dimecres, 26 de novembre del 2014

Carta abierta a Mariano Rajoy sobre la independencia de Cataluña.


Señor presidente. Le escribo esta carta decepcionado y desanimado de que incluso llegue a leerla, pues no se publicará en el Marca. Y, aunque la lea, tampoco es seguro que la entienda al estar escrita en su letra; de su puño y letra. Porque versa sobre la independencia de Cataluña, una posibilidad convertida en probabilidad tangible tras el discurso de ayer del presidente Mas y algo de lo que es usted directo y último responsable, aunque no lo sea solo. Otros llevan también el peso de esa trágica carga que es la ruptura de España.

Hicieron los suyos una guerra civil para evitarla. La ganaron y gobernaron luego el país dictatorialmente, sin dejar hablar a nadie, materializando sus obsesiones. Una de ellas, evitar la ruptura del país. Varias veces ha dicho usted que, mientras sea presidente del gobierno, España no se romperá. Sin embargo, todas sus medidas, sus pronunciamientos, sus declaraciones en lo tocante a Cataluña han estado teñidas de catalanofobia y han parecido provocaciones con ánimo de buscar el enfrentamiento no de tender puentes y dialogar. Le acompañan y jalean muchos en este lamentable intento; pero el último responsable es usted.

Comenzó ya en la oposición recogiendo cuatro millones de firmas contra el Estatuto reformado de 2006, bajo la consigna écheme aquí una firmita contra los catalanes; siguió recurriéndolo ante el Tribunal Constitucional; se mantuvo insultando la famosa diada de 2012, con su millón y medio de asistentes, llamándola algarabía; intensificó su hostilidad y desprecio afirmando que la consulta del 9N, con sus 2,2 millones de votantes, era un festival carente de efectos jurídicos; y ha coronado su deplorable actitud yendo próximamente a Barcelona a un acto de su partido y negándose a hablar con el presidente Mas, representante máximo del Estado en Cataluña, cosa de esperar pues su actitud ha sido una negativa cerrada a toda forma de diálogo.

Ya tiene usted sobre la mesa la respuesta de Mas y la Generalitat a su último desplante: convocatoria de elecciones anticipadas nacionales, declaración unilateral de independencia a 18 meses vista. Su fracaso es clamoroso. Ha pasado usted de la incapacidad a la irrelevancia. Si pudo evitar la consulta del 9N por varios medios, desde los negociados y pacíficos a los coactivos, sin ser capaz de hacerlo, excuso decirle con estas elecciones anticipadas que caen fuera de sus competencias. Aquella consulta se celebró, aunque usted la tenga por una rapa das bestas y estas elecciones se celebrarán con todas las garantías democráticas del mundo. Lo que venga después, quizá lo sepan los dioses.

Señor mío: ¿no se da cuenta de lo que ha hecho? Nos ha dejado sin país por zote. Muchos soberanistas catalanes manifiestan que su marcha no es voluntaria sino como resultado de sentirse expulsados. Y eso es cosa suya señor presidente, que ha gobernado España contra Cataluña, dicen que por razones electoralistas. Sin duda, pero no solo por ellas. También por su profunda, intolerante, convicción de que no hay más España que la que la cabe a usted en la cabeza. Todo lo demás debe ser ignorado, sofocado, ocultado, reprimido y, si llega el caso, extirpado. Es la tradición autoritaria de la derecha española. La del recurso al ejército. Dice este hoy, sin embargo que, aunque las fuerzas armadas están al servicio del gobierno, la cuestión catalana no se arreglará por lo militar. Debe ser por lo político. Es decir, imposible; porque usted, de política, no sabe nada.
 
Tiene usted ante sí una crisis nacional, acoplada con la económica que tampoco ha sido capaz de resolver. Con el añadido de unas prácticas presuntamente delictivas y mafiosas que deslegitiman su acción de gobierno, pintorescamente empeñado en abanderar una ola de regeneración y contra la corrupción de la que es principal responsable político.
 
Por supuesto, no hay nada que hacer. Según el ridículo chundarata de propaganda en que han convertido ustedes los auduovisuales públicos, el país sale rumbosamente adelante aunque algunos lo nieguen. El bono se financia a menos del 2%. Fin de la cita. 
 
Es lamentable que aún no se haya ido usted y continúe haciendo como que gobierna, solo para que los de Pontevedra sepan quién es su vecino.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dimarts, 25 de novembre del 2014

La palinodia del PSOE.


Tarde, mal y a rastras. Sin duda tiene sus bemoles que el PSOE anuncie la voluntad de reformar la reforma del 135, o sea, de dejarlo como estaba antes de la lamentable decisión de Zapatero en 2011, de volver a la situación anterior, de revocarse a sí mismo. Sánchez sostiene que fue un error. Es caritativo en el término porque él apoyó ese "error" en 2011 cuando otros compañeros suyos, ciertamente pocos, se opusieron. Fue más que un "error"; fue una felonía. Si Zapatero no tenía fuerza o convicción suficiente para oponerse en su momento a las presiones alemanas, debió dimitir o someter a referéndum la reforma. Quizá hubiera bastado con explicar a los alemanes que reformar la Constitución no es lo mismo en España que en Alemania en donde, se ha reformado casi sesenta veces en 65 años. Pero para ello haría falta caer en la cuenta.

Era más fácil doblegarse y presentarlo como un asunto de Estado de los intereses-generales-por-encima-de-los-de-mi-partido, bla, bla. Ahí es donde está la felonía. El interés de tu partido y tus votantes es preservar el Estado del bienestar; no destruirlo. Exactamente lo que ha pasado al amparo de la reforma del 135, el primer y único acuerdo con el gobierno socialista a que llegó a la velocidad del rayo un PP entonces en una oposición sin cuartel. En una noche de verano ambos partidos dinásticos decidieron la única reforma de la Constitución no de mero trámite que se ha despachado. Con nocturnidad y alevosía. No, no fue un error.

Aun así, ¿por qué se anuncia por fin que se revocará la reforma? Por instinto de supervivencia. Los últimos sondeos, en Cataluña, en Madrid, en Navarra meten el diablo en el cuerpo socialista. El partido baja a tercera posición, pasa a convertirse en “partido bisagra”, reducido a tan lamentable condición por otro que ha fagocitado a IU y absorbe como un sifón un amplio abanico de izquierda socialdemócrata, de profesionales, cuadros medios y hasta obreros. Ya ni las encuestas propias los tranquilizan.

De ahí viene la palinodia. No, es de temer, de una revisión más profunda. De la necesidad de sobrevivir en un ambiente electoral muy negativo, incluso hostil. El PSOE se dejó atrapar en exceso en su condición de partido dinástico y fuertemente atacado del virus de la corrupción allí donde, como en Andalucia, llevaba lustros gobernando. Cuando la crisis y el gobierno depredador de la derecha suscitaron respuestas contrarias más y más generalizadas, mareas, movimientos ciudadanos, 15ms y, por último, Podemos, el PSOE quedó aislado, encadenado en la defensa de instituciones como la Monarquía también cuestionadas. Ha tardado, pero parece haberse dado cuenta a fuerza de sondeos de que tiene que reaccionar como sea por la izquierda. De ahí la contrarreforma del 135.

Pero ¿basta ya con eso? Desde la felonía de 2011, el PSOE tiene nulo crédito. Carece de respuesta a la pregunta de que, si tan federal es el fondo de su espíritu, ¿por qué no lo ha mostrado jamás en casi veinte años de gobierno? Solo la saca cuando la situación en Cataluña ha dado ya un giro casi más copernicano aun que el de Podemos en el panorama español.
Quizá no sea suficiente. El PSOE propone una reforma de la Constitución. Ese es el punto fuerte de una posición que quiere articularse como un centro entre el inmovilismo de la derecha y el aventurerismo de la izquierda. Precisamente Garzón, Monedero e Iceta acaban de pedir un proceso constituyente. El asunto vendría de perlas al PSOE en su intento de cristalizar como centro, de no ser porque Iceta es precisamente el hombre del PSOE en Cataluña, lo cual da pie a la cómica situación en que un partido tiene dos voluntades: una, la mayoritaria, quiere una reforma constitucional y otra, la minoritaria, un proceso constituyente. Pero esa minoritaria es esencial en las posibilidades de la mayoritaria de ser alguien en la política del Estado. 
Propugnar una reforma constitucional en contra del partido con el que realizó la última y de los que se han sentido dañados por ella y a ella se opusieron y se oponen, es una apuesta que, queriendo ser moderada y centrista, es en el fondo tan rígida, radical y de todo o nada como aquells. Solo puede ponerse en práctica mediante mayoría absoluta. Igual que las otras.
La cuestión es si la palinodia actual se convierte en un peán de victoria o un gorigori de difuntos. Es el quid de la política: blanco o negro. Los grises vienen después de la batalla.

Adelanta la marca España.


¿Quién lo hubiera dicho veinte, treinta años antes, cuando la marca España tenía personificaciones heredadas de los bufones de los Austrias o la corte de la Reina Castiza? La marca era entonces Puerto Hurraco, el Palmar de Troya, la Virgen del Escorial, los kikos, el Lute y el Dioni. Por no citar sino a los más sonados. Andrajos, miseria, alucinaciones, santerías, sectarismo, banderías. Nada que ver con Europa.
 
Ahora, sin embargo, estamos por fin a altura europea. Ese barbilampiño querubín de trasparente mirada es una especie de alienígena pasado por una película de Kubrick. Sucede a veces en las colectividades y tribus muy definidas. Es el caso de los albinos entre los bantúes o los nubas, por ejemplo. Parecen venidos del ultraespacio. Este pequeño Nicolás acaba de materializarse de la nada, quizá enviado por alguna potencia de otra galaxia, capaz de cambiarle su angelical figura por la de un ratón, como en los cuentos de Andersen. La incredulidad y el pasmo general en la Gran Nación que acostumbraba a ser la novena potencia industrial del planeta inclinan a pensar más en un espíritu batueco que en el de una opinión pública madura, razonadora y crítica. Ver a los periodistas pellizcarse al escuchar las respuestas del pequeño gran facilitador da verdadera risa.
 
El problema es que hay testimonios gráficos irrefutables. Son imágenes que admitirán luego leyendas diversas pero todas tienen un elemento común: el alienígena ha estado y hablado con los personajes con los que dice haber estado y hablado. O sea, ministros, alcaldes, autoridades de varios rangos, instituciones como la FAES o el CNI y puede que hasta la vicepresidencia del gobierno.
 
Y ¿de qué? Eso es lo de menos ahora. El hecho es que hablaban. Tratándose de otras gentes, ello resultaría maravilloso pero, si se recuerda que son personas que también hablan con Vírgenes, les hacen encargos y las condecoran, no se ve por qué no verían en el pequeño Nicolás a un mensajero de nuestra Señora, un san Rafael enviado por whatsapp.
 
Parar el 9N sostiene petit Nicolas que le había encargado vicepresidencia. Lo peor de esto no es el patético desconocimiento que revela sobre el 9N, considerado como una especie de día del chacal. Lo peor es que el encargo puede haberse hecho. Con estos gobernantes es verosímil.  

dilluns, 24 de novembre del 2014

La conferencia de Íñigo Errejón en el máster de la UNED.

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Según lo prometido, aquí está la magnífica conferencia que pronunció Íñigo Errejón el viernes pasado en la inauguración del máster de Comunicación Política en nuestro departamento de la UNED. A mi modesto entender es muy interesante y está repleto de claves para entender el discurso de Podemos que tan desorientado (y cabreado) tiene al mandarinato oficial y al de la sedicente oposición.

Hoy mismo se sabe que, según un nuevo sondeo de Sigma Dos para "El Mundo" Podemos ganaría las elecciones generales si se convocaran hoy. Juzguen ustedes si lo merece o no.

De mayo a mayo, la izquierda.


Las elecciones europeas de mayo pasado fueron un terremoto. El anquilosado sistema político español sufrió tremenda sacudida, sobre todo la izquierda. Un partido surgido de la nada dejaba atrás lo que no fuera el bipartidismo y colocaba cinco diputados en Bruselas, respaldados por 1.250.000 votos. ¿De dónde salieron estos? Andan los especialistas rastreando sus orígenes, que parecen ser variados. Pero algo es claro: traducen un creciente sentimiento colectivo de hartazgo con el sistema porque han confluido en el partido que propugna acabar con él sin más. Y seguramente muchos de ellos vienen de la abstención, a la que quizá se hayan ido otros tantos de los votantes de partidos tradicionales.

Lo sabe todo el mundo. En mayo se inició a la fuerza un nuevo ciclo de la política española. Uno que tendrá en mayo de 2015 su primera prueba de fuego. A ver cómo fragua en las municipales y autonómicas que, a su vez, servirán para fijar la estrategia en las generales de noviembre, las importantes. Entre tanto se producen sobresaltos en todos los partidos de la izquierda en sentido amplio, que son las más directamente afectados por Podemos. Hay renovaciones personales más o menos dramáticas, relevos generacionales, reestructuraciones, reorientaciones. Se trata de llegar a mayo de 2015 recuperando el electorado perdido y ganando para la causa esa inmensa bolsa de decepción y desafección, ese 80% que, según el último barómetro del CIS, juzga la situación política mala o muy mala, ese 86% que confía poco o nada en Mariano Rajoy o ese 77% en el caso de Pedro Sánchez, quien ha remontado el realmente catastrófico 89,9% con el que coronó su mandato Rubalcaba.

Y eso, ¿cómo se hace? Con discursos. Hay que armar discursos nuevos para abordar una situación nueva con un interlocutor nuevo, muy seguro, muy hábil y muy peligroso porque juega en nuestro campo. El PSOE, teniendo bien asentada su credencial dinástica, apunta a formulaciones más de izquierda y factibles, para lo cual pone en manos de expertos la confección del programa y toca a rebato por la izquierda con una fórmula mixta: Sánchez quiere liderar la renovación del pacto de 1978, dice en Twitter, que es donde se dicen hoy las verdades. Fórmula del estilo lampedusiano que, en realidad, es una mala imitación del epigrama de Jean Baptiste Alphonse Karr, plus ça change, plus c'est la même chose. Muy bien. Volverá Palinuro sobre el asunto. Lo interesante ahora es la dialéctica en la otra izquierda, IU y Podemos. Dialéctica heracliteana y oscura por cuanto Podemos se zafa del carné de la izquierda.

El discurso por armar de IU es especialmente difícil. El rechazo de Podemos a la convergencia la obliga a mantener la trinchera y atacar, pero sin perder el espíritu fraterno. No compartimos barricada pero no nos ataquemos, pues somos hermanos. Por eso no cabe dejar la articulación del discurso al dolido Cayo Lara, quien respira por la herida de su repentino apartamiento al museo de la historia asegurando que Podemos se hará de centro. Es un futurible de cascarrabias y un golpe bajo. Por fortuna, el encargado de elaborar discurso de IU es Alberto Garzón y la entrevista de eldiario.es es de muy recomendable lectura. Tiene mucho interés, es seria, profunda, matizada y muy completa. Un discurso muy acabado. Enfrente encuentra, sin embargo, un interlocutor temible por ser de la misma casta (dicho sea bajo la autoridad del DRAE), pero rebelada contra el padre, en una especie de relación edípica. Blandir la etiqueta de izquierda sirve de poco con unas gentes que la cuestionan. Pero, curiosamente, sirve examinar un conflicto más profundo, no en el orden nominal sino en el real: la común herencia marxista y leninista. Los de Podemos no se dejarán etiquetar en público de leninistas pero, de puertas para dentro, están convencidos de interpretar mejor a Lenin que los adocenados comunistas y poscomunistas de IU que, hasta ahora, no han hecho más que perder elecciones. De lo que se trata es de comprender la situación concreta para conseguir el poder. ¿Cómo? Ganando las elecciones. Justo lo que IU no hace. De ahí el Edipo.

Horrible pragmatismo, se escandaliza IU. No se aclaran los principios, se mantiene la ambigüedad en asuntos cruciales, no se conocen los verdaderos objetivos, ni las medidas, ni... ¿A santo de que invoca Iglesias el sacrosanto lábaro anguitiano de programa, programa, programa si no solamente carece de uno sino que se niega a tenerlo para no comprometerse? Además, razona prudente Garzón, se cometen errores garrafales como renunciar a concurrir a las municipales y hacerlo a las autonómicas pero sin convergencia. Quizá sea un error, nunca se sabe, pero ¿para quién? Podemos cuenta con desplazar a IU; IU no cuenta con desplazar a Podemos. Haga Garzón una prueba: pida a Podemos que, pues no se presenta a las municipales, sugiera a sus votantes que elijan listas de IU. A ver qué pasa.

No concurrir a las municipales es astuta decisión de Podemos. Carece de estructura para integrar la miriada de variantes de los 8.000 ayuntamientos y no cabe destinar a minucias recursos imprescindibles en otra estrategia. Incluso la comparecencia a las autonómicas puede ponerse en cuestión. Varias CCAA son auténticos focos de corrupción y también necesitarán de una atención que se quiere monopolizar y dirigir como una flecha hacia el verdadero objetivo: el gobierno. El Poder. A ese objetivo se supedita todo lo demás. La reciente estructuración jerárquica y monolítica de una organización que asegura ser medio partido, medio movimiento va hacia lo mismo. La dosificación de la exposición mediática, igual. El objetivo es el Poder y no quieren entretenerse en escaramuzas. Y menos quieren arriesgarse a perder las elecciones por aparecer de la mano de la izquierda perdedora clásica.

Esta gimotea al paso del carro de la historia porque se reconozcan sus méritos de luchas pasadas, sus trienios, su tradición, su compromiso. Así se esfuma la gloria del mundo. También maldice a los dioses al ver cómo un puñado de advenedizos le roba el programa y lo vende con éxito como propio, queja que contradice la acusación a Podemos de carecer de programa.

Lo cual demuestra que eso de "programa, programa, programa" no pasa de ser una jaculatoria califal. Pura retórica huera.

El nacionalismo español vergonzante


Ricardo Fernández Aguilá (2014) Un Fernández entre banderas. Cuando ser catalán y español es una apuesta posible. Barcelona: Península. (182 págs.).
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Es casi una ley social. En todo conflicto polarizado hay mayorías que huyen de los extremos y se agolpan en un centro acogedor, que no se adhieren a ninguno de los extremos ni lo rechazan, que pretenden integrarlos, aunque sean excluyentes, tomando algo del uno y del otro para hacer un gazpacho centrista en el que sentirse cómodas. Tienen también sus teóricos, los del justo medio de la virtud aristotélica frente a los "vicios" de los extremos, que defienden bravamente esta posición ante a los ataques de la intransigencia extremista, como en los ejercicios de lógica escolástica en los que hay que elegir entre dos opciones porque las terceras están excluidas.

 De esta forma se justifica la aurea mediocritas frente a las atribuladas ambiciones y vanidades del mundo y se vive cómodamente, sin tener que tomar partido, que siempre es incómodo, sobre todo porque puedes equivocarte y pronunciarte por el perdedor. Aquellos teóricos fabrican el relato y el héroe de estas supuestas mayorías moderadas, acomodaticias, centristas. Es la figura del ciudadano anónimo, del hombre de la calle, el protagonista del famoso panfleto de W. Reich, Listen, little man, el hombre del montón, la figura anodina en la que nadie repara pero que, constituida en masa, tiene todos los derechos y es... soberana. Por supuesto, acaece siempre, también casi como ley social que, cuando la polarización escala hasta el conflicto abierto, esas masas de hombrecillos, esas "mayorías silenciosas", se escoran de golpe a favor de uno de los bandos y se convierten en muchedumbres de fanáticos, capaces de las mayores atrocidades si cuentan con un líder que las motive; y de la moderación y el centrismo, como del Templo de Jerusalén, no queda piedra sobre piedra.

El libro de Fernández Aguilá está escrito en ese espíritu del hombre del traje gris, anodino (su portada es ya una clave; carece de rostro), perplejo entre opciones antagónicas ante las que se quiere equidistante, entre el nacionalismo catalán y el español. Ambos luchan por su corazón que se resiste a dividirse. ¿Por qué hay que elegir? ¿No puede uno ser, sentirse, catalán y español al mismo tiempo? ¿No hay lugar para la doble identidad? Es un libro de queja, de agravio resignado de un español/catalán que se siente maltratado, zarandeado injustamente por español entre catalanes y por catalán entre españoles, y aboga por el entendimiento.

Su origen inmediato es más bien tristón. Siendo catalán y apellidándose Fernández, el autor estaba acostumbrado a oírse llamar "Fernandes", como si fuera portugués. Pero las cosas parecen haber llegado a un punto en el que hasta este Fernandes don Nadie se siente obligado a tomar la pluma y salir en defensa de su identidad "mestiza" y su derecho a vivir tranquilo en una sociedad plural. Toda una hazaña. Cuando la ha terminado, en agosto de 2013, tiene unas ochenta páginas que no le dan para publicar un libro en serio pero sí una especie de panfleto que hace llegar a José Antonio Zarzalejos, uno de esos teóricos de la mezcla, el arreglo y la conllevancia. Será este quien le anime a escribir una segunda parte (más que nada por dar algo de empaque a la obra) y le pone un sucinto prólogo alabándola cuando esta se termina en marzo de 2014. Digo alabándola porque, en el fondo, responde al programa definido en favor de una partes del conflicto, el nacionalismo español,  so pretexto de no inclinarse por ninguna.
 
Porque, de centrismo y equidistancia, nada, aunque se predique hasta la saciedad. Este infeliz Fernandes con su alma desgarrada, cuenta sus aventuras en dos tandas de capítulos deshilvanados en los que se mezclan anécdotas, experiencias personales, reflexiones más o menos interesantes y bastante doctrina disfrazada de temperancia. Su Leitmotiv es la desazón ante una realidad social polarizada en la que todo conspira para hacer inviable su beatífico deseo de que convivan pacíficamente dos comunidades nacionales sin amargarle el pastel.

Sin embargo, su relato tiene dos feos defectos semiocultos que lo invalidan y lo hacen aparecer como lo que en el fondo es, una apología de la Cataluña española. De un lado, aunque somete a crítica algunos excesos del nacionalismo catalán, son los menos, los menores y de carácter más genérico, como esa queja (que se encuentra en todas las diatribas nacionalespañolas) sobre el uso de la expresión el Estado español (p. 37), mientras que los más, los mayores y, sobre todo, los que él experimenta en sus propias carnes, son los desplantes del nacionalismo español frente a lo catalán. En segundo lugar, si bien su visión de Cataluña acentúa la problemática de la falta de entendimiento del otro y su recurso al agravio permanente y el victimismo, la que ofrece luego de España en su segunda parte, hace hincapié en la comprensión de los españoles, su desconocimiento del enfado catalán, su indiferencia y su asombro: ¿qué les pasa a estos catalanes? (p. 139).

Aquí no hay equidistancia ninguna, ni juste milieu, ni fair play ni nada que se le parezca. Lo que hay es un intento lacrimógeno de vender como aceptable una situación que no lo es por cuanto en la confrontación entre dos naciones, una es poderosa porque tiene un Estado y la otra no porque no lo tiene y ha de aceptar las condiciones que la otra dicte, que las dicta, aunque el autor crea que son tan naturales como el agua de las fuentes. En esa situación entre el poder y la falta de poder, toda equidistancia es prestidigitación, todo juste milieu, falsedad al servicio del poderoso, y el libro del anodino Fernandes, un escrito de propaganda a favor del nacionalismo español. Por eso le ha puesto el prólogo Zarzalejos.

Palinuro también cree que ser catalán y español es posible. Pero no así, sino reconociendo a los catalanes sus derechos, entre ellos el de la autodeterminación y la independencia.

diumenge, 23 de novembre del 2014

Las dos Españas.


Lo dejó dicho Larra en un artículo títulado Día de Difuntos de 1836. Fígaro en el cementerio, cuando aún no se sabía que ese día en realidad era Halloween. Hablando de los Ministerios se topaba Fígaro con el famoso epitafio aquí yace media España; murió de la otra media. Las dos Españas. Ahí siguen, como siempre, ignorándose y odiándose al mismo tiempo, como si los siglos no pasaran. Una España trágica, trascendental, bronca, agónica, cruel y temeraria, y otra bufa, esperpéntica, absurda, zafia, empingorotada y servil. Residen en el mismo país, comentan los mismos hechos, hasta hablan entre sí, viven la mima realidad, pero la entienden de forma distinta. Cada una de ellas tiene su propio mundo dos popperiano. Uno es negro con toques cárdenos y el otro amarillo con toques rosa.

En la España trágica, una anciana de 85 años se queda sin vivienda por haber avalado a su hijo por 40.000 euros con una pensión de menos de 400. Solo una madre puede hacer eso. Y solo una sociedad desalmada y unas autoridades inhumanas pueden consentir que la desahucien. Las mismas que en la España servil son capaces de recaudar dinero y hacer campaña para que una delincuente no entre en la cárcel. La España bufa ve bien que la estafen y vitorea a los estafadores.

En la España trascendental se viven la angustias de la secesión catalana como un amargo conflicto en el que se juegan asuntos de identidad colectiva. En la España bufa se llama a plató a Mariló Montero en hora de máxima audiencia para explicar sus sorprendentes apotegmas. Es el momento de preguntarle por Cataluña. Seguramente dirá que de eso lo sabe todo porque lleva un nombre catalán, Mariló, tan catalán como Castelló, Aguiló o Barceló.

En la España bronca, ultramontana, la derecha lleva mal la blandenguería del gobierno con los sediciosos catalanes y las añoranzas de Franco prenden entre quienes siempre le tributaron lealtad. Hay que españolizar a los niños catalanes, recristianizar España. En la España zafia, Kiko Rivera, el hijo víctima inocente del atropello cometido con Isabel Pantoja, asegura odio este país. Si una madre hace lo que sea por un hijo, un hijo por una madre puede llegar a odiar el país, lo que seguramente no le traerá un desahucio.

En la España agónica se viven los sobresaltos de la izquierda con inquietud. IU está en capilla, a punto de convertirse en aliado confederal de Podemos como aquellas coaliciones de democristianos y liberales con conservadores al comienzo de la transición en lo que se llamaba los "partidos taxi". Izquierda Anticapitalista se disuelve como partido y renace cual Ave Fénix como "corriente"; el partido ahora irá por dentro. El exoesqueleto se convertirá en endoesqueleto. En la España empingorotada muere Cayetana de Alba y los medios resaltan su carácter rebelde, incluso revolucionario, casi una duquesa roja. Ahí está la izquierda socialista estilo Guerra valorando en la finada su libertad, su originalidad y su ponerse el mundo por montera. De monteras sabía mucho la dama pues era aficionada al toreo y al conjunto del floklore andaluz, amiga de tonadilleras y bailaoras. Popular por un tubo. O sea, de izquierdas.

En la España temeraria aparece Podemos como propuesta radical casi surgida de la nada y con un proyecto que muchos consideran un salto en el vacío. Los medios tienen bajo la lupa todos los aspectos de la formación, los comportamientos, los juicios, las propuestas, todo. En la España esperpéntica aparece el pequeño Nicolás quien, con su plácido rostro de roedor picarón, afirma haber tenido en sus manos asuntos de esos que las burocracias gustan de etiquetar como "muy sensibles" o "clasificados" o "top secret". Parar el 9N, nada menos, había encargado la vicepresidencia del gobierno al pequeño Nick, según este. ¿Por qué no? Desde el momento en que se impetra la intervención de la Virgen del Rocio para el desempleo, la Almudena contra el paro, el Pilar por la defensa de España, ponerse en manos del temerario Nicolasillo es un desvarío más.

En la España cruel, el clero vuelve a la carga con el aborto. Ya están los antiabortistas dispuestos a tomar las calles por el derecho a la vida una vez concebida y hasta el momento del nacimiento; pero ni un minuto más. De eso ya se ocupa en la España absurda la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, quien encabeza la manifestación antiaborto con el mismo aplomo con que hace y dice el resto de las necedades que festonan su existencia. Hay que recordar al felón Rajoy su promesa incumplida. Pues tendrán que especificársela porque ha incumplido tantas que ya ni se acuerda.

Realmente, lo único que aún mantiene en contacto a las dos Españas es el fútbol. Palinuro está dispuesto a hacer una excepción en su reglamento libre de fútbol a favor del Rayo Vallekano que pagará el alquiler de la mujer desahuciada. Quizá no sean muy buenos futbolistas, pero son excelentes personas. De lo que no hay, vamos.



El derecho a marcharse.


Joan Ridao (2014) El derecho a decidir. Una salida para Cataluña y España. Barcelona: RBA. (188 págs.).
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El autor del libro, Joan Ridao i Martín, me ha hecho el inmerecido honor de pedirme que presente su libro este próximo miércolas, 26 de noviembre, en el centre cultural Blanquerna en Alcalá 44, en Madrid. Por mi cuenta he decidido que esta reseña tenga el valor de un guión.

Joan Ridao es una autoridad teórica y práctica en el tema de este ensayo: profesor de derecho constitucional de la Universidad de Barcelona y de la Universitat Oberta de Catalunya es también miembro del Consejo de Garantías Estatutarias de Cataluña y fue ponente del Estatuto de 2006, el que el Tribunal Constitucional español, con gran tacto y diplomacia dejó desplumado como un pollo. En cuanto a la actividad política, Ridao fue diputado en el Parlamento catalán y en el Congreso de los Diputados por Esquerra Republicana de Catalunya, en la que ocupó el cargo de secretario general entre 2008 y 2011. O sea, que sabe de lo que habla y habla bien, aunque a veces se ponga algo profesoral y otras se enrede en distingos y matices de los que tanto gustan los letrados de instituciones.

Un pequeño comentario sobre el subtítulo que tiene su carga de ironía: salida para Cataluña y España es deliberadamente anfibológico pues el término salida no puede tener el mismo significado para una y otra entidad territorial. "Salida para Cataluña" puede y debe entenderse en el sentido inmediato en que se rotulan como "salida" las puertas que dan a la calle; pero, para España, no puede entenderse del mismo modo sino en el metafórico de que se trate de una "salida" al modo en que se dice que hay una "salida" a un lío, un problema, una situación complicada.

Lío, problema, situación complicada, la del contencioso entre el principado y el Estado.   No pierde mucho tiempo el autor con los antecedentes que condensa en dos primeros capítulos sobre "El porqué de Cataluña" I y II, demostrando que, a pesar de los esfuerzos, ha sido imposible encontrar un encaje de Cataluña en el Estado, cosa que culminó con la sentencia del TC por la que este emasculó el Estatuto de 2010. No obstante, Ridao que ante todo es un jurista con un respeto casi reverencial por el contenido y la letra de la ley positiva, sostiene que dicha sentencia abre "la posibilidad de una 'interpretación constitucional' del 'derecho a decidir' que lo entiende como una 'aspiración política a la que se llegue mediante un proceso ajustado a la legalidad constitucional', que debe respetar los principios de 'legitimidad democrática', 'pluralismo' y 'legalidad'" (p. 43).

Se apunta aquí lo que, a juicio de Palinuro es el tema contrapuntístico que caracteriza todo este interesante libro: el punto es una incesante escudriñar los textos legales y jurisprudenciales en busca de los intersticios que permitan proceder a materializar el derecho a decidir, la consulta, un hipotético referéndum, el derecho de secesión y hasta la declaración unilateral de independencia (DUI), con muy entecos resultados. El contrapunto, una conclusión que se reitera una y otra vez acerca de que, en el fondo, la cuestión no es tanto jurídica como política, que no tiene solución en el campo del derecho positivo sino, en todo caso, en el del derecho natural y, por descontado, en el de la acción política que invoque el poder constituyente que anida en cada nación de modo iusnatural, como viene a reconocer ya al final de la obra cuando sentencia que: "En una sociedad democrática no es la Ley la que determina la voluntad de los ciudadanos, sino que la legalidad es la que se crea y modifica a partir de la voluntad ciudadana" (p. 158).

A partir del tercer capítulo, el libro de Ridao es una minuciosa búsqueda de las formas en que pueda manifestarse y hacerse real el derecho a decidir de los catalanes que, para él, es algo incuestionable. Se abre la pesquisa con unas consideraciones generales sobre el referéndum como teoría y práctica y se concluye el excurso con unas atinadas y algo amargas reflexiones sobre las limitaciones de los referéndums en España que son escasos, mal regulados y prohibitivos de hecho. Nada, supone el autor, costaría modificar la Lay Orgánica Modificadora de las distintas Modalidades de Referéndum" de 1980, para dar cabida al tipo de consulta que hiciera realidad el derecho a decidir. Pero no hay voluntad de hacerlo. Suena de nuevo el motivo contrapuntístico "cuando existe voluntad política, las leyes no constituyen un obstáculo" (p. 70). Desde luego y, dado que el autor no lo hace, corono yo la conclusión, pero habitualmente se usan como eso, como obstáculos políticos, sobre todo en el caso catalán.

Frustrada la vía referendaria, dedica Ridao otros dos capítulos a desmenuzar la relación entre la UE, de cuya naturaleza se ocupa en uno de ellos, y el derecho de secesión, cosa que ha afectado a algún Estado comunitario ocasionalmente (Dinamarca /Groenlandia) y bastantes más exteriores, como los países bálticos o la antigua Yugoslavia. Por mucho que se quieran extraer criterios o normas  vuelve a imponerse la práctica de que "al final se han adoptado posturas de gran pragmatismo para dar plena efectividad a los procesos de secesión acaecidos" (p. 118). Esta conclusión ha de entenderse útil para el caso español, a los efectos de dejar constancia de que la amenaza de una Cataluña independiente forzada a mantenerse décadas fuera de la UE "no tiene el respaldo de ningún argumento jurídico" (p. 127).

Consagra Ridao la última parte del libro a explorar las vías de hecho, no sin insistir en buscarles encaje jurídico. Así, ampara el derecho de secesión en la celebérrima ruling de la Corte Suprema del Canadá en el caso quebequés, que llevaría una evolución del derecho de autodeterminación al derecho a la secesión (p. 137), pero no puede ignorar que la opinión consultiva del citado tribunal, en realidad, consiste en legitimar jurídicamente una situación de hecho: la reiterada, persistente, democrática, voluntad de muchos quebequeses de separarse del Canadá. Como los catalanes de España.

Un capítulo dedicado a examinar las distintas DUIs que se dieron en los 90 en los países bálticos y la antigua Yugoslavia en mitad de unas relaciones internacionales tormentosas, preparan el camino para la consideración de una hipotética secesión catalana que, llegado el caso, podría culminar en una DUI que el autor considera legítima en el caso de que el gobierno central respondiese con una situación de bloqueo (p. 161).
En resumen, un buen estudio sobre el problema más acuciante a que se enfrentan hoy España y Cataluña.

dissabte, 22 de novembre del 2014

El capitán Fracassa visita Cataluña.

Hace seis días el gobierno anunció que Rajoy visitará Barcelona mañana. Mas, que presume de europeo, lo invitó de inmediato a un encuentro. ¿Quién dice que la política es un quehacer de gañanes a mamporro limpio? Al contrario; sigue siendo la misma arte florentina del tiempo de los Medici. Conociendo al presidente, esa invitación era una bofetada. ¿Qué? ¿El subalterno se permite convocar al señor, como si su casa fuera su casa y no por graciosa concesión de este? Una afrenta a la hidalguía española. Pues sepa el villano que Rajoy no piensa hablar con él, ni dirigirle la palabra. Cataluña es España y el presidente de España va por donde le da la gana sin pedir permiso a los alguacilillos. Ya antes había hecho un desplante muy estilo capitán Fracassa: Rajoy tenía intención de hablar con Mas, pero no mas ni menos que con los otros presidentillos de CCAA. La horrible afrenta de la invitación de Mas hasta las ganas de hablar le ha quitado. Irá a Barcelona, pero no hablará con el Molt Honorable President de la Generalitat.

Y, entonces, ¿a qué va? Sus opciones son escasas: a hablar en algún círculo de empresarios, a charlar en petit comité con Sánchez Camacho, a compartir mesa y mantel con los conmilitones del PP, a inaugurar un pantano, digo una red telemática de un consorcio de botiflers, a montar una rueda de plasma en la delegación del gobierno, bastión inexpugnable de españolía en tierra de infieles. No lo veo dando un paseo por las Ramblas o visitando la Barceloneta. Tampoco el Museo Picasso, que era un pintamonas rojo antiespañol. No lo veo saliendo a la calle ni de broma solo para ver la bandera cubana con los colores cambiados.

¡Qué pena que los soberanistas quieran irse a Cuba! Con lo bien que se está en España todos juntitos, protegidos por un nuevo lobby celestial: la congregación de Vírgenes condecoradas. Montará, supongo, una comparecencia sin preguntas, solo con respuestas, que son la importantes. El meollo de los argumentos lo expuso la vicepresidenta del gobierno, que se queda de cuartel, maestra en el razonar: el gobierno sigue trabajando por el bien de Cataluña. Prueba, esos 5 millones € concedidos para el Liceu como si se los sacara ella de su bolsillo y no fueran parte de los millones que los catalanes transfieren a España. Este talante patrimonialista del Estado de la derecha es en verdad insufrible como si lo que no expolian y reparten fuera suyo.

Fracassa ahuecará la voz, echará mano a la espada y, con gesto torvo, hará ver que aquí la Ley se acepta, respeta, acata y obedece y punto en boca, paios. ¿Qué ley? La que le da la gana. Literalmente, porque la que no le gusta la hace cambiar en un pispás con su mayoría absoluta en el Parlamento, que opera como una lámpara de Aladino de efectos prolongados. El ritmo de cambios de leyes para ajustarlas a las convicciones y los postulados de la derecha ha sido frenético: la radiotelevisión pública, el aborto, el código penal, la legislación local, la educativa, la de administración de justicia, de orden público, la laboral, etc. Y el mismo que ha trastocado el ordenamiento jurídico según sus intereses e ideología exige a los demás, en especial a los catalanes, que se atengan a la ley.

Mientras tanto, la ley significa asimismo que las autoridades catalanas serán perseguidas judicialmente. Ahora que la casa de Alba está encabezada de nuevo por un varón, podrían nombrarlo delegado del gobierno en la marca rebelde para que emulara las hazañas de su antepasado en los Países Bajos.

¿No se dan cuenta el personal, los partidos, los medios, las cancillerías, de que Rajoy, pendenciero como un capitán Fracassa, está buscando una confrontación?

Espasmos en la izquierda.


IU está de parto. Un veinteañero procedente del 15 M toma las riendas. La momia de Lenin se remueve en su mausoleo o en dondequiera se halle ahora. El viejo PCE mira con nostalgia su larga historia y se pregunta en qué se equivocó. El que se lo pregunta porque los hay convencidos de ser portadores de la razón histórica.
 
Con el dinámico Garzón en IU, la izquierda aparece liderada por una trinidad de figuras de similar porte y estilo, entre cristológico y populista. Para la trinidad perfecta faltan Dios padre y el espíritu santo. El relevo del venerable Cayo Lara deja expedito el escenario en el que van a actuar las tres figuras, cuyos parlamentos consisten en hablar continuamente sobre unos programas que o no tienen (caso de Podemos), o esperan establecer de la mano del nuevo dirigente (caso de IU) o, según en qué casos, lo aplazan hasta ver qué decisiones adoptan los demás (caso del PSOE).

En realidad hablan de programa porque de algo es preciso hablar, pero los tres fían su tirón electoral al aspecto mediático/iconográfico de su líder en un caso palmario de "americanización de la política". Con flujos y reflujos. Sánchez y Garzón van de ida; los de Podemos, de vuelta. Hacen una finta táctica de replegarse para preparar el siguiente asalto. Han calibrado el peligro de la sobreexposición a los medios y han decidido economizar imagen para reducir riesgos y conservar su fuerza. Con tanto en que pensar, ¿quién se acuerda del programa?
 
 Es probable que la reciente dimisión de Pérez Tapias al frente de la corriente Izquierda Socialista que se hará efectiva hoy en una asamblea, obedezca también a esa ola de relevo generacional de la izquierda. Aunque la carta en la que la formaliza es tan confusa, tan críptica, que permite otras interpretaciones, más de contenido. En IS se produce un convulso proceso de revisión interna que apunta a la existencia de una red de intereses creados en una típica oligarquía michelsiana de partido. El petardazo de Parla puede poner a IS en trance de refundación. De darse esta, veo la federación socialista madrileña al comienzo de otro proceso de examen interno. Va siendo hora. No hace falta ser de Podemos para preguntarse para qué sirve un partido que lleva veinte años perdiendo elecciones.  

divendres, 21 de novembre del 2014

Fuenteovejuna, Señor.


Daos presos, catalanes.

Llueven las querellas sobre la Generalitat y los organizadores del akelarre del 9N y estos ven cómo los señalan ya numerosos dedos acusadores. La querella de UPyD, no admitida en un primer momento, se ha trasladado de instancia. Se le suma media docena más de diversas procedencias. Pero la querella insignia, la que abandera la ofensiva española, es la que insta la Fiscalía.

Allá va el fiscal general del Estado atacando la caterva secesionista mientras grita como don Quijote: non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete. Un solo caballero con todo el poder del Estado detrás. Un juez que acude en nombre del Rey a pedir responsabilidades por el crimen cometido. Con lo que el escenario cambia de don Quijote a Fuenteovejuna y ahora son los responsables quienes, reagrupados, responden al juez: ¿Quién mató al Comendador?/Fuenteovejuna, Señor./¿Quién es Fuenteovejuna?/Todo el pueblo, a una.

La querella va dirigida contra Artur Mas y dos colaboradoras suyas, Joana Ortega, vicepresidenta de la Generalitat, e Irene Rigau, consejera de Educación. Pero todos los partidos soberanistas, que apoyaron la consulta, se han autoinculpado en una carta conjunta enviada al fiscal general del Estado, Torres Dulce. En ella recuerdan que el Parlament aprobó el 13 de noviembre una moción por la que asumía de forma colectiva las consecuencias del proceso participativo y que rechazaba que se exigieran responsabilidades por vía judicial. Forman piña a una frente al juez. Su unión s fortalece pues toma la forma de la protección colectiva. Fuenteovejuna, Señor.
Los catalanes llevan unos meses en la cresta de la ola de un movimiento soberanista de carácter político, pacífico y democrático que ha visto desatendidas todas sus peticiones, incluida la de dialogar. El Estado no ha querido reconocerle ningún derecho ni legitimidad alguna como movimiento político y se ha negado a toda negociación. Al extremo de que de lo sucedido el 9N, de la votación de 2,2 millones de catalanes, hay dos versiones absoluta, casi ontológicamente opuestas. De un  lado, según el nacionalismo catalán, los catalanes realizaron un acto de soberanía originaria, hasta ahora negada por el Estado y ejercieron un derecho a decidir que reclaman para sí y el Estado tampoco reconoce, un hito en un proceso, un camino, que ven como construcción nacional de un nuevo Estado. De otro, según el Estado, en Cataluña no se ha realizado nada que tenga la más mínima relevancia jurídica: una cantidad imprecisa de catalanes se pusieron de acuerdo para hacer una especie de fiesta que, al estar instigada, organizada y amparada por instituciones públicas, tiene ribetes delictivos y, frente a ello, el Estado está obligado a actuar para imponer el respeto a la ley.
Contestar a las iniciativas políticas, sobre todo las que están respaldadas por notables movilizaciones populares, con la represión y los tribunales nunca ha sido una solución adecuada como se ha comprobado innumerables veces. En el movimiento por la emancipación nacional de los Países Bajos, por ejemplo, precisamente en contra de España que jamás negoció y se limitó a reprimir, al final, los perdió. Fueron estos Países Bajos el primer Estado moderno en Europa y no ese español que Rajoy se ha inventado puesto que, además, irónicamente, lo fueron en contra de España.
Si el Estado cree que la respuesta al llamado reto soberanista catalán es meter en la cárcel al presidente de la Generalitat no solamente está equivocado, sino que aviva el incendio que quiere sofocar. Convertir a Mas en una víctima, en un mártir por la dignidad y la independencia de Cataluña es justamente lo más absurdo que cabe hacer en esta situación. En el orden internacional es insostenible y en el interno, ya se ve, da lugar a una formulación de Fuenteovejuna, Señor, según la cual no será suficiente con encarcelar al principal líder sino a todos los políticos soberanistas catalanes, como si quisiera constituir con todos ellos una especie de comité nacional por la independencia catalana actuando desde la cárcel.
Todos los ejemplos, las experiencias, los consejos dados desde todas las latitudes al gobierno central para que negocie una salida política a la crisis han sido inútiles. Y España demuestra una vez más que no aprende de sus fracasos en la historia.

De las cosas antiguas.


Henry Sumner Maine (2014) El derecho antiguo. Su conexión con la historia temprana de la sociedad y su relación con las ideas modernas. Traducción, estudio introductorio y notas de Ramón Cotarelo. Valencia: Tirant lo Blanch. (319 págs.)
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Ya está en la calle el tercer trabajo de los cuatro que motivaron el cese transitorio de Palinuro en marzo de este año. Es una traducción de un clásico del pensamiento jurídico que, cosa rara, es aceptado también como clásico del pensamiento político, del sociológico y hasta del antropológico, al extremo de que el saber convencional convierte al autor en uno de los patricios de la sociología y el fundador de la antropología jurídica. Publicado por primera vez en 1861 en mitad de la era victoriana en Inglaterra, tuvo numerosísimas ediciones y fue muy popular hasta comienzos del siglo XX. Maine llegó a ser tan famoso que, en su sus exequias, Fustel de Coulanges lo llamó "el Montesquieu del siglo XIX". Luego pasó por una época de relativa oscuridad en la parte central de la centuria cuando el reinado incuestionable del funcionalismo en las ciencias sociales no encontraba un lugar adecuado para este impertinente ensayo pero volvió a la vida en el último tercio del siglo, al empezar a abrirse camino perspectivas distintas a aquel paradigma dominante.

El siglo XIX en Inglaterra, la era victoriana, fue fundamentalmente evolucionista. Todo estaba dominado por el pensamiento de Darwin hasta el punto de que, efectivamente, podía escribirse un libro evolucionista como este, dando cuenta de los cambios sociales progresivos sin mencionar una sola vez el evolucionismo. La idea básica de Maine, formulada en términos dicotómicos, la que le ha dado celebridad mundial y que todo el mundo cita muchas veces sin saber a veces a quién se debe es que el paso de la sociedad primitiva, para él patriarcal, se convierte en sociedad moderna en la media en que el status deja de ser dominante en las relaciones sociales y pasa a serlo el contrato. Abreviadamente,  como se encuentra en todas las historias de la sociología, "del status al contrato". La metáfora capta bastante bien el proceso por el que el elemento decisivo en las sociedades deja de ser la posición, la pertenencia al grupo, los vínculos objetivos y comunitarios para pasar a ser el contrato, la libre decisión del individuo, los derechos y obligaciones en que las gentes incurren por su acción social.

Los mayores antropólogos de su época, Lewis Morgan especialmente, quien profesaba una gran admiración por él y McLennan, que lo odiaba, refirieron sus principales doctrinas a la obra de Maine. El punto de choque era que, mientras este último sostenía una concepción patrilineal de la sucesión en las sociedades primitivas, los otros defendían la idea matrilineal, que se ha impuesto más. Pero si del cómputo de sucesión (matrilineal/patrilineal) pasamos al ejercicio del poder, esto es, a postular sociedades basadas en el matriarcado, como hacía Bachofen, o en el patriarcado, como hacía Maine siguiendo la línea de pensamiento más antiguo, es obvio que la tesis del patriarcado se impone sobre la del matriarcado.

En el libro de Maine se encuentran dos polémicas doctrinales de su tiempo, aunque tratadas con distinta atención. De un lado, la concepción del derecho natural y del otro, el enfrentamiento con la jurisprudencia analítica, cuyo principal representante era Austin. Respecto al primero, que le ocupa un par de capítulos, no duda en atribuir el potencial evolutivo, de cambio y transformación del derecho primitivo romano, el de las XII tablas, al reconocimiento y aplicación del ius gentium a través del derecho pretorio. Pero se trata de una concepción filosófica fundamental que fundamentaría la aparición de la equidad frente al derecho positivo y no de una doctrina política, la matriz de la, para Maine, abominable concepción del contrato social como se desarrolló posteriormente a partir de la Ilustración y que tiene en Rousseau su más típico representante, al que nuestro autor odia al extremo de considerarlo el jefe de una secta.
En parte esta crítica lo acercaba a las posiciones de Bentham y su crítica a las falacias iusnaturalistas, pero lo distanciaba de forma decisiva la deriva análitica de Austin, el seguidor de aquél, con quien Maine no podía coincidir en modo alguno porque dicha concepción analítica, al hipostasiar el objeto de estudio y extraerlo del devenir histórico con el fin de formular una jurisprudencia científica, negaba la importancia cognitiva del factor histórico, al que Maine confiaba las potencialidades explicativas de la ciencia. Por eso se declaraba seguidor de la luminosa obra de fundador del historicismo, Savigny, aunque, en realidad, de esta escuela el teórico que más parece haber frecuentado es Ihering.

El derecho antiguo es la primera obra de Maine, publicada a sus 39 años. No es una obra de juventud, pero tampoco lo que habitualmente se considera el trabajo que culmina un vida de estudio. Sin embargo, aunque escribió otros cuatro o cinco volúmenes en su vida, ninguno consiguió superar el prestigio que le dio El derecho antiguo, ni siquiera uno que tuvo muy buena acogida, un tratado político de crítica a la democracia llamado Popular Government y a raíz del cual quedó firmemente asentada la fama de pensador conservador de Maine sin que se haya reparado, como en justicia se debiera, de que se trata de un conservadurismo mucho más progresista que el radicalismo de concepciones posteriores.

Luego de escribir El derecho antiguo, Maine aceptó un puesto en alta burocracia imperial británica en la India, en donde llegó a ocupar puestos decisivos como asesor juridico del gobierno colonial y  hasta rector de la Universidad de Calcuta, cuando todavía sonaban los ecos de la rebelión de los cipayos, en 1857, que acabó transfiriendo lo que quedaba de la estructura iusprivatista del imperio indio al ámbito público y justificó la labor de codificación del país que, comenzada por su antecesor, Thomas Macaulay, trató él de llevar adelante. Su presencia e investigaciones en la India lo han convertido en objetivo crítico preferido de las concepciones antiimperialistas, al sostener que su labor fue sentar las bases para legitimar el Raj  británico. Algo de eso tiene que haber, inevitablemente, pero Maine estaba empeñado en otro objetivo: en comparar las estructuras jurídicas elementales de la comunidad india con las del primitivo derecho romano, así como el derecho brehon irlandés y las formas germánicas a través del método comparativo en el que creía para buscar los elementos similares que permitieran explicar la evolución de las formas jurídicas, en concreto, el patriarcado y la propiedad común, previa a su disgregación en propiedad privada.

Algunos de los textos de esta obra espléndidamente escrita sobre las ficciones legales, la sucesión testamentaria en las sociedades primitivas, el derecho penal y la religión, las primeras formas contractuales o la naturaleza del feudalismo en Europa se cuentan entre las páginas literariamente más bellas que yo haya leído.

Y conste que no estoy tratando de vender el libro, que se vende solo, sino de explicar las razones por las que me resulta tan fascinante y por las que lo he traducido. Que falta hacía, teniendo en cuenta que en España solo se tradujo una vez a fines del siglo XIX y se hizo a partir de una versión francesa.

dijous, 20 de novembre del 2014

El Estado contra Cataluña.


Ayer hablábamos de sables; hoy, de togas. En ambos casos, camino de un buen lío. El ministerio fiscal está para acusar en caso de incumplimiento de la ley. Pero no es clara la relación entre el gobierno y la fiscalía. Rajoy dejó dicho en la lejana Brisbane que, no siendo él juez ni fiscal, no sabía qué decisiones puedan tomar. El problema con Rajoy es que no lo cree nadie. Ocurre con sus frecuentes tiradas de datos y magnitudes para probar un despegue económico de España; que nadie lo cree. El suyo es un problema de crédito; de falta de crédito. Al extremo de haber creado una regla de probabilidad nueva. Lo más probable es que "las cosas" de que habla siempre para referirse a todo, a los problemas económicos, al paro, la delincuencia, la corrupción, el soberanismo catalán, "las cosas" sean lo contrario de lo que él dice.

Todo el mundo supone que el gobierno ha instigado a la fiscalía en su obsesión de substituir la política por los tribunales. Por su carácter autoritario e intemperante y sin mayor consideración de la posible evolución de los acontecimientos. Si los tribunales condenan a Mas, el gobierno, ¿va a encarcelarlo? Probablemente sea lo más oportuno si lo que se quiere es poner en pie de guerra a la sociedad catalana, exasperar los ánimos y llevar el conflicto a un terreno peligroso. Pero así pintan las cosas, color de bastos y sin vestigios de política.

La política se la deja Rajoy en casa cuando afirma ir a Cataluña a hablar con Mas, pero como habla normalmente con todos l@s president@s de CCAA. El de Murcia, el de La Rioja, el de Madrid, el de Cataluña. ¿Que en Cataluña ha habido un referéndum en el que han votado 2.2 millones de catalanes bajo la atención mundial? Falso. En Cataluña ha habido un guateque, sin mayor trascendencia y él no está para guateques, aunque "otros" o "algunos" (entes míticos que suelen aparecer en sus relatos) se empeñen en lo contrario. Él está para sacar al país de la crisis. ¿Hablar? Todo lo que se quiera no siendo de la soberanía del pueblo español y la integridad de la patria. Por ejemplo, va a Cataluña de nuevo haciendo sonar la bolsa y dispuesto a hablar de fiscalidad. Hace un año también había excluido este interesante tema. Pero nada más.

Y si los catalanes se llevan una en los morros, no salen mejor parados los socialistas españoles, a quienes tiene cautivados la idea de una reforma constitucional. Rajoy está tan dispuesto a revisar la Constitución como a leerse el Manifiesto Comunista. Así que si el soberanismo es una algarabía, la consulta un guateque y la reforma de la Constitución un eslogan, las perspectivas de resolver el monumental desaguisado que hay en España son nulas.

Si acaso, un par de consideraciones de maestro Ciruelo, que las borda. La más graciosa es la de que hoy día "a nadie le interesa aislarse"; no interesa a Cataluña aislarse. Porque él es quien sabe qué interesa a Cataluña; no los catalanes.  Y esa otra de que Mas debe gobernar centrándose en los problemas reales de los catalanes de los cuales sabe él más que los catalanes. Y el resumen: llevamos juntos más de 500 años y nos ha ido muy bien. Sí, no hay más que verlo. Unos dos millones de habitantes de un territorio quieren largarse.

¡Ah, ya! Que es la Anti-España.

Los Romanones.


Cinco días después de que el Ayuntamiento de Granada concediera una medalla a la Virgen de las Angustias, las angustias las padece ahora el clero de esa ciudad embrujada. Una secta de curas, o sea, una secta dentro de una secta, abusando de chavales. Esa tendencia de los clérigos católicos a beneficiarse de los críos tiene que estar relacionada con la monstruosa regla del celibato. Eso no es excusa, desde luego porque los célibes pueden dejar se serlo cuando quieran, pero es una explicación. Echas sobre ti una prohibición contraria a la naturaleza y la naturaleza sale por otra parte. Y pecado y delito.

Y bochorno para la Iglesia de Cristo, el que decía que dejaran a los niños acercarse a él. La Iglesia, como tal, no es responsable de las conductas desviadas de algunos de sus ministros, pero es evidente que una secta tiene que estar amparada por la complicidad de una red mayor, más extensa. Y que estos comportamientos no pueden ser infrecuentes en un país en el que una inmensa cantidad de niños está bajo cuidado de los curas en gran medida a cargo del Estado, es decir, de la colectividad, de todos. Vamos que eso de abusar de los niños no es cosa de pervertidas comunidades del frío norte, de reformatorios e instituciones perdidas entre brumosos bosques. Que también lo hay aquí bajo el sol del Albaicín.
 
En este caso concreto, el de la secta de los Romanones, hay un contraste entre el lujo de detalles que la prensa revela sobre la vida de dispendio, lujo y ocio de esos curas y el hecho de que el sumario sea secreto. Las fuentes de los medios que dan la información parecen fidedignas, pero, si no nos aseguraran que lo son las historias parecen sacadas del Gran Gatsby.

Vieja y nueva comunicación política.


Pues hemos conseguido que el hombre del momento en comunicación política nos cuente sus experiencias mañana, 21 de noviembre. El responsable de haber obtenido más de 1.200.000 votos para una formación que acababa de surgir de la nada, vía rayos catódicos que son más destructivos que los jupiterinos, incluso ahora cuando se usa más el plasma u otras tecnologías es una preciosa fuente de datos y teorías.

Son muchas las cuestiones que se plantean en el estudio del tipo de campaña de Podemos desde el punto de vista de la comunicación. La principal es la comprobación de que, efectivamente, el éxito se debió a la imbricación de las dos vías, la audiovisual y la digital. Básicamente, la televisión y las redes sociales. La campaña se hizo para unas elecciones europeas, que tienen un carácter singular, según acuerdo general entre especialistas. Queda por ver si es replicable en unas elecciones ordinarias.

dimecres, 19 de novembre del 2014

¿Viva España desde la izquierda?


Hoy, a las 18:30 de la tarde, en la Fundación Ortega/Marañón, sita en la madrileña calle Fortuny, 53, presentamos este interesante libro entre Beatriz Talegón, Ismael Crespo, Jaume Ferri, el autor y un servidor.
 
El interés de la materia es indudable: la pretensión de fabricar un nacionalismo, un patriotismo españoles pero no al uso de la derecha rancia, nacionalcatólica que ha monopolizado el sentimiento nacional español en los últimos 400 años, sino al de una mentalidad progresista, abierta, liberal y de izquierdas.
 
Si los lectores tienen dudas, yo también; así que, quien se anime a asistir, a lo mejor se encuentra con un debate interesante. En todo caso, la presencia de Beatriz, a quien agradezco muchísimo que venga, también dará ocasión para intuir por dónde va esta izquierda, nacional o no nacional, que, o se renueva o perece.

Toque de atención.


¡Qué antiguo suena todo y qué típico! Ya están los espadones haciéndose oír. Pero no a la antigua usanza, con el cornetín de órdenes y la consigna del día. Ahora lo hacen de un modo infinitamente más peligroso: con razones. El Jefe del Estado Mayor del Eército (JEME), general Jaime Domínguez Buj ha hecho unas declaraciones que han levantado una polvareda de tuaregs entre los políticos y, supongo, sus coros tertuliescos.
 
 El PSOE quiere que esas declaraciones "se rectifiquen"; el PP las ve "difíciles de comprender"; a IU le parecen una "barbaridad" que "aviva el fuego"; ICV, que "son más propias de la legión que del XXI", como si la Legión fuera los Tercios de Flandes y no del siglo XXI, habiendo desfilado hace escasas fechas con su aguerrida cabra. No quiero ni imaginar lo que dirán los nacionalistas gallegos, vascos y catalanes. Ni los intelectuales que creyeron haber "nivelado" España con la Transición.

Pues ¿qué? ¿Qué ha dicho el general? ¿Santiago y cierra España? ¿Por Dios, por la Patria y el Rey? ¿Viva España con honra? ¿Viva la muerte? ¿Arriba España? ¿Todo por la Patria? ¿Se sienten, coño? ¿O no ha dicho nada y se ha limitado a berrear subido a un caballo?

Nada de eso. Todo lo contrario. Un señor pulcro, bien uniformado, ha expuesto con mesura y tino una serie de juicios y consideraciones del presente y del pasado sumamente puestas en razón. Y lo ha hecho no en el patio de armas de un cuartel, sino ante un selecto auditorio en un desayuno convocado por un Instituto de Cuestiones Internacionales y Política Exterior, un organismo de tinte conservador, pero civil, que no tiene su página web muy actualizada, pues no se refiere al desayuno concreto aquí en consideración. Un desayuno no es un seminario de máster, desde luego, pero tampoco es un acuartelamiento de las afueras.

¿Y qué ha dicho el general que ha soliviantado al personal? Cosas que cualquier persona sensata, leída, aficionada a las citas cultas, los conocimientos históricos y la reflexión sobre el ser de España entiende a la primera: que le duele España por la corrupción y el separatismo catalán; que este, el separatismo, se da siempre que el poder central se debilita; que eso pasó en 1808 en la guerra contra el francés y se perdió el Spanish Main; en 1898 y por eso volaron Cuba, Puerto Rico y ls Filipinas. Aquí parece haber un punto de discrepancia: la prensa habla de 1898 y el general responde que se refería a 1808, como si de 1898 no pudiera hablarse. ¿Por qué? Porque de Cataloniae fabula narratur. Ahí está el delicado busilis del asunto, lo que pone de los nervios a los políticos españoles. Cataluña.

A más mesura y discreción ha dicho que las Fuerzas Armadas "no son garantes de nada", sino meros instrumentos del gobierno para hacer cumplir la ley y la Constitución. Me temo, mi general, que yerra usted. En su artículo 8,1 la CE determina que las Fuerzas Armadas "tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional". Otra cosa es que ese artículo, como otros en la Constitución, sea un dislate. Por eso hace usted bien en señalar que están estrictamente a lo que el gobierno mande.

Corona usted su desmesura diciendo que no cree que la cuestión catalana pueda resolverse por la fuerza o mediante los tribunales, sino que es precisa la política. Exactamente lo que lleva todo el mundo dos años diciéndole a Rajoy, como quien habla a un adoquín. Que haga política, pues es político y para eso le pagamos. Sin contar los sobresueldos, añade Palinuro desde el fondo. El presidente del gobierno dice no ser fiscal ni juez, pero su gobierno y él por tanto azuzan a la Fiscalía para que organice un desaguisado en Cataluña. Eso se llama hipocresía y a los hipócritas les irrita sobremanera que les descubran sus vergüenzas.

No se trata de si los militares tienen o no razón. Se trata de que el Ejército no puede hablar de cuestiones que no le competen. Es tan absurdo que dan ganas de llorar. Los militares no pueden hablar; pero ya lo han hecho. Los catalanes no pueden votar; pero ya lo han hecho. A esto es a lo que el JEME debe de llamar "debilidad del Estado". ¿Sí? Pues se va a enterar el milico. Va a caerle un paquete de órdago. Y a Más una querella como un obús. Y todo seguirá deteriorándose bajo la zigzagueante dirección de un auténtico incompetente e irresponsable.

La escandalera de la oposición refleja sus miedos. Los miedos a eso, a los "tiempos de la legión". No confía en la solidez de las instituciones democráticas y teme que, si hay un movimiento involucionista, cuya primera víctima ella sería, tendría un gran apoyo. Probablemente el del noventa por ciento de los votantes del PP que ahora pide al general aclaraciones sobre sus palabras.

Ese es el drama de España: que medio país sigue sin ser demócrata.

dimarts, 18 de novembre del 2014

1984 for ever.


Hoy es el primer día de los dos que la Fundación Andreu Nin dedica a conmemorar el aniversario de Orwell en los lugares y tiempos especificados en el cartel adjunto. Palinuro está invitado a hablar en el apartado de Orwell ayer y hoy. ¿Sus títulos para hablar sobre Orwell? En 1984 publicó con Carlos García Gual un libro colectivo titulado Orwell, 1984 que editó Espasa-Calpe y con motivo del obvio aniversario. Los de la Fundación Andreu Nin han debido de considerarlo suficiente. A la tarde lo veremos. En todo caso, los lectores están cordialmente invitados. Se proyectará además una peli sobre Orwell que promete.

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A veces la obra se come al autor. No es que sea, según reza el adagio, hombre de un único libro. Puede haber escrito otros, pero están en un segundo o tercer o cuarto plano. Es el caso de Cervantes, Dante, Montaigne, Flaubert, Sterne, Mann, Proust, Clarín, etc. Orwell es el autor de 1984. Mucha gente conoce también Animal Farm, sobre todo por el cine y algunos menos Homenaje a Cataluña. Y poco más. Atribuirle luego The Road to Wigan Pier, Up and Down in Paris and London, Coming Up for Air o Keep the Aspidistra Flying, entre otros, es para especialistas.

Es 1984. Lo cual explica lo curioso de los aniversarios orwellianos. García Gual y yo publicamos el libro justo en ese año que, en realidad, era el aniversario de un título. Y este homenaje es otro aniversario, el trigésimo, en 2014. No suele conmemorarse el nacimiento o la muerte del autor, sino el aniversario del título de su obra y eso que, en relidad, este se debió a un puro azar. Escrita en 1948 y queriendo Orwell ponerle un título que señalara el futuro, invirtió el orden de las dos últimas cifras. Habiendo nacido en 1903, quizá tuviera esperanza de llegar a verlo. Falleció dos años después.

En realidad, 1984 es todos los años. El mundo espantoso que crea está siempre delante de nosotros, como el horizonte. Es la proyección del miedo que nos tenemos a nosotros mismos, a nuestras obras, a nuestra naturaleza. Es el miedo a la dominación totalitaria que puede surgir de los avances tecnológicos. El núcleo de la distopía, como dicen los expertos.
 
Todo el mundo identifica el ingsoc y Eurasia con la Unión Soviética, con el estalinismo y, en plena guerra fría, el aviso sonaba muy verosímil. Muy probablemente la obra sintetizaba el totalitarismo comunista y el nazi, derrotado unos años antes. Pero la crítica apunta casi exclusivamente al estalinismo. Las experiencias de los años treinta y, sobre todo, la guerra de España y la peripecia del POUM fueron determinantes en la concepción del libro.
 
Pero Orwell fue más que el brigadista internacional que desenmascaró el estalinismo y, de paso, dejó un inolvidable homenaje a Cataluña. Fue también un típico escritor de entreguerras, uno de la generación de los Isherwood, Connolly, Spender, Hemingway, Döblin, Dos Passos, Brecht, Jünger, muchos de los cuales vieron ascender los totalitarismos y decidieron coger las armas en su contra o, en algún caso, a favor. Pero, además de la barricada, que luego derivaría hacia algo más pacífico y llevadero, llamado el "compromiso del escritor", Orwell también se pateó la calle y el mundo experimentando directamente aquello sobre lo que después escribiría. Nada de torre de marfil: fue oficial de policía en Birmania, trabajador en el norte de Inglaterra, profesor de medios pelos, librero, vagabundo en París, combatiente en la guerra de España, locutor de la BBC. Seguía su modelo literario más apreciado, especialmente Jack London.
 
Así que su obra es crónica y es literatura, rezuma vida y eso es lo que da a 1984 gran atractivo. Mucha gente la empareja con Un mundo feliz, de Huxley. Fuera más justo hacerlo con El talón de hierro, de London y, desde luego, con Nosotros, de Zamyatin. Pero su fábula gana siempre en que, a pesar de ser una construcción utópica es menos alambicada y mucho más realista.

La prueba de que, en efecto, cada año puede ser 1984.

¿Por qué no sale Podemos en TVE?


Los dirigentes suelen decirlo: no hay derecho a que en TVE se ignore sistemáticamente a Podemos. Y no solamente se les ignora sino que, ayer, según parece, sacaron a Pablo Iglesias subtitulándolo como "secretario general del PSOE", lo que se presta a todo tipo de chanzas.

Efectivamente: ¿por qué no sale un movimiento con 1.200.000 votos, que ha alterado el panorama político, sobre el que todo el mundo opina y al que dan cancha todos los demás medios? No es una secta, ni un club, ni una pandilla callejera. Son 1.200.000 votos, la cuarta fuerza política. ¿Por qué no se les permite defenderse cuando en esa TVE que pagamos todos los españoles, incluidos los votantes de Podemos, se los insulta?

Es fácil responder: porque TVE y todos los medios públicos bajo dominio del PP son centros de agitación y propaganda de ese partido. No es que no sean neutrales o imparciales; es que no son ni informativos. Son comics de propaganda de la derecha. Muchos privados, también, pero no es aquí el caso. El caso son los públicos, que se financian con dinero de todos, lugares en donde se pagan salarios de ensueño a tertulianos de baja estofa para ladrar contra Podemos.

¿Qué razón hay para esta censura? Si es el criterio de conceder presencia en función del número de votos o de escaños obtenidos, Podemos tiene 1.200.000 y cinco escaños. ¿Qué el cálculo no está pensado para las elecciones europeas? Pues extrapólense los resultados y dese a Podemos la presencia en TVE que le corresponde.

De no ser así, estos debieran acudir a los tribunales. Y, mientras tanto, podrían iniciarse campañas en las redes sociales pidiendo la presencia de Podemos en TVE.


(La imagen son dos fotos de Wikimedia Commons, con licencia Creative Commons).

Los relevos.


Los de Podemos dicen que van a cambiar el sistema político al que llaman régimen, con indignación de "El País" y círculos aledaños. Discutir por palabras es poco productivo. Vamos a los hechos. En realidad, el sistema político está cambiando aceleradamente gracias, sobre todo, a la intención podémica. Es posible que a las elecciones de 2015 no se presente ninguno de las candidatos de los grandes partidos que lo hicieron en las de 2011. Renovación a base de relevos.

El primero, Rubalcaba, quien hizo un mutis tan triste y desangelado como había sido su mandato. Con los resultados de las europeas de mayo, su marcha era inevitable, imprescindible si el PSOE quería recuperar algo de su identidad, su electorado, su influencia y sus esperanzas, pues todo lo había perdido con él. El relevo, Sánchez, tiene una tarea difícil: recomponer el partido, que corre peligro de acabar como el PASOK, y llevarlo al triunfo electoral, sino con mayoría absoluta, sí con minoría mayoritaria. Su baza fuerte es fabricarse una centralidad entre la dos propuestas más radicales, del PP y Podemos. En situaciones de polarización, el saber convencional atribuye al centro vocación mayoritaria. Y el electorado ha de visualizar alianzas posibles y sostenibles.  El PSOE tiene que explicar a la ciudadanía en qué coincide con los otros dos y en qué discrepa.  Todo el mundo tiene claro en qué coincide el PSOE con el PP; pero no en qué dicrepa. Ese adelanto de un proyecto de reforma constitucional dará una pista. Y el PP la completará. Floriano dice estar receptivo a la propuesta reformista a la espera de conocer su alcance. A Cospedal no le hace falta conocer el alcance pues ya sabe que Sánchez pretende dinamitar las reglas del juego en España. A ella, como a la justicia de Peralvillo, no le hacen falta pruebas sino que las fabrica después de ajusticiado el reo. Tanto Sánchez como sus colaboradores han dejado claro en qué discrepan de Podemos. Prácticamente en todo, lo que no impide que hagan un verdadero plagio de estilo de comunicación. Pero no se sabe en qué coinciden. Y, si no hay coincidencias, es difícil imaginar alianzas. Con lo cual, de momento, los vaticinios se cargan del lado de una gran coalición a la que también empuja en cierto modo Podemos igualando PP y PSOE. La justificación ideológica parece clara; la pragmática, no tanto. Y eso, tratándose de Podemos, es un handicap.

Después de Rubalcaba, se retira Cayo Lara. No es frecuente ver llorar a un político honrado. A los otros, sí; lo hacen de cine. Por eso, un respeto para Lara, un hombre sencillo, honrado al que los acontecimientos han rebasado. Su retirada todavía lo honra más. En su lugar parece llegará Alberto Garzón. Nuevo efecto Podemos, pero más difícil de desentrañar que el del PSOE, precisamente porque entre estos e IU hay una relación de familia política e, incluso, personal. Garzón es partidario de la fusión y, siendo realistas en las circunstancias actuales, tal cosa no puede darse sino es dejando a IU en una posición de subalternidad frente a Podemos y a Garzón jerárquicamente por debajo de Iglesias. La única alternativa sería una coalición bicéfala entre iguales y eso es poco probable. Es una situación endiablada porque ambas partes comparten cultura política pero no pueden coexistir. Añádase que el núcleo, la espina dorsal de IU es el PCE, muchos de cuyos viejos militantes están ya rezongando. Aceptaron de mala gana sumergirse en IU mientras fueran ellos su estructura. Pero no aceptarán desaparecer sin más con sus históricas siglas en un movimiento que les ha robado su discurso, lo ha pulido y ahora lo vende como suyo. Sí, situación endiablada y triste, sobre todo triste. IU no tiene fuerza alguna para negociar nada con Podemos porque, si este atiende a su interés, preferirá que no haya fusión e IU se presente con sus siglas a las elecciones, para hacer visible la "nueva política" en todos los horizontes.

El tercer relevo está aún por producirse y es posible que no lo haga. Rajoy debiera haber dimitido ya al comienzo de su mandato y, desde luego, en el momento en que se materializaron las acusaciones de haber cobrado sobresueldos y hubo de comparacer en sede parlamentaria para reconocerlo, aunque llamándolos algo así como complementos de productividad, un concepto típico de la picaresca. Pero no lo ha hecho ni tiene, al parecer, intención de hacerlo. Igual que los sobresueldos no existen sino que son complementos de productividad, la consulta catalana del 9N no se ha producido porque él ya había dicho que el referéndum no se iba a celebrar y no se celebró el referéndum, sino otra cosa, un guateque o algo así. El mismo hombre que ha cobrado sobresueldos y preside el que probablemente sea el partido más corrupto de Occidente, cuyos dirigentes tienen cuentas bancarias en todo el mundo, dice a los otros líderes que se debe impedir la existencia de paraísos fiscales. Es, más o menos, la misma caradura que se requiere para presentar en el Parlamento un proyecto legislativo de lucha contra la corrupción firmado por gentes que han cobrado en negro.

No solamente no piensa en dimitir sino que quiere ir a Cataluña a explicar "mejor" sus razones. Ahorro al lector la sarta de gansadas que se apresta a soltar a los catalanes (muy en la línea de "en Cataluña hay más catalanes que independentistas"), pero si alguien quiere solazarse, están aquí. Realmente, quizá sea bueno que Rajoy no opte por el relevo, como los otros. Si continúa para desgracia de los españoles, al menos estos tendrán la posibilidad de echarse unas risas de vez en cuando.