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dissabte, 16 de gener del 2016

Hablar al catalán

Las buenas formas y maneras comienzan a abrirse paso en estos páramos mesetarios. El primer paso lo han dado los plebeyos, Iglesias y Sánchez que, por fin, han llamado a Puigdemont, flamante 130º presidente de la Generalitat. Si también lo hará Rajoy, otro plebeyo y futbolero, es un imponderable. Dudo mucho de que lo haga Rivera, que tiene un problema psiquiátrico y edípico con su país, Cataluña. No sé por qué no lo ha hecho Urkullu.   Y supongo que al Borbón habrá que llevarlo a rastras al teléfono y obligarlo a marcar el número para que ceda. Ignoro por qué se resiste de este modo cuando tiene ejemplos más que sobrados de flexibilidad en su familia: Carlos IV y Fernando VII corrieron a entregar la corona de España y su inmenso imperio ultramarino al Emperador Napoleón I. Isabel II coronó su veraneo en San Sebastián exiliándose en París y a Alfonso XIII le bastaron unas elecciones municipales para coger las de Villadiego. Quizá piense, como sus antepasados, que estos catalanes acaban siempre tragando.

Puede llevarse una sorpresa. ERC anuncia que no acudirá a consultas con el Rey si este no recibe antes a Forcadell y a Puigdemont. Son ganas de fastidiar. ¿Qué más les dará, si ellos son republicanos? Pues por eso precisamente. Así, entre su republicanismo y la ya patente ineptitud de la Casa Real, no ha comenzado la legislatura y ya tenemos un conflicto de negra honrilla. Típicamente español.

Pero vayamos a lo positivo. Pablo Iglesias sí ha llamado y ha expuesto a Puigdemont su punto de vista sobre la cuestión catalana. El más avanzado de todos los del nacionalismo español: referéndum unilateral con Podemos defendiendo el no a la independencia. Palinuro aplaude porque es por lo que viene abogando hace años. Pero ya no está muy seguro de si surtirá efecto. Las cosas han cambiado bastante y, a base de cerrazón española, la gente también, de forma que no es seguro que tenga mucho apoyo ahora, aunque lo respalde Colau. Y eso sin contar con un dato definitivo: Podemos necesitará bastante más diputados que 42 para conseguir que el Parlamento español autorice un referéndum unilateral en Cataluña, al que hoy por hoy, se oponen 253 diputados de PP, PSOE y C's.

Pedro Sánchez también ha llamado a contar a Puigdemont a su vez los planes federales del PSOE que, con la actual aritmética parlamentaria, no son tan cuento de la lechera como los de Podemos, pero no se diferencian mucho. Son, quizá, númericamente más viables que los de Podemos, pero de contenido y substancia mucho más vagarosos e improbables. Es difícil enseñar federalismo a los catalanes que, desde Pi y Margall son los que mejor o peor han venido defendiendo la idea. Y es difícil que un partido tan jacobino como el PSOE (a pesar de su jerga federal) pueda hacer una propuesta atractiva a día de hoy y como están las cosas.

Pero, y lo han comentado muchos en la Villa y Corte: tanto Iglesias como Sánchez han quedado gratamente sorprendidos de haber encontrado en Puigdemont una persona flexible, dispuesta al diálogo, con ánimo de concordia.

¿Qué esperaban? ¿Que mordiera? O tienen muy mala conciencia o ven demasiada Intereconomía.

dijous, 14 de gener del 2016

Cataluña: no saben qué hacer

El lunes, el tal Pablo Casado afirmaba que no les temblaría la mano para aplicar el art. 155 a la autonomía catalana. Ayer, el presidente de los sobresueldos, tras hablar con el Rey, decía que la aplicación del 155 quedaba descartada. Les tiembla la mano y hasta el píloro. El mismo Demóstenes añadía que su respuesta al llamado "reto" catalán será recurrir a los tribunales. O sea, descargar sobre los jueces un problema político que él ha generado y mantiene por su fabulosa incompetencia. Debe de habérselo sugerido Felipe V+I, a ver si, en el ínterin, se libera de este inepto que, como siga en La Moncloa, quizá lo deje sin reino, reducido a Felipe, Señor de La Zarzuela. Porque hasta él, que no parece de muchas luces, debe de haberse dado cuenta de que la marcha de Cataluña es el fin de su reinado de forma que quizá sí acabe siendo "el breve" y se cumpla en él el fallido vaticinio de Carrillo con su padre.

Mientras tanto, Mas, que sigue dando lecciones gratuitas de política al Señor de los hilillos, ha renunciado a su acta de diputado y, por tanto, al aforamiento. Demuestra con ello el temor que le infunde el procesamiento que la fiscalía está tramando contra él y sus dos colaboradoras, Ortega y Rigau, a instancias del gobierno de la derecha española. No creo que, cuando Rajoy comprenda que no puede componer gobierno -seguramente, en algún momento, antes de la próxima Navidad- se atreva a renunciar a su escaño y consiguiente aforamiento. La Gürtel y los sobresueldos lo esperan agazapados entre los legajos de las innumerables causas de corrupción en que está metido su partido en todos sus niveles.

El Rey, en efecto, anda muy preocupado con la situación en Cataluña. Ya lo señaló Palinuro con motivo del discursito del 24 de diciembre que fue monográfico sobre esta díscola nación en su marcha hacia la proclamación de la República catalana. Obviamente, le va la corona en ello.Y, como sabe leer y seguramente lee algo más que El Marca, a diferencia del presidente del gobierno, ya habrá visto que el mundo exterior de Europa a América, prácticamente da por descontada la independencia de Cataluña para el año que viene. En algunos casos, de forma activa y beligerante, como ese partido flamenco independentista que amenaza con hacer caer el gobierno belga (que tanto costó constituir) si este no apoya la independencia de Cataluña. 

Y, como el miedo guarda la viña (excuso decir los reinos y sus extensos viñedos), al final será el monarca el que llame a los dos jefes de los partidos dinásticos, Rajoy y Sánchez, los dos más papistas que el Papa y más monárquicos que el Rey y les obligue a organizar un referéndum como de hecho ya se lo están sugiriendo al gobierno en las cancillerías europeas. Es la última esperanza que les queda de mantener a Cataluña dentro del Estado español, suponiendo, claro, que lo ganen, cosa cada vez más inverosímil. 

dimarts, 12 de gener del 2016

Cabezas huecas que embisten

Sí, ya sé que todos los focos estuvieron ayer sobre el juicio en el que comparece Cristina de Borbón. Sí, ya sé que está lleno de lecciones políticas y morales, desde "¡oh, cómo funciona el poder judicial en una democracia!" hasta "ya veréis como a esta no le pasa nada". Sí, ya sé que el asunto puede extenderse al llamado Rey emérito y quizá a su hijo, Felipe V+I,  a nada que se descuiden. Sí, ya sé que este juicio es un palo a la Corona. Y Palinuro hará algún comentario sobre los Borbones y la necesidad de echarlos a todos y de implantar una República como un sistema político más acorde con los tiempos y más compatible con la dignidad de las personas. Somos ciudadanos y no somos ni queremos ser súbditos que tengan que aguantar esta astracanada de un linaje de señoritos, vendepatrias, putañeros e imbéciles. 

Pero de momento, el asunto más importante sigue siendo Cataluña. El domingo hubo una increible comparecencia de Mr. Sobresueldos a leer (mal) un papel y negarse a reconocer  su responsabilidad, que es toda, en este desastre que deja detrás de sí. Al día, siguiente, lunes, era el nuevo portavoz del PP, Pablo Casado, el que salía con amenazas más específicas y contundentes: el famoso artículo 155 que ni dios sabe cómo pueda aplicarse. Suspender la autonomía catalana, vamos, así, sin más ni más y sin que les "tiemble el pulso", como a Franco cuando firmaba órdenes de asesinatos que llamaban "penas de muerte".

Es un privilegio del PP: ponen siempre de portavoces a los más tontos. Este Casado acabará haciendo bueno a Floriano. Cabezas huecas o llenas de serrín, que solo sirven para embestir, como decía Machado. Porque, vamos a ver, ¿cómo piensan estos matones intervenir en Cataluña y obligar a las autoridades al "cumplimiento de la ley"? ¿Con qué medios cuentan? ¿Han pensado en que no solamente tienen que someter a las autoridades autonómicas sino a todos los gobiernos, las diputaciones, los ayuntamientos y las últimas pedanías, sin contar consorcios, empresas públicas, instituciones, asociaciones y la gente en general en apoyo a sus autoridades?

Ayer, Oriol Junqueras vaticinaba, no muy crípticamente, que se acercaban tiempos de mucho gandhismo en Cataluña. Para el resto de los mortales está claro, y por si no lo está para los zotes del PP (cuyo conocimiento de la política está por debajo de cero) debe avisárseles de que se trata de una desobediencia civil masiva, algo de esperar de una sociedad muy movilizada y con un alto grado de conciencia política, como la catalana. ¿Cón qué fuerzas cuentan los gobernantes y sus mariachis en los medios para mantener el orden público (que, por lo demás, nadie amenaza) hasta el último rincón de Cataluña? 

¿Se les ha ocurrido siquiera a estos "demócratas" medir las consecuencias de sus actos? Es evidente que no. ¿Puede España mantener una situación como la de la India entre 1945 y 1948 o bien como la de Irlanda hasta la independencia y el Ulster después? Está claro que no. Y está claro que ni se les ha ocurrido, porque la derecha española, el PP, el gobierno, no son democrátas ni saben lo que es la democracia ni les importa un pimiento. Su comportamiento es autoritario, de ordeno y mando, intrínsecamente fascista porque es lo que han aprendido en sus casas ya que, con escasas excepciones, tod@s proceden de familias franquistas. Y, por más que l@s franquistas se vistan con un redingote jacobino, siempre serán franquistas. Cabezas vacías, que embisten, pero no piensan. 

Estos, lo han dicho muchas veces, están en política para forrarse, básicamente lo que han hecho, a base de esquilmar y arruinar el país. A los más tontos los han cogido y están en los tribunales. Pero no están aun todos los que son porque quedan otros en el gobierno. Otros que, por supuesto, tampoco piensan ni tienen el menor sentido de la responsabilidad o de las reglas democráticas y cuando, por casualidad, piensan algo es malo. Y no malo en el sentido material o mecánico, sino moralmente malo. Como se ven ya amortizados y como Mr. Sobresueldos empieza a entender que no será presidente del gobierno, son capaces de hacer un disparate en Cataluña con la única intención de torpedear el posible gobierno de Pedro Sánchez.

Y, en efecto, vamos a Pedro Sánchez, que estuvo ayer en "El Intermedio", en donde lo trataron como a un enchufeta de la casa, sin ponerle en aprieto alguno. Por ejemplo, no le preguntaron hasta dónde piensa él llevar el apoyo que ha brindado al Gobierno "para hacer cumplir la ley". Si, aprovechando la confusión del momento, el hecho de que el Sobresueldos tiene que irse a su casa (¡a ver si se va ya de una vez!) y la conveniencia de que no se hable tanto del juicio a Cristina de Borbón, el gobierno decreta un estado de excepción en Cataluña, ¿se subirá Sánchez al primer carro de combate que entre en Barcelona por la diagonal? ¿Qué va a hacer? Lo dejaron también irse de rositas con tres vaguedades sobre unas alianzas de puro wishful thinking y una reforma constitucional que sabe de sobra que no podrá hacer.

Esto nos lleva a una consideración sobre la evolución de la situación catalana en los últimos tiempos que aquí solo bosquejaré pero que desarrollaré en un próximo post con cierta confianza porque hace años que vengo dándole vueltas y, en fin, sin falsa presunciòn, eso se nota. 

Sintetizando hay hoy cuatro propuestas sobre la mesa para resolver lo de Cataluña. Las enumero de menos a más factibilidad:

1ª) Un referéndum en toda España sobre una reforma constitucional federal. Solución PSOE en la que no cree nadie. Ni el PSOE.

2ª) Un referéndum en toda España sobre reforma constitucional federal que incorpore el derecho de autodeterminación de las naciones del Estado. Todavía menos. La proponía ayer Juan Ramón Capella. La proponía también un servidor en un libro publicado en los años noventa del siglo pasado. Muy nueva no es y tampoco factible. Al menos, ya no la propongo.

3ª) Un referéndum vinculante solo en Cataluña. La propugna Podemos, o parte de Podemos (ya veremos por cuánto tiempo) después de la castaña que se pegaron en las elecciones catalanas  del 27 de septiembre de 2015. Coincide con la que defendía Palinuro también en los últimos años, sin conseguir convencer de su conveniencia a los de Podemos hasta que no se dieron la castaña. Tampoco la propongo ya; y no porque sea veleidoso, sino porque el tiempo no pasa en balde y nos hace más y más escépticos. Sí es posible que, al final, a pesar de todo, salga pero solo la veo ya como una imposición de la Unión Europea cuando, habiéndose agravado la cuestión catalana, como se agravará, gobierne el partido dinástico que gobierne (pues en esto son como flechas y pelayos), nos obliguen a aceptarlo a cambio de su mediación.

4ª) Un referéndum  vinculante dentro de 18 meses sobre la nueva Constitución de la República catalana. Este es el que me parece más verosímil. Tiempo habrá de hablar sobre él cuando volvamos a tratar este asunto pero voy adelantando por qué me parece el mejor: porque no confía en ninguna ayuda, acuerdo o pacto con fuerzas ajenas, sino que es un proyecto que se basa exclusivamente en las propias, lleva a término un plan votado democráticamente y confía tan solo en la movilización de su propio pueblo.


dissabte, 9 de gener del 2016

La OTAN y yo

L@s lector@s de Palinuro saben que no suelo hablar de cuestiones personales. Pero a veces hay que hacer excepciones. Viene esto a cuento de una campaña de difamación contra mi persona que algunos comunistas están intentando hacer en las redes y que no comentaría de no ser porque me ofrece la posibilidad de pasar de lo personal a lo general y de abrir un debate que puede ser bueno para la izquierda.

La campaña es tan ridícula y estúpida que dan ganas de reír. Ni esto saben ya hacer los comunistas, cuando tan bien se les daban las campañas de difamación en el pasado; tanto que llegó a ser lo único que hacían bien. Pero, ya se ve, la estirpe degenera.

La presente versa sobre mi posición en el referéndum de la OTAN en España hace ahora treinta años y es ridícula y absurda porque han sacado las "pruebas" de una entrada en mi página web. En ella figura -y lo tengo a mucho orgullo- el enlace al artículo que sobre el "sí" a la OTAN publiqué en El País el día de reflexión, 11 de marzo de 1986. Es decir, los difamadores pretenden utilizar contra mí algo que yo mismo tengo expuesto en público y de lo que me enorgullezco porque hoy, 30 años después, escribiría el mismo artículo.

¿Cómo es esto posible? Porque siendo comunistas los de la campaña no saben lo que hacen y todo lo entienden al revés. Por eso el comunismo ha sido y es una fracaso. Y no digo que lo será en el futuro porque en el futuro, ni fracaso será esta monserga. 

No merece, pues, la pena seguir en este terreno personal y vamos a pasar al de interés general acerca de la OTAN. Puede servir para romper el enésimo tabú de la izquierda que ha aceptado acríticamente la visión condenatoria fabricada por los comunistas por no buscarse líos a los que estos son muy dados. Sobre todo cuando les tocan el fundamento de su penúltima patraña, esto es, IU, que surgió precisamente de su nuevo fracaso en ese referéndum con la misión de funcionar como un disfraz del PCE que ya en los ochenta no podía presentarse con sus siglas a una elecciones porque los votantes, como hoy, en 2016, huían despavoridos. 

Son seis mis observaciones:

1ª) El PSOE abordó el asunto de la OTAN equivocadamente con una actitud negativa ("OTAN, de entrada, no") que tuvo ribetes demagógicos de los que por fortuna se desdijo cuando, ya en el gobierno, se dio cuenta de que negarse a la entrada era contrario a los intereses de España, aunque favorable, por supuesto, a los de la URSS, que eran los que el PCE defendía. Con independencia de si las alianzas militares son aceptables o no (yo creo que no debieran existir), lo cierto es que, si las hay y a alguna de ellas pertenecen todos los países a los que queremos igualarnos, nos interesa estar en ella.

2ª) En 1981 había habido una intentona militar. El ejército seguía siendo franquista y golpista. Hoy sigue siendo bastante franquista, pero ya no es tan golpista, entre otras cosas porque, el ingreso en la OTAN lo ha obligado a perder sus actitudes tradicionales y a alinearse con las FFAA de los países de nuestro entorno en punto a las relaciones entre los militares y el poder civil. Una consideración que los partidarios del "no" ni olían.

3ª) Todos los países europeos democráticos, exceptuados los neutrales, eran miembros de la OTAN. España necesitaba incorporarse a Europa después de casi 200 años de aislamiento y cualquiera -menos los partidarios del no- entendía que el ingreso en la Comunidad Europea, por la que suspirábamos todos excepto los comunistas, tenía como pendant el ingreso en la OTAN. Acabar con el aislamiento en todos los campos era vital para nuestro país. Los ingleses, franceses, etc de izquierda que nos visitaron entonces (y conocí varios) decían que los españoles daríamos una lección al mundo votando "no" y quedándonos fuera. Pero ellos, muy cucos,  no pedían referéndums de salida de la organización en sus países.

4ª) Todos los países "socialistas" englobados en el Pacto de Varsovia (versión soviética de la OTAN de la que el PCE no tenía nada malo que decir porque era una organización de "defensa" del campo comunista), en cuanto pudieron liberarse del abrazo fraternal de los rusos salieron disparados a pedir el ingreso en la OTAN. Voluntariamente, a diferencia de cómo ingresaron en el Pacto de Varsovia.

5ª) Treinta años después es buena fecha para hacer un balance de en qué han quedado las tenebrosas profecías sobre el futuro de España en la OTAN. ¿Hace falta decirlo? En nada. Eran mentira, como siempre. España no se ha implicado en ninguna aventura exterior exclusivamente a causa de la OTAN. Lo ha hecho por actos propios de piratería internacional, al margen de la OTAN (como la canallada de las Azores) o bajo paraguas de la ONU, incluida la intervención de la OTAN en la Ex-Yugoslavia. Cuando uno yerra tan clamorosamente en sus predicciones, uno debe ser más modesto y no tapar su ineptitud manteniendo un espantajo imaginario y falso. La URSS había ordenado a los partidos comunistas que estuvieran contra la OTAN y contra la Comunidad Europea. La URSS ha desaparecido pero los comunistas siguen en lo que se les ordenó, como el tonto al que señalan un camino, el camino se acaba y el tonto sigue.

6ª) La UI, creada para tratar de aprovechar el "no" a la OTAN en donde, por cierto, perdió, no ha servido para nada. No ha parado a la OTAN y en treinta años no ha servido para nada más que para dividir a la izquierda; y ahora que llega otro que eso lo hace mejor está a punto de desaparecer.  

Vuelta brevísima a lo personal: hace falta ser fanático y necio para intentar una campaña de difamación acusando al difamado de haber acertado en su día.

divendres, 8 de gener del 2016

El referéndum lo carga el diablo

Esto no ha hecho más que empezar y ya lleva una velocidad de vértigo. Rajoy desayunó ayer su correspondiente sapo: el PSOE no lo inviste y se niega a facilitarle la investidura. Empieza a comprender que la realidad no es como él quisiera y se le ha agriado el ya torcido gesto que luce habitualmente. Cuatro años de gobierno de abusos, arbitrariedades, mentiras e inmoralidades, a cargo de unas gentes que lo que tienen de estiradas lo tienen de patibularias, agrediendo a todos los sectores sociales, excluida la oligarquía de banqueros y empresarios y sus apoyos, los curas y los militares; cuatro años esquilmando el erario (legal e ilegalmente, pues la densidad de ladrones en el PP es pavorosa), destruyendo los servicios públicos, reprimiendo a la gente a palos y multas y dejándola sin derechos han servido para que el país entero esté deseando perder de vista a esta cuadrilla de indeseables y que no tengan ni un apoyos para formar gobierno, no ya con mayoría absoluta sino en minoría aunque lo intentara. Los 178 diputados del PSOE, Podemos, IU, ERC y DiL quizá no serán capaces de ponerse de acuerdo para formar un gobierno de izquierdas, pero sí para tumbar uno de derechas.

Estoy esperando el momento en que Rajoy vaya a ver al Rey a poner su cargo a disposición y confesarle que no tiene posibilidad de formar gobierno. Lo disfrutará el país entero que, por fin se librará de la vergüenza de tener a este inútil y presunto corrupto de presidente. A ver si esto se normaliza un poco y el presunto se convierte en una ridícula memoria.

Luego tocará la vez a Sánchez. Desde el máster en gobierno de izquierda que está haciendo en Portugal, pidió un "gobierno de progreso" para España. Contaría con Podemos, siempre que se olvidara del referéndum, cosa que este pareció aceptar por la mañana, solo para desdecirse por la tarde y sostener, aunque sin mencionar la terrible palabra, que el carácter plurinacional de España debe respetarse. Mucha gente, entre ella, "El País", pide a Podemos que renuncie al referéndum. No se da cuenta de que, como era de esperar, en lo tocante a este asunto, Podemos es No Podemos porque, si se desdice del referéndum, los 12 diputados catalanes de En Comú Podem y algunos de otras confluencias de taifas se rebelarán, votarán en contra, no habrá gobierno de izquierda y dejarán al descubierto la superchería de Podemos que, en verdad, tiene 42 diputados. Los otros 27, depende de lo que se trata, pueden hasta votar en contra.

Con claridad meridiana: si se pide referéndum el PSOE no formará gobierno con Podemos; si se niega el referéndum, el gobierno "de progreso" contará con 90 diputados del PSOE, (más o menos) 52 de Podemos y 2 de IU, o sea 144, porque tampoco se sumarían los 9 de ERC y los 8 de DiL. Y 144 son menos que los 163 que sumarían PP y C's.

Como están las cosas, no hay gobierno posible en España, salvo el de la gran coalición que, según parece, propugna Felipe González a quien hacen hoy más caso en el PP que en el PSOE. O sea, debemos prepararnos para nuevas elecciones en mayo.

Palinuro desiste de la idea de convencer a la dirección socialista de la necesidad de aceptar la idea del referéndum por ser lo democrático y lo que, al final, habrá que hacer cuando hasta los socialistas comprendan que no hay otra salida en Cataluña. Vamos, pues, a nuevas elecciones.

Sin embargo, de aquí a la disolución de las cortes, la izquierda, aunque no pueda formar gobierno por causa del referéndum, sí puede hacer algo útil por el bien común y, de paso, demostrar que este le importa. Los 178 diputados de la izquierda tienen la obligación moral de derogar ipso facto la Ley Mordaza, la LOMCE y la reforma laboral. No es de recibo que los españoles no puedan manifestarse en los espacios públicos sin que los forren a palos y multas por decisión de una pareja de psicópatas; tampoco que los niños tengan una enseñanza disparatada, manejada por lo curas; ni que los trabajadores hayan de seguir sufriendo un minuto más las condiciones de arbitrariedad y explotación a que están sometidos.

Hagan algo, ya que no consiguen formar gobierno.


diumenge, 27 de desembre del 2015

La trampa saducea

Hasta las elecciones catalanas de 27 de septiembre, Podemos mantuvo una nebulosa ambigüedad en lo referente a la autodeterminación de Cataluña. En el momento en que mayor claridad conceptual exhibió llegó a decir que el referéndum en las condiciones actuales era imposible a fuer de ilegal pero que, en cuanto se produjeran elecciones en España, de salir triunfadora la opción Podemos, habría un proceso constituyente en el que se podría hablar de todo, expresión críptica por la que se daba a entender que también podría considerarse la posibilidad de un referéndum de autodeterminacion en Cataluña. En resumen, de referéndum, nada, si, como cabía suponer, las elecciones en España tenían un resultado similar al que han tenido.

Aquellas elecciones del 27 de septiembre fueron un desastre para Podemos que quedó muy por debajo de Ciudadanos y perdió votos en relación a los que obtuvo sola su aliada IU en las de 2011. Una interpretación muy extendida achaca esa derrota a la negativa a pedir el referéndum. Puede ser así o no, pero, en todo caso, el partido parece creerlo pues ahora no solamente pide ese referéndum sin ambages y con total claridad sino que incluso lo pone como condición para negociar un hipotético gobierno de coalición con el PSOE. Del cero al infinito, Podemos reaviva su vieja reivindicación del carácter plurinacional de España y la consolida y hace viable exigiendo el famoso referéndum.

Palinuro lleva años pidiendo eso mismo, un referéndum de autodeterminación para Cataluña. No se entiende por qué pueden hacerlo los quebequeses en el Canadá y los escoceses en la Gran Bretaña y no los catalanes, aparte de la muy pintoresca razón de "porque España no es Inglaterra" o algo así de inteligente. Por este motivo se felicita de que Podemos ahora apoye el referéndum. Y de que invoque razones de una evidencia aplastante como que pedir un referéndum no es prejuzgar su resultado, puesto que puede haber dos: sí y no y los de Podemos piden el referéndum pero votar ellos "no" y luego, a esperar el resultado como decisión colectiva.

Algunos analistas, sin embargo, consideran que esta petición no es genuina, que viene impuesta por las confluencias con elementos nacionalistas, singularmente la de Cataluña En Comú Podem, la de Ada Colau, para la que el referéndum de autodeterminación es incuestionable. Podemos no las tiene todas consigo porque sigue creyendo que si aboga por el referéndum, perderá votos en España. Pero la presión de las convergencias periféricas, todas ellas dotadas de liderazgos fuertes, impide que se baje el tono de la exigencia. El Ayuntamiento de Barcelona acaba de adherirse a la declaración de independencia del Parlament y en estas condiciones, el referéndum es lo menos que puede pedirse a quien sea respetuoso con la libertad. Por eso Podemos lo adopta y se lo pone de condición al PSOE, aunque haya que descubrirse ante la capacidad manipuladora de su diario, Público, según cuyo titular la culpa es del PSOE por poner como condición el no aceptar las condiciones que se le imponen.

Pero el PSOE tiene una reacción de una celeridad y una contundencia que los otros no esperaban. No es difícil ver que le han dado un arma poderosísima para ganar a su rival de la derecha en el terreno del patriotismo y piensa aprovecharla. Ahora, los grandes defensores de la unidad de España serán los socialistas porque no quieren ni oír hablar de referéndum de autodeterminación que equiparan torticeramente a la independencia. El PSOE antepone su idea de España a una fórmula negociada de solucionar sus problemas y en eso hace causa común con el PP para el que un referéndum de este tipo equivale a trapichear con la soberanía y la igualdad de los españoles. Se lo han puesto muy fácil para evitar negociaciones molestas.

Al darse cuenta Podemos de que ha propiciado el enroque nacionalista español del PSOE que ahora aparece como el centro entre el inmovilismo del PP y el caos de los círculos morados, matiza que, al fin y al cabo, la propuesta de referéndum es una entre muchas y que deben considerarse todas antes de emitir un juicio negativo. Cabe entender esta observación como un primer intento de recoger velas y no hacer del referéndum un requisito indispensable y así podría ser siempre y cuando no estuvieran ahí las confluencias, impidiendo que se prescinda de esta reivindicación.

Es decir, el referéndum se ha convertido en una especie de trampa saducea para Podemos pues, diga lo que diga sobre él, se encontrará en una situación difícil. Si dice que lo rechaza, se enemistará con sus amigos de En Comú y las demás confluencias y si lo propugna, con gran parte de su propio mundo, sus seguidores y votantes, sensibles al argumento de que autodeterminación es secesión. Así que hará lo de siempre: marrullear y tratar de engañar al personal con ambigüedades del tipo de "nuestro orden de prioridades ahora es otro" o "hay que ocuparse de la gente" o "es preciso un plan de emergencia social", etc.

A cada uno de los miembros de la hipotética negociación del PSOE y Podemos le parece que la condición del otro es una excusa para impedir que haya un acuerdo de izquierda ya que está puesta justo en la raya roja respectiva: si no se acepta el referéndum no puede haber negociación; si se impone el referéndum no puede haber negociación. La única diferencia que parece darse en esta simetría es que, en principio, los de Podemos dicen estar más dispuestos para unas nuevas elecciones que el PSOE. Pero es porque quizá no hayan calibrado bien el daño que puede hacerles en España la petición del referéndum.

dissabte, 26 de desembre del 2015

El fondo de la cuestión

¿Qué? ¿Qué les ha parecido la reacción de la clase política española a la interminable jeremiada del Borbón entre oro y lujo propios de un advenedizo ostentoso? Rápidos, nuestros políticos, ¿eh? Y acertados, agudos como bisturís, capaces de sintetizar en dos palabras la enjundia de un discurso y de comentarlo con la profundidad de gentes de Estado con mentes elevadas. Copio la síntesis de brillantes juicios que trae hoy el Huffington Post :

Cospedal: (PP)"un monarca que conoce perfectamente a su país y los anhelos y retos que tienen los españoles y nuestra nación".
Hernando (PSOE): "un discurso que pone en valor que España es un gran país".
Iglesias (Podemos) "Lo que comparto: España es diversa y plural. Lo que me falta: paro, desigualdad, un país con su gente y sin corrupción. Bonita corbata".
Rivera (C's). "Comparto con el Rey la necesidad de diálogo, reformas democráticas, unión y responsabilidad en esta nueva etapa de la democracia española".
Garzón (UP-IU) "El ciudadano Felipe de Borbón demostró ayer que no pisa el mismo suelo que la mayoría social. Habló de un país fantasioso, no del real".

Impresionante, ¿eh? Casi parece que hubieran escuchado a otro rey en otro tiempo y país. Felipe V + I trató exclusivamente de la amenaza a la unidad y continuidad de España que supone la secesión catalana a la que, por supuesto, no nombró una sola vez. Pero le dedicó todo el discurso, como demostró ayer Palinuro. Felipe no mencionó Cataluña (ni siquiera bajo la ingeniosa fórmula de "ese territorio del que usted me habla") pero no dejó de hablar de ella en ningún momento. Los políticos españoles, a la altura de esas tribus primitivas que piensan que lo que no se nombra no existe, no tienen nada que decir acerca de la reiterada, machacona, pegajosa, cantinela del Borbón sobre la unidad de la gran nación.

El discurso es una pieza para el psiquiatra, pero las reacciones de estos líderes no lo son menos. Ninguno reconoce que el discurso no es más que la melopea monotemática de un obsesionado con la posibilidad de quedarse sin corona por la secesión. No ven ni oyen sino lo que no se ha dicho, corrupción, precariedad, pobreza, etc., y se quedan en la bambolla de lo que se ha dicho sobre la gran nación.

Pasada la cena de las entrañables fiestas, el principio de realidad se hace de nuevo patente. ¿Y cuál es este? El referéndum de autodeterminación de Cataluña. Cataluña, vamos, la cuestión que realmente puede poner en un brete la democracia española y la propia España. Podemos perdió las elecciones catalanas del 27 de septiembre por andarse con ambigüedades sobre el referéndum y ahora, sin embargo, se lo pone a Pedro Sánchez como requisito para negociar. Lo hace presionado por la alcaldesa Colau porque, aunque los de los círculos sostengan haber sido la fuerza más votada en las elecciones de 20D en Cataluña, lo cierto es que lo ha sido la coalición o confluencia En Comú Podem. Es muy de ver cómo los de la nueva política adoptan los hábitos de los de la vieja, por ejemplo, el dar por verdades enteras las medias verdades.

Hace un par de días, el Ayuntamiento de Barcelona se ha adherido a la declaración de independencia del Parlament. En Comú se ha abstenido, pero gracias a su abstención, la corporación es independentista. Esto hace que la exigencia de referéndum sea inexcusable, sin olvidar que, para muchos independentistas, la petición es anticuada pues ya celebraron unas elecciones plebiscitarias el pasado 27 de septiembre. Y las dan por referendarias.  

Ninguno lo ve, ninguno lo oye, ninguno lo dice, pero la cuestión candente es Cataluña. Después del "no" de Sánchez, diríase que Rajoy está ya amortizado. Todavía le queda hablar con Iglesias quien también le dirá lo del referéndum y con Rivera, quien da igual lo que le diga porque, con sus 40 diputados, no sirve para nada. Es cuestión de tiempo  que el registrador de la propiedad se vuelva a su registro y permita que los españoles nos recuperemos de esta pesadilla de imbecilidad y corrupción que hemos tenido que aguantar cuatro años. 

En verdad, la pelota está en el tejado del PSOE un poco en tono menor, en espera de lo que suceda en el Comité Federal del lunes. Los barones acuden con las hachas prestas por si Sánchez tiene veleidades referendarias, razón por la cual este ha abjurado usando una fórmula cercana al corazón español del PP: que no cederá en materia de unidad territorial de España. ¡Con la unidad de España no se juega! También Iglesias dice que esperará al Comité Federal. En realidad, el resultado de este estará determinado por el de la asamblea de la CUP en Sabadell mañana. Si la CUP rompe, no inviste a Mas y va a elecciones nuevas, la situación será muy distinta que si inviste a Mas y el lunes hay un gobierno en la Generalitat con el apoyo parlamentario preciso para poner en marcha la hoja de ruta hacia la independencia.

Si mañana hay un gobierno catalán, será muy difícil que el PSOE resista la presión para formar otro de unión nacional con el PP, incluso con C's. Un gobierno que no podría estar presidido por Rajoy que es quien ha llevado al país a esta situación. Podemos se quedaría fuera agarrado a su propuesta de referéndum, que lo hace tan sospechoso en España como lo es en Cataluña en donde muchos creen que, al proponer un referéndum que no puede garantizar, Podemos tiene en el fondo una finalidad unionista.

Si, por el contrario, no hay gobierno en Cataluña y se va a elecciones en marzo, habrá menos presión en Madrid y se abrirá un margen mayor de maniobra para la política. No será tan urgente constituir un gobierno que haga frente a otro secesionista. Pero la posición de Podemos no mejorará mucho porque lo atacarán por su propuesta de referéndum que, sin embargo, no podrá retirar pues, de hacerlo, perdería el apoyo en Cataluña. Y no sirve de nada la bienintencionada exigencia de que España reconozca su carácter plurinacional. O sea, pluralidad de naciones. Quien reconozca una nación, tendrá que reconocer su derecho a constituirse en Estado soberano o, cuando menos, explicar racionalmente por qué no lo hace.

La pedagogía de la nación de naciones está por hacer. No es fácil en un país en el que la derecha en pleno y una parte considerable de la izquierda están furibundamente en contra del derecho de autodeterminación (basta con escuchar a la señora Díaz en trémolos de exaltado patriotismo unitario español), mientras que la otra parte de la izquierda es partidaria del derecho de autodeterminación siempre que el resultado no sea la independencia. Y sin embargo esa pedagogía ha de hacerse porque el referéndum acabará realizándose ya que es imposible oponerse a un deseo manifiesto por más del setenta por ciento de la población.

Ahí, Podemos recorta la figura del llanero solitario.

dimarts, 22 de setembre del 2015

Armageddon.

Se recordará la absurda expresión, propia de Ubú Rey, con que Rajoy quiso despachar hace cuatro años una concurridísima Diada en 2012. Un millón y medio de personas en la calle al grito de som una nació; nosaltres decidim era para el presidente de los sobresueldos una algarabía. Y, en cierto modo, no le faltaba razón. Al estar en catalán, lengua que Rajoy ignora, como todas las demás, excepto el español, que le resulta algo más familiar, aunque no del todo, era lógico que le sonara como eso, una algarabía o batiburrillo en árabe. Apenas se hizo especial hincapié en la necedad de la respuesta porque, en el fondo, no llamaba la atención. Los españoles estamos acostumbrados a unos políticos que frecuentemente (los pesimistas dice siempre) no saben lo que hacen ni lo que dicen.

Cuatro años más tarde, la algarabía es un potente movimiento independentista con amplísima base social transversal y un notable impacto en la opinión pública exterior. Una iniciativa política independentista que puede ocasionar la ruptura de España. Una crisis frente a la cual, el aparato de propaganda de la recuperación ha enmudecido. Una crisis de la que el señor Rajoy dice no ser responsable, ya que él no tiene la culpa de que haya más o menos independentistas. Si él, que es el presidente del gobierno no tiene la culpa, es imposible imaginar quién la tendrá.

Es obvio: no saben lo que dicen ni lo que hacen o, tratándose de Rajoy, "no hacen".

Pero gobiernan y ahora hay una ofensiva independentista muy seria que los políticos españoles no han sabido calibrar. Esos políticos incluyen a la oposición socialista, incapaz de articular una opción más flexible y negociadora que la del gobierno porque, en el fondo, coincide con los supuestos básicos de la acción de este y no se atreve a adoptar un criterio distinto del más ultramontano nacionalismo español por miedo a perder votos en España.

Téngase en cuenta que, tratándose de un asunto de calado constituyente de hecho, los sondeos sin embargo, presentan una situación muy abierta y muy indecisa. Apuntan a una victoria independentista pero con diversos cálculos en cuanto a su proporción, lo cual obliga a esperar a los resultados en mayor medida que en otros momentos.

Decía el gobierno, con aquiescencia de la oposición, que las elecciones de 27 de septiembre son elecciones autonómicas ordinarias, nada de plebiscitarias, pues estas ni siquiera existen en la Constitución, aunque sí el referéndum. La impericia del gobierno, por no hablar de su manifiesta ineptitud, ha convertido las famosas elecciones autonómicas en una consulta de proyección internacional. Al meter en danza a Merkel, Cameron y Obama, mendigando de ellos declaraciones en contra de la secesión catalana que tampoco conseguía, el genio de La Moncloa ha cumplido con creces el programa independentista de la internacionalización.

No saben lo que hacen.

Pero insisten. Durante este tiempo, desde la algarabía de 2012 al yo no tengo la culpa de nada, no ha habido un solo intento de diálogo o negociación salvo en los términos perentorios de "se cumple la ley y punto". Nada de debate: silencio, rechazo, cerrazón, hostilidad y desprecio. Por supuesto, acompañados con una cascada de insultos, desde los más refinados a los más groseros. Y eran unas elecciones ordinarias.

En los días que quedan, se intensifica el tono y se pasa a las amenazas más directas y los augurios más funestos. Los bancos, muy enfurruñados, amenazaron con marcharse de Cataluña en caso de independencia, una posible decisión nada creíble por no estar basada en ningún cálculo racional de costes-beneficios. El caso de algún empresario de profundo nacionalismo español, como el de Pronovias, quien también promete llevarse el ajuar si el Principado se declara independiente, pone de manifiesto precisamente su carácter aislado. El Banco de España, dirigido por un fiel alguacil de la política económica del gobierno prevé un corralito catalán si hay independencia, con tanta razón y verosimilitud como la del ministro del Interior quien, inspirado por alguna de sus condecoradas santas, tuvo una visión de Cataluña rebosante de yihadistas y terroristas en general.

Faltaba llegar a lo abyecto y ahí figura, en portada de El Mundo: le República catalana no podrá pagar las pensiones. El Pacto de Toledo se firmó precisamente para poner fin a esta despreciable treta de jugar con las pensiones como arma de la lucha política. No había derecho a someter a chantaje al sector más vulnerable, indefenso y venerable de la sociedad. Lo primero que hizo el gobierno de la derecha fue, precisamente, romper el Pacto de Toledo para que ahora sea posible una ruindad como la de esa portada, para asustar a los jubilados catalanes. Menos mal que son católicos, ¿verdad?

Detrás de las pensiones vendrá el Apocalipsis. No saben lo que hacen ni lo que dicen.

Sin embargo, de aquí al 28 de septiembre ya solo cabe esperar y tomar nota del resultado que, casi seguro, va a ser un cambio de época en España por cuanto apunta a una alteración de carácter constituyente. A partir de esa fecha, los nacionalistas españoles tienen tres meses para remediar la situación, imitando descaradamente a los catalanes, es decir, convirtiendo las elecciones generales "ordinarias" en plebiscitarias entre un bloque con oferta constituyente (a ser posible, una única y no siete) y otro continuista. El continuismo sabemos lo que es: más corrupción, caciquismo, ineficacia, autoritarismo, censura, recortes, devaluación interna, desigualdad, más pobreza, nacionalcatolicismo y centralismo.

Lo interesante es si el bloque de opción constituyente es capaz de formular una suficientemente flexible, incluyente y eficaz para contar con un apoyo generalizado. La verosimilitud de la propuesta habría de quedar condicionada a la participación de los catalanes, que no está en modo alguno garantizada sino más bien al contrario. Da la impresión de que la única propuesta más moderada, capaz de frenar una DUI si el apoyo parlamentario lo permite, sería un referéndum de autodeterminación vinculante y en un plazo breve.

Y estaría por ver porque ese es el referéndum que, según el ministro del Interior, ningún gobierno de España autorizará jamás.


divendres, 18 de setembre del 2015

El desastre de la izquierda española.


En 1939 la izquierda española sufrió una derrota histórica por dos motivos principales: la superioridad militar de su enemigo y su propia y suicida desunión. La derecha fascista, en cambio, tuvo un triunfo igualmente histórico que consolidó mediante una dictadura de genocidio y terror, administrada por delincuentes, que duró cuarenta años.

En 1945, la derecha fascista europea sufrió una derrota histórica mientras que la derecha democrática y la izquierda conseguían una victoria también histórica que asentarían en un régimen de libertades y prosperidad en toda la Europa occidental de la postguerra menos en Portugal y España, en donde gobernaba la derecha fascista con regímenes de opresión y miseria. La derecha europea se había ganado sus credenciales democráticas enfrentándose al fascismo en los campos de batalla, cosa que no hizo la española, que siguió siendo fascista e impregnó con su cultura política los 40 años del franquismo.

En 1975, con la muerte del genocida, la derecha fascista española, en un contexto internacional hostil, creyó conveniente adaptarse a los tiempos y disfrazarse de demócrata. Tal cosa posibilitó la transición, un pacto entre franquistas que no podían seguir gobernando como hasta entonces y una izquierda atemorizada, debilitada, incapaz de imponer la ruptura porque, además, estaba tan dividida como en 1939. Así echó a andar el sistema político de la segunda restauración, pronto bajo gobierno de una socialdemocracia que, por miedo, conformismo, excesiva buena fe o las tres cosas a la vez, fingió que este régimen era una democracia homologable a las europeas, a pesar de que no se hizo nada por depurar las responsabilidades de la dictadura ni se impartió justicia a las más de 140.000 víctimas asesinadas por la vesania franquista, que la rácana Ley de la Memoria Histórica no se aprobó hasta 2007 y nunca, en realidad, ha sido eficaz, estando hoy prácticamente en desuso por obra del PP

Visto que la izquierda cumplía su compromiso de no exigir responsabilidades ni hacer depuraciones, la derecha incumplió el suyo de reconducirse a un espíritu democrático, se quitó la careta y reapareció como lo que siempre ha sido, una derecha fascista, sin complejos, como la animaban los comunicadores de su cuerda y su ánimo le pedía. El país siguió lleno de calles dedicadas a los franquistas, de bustos de Franco, con el Valle de los Caídos como monumento a la victoria del fascismo y la Fundación Francisco Franco dedicada a honrar la memoria del delincuente dictador, mientras los ayuntamientos estaban plagados de fascistas afiliados al PP, muchos de los cuales presumen de ello en las redes sociales.

Con las elecciones de noviembre de 2011, ganadas merced al engaño, el fraude y la financiación ilegal, el país volvió a ser regido por franquistas como una dictadura de hecho. Había y hay una Constitución vacía de contenido y una estructura formalmente democrática, pero, en realidad: 1) se gobierna mediante decreto-ley; 2) el parlamento no pinta nada; 3) los tribunales de justicia, salvo excepciones, obedecen al ejecutivo; 4) los medios de comunicación son un monopolio al servicio de la agit-prop del gobierno y su partido; 5) se vuelve a la legislación represiva como la Ley Mordaza y se vulneran derechos y libertades; 6) la iglesia católica sigue siendo un Estado dentro del Estado coronado de privilegios y con control del sistema educativo; 7) la tasa de explotación de los trabajadores es de las más altas de europa, igual que la de expolio y saqueo de los recursos públicos mediante privatizaciones o simple robo; 8) se retorna al centralismo territorial; 9) domina la oligarquía y el caciquismo tradicionales en una estructura de corrupción; 10) se ahoga y descapitaliza la cultura pero se subvencionan los espéctaculos sangrientos y de alienación colectiva, como las corridas de toros. Y todo esto lo gestiona una asociación de presuntos malhechores repleta de nacionalcatólicos, embusteros y matones.
 
Frente a ello, la izquierda, como siempre, está atomizada, enfrentada, hundida. El PSOE, con una larga gestión de gobierno con luces y sombras, ha sucumbido al colaboracionismo con una derecha nacionalcatólica, disfrazada de neoliberal, está aburguesado y carece de programa convincente que no sea la conservación del trono, el altar, los caciquismos locales y las poltronas de sus dirigentes y no osa presentar una moción de censura a un gobierno de franquistas. IU es ya un grupo marginal  aferrado como siempre a su política de antisocialismo visceral que la convierte en aliada objetiva de la derecha fascista y actualmente está en proceso de desaparición fagocitada por Podemos. Podemos, una fuerza emergente, no consigue superar, aunque se lo proponga, las viejas limitaciones del antisocialismo y es víctima de una mezcla de oportunismo, jerarquización, ambigüedad, pedantería y culto a la personalidad que la descalifican como verdadera renovación de la izquierda. Por último, los confusos intentos de articulación de una cuarta opción que levanta bandera propia y aparte bajo el absurdo grito de la confluencia y la unidad, al estilo de Ahora en Común, no parece ser otra cosa que una colección de divos y divas en procura de algún lugar en el escenario político sin más base real que sus ganas de figurar porque el grado de narcisismo en sus filas es muy elevado.
 
En todos estos grupos disparatados, enfrentados y divididos tengo amigos y no quisiera enfadarme con ninguno. Pero, para refutar lo que aquí se dice serán precisas pruebas y no mohínes. En todo ellos, igualmente, hay intelectuales que, probablemente, vean cómo la unidad de la izquierda, de toda la izquierda, es la única posibilidad real de ganar las elecciones. Pero, siendo orgánicos o enchufados de unas u otras tendencias, prefieren mantener sus privilegios antes que caer en desgracia de las jefaturas políticas y económicas que los otorgan, entrando en controversias que pongan de relieve las maniobras de las camarillas para conservar sus cargos y evitar una unidad real.
 
En esta situación de bloqueo, con una derecha franquista en pleno control del poder y sus inmensos recursos, legales e ilegales y una izquierda a la gresca interminable, el resultado más probable de las elecciones generales del próximo diciembre será un nuevo triunfo del PP que noquee a la izquierda para una larga temporada o haga algo quizá peor: cooptar a lo que quede del PSOE en un gobierno de gran coalición con la excusa de preservar la integridad territorial del país. A pesar de que su ruptura ha venido propiciada en muy gran medida por la política provocadora, intolerante, nacionalista y catalanófoba de la derecha franquista.
 
Sabido es, antes de esas generales hay unas plebiscitarias catalanas en las que el resultado, a su vez también probable, será un triunfo holgado del bloque independentista. Esta previsión pone a las izquierdas del Estado español antes sendas nítidas alternativas. En efecto: ¿qué hará un izquierdista catalán coherente? Está claro: votar por la independencia. ¿Y un izquierdista español coherente? Exactamente lo mismo: votar por la independencia.
 
La independencia de Cataluña es lo único que puede sacudir este país, España, en estado catatónico desde hace más de trescientos años. Un país que, gracias a los abusos de una derecha franquista que no es democrática ni nunca lo fue, y una izquierda fragmentada y enfrentada en estúpidos odios narcisistas se apresta a continuar por la senda del hundimiento secular.
 
Estas izquierdas fracasadas, incapaces de atender al primer y más urgente mandato del sentido común, que es unirse, andan desgranando promesas a los catalanes de reformas constitucionales, procesos constituyentes o referéndums que no estarán jamás en condiciones de cumplir. Y no lo estarán porque no tienen garantizado el acceso al poder y, por lo tanto, tales promesas no son meros deseos ingenuos, sino verdaderos intentos de engaño y fraude.
 
Por eso, la opción a corto plazo no puede ser otra que el voto por el bloque independentista, el triunfo de este y si, en las generales, el resultado real y tangible permite a la fragmentada izquierda española hacer alguna promesa creíble, escucharla con educación y cierto escepticismo.
 
Entre tanto, amig@s, el peix al cove.

dilluns, 14 de setembre del 2015

Aquí no se para nada.

¡Vaya entrevista que infligió ayer Ana Pastor a Artur Mas! No es un problema de buen o mal periodismo. Al fin y al cabo los periodistas, como cada quisque, tienen su forma de ver las cosas, sus ideas y sus ideologías, al menos en España. Es un problema de buena o mala educación. Presentarte en el lugar de un mandatario a hacerle unas preguntas, hacérselas pero no dejarle contestarlas, acosarlo, atosigarlo sin respiro no es periodismo. Es, simple y llanamente, petulancia, intemperancia y, sobre todo, muy mala educación. No se interrumpe a la gente a la que se interroga invariablemente a los diez segundos de que haya empezado a hablar. Eso es insoportable. A ella le parecerá el colmo de la valentía, el arrojo y la profesionalidad periodística pero no pasa de ser una impertinencia. Obviamente no se trata de que cada pregunta sirva para que el el entrevistado se largue un monólogo autojustificativo. Al contrario, para evitar eso, si se produce, es bueno que el (la) periodista interrumpa y no lo deje evadirse. Pero no a los diez segundos de hablar. Asimismo no se trata de que se permita al entrevistado irse por las chimbambas, cosa a la que los políticos son muy aficionados, pero tampoco de cortarle en cuanto empieza a decir algo y elevar la voz, tratando de superponerla a la del otro en un guirigay insufrible de esos de tertulia de bocazas.
 
En cualquier caso Mas, que ya debía de estar preparado, no  se descompuso. Llegó a decir a la entrevistadora que le dejara responder, lo cual ya es pintoresco, rechazó el alud de acusaciones que Pastor le trasladó como si fuera un acta policial y colocó el meollo de su mensaje claramente: a partir del 27 de septiembre, si el bloque del "sí" tiene mayoría suficiente, pondrá en marcha la hoja de ruta para la independencia en 18 meses. Si en España, a partir de diciembre, hay un gobierno nuevo y muy distinto del actual, cosa que él duda y Palinuro también, y ese gobierno ofrece negociaciones, ellos, los independentistas, están dispuestos a hablar, pero sin detener la hoja de ruta. Todo lo más están dispuestos a hablar sobre el modo de implementar el resultado del 27 de septiembre.
 
Por cierto, a estas alturas ya sabe todo el mundo en España que lo más probable es un triunfo muy holgado de la opción independentista y unos datos deplorables para el PSCy el PP, así como discretitos para Podemos y una migaja más para C's. Eso es lo que tiene de los nervios a los tres líderes españoles que ayer echaron el domingo en Cataluña como missi dominici de la Monarquía borbónica en tierras de infieles republicanos.
 
Palinuro no siente especial simpatía por Mas, como no la siente por ningún líder neoliberal. Pero una cosa son las discrepancias políticas y otra muy distinta llamarse a andana cuando uno es testigo de que alguien, en este caso Mas, está siendo brutalmente acosado por todo el nacionalismo español, sus instituciones, sus partidos, su Iglesia y sus periodistas; que, como él mismo señaló, llevan diez años investigándolo minuciosanente con su partido sin que hasta la fecha haya nada concreto. Y plantear, como ha hecho Pastor, una entrevista para repetir todas las acusaciones habitualmente infundadas del nacionalismo español no es precisamente un timbre de gloria.
 
La periodista, sin embargo, se llevó una verdadera primicia para casa, algo esencial, fundamental pero que, es muy de temer, no entendió, porque a ella lo que le gusta son las cosas simples de si  este pone la mano en el fuego por el otro y necedades de ese tipo. La primicia consistió en la formal declaración de Mas de aceptar un referéndum de autodeterminación en Cataluña como el que se hizo en Escocia. Y, por supuesto, vinculante, como el escocés. Palinuro está obligado a señalar que, si ese referéndum se hubiera celebrado hace dos o tres años en lugar de prohibirlo con una obcecación típicamente española, ahora no nos encontraríamos en la situación en la que nos encontramos.
 
Mas salió muy bien parado de la entrevista y la claridad de sus ideas y de sus propósitos ponen de manifiesto su voluntad y su categoría como político democrático, sea cual sea nuestro juicio en otros aspectos de su acción de gobierno. Y, si alguien tiene alguna duda imagínese qué sucedería si, en lugar de Mas, Ana Pastor entrevistara a Rajoy con ese mismo espíritu.

divendres, 11 de setembre del 2015

El precio de los errores.

Reaparece el CIS con una oportuna encuesta publicada el día nacional de Cataluña y la obvia misión de enfriar los ardientes fervores independentistas. Muy mal han de estar las cosas para que el instituto demoscópico venga a calcar el sondeo que publicaba ayer El periódico de Catalunya y Palinuro comentaba en De sondeos y de abuelos. Muy mal en el sentido de que la mayoría vaticinada a favor de la independencia pueda ser mucho más alta. Ya la que dan y llaman "mayoría absoluta raspada" contribuirá poco a mitigar las ilusiones. Quizá lo haga más la lluvia. Solo con que caiga la mitad de lo que ha caído hoy en Barcelona, llenar la Meridiana va a requerir tesón, fuerza de voluntad y entusiasmo. Y tengo para mí que de todo eso hay mucho. Si no llueve, el exitazo independentista es casi seguro, al margen de las trifulcas de presencias o ausencias. Reina un ánimo de ahora o nunca y eso empezará a notarse en la Diada.

El pobre CIS, bajo sospecha de parcialidad a las órdenes de un gobierno que no para en barras a la hora de ingerirse en todos los órdenes de la vida, en aplicación de su peculiar sentido del liberalismo, no puede hacer gran cosa por desactivar el impulso independentista. Pero El País echa una mano con un titular cargado de intencionalidad: mayoría independentista de escaños, pero no de votos. Ojo: no de votos. Completa asimismo su carga de profundidad (por ahora) con un insólito y agresivo editorial titulado Independencia del 3% y es una pieza de ataque directo, despiadado, brutal al presidente catalán. Un escrito ad hominem tan feroz que parece de la misma "caverna carpetovetónica" del que expresamente quiere diferenciarse. Un editorial injusto por dos razones:

Primera, porque se obstina en presentar el movimiento independentista como una maniobra personal de Mas, como unaa argucia para impedir que se le investigue, se depuren responsabilidades, etc., y no como lo que es, un movimiento social partidista y no partidista, cívico, transversal, pacífico, democrático y masivo. Lo cual implica que, para el editorialista, en su ciega soberbia, miles, cientos de miles, quizá millones de catalanes son estúpidos borregos a quienes un hábil tramposo estilo Hamelin lleva hacia el precipicio , como dice Duran, sabedor quizá de que el primero en despeñarse será él, pues Unió seguramente no tendrá representación en el Parlamento.

Segunda, porque esa misma crítica y acusación puede hacerse a Rajoy, el PP y el gobierno, literalmente carcomidos por la corrupción, con Bárcenas, Gürteles, Púnicas, Bankias, etc., etc. Pero, que se sepa, ni El País ni nadie en España y menos que nadie la oposición se ha puesto tan exigente con ellos como con Mas. Ni El País ni la oposición mayoritaria han pedido la dimisión de Rajoy y mucho menos una moción de censura. Es una diferencia de trato tan discriminatoria que resulta vejatoria.

Pero el grueso del ataque unionista no está en este tipo de acusaciones de poco vuelo. El fondo de su crítica, lo que se propone como base de argumentación a la hora de ir contra el independentismo, es la reseñada diferencia entre escaños y votos. Estas elecciones, dicen los unionistas, no son un plebiscito, en donde todos los votos valen igual. Los independentistas hacen trampa al presentar unas elecciones ordinarias (con escrutinio según el sistema electoral) como un plebiscito porque en las elecciones no todos los votos tienen el mismo peso. Argumento ciertamente atendible. Y hay más: como las elecciones son normales, no plebiscitarias, no se puede tomar como criterio para una posible DUI el número de escaños. Hay que tomar el de votos.

Es un poco paradójico: si se quiere la DUI hay que tener una cantidad de votos superior al 44%. Puede ser. De todo cabe hablar, pero es imposible olvidar que el independentismo ve estas elecciones con ánimo plebiscitario porque el gobierno, de acuerdo en esto con la mayor parte de la oposición, casi todos los medios de comunicación y el resto de aparatos del Estado no le dejaaron hacer un referéndum, como se venía pidiendo de tiempo atrás. El referéndum de Escocia, una situación análoga a la de Cataluña, demostró que no hay razones válidas para negar el ejercicio del derecho de autodeterminación a un pueblo, una nación.

Si ese referéndum se hubiera celebrado en su día en unas condiciones pactadas, es casi seguro que un 44% de apoyo a la independencia hubiera sucumbido ante un porcentaje mayor de unionismo. Pero el referéndum (que, muy probablemente habrá que hacer al final) se prohibió y ahora lo que decide no es el porcentaje de votos sino el de escaños.

La prohibición fue un error, por decirlo suavemente.

Y los errores se pagan.

dilluns, 6 de juliol del 2015

NO.

La crisis griega es la crisis europea. El 61º% del "no" frente al 38% del "sí", hace sonar lo que El País llama la hora de la verdad en Europa. Es la expresión que suele emplearse para liquidar una tanda de mentiras y´quizá para iniciar otra. Durante muchos años se ha criticado la Europa de los bancos y se ha propugnado la de los pueblos. Pues ha llegado la hora de la verdad: un pueblo ha dicho "no" a los bancos. "No" a los bancos, pero sí a Europa como ha señalado Tsipras al decir que interpreta el "no" como una autorización a negociar de nuevo, no como una orden de ruptura. Negociar con Europa, negociar en Europa, sin salir del euro.

Pero la UE lo tiene ahora mucho más difícil. Nadie sabe nada de las consecuencias. El intento de imposición de un plan económico venía apoyado por los razonamientos incontrovertibles de toda clase de expertos que, a su vez, se enfrentaban a otros no menos expertos a favor del "no". Porque, en el fondo, ninguno de ellos tenía la menor idea de lo que iba a pasar o pueda pasar ahora. No era cuestión de cuentas y economías, sino de voluntad política. Y así sigue, después del referéndum pero con los griegos fortalecidos. Porque hoy hay tanta incertidumbre como ayer, pero ya sabemos cómo piensa el pueblo soberano. Por eso, en realidad, nunca quisieron referéndum (el poder nunca quiere referéndums, excepto cuando los organiza él para perpetuarse), como no lo quiso y a él renunció cobardemente Papandreu.

Los banqueros y los bancarios sonreirán con escepticismo reconociendo que se trata de una victoria de la dignidad pero que la dignidad no se come y habrá que sentarse a hacer números. Cierto. Pero habrá que sentarse de nuevo, con nueva voluntad, nuevas propuestas, porque la situación así lo exige. La Troika llevó al máximo la presión para chantajear por el sí en la esperanza de sentar de nuevo a la mesa a Grecia pero aun más debilitada. Se ha encontrado con una Grecia fortalecida, pero sin que ella haya aumentado su capacidad de acción. Al contrario.

La UE no puede permitir la salida de Grecia del euro porque ignora qué consecuencias pueda tener para toda la zona y, por extensión, la UE. Pero tampoco puede dejarla en dónde está porque carece de planes para ella, al haber fracasado el propuesto. Parece una mala posición pero, si se mira bien, todavía puede encontrarse en otras peores. Por ejemplo, la situación de contagio. No se podía acceder a las peticiones griegas de quita y reestructuración por el temor al posible contagio de otros países, España, Portugal. Y ahora resulta que el temor es a que se contagie el "no" de los pueblos a los esquemas de la troika. Aparte de la mala imagen que el episodio ofrece de la UE, club de banqueros codiciosos, políticos serviles, extorsionadores financieros, tampoco el resultado trasluce habilidad o inteligencia aceptables.

A ver cómo estos banqueros y financieros, cuya voluntad europea es nula, según se ve en los secreteos del TTIP, pueden salvar su negocio ante la amenaza de que el ejemplo griego, que es como el 15M de Europa, encienda un movimiento de reconsideración de la misma UE que se obstina en hacer pagar a los pueblos las consecuencias de sus colusiones a espaldas de ellos.

Paradójicamente, España recogerá consecuencias beneficiosas del zaska heleno a la banca, a pesar de que tres de los cuatro políticos cabezas partidos españoles, propugnaron el "sí". "Grecia no es España", decía hace unos años el bueno de Sánchez. No lo será, pero el ganador del referéndum griego de ayer fue Iglesias y no él, Podemos y no el PSOE. De los otros dos poco cabe decir. Rajoy, en su cabal función de furriel del capital, pedía el "sí" con su habitual fuerza de convicción y Rivera, más dado, si cabe, a marear la perdiz que el señor de La Moncloa, también pedía el sí para que los griegos pudieran seguir siendo "compatriotas".

La competencia está entre Podemos y el PSOE. Podemos ha pedido el "no", como se esperaba y ha ganado muchos puntos, no solo por aparecer del lado triunfador sino porque ese triunfo consolida su imagen interna en España. Manteniendo las "nombres paralelos", Podemos/Syriza, toma cuerpo y verosimilitud una opción de izquierda radical no comunista. La lectura es obvia: "sí se puede plantar cara a la troika".

El patinazo lo ha dado el PSOE. Sánchez se arrancó al comienzo reconociendo el derecho de los griegos a hacer un referéndum que, recuérdese, fue rechazado en todas partes. Pero pidió el "sí" sin necesidad alguna y aunque, posteriormente, matizó dejando el asunto en que los griegos actuaran "con responsabilidad", sobre todo Tsipras era evidente que su idea seguía siendo el "sí", una metedura de pata considerable. Encontrarte entre los perdedores cuando, por tu tradición y espíritu, debieras estar entre los vencedores quiere decir que algo no te funciona.

Me atrevo a hacer una conjetura de esas llamadas contrafácticas: si Zapatero, en su día, se hubiera atrevido a hacer lo que ha hecho Tsipras en lugar de conchabarse con el PP para una vergonzante reforma constitucional, a lo mejor la crisis sí que era ya historia. En qué medida aprende el PSOE de los errores del pasado se ve en que ha vuelto a equivocarse de bando. 

dissabte, 4 de juliol del 2015

Flujo y reflujo.

La opinion pública es como el mar. Nunca está quieta. Hasta cuando parece inmóvil, como la calma chicha, contiene fuerzas actuando. Llega la pleamar casi inadvertida y se va luego como vino. La opinión se encrespa, recede, se agita, se solivianta, se aplaca.

El resultado de la segunda oleada del CEO, Centre d'Estudis d'Opinió, correspondiente al mes de junio pasado, es un jarro de agua fría sobre los ardores independentistas. La prensa de Madrid ha mandado heraldos con clarines: los partidarios del "no" a la independencia de Cataluña llegan al 50%, mientras que los del "sí" se quedan siete puntos por detrás, en un mísero 42,9%. Con esto, obviamente, no cabe una Declaración Unilateral de Independencia (DUI). Las intenciones de voto a los partidos son, respectivamente, un 34,2% a favor de los independentistas, CiU, ERC y CUP (en el momento de la encuesta, CiU aún existía) y un 29% a favor de los no independentistas, Podemos, PSC, C's y PP. Los votos de EU-ICV, 3,5% podrían distribuirse a partes iguales, pues la organización se divide por la mitad en achaques de independencia. Convertidos en escaños, esos resultados están lejos de garantizar una mayoría parlamentaria suficiente para la DUI.
 
Calma chicha que pudiera preceder a la tormenta. Suele señalarse que el CEO es un "CIS catalán", pero con eso no está diciéndose nada. Los datos sorprenden por lo negativos que son para la Generalitat. No faltará, sin embargo, quien argumente con algún retorcimiento, que los malos augurios están "cocinados", para enardecer los mustios ánimos independentistas. No parece muy probable, entre otras cosas porque esos ánimos tienen poco de mustios. Entre los resultados del sondeo y el espíritu nacionalista, catalán que los españoles consideran hegemónico, hay cierta disonancia.
 
Por ello, el propio CEO se siente obligado a contextualizar el sondeo, recordando que el trabajo de campo se hizo antes de la escisión de CiU y la consiguiente resurrección de la lista única civil por la independencia que Mas quiere encargar a la Assemblea Nacional Catalana. Es posible que estos movimientos cuenten, pero también pueden ser pura espuma de los días, marejadilla sin consecuencias. Por mucha lista única o lista país o lista patria que se presente, si, como parece, el electorado se inclina por votar más en clave social que nacional en septiembre, el carácter plebiscitario de las elecciones quedará muy deslucido.
 
En definitiva, esto no es un drama. Si la lista única no se presenta o pierde, los soberanistas mantendrán su derecho a seguir exigiendo la consulta de autodeterminación de modo pleno y no de tapadillo, a  través de unas elecciones pensadas para otra cosa. Y, a la hora de negociar con el nacionalismo español, el catalán tendrá una posición quizá no muy sólida, pero sí muy clara.
 
Por supuesto, el resultado también puede ser muy diferente al previsto por el sondeo. Hay fuerzas ocultas en el fondo que mantienen en tensión la opinión independentista. Los partidarios de la independencia (37,9%) no son mayoría absoluta pero sí una potente mayoría simple. Y apoyada en un sentimiento más amplio puesto que el 63% de la población cree que Cataluña no ha conseguido un grado suficiente de autonomía.
 
Terminado el tiempo de la ambigüedades, Podemos aparece firmemente anclado en el campo español de rechazo al Estado catalán independiente. Un 70,4% de sus votantes no lo quiere. Son menos que en el PSC (85,5%) y que en C's (94%) o el PP (97,8%), pero son más de dos tercios de sus apoyos. El bloque españolista en Cataluña, a su vez, compite en el eje izquierda/derecha, de forma que, ya lo dijimos, Podemos riñe el lugar al PSC, como al PSOE en España, y como en España, parece estancado, mientras asiste a la recuperación del PSC.
 
La más curiosa es la disonancia que se produce entre la intención del voto en las elecciones autonómicas y en las generales. Ha sido siempre un rasgo de Cataluña, pero ahora parece hacerse más visible. Así como el electorado vota mayoritariamente por opciones nacionalistas en la Comunidad, al Congreso manda un nutrido frente de izquierdas, con Podemos en primer lugar, ERC en segundo y el PSC en tercero, relegando a los burgueses de CiU a un cuarto puesto. Se denota aquí una intencionalidad diferenciada. Los analistas políticos hablarán de la sabiduría del electorado catalán, que prima el nacionalismo en su casa y la izquierda en la de todos. Hasta en eso van a parecerse el PSOE y Podemos, en que los dos derivarán del contingente catalán buena parte de la fuerza de sus grupos parlamentarios en el Congreso, que auguran ser numerosos.
 
Para los nacionalistas más exaltados, cualquier cosa que no sea la independencia será un fracaso. Para los posibilistas, que son un buen puñado, la situación es halagüeña pues el haber llevado la iniciativa política los ha puesto en posición  ganadora suceda lo que suceda ya que solo es previsible el triunfo de su programa máximo, la independencia, o del mínimo, una reforma constitucional de carácter federal.  
 
Ambas opciones son, en principio, posibles. Pero la independentista pasa por reflujo. La necesidad de articularla ahora como lista patriótica, al haber desaparecido CiU, tiene sus ventajas y sus inconvenientes. La ventaja principal -y también su mayor inconveniente- es dar a Mas una base política de acción interpartidista, transversal, incluso aunque él mismo decida quitarse del primer plano. Eso da al voto un carácter caudillista que suele inspirar miedo en los sectores más conservadores de la opinión que no tienen por qué ser necesariamente los de la derecha burguesa.
 
Además, esos sectores no carecen de opciones alternativas que les mitiguen la mala conciencia nacional. Podem y el PSC son el puente de plata del reformismo que todavía puede tener a Cataluña unida a España, la última esperanza, el último tren en el que muchos querrán acomodarse. Con ERC en el parlamento, habrá un bloque catalán de izquierda que velará por el respeto a la condición nacional de Cataluña dentro de una España reformada. O eso se dice.
 
Suena a previsible. De hecho, Errejón lo ha formulado con su habitual contundencia gracianesca que saca a muchos de quicio pero es cristalina:  "Cuando aparece la posibilidad de reformar el Estado, se reduce la voluntad de construir otras repúblicas”. Obvio, ¿no? Una vez construido el Pueblo, ¿quién va a querer independizarse?
 
Oriol Junqueras suele explicarse igualmente como un libro abierto y avisa de lo improbable de que, pasadas las elecciones de noviembre, haya una mayoría en las Cortes para acometer reforma alguna de la Constitución. Y no se hable ya del proceso constituyente, una figura que comparten hasta las monjas.

dissabte, 20 de desembre del 2014

Cataluña según los catalanes ahora mismo.


El Centre d'Estudis d'Opinió. (CEO) ha publicado su Enquesta sobre context polític a Catalunya. 2014 con trabajo de campo hace unos días. Probablemente la prensa española no le dará mucha relavancia, pues está más pendiente de los barómetros del CIS. Y debiera, in embargo, ya que los trabajos del CEO son tan importantes para Cataluña y, por ende, para España como los del CIS para España y, por ende, para Cataluña. La enquesta catalana da un cuadro que los partidos españoles harían bien en considerar. Porque es un cuadro distinto al español. Repasando las partes del sondeo se echa de ver enseguida que Cataluña es otra cosa. La autoubicación ideológica del electorado no coincide con la de España y hay otros datos no menos significativos. Uno por todos: la intención directa de voto de Podemos en elecciones autonómicas está en un miserable 4,6%, a dos décimas del PSC pero muy por debajo de CiU y ERC. Compárese con la intención de voto en Andalucía, en donde, si no he leído mal, es la primera o la segunda. Sube, sin embargo, a un 14,7% y es la primera, en unas hipotéticas elecciones al Congreso de los diputados, lo cual indica un comportamiento dual del voto, muy digno de tenerse en cuenta. Por lo que hace al PP, si su intención de voto en Andalucía es alta, en Cataluña en las autonómicas está en un ridículo 1,8%, con claro riesgo de quedarse en un partido extraparlamentario y tampoco aumenta mucho en unas generales, pues se quedaría en un 3,4%. Realmente, es otra cosa. Eso se nota en un sistema de partidos más complejo y fragmentado que en el resto de España.

El dato más significativo es que, en este momento, los contrarios a la independencia de Cataluña son mayoría. Por poco, pero mayoría. Cuando se desglosa esa mayoría, otra mayoría en su seno propugna una estatalidad federal frente a otros que quieren ser una autonomía en España o, mucha menor medida, una región española. Lo cual significa que, de las propuestas de los partidos españoles para Cataluña, la que parecería gozar de mejores perspectivas sería la federal del PSOE. Tiene centralidad. A ella podrían sumarse algunos partidarios del estatuto de Comunidad Autónoma por exceso y otros partidarios de la independencia por defecto, pues cálculo humano habitual suele ser quedarse con el mal menor. Esto obliga al PSOE a perfilar con mayor esmero esa oferta federal. Porque federalismos hay de varios tipos y, si ha de recurrirse a la reforma de la Constitución (CE) (y dado el puntillismo del PP que quiere conocer hasta las comas de cualquier proyecto de revisión) conviene especificar lo más posible.

A su vez los soberanistas, aun estando en minoría, cuentan con un apoyo sustancial, pero no podrán cuantificarlo en tanto no haya elecciones formales. Y elecciones reclama el bloque soberanista. Si no están fijadas ya es, al parecer, debido a la falta de acuerdo acerca de cómo concurrirá a ellas, con o sin lista única. Es un debate complicado que depende exclusivamente de los catalanes. Estos, a su vez, juegan en un horizonte de elecciones municipales que son españolas. Por eso las autonómicas catalanas han de ser antes ya que de ellas se quiere que salga otra decisión política trascendental: una declaración unilateral de independencia o la convocatoria de otro referéndum y, tanto en un caso como en el otro, tendrían lugar en el proceso hacia las elecciones legislativas españolas de 2015. Resulta absurdo ignorar que en esas elecciones va a ser decisiva la cuestión catalana.

Con eso cuenta el bloque soberanista y por eso las CUPs apremian a Podemos a clarificar su posición respecto a un posible referéndum de autodeterminación. Podemos, con su 4,6% de intención de voto, muy inferior a la del resto del Estado pero que puede tener su peso. La cuestión es si Podemos puede clarificar. Hacerlo a favor de la autodeterminación se considera receta segura para perder votos en España. Hacerlo en contra tiene difícil acomodo en una perspectiva de izquierda.

Los nacionalistas españoles no disponen de más salida que la opción federal y una reforma a fondo de la CE. Y no tienen garantizado en modo alguno el éxito. Para los soberanistas llega tarde y es insuficiente. Para los integristas españoles es un salto en el vacío. Por cierto, lamentable también ese obstinado rechazo a toda reforma de la Constitución. Indica el mismo miedo que la negativa al derecho de autodeterminación de los catalanes; miedo a que salga lo que no se quiere que salga, pero cuya posibilidad se admite porque, en el fondo, los negacionistas no confían en su propia nación ni en la Constitución que dicen defender. Ya se sabe y por eso no se dice que la verdadera dificultad es la Monarquía y la eventualidad de que una reforma quisiera afectarla. Claro, la Monarquía está prendida con alfileres y su defensa consiste en imposibilitar la reforma de la CE. Sin embargo seguirá siendo problemática mientras su legitimidad no proceda de la voluntad popular.

A este respecto los catalanes también son otra cosa. En Cataluña es mayoritario un partido expresamente republicano, cosa que en España el PSOE no se atreve a ser, habiéndose convertido en un partido dinástico. Se escuda en la hoja de parra de la teoría de la accidentalidad de las formas de gobierno que en España, con su historia, no es admisible.

dimarts, 11 de novembre del 2014

El foro catalán a derecha y a izquierda.


Aquí lleva todo el mundo tres años soltando pestes sobre el gobierno de Rajoy por muy diferentes motivos, criticándole todas sus políticas, achacándole todos los males, culpándolo de todas las corrupciones. Hablando, vamos. Pero los únicos que han hecho algo han sido los soberanistas catalanes. Del dicho al hecho...
 
Los nacionalistas españoles se enteran ahora de que el asunto va en serio y Cataluña ha salido de la nube de la indiferencia, el hastío y el desprecio que la envuelve habitualmente para ocupar un lugar central en el debate público. Aunque no para todos. La derecha está encrespada. La izquierda dinástica, el PSOE, triturada entre soberanistas y unionistas en el Principado, insta desesperadamente a Rajoy a negociar una reforma de la Constitución, en lugar de enviar los corchetes a detener a Mas. La izquierda no dinástica sigue sin enterarse de la cuestión catalana porque está muy ocupada tratando de entenderse a sí misma. La consulta cuya importancia política nadie puede negar es la primera manifestación del hecho ya señalado por Palinuro de que los catalanes llevan la iniciativa política. Y eso se traduce en hacer, cosa distinta al hablar.
 
Ayer decíamos que lo más interesante serían los juicios de las partes ganadoras. Han sido inmediatos. Ahí están. Convergència presenta un ultimátum al gobierno para negociar o irá a elecciones anticipadas que llama "plebiscitarias" con gran descontento de los académicos que todavía andan diferenciando el plebiscito del reféréndum. ERC, como Harpo Marx, quiere otro huevo duro y pide que las elecciones sean "constituyentes", mínimo envite que acepta Junqueras a quien gustaría mucho más un órdago de Declaración Unilateral de Independencia.  Supongo, porque no lo sé de cierto, que las entidades cívicas querrán gobierno de concentración.
 
Para no tener efectos jurídicos la consulta parece a punto de parir media docena de ellos.
 
Por  eso, hay que actuar. El nacionalismo español entra en combate sin una idea clara de en dónde está el enemigo, como suele sucederle. Por eso dispara en todas direcciones y hasta se dispara a sí misma. La derecha, se decía más arriba, está encrespada. Los catalanes han ultrajado a España, pisoteado la nación española y arrebatado la soberanía al pueblo español. Hay que ir contra ellos con el código penal, los tribunales tienen que actuar y hacerlo también contra quienes por dejadez, incompetencia o complicidad, han permitido que unos sediciosos impongan su ley en un trozo de España. Cospedal pide acciones judiciales contra Mas y Vox contra Rajoy. Si acaban juntos en la cárcel podrían aprovechar los vis a vis para  negociar, cosa que todo el mundo les insta a hacer, aunque nadie sepa sobre qué, especialmente Rajoy, cuyo conocimiento de la situación y capacidad para resolverla han quedado ya claros. En todo caso la respuesta solo puede ser una: fiscalía, policía, tribunales, código penal. 
 
No es un espíritu muy proclive a la negociación, así que los de Convergència ya pueden dar por cumplido el plazo de dos semanas. Eso si no les cae la intemerata por atreverse a presentar un ultimatum a la autoridad aunque sea incompetente.
 
"Soluciones políticas", no judiciales, pide la izquierda dinástica por boca de Pedro Sánchez quien ha girado una visita al Virreinato catalán como podía haber ido al de la Nueva España. Ni palabra sobre el federalismo, lo cual es inteligente porque, aunque pudiera explicarlo más, acabará siempre pidiendo la reforma de la Constitución, así que es más sensato pedir esta directamente y luego, los dioses dirán. O se quedan mudos porque los socialistas aportan poco a la cuestión catalana desde el momento en que anunciaron estar con el gobierno sin fisuras.
 
La izquierda no dinástica tiene su propio laberinto y en él anda perdida con confluencias, matices, críticas, conflictos amistosos y menos amistosos, fusiones, planes y contraplanes de organización y actuación. Este mundo tiene sus propias reglas, códigos, horizontes, hasta su propio lenguaje y apenas hay cabida a una consideración a fondo de la cuestión catalana. Así, mientras unos Podem catalanes apoyan el derecho a decidir y la consulta, otros Podemos, como el exfiscal Jiménez Villarejo, son radicalmente contrarios al soberanismo.
 
Aquí muerde la crítica de Garzón que señala la ambigüedad en el discurso de Podemos; ambigüedad en la cuestión catalana, en la de la Iglesia, en la de la República, evidentes ya desde los primeros días. La ambigüedad es táctica obvia al servicio del objetivo estratégico: ganar las elecciones. Ahí se cuela el populismo, si bien en sentido académico, matiza el diputado de IU, y con él, el mayor peligro, el de construir un gigante con pies de barro. Puede ser, desde luego. Y, ¿cómo se evita ese peligro? Eliminando ambigüedad, dice Garzón quien afirma no estar dispuesto a negar u ocultar su republicanismo solo por ganar votos. O sea, la solución consiste en substituir el gigante con pies de barro por un pigmeo con pies de barro.