dissabte, 18 de juliol del 2015

En son de paz.

Por fin parece abrirse paso entre las brumas cerebrales de los políticos españoles, sobre todo los del gobierno, más dedicados a buscarse la vida que a gobernar, la idea de que el proceso soberanista catalán es la única cuestión importante para España hoy. La tradicional indiferencia, originada más que nada en el desconocimiento, ya no puede ocultar que, al lado del reto escisionista, los demás problemas, desde el impago griego hasta las próximas elecciones generales, son irrelevantes.

Por fin barrunta el nacionalismo español, en el gobierno y en la oposición, la trascendencia del fenómeno. Y comprueba que carece de margen de maniobra y capacidad para abordarlo. El uno y la otra parecen haberse puesto de acuerdo en esa ley de seguridad nacional de que hablaba ayer Palinuro con la esperanza de poder aplicarla torticeramente. Y nada más. El gobierno no tiene propuestas que hacer, ha bloqueado toda negociación y su vicepresidenta repite, como si le hubieran dado cuerda, que el gobierno acudirá a la vía juidicial, o sea, a la represión, siempre que vea algo raro. Fin de la cita. No hay nada de que hablar.

El gobierno espera que la Generalitat cumpla la ley. Gallarda actitud si no fuera porque se trata de una ley que el mismo gobierno modifica cuando le da la gana mediante su mayoría absoluta en el Congreso. Un ejemplo reciente es el aviso de que piensa cambiar la ley electoral a cuatro meses de las elecciones para dar una especie de pucherazo preventivo. En realidad la expresión "que la Generalitat cumpla la ley", en boca de este gobierno quiere decir "que la Generalitat haga lo que nosotros ordenamos".

De "visita protocolaria" calificaba ayer Sáez de Santamaría la de Mas al Rey. El presidente de una Comunidad Autónoma como otra cualquiera, etc., etc. A veces es difícil discernir si son así de tontos o se lo hacen. Hora y pico de diálogo entre el Rey y Mas en estos momentos y han tratado asuntos de protocolo y sin importancia, futesas, bagatelas. ¿Y cuánto ha tardado Rajoy en llamar por teléfono al Rey después de la entrevista para enterarse de qué había tratado esta? Mas es un político. Rajoy, un cantamañanas.

Esta repentina conciencia de la importancia de la cuestión catalana viene acompañada de la tradicional mala uva del nacionalismo español. El País dedica el editorial a la entrevista. Lo llama Desafío democrático y en él se sostiene que los independentistas catalanes no pretenden otra cosa que desgajar a Cataluña de España para organizar un país en el que puedan hacer lo que quieran sin respeto alguno a la democracia ni al Estado de derecho, so pretexto de que van a crear otra democracia y otro Estado de derecho a su conveniencia. Al margen de la lamentable redacción de la pieza, cabe preguntar al diario en qué basa su afirmación acerca de la falta de respeto del independentismo catalán a la democracia y al Estado de derecho. No será en la experiencia porque lo que esta prueba es que el nacionalismo catalán se ha mostrado siempre respetuoso con ambas cosas, que no ha habido una ETA catalana mientras que, al contrario, es el nacionalismo español de todo tiempo y lugar y el de ahora como siempre, el que muchas veces atenta contra la democracia y el Estado de derecho. El PP, que ha nombrado presidente del Tribunal Constitucional (mediante el cual aspira a desactivar el independentismo catalán) a un militante, cotizante e intenso colaborador con el partido tiene tanto respeto por el Estado de derecho como por las profecías de Nostradamus .

Así que Mas vendrá en son de paz, pero en Madrid lo reciben como siempre con tambores de guerra.