dissabte, 28 de setembre del 2013

¿A dónde irá que no la ...?



Sí, sí, este es el trozo de la entrevista de Bloomberg que el el gobierno no quería que se viese. Justo la única que todo el mundo está viendo porque el otro trozo, el del autobombo económico con chorreo de datos todos ficticios, no parece interesar a nadie. Ya es mala pata. Esto, a Franco, ni por asomo. Ya había mandado a más de uno a la embajada del Kurdistán. Son inútiles estos de comunicación de La Moncloa. Una campaña de propaganda se convierte en otra de contrapropaganda, como si la hubiera ideado el mismísimo Satán.

- No tenéis ni idea de vuestro oficio. La cosas salen mal y no como Dios manda. Es que no sabéis cómo manda Dios.

- Presidente, tu única posibilidad es callarte y ya me dirás cómo vas a callarte si te preguntan.

- Pues eso. Y ¿por qué preguntan? ¿No se puede hacer como en España, ruedas de respuestas sin preguntas?

- Pues, no, presidente. En ningún país del mundo salvo en el nuestro.

Rajoy dice "desconocer" si se han destruido o no pruebas sobre Bárcenas en su partido. Extraño verbo este de desconocer. La primera acepción del DRAE lo equipara a "olvidar". Pero solo se puede olvidar lo que se ha tenido, lo que se ha aprehendido, lo que se sabe. La segunda acepción, probablemente la que invoca Rajoy, es todavía más extraña -y peligrosa- pues significa "no conocer". Pero ese "no conocer" tiene fecha de caducidad. No se puede "no conocer" algo arriba de un par de minutos. Porque, en efecto, uno puede "no conocer algo" y su reacción lógica, al conocerlo por primera vez, será algo así cómo: "¡Qué me dice usted! ¡Destrucción de pruebas en mi partido! Es la primera noticia que tengo". Pero, pasado un tiempo, a la pregunta de "¿desde cuándo desconoce usted si en su partido se han destruido pruebas?" ya no se puede responder con un mero "lo desconozco" puesto que ya no es verdad: lo conoce. Otra cosa es que le dé crédito o lo niegue o lo refute. Y eso es lo que falta.

El discurso es en verdad atroz. Sin relación alguna con la realidad. Puro delirio. Dice que no hay nadie del PP imputado en el caso Bárcenas. Precisamente, buen hombre: Bárcenas.

- ¡Ah, no, mi amigo! Bárcenas no es del PP. Causó baja hace tiempo.

- Pero usted le mantuvo todos los privilegios de la membrecía y un finiquito glorioso.

- Eso no hace al caso. El señor B de Barcelona no es miembro del PP. Sobre lo demás, ya hablarán los tribunales.

Hay que ser más contundente, piensa nuestro héroe mientras se embarulla en una de sus perogrulladas. Hay que negar. Y con media voz concluye una parrafada diciendo no ha habido financiación ilegal. El que desconoce si ha habido destrucción de pruebas, conoce que, de financiación ilegal, nada. Es el caso del conocimiento aleatorio, propio de los dioses.

Mientras tanto, el señor alcalde de Jaén reconoce en público que cobró sobresueldos del PP. La mamandurria, vamos, que según Aguirre iba a acabarse. Y lo reconoce después de que El país lo hiciera público. Antes se lo tenía muy calladito,  el pillín, lo cual demuestra el gran interés del PP por colaborar con la justicia. ¿Cuántos de los que ahora están calladitos, entre ellos Rajoy, que no suelta prenda, o Cascos, o Aznar -todos wanted en la oficia de El País- acabarán reconociéndolo como el alcalde toledano? Tener a los altos mandos del partido cobrando sobresueldos injustificados o justificados con los más alambicados criterios de contabilidad creativa, ¿no es financiación ilegal de un partido? Lo de los fondos para campañas electorales, gastos pagados por la Gürtel, etc. ya es de conocimiento general en la Villa y Corte.

La verosimilitud de los datos sobre austeridad pasada, presente y futura se mide por el hecho de que hoy mismo se sabe que el presidente de Valencia, Fabra II, cobra una pastuqui por vivir en un sitio diciendo que vive en otro. Este es el Fabra que quería contratar a un entrenador por otra ingente pastuqui del erario público para que lo ayudara a aparecer más galano en público. Ya se le ve atildado al mozo, pero ese paga del propio bolsillo, Beau Brummel. Y los del cocinero para que le haga las habichuelas contratado como asesor (digo yo que gastronómico) por otra pasta. Todo lo cual son fruslerías al lado de los 300.000 euros astillados a un equipo de baloncesto para no sé qué partido. En una comunidad en que los niños pasan hambre. Mientras Rajoy miente en Nueva York sobre lo mucho que ahorra su gente en casa, su gente en casa derrocha el dinero de los contribuyentes en pagarse peluqueros, cocineros, asesores, mamandurrios o bufetes de jamón y champán. 

Bueno, calíbrese la situación recordando que, según sus mismas palabras, el presidente dice creer que este problema consiste en dar la vuelta a las encuestas. En concreto se refiere al dato de que el 71% de los españoles pensaba que no había dicho la verdad en el Parlamento. Dar la vuelta a esa encuesta. Muy bien. ¿Cómo?