Por la libertad de expresión. Elemento esencial de la condición humana, algo sin lo cual la vida se degrada. Piedra angular de la cultura occidental. Fundamento mismo de los EEUU a través de la 1ª enmienda de la Constitución y que los EEUU de ahora parecen dispuestos a quebrantar al perseguir a Assange por ejercerla ¿Hasta dónde cabe defender este derecho? Hasta donde sea humanamente posible. Es cierto que la libertad de expresión no es un derecho absoluto. No hay derechos absolutos. Pero debe acercarse cuanto pueda a serlo. Los límites a la libertad de expresión deben estar justificados por algo más que por la mera invocación de los secretos de Estado, especialmente por cuanto, digan lo que digan las autoridades norteamericanas, los secretos revelados no afectan a la seguridad nacional sino, si acaso, a la imagen de los EEUU y de muchos otros países, organizaciones, personas, etc.
Por la libertad de circulación. La naturaleza de internet permite hablar de circulación y no solamente de la de las ideas en un mundo tradicional. Internet es un espacio nuevo, distinto, un continente inmenso aún por explorar que acaba de emerger o, mejor, una nueva mar océana. ¿No se habla de navegar en la red? ¿No son los usuarios internautas? ¿No utilizan para sus desplazamientos navegadores? En esa mar océana virtual no solamente circulan ideas sino órdenes, proyectos, ataques, contraataques; hay logística y combate. Y si algo cabe defender aquí es la vieja doctrina de la libertad de los mares. Las interferencias en esa libertad son actos de piratería. Con todos los respetos, lo que los EEUU están tratando de hacer es un acto de piratería. Por eso, los neocons (en sentido inglés) más cons (en sentido francés) insisten en que se declare a Assange enemigo combatiente lo que en román paladino quiere decir que pueden secuestrarlo y encerrarlo en Guantánamo, por ejemplo, privado de los más elementales derechos civiles.
La verdad, produce sonrojo ver que quienes se muestran dispuestos a cometer tal atropello afean a la República Popular China que haga lo propio con su propio disidente, Liu Xiaobo, a quien ha condenado y, por lo menos, mejor o peor, ha juzgado. Aquí, en el Occidente de las libertades, los jueces brillan por su ausencia o por su servilismo. ¿Qué juez ha ordenado el cierre de sitios web de WikiLeaks, su dominio, su alojamiento en hosts y servidores, Amazon, etc? ¿Sólo puede navegar por la red quien se pliegue a los EEUU?
Porque es en donde debe estar la izquierda. Puesto que la lucha está en donde está y no en otra parte. WikiLeaks quiere decir libertad de expresión, trasparencia, rendición pública de cuentas, revelación de corruptelas, de conjuras, de delitos en contra de los intereses del común. Todos ellos objetivos típicos de la izquierda, al menos en teoría. Otra cosa es la práctica, cuando la izquierda ocupa los gobiernos y su teoría muda. Cierto que hay quien dice que si la izquierda cambia cuando accede a los gobiernos es porque no era "verdadera" izquierda. Pero esta es una pelea propia de la casa que ya aburre a las ovejas que apacientan las ovejas. El hecho desnudo es que la vieja teoría según la cual para transformar el mundo hay que estar en el gobierno porque, de lo contrario, te consumes en la irrelevancia, ya no funciona: el que no está en el gobierno es irrelevante a la hora de reformar la sociedad; y el que está, también. Los gobiernos ya no cambian nada, carecen de margen de acción (sin duda, unos más que otros), a merced de fuerzas económicas y financieras y coyunturas económicas que no controlan y contra las que nada pueden.
Por supuesto, estar en el gobierno es mejor que no estar. Pero es quimérico y erróneo concentrar toda la atención de la izquierda en la acción de gobierno. Hay nuevos actores, un nuevo territorio en la sociedad civil en el que la acción es más importante que en el ambito político-estatal.
El capitalismo, en su desarrollo frenético, ha acabado convirtiendo en mercancía y mercancía al alcance de todo el mundo la información, toda la información. Recuérdense las famosas autopistas de la información, de Al Gore. ¿Por qué hay que exceptuar la información relativa a los secretos de Estado? Sobre todo teniendo en cuenta que es el propio Estado el que decide qué es y qué no es secreto.
Al poner la información al alcance de todo el mundo, el capitalismo difunde el poder entre la gente, empowers the people, apodera a la gente. El poder está más en la gente que en los gobiernos. Pero tiene que aprender a usarlo. Esa es tarea de la izquierda: aumentar su propia digitalización, que es muy escasa, e irrumpir en el mundo virtual en busca de la perdida hegemonía ideológica que le ha arrebatado la derecha a través de los medios de comunicación tradicionales. Los medios clásicos son abrumadoramente de derecha porque es la derecha la que tiene el dinero. Basta con mirar las TDTs, todas de derecha.
La izquierda debe concentrarse en internet, más al alcance de sus posibilidades y con las mayores posibilidades de difusión. Es el propio capitalismo el que juega a favor de esto, desde el momento en que está interesado en que haya acceso universal a la red ya que tiene que vender computadoras y todo género de gadgets tecnológicos, todos ellos conectados a la red.
Porque defender WikiLeaks es defender internet. O sea, defendernos a nosotros mismos, defendernos de los yugos que nos quieren poner las "gentes de la hierba mala", como decía Miguel Hernández.
(La imagen es una foto de Flopod, bajo licencia de Creative Commons).