Las elecciones europeas de mayo pasado fueron un terremoto. El anquilosado sistema político español sufrió tremenda sacudida, sobre todo la izquierda. Un partido surgido de la nada dejaba atrás lo que no fuera el bipartidismo y colocaba cinco diputados en Bruselas, respaldados por 1.250.000 votos. ¿De dónde salieron estos? Andan los especialistas rastreando sus orígenes, que parecen ser variados. Pero algo es claro: traducen un creciente sentimiento colectivo de hartazgo con el sistema porque han confluido en el partido que propugna acabar con él sin más. Y seguramente muchos de ellos vienen de la abstención, a la que quizá se hayan ido otros tantos de los votantes de partidos tradicionales.
Lo sabe todo el mundo. En mayo se inició a la fuerza un nuevo ciclo de la política española. Uno que tendrá en mayo de 2015 su primera prueba de fuego. A ver cómo fragua en las municipales y autonómicas que, a su vez, servirán para fijar la estrategia en las generales de noviembre, las importantes. Entre tanto se producen sobresaltos en todos los partidos de la izquierda en sentido amplio, que son las más directamente afectados por Podemos. Hay renovaciones personales más o menos dramáticas, relevos generacionales, reestructuraciones, reorientaciones. Se trata de llegar a mayo de 2015 recuperando el electorado perdido y ganando para la causa esa inmensa bolsa de decepción y desafección, ese 80% que, según el último barómetro del CIS, juzga la situación política mala o muy mala, ese 86% que confía poco o nada en Mariano Rajoy o ese 77% en el caso de Pedro Sánchez, quien ha remontado el realmente catastrófico 89,9% con el que coronó su mandato Rubalcaba.
Y eso, ¿cómo se hace? Con discursos. Hay que armar discursos nuevos para abordar una situación nueva con un interlocutor nuevo, muy seguro, muy hábil y muy peligroso porque juega en nuestro campo. El PSOE, teniendo bien asentada su credencial dinástica, apunta a formulaciones más de izquierda y factibles, para lo cual pone en manos de expertos la confección del programa y toca a rebato por la izquierda con una fórmula mixta: Sánchez quiere liderar la renovación del pacto de 1978, dice en Twitter, que es donde se dicen hoy las verdades. Fórmula del estilo lampedusiano que, en realidad, es una mala imitación del epigrama de Jean Baptiste Alphonse Karr, plus ça change, plus c'est la même chose. Muy bien. Volverá Palinuro sobre el asunto. Lo interesante ahora es la dialéctica en la otra izquierda, IU y Podemos. Dialéctica heracliteana y oscura por cuanto Podemos se zafa del carné de la izquierda.
El discurso por armar de IU es especialmente difícil. El rechazo de Podemos a la convergencia la obliga a mantener la trinchera y atacar, pero sin perder el espíritu fraterno. No compartimos barricada pero no nos ataquemos, pues somos hermanos. Por eso no cabe dejar la articulación del discurso al dolido Cayo Lara, quien respira por la herida de su repentino apartamiento al museo de la historia asegurando que Podemos se hará de centro. Es un futurible de cascarrabias y un golpe bajo. Por fortuna, el encargado de elaborar discurso de IU es Alberto Garzón y la entrevista de eldiario.es es de muy recomendable lectura. Tiene mucho interés, es seria, profunda, matizada y muy completa. Un discurso muy acabado. Enfrente encuentra, sin embargo, un interlocutor temible por ser de la misma casta (dicho sea bajo la autoridad del DRAE), pero rebelada contra el padre, en una especie de relación edípica. Blandir la etiqueta de izquierda sirve de poco con unas gentes que la cuestionan. Pero, curiosamente, sirve examinar un conflicto más profundo, no en el orden nominal sino en el real: la común herencia marxista y leninista. Los de Podemos no se dejarán etiquetar en público de leninistas pero, de puertas para dentro, están convencidos de interpretar mejor a Lenin que los adocenados comunistas y poscomunistas de IU que, hasta ahora, no han hecho más que perder elecciones. De lo que se trata es de comprender la situación concreta para conseguir el poder. ¿Cómo? Ganando las elecciones. Justo lo que IU no hace. De ahí el Edipo.
Horrible pragmatismo, se escandaliza IU. No se aclaran los principios, se mantiene la ambigüedad en asuntos cruciales, no se conocen los verdaderos objetivos, ni las medidas, ni... ¿A santo de que invoca Iglesias el sacrosanto lábaro anguitiano de programa, programa, programa si no solamente carece de uno sino que se niega a tenerlo para no comprometerse? Además, razona prudente Garzón, se cometen errores garrafales como renunciar a concurrir a las municipales y hacerlo a las autonómicas pero sin convergencia. Quizá sea un error, nunca se sabe, pero ¿para quién? Podemos cuenta con desplazar a IU; IU no cuenta con desplazar a Podemos. Haga Garzón una prueba: pida a Podemos que, pues no se presenta a las municipales, sugiera a sus votantes que elijan listas de IU. A ver qué pasa.
No concurrir a las municipales es astuta decisión de Podemos. Carece de estructura para integrar la miriada de variantes de los 8.000 ayuntamientos y no cabe destinar a minucias recursos imprescindibles en otra estrategia. Incluso la comparecencia a las autonómicas puede ponerse en cuestión. Varias CCAA son auténticos focos de corrupción y también necesitarán de una atención que se quiere monopolizar y dirigir como una flecha hacia el verdadero objetivo: el gobierno. El Poder. A ese objetivo se supedita todo lo demás. La reciente estructuración jerárquica y monolítica de una organización que asegura ser medio partido, medio movimiento va hacia lo mismo. La dosificación de la exposición mediática, igual. El objetivo es el Poder y no quieren entretenerse en escaramuzas. Y menos quieren arriesgarse a perder las elecciones por aparecer de la mano de la izquierda perdedora clásica.
Esta gimotea al paso del carro de la historia porque se reconozcan sus méritos de luchas pasadas, sus trienios, su tradición, su compromiso. Así se esfuma la gloria del mundo. También maldice a los dioses al ver cómo un puñado de advenedizos le roba el programa y lo vende con éxito como propio, queja que contradice la acusación a Podemos de carecer de programa.
Lo cual demuestra que eso de "programa, programa, programa" no pasa de ser una jaculatoria califal. Pura retórica huera.
Esta gimotea al paso del carro de la historia porque se reconozcan sus méritos de luchas pasadas, sus trienios, su tradición, su compromiso. Así se esfuma la gloria del mundo. También maldice a los dioses al ver cómo un puñado de advenedizos le roba el programa y lo vende con éxito como propio, queja que contradice la acusación a Podemos de carecer de programa.
Lo cual demuestra que eso de "programa, programa, programa" no pasa de ser una jaculatoria califal. Pura retórica huera.