dilluns, 20 de juliol del 2015

De literatura e historia.

Eusebio Lucía Olmos, Cosas veredes. Madrid: Endymion, 2008. 654 págs.
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Hace unos días publicaba una reseña de un reciente libro de Juan Maestre Alfonso en el que se hablaba de mi barrio de niñez y adolescencia, cosa que me tira mucho. Las memorias de Maestre se inscriben en el cuadrilátero Glorieta de Bilbao, Quevedo, Argüelles y Plaza del Dos de Mayo. Barrio Maravillas ligeramente escorado hacia el Oeste. Quizá por ser más andarín o revoltoso, las mías se sitúan entre Bilbao, los Cuatro Caminos, Rosales y el Noviciado. No es un perímetro mucho más grande, pero cualquier conocedor de la zona verá que hay algunas diferencias, sobre todo al Norte y al Sur. Ahora cae en mis manos esta novela de Eusebio Lucía Olmos, encuadrada más menos en similares lindes, aunque con sus variantes: calle ancha de San Bernardo, Bulevares, Argüelles y el Noviciado. Y, como esto de los recuerdos primeros llega muy hondo, no me resisto a comentarla pues, aunque no es de muy reciente publicación, tengo amistad con el autor, que fue al mismo colegio que yo, el Divino Maestro, por cierto, el mismo al que fue Rafael Chirbes.

En lo que ya no hay coincidencia es en la época de la narración. Ni para el autor ni para mí puesto que se desarrolla entre 1915 y 1917, mucho antes de que ambos naciéramos. Es una novela histórica aunque no al uso, de esas llenas de faraones, princesas de Samarkanda, monjes cistercienses, templarios, mosqueteros o corsarios, sino de gente corriente, vecinos de Madrid, de condición generalmente modesta, que malviven en la capital durante los últimos años de la primera guerra mundial y que presencian la huelga general de agosto de 1917, la intermitente guerra del Africa, la epidemia de gripe de febrero de 1918 y las elecciones al Parlamento del mismo año. Casi podría calificarse de crónica novelada. Y todo ello entre las calles del Norte, de la Palma, de San Dimas y la plaza de las Comendadoras, el hinterland de la de San Bernardo, en la que vivía yo.

La novela es asimismo autobiográfica con la consiguiente adaptación cronológica. El protagonista, Hilario Medina, es un mozo que entra a trabajar en la fábrica nacional de moneda y timbre gracias a la influencia de Juan José Morato, el socialista díscolo. Su familia, que perdió al padre, otro socialista de primera hornada, compuesta por la madre y dos hijas más, malviven en una buhardilla de la calle del Norte y lucha por salir adelante haciendo economías y juntando los escasos cuartos que traen todos sus miembros, pues todos ellos trabajan, la madre y una hija cosiendo en casa e Hilario y una hermana fuera de ella. Seguimos los avatares de todos en esos años, especialmente los de Hilario quien mantiene una relación de discípulo-maestro con el señor Morato. La función de este en la novela es la de narrador e intérprete de los acontecimientos. En este aspecto, la obra se separa de la tradicion de la novela histórica para entrar en el territorio de la "novela de formación" o Bildungsroman, típica del romanticismo. También podría llamarse "los años de aprendizaje de Hilario Medina", para situarla en un marco solemne. 

Y no es poca cosa el aprendizaje. Morato ilustra a Hilario sobre las cuestiones teóricas socialistas, la vida de partido, las relaciones de este con los republicanos, la personalidad de Iglesias, el abuelo, las diferencias históricas entre anarquistas y socialistas, etc. Hilario tiene un primo, Narciso, residente en Cataluña y genuino confederal que será casi el otro protagonista de la historia y para quien el autor tiene reservada una peripecia muy especial que el crítico no puede revelar pero que da buena prueba de la imaginación del autor. Poco a poco, aunando la doctrina moratiana y la experiencia vivida, Hilario va alcanzando lo que en otros tiempos llamábase una madura conciencia de clase, entendiendo las dificultades, tiras y aflojas de la política parlamentaria de un partido marxista y revolucionario, como pensaba ser el PSOE por aquellos años. El título de la obra, Cosas veredes remite a la contraseña que, al pie de un artículo anónimo en El socialista, había de dar la señal para el comienzo de la huelga general de 1917.

Los acontecimientos políticos son como un trasfondo de una historia que tiene también aspectos económicos y sociales así como urbanísticos. Lucía Olmos es un consumado conocedor del Madrid clásico que podría sentar plaza de cronista de la Villa. Su dominio del callejero y de la historia de los edificios lo sitúan en la estela de los escritores "madrileños", como Mesonero Romanos o Pedro de Répide y dado que a los madrileños, desdeñosos como aparentamos ser con nuestra ciudad, en realidad nos apasiona que nos hablen de ella, el lector, si es gato -y aunque no lo sea, sino más de aluvión- se lo pasará en grande paseando por las calles de la Villa de la mano de tan avezado guía.

La estructura novelística es clásica y tradicional, de estilo realista, de un realismo mas de la época que describe que en la que se escribe, tiene ambición descriptiva y apunta a otros territorios, además de la narración de misterio del primo anarquista. Así se narran las experiencias sexuales inciáticas del héroe Hilario, la segunda de las cuales, una fogosa y breve pasión con una vecina del inmueble encierra, quizá, la clave de un frecuente recurso del autor en sus intervenciones actuales en las nuevas tecnologías. Porque Hilario ha crecido, se ha jubilado en la Casa de la Moneda, se ha hecho escritor pero en su muro de Facebook siguen apareciendo unas vecinas muy interesantes.

diumenge, 19 de juliol del 2015

Entre listas anda el juego.

El elenco de la lista por la independencia aumentó ayer con un nombre, Eduardo Reyes, que ocupará el 6º lugar, detrás de Romeva, Forcadell, Casals, Mas y Junqueras. Reyes es el principal responsable de Súmate, una asociación de residentes en Cataluña, castellanohablantes, en su mayoría procedentes de la inmigración. Cualquiera que conozca a Reyes, un cordobés de origen, sabe que es un hombre de gran dinamismo. Su plataforma, producto casi exclusivo de su mucho empeño, probablemente fortalecerá la lista de CDC y ERC con votantes de sentir español, pues contribuirá a mitigar los temores de estos de encontrarse siendo ciudadanos de segunda en una Cataluña independiente. En qué medida lo consiga cuando esa población inmigrante suele sentirse más atraída por opciones no independentistas es cosa que las próximas elecciones de 27 de septiembre dilucidarán.

Frente a la lista anterior está articulándose otra, la de Catalunya sí es pot que, definiéndose social y de izquierda, también se dice soberanista. La componen, en principio, Podemos, ICV, EUiA y procés constituent. Y digo "en principio" porque casi todos ellos están pendientes de ratificar la opción en sendas asambleas y/o consultas a las bases. Esta tendencia está muy de moda, aunque el personal empieza a maliciarse que las aficiones referendarias pueden dar resultados pintorescos como ha sucedido en Grecia, en donde un gobierno organiza un referéndum, pide el "no", sale el "no", pero él lo interpreta como un "sí". En el caso de Procés Constituent se va más allá del referéndum o la consulta para supeditar la decisión al resultado de un congreso dentro de unos días.

El ambiente es de ilusión y pocos dudan de que las asambleas, círculos, bases, sancionarán la confluencia propuesta. Hay ya acuerdo en que la lista sea encabezada por el independiente Arcadi Oliveres, de Procés Constituent y los demás apoyan cerradamente: Coscubiela, Nuet, Dante. Por qué no es cabeza la monja Forcades es asunto que da qué pensar, aunque no sea ahora el momento. El momento es poner en pie una lista frente a la de CDC/ERC con una finalidad, repetimos, social, de izquierda y soberanista y con un bosquejo de programa que Palinuro analizaba hace unos días en un post titulado La república catalana de Podemos

La tendencia a tipificar ambas listas de modo simple es poco afortunada. La de Catalunya sí es pot dice ser de izquierda, pero integra a Podemos, a quien eso de la izquierda no dice nada y parece cosa de trileros, mientras que en la otra figura ERC que es un partido de izquierda de toda la vida. El asunto es más complejo. La lista de CDC/ERC es, sobre todo, independentista y la unión de la izquierda republicana con la derecha de Convèrgencia (con el añadido de la población castellanohablante) pretende simbolizar esa prioridad nacional al tiempo que especifica qué medidas concretas adoptará para lograr sus objetivos. 

Catalunya sí es pot es primeramente social y de izquierda y solo después, también soberanista. Y las medidas concretas que anuncia para ese objetivo son confusas. Pero, sobre todo, la gran diferencia entre las dos listas es la presencia o no de partidos españoles en ella. En la de CDC/ERC, todos los componentes son de ámbito estrictamente catalán, incluido Súmate. En la otra lista se mezclan formaciones puramente catalanas con otras con proyección de ámbito español, en concreto EUiA y, sobre todo, Podemos. Esto explica por qué sus propuestas soberanistas son tan confusas. De hecho ya lo son las de Procés constituent por su cuenta

La existencia de dos listas debilita la consideración de las elecciones del 27 de septiembre como consulta plebiscitaria. Pero ya lo estaba desde el momento en que las CUP van a las elecciones como opcion independentista y de izquierda. Añádase el frente constitucionalista que invoca Sánchez Camacho, en realidad un frente nacionalista español que, de cristalizar, estaría compuesto por el PP y Ciudadanos. Y, por último, el PSC que es de izquierda, pero ha renunciado expresamente al derecho a decidir y, en consecuencia, también representa una opción claramente diferenciada.

Con todo, esas elecciones puede seguir considerándose plebiscitarias, entre un a la independencia vía DUI, que comprende la lista primera y las CUP y un no, que comprende todas las demás opciones, aunque con matices diferenciadores.

dissabte, 18 de juliol del 2015

En son de paz.

Por fin parece abrirse paso entre las brumas cerebrales de los políticos españoles, sobre todo los del gobierno, más dedicados a buscarse la vida que a gobernar, la idea de que el proceso soberanista catalán es la única cuestión importante para España hoy. La tradicional indiferencia, originada más que nada en el desconocimiento, ya no puede ocultar que, al lado del reto escisionista, los demás problemas, desde el impago griego hasta las próximas elecciones generales, son irrelevantes.

Por fin barrunta el nacionalismo español, en el gobierno y en la oposición, la trascendencia del fenómeno. Y comprueba que carece de margen de maniobra y capacidad para abordarlo. El uno y la otra parecen haberse puesto de acuerdo en esa ley de seguridad nacional de que hablaba ayer Palinuro con la esperanza de poder aplicarla torticeramente. Y nada más. El gobierno no tiene propuestas que hacer, ha bloqueado toda negociación y su vicepresidenta repite, como si le hubieran dado cuerda, que el gobierno acudirá a la vía juidicial, o sea, a la represión, siempre que vea algo raro. Fin de la cita. No hay nada de que hablar.

El gobierno espera que la Generalitat cumpla la ley. Gallarda actitud si no fuera porque se trata de una ley que el mismo gobierno modifica cuando le da la gana mediante su mayoría absoluta en el Congreso. Un ejemplo reciente es el aviso de que piensa cambiar la ley electoral a cuatro meses de las elecciones para dar una especie de pucherazo preventivo. En realidad la expresión "que la Generalitat cumpla la ley", en boca de este gobierno quiere decir "que la Generalitat haga lo que nosotros ordenamos".

De "visita protocolaria" calificaba ayer Sáez de Santamaría la de Mas al Rey. El presidente de una Comunidad Autónoma como otra cualquiera, etc., etc. A veces es difícil discernir si son así de tontos o se lo hacen. Hora y pico de diálogo entre el Rey y Mas en estos momentos y han tratado asuntos de protocolo y sin importancia, futesas, bagatelas. ¿Y cuánto ha tardado Rajoy en llamar por teléfono al Rey después de la entrevista para enterarse de qué había tratado esta? Mas es un político. Rajoy, un cantamañanas.

Esta repentina conciencia de la importancia de la cuestión catalana viene acompañada de la tradicional mala uva del nacionalismo español. El País dedica el editorial a la entrevista. Lo llama Desafío democrático y en él se sostiene que los independentistas catalanes no pretenden otra cosa que desgajar a Cataluña de España para organizar un país en el que puedan hacer lo que quieran sin respeto alguno a la democracia ni al Estado de derecho, so pretexto de que van a crear otra democracia y otro Estado de derecho a su conveniencia. Al margen de la lamentable redacción de la pieza, cabe preguntar al diario en qué basa su afirmación acerca de la falta de respeto del independentismo catalán a la democracia y al Estado de derecho. No será en la experiencia porque lo que esta prueba es que el nacionalismo catalán se ha mostrado siempre respetuoso con ambas cosas, que no ha habido una ETA catalana mientras que, al contrario, es el nacionalismo español de todo tiempo y lugar y el de ahora como siempre, el que muchas veces atenta contra la democracia y el Estado de derecho. El PP, que ha nombrado presidente del Tribunal Constitucional (mediante el cual aspira a desactivar el independentismo catalán) a un militante, cotizante e intenso colaborador con el partido tiene tanto respeto por el Estado de derecho como por las profecías de Nostradamus .

Así que Mas vendrá en son de paz, pero en Madrid lo reciben como siempre con tambores de guerra.

Los totalitarios demócratas.


Hace diez años, Esperanza Aguirre, entonces presidenta de la CA madrileña, despedía de Telemadrid a un conocido periodista porque había comprado los argumentos del enemigo. Un atropello, desde luego, pero muy en la línea en que su partido procede habitualmente. Telemadrid era un aparato de agitación y propaganda a su exclusivo servicio con el dinero de todos los contribuyentes. Como lo es RTVE para el PP o era la televisión de Castilla La Mancha para Cospedal. El PP entendió desde el principio que la política en la sociedad mediática se hace en los medios y que es preciso controlar estos, sobre todo los audiovisuales. Pero sin descuidar los escritos, en su mayoría privados y en buena medida también al servicio de la derecha.

Con este palmarés es insólito que Aguirre exija que se cierre la web "versión original" del Ayuntamiento de Madrid, dedicada a rectificar y/o desmentir informaciones erróneas o falsas sobre su actividad. Lo de menos es que sea una exigencia. Es el estilo altanero, impertinente e intemperante de esta señora, insoportable para gente civilizada y democrática y el que le hace perder las elecciones cuando ya no hay modo de financiarlas a base de la Gürtel.

También de menos es el repertorio metafórico de la dama. Pravda 2.0 es parte de un vocabulario de un anticomunismo primitivo en el que se solaza. Bolchevismo, leninismo, checa, Stalin, totalitarismo, son gemas que adornan su discurso normalmente agresivo, algo chulesco (ese 2.0 tiene hasta un punto cheli) y autoritario, por supuesto disfrazado de democrático. El disfraz dura poco. Basta que el Ayuntamiento quiera suprimir la vergüenza de calles dedicadas a golpistas, delincuentes, criminales, genocidas, totalitarios y dictadores para que la demócrata se oponga con uñas y dientes.

Pero tampoco importa gran cosa que la señora sea la menos indicada para exigir nada en el terreno de los medios. Esgrimirlo es una forma de argumento ad hominem basado en el socorrido ¡y tú más!

Igualmente es poco acertado señalar cómo la escandalera montada por muchos periodistas contra la web municipal carece de valor por venir de gentes que han aceptado la humillación profesional de cubrir ruedas de prensa sin preguntas e, incluso, con la doctrina impartida a través del plasma.

No. Lo inadmisible del ataque a la web del Ayuntamiento radica en su absurdo. Versión original (buen título, por cierto) rectifica y/o desmiente noticias erróneas sobre su gestión. Está en su derecho. No censura el contenido de los medios ni interfiere en su actividad. Se limita a dar cuenta de los hechos. Si los medios creen que se los ataca o menoscaba o perjudica, pueden acudir a los tribunales. Eso es, se dice, lo que puede -y debe- hacer el consistorio: acudir a los tribunales si cree que las informaciones de los medios falsean a propósito la realidad y lo perjudican objetivamente.

Precisamente por ello es de aplaudir la web versión original, porque va a ahorrar al Ayuntamiento y, por ende, a todos los vecinos, mucho tiempo y dinero en acciones judiciales. Basta echar una ojeada a algunos medios, singularmente el ABC y La Razón, sin olvidar algunos digitales para comprobar que no es que publiquen errores o falsedades sobre el Ayuntamiento de Madrid (y, en general sobre cualquier gobierno de izquierda) sino que publican auténticas canalladas, infundios y mentiras sin cuento. Hay portadas tan escandalosas (a la par que demenciales) de estos tebeos que explican por qué la prensa española es la que tiene menor crédito en Europa. Y al decir "menor crédito" se da por supuesto, infundadamente, que alguno tiene.

Esa web del Ayuntamiento de Madrid saca de quicio a los totalitarios de la derecha, los herederos de quienes se pasaron 40 años monopolizando la información, porque no la controlan y desmiente sus infundios. Es de esperar que el PSOE no haga el juego a estos censores.

divendres, 17 de juliol del 2015

Cuidadito con moverse.

Mostrábase ayer particularmente rotundo Rajoy al advertir con tono admonitorio que "no va a haber independencia de Cataluña". Al recuerdo se venía una cascada de otras negaciones o afirmaciones del mismo pintoresco personaje que resultaron ser a la vuelta de días, todo lo más meses, lo contrario de lo enunciado: "no tocaré las pensiones", "no tocaré la sanidad ni la educación", "no subiré los impuestos", "reduciré el paro", "llamaré a las cosas por su nombre", "no habrá consulta el 9N", etc. De inmediato cundió la alegría en las filas soberanistas: si Rajoy dice que no habrá independencia, quiere decir que está a la vuelta de la esquina.
 
No obstante, había algo sospechoso en la advertencia presidencial, aparte de la natural facundia con que suele despachar los asuntos. Hoy sabemos de dónde la viene esa confianza, aparte del derecho de que se cree revestido a imponer a los demás sus opiniones y criterios. Para el mes de septiembre probablemente esté ya aprobada una nueva Ley de Seguridad Nacional que, conjuntamente con el artículo 155 de la Constitución y la normativa en materia de estados de excepción, le provee, a su juicio, de la panoplia necesaria para frenar cualquier iniciativa secesionista catalana.
 
¿Cómo -dirá el perplejo lector- otra Ley de Seguridad, además de la Ley Mordaza? Sí, exactamente. Una que se encuentra ahora como proyecto (ya informado favorablemente por unanimidad en el Consejo de Estado) en la Comisión de Asuntos Constitucionales del Congreso. Se negoció en secreto con el PSOE todavía bajo mandato del jefe anterior, Rubalcaba, un hombre tan de derechas como Rajoy y esto explica por qué la oposición del partido socialista es más de boquilla que de realidad puesto que, en lo esencial, tienen acuerdo. Seguridad nacional, monarquía, artículo 135, entendimiento con la iglesia, recio nacionalismo español. ¿Va entendiéndose por qué no se presenta una moción de censura al gobierno más corrupto e incompetente de la historia de España?
 
Quienes crean que a la izquierda del PSOE hay alguien como Podemos, capaz de cuestionar eso que la citada ley llama cultura de la seguridad nacional, pueden ir bajando del guindo. A los de los círculos les molestará lo sospechoso de la expresión pero, en el fondo, su idea de Patria, pueblo y demás, se acomodará muy bien al amparo de la seguridad nacional.
 
Como cabía suponer, siendo esto España, la idea de promulgar una ley de este jaez no es original, sino un mero calco, un plagio de la llamada doctrina Bush de 2002, articulada en su famoso cuanto infumable documento de ese año, la Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos. Cierto, la doctrina es muy anterior, arranca de la guerra fría y pasa a ser ley con Truman en 1947. Pero es Bush quien la convierte en una pieza esencial de la hegemonía expansionista de los Estados Unidos. A su tenor, la seguridad del país requiere ampliar la consideración de amenaza y enemigo no solamente a los estados hostiles, sino a otros fenómenos menos definidos como el terrorismo internacional, la delincuencia organizada, la inmigración ilegal, las cuestiones medioambientales, el espionaje económico, etc. De aquí se siguen cuatro principios de política exterior yanqui altamente cuestionables: 1) acción exterior unilateral; 2) lucha contra los países que alberguen terroristas; 3) licitud de la guerra preventiva; 4) diseminación de los principios democráticos. Aunque Obama ha suavizado ligeramente alguna de esta barbaridades, sus desastrosos resultados son obvios.
 
Los españoles han plagiado miserablemente el modelo, incluidos los nombres de Estrategia de Seguridad Nacional y otros aspectos. Lo que no han podido plagiar son los objetivos porque dada la nula importancia internacional de España, propósitos como la acción exterior unilateral o la guerra preventiva suenan sencillamente ridículos. Pero eso no importa a los estrategas españoles, los Rajoys, Rubalcabas o Sáncheces. No tratan de copiar la norma yanqui en cuanto a sus efectos exteriores, sino en cuanto a los interiores. Como es sabido, en el marco de la doctrina Bush de seguridad se han producido abundantes casos de abusos de derechos humanos, se ha creado Guantánamo, se han dado los siniestros vuelos de la CIA, el espionaje interior se ha convertido en actividad estatal ordinaria y se han producido y justificado prácticas de tortura de todo tipo.
 
Ciertamente, tanto en la norma yanqui como en la española, sobre todo en la española, se utiliza terminología deliberadamente imprecisa en cuanto a qué se entiende por "seguridad nacional", cuál sea su contenido, qué criterios se siguen para recurrir a la medidas para contrarrestar las "amenazas", qué rasgos deben revestir estas. Todo eso es fuente de atentados contra los derechos fundamentales de los ciudadanos como individuos, como colectividades, como naciones. La responsabilidad de activar los mecanismos que la ley llama "gestión de crisis" recae sobre el presidente del gobierno, por lo que este dispone de una potestad discrecional que puede hacer valer donde le parezca. Por ejemplo, en los conflictos constitucionales como el catalán.
 
Así lo ha entendido el grupo de ERC en el Congreso que ha presentado una enmienda bajo la firma de Joan Tardá en el sentido de que "en ningún caso lo establecido en la presente ley, y en particular la declaración de interés para la Seguridad Nacional, podrá ser adoptado como respuesta a las decisiones tomadas por los parlamentos autonómicos". Una enmienda que trata de curarse en salud y de garantizar que el conflicto entre el nacionalismo español y el catalán se mantenga en el terreno político y no en el represivo. Por supuesto, su destino será el cesto de los papeles. Es obvio que el gobierno central tratará de aplicar esta y otras normas a las decisiones del Parlamento catalán. Y lo hará con el apoyo de los demás partidos españoles. Y con las consecuencias que para los derechos y libertades de la gente tiene la norma de seguridad nacional.

Ese es el fondo que explica la contundencia y la seguridad de Rajoy en sus admoniciones. Claro que el mismo Rajoy aseguraba en 2014 que no se celebraría la consulta del 9N y la consulta se celebró; y 120 años antes su antecesor en el cargo, Cánovas del Castillo, aseguraba con el mismo empaque que Cuba "jamás sería independiente de España" y quizá no llegó a ser independiente, pero sí del todo de España.

dijous, 16 de juliol del 2015

La República catalana de Podemos.

La presentación ayer de la lista única ha abierto la caja de los truenos en Cataluña. De los truenos, los relámpagos y otros meteoros, incluso las auroras boreales. Las reacciones se han sucedido en cascada hasta llegar a términos casi de delirio.

Empezó la CUP desmarcándose con muy plausibles razones y clarificando su posición con bastante congruencia. Es una fuerza de izquierda independentista que quiere distinguirse de lo que considera el oportunismo de ERC y, al mismo tiempo, apoyar el proceso soberanista. Y pretende recoger votos entre electores que, no siendo independentistas, son de izquierda y no tragan la alianza con el nacionalismo burgués de Convèrgencia.

Al conocerse los integrantes de los primeros puestos en la lista, especialmente el de Romeva, un estremecimiento recorrió los estamentos de Iniciativa per Catalunya Verds que ahora teme por su integridad. Voces se oyeron llamando "traidor" al exeurodiputado ecologista. Los sentimientos se exaltan con facilidad.

En la movida, la inimitable señora Sánchez Camacho decidió disfrazarse de Cambó al menos nominalmente y pidió "una coalición de la concordia" para afrontar el reto soberanista. Coalición que habrá de tomar la forma de un "frente constitucionalista". De las palabras a los hechos, mucho trecho, porque cuenta para formarlo con los diputados del PP y los del PSC que bien pudieran en total quedarse en ocho, quizá llegar a docena y media si se suman los de Ciudadanos. Y está por ver si consiguen unirse porque, siendo pocos, también están mal avenidos.

Pero el zafarrancho mayor se ha montado en Podemos. El resumen del artículo de Roger Tugas casi parece un texto de política ficción: El acuerdo político inicial entre ICV, EUiA (o sea, Izquierda Unida en Cataluña), Podem y Procès Constituent (esto es, la plataforma de la monja exclaustrada Teresa Forcades) prevé un proceso constituyente catalán no subordinado que culmine con una Constitución propia y una República catalana que decida en referéndum la vinculación con el Estado. Hay quien se ha acordado inmediatamente de la República Catalana de Francesc Maciá dentro del Estado español. Pero esto es todavía más confuso. Y esa confusión convierte el discurso de Podemos tanto en Cataluña como en el conjunto del Estado en un verdadero galimatías, una especie de trabalenguas conceptual repleto de incongruencias.

El Podemos hostil a toda confluencia con los "pitufos gruñones" de IU en España va del bracete con la IU de Cataluña sin mayor problema y también con otras organizaciones, algunas, cuando menos peculiares, como el procès constituent de Forcades. Y, para más pitorreo, no solo confluye con la IU catalana, sino que lo hace manteniendo todos sus siglas bajo un paraguas común, Catalunya si que es pot. El nombre estará mejor o peor escogido, pero no es Podemos ni Podem, condición sin embargo inexcusable para confluir al sur del Ebro.

El lado catalán de Podemos es un territorio feraz de posibles cuestiones quodlibetales que dejan al descubierto un discurso incoherente. Podemos ha dicho muchas veces que ejercitar el derecho a decidir mediante referéndum no es posible por ahora por ser ilegal. Hay que esperar a unas elecciones y un proceso constituyente (se supone que español) en el que se podrá debatir sobre todo (guiño a los independentistas). No es imaginable, sin embargo, constitución alguna del Estado español en la que sea legal un proceso constituyente catalán no subordinado, sea cual sea el resultado de las elecciones catalanas. Aunque Catalunya si es pot obtuviera el 100% de los votos y de los escaños en el Parlamento catalán, no podría poner en práctica ese propósito por ser mucho más inviable jurídicamente que el referéndum de autodeterminación aquí y ahora. Y no se hable de esa Constitución absolutamente quimérica y esa República Catalana ambas en el seno de la monarquía española. Eso ya es un puro delirio. Mucho más que en el caso de Maciá porque, cuando menos, el coronel esperó a que en España se proclamase la República. Y que este ente fantasmal decida en referéndum su vinculación con el Estado monárquico solamente es pensable en la Freedonia de Sopa de ganso.

Al lado de este conjunto de dislates, que parecen fuegos de artificio, la anodina propuesta federal de los socialistas resulta un catón del buen y prudente gobierno. Pero el problema para Podemos no está en lo pintoresco de sus afirmaciones en el Principado sino en cómo explica a los españoles, a los que anima a constituirse en pueblo y a defender la Patria, popular, por supuesto, pero sin cuestionar la monarquía, que en Cataluña defenderá una república que, a su vez, se apoyará en otro pueblo y, por ende, otra Patria.

Dado que, con este programa en Cataluña, Podemos perderá las elecciones en España, se da la divertida paradoja de que, para poner aquel en práctica en el Principado, el partido de los círculos tendría que proponer o apoyar una declaración unilateral de independencia (DUI), justo lo que propugnan aquellos contra los que Podemos quiere luchar, con los que nunca se abrazaría, los de la lista única por la independencia.

¿No será que esto de Cataluña los supera?

Moción de censura y al Aventino de una vez.

Realmente la oposición ¿no se da cuenta de que este hombre está riéndose del Parlamento y usándolo para sus marrullerías? ¿O es cómplice de esta farsa y, por tanto corresponsable de tomar el pelo a los españoles?

Porque tomadura de pelo es que el mismo tipo que lleva cuatro años negándose a comparecer ante el Congreso, el mismo que se negó a que el Parlamento debatiera sobre el "rescate" a Bankia, que ha costado 24.000 millones de euros, quiera ahora que sus señorías se pronuncien sobre el  de Grecia. En esta operación España no pinta absolutamente nada, como tampoco lo hace en ningún otro asunto de cierta enjundia en Europa gracias a la proverbial ineptitud del presidente español. La convocatoria es tan ridícula como pretenciosa e inútil.

Imaginemos que, por un azar del destino o una broma de Mefistófeles, el Congreso español rechazara el plan de rescate de Grecia. ¿Qué pasaría a continuación? Lo sabemos todos: nada, absolutamente nada. El plan de rescate seguiría adelante porque a nadie en Europa importa lo que piensen los españoles y menos los de esta presunta asociación de malhechores que gobierna.

Siendo esto así, ¿por qué se quieren tirar los dineros públicos fingiendo un debate parlamentario que carece de sentido? Fundamentalmente porque a este político de quinta municipal lo que le importa es lo que se diga en el casino y publique el ABC sobre sus preclara visión de caudillo invicto. Porque, teniendo en cuenta que dispone de una holgada mayoría absoluta de paniaguados de su partido que jamás se opondrían al menor de sus caprichos, ese debate parlamentario es una farsa al cuadrado. Él mismo podría ahorrarse la presencia y mandar su intervención pregrabada en plasma.

Lo sorprendente es que la oposición mayoritaria, el PSOE, simule dar crédito a esta burla, como si el gobierno de España fuera un gobierno y no un grupo de amigos personales del presidente que, en lo fundamental, van a sus negocios o sus alucinaciones místicas, cual es el caso del ministro del Interior. Como si el Parlamento fuera un Parlamento de verdad y no un remedo de las cortes de Franco, dedicado a aplaudir las genialidades del Jefe, como esta de pronunciarse sobre algo en lo que no pinta nada. Como si el partido del gobierno fuera un partido y no una supuesta asociación para delinquir.

Y, más que sorprendente, empieza a ser sospechosa esta complacencia con la pantomima parlamentaria en la que la oposición tiene reservado el papel de payaso que recibe las bofetadas. No es ya solamente que, en esa situación, no pueda realizar sus funciones de control del gobierno y mucho menos influir en algún sentido en la legislación. Es que, en realidad, hay barruntos razonables de que no se atreve a oponerse de verdad porque tiene algo que ocultar, porque tiene miedo.

De no ser así no se entiende por qué en lugar de criticar tímidamente los desmanes de estos autoritarios de decreto y tente tieso, cuyo desprecio por la democracia, el pluralismo y el debate es claramente franquista, no les presenta una moción de censura que clarifique el ambiente y pare los pies a estos depredadores de lo público.

¿Un debate sobre Grecia en un parlamento falseado y maniatado por el rodillo de la mayoría de la derecha? ¿Va la oposición a seguir legitimando esta burla permanente del poder democrático por excelencia que es el Parlamento?
 
Los diputados del PP no representan a los españoles porque no quieren; los del PSOE, porque no pueden, igual que los demás grupos de la oposición. ¿Por qué no se retiran al Aventino y dejan de legitimar con su presencia estos desafueros despóticos de una banda de tunantes?

dimecres, 15 de juliol del 2015

El peso de España en Europa.


Dicen que la foto de Rajoy en Bruselas se ha hecho viral. No me extraña. Es una imagen impactante a fuer de simbólica. Ahí está solo, a la mesa, hurgando las tripas de su cartera pero mirando enfurruñado a los demás, como si sospechara que se reían de él, cosa que no podía saber porque ignora todas las lenguas vivas excepto la propia y aun en esa tiene dificultades. Las redes, tumultuosos campos de batalla, ponen verde al presidente.
 
Pero eso no es lo peor porque lo mismo le pasaba a Zapatero aunque este, de natural más afable, se quedaba en un rincón, sonriendo beatíficamente. Y antes a Aznar quien, no habiendo aprendido el Queen's English que, según parece, hoy se gasta, para disimular su aislamiento, iba y venía rodeado de hombres con gafas ahumadas y pinganillo, dando a entender que el problema de acceso era de los demás. El único que se salvaba era Felipe González, que hablaba un francés de Lovaina, o sea, medio belga; pero hablaba, se relacionaba, no estaba como uno de sus adorados bonsais, clavado en una maceta. A Suárez no le dio tiempo a viajar allende los Pirineos y al Caudillo se lo había prohibido el médico. Franco debe de ser el único estadista del siglo XX en Europa que jamás visitó otro país del continente, como no fueran las dos reuniones de Hendaya y Bordighera. Ni a Portugal llegó a ir, si no recuerdo mal. De su inglés, en efecto, da prueba el vídeo en el que explica al mundo el glorioso movimiento nacional con la fluidez de Ana Botella en Sao Paulo hablando del relaxing cup of coffee.

En este caso, el problema no es de Rajoy, sino de todos los gobernantes españoles desde tiempos inmemoriales. A Rajoy puede achacársele especial ineptitud, al no haber conseguido para De Guindos la presidencia del Eurogrupo. Que su contrincante obtuviera todos los votos menos uno muestra un error de cálculo tan garrafal que parece delictivo. ¿No había sondeado la diplomacia española los estados de ánimo antes de lanzarse en plancha a ese ridículo? El único voto restante, el español, claro, fue para De Guindos. Y con un canto en los dientes pues, siendo español, pudo haber ido a parar a su adversario Dijsselbloem.

¿Y qué esperaban? El peso de España en Europa es casi nulo. Nunca ha sido considerable, pero hoy es peso pluma; pluma de ganso. Y su manifestación más evidente, esa ridícula incomunicación en que se encuentran siempre en Europa nuestros mandatarios a quien todo el mundo sabe que es inútil dirigirse pues no entienden. La cuestión de las lenguas, además, no es solo simbólica, con serlo mucho, es un handicap material tremendo.

Hubo un tiempo, en los siglos XVI/XVII en que toda persona culta en Europa hablaba español; los autores, dramaturgos, componían en español; se traducían las obras españolas; se dominaban los temas españoles y se entreveraban las creaciones literarias, como se prueba por el Gil Blas de Santillana de Lesage o El Cid de Corneille. Luego en los siglos XVIII y XIX, lo español desaparece por entero de Europa porque España desaparece. Los extranjeros que viajan a la Península en el XIX vienen a la frontera, a tierras exóticas, a una especia de adelantada del Oriente misterioso. Y no consideraban necesario aprender la lengua. Si no yerro mucho el último el dominarla fue Victor Hugo, que estaba aquí por lo que estaba. Y en el siglo XX, black out. España no existe. Los españoles se encuentran con que nadie habla su lengua en el continente y ellos no hablan ninguna otra pues, como todo imperio, se habían acostumbrado a ser entendidos en la suya en todas latitudes. Como los anglohablantes hoy.

Así que los mandatarios españoles en las reuniones europeas no hablan con nadie y andan siempre agarrados al móvil, como despachando asuntos urgentes para disimular. En espera de que den comienzo las reuniones, los protocolos, las intervenciones. Entonces, pillan los auriculares, a ver si se enteran. Para ellos, en su tradición autoritaria, esto es la política: uno habla, los demás se callan; de arriba abajo; o desde un plasma y a distancia. Nada de diálogos y menos en lenguas bárbaras. Para el resto de los europeos, esos momentos formales, de las intervenciones, enmiendas, votaciones, etc no son sino una parte de la política, la de exteriorizar y materializar los acuerdos; la otra parte, la de negociar, debatir los acuerdos, formular propuestas y contrapropuestas, se hace previamente, hablando en torno a unos cafés, de modo cordial, en unas reuniones informales de las que los españoles están autoexcluidos por su ignorancia. Y la consecuencia no es solamente que hagan el ridículo sino que nunca consiguen imponer sus criterios, que pierden siempre en cuestiones de reparto de poder.

El peso de España en la UE es nulo. Todos los países votan en contra de ella en el momento decisivo. De Guindos, probablemente el peor ministro de Economía de la UE, se queda colgado de un solo voto, el de su país. Y lo peor es que no lo supiera de antemano, a tiempo de luchar por sus opciones o de retirar su candidatura para no hacer el ridículo. El país no tiene peso en la UE y no va a ganarlo porque Rajoy asegure en la TV que todos cuentan con él ya que, en realidad, Rajoy no pinta nada fuera de España y dentro, tampoco.

Dos listas únicas.


Ayer se firmó el acuerdo para la lista única entre CDC y ERC y, al mismo tiempo, la CUP se desmarcaba. David Fernàndez sostiene que esa lista es un 9N 2.0 y, en el fondo, un fraude de un acuerdo anterior en el que estaban involucradas la ANC y Óminum Cultural sobre lista única civil. La CUP no quiere políticos en la lista y menos a Mas. Insiste en ir por su cuenta con un objetivo doble y paralelo en el eje social y el eje nacional. Una Cataluña independiente con justicia social. Y advierte que competirá con todas las demás opciones.

Llegados a este punto, la opción de lista única soberanista aparece dividida. Teniendo en cuenta las diferencias, es una situación similar a la de la izquierda española. Quiere la unidad, pero se presenta separada. Queda tiempo hasta septiembre y puede haber sorpresas pero, en lo esencial, conviene hacerse a la idea de que, estando todos de acuerdo en la conveniencia de la unidad, no la alcanzan. Y si no la alcanzan, puede que sea por razones de peso. No es justo pensar que estas decisiones se tomen siempre por criterios personalistas o caprichosos. Por ejemplo, es bastante correcto que los de la CUP quieran una lista sin políticos por dos razones: primera porque los políticos tienen siempre partidos detrás que tratan de beneficiarse de los logros comunes; y segunda porque ellos no son políticos. Es verdad.

Pero también es legítimo que los políticos que han llevado el proceso durante estos últimos años quieran seguir liderándolo, con independencia de consideraciones sobre si CDC ha dejado de ser un verdadero partido y Mas se ha quedado sin apoyo partidario. Es aspiración legítima seguir liderando un proceso que se ha encarrilado y dirigido (o seguido) hace ya tiempo. La presencia de políticos añade una porción considerable de experiencia práctica que será necesaria en la gestión de las instituciones con independencia de para qué se gestionen. Además, incorpora una aureola institucional que, guste o no, influye en el comportamiento de sectores sociales y, cuando se está a ganar unas elecciones, no es recomendable ignorar los votantes a puñados.

Y ello sin contar con que, si la acusación de la CUP es que Mas, CDC, en cierto modo también ERC instrumentalizan el proceso para sus fines, la misma acusación cabe hacerles a ellos, que quieren imponer su criterio, en definitiva tan válido como el otro, aunque a ojos de quienes lo profesan lo sea más. Dicho en otros términos: el discurso de la unidad tiene un elemento nacional ante el que parece sensato aplazar, postergar, poner entre paréntesis fenomenológicos los criterios e intereses singulares. Un discurso al que todos rinden pleitesía pero de boquilla.

No obstante, el proceso sigue su ritmo. A estas alturas es bastante claro que las elecciones del 27 de septiembre van a ser decisivas. Pero no lo está cómo; precisamente se celebran para salir de dudas de una vez y saber cada cual a qué atenerse. La insistencia en que, adoptando un criterio de unos o de otros, los resultades van a ser más o menos favorables a la opción independentista no es disparatada. He visto un estudio demoscópico que da 67 escaños a los soberanistas si estos concurren con tres listas, 62 si lo hacen con dos, sin la CUP y 75 si hay una única lista única. Eso está bien, pero es tan convincente como lo contrario. Es predicción de comportamiento humano y no puede aspirar a certidumbre. Podrían ser esos los resultados u otros.
 
La lista única de CDC y ERC se propondrá también a las asociaciones civiles, incluida la AMI, Asociación de Municipios por la Independencia, que la apoyarán seguramente, con lo que se pondrá en marcha la gran plataforma independentista y, sobre todo, lo que es más importante, se despejará la incógnita de la convocatoria del 27 de septiembre que todavía no es fija. Cuando lo sea es probable que cambien algunas relaciones en el campo soberanista.
 
La segunda lista por la independencia de la CUP puede en principio restar algo del voto soberanista global, rebajando la superaditividad que se le supone, pero, por otro lado, funciona como un polo de absorción del voto de izquierda no independentista que, cuando menos, tendría un motivo para transferirse de Podemos a la CUP.
 
La lista única de siempre es lo mejor, pero no conviene caer en la trampa de perder lo bueno por obcecarse en conseguir lo mejor. Primero vamos a contarnos y luego veremos qué hacemos.  

dimarts, 14 de juliol del 2015

El golpe de gracia.

Están preocupados. Están asustados. No les llega la camisa al cuerpo. Las últimas elecciones les han sido adversas y todos los sondeos auguran mayores desgracias, incluida la probabilidad de que pierdan el gobierno a manos de una coalición de partidos de izquierda, básicamente PSOE y Podemos. Esa coalición superaría la cantidad de escaños que correspondieran al PP aun siendo este la lista más votada. Y no quieren dejar el poder por nada del mundo, primero porque se quedarían sin posibilidades de seguir trincando mediante sus estructuras clientelares, corruptas y mafiosas. En segundo lugar porque el gobierno que llegara descubriría la cantidad de desaguisados y atropellos que han cometido en los últimos cuatro años y tienen ahora celosamente guardados gracias a un Parlamento inexistente, un poder judicial a su servicio y unos medios de comunicacion férreamente controlados. Todo ello con un estrambote: no toleran la idea de perder el poder porque creen que este les corresponde por derecho divino y los menos dados a la fe, por derecho de conquista, afirmado por sus antecesores en 1939.

En realidad, en estos cuatro años el PP ha convertido la democracia en un puro remedo y ha gobernado con procedimientos despóticos. Tanto que está convencido de que en ningún caso encontraría aliados para conformar una mayoría parlamentaria suficiente. Ni siquiera con Ciudadanos que, en principio, se creó para eso. La derecha piensa -y hace bien- que nadie quiere pactar con ella y solo podrá gobernar si consigue mayoría absoluta de diputados. Y, si no la consigue, la fabrica.

De esa forma, para evitar la alternancia democrática, pretende reformar la ley electoral en el último momento, a cinco meses de las elecciones, para asegurar una prima "de gobernabilidad" a la lista más votada que, siempre según sondeos, sigue siendo la suya. Y con sus solos votos, los de su partido. Es un golpe bajo, típica muestra de juego sucio, una charranada a ojos vistas, propia de fulleros y tramposos: cambiar las reglas del juego en mitad de la partida, aprovechando una posición de fuerza y sin que la otra parte pueda hacer nada. Probablemente es el resultado de los consejos de la señora Cospedal, quizá la política más autoritaria e insoportable de la política española, que hizo exactamente eso: aprovecharse de la mayoría absoluta de su partido para manipular la ley electoral de su comunidad con el fin de amañar los resultados a su favor.

El gobierno del Estado tiene similar desprecio por las formas democráticas y la opinión pública que Cospedal en Castilla La Mancha. Y, además, nada que envidiarle en cuanto a capacidad para destrozar acuerdos, destruir consensos, manipular, corromper y expoliar el capital público, tanto en metálico como en lo institucional. Aquí se depreda y se privatiza todo en beneficio de los propios intereses y los de los allegados porque el gobierno de Mariano "Sobresueldos" Rajoy considera el país un predio de los suyos, como Cospedal Castilla La Mancha.
 
Pero la Dueña fracasó en su intento de perpetuarse en el poder. Perdió las elecciones, a pesar del juego sucio. Lo mismo puede suceder al gobierno del Estado, como le pasó en similar situación a Berlusconi en Italia. Si Rajoy lleva adelante esta cacicada de última hora puede conseguir su objetivo, cuenta habida de que, contra las leyendas urbanas, el pueblo español es muy sumiso. O puede conseguir lo contrario, esto es, que gane la izquierda. Para ello, esta tendría que hacer lo que ha sido incapaz de conseguir nunca, una alianza con una lista única. Con una trampa como la que quiere perpetrar el PP, esa unidad sería cuestión de vida o muerte. Entra en lo posible que la lista del PSOE fuera la más votada. Entra mucho menos que lo sea la de Podemos. Pero lo más probable es que una unitaria obtuviera el triunfo.
 
Lo curioso, lo irónico de esta situación es que viene a ser como una vindicación del llamado "bipartidismo". Por obra y gracia del juego sucio del PP, las opciones electorales terceras desaparecerían y en el campo solo tendrían opciones reales dos grandes bloques (o "polos", por llamarlos a la italiana), el de la derecha y el de la izquierda. Dado que dentro de este habría de contarse a Podemos, al final resultaría que el partido de los círculos solo podría acercarse a su objetivo de ganar a base de constituirse en elemento del "bipartidismo" y de situarse en la izquierda, ese no-lugar que sus teóricos, todos de izquierda, aparentan no reconocer.
 
Una última consideración, ya casi de rutina: ¿tampoco tendrá valor el PSOE para presentar una moción de censura a un gobierno que está preparando una especie de golpe de Estado "legal"?

Mi sosias ya tiene página web.

Sí, amable lectora, amable lector, mi sosias, Cotarelo, tiene ya su página web. La dirección es http://ramoncotarelo.com/. Está todavía en rodaje, pero ya apunta maneras, gracias a la pericia de mi amigo Pedro Fernández, el director de Publicoscopia, un sensacional diario digital. En ella encontrarán l@s lector@s todo lo que hay en el blog pero no es fácil de localizar, dada la estructura de roll down bloguera y, además, clasificado por temas. Hay un índice detallado, que incluye la biografía completa, los puntos más notables y/o controvertidos, bibliografía, noticias de prensa, declaraciones, entrevistas, artículos, ensayos, vídeos, reseñas, críticas, traducciones a otras lenguas, en fin, todo. Hasta cuenta con una galería fotográfica que, de momento, tiene pocas imágenes, pero que irá creciendo día a día, pues pienso hacerla completa.

De momento, subo como ilustración al post una foto de un viaje que hice en 2008 con mi hijo Andrés a lo largo de la la mítica Highway 66 Historical, la llamada Mother Road o Main Street of America, que va de Chicago a Los Ángeles y cruza el territorio indio, la de Easy Rider. Igual que unos hacen el camino de Santiago impulsados por la devoción, la fe y, sin duda, la curiosidad, yo hice este impulsado por los recuerdos y el amor a la libertad. Ciertamente, la curiosidad también se presupone. En el fondo, es lo que nos une a todos los seres humanos. Vengo del existencialismo y creo que, al final, cada cual elige según su idea y práctica de la libertad.

Esta foto está tomada en Colorado y el Stetson procede de allí.  De momento, la galería tiene solo imágenes solemnes, más de pompa y circunstancia, pero poco a poco irá incorporando elementos más personales. De este viaje, en concreto, habrá también fotos del Gran Cañón, de las reservas indias o de Las Vegas. 

dilluns, 13 de juliol del 2015

La unidad de las izquierdas.

En España hay unos 46 millones de habitantes. De ellos, aproximadamente 35 millones son electores y, descontada una abstención en torno al 25%, unos 26 millones de votantes. Entre 26 millones de personas tiene que haber de todo en punto a ideas políticas, confesiones religiosas, convicciones filosóficas, lealtades territoriales, aficiones deportivas, etc. Es una sociedad compleja, abierta, un mosaico, caracterizada por lo que Isaiah Berlin llama el pluralismo de valores. La coexistencia de estos es democracia. Lo contrario, el monismo de la  sociedad cerrada, la dictadura, la uniformación, lo inhumano.

En 2011 casi once millones de ciudadanos votaron al PP. Una mayoría. ¿Están hoy de acuerdo casi once millones de personas con un gobierno cleptocrático, corrupto, nacionalcatólico, incompetente, autoritario y represivo? Muchos de ellos parece que sí. Muchos otros, casi la mitad, según los sondeos, están dispuestos a votar otras opciones o ninguna. Procedimentalmente, la democracia consiste en constituir mayorías alternativas. Y la forma de hacerlo es consiguiendo que bloques enteros de electores cambien el sentido de su voto, abandonando una mayoría para constituir otra. Ese es el punto fuerte de Ciudadanos que, presentándose como una derecha menos corrupta y depredadora, quiere atraer los votos de los electores menos ultras del PP, liberales, liberales-conservadores, democristianos. Por eso C's representa un peligro para el PP pero también para el PSOE que, como opción de izquierda moderada, puede beneficiarse de muchos de esos votos centristas.

Por supuesto, aquí se sostiene que el PSOE es un partido de izquierdas dado que estas, como la sociedad en la que viven, son plurales y diferenciadas. No sé si es la verdadera izquierda. Tras haber escrito tres libros sobre esta ideología, confieso no saber qué sea la verdadera izquierda. Eso lo saben mejor los tuiteros que despachan el asunto en 140 caracteres lapidariamente con la necedad de que el PP y el PSOE son la misma mierda. Puede que sean mierda, eso es muy subjetivo, pero, desde luego, no la misma. El PSOE es un partido socialdemócrata, o sea, de socialismo democrático, moderado, reformista, como los que hay en los demás países europeos y que todo el mundo considera también la izquierda en ellos, los laboristas británicos, los socialdemócratas alemanes, los nórdicos, los socialistas europeos. En dichos países la verdadera izquierda (según ella misma) no existe o es insignificante. El PSOE es un partido con vocación (y experiencia) de gobierno. Por su centralidad, es un partido "atrapalotodo" (término que me gusta más que el de "partido de todo el pueblo") que aspira a conseguir votos en la izquierda, el centro-izquierda, el centro y el centro-derecha, como ya lo ha hecho en otras circunstancias. Nuestra sociedad es plural y las mayorías han de forjarse por agregación y consenso. Y si los cielos se toman por asalto (que está por ver), el gobierno democrático solo se consigue por consenso, por el asentimiento de la mayoría de los gobernados, según nos enseñó Locke. Es, además, un partido institucional; no lo fundó una dinastía hace unas lunas, como el PASOK, producto familiar de los Papandreu, sino que lleva camino de celebrar su sesquicentenario. Es, como el PP, una fuerza con una sólida base real que no va a evaporarse de la noche a la mañana por mucha batería mediática que lo castigue.

Luego está IU, los antiguos comunistas refugiados bajo otro nombre para sobrevivir tras el hundimiento del comunismo de los países del Este y su absoluto descrédito en todas partes. Los antiguos comunistas con sus antiguas manías, la más obsesiva de todas y en la que llevan treinta años fracasando, la del sorpasso a los socialistas por la tremenda, tratando de aniquilarlos, incluso a costa de facilitar el gobierno de la derecha. También esta opción de izquierdas tiene un núcleo de votantes, aproximadamente entre el 5 y el 10%, a todas luces insuficiente para influir en la gobernación del Estado y mucho menos de transformarlo. Es obvio que si quiere mermar votos a otras opciones e incrementar los suyos tendrá que cambiar algo. Pero no sabe qué porque el comunismo latente es una losa.

Surge así Podemos, mezclando dos procedencias: IU y el movimiento del 15M y aportando dos promesas que tuvieron un impacto enorme. La primera, el abandono, el olvido del comunismo. La segunda, la formulación de la teoría de una nueva izquierda, distinta de la tradición comunista y la socialdemócrata. El resultado fue llamativo en las elecciones europeas de mayo de 2014 y, sin estar a la altura de las expectativas generadas en aquellas, se ha mantenido por encima del voto tradicional a IU. La consecuencia fue la fagocitación de IU cosa que Palinuro lleva más de un año diciendo. No hay sitio para dos izquierdas radicales. También mordió algo en el ala izquierda del PSOE, pero no mucho. IU, en cambio, de hecho, está triturada. Podemos le gana incluso en su búsqueda del Grial de la hegemonía frente al PSOE. Los comunistas (entreverados de movimiento 15M) ven posible cumplir su sueño, sobre la base de dejar de decirse comunistas. Y lo mejor que puede hacer IU es disolverse en Podemos.

Pero IU se niega a tal cosa y, empujada por la necesidad, trata de actualizarse tardíamente copiando la fórmula de organización ómnibus bajo el nombre de Ahora en Común, cuya única finalidad, a juzgar por las veces que sus dirigentes lo niegan, es ir contra Podemos. No contra el partido, sino contra su propósito de presentarse en solitario a las elecciones enarbolando la bandera de la unidad popular expresión a la que todos rinden culto y no quiere decir nada. El caso es mantener IU y por eso salía al quite el maestro ciruelo, Anguita, hace unos meses profetizando con su habitual prosopopeya que Podemos pagará caro menospreciar a Izquierda Unida. Vamos que, como no haga caso a su enfático verbo, será "flor de un día". Sobre todo si se hace realidad la bicha que él más odia: una colaboración entre el PSOE y Podemos.

Por fortuna, Podemos se mantiene en su criterio. Se cumple la primera de las promesas antes señaladas: nada que ver con el comunismo o su triste sombra. Sin embargo flaquea, y mucho, en la segunda promesa, esto es, la formulación de una teoría de la nueva izquierda. La patente falta de profundidad de sus análisis y sus errados enfoques, muestran una pobreza doctrinal inversamente proporcional a las aseveraciones retóricas. Esa insistencia en disparar contra la dicotomía izquierda/derecha es casi inercial: por separarse del comunismo, tiran el niño con el agua sucia. Sustituyen la dicotomía por otra mucho más pobre, la de los de arriba y los de abajo pero que permite refugiarse entre las brumas de conceptos genéricos, como el pueblo o la gente. La sociedad es plural y no solo hay en ella una dicotomía izquierda-derecha, sino muchas otras que se entrecruzan: creyentes de diversas religiones y ateos, nacionalistas de una u otra nación, monárquicos-republicanos, centralistas-federales, feministas-machistas, conservacionistas-negacionistas, evolucionistas-creacionistas, etc. En realidad eso es el pluralismo, un entrecruzarse de dicotomías. La acción social son opciones colectivas en disyuntivas. Y la política aun más porque en ella se da también la muy importante dicotomía schmittiana de amigo-enemigo.

Los conceptos del pueblo (que parece ser el que ha de legitimar la mítica "unidad popular") y el de la gente son categorías abstractas. El "pueblo" no existe, salvo en las simplezas de Laclau y el empacho gramsciano. Como no existe "la gente". Las decisiones las toman las colectividades, pero las propuestas las hacen los individuos. Así es y ha sido siempre. Solo la mentalidad romántica del siglo XIX dio en imaginar un Volksgeist, un "espíritu del pueblo" que, por la magia del idioma alemán también pasa por "espíritu de la nación". Las consecuencias de estos delirios se padecieron en el siglo XX. No está bien volver a las andadas y caer de nuevo en el monismo, presumiendo que puede haber un único espíritu dominante. El espíritu es atributo del individuo. No existe la creación "popular". Como demostró Menéndez Pidal hablando del Poema del Cid, no existe la "poesía popular". Toda poesía es de autor. Otra cosa es que, al ir como rolling stone, reciba aportaciones distintas, cual sucede con la llamada "materia de Bretaña", y acabe considerándose obra colectiva. Pero no lo es. Su comienzo es de autor y sus modificaciones, asimismo de autor. El pueblo ni la gente pueden sustituir a los dirigentes. Así que, por debajo de estas consignas vacuas, Podemos tiene pendiente una teoría de la nueva izquierda. Y, desde luego, habrá de ser de la izquierda y dejar de hacer distingos artificiosos para ocultar la indigencia doctrinal.

Las dos fuerzas de la izquierda para las elecciones son PSOE y Podemos, las dos que tienen la obligación de ganar las elecciones por mayoría en una sociedad compleja, plural, fraccionada, conflictiva. Están obligadas a imponerse a una derecha que, como se ha visto en esta legislatura, está dispuesta a todo por mantenerse en el poder; dispuesta a vaciar la democracia de contenido, instrumentalizar las instituciones con fines partidistas, poner los medios de comunicación a su ciego servicio y, si llega el caso, cometer todo tipo de desafueros, incluso delitos. Dispuesta a todo. En la campaña electoral, cuya precampaña ha empezado ya de hecho, las dos fuerzas mayoritarias de la izquierda debieran concentrar sus críticas en el desgobierno de la derecha y la necesidad de restablecer la democracia y los derechos sociales, económicos y algunos políticos de los ciudadanos. Al mismo tiempo es lógico y legítimo que compitan entre sí. Es de esperar que en buena lid y sin golpes bajos porque son contraproducentes. Cuando el señor Mayoral, de Podemos, se tira el farol de que a quien teme Rajoy es a Podemos, no solo dice una falsedad sino también una tontería. Es obvio que Rajoy no teme a Podemos ni al PSOE por separado. Lo que teme es que se unan. Y teme con razón. Y por eso es por lo que ambos, PSOE y Podemos, sin abandonar sus singularidades, deben dejar de hacerle el juego atacándose entre sí para hacerle el contrajuego, atacándolo a él. Son cosas elementales.

Las elecciones dirán cuál de las dos fuerzas cuenta con mayores apoyos en la sociedad. Es importante saberlo aunque, para Palinuro, indiferente, pues confía en que ganará aquel de los dos que lo haga mejor. A continuación, habrá una unidad de acción de la izquierda, de toda la izquierda, la moderada y la radical, pues ambas se precisan mutuamente. Y no solo por razón de la cantidad de escaños, sino por la beneficiosa influencia que cada una de ellas ejercerá sobre la otra en el supuesto de que en ninguna de las dos anide esa estúpida pretensión de encontrarse en posesión de la verdad, única y absoluta.

Eso o cuatro años más de gobierno corrupto, neofranquista, nacionalcatólico y depredador.

diumenge, 12 de juliol del 2015

Miedos de ida y vuelta.

Pablo Mayoral, de Podemos, decía ayer que Rajoy solo tiene miedo a Pablo Iglesias. El "solo" delata la convicción de que el PSOE y Ahora en Común no preocupan a la derecha. Es una riña por ver quién es más combativo, quién la asusta más, pues ese será quien gane las elecciones.

A su vez, Rajoy, el líder de la derecha, decía también ayer en una Conferencia Política del PP con la que ha iniciado la que promete ser la campaña electoral más larga desde 1977, que no sabe qué sea el voto del miedo. No que no sepa lo que es el miedo, como un valiente galo, sino el "voto del miedo". Y, sin solución de continuidad, se lanzaba a meter miedo en todas direcciones, asegurando que, si llega a gobernar Podemos, la pensiones se reducirán, los supermercados se vaciarán y la gente tendrá que hacer cola para sacar dinero; o sea, corralito. Nada, sin embargo, que no haya hecho él. Él ha bajado las pensiones en términos reales y ha esquilmado el fondo de reserva de la seguridad social. Los supermercados no están vacíos pero, para quien no puede pagar los precios de los alimentos (y hay mucha gente pasando hambre en España y muchos niños con malnutrición) es como si lo estuvieran. Igual que las colas para sacar dinero. Será quien lo tenga, porque los parados y quienes cobran salarios de miseria, por más cola que hagan, no sacarán nada.

Es la peculiar lógica de un presidente que vive en la paradoja y la contradicción sin que ello le preocupe. En realidad, no le preocupa nada. Si es capaz de ser presidente del gobierno de un país acerca de cuya deuda no tiene ni la menor idea, es que, en verdad, todo le importa un pimiento. Él lo que quiere es mandar en su pueblo, cobrar los sobresueldos si se tercia, que sus compadres se forren y los conserjes lo saluden respetuosamente al ir al casino a jugar la partida de mus. Lo demás es secundario excepto, por supuesto, la lectura del Marca.

En su alegato a la Conferencia ha repetido el rollo de la recuperación y ha insistido en la necesidad de que no se hagan locuras, ni cambios a tontas y a locas, que se siga por el sendero trazado con toda eficacia por su gobierno porque, de otro modo, se pondrá en peligro la susodicha recuperación. A continuación, también sin solución de continuidad, ha asegurado a su gente que frente a las vanas y alocadas promesas de otros, el PP representa el verdadero cambio. Es decir, pide el voto de la continuidad y el del cambio al mismo tiempo. Resulta absurdo, por supuesto, pero nadie seguramente lo hará notar porque el personaje, todo él, es un monumento al absurdo, un personaje del teatro del absurdo.

En realidad, la Conferencia sirve para anunciar que por fin se harán primarias en el PP, así como la novedad de que el programa electoral del PP incluirá un proyecto de reforma de la ley electoral de modo que gobierne siempre la lista más votada, otorgándole una prima. Es una práctica autoritaria con ribetes de dictadura porque se trata de fabricar mayorías parlamentarias que no reflejan las de la calle. Esa fue una de las razones de la conflictividad de la II República. Lo sorprendente es que, dado el desprecio del gobierno por la democracia, no haya tratado de hacerlo ya en esta legislatura, para garantizarse el triunfo, más o menos como lo hizo Berlusconi en Italia en su día. Pero no haya cuidado: si los dioses dan la victoria al PP en las próximas elecciones, la reforma se llevará a cabo y la derecha se perpetuará en el poder porque ni siquiera en estas circunstancias de vida o muerte será la izquierda capaz de unirse.

Sobre la corrupción, el tema dominante de su gobierno y legislatura, aquel por el que será recordado, ni una miserable referencia. Ni para anunciar medidas anticorrupción. A fin de mostrar su voluntad de cambio dentro de la continuidad, como diría el Caudillo Franco, el PP ha cambiado el logo. No es la primera vez que lo hace. Debe de ser la sexta o séptima. Ahora ha copiado el círculo de Podemos y ha sacado una imagen bastante cómica. Menos mal que están las redes para arreglar las cosas y hacer bien lo que las gentes hacen mal. El logo de la derecha trasmite mucho mejor que el oficial el espíritu del PP, que es el de la corrupción, los sobres, los sobresueldos, las comisiones, las mordidas, las estafas de todo tipo. Algunos de los intervinientes en esta conferencia de contradicciones e incongruencias sí han reconocido la corrupción de su partido pero solo para decir que los corruptos ya están fuera y la organización ha pagado el precio político por ella. Ambas cosas son falsas. Algunos corruptos pueden volver al seno de la organización, por ejemplo Bárcenas, quien deberá ser readmitido o indemnizado con 900.000 euros si prospera la demanda que tiene planteada. Otros que ahora gallean dentro de la organización y hasta en cargos públicos, pueden verse mañana ante los tribunales acusados de las prácticas corruptas que son el modus operandi del PP. Y también es falso que ehayan pagado el precio político. Este solo lo pagarán cuando pierdan las elecciones y se disuelvan como partido, pues no lo son.

Porque es así: el PP parece más una asociación de delincuentes que un partido político, al decir de algún juez en debida providencia.

Y que esa banda que ha expoliado el país vuelva a ganar las elecciones sí que mete miedo.

dissabte, 11 de juliol del 2015

Carta abierta a Palinuro.

Desde que te has hecho tan famoso, Palinuro, es difícil hablar a solas contigo. Tengo que aprovechar estos viejos usos de las "cartas abiertas" para conseguir tu atención, distraída por las furias, las pasiones y quisicosas del momento.

No te hablaré de lo que, a mi juicio, haces bien. Suficientes enemigos tienes que ya se encargan de evidenciarlo a base de copiar tus juicios y propuestas sin citarte. Prefiero concentrarme en tus deficiencias, que son importantes y conozco muy bien. No en balde somos el uno doble del otro.

Arremetes con frecuencia contra la derecha impresentable que desgobierna este país, pero no eres suficientemente incisivo ni contundente y, como no será por miedo a que los psicópatas del ministerio del Interior te apliquen esa Ley Mordaza que se han sacado de sus enfermas mentes, será a causa de tu natural comedido, fuera de lugar aquí. Sigues incurriendo en el error de tomar a estos bárbaros como gente civilizada respetuosa de las reglas de la sociedad. Eres un pánfilo. El Tribunal Constitucional, una cuchipanda de carcundas y militantes del partido del gobierno, acaba de reconocer como "derecho a la objeción de conciencia", el atropello y la agresión de un farmacéutico a una clienta al negarse a despacharle la píldora del día después. Que las convicciones de una secta de peligrosos fanáticos del Opus Dei tenga que ser norma de obligado cumplimiento y la misma posibilidad de que los miembros de esta secta sean magistrados del Tribunal Constitucional demuestran que este país sigue en la Edad Media y que sus tribunales siguen siendo los de la Inquisición.
 
Igualmente sería justo que incidieras más en la naturaleza cleptocrática del gobierno. Ya sé que llamas sobresueldos a su presidente, pero no es bastante. Deberías insistir más en el carácter neofranquista de esta banda de corruptos que se han inventado un partido más parecido a una partida de asaltacaminos para esquilmar el erario. El neofranquismo va emparejado con la arrogancia y la estupidez más acrisoladas y, si alguna duda cabe, ahí están Casado y Hernando que en nada desmerecen de Cospedal y Floriano en punto a imbecilidad consumada.
 
No basta con hablar del nacionalcatolicismo. Debe resaltarse que España ha vuelto a ser una hierocracia, un gobierno de curas. Toda la legislación educativa se ha ajustado a sus deseos, sus privilegios se han consolidado y expandido. Hoy la iglesia católica es más rica que nunca y está compulsivamente presente en todos los ámbitos, religiosos, civiles y militares. Los curas mandan; Rouco manda. Mandan hasta los brazos incorruptos, las reliquias y los monigotes policromados que estos fanáticos veneran como los salvajes los tótems.
 
Eres también muy blando con la oposición. No subrayas que IU, el disfraz que se buscó el Partido Comunista de España para tratar de engañar a los votantes, lleva treinta años viviendo de la fábula de erigirse en la verdadera izquierda o izquierda transformadora, no habiendo sido capaz ni de transformarse a sí misma ni de ser algo más que una fuerza testimonial que incluso ha olvidado el testimonio que quiere trasmitir. Y poco mencionas que solo ha servido para restar votos al PSOE, a veces aliándose con la derecha, a veces por libre.
 
Casi te dejas embaucar por los cantos de sirena de Podemos, que parecían inaugurar una época en que, a raíz de la conciencia universal del fracaso del comunismo y del capitalismo, se articulaba el discurso de una nueva izquierda no comunista y no socialdemócrata. En realidad, se trataba de los mismos de IU, sus nuevas generaciones que, hartas de cosechar derrotas, formularon un discurso pragmático, de un leninismo subrepticio. Chupando rueda de los movimientos espontáneos de protesta por la crisis, crearon un partido con el que anhelaban conseguir el viejo sueño del PCE y de IU de desplazar a la socialdemocracia y ponerse en su lugar. A punto estuviste de dejarte engañar por una parafernalia muy vistosa de aparentes novedades en formas, consignas, estilos, juicios, doctrinas que, en realidad, estaban todas plagiadas de las más diversas latitudes.
 
Apenas te has decidido a emitir juicio sobre los intentos de organizar confluencias para formar una especie de frente de las izquierdas residuales que se aprovechen del tirón de Podemos. Estas propuestas, como la de Ahora en Común, en su abrumadora falta de originalidad, son ejemplos de manual de la antigua táctica leninista de las  organizaciones de masas, tras de las que se camuflará una fuerza de vanguardia (obviamente, IU, es decir, el PCE de toda la vida) que será su nervio y cerebro gris. Su insistencia en ir del brazo de Podemos (que, muy sabiamente, no quiere saber nada de este coro de egos y narcisos desaforados, pues ya tiene los propios y desmesurados) solo prueba que son muy conscientes de que no sirven más que para dividir el voto de la izquierda. Y tampoco mucho porque, si así fuera, quizá tuvieran alguna esperanza mayor de que los de los círculos les hicieran algún caso.
 
Eres muy contemporizador con la deriva del PSOE no solo hacia la moderación sino hacia la condición de partido dinástico, monárquico y bien avenido con la carcunda hispana, de la que participan algunos de sus chupacirios más conocidos, como Fernández de la Vega, Bono o Paco Vázquez. No subrayas suficientemente que la coyunda entre la socialdemocracia y el neoliberalismo, propia de Europa y extensiva a España, demuestra que el PSOE ha perdido no ya su vena revolucionaria sino la tímidamente reformista. Apenas señalas que el partido, dirigido por una coterie de burócratas y paniaguados, carece de iniciativa política, de ideas y empuje porque los beneficiarios de los intereses creados, los enchufados de las jefaturas, no permiten una vida de debate interno real, ni una crítica, ni una discrepancia. Un partido apoltronado, complaciente y acobardado, incapaz de hacer verdadera oposición parlamentaria y mucho menos de presentar una moción de censura al gobierno más corrupto, desacreditado, impopular y reaccionario desde la muerte de Franco. Quizá desde antes.
 
Por último, impulsado por tu apoyo al derecho a decidir de los catalanes, te acomodas a una visión acrítica del proceso soberanista. Escurres el bulto cuando, en el curso de la controversia, se producen conflictos generados en la manía de los seres humanos de imponer criterios propios con fines partidistas. Justo lo peor para el objetivo independentista. La idea de la lista única por la independencia es buena, pero no puede convertirse en la moneda de cambio para que unos u otros, desde Mas a las CUP, pasando por todos los demás, traten de imponer sus criterios particulares. Todas las propuestas para esa lista pueden debatirse, pero ninguna debe imponerse sin consenso general. Y menos sacralizarse. Si su articulación es difícil, hay otras formas de proceder a instrumentalizar el objetivo, que es la unidad en unas elecciones plebiscitarias. La unidad ha de estar por encima de todo. Cueste lo que cueste.

Y eso reza también con las izquierdas españolas.

En fin, Palinuro, que tienes que ser más contundente.
 

El toque español.

Los cines Verdi de Madrid tienen en cartel una interesantísima película casi desconocida, dirigida, guionizada e interpretada por Fernando Fernán-Gómez sobre una novela de 1960, de Juan Antonio de Zunzunegui. Rodada en 1963 y estrenada en 1965, formaba parte de una trilogía cuyas dos primeras partes tuvieron cierta difusión. Esta, en cambio, desapareció de los circuitos, no se pasó por la televisión y es considerada como la "película maldita" del director. Todo a causa de los problemas con la censura franquista y que, si no fueron a más, se debió, probablemente, a que Zunzunegui era un escritor falangista, académico y bien visto por el régimen.

El film pasa por ser una muestra de realismo español con gran influencia del neorrealismo italiano de la época. Cierto, hay muchos elementos narrativos que recuerdan los relatos del cine italiano de ese género. Pero su nudo esencial -mejor dicho, sus dos nudos entrelazados- se narran con una perspectiva profundamente española. Es un realismo, un naturalismo si se quiere, alejado del espíritu amable, crítico, pero desenfadado del neorrealismo italiano, de carácter más duro, melodramático y truculento de la tradición española.

La historia refleja de modo inevitable por la época del rodaje un momento de transición entre la España autárquica del subdesarrollo y la España desarrollada de los sesenta. Las formas comienzan a cambiar tímidamente pero el peso del pasado, sus usos y costumbres, es aún atosigante, cosa que se registra en la narración de modo involuntario. Las fuerzas represivas, los militares, la autoridad, la Iglesia, están llamativamente ausentes. Y más aún, las dos únicas manifestaciones, el padre de familia, un guardia municipal, y uno de los hijos, un seminarista fracasado, pueden verse casi como caricaturas de aquellas. Pero, en realidad, no hacen falta. En los años sesenta, la sociedad ya ha interiorizado el superyo impuesto a tiros por los vencedores de la guerra. Los niños han sido educados en el nacionalcatolicismo más ramplón y miserable de obediencia y sumisión. Los adultos han olvidado ya qué era la libertad, los derechos y la dignidad de las personas. El imperativo social es sobrevivir como sea en un ambiente de control asfixiante, tratando de aprovecharse todo lo que se pueda y de no significarse en demasía pues eso es peligroso.

La trama, muy poderosa, se separa bastante del realismo ambiente. Está dividida en dos vectores, ambos de carácter fuertemente literario. De un lado, una historia de perdición personal del protagonista, un ludópata adicto a las quinielas que ocasiona finalmente una tragedia, y, por otro una de odio entre dos hermanas que asimismo acaba en tragedia. Esta segunda rompe algo los moldes del realismo porque es muy original. De hecho, al escribir "odio entre dos hermanas" me doy cuenta de que es una situación tan poco tratada en la literatura que carece de adjetivo paralelo al de cainita. No es fácil encontrar historias de odio entre hermanas. La más cercana que se viene a la memoria es la de ¿Qué fue de Baby Jane? y no incluye odio simétrico como esta. En sí mismo este choque, que materializa una oposición primitiva entre el bien y el mal, el pecado y la virtud, tiene un elemento teatral, procedente, supongo, de la circunstancia de que Zunzunegui, además de novelista, fuera crítico teatral y se introduce a sí mismo en la narración como uno de los personajes, precisamente crítico de teatro y, por cierto, bastante difícil de encajar en el realismo de la obra.
El toque español está en esa obsesión generalizada con los asuntos sexuales y la mezcla de autoritarismo indiscriminado (compatible con cierto paternalismo en las relaciones laborales que hoy llama la atención), con el machismo más subido, el maltrato a las mujeres resignadamente aceptado, la hipocresía de las relaciones familiares y el grado de estupidización de las gentes, visible en unos originales flash backs de un concurso de "Miss Maravillas" y unos planos de un partido de fútbol con las gradas abarrotadas, como de costumbre.
 Los exteriores y los planos de interior son escrupulosamente realistas y quien quiera saber cómo se vivía en España a fines de los 50 y comienzos de los 60, específicamente en el barrio de Maravillas de Madrid, el de Rosa Chacel de antaño y el patio Maravillas hogaño, que vaya a ver la película, cuya ambientación es impecable porque no es ambientación sino la realidad cotidiana misma. Puro realismo. Y una película extraordinaria, con gran dirección e interpretación y algunos defectos de guión.
La España de ayer y de hoy.

divendres, 10 de juliol del 2015

Sumar restando.

En las próximas elecciones generales se presentará la derecha unida en torno a  un logo nuevo que es todo cuanto está dispuesta a renovar. No le hace falta más. La fórmula hasta ahora le ha dado un resultado óptimo, pues ha gobernado el país con mayoría absoluta durante cuatro años y de paso, lo ha esquilmado con todo tipo de corrupciones y estafas. Además, ha impuesto su nacionalcatolicismo en una involución ideológica que, en algunos aspectos (como medios de comunicación, orden público, enseñanza, derechos laborales, etc) ha hecho retroceder el país a los tiempos del franquismo. A su vera trata de conseguir algo de relieve una organización de supuesto centro, Ciudadanos, cuya función real es remansar los votos de la derecha que se fuguen del PP.

Frente a este bastión se concentran cuatro columnas de ataque de la izquierda que tratan de conquistarlo, pero cada una por su cuenta. La primera es el PSOE, el viejo y venerable partido de la izquierda dinástica, que comparte con la derecha largos años de memorias y experiencias parlamentarias desde la transición. La crisis y la singular impericia de su dirección lo hundieron en la segunda legislatura de Zapatero y en las elecciones de 2011 sufrió una derrota sin precedentes en estos tiempos de mediocre democracia. Esa crisis y los subsiguientes cuatro años de gobierno cleptocrático de la derecha, provocaron la aparición de un amplio movimiento de protesta cristalizado en diversas fuerzas orgánicas que ahora compiten entre sí por enfrentarse al PP en las elecciones. A día de hoy aparecen Podemos, Ahora en Común y el nuevo partido de Alberto Sotillos, Decide en Común. Pero lo único que en verdad tienen en común es que ninguno considera al PSOE como un "verdadero" partido de izquierda y eso que muchos de los militantes y dirigentes (sobre todo dirigentes) de las nuevas formaciones proceden de él y a pesar de que es con el que están pactando en municipios y comunidades.
El que habla con más claridad, quizá por su juventud, es Alberto Sotillos quien, al frente de un grupo de escindidos del PSOE, ha creado uno de estos partidos nuevos, Decide en Común, cuyo objetivo, formulado con espíritu surrealista, consiste no en restar sino en sumar. Para sumar aquí empieza por restar en su antiguo partido. Claro que este no es de izquierda. ¡Si lo sabrá él, que viene de allí! Y, para que se vea su voluntad de sumar, apenas se ha  constituido como partido y ya está llamando a la puerta de Podemos.  
A la puerta de Podemos llama también una nueva formación que está gestándose estos días, Ahora en Común. Es el último intento del sector garzonita de IU de poner en pie una plataforma de acuerdo, una organización unitaria que amalgame en feliz unidad de acción a todas las fuerzas a la izquierda del PSOE. Su pretensión es enfrentar con un hecho consumado unitario a Podemos, siendo así que estos ya han anunciado que, viendo con buenos ojos todo proceso de confluencia, el referente siguen siendo ellos y solo ellos. No es probable que esta disyuntiva se resuelva en un sentido u otro antes de las elecciones, pero sí lo es que, si Ahora en Común consigue consolidarse, restará votos y quien sabe si militancia, a Podemos. Esta organización presenta un aspecto monolítico, con unidad de mando, y se revela incompatible con la articulación de un movimiento que refleje la rica variedad de la izquierda española, un firmamento en el que luce una pluralidad de cuerpos celestes.
En resumen, la izquierda aparece aquejada del viejo vicio del ejército español: demasiados generales para tan pocos soldados. Demasiados jefes para tan escasos militantes. El ejército español no ha ganado una guerra internacional de cierto fuste hace más de trescientos años y una izquierda tan atomizada lleva camino de repetir la hazaña en las elecciones.
Este fraccionamiento con rabiosos toques de narcisismo y egocentrismo es el que está favoreciendo más la recuperación del PSOE como alternativa verosímil a un PP tan desnortado que imita a Podemos en su nuevo logo.