dimecres, 22 de desembre del 2010

Sindeología.

¡Qué batacazo, Ministra! Primero te cargas la ley estrella de la segunda legislatura de Zapatero, la Ley de la Economía Sostenible (LES), metiéndole una disposición final segunda medio de tapadillo que obligó a retrasar año y medio su aprobación, y luego te cargas esa misma disposición por no saber negociarla. O, lo que es peor, negociándola con los gringos para que estos presionaran a los partidos españoles que finalmente te han dado la espalda.

Probablemente el espíritu de la Ley Sinde sea correcto y lo menos que se puede pedir: proteger la propiedad intelectual y cerrar páginas de descargas, previa decisión judicial. Pero la forma de defenderlo y plasmarlo en ley ha sido tal chapuza que cabe preguntar si Sinde no es un submarino del Partido Pirata. Aunque hay decisión judicial y ésta es previa (cosa que los internautas piratas niegan con notable descaro), es posible que la provisión de que la decisión judicial se tome a instancias de un expediente administrativo no dé buena espina aunque, en definitiva, no es grave: la decisión es del juez y si hay ciudadanos que crean estar por encima de las decisiones judiciales, que lo digan claramente.

Pero lo más chapucero de todo ha sido ir de tapadillo, como el ladrón en la noche, en una disposición final de otra ley, aprovechando la conocida querencia del Pisuerga. Lo que se hace a hurtadillas canta a la luz pública y la única forma de camuflarse es con la mayoría. En fin, notable fracaso, victoria para el bando pirata que ha conseguido presentar su causa no como un expolio de la propiedad intelectual, sino como la defensa de la libertad (de expresión, de navegación, de información). Alejandro Sanz twitea que los políticos españoles son unos cobardes porque no van a votar (y no han votado) la Ley Sinde porque es impopular. No sé si son cobardes o no; pero sí me parece que no saben bien lo que hacen.

Legislar sobre internet tiene muchos inconvenientes y uno de ellos es que el legislador no sabe lo que dice. Para convencerse basta con examinar las habilidades de los diputados como internautas. No todos tienen blog y muchos de los que lo tienen más valdría que no lo tuvieran. Los hay que no leen el correo electrónico y de las redes sociales no se hable. Cabe dudar de que calibren de lo que hablan quienes desconocen el funcionamiento mismo y el alcance de aquello sobre lo que hablan.

Porque hablar, hay que hablar, a ser posible sabiendo lo que se dice. Tomar en cuenta la opinión pública, consensuar con los otros partidos. Dada la importancia y consecuencia de aquello sobre lo que se quiere legislar (la propiedad intelectual y derechos directa o indirectamente afectados como el de autor, el de expresión, el de información, el de circulación, etc) habría que iniciar un proceso de reforma legislativa específico. Esto no se arregla con una disposición final segunda en otra ley.

(La imagen es una foto de Casa de América, bajo licencia de Creative Commons).