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dijous, 22 de juny del 2017

Un héroe de nuestro tiempo

El culto al héroe es viejísimo. Sus nombres propios adornan la historia real y la fantástica con grandes variantes. Aquiles, Alejandro, César, Napoleón. Algunos son prototipos ambiguos, como Ulises o Maquiavelo. Thomas Carlyle nos regaló su  Sobre héroes y el culto al héroe en 1841, en donde, por cierto, no se menciona a los guerreros y la valoración de los héroes (dioses, profetas, escritores, reyes, etc) es generalmente positiva.

Por entonces, sin embargo, ya imperaba el modelo del héroe byroniano que aparece en Las peregrinaciones de Childe Harold (1812). El joven hombre de mundo, tempranamente hastiado de la vida, aquejado de melancolía, cínico, hasta cruel, pero también caballeroso, capaz de grandes pasiones y de una entrega ilimitada al amor o algún impreciso ideal hasta el sacrificio. Un ser contradictorio, una mezcla de héroe y villano. Un antihéroe. 

Los románticos rusos reprodujeron el modelo byroniano. Pushkin directamente en Eugenio Onegin y Lermontov después, a través de él, en la figura de Pechorin, el protagonista de Un héroe de nuestro tiempo, cruel, despiadado, inquieto, insatisfecho, nihilista, capaz de grandes pasiones. Juega con los sentimientos de la gente y se atormenta por ello.

En el siglo XX, el héroe desapareció, sustituido por el antihéroe que lo ocupa todo, desde El hombre sin atributos y Gregorio Samsa, hasta los personajes de las novelas de Paul Auster. A mediados de la centuria, Vasco Pratolini revivió el título de Lermontov, en un contexto muy diferente y con personajes que no tenían nada que ver, salvo el carácter del héroe byroniano llevado a la degradación en la figura del adolescente fascista Sandrino, cruel y hasta sádico con los demás y capaz de entregarse a un sentimiento de amor puro. 

¿Y cómo es el héroe de nuestro tiempo en el siglo XXI, al que llamamos líder? Es sobre todo mediático y está hecho a la sociedad de la información y de las redes. Su aventura no es personal, sino colectiva.  Pero sigue siendo contradictorio.  Predica la emancipación ciudadana a través de los  medios que sirven para impedirla. No se preocupa por la intensidad y veracidad de sus sentimientos, sino por la audiencia, dando por supuesto que la verdad dependerá de la decisión de la mayoría a la que desprecia en el fondo de su dandismo byroniano. Porque, si no la despreciara (o la compadeciera, que es una forma de despreciar) no diría que quiere emanciparla. 

Es el drama del antihéroe de nuestro tiempo. Si se adapta a la realidad, sabiendo que esta es obra de los seres humanos, renuncia a su condición heroica y se conforma con ser la idealización del hombre del traje gris. Si se rebela contra ella, pero no la destruye, esta lo asimila en un compartimento estanco dedicado a la rebelión dentro del orden. En él oficia el antihéroe con un discurso contrario que solo sirve para legitimar lo que dice querer destruir.

Si el héroe quiere cumplir la tarea que se autoimpuso cuando inició su andadura le interesa conocer el terreno que pisa, no perder el contacto directo con la realidad. Tal cosa sucede inevitablemente cuando, en la senda del triunfo, son sus partidarios y seguidores quienes le indican el camino y se lo explican. Al héroe le hacen entonces un Potemkin, y acaba convertido en un busto parlante. El solo faro de fiar del héroe es la crítica y el ataque del adversario. Es lo único seguro. Como seguro es que ignorarlas y ocultarlas lleva a la destrucción.   

La imagen es un cuadro de Carlo Carrà, de 1918, titulado L'ovale delle apparizioni, Galeria Nazionale d'Arte Moderna, Roma.

dissabte, 17 de juny del 2017

Los oscuros deseos

Estos de Podemos son una mezcla de enfants terribles y enragés, con unas gotas de indignés y mucha visibilidad mediática. Han nacido para los focos. Menudo griterío ha levantado la diputada de la CA de Madrid y presidenta de su Comisión de la Mujer, Clara Serrano, de Podemos. Es muy de ver cómo se rasga las vestiduras un amplio abanico feminista, real o fingido, orientando el debate a criterios dogmáticos y aplicando las reglas de la maestra ciruela.

Después del post de ayer sobre la gestación por encargo, Palinuro ha cogido ley a esto de las camisas de once varas y se permite opinar, sin ánimo de ofender a nadie, sobre un tema que, a primera vista, parece femenino.

Y es que ahí está el error y mi sola discrepancia en las declaraciones de Serra de que la fantasía de violación y de sexo con violencia es un deseo femenino. Es un asunto oscuro y muchos críticos echan en cara a la diputada que generalice indebidamente. Correcto, aunque insuficiente. Lo peor es que no generaliza bastante. Ese es el error de su afirmación porque, piénsese un poco, esas fantasías son un deseo femenino... y masculino y epiceno y hermafrodita. Donde hay sexo, hay fantasía. Y de todo tipo. A veces, se llama masoquismo. El nombre viene del Masoch de La Venus de las pieles, pero la práctica es, seguramente, tan antigua como la humanidad. Hay masoquistas, igual que hay sádicos, pederastas, místicos, etc, por citar cuatro ocupaciones directa o indirectamente relacionadas con la sexualidad, territorio impenetrable a la luz de la razón. Solo de la fantasía.

Cuando esas pulsiones, rasgos, inclinaciones, causan un daño de cierta importancia a terceros se convierten en delitos. Qué se considere "daño de cierta importancia" es algo que expone la conciencia moral, decide la mayoría y sanciona la ley. La violación del tipo y género que sea es un delito porque daña el derecho a la integridad física y moral de otro(a). Y no hay más que hablar. 

Pero el hecho es que se habla, especialmente de este tipo de delitos, que tienen relaciones con los oscuros deseos de la sexualidad. Todos los delitos vienen con fantasías pero las sexuales tienen un carácter particularmente opaco, que alimenta tendencias morbosas. Y lo que se dice sobre ellas oscila entre los lugares comunes más detestables ("en el fondo, lo que quieren es que las violen") y las teorías más elaboradas y refinadas ("hay un oscuro deseo de sufrir violencia en la sexualidad de las mujeres"). 

Si estamos dispuestos a reconocer que esas afirmaciones pueden predicarse (aunque con índices de probabilidad distintos) de todas las personas en relaciones sexuales, sean del sexo que sean, podremos avanzar en nuestro razonamiento. Si no, habrá que saber por qué no. ¿Es porque la violación de las mujeres o la fantasía correspondiente es cualitativamente distinta de la violación de los hombres o su fantasía? No, claro. La diferencia es cuantitativa. Y que esta no es relevante se observa por el hecho de que las violaciones más frecuentes afectan a las mujeres y también a las niñas y a los niños. Si ese es el argumento que se emplea, está dentro del marco conceptual patriarcal que propicia la violación de las mujeres hasta convertirla en ocasiones en política de Estado, como dice Susan Brownmiller.

Lo problemático aquí es el razonamiento, digamos, culto, lo expuesto por Clara Serra, que está en línea con conclusiones actuales de la sexología. Lo estará, pero no es nada nuevo. Esa idea del masoquismo femenino puede rastrearse en Freud y se formula con todas sus letras en la teoría de Karen Horney, discípula del austriaco. Creo haberla leído en alguna otra psicoanalista, incluso en la hija menor de Freud, Anna, aunque no estoy seguro. 

De lo que sí lo estoy es del correspondiente escándalo que motivó Ayn Rand con su famosa novela (best seller en los EEUU en 1942 y exitazo cinematográfico en 1948), dando celebérrima forma literaria a la teoría de Horney, en una violación que describe al comienzo de la historia, El manantial. Las relaciones entre el feminismo y Ayn Rand fueron siempre muy complicadas y, a raíz de esta novela se enfrentó a la crítica feminista de que, en realidad, ella ensalzaba la violación como el triunfo del héroe. Rand respondió que no tenía conciencia de haber descrito una violación y que, si lo era, se trataba de una violación consentida. La fundadora del Objetivismo despachaba el asunto con una especie de oxímoron. 

Sin duda la fantasía es un espacio sin límites y esas de los oscuros deseos (que llegan incluso a atribuirse a atavismos del Paleolítico, cuando la arqueología rivaliza en estos territorios con la psicología) mucho más. No hay por qué escandalizarse como si fuéramos del Ejército de Salvación, pero sí es preciso recordar que ese deseo no es intrínsecamente femenino, sino humano. 

Lo importante es no olvidar cuándo el deseo se torna delito o cuándo el delito es incitar al deseo.

Y esas señoras que aplauden los comentarios machistas de Hernando y piden la dimisión de Serra por una observación realista cuyo único defecto es quedarse corta, podían proceder a la inversa. Quizá no resultaran más acertadas, pero sí menos ridículas.

dijous, 12 de gener del 2017

Hitler

Timur Vermes (2012) Ha vuelto. Barcelona: Seix Barral, 2013 (396 págs)
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En 2016, al extinguirse los derechos de autor de Mi lucha, en manos del gobierno de Baviera, se reeditó la obra de Hitler en Alemania por primera vez desde 1945 y en mitad de una intensa polémica. A día de hoy, lleva vendidos 85.000 ejemplares, lo cual no es mucho para la obra de que se trata y un país de 81 millones de habitantes. Son buenas cifras de ventas, desde luego, pero no un best-seller. Curiosamente, Hitler parece ser menos popular en sus tierras que en otros lugares del planeta, en donde ha estado vendiéndose desde hace años sin problemas y con gran difusión: en la India alcanza tiradas de cientos de miles de ejemplares. Y lo mismo sucede en Turquía, en donde se vendieron más de 100.000 ejemplares en un mes en 2005. Igualmente se vende muy bien en Rusia, Suecia y en los EEUU, aunque aquí no tiene tanta difusión.

Lo anterior acabó de decidirme a leer esta novela publicada en 2012, traducida al castellano en 2013 por Carmen Gauger y publicada por Seix Barral, que tenía esperando desde hace tiempo. Por cierto, llama la atención que en España haya alcanzado hasta la fecha unas ventas de 85.000 ejemplares, los mismos que en Alemania el de Hitler y con la mitad de habitantes. En cambio este de Vermes se colocó entre los más vendidos desde el comienzo y solo en la República Federal se han comprado cerca de un millón y medio de ejemplares. La conclusión es clara: en Alemania Hitler ya no vende; vende el anti-Hitler. Pero, como de Hitler se trata en definitiva, parece claro que el país sigue teniendo  algo en el fondo de su memoria colectiva que palpita sin cesar.

En el año 2011, en un descampado cerca de donde estuvo el búnker hitleriano en Berlín, el Adolf Hitler de 1945 abre los ojos en el siglo XXI, sin conciencia alguna de lo que haya pasado entre tanto. La idea es llamativa y se presta a un relato entretenido que, al estar narrado en primera persona por el propio Hitler, plantea una situación contrafáctica con las ideas, opiniones y aventuras del Führer, en un mundo, un país y una ciudad que él dejó hace más de 65 años convertidos en ruinas. 

El libro se inserta en una tradición literaria, la ucronía, no tan extensamente cultivada como la utopía con la que comparte rasgos; no todos. La forma habitual es la de alguien que se duerme en una fecha determinada y se despierta muchos años después. Esta fantasía viene a ser como un sentido menor de la profecía y tiene antiquísimos antecedentes. De Epiménides, uno de los siete sabios de Grecia, cuenta Diógenes Laercio que se quedó dormido en una cueva durante 57 años y, según leyenda de sus paisanos, los cretenses, que lo adoraban como a un dios, llegó a vivir 300 años en los que le fue concedido el don de la profecía. Del siglo I a.C es la leyenda talmúdica de Honi M'agel, quien se rio de un vecino que plantaba un algarrobo, diciéndole que este árbol tarda 70 años en dar frutos. Él mismo se quedó dormido esos 70 años y, al despertarse, lo hizo a la sombra del algarrobo. Más conocida en el mundo cristiano es la leyenda de los siete durmientes de Éfeso que, encerrados en el año 250 d.C. en una cueva por orden de Decio para que murieran por cristianos, se durmieron y se despertaron 200 años más tarde en tiempos de Teodosio II.

Todas ucronías, sin función ilustrativa utópica alguna, pero con obvias finalidades morales. La primera novela ucrónica/utópica es El año 2440, de Louis Sébastien Mercier, traducida, por cierto, por primera vez al castellano por un servidor y publicada en Akal. Una curiosa obra que, en su tiempo, hizo furor de ventas (25 ediciones en los primeros años), narra la situación de Francia (en realidad, París; la novela es muy francesa) 640 años más tarde. A Mercier corresponde, por tanto, la paternidad del género que luego tuvo ya exponentes muy famosos en siglo XIX, el de las utopías. El más conocido, en realidad universalmente famoso, es el cuento de Washington Irving, Rip van Winkle, que tiene incluso alguna versión filmada (como también la hay de la novela de Vermes). Sigue otra, injustamente mucho menos conocida que la de Irving, El hombre de la oreja rota, de Edmund About (también un exitazo en su tiempo, hoy olvidado), publicada en 1862 con la historia de un coronel de Napoleon, que muere congelado en 1813 en Moscú, es "disecado" mediante procedimientos científicos por el sabio alemán Meisner y "resucitado" por rehidratación por el ingeniero francés Leon Renault en 1859, en pleno II Imperio, cosa que sirve al autor para amontonar escenas cómicas y equívocos de todo tipo y, por cierto, alabar sin cuento a Napoleón III. El último ejemplo de estas ucronías es Mirando atrás, de Edward Bellamy, publicada en 1887 muestra la ciudad de Boston ( y los EEUU) en el año 2000, a los admirados ojos del joven Julian West que se duerme en aquel año y se despierta 113 más tarde en una sociedad perfecta cuya estructura de clase, organización del trabajo, etc han hecho pensar a muchos críticos que se trata de una novela marxista, con lo que las curiosas relaciones entre el marxismo y la utopía dan un nuevo giro. De hecho, Mirando atrás, también publicada por Akal, fue otro tremendo éxito de ventas en su tiempo, dió origen a un movimiento llamado nacionalismo (no derivado de la idea de nación, sino de la propuesta de "nacionalizar" la propiedad) que se articuló a través de más 150 "círculos Bellamy".

La novela de Vermes tiene, pues, vigorosas raíces. Su variante es que el futuro de las ucronías es aquí el presente. Adolf Hitler no se despierta para descubrir un mundo nuevo, imaginario, sino para tratar de entender el mundo real en el que vivimos los lectores y a todos nos es muy familiar. El objeto no es este presente como es, sino este presente como lo vería Adolf Hitler. El objeto es Adolf Hitler. El narrador en primera persona.

La novela, como suele pasar con el género, es humorística, a ratos sarcástica y, al tiempo que dibuja el personaje y se adentra en sus procesos mentales (el truco consiste en que Hitler en 2011 sigue siendo Hitler y piensa como Hitler), pone en solfa algunos de los rasgos más característicos de la época contemporánea y de Alemania en concreto. El más obvio y que da más juego, es internet y todo lo el mundo de las tecnologías de la información y la comunicación (móviles, tablets, redes, etc) que es la verdadera revolución contemporánea, similar a la de la imprenta en el siglo XV. Da pie a chistes, como ese según él cual, Hitler concluye que la wikipedia debe de llamarse así en honor a los muy germánicos Vikingos (Wikinger) o el hecho de que, no teniendo nada que hacer, en cierta ocasión, pasa tres horas en lo que cree que una simulación de minas  con el buscaminas. 

El personaje es consistente y convincente. Vive en un mundo interno fantástico y resulta tan congruente en sus interpretaciones (cuya finalidad es siempre retomar la guerra, volver al nacionalsocialismo, al Lebensraum, a la conquista del Este, el sometimiento de los pueblos "inferiores" y la supresión de los judíos) que, de algún modo perverso, se hace querer. Su rostro y su pensamiento, sólidamente nazi, hitleriano, lo llevan a protagonizar un espacio de entretenimiento en una TV privada que, por supuesto, consigue un éxito abrumador tanto en vivo y durecto como en Youtube.

Muy digna de reseñar la habilidad narrativa del autor al mostrarnos la reacción de sus coetáneos, la del equipo de la empresa para la que trabaja, Flashlight, como la de la gente que, por las razones que sean entran en contacto con él. El embrollo consiste en que, tras comprender que la persona con la que hablan no puede ser Adolf Hitler, al no poder hacer otra cosa, se ven obligados a tratarlo como si lo fuera porque, en realidad, lo es. Al respecto es muy cómica la entrevista hostil que le hace el Bild Zeitung, con la periodista empeñada en que diga su verdadero nombre, su identidad auténtica, sin poder admitir que es justamente esa, Adolf Hitler. Por cierto, la burla de la prensa amarilla estilo Springer es hilarante. 

Este curioso bucle literario de un personaje que, en realidad, se representa a sí mismo y, por lo tanto, no representa nada sino que actúa con absoluta sinceridad y convicción, es el nudo de una historia en la que van acumulándose episodios que oscilan entre lo directamente cómico y hasta carcajeante (como su pasmo con el hecho de que la gente que pasea perros por las calles vaya detrás recogiendo sus excrementos) con lo más oscuro y también dramático. Por ejemplo, en lo relativo a los judíos, aunque también aquí se roza lo indecible cuando, invitado a ello, conocedor y amante de los animales, especialmente los perros, se le pide que diga cuál sería el "perro germánico" (el pastor alemán) y cuál el "perro judío", que resulta ser el teckel.  

Y hay más cosas indecibles. Por ejemplo, una resurrección de la doctrina malthusiana que animaba el impulso del Lebensraum. Su planteamiento sigue siendo actual con las teorías sobre "los límites del crecimiento" y prácticamente nadie se atreverá a negar que esperan tiempos duros en que habrá lucha por los recursos cada vez más escasos (agua, energía, etc) y hay que enfrentarse a la pregunta despiadada de Hitler: ¿qué raza (él habla siempre en términos de raza) conseguirá los recursos? ¿La más educada o la más fuerte? Es incómodo pensarlo. Por debajo de su tono humorístico, esta novela está repleta de momentos incómodos.  

En su programa televisivo, Hitler expone su dictrina que, como es lógico, es la doctrina de Mi lucha, la doctrina nazi, de la que, en realidad, viene a comvertirse en un telepredicador y alcanza tanta fama y notoriedad que le dan un premio Grimme, uno de los más apreciados en Alemania.  Su intención es clara: valerse de la TV para poner en marcha un nuevo movimiento, un partido que vuelva a hacer grande a Alemania. Por eso se manda mudar a Munich, el punto en que empezó su anterior aventura de conquista del poder. Una vez allí, a raíz de una paliza que le propinan unos tipos de extrema derecha (desconocedores de la verdadera identidad del agredido) y durante su convalecencia recibe llamadas de todos los partidos, habla con sus dirigentes: todos quieren tenerlo con ellos: los verdes, los liberales y hasta el SPD, lo que le permite hacer juicios mordaces sobre todos los partidos políticos actuales. 

Desde el punto de vista literario, la obra es clásica en su concepción, lo cual es meritorio tratándose de la primera novela del autor- El narrador subjetivo, el propio Führer, con plena conciencia de tal, cantidad pequeña de personajes, escasos cambios de escenarios, unidad de (breve) tiempo y una serie de cuadros con las distintas aventuras de nuestro héroe o antihéroe narradas con ingenio y elegancia. De reseñar el uso del típico alemán berlinés y sus giros y modismos. La novela mantiene vivo el interés hasta el final, aunque padece cierta descompensación entre lo que podríamos llamar  el planteamiento inicial y la parte final, algo más atropellada. Es curioso y esperanzador que se hayan vendido unas veinte veces más este Hitler que el de Mi lucha.                                                   

dijous, 24 de novembre del 2016

El héroe dubitativo

Vaya, vaya. El drama del PSOE, ya casi culebrón, da siempre alguna sorpresa. La entrada en campaña de los dos contendientes putativos, Díaz y Sánchez, no ha podido ser más dispar: la de Díaz, planificada, con asesoría de comunicación, apoyo y difusión en los medios, planes de altura para Andalucía, España y Europa. Campaña clásica, doctrinal, en la que no se dice literalmente nada.

Sánchez, que no cuenta con los medios de Díaz, pues es un afuereño al aparato (que controla el acceso institucional a las redes) ha ido más por lo personal, íntimo y sincero. Pero con ideas y ánimo rompedor. Es otro mundo. Los medios lo comparan con don Quijote, por eso de hacerse la carretera. Pero don Quijote estaba armado de una convicción firmísima en la bondad de su propósito. Ni una duda le hizo jamás tomar los gigantes por molinos. Mientras que Sánchez ha mejorado de cabalgadura (ahora tiene coche) pero ha empeorado de ánimo. Duda. Es un héroe dubitativo, como Orestes dudaba si matar a su madre o no; como Hamlet si hacer lo propio con la suya y su amante, asesino de su padre; como Raskolnikov si matar o no a la vieja usurera y es de esperar que nadie vea aquí alusión alguna; como Emanuele Bardone duda entre morir como Emanuele Bardone o como el General della Rovere.Tanto duda que casi parece un antihéroe. Y eso que cuenta con el explícito respaldo de Pérez-Tapias, antaño su adversario y que hoy puede ser el Pílades de Orestes, el Horacio de Hamlet, la mujer a quien Raskolnikov confiesa su crimen, su alter ego.

Aun así, Sánchez duda y quiere pulsar la actitud de la militancia antes de proclamar su candidatura. Eso está bien e indica prudencia y realismo. Pero, para que la militancia tenga alguna actitud que pulsar es preciso ofrecerle algo sobre lo que pronunciarse. Ideas, vamos, propuestas. Y aquí es donde el candidato a candidato debe pararse a pensar y elaborar un discurso (un relato, según se dice hoy) coherente para la mayoría del personal. Esto es, algo armado, congruente, identificable como parte de un proyecto y no consignas aisladas carentes de significado. Eso del proyecto colectivo, que huele a Podemos por la vía asamblearia, hay que dejarlo para el final. Si el pretendiente presenta sus propuestas, ya se animará la gente (o no) a tomar decisiones colectivas. Y si ese programa no es el de una izquierda socialdemócrata reformista de izquierda moderada (que no conservadora) que Palinuro viene proponiendo, sería estupendo conocer cuál es el programa. Sobre todo para que el héroe dubitativo saque de la duda a sus posibles apoyos, que son muchos, a juzgar por lo que se detecta en las redes.

Por cierto, si quieren encontrar un contexto histórico para simbolizar el momento, lo tienen en la sublevación contra el francés de 1808 y la consiguiente guerra de independencia. Las juntas provinciales, negando obediencia al rey, pedían la convocatoria urgente de una Asamblea Nacional o Cortes Constituyentes. Igual que las federaciones y agrupaciones del PSOE, negando obediencia a la Gestora, exigen un Congreso urgente y primarias. Si hay que aconsejar a nuestro dubitativo héroe un modelo por imitar, nadie mejor que Juan Martín Díez, El Empecinado, héroe del momento y notable ejemplo de obstinación hasta el martirio en su lucha contra el invasor y luego contra el absolutismo, que era otra forma de invasor. Pero no llegarán las cosas a esos extremo. Es de suponer que en el PSOE haya la flexibilidad suficiente para apoyar un programa de este tipo frente al acartonado colaboracionismo con la derecha que proponen la actual dirección material e intelectual así como sus grandes focos mediáticos y sus intelectuales orgánicos.

diumenge, 19 de juny del 2016

¿Quién como Dios?

Excelente idea la de la Fundación telefónica de Madrid con su exposición Terror en el laboratorio, comisariada por María Santoyo y Miguel A. Delgado. Con motivo del doscientos aniversario de la noche en que se concibió la novela de Mary Shelley, Frankenstein o el moderno Prometeo, la exhibición se centra en seis figuras fantásticas que han dejado poderosa huella en la imaginación de los seres humanos, de la que también habían nacido: El hombre de arena (1816), de E. T. A. Hoffmann, Dr. Frankenstein (1818), de Mary Shelley, La Eva futura (1886), de Auguste Villiers de l'Isle-Adam, El extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde (1886), de Robert Louis Stevenson, La isla del Dr. Moreau (1896) y El hombre invisible (1897), ambas de H. G. Wells. No es que la exposición sea gran cosa desde el punto de vista de las piezas exhibidas, sino más bien pobre. Pero al remitir su contenido al mundo fabuloso de seis narraciones extraordinarias, su alcance es infinito, sobre todo para quien, como Palinuro, es aficionado a este género y está especialmente familiarizado con algunos de los personajes, como el de Hoffmann y los de Stevenson.

Antes de nada, por amor a la justicia, debe recordarse que aquella noche al borde del lago Leman que esta exposición conmemora y en la que los cuatro amigos que tomaron refugio de la tormenta (Mary Shelley, su marido Percy, el poeta Byron y su médico, John Polidori) no solo vio el nacimiento de esa figura extraordinaria, el monstruo de Frankenstein, sino el de otra no menos poderosa, legendaria y difundida en Occidente: el vampiro. Shelley terminó su novela, que causó un gran impacto. No estamos muy seguros de quién redactó la del vampiro, si Byron o Polidori. Al día siguiente amaneció bueno y, mientras Mary Shelley seguía escribiendo su historia, el que hubiera redactado la del vampiro, la interrumpió y no volvió  ocuparse de ella, quedando fragmentaria. Aparecería publicada algo más tarde bajo el nombre de Byron, pero hay buenos argumentos para sostener que el autor fue Polidori quien, probablemente por despecho o disgusto, se suicidó después, sin sospechar que sería el comienzo de la historia de Drácula.

No obstante, es lógico que la exposición no trate del vampiro porque su elemento central es el ser humano fantástico creado por otro ser humano en un claro reto al Dios creador. Eso es lo que tienen en común nuestros seis héroes, por llamarlos de alguna manera, figuras inquietantes que pueblan nuestros recuerdos infantiles y nuestras fantasías y miedos de adultos.

El más explícitamente dirigido al onirismo de la infancia (y, de paso, el que más fascinante y de mayor calidad me parece) es el hombre de arena, de Hoffmann, Der Sandmann, que arranca de una superstición infantil alemana que aquí traduciríamos con pleno acierto como "el Sacamantecas" y se usa para asustar a los niños. Hoffmann tenía esa temible capacidad de enredar en una sola bola de misterio, angustia y terror todas las edades de la vida, las actividades, las épocas, los estilos, las referencias literarias y, cómo no, las musicales porque él mismo era Kapellmeister. El hombre de arena, como se sabe, es la segunda pieza de los Cuentos de Hoffmann, de Hoffmanstahl. Tengo por imposible resumir el relato de Hoffmann, por sus múltiples referencias al pasado, al presente, a las ciencias, las artes, la psicología. El objeto del relato, Olimpia, la falsa hija de un falso científico de la que se enamora el héroe (retorcidamente bautizado como Natanael) y por la que enloquece, es una autómata, una muñeca animada en la tradición, por entonces, de las leyendas del Golem y el homúnculo de San Alberto Magno. Pero ¿qué decir cuando el amigo del contrahéroe le explica que su obsesión con Olimpia es producto de sus fantasías subconscientes un siglo antes de que Freud expusiera sus doctrinas?

Hay poco de El hombre de arena en la exposición por razones evidentes: es la trama más literaria, compleja y difícil de todas (aunque La Eva futura no se quede atrás, el menos por razones formales), perteneciente, además, el subgénero epistolar. En cambio, Frankenstein es casi omnipresente. También por motivos fáciles de entender porque, aunque el subtítulo remite al mito prometeico, la historia escrita por la hija de Mary Wollstonecraft es la más lineal y también la más clara (que no unilateral) en el planteamiento de las cuestiones filosóficas y morales de estas obras. ¿Puede el hombre sustituir al Creador, al gran demiurgo? ¿En dónde están los límites entre el bien el mal? Y asuntos similares. Por la trama urdida, tan vistosa, la novela de Shelley se haría mundialmente famosa a partir del cine. Frankenstein ha dado lugar a docenas de versiones, más o menos fieles a la novela, empezando por la más famosa de todas, el Dr. Frankenstein (1931), de James Whale, con el fabuloso Boris Karloff, que no fue, ni mucho menos la primera y llegan hasta hoy mismo, con la última versión, Frankenstein (2015), narrada desde el punto de vista de la propia criatura con ánimo de exponer las miserias, cueldades y barbaridades de nuestro mundo. Precisamente hoy estaba viendo de nuevo la versión de 1994, dirigida en interpretada por Kenneth Branagh, que hace hincapié en una secuela de la novela. Otras versiones lo han hecho en otros aspectos, como La novia de Frankenstein, pues debe recordarse que lo que convierte al monstruo en enemigo de la humanidad es que Frankenstein se niegue a darle una pareja, algo que emparenta más la historia con el Génesis que con la mitología griega.

A la entrada de la exposición se proyecta una concatenación de trailers de películas de Frankenstein a lo largo del tiempo. Es una buena idea, aunque algo fatigosa, porque permite ver a qué extremos de delirio lleva el cine una historia con tal de sacarle provecho comercial. Hay trozos de la película de Whale, pero también otros disparatados en los que Hollywood mezcla a Frankenstein con el hombre-lobo (y no es lo peor, esta cinta la salva la interpretación de Lon Chaney) o con Drácula, sin permiso de Polidori, claro. Y llega a auténticas estupideces como las películas de la pareja Abbott y Costello, unas miserables caricaturas de los geniales Laurel y Hardy.

El periodo intermedio, por asi decirlo, es el ocupado por La Eva futura, de Villiers de l'Isle-Adam y el Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, de Stevenson. De nuevo se manifiesta aquí una curiosa dualidad: mientras que la historia de Jeckyll y Hyde ha pasado muchas veces al cine y al teatro, apenas hay versiones -si no son indirectas- de La Eva futura, de forma que, para mucha gente, es una desconocida. Y me atrevo a decir que por la misma razón por la que casi nadie conoce El hombre de arena y todo el mundo ha visto Frankenstein: por la accesibilidad del relato y su carácter popular. Villiers de l'Isle-Adam, un aristócrata venido a muy menos, cuyo radicalismo lo llevó a luchar del lado de los Communards de 1871, era un hombre difícil, de trato dificil y estilo y prosa difíciles, como debe esperarse de alguien influido por Baudelaire y Mallarmé y representante del modernismo y el simbolismo en la literatura. Sus Cuentos crueles, la única obra, creo, que ha alcanzado el favor del público, se siguen editando y leyendo hoy día porque su brevedad, originalidad y estilo menos alambicado así lo permiten. La Eva futura ya es otra cosa. Hay quien la encuentra intragable. No es mi caso, pero reconozco que ese denso diálogo entre dos personajes requiere aguante. Su trama enlaza directamente con Hoffmann porque también aquí se trata de una mujer autómata, creada por Edison para resolver un problema de un gran amigo suyo a punto de suicidarse. Pero la similitud se acaba ahí. Lo que interesa a Villiers es cargar contra las mujeres, a las que tiene en gran aborrecimiento en un paroxismo de misoginia. Es la idea de la mujer vaso del mal y origen de la desgracia de los hombres. De hecho, la exposición relaciona con tino esta criatura con la falsa María que crea el odioso capitalismo en la película de Fritz Lang, Metrópoli (1927) para engañar a la clase obrera. La obra de Villiers, a pesar de todo, tiene puntos de grandísimo interés y no solo formales. El autor llama a la autómata Andreida y pasa por ser el inventor del término hoy ubicuo de androide.

Es poco lo que puede decirse de Jeckyll y Hyde, universalmente conocidos a través de películas y reediciones del libro que nunca está descatalogado. Hasta los políticos, que no suelen saber nada de nada, los ponen de ejemplos del bien y del mal, el amigo/enemigo schmittiano, el maniqueísmo de la especie. Parece mentira que una novela tan corta, tan sucinta y sencilla, tenga ese impacto sobre la dualidad moral de la humanidad. Pero así es. Stevenson la escribió en un acceso de febril creatividad, mientras guardaba cama por la tuberculosis que acabaría matándolo, en ocho días. Terminada la obra, la releyó entera y, asustado por su contenido, la arrojó al fuego, sin que quedara nada de ella. Luego, la reescribió de memoria. Siempre he jugado con la pregunta de ¿quién obligó a Stevenson a reescribir esta genialidad?

Los otros dos puntos de la exposición se apartan por razones distintas de los modelos anteriores. La isla del Dr. Moreau, (1896), de H. G. Wells, que cuenta también con numerosas adaptaciones cinematográficas, es mucho menos popular que Frankenstein o Jeckyll, muy probablemente porque no hay un monstruo singular y concreto, sino muchos e indiferenciados; porque no hay posibilidad de empatizar por vía alguna con el científico que experimenta en los límites de lo convencional y moralmente aceptable ni con sus monstruos; y porque genera una sensación de desagrado e incomodidad que hunde sus raíces en esos oscuros estratos que compartimos con los animales. La novela se escribió en pleno debate sobre la necesidad de prohibir la vivisección, debate que se mantiene un siglo y pico después y en el comienzo de un movimiento que todavía encuentra muchos obstáculos, esto es, el de los derechos de los animales. El Dr. Moreau mezcla seres humanos con animales en un fantástico empeño por inculcar en las especies irracionales las pautas del entendimiento humano. El resultado es terrorífico, por descontado. Y algo de esto alienta en los avances de la genética, los experimentos de clonación y las pruebas transgénicas.

Al lado de lo anterior, la historia de El hombre invisible tiene mucho menos fondo, si bien cuenta igualmente con una larga serie de adaptaciones cinematográficas porque el problema formal que plantea, esto es, cómo hacer invisible a una persona en la pantalla (o en un escenario de teatro) es un reto al que los cineastas y dramaturgos se resisten con dificultad. Todos ellos, del primero al último, llevan en el fondo de su corazón unas gotitas de Georges Méliès; todos ellos esconden en su interior un  aficionado a la magia, la prestidigitación, el espectáculo fantástico. Por supuesto, la novela de Wells, que era un socialista convencido, apunta cuestiones filosóficas y morales (delito, traición, afán de dominación mundial, reino del terror, etc), pero su fuerte está en el aspecto mágico de la peripecia. En realidad, El hombre invisible arranca de un espíritu y un propósito cercanos a La máquina del tiempo y también de Jeckyll, en la medida en que el científico es incapaz de revertir el resultado de sus experimentos. Es un relato de aventuras. 

En fin, la exposición está muy bien. Sirve para que se dispare la imaginación y se visiten regiones repletas de memorias. Merece la pena.

dissabte, 10 d’octubre del 2015

La lucha por la vida en el Mediterráneo.


Javier de Lucas (2015) Mediterráneo: el naufragio de Europa. Valencia: Tirant lo Blanch. (155 págs.)
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Para los países ribereños, el nuestro entre otros, el Mediterráneo es un mar muy especial. No es un océano, pero tampoco es un lago grande. Es eso, un mar aristotélico, es decir, un mar del justo medio, de la proporción áurea, un mar equilibrado, un mar europeo. Lo llevamos tan en el fondo de nuestras identidades culturales que, a veces, nos lo hemos apropiado. Los romanos lo llamaban mare nostrum y los españoles, mar español. En torno a él se ha fraguado la civilización europea, la ciencia, el comercio, la filosofía, la religión. Lo hemos cruzado incontables veces, para predicarnos o combatirnos o esclavizarnos o liberarnos los unos a los otros. Él es la cuna en la que hemos aprendido el nombre de las cosas, a contar, a nombrar los días y los meses, a narrar, a mentir, a fabricar nuestras leyendas. Odiseo es un héroe europeo, pero también los almogáraves, Juan de Austria, Andrea Doria, Eneas, los cruzados, Solimán el Magnífico. Todos son nuestros. Somos hijos del sol, del azul del cielo y la mar y el producto de mil fábulas en las que hemos crecido.

Así que cuando, al comienzo de este interesante libro escrito por un jurista que es medio poeta, se nos dice que el Mare Nostrum es la mayor falla demográfica de Europa (p. 13) y que se ha convertido en una de las aguas más peligrosas del mundo, sentimos profundo desasosiego. Nuestro Mar no ha sido nunca una balsa complaciente, desde luego, pero tampoco una cloaca en la que bandas de criminales realizaran sus inhumanos negocios. Ni siquiera cuando lo surcaban naves de terribles piratas de la Berbería. Algo ha cambiado en él; una nueva circunstancia se ha extendido a costa del sufrimiento de miles y miles de seres humanos en busca de asilo y refugio. Y nosotros, los Estados europeos, ribereños o no, que hemos presumido siempre (unos más que otros, desde luego) de ser tierras hospitalarias, lugares de asilo y protección, nos hemos convertido en cómplices de lo que la historia acabará considerando uno de los mayores genocidios puesto que nuestras políticas en la materia ignoran y pisotean tres derechos que el autor llama repetidamente "elementales": a) el derecho a no emigrar; b) el derecho a emigrar; c) el derecho a instalarse en otro país (p. 16). Hemos hecho realidad el dictum de Agamben y nos hemos instalado en un estado de excepción permanente (p. 19)

De Lucas nos advierte de que somos nosotros los interpelados: de te fabula narratur. El desafío migratorio es global (p. 28) y no nos es ajeno, aunque, nos empeñemos, como dice Balibar , en erigir fronteras internas de nuestras democracias (p. 33). Las respuestas políticas llevan para nuestra vergüenza a la construcción de un espacio de un "infraderecho", un "limbo jurídico" cuyo emblema son los CIEs (p. 37).

El Mediterráneo es hoy una gran frontera. En realidad, una resurrección del viejo limes romano: del lado de acá, nosotros; del de allá, una turbamulta oscura y amenazadora, compuesta de bárbaros o pordioseros, ¿qué más da? Con mayor frialdad de docente, de Lucas detecta cuatro errores en nuestra visión, en la ingenua esperanza un poco psicoanalítica de que, si somos capaces de ver nuestros fallos, empezaremos a corregirlos: a) los inmigrantes no son conscientes de los riesgos; b) son meras víctimas de los traficantes; c) los países de tránsito (Túnez, Turquía) tienen capacidad o interés para contener la inmigración; d) la lucha contra las redes de traficantes es la única política eficaz; e) no hay que exagerar el efecto llamada de nuestras políticas (pp. 49-51).

Los inmigrantes y los refugiados son los parias entre los parias. Las claves para construir políticas migratorias eficaces y legítimas es recuperando la relación entre Estado de derecho, democracia y solidaridad (p. 44). El fin es construir un Estado de derecho global, universal, como lo quería Kant, en una gran federación de Estados (p. 61). Debe haber una "solidaridad abierta", suscitada por una idea del derecho de asilo como Urrecht (p. 65). La hospitalidad y el fundamento del derecho de asilo es la sacralidad de la vida (p. 67). Perfecto. Suscribo, aunque mi viejo demonio realista me recuerda que, por muy en alemán que lo pongamos, pocos respetarán los derechos ajenos si no respetarlos es beneficioso y sale gratis. Item más, que la sacralidad de la vida, proclamada por los pontífices de nuestras religiones debe modularse a la luz de la idea del homo sacer también agambengiano.

De Lucas es taxativo: la garantía de los derechos es un objetivo irrenunciable (p. 75). Recoge cuatro observaciones críticas de Judith Sunderland: 1) rechazo al "efecto llamada"; 2) la identificación de las mafias del tráfico como único problema; 3) aplicar un modelo hidráulico de política migratoria, dejando pasar solamente a los que se necesiten en el marcado de trabajo; 4) situación de emergencia. Europa estaría colapsada por las oleadas de inmigrantes (pp. 86-87), un argumento este al alcance de cerebros privilegiados como el de García Albiol. Resulta sencillamente estúpido que en un continente con tasas de natalidad negativas, en donde, como sucede en Dinamarca, el estado tiene que calentar a l@s ciudadan@s para que  aporten nuevos contribuyentes al fisco, impidamos la entrada de sangre nueva.

Casi desmayado ante el predominio de las consideraciones de obtusos intereses nacionales a corto plazo, el autor habla de deberes jurídicos universales y primarios ante los derechos humanos elementales (p. 89). A los Estados ya no solo los obligan los derechos humanos de sus ciudadanos (p. 90). Hay un marco jurídico vinculante, el Derecho internacional da refugiados, la Convención de Ginebra de 1951 y el Protocolo de Nueva York de 1966, las obligaciones con refugiados, desplazados, etc, por catástrofes medioambientales, por ejemplo, tomando el caso del MV Tampa el 24 de agosto de 2001 (pp. 92-93). El hecho de que se trate de un caso excepcional prueba lo lejos que estamos de ahormar estos propósitos en alguna forma de imperativo categórico.

Sin duda tenemos obligaciones jurídicas primarias respecto a los seres humanos que pierden la vida en el Mediterráneo (p. 97). Y lo que hacemos en enfocar el problema como uno de orden público y seguridad, y reforzamos la agencia FRONTEX, con sus operaciones de vigilancia y control antes que de salvamento y rescate en las operaciones Tritón (Italia) y Egeo (Grecia) (p. 98). En el fondo, estamos llevando una guerra sucia clandestina contra inmigrantes y refugiados (p. 103) Lo acuerdos de Bruselas de 23 de abril de 2015, que querían abordar con urgencia la "tragedia humanitaria", en realidad son pura hipocresía y verdadera xenofobia institucional (p. 105). Que el majadero de La Moncloa regrese de los cónclaves europeos vendiendo estas trapacerías como justicia es inevitable. Que así se piense en las capitales más ilustradas del continente es una vergüenza.

En el fondo, de lo que se trata, aunque De Lucas no sea tan taxativo, es de ganar tiempo a ver si, entre tanto, el problema desaparece por exterminio de los solicitantes en los lugares de origen, por ejemplo. La nueva agenda europea para la inmigración, de 13 de mayo de 2015, hecha por la Comisión persigue cuatro finalidades a plazo: a) reducir incentivos para la inmigración irregular; b) salvar vidas y garantizar la seguridad de las fronteras exteriores; c) firme política de asilo; d) nueva política de inmigración legal (p.113). El vergonzoso cálculo de las cuotas de asilo, asignadas a unos gobiernos reticentes tienen en cuenta: el PIB (40%), la población (40%), la tasa de paro (10%) y la media de peticiones de asilo entre 2010 y 2014 (10%) (p. 116). Al final, sin embargo, en la reunión del Consejo Europeo de 25 y 26 de junio de 2015 en Bruselas, hubo que reconocer que el reparto de los 40.000 refugiados fuera voluntario (p. 125).

La verdad, sin embargo, pertenece al terreno de la Realpolitik. El EUNAVFOR-MED, el plan secreto de la UE revelado por WikiLeaks persigue: 1) conseguir información sobre redes de traficantes; 2) patrullar aguas internacionales próximas a Libia; 3) actuar militarmente en contra de esos barcos (p. 128). Que el plan sea secreto y WikiLeaks lo haya descubierto pone una vez más de relieve la justicia de la observación de Kant: "todo lo que afectando a derechos de los demás no pueda hacerse público es injusto".

El diagnóstico de De Lucas es contundente y sin apelativos. Por cierto, es de agradecer que el libro recurra a ilustraciones, costumbre que se ha perdido, y muy de aplaudir la reproducción del Barco de esclavos, del gran Turner, para demostrar que la injusticia cambia de forma, pero no de esencia. Sus propuestas remediales son bienintencionadas y supongo que nadie se atrevería a negarlas, pero son tan genéricas que su viabilidad y factibilidad parecen remotas: una política de codesarrollo no intrumental ni cortoplacista (p. 141). Atención a salvamento y rescate (p. 142). Garantías para hacer efectivo el derecho de asilo en la UE (p. 144). Otra política migratoria basada en un cambio de nuestra mentalidad que nos haga ver las ventajas (y la justicia) de basar nuestra unidad en la diversidad (p. 147).

dilluns, 27 d’abril del 2015

Carta a Rajoy de la Reina de Ingalaterra.


Buckingham Palace April, 26th. 2015
R. H. Mr. Mariano R. Brey
La Moncloa. Spain.

Estimado señor Mariano R. Brey: Envío a usted esta carta traducida al español porque, según mis noticias, no lee usted el inglés. Me fastidia, no crea, porque, dado su contenido, exige confidencialidad y, aunque estoy absolutamente segura de la discreción de mi traductor, nunca se sabe, ¿verdad? Por cierto, también me han dicho que, además de no saber leer inglés, tampoco sabe usted leer español. Pero me malicio que esas deben de ser las inevitables habladurías envidiosas que acompañan siempre a la gente grande.
Paso al asunto que nos ocupa. He esperado unos días por si, a la vista de los hechos, su gobierno tomaba alguna decisión a propósito de ese señor que tienen ustedes aquí a título de embajador. Pero veo que pasa el tiempo y no hacen ustedes nada. Así me dije: “Mira, Liza, escribe directamente al señor Brey. Seguramente se habrá distraído. Como está tan ocupado…
En Inglaterra, señor Brey, estamos acostumbrados a tratar con todo tipo de pillastres y no se nos caen los anillos. Pero son nuestros pillastres, ¿entiende? No ajenos. De esos tenemos poca experiencia y menores deseos de verlos por aquí. Me he informado suficientemente sobre su embajador en la corte de Saint James: tampoco sabe mucho inglés (aunque más que usted), es de estatura moderada, moreno, de crespo cabello, fanfarrón, violento, mal encarado, vocinglero, cuenta chistes verdes, dice ser muy religioso, es arbitrario, incompetente y presuntamente aficionado a los chanchullos. Mis informadores coinciden en declararlo un español típico pero estoy segura de que se dejan arrastrar por los prejuicios de la Leyenda Negra, que tanto y tan injusto daño a hecho a España.
De todas formas, para evitar disgustos, ¿por qué no relevan ustedes a este héroe de Perejil y nos envían a alguien normal, de esos de la carrera diplomática? Por ejemplo, al dramaturgo Ramírez de Haro.
Según parece, además de haber tenido una bochornosa actitud en un accidente de aviación de un Yak 42 ruso, en el que perecieron 62 compatriotas suyos, recientemente se ha descubierto que, siendo el hoy embajador diputado, y sometido a estricta incompatibilidad, cobraba un dineral de una empresa que luego recibía contratas públicas adjudicadas por su partido. Aquí, en Inglaterra tenemos nombres muy duros para esos sujetos. Pero somos los ingleses, ya se sabe, puritanos. Ustedes los papistas lo tienen más fácil: cometen tropelías, luego van al cura, se arrepienten y ya pueden volver a empezar.
Aun así, haga un esfuerzo, póngase en mi lugar. Debo guardar las apariencias. Le sugiero busque un destino más apropiado para este pájaro. ¿Por qué no en Jamaica, por ejemplo?
Y ya en el seno de la confianza, aprovechando este momento distendido entre usted y yo, permítame añadir mi preocupación por un par de asuntos más.
Según mis noticias, ha repetido usted una mítica hazaña de cuando era vicepresidente del gobierno del señor López y ha enviado usted a pique en alta mar, pero cerca de sus costas, un buque petrolero cargado de fuel, confiando en que su cargamento se convertirá en hilillos de plastilina, gracias a la intercesión de Santa Teresa de Jesús. No sabe qué tranquila me siento. Muchos británicos que planean pasar sus vacaciones en las Canarias me han escrito alarmados. Supongo que puedo tranquilizarlos, ¿no? La Santa convertirá el chapapote en aguas limpias y cristalinas que dirían “bebedme” de no ser saladas.
Igualmente, nuestro ministro presidente de Gibraltar, señor Fabián Picardo, me ha pedido que interceda ante usted para que su ministro de Asuntos Exteriores, señor Margallo, al parecer lo que ustedes llaman un africanista, deje de incordiar con la Roca, que ustedes llaman Peñón. Dicho queda. Estoy segura de que sabrá usted domeñar el encendido patriotismo de su colaborador. Tenga en cuenta que en Gran Bretaña protegemos los intereses de todos nuestros súbditos. Incluidos los monos de Gibraltar.
Algunos asesores me han recomendado que no le escriba una carta tan larga para que no se fatigue usted y le quede tiempo de leer el Marca. Que lo redujera a un whatsap porque en esto de las nuevas tecnologías está usted muy impuesto. O un SMS que dijera: “Brey, sé fuerte. Actúa. Destituye”. Pero yo sé que dada su probada voluntad y entrega al servicio de su país, aceptará usted de buen grado los consejos de esta veterana reina que lo aprecia. Sobre todo, ahora que se enfrenta usted a unas elecciones.
Los reyes y reinas británicos tenemos prohibido inmiscuirnos en política. Pero solo en Gran Bretaña. En el extranjero, somos libres, por eso y porque sé que mi primo, Felipe VI de España, tan descendiente de la Reina Victoria como yo, muy respetuoso con los límites constitucionales, no lo hará, me atrevo a sugerirle una inmejorable vía de actuación.
Además de destituir a este embajador que deja la marca España en muy mal lugar, proceda usted a apartar de la política a todos los personajes de su partido ya condenados, procesados, acusados, imputados o sospechosos de corrupción empezando por usted mismo. Sí, señor Brey, inclúyase usted en la relación de los grandes primeros ministros, los Palmerston, Gladstone, Disraeli, Churchill, capaces de sacrificarse cuando la patria lo exigía. Disuelva usted el parlamento y convoque elecciones anticipadas. Por lo demás, deje que sean los jueces quienes decidan si también corresponde o no disolver su partido, el Partido Popular, como una presunta asociación de malhechores.
Estoy segura de que si atiende usted a mis humildes sugerencias, se fortalecerá la tradicional amistad entre nuestras dos naciones. Serán fraternales.
(La imagen es una foto del ministerio británico de Defensa, con licencia abierta del gobierno británico "© Crown Copyright 2015").

dijous, 16 d’octubre del 2014

Un desabarajuste como Dios manda.


Cuando los analistas políticos más radicales se enfadan suelen llamar a España "país tercermundista" o "república bananera". Hacen peyorativa referencia a dos modelos imaginarios y, por supuesto, extranjeros y señalan cuánto se les parece nuestro país. No son expresiones muy afortunadas porque a quien verdaderamente se parece España es a ella misma, cuyas rarezas y peculiaridades dejan muy chicas las de aquellos. España es un desbarajuste secular y sus raíces se encuentran en su propio y genuino ser; es la heredera de la corte de los Austrias, pobladas por frailes, monjas, enanos y bufones; la de los Borbones y sus francachelas; la de la Corte valleinclanesca de los milagros; la de la Celtiberia Show del llorado Carandell.
Las tarjetas negras están afiladas como guadañas que van segando gañotes de gente respetable. Como títeres de guiñol caen exministros y vicepresidentes del gobierno, decanos de colegios profesionales, notorios empresarios, representantes políticos. Gentes que hasta ayer predicaban moderación a los demás, sacrificios, trabajar más y ganar menos, renunciar al salario mínimo, al digno, al subdigno y al ínfimo; pechar con todo tipo de subidas y recortes. Ciudadanos ejemplares, puentes entre el pueblo y unas autoridades que hacen cuanto pueden. Compatriotas a quienes ahora quema el dinero obtenido de las mágicas tarjetas que eran como genios serviciales de las mil y una noches, y andan devolviéndolo en donde pueden. Coge el dinero y corre... a la ventanilla de Hacienda.

Las comparecencias parlamentarias de ayer. El nuevo ministro de Justicia, Catalá, quien tuvo que encajar a barba firme una intervención demoledora de un diputado de Amaiur, acusando a la policía española de torturar y con documentos internacionales, aclaró modestamente que solo queda un año de legislatura y que quizá no le dé tiempo a deshacer el desbarajuste que ha organizado su predecesor Gallardón en todos los ámbitos de la justicia. Forma parte del desgobierno más acrisolado: tres años para desbaratarlo todo y uno para recomponerlo. De la comparencia de la ministra de Sanidad ya se ocuparán las revistas Mongolia y El Jueves, que son sus espacios naturales, y el Gran Wyoming por supuesto. De sus tareas se ocupa la vicepresidenta. Va a ser el primer caso de la historia de ministra con cartera sin cartera. Algo único, como Dios manda.

En los medios atruena el desbarajuste en marcha. Suspende el ánimo escuchar en el 74 aniversario del asesinato de Lluís Companys a un tertuliano que fue portavozarrón del gobierno de Aznar diciendo que a Mas le falta un fusilamiento. Añade este fino comentarista de la actualidad que lo han "malinterpretado". Y no lo dudo. Pero no porque lo hayan interpretado mal sino porque él no sabe hablar. Seguramente quería decir que, a fuerza de buscar protagonismo y huir hacia delante, a Mas le vendría de miedo que lo fusilaran para poder decir luego: "Aquí estoy, fusilado, por amor a la Patria". Pero le faltan recursos literarios para dibujar su imagen y dice lo que dice. No dudo de que no quiere que fusilen a Mas. Entre otras cosas, porque, si se le hubiera ocurrido, lo habría dicho. España y yo somos así, señora.

Y, cómo no, la ebullición catalana. Al tiempo que el sistema político catalán digiere el cambio de escena impuesto por Mas, el movimiento soberanista ha convocado una manifa pro consulta, independentista, para el próximo diumenge en la Plaza de Catalunya. Es un reto directo lanzado a los nacionalistas españoles que se manifestaron hace cuatro días en el mismo punto. Esperan los catalanistas que las comparaciones sean abrumadoras. ¡Con lo fácil que hubiera sido sentarse hace meses a negociar una consulta democrática que permitiera saber de cierto qué piensan los distintos sectores de la sociedad catalana! Hubiera evitado al gobierno y, de paso, al Estado estos espectáculos lamentables en los que la negra honrilla del nacionalismo español aparece en toda su miseria: manifas escuálidas, fascistas brazo en alto, arzobispos que piden a los independentistas que pasen por el confesionario o la cabra de la legión.

Se oyen algunas tímidas voces intentando cambiar la melodía. Hasta El País, convertido en buena parte en vocero del gobierno, reconoce que la sola invocación de la legalidad no es suficiente y reclama medidas políticas, es decir, que se negocie y no al modo de Rajoy, negándose a toda negociación, si no de verdad. Seguramente es el criterio de sus accionistas extranjeros quienes, no estando inmersos en el desbarajuste general, ven las cosas con algo más de ese sentido común del que Rajoy presumía tanto como, según se ve, carece de él.

Al tiempo, El País, creyéndose heredero de sí mismo, analiza en el citado editorial la situación política interna de Cataluña e insiste en el enfrentamiento abierto en el bloque soberanista sin dar ni una. Claro que hay enfrentamiento y división y los aliados discuten agriamente. Pero mantienen una unidad estratégica, no porque las partes sean prudentes, sino porque no pueden hacer otra cosa. ERC acepta lista única en unas elecciones anticipadas siempre que Mas no la encabece, que dimita. Pero Mas sigue siendo el líder, el que toma las decisiones, el que manda en Cataluña, aunque Rajoy no se haya enterado o quizá por eso. Suya es la iniciativa, la que El País suplica al gobierno central que tome, porque tiene opciones coaliciones y alianzas parlamentarias alternativas para seguir gobernando, aplazar las elecciones y recuperar el terreno perdido. Los dos partidos dinásticos están locos por pactar con él, juntos o por separado. A ninguno de los sectores soberanistas interesan esas posibles alternativas; a ERC porque postergan el momento de la confrontación y clarificación final y el posible sorpasso; a CiU porque la presentan bajo una luz poco favorecedora a su perfil nacional catalán. Así que lo lógico será que hagan cuanto puedan para evitarlas y mantener la unidad de acción. Será además lo que probablemente les exigirán los manifestantes del diumenge.

A Rajoy se le rompe España y ni se entera o hace como que no se entera. Aplica su conocido ardid de ignorar cuanto no le interesa. Así como las gentes primitivas piensan que aquello que no se nombra no existe, Rajoy silencia lo que lo incomoda. Pasó meses sin pronunciar el nombre de Bárcenas pues de esta manera lo desmaterializaba, lo "descreaba", lo borraba del mundo de los vivos. Y no, Rajoy no es un primitivo; es el expresidente de la Diputación de una pequeña capital de provincia de la que el saber popular gallego dice que "duerme". Ese es el espíritu que ha trasladado al gobierno del Estado. Así, sale a la calle como el que sale a la Alameda por la tarde, y va diciendo a sus convecinos que "España es una gran nación". Sus asesores, alguno de los cuales debe de haberse enterado de cómo han procedido los británicos con su referéndum, le han hecho decir que en España todos queremos mucho a los catalanes. Lo cual ya tiene mérito y papo para alguien que, estando en la oposición, encabezó una recogida de firmas por toda España en contra del Estatuto catalán y se hizo fotografiar muy orgulloso a la vera del Congreso de los Diputados con enormes valijas en las que, decía, había cuatro millones de firmas en contra del estatuto de esos catalanes a quienes tanto quiere; tanto que no los deja votar, no sea que se envicien.

La gran nación como Dios manda, espléndidamente representada en su presidente, cruzó la frontera para explicar a los europeos nuestro exitazo en materia de lucha contra el ébola. Estos aprovecharon para felicitar al presidente, según afirmó él a su regreso a España. Al día siguiente, Obama convocaba una videoconferencia con los líderes de Italia, Francia, Alemania y el Reino Unido, ignorando al héroe del momento, el de la gran nación. Pero sin duda no le importará pues sabe que los europeos transmitirán a Obama las sabias consejas que él les dio. ¿No lo habían felicitado por ellas?
Nada de país tercermundista ni república bananera. Puro desbarajuste, desgobierno como Dios manda, caciquil y corrupto en el estilo clásico de la primera restauración, irresponsable y ciego ante la magnitud de los problemas a los que se enfrenta.


(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dimecres, 4 de desembre del 2013

Santiago y cierra España.

A ver. ¿Qué se han creído esos extranjeros? Sobre todo esos ingleses, ¿qué se han creído? ¿Que pueden meter sus narices en los asuntos internos españoles? Esos sempiternos enemigos de España, propietarios de Gibraltar solo por fastidiar, debaten en la Cámara de los Lores sobre la formación de una Comisión de la Verdad para hacer justicia a las víctimas del franquismo e indagar en los crímenes de la Dictadura de Franco. Pero, bueno, y ¿quién es la Cámara de los Lores para hurgar en asuntos internos españoles? Y asuntos del pasado, de los que Rajoy dice que ya está harto, de la República y el franquismo. ¿Que quién es la Cámara de los Lores? Pregunten a Esperanza Aguirre, que es Dama del Imperio Británico. Ella lo sabrá.

En todo caso, alguien y algo es. Incluso después de la inconclusa reforma de Blair. Su voz suele ser escuchada. Tiene autoridad. Y es literalmente una vergüenza que sea un parlamento extranjero quien recuerde a los españoles un deber de justicia que llevan 35 años incumpliendo. Un bochorno, vamos. Y tampoco es nuevo. Ya debatía a comienzos del XIX la Cámara de los Comunes sobre el absolutismo de Fernando VII y su modo de tratar a los prisioneros políticos. La cosa viene de muy atrás. En esta decisión de la cámara alta británica sin duda ha pesado la experiencia habida con general Pinochet, cuando los tribunales españoles exigieron su extradición a España, apelando a la jurisdicción penal internacional. Entonces fueron los británicos quienes actuaron con criterios políticos, de razón de Estado y no jurídicos. Pero -¡oh, pérfida Albión!- se la guardaron y la devuelven ahora siendo ellos quienes invocan los criterios jurídicos de justicia universal y los españoles quienes responderán con razones políticas, por la vía del hecho o el no hecho, vergonzantemente.

Santiago y cierra España, dirán los recios patriotas españoles, los beneficiarios de la Dictadura de Franco, los nacionalcatólicos, los enemigos del libertinaje progresista, los partidarios de la Ley Fernández Mordaza. Además, ¿a qué vienen estos británicos a dar lecciones de nada o meterse en donde no les llaman cuando hasta los chinos les han recordado (a propósito de la visita de Cameron a la China) que ya no pintan nada, que son "un país de la vieja Europa, adecuado para el turismo y los estudios en el exterior." (Palinuro se maravilla de que sean los chinos quienes acusen a los demás de "viejos". Los chinos; en fin). Pero al grano: tienen razón los asiáticos. Hay que demostrar de una vez por todas a estos valetudinarios ingleses cómo las gasta la furia española. Llamad a la Legión y que tome el Peñón.

Por cierto, ¿qué hace el embajador español en Londres, ese fino Maquiavelo del foro? Ya debería haber llamado al secretario del Foreign Office a expresar su disgusto. ¡Qué digo! Al mismo Lord Speaker por esa humillante extralimitación. Y, ya puestos, a la Reina en persona. Con nadie menos debe dignarse tratar el héroe de Perejil.

Lo fastidioso: no son solamente esos protestantes ladinos quienen resucitan la Antiespaña. También se ha sumado el Consejo de Europa, con sus 47 miembros que expresa su grave preocupación por la Ley Fernández Mordaza y eso que seguramente no se la ha leido a fondo. Esa ley es la consagración del Estado de excepción en España como situación ordinaria. Es un abuso de poder gubernativo incompatible con cualquier idea de imperio de la ley y Estado de derecho.

Nada, nada, otra intolerable injerencia extranjera en los asuntos internos soberanos de España. Otra vez la conjura masónica, anticatólica, antiespañola. Porque, veamos, ¿quién o qué es ese Consejo de Europa? ¿Forma parte de él el Vaticano? No. ¿Por qué? Porque su forma de Estado es contraria a los principios del Estado de derecho y la democracia liberal que el Consejo dice defender. ¡Ajá! ¿Lo ven? Un organismo contrario al catolicismo y, por tanto, a la misma esencial nacional española.

Nosotros, a lo nuestro: orden, obediencia, jerarquía, disciplina y a reconquistar esta Patria zaherida y ofendida por sus enemigos internos; los peores de todos. Deberíamos marcharnos del euro y de la Unión Europea y de la OTAN, y del Consejo de Europa. Debiéramos marcharnos de Europa. Quedarnos solos con nuestros fantasmas.

(La imagen es una foto de La Moncloa aquí reproducida según su aviso legal).

dissabte, 28 de setembre del 2013

¿A dónde irá que no la ...?



Sí, sí, este es el trozo de la entrevista de Bloomberg que el el gobierno no quería que se viese. Justo la única que todo el mundo está viendo porque el otro trozo, el del autobombo económico con chorreo de datos todos ficticios, no parece interesar a nadie. Ya es mala pata. Esto, a Franco, ni por asomo. Ya había mandado a más de uno a la embajada del Kurdistán. Son inútiles estos de comunicación de La Moncloa. Una campaña de propaganda se convierte en otra de contrapropaganda, como si la hubiera ideado el mismísimo Satán.

- No tenéis ni idea de vuestro oficio. La cosas salen mal y no como Dios manda. Es que no sabéis cómo manda Dios.

- Presidente, tu única posibilidad es callarte y ya me dirás cómo vas a callarte si te preguntan.

- Pues eso. Y ¿por qué preguntan? ¿No se puede hacer como en España, ruedas de respuestas sin preguntas?

- Pues, no, presidente. En ningún país del mundo salvo en el nuestro.

Rajoy dice "desconocer" si se han destruido o no pruebas sobre Bárcenas en su partido. Extraño verbo este de desconocer. La primera acepción del DRAE lo equipara a "olvidar". Pero solo se puede olvidar lo que se ha tenido, lo que se ha aprehendido, lo que se sabe. La segunda acepción, probablemente la que invoca Rajoy, es todavía más extraña -y peligrosa- pues significa "no conocer". Pero ese "no conocer" tiene fecha de caducidad. No se puede "no conocer" algo arriba de un par de minutos. Porque, en efecto, uno puede "no conocer algo" y su reacción lógica, al conocerlo por primera vez, será algo así cómo: "¡Qué me dice usted! ¡Destrucción de pruebas en mi partido! Es la primera noticia que tengo". Pero, pasado un tiempo, a la pregunta de "¿desde cuándo desconoce usted si en su partido se han destruido pruebas?" ya no se puede responder con un mero "lo desconozco" puesto que ya no es verdad: lo conoce. Otra cosa es que le dé crédito o lo niegue o lo refute. Y eso es lo que falta.

El discurso es en verdad atroz. Sin relación alguna con la realidad. Puro delirio. Dice que no hay nadie del PP imputado en el caso Bárcenas. Precisamente, buen hombre: Bárcenas.

- ¡Ah, no, mi amigo! Bárcenas no es del PP. Causó baja hace tiempo.

- Pero usted le mantuvo todos los privilegios de la membrecía y un finiquito glorioso.

- Eso no hace al caso. El señor B de Barcelona no es miembro del PP. Sobre lo demás, ya hablarán los tribunales.

Hay que ser más contundente, piensa nuestro héroe mientras se embarulla en una de sus perogrulladas. Hay que negar. Y con media voz concluye una parrafada diciendo no ha habido financiación ilegal. El que desconoce si ha habido destrucción de pruebas, conoce que, de financiación ilegal, nada. Es el caso del conocimiento aleatorio, propio de los dioses.

Mientras tanto, el señor alcalde de Jaén reconoce en público que cobró sobresueldos del PP. La mamandurria, vamos, que según Aguirre iba a acabarse. Y lo reconoce después de que El país lo hiciera público. Antes se lo tenía muy calladito,  el pillín, lo cual demuestra el gran interés del PP por colaborar con la justicia. ¿Cuántos de los que ahora están calladitos, entre ellos Rajoy, que no suelta prenda, o Cascos, o Aznar -todos wanted en la oficia de El País- acabarán reconociéndolo como el alcalde toledano? Tener a los altos mandos del partido cobrando sobresueldos injustificados o justificados con los más alambicados criterios de contabilidad creativa, ¿no es financiación ilegal de un partido? Lo de los fondos para campañas electorales, gastos pagados por la Gürtel, etc. ya es de conocimiento general en la Villa y Corte.

La verosimilitud de los datos sobre austeridad pasada, presente y futura se mide por el hecho de que hoy mismo se sabe que el presidente de Valencia, Fabra II, cobra una pastuqui por vivir en un sitio diciendo que vive en otro. Este es el Fabra que quería contratar a un entrenador por otra ingente pastuqui del erario público para que lo ayudara a aparecer más galano en público. Ya se le ve atildado al mozo, pero ese paga del propio bolsillo, Beau Brummel. Y los del cocinero para que le haga las habichuelas contratado como asesor (digo yo que gastronómico) por otra pasta. Todo lo cual son fruslerías al lado de los 300.000 euros astillados a un equipo de baloncesto para no sé qué partido. En una comunidad en que los niños pasan hambre. Mientras Rajoy miente en Nueva York sobre lo mucho que ahorra su gente en casa, su gente en casa derrocha el dinero de los contribuyentes en pagarse peluqueros, cocineros, asesores, mamandurrios o bufetes de jamón y champán. 

Bueno, calíbrese la situación recordando que, según sus mismas palabras, el presidente dice creer que este problema consiste en dar la vuelta a las encuestas. En concreto se refiere al dato de que el 71% de los españoles pensaba que no había dicho la verdad en el Parlamento. Dar la vuelta a esa encuesta. Muy bien. ¿Cómo?

divendres, 21 de juny del 2013

Hay que defenderse.


La invasión publicitaria. La publicidad está haciéndose muy agresiva en la red. Abres una pantalla con Firefox y se despliegan dos o tres más, invitándote a jugar en un casino o a aprender alemán. Lo anuncios se cuelan en la tripas de Blogger. Cuando te pones a trastear con la configuración aparece algún anuncio de computadoras sobrepuesto a tu pantalla, aunque transparente. ¿Y qué me dicen de esa nueva costumbre de minar los textos con hiperlinks? Estás leyendo un artículo de un periódico o tu propio post y aparece una palabra del texto, por ejemplo, "barco", resaltada como hiperlink. Si pinchas te lleva a un portal de alquiler de navíos. Aquí mismo hay dos que yo no he puesto; se han puesto "solos". Los trucos para llamar la atención son infinitos. Navegar está convirtiéndose en sortear la omnipresente publicidad. Seguramente es la base de financiación de la red y cada vez lo será más. Pero es extraordinariamente enojosa.

Espías. Y si la publicidad está en todas partes (durante tres años, al parecer, la parada de metro "Sol" se llamará "Vodafone Sol"), no digamos ya el espionaje. Los gobiernos vigilan la red, tratan de censurarla, la rastrean en busca de posibles delitos, ciberdelitos, que hay muchos. Acumulan informaciones, datos, sobre todos los ciudadanos. Vivimos permanentemente vigilados, escrutados por los poderes públicos. Si quieren lo saben todo sobre nosotros. Hoy casi todo el mundo usa el correo electrónico para ventilar sus asuntos, desde los oficiales a los más íntimos, desde una solicitud de licencia de obra hasta una declaración de amor. Y esos mails andan flotando por ahí, almacenados en los servidores, depositados en la nube en donde las agencias de espionaje pueden monitorizarlo, espiarlo todo. Por no hablar de la información que las redes sociales (en este caso Facebook) tienen en almacenamiento. 

La CIA tiene una red de espionaje global. Además, se permite el lujo de hacer que las grandes plataformas, las inmensas redes sociales, los gigantescos buscadores, Amazon, Twitter, Facebook, Google, eBay, trabajen y espíen para ella y que le pasen información. Cuando menos, lo intenta. Ese arrepentido de la CIA, Edward Snowden, que ha puesto en evidencia el aparato de espionaje de la Agencia a sus compatriotas y a todo el mundo, es otro héroe de nuestro tiempo, al estilo de Asange. Son los que revientan las claves secretas del poder y dan a la luz sus numerosas fechorías. El secreto de Estado en sociedades democráticas no cuela. Esa rebelión de las redes, de internet, contra el despotismo del Estado, incluido el supuestamente democrático, es el más interesante fenómeno de nuestros días. Las redes vigilan los poderes, los critican, los denuncian , algo antes inimaginable. Las redes es donde se articula la defensa de la ciudadanía contra las extralimitaciones del poder. Que sepan los espías que los espían y sus trabajos y afanes se expondrán a la luz pública. 

La resistencia. Los episodios de Turquía y el Brasil tienen muchos elementos en común. Y con otros anteriores. En una época en que las viejas tácticas revolucionarias de lo motines callejeros, los pronunciamientos, las insurrecciones y los enfrentamientos civiles, ya no parecen posibles porque los poderes cuentan con unas fuerzas de represión muy eficaces, el recurso a la movilización masiva reiterada, lo ocupación de los espacios públicos, son tácticas nuevas que han venido aplicándose desde la primavera árabe de 2010 y han servido para derribar gobiernos, habiendo degenerado en bastantes lugares, como en Libia o Siria, en guerras civiles. 

Son movimientos nuevos de defensa y de resistencia ciudadana frente a los cuales las reacciones de los gobiernos suelen ser de desconcierto. Lo indudable, sin embargo, es que serían imposibles sin la red, que se dan en el ciberespacio. No se trata de la cuestión, manifiestamente retórica, de que la revolución no pueda hacerse solamente en las redes sino de la comprobación de que las redes son instrumentos potentes de la revolución. 

dilluns, 19 de novembre del 2012

Habla el forajido.

Interesantísima entrevista de 20 Minutos al presidente Rafel Correa. He de reconocer que el mancebo me cae muy simpático. Hace y dice cosas con las que estoy muy de acuerdo. Por mencionar solo un par de ellas que salen de los límites de su país: ha concedido asilo político a Julian Assange y ha preguntado en público y a través de la televisión española por Ana Pastor, la figura que simboliza el asalto del PP a la independencia de los medios. Pero esta simpatía no empaña el interés de los demás propósitos de Correa. Y nos interesa que alguien de fuera, de fuera del ejido, un forajido, nos diga cómo se ven las cosas desde el exterior. Nadie que no vea lo suyo con los ojos de los demás llegará a entenderlo. Y, si no lo entiende, mal podrá mejorarlo o repararlo si anda averiado.
Correa tiene un verbo vivo, directo, conciso, casi gracianesco. Y, aunque es cortés y procura no faltar a nadie, dice lo que piensa sin ambages, no marea la perdiz ni suelta lugares comunes de relleno. A veces saca una veta de humor refinado, una ironía que le alegra a uno la jornada. Preguntado si piensa que las cumbres iberoamericanas sirven para algo dice que sí sin dudarlo, que son muy útiles, sobre todo por los contactos bilaterales que permiten (es decir, por lo que niega las cumbres mismas) y como prueba de su alta valoración propone que se espacien y se celebren cada dos o tres años. O sea, nunca. Muy útiles.
Es lacónico, casi lapidario. ¿Cómo ve al Rey? "Cansado" -responde el forajido; y remacha: "muy cansado". Si él supiera... Lo que está es tronado porque si te pasas la vida de comilonas, cenas, recepciones, saraos, inauguraciones, discursitos y bebercios y, a tus 74 tacos, sin mayor preparación, te vas a cazar elefantes al África, aunque te los pongan como a tu requetetatarabuelo las bolas, lo más probable es que te rompas la cadera ya solo con el retroceso del rifle, si es que no te partes los morros.
Lo de forajido tiene su busilis. Preguntado por el 15M dice Correa que ellos se adelantaron con la rebelión de los forajidos de los que él fue uno. Forajidos llamaban las autoridades españolas a los rebeldes criollos por lo mismo por lo que Franco llamaba bandidos a los guerrilleros de la República y las autoridades actuales "radicales" a los perroflautas y a sus propios agentes provocadores cuando tienen orden de comportarse de modo violento, agresivo, delictivo.
Sobre los desahucios tiene opiniones que son de puro sentido común, puntos de vista que probablemente comparte la inmensa mayoría de los españoles, excepto los banqueros y los políticos. Dice haber visto a Rajoy muy preocupado con el asunto así como sobre los problemas de la sanidad pública, según colijo, en lo que se refiere la situación de los ciudadanos ecuatorianos. Pero, en lo general, no tiene duda alguna: las medidas adoptadas son un paliativo; no la solución. La solución no es acceder a lo que quieren los bancos que, por su codicia, llevan a todos a la ruina. No es aceptar que lo único que quepa hacer sea sacrificarlo todo al pago de la deuda. La economía al servicio de la gente y no al revés.
Verdades elementales compartidas por infinidad de gente en España. Correa pide que miremos el ejemplo de América Latina en lo ochenta y no cometamos sus errores, que arruinaron el continente. Sí, en efecto, ese es el asunto que más duele a los españoles: comprobar cómo cuando miraban las angustias de los países latinoamericanos bajo el yugo del llamado consenso de Washington, veían las desgracias del subdesarrollo y del tercer mundo; algo que no podría pasarnos a nosotros que éramos el primer mundo y estábamos desarrollados. Pues el actual consenso de Bruselas nos ha puesto exactamente en esa situación de la que pensamos habernos librado casi por arte de birlibirloque.
Sobre Julian Assange, el héroe de nuestro tiempo, Correa dice cosas tan atinadas y sensatas como todo lo demás. El asunto, concluye, está en manos de la Justicia europea. Reconforta que la expresión Justicia europea sea de uso general y admisible. Nadie hablaría de una "Justicia asiática" o africana o americana, salvo en el uso abusivo que hacen los estadounidenses del gentilicio "americano" y que aquí no se considera. El problema es si esa Justicia europea es capaz de enfrentarse a este caso... y seguir siendo justicia. Para la próxima vez que Correa hable de Assange le ofrezco una interesante comparación: Assange viene a ser el Salman Rushdie occidental, perseguido no por la fatua de un Ayatollah sino por la de una presidencia imperial.
En fin, muy interesante entrevista. Por cierto, hay algo en ella que llama la atención. Si no estoy equivocado, el entrevistador no pregunta por la izquierda española, ni por el PSOE, ni por Rubalcaba, que estaba en la cumbre, pero es como si no hubiera estado. Correa es un presidente de izquierda, que seguramente se habrá entrevistado con él. Y el caso es que a nadie parece extrañarle. La visibilidad de la oposición española es inexistente.
También ayer había en El País una entrevista de Cebrián a Dilma Rousseff que todavía no he leído y no sé si lo haré porque tengo cierta animadversión al hombre del millón de euros al mes y sus delirios de grandeza. Siempre se le podrá echar una ojeada, dado que Rousseff tiene su interés, pero no está hecha en la cumbre, sino días antes, en Brasilia; es una entrevista en lata, un texto organizado según el espíritu del entrevistador, en donde no hay preguntas y respuestas claras sino una elaboración personal para conducir la entrevista por los asuntos que interesan aquel y que, inevitablemente, andan rondando el poder, ese concepto que fascina a Cebrián y ante el que se rinde sin condiciones, mostrando su auténtico fondo y su cómica pedantería. El poder y la gloria. La gloria que da el poder. El poder que da el dinero. Un millón al mes. Por eso resalta nada más empezar que Dilma Rousseff es una de las tres mujeres más poderosas de la tierra. Las otras dos, Merkel y Clinton. Pero, dice el académico, ese "triunvirato (sic) puede verse pronto reducido a un duelo de titanes". No de titánidas. ¿Ven? No hace falta seguir leyendo.

dissabte, 28 de juliol del 2012

WikiLeaks

La designación de Garzón como director del equipo jurídico de defensa de Assange habla mucho en favor del activista y del juez. Del activista por haber elegido a un juez que combina su respeto por las garantías legales con una firme voluntad de lucha política en pro de causas justas, entendiendo por tales aquí las que afectan a los derechos fundamentales de los individuos. Del juez porque el nombramiento demuestra el gran prestigio mundial del nombrado que sus oscuros colegas de profesión no han conseguido aniquilar condenándolo por un delito; al contrario, lo han magnificado. La persecución injusta ennoblece las causas ya de por sí nobles. La combinación es perfecta. Son dos personajes extraordinariamente mediáticos situados en el centro de un huracán mundial en el que intervienen los más diversos actores, desde grandes potencias hasta organizaciones radicales secretas y servicios de espionaje de lo más variado, incluido, probablemente, el Vaticano.
Al comienzo de la aventura de WikiLeaks, Palinuro, dejándose llevar por su atávico optimismo, calificó a Julian Assange como un héroe de nuestro tiempo, una especie de caballero andante de la era digital, enfrentándose a los poderosos, deshaciendo entuertos, revelando maquinaciones, amparando a los débiles. La organización es una especie de estado mayor de un movimiento difuso de masas ilustradas que tienen acceso privilegiado a informaciones sensibles por muchos conceptos. Las fuentes de WikiLeaks son los miles de ojos de los internautas que, como si fueran cien Argos, todo lo ven, lo escanean y se lo hacen llegar a la organización. Ningún servicio secreto estará seguro mientras exista WikiLeaks que se nutre de informaciones de multitudes anónimas. De ahí que sea una organización sometida a persecución implacable por los poderes de la tierra y del cielo. Se observa en las cuatro afirmaciones que hace la página y que, traducidas al español, dicen:
  • WikiLeaks: 602 días de bloqueo bancario - sin decisión judicial
  • Assange: 599 días de detención - sin cargos
  • Manning: 796 días en la cárcel - sin proceso
  • Gran Jurado: 682 días de Tribunal secreto estadounidense - sin transparencia.
Es muy fuerte: tribunales secretos, penas de prisión prolongadas sin juicio. Es un asalto a los derechos fundamentales casi de carácter absolutista. Tratan de esfixiar la organización económicamente y por eso esta pide donaciones. El que pueda hacerlas que las haga. La causa merece la pena. Es acabar con el secreto en el poder político antes de que el poder político acabe con las libertades.
Leo en Twitter, en @wikileaks"El opio de los Juegos Olímpicos encubre un caso de corrupción de la policía británica, los disparos contra manifestantes saudíes y otro robo de tierra de Israel. ¿Qué viene después?" Se me ocurren varios temas más que podrían ocultarse tras las competiciones deportivas, por ejemplo, una posible guerra entre la China y el Vietnam o una crisis bancaria de la India o el efecto de la pérdida del hielo en Groenlandia.
WikiLeaks se ha convertido en una pieza esencial del edificio de las libertades humanas.
(La imagen es una foto de R_SH, bajo licencia Creative Commons).