Forcadell, el independentismo cool

Al final, somos tradicionales: las revoluciones las hacen los parlamentos, el Parlamento inglés en el siglo XVII, el Congreso continental en Norteamérica, la Asamblea Nacional en Francia en el XVIII, la asamblea de Frankfurt en el XIX (aunque fracasara), el Parlament de Catalunya. Tradición en la revolución y revolución en la tradición porque el Parlamento catalán está presidido por una mujer. Un dato de mucha importancia por lo conseguido hasta la fecha y lo por conseguir a partir de ahora.

Carme Forcadell es una figura muy relevante por representar una confluencia de corrientes representiva de la situación catalana. Se unen en ella la militancia en la izquierda, en ERC, con el activismo social a través de la ANC y, antes, de la Plataforma en defensa de la lengua catalana y el nítido compromiso independentista. Su imputación por los presuntos delitos de desobediencia y prevaricación ante la justicia española añade al cuadro anterior un valor simbólico, al configurarla como la heroína de la causa del Parlamento, que es la causa de la soberanía del Parlamento.

En el terreno práctico, táctico, inmediato, las decisiones de este órgano, como las del Govern, se ajustan al modelo de desgaste de la guerra de guerrillas contra el mastodonte del Estado al que, de momento, han amargado las vacaciones en previsión de males mayores. Esas medidas, es patente, tratan de ganar tiempo y tener al gobierno distraído mientras se prepara la gran manifestación de la Diada. Juego del ratón y el gato. El proyecto de ley cuya tremenda complejidad obligó a retirarlo ayer, se aprobará en lectura única en vísperas del 11/9, que se celebrará contando ya con el recurso del gobierno y hasta es posible con la correspondiente suspensión del Tribunal Constitucional. Ambos órganos han llegado casi a la simultaneidad de actividades a fuerza de identificarse el uno con el otro.

Uno de los rasgos más significativos del independentismo catalán y que el unionismo español apenas entiende es que es cool. Traten de explicárselo al de los sobresueldos.

dimecres, 16 d’agost del 2017

155, fuera

Llegará el 1/10 y el gobierno seguirá sin saber qué instrumento jurídico puede aplicar para resolver la cuestión catalana porque, aunque él se empeñe, esa "cuestión" no es jurídica, sino política. Y de eso, de política, el gobierno entiende poco.

Cualquier estratega de medios pelos hubiera aconsejado a los gobernantes no prescindir de antemano del 155, dadas las circunstancias. No se gana nada pues el adversario ya ha advertido que no reconocerá ninguna medida represiva española. En cambio se pierde mucho porque, si de verdad see prescinde de él, se da ventaja al adversario y, si no se va a cumplir el propósito, se quedará como embustero o incapaz de mantener una línea fija.

Lo más probable es que la renuncia al 155 se deba a un nuevo y maquiavélico plan ideado por el think pan en torno a la vicepresidenta del gobierno, luminaria de la caverna y que funcionará tan bien como los anteriores.

dimarts, 15 d’agost del 2017

¡Que vienen los radicales!

La sintonía entre El País y el gobierno es admirable. Un par de días después de que Rajoy aconsejara a los indepes catalanes que se separen de los radicales, el que fuera diario de referencia de la izquierda titula que "la CUP se hace con el control del proceso soberanista." Como sabe todo el mundo, CUP es sinónimo de radical. Al grano: los radicales se hacen con el control, etc. No es sintonía; es coincidencia. La finalidad: vencer el independentismo dividiéndolo. Eso de dividir al adversario se le da muy bien a la derecha cuando se enfrenta a la izquierda, a la que manipula. Está por ver si también lo consigue con los indepes.

Carece de imprtancia si el anuncio de El País es verdadero o no. Extraer de los últimos acontecimientos relacionados con la CUP (el autobús, el cartel de Barrámoslos con la figura de Mas y el juego del escondite con las 8.000 urnas) la conclusión de que los "antisistema" controlan el proceso indepe es un salto en el vacío colgado de la liana de la manipulación. Y, si se hace sinceramente, muestra un grado alarmante de incapacidad analítica.

La CUP es una organización antisistema radical. Es más cosas, desde luego y muy interesantes, pero, a los efectos aquí, es antisistema y radical. Y también es independentista, siendo el independentismo, según reiteradas manifestaciones orgánicas, la prioridad táctica absoluta. La CUP apoya el gobierno de JxS en el punto concreto de la independencia, tanto en sus aspectos directos como indirectos. Pero en nada más. En el resto, es una organización autónoma y toma sus decisiones que, a veces, causarán problemas al gobierno de JxS. Es lógico y está en su derecho.

La esperanza del sector gubernamental y periodístico es que esos rifirrafes en el independentismo lleven a un enfrentamiento entre los "burgueses" y los "radicales" que dé al traste con la hoja de ruta bien porque los "radicales" impongan una ruptura por intransigencia o porque los "burgueses" la fuercen pretextando esa misma intransigencia. La esperanza viene añadida del recuerdo de que la CUP solo tiene diez diputados pero son imprescindibles para la mayoría absoluta indepe. Una situación en verdad compleja con cierta carga moral por ambas partes.

Evidentemente, una ruptura sería el fracaso de la hoja de ruta y, en el caso de que se cargara a cuenta de la CUP (los "radicales" de la derecha) demostraría que en aquella, al final, habría prevalecido el criterio de la revolución social antes que la revolución nacional, en contra de lo que hasta entonces habían afirmado. Se había llegado a esta conclusión obvia al ver que, si no tienes un Estado, es inútil que pienses en la revolución social. Si lo tienes quizá tampoco; pero, si no lo tienes, despídete. 

Y es que, efectivamente, la CUP mantiene su criterio original: primero lo nacional y luego, lo social. ¿La prueba? Que se ha aplazado la petición de dimisión del conseller que denunció el asalto al autobús al día dos de octubre. Así que, malas noticias para las esperanzas de las derechas: de enfrentamiento, nada. De ruptura del frente indepe, menos. El pacto llega hasta el 1º de octubre. Pero llega. Es incomprensible que los analistas no lo vean. La CUP no controla nada. Los de JxS, tampoco, aunque tengan más margen institucional de maniobra. En realidad, el llamado proceso no lo controla nadie en concreto, sino el apoyo activo de una mayoría social. La Generalitat está sostenida, animada, impulsada, asistida, acicateada por una sociedad civil muy activa, por los sectores profesionales, empresariales, mediáticos, educativos, religiosos, etc. Es un movimiento de masas. Los del 3% u ocultación del 3% parecen pasar por alto el 97% restante. 

Y, como tal movimiento de masas espontáneas y articuladas en muchas formas de organización que se entrecruzan, nadie controla nada. Hay un control generalizado difuso que tienen asumido todos las participantes. Y todas quiere decir todos: el movimiento es democrático y pacífico. 

El próximo día de control difuso, previo a la fecha del 1/10, es el once de septiembre, la Diada. Parada y revista de las fuerzas del referéndum.

dilluns, 14 d’agost del 2017

Entrevista a Palinuro en ara.cat

Es una entrevista breve sobre las cuestiones "candentes" del momento, enfocada hacia la actitud de los intelectuales. Para más información es recomendable el artículo de Dani Sánchez Ugart en el mismo periódico, titulado Els intel.lectuals espanyols donen l'esquena a l'1-0 en el que se pregunta a algunos más del oficio y pro-referéndum, como Suso de Toro, Jaime Pastor o Sánchez Cuenca, aunque de este último no tengo tan claro hasta dónde llega su apoyo. Lo que más me ha interesado ha sido la justificación de la censura de los defensores del independentismo en los medios madrileños, a cargo de Pablo Smón, intelectual de Podemos: “Si existeix" (la censura, la espiral del silencio en Madrid, se entiende) és en la tria dels col·laboradors, però cal tenir en compte que per tenir tertúlies plurals a tot l’Estat, amb la correlació de forces actual, la defensa de l’1-O ha de ser minoritària”. Da algo de vergüenza responder a un razonamiento tan capcioso; por eso lo haré escuetamente, al estilo Rufian:

1.- No es minoritaria. Es inexistente. 
2.- No es censura. Es mordaza.
3.- ¿Tertulias políticas plurales en todo el Estado? ¿Desde Madrid?
4.- Madrid ¿es el Estado? Sí. Es su cabeza mediática, que razona en tertulias.
5.- Y el corazón de la nación, cuya existencia está en disputa allí donde la minoría es mayoría.
6.- En Madrid/Estado la mayoría monopoliza la voz; la minoría, el silencio.
7.- En Cataluña, la mayoría tiene voz potente; la minoría, también.

Bueno, en todo caso, además de la entrevista a Palinuro podía ayer leerse otra estupenda a Suso de Toro  en elnacional.cat, en la que dice que "Tras el referéndum, el interlocutor será Angela Merkel".

El texto de la mía, a continuación:

Per què hi ha tan poc suport entre els intel·lectuals a l’1-O?
El dret a decidir és inqüestionable, i el subscriuen a favor del Sàhara o el Tibet. Però quan es posa en un terreny que els toca directament, desapareix per la falta de valentia, perquè els mitjans on escriuen els traurien les columnes, però sobretot perquè veuen que es queden sense país. Són més espanyols i nacionalistes que els espanyols i els intel·lectuals estrangers. No els agrada la idea. No poden admetre el dret a decidir d’una part del que consideren Espanya perquè precisament la consideren Espanya. Però això significa subscriure la posició dels de sempre i aleshores els d’esquerres callen. Estan literalment amagats.

S’escuden en els valors de la legalitat per sobre de la democràcia.
Entenc que hi ha algunes persones que raonin d’aquesta manera, però em costaria molt qualificar-los d’intel·lectuals. Entenc que els comissaris i el govern brandin la legalitat com al paleolític brandaven l’arma, però un intel·lectual no ho pot permetre, perquè qualsevol entén que la legalitat és un assumpte de conveniència. ¿O és que existeix una legalitat que es pugui invocar per sobre de la voluntat de la gent?

També hi ha l’argument de la corrupció: que el Procés vol tapar les vergonyes del PDECat.
És un argument tàctic d’aquests demagogs de fireta. Existeix el discurs, fins i tot revestit per capes acadèmiques, que titlla el nacionalisme de burgès i elitista. Però les societats, igual que els individus, canvien i el que estem veient aquí és que aquest discurs de classe s’ha trencat. L’independentisme ara és interclassista i transversal. La prova és que són capaces d’acció política conjunta forces que no tenen res a veure com el PDECat i la CUP.

¿I això quin impacte té en la política? ¿Sense referents ideològics, els partits no poden virar cap a la defensa del dret a decidir?
La distinció que vens a fer entre polítics practicants i referents intel·lectuals no està tan clara. Molts dels polítics practicants presumeixen d’intel·lectuals. Fet aquest incís, la causa i l’efecte es donen al mateix temps. L’acció és dialèctica i la causa i l’efecte van rodats. Sobre l’opinió pública, tampoc està tan clar. A l’últim CIS, la independència té una preocupació de la gent del 2,6%, és a dir, a la gent li importa un rave. Té dues lectures: que no hi estan en contra o que estan tan segurs que al final els tancs entraran per la Diagonal que tant els fa.

¿I el paper dels mitjans, parlant sempre del referèndum il·legal, acaba d’acorralar la dissidència?
Es crea un clima d’opinió. L’espiral del silenci s’invoca per definir el que està passant a Catalunya, però és a Madrid. Si hi ha un sector social procliu a acovardir-se són els intel·lectuals. Això entronca amb la tradició de la cultura política del franquisme i s’arrossega des d’aleshores.