dijous, 14 de març del 2013
Humilde y mínimo.
dimecres, 26 de desembre del 2012
El espíritu de la Navidad.
La tradición católica, aun queriéndose universal, es una entre otras de la más profunda tradición cristiana. Esa más amplia tradición proyecta la crítica de los críticos al globo entero y revela la insoportable contradicción moral de deificar a los niños en un mundo en el que cientos de miles de ellos mueren de hambre. Ciertamente, no podemos admitir los resultados de lo que nosotros mismos hemos hecho. Bueno, quizá no nosotros, sino quienes nos gobiernan. Nunca ha estado tan difícil lo de Dios y lo del César.
divendres, 9 de novembre del 2012
Los obispos contra tod@s.
divendres, 2 de novembre del 2012
Dios está con nosotros
divendres, 19 d’octubre del 2012
¿Conoce usted un país que...
defienda el Estado del bienestar desmantelándolo?
diga fomentar el empleo facilitando el despido libre?
privatice todo lo rentable y socialice todo lo ruinoso?
anteponga los intereses de los bancos a los de las empresas y los de las empresas a los de los ciudadanos?
tenga siete millones de jubilados rehenes de un resultado electoral?
suprima derechos fundamentales en nombre de la libertad?
proteja a la población apaleándola?
mande a sus mejores hijos a cientos de miles a la emigración periódicamente?
identifique los intereses de un partido con los del Estado?
trate a la oposición como si no existiera?
utilice el Parlamento como cámara de aplauso?
emplee los medios públicos de comunicación como máquinas de agit-prop?
no considere la rendición de cuentas un deber de los gobernantes?
no tenga los programas electorales como promesas que obligan al menos a algo?
entregue la defensa de los intereses del pueblo a los aristócratas?
elija por mayoría absoluta a gentes judicialmente encausadas como corruptas?
adoctrine en la educación sosteniendo que hay que acabar con el adoctrinamiento?
garantice la enseñanza de la historia de verdad?
diga saber qué sea la verdad en la historia?
sostenga que Franco no fue un dictador, como muestra de la verdad de la historia?
pretenda fabricar identidades a golpe de decreto?
imponga convicciones ideológicas como si fueran dogmas de fe y dogmas de fe como si fueran verdades científicas?
se enorgullezca de los episodios más oscuros de su historia y abomine de los más luminosos?
repute patrimonio cultural una fiesta cruel y bárbara?
esté discutiendo siempre sobre si es una nación, dos, tres o ninguna?
(La imagen es una foto de markhillary, bajo licencia Creative Commons).
diumenge, 7 d’octubre del 2012
Mensaje de Dios a Cospedal.
diumenge, 30 de setembre del 2012
Palinuro pregunta.
dilluns, 2 de juliol del 2012
La censura y la agresión católicas al programa La sexta columna.
La inquisición capitalista.
diumenge, 27 de maig del 2012
La familia, el sexo y los curas.
Así que ya puede la carcunda, tan del gusto del gobierno de hoy, vociferar lo que quiera. La humanidad seguirá su camino hacia una sexualidad libre, digan lo que digan estos cuervos de torcidas doctrinas y almas amputadas.
dilluns, 21 de maig del 2012
¿Quién persigue a quién?
dissabte, 19 de maig del 2012
La iglesia militante.
dissabte, 7 d’abril del 2012
La dictadura católica
Personalmente me trae al fresco si unas gentes sostienen que la homosexualidad es un vicio, un pecado, una enfermedad, un delito o cualquier otro mal que sus obsesivas mentes quieran atribuirle. También me es indiferente si esas mismas gentes (u otras) sostienen que el derecho de las mujeres al aborto es en realidad un horrendo crimen. Están en su derecho de pensar así y no hay razón alguna para impedirlo. Muy probablemente, las personas (por ejemplo, los curas, los obispos) que están todo el día dando vueltas a tales asuntos en el fondo tienen un problema de neurosis de raíz sexual (cosa que se evidencia en los numerosos casos de pederastia eclesiástica), pero ese es un asunto de su estricta competencia, excepto, por supuesto, cuando se convierte en delito, como suele suceder.
Igualmente parece claro que estas ideas y oposiciones son producto de mentes atrasadas, acomplejadas, asustadas, supersticiosas, ruines y carentes de todo interés. Tampoco nada que objetar mientras sus manifestaciones se hagan en el contexto de quienes las comparten de forma que se alimenten unos a otros con ideas y creencias que, al menos a Palinuro, resultan estúpidas. L@s pobres de espíritu necesitan apoyos externos, "guías espirituales" que les "expliquen" las reglas morales, símbolos, promesas, castigos y recompensas; como los niños. Si esas "guías" resultan luego ser verdaderos sinvergüenzas que hacen lo contrario de lo que predican y tienen montado un lucrativo negocio a cuenta de la credulidad ajena es algo que los creyentes deberán ventilar por su cuenta, si quieren.
Lo inaceptable es que quienes profesan estas necedades impongan su discurso sectario, que normalmente alimenta el odio e incita a la violencia contra los diferentes, a través de los canales públicos de comunicación que pagamos todos los contribuyentes, nos toquen o no sus delirios. Palinuro, como ya ha dicho en otras ocasiones, no mira la TV. Nada. Pero la paga y, por lo tanto, tiene derecho a opinar sobre lo que por ella se emite. Y su primera opinión es preguntarse por qué tienen los gays y l@s abortistas del país que sufragar las injurias y los insultos proferidos por cualquier majadero tocado con una tiara?
Si los curas y obispos quieren seguir emponzoñando la convivencia y sembrando su mensaje de odio (curiosamente, en nombre de un Cristo de amor) que lo hagan en buena hora en sus locales privados y por medio de sus canales privados de comunicación. Y digo bien: sus locales privados; no las iglesias que también pagamos todos, salvo si pasan a costearlas los curas de su peculio particular. Y, desde luego, sus canales de comunicación privados. TVE-2 es un canal público y la instrumentalización de un bien público con fines sectarios es una prueba de tiranía y dictadura.
(La imagen es un instante de la homilia del Santo Oficio del Viernes Santo desde la Catedral Magistral de los Santos Niños Justo y Pastor de Alcalá de Henares, oficiado por el Obispo Monseñor Juan Antonio Reig Pla. Captura de la página web de RTVE).
dilluns, 19 de març del 2012
La teocracia liberal
Se cumplen 200 años de la Constitución de 1812, popularmente conocida como La Pepa, y Cádiz, ciudad en la que esta Constitución se proclamó, anda en fiestas. La Pepa estuvo en vigor en tres breves periodos de la historia patria, en 1812/1814, 1820/1823 y 1836/1837. Pero lo que no alcanzó en términos de norma positiva lo logró en cambio en el orden simbólico. Ha servido siempre -y sigue haciéndolo- como emblema del liberalismo español, como prueba de que la raza no está condenada a sufrir sempiterna tiranía sino que, cuando el pueblo quiere, es capaz de dotarse de instrumentos esclarecidos de gobierno. La Constitución de 1812 influyó mucho en el constitucionalismo europeo del XIX y de hecho estuvo en vigor y más tiempo que en España en el Reino de las dos Sicilias.
¡Loor, pues, al símbolo del liberalismo hispano! El documento que anuncia al mundo la llegada de la nación española. Porque esa es la gran virtud del texto, el ser el acta del nacimiento nacional. ¿Acaso no estaba entonces en ilegítimo vigor la Constitución de Bayona de 1808, la Constitución de José I? En modo alguno, sostenían los patriotas gaditanos: la nación española habla en el texto de 1812, afrancesado por la forma (ya que, al fin y al cabo, es una Constitución) pero reciamente hispánico, castizo, en su contenido.
Resulta así que, efectivamente, por obra de esta interpretación del origen de la nación española, La Pepa es el crisol en el que se se forja y aparece identificada desde el principio con los valores del liberalismo. Será la Constitución de la libertad frente a la tiranía. Así es como surgen también los mitos y las leyendas, sobre todo cuando nadie se preocupa por indagar en la naturaleza exacta del símbolo mismo. Prácticamente ninguno de los que estos días celebran la Constitución de 1812, hablan de ella y la presentan como el ideal al que los liberales y demócratas españoles han dirigido la mirada, la han leído y, por tanto, no saben lo que dice en realidad. El origen de todo suele ser oscuro, pero no sé si tanto que acabe siendo lo que no es.
Personalmente siempre me ha llamado mucho la atención que el liberalismo español sea cosa del clero y que, en el fondo, la Pepa sea una constitución de curas que, en definitiva, establece una teocracia disimulada y no tan disimulada, al extremo de que vincula la condición nacional española con el catolicismo. El artículo 12 retrata el empeño: La religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nación la protege por leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquiera otra. Por cierto, gustará más o menos a los patriotas pero la odiada Constitución de Bayona (que conocía muy bien al pueblo español) decía ya en su artículo 1ºLa religión Católica, Apostólica y Romana, en España y en todas las posesiones españolas, será la religión del Rey y de la Nación, y no se permitirá ninguna otra lo que, entre otras cosas, demuestra la tradicional y anfibia habilidad de la iglesia, que apostaba a las dos barajas, la española y la francesa.
Los curas están presentes en la gobernación del país pues cuatro de ellos (dos necesariamente obispos) forman parte del Consejo de Estado (cuarenta personas, art. 232), del que se asesora el Rey para gobernar. Y no solamente gobierna, sino que se reproduce en el sistema educativo en términos que la jerarquía siempre ha visto con buenos ojos, pues es negocio de almas y de dineros, idénticos para la iglesia. Según el artículo 366: En todos los pueblos de la Monarquía se establecerán escuelas de primeras letras, en las que se enseñará a los niños a leer, escribir y contar, y el catecismo de la religión católica, que comprenderá también una breve exposición de las obligaciones civiles. Es decir, en la Pepa la educación para la ciudadanía competía a los curas. A esto llaman las buenas gentes de hoy liberalismo; y lo será, pero en los términos de Esperanza Aguirre.
También los otros motivos de enternecedora simpatía de la Pepa tienen sus más y sus menos. Es cierto que reputa españoles a todos los hombres libres nacidos en los dominios de la Españas de ambos hemisferios. Pero ello mismo lo dice, hombre libres. Los esclavos no son españoles. El espíritu doceañero acepta la esclavitud. Es también una determinación racista, aunque esta no se explicite: los españoles nacidos en el África no son ciudadanos salvo que se lo ganen "por la virtud y el merecimiento" (art. 22).
Entre los habituales temas hagiográficos que señalan la bendita ingenuidad de los constituyentes suele señalarse que se ordena a los españoles que sean "justos y benéficos" (art. 6) y que se considere que el fin del gobierno sea la felicidad de la nación. Menos se conoce que da como forma de gobierno una fórmula ideológica que también huele a eclesiástica, una Monarquía moderada hereditaria (art.14) en la persona de un Rey que es sagrada e inviolable, y no está sujeta a responsabilidad (art. 168), condición que prácticamente reproduce la Constitución vigente de 1978 al decir que la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad (art. 56, 3).
Pero lo mejor de todo y lo que definitivamente sitúa a los constituyentes de 1812 no ya solo en la ingenuidad sino directamente en Babia es el hecho de proclamar que el Rey de las Españas es el Señor Don Fernando VII de Borbón, que actualmente reina. Esto es, si el liberalismo de la Pepa tiene un tufo eclesiástico evidente, la capacidad de los constituyentes para entender el momento en que vivían y las gentes que lo hacían era tan inexistente como la de prever el futuro más inmediato.
No está mal celebrar un hecho histórico, pero conviene saber qué se celebra en concreto y no darle más alcance del que tenía en realidad. La Pepa no es otra cosa que el primer hito del nacional-catolicismo e inaugura una idea de nación con la que Palinuro no está ni estará jamás de acuerdo.
Las prisas de esta desenfrenada época de torbellino tecnológico me hicieron olvidarme de la Inquisición, que los doceañistas mantuvieron incólume -prueba de su intenso espíritu liberal- hasta 1821. Me la ha recordado Juan Domingo Sánchez Estop, con quien tengo abundantes afinidades electivas. Gracias, Juan.
(La imagen es una foto de zugaldia, bajo licencia de Creative Commons).
diumenge, 23 d’octubre del 2011
El reino de este mundo.
Cristo dijo que su reino no era de este mundo. Estaba equivocado. Es posible que lo sea del otro pero, desde luego, también lo es de éste. ¡Y cómo! Los obispos, que no están para metafísicas, lo corrigen y explican a sus fieles por quién hay que votar en las próximas elecciones y por quién no hacerlo. Hay que votar a partidos que rechacen el aborto, la eutanasia, el matrimonio gay y el nacionalismo. Más o menos, el PP. Y, lógicamente, no hay que votar a partidos que apoyen tales prácticas demoníacas. Más o menos, el PSOE y todo lo que haya a su izquierda.
Siempre que los obispos hablan del reino de este mundo, se levanta una polémica con unos diciendo que no tienen derecho a inmiscuirse y otros diciendo que tienen el de todo hijo de vecino. Claro que tienen derecho; se lo concede el César, a quien dan lo suyo y más que lo suyo, pues lo apoyan cuando les interesa y colaboran con él. La vocación de la iglesia católica es siempre el poder político. Sobre todo en España en donde sigue habiendo mucho nacionalcatolicismo. Esto de nacional levanta alguna roncha entre los mismos fieles. Por ejemplo, el católico Durán i Lleida clama contra los prelados por pedir que no se voten opciones nacionalistas. Parece haber olvidado que el nacionalcatolicismo es español. Y no español de la Oda a España sino español del caballero de la mano al pecho.
En fin, lo que maravilla es cómo sea posible que en un país católico en el que la iglesia es antisocialista, en el que los empresarios son de la derecha, donde los múltiples nacionalismos desconfían del socialismo y la izquierda llamada transformadora considera al PSOE un lacayo del capital, el PSOE haya venido ganando elecciones. Es que la gente es muy suya.
(La imagen es una foto de Iglesia en Valladolid, bajo licencia de Creative Commons).
dissabte, 10 de setembre del 2011
Fraga contesta a Bono.
Estimado Bono: me ha divertido su carta con motivo de mi prematura y transitoria retirada de la vida pública, debida a la falta de adhesión de quienes me lo deben todo al proyecto que encarno desde los tiempos del invicto caudillo de cuya gloriosa presencia estará el Señor disfrutando en este momento. Desde que lo conozco he dicho que a pesar de ser usted un híbrido de falangista y rogelio, tenía algo aprovechable, probablemente heredado de su padre, razón por la cual, siempre propuse que, si había que volver a alzarse por el bien de España a usted lo fusiláramos el último.
Permítame que no lo tutee, como hace usted atolondradamente conmigo. Eso, joven, sólo se acostumbra entre camaradas y, usted, aunque apunte maneras, todavía no lo es. Le ruego que no se moleste. Las cosas tienen sus tiempos y no hay que forzarlas porque pueden torcerse y se hace luego preciso enderezarlas y llevarlas por el recto camino lo que no siempre es agradable.
En una visión superficial, ñoña, inficionada de machadismo como la suya, los españoles tenemos algo de cainitas, pero no le admito que eso nos empequeñezca. Ni siquiera a usted, que más pequeño no puede ser. Ya el Alzamiento, el postalzamiento y el postpostalzamiento dieron cuenta de los caínes marxistas que había en España, sembrándolos por las cunetas del solar patrio que lleva más de 70 años de gloriosos abeles reciamente imperiales, así que déjese de monsergas, joven, y vayamos al grano, que no estoy yo para perder el tiempo con sensiblerías izquierdistas.
Dice que a usted y a mí nos une mucho más que lo que nos separa. Puede ser, mi querido amigo. Lo que no entiendo es qué une a usted con la morralla socialista, seguidora de aquel semianalfabeto de Pablo Iglesias por más que, según me cuenta el camarlengo Bertone, pretende usted que el Papa canonice al tipógrafo, aprovechando su apellido. ¿Será, pues, cierto, que aspiraba usted a la Secretaría General del PSOE para convertirlo en PCOE, Partido Católico Obrero Español? No me extrañaría, ya que observo en usted una marrullería albaceteña y, por tanto, morisca, un centrismo afeminado que no me gusta un pelo, como cuando hizo usted desfilar hombro con hombro a un héroe de la División Azul con un criminal de las brigadas internacionales. ¡Cual si fueran lo mismo! Si hubiera estado allí le hubiera arreado dos guantazos por muy ministro que fuera usted, porque nunca me han gustado las medias tintas ni los pasteleos, típicos de seudoespañoles sin nervio y sin tirantes.
Mire usted, Bono, no me importa que diga en esa carta que escribe como presidente del Congreso de los Diputados y, por lo tanto, en representación de todos los españoles, (razón por la cual hay gente muy molesta con usted) que colaboré a "que llegase la democracia" porque, al fin y al cabo, en ese recinto se han dicho estupideces mayores. ¡Si lo sabré yo que allí me sentaba con mi camisa azul a escuchar al Caudillo de quien aprendí la verdadera democracia! Usted mismo las dice de a kilo. No me importa pero, caramba, Bono, no sea usted pelota. Lo que yo hice fue oponerme con todas mis fuerzas a su democracia y, aunque no conseguí eliminarla por completo, sí la demedié bastante. La mejor prueba es que está usted en donde está. Así que, para decirlo con mi llaneza habitual, no me toque usted las narices. Mi democracia la puse en práctica en Vitoria pero, por desgracia, al no estar el horno para bollos, no pude cargarme suficientes rogelios, fallé la memoria del invicto en el campo de batalla y hube de hacerla respetar en algunas sabias disposiciones de la Constitución que, como sabe usted muy bien (y, en el fondo, celebra) mantienen en lo esencial el gran legado de aquel hombre clarividente.
Dice usted también que colaboré a que "los extremismos se encauzaran en medida muy relevante". Mire que es usted cursi, caballerete: no había ni hay más extremismo (gloriosa pasión joseantoniana) que el nuestro, el de los herederos del 18 de julio, encauzado primero en Alianza Popular y luego en el PP, en donde estamos los hombres de verdad, las mujeres-mujeres y los sanos regionalistas. En ese otro batiburrillo de soplagaitas, maricones, vegetarianos, ecolotontos, marimachos, beatorros, pacifistas, bolleras, sudacas y separatistas en el que milita usted nadie tiene lo que hay que tener para ser extremista de Santiago y cierra España. Ni siquiera usted que en esto de cerrar unagrandelibrearribaejpaña trata usted de imitarme cuanto puede pero sin conseguirlo porque no tiene agallas para giñarse en la ikurriña y limpiarse el trasero con la cuatribarrada como hacemos los hombres.
Sabe usted que lo aprecio Bono pues, a pesar de sus años, parece usted un curita misacantano y tiene gracia, pero no me llame "patriota de bien" porque eso supone que hay "patriotas de mal", los que nosotros llamamos "antiespañoles", que abundan en su partido. Es comprensible que ande usted buscando otro arrimo, ahora que ya no lo quieren ni los suyos. Pero, canastos, no haga más el ridículo y menos invoque usted el nombre de Dios en vano. Camino y vida... Lo que tengo que oír a mis ochenta y nueve años. Camino y vida...
(La imagen es una foto de Chesi - Fotos CC, bajo licencia de Creative Commons).
diumenge, 14 d’agost del 2011
Ya están negociando con las indulgencias.
Martínez Camino, ese clérigo atildado, relamido y petimetre de sonrosadas mejillas y lustroso semblante, dice que quienes nos manifestaremos en contra de esta visita del Papa somos grupúsculos minoritarios que lo que hacen es parasitar. Eso de "grupúsculos" me suena mucho. Es el lenguaje del poder que he escuchado muchas veces probablemente porque he pasado media vida en grupúsculos, alguno tan exiguo que sólo constaba de mi modesta persona. De "grupúsculos" tildaban los franquistas a los estudiantes de izquierda; de "grupúsculos" Carrillo a quienes se oponían a su política en el Partido Comunista de España. El término revela la altanería y prepotencia de quien se arroga la representación de una gran masa y el derecho a hablar en su nombre. Pretende ridiculizar a los que designa simplemente por la escasez de su número, como si la razón, la moral, el valor de las actitudes dependieran de la cantidad de gente que las suscriben. En esto, como en todo lo demás, los curas practican lo contrario de lo que predican. Porque ¿sabe Martínez Camino cuál fue uno de los primeros grupúsculos de la historia? El de los doce apóstoles en el conjunto de Imperio romano. Un grupúsculo que permitió siglos después que pueda existir un Martínez Camino, lo que no es un éxito.
Además, un grupúsculo de parásitos. Y eso lo dice un cura. Parásitos son los animales que viven de otro, como la iglesia española del Estado, por ejemplo. Pero el elegante prelado, que pasaría por un clérigo libertino del XVIII de no ser porque no dice más que insultos y tonterías, en realidad se refiere a que los laicos pretendemos sacar partido o tajada de la visita del Papa. "Parasitar" significa aquí el deseo de adquirir notoriedad y visibilidad públicas aprovechándonos de la luz que irradia el sumo pontífice. Está hablando de un parasitismo mediático que es, en el fondo, lo que le preocupa, que la visita del Papa quede oscurecida por el ejercicio de la libertad de manifestación y expresión que los laicos hemos conquistado en contra de todos los Martínez Caminos. Con la dictadura lo tenían más fácil. No había laicos y si los que había pretendían manifestarse, se los encerraba en la cárcel, en un acto de caridad para defenderlos de sí mismos.
Lo mediático es aquí determinante porque esta visita está concebida desde el principio como un espectáculo y un negocio, al servicio de los cuales estas gentes, oficialmente dedicadas a Dios pero entregadas al becerro de oro, ponen sus creencias y dogmas. Comos buenos mercaderes, entienden que todo se compra y se vende. Parece mentira, pero ya están otra vez comerciando con las indulgencias, como en los tiempos de Martín Lutero. Así, el Papa perdonará los pecados a todos los que vengan a verlo y cumplan ciertos requisitos de confesar y comulgar, es decir, de usar los servicios de la iglesia y de rezar por Benedicto XVI. Se supone que, cuanto mayores sean los pecados que se perdonen, más inflamados serán los rezos. Rezos no por la paz en el mundo o por el hambre y la miseria sino por la salud corporal y espiritual del que les ha perdonado los pecados. En fin, no sabe uno ya qué decir.
Igual que monseñor Rouco Varela permite levantar la excomunion de quienes hayan abortado, siempre que profesen arrepentimiento. De aquí sale por lo menos un reality show. A estos eficaces gestores de la empresa eclesiática no se les ocurre pensar que excomulgar a una mujer por abortar es un acto de violencia, un pecado contra el evangelio y una afrenta a su dios. Mucho menos lo que sin embargo es evidente, que tendrían que ser las que han abortado quienes los perdonasen a ellos, cosa difícil porque son muy soberbios.
Y mentirosos. Gran parte de la crítica a la visita toma pie en el lujo y el boato de que viene rodeada en época de escasez; en los millones de euros que se van a gastar a costa de los contribuyentes. Pues bien, la jerarquía asegura que la visita no costará un euro a las arcas del Estado y que quienes hablan del coste para los contribuyentes son demagogos o ignorantes o paletos, otro insulto muy típico de señoritos. La financiación no es pública, dicen, porque el grueso proviene de donaciones de empresas y comercios. Pero no dicen que esas donaciones están acogidas a una generosa desgravación fiscal que permite trasladar prácticamente la totalidad del gasto al Estado, es decir, a los contribuyentes en forma de un dinero que Hacienda no recauda. De no ser así, de no salir prácticamente gratis las donaciones, seguro que los comercios exigían contraprestaciones materiales, por ejemplo, que la casulla del Papa mostrara el logo de Nokia o Addidas o el Corte Inglés.
Como financiación pública es el uso masivo y sin pagar de medios y personal público, desde los conserjes de los colegios en que se hospedarán los peregrinos hasta las rebajas en los transportes públicos, justo en el momento en que suben para todos los demás. Prácticamente la totalidad del coste de la visita del Papa recae sobre los contribuyentes siendo, además, una visita privada. Quien diga que esto no es así obviamente falta a la verdad. O sea, miente, cosa nada extraña en esta partida de desalmados que basa su negocio en la mentira y el engaño.
La fe, las creencias de la gente, el respeto a los demás, la convivencia ciudadana; todo eso les importa un rábano. Lo único que les importa es el negocio. El becerro de oro.
(La imagen es una foto de Iglesia en Valladolid, bajo licencia de Creative Commons).
divendres, 12 d’agost del 2011
La marcha laica.
Parece que la delegación del gobierno en Madrid entra en razón y está dispuesta a permitir que la llamada marcha laica pueda celebrarse en condiciones que a los organizadores les parecen satisfactorias. Me alegro mucho. No hay motivo para limitar el derecho de manifestación pacífica de los ciudadanos.
¿Y la visita de SS, Benedicto XVI, qué?
Este es uno de esos casos en que quienes sostienen que el PSOE y el PP son lo mismo tendrían que encajar los hechos en sus afirmaciones. ¿Creen quienes esto afirman que con un gobierno del PP se pudiera celebrar una marcha laica en este momento? Aguirre y Gallardón están en contra; el alcalde de Valladolid (el de los "morritos") dice que es "inaceptable". Resumen: no habría marcha. No, el PP y el PSOE no son lo mismo.
La cuestión del nombre no es inocente. De marcha antipapa la tildan los partidarios de suprimirla. Quieren ser contundentes y llamar a las cosas por su nombre, aunque ese "antipapa" a muchos latinoamericanos les sonará a "antipatata". A mí tampoco me gusta el nombre de "marcha laica" y no por lo de laica, sino por lo de "marcha", que suena a militar. No veo por qué no mantener el viejo y acreditado de "manifestación". Porque los laicos también nos manifestamos. No con tanto boato y alharaca como la iglesia católica, sin banquetes de alta cocina, sin agasajos oficiales, sin apoyo alguno de las instituciones, sin subvenciones ni privilegios en el uso de los espacios y servicios públicos, sin traernos autobuses de Polonia. Nos pagamos la entrada en el Reina Sofía. Somos ciudadanos, aunque de segunda.
La marcha laica es un acto de civismo. Sirve para recordar a la iglesia que, en su ceguera, actúa como si España le perteneciera y a la jerarquía, volcada como está en el negocio de las jornadas, que la sociedad es plural y que todos tenemos los mismos derechos. Esa iglesia y esos católicos que se sienten ofendidos por una fotografía de un desnudo con un crucifijo en las partes pudendas, ¿se les ha ocurrido que otros ciudadanos puedan sentirse ofendidos por un via crucis, una ceremonia que conmemora un acto de crueldad, en el Paseo de Recoletos? Se dirá que es cuestión de sensibilidades; precisamente por eso. Que quien no sea partidario del via cricis, que no vaya; lo mismo que se puede hacer con la fotografía de Cristo: no mirarla. No debiera ser difícil de entender que las razones de uno puede que no sean mejores que las de otro. No debiera pero lo es. Y tiene que serlo necesariamente ya que el jefe máximo de esta religión reclama para sí el increíble e irrisorio don de la infalibilidad.
Me parece que en la manifa laica hay cristianos de base o redes cristianas o algo así. Son gentes con gran entereza y valor y merecen público aplauso. No creo que haya asociación atea alguna en los actos públicos de Benedicto XVI. En sí misma la iglesia es la organización totalitaria por excelencia. No sólo por el motivo evidente y de todos conocido de que el Vaticano, como Estado, sea una teocracia y una monarquía absoluta, Monarquía absolutísima pues los tres poderes están concentrados en el Papa.
Es totalitaria porque la jurisdicción que ejerce el Papa sobre los creyentes no es material (por más que esas relaciones tengan mucho de materiales a través de empresas, bancos, inversiones, suculentos beneficios, etc) sino espiritual. Esto es, el Papa gobierna no las personas sino sus conciencias. De ahí que la iglesia, a veces, sostenga que una u otra ley son ilegítimas y no deben obedecerse. Es posible que sea parte del discurso que trae preparado Benedicto XVI. El Papa rige las conciencias de los creyentes y les dice lo que deben hacer y pensar. La iglesia católica es lo más parecido a una asociación de esclavos felices o de los que entonan el discurso de la servidumbre voluntaria.
¿Por qué felices? ¿Por qué servidumbre? ¿Por qué voluntaria?
Porque servirse de la propia conciencia sin recurso a principio de autoridad alguno, ateniéndose solamente al de la recta razón es siempre angustioso. Uno no está nunca seguro de haber acertado. Es mucho más cómodo que venga alguien diciendo que trae la palabra de Dios y que ésta es que los homosexuales son enfermos a los que no debe permitirse el matrimonio; por ejemplo. La razón dice que los seres humanos hacen los dioses a su imagen y semejanza. El de los católicos se pasa el día metido en la alcoba de sus fieles. No piensa en otra cosa.
La marcha laica es un acto de visibilidad; se trata de que la iglesia católica comprenda que España no es de su propiedad y menos la conciencia de todos los españoles. Es razonable que el Papa venga a predicar sus principios, sus dogmas, sus creencias, en fin, a sus fieles y los haga, así, felices. Por lo demás, estos le hacen un caso relativo y, si alguien lo duda, que mire la tasa de natalidad en España. Casi todo el mundo emplea métodos anticonceptivos y a misa van cuatro gatas. Todos seguramente piensan que Dios tendrá algo más importante que hacer que fisgar si la gente usa o no condón. Insistir tanto en este aspecto sobre todo cuando uno viene arrastrando la acusación de pederastia en la iglesia revela la infinita capacidad que tiene este Papa de reducir las cuestiones a sus niveles más bajos y elementales; a niveles de cotilleo enfermizo. Si por la iglesia fuera, no habría matrimonios civiles, ni registros de nacimiento, ni entierros laicos. Esos y otros derechos son los que hay que defender en la calle frente a la oleada de beaterío que se nos viene encima.
Lo que ya es disparatado es querer imponer las creencias de su grupo, iglesia, tribu o lo que sea que esta gente profese, al conjunto de la población porque lo dice un mortal que tiene el rostro de asegurar que es infalible cuando le da la gana.
(La imagen es una foto de lleuger, bajo licencia de Creative Commons).
dimarts, 2 d’agost del 2011
Fanatismo.
La atrocidad cometida hace unos días por el nazi noruego Anders Behring Breivik ha puesto al mundo a reflexionar sobre el fanatismo. A excepción del propio Breivik todos abominan de su acto y, al preguntarse por sus móviles, recuerdan que se trata de un joven fundamentalista cristiano, islamófobo y ultraderechista. Los tres términos se consideran componentes de un espíritu fanático; pero el fanatismo no se agota en ellos. También se puede ser fundamentalista islámico, antisemita y ultraizquierdista o fundamentalista católico, antisemita y ultraderechista. Hay muchas combinaciones y todas caben en el saco del fanatismo, porque éste convive con ellas y probablemente tiene algo más que es común a todas. Ese algo más es una mentalidad, un modo de ser, una actitud antes que unas u otras convicciones religiosas, morales, políticas. Lo que define al fanático, crea en lo que crea, es su convicción de que quienes profesan otras creencias están en el error, son unos pecadores o unos delincuentes.
El fanatismo es intolerante. No admite la pluralidad de creencias y valores sino solamente aquella situación en que los suyos dominan por entero. En consecuencia hay que reconocer que el fanatismo no se limita a casos como el de Breivik. Estos son los extremos, los fanáticos que creen que quienes piensan de otro modo son delincuentes a los que hay que liquidar físicamente. También son fanáticos quienes piensan que los discrepantes no son delincuentes pero sí gente que vive en el error y, eventualmente, según pinte la cosa, en el pecado. Estos fanáticos preparan el brebaje que ingieren los Breivik, los terroristas suicidas y los no suicidas, incluidos los relacionados con instituciones legales, como el Mossad o la CIA, igual que lo habían hecho antes gente como Carlota Corday o Mateo Morral. La intolerancia frente al otro (religioso, étnico, político) es el primer paso del fanatismo, que lleva al terrorismo y, en último término al genocidio. Un terrorista es un genocida potencial; si pudiera, con su bomba exterminaría toda una confesión (o no confesión), una etnia, una ideología política. Por eso hilan fino pero también justo esos fiscales que consideran la posibilidad de acusar a Breivik de genocidio. Ciertamente. Ello obliga a ampliar el concepto de fanatismo para que incluya comportamientos y actitudes que, no siendo terroristas, desembocan en el terrorismo.
Por ejemplo, la iglesia que los españoles sufrimos, la católica, es una organización esencialmente intolerante. Los sistemas políticos democráticos en Europa y también en España, Estados de derechos pluralistas, la obligan a guardar las formas y sostener de palabra un respeto a las otras confesiones y convicciones morales que luego niega en los hechos. Monseñor Rouco Varela sostiene que los jóvenes tienen la ética bajo mínimos. Ya antes había dicho que los jóvenes del 15-M no conocen a Dios y tienen sus vidas rotas. En román paladino: quienes no piensan como Rouco Varela carecen de moral y tienen sus vidas rotas. Aparentemente por boca del prelado habla la preocupación y la caridad, pero éstas son fingidas; habla la prepotencia y la intolerancia, cuando no el odio. Porque, de entrada y con el Evangelio en la mano, ¿quién es Rouco Varela para juzgar a los demás? ¿No repara el cardenal en la soberbia que revela negar la moral de quienes no son católicos o cristianos? ¿Tampoco en el fanatismo que supone y en el peligro de que llegue algún legionario de Cristo a ajustar cuentas a los de la acampada?
Eso es muy propio del catolicismo que, a fuerza de intolerancia, es incapaz de comprender el mundo en el que vive y de mostrar un respeto mínimo por sus semejantes. El catolicismo tiene una misión de universalidad que pregona en su nombre. Pero no es universal en absoluto; al contrario, es minoritario. ¿Qué sucede con los miles de millones de personas (musulmanes, hinduistas, budistas, sintoístas, etc) que también desconocen al dios de Rouco y no en el sentido figurado del cardenal sino en el literal? ¿También carecen de moral y tienen sus vidas rotas? Sus dioses (cuando tienen alguno) son "falsos", son ídolos y ellos, idólatras que viven en el pecado y a los que hay que salvar aunque sea en contra de sí mismos
Es una visión del mundo completamente parroquial (nunca mejor dicho) y soberbia al mismo tiempo. Fanática. Un fanatismo aplicado por una organización única en el mundo pues es un Estado del que Rouco y los católicos todos son ciudadanos espirituales pero con proyecciones materiales de todo tipo: bancos, tierras, casas, empresas, medios de comunicación, centros educativos, negocios de diversos tipos, monumentos y bienes culturales, administración material de ritos sociales como bautismos, bodas y funerales, colaboración con el Estado en los ámbitos penales y militares, etc. Un reino bien de este mundo en el que todos sus súbditos, clérigos seculares y regulares, legos a su servicio, laicos en órdenes y sectas religiosas civiles, como el Opus, trabajan denodadamente a la mayor gloria y boato de la organización y de su Estado Vaticano. Una organización terrenal basada en el fanatismo.
Nada de lo anterior se refiere a los católicos que tienen una idea evangélica de la iglesia. Pero carecen de fuerza, son una especie de enemigo interior que la Iglesia como institución vigila de cerca y, cuando lo cree necesario, extirpa.
(La imagen es una foto de desaparezca.net, bajo licencia de Creative Commons).