dilluns, 28 de novembre del 2016

Hoy, en Sefarad, hablando de filosofía, libros y utopía

Con motivo de la reciente publicación del libro colectivo editado por Scheherezade Pinilla Cañadas y José Luis Villacañas Berlanga, La utopía de los libros. Política y Filosofía en Miguel Abensour, hoy, lunes, 28 de noviembre nos reuniremos a las 19:00 en el Centro Sefarad-Israel de la calle Mayor, nº 69, para comentar y debatir amigablemente sobre su interesante cuanto variadísimo contenido. Seremos cuatro: el profesor Jaime Ferri, los coeditores de la obra y Palinuro. Y quienes tengan curiosidad y quieran sumarse pues la entrada es libre.

Se trata de un estudio a modo de mosaico o cruce de caminos desde múltiples perspectivas de la obra de Miguel Abensour, un politólogo francés especializado en filosofía política y, más concretamente en pensamiento utópico y en la obra de algunos otros teóricos y filósofos, como Emmanuel Levinas, pero también Moro, Saint Just, Marx, Morris y otros. Este enfoque poliédrico está muy justificado precisamente por el carácter multifacético de nuestro autor que lleva el empeño posmoderno de la filosofía contemporánea, enemiga de todo sistema de pensamiento, a sus últimas consecuencias. Casi me atrevería a decir que la doctrina de Abensour -desarrollada en diálogo con vivos y muertos, con algunos de los cuales, más o menos contemporáneos, colaboró en empresas colectivas, como Pierre Clastres o Claude Lefort- es una acumulación de repères, de señales que han ido acumulándose a lo largo de una vida de incansables lecturas de clásicos y modernos. Es la "utopía de los libros" de la que habla el de Pinilla/Villacañas y que abarca un campo realmente inmenso y abierto. En él Abensour ha ido interrogando, matizando y concluyendo de obras de todos los tiempos y orientaciones para aproximarse a una propuesta de emancipación humana que da una dimensión utópica pero necesaria a la filosofía política contemporánea, para nuestro autor, necesariamente crítica.

La obra en cuestión, de la que Palinuro publica hoy una recensión, aborda los aspectos entrecruzados del ámbito abensouriano con lo que supongo que el coloquio que tendremos en Seferad será ilustrativo y enriquecedor.

diumenge, 27 de novembre del 2016

Dos estilos

Uno es el de los secreteos, las intrigas, las covachuelas, el juego sucio, las maniobras, las zancadillas, las trampas, los comités, las votaciones trucadas, las amañadas, la compra de voluntades, los enchufes, los chantajes, las complicidades, la marrullería, los pactos sotto voce, los infundios, los pelotas, las traiciones, los favoritismos, la ocultación, las decisiones oligárquicas, la censura, el abuso, el silenciamiento de la militancia, el interés de los viejos bonzos, la falsedad, la mentira, la manipulación, el abuso de poder, la miseria moral, el miedo a la competencia y la libre confrontación, los resultados falseados, la protección de los poderosos.

Es el estilo de Susana Díaz y quienes la han convencido de que, poniendo todas las malas artes y chapucerías posibles tras un golpe de mano de auténticos truhanes, puede ahora escalar la máxima responsabilidad del PSOE y su máxima incompetencia.

El otro es el estilo abierto, franco, sincero, democrático, dialogante, íntegro, la palabra dada, los acuerdos, las decisiones consensuadas, el reconocimiento de los errores, la modestia, el juego limpio, la asunción de responsabilidades, el recurso a la militancia, la confianza en las bases, la implicación personal, la lealtad, el respeto, el poder compartido, la moralidad en la acción, el libre juego de la competencia, el respeto a los resultados, el enfrentamiento con los intereses creados, el desafío a los poderosos, el logro de la autonomía, la originalidad de planteamientos, las decisiones compartidas, la asunción de riesgos.

Es el estilo de Pedro Sánchez y quienes, afrontando las decisiones represivas de la junta de golpistas y los castigos arbitrarios así como las campañas mediáticas movidas por los agentes del PP en el socialismo, los incrustados en los medios a su servicio y los "intelectuales" orgánicos, se han puesto a su lado para reconstruir el PSOE como un partido de izquierdas, autónomo, socialdemócrata, radical, independiente de la derecha y no rehén de ella.

Y, de momento, en la primera confrontación, el resultado ha sido triunfo para el sector renovador, democrático, apoyado por las bases de Sánchez. Y una derrota humillante para los paniaguados del aparato del partido, con ese espantajo al frente que es Susana Díaz, pertrechada por todos los apoyos de los barones (aunque a distancia porque ya empiezan a maliciarse que esto no terminará bien) y los mediáticos de la derecha. Y, por supuesto, derrota de ese sector a la sombra de los veteranos del PSOE, González, Bono, Rubalcaba, hoy convertidos en carcamales voceros de la derecha.

Una pequeña e irónica reflexión: ¿quién iba a decirle al decrépito Isidoro que, andando el tiempo, él sería el reaccionario Llopis, defensor de un PSOE desdentado, tratando de cerrar el paso a la renovación del proyecto de una izquierda democrática y socialista? ¿Quién que el Isidoro de entonces se llama hoy Pedro y la anquilosada y vieja guardia del exilio de antaño es la media docena de submarinos peperos, los Rubalcaba, Madina, Díaz, etc que tratan de impedir la renovación del único partido de la izquierda democrática que ha hecho algo positivo y volverá a hacerlo en España?

Por supuesto, esta aventura de recuperación del PSOE para su militancia, con un programa de izquierda sin tapujos ni temores puede frustrarse. Puede que a Sánchez le falte constancia, iniciativa, tesón o no tenga clara las ideas o fracase en el cálculo de sus apoyos, en cuyo caso perderá y, con el, desaparecerá la última posibilidad de reconstrucción del PSOE porque lo que aportan sus contrincantes no merece la pena ni la consideración.

La inmoralidad de sus adversarios, dentro y fuera del PSOE, puede hacer descarrilar el proyecto. Pero algo ha quedado ya claro: todas las mentiras de esta reata de burócratas acobardados, voces de sus amos, enchufados y aprovechados al servicio de un sistema corrompido, han quedado al descubierto. El tiempo pertenece al proyecto de Sánchez quien, si mantiene el rumbo y el tesón, reconstruirá un partido independiente de la derecha y hegemónico de la izquiera. Contará con la lealtad de mucha otra gente que ahora conmenzará a sumarse a la empresa y contará también con la deserción de todos los supuestos "aliados" de Díaz que la abandonarán al ver el cariz que van tomando las cosas. A saber cuántos barones -además de sus siervos extremeño y  castellano-machego- acuden al próximo llamado de esta impresentable aspirante a un puesto para el que a todas luces no vale.

El hombre que sabía intrigar

La fundación Telefónica, sita en la Gran Vía madrileña ha tenido la estupenda idea de hacer una exposición sobre el director de cine anglo-americano Alfred Hitchcock (1899-1980), llamado el mago del suspense. El cine es un arte tan espectacular y de tal potencia plástica que no abundan las exposiciones acerca de él en ninguna de sus múltiples facetas. Y tiene muchas. Una de ellas, que ha ido ganando en importancia en los últimos años es la del cine de autor. El incuestionable predominio de Hollywood en el mundo cinematográfico venía imponiendo el criterio de que lo que "pegaba" en el mercado, en la taquilla, no era el director de los films, del que casi nadie sabía gran cosa, sino los actores y actrices, las llamadas "estrellas", de las que todo el mundo estaba informado a través de la prensa especializada o no hasta en los menores detalles de sus vidas personales. Fue el llamado Star System. Eran Gregory Peck, Gary Cooper, Olivia de Havilland, Bette Davies, etc, quienes ganaban el corazón de los espectadores y canalizaban millones de dólares en los bolsillos de las empresas productoras. No los directores, a los que nadie conocía.

Todo esto comenzó a cambiar precisamente con Alfred Hitchkock. Cuando la exigente crítica francesa de la nouvelle vague revolucionó los gustos cinematográficos del continente, revisando los acartonados juicios sobre el cine de Hollywood, especialmente los Westerns, pero también el "cine negro" y las comedias de costumbres, una de las primeras figuras que quedó consagrada fue Alfred Hitchkock. Eran los inicios del decenio de 1960 y, por entonces, el autor de "los 39 escalones" había emigrado de Gran Bretaña a los Estados Unidos y llevaba cuarenta años haciendo películas. Fue así uno de los pioneros del "cine de autor". Uno de sus amigos y admiradores, François Truffaut, lo consagró y, ya en los últimos 15 años de su vida, cada nuevo film suyo, era la "última película de Hitchkock" y eso que en sus obras seguía contando con grandes estrellas: James Stewart, Grace Kelly, Cary Grant, Doris Day, James Mason, Eve Marie Saint, Anthony Perkins, Kim Novak, etc. Lo que también había hecho en la primera parte de su carrera: Peter Lorre, Robert Donat, Maureen O'Hara, Charles Laughton, Joan Fontaine, Lawrence Olivier, Ingrid Bergman, etc, con muy otros resultados.

Confieso que encuentro un gran placer al recitar estas listas de nombres porque todos ellos me traen memorias de films inolvidables, alguno de los cuales he visto varias veces. Por ejemplo, mi favorito, "con la muerte en los talones", nombre que se puso en España a North by Northwest. Puedo haber visto una veintena de películas de Hitchkock, lo cual no me convierte en absoluto en un especialista de la obra de un hombre que llegó a rodar 60 films, sin contar los 140 (aprox.) episodios cortos de TV que también hizo, de los cuales una docena larga fueron suyos y que se pusieron en casi todas las cadenas del mundo, convirtiendo su oronda figura y doble papada como sombra chinesca en algo familiar a cientos de millones de personas en todos los continentes. Por eso, mi agradecimiento a Telefónica por una exposición inteligentemente comisariada por Pablo Llorca y con mucha información sobre el autor de Vértigo, fotos, "stills", vídeos, gadgets, carteles, historias, libros, etc., es mucho.

Aquí se confirman algunos de los viejos saberes sobre la personalidad de Hitchkock, el hombre que más inteligentemente maridó preocupación artística (sus películas son prodigiosas obras visuales cuidadas en sus mínimos detalles, riquísimas de sugerencias y con un ritmo sutil y elegante así como un irónico distanciamiento que son verdaderos placeres) con éxito comercial: sus breves apariciones mudas en muchas de ellas, a modo de firma; el parecido de gran parte de sus protagonistas femeninas, todas rubias, con una punta de encanto fatal; sus frecuentes y ambiguas referencias a las relaciones entre los géneros (no solo entre hombres y mujeres en el plano erótico sino también en las relaciones familiares de madres e hijos, etc); su no menos frecuentes recursos a los equívocos de identidad en los que un personaje es confundido con otro, de donde se siguen innumerables peripecias que te tienen atornillado al sillón; sus protagonistas masculinos, muchas veces verdaderos títeres, casi "hombres sin atributos". Y, además de todo esto, su también frecuentes incursiones en dominios intelectuales, artísticos y literarios, nada habituales en el cine de suspense: Daphne du Maurier, Patricia Highsmith, John Buchan, Joseph Conrad, Ethel White, Cornell Woolrich, Boileau-Narcejac, Leon Uris son algunos de los escritores cuyas obras adaptó a la pantalla. El psicoanálisis, el surrealismo, la psiquiatría y los grandes avances de la ciencia y los descubrimientos de la época también están presentes en su mundo. Y la música, por cierto, parte esencial de sus relatos.

Es más, su visión de los años decisivos de la guerra fría y los estereotipos de agente y contraagentes son también elementos componentes de las intrigas. Como lo es su, voluntaria o involuntaria, aunque siempre con un punto de ironía, propaganda del American Way of Life. Y ahora que acaba de morir Fidel Castro, viene a la memoria uno de sus últimos (y no de los mejores) films de propaganda anticomunista, localizado en Cuba, durante la llamada "crisis de los misiles", cuando el mundo estuvo al borde de la guerra nuclear.

dissabte, 26 de novembre del 2016

Derogar las leyes inicuas

La oposición comienza a tumbar una tras otra las leyes tiránicas que la mayoría absoluta del PP impuso sin diálogo alguno en la pasada legislatura. Normas arbitrarias, autoritarias, represivas, profundamente reaccionarias, producto de mentes enfermas, bien por su fanatismo religioso (Fernández Díaz), bien por su repulsivo cinismo jesuítico (Wert), que fueron el puntal de aquel gobierno compuesto básicamente por franquistas nacionalcatólicos y ultrarreaccionarios. Cualquiera pensaría que, así las cosas, si la oposición prosigue su excelente tarea de derogar todas las barbaridades del gobierno anterior, Rajoy podría hartarse, disolver las Cortes y convocar elecciones nuevas (dice, en tono amenazador, que no le faltan ganas). Pero no se dará el caso. Este hombre carece de principio alguno que no sea amparar corruptos y ampararse a sí mismo de paso y, con tal de seguir en el poder, le da igual que le deroguen todo lo legislado. Protestará pro forma, pero nada más. Su falta de conciencia y escrúpulos morales -bien patentes en el ejercicio de hipocresía en la muerte de Barberá- le permite gobernar con una ley de educación favorable a los curas o contraria a ellos. Le es indiferente porque, en realidad, tampoco sabe qué sea eso de la educación.

Con Wert bien enchufado a costa de los contribuyentes en París, a Rajoy  no le importa lo que pase con su ley. Méndez de Vigo, el ministro de turno, con tanta idea de educación como del sistema nervioso de la anguila, tampoco está dispuesto a dejarse la piel por los intereses de los curas porque, a fuer de católico, sabe de sobra que estos, los curas, tampoco son de fiar y pueden dejarte tirado en un momento de apuro.

El mismo destino aguarda a la Ley Mordaza, criatura de los dos desequilibrados que dominaron Interior durante cuatro años, Fernández Díaz y Cosidó.  Una norma monstruosa que daba impunidad a la policía en la calle y criminalizaba y castigaba con penas enormes el ejercicio de los derechos ciudadanos, una ley que avergüenza a quien la lea. Queda así claro que, al menos de momento, los partidos de la oposición podrán impedir que se consolide este revival del franquismo, algo digno de encomio. No hemos podido quitarnos de encima al Sobresueldos debido a la impericia de la izquierda pero, con un poco de suerte, no tendremos que padecer las consecuencias de su insoportable neofranquismo.

Por lo demás, esta práctica derogatoria parece que imprimirá carácter a la legislatura. No en el sentido en que prometían los golpistas del PSOE cuando echaron a Sánchez, sino de forma muy distinta. Con la LOMCE en el punto de mira de una especie de triple entente entre PP, PSCE y C's, parece configurarse una especie de frente derogatorio que aislará a Podemos, dejándolo en la irrelevancia. Este podrá presumir de ser la única oposición real a la derecha y acusará al PSOE de subalternidad frente al PP. Y se quedará corto. El PSOE, descabezado, desnortado y a punto de caer en manos de una mujer cuya inteligencia es inversamente proporcional a su ambición, en realidad el PSOE es un rehén del PP. Por eso tampoco cree el Sobresueldos que le convenga convocar elecciones. La amenaza de estas ya tiene a los socialistas paralizados, dispuestos a aceptar y apoyar todas las barbaridades que haga la derecha en el asunto catalán que, en realidad, es lo único importante en este momento. Mientras el PSOE siga siendo, antes que nada, profundamente español en sentido centralista y reaccionario, el PP le permitirá derogar sus leyes más tiránicas y absurdas. Y el PSOE venderá esas derogaciones que, en todo caso, lo serán "controladas" como prueba de su valiente y decidida oposición al Gobierno frente a Podemos, a quien acusará de demagogo e irrelevante. Y también con acierto.

Es lo malo de la división de la izquierda: que todos los bandos aciertan en las críticas que se hacen mutuamente. Razón por la cual seguirán divididos. Razón por la cual seguirá gobernando la derecha. Razón por la cual los catalanes se largarán. Y harán bien.

Pintura de la pintura

El Museo del Prado ha dado con una buena idea que ha convertido en una exposición de nombre Metapintura. Un viaje a la idea del arte, comisariada por Javier Portús, jefe de conservación de pintura española de dicho museo. Como el nombre indica, se trata de concentrarse en aquellos aspectos que trascienden la pura expresión artística y plástica de las obras para llegar a otras regiones, más allá de la pintura. Algo para lo que esta es instrumental o vehicular. Obviamente, desde un punto de vista semántico estricto, toda pintura es metapintura puesto que toda ella es un símbolo, un significante que remite siempre a un significado. Recuérdese el famoso cuadro de Magritte en el que se ve una cachimba perfectamente pintada y, como título: Ceci n'est pas une pipe, que contradice y no contradice al mismo tiempo la imagen. En el caso de esta exposición, las pretensiones son filosóficamente más modestas, pues se limitan a mostrarnos diversos ejemplos de ese carácter vehicular de la pintura. Algunos se refieren a la composición misma de la obra de arte y otros a su contenido o mensaje. Esto es, unos al impacto visual simultáneo y otros al contenido narrativo de la imagen que nos remite a otras historias.

Los casos referidos son bastante conocidos, Palinuro siente especial atracción por ellos y, grosso modo podemos referirnos a los siguientes: 1) el relato sobre el origen de la pintura y la figura del artista. 2) En relación con ello, el arte del retrato y, en especial, del autorretrato, una de las fascinaciones de Palinuro. 3) La aparición de los espejos en los cuadros, objetos misteriosos, llenos de posibilidades y otra de dichas fascinaciones; recuérdese que todo espejo lleva la semilla del doble en él, el Doppelgänger, excepto en el caso de los vampiros. 4) Los trampantojos, muy de moda en los siglos XVI y XVII a partir del descubrimiento de la perspectiva. 5) Los cuadros dentro de los cuadros. 6) Los relatos mitológicos que tienen o no que ver con el origen del arte.

Enseguida se ve que es un programa muy ambicioso. Demasiado. Cada uno de estos casos daría para una amplia exposición por derecho propio. Así que no es posible evitar cierta frustración en la visita, sobre todo porque la inmensa mayoría de las piezas proceden de los fondos mismos del Prado, son casi todas muy familiares y, lógicamente, guardan escasa relación entre sí. Si añadimos que préstamos de otros lugares solo se cuenta una veintena, acordaremos que la exposición parte de una buena idea, pero la desaprovecha por querer abarcar demasiado sin medios. Ello es visible cuando el hilo narrador, problemático en todo momento, se diluye ya en la etapa final en la que se exhiben conocidísimas telas del XIX español, muchas goyescas, incluidos grabados que tienen poco que ver unas con otras. Si añadimos que, al ser el Prado, no hay obra contemporánea, en donde más han impactado estos asuntos (piénsese en el simbolismo o el surrealismo), veremos que la exposición, como tal, siendo apreciable, es un "quiero y no puedo".

El origen de la pintura aparece en la insistencia de los pintores en seguir la leyenda evangélica de hacer a San Lucas pintor y de especial devoción mariana. En tiempos precristianos, el origen de la pintura se atribuía al dibujo de contornos de las sombras sobre paredes. La función de la sombra en la historia de la pintura es descomunal y autorizaría a dedicarle una monográfica. Por cierto, la idea de que a ella se deba el origen del arte está empíricamente refutada por las pinturas rupestres del paleolítico.

Retratos y autorretratos. Su cabida en este concepto de "metapintura" es problemático, pero, al mismo tiempo, ha de reconocerse su importancia. Quizá el retratístico haya sido el género más cultivado en Occidente y está indirectamente vinculado al origen del arte en la muy frecuente referencia al mito de Narciso. En todo autorretrato hay algo de narcisismo. O quizá no en todos. Hay autorretratos estremecedores (Rembrandt, Hodler, Edvard Munch, Picasso, Bacon, etc) en los que nadie puede complacerse y menos que nadie, el propio pintor.

Los espejos. Otro tema monográfico para exposiciones. Los espejos están, además, casi siempre indirectamente presentes (a fuer de ausentes) en los autorretratos. Algunos son hitos en la historia del arte: Los Arnolfini, de Van Eyck; el autorretrato del Parmigianino en un espejo cóncavo; la Venus del espejo de Velázquez, aquí ausente o el de Las Meninas, que figura en la exposición, pero en otro aspecto.

Los trampantojos. Hay muchos por haber sido truco muy popular en el XVI y XVII. No son elemento del agrado de Palinuro, a quien parecen gustos de un realismo elemental y de tosco refinamiento. La inevitable mosca en los bodegones flamencos me parece tan detestable como la que me molesta cuando escribo en verano; los cuchillos con el mango fuera del marco, o los manojos de puerros de Sánchez Cotán son descorazonadores. Hasta el más famoso de todos, que figura, claro, en la exposición, el del mozo escapándose del cuadro de Pere Borrell i del Caso (1874) me resulta excesivo y rebuscado.

Los cuadros dentro de los cuadros. Vemos uno de los más famosos, uno de los lienzos que David Teniers pintó para el Archiduque Leopoldo Guillermo, reproduciendo las obras que este coleccionaba en su exquisita galería de Bruselas. De este modo, Teniers probaba su mano reproduciendo a pequeñísima escala, obras celebérrimas de Giorgione, Tiziano, Tintoretto, etc. Un diálogo de la pintura consigo misma.

La mitología. Por supuesto, al amplio universo. La mitología fue, es y será fuente inagotable de temas, motivos, estilos, mensajes artísticos. Las versiones de los artistas, pueden ser libres y corresponder con su genio especial (como el de las Parcas en las Hilanderas velazqueñas o la caída de Ícaro, por no hablar de la abigarrada vida de los olímpicos y sus relaciones con los y las mortales: Rapto de Europa, de Rubens, Dánae, de Tiziano, en uno de los cuadros que pinta Teniers), etc. El alcance de la mitología llega a hoy mismo: la Leda atomica de Dalí o el oscuro, indómito y avasallador Minotauro picassiano es lo mismo.

Con todo, es muy interesante esto de la metapintura. Sin olvidar que toda pintura es metapintura porque toda obra de arte nos lleva a otro lugar. Lo que sucede es que ese lugar está en nosotros mismos, como dice Omar Kayyam: "Más allá de los límites de la Tierra,/más allá del límite Infinito,/buscaba yo el Cielo y el Infierno./Pero una voz severa me advirtió: "El Cielo y el Infierno están en ti."

Hoy, Palinuro en Palma


El PSOE/PSIB ha invitado a Palinuro a su Escola de Tardor que se celebra ayer y hoy sábado en el Casal de Barri des Jonquet, c/ del Terrer, 10, a partir de las 10:30. Es una muestra de confianza y apertura del PSIB al invitar a hablar a un humilde analista político independiente que tiene, desde luego, en muy alta estima a la socialdemocracia -sobre la que ha escrito un par de obras- pero no pertenece a ningún partido. Es mucho más de lo que todas las demás fuerzas políticas hacen, pues solo invitan a sus militantes... y si son obedientes al mando. Solo los socialistas se atreven a invitar a gente de fuera, crítica e independiente para contrastar ideas. Es algo que favorece al partido, sin duda el de más democracia interna hoy, y sirve de reto y acicate al invitado. En este caso, Palinuro.

El tema que se le ha asignado es El futuro de la socialdemocracia, una asignatura difícil e importante porque algo ha quedado claro en el último siglo en política: con la socialdemocracia es posible que no se alcance plena emancipación ni justicia social ni redistribución de la riqueza ni igualdad. Pero sin ella es seguro que ni uno solo de esos objetivos puede plantearse. La socialdemocracia tiene muchos defectos pero es la mejor opción con mucho a ojos de Palinuro. Una socialdemocracia de izquierda reformista, radical y moderada al mismo tiempo. Esto no es una contradición sino algo muy sencillo: moderada en las reformas sociales y económicas para no alterar el mercado con ilusiones irrealizables. Radical en los aspectos políticos y morales y audaz e imaginativa en los territoriales.

Como dado la apretado de la agenda del evento, me han asignado un tiempo relativamente breve para exponer mis conclusiones, incluyo aquí la sinopsis de lo que mañana expondré con más detalle en la Escola de Tardor y eso que llevamos ganado. La exposición se divide en cuatro bloques:

1.- La reivindicación crítica del pasado. La socialdemocracia tiene una historia y debe reivindicarla sin ocultar o disimular los errores que se han cometido, que no son tantos como los aciertos, pero sí demasiados y deben corregirse.

2.- Propuestas de presente

  • Ámbito institucional: reforma constitucional sobre las cuestiones que mañana se expondrán.



  • Ámbito económicoConstitución económica nueva o reforma Título VII CE.



  • Ámbito social: nuevo pacto social entre capital y trabajo, perspectivas de género y ecológica.



  • Ámbito territorial: Negociación de una referéndum de autodeterminación en Cataluña.



  • 3.- Reconstitución del partido.

  • Formulación del programa de la izquierda socialdemócrata.



  • Recuperación del voto sectorial perdido.



  • Recuperación del voto generacional perdido.



  • 4.- Nuevas formas de comunicación

  • Política de medios de comunicación.



  • Ciberespacio, internet, redes.



  • Participación colectiva.



  • Alli nos vemos.

    divendres, 25 de novembre del 2016

    Barberá

    Es inevitable hablar de Rita Barberá. Vaya por delante que Palinuro profesa a rajatabla el principio del respeto a los muertos. De los muertos no debe hablarse ni bien ni mal porque no pueden responder. Eso debiera bastar. Y aquí no se hablará en absoluto de la difunta, sino del insólito guirigay que han montado los vivos a su costa. Empezaron los de su propio partido a buscar de inmediato culpables de la muerte por infarto. Todavía córpore insepulto, el ministro de Justicia empezó hablando de "conciencia" y, con claro sentido de culpabilidad que los psicólogos llaman de "proyección", se refirió a la conciencia intranquila de unos otros innominados pero claramente situados en la izquierda a los que, de este modo hacía responsables del óbito. La derecha se ha civilizado mucho. Ya no acusa del hecho material, sino solo de la responsabilidad intelectual.

    No solo es injusto. También es absurdo y como el absurdo es más contagioso que la risa numerosos dirigentes del mismo partido se han animado a repartir culpabilidades como una máquina de riego automático fuera de control: la "cacería" de los medios, la "pena de telediario", el "linchamiento de la opinión pública", las "hienas" (cosecha de Rafael Hernando), la maldad intrínseca de la izquierda. Todo con tal de no reconocer que los primeros candidatos a esa poco honrosa plaza de haber acosado a su antiguo referente y modelo en el que todos decían mirarse son los que acusan a los demás. Fue fortísima la caída: los mismos que la adulaban le esquivaban el saludo en público, como a una apestada.

    Todo esto es absurdo. Toda muerte cierra un escenario. Es un hecho mudo. No plantea problemas morales. Se acepta porque no es posible hacer otra cosa. Buscar culpables que no sean los autores materiales si tal hubiera sido el caso es absurdo. Que cada cual le dé la interpretación que quiera. Es culpable la sociedad entera. Y en la configuración de esa sociedad fue muy relevante la fallecida. Los problemas morales, el ruido, los plantean los vivos, especialmente los políticos cuando la situación se presta que es justo cuando dicen que no se presta. Y lo hacen en el terreno habitual de la desmesura, la mendacidad, la agresividad, el ridículo no solo entre sí, sino también hacia la población. Pero, al darse contra el fondo del hecho trascendental de la muerte, lo ridículo se convierte en grotesco. Algo que interpretaría muy bien El Bosco.

    La consolación de la poesía

    Marcos Ana no se llamaba Marcos Ana, sino Fernando Macarro Castillo. A mediados de los años 50, cuando llevaba diez o quince de prisión en condiciones terribles, creó este seudónimo con los nombres de su padre y su madre. Y el seudónimo se convirtió en su nombre. Un tributo a la memoria de sus padres, sin duda profundo.

    Marcos Ana no era poeta. Al comenzar su cautiverio, había sido, entre otras cosas, comisario político comunista, pasó por los campos de prisioneros de los Almendros y Albatera (y quien sepa algo de la historia de la posguerra sabe la que allí pasaba), fue condenado y recondenado a dos penas de muerte, no simultáneas, sino consecutivas. Imagínese. Salvó la vida por ser menor de edad cuando los hechos. En su largo confinamiento (23 años, nada nuevo en España: el bueno de Campanella pasó 27 años en una cárcel de la Inquisición española en el XVI/XVII) se hizo poeta. Devino poeta. Se hizo poesía. Vivió la poesía. Además, también como arma de lucha. Eso es lo que lo distingue de su ilustre predecesor en el infortunio, el sabio Anicio Manlio Torcuato Severino Boecio a quien un poder igualmente tiránico condenó a morir en el siglo VI, mil años antes. Esperando la muerte (que, en su caso, se consumó), Boecio escribió La consolación de la filosofía, un libro que sigue leyéndose hoy con gran provecho pues edifica el alma. Marcos Ana encontró la consolación, la fortaleza para afrontar su destino en la poesía: su autobiografía, Decidme cómo es un árbol. Memoria de la prisión y la vida así lo atestigua. La contraposición "prisión" y "vida" es elocuente: la prisión es la muerte (pregúntesele a Dostoievsky), pero desde la muerte se habla a la vida para cambiarla. En Marcos Ana no hay resignación, como en Boecio, sino lucha. Ni mejor ni peor que la resignación. Simplemente distinto.

    dijous, 24 de novembre del 2016

    El héroe dubitativo

    Vaya, vaya. El drama del PSOE, ya casi culebrón, da siempre alguna sorpresa. La entrada en campaña de los dos contendientes putativos, Díaz y Sánchez, no ha podido ser más dispar: la de Díaz, planificada, con asesoría de comunicación, apoyo y difusión en los medios, planes de altura para Andalucía, España y Europa. Campaña clásica, doctrinal, en la que no se dice literalmente nada.

    Sánchez, que no cuenta con los medios de Díaz, pues es un afuereño al aparato (que controla el acceso institucional a las redes) ha ido más por lo personal, íntimo y sincero. Pero con ideas y ánimo rompedor. Es otro mundo. Los medios lo comparan con don Quijote, por eso de hacerse la carretera. Pero don Quijote estaba armado de una convicción firmísima en la bondad de su propósito. Ni una duda le hizo jamás tomar los gigantes por molinos. Mientras que Sánchez ha mejorado de cabalgadura (ahora tiene coche) pero ha empeorado de ánimo. Duda. Es un héroe dubitativo, como Orestes dudaba si matar a su madre o no; como Hamlet si hacer lo propio con la suya y su amante, asesino de su padre; como Raskolnikov si matar o no a la vieja usurera y es de esperar que nadie vea aquí alusión alguna; como Emanuele Bardone duda entre morir como Emanuele Bardone o como el General della Rovere.Tanto duda que casi parece un antihéroe. Y eso que cuenta con el explícito respaldo de Pérez-Tapias, antaño su adversario y que hoy puede ser el Pílades de Orestes, el Horacio de Hamlet, la mujer a quien Raskolnikov confiesa su crimen, su alter ego.

    Aun así, Sánchez duda y quiere pulsar la actitud de la militancia antes de proclamar su candidatura. Eso está bien e indica prudencia y realismo. Pero, para que la militancia tenga alguna actitud que pulsar es preciso ofrecerle algo sobre lo que pronunciarse. Ideas, vamos, propuestas. Y aquí es donde el candidato a candidato debe pararse a pensar y elaborar un discurso (un relato, según se dice hoy) coherente para la mayoría del personal. Esto es, algo armado, congruente, identificable como parte de un proyecto y no consignas aisladas carentes de significado. Eso del proyecto colectivo, que huele a Podemos por la vía asamblearia, hay que dejarlo para el final. Si el pretendiente presenta sus propuestas, ya se animará la gente (o no) a tomar decisiones colectivas. Y si ese programa no es el de una izquierda socialdemócrata reformista de izquierda moderada (que no conservadora) que Palinuro viene proponiendo, sería estupendo conocer cuál es el programa. Sobre todo para que el héroe dubitativo saque de la duda a sus posibles apoyos, que son muchos, a juzgar por lo que se detecta en las redes.

    Por cierto, si quieren encontrar un contexto histórico para simbolizar el momento, lo tienen en la sublevación contra el francés de 1808 y la consiguiente guerra de independencia. Las juntas provinciales, negando obediencia al rey, pedían la convocatoria urgente de una Asamblea Nacional o Cortes Constituyentes. Igual que las federaciones y agrupaciones del PSOE, negando obediencia a la Gestora, exigen un Congreso urgente y primarias. Si hay que aconsejar a nuestro dubitativo héroe un modelo por imitar, nadie mejor que Juan Martín Díez, El Empecinado, héroe del momento y notable ejemplo de obstinación hasta el martirio en su lucha contra el invasor y luego contra el absolutismo, que era otra forma de invasor. Pero no llegarán las cosas a esos extremo. Es de suponer que en el PSOE haya la flexibilidad suficiente para apoyar un programa de este tipo frente al acartonado colaboracionismo con la derecha que proponen la actual dirección material e intelectual así como sus grandes focos mediáticos y sus intelectuales orgánicos.

    La primavera del Frente Popular

    Otro acierto de la biblioteca de mi Universidad, la UNED, con una exposición sobre los meses del Frente Popular (FP) en Madrid entre febrero y julio de 1936. La organizan la propia biblioteca, el Departamento de Historia Contemporánea y la Universidad Carlos III. Hay que ver las cosas que pueden hacerse con escasos recursos cuando se tiene voluntad y pericia.

    Porque es una exposición escueta, con carteles electorales, octavillas, panfletos y libros, algunos de la época y otros de historiadores que han tratado la época con maestría, como Santos Juliá. Y fotos, sobre todo fotos, muchas de ellas muy poco conocidas. Se añaden diversos tipos de objetos, cajas de cerillas y hasta envoltorios de caramelos politizados (los envoltorios, no los caramelos, es de suponer), algún uniforme, objetos de la vida cotidiana, naipes, etc. Pero está admirablemente estructurada, con oficio pedagógico: son cuatro bloques: las elecciones, el triunfo, el boicot de las derechas y la vida cotidiana. Todo ello en Madrid. 

    Y, desde luego, es un éxito. El visitante es atrapado desde el primer momento por un relato vivo que empieza en la incertidumbre de la votación, sigue luego con la explosión de alegría por la victoria del FP y tropieza de pronto en el clima de pistolerismo, violencia callejera, provocaciones de las derechas, respuestas de las izquierdas quemando iglesias, que adquiere un tinte más macabro cuanto que el visitante ya sabe cómo acabó aquello. Pero los protagonistas, no y, en esta exposición, parece milagroso, pero los protagonistas hablan, nos hablan. La cuarta sección, el Madrid cotidiano, algo verbenero, dado a fiestas y toros en tiempos nuevos. En la foto de la caravana electoral de coches de Recoletos vemos cuatro muchachas de pie repartiendo propaganda. Las mujeres podían votar gracias a la propuesta de 1931 de Clara Campoamor quien, por cierto, murió exiliada en Suiza, justo castigo a su inmundo pecado de querer emancipar a las mujeres. Así pensaban entonces los que hoy están en contra de la discriminación positiva. No falla. Hasta Victoria Kent, mujer y socialista, se opuso a la propuesta de Campoamor.

    El FP fue una fiesta, a pesar de todo, a pesar de los atentados y la violencia callejera, una fiesta de primavera. El FP nació "a la sombra de las muchachas en flor". Ustedes me perdonarán la cursilería. Tengo una foto de mi madre en uno de esos coches, por ese lugar, en aquel tiempo. Fantástica también la foto de los madrileños apiñados en un tranvía y viajando en el tope, sin pagar. Sin saberlo, esos paisanos serían convertidos en los free riders de la teoría de la decisión racional con la que se castiga hoy el horrible descontrol del Estado del bienestar. 

    De eso se enteraron los viajeros de matute más tarde, cuando ya no quedaron ni tranvías.

    dimecres, 23 de novembre del 2016

    Por Andalucía libre, España y la Humanidad

    Allá va la nación andaluza a competir con las otras naciones españolas pero algo renegadas. Al impulso se ha sumado Teresa Rodríguez, la líder de Podemos, avisando de que Andalucía es de algún modo una nación. Como si no supiera en dónde está o en qué consiste. Y le interesa encontrarla pronto porque, para cuando lo haga, Díaz está ya en Bruselas, a hacerse ver en la Humanidad del himno de Blas Infante, el de "tierra y libertad".

    El País, convertido en gaceta oficial de la campaña de Díaz por la SG, hace lo que puede por darle imagen Y para ello nada mejor que mostrarla sumergida en un mar de cámaras y micrófonos, como si fuera Clinton. No solo informa sobre el presente de su pupila sino también sobre el futuro, pues anuncia una viaje nada menos que a la UE que, como tal, carece de toda localización precisa por ser un ente de razón que habita en lugares tan distantes como Helsinki o Atenas. El problema de El País es que a la candidata a la SG no la votan los electores ni sus lectores, sino los militantes. Entre estos, Díaz tiene malísima prensa por el golpe de mano que lideró para deponer a Sánchez. Y eso no se arregla yendo a Bruselas, si es a Bruselas a donde va.

    En todo caso, parece perfilarse, de momento, un duelo a dos por la SG. El otro, Sánchez, que se estrena el sábado, casi como si fuera un rally, el comienzo de una cruzada. Todavía puede añadirse alguien más a la contienda (y no es descartable la posibilidad de Pérez-Tapias, quien ya compitió contra Sánchez en otra ocasión) y hacerla más reñida.

    La candidatura de Sánchez parece tener el apoyo de las bases que no están con su adversaria. Pero solo lo parece. Ahora hay que materializar ese apoyo de algún modo, hacerlo visible durante cuatro o cinco o seis meses, hasta la convocatoria de las primarias. Es decir, Sánchez necesita nombres, símbolos, una identidad, un logo. No puede ser solamente "el hombre que devolverá el PSOE a los militantes". Porque, sobre no decir nada, no es lo que los militantes quieren; quieren elegir un SG del que no tengan que avergonzarse. Además de la identidad el llamado "proyecto" de Sánchez necesita un programa. Sucinto y claro: regeneración del Estado, fin de la corrupción y profundización democrática. Reforma constitucional que afecte a la Corona (con inclusión de un referéndum) y al status de la iglesia católica. Constitución económica en la que se establezca un sistema de protección de las nuevas capas de trabajadores en una etapa de intensificación de la explotación capitalista. En cuanto a Cataluña, apertura de una negociación para un referéndum pactado de autodeterminación de los catalanes.

    Un programa de izquierda moderada, reformista, típicamente socialdemócrata.

    La inútil represión

    Mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado "L'ésser i el voler ser", en el que sostengo que el diálogo aparentemente ofrecido por el gobierno central a la Generalitat es falso pues ni siquiera tiene el gesto de paralizar los procedimientos penales que él mismo pone en marcha. El artículo glosa el caso del juez Vidal, a quien el Supremo confirmó ayer su pena de tres años de suspensión de empleo y sueldo. En él se sostiene que afrontar la cuestión catalana como un problema de orden público con medios exclusivamente represivos no servirá para nada al nacionalismo español y, al contrario, avivará el independentismo catalán.

    No había terminado de escribir el artículo y ya se conocían los siguientes pasos en este peculiar diálogo en dos dimensiones absolutamente distintas, como en diferentes galaxias. El juez Vidal, trocado en senador Vidal, intervino en la sesión de ayer en presencia del gobierno y pronunció un alegato impecablemente razonado, con lógica judicial, de la absoluta falta de legitimidad del gobierno y el Estado españoles en materia de independencia de la justicia. Un alegato demoledor, avalado por el hecho de que quien lo pronunciaba es víctima directa de lo que denuncia. Merece la pena ver el vídeo del juez Vidal y las caras y los gestos de Rajoy y Sáenz de Santamaría.

    Pero no se quedó ahí la cosa. Ayer, el Congreso votó en votación secreta conceder el suplicatorio para que el Tribunal Supremo proceda contra el diputado Homs por presunta desobediencia, creo. Si no he leído mal vino Puigdemont a Madrid a apoyar a Homs. Eso es mucho. El gobierno y toda la clase política debieran pensar a dónde conducen el país por la senda del sostenella y no enmendalla. Porque ahora viene otra andanada mediática: Forcadell citada a declarar en el procedimiento que también se le sigue y del que puede resultar una inhabilitación. La única respuesta que tiene el Estado a la demanda de un referéndum sostenida por más del 70% de los catalanes es procesar a sus representantes, democráticamente elegidos por cumplir el mandato de sus electores. Y eso no tiene salida. Solo la unilateral. 

    A continuación, la versión castellana del artículo.

    El ser y el querer ser

    El Tribunal Supremo mantiene la sanción al juez Vidal de tres años de suspensión de la carrera judicial por haber contribuido a la redacción de un proyecto de Constitución para la República Catalana. No se han considerado sus razones de que la sanción no tiene fundamento jurídico sino ideológico y de que, en todo caso, la posible falta ya había prescrito cuando se le sancionó. Por supuesto, lo esencial es la primera razón, si motivaciones jurídicas o ideológico/políticas.

    Para decidir habría que saber qué carácter reviste ese proyecto de Constitución, si es un panfleto, un comunicado, un llamamiento a la movilización. Teniendo en cuenta que es una Constitución de la República Catalana, es decir, un futurible, hasta podría tratarse de una utopía. Las utopías no han gustado nunca al poder. A modo de aviso, el fundador del género, Tomás Moro, murió decapitado.

    Hasta aquí no se llegará en la presente ocasión, pero es conveniente saber hasta dónde se llegará. Por supuesto que en la sanción al juez Vidal hay una gran carga ideológica. Pero es una ideología básica del Estado español, que lo ve como única nación y a la mayoría de los jueces no le parece ideología sino el fundamento mismo de legitimidad de su actuación. Lo mismo le sucede, aparentemente, al juez Vidal, tan movido por su idea de la legitimidad de la nación catalana como sus colegas sancionadores por la española.

    Es un conflicto de legitimidad que se está dirimiendo en un terreno de legalidad, mucho más estrecho. En este, cada una de las partes no puede sino hacer lo que hace. El juez Vidal propugnar la independencia de Cataluña; los tribunales españoles sancionarlo por ello. Los dos saben que es un proceso de acción-reacción que se autoalimenta hasta conducir a situaciones (más) indeseables. Pero no pueden evitarlo, como en las tragedias griegas.

    Actualmente el juez Vidal es senador. Desde el Senado, en representación de ERC, seguirá argumentando en pro de la independencia de la República Catalana. Es más, al encontrarse “suspenso” de la carrera judicial, podrá intervenir también en la vida pública catalana, incluso reanudar sus tareas redactoras del proyecto. Habrá quien sostenga que, estando “suspenso”, sigue en la carrera judicial y, por lo tanto, podría solicitarse ya su expulsión completa. Pero eso sería una arbitrariedad ya que el senador podría argumentar que está redactando un proyecto de Constitución de la República Catalana para presentarlo a la consideración de las Cortes españolas, por si tuvieran a bien aprobarlo. Entra dentro de lo filosóficamente imaginable que el Estado que es, deje lugar para el Estado que quiere ser.

    Es obvio que la política meramente represiva no va a bastar para aquietar el impulso independentista. Al contrario, va a avivarlo. La experiencia, el sentido común, el realismo, así lo muestran. El independentismo se ha ganado el ser tratado como una cuestión político-constitucional que está pidiendo negociación bilateral urgente. El considerarlo, cual ha hecho hasta ahora el gobierno central, como un mero problema de orden público, solo da como resultado aumentar la movilización independentista fabricándole un panteón de héroes y mártires, Vidal, Mas, Forcadell, etc, tienen una enorme proyección simbólica, son referentes que focalizan una voluntad colectiva.

    Parece atisbarse un nuevo talante en el gobierno del PP, un mayor empeño por entenderse con Cataluña y la Generalitat lo ha acogido con gran celeridad por iniciativa del vicepresidente. Justamente ahí parece haberse introducido un equívoco, si es un equívoco y no una manipulación infantil cuando se insinúa que los independentistas cambiarían la hoja de ruta y el referéndum por unas conversaciones del nivel que fuera con el Estado.

    La negociación posible que el gobierno apunta y la Generalitat acepta tendrá que empezar con la cuestión del referéndum ¿Con qué, si no? La feroz oposición de principio del PP del “carácter innegociable de la soberanía nacional” se elimina a base de negociar un referéndum catalán y someterlo a la aprobación de las Cortes españolas, que son las depositarias de dicha soberanía. Si el gobierno se presentara ante el Parlamento con un proyecto de referéndum negociado, con una pregunta binaria clara, “sí” o “no”, las mayorías necesarias también negociadas y negociado asimismo el plazo de carencia hasta el siguiente referéndum, ¿por qué no iba a aceptarse si es la única forma democrática y civilizada de encauzar este conflicto?

    dimarts, 22 de novembre del 2016

    Abrirse hacia dentro

    Los de Podemos siguen en su imparable deriva hacia el pasado que los llama con ecos de revancha. Ahora se trata de que el binomio Unidos Podemos, incómoda alianza electoral, se funda en un abrazo y un solo partido. IU y Podemos se absorben mutuamente, conservan el nombre, UP, y recuerdan que vienen de la idea de la unidad popular. Puede parecer contradictorio tanto respeto con las bases asamblearias para fundirlo todo en un solo partido que, inevitablemente, se considerará instrumento de tales bases.

    La cuenta no está mal pero no cuadra del todo. Disolver IU en Podemos, en función de este espíritu de partido único constituyente presenta dos paradojas. La primera es que la desaparición de IU para evitar los riesgos de la doble militancia obvia el hecho de que, en realidad, ya la hay con las gentes de Anticapitalistas. La segunda es que, según parece, la disolución de IU en Podemos no va acompañada del correspondiente cambio de estado del PCE, al que Garzón, el adalid de la fusión IU-Podemos pertenece. Ese es un asunto siempre pertinente y siempre silenciado. Merece la pena, sin embargo, escuchar la opinión del PCE al respecto, saber qué piensan los comunistas. Si también apoyarían una disolución del PCE en Podemos y, de no ser así, qué actitud adoptarían.

    Por mucho que el comunismo "realmente existente" haya fracasado, afortunadamente, los comunistas españoles se niegan a seguir su camino y se obstinan en un comunismo "idealmente inexistente". Pero, mientras llega el milenio, seguirán actuando como un "partido de vanguardia" en una organización de masas, Podemos, al estilo leninista. Así que la conversión de Podemos en un partido único de resonancias bolcheviques, plantea el problema principal: ¿seguirá el PCE como un partido dentro del partido o se disolverá? Mientras eso no esté claro, lo demás son fuegos de artificio.

    El arte de titular

    Pues, ¡qué!, ¿los independentistas recogen velas? Eso de que están dispuestos a "trascender" el referéndum tiene un eco eclesial, acorde con la pinta de sacerdote laico de Junqueras. Además, al fin y al cabo, todo conspira a bajarles los humos. El juez Vidal se ha quedado "suspenso" de la carrera judicial por tres años por independentista y el ex-presidente Mas reconoce que el independentismo no es mayoritario en la sociedad catalana. ¿Qué más se quiere? Cunde el desánimo. El independentismo se estanca o retrocede.

    Todo eso es posible, pero el titular de El País es, simplemente, falso. Junqueras no acepta una negociación "que transcienda el referéndum" sino, como dice luego el texto del artículo, invita a un diálogo que trascienda las conocidas y, tal vez, evitables discrepancias sobre el referéndum previsto para septiembre de 2017, es decir, justo para lo contrario que dice el titular. Lo que quieren es "trascender" las dificultades que hay en el camino al referéndum de septiembre de 2017. Dan el referéndum por hecho, no trascendido. Caramba con la prensa y, encima, entrecomilla.. 

    dilluns, 21 de novembre del 2016

    El laberinto del PSOE

    Los dioses del Olimpo lanzaron a Teseo Fernández al laberinto del PSOE, a acabar con el izquierdista Minotauro Sánchez. Realizada la faena, Teseo no consigue salir del laberinto y, aunque Ariadna Díaz le dio un hilo, se lo ha cambiado varias veces y él lo ha perdido otras tantas.

    La situación del principal partido de la oposición es calamitosa. Como oposición y como partido. El sentido común manda poner témino cuanto antes a este desbarajuste. Pero justamente ese no parece ser el criterio de la junta, sino todo lo contrario: hay que dilatar los tiempos. Nadie sabe quién toma las decisiones en el PSOE, aunque parece que son cosa de dos, Díaz y Fernández, con ocasional intervención de un tercero y el amparo simbólico del gran jarrón parlante.

    Todo es confusión. Hay una movilización de la militancia en las redes con exigencia de congreso y primarias ya. Lo que no está claro es su envergadura. Los de El Plural sostienen que no es mucha, por la escasa asistencia a las reuniones. Por eso es bueno que Sánchez inicie ya su cabalgadura por los páramos de España, a ver cuántos apoyos suscita. Pero no solo a su persona sino a la propuesta que traiga, a su programa. Eso es inexcusable. Ese programa tiene que trazar una línea entre el caracter dinástico del PSOE y el ultraizquierdismo de Podemos. Tiene que ser el programa clásico de la socialdemocracia, de izquierda reformista. Y tiene que decir qué se propone reformar. Lo primero de todo, el tabú de que en España haya asuntos de los que no se puede hablar: la monarquía, la Iglesia y la unidad nacional. El relato propio de la izquierda consiste en proponer alternativa republicana a la primera y solución negociada de común acuerdo a las otras dos cuestiones. Por supuesto, se incluye la defensa del Estado del bienestar a ultranza pero con flexibilidad para las transformaciones. La izquierda debe incidir en una reforma contitucional específica, una del título VII entero, que no suele mencionarse, para sustituirlo por una verdadera "constitución económica", en la estela de la de la Constitución de Weimar de 1919 que, en cierto modo, dio origen al derecho del trabajo. Con mayor razón ahora en que el concepto mismo de trabajo está cambiando (y más que lo hará con la robótica) y hay que regular jurídicamente nuevas relaciones laborales que afectan al conjunto de la sociedad civil, al capital y al trabajo.

    Ignoro si alguien en el PSOE apostaría por un programa así e ignoro igualmente si Sánchez tiene algo parecido en sus propósitos porque, de momento, estos son desconocidos y solo consisten en espórádicos tuits. Pero lo que tengo claro es que una opción de este tipo, entre el PSOE y Podemos existe y, en el caso de que no se reintegre en su partido (bien porque haya triunfado como variante o porque haya claudicado) podrá ejercer como polo de atracción para la fracción de Podemos que se resiste a la guerra de trincheras con el PSOE. Una hipotética fusión entre la "izquierda" del PSOE y la "derecha" de Podemos es un capítulo de política-ficción o utopía. Pero recuérdese eso tan famoso de que las utopías son verdades prematuras.

    Fráncula

    El unamuniano sentimiento trágico de la vida caracteriza a los españoles. Aquí va todo por la tremenda, todo cuestión de vida o muerte o más muerte. El humor está mal visto. Siempre hay alguien que se ofende. Las burlas, las chanzas, se pasan por el tamiz del honor, la Patria, los muertos, los dioses, la familia, y suelen acabar perseguidas por delito. Y, sin embargo, solo el humor (que, en España, como era de esperar es negro) permite respirar en ambientes descargados de tensión. Solo la risa relativiza la bambolla institucional, las misas, las conmemoraciones, los homenajes.

    Puede que, en efecto, el dictador no haya muerto. Desde luego, su obra sigue viva y muy en su línea, a pesar de desarrollarse en un contexto democrático que siempre dificulta algo el gobierno por ordeno y mando. Pero no solo su obra. Él mismo podría estar muerto al estilo del conde Drácula, es decir, no muerto del todo. El hecho de que esté en una lejana cripta en una basílica bajo una montaña, algo que recuerda un castillo en los Cárpatos, sin que nadie haya tenido el valor de sacarlo de ahí, quizá tenga que ver con el mantenimiento del embrujo. La fecha del 20 de noviembre podía declararse el día (o, mejor, la noche) del vampiro.

    Aparentemente, las autoridades municipales de Madrid y Barcelona, están empeñadas en retirar los símbolos, recordatorios, vestigios del franquismo. En Cataluña, también se suma la presidenta del Parlamento. En Madrid, obviamente, no. Vayan provistas de ristras de ajos. El maleficio de Fráncula llega muy lejos. Hace poco lo vimos en el Born de Barcelona.

    Franco no está muerto. Y tampoco los que él mató.

    diumenge, 20 de novembre del 2016

    No se quieren

    Entre Podemos y el PSOE saltan chispas. Las mismas que saltaban entre el PSOE y el PCE, entre los socialistas y los comunistas. Las mismas. Vamos a ahorrarnos las habituales explicaciones de la visceralidad aquí y allí, del mayor peso de la ideología al contrario de la derecha en la que priman los intereses, de la lealtad a unos u otros valores. El hecho resumido es que saltan chispas. Las izquierdas no pueden verse. Ni en el Estado ni en sus pedanías. Puede haber algún gobierno de coalición subestatal, autonómico, municipal, pero es inseguro y siempre sobresaltado por la mucha inquina que ambas se profesan.

    Sin embargo, si quieren llegar unos al gobierno y otros repetir en él, tendrán que ponerse de acuerdo. De seguir las cosas como hasta ahora, ninguno de los dos tiene perspectivas reales de ganar las elecciones. Podemos porque se ha fusionado o va a fusionarse con IU y, aunque no lo crea, comienza su retorno a los porcentajes de voto de la antigua IU. Las imágenes duran más que las realidades. El PSOE porque se encuentra en estado comatoso y de ningún modo puede afrontar unas elecciones anticipadas. Pero, al mismo tiempo, la lentitud de la junta y su creciente irrelevancia  como oposición claudicante, contribuyen más a que los socialistas no se recuperen.

    La idea de mantener la hostilidad en Podemos para asestar el golpe definitivo al PSOE tiene pinta de ser un espejismo. Podemos despierta mucho rechazo en la opinión. Y este no disminuirá por el hecho de que radicalice sus actitudes. Al contrario. Hasta los desencantados del PSOE prefieren marcharse a su casa antes que cambiar su voto.

    El mantenimiento de la antigua ojeriza entre las dos izquierdas es tan suicida como siempre. Pero ahora es peor ya que la pérdida de Cataluña supone una merma considerable en los apoyos electorales del PSOE de forma que es probable que ni sumando sus votos a los de Podemos lleguen a la mayoría absoluta. No se sabe qué puede salir de la confrontación de las dos izquierdas. Quizá una reacción en el PSOE que lo haga recuperarse, aunque, a día de hoy, no se vislumbran sino chispas. Quizá también, ¿por qué no? una escisión del PSOE. De hecho, los socialistas no se miran entre sí con mejores ojos que a los de Podemos. Y muchos de los actos de la junta parecen provocaciones que buscaran constituir un grupo escisionista en el partido. Probablemente para ponerle puente de plata, sobre todo si estuviera encabezado porr Pedro Sánchez.

    El socialismo revenido

    Javier Paniagua Fuentes (2016) El socialismo. De la socialdemocracia al PSOE y viceversa. Madrid: Cátedra, 370 págs.
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    En estos momentos de zozobra del socialismo europeo en general y español en particular, este libro será de gran ayuda para todos los interesados en la materia. Para los militantes, los dirigentes y también para los analistas, los dedicados a las cuestiones teóricas de la izquierda y los meros espectadores. Es un ensayo de amena lectura en el que el autor entrevera con pericia tres tipos de relato. Uno es una narración histórica del socialismo español desde la victoria electoral de 1982. Otro son reflexiones doctrinales sobre la socialdemocracia en general que arranca de la polémica del revisionismo a primeros del siglo XX. El tercero son vivencias personales, un fondo autobiográfico pues el autor es historiador, profesor universitario y miembro del PSOE, habiendo ocupado cargos de Dirección General en la CA valenciana y sido diputado por Valencia durante cuatro legislaturas. De todo ello doy fe porque lo conozco desde hace muchos años. No se crea que la amistad haya de condicionar mis observaciones sobre el libro, por aquello de "soy amigo de Platón, pero soy más amigo de la verdad". Un enunciado que carece de sentido en la época posmoderna cuando, según los filósofos, la verdad no existe. Y, si lo dicen ellos, que llevan más de dos mil quinientos años buscándola, algo de eso habrá. 

    El comienzo, la reflexión teórica sobre la socialdemocracia en Europa, vincula esta al Estado del bienestar y llega luego hasta la crisis ante el asalto neoliberal de los años 1980. Justo cuando los demás están de retroceso, los socialistas españoles emprenden su primera experiencia jamás de gobierno en solitario. El empeño del PSOE era establecer en España un régimen "homologable" al de las democracias europeas. Ahí hay un punto de discusión sobre si realmente lo logró o no. En opinión de este crítico, no y España sigue siendo el enfermo de Europa, el que no acaba de encajar. Muy significativa la referencia de Paniagua a la idea de Sergio Gálvez de que el PSOE hizo en el siglo XX la revolución burguesa del XIX (p. 137). Es una manera de darle perspectiva a la antigua obsesión hispana. Pero resulta insólita, como una perspectiva de Escher. El complejo original de la falta de revolución burguesa no se resuelve con una traslación siglo y medio más tarde. La burguesía española nunca tuvo aliento para enfrentarse a la hegemonía ideológica y material de la oligarquía nacionalcatólica y el PSOE tampoco. Además, no es cosa de un partido.

    El capítulo dedicado a los casi catorce años de gobierno socialista -que hoy parecen del tiempo del califato- tiene abundancia de referencias personales. En general estas pululan por la obra, referidas al ámbito académico y al político, y suelen ser con un fuerte punto crítico adobado con cierta ironía. La que probablemente da encontrarse en la distancia anímica de la jubilación. En algunas de las andanzas que Paniagua narra anduvo este crítico por medio. En los encuentros de Xàbia, que entonces se llamaba Jávea, y en los primeros tiempos del Programa 2000. Y también doy fe de lo que el autor narra con desenfado. Añado que se queda corto. El programa 2000 nació muerto. Por lo demás, el retrato que hace de Alfonso Guerra, presentado como el personaje detrás del personaje, es bastante atinado por lo que se sabe. En cuanto al llamado "felipismo", un supuestso estilo de gobierno personal y arbitrario que otros, peor intencionados, llamaban el felipato, Paniagua mantiene un tono escrupulosamente académico y reconoce la parte de fabulación y campaña de acoso que tuvo toda la historia.

    En la España de hoy y de siempre era inevitable una referencia a la cuestión nacional que permite al autor repasar las polémicas en el socialismo desde los tiempos del austromarxismo. Después se aborda la más específica cuestión del catalanismo y el PSOE. En el momento actual, en que parece haber un enfrentamiento entre el PSOE y el PSC, el recordatorio de Paniagua de que el  PSC había sido decisivo para que el PSOE pudiera tener las mayorías absolutas de 1982, 1986 y 1989 (p. 213), suena a toque de difuntos. La intratabilidad de la cuestión nacional en la izquierda española ya se mostró con el caso del PCE/PSUC, pero esa experiencia no parece haber servido de nada y los socialistas se aprestan a mostrar que así ha sido. Sin embargo, o el PSOE se acomoda a la plurinacionalidad o será difícil que vuelva a gobernar y eso si la presión de la otra izquierda se lo permite.

    El capítulo más extenso de la obra (más de cien páginas) se lo llevan los gobiernos de Zapatero y los años posteriores. Paniagua es muy crítico con la peana "republicana" que le proporcionaban las teorías de Philip Pettit. Pero reconoce que el campo estaba yermo y que las otras dos opciones hasta entonces en boga, la "tercera vía" de Giddens/Blair y el "Nuevo Centro" de Schröder ya se habían apagado. El civismo republicano apuntaba al interés de Zapatero por lo que pueden llamarse políticas "ideológicas" o "superestructurales", siempre más brillantes: la legislación en materia de igualdad efectiva de género, los derechos de las minorías, por no hablar de la incursión en territorios vedados a España desde hacía siglos, como la propuesta de la "alianza de las civilizaciones", una especie de frágil, precipitada y trivial quimera. Se añadían criterios de generosa justicia social, al ocuparse del bienestar de los más débiles, los dependientes y hasta se procedía con cierta prodigalidad, en una especie de "borrachera del excedente", con los 2.500 € por cada recién nacido y la exención fiscal universal de los 400 euros, dádivas que duraron lo que el consabido pastel a la puerta del colegio y que -y es opinión de este crítico, nada más- tienen tanto que ver con el socialismo como la foca monje.

     Era la socialdemocracia de la abundancia, que brillaba como un faro en Europa pero que, igual que los otros, se apagó en la legislatura siguiente. En esta irrumpieron los sempiternos problemas de España, la cuestión de la memoria histórica y el debate sobre la estructura territorial del Estado. Como siempre. La primera quiebra, precedente de la que llegaría años después con el proceso independentista catalán, fue el "Plan Ibarretxe". Rechazo casi unánime en el Congreso. PP y PSOE votaban lo mismo, como siguen haciendo en este asunto concreto al día de hoy. El argumento que la derecha esgrimió era el de que en el Congreso no estaban representados los territorios, sino el conjunto de los españoles. Y se lo decía a una cámara en la que había representantes territoriales de Galicia, el Paíss Vasco, Cataluña y Canarias. 

    Las otras pecularidades del lugar también se mencionan, pero no se subraya su relieve: una es el hecho de que la quiebra terrorista del 11M se viera luego proseguida durante años en forma de una alucinante teoría conspirativa a la que daba crédito la oposición. La otra es la omnipresencia de la corrupción, estructural en el sistema político español, que es un sistema de oligarquías y caciques. Podía ocupar más espacio en el libro teniendo en cuenta que el autor, aunque ceutí de nacimiento, es valenciano por enraizamiento y la Comunidad Valenciana ha sido el Chicago años 30 de la corrupción. La verdad es que, viendo lo que vino después, se entiende que Zapatero tardara seis meses en pronunciar la palabra "crisis". Debía de estar avisado.

    La actualidad del PSOE la ve el autor ahora en gran medida a la luz (o la sombra, más bien la sombra) de Podemos. A lo mejor sus hijos, como los de Borrell, son votantes de los morados. Pero de nuevo aquí muestra Paniagua el ojo crítico e interpreta el auge de Podemos en clave de pinza a la antigua usanza de los comunistas y el PP, en lo cual cita a Palinuro (p. 332), que es personaje bienquisto en esta casa. Efectivamente, desde el momento en que Podemos se echó en brazos de IU (a la que no había conseguido fagocitar por entero, cual era su intención) sellaba su destino por abandonar el curso medio que llevaba entre el comuismo anquilosado de IU y la socialdemocracia neoliberal del PSOE, Escila y Caribdis, ya se sabe.

    En fin, un gran ensayo sobre la actualidad con perspectiva, empaque y escrito con distanciamiento simpatético y gran agilidad. No creo que ningún lector ecuánime encuentre muchas razones para discrepar.

    dissabte, 19 de novembre del 2016

    El hacedor de reyes

    Se dice, y es cierto, que la legitimidad de la monarquía es la del 18 de julio. Fue Franco quien nombró rey al padre del actual, sustituyendo por tanto al abuelo, al que no dejó reinar y saltándose la legitimidad dinástica que es la decisiva en la monarquía hereditaria. Franco dejó la monarquía en el paquete del atado y bien atado. Pero, si no hubiera habido alguien capaz de vincular la decisión de la dictadura con el refrendo popular, el intento podría haber fracasado. Ese fue el truco de la transición que muchos celebraron como un procedimiento inteligente mientras otros callaban y una minoría rechazaba el plan.

    La fórmula que se encontró entre la reforma y la ruptura diose en llamar "ruptura pactada". Ahora predomina una visión muy distinta de aquella época, una visión crítica y certera, pero tardía. El pasado no puede recomponerse. Los juicios sobre él cambiarán y seguirán cambiando, pero él mismo, no. La Transición consistió en esencia en meter de matute la monarquía en la ley que había de refrendar la democracia. Ese es su núcleo y pórtico de lo que vino después. El punto fue la Ley Para la Reforma Política que, por cierto, se tramitó como octava Ley Fundamental del Estado de Franco, ley de peculiar nombre y no menos peculiar contenido pues habilitaba al pueblo soberano al que recurría en referéndum a ejercer esa misma soberanía que, evidentemente, solo se ejercitaría si el referéndum era positivo. Si fuere negativo, la soberanía regresaría al Jefe del Estado, el heredero de Franco, el rey designado. Y, en efecto, la LPRP se sometió a referéndum el 15 de diciembre de 1976 con resultados apabullantes. Participó el 77,8 por ciento del censo; media/alta en España. Los votos "sí" fueron el 94,17 %; los "no" 2,56 %; los en blanco 2,97 %. Al margen de lo que cada cual piense del contenido, el resultado fue un éxito para los convocantes. El mayor, si no yerro, de todos los obtenidos en las más diversas consultas en los 40 años siguientes. El artífice, casi en solitario, de ese éxito fue Adolfo Suárez.

    Suárez fue un gran político. Quizá sea lo único que fue. Pero lo fue. Era relativamente joven cuando se produjo el hecho biológico. Había empezado su carrera política en el Movimiento (era un "azul"), pero se le había muerto el patrocinador. La casualidad lo puso en contacto con el futuro monarca a través de López Rodó,  siendo él capitoste de la RTVE y, por lo tanto, hacedor de su imagen. El resto es anecdótico. La carrera de Suárez terminó tan sorprendentemente como había empezado, con una dimisión de presidente del gobierno que nadie ha aclarado, una revuelta en su partido y una posterior aventura al frente de otro que se saldó con varios fracasos hasta que el hombre decidió retirarse y abandonar sus pretensiones de volver.

    Fue entonces, ya retirado de la política activa, cuando propuse a la Complutense que lo nombrara Doctor Honoris Causa. La Complutense aceptó y el rey pidió asistir, es decir, presidir. Pero la investidura hubo de postergarse porque, por aquellas fechas, se habían descubierto las andanzas de Mario Conde y aún estaba reciente la metedura de pata de la Complutense al investirlo a su vez honoris causa con asistencia del Rey. Había que esperar tiempos mejores. Que tardaron en llegar. Pero llegaron. Dos o tres años después, habiendo cambiado el Rector, la Complutense invistió doctor honoris causa a Suárez. Lo suyo había sido una labor de ingeniería política o cómo transformar una dictadura en una democracia sin que se rompa la vajilla. Cierto, mucha gente cuestiona que "aquello" (es decir, "esto") fuera una democracia. Para otros, en cambio, la dictadura no fue una verdadera dictadura. En política se discute todo. Lo incuestionable es que el hacedor de aquella filigrana fue Suárez, el ambicioso joven "azul". Al rey lo nombró Franco, pero lo confirmó Suárez. Y siempre es interesante saber cómo.

    Este vídeo, al parecer censurado durante más de veinte años, procede de un reportaje de los años 90 de Victoria Prego que nunca ha dicho nada, que yo sepa. Y quizá ni haga falta. La sensación que produce esta noticia apunta a una especie de ánimo oculto, una conspiración, algo reprobable, para arrebatar la decisión explícita sobre la monarquía a la soberanía popular. Pero no hubo nada de eso, sino hasta lo contrario. El propio Suárez dice que las cancillerías pedían referéndum monarquía/república y añade que Felipe González -entonces republicano- también lo pedía. Pero, según los sondeos, si lo hacían, perdían. Es decir, no dejaron de hacer el referéndum invocando el carácter superior de la monarquía, que no se puede someter a voto popular, sino que lo hicieron por razones prácticas, porque pensaban que lo perdían. Pero eso es bastante razonable. Nadie convoca elecciones si va a perderlas y le es lícito hacer otra cosa.

    En lo de "otra cosa" es donde está la insólita habilidad de Suárez que se manifestó con sobriedad gracianesca en los apartados 1 y 2 del artículo 1º de la Ley, dos prodigios de lenguaje performativo pero de segundo grado porque la realidad que crean está implícita: "Uno. La democracia, en el Estado español, se basa en la supremacía de la Ley, expresión de la voluntad soberana del pueblo. Dos. La potestad de elaborar y aprobar las leyes reside en las Cortes. El Rey sanciona y promulga las leyes." Esos dos aparentemente generosos enunciados darían para tratados enteros de Política. Y hasta de teoría literaria. Son la fórmula mágica de la Transición: ¿Quién habla aquí? Curiosamente el Estado español, el de Franco, que ya se había declarado constituido en Reino en otra Ley Fundamental, tan válida como esta. Y ese "Estado español" se hace demócrata y devuelve al soberanía al pueblo así de pasada. El apartado dos es de la mejor literatura picaresca. Tras despojar al Caudillo de la potestad legislativa, se la otorga a las Cortes y al Rey que, por cierto, nadie sabe de dónde ha salido. 

    Pero allí estaba, votado por más del 94 % de los electores, personificando una monarquía cuyo nombre no aparece en el texto. No es una conspiración. Es un escamoteo de la institución propia de la tradición picaresca del país y, desde luego, fruto del ingenio de Suárez quien, en efecto, fue un gran político que consiguió lo que se había propuesto sin que sus posibles adversarios lo vieran. 

    Ya nunca sabremos cuánta gente hubiera votado por la monarquía en un posible referéndum explícito monarquía/república. Seguro que el 94 %, no. Pero podemos averiguarlo convocando uno, 

    divendres, 18 de novembre del 2016

    El rosario de la aurora roja

    Muy bueno el artículo de Ibon Uría en Infolibre: Palinuro lleva un mes preguntándoselo también: ¿quién toma las decisiones en el PSOE? Hay quien dice que Felipe González y, según parece, hasta él lo cree. Respalda a su paisana Díaz, pero vergonzantemente, como si no lo hiciera. Mal debe ver las cosas la pretendienta para recurrir a un jarrón cuyo prestigio ha caído en picado en los últimos años.

    Otros aseguran que manda la gestora, cuya gestión, dicho sea de paso, ha sido ya impugnada ante los tribunales. Y bien impugnada porque es un atropello desde el principio, no ya a los estatutos de su partido, sino a las normas más elementales de la educación y el buen trato entre gentes que profesan idénticos ideales. Amenazas, destituciones, represalias, arbitrariedad, hostigamiento. Es una purga colectiva con aromas de otros tiempos.

    Pero, ¿quien es la gestora, o sea la junta, para tomar medidas disciplinarias? Y no preguntemos ya quién para invitar a un proceso de reflexión teórica de meses para aplazar el congreso que, por cierto, es el único punto de su mandato y el único que no cumple.

    Tienen al partido en ascuas, en práctico estado de insurrección y se empeñan en actuar como un sucedáneo, no solo arrogándose competencias que no poseen sino también capacidad para llevarlas a cabo que aun poseen menos. El resultado es una parálisis que amenaza con hundirlo todo, grupo parlamentario y partido. Unas elecciones anticipadas, posibles en cualquier momento, podrían aniquilar al PSOE o reducirlo a la irrelevancia, dejando libre un considerable sector del voto de la izquierda.

    Y justo ese es el momento en que, según parece, Podemos decide radicalizarse, absorber a IU, endurecer su actitud y descartar toda relación con el PSOE que no sea la confrontación. Chapeau. Porque si algo puede revitalizar a un PSOE languideciente, quizá incluso a dos, es esa radicalización del mensaje de un partido que es un conglomerado de facciones.