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dijous, 19 de gener del 2012

Apagón.

Otra batalla política en la guerra del ciberespacio. WikiLeaks, la primavera árabe, el 15 - M, OccupyWallStreet, el apagón de ayer en los Estados Unidos son momentos sucesivos del nuevo orden (o desorden) político global que obliga a redefinir conceptos, a adaptarse a pautas distintas en un mundo virtual que forma parte del real pero lo está transformando a toda velocidad.

El blackout en los Estados Unidos fue la respuesta de parte del ciberespacio a la tramitación de dos leyes contra la piratería digital, SOPA en la Cámara de Representantes (Stop Online Piracy Act ) y PIPA en el Senado (Protect Intellectual Property Act), en realidad, dos "Leyes Sinde". Media Web se fue a negro: Wikipedia, igual que Boingboing, Wordpress y miles de sitios cerraron; otros, como Google se sumaron canalizando protestas, Facebook, E-Bay, Yahoo!, Twitter asimismo en contra. Se calcula que el apagón afectó a unos 100 millones de internautas, muchos de los cuales, por supuesto, estaban en el blackout eran propietarios de las más de más de 60.000 páginas que cerraron.

¿Resultado? Los dos proyectos, que iban a pasar sin problemas en ambas cámaras, son ya prácticamente papel mojado. Han perdido la mayoría. Hasta la Casa Blanca se ha echado atrás con el argumento de que la represión de la piratería no puede atentar contra las libertades e instaurar la censura, probablemente el mismo escrúpulo que detuvo la aprobación del reglamento de la Ley Sinde en el penúltimo consejo de ministros de Zapatero. De momento, las grandes industrias discográficas y cinematográficas estadounidenses, la mismísima Cámara de Comercio, poderosos lobbies detrás de la legislación represiva, se han quedado con un palmo de narices, por decirlo castizamente, con su argumento de que hay que proteger los derechos de autor de los creadores frente al saqueo mundial a que se someten los productos culturales gringos.

¿Quién ha vencido por ahora? Otros gigantes tan poderosos como aquellos: Amazon, Google, Mozilla, Wordpress, Facebook, etc, forman otro lobby tan temible como el primero. Su argumento es que las viejas empresas no saben reaccionar frente al desarrollo de las nuevas tecnologías, son incapaces de adaptarse y pretenden que el Estado proteja sus intereses (los creadores les importan un pepino) por ley. Puede que no sea un argumento mejor que el de las discográficas, pero tiene un aspecto que no suele mencionarse y es decisivo: junto a los grandes del ciberespacio se han movilizado cientos de miles de internautas, blogs, webs personales y corporativas, etc; todos, media red, han ido a negro en protesta y aviso de que puede ser peor pues el apagón prolongado significa la ruina para todos pero especialmente las industrias de contenidos. Éstas, a su vez, no movilizan a nadie a su favor. Solo a sí mismas. En la red no son nadie ni tienen a nadie. Solo al gobierno del PP, que va a meterse en un lío. Es un dato fundamental para saber por dónde soplará el viento. Impedir las descargas va a ser imposible. La industria cultural tiene que cambiar. Como está cambiando todo.

Ayer también Anonymous suplantó la web de la UGT con un mensaje incendiario y hace unas fechas, la de la Comunidad de Madrid para mostrar una imagen de fotoshop, una mezcla de Aguirre y Aznar. Son los prolegómenos ludicos de la que se va a montar cuando comience a aplicarse la ley. Habrá más suplantaciones, bloqueos, ataques DoS. El ciberespacio tiene una potencialidad enorme y la ciberpolítica es básica y radicalmente de oposición, trátese de derechos de autor, de tiranías árabes, de la democracia española o las leyes de secretos oficiales. La red se opone a todo lo que no sea ella misma y pretende suplantarlo. Los indignados, por ejemplo, se han puesto a redactar una nueva Constitución. Imagino que los realistas que en 1789 veían lo que pasaba en el Juego de Pelota, sonreirían con conmiseración. Como harán muchos ahora. Y como seguramente hacían otros cuando un par de años atrás se planteó en Islandia llevar a los culpables de la crisis (políticos y banqueros) ante los tribunales y redactar una nueva Constitución en la red.

For the times, my friends, they are a-changin'.

(La imagen es una foto de DonkeyHotey, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 3 de gener del 2012

La Web del candidato.

Bien, bien; hay que estar en la red. La ciberpolítica es la política de hoy. Es inmediata, veloz, abierta, múltiple, directa. Los debates, las críticas, las propuestas y hasta las movilizaciones se dan en la red, que es el foro público por excelencia. Y ¡sin censura! No hay más restricciones que las que cada cual quiera imponer en su página, por ejemplo para quitarse de encima los trolls y los que insultan. Pero es en su página; no en la ajenas. La red está viva. Ha absorbido los medios de comunicación tradicionales que cada vez toman un aspecto más digital. Sus colaboradores fijos se han hecho blogueros. La edición en línea de todos los periódicos se actualiza al minuto, es continua y, a su lado, la impresa resulta anticuada y no sirve ya ni para las tertulias. La red lo conecta todo y los usuarios pueden escuchar el último discurso del presidente en su móvil o en una tableta y mandar acto seguido una opinión en tweet que puede convertirse en un trending topic y alterar la política nacional.

Desde que los árabes norteafricanos pusieron en marcha una revolución en varios países islámicos que, en substancia, es la misma pero diversificada por peculiariades lugareñas (también llamadas "nacionales"), se ha terminado el debate sobre la eficacia "real" de lo virtual. La ciberpolítica es real. Saca a la gente a la calle y se hace notar en unos lugares con más intensidad que en otros. El movimiento 15-M es ciberpolítica porque se hace a través de las redes sociales. Puede decirse que, hasta ahora, ha tenido un efecto muy moderado si lo comparamos con la primavera árabe aunque en modo alguno desdeñable. Pasada la primavera, llegado el invierno, ahí siguen unos y otros. Quizá el 15-M no haya encontrado aún una forma eficaz de transformar la realidad, aparte de las ocupaciones de espacios públicos, pero no por ello deja de reflejar un malestar muy generalizado en la sociedad, oscuro, profundo; una sensación de que el modelo en que vivimos ha fracasado y una urgencia por encontrar salidas que no pueden consistir en la vuelta a formas anteriores todas ellas también fracasadas pues nos han conducido a esta situación. Y ahí sigue.

Hace muy bien Rubalcaba en abrir su página web. Lo extraño es que no la tuviera. Y conviene que sea plenamente 2.0, interactiva, flexible y muy "currada", como dicen los internautas que detectan de inmediato si una página se actualiza y se renueva o no. El secreto de la red es la renovación y, si ese es el problema del PSOE, habrá unidad de miras entre la página y el propósito al que quiere servir. De momento parece un poco rígida, pero seguro que mejorará. Lo que no puede ser es que se abra una página o una cuenta en una red y no se atienda o, incluso se cierre, como hizo Gallardón con su cuenta de twiter, cerrada al pasar las elecciones.

Es más, sería recomendable que el candidato abriera un blog (que no lo tiene o yo no he sabido encontrarlo) y se diera de alta en twitter. De hecho no sé si ya lo estará. Lugares en los que la gente pueda consultar en tiempo real sus opiniones sin intermediarios en el momento. La confianza, que el PSOE dice querer recuperar de los españoles, se basa en el conocimiento; y el conocimiento gana con la inmediatez.


Por cierto, he puesto un gadget en la columna de la derecha que permite cambiar el tamaño de la letra del blog por si alguien tiene problemas para leerlo.

diumenge, 4 de desembre del 2011

La ciberrealidad

Antonio Gutiérrez-Rubí es un gurú de internet. La aplica a su oficio de comunicación política, en el que se le reconoce verdadera autoridad. Es fácil encontrarlo en múltiples foros y siempre ofreciendo ideas y diciendo cosas que muestran un gran dominio de una materia magmática y una capacidad de estar al día que muy poca gente tiene. Es un encendido digitalófilo, un espíritu profético que predica las excelencias de una nueva era. Y su libro (La política vigilada. La comunicación política en la era de WikiLeaks, Madrid, UOC, 2011, 158 págs) está escrito con auténtico entusiasmo. Como eso es algo que Palinuro, digitalófilo confeso comparte, se lo ha pasado muy bien leyendolo y espera sacar provecho de las muchas ideas que en él bullen.

Es una prosa encendida, llena de metáforas, rápida, galopante, como si el autor tuviera prisa en contar todo lo que quiere para que coincida con lo que está viendo. En ella se nos explican las vivencias que tenemos y se hace en un espíritu muy digital, algo así como está pasando, te lo estoy contando. Casi todas las citas remiten a páginas web. Es un libro que hay que leer conectado a la red. Gutiérrez-Rubí vive en un mundo digital y escribe para lectores digitales. Quien no lo sea probablemente no entenderá gran cosa de lo que lee.

Su idea básica es que internet ha revolucionado la política. Y no es lo único que ha revolucionado. Ha influido decisivamente y cambiado muchas otras cosas, desde los hábitos de lectura hasta el consumo de pornografía. Hay quien dice que internet es un acontecimiento sólo comparable a la invención de la imprenta y si la galaxia Gutenberg fue una revolución, internet lo será con mayor motivo.

Internet es responsable de eso que llama el autor política vigilada y que viene aparejada con una demoracia vigilante. El poder político está fiscalizado de continuo, sus secretos son del dominio público, sus fuerzas de seguridad y militares no tienen impunidad pues sus actos son escrutados por la gente gracias a los vídeos y los smartphones. Todos los gobiernos se han volcado en la red y la transparencia de la acción administrativa es cada día más extendida.

Los defectos e insuficiencias institucionales de las democracias se hacen patentes a ojos de los gobernados, no merced a la función crítica que siempre se atribuyó a los medios de comunicación tradicionales (y que estos cumplieron o no, según los casos), sino a cuenta de la generalización de la producción de la información. Cualquier persona con un móvil en la mano, capaz de conectarlo a la red es un creador de exclusivas, un posible denunciante político, un periodista ciudadano, un agitador de masas. Y además, puede permanecer anónimo. El ciberespacio es un territorio de anonimato y también de espontaneidad.

Gutiérrez-Rubí critica la inercia de los partidos políticos tradicionales, aferrados a sus viejos usos y dessconectados de las generaciones digitales. Llega, incluso a imaginarse una democracia sin partidos, a través de la acción consciente de las multitudes, coordinadas reticularmente. Cuando las multitudes actúan políticamente por medios digitales son capaces de derribar no ya partidos sino longevas tiranías. La idea es sugestiva. Hasta ahora se ha creído que la existencia de la democracia está vinculada a la de los partidos y por eso mismo a estos se los ha constitucionalizado. Sin duda pueden desaparecer. Pero alguien o algo tendrán que sustituirlos en el cumplimiento de las funciones que tienen encomendadas y que no son menores; por ejemplo, la formación de gobiernos.

La acción política en la red ha tomado formas muy interesantes que el autor menciona y considera, como las primaveras árabes, WikiLeaks o el movimiento 15-M. Pero un dato es muy significativo: nadie ve el 15-M formando gobiernos.

Hay muchas otras ideas en el ensayo de Guiérrez-Rubí muy provocativas y no es posible mencionarlas todas. Basta mencionar la que cierra el libro, la cita de Joichi Ito, del MIT, de que "las voces serán más importantes que los votos". Quizá sea así aunque suena un poco romántico y no muy tranquilizador. La voces serán muy importantes, pero no cabe contarlas y los votos, sí. Y contar es esencial para saber en dónde está la mayoría, la única que puede tomar decisiones legítimas en una democracia. A ver si va a venir una potente voz a tapar las decisiones de la mayoría. Porque ese final ya nos lo conocemos.

dimarts, 18 de gener del 2011

iTúnez

¿Cómo se saca a decenas de miles de personas a la calle a manifestarse en todas las ciudades de un país, un día tras otro, y a hacer frente a una policía que dispara a matar? ¿Cómo se consigue que vuelvan y vuelvan y vuelvan a pesar de que la cantidad de muertos y heridos aumenta vertiginosamente, que hay toque de queda, que la policía detiene arbitrariamente y tortura en los centros de decisión? ¿Cómo? Es obvio: sólo se consigue cuando se cuenta con una organización estructurada y un líder revolucionario, como eran el clero chiita iraní y el Ayatollah Jomeini que derrocaron al shah Reza Pahlevi en 1979, por mencionar un ejemplo de revolución islámica aunque no árabe.

¿Y si no hay organización estructurada, clero que valga ni lider indiscutible como sucede en Túnez? Entonces hay que confiar en el espíritu, el hartazgo de la gente y su espontaneidad. Pero los movimientos espontáneos rara vez aguantan en el tiempo, sobre todo si están dispersos. Como muy bien sabían sus principales teóricos, Rosa Luxemburg y Anton Pannekoek, después del estallido espontáneo de las masas, una organización debe ocuparse de dirigir el movimiento o éste perece. ¿Y si no hay organización, como en Túnez, en donde la oposición era irrelevante? Alguien toma el relevo. ¿Quién? La red, los blogs, Facebook, Twitter, la infinita capacidad de la multitud para organizarse en tiempo brevísimo de modo improvisado y espontáneo, La capacidad de movilización instantánea de la que ya hay suficientes pruebas empíricas.

Ayer traía el Financial Times un extenso reportaje, señalando la función directiva de internet en la resistencia al régimen en Túnez y exponiéndola con todo lujo de detalles, algo visible salvo que uno crea que, si no hay un bolchevique asaltando un palacio de invierno, no hay revolución. Y dentro de internet se atribuye importancia capital (aunque no única) a los efectos de las revelaciones de WikiLeaks. Si hay alguna duda, aquí puede verse otro reportaje de Le Monde mostrando cómo WikiLeaks puso en evidencia a los predadores tunecinos.

Y con WikilLeaks el mogollón de blogueros árabes que se ha encargado de demostrar que las peores tiranías sólo resisten días cuando la multitud coordina su acción compartiendo información a una velocidad que ningún régimen puede controlar. Ese ha sido el elemento decisivo en la revuelta tunecina y en las que probablemente seguirán. ¿Una prueba? Slim Amamou, el bloguero más conocido en el comienzo de los disturbios, detenido unos días después de iniciarse éstos y puesto en libertad dos antes de la marcha de Ben Ali, forma hoy parte del nuevo gobierno tunecino como subsecretario.

¿Qué temen los dictadores del mundo árabe? Está claro: el contagio. Por eso el domingo pasado el compañero Muammar al-Gaddafi que lleva 42 años haciendo la felicidad de su pueblo, cerró Youtube y ayer salió por la televisión (que es tan suya como la italiana de Berlusconi) a denunciar una conspiración de WikiLeaks en Túnez, muy en la línea de las teorías de la conspiración del iraní Mahmud Ahmadineyad. WikiLeaks, dicen, es un truco de la CIA para hacer pasar por verdades las mentiras de los embajadores gringos. O sea, no es cierto que Ben Ali se haya llevado tonelada y medio de oro en su camino al exilio saudí.

Pero estas maniobras son inútiles. La red no se puede cerrar y ahora mismo echa humo en todo el mundo árabe que está celebrando la revolución en Túnez con ánimo de que se extienda a Jordania, Egipto, Yemen, Mauritania, etc. Apunta en esa dirección el hecho de que estén reproduciéndose los casos de autoinmolaciones según el ejemplo de la de Mohamed Bouazizi, la chispa que prendió la revuelta tunecina.

Así pues, ¿qué temen los piadosos dictadores del mundo árabe, sean reyes, presidentes o líderes ínvictos? Supongo que la repitición de un ejemplo y un ciclo histórico. Una vez que los alzados descubren que estos regímenes corruptos son insospechadamente frágiles y no pueden aguantar la presión de la calle sublevada e informada a través de la red, ¿por qué no se producirá en el mundo árabe un efecto dominó similar al que derrocó las dictaduras comunistas europeas en los años noventa del siglo pasado? Una perspectiva que asusta a los interesados y a sus aliados y amigos en el resto del planeta. Sobre todo porque algunos de estos países nadan en petróleo.

(La primera imagen es un pantallazo del Twitter del abogado y bloguero marroquí que firma como Ibn Kafka. La segunda, una imagen de un blog de estudiantes tunecinos que con sus cuerpos componen la expresión "No al asesinato" en árabe).

dilluns, 17 de gener del 2011

¿Revolución en el Islam?

Parece que se confirma la idea que Palinuro adelantó el viernes, 14 de enero, antes de que el déspota Ben Ali y su familia de ladrones abandonara Túnez en una entrada titulada Túnez, internet, la multitud, de que la revuelta tunecina era sobre todo cosa de internet, las redes sociales, el ciberespacio, y que la oposición de izquierda iba a remolque de los acontecimientos, con la lengua fuera. Así, Público decía ayer que las protestas estaban movidas por los sindicatos y Facebook. Facebook en concreto (pero no sólo) sirvió para que se difundieran por la red los vídeos hechos con móviles que demostraban la brutalidad policial en la represión de manifestantes. Un paso más en la suposición de que la revolución será digital o no será, sobre todo en países como estos árabes, que no son todo el Islam pero sí parte importante de él. Una veintena de Estados que van desde el océano atlántico al golfo pérsico, casi todos regímenes autoritarios, muchos corruptos, algunos semiteocráticos y todos con unas sociedades civiles que parecen ancladas en edades bárbaras.

Ya hay quien señala que la revuelta tunecina está directamente ligada a las revelaciones de WikiLeaks sobre la corrupción de un régimen mafioso y cleptocrático, hasta el punto de que se habla de la primera revolución de WikiLeaks. Como era de esperar. Ese maldito Assange ha causado muchos dolores de cabeza en los países occidentales y en los Estados Unidos lo odian por chivato y seguramente les gustaría tenerlo en Guantánamo y sin wi-fi. Pero tales disgustos son nada comparados con la que se puede armar en los países árabes ya que en estos las revelaciones no son de si los ministros se ponen de alfombra de los EEUU o los fiscales y jueces actúan según interesa al embajador gringo, que ya es grave, sino sobre cómo los gobernantes, los "príncipes de los creyentes" o los "líderes fraternales y guías de la revolución" se lo llevan crudo. Pues ¿no resulta que el tunante tunecino emprende el camino del exilio con una tonelada y media de oro? Nada de extrañar que los hechos de Túnez estén sacudiendo otros regímenes árabes, países como Egipto, en donde Hosni Mubarak lleva treinta años en el poder, un par más que el bueno de Ali, o Libia, en donde el incombustible y pintoresco Gadafi lleva de hecho 42 años. El mismo Gadafi que ayer ordenó bloquear Youtube. Estos déspotas se enteran de por dónde viene el enemigo; pero hay que ver si no se han enterado demasiado tarde. Porque no basta con cerrar Youtube; hay que bloquear las redes sociales, Facebook, Hi5, Flickr, LinkedIn, buscadores como Google y, sobre todo, hay que cerrar Twitter, que se propaga como la pólvora a través de los móviles. La capacidad de la gente de comunicarse es casi infinita y eso no puede combatirse con mazmorras, policías o guardias pretorianas. Son medios inservibles. Y esto sin contar con que el cierre del ciberespacio sólo puede hacerse a un costo económico y comercial altísimo, probablemente prohibitivo. La red ha integrado la comunicación política con la económica, la financiera, la cultural, en un solo stream en el que ya no se puede interferir.

Los países árabes presentan además una característica que los hace terreno abonado para un movimiento en el ciberespacio, una revolución trasnacional, ya que forman una unidad cultural y civilizatoria, la Umma. Está muy gracioso ese ministro egipcio subrayando que cada país tiene sus epecificidades, como si Túnez fuera a Egipto como a Groenlandia. Muy gracioso, sobre todo, a la vista de la andanada de entusiasmo que la revuelta tunecina ha despertado en todo el mundo árabe, en donde se gloría a nuestros hermanos tunecinos.

La revuelta de Túnez, país tradicionalmente alabado por su sensatez, parece democrática, laica, popular, espontánea, no movida por partido alguno. Pero ese puede no ser el caso en otros lugares en que la oposición esté organizada y sea fuerte, cual suele suceder con esas organizaciones de fanáticos a los que llaman fundamentalistas, como los Hermanos musulmanes en Egipto. La revolución en el Islam puede ir hacia delante o hacia atrás. Y siempre se hará a través de la red porque ésta es un medio, no un fin; y, como medio o instrumento, rinde más a quien mejor sabe manejarlo, con independencia de la calificación moral de su finalidad. Que se lo digan a los israelíes, que han creado un virus para atacar el sistema de computadoras del Irán que controla su capacidad nuclear, para destruirla, claro.

Por lo demás, quien crea que el efecto WikiLeaks ha terminado en los países occidentales y que probablemente quedará anegado en un proceso por abusos sexuales y un litigio sobre extradición, cree erróneamente. Las próximas filtraciones de WikiLeaks van a afectar el meollo mismo del sistema económico y financiero, la banca. Es posible que, cuando la gente sepamos lo que ha estado haciendo la banca cunda ese ¡Indignaos! del nonagenario Stephan Hessel y prenda también en quienes no han organizado su vida según el espíritu caballeresco de la Resistencia. Bien por las generaciones.

(La imagen es una foto de Arab League, bajo licencia de Wikimedia Commons).

dilluns, 27 de desembre del 2010

Decir tonterías a cuenta de la Ley Sinde.

Palinuro ha comentado en un par de ocasiones el espinoso asunto de la Ley Sinde y el malogrado intento del Gobierno de regular la protección de la propiedad intelectual de forma que ésta no esté a merced de los piratas informáticos que hacen suculentos negocios con los derechos ajenos, al tiempo que se tiran el pliego de ser luchadores por la libertad de expresión, la de información, la de mercado y, aunque no lo digan, la de expolio. Una de ellas el pasado 21 de diciembre, con el post titulado La descarga de la brigada ligera y la otra al día siguiente con otra entrada llamada Sindeología. En esta última decía Palinuro que: Legislar sobre internet tiene muchos inconvenientes y uno de ellos es que el legislador no sabe lo que dice. Para convencerse basta con examinar las habilidades de los diputados como internautas. No todos tienen blog y muchos de los que lo tienen más valdría que no lo tuvieran. Los hay que no leen el correo electrónico y de las redes sociales no se hable. Cabe dudar de que calibren de lo que hablan quienes desconocen el funcionamiento mismo y el alcance de aquello sobre lo que hablan.

El Gobierno y el PSOE han actuado deplorablemente en todo el asunto, han perdido una votación crucial y han dejado en el desamparo a mucha gente que no lo merece. Pero de ahí a sostener que no tenían razón, que no hay que reprimir la piratería ni proteger la propiedad intelectual, media un abismo de mala fe encubierta de libertarismo. El Gobierno debe tomarse su tiempo, afinar algo más y proponer un proyecto de ley específico sobre el asunto, no un parche metido de matute en otra ley. Para ello conviene que haga lo que dice la ministra González-Sinde, seguir debatiendo y asesorándose. Así que es bueno que recabe opiniones pero debe tener cuidado porque si el legislador no tiene mucha idea de lo que habla, los opinión makers, que van de enterados todavía pueden tener menos e incluso decir verdaderas tonterías.

Tómese un artículo públicado ayer por Josep Ramoneda, columnista de El País, titulado La "Ley Sinde" como síntoma. Es imposible acumular en tan corto espacio periodístico mayor cantidad de dislates, injusticias y simples bobadas.

Sostiene Ramoneda que: "El Gobierno se vio impelido a redactar esta norma por las presiones de siempre: de la industria cultural, del grupo de artistas abajo firmantes que son amigos de la paz y de Zapatero, pero sobre todo de ellos mismos, de las agresivas prácticas (según generoso eufemismo del embajador de Estados Unidos) de la SGAE y, como han revelado Wikileaks y González Sinde, del propio Gobierno americano y de algunos vecinos europeos". No hay duda de que el Gobierno actuó rematadamente mal, se pasó de listo, no supo negociar y se puso de alfombra de los gringos. Pero el articulista no puede ignorar que su iniciativa responde a la exigencia legítima de un verdadero montón de artistas, creadores, escritores como él mismo y gentes en oficios aledaños que están siendo objeto de un expolio sistemático y a los que hay que proteger. Sólo le ha faltado a Ramoneda hablar de los "artistas de la ceja" y de los "titiriteros".

El viejo modelo está anticuado. Llega el nuevo: "Durante la fase anterior del capitalismo, la industria cultural ha funcionado a partir del esquema siguiente: un autor vende los derechos de su obra a un productor que después la venda a un distribuidor y este al consumidor, formándose en este proceso el precio del producto, del que las distintas partes se benefician. En la economía de la contribución este esquema está periclitado". Eso de la "fase anterior" es sorprendente, aunque tiene un pasar, pero en lo tocante a la "economía de la contribución" o yo no entiendo el concepto o no lo entiende él. Esta idea hace referencia a la posibilidad de extender el software libre, mancomunar esfuerzos de investigación, generar foros automáticos y bases de información compartidas, montar nuevas formas de acción y creación colectivas en el estilo wiki, en fin, inet 2.0. Pero no tiene nada que ver con los derechos de los creadores a la propiedad de su trabajo. A lo mejor el esquema que dibuja está en efecto "periclitado", pero no será por obra de la "economía de la contribución".

Afirma Ramoneda que: "Es evidente que hay que asegurar las formas de retribución de los creadores y de los productores, aunque también habrá que encontrar las fórmulas para que los herederos de un artista no vivan setenta años del cuento". Lo que es pasmoso salvo que esté dispuesto a encontrar fórmulas igualmente ingeniosas para evitar que vivan "del cuento" los herederos de los ricos, de los terratenientes, de los accionistas de las empresas , de los rentistas, los propietarios de minas de diamantes y los simples ladrones, estafadores y narcotraficantes En otras palabras, ¿puede explicar el articulista por qué le parece bien que la propiedad intelectual tenga una protección a término (que, además, juzga excesivo) y la no intelectual la tenga eterna?

Dice asimismo Ramoneda que: "Y, por la presión de los que viven mal el cambio de modelo, se ha dejado las cautelas por el camino, convirtiendo, en la práctica, el cierre de una web en una decisión administrativa", lo que ya es mala uva o producto de hablar de la Ley sin haberla leído. No es cierto lo de la decisión administrativa, ni lo será por mucho que los piratas y sus amigos lo repitan. La Disposición final (no adicional, como escribe Ramoneda) segunda de la Ley dice: "La ejecución de las medidas para que se interrumpa la prestación de servicios de la sociedad de la información o para que se retiren contenidos que vulneren la propiedad intelectual, adoptadas por la Sección Segunda de la Comisión de Propiedad Intelectual en aplicación de la Ley 34/2002, de 11 de julio, de Servicios de la Sociedad de la Información y de Comercio Electrónico, requerirá de autorización judicial previa de conformidad con lo establecido en los apartados siguientes". Estará bien o mal, será mejor o peor, más o menos objetable, pero hay decisión judicial previa y decir lo contrario es faltar a la verdad.

Termina Ramoneda con una nota melodramática, alarmante en los tiempos que corren: "Y desde luego el camino no es criminalizar a los niños y a los jóvenes que entran al mundo por esta ventana". ¿Quién le ha dicho tal cosa a este hombre? ¿De dónde ha sacado esa peregrina idea de criminalizar a niños y jóvenes cuando lo que la nonnata "ley" pretendía era cerrar páginas de descargas, habitualmente negocios, precisamente para evitar esa criminalización de la que habla el articulista con tanto conocimiento de lo que dice como el legislador de lo que rechaza?

(La imagen es una foto de ottoreuss2, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 22 de desembre del 2010

Sindeología.

¡Qué batacazo, Ministra! Primero te cargas la ley estrella de la segunda legislatura de Zapatero, la Ley de la Economía Sostenible (LES), metiéndole una disposición final segunda medio de tapadillo que obligó a retrasar año y medio su aprobación, y luego te cargas esa misma disposición por no saber negociarla. O, lo que es peor, negociándola con los gringos para que estos presionaran a los partidos españoles que finalmente te han dado la espalda.

Probablemente el espíritu de la Ley Sinde sea correcto y lo menos que se puede pedir: proteger la propiedad intelectual y cerrar páginas de descargas, previa decisión judicial. Pero la forma de defenderlo y plasmarlo en ley ha sido tal chapuza que cabe preguntar si Sinde no es un submarino del Partido Pirata. Aunque hay decisión judicial y ésta es previa (cosa que los internautas piratas niegan con notable descaro), es posible que la provisión de que la decisión judicial se tome a instancias de un expediente administrativo no dé buena espina aunque, en definitiva, no es grave: la decisión es del juez y si hay ciudadanos que crean estar por encima de las decisiones judiciales, que lo digan claramente.

Pero lo más chapucero de todo ha sido ir de tapadillo, como el ladrón en la noche, en una disposición final de otra ley, aprovechando la conocida querencia del Pisuerga. Lo que se hace a hurtadillas canta a la luz pública y la única forma de camuflarse es con la mayoría. En fin, notable fracaso, victoria para el bando pirata que ha conseguido presentar su causa no como un expolio de la propiedad intelectual, sino como la defensa de la libertad (de expresión, de navegación, de información). Alejandro Sanz twitea que los políticos españoles son unos cobardes porque no van a votar (y no han votado) la Ley Sinde porque es impopular. No sé si son cobardes o no; pero sí me parece que no saben bien lo que hacen.

Legislar sobre internet tiene muchos inconvenientes y uno de ellos es que el legislador no sabe lo que dice. Para convencerse basta con examinar las habilidades de los diputados como internautas. No todos tienen blog y muchos de los que lo tienen más valdría que no lo tuvieran. Los hay que no leen el correo electrónico y de las redes sociales no se hable. Cabe dudar de que calibren de lo que hablan quienes desconocen el funcionamiento mismo y el alcance de aquello sobre lo que hablan.

Porque hablar, hay que hablar, a ser posible sabiendo lo que se dice. Tomar en cuenta la opinión pública, consensuar con los otros partidos. Dada la importancia y consecuencia de aquello sobre lo que se quiere legislar (la propiedad intelectual y derechos directa o indirectamente afectados como el de autor, el de expresión, el de información, el de circulación, etc) habría que iniciar un proceso de reforma legislativa específico. Esto no se arregla con una disposición final segunda en otra ley.

(La imagen es una foto de Casa de América, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 21 de desembre del 2010

La descarga de la brigada ligera.

Ayer la red hispánica echaba bombas y hoy ya no quiero ni pensarlo. Quien fuera ayer a algunas de las páginas de visualizar o descargar más populares se encontraba el letrero de la izquierda escrito con contundente retórica política de movilización. Lo sé porque lo leí, así como otras interesantes informaciones, en el blog Trending Topics que, a pesar del título, está en español pues habita en El País. Es más, su subtitulo es lo más caliente en la red.

Y caliente está la red. Hubo ataques a las páginas de la SGAE, del Congreso de los Diputados, del PSOE, del PP, del PNV. La llamada "Ley Sinde" no gusta nada a los internautas, que se han movilizado en su peculiar estilo guerrillero en una batalla más de la ciberguerra que empezó con el asunto WikiLeaks. En realidad no es una ley, sino la disposición final segunda de otra ley (la llamada de Economía Sostenible) y que lleva el prolijo título de Modificación de la Ley 34/2002, de 11 de julio, de Servicios de la Sociedad de la Información, el Real Decreto legislativo 1/1996, de 12 de abril, por el que se aprueba texto refundido de la Ley de Propiedad Intelectual y la Ley 29/1998, de 13 de julio, reguladora de la jurisdicción contencioso-administrativa, para la protección de la propiedad intelectual en el ámbito de la sociedad de la información y de comercio electrónico. En realidad: norma contra las descargas. Obviamente es más fácil Ley Sinde

Por dónde se ha llegado a algo tan rocambolesco como regular una actividad social de gran impacto económico a través de una disposición final en otra ley que no tiene nada que ver se explica al parecer por las presiones de la embajada de los Estados Unidos que actúa en defensa de las grandes industrias yankies. Era algo que se suponía pero que con los cables de WikiLeaks ha quedado perfectamente demostrado, para que luego digan los enterados de siempre que Assange es un agente de la CIA. Por cierto, en esas maniobras entre bambalinas del procónsul gringo con los políticos españoles, haciendo un lobby descarado (chantajes y amenazas incluidos), los gobernantes quedan mal pero la oposición no queda mejor. El embajador Solomon dice que Rajoy le explicó que, aunque su opinión era favorable a la "Ley Sinde", por razones electorales tenía que manifestarse en contra. Lo sabíamos pero ilustra leerlo.

Los internautas se quejan de que la Ley Sinde permite el cierre de páginas web por decisión administrativa ya que los jueces no tienen claro si las descargas P2P son o no delito y, de momento, parecen inclinarse por el "no". En contra de lo que se dice, la Ley no se ha hecho para saltarse este requisito ya que exige expresamente decisión judicial. La disp. final segunda, siete, 1 dice: La ejecución de las medidas para que se interrumpa la prestación de servicios de la sociedad de la información o para que se retiren contenidos que vulneren la propiedad intelectual, adoptadas por la Sección Segunda de la Comisión de Propiedad Intelectual en aplicación de la Ley 34/2002, de 11 de julio, de Servicios de la Sociedad de la Información y de Comercio Electrónico, requerirá de autorización judicial previa de conformidad con lo establecido en los apartados siguientes. Es posible que esto no parezca suficiente a los internautas o no crean en ello. En todo caso, doctores tiene la Iglesia y, si la ley se aprueba, siempre se podrá recurrir por inconstitucional o, imagino, cuando se le aplique a alguien en concreto, por la via del recurso de amparo.

Pero también es posible que la ley no se apruebe. El ciberespacio anda muy revuelto con el caso WikiLeaks y muy aguerrido. Los apoyos y alianzas del Gobierno empiezan a flaquear. Todo el mundo teme al ciberlobo y en CiU, como en el PNV hay poco ánimo de enfrentarse al sector más dinámico de la sociedad: los internautas con sus ciberguerras, dirigidos por su hackers.

Esta batalla debe librarse en la red porque ha surgido de la red. Los derechos de autor han sido de siempre objeto de ataque de falsificadores y plagiarios. El caso más extremo que conozco de falsificación es el Quijote de Avellaneda por el cual éste pretendió arrebatar a Cervantes no sólo los derechos de autor sino su misma condición de autor. La red introduce un elemento de masificación y simplificación inimaginable: música, cine, vídeos, libros, todo se puede hoy bajar y apropiar sin coste. Hasta el extremo de que los ataques a la propiedad intelectual se designan como piratería; es más, son industrias lucrativas. Hay partido piratas. Alguno, como el sueco, cuenta con dos eurodiuputados, aunque ningún parlamentario en el interior. Este término de piratería tiene más sentido del que parece si se recuerda que internet puede (y quizá deba) verse bajo un principio análogo a la de libertad de navegación.

Los partidos piratas tienen un programa de abolición de la propiedad intelectual y el derecho de patente. Supongo que eso sería admisible si también se aboliera el resto de los derechos de propiedad. Si no me parece injusto que un músico no sea propietario de su música y un zapatero sí de sus zapatos. Da la impresión de que ésta sea también la opinión de los internautas que no son del partido pirata, esto es, hay que llegar a un acuerdo para respetar los derechos de autor y facilitar, generalizar, democratizar el acceso a los bienes intelectuales, a las creaciones. Eso está en interés de todo, en primerísimo lugar los creadores.

En este terreno el argumento del ciberespacio me parece muy convincente. Lo que la Ley, según ellos, defiende no son los intereses de los artistas ni los de los consumidores sino los de los intermediarios, las discográficas, los cinematográficas, etc. Estos no están dispuestos a variar su modelo de explotación atendiendo a las nuevas posibilidades de difusión, sino que pretenden censurar para mantener sus privilegios, el más irritante de los cuales es el de sus márgenes abusivos que repercuten en precios demasiado altos. La tendencia a la gratuidad propia de la red implica que quien quiera hacer negocio en ella debe reducir sus márgenes o no hará nada. Cuando esto sucede, la idea es negocio. Las empresas que explotan el streaming, como Netflix para vídeos y Spotify para música son exitazos. Netflix se ha cargado el emporio Blockbuster. Pero, claro, son éxitos con unos márgenes menores. No están orientadas a la explotación de los artistas y los creadores.

dijous, 16 de desembre del 2010

Cuando la noticia es el periódico.

¡Lo que se oye sobre WikiLeaks por ahí! Muy interesante el debate de Caixaforum del martes sobre el asunto. El periodista Javier Bauluz sintetizó un aspecto diciendo que: Estamos en un nuevo ecosistema de la información en el que Wikileaks es la bomba que lo cambia todo. Lo interesante aquí es la palabra bomba que no solamente trasluce el sentimiento de conmoción del hablante, sino que sitúa la cuestión en el ámbito bélico en el que llevan ya tiempo situándola los internautas, el mismo WikiLeaks, cuando hablan de que ha comenzado la primera ciberguerra global. ¿Acaso no salió Assange en octubre, cuando las filtraciones sobre el Irak, reproduciendo las famosas palabras de Hiram Johnson, la primera baja en la guerra es la verdad?? Las guerras se hacen con bombas. Y no se crea que se trata solamente de bombas virtuales. WikiLeaks es, sí, una bomba virtual pero porque afecta de modo decisivo a las bombas materiales. El ciberespacio es digital pero es un espacio en el que se libra una guerra con efectos materiales, analógicos.

El discurso sobre la red es a veces un poco abstracto. Yo mismo he formulado uno en mi libro sobre La política en la era de internet (así me hago algo de propaganda) con ánimo de aproximarlo a la política real. Pero el discurso sobre WikiLeaks es muy concreto. Internet es el espacio de las posibilidades; WikiLeaks es el de las realidades. Internet es el noúmeno y WikiLeaks el fenómeno, lo que duele. Por eso los participantes en el citado foro concluyeron que cambio, sí, pero con periodismo que de nuevo insinúa o sugiere más que dice: que se plantea el problema de la supervivencia del periodismo. No es así del todo. A mi modesto entender lo que se plantea es la supervivencia del periodismo de papel. El periodismo digital es boyante y este sí que es un debate curioso. Internet está obligando a todas las profesiones a reinventarse si quieren sobrevivir: los traductores, los fotógrafos, los profesores, los médicos, los abogados, los ingenieros, todos tienen que adaptarse a nuevos tiempos, volcarse en la red, reformular sus provincias, experimentar nuevo instrumental, entender que ahora actúan en el ciberespacio y a través de la red. Pues lo mismo tendrá que pasar con los periodistas y, ¿por qué no? hasta con los curas. Ya habrá gente, supongo, entre los católicos diciendo sus pecados al confesor por skype.

El más curioso efecto de WikiLeaks sobre la prensa lo exageraba bastante en el foro el corresponsal del Guardian, Gilles Tremlett, en un overstatement muy poco británico, diciendo que se corre el peligro de convertir a los periodistas en correveidiles. Hombre, no tanto; pero sí se ha convertido a los periódicos en noticia. Desde luego la elección de las cinco cabeceras tiene un valor simbólico enorme, guste o no guste al resto de la prensa porque es como si hubiera establecido una primera y una segunda división. Los de segunda tienen que usar al de primera de fuente, lo que es profesionalmente una humillación y comercialmente una ruina. Pero no hay nada que hacer. Durante un tiempo, las portadas de El País, como las de Le Monde, The Guardian, etc seguirán siendo noticia en sí mismas. Con el irónico complemento de que las news son todo menos news dado que se trata de una especie de periodismo histórico o, si se quiere, de un testimonio de la actualidad, pero no de la actualidad actual sino de la pasada. La portada reproducida de El País trae dos bombas. Una es la divertida coincidencia entre la embajada de los EEUU y el señor Rajoy: los dos parecen convencidos de la incapacidad de Zapatero de solucionar la crisis. Sólo que la embajada lo manifiesta en secreto mientras que Rajoy lo trompetea a los cuatro vientos.

La otra bomba es la revelación de la causa de la baja de Fidel Castro y los movimientos en la estructura del poder cubano en la hipótesis de su defunción. Quizá sea ésta una de las razones por las que el propio Fidel Castro, al tiempo que alaba WikiLeaks porque ha puesto de rodillas el Imperio, se lamenta de que haya filtrado la información a cinco transnacionales entre las que se cuentan dos tan extremadamente mercenarias, reaccionarias y pro fascistas como la española PRISA y la alemana Der Spiegel, que las están utilizando para atacar a los países más revolucionarios. Fidel sigue siendo Fidel, un pelín exhuberante. Porque si PRISA es pro fascista, ¿qué es Intereconomía?

dilluns, 13 de desembre del 2010

¿Guerra o revolución? La multitud ya está aquí.

Sí, sí, esa multitud de la que hablan los teóricos postmodernos, a la que remontan a los tiempos de Spinoza. La multitud, recuperación de un concepto que permite cerrar el periodo de las clases y, por ende, de la lucha de clases. La clase ya no es sujeto de nada, dicen, ahora es la multitud, esto es, un conglomerado amorfo, de multiple composición y con muy distintas orientaciones vitales. Esa multitud hará la revolución; pero, claro, ésta ya no será a la antigua usanza, con barricadas en las calles y asalto a algún edificio emblemático, como la Bastilla, el Palacio de invierno o el cuartel Moncada. Los nostálgicos de estas formas del pasado ignoran que están viviendo otra época y lo ignoran porque siguen creyendo que luchan por el futuro. Pero no por el futuro de hoy sino por el de ayer. Así que nada de extrañar la situación calamitosa en que se encuentra la izquierda analógica.

La multitud se ha manifestado con motivo del ataque de los Estados, encabezados por los EEUU, al sitio de WikiLeaks y a su fundador, Julian Assange, actualmente detenido a disposición de un juez británico. A los ataques a WikiLeaks con expulsión de sitios y portales ha respondido la multitud mediante la operación Payback con contraataques que han tumbado Amazon, Paypal, un banco suizo y, por unos momentos, la página web del Senado de los Estados Unidos. La multitud está hecha de hackers, cientos, miles, decenas de miles en todo el mundo, que se relacionan de modo absolutamente líquido, que diría Baumann, a través de la página de los anónimos www.anonymous.org que a su vez, según parece, trae causa de otra, 4chan. Son los anónimos los que reividican las acciones. Supongo que se habrá observado la proliferación de máscaras en las manifas por WikiLeaks. Las caretas son el rostro del anónimo. Cualquier puede ser anónimo. Si se entra en su página, lo primero que se recibe son las instrucciones para borrar la IP de nuestro ordenador y navegar sin dejar rastro ni ser detectados. De todas formas esto último ya lo anunciaba Google. ¿Qué más multitud que decenas de miles de anónimos? Tiene una organización con una estructura laxa que además cambia con frecuencia a través de las comunicaciones de los miembros. Esto implica que las decisiones de atacar un sitio u otro y atacar de una u otra manera se toman de modo asambleario y espontáneo, lo que tiene sus ventajas y sus inconvenientes.

Lo importante es que no hay núcleo dirigente, jefatura o dirección. Cualquiera es anónimo. Cualquiera puede haber dejado escritas las siguientes palabras: "Llevo años merodeando en torno a la 'próxima guerra de internet'. No digo que sepa cómo ganarla. Pero digo que ha comenzado". Por eso señala un asesor del Gobierno de los EEUU en asuntos de internet que "los hackers atacan desde la sombra y no temen respuesta alguna. No hay normas de combate en esta guerra emergente"". Suena a teoría clásica de la guerra de guerrillas. A guerra, a revolución. En el ciberespacio y con armas nuevas. Véase el vídeo siguiente, la samba de WikiLeaks. Aparte de poder descargarlo directamente, cabe ir a la página de Sonic disobedience, un evidente juego de palabras con civil disobedience.



Desobediencia civil, eso es lo que más define la actitud de Assange y la de sus seguidores, colegas, amigos. Desobediencia civil, actitud de no obedecer al poder legítimo cuando éste impone normas que el desobediente considera inicuas. Esa acción desinteresada es la que le granjea el apoyo de tantos voluntarios, dispuestos a entrar en una guerra de su lado.

El Gobierno de los EEUU, prácticamente todos los gobiernos, ha perdido la primera confrontación: no ha conseguido acallar WikiLeaks ni frenar el torrente de información de los 250.000 cables. Al contrario, estos se han difundido por el mundo entero; no solamente a los cinco periódicos de referencia sino a los cerca de 1100 mirrors (réplicas) que hay ya en la red. WikiLeaks ha conseguido su objetivo, los 250.000 cables se han extendido por el mundo entero.

Los gobiernos también tienen perdida la guerra de antemano. La multitud está en todas partes, como dice la canción de anonymous, las paredes oyen. En la habitación de al lado puede haber un anónimo. Tu cónyuge puede serlo. Imposible detectarlo. A las tres famosas cosas que no dejan huella (el pájaro en el aire, el pez en el agua y el hombre en la mujer) hay que añadir hoy el internauta en el ciberespacio. La única forma que se me ocurre por la que los Estados y los gobiernos podrían pensar en contraatacar a la multitud en pie de guerra es infíltrándose en ella al amparo del anonimato. Llenarla de algo parecido a los trolls pero no exactamente porque la misión de estos es desconcertar y la de los infiltrados sería la de conducir a la multitud por otro sendero.

Con todo esto es harto difícil porque si el discurso de la revolución y la emancipación es claro y directo. el de la reacción y la sumisión es oscuro y torcido.

(La imagen es una foto de alyceobvious, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 11 de desembre del 2010

Por qué debemos defender WikiLeaks.

I

Por la libertad de expresión. Elemento esencial de la condición humana, algo sin lo cual la vida se degrada. Piedra angular de la cultura occidental. Fundamento mismo de los EEUU a través de la 1ª enmienda de la Constitución y que los EEUU de ahora parecen dispuestos a quebrantar al perseguir a Assange por ejercerla ¿Hasta dónde cabe defender este derecho? Hasta donde sea humanamente posible. Es cierto que la libertad de expresión no es un derecho absoluto. No hay derechos absolutos. Pero debe acercarse cuanto pueda a serlo. Los límites a la libertad de expresión deben estar justificados por algo más que por la mera invocación de los secretos de Estado, especialmente por cuanto, digan lo que digan las autoridades norteamericanas, los secretos revelados no afectan a la seguridad nacional sino, si acaso, a la imagen de los EEUU y de muchos otros países, organizaciones, personas, etc.

II

Por la libertad de circulación. La naturaleza de internet permite hablar de circulación y no solamente de la de las ideas en un mundo tradicional. Internet es un espacio nuevo, distinto, un continente inmenso aún por explorar que acaba de emerger o, mejor, una nueva mar océana. ¿No se habla de navegar en la red? ¿No son los usuarios internautas? ¿No utilizan para sus desplazamientos navegadores? En esa mar océana virtual no solamente circulan ideas sino órdenes, proyectos, ataques, contraataques; hay logística y combate. Y si algo cabe defender aquí es la vieja doctrina de la libertad de los mares. Las interferencias en esa libertad son actos de piratería. Con todos los respetos, lo que los EEUU están tratando de hacer es un acto de piratería. Por eso, los neocons (en sentido inglés) más cons (en sentido francés) insisten en que se declare a Assange enemigo combatiente lo que en román paladino quiere decir que pueden secuestrarlo y encerrarlo en Guantánamo, por ejemplo, privado de los más elementales derechos civiles.

La verdad, produce sonrojo ver que quienes se muestran dispuestos a cometer tal atropello afean a la República Popular China que haga lo propio con su propio disidente, Liu Xiaobo, a quien ha condenado y, por lo menos, mejor o peor, ha juzgado. Aquí, en el Occidente de las libertades, los jueces brillan por su ausencia o por su servilismo. ¿Qué juez ha ordenado el cierre de sitios web de WikiLeaks, su dominio, su alojamiento en hosts y servidores, Amazon, etc? ¿Sólo puede navegar por la red quien se pliegue a los EEUU?

III

Porque es en donde debe estar la izquierda. Puesto que la lucha está en donde está y no en otra parte. WikiLeaks quiere decir libertad de expresión, trasparencia, rendición pública de cuentas, revelación de corruptelas, de conjuras, de delitos en contra de los intereses del común. Todos ellos objetivos típicos de la izquierda, al menos en teoría. Otra cosa es la práctica, cuando la izquierda ocupa los gobiernos y su teoría muda. Cierto que hay quien dice que si la izquierda cambia cuando accede a los gobiernos es porque no era "verdadera" izquierda. Pero esta es una pelea propia de la casa que ya aburre a las ovejas que apacientan las ovejas. El hecho desnudo es que la vieja teoría según la cual para transformar el mundo hay que estar en el gobierno porque, de lo contrario, te consumes en la irrelevancia, ya no funciona: el que no está en el gobierno es irrelevante a la hora de reformar la sociedad; y el que está, también. Los gobiernos ya no cambian nada, carecen de margen de acción (sin duda, unos más que otros), a merced de fuerzas económicas y financieras y coyunturas económicas que no controlan y contra las que nada pueden.

Por supuesto, estar en el gobierno es mejor que no estar. Pero es quimérico y erróneo concentrar toda la atención de la izquierda en la acción de gobierno. Hay nuevos actores, un nuevo territorio en la sociedad civil en el que la acción es más importante que en el ambito político-estatal.

El capitalismo, en su desarrollo frenético, ha acabado convirtiendo en mercancía y mercancía al alcance de todo el mundo la información, toda la información. Recuérdense las famosas autopistas de la información, de Al Gore. ¿Por qué hay que exceptuar la información relativa a los secretos de Estado? Sobre todo teniendo en cuenta que es el propio Estado el que decide qué es y qué no es secreto.

Al poner la información al alcance de todo el mundo, el capitalismo difunde el poder entre la gente, empowers the people, apodera a la gente. El poder está más en la gente que en los gobiernos. Pero tiene que aprender a usarlo. Esa es tarea de la izquierda: aumentar su propia digitalización, que es muy escasa, e irrumpir en el mundo virtual en busca de la perdida hegemonía ideológica que le ha arrebatado la derecha a través de los medios de comunicación tradicionales. Los medios clásicos son abrumadoramente de derecha porque es la derecha la que tiene el dinero. Basta con mirar las TDTs, todas de derecha.

La izquierda debe concentrarse en internet, más al alcance de sus posibilidades y con las mayores posibilidades de difusión. Es el propio capitalismo el que juega a favor de esto, desde el momento en que está interesado en que haya acceso universal a la red ya que tiene que vender computadoras y todo género de gadgets tecnológicos, todos ellos conectados a la red.

IV

Porque defender WikiLeaks es defender internet. O sea, defendernos a nosotros mismos, defendernos de los yugos que nos quieren poner las "gentes de la hierba mala", como decía Miguel Hernández.

(La imagen es una foto de Flopod, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 8 de desembre del 2010

WikiLeaks: la revolución en marcha.

Hasta de la crisis se han olvidado. Todos los medios, todos los focos se concentran hoy en la figura del activista detenido ayer en Londres. Los gobiernos no gobiernan; las bolsas, los bancos han pasado a segundo plano. Hay una crisis del euro en marcha y no consigue captar la atención. La batalla es ahora por el alma, el corazón mismo de la cultura y la civilización humanas; es por la libertad de expresión. O sea, por la libertad a secas, esa que, al decir de Azaña, nos hace hombres, esa por la que la vida se ha de dar, según don Quijote. Es una revolución, pero no es nueva sino una batalla más en la larga lucha de la humanidad por liberarse a sí misma de sí misma. A un lado, la Grecia clásica, la revolución inglesa, la Ilustración, el racionalismo, el positivismo, internet; al otro, las diversas formas que los despotismos han ido tomando a lo largo de la historia, desde las tiranías griegas o persas hasta los totalitarismos del siglo XX, pasando por la Inquisición o la Santa Alianza. A un lado Platón (en la Apología de Sócrates), Milton, Locke (el padre espiritual de los Estados Unidos), Mill, Russell, Assange y al otro Aristófanes, Jerjes, Filmer, Torquemada, Calvino, De Maistre, Stalin, Hitler y Bolton, el ex-embajador yanqui en la ONU que traía Palinuro ayer, un hombre tan enterado que piensa que se puede cerrar internet "apagándole los electrones".

Sé que suena algo grandielocuente, pero esos son los stakes. Ya lo ha dicho Naughton: o aceptamos vivir en un mundo transparente o cerramos internet que es como apagar el mundo. Ahora que se estaba poniendo apasionante. De un golpe como de relámpago, en menos de seis meses, con más de 400.000 documentos en diversos grados de secreto circulando en el ciberespacio, ha quedado clara la verdadera naturaleza del poder de los EEUU, un Estado al que cabe clasificar de Estado que fomenta el terrorismo de acuerdo con su propia definición. La verdad, siente uno tristeza por esos sesudos analistas que llevan años estudiando la naturaleza del poder de los EEUU, como Joseph Nye y su bendita teoría del "poder suave o blando", frente al "poder fuerte o duro" que, de todas formas tampoco era tan nueva. Ya el bueno de Teddy Roosevelt, a comienzos del siglo XX, decía que había que hablar suavemente y blandir un buen garrote. Lo que WikiLeaks ha puesto en claro es la esencia de ese garrote o de esa suavidad: todo tipo de trampas, chanchullos, ilegalidades y delitos. Para los EEUU el Estado de derecho, the rule of law es una filfa.

A estas horas, la peripecia personal de Assange, su via crucis legal, sigue su curso. Porque el hombre, respetuoso con la ley, se ha entregado pero no quiere que lo extraditen a Suecia pues tiene fundadas sospechas de que la causa sueca no es más que un montaje político en el que están involucrados los EEUU a través de sus organizaciones anticastristas. Veremos qué sucede pero vaya por delante que Assange no es un delincuente sino un desobediente civil que acata las decisiones de la justicia. Esto es muy importante para que sepamos cómo valorar en su justa medida la avalancha de criminalizaciones e invitaciones al asesinato de que Assange ha sido víctima en los últimos días, algo increíble.

Y, sin embargo, por bochornosa, inquisitorial y odiosa que sea esta persecución contra un hombre y una organización que están defendiendo la libertad de expresión, lo más llamativo del asunto es que, además, es inútil. En este terreno, el baranda mayor del mundo y sus agentes, lacayos y palafreneros tienen perdida la guerra.

He salido de dudas: es imposible silenciar WikiLeaks en la red y mucho más eliminar los tropecientos mil documentos probatorios. En este mismo momento cualquiera puede recorrer los cables, debidamente clasificados por fechas, países, etc, en The Guardian, El País o en la página de la Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia y en infinidad de sitios, desde Islandia a Vuanatu.

Esa guerra está perdida para los Estados. ¿Para qué quieren a Assange? ¿Para hacer un mártir de él? ¿Para dar a un movimiento ya imparable un rostro humano? Porque cabe preguntarse si no será posible acabar con WikiLeaks y todo lo que representa por otros medios. A este respecto, Der Spiegel hace un estudio minucioso de la situación que se llama No es posible frenar WikiLeaks. Ningún otro mecanismo va a funcionar. Cerrar los sitios WikiLeaks carece de sentido ya que hay centenares de réplicas y cada vez más. Ahogarlo financieramente, supuesto que se pueda, con bancos (suizos), cartas de crédito o Paypal, no impedirá que cada vez le llegue más dinero, a través de alguna fundación (esta la he sacado de Der Spiegel) u operando en países en que WikiLeaks no esté prohibido, como Francia. Tampoco es posible eliminar el movimiento en favor de WikiLeaks en Twitter o Facebook porque eso pondría a los millones de clientes en contra. Twitter es el canal por el que WikiLeaks está presente en todo el mundo en todo momento.

Esta guerra está perdida: liberad a Assange, contad la verdad a la gente acerca de los gobiernos, los de primera y los de vigésima séptima (¡qué espectáculo, voto a tal, el de ese ministro lloriqueando a Condoleeza Rice!), obligad a los bancos a decir la verdad, a las grandes farmacéuticas, las petroleras, abrid los paraísos fiscales. El mundo va a cambiar de base.

¿Que queda la China? Desde luego, con ese cordón de acólitos que ha formado para abuchear al premio Nobel de la Paz, Liu Xiaobo, para una vez que se lo dan a alguien que parece merecerlo. La China puede hacer lo que quiera. Tendrá que adaptarse. Y lo hará.

(La primera imagen es una foto de The /G/TM; la segunda,una foto de alyceobvious, ambas bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 7 de desembre del 2010

La realidad no soporta la realidad.

Este de la izquierda, Julian Assange, a quien Palinuro considera Un héroe de nuestro tiempo, resulta ser el enemigo público número uno. Un enemigo público global, como corresponde a la época. No es raro que los enemigos públicos sean vistos como héroes.

Pero ¡qué cacería! Hay verdadera furia. Quieren declarar terrorista a Assange, WikiLeaks, lo que sea; asesinar al hombre; expulsarlo de la red; ahogar el portal; terminar con esta pesadilla. El mundo no soporta verse como es. Todos los actores políticos de todos los países quedan muy por debajo de la imagen que les gusta proyectar de sí mismos. Todos los equilibrios internacionales, hechos de pactos, chanchullos, componendas están saltando en explosión incontenible. Por eso, cuando se escucha al Fiscal General de los EEUU, Eric Holder, decir que están haciendo lo que pueden para contener este flujo de información a uno le suena a una situación mucho peor que lo de las fugas de petróleo en el Golfo de México. Mucho peor porque este "flow of information" ya no hay quien lo pare. Está en la red y multiplicándose por miles cada minuto a través de los mecanismos P2P. Así que ese planteamiento es erróneo.

A su vez, la señora Clinton ya dijo en su día que la difusión de los cables fatídicos era un ataque a la Comunidad Internacional. Es pintoresco que hable de ataque a la Comunidad Internacional quien supuestamente ordenó que se espiara al Secretario General de las Naciones Unidas. En fin, espiar no es atacar; sólo es prepararse para hacerlo. El que ataca es quien revela el espionaje y con él no debe haber piedad. Lo que suena algo ridículo.

En el frente de la persecución personal del australiano la cosa parece decidida: hoy lo tendrá Scotland Yard en aplicación de una orden europea de extradición y lo llevará de inmediato al juez. La causa en Suecia es muy sospechosa: se presentó, se retiró y volvió a presentarse por otro lado. Acusaciones de violación y abusos sexuales. Tiene toda la pinta de un montaje, pero hecho en un terreno muy delicado para la sensibilidad de la época. Con ello no solamente parece pretenderse encarcelar a Assange sino desprestigiarlo también. Eso de la violación tiene muy mala prensa. Es de esperar que el activista salga bien librado de ésta.

Porque en el mundo no parece que haya lugar para él. Ha atacado todos los Estados descubriendo sus secretos y los Estados están coaligándose en su contra. Como quiera que los Estados ocupan todo el planeta, va a serle difícil encontrar un hueco. De momento se trata de si el Reino Unido lo extradita a Suecia; pero puede haber más demandas de extradición y el propio Reino Unido puede abrir una causa penal contra él invocando siempre el principio del secreto oficial y la defensa nacional. No es difícil. Otros están haciéndolo, por ejemplo Australia, su país de origen.

Se trata del primer objetor de conciencia a escala global, un objetor en nombre de la conciencia del mundo. Es una objeción que los Estados, especialmente los Unidos, no van a tolerar. Assange tiene pinta de ser la primera víctima de la guerra digital entre internet y los Estados.

Así que lo que interesa es entender esa guerra. El Guardian, que está haciendo una cobertura del WikiLeaks extraordinaria, publica hoy dos artículos que representan los dos polos entre los que se juega esta guerra; porque es una guerra y va en serio. Uno de ellos es de John Bolton, titulado Cables de WikiLeaks: Barack Obama es un peligro mayor. Suena un poco a discurso de Rajoy en España: Zapatero es culpable de todo. No es de extrañar. Este Bolton, a quien le parece que sobra la ONU y que fue, claro, embajador en la ONU en tiempo de Bush, dice sin ambages que hay que perseguir penalmente a Assange, cerrar WikiLeaks y sacar de la red todo el material dañino. Lo que sucede es que el gobierno de Obama, que es como un Zapatero, no tiene agallas. Discurso típico de halcón.

El The Guardian publica asimismo otro artículo de John Naughton titulado Vivid en un mundo wikilikeable o cerrad la red. Depende de vosotros. Se dirige a los políticos, claro. No se da punto medio, como no se da entre la libertad y la tiranía para un alma noble: si hay red, es libre. Lo mejor es que no la haya. Pero ¿puede haber un mundo sin red? Me parece que no. Y si es que no, está claro que nadie podrá contener ese condenado flood of information. Es imposible que los Estados prevalezcan en un mundo de trasparencia total. Así que si quieren sobrevivir tendrán que reinventarse porque las cosas ya no son como antes.

(La imagen es una foto de biatch0r, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 6 de desembre del 2010

Creced y multiplicaos.

Ahora que los controladores están marcando el paso y como se descuiden comen las uvas en el calabozo, y que es poco probable que vuelvan a cometer tamaño desafuero en un tiempo razonable, podemos regresar al asunto de verdad candente de nuestros días que es la aventura de WikiLeaks. Me preguntaba en una entrada anterior si sería técnicamente posible sacar a alguien de la red, excomulgarlo, excomunicarlo, desaparecerlo del ciberespacio. Parece que, en principio, es posible hacerlo cuando se tiene el poder de los Estados Unidos para ir presionando a servidores y portales a fin de que no alberguen WikiLeaks; así lo han echado de Amazon y, como los yanquies son pragmáticos, también han ido a cegarle la fuente de financiación consiguiendo que Paypal le cierre la cuenta. Un buen momento para que todos cuantos apoyamos WikiLeaks nos demos de baja en ambos lugares. A su vez, el servidor que alojaba su DNS también lo ha quitado con lo que WikiLeaks ha tenido que refugiarse en Suiza.

Este procedimiento, el de la persecución sitio por sitio, es muy primitivo y siempre habrá algún lugar que acoja al proscrito. No tengo muy claro qué pueda hacer la ICANN pero empiezo a sospechar que nada. Entre tanto Assange ha sabido moverse y se ha curado en salud de un posible black out por el curioso procedimiento de multiplicar el sitio WikiLeaks a través de un sistema de réplicas, de espejos, como en La dama de Sanghai. En el momento de escribir esto WikiLeaks estaba funcionando en 208 sitios. Es más hay una página que rastrea de modo automático las nuevas réplicas, lo que permite acceder a ella en los servidores más extraños. De ese modo ya no es necesario aprenderse la dirección IP de la organización aunque, por si acaso, es ésta 213.251.145.96, al parecer cedida por un dirigente del Partido Pirata suizo.

Así pues lejos de desaparecer del ciberespacio WikiLeaks está por doquier al grito de hagamos que los gobiernos sean abiertos. Es decir los Estados Unidos con esa ingente potencia militar que tampoco les sirve para ganar guerras no consiguen acallar la voz de un hombre solo que anda exponiendo sus más tristes vergüenzas a la luz pública. Bueno, el hombre es la cara de una organización que está haciendo una revolución en el ciberespacio desde el momento en que pone en práctica lo que muchos han formulado en la teoría pero no hecho realidad: que en la era de internet no puede haber nada secreto, que no hay forma de impedir la libre difusión de la información. Viene inevitablemente a la memoria el archicitado dictum de Kant de que nada que no pueda hacerse público es justo. Curiosa paradoja la de que los mayores traficantes de secretos sean los poderes públicos.

En todo caso, si es imposible acallar a alguien en la red y no hay forma de guardar secretos, que son las peanas de las mentiras, el mundo va a dar un giro espectacular y a una velocidad de vértigo. Si alguien lo duda lo invito a que, volviendo un poco la vista atrás compare el Obama de 2008 y el de 2010, el Zapatero de 2008 y el de 2010. Es lamentable que hayan de ser estos dos izquierdistas moderados de buena fe los que tengan que salir en defensa del sistema capitalista, de sus latrocinios, corruptelas y delitos, como si fuera un dechado de virtud democrática. La vida es dura pero la razón y la verdad están del lado de quienes desafían al Estado en nombre de la revolución de hoy, la de la transparencia total.

Frente a estas pretensiones es poco lo que el mundo tradicional y las gentes de bien pueden hacer y lo poco que pueden ya están haciéndolo: amenazar de muerte a Assange. Algunas de esta amenazas y peticiones de que lo asesinen proceden de las elites gobernantes estadounidenses, de donde se sigue con claridad que estamos gobernados por asesinos. Por ello Assange toma sus precauciones poniendo en manos de mucha gente un archivo cifrado con información sobre el asunto de BP en el golfo de México y el de Guantánamo. En el caso de que le suceda algo los poseedores de la información recibirán la clave de inmediato.

Puede que Assange sea detenido hoy. La cuestión es si se lo extraditará a Suecia cuenta habida de que parece confirmarse que la oscura causa judicial que allí se le ha abierto es un montaje político en el que se instrumentaliza a unos jueces proclives o poco escrupulosos para acabar con Assange. Algo parecido a lo que sucedió con Garzón en España. Acabar con Assange quiere decir entregárselo después al gran Inquisidor, los Estados Unidos. Si en el Reino Unido queda un adarme de respeto por the rule of law no se extraditará al australiano, haya o no euroorden, en tanto no quede claro que Suecia está tratando el asunto con la exigible legalidad y respeto al habeas corpus, cosa que no parece. Porque si los suecos ya colaboraron como siervos en los famosos vuelos de la CIA, ¿por qué no iban a hacerle ahora el trabajo sucio a los gringos?

(La imagen es una foto de biatch0r, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 4 de desembre del 2010

Revelaciones y revoluciones.

Cuando Reagan militarizó a los controladores aéreos

(Gracias, Félix)

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Los papeles de Assange son como esos almacenes de productos de pirotecnia que un buen día se incendian y los artificios empiezan a estallar uno tras otro con los más diversos efectos. Hoy te enteras de que la vicepresidenta del Gobierno socialista, la que parecía levitar en presencia de los dignatarios de la Iglesia, se comprometía a intervenir en procesos judiciales para favorecer a los Estados Unidos y mañana de que el señor Aznar no desecha la idea de volver. Necesita, sin embargo, que España lo necesite. No es para menos en quien dio en considerarse a sí mismo como un milagro. Son tracas, petardazos. No llegará la sangre al río; pero lo curioso es comprobar la mentalidad providencialista del personaje cuyo altísimo concepto de sí mismo no conoce límites. Ni los del ridículo.

En fin los papeles de WikiLeaks suponen tal sacudida de los pilares del mundo que la imagen más apropiada es la de Sansón derribando el templo, pero no vista como se acostumbra desde el lado de Sansón, que está ciego, sino del de los filisteos, a los que se les cae el templo encima. Assange viene a ser Sansón, aunque no dé mucho el tipo.

Por cierto que ya se ha puesto en marcha el procedimiento legal y Scotland Yard, que tiene localizado a Assange o eso dice, espera que los suecos cursen la orden de extradición. Seguramente sea el primer paso del final para este hombre al que Palinuro, en una entrada del 24 de octubre calificaba de Un héroe de nuestro tiempo. De Suecia lo extraditarán a los Estados Unidos y, una vez ahí, desaparecerá en alguna prisión federal del interior. O quizá no porque provoca auténtico entusiasmo en amplios sectores de la opinión y habrá escándalo. Lo que nos jugamos aquí es la libertad de expresión.

Porque los cientos de miles de cables filtrados son una revolución.Tanto que ya han comenzado a aparecer explicaciones por la habitual vía conspirativa. WikiLeaks y Assange están, dicen algunos, al servicio del Imperio, son hechura de la CIA o quizá algo peor: un intento de Israel y el Pentágono de azuzar contra sus enemigos, acabar con ellos y alcanzar el control absoluto de internet, eliminando toda opinión crítica. Este tipo de disparates son muy frecuentes, sobre todo dada la paranoia de cierta izquierda dizque pensante. Siempre hay alguien que sabe que el atentado de las torres gemelas lo perpetró el Pentágono o algo así. A esto suele llamarse teoría de la conspiración, lo que es injusto para las conspiraciones, de las que ha habido muchas y muy sonadas en la historia, desde la que acabó con la vida de Julio César hasta la que estuvo a punto de hacerlo con la de Hitler con la Operación Valkiria. Estas otras no son conspiraciones; son disparates, generalmente producidos por alucinados.

En España se producen también otras revelaciones sensacionales al haberse levantado el resto del secreto del sumario de Gürtel. Por lo que se sabe ahora, los imputados hasta la fecha parecen haber tenido montada una empresa para realizar sus latrocinios. Una empresa con una contabilidad minuciosa que ha ayudado mucho a la investigación. Lo más llamativo a la par que condenable es que la red empresarial estaba imbricada en la del partido. Que no solamente se beneficiaban presuntamente los empresarios civiles sino también los cargos públicos y, por último, el propio partido, al que se le financiaban las campañas electorales en dinero negro. Debajo de cada tarima a la que se haya subido la sandunguera señora Aguirre a mitinear en unas elecciones había jugosas operaciones mercantiles que luego repecutían en los generosos mecenas en forma de muchos contratos con la administración pública, otorgados a dedo por el procedimiento fraudulento del troceado de presupuestos. De ser cierto este relato, la imagen que proyecta es la de la España eterna.

Por último, unas palabra sobre la supuesta sedición de los controladores aéreos que obligó a cerrar el espacio aéreo al comienzo del largo puente de la Constitución. El gabinete de comunicación de la organización de estos presuntos huelguistas, que más parecen extorsionadores, debe de estar de vacaciones. La opinión que merecen los controladores es muy mala y, con esta agresión a los usuarios y a los intereses generales seguramente no va a mejorar. Lo de meter a los militares es una prueba más de la importancia que el Gobierno da a la decisión en el actuar. Ha sido una enseñanza de la crisis: que hay que proceder con contundencia frente a la prepotencia de los privilegiados y aplicar la ley sin miramientos cuando, además de la prepotencia se cometan delitos como parece ser el caso con esta sedición que está perjudicando a medio país.

(La imagen es una foto de Gobi, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 1 de desembre del 2010

Realidad dos punto cero.

Hay que seguir hablando de WikiLeaks porque el asunto lo requiere. Público saca en portada a Julian Assange diciendo que Clinton debería dimitir. Y es verdad. Pero como Clinton deberían dimitir todos los políticos, dignatarios, cargos públicos que han hecho o dicho algo vergonzoso, incluso delictivo. Y en el mundo encarna la utopía anarquista porque los gobiernos se desmoronan.

Es muy interesante el caso de Julian Assange. La imagen de la izquierda reproduce su rostro sobre la leyenda que está siendo ya el símbolo mismo de este movimiento y de la propia WikiLeaks: la verdad saldrá a la luz. Una afirmación en la línea de la vieja tradición del radicalismo liberal de Stuart Mill cuando mostraba su fe en que la verdad se impondrá sobre el error siempre que se puedan cotejar libremente. Lo que Assange está mostrando es que eso sucederá incluso aunque, por obra de la censura y el secretismo, los gobiernos traten de impedirlo. La lucha continúa. La lucha entre la razón de Estado de las grandes medianas y pequeñas potencias (que en esto todos los gobiernos del mundo forman una piña de intereses solidarios, desde los EEUU hasta Vanuatu) y la humanidad por su derecho a saber.

Humanidad va a hacerle falta porque truena ya sobre su blonda cabeza y su rostro casi albino. Miembros del Partido Republicano en los Estados Unidos piden que se declare terroristas a Assange y WikiLeaks. Que te declare terrorista el baranda del cotarro debe de ser un plato tan de gusto como cuando algún clérigo iraní de furibunda mirada y poblada barba te lanza una fatua; salvando las distancias, naturalmente, cada vez más cortas.

La entrevista a Time de la que habla Público se celebró por skype desde algún "lugar desconocido", dice la revista. Es como Ben Laden, que también vive en lugares desconocidos. Todo muy natural. Es la guerra digital, que se libra en el ciberespacio. Assange está en todas partes y en ninguna. Sus armas son archivos, en el fondo, bytes. Pero tiene revolucionado el planeta.

Preguntan mucho a Assange que si está en desobediencia civil y dice que no, que él es un obediente civil que quiere que la ley se cumpla. Él dirá lo que quiera pero es obvio que lo suyo es desobediencia civil de manual: alguien que quebranta la ley pacíficamente por razones morales. Porque ley, la hay. En todas partes hay ley de secretos oficiales y violarla está muy penado. Los gobiernos van en principio siempre contra los desobedientes civiles. Luego, si la causa de la desobediencia se extiende, pueden volver sobre sus pasos. Los ejemplos morales suelen tener mucho apoyo social, arrastrar a las masas, como Gandhi o Martin Luther King. En este caso, era digital, esa etapa se ha cubierto ya. Assange es conocido en el mundo entero y proceder contra él despertaría el rechazo de muchísima gente. WikiLeaks es una empresa sin ánimo de lucro y eso da a la actitud de Assange mayor valor moral: está jugándose la vida por una creencia. No por dinero. Y a estas alturas podría tener el que quisiera. Pero no lo hace y pone su codiciado material en manos de medios que son serios, sí, pero tienen ánimo de lucro, porque a la postre son empresas mercantiles. Estos medios han empezado a hablar de cuestiones deontológicas de donde se sigue que se han puesto de acuerdo para no publicar lo que juzguen que puede poner en peligro la vida de personas y no sé si algo más. En definitiva, a censurar, aunque por una noble razón. Claro que no conozco censor que no invoque razones nobles.

El dumping de informaciones revela un mundo por debajo del mundo, una realidad dos punto cero que lo que tiene de más asombroso es cuánto coincide con la imagen que todos teníamos de ella. ¿Alguien se extraña de que el embajador gringo sea un presunto espía? Los embajadores de los Estados Unidos parecen actuar como 007. Pero eso sucede con todos los embajadores del mundo en cuya nómina entra acceder a la mayor información posible del país ante el que están acreditados, sin ser muy delicados en cuanto a las vías. La diferencia está en el poder que tienen. En el caso de los yankies el embajador, además de espía, puede actuar tranquilamente como procónsul imperial. Y así lo hace cuando lo cree conveniente. Esa advertencia de uno de ellos de "se me está acabando la paciencia" en relación con un caso judicial español suena a mafia.

Porque si la actitud de los gringos es eso, imperial, la de sus interlocutores en diversos ámbitos de las instituciones soberanas del Estado es servil. Que parezca que los fiscales reciben órdenes del procónsul produce una impresión lamentable que tiene de uñas al establishment liberal nacional español. Y dentro de lo que cabe, al ser España un aliado clave, al decir del embajador yanki, Mr. Solomon, el trato que recibe el país es de mucha consideración. Donde tienen los estadounidenses un verdadero carajal es en la zona del Irak, Pakistán, Afganistán. Y ahí es en donde le dicen al Jefe del Estado lo que tiene que hacer o lo hacen por él. La vergüenza la ponen de nuevo esos países musulmanes dispuestos a pactar con el Imperio contra otros países musulmanes.

A vista de pájaro, el dumping de WikiLeaks nos ha dejado a todos en plena realidad dos punto cero.

(La primera imagen es una foto de R_SH; la segunda de biatch0,ambas bajo licencia de Creative Commons).