divendres, 23 de gener del 2015

La cuestión candente.


Xavier Vidal-Folch (2014) Cataluña ante España. Madrid: La catarata (143 págs.)

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 En 2013 Palinuro reseñó otro libro del mismo autor y la misma editorial en un post titulado El dret a decidir. Gran parte de lo que allí se decía podría repetirse de este nuevo trabajo de Vidal-Folch. Gran parte, pero no todo y menos aun en cuanto al ánimo o espíritu que rezuma el texto. Desde aquella obra hasta esta ha pasado aproximadamente año y medio y, la verdad, es que es poco lo que ha cambiado la naturaleza del problema o conflicto objeto de estudio, esto es, las relaciones de Cataluña y España. Parece haber cambiado algo más el propio autor. Si en su libro anterior mantenía una actitud relativamente equilibrada entre los dos nacionalismos enfrentados, el español y el catalán, aun propugnando una solución unionista al conflicto bajo la forma del federalismo, en este parece haberse descompensado un poco. No es que haya aumentado su simpatía por el nacionalismo español, con el que sigue siendo muy crítico, pero sí parece haber crecido su animadversión al catalán, que presenta no solamente como equívoco, ambiguo, proclive a la ilegalidad, sino también, lo más grave, inepto, fracasado y empecinado en seguir fracasando a toda costa, con desprecio hacia los perjuicios que su obstinación provoca.

En realidad, con esta segunda obra, parece como si el autor respondiera a la pregunta de la primera (¿Cataluña independiente?), no porque se haya producido un mejor encaje de aquella en España ya que, por el contrario, viene a decir que las cosas están peor que nunca; no tampoco porque el gobierno y el partido que lo sostiene hayan sido capaces de reconducir la cuestión catalana y tratarla con la habilidad y la capacidad de gestión que requiere, sino porque las circunstancias no lo permiten y el nacionalismo catalán, fracasado en su  intento, no ha hecho otra cosa que empecinarse, enrocarse, mantenella y no enmendalla, huir hacia delante. Hacia la catástrofe o el choque de trenes que el autor decía en su primera obra que había que evitar.

En  esta otra, parece haber subido algunos puntos la hostilidad de Vidal-Folch hacia el independentismo catalán y también su impaciencia. Dedica un primer y largo capítulo a desgranar con detalle y competencia los aspectos económicos del problema y revisar algunos prejuicios: España ya no es una ruina y Cataluña tampoco tan eficaz y próspera como se suponía y, por supuesto, con la independencia no le iría mejor sino peor (p. 35). Esta idea recorre el libro, predicada no solamente del comercio sino de otros aspectos, como las relaciones bancarias (p. 108) y, desde luego, las posibilidades de supervivencia en la Unión Europea (pp. 112 y ss.).

La independencia, viene a decir el autor, no interesa a los catalanes y el independentismo, sea el burgués y moderado de CiU o el más radical de ERC, deja mucho que desear en punto a responsabilidad política, sentido común, honradez de actuación y conciencia democrática. La idea básica viene a ser que el objetivo independentista, perversamente disfrazado para no asustar, pero calculado, llevado adelante con medios demagógicos, estilo Assemblea Nacional Catalana (p. 139), descansa asimismo en la demagogia del "España nos roba", propagada por "unos medios subvencionados" (p. 122). Y, la verdad, suena un poco a soga en casa del ahorcado. ¿No podría decirse que el discurso antiindependentista es de esperar en un medio como El País, en el que trabaja el autor y que está, a su vez, según mis noticias, sostenido financieramente por el gobierno central?

El planteamiento general del libro produce cierta incomodidad. Vidal-Folch conoce a fondo la cuestión, es competente y está documentado. Pero algo no encaja. Sin duda critica el centralismo y la cerrazón del obtuso nacionalismo español que este gobierno representa (p. 69 y ss) y no hace concesiones. Pero da la impresión de cargar injustamente toda la culpa del desencuentro sobre el catalán que, por las razones que sean (básicamente ignorancia y demagogia) ha abandonado su viejo y productivo anclaje español para lanzarse a una aventura sin sentido.

Y aquí está, a mi entender, el meollo de la cuestión, apenas esbozada en la obra, pero que no escapará a quien tenga experiencia y sepa de qué se trata. Veamos: la independencia de Cataluña es un dislate, un enorme perjuicio económico, un desatino desde el punto de vista de las relaciones internacionales, es inconveniente y desaconsejable porque, además, en nuestro moderno mundo de hoy "la independencia no existe" (p. 118). Los catalanes debieran entenderlo así entre otras cosas porque, en último término, se enfrentarían a "una resistencia numantina". Está dicho como al desgaire en la página 120, pero está dicho y también insinuado en otras partes. Lectura real: catalanes, no os molestéis porque España no va a dejaros marchar. Punto.

Vidal-Folch tiene la mejor opinión de la tercera vía, entendida como un modelo de federalismo desarrollado por el PSOE, un federalismo asimétrico que las gentes, en lugar de ignorar, harían bien en estudiar y aplicar porque es muy prometedor (pp. 80-85). No siendo eso, el autor rechaza todos los demás argumentos a favor de la secesión (el Canadá, Escocia, las recientes independencias europeas, etc) y, si bien reconoce el derecho de los catalanes a votar (o sea, el derecho a decidir) (p. 137), cree que los independentistas han puesto "el carro delante de los bueyes" (p. 129) y el gobierno y el nacionalismo españoles son incapaces de arbitrar una solución viable si no es la federal (p. 142).

En resumen: aunque con altibajos e insuficiencias, Vidal presenta una argumentación profederalista de la cuestión catalana (que, en realidad y con razón, considera cuestión española), pero, a juicio de este crítico, tiene una visión localizada, parcial, insuficiente, incluso tecnocrática del problema. Habla de bancos, organismos, partidos, gobiernos, autoridades, tribunales, parlamentos, medios, empresas, comercios. Sus razones están mejor o peor traídas y sus argumentos suelen llevar marchamo de experto. Pero falta algo esencial en su reflexión: la gente.

El nacionalismo catalán ha desembocado en un amplio movimiento popular, cultural, transversal, general. Se ha convertido en una reivindicación social ampliamente compartida que ha generado un imaginario colectivo de construcción nacional de carácter emancipatorio. Empeñarse en que un movimiento de este tipo tenga en cuenta cuestiones de contabilidad bancaria, de balanza de pagos, de interpretaciones jurisperitas y de interpretación de las normas positivas equivale a intentar calmar la furia del mar con una espumadera.

dijous, 22 de gener del 2015

Llegan los carnavales.


Con 200.000 euros de vellón se ha redimido transitoriamente al cautivo Bárcenas, preso hasta ahora en las mazmorras del Reino. Reunir 200.000 machacantes en 48 horas no es fácil, salvo que seas impecune, insolvente y no tengas para pagar el metro pero sí una libreta con nombres de antiguos conmilitones del PP.

Ha salido bramando como un toro del toril y emplazando al PP a querellarse contra él si lo acusa de sustraer dinero del partido. Pero, ¿de dónde venía ese dinero que el innombrable habría sustraído siendo tesorero? Está claro: de la caja B que el mismo Bárcenas reconoce por videoconferencia que administró. Pero Cospedal sostiene que esa caja B no existió nunca y, si lo hizo (porque es difícil negarlo, hasta para Cospedal) era de ese señor Bárcenas. Es decir: se querella por la sustracción de un dinero de una caja que nunca existió o pertenecía al querellado a quien, al parecer, se acusa de robarse a sí mismo. Pura lógica cospedaliana.
Alto ahí. Los malandrines siempre llevan su merecido. La doctrina de que en el PP no hay más caja B que la B de Bárcenas procede de más arriba, del mismo Rajoy, aunque él no dice "Bárcenas", porque se lo ha prohibido el médico, y dice "ese señor". Nada. No hay caja B en el PP. Los sobresueldos se pagaron en A. Es curioso, sin embargo, que hasta la abogacía del Estado, del Estado de Rajoy, da por cierta la existencia de la caja B. Es igual, no hay caja B.
No habrá caja B, pero una de las acusaciones particulares en el proceso, la Asociación de Abogados Demócratas de Europa, pide que Rajoy testifique. Tendría que testificar sobre la existencia de algo cuya existencia niega y hablar de alguien cuyo nombre ha olvidado. "Esa persona de la que usted me habla, además, ya no es miembro del partido", como si eso significara algo.
A Bárcenas no lo reconoce hoy ni uno de sus antiguos amigos, beneficiados o compinches. A él, que fue gerente, tesorero, senador, un prohombre de la Patria. No se acuerdan ni de su nombre ni saben quién fue o quién es. Y, sin embargo, cuando comenzó a cantar, todos se querellaron contra él: Aznar, Ana Palacio, Cospedal, hasta el PP, ¡por vulneración del derecho al honor!. Todos, no. Rajoy amenazó con hacerlo, pero no lo hizo. En lugar de ello le envió un SMS aconsejándole fuerza. Los demás retiraron discretamente las querellas o las perdieron. Y así se hizo el silencio sobre Bárcenas, ese toro que sale bramando a punto de los carnavales.
Si no es Bárcenas, es la Gürtel y, si no, las dos juntas, pues cometieron, al parecer, numerosas fechorías al alimón. Cuando las cosas se aceleran, todo se mezcla, la farsa, la burla, la comedia. Vuelan los sobresueldos, se cruzan con los trajes, los viajes, las dádivas, comisiones, donaciones o mordidas. Todo es un lío y hasta hay que duplicar los disfraces. Así resulta que, según El Mundo, los testaferros de Bárcenas eran los de González, el del ático. Hasta los testaferros tienen que pluriemplearse para malvivir.
¿Es de recibo un país cuyo presidente del gobierno pasa el tiempo defendiéndose de muy verosímiles acusaciones o negando la evidencia que es incriminatoria hacia su persona? ¿Un país en el que el presidente niega un hecho que la abogacía del Estado afirma? ¿Un país en el que ese presidente del gobierno lleva tres años negándose a admitir su responsabilidad política por la que tendría que haber dimitido desde el comienzo de su mandato?

Bueno, pues según Rajoy, esto es una gran nación.

dimecres, 21 de gener del 2015

Así que... la casta, ¿eh?


No hace mucho, Pablo Iglesias aseguraba a sus enfervorizados seguidores en Cataluña que nadie lo vería abrazarse con Artur Mas, despreciable epígono de la casta. Por entonces venía de tomar café con pastas en una reunión secreta con José Bono y Rodríguez Zapatero, no menos despreciables miembros de la no menos despreciable casta. Dirigentes del PSOE, que, como todo el mundo sabe, es igual al PP que, como todo el mundo sabe es igual a CiU. Todos iguales en la amalgama de la casta, gente que teme al pueblo, que no da la cara, que se esconde en reuniones y conciliábulos secretos. A él, Iglesias, nunca se lo vería en una de estas porque todo lo hace al descubierto, a la vista de la gente, coram populo, ante todos los compañeros y compañeras, las bases, las asambleas, a quienes se informa de todo y toman las decisiones en público.

Porque decía en una entrevista en 20 Minutos Nosotros no somos de cosas secretas. Eso queda para la gentuza de la casta, para la castuza.

Y hoy se entera la gente de que este puro adalid de la publicidad se reunió en secreto con Zapatero y Bono hace unos meses. Y se entera porque lo revela la periodista Esther Palomera en el Huftington Post, no porque ninguno de los dos asistentes, Iglesias y Errejón, lo revelara. Estos, que no son de cosas secretas, estaban callados como muertos. Alguien se ha ido de la lengua. ¿Quién?

Averígüelo Vargas o el que esté interesado en este tipo de cotilleos, que hay muchos, porque la política española consiste básicamente en esto, en cotilleos.

Descubierto el secreto conciliábulo, los que intentaron ocultarlo dicen ahora que es la cosa más normal del mundo, que no tiene nada de malo. Entonces, ¿por qué lo han ocultado? Pues por eso, porque carece de importancia pública que cuatro personas se reúnan privadamente, a hablar de teoría política, de literatura y quizá de los manuscritos del Mar Muerto, explicaciones que amontonan innecesariamente porque están convencidos de que la gente es idiota y se le puede contar lo que sea. Sin embargo, estas personas no son personas privadas cualesquiera sino los principales dirigentes y exdirigentes de importantes formaciones políticas que, cuando aparecen en público es, justamente, para insultarse. ¿Cómo no va a tener interés general una reunión secreta entre quienes dicen a los demás lo que tienen que hacer, pensar, votar y que, en público, entre sí, se atacan?

La reunión tenía que ser secreta y, al parecer a ello se comprometieron los asistentes, cumpliendo, sin duda por ignorancia, el famoso dicho kantiano de que "todo aquello que, afectando a terceros, no puede hacerse público, es malo".

Claro que hay grados y grados de maldad. En el caso de los dos socialistas es explicable. Bono, un seudosocialista nacionalcatólico cree que la política es esto, pura intriga, maniobra, conciliábulo y mentira institucionalizada. Zapatero, algo mejor persona, pero bastante limitado, hace cualquier cosa con tal de estar en la pomada. Que ninguno de los dos dijera nada a Pedro Sánchez quien, por supuesto, debería estar enterado de que miembros de su partido hablan a escondidas de él con gente que va por las corralas poniéndolo de chupa de dómine, demuestra de qué estofa moral está hecha la alta militancia en el PSOE y qué grado de compañerismo hay en él. Vamos, que Palinuro -cuya simpatía por Sánchez es nula- le manda un abrazo y le compadece por los felones que tiene que soportar en su partido pues, anticuado como es, piensa que los hombres, antes que socialistas, católicos o de Podemos deben ser nobles.

¿Y los otros dos? Los del asamblearismo, puertas abiertas, transparencia, los legatarios de los bolcheviques en la paz de Brest-Litovsk, cuando Trotsky anunció a un mundo perplejo que los revolucionarios renunciaban a las cláusulas secretas en la diplomacia porque el pueblo tiene derecho a saber siempre qué hacen sus gobernantes. Los herederos del 15M que sí representan a la gente, le dicen lo que piensan y hacen y toman las decisiones de abajo arriba. ¿Qué hacían esos dos?

Engañar, mentir, defraudar como bellacos. Por eso no querían que la reunión se conociera. Porque era una reunión con dos de los más destacados miembros de la casta, uno de los cuales nada menos que el artífice de la reforma del artículo 135 de la CE a espaldas del pueblo. Del otro, el siervo devoto de sor Maravillas ni merece la pena hablar.

Palinuro se ha sentido tan estafado y burlado por estos farsantes como, supongo, el resto del personal. Y eso que nunca se tragó el rollo del empoderamiento que los de Podemos van soltando por ahí para engatusar a la gente del común y hacerle creer que pinta algo cuando no pinta nada porque, bien se ve, el juego de estos nuevos predicadores es el mismo que el de la casta, concepto que, como todos los que manejan está copiado, literalmente plagiado, de elaboraciones ajenas.

En los últimos días venía lloviendo sobre mojado. En Sevilla, Iglesias vilipendió y zahirió a Pedro Sánchez, mientras callaba sobre el desastre del gobierno de la derecha; insultó a la izquierda llamándonos "trileros"; y difamó a la presidenta de Andalucía sin que, hasta la fecha, haya probado las acusaciones ni se haya disculpado. Todo con la arrogancia y la prepotencia de los jayanes del PP.

Sabiendo con quién se reúne en secreto a hablar de "teoría política", la verdad, no es extraño.

Teoría del Jaguar.


El país vive una orgía de corrupción. Las noticias del día a día son espeluznantes. Granados, en la cárcel anda escribiendo en una misteriosa libreta vaya usted a saber qué maldades. Están los dirigentes del PP sobresaltados y en ascuas pues no creen que sean reflexiones filosóficas al estilo de Boecio o de corte más religioso como las de Silvio Pellico. El innombrable Bárcenas, a punto de calle con una fianza de 200.000 euros. Este ya entró en la cárcel con los cuadernos escritos y, al parecer, el PP espera que no hable o no demasiado. Otro alto cargo de la Comunidad de Madrid, Victoria, resulta salpicado, según reza la prensa, en la operación "Púnica", o Médica o de la guerra de Peloponeso, que se van a acabar los nombres. La corrupción tiene anegado al PP. No sé cuántos cientos de altos cargos del partido llevan diez o doce años cobrando suculentos sobresueldos pagados con los dineros presuntamente ilegales que allegaba Bárcenas del rebaño empresarial de parásitos de lo público. En algún serio periódico alemán se dice que la corrupción en España es endémica. No es que el PP sea incompatible con la corrupción, como afirmaba Aznar, sino que es tan inseparable de ella como de su sombra.

La corrupción es la sombra misma del PP. Por eso está dispuesto a vendérsela al diablo, como hizo Peter Schlemihl a cambio de una fortuna. Al fin y al cabo, ya queda poco por vender. Vender la sombra al diablo trae consecuencias incómodas. Pero a medio y largo plazo. A corto plazo, al haber perdido la sombra, al no manifestarse esta ni a pleno sol, el señor Floriano puede decir tranquilamente que el PP no se enteró de nada sobre Gürtel y la 'caja b'. No veía su sombra, claro, porque no estaba. Esta invidencia, esta inconsciencia es una especie de mal de la memoria y del entendimiento generalizado y contagioso. Afecta a muy señaladas personalidades de la vida pública: la exministra Mato, la Infanta Cristina, la esposa de uno o dos de estos pillastres que andan de cárcel en cárcel y de juzgado en juzgado o los mismos pillastres entre sí. Ninguno sabía nada, no recordaba nada, no tenía constancia o conciencia de nada. Estaban en la inopia. 

El pueblo, irreverente por naturaleza, se toma a guasa tanto desconocimiento y directamente a pitorreo las comparecencias públicas de Floriano negando lo evidente en la espera de que algún día niegue llamarse Floriano o hablar en nombre del PP. Es falta de cultura y respeto. En realidad, Floriano es el último representante de la tradición pirrónica de la filosofía española, cuya cumbre fue el médico del siglo XVI/XVII, Francisco Sánchez, autor de una obra genial, Que nada se sabe. Al fin y al cabo, oigan, si un genio como Sánchez (el médico), a quien muchos consideran inspirador de Descartes, dejó dicho que nada se sabe, ¿quién es Floriano para quitarle la razón? Nada se sabe. De la Gürtel, ni de la caja B, ni de nada.

Es como esas burlas permanentes sobre el hecho de que la exministra Mato no viera un Jaguar en su casa y que ahora se multiplicarán porque, según Floriano, el PP no solo no ve un Jaguar sino flotas enteras de Jaguares, viajes a los paraísos fiscales y quién sabe si artificiales. Vulgaridades, propias de patanes incapaces de apreciar que tanto Mato como Floriano y, con él, el PP en pleno son los últimos representantes del idealismo subjetivo en la formulación más lograda del obispo Berkeley: esse est percipi, es decir, el ser tiene que ser percibido. Si no percibo, si no veo algo, ese algo no existe. ¿Está claro, chusma? La exministra no ve el Jaguar, luego el Jaguar no existe. Floriano con sus dos ojos y el partido con sus diez mil no ven la Gürtel ni la caja B, luego la Gürtel y la caja B no existen.
 
El Jaguar invisible, la Gürtel invisible, España es el país de la invisibilidad. La existencia de la caja B, presunta ubre generosa de la que manaron sobresueldos, incluidos los del presidente del gobierno, fue enfáticamente negada por este en sede parlamentaria. La caja B es más difícil de encontrar que la caja negra de un avión estrellado en el mar. Rajoy no vio lo que hacía su mano derecha, Bárcenas, porque este usaba la izquierda para la caja. Y la dama Cospedal no ha visto 12.000 metros cuadrados de su propiedad. La señora Aguirre no vio la Gürtel ni la colección de supuestos granujas de la que se rodeó que llevaban años llenándose los bolsillos. Tampoco vio a los alcaldes de la Sierra haciendo mangas capirotes con la recalificación de terrenos, a pesar de haber recibido comunicaciones de aviso.
 
Aquí nadie vio nada, percibió nada. Luego no hubo nada.  ¿Los jueces? Bueno, bueno, qué va usted a contarme. Esos son todos socialistas que ven justamente lo que no hay.

Si se miente a 4.000 personas, ¿por qué no a 47 millones?

La mentira es uno de los recursos habituales de los politicastros de la vieja y corrupta escuela. En el PP mienten hasta los notarios y nadie cree una sola palabra de lo que dice Rajoy o cualquiera de los cobradores de sobresueldos a sus órdenes.

En el mitin en Sevilla, Pablo Iglesias acusó ante 4.000 personas a Susana Díaz de haber prohibido que la TVA lo entrevistara. Poco después, la directora del programa desmentía en directo la acusación afirmando no solamente que la censura o prohibición no se había producido sino que, al contrario, la cadena lleva meses solicitando una entrevista con el dirigente de Podemos sin conseguirla hasta la fecha.

La acusación de censura a un medio de comunicación es muy grave. Ataca la dignidad de los profesionales. Al comentar el asunto Palinuro sostuvo que ese incidente no puede quedar así: o Iglesias demuestra su acusación o se retracta. Después de las explicaciones de los periodistas,  si no hay prueba ni retractacion, hay mentira. Y, si alguien es capaz de mentir a 4.000 personas en su cara, ¿por qué no va a mentir a 47 millones?

Palinuro añadía que, si se probaba que Díaz había dado orden de que en su televisión no se entrevistaba al coletas, debía dimitir. Y lo mantiene. Pero ahora añade que si, por el contrario, resulta que el que ha mentido es Iglesias, es él quien debe dimitir e irse a su casa.

¡Qué tontería! Pero hombre, Palinuro, dice la sabiduría convencional, esto es España, lugar en el que miente todo el mundo, empezando por el gobierno. Y no dimite nadie, nunca, por nada.

Verdad es, pero estos de Podemos, ¿no venían a desterrar tan malos hábitos y regenerar el país?

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Actualización: leo que Podemos ha divulgado un comunicado según el cual la entrevista estaba acordada pero TVA la canceló sin previo aviso ni explicación. Aportan un whatsup con TVA que parece probarlo, aunque de una forma imprecisa porque puede referirse a la entrevista de Iglesias o a cualquier otra. Y hubo otra. Eso vuelve a poner la pelota, al menos en parte, en el tejado del canal público. ¿Son suficientes las explicaciones de la directora del programa? ¿Estaba o no acordada la entrevista? Y, si lo estaba, ¿quién la canceló, por qué y por qué no se explicó? Eso en cuanto a la cadena. En cuanto a Podemos, el whatsup obliga a parar un instante; pero solo un instante. Para que lo que dicen sea creíble, han de probar que esa entrevista concreta estaba apalabrada. De no hacerlo la mentira quedará como mentira.

Y en cualquier país del mundo con el que Podemos quiere equipararnos, mentir en público, mentir a la gente, a los electores, es el fin de la carrera política del mentiroso.

dimarts, 20 de gener del 2015

Último vuelo de Sevilla.


Palinuro dejó pasar un día desde el mitin de Podemos en Sevilla para reflexionar, considerar las reacciones y reflexionar sobre las reacciones. La acusación directa a Susana Díaz de ordenar a la televisión andaluza la censura al coletas parece ser falsa. La misma televisión ha probado documentalmente que lleva meses solicitando una entrevista. Cierto, ello no demuestra que no haya habido una llamada desde San Telmo ordenando la censura. Pero eso debiera probarlo quien formula la acusación y, si no puede, retractarse. No sé por qué nadie espera nada. Palinuro espera que la acusación se pruebe o la retractación se produzca.

Los socialistas andaluces andan por las redes comentando que Iglesias fue a Andalucía a insultar a los de allí y "mirarlos por encima del hombro". Suena un poco a manía persecutoria, pero ya es casualidad que en las comunidades recientemente visitadas por el secretario general de Podemos haya una reacción más o menos generalizada de gente que se siente insultada, menospreciada. En fin, uno de los recursos partidistas es invocar agravios imaginarios para dañar el prestigio del adversario/enemigo.

El insulto a las izquierdas llamándolas trileras sentó a Palinuro ante el teclado para subir un post titulado El casuismo de los trileros que, en el momento de escribir esto había tenido 4.165 visitas únicas, tanta gente como fue a escuchar a Sevilla a Pablo Iglesias. En él se postula la idea de que la explicación del aparentemente errático comportamiento de Podemos está en su casuismo jesuítico. Esto equivale a reconocer que en un primer momento Palinuro se tragó el anzuelo de "aquí hay una izquierda nueva"´y que además aplaudió ingenuamente la aparición de otro discurso, innovador, crítico, libre, independiente, espontáneo, democrático, horizontal. Era un aplauso con alguna reserva sobre factores como la espontaneidad o la horizontalidad, muchas veces simuladas o inducidas más que reales. Pero era aplauso, conjuntamente con el de muchos otros ciudadanos hastiados de una institucionalidad política acartonada, hueca y cobijo de corrupción y granujería.

La crítica consistía en señalar que esa innovación era un disfraz, puro trabajo de comunicación y el mecanismo era el permanente recurso a la casuística. Esto es, las cosas no son como son o como yo creo que deben de ser sino como me interesa que sean. Así se vicia de raíz todo discurso de la izquierda. Por eso dicen en Podemos no ser de izquierda ni de derecha sino ambicionar la centralidad del tablero, una expresión rimbombante y cursi para no decir centro porque les da vergüenza. Quieren ser el centro pero también la izquierda inequívocamente y esto solo pueden conseguirlo con el casuismo.
La parte más dura y virulenta del discurso de Iglesias en Sevilla le tocó al PSOE, a Susana Díaz y a Pedro Sánchez a quien vilipendió, tachándolo prácticamente de pelele. Es un aria favorita de su público que está convencido de que el PP y el PSOE son lo mismo, como dos bueyes que tiran del único carro del capitalismo. Desde un punto de vista de izquierda este juicio es injusto. Durante los años 80 y primeros 90, el PSOE fue decisivo en la modernización de España, su integración en Europa y su desarrollo como una sociedad más abierta, libre e igualitaria, con sanidad, educación, seguridad social universales. Muchos de quienes hoy reniegan de la socialdemocracia estudiaron gracias a las medidas socialdemocrátas. Reducir las legislaturas socialistas a los GAL, la corrupción (por lo demás nimia en comparación con lo que hay hoy y estaba entonces fraguándose en la derecha) y otras pifias del PSOE, ignorando los demás factores solo puede hacerse de mala fe. Como mala fe indica enjuiciar las legislaturas de Zapatero por su desastrosa gestión de la crisis, la reforma del 135 y sus políticas neoliberales ocultando que fuimos una de las sociedades más avanzadas en igualdad en Europa y más libres y en donde se respetaban derechos que en otros lugares no se reconocían. Mala fe. Casuismo.

Pero, además, caramba, el PSOE no gobierna sino que está en la oposición, como Podemos. Y ¿a quién se opone Podemos? A la oposición. No al gobierno, sino a la oposición. Para zanjar sin miramientos esta cuestión Iglesias aseguró enfáticamente que ellos sí que no pactarán en ningún caso con el PP. Énfasis el que se quiera, pero hay que creerle bajo palabra en un país en el que sus primos hermanos de IU tienen una alianza con el PP en Extremadura que permite el gobierno de la derecha.

O sea, sin monsergas: el enemigo es el PSOE. Suena, ¿verdad? ¿A qué? Al viejo contencioso comunistas-socialdemócratas de toda la vida, a la visceralidad, al anticomunismo visceral y el odio visceral a la socialdemocracia; suena a la quimera anguitiana del sorpasso de los socialistas que se interpretó en su día como la pinza. Aquí hay mucho anguitismo y mucho anhelo de sorpasso, animado por la buena acogida popular que ha tenido la innovación del discurso político a base de recoger las reivindicaciones del 15M.

Pero todo esto era pura fachada. La organización complementa el casuismo jesuítico con férreo estilo bolchevique que lucha por imponerse a los sectores más asamblearios, más de de tendencia de grass roots politics, como puede verse en los conflictos orgánicos que afrontan en Cataluña, esos que Carolina Bescansa llama con notable estro poético el "Podemos para protestar".

Pero no puede olvidarse: el Podemos fetén es el Podemos para ganar. Ganar es la palabra mágica, el criterio último moral. Lo que sirve para ganar vale; lo que no, no. Estamos hartos del martirologio de la izquierda europea, siempre de perdedora. No queremos ser losers como el pobre Sánchez. Queremos ser winners. ¿Para qué? Para gobernar. Para gobernar ¿cómo? Eso ya se verá. Lo importante antes de nada es ganar y si, para conseguirlo hay que decir que no somos de izquierdas porque el rollo de izquierdas derechas es cosa de trileros, se dice, que ya Dios después distinguirá a los suyos.

Claro que nosotros, la cúpula, el mando, la vanguardia, los que después seremos la Nomenklatura, somos de izquierdas, sin duda. Pero necesitamos el voto de mucha más gente y ahí, en la gente, hay de todo y una determinación de izquierda es negativa porque resta votos. Así que no somos de izquierda ni de derecha, no somos autodeterministas ni centralistas, laicos o confesionales, republicanos o monárquicos. Somos lo que nos interese ser en cada momento. Y desde luego no comunistas; tampoco anticomunistas. Como con todo, no somos nada.

Lo del comunismo trae un punto de sarcasmo. De sarcasmo mefistofélico, prueba evidente de que en Podemos tienen el relato tan estudiado y medido como el hilo las Parcas. ¿Por qué motivo no se ha producido una convergencia entre Podemos e IU a pesar de las súplicas insistentes de esta que ha llegado a prescindir de su venerable líder para poner a un sosias de Iglesias en la esperanza de que se entendieran? Exactamente, ¿por qué no se han fundido dado que su programa, en el que tienen una fe anguitista, es idéntico? Sobre todo teniendo en cuenta que ninguno de ellos propugna un cambio radical del modo de producción sino que se limitan a administrar de otra forma, más justa, proclaman, el capitalismo. Vamos, que están dispuestos a sustituir al buey socialdemócrata por un buey de verdadera izquierda para tirar del carro capitalista. ¿Por qué no ha habido fusión ni la habrá?

Porque a Podemos no le interesa aparecer contaminada por el comunismo de los losers, porque si se alía con él, retrocederá a sus habituales porcentajes de intención de voto, perdiendo sus halagüeñas perspectivas. Así que a los herederos de la tradición comunista de IU les queda interpretar el papel del payaso que recibe las bofetadas para que sus ingratos descendientes puedan alcanzar su sueño: gobernar al precio que sea, jibarizando a IU y hundiendo en la miseria al PSOE. Si tal cosa llegara a suceder, merecido se lo tendría este porque ha sido incapaz hasta ahora de elaborar un relato claro y creíble, explicando y valorando lo que ha hecho bien, señalando y criticando lo que ha hecho mal y presentando propuestas para profundizar en los aciertos, enmendar los yerros y abrir puertas nuevas.

dilluns, 19 de gener del 2015

Engañar a los catalanes.

No se debe engañar a los catalanes, afirma Mariano Rajoy. No, claro, no se debe. Pero ¿se puede? Precisamente Rajoy ha demostrado que a los españoles, sí. Él lleva tres años haciéndolo en todos los órdenes. ¿Y a los catalanes? Bueno, a esos hay que considerarlos aparte. Antes de nada preciso es averiguar en qué versaría aquí el engaño y quién engañaría, cuestión esta última nada desdeñable, tratándose de quien se trata.

El engaño, al parecer, corre a cargo de Mas y Junqueras, y consiste en decir a los catalanes que se convocan unas elecciones plebiscitarias el próximo 27 de septiembre. No señor, puntualiza el presidente: esas elecciones serán autonómicas normales, elecciones al Parlamento de Cataluña. No existen las elecciones plebiscitarias. La ley no las prevé y, como la ley no las prevé, no existen ni pueden existir. Es la típica mentalidad autoritaria según la cual solo cabe admitir lo que la ley permite expresamente, la misma con que considera la consulta del 9N: como las consultas referendarias no están en la ley, no existen. La del 9N fue una seudoconsulta, carente de efectos jurídicos.

Si las elecciones plebiscitarias no están previstas en la ley pero tampoco prohibidas, nada impide que quienes las convocan las llamen así. Desde el momento en que el gobierno negará que puedan tener efecto jurídico alguno además del de ser elecciones autonómicas, los convocantes pueden llamarlas como quieran. Es como si nos dijeran que un partido no puede pedir el voto para una consulta que llama "elecciones del cambio" por el hecho de que la ley no reconozca la existencia de elecciones del cambio. Otra cosa es que el término "plebiscito", teniendo un alcance político claro, esté más o menos correctamente planteado.

No son Mas y Junqueras quienes engañan a los catalanes. Al contrario, en el supuesto de que cupiera hacerlo, que es mucho suponer, más parece pretenderlo Rajoy quien quiere convencerlos de que no pueden hacer algo que sí pueden hacer. Igual que, se ponga como se ponga el presidente, el 9N hubo una consulta en Cataluña. No una seudoconsulta , sino una consulta como un acto de soberanía catalana de hecho en contra de la voluntad del gobierno central que trató de impedirla en lo que pudo.

¡Ah! Exclama el presidente, pero es que en esa seudoconsulta sin efectos jurídicos votó menos del 30% del electorado. Un argumento absurdo porque, si la consulta no era válida por ilegal, sería igualmente inválida aunque hubiera votado el 100%. Es publico y notorio que el presidente no se distingue por la agudeza de su raciocinio y de ahí que, además de esta perla siga soltando otras dos que suelen mover a grandes risas en las redes. Según la primera, él sabe que la gran mayoría de la población catalana no es independentista. Lo sabe por ciencia infusa, pues se niega a toda consulta para averiguarlo de modo fehaciente. Le segunda perla, que reitera en esta entrevista, es que en Cataluña hay muchos más catalanes que independentistas, lo cual es un alivio porque así Cataluña seguirá siendo de los catalanes y no de unos entes fantasmagóricos que a saber si son humanos, a fuer de independentistas.
 
El resto de esta estupenda entrevista a la agencia EFE se dedica a no engañar a los españoles al modo mariano. Deben estos saber que ya se crea empleo neto, que el país está saliendo de la crisis, que el año que viene se bajarán los impuestos, que se mantiene el Estado del bienestar, que de la corrupción se sabe ya casi todo y que se creará un millón de puestos de trabajo en dos años.

¿Suena? Pues aún faltan diez meses.

Por lo demás, en un sentido más amplio y hasta filosófico del engaño, la verdad es que todo aquí es un embuste, una ilusión y un embeleco. La entrevista misma no debería haberse producido; Rajoy carece de autoridad alguna para hablar de elecciones en Cataluña, de recuperación ni de nada pues hace tiempo que debiera haber dimitido por cobrar sobresueldos de origen ilegal, así como el conjunto de dirigentes del partido que encabeza que, según el juez, se ha lucrado de la comisión de un presunto delito y que más parece una asociación de malhechores que un partido propiamente dicho.

No, no se debe engañar a los catalanes; ni a los españoles. No se debe defraudar a un país entero durante años. No se debe mentir para ganar las elecciones ni financiarlas ilegalmente. No se puede gobernar mediante el fraude y, si se hace, se debe dimitir y no andar por ahí dando lecciones de nada cuando se carece de la decencia de hacerlo.

diumenge, 18 de gener del 2015

El casuismo de los trileros.


Hay dos cosas tan esencialmente españolas como las corridas de toros: llamar trileros a los demás y el casuismo jesuítico. A primera vista parecen muy alejadas. Falso. Son hermanas gemelas.

Acababa Palinuro de subir su post anterior sobre Podemos en Andalucía, tan contento por resultarse a sí mismo equilibrado, perceptivo, matizado y justo y, ¡paf! se da de bruces con esta entrevista de Pablo Iglesias en "El País". El periódico, que dispara con balas dum-dum, le ha puesto un titular a leche agria. Primera reacción: otra entrevista de este jaez y a estos los votan Anguita y la España profunda. Segunda reacción, ya apuntada por los entrevistadores, Eva Sáiz y Francesco Manetto, por cierto muy buenos: hay que atacar al verdadero enemigo que es Pedro Sánchez y el PSOE, no Rajoy y el PP. 

Volvemos de inmediato sobre ese suculento titular cuya lectura obvia es: "el bipartidismo solo es malo si no es el mío" o "quítate tú para que me ponga yo".  Antes, vamos al cuerpo doctrinal de la entrevista, por lo demás, flamígero, pero con fuego fatuo. Es de agradecer que en el cada vez más confuso discurso de Podemos comiencen a vislumbrarse postulados. Sostener que invocar la disyuntiva izquierda/derecha es de trileros es muy español. "Trilero" llamaba Guerra a Suárez; "trilero" Aznar a González y también Rajoy a Zapatero, aunque el gallego, prefería hablar de conejos de la chistera, expresión que también emplea Iglesias. Aparte de ser algo muy español conduce a tres conclusiones complementarias y ascendentes:

1ª: es personalmente incongruente para alguien que, en la intimidad, dice ser de izquierda;
2ª: es objetivamente insultante y falso porque el hiato izquierda/derecha es el único que está presente en todos los sistemas políticos del mundo. En todos;
3ª: es moralmente repugnante en un país en el que cientos de miles de personas fueron asesinadas y siguen sin recibir justicia por ser de izquierda.

¿Lo anterior es muy fuerte? Sí, desde luego. Y llamar trilero al prójimo lo es más. Porque este no es el fin de la historia sino, al contrario, su principio. Ese lamentable epíteto es la forma actualizada del casuitismo jesuítico verdadera esencia de Podemos que este trata de camuflar como pragmatismo, tacticismo leninista y otros ismos de similar pelaje. La divisoria izquierda/derecha es cosa de trileros, salvo que me convenga, en cuyo caso es tan contundente, cierta y firme como la del ser y la nada.

Los jesuitas, los grandes artífices de esta forma de "razonamiento" según la cual el fin justifica los medios, incluidos la mentira y el engaño, lo hacían a mayor gloria de Dios. Quienes se dicen no creyentes (aunque Palinuro ya pone en duda hasta esto), ¿a mayor gloria de quién o de qué lo hacen?

Volvemos al bipartidismo que hasta ayer era bicha maligna, peste purulenta, necrosis fatal, nido de serpientes, alacranes y monstruos infernales y hoy futuro diáfano y radiante. Ante él, aquí formulado en escuetos términos de escuela de negocios como "dos opciones",  se supone que la peña, feliz de que le aligeren la dura tarea de pensar y de poder elegir entre el bien y el mal, acudirá alegre, muy alegre, a expulsar el mal y traer el reinado del bien.  El estilo que nos enseñó el gran Manes, fundador del maniqueísmo, forma antigua, iraní, de Podemos.

A Palinuro se le ocurrió hacer un comentario en este sentido en Twitter y se echó encima un alud de sectarios que, por supuesto, no se consideran tales sino puro criticismo kantiano: que el pobre Palinuro no ha entendido lo que quiere decir el líder, que no dice eso, que en la entrevista matiza, que dice otra cosa, que no hay que leer "El País", que no sabe lo que es el bipartidismo, que manipula más que respira, que está muerto de envidia, que le fastidia el éxito ajeno, que los achaques de la edad, que Palinuro es muy libre, demasiado, que en su falta de disciplina se le va la olla, que no respeta nada y que el sol sale por Antequera. [Breve digresión: el aluvión incita al optimismo sobre la capacidad mental de los defensores de la recta interpretación de los mensajes del mando].

Dejemos a los fieles seguidores contando los pelos del rabo de la esfinge. Y volvamos al casuismo y al trile.

Parte importante de la entrevista se dedica a hacer sangre de Pedro Sánchez, (el verdadero enemigo, porque esto huele cada vez más a segunda edición de la pinza) a cuenta de su indefinición, su falta de claridad, su inconcreción, su ambigüedad. Muy cierto, ciertísimo. Sánchez camina por un campo de minas y pisa como puede para salvar su pellejo. Pero ¿quién habla de ambigüedad? Hasta tres preguntas gastan los entrevistadores para sacar a Iglesias algo concreto sobre Cataluña... y no lo consiguen pues todo se fía a un vagaroso "proceso constituyente" previsto para las calendas griegas.

¿Por qué? Porque la ambigüedad es mala y pecado salvo que sea la mía, que diría Ignacio de Loyola y sus discípulos, Lenin y Podemos. Y, quien dice la ambigüedad dice todo lo demás: ¿renta básica? Ayer, sí; hoy, no. ¿Jubilación a los 60? Ayer sí, hoy no. ¿Impago de la deuda? Ayer sí, hoy, no se sabe. ¿Programa electoral? Depende de para qué.

Si los demás actúan así son ambiguos y trileros. Si lo hacemos nosotros, atruena la razón en marcha. Y todo esto, además, para acabar copiando las propuestas del adversario (¿enemigo?) socialista como esa de blindar los derechos en la Constitución. Por descontando, una copia en línea con el sentido copiador de la existencia que alienta en esta organización, en donde todo es imitación ajena y copia, desde el nombre de "Podemos" (Yes, we can), pasando por los títulos de los órganos, el color de los símbolos, las canciones, el nombre del jefe, los "hallazgos" teóricos como casta y régimen y hasta la propuesta de responder con una sonrisa a cada insulto (copiada de Zapatero). Aquí propio, genuino, original no hay nada. Todo es copia y, en este caso del blindaje de derechos, en realidad, plagio.

Y no acaba ahí la cosa. Si es necesario, se eleva la ambigüedad y el silencio a esencia misma del universo. Hay que ir a Madrid a manifestarse el 31. ¿Para qué, sobre qué, en contra de qué? Para nada, sobre nada, en contra de nada. Porque sí, porque se nos ha ocurrido a nosotros, que no tenemos que dar razón de nuestros actos porque somos Dios.

La prueba es que la manifestación del 31 se hará a mayor gloria de...Pablo Iglesias, Podemos, Dios. Y, además, no hagais tantas preguntas. Conformaos con ir a dónde os digan y la satisfacción añadida de que, dentro de cincuenta años, podréis decir a vuestros nietos: "Yo estuve allí". Esto es literal. No me lo he inventado.

El Sur.

Vientos de diversas frondas baten las tierras hispanas, desde los páramos castellanos a los olivares andaluces, pasando por los viñedos catalanes. Es el rebufo que producen las siempre agitadas manifestaciones de Podemos que levanta polvaredas y solivianta los ánimos hasta ese momento sometidos a apacibles rutinas. Con Podemos llega el escándalo, la tribulación, el barullo y, pasado el ciclón, los autóctonos ven que las cosas ya no serán como antes.

La primera experiencia de este tipo se hizo en Cataluña en donde Podemos puso rostro multitudinario a una opinión que no encajaba en los dos bandos enfrentados, independentistas/unionistas. Hubo hasta piques personales y, al final, ha quedado sembrada la duda de qué posición final adoptarán los novísimos de la izquierda española en el contencioso catalán.

Después, los hijos de Marx y el 15M pusieron rumbo al Sur, al mezzogiorno gramsciano. Como el de un repentino pedrisco de verano, el impacto ha sido considerable, entre otras cosas porque Andalucía es España, es decir, no hay más nacionalismo que el español y en ese se entienden todos, a diferencia de Cataluña.

El primer resultado del impacto ha sido la enésima fragmentacion de IU. Las gentes de la CUT, de Sánchez Gordillo y Diego Cañamero, se han pasado a Podemos que ya les ha reservado cinco puestos de un total de 35, creo, en el órgano directivo. Dos observaciones:

Primera: repartirse los puestos de los órganos en negociaciones de las cúpulas no parece algo enteramente concorde con la filosofía de Podemos. Supongo que habrá protestas. El discurso de la organización, todavía en ascendencia lúdico-vital, tropieza una y otra vez con el principio de la realidad. Y la realidad parece decir que las asambleas sirven para todo lo que se quiera pero que las decisiones las toman las elites.

Segunda: prosigue el triste desmigajamiento de IU. A este paso va a llegar a las elecciones de mayo en estado terminal. La batalla que se vive en la organización de Madrid a cuenta del enfrentamiento en Rivas forma parte del mismo escenario, aunque sin respetar la regla de la unidad de acción porque los conflictos en Madrid y Andalucía son muy distintos.

Pero eso es lo de menos. Lo de más es la audacia de la ocasión. Está perfectamente expresado en ese lema de "el momento es ahora". Una trivialidad, pero poderosamente movilizadora. Si en Cataluña Podemos no consiguió perfilarse del todo entre el independentismo y el unionismo, en Andalucía aspira a hacerlo porque el momento es ahora en que, como claramente expuso Iglesias -que es siempre meridiano-, Sánchez, el dirigente socialista, está desnortado, entre Atenas, a donde no va porque nadie lo llama y Washington, en donde lo llaman pero se pierde por el camino. Es el momento. Hay que aprovecharlo.

La audacia del ahora consiste en ir a reñir al PSOE su baluarte andaluz en su propio territorio. El lider hizo acto de seduccion, pero no está claro qué efecto tenga ese andalucismo impostado del que los andaluces suelen desconfiar. Tuvo además una referencia denigratoria para la presidenta que requiere verificación y actuación en consecuencia. Si es cierto que Susana Díaz hizo la llamada a la televisión andaluza y prohibió la entrevista al coletas debiera dimitir. Si no lo es, Iglesias debiera disculparse precisamente porque es cierto que los medios públicos no pueden ser cortijo de nadie. De no ser así se generalizará la impresión, ya muy presente en las redes, de que Iglesias ha ido al Sur a ofender a los andaluces. Y eso no es un acierto.

De todas formas está bien que Andalucía haya sido el punto en que se ha lanzado la convocatoria de la manifa del 31 que, en forma de marcha sobre Madrid, promete ser también uno de esos episodios que mueven masas, entusiasmos, pasiones.

La verdad es que, en comparación con este empuje movilizador, los demás partidos parecen negociados tranquilos de la administración pública.

dissabte, 17 de gener del 2015

Mirando atrás.


Las conclusiones provisionales de la fiscalía en este primer proceso de la Gürtel son aterradoras. Relatan con pelos y señales comportamientos delictivos de los encausados, todos ellos dirigentes, militantes o simpatizantes del PP, durante los últimos quince años. Los cuantifican detallando el importe del botín. Y también solicitando casi 500 años de cárcel para los culpables. Presuntos, por supuesto. Todo aquí es abrumadoramente presunto. Como presunto es el PP, cada vez más aparentemente configurado como una asociación para delinquir.

Ese relato obliga a mirar hacia atrás, a esos quince años pasados que, ahora, viendo la frenética actividad delictiva de estos personajes (y los que todavía no han aparecido en sede judicial) deben reconsiderarse. Cuando se escriba la historia de 2000 a 2015 este episodio iluminará con su turbia luz numerosos acontecimientos, dándoles su auténtica dimensión. La de que el país ha estado y está gobernado por presuntos delincuentes.

¿Quién no recuerda aquella aparición de Mariano Rajoy nada más destaparse el caso Gürtel/Bárcenas, rodeado de la plana mayor del partido para desmentir que hubiera trama alguna del PP y afirmar en cambio que se trataba de una trama contra el PP? En primera fila, Arenas, Cospedal, Camps, Mato, el propio Rajoy, todos ellos presuntamente corruptos o cobradores de sobresueldos de una caja B nutrida, al parecer, con fondos ilegales producto de comisiones por chanchullos y delitos varios.

¿Caja B? ¿Qué caja B? Rajoy, Cospedal, todos a una han negado su existencia. Rajoy, incluso, en sede parlamentaria. Una inexistente caja B con la que presuntamente se financiaron campañas electorales del PP (cuyos resultados habría que anular en buena ley), se pagaron unos sobresueldos a numerosos dirigentes del partido, incluido el actual presidente del gobierno. Una caja tan generosa que incluso daba para que el amigo Bárcenas, según la fiscalía, arañara de ella unos cientos de miles de euros, además de su preceptivo sobresueldo, como es lógico.

Claro, porque, como decía Cospedal, en realidad, no era la caja y la contabilidad del PP, sino las personales del señor Bárcenas que, al parecer, no ocupaba el cargo de tesorero del partido, pues era un señor de paso. Como un buhonero. El pobre Bárcenas pasó de ser un hombre de probidad incontestable, al decir de Arenas, y un magnífico tesorero según Rajoy, a ser un precito sin nombre que nadie conocía.

La vida no es solamente conocer gente, como dicen los manuales de relaciones públicas, sino también desconocerla. Repásense las fotos de la boda de la hija de Aznar en el Escorial. Muchos de los encausados con peticiones de cientos de años lucieron allí sus mejores galas y adornaron con su intachable ejemplo aquellas piedras centenarias, testigos de glorias imperiales. Ahora resulta que no los conocía nadie; ni los novios, ni los padrinos. Se habian colado. Otros que iban de paso. De paso a la cárcel, según se ve.

¿Quién se ha olvidado de Aznar proclamando hace cuatro o cinco años que el PP era incompatible con la corrupción? A lo mejor se refería a la ajena porque la propia, la de entonces, la de antes y la de ahora, bien clara la han dejado las fiscales. Pero no hay que dudar de la buena fe del héroe de las Azores. Seguramente no la veía, como Mato no venía el Jaguar en el garaje de su casa.

Es posible que en el curso del proceso -y es solo uno de ellos- el juez llame a declarar a la señora Aguirre, presidenta de la Comunidad en la que aparentemente se cometió todo tipo de desafueros para alimentar esta maquinaria de corrupción y expolio que funcionó durante quince años como la savia que alimentaba el frondoso árbol de los gobiernos autonómicos y locales del PP. La misma señora Aguirre que, teniendo empleados a varios familiares como asesores y cosas así en distintas administraciones públicas, aseguraba que iban a terminarse las mamandurrias. Siempre las ajenas, se entiende. Todas las inauguraciones, celebraciones y actos de la aristocrática presidenta en estos años dorados tenían detrás las actividades de esta trama o las no menos pintorescas de la Fundación FUNDESCAM, cuya alma nutricia duerme hoy entre barrotes en espera de juicio por otras fechorías tan desatentas como aquellas.

Esta visión retrospectiva, este cambio de decorados de una memoria colectiva, presentada como una historia de triunfo siendo en realidad un negocio de rufianes, adquirirá tonalidades más siniestras. Los papeles de Bárcenas dan para mucho. La Gürtel tiene una extensión valenciana que no va a la zaga en punto a desvergüenza y latrocinio. Todo en torno al PP. Los casos de Blesa y Rato terminarán de poner la nota de depravación más absoluta y el proceso de Urdangarin y la Infanta añadirá la guinda del blasón.
Al margen de lo que establezcan los tribunales, aquí lo esencial, políticamente hablando, son los sobresueldos de procedencia ilícita como práctica habitual y generalizada en el PP. Porque, si Ana Mato y hasta el PP mismo han de responder de la acusación de ser beneficiarios a título lucrativo de unos presuntos delitos, esa acusación ¿no puede formularse a todos los que hayan cobrado sobresueldos? 

Viene a la memoria un presidente Nixon, ya acorralado por el Watergate, afirmando a la desesperada en la televisión que I'm not a crook (No soy un delincuente). Luego resultó que sí lo era. ¿Se recuerda a Rajoy diciendo que no iba a dimitir a causa de Bárcenas porque soy recto y una persona honrada? Por supuesto, la presunción de inocencia es incuestionable.

Miremos ahora un poco adelante.

Quedan diez meses hasta las elecciones generales. Ocho hasta las catalanas.

¿Está este gobierno en situación de afrontar la cuestión catalana?  

divendres, 16 de gener del 2015

El Movimiento Nacional.


Sabido es, el franquismo descansaba en el ejército, la Iglesia y un confuso ente llamado Movimiento Nacional ideológico a la par que institucional, que contaba con una Ley de Principios de carácter constitucional. Un partido único, en definitiva, con un secretario general que era a la vez ministro y un jefe nacional, a modo de presidente, que era el Jefe del Estado, caudillo de España por la gracia de Dios. Ese ente magmático estructuraba la carrera política de los franquistas, igual que el cursus honorum de los romanos, e iba siempre sobre dos carriles, el del partido y el del Estado. Se empezaba como jefe local del Movimiento y, por ende, alcalde; se seguía como jefe provincial y, en consecuencia, gobernador civil y, ya lo hemos visto, se terminaba como jefe nacional y, como es lógico, caudillo de España. Una carrera política en un partido que era el Estado y un Estado que era el partido.

Lo que está haciendo el PP, ya desde su refundación en 1989, si no antes, es reproducir el modelo franquista. La pertenencia al partido es una carrera política. Los militantes son también cargos públicos. Son alcaldes, presidentes de comunidades autónomas, consejeros, diputados, senadores, ministros. Son profesionales de la política como en el franquismo. Pero, a diferencia de la Dictadura, que garantizaba a los militantes los cargos institucionales porque Franco los nombraba a todos, incluidos los alcaldes, la democracia introduce un elemento de incertidumbre si, por ejemplo, se pierden unas elecciones. Los partidos no solo acusan las derrotas electorales en descensos de sus presupuestos, sino también en el aumento de las cesantías. Para evitar esta desagradable situación de los políticos "en suspenso", por así decirlo, el PP parece haber generalizado el cobro de sobresueldos. El sobresueldo ayuda a llevar los tiempos de sequía en cargos públicos.

Luego, cuando se retorna a los cargos públicos se supone que se renunciará al cobro de sobresueldos, entre tanto, objeto de indagaciones judiciales por su naturaleza sospechosa. A veces no es así. En realidad, los sobresueldos son la corrupción institucionalizada de unos profesionales que tienen el partido como una empresa para repartir beneficios. Y ¿qué produce esa empresa? Esencialmente ideología que se articula luego en políticas de desmantelamiento de todo lo público. Basta con escuchar al nuevo alevín a quien Rajoy ha puesto de portavoz de la campaña, ese petimetre heredero de Mont Pelerin pasado por algún think tank de descerebrados cuando dice que Papa Estado no tiene que decirme nada o algo así de ingenioso. A él, en concreto, tiene todo que decirle por cuanto, si mis datos no son falsos, lleva toda su vida cobrando sueldos públicos excepto dos meses que estuvo en algún banco suizo. Y no es broma.

Como no lo es el caso de este jardín de flores y zánganos neoliberales que pasan la vida entrando y saliendo de puestos públicos o semipúblicos, como son los del partido. Es el caso de Hernando, Báñez, Mato, Arenas, Casado, etc. Por no hablar de Cospedal, Aguirre, Ruiz Gallardón, Aznar o el propio Rajoy, todos ellos altos funcionarios o fedatarios públicos que llevan toda la vida en política en cargos desde los que predican y actúan en contra de lo público, del Estado al que juraron (estos son todos de jurar) servir. Y haciéndolo además, con la gracia y el donaire de un paquidermo, como cuando la señora Aguirre -que tiene a toda su familia enchufada en los más variados entes públicos- dice que se acabaron las mamandurrias, sin referirse, claro, a las suyas.

Esa reproducción del Movimiento Nacional es la causa de la corrupción generalizada. Los casos de Matas, Fabra, Baltar, Bárcenas, la Gürtel, Pandora, Camps, el Bigotes, el Albondiguilla, Mato, Díaz Ferrán, Blesa, Rato, Cotino, Castedo y la retahíla de sinvergüenzas, apandadores y granujas no son "casos aislados". Son pruebas de una corrupción institucionalizada, estructural, una forma ordinaria de actuación del partido del gobierno. De hecho, hay algún juez que ya imputa un comportamiento ilícito al partido como tal, que se ha lucrado de presuntos delitos. La cuestión es si el PP es un partido político o más bien una asociación de malhechores. Y una asociación sin ningún tipo de límite moral. Hasta ayer mismo muchos se escandalizaban de que la corrupción valenciana hubiera llevado a pegar mordidas con motivo de la visita del Papa. Hasta ayer, cuando se supo que el PP podría haber financiado su edificio de Bilbao con dinero de donaciones a favor de la lucha contra el terrorismo. Como cuando Roldán estafó a los huérfanos de la Guardia Civil o Urdangarin, al parecer, a una asociación de discapacitados o algo así.

Realmente, hay una conciencia de indignación ciudadana notable. Es la que ha llevado al gobierno de la derecha a pertrecharse material y jurídicamente para reprimir las manifestaciones posibles de descontento popular. La Ley Mordaza es literalmente un abuso. La tendencia autoritaria insoportable. Esas medidas de seguridad por decreto contra el terrorismo yihadista que el PSOE está negociando con el gobierno preanuncian represión indiscriminada de musulmanes.

Sánchez ha estado especialmente desafortunado al ofrecer su apoyo al gobierno en nombre de la doctrina de la seguridad. Lo primero que hizo Bush Jr., fue formular una doctrina de la seguridad nacional que propugnaba políticas preventivas, con las cuales llevó a su país a la guerra del Irak. A su país y a medio mundo. Eso de la seguridad es demasiado serio para dejarlo en manos de gente con pocas luces.

¿O va a apoyar Sánchez también en nombre de la seguridad esta nueva vuelta de tuerca dictatorial de dar plenos poderes a Rajoy? Porque de eso se trata.

dijous, 15 de gener del 2015

Catalunya és.

Desde la intensificación del espíritu independentista catalán hace unos años son numerosos los análisis que de él se han hecho en relación con el nacionalismo español valiéndose de la teoría de juegos y el modelo más frecuentemente empleado ha sido el llamado del gallina. Consiste este en dos vehículos en la misma dirección pero sentidos contrarios lanzados a la carrera. Pierde el primero que se aparta. Pone un poco los pelos de punta. También suele hablarse de "choque de trenes", lo que es inapropiado porque los trenes no pueden apartarse aunque los maquinistas sí pueden salvarse tirándose en marcha. Pierde el que primero se tira y el choque se produce igual.

De todas formas, no ha lugar por ahora. Hay dos trenes, sí, pero circulan en paralelo, ignorándose el uno al otro. En Cataluña, ayer, los soberanistas culminaron su objetivo de convocar elecciones anticipadas para el próximo 27 de septiembre. En España están a otra cosa, a las elecciones de mayo y, sobre todo, las de noviembre. Incluso no están en España. Luego lo veremos.

Desde el punto de vista del soberanismo catalán, la convocatoria de ayer es un exitazo en toda regla y, aunque los medios quieran reducirlo al pacto entre Mas y Junqueras, incluso afirmando que Mas ha ganado el pulso al republicano, el acuerdo tiene el respaldo de las organizaciones de la sociedad civil, la ANC y Ómnium Cultural y otras varias. Es, pues, un pacto trasversal, de amplia base, en el que, probablemente, todos han cedido algo. No hay lista de país, como quería Mas, pero sí una hoja de ruta común cap a l'independencia. Mas ha anticipado un día la convocatoria anticipada para acallar rumores e insuflar ánimos independentistas. El proceso inaugura un segundo capítulo en su relato retórico: las elecciones de 27 de septiembre serán la segunda vuelta de la consulta del 9N, esa que Rajoy ignora por carecer de efectos juridicos salvo, quizá, el de empapelar de algún modo al presidente Mas, una posibilidad que acabará por otorgarle el aura de todos los héroes por la libertad de sus pueblos, Moisés, David, Guillermo Tell, Simón Bolívar. A propósito de este último, lo que mide el alejamiento paulatino entre España y Cataluña es que ya no es posible predicar de los catalanistas actuales la famosa frase de Alcalá Zamora a Cambó, de que quería ser el Bolívar de Cataluña y el Bismarck de España.Los soberanistas ya no quieren ser nada de España. Solo Bolívares de Cataluña, bolivarianos y no al modo que se afea a los de Podemos.

En esa "segunda vuelta" del 9N, con su contenido "plebiscitario", se pretende poner las bases del nacimiento de la nación catalana, consiguiendo un porcentaje abrumador del voto a favor de la independencia. Va a ser una movilización nacional. Tendrá su primera prueba en las elecciones municipales pero estas no serán determinantes porque en Cataluña no son autonómicas. Las autonómicas/plebiscitarias/constituyentes serán las de septiembre. Ese movimiento al que cuesta llamar "nacional" porque la expresión "movimiento nacional" produce universal rechazo por estos pagos, va a articularse en todos los órdenes y no solamente en el meramente electoral. Hay en marcha una creación a veces exnovo, a veces por adaptación de otras preexistentes, de normas (una Constitución catalana), instituciones, relaciones sociales de todo tipo. El soberanismo esta diseñando un país al que dio nombre en la Diada de 2012, Catalunya, nou Estat d'Europa.

Frente a esta efervescencia nacional/estatal, el otro tren, el español, sigue su marcha, con el pasaje entretenido en otros quehaceres, orientado a otras elecciones, incluso en Grecia, pero ignorando olímpicamente el proceso catalán. Lo último que supimos de Rajoy es que el soberanismo es una algarabía, que con la soberanía del pueblo español no se pacta y que mientras él sea presidente, España no se romperá. Matizada la posición no lo es mucho, pero es la que hay. Las otras dos fuerzas políticas de relevancia, el PSOE y Podemos, no son tan insultantes y cerradas como el presidente, pero no se sienten interpeladas por la vivencia inmediata de la cuestión, sino que aplazan sus decisiones al periodo posterior a la consulta de noviembre, es decir, a 2016. Quizá debieran revisar su actitud de cierta indiferencia, más que nada porque sus representantes en Cataluña están en una posición incómoda, casi como huérfanos, incapaces de generar un discurso propio y con riesgo serio de convertir la relevancia de sus organizaciones nodriza en irrelevancia en Cataluña.

Pero este otro tren pide un apunte propio.

Paseando la bandera.


El primer acto de las las próximas elecciones municipales en España se ha celebrado en Grecia, cuna de nuestra civilización, según ha recordado siempre tan pedagógico el presidente Rajoy, por si alguien lo había olvidado. Le ha faltado señalar que Grecia es una gran nación. Como España, aunque menos. Por eso no lo ha dicho.

Efectivamente, los griegos han podido escuchar a Pablo Iglesias por la televisión, pidiendo en inglés el voto para Alexis Tsipras, de Syriza, porque es un candidato griego (la otra es Angela Merkel por intermedio de ND y el PASOK) que devolverá al país la soberanía nacional. Esa expresión traerá cola en España. Los nacionalistas españoles pedirán la misma contundencia en favor de la soberanía nacional española y los catalanes en favor de la catalana. Porque, dirán, no está bien proclamar fuera lo que no se defiende dentro. Eso es lo que hace Rajoy cuando acude a luchar por la libertad de expresión en París pero la reprime rn Madrid.

Iglesias se ha dirigido a los griegos en inglés correcto, directo y sintético. Ha sido una aparición en plasma, como la famosa de Rajoy, pero con fuerza presencial. Ni en plasma puede Rajoy dirigirse a los griegos porque no es que no hable inglés; es que tampoco lo lee. Así que, nada, a tomar un avión y presentarse en Atenas, abrazarse a Samaras, arengar a la población en ese español que el presidente se gasta y decir las cosas que dice. Ha dicho a los griegos que prometer imposibles solo genera frustración. Podría haber añadido que lo sabe por experiencia porque tiene al país rabiando. Incluso en su partido. Si Iglesias ha ido a decir a los griegos algo que le pueden cuestionar en casa, la advertencia de Rajoy suena directamente a pitorreo.

Lo cual demuestra que el auditorio en el que piensan los oradores es español. Pedir el voto para Tsipras es pedírselo a los españoles para su alter ego peninsular. Decir a los griegos que no voten a Syriza, es decir a los españoles que no voten a sus primos hermanos los adanes de los imposibles. Uno puede pensar lo que quiera del razonamiento de Iglesias, pero lo que dice es bastante razonable. Lo de Rajoy, en cambio, es un dislate porque si alguien ha prometido imposibles ha sido él. Admitido por él mismo. Pero no concluye que haya generado frustración sino, al contrario, optimismo, ilusión, sano crecimiento, raíces vigorosas. O sea, una misma promesa genera frustración u optimismo, según lo decida Rajoy. Un dislate.

Los dos discursos en el ágora han sido opuestos en todo. El de Iglesias fue positivo, pidiendo el voto para Syriza y, de rebote, para Podemos. El de Rajoy, negativo, pidiendo que no se vote a Syriza.

El tercer político con aspiraciones, Sánchez, está en Washington, entrevistándose con la directora del FMI. También fuera. Pero no en Grecia en donde los socialdemócratas acaban de escindirse y es probable que ni siquiera sepa aún de qué lado caerán los españoles. De todas formas, antes de salir, ha dejado un regalito envenenado en forma de acuerdo con el PP para legislar ad hoc contra el terrorismo yihadista. Envenenado para los suyos, obligados a defender lo indefendible, esto es, que se colabore con un gobierno que restringe las libertades y derechos cuanto puede, solo por ese prurito de dar imagen de sentido de Estado. Es que es de risa. Terrorismo yihadista, cuando nadie sabe qué quiere decir eso ni por aproximación y, por lo tanto, puede significar cualquier cosa y encubrir cualquier atropello.

La subalternidad de la socialdemocracia frente a la derecha española más cerril es lamentable. Ahora que el Tribunal Supremo puede abrir una línea sucesoria de bastardía en la Corona es un buen momento para que Sánchez precise hasta dónde llega su adhesión a la monarquía frente a esa República que dice llevar en su corazón y que, podrá ser nefasta, oligárquica, mediocre, lo que se quiera, pero no ridícula, porque la sucesión en la máxima magistratura depende de la voluntad de la gente y no de los lances amatorios del Jefe del Estado.

dimecres, 14 de gener del 2015

La multiplicación de los pablos y los peces.

Un post más abajo encontrará el amable lector de Palinuro una reseña de este sobre un folleto de Íñigo Errejón acerca de la hegemonía, entre otros interesantes asuntos. El joven teórico/práctico de Podemos tiene bastante que decir al respecto. Pero siempre en términos ideales, conceptuales, abstractos; qué es, cómo se consigue la hegemonía, cómo se conserva.

Este enfoque se complementa con una vertiente práctica, concreta, sensible, estética en el sentido del juicio de los sentidos. La hegemonía no es solo un asunto discursivo, no se refiere solo a un lenguaje hablado, sino también visto, contemplado, iconográfico. Y ahí, el pontificado pertenece por derecho propio a Pablo Iglesias. Eso que, simplificando y para no meterse en honduras, llamamos "carisma", término que viene de muy antiguo que hoy se convierte en el menos comprometido de "liderazgo". Sin duda, el secretario general de Podemos habla mucho, casi sin parar. Los medios reproducen sus declaraciones y generalmente las solicitan. Porque saben que tienen "tirón", "gancho" para los lectores, entre los cuales se reclutarán luego los electores. Las declaraciones suelen ir acompañadas de imágenes, como este post, porque el gancho reside en la conjunción de lo iconográfico y lo discursivo. La gente escucha lo que Iglesias dice y cómo lo dice, con qué ánimo, con qué estilo. "Estilo", otro término sospechoso, pero imprescindible. La hegemonía se consigue no por lo que se dice sino por el crédito que nos conceden. Y el crédito es en gran medida cuestión de imagen. Para bien o para mal. En principio, todos los discursos se parecen. La diferencia suele radicar en el grado de confianza que inspiran quienes los exponen. Imagen, estilo, la hegemonía es también iconográfica.

El debate político español, incluido en esto el catalán, aunque en Cataluña esa hegemonía no está en modo alguno tan clara, se ha llenado de conceptos y expresiones de Podemos, frecuentemente empleadas por Pablo. Pero, sin darnos cuenta, está llenándose también de pablos. Un estilo rompedor, no convencional, original, muy afirmativo se ha impuesto como una moda arrasadora de forma que, según va hablando el secretario general de Podemos, en el dramatis personae de los demás partidos van apareciendo otros pablos, réplicas suyas, igual que surgían los hombres de la tierra detrás de Pirra y Deucalión.

La primera réplica paulina que se le ocurre a uno es Albert Rivera. Es más, este comenzó su andadura política de una forma bien poco convencional, publicitándose desnudo en un cartel electoral. No le dio eso mucho tirón quizá por lo exagerado, y decidió ponerse chaqueta y corbata, hacerse político de orden y reintegrarse al mainstream. El siguiente fue Pedro Sánchez y ese sí salió ya a la arena teniendo una idea de lo que tenía enfrente. El propio Iglesias ha bromeado en alguna ocasión con el look de Sánchez, tan parecido al suyo, aunque algo más de orden y su afición por las luces mediáticas. Por no hablar de las estaciones que ha venido haciendo por las "asambleas abiertas" que recuerdan algo a los ya famosos "círculos"

(Breve digresión. Tengo entendido que, tras la consulta a los miembros de Podemos, al final el nombre que van a elegir para sus agrupaciones locales será el de casas ciudadanas. Parece un pelín rebuscado, pero aleja el negro nubarrón de que pudieron haberse llamado moradas. Había una propuesta en ese sentido. Al ministro Fernández Díaz, tan devoto de Santa Teresa, le hubiera dado algo).

El tercer pablo es Alberto Garzón. Es el más joven de todos y el que apuntala la teoría del relevo generacional en toda la línea. Pero poco más. Mismo estilo, misma figura, actividad muy similar, también intensa presencia mediática pero con un discurso prácticamente idéntico al del otro Pablo. Puede ser hasta cierto punto injusto, pero no deja lugar a dudas. El factor estético, iconográfico, es esencial. Hay un punto dramático en esas tablas. Todo ganador suscita cuando menos un perdedor y a Garzón le ha tocado serlo. Que además sea un hermoso perdedor, que no lo es, hace más melancólico al asunto.

La última incorporación al club paulino se llama, además, Pablo, por derecho propio y Pablo Casado, como Dios manda y no arrejuntado de cualquier modo. Hasta Rajoy se ha percatado de que poner frente a Podemos a Carlos Floriano es garantizar la juerga en las redes porque, aunque el hombre también sale sin chaqueta y sin corbata, se ve enseguida que le faltan y eso sin referirnos a lo que dice, una melopea que parte del principio de que las audiencias son siempre estúpidas, cosa que irrita hasta a las butacas. Al nuevo Pablo, en cambio, le sobra el terno. Pero, más que nada, le sobra impertinencia y agresividad. Ha tenido un comienzo como de zangolotino, nombrado por la jerarquía para salir a medirse con los adanes con ese estilo preadamítico de pijo de zona nacional.

La hegemonía paulina es patente. Lo que hacen los sosias es evidenciarla aun más.


(La imagen es una foto de Wikimedia Commons, bajo
licencia Creative Commons).

Las ideas claras.


Íñigo Errejón Galván (2014) Populismo y hegemonía. El gobierno de Evo Morales y la transformación estatal en Bolivia. Vicepresidencia del Estado Plurinacional. Bolivia (52 págs.)
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En abril de 2014, antes, pues, de las elecciones europeas en España, Íñigo Errejón pronunció una conferencia en la sede del Centro de Investigaciones Sociales de la Vicepresidencia del Estado en Bolivia. La intervención puede considerarse como una especie de planteamiento teórico-programático de Podemos antes de pasar de ser una posibilidad a ser una realidad tangible que infunde ilusión y espanto a veces entremezclados en mucha gente y frente a la que todos se sienten obligados a pronunciarse. Ahora esa conferencia aparece publicada enriquecida con unas consideraciones complementarias del autor que recogen sus respuestas a las cuestiones que le planteó una audiencia muy interesada y muy competente. Se trata de un texto teórico que fue primero debatido a miles de kilómetros de España y corroborado luego en la práctica de una confrontación electoral con unos resultados espectaculares. Merece alguna atención y comentario.
El conferenciante se mueve en un terreno de resonancias gramscianas. Algunos términos, como hegemonía o guerra de posiciones pertenecen al canon del filófo sardo. Otros están emparentados con él, como la visión patrimonial del Estado de las clases dominantes o la idea, central en el discurso, de pueblo que, si no interpreto mal el sentido que Errejón le da, viene a ser el principio activo de lo nacional popular gramsciano. Y en sus precauciones con el término "populismo" resuenan los ecos de Laclau.
Pero esto es solo la introducción. En su versión de la hegemonía, el autor aduce como ejemplo de triunfo rotundo del empeño el thatcherismo que consiguió lo que los teóricos del framing consideran que es la imposición del "encuadre": los adversarios vienen a tu campo a discutirte y polemizar contigo, en tus términos, con tus reglas. Cualquiera que considere el debate público español desde el mes de mayo pasado verá que ese ha sido su primer resultado. Podemos ha subvertido el orden discursivo e impuesto un nuevo marco en el que los demás se sitúan a favor, en contra o buscando convergencias. Y siempre en su campo.
Pero esto sigue siendo la introducción de la conferencia. En su última parte, el autor apunta a otras perspectivas, en donde pisa terreno menos seguro pero que lo acreditan como un analista y un teórico de vuelo. Considero tal a quien es capaz, cuando menos, de plantear con claridad las preguntas o formular los problemas que los demás meramente y confusamente intuimos. Aunque no dé respuestas o solo lo haga tentativamente o estas sean insatisfactorias. El pensamiento empieza a rendir frutos a partir de preguntas bien formuladas.
Cuatro son las cuestiones que Errejón plantea, entiendo, como algo abierto. Las cuatro están diferenciadas, aunque interrelacionadas. Alguna de ellas es nueva en el debate político y otras, no, pero se plantean en una perspectiva distinta. Dicho en otros términos: los gobiernos progresistas o revolucionarios o cívicos o populares o como quiera llamárselos deben hacer frente a las cuestiones de: la irreversibilidad, las clases medias, la transitoriedad democrática y la técnica. Son de distinto peso pero obviamente forman un entramado y responden a una preocupación esencial: cómo triunfar, como mantenerse y cómo asegurar la permanencia de lo conseguido.

Viene a ser un Maquiavelo completado por el Lenin de ¿Se sostendrán los bolcheviques en el poder? Con la salvedad de que Errejón quiere ir más allá. Pero, reconoce, en política no hay nada irreversible. Además, la democracia que, en el discurso errejoniano no es un medio sino un fin, implica la transitoriedad de los programas políticos. Luego hay un problema con las "clases medias" que, por así decirlo, se desclasan, problema que ya detectaron los teóricos socialdemócratas a fines del siglo XX, cuando vieron que perdían la base social de su fuerza electoral por ascenso de aquella. Y, por último, ningún gobierno puede permitirse el lujo de confundir la gestión técnica con la ideología porque ya decía Espinoza que la libertad está en el conocimiento de la necesidad. Pero ese conocimiento, en cuanto conocimiento técnico, puede intentar sustituir al otro, al especulativo e incluso, convertirlo a su vez en técnico, lo que es la base de la tecnocracia.
Podríamos seguir discutiendo estos aspectos porque, al ser futuribles, están en el aire. El propio Errejón reconoce que el concepto de "socialismo del siglo XXI" está desdibujado. Así, ¿qué se puede hacer? Esperar y, llegado el momento, actuar. Y ver qué sucede. Ya se sabe: la prueba del pudin consiste en comer.