dimarts, 8 de febrer del 2011

Batasuna, basta una.

Entre las peores experiencias de la humanidad se cuenta comprobar cómo, llegados los momentos finales de los conflictos más prolongados, enconados y crueles, se hace patente que no sirvieron para nada; que todo el sufrimiento y la muerte que ocasionaron se hubieran evitado si la obcecación y la soberbia hubieran dado paso a actitudes más dialogantes y civilizadas.

Reza lo anterior con la presentación pública de los estatutos del nuevo partido de la izquierda abertzale, Sortu, con el que aquella entierra el espíritu cómplice con el terrorismo de Batasuna y pasa por el aro de aceptar la legalidad democrática. Dicho aro se impuso a raíz de la Ley Orgánica de Partidos Políticos de 27 de junio de 2002. Casi diez años ha necesitado Batasuna para plegarse a lo inevitable. Y quizá no lo hubiera hecho de no haberse producido en 2009 la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que consideraba ajustada a derecho su ilegalización. Ese pronunciamiento plasmaba la derrota jurídica de sus pretensiones. La política se había producido mucho antes, cuando la existencia de partidos independentistas en otros lugares de España demostró que era posible defender todos los programas políticos de modo pacífico.

Pasar por el aro significa acatar y cumplir la Ley de Partidos Políticos y la jurisprudencia del Tribunal Supremo que la interpreta, como hacen estos estatutos; significa incorporar a su texto al pie de la letra el famoso artículo 9 de dicha ley, cosa que también hacen. Un criterio picajoso podría decir que el texto que se presenta al registro de partidos políticos no "condena" taxativamente la violencia de ETA. En efecto, los estatutos la "rechazan". Pero es que la Ley de Partidos, si no estoy equivocado, no habla de condenar y la jurisprudencia del Supremo considera sinónimos el rechazo y la condena. Lo importante es que se rechace específicamente a ETA, que se rompa con ella; y así se hace.

En principio las condiciones impuestas por legisladores y jueces se cumplen y debiera proceder la inscripción del nuevo partido. Es cierto que éste ha escogido la opción más débil de la alternativa que planteaba Rubalcaba con el último comunicado de ETA: o ETA desaparece o Batasuna condena la violencia etarra. Rechaza, más que condena, pero eso forma parte de la retórica al uso para consumo de fieles. Igual que oponerse a toda clase de violencia, acordarse de todas las víctimas de todas las violencias sufridas en el País Vasco, aceptar los principios de Mitchell o decir con desfachatez que ese pasar por el aro se hace dentro de la reflexión estratégica de la izquierda abertzale. Música celestial de tiempos pasados.

El Gobierno parece no fiarse y hace bien cuenta habida de la larga historia de chanchullos de unas gentes empeñadas en incumplir la ley que ampara las instituciones en las que pretenden estar presentes. Por tanto anuncia que remitirá el expediente del registro a la sala especial del Tribunal Supremo. Normalmente no es bueno endilgar a los jueces los conflictos políticos pero es que, en este caso, el conflicto político está ya resuelto y Sortu plantea la cuestión en un terreno puramente jurídico y judicial. Ahí debe tener la respuesta: que decidan los jueces.

Está claro que la izquierda abertzale ha hecho más que nunca por conseguir un pronunciamiento favorable pues le va en ella la supervivencia. Eso es bueno, pero no justificaría que se le diera ventaja alguna. La ley debe aplicarse y los jueces deben decidir sin favoritismos y sin inquinas.

Sin inquinas. La derecha está ya encrespada y en pie de guerra contra la posibilidad de ver a la izquierda abertzale en las instituciones y ya ha tronado el habitual cañón giratorio de González Pons sosteniendo que legalizar Batasuna sería como si los aliados pactaran con los nazis al entrar en Berlín, lo que demuestra en qué términos bélicos ve el asunto el PP. El ejemplo hubiera estado más propio si hablara de un pacto de Franco con los republicanos al entrar en Madrid fusilando a mansalva. Mismo espíritu, misma saña. Pero esa actitud no puede llevar a las fuerzas democráticas a estrechar el aro e imponer condiciones antes inexistentes a Sortu porque eso es contrario a derecho y, además, rompería la unidad de esas fuerzas democráticas.

La democracia es un régimen de respeto a la ley que no puede ser retroactiva, ni confusa, ni moldeable a capricho de intereses políticos. Por supuesto cabe la posibilidad de que la izquierda abertzale, como ha hecho otras veces, juegue sucio con las instituciones. Pero para eso ha arbitrado ya respuesta el Tribunal Supremo al especificar las causas de incompatibilidad sobrevenida de los cargos electos. Supongamos que hubiera un atentado de ETA dentro de unos meses, cosa improbable pero no imposible. Los diputados de Sortu tendrían que condenarlo/rechazarlo expresamente o perderían sus actas.

La cuestión política está clara; si también lo está la jurídica, a reserva de lo que dictaminen los jueces, el nuevo partido podrá registrarse y presentarse a las elecciones. Para entonces serán muy de oír las imprecaciones de la derecha contra el Gobierno; pero también puede ser el momento en que ETA, falta de espacio vital, decida disolverse y entregar las armas.

(La imagen es una foto de Diotime, que se encuentra en el dominio público, vía Wikimedia commons).

dilluns, 7 de febrer del 2011

Garzón, entre la envidia y el rencor.

Sospecho que la decisión del juez Garzón de defenderse de la vergonzosa caza de brujas que lleva dos años padeciendo a través del documental que ha rodado Isabel Coixet (Escuchando al juez Garzón) no va a favorecerle procesalmente en ninguna de las tres causas que tiene abiertas. Pero hace muy bien, está en su derecho y demuestra su coraje al hablar en su defensa sin tapujos con el escritor Manuel Rivas. La película va a estrenarse en el festival de Berlín y estoy seguro de que animará una oleada de simpatía internacional hacia un hombre sometido a persecución por realizar su trabajo de un modo ejemplar e innovador.

Hace un año y pico, en un artículo en El País titulado La envidia y el juez Garzón, el autor, Juan Guzmán Tapia, consideraba que los tres rasgos definitorios del juez son una tenaz vocación de juez, espíritu de justicia y valentía. Y, desde luego, lo que define el espíritu de quienes lo persiguen es la envidia. La envidia por una parte y el rencor por otra. Son pasiones o vicios que suelen ir juntas, aunque no siempre pues si bien todos los envidiosos son rencorosos, no todos los rencorosos son envidiosos.

La envidia, sobre todo en su gremio, se la ha ganado Garzón por ser un juez brillante, mediático, que ha abierto caminos y posibilidades insospechadas, muy especialmente en el avance del concepto de la justicia universal, ámbito en el que ya se ha labrado un nombre que pasará a la posteridad. Y eso escuece a todos aquellos, muchos, que no han aportado nada al interés general, que en el mejor de los casos, se han limitado a ejercer sus funciones de modo pedestre y rutinario y no están dispuestos a correr riesgo personal alguno en pro de la causa que dicen representar: que impere la justicia en las relaciones humanas.

Esta envidia es la que alimenta las dos críticas que suelen hacérsele: que tiene mono de publicidad mediática y que es un mediocre juez de instrucción. Ninguna de las dos se tiene de pie. No es el juez quien busca los medios sino que son los medios quienes buscan al juez. Y hacen bien porque su actividad es de interés público. Respecto a su competencia técnica, está fuera de duda que es alta y que el país le debe éxitos rotundos en la lucha contra el narcotráfico, ETA, los GAL (sin contar la mencionada justicia universal) y también se los deberá, aunque no le hayan dejado coronarlos, en el caso Gürtel y en materia de memoria histórica y de justicia para las víctimas del franquismo, decenas de miles de ellas, olvidadas durante setenta años.

Ahí, en ese intento aclarar los crímenes del franquismo y de procesar a los responsables de la mayor trama de corrupción que ha habido en la España democrática, es donde el rencor ha saltado, tratando de acabar con la investigación y hasta con el juez investigador a base de expulsarlo de la carrera judicial. Es el rencor de la derecha que, no pudiendo ya echar mano de los militares, la echa de los jueces, tratando de instrumentalizarlos en favor de sus designios. La derecha antigua, la Falange, heredera del partido que más asesinatos cometió durante la guerra civil y la larga postguerra del franquismo, trata de impedir que se haga justicia allí donde ella sólo hizo atrocidades. La derecha nueva, alguno de cuyos dirigentes, como Aznar, fueron falangistas en su juventud, pretende impedir que se investigue y, en su caso, se castigue como se debe un comportamiento presuntamente corrupto de numerosos políticos y cargos públicos en connivencia con una supuesta trama de delincuentes que ha producido el mayor expolio del erario publico del que se tenga noticia.

Las dos derechas forman un sola, un único frente, y se valen de todo tipo de artimañas de rábulas y leguleyos para torpedear la acción del juez. Cuando éste destapó el caso Gürtel, en lugar de apresurarse a colaborar con la justicia, el PP interpuso media docena de querellas contra el magistrado con los más absurdos pretextos para apartarlo de la causa. A ellas se unió la ofensiva de la Falange en defensa de la tradicional impunidad del fascismo.

Es de imaginar que los jueces que han admitido a trámite las tres causas lo habrán hecho ateniéndose el más escrupuloso respeto a la ley. De no ser así se trataría de procesos políticos aquejados del vicio de la prevaricación. Es de imaginar asimismo que el juez encontrará el amparo de la justicia que él tan generosamente otorgó a quienes lo necesitaban. Es de imaginar. Pero los hechos no acaban de encajar con tanta imaginación. El juez se queja de indefensión porque sus colegas se niegan a practicar las pruebas que propone en su defensa. Y, además, los procedimientos se dilatan extraordinariamente en el tiempo, en contraste con la celeridad con que se adoptaron y aplicaron las medidas disciplinarias que suspendieron a Garzón de sus funciones. ¿Hace falta recordar que una justicia lenta no es justicia?

Si, como pudiera ser el caso, se trata de procesos políticos, parte de una persecución general por razones ideológicas, Garzón hace muy bien exponiendo su caso ante la opinión pública de modo directo ya que no deben de quedarle esperanzas de encontrar un trato justo entre la envidia y el rencor.

Dos de los tres ángulos de este episodio están en donde les corresponde; el tercero falta por definirse con mayor decisión. El primero, el juez Garzón, se defiende de forma limpia, pública, transparente, democrática. El segundo, sus acusadores, continúa con sus campañas mediáticas de infamias y calumnias, mostrando así la diferencia de talla entre ambos. El tercero, la opinión pública, si bien se ha movilizado bastante en favor del juez, tiene que hacerlo de forma más permanente y decidida. Hay que montar una plataforma unitaria de apoyo a Garzón que explique la verdad, combata las difamaciones y defienda al juez. Porque defendiéndolo, defendemos la democracia y el Estado de derecho.

(La imagen es una foto de Gobierno de la República Argentina, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 6 de febrer del 2011

Gürtel y el despiste.


No se olvide, según reza el sumario de la Gürtel, Francisco Correa, presunto capo de la trama que incluye supuestos delincuentes y una cantidad indeterminada de militantes del PP, es propietario de 25 fincas, 30 casas, 22 coches, 18 garajes y 2 barcos. Todo ello seguramente estafado al erario público gracias a la agudeza de los galanes de la famosa foto de la boda en El Escorial y la complicidad de los supuestos corruptos del PP para quienes gobernar consiste en trincar a mansalva. El caso Gürtel es lo más importante de la política española y, mientras no se aclare en sede judicial, la va a condicionar de forma determinante.
Se han dado dos nuevos apisodios en la historia. De un lado, Galeote hijo, militante del PP, cargo público en algún momento y asesor de Rajoy en éste vuelve a ser investigado a petición del ministerio de Hacienda. No fue imputado en las diligencias anteriores pero puede serlo en éstas que afectan a paraísos fiscales.

Breve digresión nominalista.Tiene guasa que se haya dado en llamar paraísos a unos lugares en los que cabe cometer todo tipo de delitos, evasión fiscal, blanqueo de capitales, etc., impunemente. Es una idea curiosa del paraíso, muy en línea con la tradición judeo-cristiana, esto es, un lugar en el que no existe el pecado ni el mal. Sería más apropiado llamarles cuevas de mangantes

El segundo episodio refiere que ha aparecido alguna prueba más en contra de Camps. Resulta que los trajes no eran tan baratos. Esto de Camps es en verdad infumable. Como lo de Fabra. Los políticos deben estar por encima de toda sospecha; al menos de las que entienden los tribunales. Ya se sabe que la maledicencia dará pábulo a otras. Las sospechas judiciales deben ser causa de dimisión. Claro que a la vista de lo que está haciendo Berlusconi, los casos españoles son de patio de colegio.
Hay que hablar de la Gürtel porque si no, hay que hacerlo de lo que dicen los dirigentes del PP y eso, tratándose de Rajoy, por ejemplo, mueve a risa. Después de no entender su propia letra en lo referente a medidas concretas contra el paro juvenil y de no recordar su contenido, el presidente del PP afea al Gobierno que haga caso a lo que le dictan "desde fuera". Atención al verbo dictar que lleva su retranca. El caso es criticar al Gobierno haga lo que haga: si no nos quieren fuera, porque no nos quieren; y si nos quieren, porque nos quieren. ¡Ah, sí, pero los españoles no admitimos Diktats! señala el patriota Rajoy. No, claro que no. Padecimos una dictadura de cuarenta años pero somos una raza rebelde.
Y eso lo dice uno que está en donde está porque lo ungió personalísimamente mediante un Diktat su antecesor, quien a su vez, fue nombrado de igual modo. Bueno, matizará el candidato a dedo y dictado, lo vergonzoso del Gobierno no es que obedezca dictados y haga deberes, sino que sean impuestos desde fuera. Y eso lo dice asimismo quien, al enterarse del programa que empezó a aplicar Cameron en Gran Bretaña confesó que ese era su programa para España. A él no se lo imponen, obviamente. No hace falta.
Piensa uno en su ingenuidad, ¿no será que Rajoy está dolido de que Frau Merkel no haya encontrado ni diez minutos en sus seis horas de visita para llamar por lo menos al líder del principal partido de la oposición, el de las recetas y milagros económicos? Puede consolarse Rajoy recordando que a él a a los suyos, a fuer de españolazos, nadie les puso ni les pone deberes. Entre otras cosas porque es inútil ya que no los mueve el deseo de resolver la crisis sino el de ganar las elecciones aunque sea a costa del país.
Por eso es mucho más sano y creativo hablar de la Gürtel que, a estas alturas, ya da para un relato de la restauración borbónica y revela la entraña caciquil y corrupta de la política de la derecha española.

dissabte, 5 de febrer del 2011

La productividad

Hasta la revolución egipcia pasa a segundo plano cuando nos tocan el bolsillo. La atención se centra ahora en ese plan germano-francés para fomentar la unidad económica en la UE presentado en Bruselas que trae pinta de mayores sacrificios y más cinturones apretados.

Francia y Alemania, sobre todo Alemania, insisten en controlar los déficit. No es que tengan mucha autoridad moral para hacerlo dado que fueron las primeras en saltarse los controles cuando les interesó y, aunque había sanciones previstas para estos casos, no se les aplicaron. Pero no les hace falta autoridad moral ya que tienen el poder económico. Además, su exigencia no es disparatada. Aumentar la productividad general de la UE es el primer paso para ganar la batalla de la competitividad que es en donde está el problema de la recuperación. Dicho en cinco letras: China. Y desde luego es un avance que la UE entienda que ha de verse como una unidad económica en un mercado altamente competitivo en el que juegan también los EEUU y la China.

La imagen muestra la situación de la competitividad de la UE, la eurozona y la OCDE comparativamente en 2007. La situación no estaba mal pero, desde entonces, ha habido una recesión muy fuerte y el cuadro seguramente es hoy muy otro. Basta pensar en ese tercer lugar de Irlanda. La marca España no era deslumbrante pero tampoco era catastrófica: por debajo de la media de la eurozona pero por encima de la de la OCDE y por delante de Italia.

Mas las cosas han cambiado y hay que adaptarse aumentando la productividad y la competitividad. Lo que no está tan claro es que el aumento de la primera haya de hacerse a costa de los salarios. Desvincularlos de la inflación y ligarlos a la productividad puede sonar razonable en un principio hasta que nos damos cuenta de que una de las formas de aumentar la productividad (que, al fin y al cabo, es la relación entre cantidad de recursos empleados y producto obtenido) es precisamente bajar los salarios. Esto me parece una aporía: bajando los salarios aumenta la productividad y, al aumentar la productividad, hay que subir los salarios. Y no hablo de los beneficios porque esos son tema tabú que jamás se menciona en esta fiebre de planes de recuperación. La productividad ¿no aumentará también incrementando la eficiencia de la mano de obra invirtiendo en formación e I + D? Cierto que sí. Y no menos cierto que esos aumentos de productividad tienden a generar paro y el paro, ya se sabe, presiona los salarios a la baja. Y es que la situación es muy complicada.

La posición de Alemania es muy sólida porque es la que paga. Pero esto no quiere decir que pueda sin más imponer sus condiciones sin escuchar alternativas. Al fin y al cabo, la primera interesada en la prosperidad de la eurozona y de la UE en su conjunto es Alemania que tiene en ellas su principal mercado.

Hay dos tipos de medidas que también están directamente racionadas con la productividad y de las que nunca se habla: una lucha decidida contra la economía sumergida y el fraude fiscal y una revisión de los abanicos y diferencias retributivas. En un país en el que el salario mínimo es de 640 euros al mes no es de recibo que haya gentes que ganen como retribución, un millón de euros, también al mes. Como tampoco lo es que en un país con una tasa de paro altísima haya empresarios que emplean mano de obra ilegal probablemente en condiciones de semiesclavitud. De lo cual nos enteramos con casos como el de ese trabajador sin papeles abandonado en un hospital tras perder una mano en el trabajo. Eso sin duda es muy productivo (hasta que pasan estas desgracias) pero profundamente inmoral. Así que ojo con la productividad que puede llevarnos a admitir la esclavitud.


EGIPTO

Hay un momento en la revolución egipcia en que se ha alcanzado el nivel de lo sublime y es cuando Barack Obama pide a Mubarak que escuche la voz de su pueblo, es decir, que se vaya, dicho en los términos un poco bíblicos en que suelen hablar los presidentes gringos. Porque la voz del pueblo dice que Mubarak se vaya. Más diplomáticos, los europeos que, por supuesto, condenan la violencia en Egipto, es decir, condenan a Mubarak porque son sus matones quienes han recurrido a ella, al mismo tiempo piden a la oposición que negocie con Mubarak. ¿Está claro? Muy diplomático: que se vaya pero que se quede.

divendres, 4 de febrer del 2011

La estafa más cara de la historia.

Según El País, que cita el sumario público del caso Gürtel Francisco Correa, principal encausado, es propietario de 25 fincas, 30 casas, 22 coches, 18 garajes y 2 barcos y eso que se sepa. Una fortuna inmensa, presuntamente amasada a base de estafar a los españoles por medio de sus relaciones con las administraciones gobernadas por el PP. Al lado de esto todo el dinero birlado por los Roldanes, Urralburus, Rubios, etc del PSOE era calderilla. Y todo ese dinero ha salido de las arcas públicas; más lo que se habrá quedado por el camino, los presuntos pellizcos de los alcaldes, los diputados, los presidentes...¿Puede el PP seguir actuando como si la cosa no fuera con él y permitiendo que personas imputadas en este fabuloso expolio de los caudales públicos sean candidatas a algo?

Puede, en efecto, y lo hace, a base de administrar el orden del día público, aquello de lo que se habla. Nada de Gürtel, nada del emporio de Correa, nada de que fuera testigo en la gran boda escurialense que retrata una época que podría llamarse del smoking al traje a rayas. Nada de eso. En cambio, mucho Faisán, para ver de animar el espectro de los GAL y, si esto no es bastante, se resucita la delirante patraña de la participación de ETA en el atentado de Atocha, alumbrada en un momento de evidente desvarío y convertida después en invocación de un sombrío Atochagate que algún día se descubrirá.

También ayudan las declaraciones incendiarias. Aznar se pinta solo para éstas, las encadena, igual que Sancho los refranes. Son como petardos de la convivencia y hacen tanto ruido que las buenas gentes se olvidan de cómo la banda Gürtel ha estado presuntamente esquilmándolas. Las dos últimas son que las Comunidades Autónomas pueden llegar a ser "miniestados" con el lógico detrimento de España, una, grande, libre y que hay que tener cuidado con el moro, lógica advertencia en quien dice que aún no le han pedido disculpas por la invasión de 711. En cuanto a los "miniestados", ¡qué expresión tan hiriente! Sobre si ser Estado, mini o no mini, Cataluña tiene más habitantes que Luxemburgo, que Noruega, casi tantos como Suiza; a su vez es mayor en extensión que Luxemburgo o que Bélgica. Las Comunidades Autónomas tienen que ser "miniestados" (sin ánimo peyorativo) en el sentido de ser Estados dentro del Estado, es decir, titulares de una soberanía limitada; limitada, pero soberanía. Por lo demás, como sucede con el mismo Estado, también titular de una soberanía limitada dentro de la Unión Europea.

Cabe pensar en entidades territoriales al margen de estos conceptos, desde luego, y se estará hablando de provincias, departamentos, divisiones administrativas de carácter centralista. El problema de la derecha española es que no entiende (o no quiere entender) que la planta territorial patria debe ser resultado de una decisión consensuada en condiciones de igualdad. Cree que debe decidirla ella, la derecha, porque se piensa depositaria del legado de una entidad histórica llamada España. Pero esa idea de España y su pretendido legado histórico excluye a demasiada gente, por ejemplo a los que perdieron la última guerra civil, a muchos de los cuales sigue negándoseles la justa reparación o, en general, a todos los que no admiten que un partido pueda monopolizar una nación.

La cuestión, sin embargo, es que, para poder debatir de estos y otros interesantes asuntos públicos, primero hay que aclarar esa increible estafa colectiva, masiva, institucional, con ribetes de mafia que responde al nombre con efluvios sado/maso de Gürtel. Para aclarar en qué medida se cumple o no la sospecha de que el PP (un partido que, según Aznar, era "incompatible" con la corrupción) no es más que una estructura para esquilmar las arcas públicas y llenar los bolsillos de gentes como Correa y demás implicados en la trama: cajeros, concejales, alcaldes, diputados, presidentes, etc. Mientras no se aclare la Gürtel, lo único que debiera hacer el PP es una auditoría.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 3 de febrer del 2011

El pacto social: a contracorriente.

Este Gobierno tiene pocos amigos en los medios y está sometido a una crítica muy dura desde la derecha y desde la izquierda. Una crítica que ha arreciado al sellarse por fin el acuerdo económico y social que cierra, de momento, el paquete de reformas de carácter ortodoxo, conservador o neoliberal (según el punto de vista que se adopte) para hacer frente a la crisis. Un pacto que han firmado el Gobierno y los agentes económicos y sociales sin presencia de los partidos políticos. Este dato hace que el actual acuerdo no pueda compararse con los Pactos de la Moncloa, en los que figuraban los partidos más no la patronal ni los sindicatos. El PSOE en todo caso está detrás del gobierno y al PP no le queda más remedio que sumarse a regañadientes porque la patronal ha pactado. Por eso quizá no sea inútil considerar los argumentos que se esgrimen contra un acuerdo que casi todo el mundo, dentro y fuera, ha visto con alivio.

La crítica de la derecha es errónea y se ha visto desmentida por los hechos. Zapatero no es responsable de la crisis; no lo es de la nacional puesto que la burbuja inmobiliaria se gestó en tiempos de Aznar ni de la internacional como es obvio. Otra cosa es que la reconociera a tiempo. Pero responsable no es. Tampoco es cierto que sea un incompetente y que su Gobierno no haya atinado con la solución puesto que ésta es la que firmaron ayer solemnemente los agentes económicos y sociales. De nuevo otra cosa es que esta solución solucione algo; pero está claro que consiste en las medidas que todo el mundo está aplicando y que aplicaría el mismo PP, de forma que en la derecha no hay alternativa.

Si de competencia se trata, hay dos ejemplos que dejan claro cómo el Gobierno actúa con diligencia y autoridad y resuelve los problemas de modo eficaz: uno es el final de ETA, una hipótesis plausible por primera vez, y el otro, la respuesta contundente a la huelga/chantaje de los controladores aéreos, con declaración de estado de alarma incluida. Los argumentos de la derecha son insostenibles. El Gobierno ha mostrado una notable capacidad de liderazgo que es condición cara a los conservadores porque viene a ser el principio del caudillismo con levita democrática. Así que, a falta de argumentos, la derecha recurre al esperpento, a los delirios e infamias del "Estado policial" y a los protocolos de los sabios de Atocha.

La crítica de la izquierda parece tener mayor enjundia si bien su representatividad social es muchísimo menor que la de la derecha. Digo esto porque si el pacto lo apoya el Gobierno, su grupo parlamentario, el PSOE y los dos sindicatos mayoritarios esa crítica es formulada por un grupo ciertamente reducido de ciudadanos. Suele decirse que hay gran descontento entre los votantes socialistas, muchos de los cuales irán a la abstención, y es bien posible. Pero la crítica de izquierda sigue siendo minoritaria. Ello, sin embargo, no exime de considerar sus argumentos por su valor y su pertinencia.

El argumento central es que el Gobierno ha renunciado a la línea socialdemócrata y se ha hecho neoliberal, que ha abandonado la política económica de izquierda y cultivado la de derecha.

Efectivamente, en el conjunto de las medidas adoptadas (rescate del sistema financiero, reforma laboral, recorte del gasto público, reducciones salariales, incremento de la carga impositiva indirecta y reforma de las pensiones) hay alternativas concretas de izquierda que, en lo esencial, se reducen a dos: dejar las cosas como están (en función de la defensa del Estado del bienestar) y/o aumentar el gasto público, encomendándose a los manes del keynesianismo. La cuestión es si esas alternativas son viables en un contexto doblemente difícil que ellas mismas no suelen considerar: la globalización y la Unión Europea, quiérase o no, límites poderosos a la soberanía del Estado. El problema es el déficit y cómo financiarlo en un mercado global en el que el Estado no puede actuar con entera libertad. Es cierto que las reformas en principio penalizan a los sectores más débiles y a las generaciones venideras. Pero más penalizaría, sobre todo a las segundas, un déficit desbocado, como sabemos de sobra con la experiencia de la crisis de la deuda en América Latina en los años noventa.

No es disparatado pensar que los regímenes normativos deban adaptarse a los cambios sociales como la mayor esperanza de vida. En general las reformas propuestas son razonables (prueba, los sindicatos), lo irritante es que no vayan acompañadas por medidas positivas en otros campos, que todo sea ceder y recortar derechos. Personalmente me parece lamentable que el Gobierno haya abandonado sus políticas de igualdad, ampliación de derechos y separación de la Iglesia y el Estado.

Lo que sucede es que estas posibilidades suelen depender de la fuerza relativa que cada parte tenga en las negociaciones. Y la verdad es que en la situación existente, en medio de una crisis global, con Europa entera en manos de los conservadores, la fuerza negociadora de la izquierda es nula. La señora Merkel viene a decir hoy que hay que desvincular los salarios de la inflación, de forma que sólo suban aquellos cuando haya beneficios. Un nuevo hachazo a la substancia de la contratación colectiva. Y la izquierda, me temo, tiene que tragar porque es algo que se hace en nombre de la productividad, en cuyo aumento también ella confía (aunque no sepa decir cómo aumentará) para defender sus propuestas porque sin el aumento de la productividad no hay nada que hacer.

En mi opinión se debe esperar a la recuperación económica y el cambio en la correlación de fuerzas para reconquistar el terreno perdido en el Estado del bienestar. Justo que la defensa de este Estado del bienestar, que fue una conquista de la socialdemocracia con la oposición de la izquierda, sea hoy el objetivo de esa izquierda quizá debiera hacerle pensar que si se equivocó una vez bien pudiera equivocarse una segunda. Decir que la socialdemocracia es enemiga del Estado del bienestar que ella misma creó y trata de mantener frente al desmantelamiento sistemático de la derecha, además de injusto es torpe.

La izquierda puede recurrir a la retórica radical a título de consuelo porque su capacidad real de movilización es muy escasa, como se vio en la huelga general del 29 de septiembre; puede encastillarse en la consigna de "ni un paso atrás", pero muestra ignorar algo que ya se sabía en la época de Lenin: que a veces hay que dar dos pasos atrás para dar luego uno adelante.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 2 de febrer del 2011

¿Quién es el siguiente?

No es una revolución en un país sino en un grupo de países unidos entre sí por algún tipo de vínculo especial, en este caso, la lengua y la religión, dos factores tan poderosos en los procesos de socialización que hacen que para los árabes sus Estados, en cierto modo, sean como una especie de provincias de un imperio-nación único ideal que va desde el golfo pérsico hasta Mauritania. Para un tunecino Egipto no es totalmente el extranjero sino una especie de cuasiextranjero, un concepto en uso en tiempos de la Unión Soviética para calificar las relaciones entre los países socialistas.

La de los países socialistas fue otro caso de revolución en grupo con el que la de los países árabes tiene innegables concomitancias, si bien el factor de unificación era ideológico, el comunismo. Hay quien dice que también las transiciones habidas en el sur de Europa en 1974 y 1975, Grecia, Portugal y España (más tarde estigmatizados como PIGS) fueron este tipo de fenómeno, si bien en este caso el vínculo parece ser aun más tenue, reduciéndose al hecho de ser dictaduras, elemento irrelevante porque prácticamente todas las transiciones se hacen a partir de dictaduras más o menos declaradas o encubiertas.

En el caso actual en cada Estado el movimiento de revuelta se ve de forma distinta, según sus peculiaridades e historia. Esta revolución egipcia es la tercera de la edad contemporánea en el país siendo las dos anteriores la de 1919 (nacimiento de un Egipto semiindependiente) y la de 1952 (recuperación de la plena soberanía). En esta otra parece que el país trata de sacudirse la tutela de los militares (Nasser y Sadat lo fueron, igual que Mubarak) y dotarse de un sistema democrático normalizado.

El Rais implora que lo dejen quedarse hasta las elecciones de septiembre a las que no se presentará y es probable que esta solución tenga apoyos diplomáticos, pero es casi seguro que quienes se han movilizado para echar a Mubarak ya no se resignen a aguantarlo ocho meses más. También Ben Alí salió gimoteando que aceptaba todo con tal de que lo dejaran quedarse hasta finalizar su mandato y al día siguiente volaba hacia Riad. Sin el apoyo del ejército Mubarak lo tiene crudo.

Pero lo interesante ahora es saber cuál será el Estado siguiente en entrar en crisis, Jordania, donde el Rey ha nombrado un Gobierno nuevo para hacer como que hace algo; Libia, donde Gadafi cerró Youtube el otro día; Siria, donde el-Assad, hijo de el -Assad, dice que en el país reina la estabilidad, aunque no sea cierto. En el Yemen hay disturbios y estos alcanzan a Arabia Saudí, otro Estado de familia. En la época de la comunicación global, nadie puede mantenerse al margen, nadie puede aspirar a ser un Estado comercial cerrado como proponía Fichte para Alemania hace más de doscientos años.

Dicho sea de paso, las mujeres están siendo muy visibles en estas revueltas de los países árabes. Con un poco de suerte también la suya puede mejorar. Sería una revolución dentro de la revolución y algo fantástico.


(La imagen es una foto de Takver, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 1 de febrer del 2011

Fuera y dentro.

FUERA

Está visto: mientras no sube el precio del petróleo la gente no nos damos cuenta de la importancia que tiene la revuelta de los países árabes. Ahora, con la gasolina camino de ser más cara que el oro, las cancillerías occidentales han visto las orejas a la manada de lobos, sin ofender a nadie; hasta los expertos se han caído del guindo. Nadie duda ya de que se trata de una revolución de consecuencias insospechadas porque, al ser democrática, laica, en pro de valores típicamente occidentales, no encaja en los esquemas al uso. Estos reservaban el papel de bueno al estilo occidental al sátrapa de turno con tal de que contuviera el islamismo fanático. Ahora el bueno es malo y eso descoloca.

Tampoco duda nadie de que esta revolución debe mucho al uso político del ciberespacio. Ya hace tiempo que se habla de la Tweet revolution o "revolución twitter". Ver a Mubarak cerrando internet (pues debe de creer que es como cerrar el canal de Suez) es un espectáculo que no tiene precio.

Mubarak lo ha hecho ya todo para evitar su deposición: el cambio de gobierno, la promesa de reformas, la represión a lo bestia y hasta la jugada sucia de retirar la policía y abrir las cárceles para que las bandas de delincuentes siembren el caos y el pillaje y justificar así la represión y la necesidad de su esclarecido mandato. Al no obtener resultados ha acudido a la ultima ratio del poder: los cañones. Pero los mandos, formados en los EEUU, son muy reacios a actuar en contra de la opinión de los occidentales y se niegan a enfrentarse a los civiles.

Los occidentales han dejado caer a Mubarak con esa finura florentina de recomendarle flexibilidad, reformas, democracia; esto es, que se vaya, dicho al estilo Aznar pero con menos grosería. Al sempiterno Presidente se le ha acabado el tiempo y de la idea de coronar sucesor a su hijo como Rais puede ir despidiéndose. Para facilitar las cosas a los militares, el gobierno israelí es el único que ha dado apoyo explícito a Mubarak, lo que es una carta de recomendación frente al mundo musulmán muy parecida a una copa de cicuta.

¿A dónde llegarán los efectos de las revueltas arábigas? No se sabe pero algunos ya ponen las barbas a remojo. Al parecer en la China las autoridades han conseguido que la búsqueda del término Egipto en la red arroje cero resultados. No sé cómo se pueda hacer eso pero no hay duda de que quiere decir algo, ¿no es así?


DENTRO

En su última entrevista Rodríguez Zapatero ha dicho cosas muy interesantes. E interesantes han sido las que ha callado. No habla de su sucesión/continuidad y eso es precisamente lo que el periódico resalta. No sé si es acertado o no este empecinado silencio. Esas cosas sólo se ven después.

Lo que dice sobre las medidas del Gobierno, la crisis, el paro, el rescate al sector bancario, las cajas (a la vista de lo que hoy se sabe acerca de su situación real) suena razonable sobre todo porque viene acompañado de un pacto o acuerdo en el que participan prácticamente todos los agentes económicos y sociales y las fuerzas políticas.

Frente a esto que, gustará más o menos, pero es hablar de problemas reales con sentido práctico y ánimo constructivo, la oposición aparece en una situación calamitosa. Dice Zapatero que Rajoy no tiene ni programa oculto. Pero ¿cómo va a tenerlo si el pobre hombre no da abasto a tapar vías de agua en su flamante nao capitana rumbo a la victoria electoral? Cuando Aznar no da una patada a la mesa cuestionando el derecho a existir de las Comunidades Autónomas, María Dolores de Cospedal, que necesitaría un poco de sosiego, suelta una enormidad que la lleva a los tribunales. Estos condicionan el calendario de sus decisiones pues quizá el resgistrador de la propiedad de Pontevedra no pueda permitirse tener un candidato como Francisco Camps haciendo campaña electoral desde el banquillo de los acusados. Y, para colmo, ahora tiene que demostrar que esos alcaldes de A Coruña detenidos por supuesta corrupción y una abigarrada serie de presuntos delitos, también son una cortina de humo del malévolo Rubalcaba para ocultar que en España nos acercamos a los cinco millones de parados.

Es absurdo suponer que esta diferencia de situaciones no tenga reflejo electoral. Cada vez es más claro que el PP debiera abrir una auditoria allí donde gobierne porque la corrupción en sus filas parece endémica y eso no es una fábula del "Estado policial" que no deja vivir a la señora De Cospedal ni disfrutar de sus abundantes ingresos a cuenta del erario público.

(La primera imagen es una foto de freestylee, la segunda, una foto de Policy Network, ambas bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 31 de gener del 2011

Las mujeres y sus asesinos.

En lo que va de año han muerto seis mujeres en España asesinadas por sus parejas o exparejas. Habrá pocos problemas sociales de los que más se hable, a los que más atención se preste tanto en las instituciones como en los medios, a los que se dedique mayor cantidad de recursos, que provoquen más repulsa social y sobre los que se hagan más campañas de eso que se llama "concienciación". Y aun así, seis mujeres asesinadas en un mes son triste testimonio de que esta peste no cede.

No cede porque anida en lo más profundo de las culturas humanas, todas ellas patriarcales. No es un problema español, ni europeo, ni cristiano. La violencia de género en la China es una verdadera lacra y en los países musulmanes no solamente no es delito sino que es virtud. Esa violencia se encuentra en la base misma de la civilización y erradicarla va a costar mucho. Hasta hace poco también en Occidente se la glorificaba como prueba el vicioso concepto del "crimen pasional" que contaba con todo tipo de atenuantes y hasta gozaba de simpatía social... siempre que el crimen lo cometiera el hombre; si era la mujer la cosa tomaba otro cariz. En el hombre imperaba ese noble sentimiento que todo lo explica y justifica, el amor, que lo lleva a matar lo que ama, según reza el famoso verso de Oscar Wilde en la Balada de la cárcel de Reading.

La matanza tiene caracteres globales (¿hace falta recordar los feminicidios de Centroamérica, los asesinatos de Ciudad Juárez, los crímenes del Congo?) y por tanto resulta ridículo plantearla en términos de opciones confesionales, locales, de secta o partido. Decir, como dicen los obispos españoles, que la violencia de género es más frecuente en las parejas de hecho que en los matrimonios canónicos es ser verdaderamente sectario. La violencia es de género y se da por igual en todos los matrimonios, religiones, clases, razas o cualquier otra determinación que no sea la esencial aquí: el sexo.

El proceso de emancipación de las mujeres es, lógicamente, imparable. Es verdad que discurre con mucha lentitud porque se enfrenta a intereses adquiridos, convicciones muy profundas, complejos de todo tipo, normas morales, tradiciones, leyes, costumbres, sistemas filosóficos y hasta estructuras lingüísticas; pero discurre, avanza. Y, al avanzar, socava la posición dominante de los varones, sus privilegios, sus derechos innatos a ser los amos de aquellas a quienes dicen amar. El género en conjunto siente la amenaza y el individuo en concreto cree que se realiza en sus carnes cuando (como ha sido el caso en uno de los dos últimos asesinatos) el objeto de su amor, o sea su esclava, le dice que quiere divorciarse. Se vuelve tan loco que, en muchos casos, además de asesinar a su pareja, trata de suicidarse.

Es que eso del amor justificalotodo es un cuento. Porque los hombres no solo matan a las mujeres una a una en ejercicio de su peculiar sentido del amor, también las asesinan por decenas en ejercicio de su peculiar sentido del negocio, por ejemplo en México. No es la relación; es la conciencia que los hombres tienen de las mujeres como instrumentos para la realización de sus superiores fines. Cambiar esa conciencia va a costar más que convencer a la humanidad de que la tierra gira en torno al sol. Y, por supuesto, en primera línea de quienes se opusieron entonces a la teoría heliocéntrica están los mismos que ahora van en contra de ese cambio de conciencia: los curas.

Así que, resumiendo, menos bromas con el feminismo que es una concepción justificadísima que todos debiéramos compartir. Cada vez que escucho expresiones como femininazismo u oigo advertencias sobre las denuncias falsas como venganza femenina o quejas por los privilegios de las mujeres a través de las cuotas o escandalizadas críticas de ruptura del principio de igualdad ante la ley a propósito de la discriminación positiva, pienso que el machismo no es un punto en el espacio sino una actitud continua con gradaciones que empieza cuestionando la legitimidad del feminismo y termina asesinando a las mujeres.

(La imagen es una foto de United Nations, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 30 de gener del 2011

La guerra civil y el cine.

A propósito de los países árabes:

La historia, esa que se había acabado, acelera. Sobre la revolución de la multitud (árabe/islámica) Alá juega al dominó. Sobre la revolución de la multitud (europea/cristiana): protestas estudiantiles en Gran Bretaña. Otra hipótesis: las multitudes son de jóvenes, a los que no es posible domesticar; y sus movimientos corren como regueros de pólvora.


*****************************

En TeleK que es una TDT que emite para Vallekas hay un programa-tertulia política llamada La tuerka, muy de izquierda y en la que participo con cierta frecuencia. Es un lugar austero, porque la izquierda tiende al rigorismo pietista (sobre todo si su presupuesto está equilibrado en torno al cero), si bien no falto de gusto lógicamente minimalista. Aunque va echando pechuga. En la primera sesión a la que fui no había ni mesa; luego apareció una mesa que es como una especie de cartapacio colectivo y en la última han crecido unas tazas chulísimas con el logo del programa.

Además de lo agradable del ambiente y el buen hacer de los técnicos que rozan la maravilla al estilo Lars von Trier, lo que allí se habla suele tener interés y se adorna con unos vídeos perversamente divertidos. En el último se trató de la peli de Alex de la Iglesia, Balada triste de trompeta, que interesaba mucho al presentador y autor del programa, Pablo Iglesias, un joven y competente profesor de la Complutense perfectamente adaptado a los tiempos mediáticos que corren. Tanto le interesaba que había publicado un artículo en kaosenlared.net: Balada triste de trompeta de Alex de la Iglesia. España, el Franquismo y las tetas de Carolina Bang, que casi parece el título de un tema de Ray Charles. Una perspicaz crítica de la peli que tiene más de crítica a las críticas.

Para mí, Balada es una buena película, muy movida, tremendamente ágil, variadísima a la que sólo sobra la casquería. Sé que hay muchos a quienes gusta. A mí, no. El resto está muy bien. Es una película hecha de películas, un copón de intertextualidad cinematográfica. Todas las secuencias recuerdan otras con mayor o menor intensidad. La balacera del comienzo en la iglesia suena a Grupo salvaje y las escenas en la cruz del Valle de los Caídos casi una remake de las finales de Con la muerte en los talones y, entre medias, hay de todo: mucho Fellini, Berlanga, Saura, todo el cine de Landa, Woody Allen y hasta algo de Anthony Hopkins y Batman; incluso, al entrar en el cine Luchana, se atisba tras el payaso triste el fabuloso cartel de publicidad de Hondo, una peli de John Farrow, de 1953, interpretada por el Duque, John Wayne. Quien quiera ver este icono de mi adolescencia, que pinche aquí. Por cierto, puestos a buscar anacronismos, como parece que le reprochan a De la Iglesia...

No creo que Balada sea una película sobre la guerra civil sino que es una película-río que empieza en 1937 y termina, más o menos, en 1973. El recurso a la cascada de imágenes documentales es un modo como otro cualquiera de resolver el problema del paso del tiempo en un relato de treinta y seis años. Tiene la ventaja de que resalta los elementos que considera significativos y determinantes: el No-Do, Franco, los planes de desarrollo, el biscúter, el seiscientos, Massiel, el Lute, la guardia civil, Lola Flores, ETA, Burgos, Marisol, en fin, el país en sus rancias esencias en un relato burlesco. Es decir, es una peli que usa la guerra civil, la postguerra y el franquismo como el contexto, el telón de fondo, de su relato y, aunque los acontecimientos sean las causa de las peripecia de ese relato, la peli no es una peli sobre la guerra civil o el franquismo. Otra cosa es el mayor o menor interés del relato en sí, una rivalidad entre dos payasos de un circo por los amores de una trapecista.

Entiendo la preocupación por ver cómo contribuye el cine a la formación de una memoria colectiva de la guerra civil y el franquismo que durante cuarenta años estuvo dominada por pautas simbólicas ultrarreaccionarias. Sólo se me ocurren dos salvedades. Primera: no creo sea posible construir memoria colectiva alguna a base de superponer un relato a otro relato, ignorando aquel monopolio interpretativo que ha dejado huella. Segunda: esa memoria colectiva no puede alimentarse con un solo tipo de películas que refleje un juicio valorativo y, por tanto ideológico que se da por bueno. Llama la atención la hostilidad que refleja la izquierda al hecho de que Alex de la Iglesia presente una visión "de las dos Españas", como si fuera algo fatídico, el destino de la raza y hasta sea sospechoso de equidistancia, una posición que no suele despertar entusiasmo entre los convencidos de cualquier credo. Sin embargo, es obvio que hay dos Españas, que sigue habiéndolas y que el sistema democrático simplemente palía algo la dureza del enfrentamiento. En España sigue habiendo las dos naciones que veía Disraeli en Inglaterra sólo que no están separadas por razones económico-sociales sino sobre todo ideológicas y religiosas.Y si alguno no quiere tomar partido por ninguna de las dos, al estilo de Salvador de Madariaga, no por ello es un maldito ni su cine malo.

Además de industria (cosa que es siempre) el cine es arte (cosa que no es siempre) y, cuando es arte, es libre y no sigue consignas políticas. Por cierto, si alguien quiere ver los vídeos de la tertulia sobre la guerra civil y el cine los tiene en el banner de la Tuerca, en la columna de la derecha.

dissabte, 29 de gener del 2011

Alá juega al dominó.

Está claro que los acontecimientos de los países árabes tienen una importancia extraordinaria, de alcance mundial. Una importancia similar a la que tuvo en su día la caída del comunismo. Por supuesto sin querer establecer más paralelismo que el hecho de que se trata de un fenómeno político revolucionario que afecta a una serie de países que tienen una especial ligazón entre sí, el comunismo en el segundo caso y el islamismo en el primero. La similitud es obvia: la caída de varios países en un efecto dominó. Para no repetirme remito al lector a una entrada anterior, La i-revolución islámica prende en la que se reflexiona sobre la posibilidad de que algo así pudiera pasar.

Desde luego se confirma la hipótesis de que se trata de movimientos espontáneos, sin previa organización ni planificación, movilizaciones de la sociedad civil, especialmente de los jóvenes que en un porcentaje altísimo están en el paro. También convalidada ha quedado la suposición de que, en la medida en que quepa hablar de algún tipo de organización o comunicación, se trata de la red, de internet, cuya presencia en las revueltas ha sido determinante. La mejor prueba reside en las reacciones de los gobernantes. En Túnez se bloqueó Facebook; en Libia, Youtube; en Egipto fue primero Facebook, luego Tuenti y, finalmente, el Gobierno ha cerrado la red en pleno, en un acto insólito de cuyas consecuencias, evidentemente, no tiene ni idea y que, además, no parece vaya a refrenar la movilización de la gente. Porque si se cierra la red es como si se cerrara una parcela importante de la actividad económica y social y se desconectara a Egipto del mundo. Y eso, ¿es posible? ¿Por cuánto tiempo?

Y no es esta la única reacción de unos gobiernos acorralados. Tienen otras: anuncian reformas; lo hizo Ben Ali en Túnez y lo ha hecho Mubarak en Egipto en actos tan falsos como el famoso dicho de Fernando VII, "marchemos francamente y yo el primero por la senda constitucional" y, es de esperar, con menor eficacia. Mubarak ha sacrificado al Gobierno en pleno, incluido el ministro del Interior que por la mañana anunciaba que no permitiría más manifestaciones y al que las manifestaciones han dejado a su vez sin mañana como ministro. Un sacrificio para salvar la propia cabeza (que es la que piden los manifestantes) ofrendado al nuevo dios de la multitud.

Ese es el concepto que la teoría política moderna emplea, retrotrayéndose a Hobbes y Spinoza, un concepto anterior al marxista de clase pero que ha resultado mucho más certero en estos casos, como en los del hundimiento del comunismo. Nosotros somos el pueblo decían los ciudadanos de la República Democrática Alemana cuando cayó el muro de Berlín. En realidad, piensa la nueva teoría política, querían decir la multitud. Queda la sospecha de si, al tratarse de países árabes islámicos, el factor religioso tiene especial relevancia. No fue el caso en Túnez y tampoco lo parece en Egipto, aunque aquí están siendo muy activos los "hermanos musulmanes". Sin duda su impronta se está haciendo sentir en la mayor violencia callejera, pero no da la impresión de que este grupo ni ningún otro integrista esté dirigiendo o determinando el movimiento. Éste tiene reivindicaciones económicas y sociales, es decir, laicas. Si triunfa, puede ser el comienzo de la modernidad en el mundo árabe.

Añádase a todo ello la presión internacional. Las cancillerías occidentales no han estado muy rápidas en la comprensión del fenómeno, han tardado en reaccionar y se han limitado a decir obviedades del tipo de que se debe evitar la violencia y hacer reformas. Hay mucho apoyo a los regímenes corruptos y autoritarios que revisar, hay mucho que cambiar. Porque, a su vez, la cuestión geopolítica que se plantea es grave: ¿qué sucede si la oleada de protestas, la revuelta, prende en el bastión del islamismo, estrecho colaborador de Occidente, Arabia Saudí? Todo el equilibrio del petróleo puede verse afectado. Y eso no va a ayudar a resolver la crisis global.

A partir de aquí los escenarios son muy variados. Por ejemplo: el efecto dominó no se detiene en los países árabes, ni siquiera en los islámicos, sino que pasa a los cristianos. Ganas no faltan en Grecia, en Italia, España, Portugal, Francia o Irlanda. Islandia es ya hace meses un ejemplo de revolución de multitud, pero está muy lejos y los islandeses son muy pocos. En el continente puede ser otra cosa.

divendres, 28 de gener del 2011

Bolas, bulos y trolas.

Soy firme creyente en la teoría de la acción comunicativa de Habermas y sostengo que la democracia es un régimen en el cual las decisiones colectivas se adoptan tras deliberación y debates donde se supone que los participantes dicen la verdad. También creo a pies juntilla en la doctrina liberal de que la verdad prevalecerá sobre el error siempre que se puedan constrastar libremente, como dice Milton en la Areopagítica. Soy fiel creyente en las dos visiones en el terreno de lo que debe ser. En el de lo que es resulta absurdo ignorar que el debate político, la deliberación hasta en sede parlamentaria, está plagada de mentiras y que la mentira prevalece sobre la verdad incluso en sociedades libres y abiertas. Habrá quien diga que si están basadas en la mentira no pueden ser libres, pero ese es otro debate. En el de la realidad algunos sostienen que la mentira no es solo común en la democracia sino que es imprescindible porque si estuviéramos condenados a decir la verdad volveríamos al estado de naturaleza de la guerra de todos contra todos. Pero éste es también otro debate y algo más cínico.

Siendo la mentira omnipresente en la acción política la hay de muy diversas categorías. Cabe distinguir, entre otras, las tres del título de esta entrada: bolas, bulos y trolas.

La señora De Cospedal es consumada maestra en bolas, mentiras redondas que ruedan y ruedan según el principio de la inercia. Ahora dice la citada señora que el PSOE "ha puesto detectives privados" a miembros del PP. ¿Pruebas de tan sorprendente como perversa práctica? De momento ninguna. Y no es de esperar que se esgrima alguna a juzgar por las que se esgrimieron en las dos bolas acusatorias anteriores de De Cospedal: que el Gobierno escuchaba ilegalmente las conversaciones telefónicas del PP y que ese mismo gobierno pretendía establecer en España un "Estado policial". Pruebas, cero. Las mismas que habrá ahora con la tercera bola o mentira redonda. Lo único que parece aquí hasta ahora probado es que esta señora tiene una manía persecutoria que debiera consultar con un especialista.

A su vez el Gobierno es también experto en la fabricación de bulos. El bulo es una mentira amorfa que se extiende por todas las instancias sociales y es objeto de conversaciones y comidillas generalizadas sin que nadie conozca de cierto su fuente, ni su grado de verosimilitud, ni siquiera su contenido exacto. El bulo calienta imaginaciones y pone al personal a perder el tiempo haciendo cábalas. El último es el ya decidido desistimiento de Zapatero como candidato a la presidencia del Gobierno y su sustituciòn por Pérez Rubalcaba, ministro del Interior de acero y hombre que goza de un insólito prestigio en amplios sectores de la sociedad. La mentira se usa en política como en la guerra, para desconcertar al enemigo y la posible candidatura de Rubalcaba no es halagüeña para el PP pues tendrá que diversificar sus ataques. A Zapatero lo tenía muy castigado, pero enfrentarse a un Rubalcaba crecido sólo porque puede ser el candidato según reza el bulo que nadie confirma pero nadie desmiente puede ser catastrófico.

La derecha mediática prefiere la trola que es una mentira artificiosa, alambicada, llena de claves que descubren verdades ocultas por oscuros e infernales intereses. La trola más disparatada y la que más réditos ha dado a la hora de poner en cuestión los fundamentos mismos del Estado de derecho es la de la conexión etarra en el atentado de Atocha. Este terco dislate rebosante de pruebas, contrapruebas y recontrapruebas, tiene de tal modo cegados a sus promotores que no les deja ver que la gente se lo toma a pitorreo. Y es de extrañar en personas tan perspicaces. Está claro que el odio y la soberbia ciegan más a los hombres que el amor hasta el punto de hacerles creer que, porque tengan un periódico o una radio, pueden convertir su delirio en realidad. En cuanto al señor Arenas, que se parece al fantasma de la Ópera, su desmedido afán por ganar alguna vez las elecciones en Andalucía puede obnubilarlo de tal modo que acabe confundiendo a Griñán con Josu Ternera.

Que en los debates entre políticos abunde la fabulación probablemente sea inevitable; que eso también se dé en los medios es más preocupante.

(La imagen es una foto de gaelx, bajo licencia de Creative Commons).


dijous, 27 de gener del 2011

Inés Sabanés y la situación de la izquierda.

No están las cosas en IU para permitirse el abandono de personas de valía como Inés Sabanés. Es cierto que sigue siendo militante de la organización y conserva su escaño en la asamblea de Madrid. Pero seguramente se trata de un compás de espera en tanto decide cuál será su próximo destino. Ofertas no le faltarán. Parece que ya se ha adelantado López de Uralde, de Equo, ofreciéndole encabezar su lista por Madrid. Y en el PSOE se la rifarían. Ella dice estar sopesando otras posibilidades, como participar en un debate sobre la izquierda.

En fin, Palinuro desea que Sabanés atine en su elección no sólo por su interés sino por el general pues la tiene en muy alto concepto como persona y como política.

Allende las cuestiones personales, la triple dimisión de Sabanés se lee como un mojón más en el penoso proceso de apocamiento y disgregación de IU y, en general de toda la izquierda a la izquierda del PSOE. Quizá se refiera a esto Sabanés cuando dice que quiere participar en un debate en la izquierda más de ciudadanos que de partidos. Si es así resulta algo optimista. No es posible participar en un debate que no existe. Existe la idea de que el debate debe existir; pero el debate como tal no existe. A no ser que se considere debate sobre la izquierda aquella reunión de IU de hace unos meses, celebrada con grandes alharacas que se autotituló la refundación y no sirvió para nada pues la práctica viciada de IU siguió como antes de refundarse y el acto en sí no atrajo ni una sola adhesión de fuera de la organización pero sí hubo de encajar alguna separación más.

Que la práctica de IU está viciada es cosa que reconocen sus mismos militantes que se quejan de los personalismos y los clientelismos que dan lugar a una política de capillas, escisiones y abandonos personales. Aún no hace tanto que se marchó Reyes Montiel, al parecer a Equo. Estas peleas intestinas, normalmente por cargos, puestos en las listas, etc., se agudizan en partidos pequeños con escasa representación parlamentaria, como es el caso.

La práctica viciada viene acompañada de una actitud teórica que imposibilita todo debate. La izquierda fuera de IU razona de forma extremista y dogmática: el capitalismo es radicalmente malo, todo lo que sea reformarlo es, en el fondo, sostenerlo y lo que procede es acabar con él por medio de una revolución. La pregunta de cómo hacer una revolución con partidos insignificantes y enfrentados entre sí, en una sociedad desmovilizada y en la que el nivel de vida, aun con la crisis, es muy superior al del Tercer Mundo y al propio hace cincuenta años, queda sin responder.

Para evitar reconocer esa situación de marasmo teórico IU procede por la vía de hecho de la refundación, por aquello de que todo lo real es racional y todo lo racional es real. Y así escamotea la cuestión de qué propone IU en términos de modelo de sociedad, capitalista o socialista, y de proceso de transición, reforma o revolución (o ese ingenioso tercero en discordia que se llama "reformismo radical"); y si es socialista, qué exactamente quiera decir eso, si socialización de los medios de producción, abolición del mercado; y si la transición es revolucionaria, qué formas tomará la revolución. IU se llama a sí misma izquierda transformadora, pero no aclara qué quiera transformar y cómo. Por eso se limita a hacer propuestas concretas, de políticas públicas, presumiendo siempre que las suyas son las verdaderamente de izquierda pero sin poder aplicarlas nunca.

El debate sobre la izquierda y desde la izquierda tiene que darse a partir de dos premisas, las dos tan amargas de tragar que se entiende por qué no hay debate. Premisa primera: el modelo socialista alternativo al capitalismo basado en la socialización de los medios de producción ha fracasado en todo el mundo, incluida Cuba. De ahí tienen que revisarse planteamientos. El Partido Comunista, semioculto en IU a la que inspira y ahoga al mismo tiempo, tiene que explicar qué signifique el comunismo hoy día.

La segunda premisa es que identificar el PSOE, el socialismo, la socialdemocracia, con la derecha no lleva a ningún sitio. La base supuestamente "sana" del partido no lo abandona para seguir la bandera de la "auténtica" izquierda. En realidad es un problema muy viejo. Ya se dio en los años veinte y treinta del siglo XX, en la política de la izquierda en la que los comunistas llamaban a los socialistas "socialfascistas" y se apresuraban a aclarar que eso sólo se refería a los dirigentes, que la militancia llana era fetén. La historia acabó en los frentes populares. Hoy la situación es distinta pero la visión que tienen los comunistas y asimilados del socialismo sigue siendo disparatada. Aunque es comprensible pues, de admitirse que el socialismo es la izquierda, se abre el peliagudo problema de cómo diferenciarla de la transformadora.

(La imagen es una foto de RinzeWind, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 26 de gener del 2011

La i-revolución islámica prende.

Quizá no sea islámica sino arábiga. Pero está siendo.



En los días pasados, juzgando que los sucesos de Túnez eran muy importantes porque podían encender la chispa que abrasara la pradera islámica hasta la Arabia Felix, Palinuro colgó tres entradas cada una de ellas con una propuesta teórica. La primera, Túnez, internet, la multitud sostenía que la revuelta, siendo masiva, permanente, general, no estaba organizada por ningún partido, asociación, confesión o grupo que fuera, sino que era espontánea, un movimiento que tuvo un desencadenante (un estudiante autoinmolado como protesta) y unos cauces de comunicación que han sido esenciales en la movilización. A su vez, ese movimiento tiene un carácter político, no confesional, democrático, ciudadano y campesino, republicano; las multitudes de que hablan los teóricos neorrevolucionarios como Negri. En definitiva, la versión árabe de la "revolución burguesa" estilo occidental.

La segunda, ¿Revolución en el Islam? señalaba que el "peligro" del estallido tunecino residía en la comunidad cultural y lingüística del mundo musulmán, que forma una unidad civilizatoria en la Umma y, desde luego, en la parte árabe de ese mundo no hay barreras lingüísticas. Ben Ali, dégage se leía en las pancartas tunecinas y Mubarak, dégage en las egipcias. Se entienden en su lengua y en las de los imperios. Los jordanos, los yemeníes, los mauritanos se sienten tunecinos y lo son en cuanto a la lengua, la cultura, la religión y las desastrosas condiciones sociopolíticas.

La tercera, iTúnez (relacionada con la primera) señalaba la importancia decisiva de la red en los acontecimientos de Túnez y en los que vengan después. Facebook en concreto, Twitter, con Google por medio y la conversión de los móviles en terminales de la red a través de Youtube fueron decisivos en Túnez, la armazón invisible de aquel movimiento espontáneo. Y lo mismo está sucediendo en Egipto en donde el llamamiento al Día de la ira tenía 87.000 seguidores.


Me parece que los sucesos de Egipto validan y multiplican por ocho las propuestas de Túnez. Egipto tiene ochenta millones de habitantes (cuarenta de ellos por debajo de la línea de pobreza de dos dólares al día) contra los algo más de diez de Túnez; su situación es muy amarga y con un Mubarak que lleva treinta años mangoneando no hay perspectivas de mejora. Así que los egipcios, como ayer los tunecinos, parecen haber encontrado una nueva energía ciudadana.

Obsérvese que el lema de la convocatoria del Día de la ira es una jornada de lucha contra la tortura, la pobreza, la corrupción y el paro. Ese es un lema que vale para todo el mundo árabe, para Argelia, Libia y hasta Arabia Saudita, un lema que escuchan todos los árabes y ven por la televisión en su lengua y que tiene un valor de movilización grande. Porque, mal que pese a los críticos del eurocentrismo, los valores que reclama son propios de la tradición occidental, aunque el prestigio político en la región de los países que dicen encarnarlos no sea muy alto.

Porque Occidente tiene en la zona un problema geopolítico tremendo. Las potencias que han sostenido estos regímenes cleptocráticos tendrán que cambiar su discurso. Los analistas políticos, también. En un momento en que la materia prima con la que trabajan, la información, se divulga en el acto y generalmente por los mismos que la protagonizan ya no basta con darla; hay que interpretarla razonadamente. Y, a ser posible, sin insultar

dimarts, 25 de gener del 2011

Gürtel y las cortinas de humo.

Ya han aparecido las consabidas cortinas de humo, recurso sempiterno de la derecha para no dar explicaciones (ni adoptar decisiones) sobre los numerosos procesos judiciales por presunta corrupción, en los que están implicados decenas de cargos públicos del PP, desde los más elevados (un tesorero o un presidente de Comunidad Autónoma) hasta los más modestos (concejales y alcaldes en numerosos municipios), pasando por los medios (un presidente de Diputación y varios consejeros o diputados autonómicos), prácticamente una especie de metástasis. Por lo que se va sabiendo, alguno de estos supuestos casos de corrupción, el de Gürtel, es tan intrincado que parece novelesco.

La última noticia es que, según un informe policial incorporado al sumario, la Gürtel pagaba las vacaciones del alcalde de Pozuelo, quien viajaba al extranjero acompañado de su familia y hasta de la empleada del hogar , prueba clara de la preocupación de la derecha por el bienestar de los trabajadores. La señora Ana Mato, esposa del alcalde citado, desmiente el asunto tajantemente en la web del PP, en lo que hace al pago del viaje de su persona; nada dice de sus familiares ni de la empleada del hogar. Pues bien, esta noticia, considerada "filtración" por el PP (aunque, si no recuerdo mal, el sumario ya no está bajo secreto, es público), es calificada por el señor González Pons como una cortina de humo para tapar el éxito de la convención de Sevilla. Que la convención de Sevilla haya sido un éxito está por ver. Lo que no está por ver sino ya visto es que el PP está inmerso en una maraña de acusaciones en relación con una trama cuyas presuntas actividades delictivas no se limitaban al ámbito administrativo-político de las contratas, los cohechos, la financiación ilegal, los fraudes a la administración, etc, sino que pueden alcanzar proporciones impredecibles si en verdad se substancian las presunciones de blanqueo de capitales o tráfico de mercancías digamos problemáticas, como las esmeraldas.

En estas circunstancias, ocuparse de cualquier cosa que no sea dilucidar los casos de corrupción que atosigan al PP es, en realidad, esa sí, una cortina de humo. Porque este magma de corrupción no se reduce al asunto estelar de la Gürtel sino que presenta otros casos también en vía judicial, paralelos o indirectamente vinculados a aquella, como son los del expresidente Matas, del presidente de la diputación de Castellón, Fabra o el insólito y jamás aclarado caso Fundescam. Es decir, es el PP en su conjunto, como partido de gobierno, el que aparece sistemáticamente ligado a los casos de supuesta corrupción.

El hecho de que, a pesar de lo anterior, la intención de voto del PP esté doce o catorce puntos por encima de la del PSOE suscita perplejidad. Hay quien sostiene que al electorado del PP no le importa la corrupción siempre que se dé en su partido; en los demás no la tolera. Pero eso no es una explicación sino una descripción. Quizá lo sea más la idea de que para la derecha la política es hacer negocios y los negocios son los negocios. Por ello es tan partidaria de privatizar y, sobre todo, desregular, eliminar filtros, normas, controles, "pesada burocracia". Lo que ya no entiendo tanto es la insistencia en recortar el gasto público cuando es la fuente nutricia de un surtido juego de negocios estilo Gürtel que afecta a un buen puñado de políticos del PP.

Lo decisivo es la intención de voto y, con esa intención de voto, resulta sensato lanzar cortina de humo tras cortina de humo para que no se hable de la Gürtel. La resurrección del caso del bar faisán va a dar mucho juego. Y, a falta de faisanes el asunto consiste en tildar a su vez de cortina de humo todo lo que sea señalar los vínculos entre el PP y la corrupción. Pero la Gürtel ahí sigue, como una némesis silenciosa. Y tanto si hay vista oral antes de las elecciones de 2012 como si no, continuará sobresaltando la vida política.

(La primera imagen es una foto de 20 Minutos, la segunda de Unión Centro Benalmádena, ambas bajo licencia de Creative Commons

dilluns, 24 de gener del 2011

Sed de urnas de los nacionales,

Un fin de semana apoteósico. Esa oportuna convención nacional del PP ha sido un buen golpe de efecto con el que se ha colado en casi todos los hogares españoles a la hora del telediario en un clima de euforia y segura victoria destinado a reafirmar el ánimo de los fieles y ganarse a los indecisos y titubeantes. Hay que apostar por el caballo ganador. Nada en esta escenificación de la alternativa se hizo al azar: el término "nacional" trae ya declaración de principios sin complejos, lo que permite llamarlos "los nacionales" y el emplazamiento en Sevilla quiere preanunciar la segura victoria en Andalucía, un hecho que, de producirse, será calificado de "histórico"

Ha sido un acontecimiento de impacto mediático muy bien preparado por el gabinete de comunicación. Pero la convención tenía que convenir exactamente ¿qué? Porque es en el terreno de las propuestas en donde la sonada reunión ha resultado no enteca sino literalmente vacía. Si las encuestas dan ganadora a la derecha y la derecha se ve ganadora ¿para qué va a complicar las cosas con propuestas concretas que quizá hagan vacilar el ánimo popular? Así que los españoles deben confiar en el proyecto secreto del PP, liderado por ese hombre que, según Camps, "pasará a la historia" y que ayer concluyó la tamborada con un España tiene sed de urnas. Sed de urnas, qué expresión. Tiene un toque evangélico ya que es una de las bienaventuranzas: los que tienen hambre y sed de justicia. Pues nada, igual que los bienaventurados, los de las urnas también serán saciados.

Lo han llamado convención porque no era cosa de llamarlo congreso y, de todas formas, había que celebrar un evento, algo que tuviera presencia mediática. La convención ha sido una especie de gran consagración de Rajoy; todos unidos detrás de las legiones del césar invicto, como en los desfiles triunfales en la antigua Roma. Hemos vencido al enemigo. Hemos ganado las elecciones. Sólo un prodigio en el arte de la manipulación política podría transformar a un comprobado perdedor en un vencedor futuro. Pero falta un pequeño detalle que puede dar al traste con los esfuerzos del mayor mago de la comunicación: queda más de un año para las elecciones y ¿no suena todo esto a un vender la piel del oso antes de haberlo cazado?

Admitido, las encuestas marcan la tendencia. Pero las tendencias cambian en la era digital en cuestión de días, de horas. Hacer una convención nacional para pedir elecciones anticipadas no está mal pero es escasamente novedoso dado que eso es lo que vienen pidiendo el PP y Mariano Rajoy desde que perdieron las elecciones en 2008. ¿Qué añade a esta salmodia de elecciones anticipadas la convención? Mayor audiencia. Pero conseguir mayor audiencia para repetir lo mismo puede ser contraproducente.

Además, cuando rompen a hablar se delatan como "nacionales" en el sentido propio del término en España. Ahí es donde se enmarcan las advertencias catastrofistas de "España se rompe, España fracasa", el Estado autonómico es inviable; el del bienestar, también. Los socialistas practican la "cultura de la muerte", según Mayor Oreja que siempre habla por boca de la nueva Roma porque los nacionales son, no se olvide, "nacionalcatólicos" . Estos propósitos dan miedo en un electorado que es mayoritariamente de centro, centro izquierda con ribetes nacionalistas algunos de los cuales, a su vez, también se consideran "nacionales" de sus respectivas naciones. España, nación de naciones mal avenidas.

El mucho ruido mediático es beneficioso o perjudicial según para qué se haga. Si es para aturdir y que no se cuestione el seguro triunfo será beneficioso; pero si es para clarificar y que se pregunte en qué consiste el proyecto para el que se pide el voto, será perjuidicial.

Por lo demás, al PP le espera una larga campaña negativa con la Gürtel que es como un torbellino maelstrom en su ruta hacia La Moncloa.

diumenge, 23 de gener del 2011

Cuando el lobo se disfraza de lobo.

Sí que meten ruido las encuestas, sí. Tanto que, para hacerse oír, los asistentes a la convención nacional del PP en Sevilla hablan a gritos. No los de rigor que proferían sus ilustres antepasados y mentores ideológicos, pero sí los de victoria. La derecha se ve en el poder en la cresta de una oleada de votos populares con mayoría absoluta, su acariciado objetivo. Y eso se nota en lo que hace y en lo que dice y en cómo lo hace y cómo lo dice. Todo, voto a tal, sin complejos. El franquismo no fue malo; y si lo fue, está muerto y enterrado.

La convención es una exhibición de unidad, lo más importante en la práctica política: una nación, un pueblo, un líder. Las querellas y rencillas internas, las escisiones, los enfrentamientos son cosa de la izquierda, perennemente mal avenida. En Sevilla están todos, hasta los que no pueden verse, fundidos en un abrazo optimista. El poder se halla al alcance de la mano con tal de que sea una sola mano. Todos quiere decir todos. Únicamente falta Cascos, a quien tratan como al hijo pródigo. Todos quiere decir hasta políticos incursos en causas penales que en cualquier otro lugar del mundo hubieran supuesto su rauda dimisión.

En realidad lo que está dimitido es el código ético del partido que no se ha aplicado jamás. Según pinta el futuro a corto y medio plazo, ante el triunfo garantizado, no están las cosas para buscarse problemas con escrúpulos morales cuando en realidad el vencedor puede decir lo que quiera. Así la convención ha adjudicado la ponencia sobre transparencia a Esperanza Aguirre, cuyo gobierno niega sistemáticamente información a la oposición en sede parlamentaria. La de salud pública encomendada a Francisco Camps, adalid de la privada, riza el rizo del esperpento.

Con todo, esto es práctica habitual en el PP. En un congreso allá por 2002, el partido encargó la ponencia sobre el patriotismo constitucional a María San Gil y Josep Piqué. Para que estas dos personas pudieran ponerse de acuerdo era necesario que el patriotismo constitucional no significara nada. El mensaje era y sigue siendo claro: no importa lo que se diga; el caso es salir en los medios diciendo algo, lo que sea, sobre asuntos importantes, para que parezca que el partido tiene alguna preocupación distinta de ocupar el poder y barrer para casa. Por eso, igual que se encargó una ponencia de principios a Josep Piqué, que carece de ellos, y a María San Gil, que solo tiene uno, se encarga ahora la de transparencia a Esperanza Aguirre, presunta responsable política de casos de espionaje y la de salud pública a Francisco Camps a quien sólo preocupa la privada.

Sin embargo, en medio de la euforia convencional, perdida la prudencia que ordena ocultar sus verdaderas intenciones para no asustar a la gente, la derecha anuncia sus propósitos con la suficiente claridad: se meterá en cintura el Estado autonómico y se restringirán o abolirán determinados derechos de los homosexuales, de quienes quieran abortar, etc. En cuanto al Estado del bienestar le queda un telediario pues ya ha anunciado el cerebro del partido y presidente de honor que es insostenible. El lobo se disfraza de lobo.

¿Cabe revertir esta tendencia? Depende de lo que haga la izquierda. Si se impone la parte de ésta que sostiene que no hay diferencia entre el PP y el PSOE gobernante y que lo mejor es la abstención en lugar del abominable "voto estratégico" o "voto útil", la derecha ganará por mayoría absoluta. Si, por el contrario, se impone la otra parte que sostiene que, pese a todo, siempre habrá diferencias importantes entre el PSOE y el PP y que es preferible el primero, no habrá mayoría absoluta para la derecha y hasta puede perder las elecciones si de aquí a marzo de 2012 hay alguna mejora económica.

(La imagen es una foto de oseillo, bajo licencia de Creative Commons).