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divendres, 11 de maig del 2018

Mañana, Palinuro con la acampada

Cien días llevan las y los ciudadanas catalanas de acampada en la Plaça de Catalunya, de Barcelona. Cien días con sus noches. Cien días pidiendo la libertad de nuestros presos políticos. Cien días siendo uno de los principales canales por los que esta sociedad plural, mestiza, democrática, pacífica, solidaria y revolucionaria conecta al pueblo con sus representantes, encarcelados por la tiranía. Cien días de ejemplo, de lucha no violenta por la dignidad de todos. Cien días en común con los muchos, cientos, miles, de actos de solidaridad que el pueblo realiza con los presos políticos sin decaer ni un instante. La banda de ladrones gobernante, con el apoyo de las "izquierdas" de PSOE y Podemos, dijo hace seis meses que el movimiento estaba "descabezado" y que por los/las presas/sos solo habría un par de movilizaciones simbólicas y, luego, la sociedad regresaría al día a día normal.

Cien días ayudando a demostrar que también este cálculo de los neofranquistas del B155 (PP, PSOE, C's y Podemos) es un completo fracaso. Nunca la sociedad catalana ha estado más unida, aunque los neofranquistas Rivera y Sánchez y los neocomunistas Iglesias y Echenique digan que está fracturada. Eso quisieran ellos todos y eso es lo que procuran con sus agresiones sistemáticas de día y de noche, cuando envían a unos jueces sedientos de venganza o unas bandas fascistas "incontroladas" a agredir a la población pacífica. Y no lo consiguen.

Ni lo conseguirán. Porque somos más, somos demócratas y pacíficos y porque, como decía Milton: "la verdad prevalecerá sobre el error siempre que puedan contrastarse libremente". Para que eso no suceda tendrían que quitarse los últimos disfraces y pasar a la dictadura militar, que es lo que les pide el cuerpo. A todos. Si no lo hacen no es porque no quieran, sino porque no pueden. Y no pueden porque la acción reivindicativa es democrática y pacífica y la sola presencia de la UE (aunque se limite a estar, sin hacer nada) es un factor disuasorio definitivo.

Som més. Estem unides. No tenim por. Sabem a on anem. Ho aconseguirem i serem un exemple per al món

Ens veiem a la Plaça de Catalunya a les 14:00

Donec Perficiam.

dijous, 10 de maig del 2018

El bloqueo

Mi artículo de ayer para elMón.cat, titulado cuestiones para saber en dónde estamos. El conflicto España-Catalunya se agrava y se hace más irreversible por instantes. Conviene detenerse de vez en cuando a ver la trifulca con distanciamiento. Eso es lo que quiere el artículo. Pero de ayer a hoy hay nuevos acontecimientos que apuntan siempre en la misma dirección.

El gobierno central mantiene su intransigencia y beligerancia, bloqueando las decisiones del Parlament que le desagradan. En el frente judicial del 155, el juez Llarena procesa por rebelión, sí, por rebelión, a Puigdemont y veintidós líderes independentistas más.  El nuevo auto hará las delicias de los "llarenólogos": que si sigue buscando la violencia como Dios buscaba media docena de justos en Sodoma y Gomorra; que si califica de violencia la no violencia frente a la violencia; que si lo de la malversación está en el terreno de los deseos; que si imputa aquí delitos que allí no le admiten; que si utiliza como fuente de derecho las arengas patrióticas del rey, etc. No son los detalles los que que hacen injusto el proceso; es el proceso mismo por su carácter político. 

La acción represiva del gobierno valiéndose de los tribunales para organizar una causa general contra el independentismo es patentemente ilegítima. Por eso se obstina en negar la condición de presos políticos a los presos políticos (y, de paso, conculca sus derechos) y el juez sigue empeñado en convertir en delictiva la legítima oposición política y la opción independentista. Y lo que queda claro en esta actitud es una firme voluntad de mantener la vía represiva, policial y judicial así como política, sin la menor voluntad de negociación. 

Todavía más, se percibe en la actitud general del bloque del 155 un propósito de incidir en la represión y en la humillación hasta el punto de provocar una respuesta violenta que justifique esa misma represión hasta sus últimas consecuencias, la supresión de la autonomía catalana.

En estas circunstancias el dilema del independentismo entre investir a Puigdemont y proclamar la República o aceptar el marco autonómico y tener un gobierno "efectivo" está casi resuelto a favor de la primera por el propio gobierno que, con la continuidad de la represión judicial, no deja salida alguna, ni siquiera la autonómica. 

La idea beligerante es que la fuerza doblegará la voluntad. Una vez procesados los dirigentes independentistas (e inhabilitados, condenados, etc), es decir, descabezado el movimiento, este se apagará. Es la visión autoritaria del independentismo catalán como un problema de orden público que se resolverá como en el País Vasco. Tropieza aquí con su manifiesta contradicción que se obstina en no reconocer: que el movimiento es de masas, con una amplísima base social transversal que tiene una gran autonomía de acción, unos objetivos específicos y una gran capacidad de relevar a sus líderes. Que no es una conspiración, sino un deseo y un propósito colectivo, democrático, no violento y colectivo.

Perseverar en la política represiva solo conduce a perpetuar el conflicto y hacer ingobernable la situación. Leo que un ayuntamiento catalán de mayoría cupaire ha decidido multar a quienes retiren lazos amarillos de los lugares públicos con el objetivo de acabar con la impunidad de las bandas fascistas. Y leo también que otro municipio de ERC planea hacer lo mismo. La confrontación se da en todos los órdenes y niveles, en el interior como en el exterior, en las instituciones y en la calle. 

No se puede gobernar un país en contra de la voluntad de sus habitantes. Así que solo hay dos opciones: se entabla un proceso de negociación o se procede mediante la fuerza bruta en régimen de excepción para arrasarlo todo y llamarlo paz como cuenta Tácito.

Aquí, la versión castellana:

Cuestiones para saber en dónde estamos

¿Cuántos presidentes tiene la República Catalana? ¿Uno? ¿Dos? ¿Ninguno? ¿Existe la República Catalana? ¿Es independiente? Algunos procesados por el Tribunal Supremo aseguraron ante el juez que la declaración de independencia fue meramente simbólica. Pero el Tribunal Constitucional acaba de anularla. Anular símbolos es difícil. ¿Cuáles son los derechos de los presos y exiliados políticos?

Todo cuestiones que dibujan una situación confusa, de una complejidad innecesaria que evidentemente se ha ido de las manos del gobierno central. En el interior porque la judicialización del procés y la consiguiente politización de la justicia, errores mayúsculos, típicamente autoritarios, no dejan margen de maniobra política (supuesto que exista) y deslegitiman la vía jurídica. En el exterior porque al impacto mediático de la internacionalización del procés se añade una desafortunada gestión jurídica y diplomática que ha causado roces con diversos países.

El gobierno mantiene el 155 a todos los efectos, no muestra voluntad dialogante alguna y se reúne en sesión extraordinaria para impugnar de inmediato la aprobación de la reforma de la Ley de la Presidencia y cualquier otra decisión del Palament que le desagrade. Los tribunales están animados de igual celo represivo del independentismo. El juez Llarena sigue procesando gente e insistiendo en la entrega de Puigdemont, si no por el presunto delito de rebelión, por el también presunto de malversación. En su celo perseguidor, el juez se expone al ridículo. Así como acabó viendo violencia en donde había no violencia, ahora ve malversación en donde no ha habido gasto. Dejando al margen la magnitud y la cantidad de las supuestas pruebas y son irrisorias, resta le cuestión de que la acusación propiamente hablando tampoco es de malversación, sino de “tentativa” de malversación.

La verdadera tentativa aquí es la de enfrentarse a un movimiento independentista como el catalán reduciéndolo a una cuestión de orden público que se resuelve mediante la represión policial y penal. Valiéndose para ello de una causa general contra el independentismo en un proceso típicamente político. Tentativa que no deja duda respecto a las intenciones del bloque del 155 que no tiene la menor intención de retirarse.

Este es el talante del nacionalismo español y estas las circunstancias en las que vive el independentismo. Con dos opciones: República, Puigdemont y nuevas elecciones o gobierno en el marco autonómico, asfixia del independentismo, imposibilitado de seguir con el proceso y nuevas elecciones.

Téngase en cuenta que la existencia de presos y exiliados políticos es un obstáculo que imposibilita toda normalización política Es impensable una República Catalana con sus dirigentes políticos encarcelados y también lo es un gobierno autonómico que no comience por exigir su liberación. Aquí entran los tribunales que no solamente no son proclives a soltar sus presas sino que piensan seguir procesando gente (cargos públicos, representantes, etc) por variados motivos.

En una situación política normal, con un sistema político normal una opción como la del gobierno “efectivo” podría confiar en la voluntad negociadora de la otra parte. Pero la otra parte es el Estado español, cuyos máximos representantes (del rey a los políticos) son beligerantes contra Catalunya, sin intención alguna de negociar nada y, aunque la manifestaran, obviamente no serían creíbles. Confiar en la voluntad negociadora del Estado, teniendo en contra a las tres cuartas partes del Parlamento, sin contar con los de Podemos, aunque sin mucha seguridad es confiar en lo imposible.

El resultado de unas elecciones catalanas anticipadas en las que se concentrará la atención mediática exterior es justamente lo que la opinión pública internacional puede exigir: un referéndum limpio, con un resultado a favor o en contra de la independencia que decida definitivamente la cuestión. Es poco lo que se pierde en el peor de los casos, que el independentismo no ganase, por cuanto lo que no se perderá será la condición autonómica. El argumento según el cual un gobierno por acuerdo es más efectivo que otro por haber perdido las elecciones, introduce una diferencia que es poco probable.

Si la independencia de Catalunya fue o no simbólica, si lo fue la República, si lo es hoy la República en el exilio, solo puede dilucidarse mediante la presidencia de Puigdemont. No siendo esto posible por causa de fuerza mayor, mediante unas elecciones con una lista de país, para hacer República y liberar a los/as presos/as políticos/as.

dimarts, 8 de maig del 2018

Liderazgo e incertidumbre

De "final de infarto" califica elnacional.cat la investidura pendiente en Catalunya. Pues sí, así es. Al galope, raspando los tiempos, tensando la cuerda, actualizando el vivere pericolosamente al estilo de D'Annunzio. Una vorágine que tiene a todos tratando de saber en dónde están.

Los de El País, fieles a su principio no de informar sino de prever, anuncian que ERC ha roto la baraja, rechaza un Puigdemont II y pide asilo autonomista. Eso quisieran ellos. Además, de ser tal cosa cierta, no estaría el gobierno en zafarrancho repentino de combate, reunido hoy o mañana para, una vez oído el obediente Consejo de Estado, impugnar ante el no menos obediente Tribunal Constitucional la reforma de la Ley de la Presidencia. Una norma arteramente aprobada hace un par de fechas con la firma de la rezongona ERC, por cierto. Añadan ustedes a esto la advertencia de la CUP de "pasar a la oposición" si no hay desobediencia y gobierno republicano. En realidad es renovación de advertencia pues ya se hizo con motivo de la investidura de Turull, aplazada a segunda vuelta por la abstención de los cupaires. Pero, de momento, ha avalado la reforma de la Ley de la Presidencia, como ERC, como JxC. Es decir, todos. Como siempre. El zafarrancho está en el campo del 155, en donde nadie sabe ya qué hacer.

El independentismo no es una balsa de aceite, desde luego. Sería absurdo en una situación en que unos están en la cárcel, otros procesados, otros sancionados, otros andan por el extranjero en una nueva forma de diáspora del exilio. Pero debe recordarse que tampoco se agota en los mencionados y sus fuerzas políticas sino que se apoya y se extiende en un amplio movimiento social con organizaciones poderosas de muy variada índole, como ANC, Ómnium, AMI, CDRs, colectivos profesionales, con una red de medios digitales y un uso intenso de las redes sociales, todo ello con una enorme capacidad de movilización. Es una revolución de nuevo tipo. El Estado o, al menos el juez Llarena, no quiere admitir que el referéndum del 1-O se financió con aportaciones privadas. En resumen, una realidad articulada, muy compleja, cuya unidad de acción se ha residenciado en Berlín, reconociendo la legitimidad de Puigdemont como presidente de la Generalitat. Así han venido dadas las cosas.

Y ahora nos encontramos en el límite del tiempo, cuando este se encoge y depende de una decisión: nueva propuesta de Puigdemont o propuesta de un candidato "limpio". Lo primero son elecciones; lo segundo, un gobierno "efectivo". Es el momento en el que quien ha sostenido estos meses la bandera de la legitimidad, por todos reconocida, y sabe que le corresponde la última decisión, también por todos aceptada, ha de tomarla. Lo hace solo, bajo su responsabilidad. Es el precio que se paga por el liderazgo, sobre todo, el legítimo. 

Las dos opciones, por lo demás, se parecen mucho. El inconveniente invocado para las elecciones es la incertidumbre. Pero ese inconveniente no queda invalidado con la fórmula de gobierno autonómico y la CUP en la oposición. Más bien lo que promete es aplazar algunos meses la convocatoria de esas elecciones y la misma incertidumbre. 

Dado el grado de notoriedad internacional que el conflicto España-Catalunya ha despertado, unas elecciones con toda la atención mediática europea en Catalunya serían decisivas para respaldar la petición de negociaciones políticas entre el Estado y la Generalitat. Si se ganan, claro. Y ahí es donde entra la función del liderazgo en la sociedad contemporánea y aparece la incertidumbre. Esta no se da en un primer momento con un gobierno autonómico pero porque habrá abandonado la vía republicana, equivocación que llevaría a juntar hipotéticamente a ERC con PSC y los Comuns pero que no se dará porque no es viable numéricamente. Por eso mismo habrá de convocar elecciones quizá ya por entonces sin contar con el efecto de la atención mediática internacional que tendrían de hacerse ahora. 

dilluns, 7 de maig del 2018

¿Retrocedemos o avanzamos?

La tozudez del gobierno en torpedear la normalización institucional de Catalunya empeora las cosas, al menos para sus propios intereses. Por "normalización institucional" se entiende aquí el reconocimiento del resultado de las elecciones del 21 de diciembre pasado y la constitución de un govern presidido por Puigdemont.

De eso no quiere ni oír hablar el B155 y, por tanto, la situación queda bloqueada. Pero el bloqueo no puede sostenerse. En realidad, ninguna solución que no sea la apuntada podrá sostenerse. Esta en concreto por el quebranto que la situación provoca en las haciendas autonómicas. Las Comunidades Autónomas (CCAA) están necesitadas de un nuevo marco de financiación y, sobre todo, de numerario y urgente. Innecesario recordar cómo siempre se dice que, al establecer los planes generales de financiación, preciso es ir con cabeza fría y pies de plomo. Cuando llega la urgencia, se procede en caliente y con pies alados, como los de Hermes, patrón de los ladrones. Dicen las CCAA que no cabe esperar más a los catalanes a la hora de fijar el reparto de recursos. Tanto más cuanto los indepes no parecen tener intención de participar en las deliberaciones, cuenten o no con un govern. 

Y como no cabe esperar más, las CCAA piden a M. Rajoy que, enarbolando el 155, asuma la representación de Catalunya para establecer la nueva forma de financiación común. A título de política práctica, inmediata, la decisión sería un desatino más. Nadie va a creer que, haga lo que haga el gobierno en lugar de la díscola Catalunya, irá en beneficio de esta. Nadie que la propuesta emanada de esa deliberación sea sostenible a la vista de las circunstancias. 

Pero lo más grave de esta decisión de deliberar en ausencia de Catalunya sobre  deberes y derechos de esta es que abre el camino al planteamiento político que el independentismo está buscando: la relación bilateral entre España y Catalunya. Por un lado, las CCAA, a través del Consejo de Política Fiscal y Financiera se entienden entre sí (las de régimen común y las de foral o las especiales) y todas articulan una propuesta de financiación del Estado español que luego se negocia con Catalunya. Esto no es exactamente lo que tienen en la cabeza los estrategas de La Moncloa, pero es a donde llevan sus pasos, que nunca está guiados por el sentido común del que tanto se alaban. 

El gobierno echa la culpa del bloqueo de la investidura a los indepes, tras haberse tomado la molestia de prohibir la investidura consecutiva de tres candidatos y la adicional de encarcelar a dos de ellos. Así que ahora se encuentra de nuevo con el primero, que solo está en el exilio y es quien personifica la legitimidad en primera instancia según las mentadas elecciones del 21 de diciembre. 

Hay una idea de que la decisión de proponer de nuevo a Puigdemont tropieza con un malestar creciente en el movimiento independentista, en cuyos encuentros cada vez se ven más caras serias y preocupadas de hasta dónde puede llevar el empecinamiento de Puigdemont. Pero la verdad es que, por las noticias y reportajes de la prensa alemana, Der Spiegel y el Süddeutsche Zeitung, el ambiente en el independentismo es de optimismo: los independentistas no se rinden.  

Ni tienen por qué. Están ganando en la medida en que las mismas decisiones del gobierno central van en contra de sus intereses. El nerviosismo de las CCAA es una prueba más de lo que está revelándose como experiencia de la situación actual: que España no es gobernable en confrontación institucional con Catalunya. Esa confrontación se mantendrá mientras no haya un govern apoyado en el libre consentimiento de los ciudadanos, y el Estado no desista en su política de judicializar el conflicto y mantenga en vigor el 155. 

Y todo esto sobre el fondo de unas elecciones cada vez más cercanas.

diumenge, 6 de maig del 2018

El resultado del 21 de diciembre

¿No queríais la propuesta de Puigdemont? No haberlo vetado en un primer momento y no haber vetado a los dos substitutos que se ofrecieron en su día, Sánchez y Turull. Ahora ya solo queda una posibilidad: si no se quiere a Puigdemont habrá que sacar de la cárcel a Sánchez. Inter nos: no es de recibo que un juez decida quién puede y no puede ser presidente de la Generalitat por razones estrictamente políticas pues jurídicas, bien se ve, no tiene.

¿Que la propuesta de Puigdemont, en realidad, equivale a convocar elecciones? Tampoco es cosa tan grave pero, además, no tiene por qué. Bastaría con suspender toda la actividad represiva del Estado en Cataluña, la liberación de los presos (que ya molestan hasta a Zapatero), la vuelta de los exiliados, el cese de las confiscaciones y la formación de un govern presidido por Puigdemont para empezar a negociar.

Ese objetivo es el lógico, el que respeta el resultado de las elecciones del 21 de diciembre pasado (que va siendo hora) y el que apoyan las tres fuerzas independentistas, JxC, ERC y la CUP. 

El B155 se niega en redondo a admitir esta única razonable posibilidad. Pretexta que no le corresponde a él, pues es cosa de los tribunales, la justicia, la ley. Lo cual es una falacia porque desde el principio quedó claro que la judicialización del procés fue una decisión política y política ha de ser la decisión que lo "desjudicialice". Y sigue siéndolo al día de hoy porque aceptar el resultado de unas elecciones legales es la única decisión racional posible. Cualquier otra cosa será, y es, romper las reglas del juego y dar paso a la tiranía. El problema es que esta no es una solución ya de raíz.

Así que es eso, Puigdemont o elecciones. La alternativa, que se ventila en los cenáculos indepes, es si aspirar a la claridad completa con una probabilidad alta de quedarnos en la penumbra o una certidumbre de quedarnos en la penumbra. En estas circunstancias se la juegan las gentes y se la juegan los pueblos. La cuestión en concreto es: tras el resultado de las elecciones del 21 de diciembre, ¿cuál sería el de otras próximas si, en lugar de ir con listas separadas, el independentismo presenta una lista de país?

Entre otras cosas, ese resultado permitiría calibrar claramente cuánto haya aumentado el independentismo su base; porque fiarlo a una bienintencionada ampliación como consecuencia de que el independentismo se presente como menos independentista implica retornar a la confusión ya superada. 

divendres, 4 de maig del 2018

La cantante calva

La revolución catalana sigue. Catalunya es un hervidero de propuestas, contrapropuestas, planes, contraplanes, propósitos, transacciones y todo tipo de cábalas.  La movilización social es tremenda. Las rotativas y las redes no paran; las imprentas tampoco. Libros, folletos, panfletos. Aquí se debate todo: la forma del Estado, la República Catalana, los presos políticos, el Estado español; todo.  Por cierto, con un nivel muy respetable. Nada que ver con el de la villa y corte de los milagros. Pero nada.

Una explosión en las redes que obliga a replantear el saber convencional sobre los medios de comunicación.  En tuiter, una tormenta tras otra. Con esas dos novedades de tuiter tan desconcertantes: a) lo argumentativo suele ir acompañado de poderosas ilustraciones; b) lo público y lo personal aparecen mezclados. Internet es el foro público, universal por excelencia y tuiter su teléfono movil complementado con whatsap. Todo ello marca un ritmo frenético que, a veces, recuerda el teatro del absurdo. Pero no lo es; ni mucho menos. 

El parlament aprobó ayer considerar la desobediencia civil pacífica un método de acción política legítimo. Era de prever. La novedad es que a los votos indepes, setenta, se han sumado los ocho comunes. Mayoría absolutísima en contra de la criminalización de los CDR y a favor de la acción de desobediencia civil. Se alzan las espadas. 

Al tiempo, el mismo parlament aprueba la modificación de la Ley de la Presidencia, que abre la posibilidad de investir a Puigdemont a distancia, yugulada por el recurso previo del gobierno contra la intención y la correspondiente suspensión del Tribunal Constitucional.

He aquí la primera prueba a la voluntad de desobediencia. Las espadas se bajen, claman los prudentes, advertid que ERC pliega velas y renuncia a la vía unilateral, a Satanás y a sus pompas y obras. Obviamente, ERC formula sus deseos de multilateralidad, ampliación y eficacia y hace bien. Apañados estaríamos si no pudiera. Esos deseos los comparten todos los indepes del primero al último. De haber discrepancia será en cómo se implementen. Un futurible. En el presente, ERC cumple escrupulosamente sus acuerdos intra-bloque y nada autoriza a pensar que no vaya a seguir haciéndolo. Ha respaldado la candidatura de Elsa Artadi como sustituta de Puigdemont

Las espadas vuelven a lo alto porque Artadi, siendo una candidata perfecta desde el punto de vista de la legalidad española, es la que más claramente convertirá en realidad efectiva la estructura gaullista de la República Catalana que Elisenda Paluzie (ANC) ha ido a confirmar con el presidente Puigdemont a Berlín. Atentos a lo que decidan los miembros de la ANC, consultados estos días sobre la posición de la Assemblea. Aquí se cuece la lista única o de país. 

La idea es clara: presidente de la República en el exterior, designado por una Asamblea de electos o consejo de la República u órgano análogo, y una presidencia del govern en el interior en escrupuloso cumplimiento de la legalidad española... hasta donde se pueda. En donde no se pueda, entrará en funcionamiento esa desobediencia civil que el Parlamento catalán ha aprobado por setenta y ocho votos a favor y cincuenta y siete en contra y que el Parlamento español no podrá aceptar en modo alguno pero tampoco sabrá cómo impedir por haberse encerrado en un callejón judicial sin salida. 

La desobediencia civil es pacífica. La búsqueda judicial de violencia en el procés a partir del 1-O, infructuosa hasta la fecha, viene ahora ayudada por el uso partidista que el B155 está haciendo del fin de ETA. Se trata de criminalizar a toda costa el independentismo, aunque sea por magia simpatética: atención, ETA liquida ahora para abrir en el País Vasco un procés catalán. En lenguaje mediático con mucha imagen se pierden matices y solo queda ETA = procés catalán. Señores jueces, no hilen tan fino: todo el procés catalán es violencia, es ETA transterrada. Aplíquese la ley de partidos y lo que haga falta, ciérrense los periódicos digitales indepes, ilegalícense las asociaciones y partidos independentistas como se hizo en el País Vasco. Delenda est Catalaunia!

En este clima de delirio nacionalista español y con el horizonte de unas elecciones que todos rechazan, aunque no con la misma decisión, el presidente Puigdemont tiene convocados a los diputados de JxC el sábado en Berlín. Allá irán todos a una especie de juramento de los horacios, de defender la patria ante el enemigo, de forma democrática y pacífica, radicalmente no violenta. Falta el tercer horacio, la CUP, pero su posición es conocida. Y de allí saldrán con el nombre de Puigdemont o el de Artadi. Si es el primero, tropezará con la negativa del gobierno español parapetado en las togas del TC; si es la segunda, planteará el problema de las cuatro  abstenciones de la CUP no ya para la mayoría absoluta sino también para la simple si, en efecto, no se permite la delegación de voto de Puigdemont y Comín. 

Y en ambos casos, las elecciones, esas que todos dicen querer evitar, pasan de horizonte plausible a inevitable. Puede parecer absurdo, pero no lo es. Se recordará que en La cantante calva, de Ionesco, no hay cantante calva alguna. Aquí, tampoco. 




dijous, 3 de maig del 2018

La internacionalización es esencial

Aquí, mi artículo de ayer del elMón.cat, titulado El frente exterior. Es una reflexión sobre la noticia reciente de que una asociación de empresarios, capitalistas y banqueros (los adalides de la libertad y la justicia, vamos) han contratado un lobby británico por casi medio millón de euros para una campaña de propaganda. Se trata de difundir por todos los medios la mentira de que España es un Estado de derecho y una democracia consolidada en todo homologable a los otros países europeos.

Entre los numerosos timos en que la banda de ladrones y delincuentes en el gobierno se gasta nuestro dinero a manos llenas, uno frecuente es el comprar amistad, sobornar gente, mendigar distinciones y apoyos internacionales malversando los caudales públicos. Y también los privados, pues la Camara de Comercio de España (la que paga el medio millón a estos espabilados británicos) ya los recuperará gracias a las redes corruptas que unen a los políticos peperos, todos ellos unos mangantes, con la cúpula empresarial del país, otra pandilla similar.

El ridículo no puede ser mayor: ¡medio millón de pavos para explicar lo que, si fuese verdad, no sería necesario difundir! Ningún europeo o norteamericano pagaría un ochavo por demostrar al mundo que sus países son democracias. España sí lo necesita precisamente porque no lo es.

Y ahora que todo el mundo sabe qué dictadura se gasta en España, vienen los empresarios a disipar  dudas. Frente a ellos, hay que armar una potente defensa exterior del procés.

La versión castellana:

El Frente exterior

La Cámara de Comercio de España ha contratado con un lobby británico, la sociedad Brunswick, una campaña de propaganda ideológica unionista por 484.000 € que pagan, entre otros, el Banco de Santander, el BBVA, Caixabank, Iberdrola, Telefónica, etc. Se trata de propagar en el extranjero la mentira de que España es un Estado democrático de derecho en el que se respetan las libertades. El empleo del art. 155 es una medida excepcional para proteger esa democracia frente a un separatismo ilegal. La campaña es, en lo esencial una campaña anticatalana, tan anticatalana como todas los demás actos de catalanofobia que realiza sin parar el Estado español.

Los organizadores de la campaña niegan la vinculación con el régimen de la Gürtel, señalando que son empresas privadas. Como si la gente fuera idiota y no supiera que las empresas del Ibex35 son el verdadero Estado, mientras que el gobierno es solo su consejo ejecutivo. Ese medio millón de € ya lo tienen amortizado con lo que extraen explotando a los ciudadanos legal o ilegalmente merced a las políticas que aplica la banda de ladrones del PP. Por lo demás, también están todas las agencias oficiales españolas, desde el ministerio de Asuntos Exteriores al de defensa, pasando por el CNI volcadas en el extranjero, sobornar políticos, chantajear a medios, emplear los fondos de reptiles, los de sus innumerables cajas B de blanqueo en propalar patrañas sobre Catalunya y boicotear el proceso democrático catalán.

Que la campaña es mentira, típico ejemplo del otro ridículo de la marca España se ve de inmediato con una pregunta elemental: ¿alguien cree que los Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia, etc., hayan de gastar medio millón de euros en convencer a los demás de que son Estados democráticos? En España es necesario precisamente porque ni es Estado de derecho, ni democracia, ni respeta los derechos de las personas.

Esta campaña de los banqueros y empresarios, con un argumentario en cuatro falacias, se hace porque la propaganda a cargo de los intelectuales orgánicos del franquismo, los que colonizan los medios escritos y audiovisuales, no convence a nadie. La teoría, elaborada por la tropa de historiadores, juristas, politólogos, economistas, sociólogos, etc. no hace otra cosa que vender como ciencia pura ideología nacional-católica con unos toques de liberalismo y krausismo y basada en un postulado falaz: España es homologable con las demás democracias europeas. Si tal cosa fuera cierta, no sería preciso untar a propagandistas exteriores para difundirla.

La Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, uno de los chiringuitos desde los que, como en las demás Academias, las mojamas del franquismo ladrador legitiman la dictadura del 155 y el régimen de corrupción y delincuencia imperante en el país, organiza unas jornadas con motivo del 40º Aniversario de la Constitución de 1978. Que se hagan con el artículo 155 en vigor, el que suspende aquello que tan contentos celebran y establece una dictadura, no les merece ni un comentario. Pero ni con academias, ni pagando la publicación de artículos de los voceros intelectuales del régimen en el exterior este consigue combatir el desprestigio, la mala fama y el repudio que las medidas de represión franquista despiertan en la opinión pública exterior.

Por eso se recurre a los empresarios, en la esperanza de que, dada su supuesta eficacia, tendrán más éxito que los plumillas a sueldo del nacionalcatolicismo español. Pero sin reparar en la cuenta de que, siendo españoles, estos empresarios y banqueros serán enchufados, privilegiados, caciques y mangoneadores de los dineros público y de empresarios y banqueros al estilo europeo no tendrán nada. Y, por tanto, la campaña será otro fracaso más.

No obstante, estos intentos reiterados, aunque irrisorios, dado el conocimiento que de España se tiene en el extranjero, prueban la necesidad de que el movimiento independentista intensifique sus esfuerzos en el ámbito exterior. La internacionalización del conflicto España-Catalunya, una clara victoria catalana, debe consolidarse y ampliarse. De no haber sido por él, Catalunya tendría una visibilidad mucho menor en Europa y el bloque del 155 las manos mucho más libres para reprimir la democracia en Cataluña.

El Estado español ha luchado cuanto ha podido contra la internacionalización del conflicto, pero su propia ineptitud autoritaria la ha ampliado mucho más al tiempo que cubría de ridículo al poder judicial del país. Por eso recurre ahora a los empresarios.

Concentrado en el frente interior, en la necesidad de investir presidente de la Generalitat en unas condiciones de dictadura política y arbitrariedad judicial, el independentismo no debe abandonar el frente exterior. Por eso es urgente que se institucionalice una plataforma internacional de apoyo a Catalunya, algo como esa “Comisión Chomsky” que venimos pidiendo desde hace tiempo.

La defensa de la democracia en Catalunya afecta a los demócratas del mundo entero.

dimecres, 2 de maig del 2018

Desobediencia

El verbo amagar tiene una curiosa dualidad de sentido en castellano y catalán. En castellano significa más o menos amenazar; en catalán,  ocultar. El titular de El País podría leerse como que los secesionistas ocultan la desobediencia, aunque para eso sobraría la preposición "con".

En todo caso, el asunto va de desobediencia. La aprobación de la reforma de la Ley de la Presidencia no lo sería; su implementación proponiendo la investidura de Puigdemont a distancia, sí. 

Y aquí es donde el independentismo debe decidir: o desobedece ahora proponiendo la investidura de Puigdemont o aplaza la desobediencia a que cargue con ella un govern efectivo. Mientras esté en vigor el 155 prácticamente toda acción de este será de desobediencia. El gobierno central ya ha hecho saber que el 155 no tiene límite de tiempo. Ni de nada. Véase el trance del PNV: dijeron no aprobar los presupuestos si no se retiraba el 155; luego pasaron a aprobarlos mediando solo una promesa de retirada. Al final, ni promesa queda. En realidad, ningún gobierno independentista puede llevar adelante su mandato en el marco legal español, haya o no 155. Eso es lo que quiere decir que el conflicto es político. 

Y si de respetar escrupulosamente la legalidad se trata nombrando a un candidato "limpio", el nombre de Carles Riera se ajusta al perfil. A ello se añadiría un reconocimiento de legitimidad con el nombramiento in pectore de Carles Puigdemont en el extranjero. 

El problema de los jueces para mantener en la cárcel a los presos políticos es que no encuentran la violencia que necesitan para acusarlos de rebelión; el de los indepes para sacarlos: aceptar una legalidad autonómica que incluye la existencia de presos políticos. Mientras haya presos políticos no se podrá hablar de normalidad.

El problema son los presos y exiliados políticos. El problema es la judicialización del procés que, en sí misma, es un llamamiento a la desobediencia civil.. 

La normalidad solo podrá darse con el desestimiento de la acción represiva del independentismo en todos los órdenes y el inicio de negociaciones bilaterales entre el Estado y la Generalitat en la forma y con los fines que acuerden.

dilluns, 30 d’abril del 2018

Antes de la batalla

España estalla por todas las costuras. La barbaridad de la sentencia de "la manada" unida al montaje que está saliendo en el juicio a los chavales de Altsasu, han incendiado la opinión pública. Todo el mundo pide la dimisión de alguien. La gente la de los jueces; los jueces, la del ministro; el ministro, quizá, la de la gente. Es capaz. Brecht imaginaba que el gobierno podría disolver al pueblo.

Se añade la corrupión galopante. Con Ruiz-Gallardón ya hay poker de mangoneo en la Comunidad de Madrid, cuyo gobierno (y alcaldía, dicho sea de paso) parece haber sido el reino del hampa. Riánse del Chicago de los años veinte. Al lado de esto, una ciudad mormona. Y menos mal que, merced a la codicia de los emprendedores (ya saben: vicios privados, virtudes públicas), no llegó a arrancar aquel Eurovegas-Alcorcón o algo así. González se daba un aire a capo de casino en Las Vegas.

Se añade esa noticia de que los obedientes chicos del CIS llevan tres años sin preguntar la opinión sobre la monarquía. El gobierno la justifica con confusas razones cuando hay una clara, comprensible, de carácter económico, el ahorro: como ya sabemos la respuesta nos ahorramos la pregunta. 

"La manada", la corrupción, una monarquía hecha papilla. Atareados con estas cuestiones nadie presta atención a la que está cociéndose en la Catalunya rebelde. Y menos en este puente largo que en Madrid es viaducto. Los partidos preparan a la vuelta una trifulca parlamentaria en la Corte con la sucesión de Cifuentes que promete ser espectacular, con el forcejeo entre el PP y C's que tiene al otro agarrado por el gañote. 

La judicialización del procés ha sido un desatino mayúsculo cuyo último dislate viene de la reciente decisión del Tribunal Constitucional de prohibir la investidura a distancia de Puigdemont. Queda cerrada la última posibilidad de buscar una salida política a un conflicto político. Ahora no hay otra que replantear la situación políticamente. Antes era Puigdemont o elecciones; ahora es elecciones o elecciones.

De este modo acaba haciéndose realidad aquellos que todos decían querer evitar, unos sinceramente y otros por conveniencia: nuevas elecciones. Se acumulan razonamientos en contra, uno especialmente en el campo independentista: ¿y si se pierden? 

Claro, las elecciones pueden perderse o ganarse. Pero eso es irrelevante cuando son la única opción. Una vez ha quedado claro que el gobierno piensa mantener el 155 ad calendas graecas, cualquier govern que se constituya en el marco estatutario acabará viéndose obligado a convocarlas. Potestad que mantiene aunque no es descartable que una "profundización" (como dice El País) del 155 se la arrebate, creando una situación típicamente colonial.

Otro argumento contra las elecciones es que nadie se fía de que el bloque del 155 (B155) no haga todo tipo de trampas, desde intervenir los medios públicos de comunicación a ilegalizar partidos o asociaciones independentistas. Para eso perpetraron la Ley de Partidos de 2002. Y, si no lo sacan en el Parlamento, lo hace Rajoy en virtud de los plenos poderes del 155. Es conveniente que, además de convocar elecciones, se pida la presencia de observadores internacionales. Aquí vendría muy bien esa Comisión Chomsky de apoyo a Catalunya que es muy necesaria.

Ahora, a las elecciones que también pueden ganarse. Y por holgado margen. Veamos. La liberación de los presos políticos es una condición inexcusable del independentismo. Y con toda razón: es inadmisible aceptar como normal una situación con presos y exiliados políticos. Mientras tal sea la circunstancia, el independentismo seguirá su marcha con el conflicto planteado a escala internacional. La judicialización no ofrece salida alguna realista; esta solo puede venir de una decisión política: nuevas elecciones y todos los presos y exiliados políticos son candidatos en la lista independentista. Para eso se necesitará una participación muy alta, movida por "los presos, a casa".

Esa lista tiene que ser de país. Se concentra el voto en una opción y las elecciones tienen un valor de referéndum sin serlo técnicamente. Las listas separadas dieron el resultado del 21 de diciembre, que no fue malo, pero sí mejorable. Y precisamente ahora por dos razones: de un lado es poco probable que la derecha repita su alto resultado, jugando en ello la irrupción de Tabarnia; de otro, el voto independentista, muy movilizado por la libertad de los presos y la consolidación de ese ámbito de acción republicana de hecho en estos últimos seis meses en los que, además, Catalunya, en lugar de sumirse en el caos económico, prospera más que nunca.

La votación se presenta como una votación por la república, la democracia, la defensa de las instituciones catalanas y el cese de la represión. Y en eso están de acuerdo todas las fuerzas independentistas. Hagan pues una lista única, de país, sin reparar en las expectativas de voto de cada lista por separado. Una lista de la República Catalana. 

diumenge, 29 d’abril del 2018

El color del cristal

Puigdemont tiene un rasgo poco frecuente. En las entrevistas no dice vulgaridades, ni recita consignas o catecismos de partido, ni cuenta trolas, como la mayoría de los políticos. Cuando habla de política es claro, preciso y muy combativo. Cuando lo hace de otras cuestiones suena sincero y no es convencional. No sigue un guion de comunicador triunfante. No le importa reconocer debilidades, como se deduce de la cuenta que da El Independiente de una entrevista concedida por Puigdemont al Magazine de The Times. Por cierto, el titular inglés es muy otro que el español, más afirmativo, optimista, militante: Carles Puigdemont: the fight for Catalan independence goes on ("la lucha por la independencia de Cataluña continúa"). Da una impresión contraria. Como la imagen. Son dos mundos mentales que ven la realidad a traves de cristales de colores distintos.

Obsérvese, además, que el titular de El Independiente es justo las últimas frases de la entrevista. A pesar de orientarse básicamente a los aspectos personales, vivenciales, que diría Ortega, se tocan muchísimos otros aspectos de distinta índole que reflejan un estado de ánimo muy distinto al del horizonte carcelario o de exilio. 

Muy distinta índole: la lucha por la independencia de Cataluña continúa. Y continúa en los términos en que se ha planteado hasta la fecha. Y con igual determinación. 

Del pasado se arrepiente el MHP de haber dejado en suspenso la declaración de independencia al creer erróneamete en la buena fe de una oferta de negociación de la parte española. Lo que se hizo o se dejó de hacer, hecho o no hecho ha quedado. Y el arrepentimiento, decía Spinoza, no es una virtud. El pasado nos sirve igual (o igual de poco) hayamos acertado o no. Lo que importa es el presente. El presente que mira a un futuro determinado, uno que tiene que crear a su modo.

De los asuntos concretos, del sobresaltado día a día de la investidura y el Parlament y el Tribunal Constitucional y el PDeCat y JxC no se habla en la entrevista, con bastante tino porque es muy enrevesado para un público extranjero. La conversación, toda ella narrada por la periodista, Sally Williams, que intercala algún juicio pertinente e información adicional, versa sobre asuntos de vida privada o de carácter general, sin entrar en los detalles.

Pero los detalles existen. Al admitir a trámite un recurso del gobierno contra la investidura de Puigdemont que tenía en el congelador, el Tribunal Constitucional ya está prohibiendo la investidura a distancia. Así las cosas, comienzan las voces prudentes que aconsejan no exasperar más a la fiera y aceptar el nombramiento de un cuarto candidato que M. Rajoy pueda considerar limpio. Es el llamado criterio de la prudencia y la eficacia.

Los críticos piensan que, a estas alturas, cualquier nombramiento que no sea Puigdemont implica aceptar como legal una situación ilegal, someterse al 155, permitir que el president de la Generalitat lo nombre La Moncloa. Con la decisión del TC, ya no tiene sentido proceder a la investidura de Puigdemont, salvo que se quiera intensificar el conflicto y provocar una escalada de la persecución judicial. 

Resulta incomprensible cómo el B155 no ha caído aún en la cuenta de que, mientras haya presos políticos catalanes, el movimiento independentista no va a parar. De este modo, van a unas elecciones, las quintas en cuatro años que tienen toda la pinta de perder si una lista de país independentista las convierte de hecho en un referéndum, el referéndum.

dijous, 26 d’abril del 2018

La defensa exterior de Catalunya

Aquí, mi artículo de elMón.cat de ayer, titulado La necesaria comisión Chomsky. Hace unos días, Noam Chomsky y un centenar de académicos de varias universidades occidentales publicaron una carta-manifiesto pidiendo la inmediata liberación de los presos políticos en España. Me pareció tan importante que la comenté en dos posts, (Cosmópolis el 22 de abril y Contra Catalunya vale todo, el 23) porque es una vía espléndida de seguir internacionalizando el conflicto España-Cataluña y darle visibilidad no solo en Europa sino en todo el mundo. Una carta de intelectuales con gran audiencia por el peso de sus firmantes. Los medios españoles, alineados con quienes tienen a la gente encarcelada por sus opiniones políticas, la silenciaron. Hacían lo mismo que los intelectuales y académicos del país, ninguno de los cuales ha estampado su firma en el documento.

Sigo pensando que es un hecho importante que invita a los firmantes y al propio Chomsky a dar un paso más, vista su falta de eco en España, y convertirse en un organismo, a modo de comisión internacional, que defienda la causa catalana, víctima de un tratamiento inicuo en España. Una "Comisión Chomsky de defensa de Catalunya", en la línea del famoso Tribunal Russell durante la guerra del Vietnam. Su cometido, en el que Chomsky es autoridad, sería, entre otros, el análisis de los medios en los conflictos políticos. Por eso, el artículo de elMón.cat.

Desde ayer se han producido tres hechos nuevos que han de tenerse en cuenta al leer el artículo: 1º) el gobierno puede, en efecto, llevar su ineptitud a verse obligado a rechazar a Puigdemont a una semana de que venza el plazo de las nuevas elecciones que quiere evitar. 2º) C's recurrirá la delegación de voto de Comín (y Puigdemont) ante el Tribunal Constitucional. El resultado, de prosperar el recurso, será el mismo: elecciones. 3º) la Universidad Politécnica, realiza un acto en defensa de los derechos civiles en Catalunya con el apoyo de la ANC, Ómnium, UGT y CC.OO que es de esperar se extienda en ámbitos académicos e intelectuales.

La versión castellana

La necesaria comisión Chomsky

El otro día fue noticia que Noam Chomsky y cien académicos de muy diversas universidades habían firmado un manifiesto pidiendo algo de justicia elemental como la libertad de los presos políticos catalanes en España. No la busquen en los medios españoles, esos que tanto jalean al profesor emérito del MIT cuando habla de Vietnam, los medios y la censura en los EEUU. La ocultaron, la censuraron, como hacía Franco, del que han aprendido comunicación democrática. Es tal su servilismo al corrupto gobierno de la derecha que censuran incluso las noticias que aumentarían sus ventas.

La noticia también traía una lección moral para los intelectuales españoles, ese gremio de siervos abajo firmantes, capaces de protestar hasta de las más alejadas injusticias en el planeta, pero no de la que se está dando en Catalunya ante sus narices y en beneficio de su mediocre condición. Ayer mismo estaba una nutrida representación de estos farsantes babeando la mano del rey y haciéndose mieles con Cifuentes a costa de la memoria del pobre Cervantes. Un patio de monipodio de estos lacayos de unos gobernantes ladrones. Ni uno ha tenido el valor de protestar por la dictadura del 155 en Catalunya; ni uno por la violación de los derechos humanos a los presos políticos; ni uno porque haya presos y exiliados políticos.

Es más, los que han hablado ha sido para afirmar su sumisión a la arbitrariedad de los franquistas y humillar el gesto de quienes tienen mil veces más valor e integridad moral que ellos. Una docena de cantantes, músicos, escritores, comediantes, cineastas vomitando su envidia y odio en contra de las víctimas y a favor de los victimarios. Los demás, vergonzoso silencio. En la lista encabezada por Chomsky, ni un español, ni un catalán, ni una universidad española, ni una catalana. Estadunidenses, mexicanos, ingleses, alemanes, franceses y ni un español o catalán. De nuevo las brigadas internacionales solo que esta vez no hay ya nadie en la península que defienda la libertad y la dignidad.

En la situación actual necesitamos de nuevo esta generosa y esclarecida ayuda exterior en pro de la causa democrática en Catalunya. Necesitamos que se expanda, que resuene por doquier y, sobre todo, que se institucionalice. Es urgente que esa carta se convierta en el germen de una comisión permanente de personalidades de la talla moral de Chomsky que sirva para amparar y dar a conocer la lucha de un pueblo por su libertad. Necesitamos que un foro internacional de proyección mediática no deje que la dictadura franquista española del 155 con el apoyo de los cuatro partidos dinásticos del congreso, ahogue la voz de la revolución popular de nuevo tipo que está dándose en Europa gracias a Catalunya.

Lo necesitamos para contrarrestar la propaganda del régimen monárquico y oligárquico español en todos los frentes. Este Estado corrupto hasta la raíz, vive de saquear y reprimir a Catalunya como una colonia, dedica recursos ingentes a la guerra sucia criminal contra los catalanes, a comprar esbirros mal llamados periodistas para mentir a la opinión, y tiene a los jueces sumisos a su servicio. Asimismo, emplea enormes cantidades de dinero en sobornar publicistas, políticos, funcionarios, lobbies extranjeros para conseguir pronunciamientos favorables a la dictadura española; manda a sus ministros al exterior a mentir y amenazar a las autoridades extranjeras con dineros públicos, como ese Dastis, capaz de decir al fotógrafo que tomó imágenes de la represión en España que esa imágenes son falsas. Manda igualmente a los líderes de la oposición de “izquierda” en giras de propaganda por Europa en la esperanza de que las mentiras sobre Catalunya contadas por un oportunista y arribista sin escrúpulos como Pedro Sánchez tengan más efecto en la opinión pública internacional que las mentiras habituales de su propia fabricación.

Se trata de la guerra sucia de un Estado neofranquista en pleno proceso de fascistización, sostenido por los cuatro partidos dinásticos españoles, PP. PSOE, C’s y Podemos, pues, al tratarse de la unidad del régimen heredado, no hay diferencias ideológicas entre españoles. Y eso es lo que un referente intelectual y moral de nuestro tiempo como una Comisión Chomsky de apoyo a la libertad y la democracia en Catalunya tiene que contrarrestar. Como lo hizo la Comisión Russell con el Vietnam. Un foro internacional que sirva como vigilancia de las barbaridades y sevicias que el franquismo español comete con el independentismo catalán. Y demuestre por fin que no se ha perdido la dimensión moral y crítica de los intelectuales a pesar de la pocilga española.

Dictadura de hecho con ley de plenos poderes (art. 155) a favor de un tirano ignorante; procesos políticos arbitrarios a cargo de jueces prevaricadores; castigos y penas inhumanas y crueles (torturas, vaya) a los presos políticos; castigos a sus familias obligadas a desplazarse miles de kilómetros a verlos; opresión de los detenidos; supresión de libertades públicas; guerra sucia contra el independentismo; impunidad y amparo de las provocaciones fascistas muchas veces iniciadas por la misma policía más o menos disfrazada; castigos y penas desmesurados; supresión de la libertad de expresión; persecución ilegal de manifestantes; amenaza, chantaje, latrocinio y crimen.

Dictadura, en definitiva, la vieja querencia de la derecha nacionalcatólica española apoyada (como siempre lo ha estado) por una seudoizquierda anticatalana y unos intelectuales egoístas y cobardes.

Necesitamos una comisión Chomsky.

dimecres, 25 d’abril del 2018

Puigdemont, president

La decisión de la mesa del Parlament de admitir la delegación del voto de Comín ha provocado un auténtico guirigay. El País, fervoroso defensor de M. Rajoy, se lanza al panegírico: "El PP ayuda a la formación de un gobierno en Cataluña". Sería la primera vez. Añade el diario que ni PP ni Cs ni PSC impugnarán la delegación de voto, segunda después de la de Carles Puigdemont. Y esgrime una poderosa razón: hay que evitar nuevas elecciones.

Pero nada de eso es seguro. El Confidencial avisa de que Rajoy estudiará "acciones legales" por el voto delegado de Comín. Tanto no parece dispuesto a ayudar a la formación de un gobierno catalán. A su vez, el PSC también anuncia que recurrirá la delegación de voto de Comín y anima al Tribunal Constitucional a actuar de oficio para impedirla. La tal delegación resulta problemática. Quizá los de C's la acepten, pero no encaja tampoco en su ánimo normal.

Puede que la finalidad esgrimida por el B155 de evitar las elecciones sea inalcanzable si quienes quieren descartarlas hacen todo lo posible por traerlas. Estos recursos postergarán el pleno de investidura y harán perder un tiempo precioso. Recuérdese, queda un mes para la convocatoria automática. En el ínterin, el pleno abordará el próximo 3 de mayo la reforma relámpago de la Ley de la Presidencia para posibilitar la investidura a distancia de Puigdemont. A favor de ese paso vota todo el bloque indepe, incluida la CUP. Mayoría absoluta. 

Cuando falten quince días para la convocatoria automática, el gobierno de España se encontrará con una decisión del Parlament por mayoría absoluta de investir al "prófugo" Puigdemont. Puigdemont o elecciones. La ineptitud del gobierno español lo obliga a elegir entre dos formas de derrota. Tolera la investidura a distancia y desactiva toda su política represiva, incluido el frente judicial,  o se arriesga a una victoria independentista abrumadora en lista de país que solo podría evitarse convirtiendo las elecciones en la misma farsa en que se ha convertido la acción de los tribunales. 

dimarts, 24 d’abril del 2018

Hay que hacer trampas

Ya es extraño el titular del periódico de La Moncloa: "Rajoy se resiste a profundizar el 155 aunque haya elecciones". Está repleto de sobreentendidos y subentendidos. Si "Rajoy se resiste" es porque alguien le presiona en un sentido que a él no le gusta; indudablemente, el de "profundizar el 155". ¿Quién puede ser? Indudablemente, el propio El País, fiero guerrero de la unidad de España; pero seguramente no en nombre propio sino de los "halcones" del gobierno, sobre todo las "halconas".

Porque ¿qué diantres quiere decir "profundizar el 155". Aparte de la detestable sintaxis, ¿qué significa "profudizar" un artículo de una ley? Está claro, endurecerlo, hacerlo más exigente, más restrictivo. ¿Cómo? Varias formas son evidentes: intervenir y censurar TV3, ilegalizar organizaciones sociales y/o políticas independentistas. Y, por esa vía, hasta el destino de tropas en Catalunya. ¿No está ya la guardia civil, que es un cuerpo de naturaleza militar? 

De esa forma se hará realidad la mentira propalada por Pedro Sánchez en el extranjero de que, siendo España un Estado de derecho, cabe defender todas las opiniones políticas. Mentira. Las independentistas no se pueden mantener. Son tratadas como delitos. Aquí ya son delito hasta los colores.

El titular aun es más perverso y amenazador. La conjunción adversativa, "aunque" delata la intencionalidad. Rajoy se resiste a aumentar su dictadura, aunque haya elecciones. Esto es, la cercanía de elecciones parece a El País motivo suficiente para intensificar la dictadura. No le da vergüenza alguna porque pertenece a esa  corriente "democrática" que solo convoca elecciones si las gana al precio que sea, incluso al de hacer trampas. Está en juego la unidad de la patria y, ya se sabe: con razón o sin ella. De ahí que estos paladines del tongo patriótico se escandalicen de que M. Rajoy "se resista" a "profundizar" (o sea a reprimir más y más injustamente) el 155, el artículo de plenos poderes.

Eso pasa hoy día por periodismo serio.

Gràcies!

Viure una diada de Sant Jordi és un privilegi. No descubro nada, ya lo sé, pero dejo constancia de mi agradecimiento. A los/as lectoras de Palinuro en primer lugar, que hicieron cola para la firma. Breves instantes: sonrisa, libro, nombre, firma, fugaz comentario (hay que dejar paso a los demás), una noticia, una identificación, quizá una historia del pasado, familiar, una emoción, una sonrisa, una foto. Queda un sentimiento grato, que va creciendo y creciendo, a lo largo del día, brillante, soleado. De parada en parada, más lectores/as con sus sonrisas, sus rosas, sus manos que se quedan en las tuyas. Y tú no puedes olvidar que firmas libros para ausentes porque la fiesta es también regalo y muchos compran los libros para regalar. Un desfile de padres, madres, hermanos, maridos, esposas, hijos, amigos, evocados con dos trazos apresurados: no puede venir, está trabajando (este Sant Jordi es laborable), vive en otro lugar, es una sorpresa. Al final hay una red de cercanía múltiple a la que cumple decir: gràcies!

Y también a todos/as las paseantes que abarrotan las ramblas, con las rosas encelofanadas y sus bolsas con un libro, mirando las paradas, hojeando aquí y allá las publicaciones. En este día, según parece, editoriales y librerías facturan entre un 35 y un 40% del total del año. Negocio y solidaridad. Muchos, muchísimos lazos amarillos, camisetas, pañuelos, gorras, todo de amarillo pacífico.

Y satisfacción personal. España quedó atrás quedó muy delante; tercero en ventas en castellano y no ficción. El editor (Ara Llibres) estaba encantado. Tenía dos autores en primera fila: Jordi Borràs, con Dies que duraran anys y servidor. Y el dire de mi periódico, Salvador Cot (elMón.cat), tuiteaba enardecido que tenía a cinco de sus periodistas entre los triunfadores de la jornada: Jordi Borràs, Quico Sallés, Martí Gironell, Palinuro y Liz Castro.

Doncs això, gràcies a tots. Seguim.

dilluns, 23 d’abril del 2018

Contra Catalunya vale todo

La tercera pata del triunvirato del 155, Pedro Sánchez, anda de gira por Alemania para difundir el discurso represivo, falaz, de la derecha española (PP y C's) sobre Cataluña, probablemente por encargo directo de M. Rajoy (a) Sobresueldos, aprovechando que habla a sus congéneres socialistas alemanes. El mismo M. Rajoy cuya dimisión sería lo primero que pensaba Sánchez pedir si ganaba las primarias. No solo no pide su dimisión sino que es su más firme apoyo para seguir desgobernando el país y que su partido, el PP, continúe expoliándolo. Como el PSOE en Andalucía, por lo demás. La fraternidad es evidente.

La misión de Sánchez en Europa es mentir a los europeos sobre el conflicto España-Catalunya y descaradamente. Sostiene el secretario general que en el PSOE ofrecimos el diálogo repetidamente al independentismo catalán, pero no recibimos respuesta. Hace falta tener morro. Lo siento; no hay otra expresión: morro, caradura, desfachatez. Este payo debe pensar que los alemanes son imbéciles, como los que le aplauden sus embustes. ¿Diálogo con los catalanes? Jamás, como todo el mundo sabe. A él lo echaron precisamente por haber amagado algo parecido. Recuperado su puesto, demostró haber aprendido la lección, se sometió a los arribaespañistas de su partido, los Rubalcabas, González, Bono, etc y se opuso y se opone siempre con uñas y dientes a todo diálogo con los independentistas. No quiere ni sus votos, aunque sean sin condiciones. No está dispuesto a hablar con ellos en absoluto. Lo ha dicho, redicho y requetedicho porque piensa que eso le dará votos en España.

¿Por qué, pues, miente como un bellaco en Alemania, aparte de porque es un oportunista y un embustero? Porque comparte el orden de prioridades de los otros políticos del cuadrilátero hispánico de la desvergüenza política, M. Rajoy, Rivera e Iglesias. Primero es España, la nación española de la derecha nacional-católica que todos comparten; luego sus opciones políticas particulares.

Y hay más en el programa de propaganda y mentiras que lleva este hombre por Europa. También afirma con idéntico descaro que "España, es una "democracia sólida", donde impera el Estado de derecho y se respeta "la pluralidad". La doctrina oficial de los intelectualess españoles y su panfleto de cabecera, El País: España, la democracia homologable en Europa y blablabla. Un país en estado de excepción con el 155, en donde hay presos, exiliados y embargados políticos, un país en el que se apalea a la gente por querer votar, se la encarcela por rapear y se la despoja de sus prendas de vestir arbitrariamente; un país gobernado por ladrones, con un partido de facinerosos, unos tribunales al servicio del gobierno y unos medios que son puros aparatos de propaganda, es un "Estado de derecho a nivel europeo", según la manga de ideólogos al servicio de este régimen neofranquista al que apoya la oposición en pleno, por activa o por pasiva, cuando se trata de Cataluña.

Añade Sánchez de colofón que la situación sería muy distinta si gobernara el PSOE, como queriendo marcar unas distancias inexistentes con el PP. Porque es otra mentira. En primer lugar, estamos así precisamente porque el PSOE de Zapatero comenzó una reforma del Estatuto en 2006 que luego no tuvo la inteligencia ni el valor ni la honestidad de mantener. En segundo porque el PSOE carece de todo proyecto catalán (ya ni menciona las bobadas federales o de reforma de la Constitución con que amenizaba las fiestas del partido) y prefiere apoyar el del PP y, sobre todo, su modo de resolverlo a palos. En tercero porque un partido que tiene en su historia los GAL es posible que hubiera hecho algo distinto que el PP y probablemente peor y más sucio.

Quizá no han encontrado a otro más vacuo y vanidoso que Sánchez para encargarle estas mentiras en el extranjero. Si España fuera un Estado de derecho no sería necesario asegurarlo en todos los foros. Es inimaginable que un político alemán o francés o inglés o del resto de los homologables vaya por ahí tratando de convencer a otros de que su país es un Estado de derecho. ¿No?

Frente al nuevo propagandista de la fe, Chomsky y cien académicos internacionales más, reclaman la libertad de los presos políticos y, por ello mismo, denuncian la falta de garantías de Estado democrático de derecho en España. Por supuesto, la prensa de este país "libre" difunde profusamente las mentiras de Sánchez, mientras que oculta la exigencia de Chomsky y sus colegas.

¿A quién piensan los lectores que hará más caso la opinión pública internacional, a Sánchez o a Chomsky?

Hay que poner en marcha cuanto antes una Comisión Chomsky que bien puede llamarse "Comisión de la verdad sobre Catalunya" o "Comisión de apoyo a la democracia catalana".

La necesitamos para contrarrestar las falacias y los engaños de estos siervos de la derecha muy y mucho española.

Destino: el exilio

La Palma de Cervelló es ya casi una segunda casa. Después de pasar aquí la mítica noche del 1º de octubre y la conferencia de ayer en el Teatre de l'Aliança Palmarenca, hoy hemos vuelto al local, pero como espectadores de la obra que presentaba el grupo Terra Teatre, Els darrers dies de la Catalunya Republicana. Es adaptación del diario de Antoni Rovira i Virgili, periodista, escritor, político y diputado catalán de ERC, en los días finales de enero de 1939, cuando el gobierno de la Generalitat, el parlamento y mucha otra gente emprendieron el camino del exilio a Francia.

Un episodio conectado con los acontecimientos de los últimos meses aquí, que repiten el patrón: exilio, cárceles, represión de catalanes. En la obra hay una dimensión aun más trágica, pues ese exilio de unas personalidades no era sino una parte mínima del éxodo masivo que provocó el desmoronamiento del frente del Ebro, en donde realmente la República perdió la guerra. Cosa que se evidencia en el discurso escenificado, cuando el peregrino Rovira i Virgili dice que la guerra se hizo contra Catalunya y Catalunya la ha perdido.

Quienes conocen el trayecto final de esa escapada, atravesando Figueres y La Jonquera hasta la salida de Le Perthus quedan impresionados recordando que por la vía central de ese pequeño pueblo, el Carrer Mayor que es, en realidad, muy angosto, pasaron en breves días 450.000 refugiados, hombres, soldados, mujeres, ancianos, niños, carros, maletas, colchones. Un río humano de angustia y desolación. Camino del exilio. 

Ese sentimiento en eco colectivo y angustia personal es el que se refleja en la adaptación de Jordi Hervás en un magnífico monólogo de una hora de duración, con música de Edmond Bosch y bajo la dirección de Marc Hervás, hermano del actor. La caída de Cataluña, el sentido de la guerra, la peripecia personal y familiar de los exiliados, muchos, muchísimos de los cuales no volverían a ver su tierra. El drama de una generación que ha marcado a las posteriores. 

Esta obra es una gran experiencia.

diumenge, 22 d’abril del 2018

Cosmópolis

Dos observaciones inmediatas sugiere la carta de 100 académicos con Chomsky a la cabeza exigiendo la libertad de los presos políticos catalanes: a) No hay una sola firma ni universidad españolas ni catalana; b) Los medios la han ocultado salvo alguna desmayada noticia como la de diario.es. Cada cual saque sus conclusiones.

El silencio de los intelectuales españoles y catalanes y de la izquierda española en general sobre el proceso de fascistización de España es impresionante. Que nadie proteste por la injusticia de los presos políticos y el atropello de los derechos de todo tipo en Catalunya hace augurar lo peor: no hay dique a la oleada de represión que se avecina. El dique está fuera. Es el impacto en la opinión pública mundial de hechos como esta carta. 

El bloque del 155 reaccionará del modo habitual. Pondrá en duda la autoridad intelectual de Chomsky y se burlará de los cien académicos. Modelo: si ellos tienen ONU, nosotros tenemos DOS, ya ensayado con éxito en tiempos anteriores y más obscuros. Los menos nacionalcatólicos y más de espíritu falangista tronarán contra la intolerable injerencia  en los asuntos internos patrios. Y los demócratas moderados del no-nacionalismo español ilustrado se quejarán de que Chomsky y otros científicos despistados se dejen manipular por los de siempre contra un Estado democrático de derecho como España, plenamente homologable con las democracias circunvecinas.

Todos ven, hasta quienes lo ocultan, el impacto de este pronunciamiento de un centenar de académicos de múltiples universidades encabezados por Chomsky. Cometerían un grave error los independentistas si no aprovecharan la circunstancia y la proclividad del maestro para invitarle a presidir un Comité de Apoyo a Cataluña, versión europea del Tribunal Russell. La disposición, como se ve, existe; solo sería cuestión de articularla para dar a la causa independentista un apoyo más permanente que una esporádica carta.

El aparato del régimen responderá esgrimiendo el fantasma de la leyenda negra. Y los adversarios le recordarán que aquella leyenda se nutrió fundamentalmente de relatos y testimonios españoles. Como hoy. Los intelectuales, ahora sí, se sentirán heridos en su esencia patria por entender que la arrogancia de los occidentales los lleva a tratar a España como una país de tercera o de cuarta, cosa intolerable. Intromisión dictada por la soberbia en un Estado de derecho homologable, etc. 

Un Estado de derecho con presos políticos, por razones de conciencia encarcelados por unos jueces que tratan de inventarse unos delitos y ni eso pueden.

Estaría bien que arrancara una "Comisión Chomsky".

dissabte, 21 d’abril del 2018

El silbo terrorista

Se disponía Palinuro a subir un post sobre los silbidos, pitidos y estruendos que se escucharán hoy cuando se encontró con un artículo de Albert Pla en Público, Copa ¿del Rey? que en verdad le ahorraba la faena. Pla es músico y escribe como los ángeles, cristalino y elegante. Y recomienda aquello que es el secreto de la música: silencio. Calle el himno y callarán los silbos. Y se oirá el juego de los niños. Entre el punto de silencio y el contrapunto del juego de los niños brillan como gemas consideraciones sobre el título de la copa del rey, sobre el rey de la copa y el generalísimo de la copísima. Un tratado de hartazgo de esa estúpida y arrogante bambolla empeñada en provocar con un himno que solo puede oírse a golpe de máximos decibelios para sofocar el silbo terrorista.

La subida del volumen del son patrio se da ya por descontada pues, según parece, TVE ha comprado la exclusiva de trasmisión. Aquí el personal escuchará el himno aunque le revienten los tímpanos. Quizá quepa considerar esta medida como terrorismo auditivo. Y aun podía ser peor si suena con la letra que le ha colgado recientemente Marta Sánchez. Sería sadoterrorismo.

En todo caso, el independentista catalán va camino de convertirse en el silbo terrorista. El inenarrable ministro Zoido que lo es de Interior pero, por deformación profesional, se considera de Justicia, ya ha interpretado el silbo como violencia. Es un ministro ágil al husmear lo que el poder necesita: violencia. Hay que echar una mano a Llarena y Lamela, que no la encuentran; hay que orientar a los fiscales afiladores. El defecto es calificar los actos después de cometidos. ¿A quién se le ocurre? Luego aparecen vídeos que lo desmienten todo, documentos contrarios. Un desastre. Lo que hay que hacer, según el ministro-juez, es calificar los hechos antes de que se produzcan. Así, quienes silben hoy aunque sea a su perro, serán violentos. El silbo violento, ya se sabe; si puede ser gomero, si también vulnerado, ¿por qué no violento? A veces los silbidos y las chirigotas son más destructivas que la dinamita. 

Aun su calificación parece poco a este genio de la hermenéutica jurídica. Quizá sea la razón por la que el ministerio del Interior, el suyo, reproducía ayer en su cuenta de Tuiter el desgraciado artículo 573 del Código Penal (CP) sobre delitos de terrorismo con un comentario que es un insulto y una amenaza al mismo tiempo. Asegura que el CP "concreta" el delito de terrorismo cuando lo que hace es expandirlo en todas direcciones y dejarlo a difusas apreciaciones subjetivas de los que mandan. Esto es el insulto. La amenaza que lanza el ministerio de Zoido, el que multa a la gente por "comer pipas en actitud chulesca", es "por si alguien necesitara reflexionar este fin de semana". Más chulesco y amenazador, imposible. 

Pero ya tenemos el silbo delictivo intensificado de grado de "violencia" a "terrorismo"

Y esta gente pretende que los europeos la tomen en serio. Supongamos que Zoido en persona pilla a un silbador in fraganti y ordena a los jueces que lo procesen por terrorismo; que los jueces aceptan; que el silbador se va al extranjero. ¿Cursarán los tribunales una euroorden con acusación de terrorismo por silbar el himno en un partido de fútbol? 

Hagan caso a Pla: supriman el himno y suprímanse a sí mismos. Eso no quitará que los catalanes realicen alguna otra afrenta sonora o visual. Pero ya no será al sacrosanto himno. Al fin y al cabo la gente lo que quiere es jugar con la pelotita. No den más la brasa y vayan a presidir a Tabarnia o, mejor, a Sant Esteve de les Roures