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dimecres, 13 de desembre del 2017

La dictadura del 155

Mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado El dia després, versa sobre uno de los dos asuntos que más nos importan ahora: el primero es si, de aquí al 21 de diciembre, puede seguir la campaña de estas elecciones ilegales, ilegítimas e impuestas sin que el bloque franquista del 155 (PP, PSOE, C's) recurra a más trampas y/o provocaciones, sin que aumente la represión, sin que incite más a la violencia, sin que la haya y sin que caigan en la tentación de alterar las regla del juego prohibiendo, por ejemplo, algún partido independentista o todos ellos. Es capaz. Sabe que tiene las elecciones perdidas y carece de escrúpulos. Puede hacer cualquier cosa. Por eso hay que estar muy vigilantes y no caer en sus provocaciones ni darle pie a alguna de sus maniobras.

El otro asunto es si el bloque franquista respetará el resultado de las elecciones si, como, todo hace suponer, ganan los independentistas. Es un asunto del día siguiente. El PP y el PSOE ya han dicho que no, que no lo respetarán porque, si gana el independentismo, seguirán aplicando la dictadura "constitucional" del 155. C's no hace falta que diga nada: tampoco lo respetará. En cuanto a Podemos, de quien no se sabe aun si respetará o no (que ambas posibilidades tiene), es irrelevante lo que diga porque, gracias a la incompetencia mental de sus dirigentes, no pinta nada en Cataluña ni en España. La cuestión es si el bloque franquista puede mantener su negativa a aceptar los resultados de las elecciones ante la presión de la UE. Y ahí se juega esta partida.

La versión castellana:

El día después

La dictadura del 155, sostenida en el triunvirato de Rajoy, Sánchez y Rivera sabe que va a perder las elecciones del 21D. Por eso han lanzado a sus medios de comunicación a fabricar sondeos y encuestas que den resultados distintos, en la vana esperanza de alterarlos. Todos los medios de comunicación que marcan el paso unionista tratan de salvar los muebles del PP, transfiriendo sus votos a C ‘s por si consiguen que la gente vea en la formación naranja algo distinto de la vieja oligarquía nacionalcatólica y franquista que lleva años saqueando el país. Los medios del grupo Prisa son los más decididos defensores de este trasvase de votos de la derecha a la derecha para contener en algo el avance del independentismo y su inevitable victoria el 21/.

Las manipulaciones de los sondeos y encuestas para vender liderazgos ridículos como si respondieran a necesidades reales de la población están a la orden día. Corren parejas con las condiciones claramente abusivas, injustas, dictatoriales en que estas elecciones están celebrándose. Son unos comicios ilegales e injustos, impuestos a la fuerza por la derecha españolista del 155 y organizados como un ejemplo evidente de juego sucio que nada tiene que ver con la democracia. La desproporción entre las posibilidades y medios (incluidos los ilegales a los que recurren igualmente) de los candidatos de la derecha española (PP, PSOE, C’s y la abstención favorable de Podemos) y de los indepes catalanes es abrumadora. La Junta Electoral Central convertida en agencia de transmisión del gobierno, se encarga de los golpes bajos, de reprimir la libertad de expresión de una de las opciones, de coartar los derechos de sus candidaturas. Y los jueces y tribunales. Y la policía y la Guardia Civil, y los medios de comunicación: todos incorporados a una campaña electoral abusiva y tramposa que, probablemente, también estará financiada con los fondos ilegales de la corrupción que, al parecer, manejan con igual soltura el PP y el PSOE.

Frente a ellos unas candidaturas sin medios ni recursos, hostigadas y perseguidas, sometidas a amenaza permanente de ilegalización, con sus candidatos y dirigentes en prisión o en el exilio y que, sin embargo, van a ganar porque cuentan con algo que la derecha española no tiene: el apoyo de la mayoría de la gente catalana, la voluntad de un pueblo de conquistar su libertad por sí solo, que ya ha demostrado en sucesivas ocasiones, hitos en el proceso de emancipación nacional: el referéndum del 1º de octubre, la huelga general del 3, la declaración de independencia del 27, la manifestación de Bruselas del 7 de diciembre y, próximamente, el 21 de diciembre, del que saldrá un mandato expreso para implementar la República catalana.

Por la voluntad de la gente, no de las maniobras de los partidos, las conjuras de los políticos, las presiones de las empresas, los maleficios de la iglesia, las provocaciones de los fascistas o las mentiras de los esbirros en los medios. La voluntad de la gente catalana que se ha puesto en marcha y forma una unidad con unos dirigentes que han entendido el mensaje.

Por eso, el franquismo del bloque del 155 ya anuncia a las claras que no aceptará el resultado de las elecciones si no le place. Que seguirá aplicando la medida ilegal de excepción con la que tiene a Catalunya intervenida, ocupada y expoliada. Incógnita despejada.

¿Y Catalunya? ¿Puede aceptar que la derecha española no acepte el resultado? ¿Y la UE? ¿Puede esta también aceptar una no aceptación de parte de la dictadura española? Es evidente que no; en ningún caso.

Si el régimen español no acata el resultado de las urnas (ese régimen cuyos jueces, convertidos en inquisidores, exige acatamiento de sus inicuas normas a los presos políticos), se intensificará la rebeldía social catalana y se generalizará la desobediencia civil e institucional. Recuérdese, cuando se planeó encarcelar al govern y sus máximos dirigentes, los más franquistas del gobierno y la oposición española argumentaban que la represión no provocaría respuesta social. Todo lo más, un par de semanas de alguna agitación y se volvería a la normalidad, como había pasado en el País Vasco con el encarcelamiento de Otegi. Vamos para los dos meses de prisión de los indepes catalanes y la movilización social de protesta no solo no ha amainado, sino que se ha fortalecido y se ha internacionalizado. La manifestación de Bruselas del 7 de diciembre mostró a los ojos del mundo la verdadera naturaleza de un problema: un estado autoritario, antidemocrático, regido por presuntos delincuentes trata de extirpar por la violencia, a sangre y porrazos un amplio movimiento democrático y pacífico de reivindicación nacional de una minoría nacional maltratada.

Y lo mismo pasará con la UE, que tampoco podrá aceptar que el bloque franquista del 155 no acepte el resultado electoral.

Lo importante, en consecuencia, será el día 22, cuando definitivamente se verá si Cataluña consolida libre e independientemente su República o el Estado español abandona toda pretensión democrática y se declara en la forma lo que ya es el fondo una dictadura.

dilluns, 10 de desembre del 2018

La utopía republicana catalana

La revolución catalana funciona según los principios de lo que Gramsci, prudentemente, llamaba "la filosofía de la praxis", o sea, el marxismo, para entendernos. En el sentido de que es un fenómeno que camina por dos vías paralelas en contacto continuo: la lucha social, en la calle, la movilización para implantar la República y la construcción teórica de esta. La teoría y la práctica, también para entendernos. Entre medias, las instituciones que funcionan como articulación del diálogo entre ellas.

La movilización en las calles tiene rasgos prerrevolcionarios, aunque pacíficos. La querella de Vox contra Torra es un ataque directo a Catalunya que solamente va a enconar más los ánimos, razón por la cual se presenta. Como también se enconarán en la segunda semana de huelga de hambre, cuando empiecen las consideraciones médicas y se incremente la tensión social. Todo ello está en marcha y su curso subsiguente es incierto.

En la otra vía, la teórica y, en cierto modo, ideológica, el Consell per la República ha aportado en su presentación pruebas de un trabajo serio que se especifica en una buena presenación de VilaWeb, sobre el sentido, alcance, condición, medios y fines de este órgano. 

Sobresalen algunos puntos dignos de comentario entre otros muchos. Ese Consell es un órgano polivalente, muy flexible, de naturaleza jurídica y política compleja pero que, en todo caso, funciona como órgano de máxima legitimidad y escudo de las instituciones de autogobierno de la Generalitat. Si estas se vieran atacadas, el escudo, el paladio republicano exterior, tomaría la representación de la República y actuaría también como gobierno de esta. Es decir, es un órgano fuera de la jurisdicción del Estado español.

Su naturaleza es de asociación privada según la legislación belga. Pero eso no resta nada a la eficacia de su acción política. Todos los partidos son asociaciones privadas, algunas hasta delictivas, para más perfección. 

El Consell se configura como una especie de asamblea permanente online. Todos los trámites, desde la afiliación a la participación, se hará a través del móvil. Dicho en términos más técnicos, se trata de una República en la nube. La ciberpolítica a pleno rendimiento en donde la competencia viene en apoyo de la convicción para hacerla eficaz.

La palabra "nube" se presta a interpretación errónea, en el sentido de que se tratara de algo etéreo, inconsistente, utópico. Y, sí, es verdad, el Consell tiene una clara proyección utópica, pero en el sentido de ser más creativo e innovador, de moverse con la fuerza de atracción y movilización de la utopía. Así, por ejemplo, establece una ciudadanía republicana (a través de un censo) con mayoría de edad a los dieciséis años. Con un periodo de carencia en cuota hasta los dieciocho. En cuanto a la procedencia, puede ser miembro del Consell cualquier ciudadano de cualquier parte del mundo con la sola condición de profesar los valores de la República catalana. 

Es un ideal de ciudadanía universal, típicamente vinculado a las tradiciones utópicas pero muy altamente valoradas. Dice Puigdemont en una entrevista que no simpatiza con la concepción religiosa de la política. Pero sí lo hace con la utópica, como buen líder. 

En cuanto a la representatividad numérica pone el Consell la cifra en mi opinión innecesariamente amplia, esperando una afiliación de un millón o incluso de los dos que votaron el 21-D. Cabe temer que la gestión puramente online no alcance a todos los posibles afiliados y ese objetivo tan elevado desmerezca luego el resultado.  

En todo caso, la República viene bien pertrechada en las dos vías: la acción directa de resistencia pacífica y la construcción teórica de República inclusiva y cosmopolita.

Frente a eso, del otro lado, solo se oyen voces y amenazas.

diumenge, 24 de febrer del 2019

Perpetuum mobile


No es el imposible perpetuum mobile de la física, sino el real e impetuoso de la música.

La sinfonía "La independencia de Catalunya", que alguien compondrá algún día llevará un perpetuum mobile en su último tiempo. Simbolizará la iniciativa política que el independentismo ha venido manteniendo a lo largo de los últimos años. Iniciativa política frente a un Estado en desguace.  Desde las elecciones de 2015, renovado mandato en 2017, el procés ha hecho honor a su nombre. Ha propiciado acontecimientos y secuencias, siempre a instancias indepes, que han ido configurando el camino a la independencia en un contexto español y europeo cuya complejidad es innecesario subrayar. Como decía Jordi Turull en su declaración, "menos política, el Estado español está dispuesto a todo". La prueba es su propia condición y la de sus compañeras/os.

La iniciativa hacia la independencia como perpetuum mobile, como reiteración del tema en el corazón de la melodía de la revolución catalana, in crescendo, con elevación de tono y aceleración de ritmo. Una imagen sinestésica.

A ese ánimo pertenece la propuesta del Consell de la República, reunido en Waterloo, de presentar una propuesta estratégica para culminar la independencia. Otro plato de niños crudos que el señor Borrell tendrá que no desayunar. Y otro acto de iniciativa con el que el gobierno de España habrá de bregar. Todos los frentes de esta guerra están vivos. El Consell trae una representatividad más que suficiente, con dos partidos (y la cuestión de PDeCat y JxC), la ANC y Poble Lliure si mis cálculos son correctos. El impacto que su propuesta obtenga en la realidad catalana no es previsible. Ningún plan puede hoy augurar resultado alguno con un índice razonable de probabilidad. Pero eso no es grave, dado que lo esencial del perpetuum mobile se reitera, un tono más alto. El último tramo a la independencia. Será más o menos prolongado pero culminará en ella. 

En una situación en que unas elecciones generales coinciden con un proceso político como el del 1-O, todas las opciones están abiertas. El Estado moviliza todos sus efectivos, aparatos ideológicos, represivos, simbólicos. Lo cierto es que la movilización social se mantiene y se reitera de forma que la revolución catalana (la del 3% de los agudos críticos izquierdistas españoles y catalanes asimilados), toma los caracteres de "revolución permanente", más o menos ajustada a la concepción de Trotsky.

Una revolución permanente, un perpetuum mobile revolucionario, que los medios españoles ocultan al no informar sobre ella, pero la condenan sin paliativos sentando doctrina contraria a degüello con el refinamiento habitual en la corte . Desde el pregonero mayor del reino, Preparao, hasta el último gacetillero de un digital nacional. 

Han creado una opinión pública tan ciega y crédula que repite a coro o en solos de virtuoso temas como "estos catalanes son unos pesados", "me fastidia tener que dar dinero a los catalanes que no se lo merecen", "ya está bien de privilegios catalanes a costa de los españoles" y delirios similares.

Dos observaciones, por cierto, que muestran como muchos indepes, sin duda de buena fe, tienen la cabeza llena del elefante de Lakoff. Primera: se acepta la displicencia española sobre la barrila catalana teniendo en cuenta que el Estado ha de habérselas con muchos otros problemas y los catalanes no son los únicos. Con lo fácil que es responder: "oiga, no se preocupe, déjennos irnos, y se ahorran la barrila catalana."

El elefante se convierte ya en una castiza "comedura de coco" cuando oímos a analistas indepes desconfiando de la evidencia del ridículo de las acusaciones en el proceso. Se malician alguna artimaña para pillar luego a las defensas en las testificales. Supone atribuir a los fiscales y la abogacía del Estado un nivel de articulación intelectual (al margen de consideraciones éticas) que no han lucido. Y ¿por qué se les atribuye? Por la conciencia heredada de que los altos funcionarios del Estado, especialmente los togados, siempre tienen razón, aunque no se dignen dar fe de ella, como la administración del castillo de Kafka jamás aclara nada al agrimensor. Herencia de mentalidad colonial. Los magistrados que se prestan a administrar la justicia del príncipe harán de todo, incluidas mangas y capirotes (ya las hacen), pero no Justicia. 

Las dos observaciones solo sobre la marcha, para entender que estamos ante un tigre, sí, pero es un tigre de papel. 


dimecres, 17 de febrer del 2016

La unidad de España

A punto de irse al otro barrio, el decrépito dictador agarró la mano del Borbón y encomendó a su cuidado la unidad de España. Cuarenta años más tarde, la unidad de España se tambalea más que nunca y lo único que ha guardado el ex-rey, al parecer, es la unidad de caja porque se ha retirado con una fortuna que el New York Times estimaba en 2012 en unos 1.800 millones de euros. Hasta la fecha la Casa Real no ha desmentido el dato ni ofrecido explicación alguna de cómo cabe amasar tamaño caudal cobrando un sueldo de Rey, alto desde luego, pero no tanto.

La cuita por la unidad de España, entretanto, ha pasado a los plebeyos. Susana Díaz, presidenta de Andalucía, tiene preparada una campaña en defensa de la unidad de este viejo reino, amenazada por separatistas que quieren llevarse el santo y la limosna. Sobre todo, la limosna. Culminará la cruzada a fines de mes para impedir que Pedro el disoluto se entregue en las garras de Podemos, gentes sin ley ni moral, capaces de someter a referéndum la integridad de la Patria. De tanto ir con el cirio tras la imagen de la Dolorosa a esta señora no le queda tiempo de leer la prensa y no se ha enterado de que su secretario general jamás pactará con Podemos a causa del referéndum catalán pero sí parece dispuesto a hacerlo con Rivera, de C's, enemigo acérrimo del referéndum catalán como buen catalán mucho español. La unidad de España bien vale un Cara al sol.

Rivera tratará de conseguir la abstención del PP en la investidura de un gobierno de PSOE y C's. Solo así podría salir ese gobierno porque si le votan en contra PP y Podemos, más los 17 independentistas catalanes, no tiene posibilidad alguna.

¿Y qué se hizo de ese gobierno de la izquierda PSOE + Podemos + IU + Compromís, con el que Palinuro se las prometía muy felices? Ahí tienen ustedes a Pablo Iglesias, colgado del referéndum en el vacío y soltando baladronadas poco menos que llamando a Sánchez a su vera como el que llama a la mascota. Es imposible que un hombre tan pendiente de su imagen pública ignore que su petulancia produce general rechazo. A lo mejor dan en el clavo quienes dicen que, en el fondo, Podemos no quiere pacto sino nuevas elecciones y por eso insiste en el referéndum sabiendo que es inaceptable para el PSOE. Puede que, en efecto, la intención latente de Podemos sea forzar las elecciones, pero ello no viene de la reivindicación del referéndum  sino, precisamente, de esa cargante petulancia producida por la inseguridad.

Podemos tiene perfecto derecho a pedir un referéndum -una reivindicación democrática y muy razonable que también piden ERC y DiL- y no se ve por qué esto hace más difícil el pacto con el PSOE que el hecho de que este lo rechace en redondo. ¿Por qué es más intransigente pedir un referéndum que negarse a hacerlo? Sobre todo cuando los estrategas de Podemos vienen presumiendo de que, en su maquiavélica inteligencia, al pedir el referéndum, son los verdaderos garantes de la unidad de España.

Así las cosas, es probable que haya elecciones y también lo es porque PP y Podemos voten juntos en contra de un gobierno de PSOE y C's, en cuyo caso no arriendo el resultado ni a Podemos ni al PP. 

Por fortuna, la unidad de España cuenta con defensores quizá no más agraciados o inteligentes, pero sí más aguerridos y conscientes de su deber ante la historia y la memoria del Caudillo. El gobierno ha recurrido ante el Tribunal Constitucional la Consellería de Exteriores de la Generalitat y el alto organismo, que no tenía previsto tratar el asunto, se ha apresurado a dar satisfacción a su señor natural, admitiendo a trámite el recurso y suspendiendo la actividad de ese miniministerio de exteriores catalán. Desde el punto de vista de la legalidad española, esta decisión seguramente es irreprochable y quizá ahorre al reino algún bochorno porque, con el sentido del humor de estos catalanes, no podía descartarse la posibilidad de que nombraran un embajador en Madrid, considerando España el extranjero.

La cuestión no está en el hecho en sí sino en la tendencia que apunta: unas relaciones entre España y Cataluña montadas sobre un conflicto permanente, in crescendo, que trastornará la vida ordinaria del Estado de modo sistemático y será una fuente permanente de quebraderos de cabeza. Como lo ha sido hasta la fecha, pero mucho más, porque esta movilización social ya no se para ni hay tribunal constitucional, por sumiso que sea al poder, que pueda pararla.

Y todo por no querer admitir algo elemental: el derecho de los catalanes a decidir por su cuenta mediante un referéndum, como han hecho los escoceses o los quebequeses. Una negativa por la que el PSOE está dispuesto a no llegar a un pacto de gobierno de izquierda o de progreso. Podría refundarse con el nombre de PSOME o Partido Socialista Obrero Mucho Español.


dissabte, 5 de novembre del 2016

Hoy, Palinuro en Vilanova y la Geltrú

Vamos a hablar de la República Catalana con motivo de mi libro de idéntico tema. Presenta Quim Arrufat, de CUP, cuya candidatura apoyé con mis escasas fuerzas en las elecciones de 27 de septiembre. Aparte de la satisfacción que siento por tan estupendo presentador, me permito señalar que esta es una de esas ocasiones de mostrar de hecho cómo el proceso independentista es transversal. Y debe seguir siéndolo. Mientras no se haya llegado al final, todos somos todos: PDC, ERC, CUP. Cuando esto se corone cada cual irá con su querencia.

En realidad, de la República Catalana pienso no hablar mucho porque es tema ya bastante tratado. Voy a intentar un sendero relativamente nuevo, hablando de la democracia catalana. Es y no es lo mismo que la República Catalana. Por supuesto, esta será democrática, no elitista, ni oligárquica. Pero democrática con una forma especial de democracia: una democracia insurgente, rebelde, una democracia de la dignidad y la respuesta; una democracia activa. La ciencia política occidental puede seguir hablando de apatía, desafección y alienación de la ciudadanía y del desprestigio de las instituciones democráticas. Será verdad. Será verdad en todas partes menos en Cataluña, en donde hay una permanente, sostenida, consistente movilización social por un objetivo emancipador. Y, sobre todo, en donde hay una identificación del pueblo con las instancias de la sociedad civil, los partidos políticos y las instituciones. Es una fórmula aparentemente muy sencilla: si se quieren instituciones prestigiadas hay que ponerlas al servicio del pueblo; si se quieren unos partidos políticos útiles y leales al mandato popular, deben coordinarse con las aspiraciones de emancipación y cumplir su función de instrumentos.

Cataluña será una República. Pero, sobre todo, será una democracia. Una democracia republicana.

dissabte, 23 de setembre del 2017

Cataluña en pie

No estamos asistiendo a la caída de un gobierno, sino al hundimiento de un régimen, el de la III Restauración borbónica. Hasta aquí ha llegado la Monarquía que se inventó Franco. No ha sabido esta desmarcarse de aquel estigma. O los franquistas no le han dejado. Y aquí está entre las tarascadas agónicas de un Estado represivo con una poderosa maquinaria de overkilling que no le sirve para nada. Los antidisturbios atracados en sus barcos de Looney Tunes, en espera de que haya unos disturbios que solo ellos pueden provocar porque el pueblo catalán está en un movimiento amplio, profundo, poderoso, pero al tiempo, pacífico, festivo.

Los jueces y los fiscales (ese nuevo Eliot Ness reprobado por el Parlamento en su lucha por la prohibición) despliegan una actividad intimidatoria, amenazadora, represiva. Multas, denuncias, querellas, con sus correspondientes debates sobre legalidad, procedimiento, abuso de poder, conculcación de derechos llueven sobre círculos cada vez más amplios de personas: cargos públicos, políticos, dirigentes sociales, manifestantes, alcaldes. Están a punto de caer en la aberración de una causa general contra el independentismo: todo aquel que lleve una estelada es perseguible. Un intento tan delirante como antiguo de eliminar la libertad de expresión y restablecer los "delitos de opinión". Ahora acusan de sedición a los responsables de los actos "tumultuarios" de protesta por los registros de hace dos días. Mañana pueden acusar de rebelión. Por acusar y procesar que no falte, a ver si los indepes deponen su actitud.

Los estudiantes se han echado a la calle. Los fuegos fatuos del 68 se unen con los rescoldos del 15M y confluyen en el proceso independentista, dándole un alcance y fondo imposibles de prever. Se han añadido los curas. La movilización social se ha hecho permanente. Total, quedan ocho días. Y el mundo entero vigilando. Está claro que el Estado no dispone de los medios para hacer frente a la situación en los términos que planeó en un primer momento: que los indepes muerdan el polvo. Dado que esto es ya imposible, el problema es cómo se da marcha atrás o se cambia el rumbo sin que parezca una derrota en toda regla.

Tanto si el referéndum se celebra como si el Estado consigue impedirlo por la fuerza bruta el independentismo habrá ganado. Lo razonable sería pactar el referéndum y dotarlo de esas garantías que tanto reclaman quienes no quieren darlas. Pero el gobierno no es razonable. ¿Podría ayudarlo a serlo la oposición, al menos esa oposición admitida en La Moncloa del PSOE? Sería difícil, aunque no imposible. El problema es que el PSOE participa de la misma ceguera y sinrazón del gobierno.

¿Que creen los dos partidos dinásticos que tendrán el dos de octubre con o sin referéndum? Una situación ingobernable porque la única forma de impedir que los indepes vuelvan a plantear su reivindicación es mantener a Cataluña en este estado oculto de excepción, cosa escasamente viable en Europa. El acopio de fuerzas de seguridad se complementa con la presencia de la Guardia Civil, ese cuerpo híbrido civil-militar que permite reprimir con contundencia sin dar impresión de intervención militar. Nunca, ni en los peores momentos del terrorismo etarra hubo tanta dotación en el País Vasco. Recuérdese cómo entonces se decía que, en ausencia de violencia, podría hablarse de todo. Según puede verse hoy mismo.

El nacionalismo español necesita el concurso del estamento pensante para reconstruir y fortalecer una legitimidad que le permita derrotar el independentismo. Se llama a capítulo a los intelectuales, hasta ahora silentes, y estos empiezan a firmar manifiestos contra el referéndum. En el primero, los intelectuales unionistas piden al pueblo catalán que no vote, que no caiga en la "trampa democrática". Un manifiesto de apostólicos, sin más alcance que este. "Lejos de nosotros, etc".

El segundo manifiesto, firmado por unos doscientos treinta profesores universitarios no solo se opone cerradamente a la celebración del referéndum sino que exige que el Estado haga uso de la violencia legítima. Tiene gracia que muchos de los firmantes fueran parte del movimiento estudiantil de los años sesenta, hoy se encuentren defendiendo lo mismo que atacaban de jóvenes. Lástima de máquina del tiempo. Pero, es cierto, siendo intelectuales, sus razones habían de ser más complicadas que la interpretación de una ley de vida del abuelo Juanito. Y lo son.

Casi todos ellos son creadores y defensores del relato que ha imperado en la esfera pública intelectual, mediática, académica: España ha dejado de ser una excepción en el concierto europeo; ahora es un Estado de derecho, una democracia consolidada en el estilo de la tradición liberal occidental. Lo han escrito, predicado, televisado, radiado. 

Pero no es verdad. Y la prueba es su manifiesto.

En Cataluña hay una revolución nacional y republicana. En España no hay nada. La derecha y la izquierda de orden solo ofrecen un "no" rotundo al referéndum y un vagaroso diálogo para las calendas. La izquierda "verdadera" hace más o menos lo mismo. Sería deseable el referéndum pactado y, antes de tener que pronunciarse sobre si apoyan el referéndum no pactado, el único que hay, se entretienen convocando mesas o asambleas por el diálogo que no son muy verosímiles mientras el PSOE siga uncido al carro de la derecha.

En Cataluña la cosa está clara: habrá referéndum salvo fuerza mayor, pero los indepes tienen una última bala en la recámara: la DUI.

En España no hay nada claro. Ninguno de los cuatro partidos estatales tiene nada en común con los otros como no sea un carácter dinástico más o menos confeso pero que dibuja el auténtico problema del Estado español en relación a Cataluña: la Monarquía. Cosa de cierto relieve por cuanto al Rey corresponde el mando supremo de las Fuerzas Armadas. 

¿Se entiende por qué la izquierda española no ha salido en defensa de los indepes y se niega a reconocer la validez de los resultados del 1/10.

divendres, 4 de novembre del 2016

Mañana, Palinuro en Vilanova i La Geltrú

Vamos a hablar de la República Catalana con motivo de mi libro de idéntico tema. Presenta Quim Arrufat, de CUP, cuya candidatura apoyé con mis escasas fuerzas en las elecciones de 27 de septiembre. Aparte de la satisfacción que siento por tan estupendo presentador, me permito señalar que esta es una de esas ocasiones de mostrar de hecho cómo el proceso independentista es transversal. Y debe seguir siéndolo. Mientras no se haya llegado al final, todos somos todos: PDC, ERC, CUP. Cuando esto se corone cada cual irá con su querencia.

En realidad, de la República Catalana pienso no hablar mucho porque es tema ya bastante tratado. Voy a intentar un sendero relativamente nuevo, hablando de la democracia catalana. Es y no es lo mismo que la República Catalana. Por supuesto, esta será democrática, no elitista, ni oligárquica. Pero democrática con una forma especial de democracia: una democracia insurgente, rebelde, una democracia de la dignidad y la respuesta; una democracia activa. La ciencia política occidental puede seguir hablando de apatía, desafección y alienación de la ciudadanía y del desprestigio de las instituciones democráticas. Será verdad. Será verdad en todas partes menos en Cataluña, en donde hay una permanente, sostenida, consistente movilización social por un objetivo emancipador. Y, sobre todo, en donde hay una identificación del pueblo con las instancias de la sociedad civil, los partidos políticos y las instituciones. Es una fórmula aparentemente muy sencilla: si se quieren instituciones prestigiadas hay que ponerlas al servicio del pueblo; si se quieren unos partidos políticos útiles y leales al mandato popular, deben coordinarse con las aspiraciones de emancipación y cumplir su función de instrumentos.

Cataluña será una República. Pero, sobre todo, será una democracia. Una democracia republicana.

dilluns, 16 de juliol del 2012

La insurrección cobra cuerpo.

Siempre se ha dicho despectivamente que Madrid es una ciudad de funcionarios. Pues los funcionarios tomaron ayer y toman hoy las calles de modo permanente y pacífico y la habitualmente caótica circulación madrileña está convirtiéndose en un infierno. Por cierto, cada vez se les suman más personas y la protesta, que carece de organización, de jefatura, de respaldo y de objetivos reconocidos, no ceja. Ya dijimos ayer que los funcionarios pueden ser la manifestación más clara de las llamadas multitudes inteligentes y que, además, comiencen a servir de guía para otras protestas. Por cierto he aqui el manifiesto de la policia municipal de Madrid sumándose a las movilizaciones. 
Es claro que estamos viviendo los prolegómenos de un movimiento en línea con las manifas organizadas en el ciberespacio y no sabemos cómo va a desarrollarse. Los mineros encendieron la chispa que hoy arde en las calles madrileñas. Los funcionarios aplican el saber acumulado en las experiencias del 15-M, DRY y diversas acampadas. Muchos de los manifestantes de ayer y hoy son veteranos de estas luchas
¿Y la izquierda? Al PSOE lo ha pillado con el paso totalmente cambiado. Ni una declaración, ni un gesto, ni un símbolo. No se da por enterado. Como están haciendo los medios. Como hacen las televisiones. No tenían prevista la movilización de los funcionarios (que también tiene desconcertada a la autoridad), por lo tanto, la movilización de funcionarios no existe. La ignoran y la ocultan. Que lo hagan lo medios (excepto maspublico.com que ha estado informando cumplidamente) tiene un pasar por su tendencia a la manipulación. Que lo haga el PSOE es más difícil de entender.
Pero sí existe, está en las calles de Madrid, igual que la de los mineros se ha recrudecido en Gijón. Y esta tarde se extenderá a otras ciudades. Porque existe en la red, que es en donde se coordina. Los medios comerciales, igual que el PSOE, están en la inopia. Y el movimiento, en el que se han visto banderas rojigualdas, puede tener una deriva populista, al estilo argentino del "¡Que se vayan tod@s!" que aquí podía formularse como un "¡Que se jodan tod@s!", según notable inspiración de la musa fabril, hija de ese Fabra, ciudadano ejemplar del PP y presunto chorizo de las cuentas públicas. La imagen habitual. Pero en ese "¡que se jodan todos!" el PSOE puede verse barrido si sigue mostrando la misma falta se sensibilidad, de flexibilidad y de audacia que hasta ahora.
¿Y el resto de la izquierda? IU y más allá en las zonas del anticapitalismo, la actitud es una mezcla de apoyo y recelo. La izquierda desconfía de los funcionarios, de su corporativismo y les reprocha su anterior falta de solidaridad con otras movilizaciones. No es el momento de ajustar cuentas. Es el de sumarse a los funcionarios, fusionarlos con el movimiento más amplio de forma que este adquiera esa masa crítica, esa presencia ciudadana, ese volumen social que, como hemos visto en los países árabes, sea capaz de dar la vuelta a la situación.
Para eso es imprescindible que el poder pierda la lealtad de su aparato represivo. La del ejército, muy probablemente, ya no la tiene. Y eso es decisivo. Queda por ver si se rompe la sumisión de los antidisturbios a este gobierno neofranquista. Será difícil, pero también será el punto decisivo. Ayer circularon rumores en la red de que se respetaba la paga de Navidad de los antidisturbios. Si esto fuera cierto (y es fuerza investigarlo), el gobierno debería caer ipso facto.
(La imagen es una foto de maspublico.com, bajo licencia Creative Commons).

diumenge, 24 de febrer del 2013

Golpe de Estado

La gran marea ciudadana de ayer en todas las ciudades españolas ya no se deja minusvalorar con cuantificaciones de asistencias, que si 25.000, 250.000 o dos millones. Es una inmensa multitud que ha salido a la calle a protestar contra eso, contra lo que llama un golpe de Estado financiero implementado por un gobierno embustero, ineficaz y bajo fuerte sospecha de corrupción. Un gobierno que está promoviendo una verdadera involución en todos los órdenes. Está rompiendo los consensos básicos, dice Rubalcaba. Se entiende lo que quiere decir: el gobierno está tomando medidas más allá de la mera gestión del orden social, medidas que afectan a la estructura misma de ese orden social, de ese modelo, como se dice. La expresión no es feliz por cuanto tales consensos jamás fueron explícitos. Es mucho más claro hablar de medidas anticonstitucionales. Con independencia de si uno quiere reformarla o no, la Constitución incorpora todos los consensos reales. La acusación es que las medidas son materialmente anticonstitucionales. Es decir, respetan el tenor literal del Constitución pero la vacían de contenido. Es una mutación constitucional, un ataque a la constitución material del país.

Frente a esta situación la gran marea tiene un enorme significado. Es una respuesta del conjunto de la sociedad civil, esa que invocan permanentemente los neoliberales. Y lo es porque a las manifestaciones en las que concurren los trabajadores, los sindicatos, los parados, los pensionistas, se añade el estado de práctica resistencia de estamentos profesionales enteros, como el sanitario, el educativo, el judicial y el de los funcionarios en general. Pero, para que ese significado se plasme en la realidad, precisa la acción de un poder político que haya sido receptivo. Y no es el caso. Todo lo contrario: el poder político español es claramente hostil a ese significado.

El gobierno entiende la mayoría absoluta conseguida el 20-N de 2011 como un cheque en blanco por cuatro años. En democracia esto nunca es así y menos aun si ese gobierno ha roto todas sus promesas. Pero esta consideración vuelve a ser simbólica y convencional. El poder dispone del monopolio de la violencia y no se cuida poco o mucho de si es legítimo. Sin duda da respuesta a la movilización ciudadana en dos terrenos al mismo tiempo, el de la ideología y el de la violencia. El primero lo tiene muy descuidado. El intento de deslegitimar la gran marea comparándola con el 23-F de Tejero es tan estúpido que no lo puede mantener ni quien lo formula. Pero revela un carácter, una forma de ver la realidad autoritaria dominante en las autoridades que de democracia tienen solo una pátina.

La verdadera respuesta del gobierno a las manifestaciones, allí donde este se esmera, es la represión. Pero no solo la represión en el juego habitual de la acción-reacción, sino algo más brutal al tiempo que más refinado y que no solamente trata de reprimir sino también de amedrentar, incluso aterrorizar. El hostigamiento permanente de los ciudadanos por la policía, las identificaciones arbitrarias, las cargas injustificadas, las actividades de los agentes provocadores apuntan claramente al objetivo de criminalizar las movilizaciones y asustar a los ciudadanos. Dificultar o impedir el ejercicio de los derechos constitucionales y reprimirlo con medidas sancionadoras que abren procedimientos administrativos y judiciales cuando otro ministro de esta cuerda los ha sembrado de tasas es tiranizar a la población de hecho.

En esta situación, ¿cuál ha de ser la respuesta de la ciudadanía? ¿Cuál la de la oposición? Recuérdese que, salvo circunstancias excepcionales, el sistema solo admite cambios mediante elecciones cada cuatro años. La gran marea, en el fondo, aspira a ser una de esas circunstancias excepcionales, consiguiendo la convocatoria de un proceso constituyente. Pero es un sueño pues no se arbitran los medios para hacerlo realidad. En este asunto en concreto es más verosímil una excepcionalidad por la vía penal. No es impensable que a raíz de los papeles de Bárcenas haya una imputación al presidente del gobierno. Eso sí que seguramente obligaría a cambiar la presidencia, aunque pudiera no ser el caso tampoco. De hecho en el gobierno hay vari@s ministr@s que en cualquier país democrático del mundo habrían dimitido catorce veces.

Entre tanto, ¿qué hacer? Las mareas parecen decididas a seguir y a mantener la beligerancia frente al poder político. El PSOE, por su parte, se ha embarcado en una tarea de reflexión para, según parece, dotarse de un cuerpo nuevo de doctrina en una conferencia política en octubre próximo. Una especie de recapitulación de la acción del partido y hasta del mismo partido. Un intento de hacer una oferta más acorde con los tiempos, para lo cual se propone recabar información de la sociedad civil. Precisamente de esa que vive movilizada, pero con la que no parece tener mucho contacto. Recaba información, sí y no está mal. Pero la mejor manera de informarse es participando y no solo acopiando información para destilar después una teoría. Interaccionando con el movimiento según se produce. 

Y ahí es donde la ausencia del PSOE es clamorosa. La práctica inexistencia de la oposición socialista, que no consigue quitarse de encima el injusto sambenito de PPSOE, se hizo patente en el debate sobre el estado de la nación. La intervención de Rajoy fue tan vacua, ambigua y falsa como siempre. La de Rubalcaba más centrada, moderada y de nivel europeo. Pero anodina. El CIS levanta acta del resultado: el socialista ha perdido el debate frente a Rajoy ¡por 26,9 puntos!. Puede parecer injusto, pero esto interpela directamente a Rubalcaba. La gente lo quiere menos que a su adversario.

Sin duda un partido es más que su líder, sobre todo uno tan antiguo como el PSOE. Pero es también su líder en una época como esta caracterizada por dos notas especialmente negativas para la actual dirección socialista: de un lado, es la era mediática y en ella la imagen cuenta mucho; de otro, por ser mediática, es también la de la hemeroteca. Aparte de un serio problema de imagen, Rubalcaba lo tiene de crédito por cuanto fue ministro en los gobiernos de Zapatero, sobre todo en el segundo, en los que el PSOE hizo unas cosas y dejó de hacer otras por las que ahora se autocritica. Ciertamente, es encomiable que el secretario general reconozca los errores pasados y se arrepienta de ellos. Pero recuérdese que, según Spinoza, el arrepentimiento no es una virtud, porque no nace de la razón.

dimarts, 4 de juliol del 2017

Los dos países

En España coexisten dos dinámicas políticas distintas con trayectorias independientes que, sin embargo, se interrelacionan, generalmente de modo hostil. De un lado, en el Estado, un gobierno en minoría, sumido en una corrupción estructural sin precedentes, que ha arruinado el país con una política agresiva hacia las clases populares y medias, grandes perjudicadas por una crisis que se ha gestionado en beneficio de los ricos, las empresas y los bancos. De otro, en Cataluña, un gobierno de la Generalitat comprometido con una hoja de ruta hacia la independencia mediando un referéndum que el del Estado y la oposición socialista y de C's tratan de impedir por considerarlo ilegal. Son dos realidades coetáneas que requieren tratamientos muy distintos.

La reciente elección de Sánchez permitió abrigar la esperanza de que se estableciera algún tipo de entendimiento y negociación entre ambos campos para evitar una confrontación. Pero la esperanza se desvanece por momentos. En su primera conversación a raíz de las primarias, Sánchez comunicó a Rajoy la coincidencia del PSOE con el PP en el rechazo al referéndum por ilegal. El PSOE se alinea con la política de confrontación del PP. 

En ese espíritu se producirá la entrevista de hoy del Secretario General del PSOE con el Rey (entrevista que consolida el carácter dinástico del PSOE y elimina la perspectiva republicana)  y la que mantendrá el próximo jueves en La Moncloa con Rajoy, el principal responsable de este desastre en el que no quiere quedarse nadie pues empuja a los jóvenes a la emigración y a los catalanes a la independencia.

Sánchez ha pasado de anunciar que pediría la dimisión de Rajoy en cuanto asumiera el cargo a apoyarlo en su faceta más belicosa y a coordinar su acción con él. En teoría, nada extraño. Algo dentro de las normas de cortesía de los países democráticos, aunque Rajoy solo tenga una noción aproximada de ellas, especialmente frente a Pedro Sánchez, a quien desaira siempre que puede.

Esa actividad en la política española contrasta con su ausencia en la específicamente catalana. Ni un gesto que apunte en la dirección del entendimiento y la busca de soluciones democráticas. Respaldo total al tosco, falaz y fariseo argumento del gobierno frente al referéndum de equiparar democracia y legalidad (lo cual es básicamente correcto) y emplear luego la legalidad como el requisito de toda acción política. El problema es que la legalidad en sí misma es una decisión política. La ley se aprueba o se deroga en el Parlamento, que es un órgano político que está para eso. El PP precisamente ha debido de batir la marca de leyes derogadas, modificadas o promulgadas. Que el referéndum sea legal o ilegal depende de una decisión política. En este caso la decisión política previa de que no haya referéndum en Cataluña. Caso de haberlo, se aplicará la ley en la modalidad represiva que el gobierno, este gobierno, considere proporcional.

La cuestión de con qué autoridad actúa el gobierno frente al independentismo catalán no se plantea. No la plantea ni el PSOE cuando lo apoya incondicionalmente. Pero que no se plantee no la hace evaporarse. Es una cuestión objetiva. ¿Con qué autoridad invocan el gobierno y el PSOE la legalidad siendo así que el primero se la ha saltado o la ha modificado a su antojo gracias a su pasada mayoría absoluta? Realmente, su posición es muy débil.

En cambio, tienen enfrente una iniciativa política clara, bien articulada y con un amplísimo apoyo social y movilización permanente transversal. Algo con lo que no habían contado y frente a lo que carecen de respuesta que no sea la represión. En este momento, el factor decisivo es la voluntad política de la Generalitat de realizar el referéndum y actuar en consecuencia. Y parece no ofrecer dudas. La Generalitat no se pliega. El hosco camino de la represión está lleno de imponderables y, por supuesto, podemos encontrarnos todo tipo de situaciones, incluida la inhabilitación del presidente Puigdemont y hasta su encarcelamiento si, como es muy probable, no acata la inhabilitación.

La pregunta es si el PSOE está dispuesto a ser causante de ese escenario en el que se multiplicarán las presiones de la comunidad internacional. Y teniendo en cuenta que, aunque se consiga restablecer ahora la legalidad represiva, ello solo apunta a un futuro de permanente ingobernabilidad mientras no haya una solución satisfactoria para las dos realidades, correspondientes en verdad a dos países.


divendres, 10 d’agost del 2012

El orden nace de la justicia.

Por supuesto también puede nacer de las bayonetas o de las pelotas de goma de los antidisturbios, pero será un orden injusto y, por tanto, ilegítimo, que negará sus derechos a los ciudadanos. Un orden mecánico, impuesto, no basado en el libre consentimiento de la ciudadanía.
A estas alturas de la crisis, cuando parece que nos precipitamos en otra peor en parte a causa de las medidas que estamos tomando, hay una conciencia generalizada en el país de que vivimos en una sociedad convulsa, indignada, en estado de movilización prácticamente permanente. Esto se ve bien en Madrid: se van los mineros y se quedan los funcionarios, aparecen los parados y vuelven los funcionarios y salta luego la chispa y prende en Andalucía, una región o nacionalidad en la que existe una tradición de radicalismo político, reprimida en tiempos de Franco con la máxima dureza y crueldad. La movilización de la derecha en contra del acto de Mercadona es excesiva y demuestra mala conciencia con Andalucía, en donde se fusiló la gente a cientos y se coronó con lo asesinatos de Blas Infante y de García Lorca.
Sin embargo, según se deduce de las muy reiteradas manifestaciones de Gordillo, de lo que se trata es de llamar la atención acerca de una situación en el límite, en la que la gente ya pasa hambre y el gobierno continua imponiendo sacrificios y negando derechos. La intención de la derecha es tratar el asunto como de orden público y de procesar a los responsables, amparada en la mayoría absoluta del gobierno y la legalidad vigente. La situación se dirimirá en los tribunales. Pero eso no impedirá que Sánchez Gordillo realice otro acto de desobediencia civil, y otro y otro en otros ámbitos sociales. Y, si Gordillo falta, probablemente habrá otros Gordillos. Cuando las iniquidades del gobierno no dejan margen y prevalece la desobediencia civil, las cosas tienen difícil arreglo.
La insistencia en que la legitimidad del gobierno se basa en la voluntad de la gente, traducida en su mayoría parlamentaria, pretende ignorar que esa misma mayoría parlamentaria convierte al Parlamento en algo irrelevante. Bien claro ha quedado en los ocho meses de gobierno que este poco menos que lo ignora.
Es un parlamento prácticamente maniatado frente a un gobierno que no rinde cuentas de sus actos y que ha hecho todo lo contrario de lo que prometió en el discurso de investidura del candidato a la presidencia. Como era de esperar, parte de la oposición se traslada a la calle y puede tomar estas formas de desobediencia civil, muy difíciles de manejar en un contexto de libertades y garantías constitucionales. 
Muy difíciles, sobre todo, porque el orden que cuestionan con sacrificio de su libertad, es injusto. Es patente que el gobierno ha distribuido los costes de la crisis de modo tremendamente desigual. No ha tocado los intereses de los sectores privilegiados, la iglesia, los bancos, las grandes fortunas, las mayores empresas; al contrario, ha amnistiado a los grandes defraudadores; en cambio ha entrado a saco en los de las clases populares, trabajadores, parados, dependientes, jubilados, de la inmensa mayoría. 
En la época de los medios de comunicación e internet, esa situación de injusticia se visualiza todos los días. Por un lado se hace pública la pensión quer se autoasigna tal o cual cargo por haber llevado su banco a la quiebra o se cuantifican los millones que ha defraudado al erario público tal o cual presidente o alcalde, este o aquel otro ladrón de guante blanco y poderosas influencias; por otro se presencia un desahucio y se sabe que son miles los que se tramitan en todo el país o se debate incluso la posibilidad de eliminar un pago de 400 € al mes para los parados que hubieren agotado sus otras prestaciones, se ve a un ingeniero en paro pedir limosna por las calles o tal ayuntamiento pone candado a los contenedores de basura para que los pobres no puedan rebuscar en ellos.  Escuchar en ese momento que el salario de los altos cargos de las entidades intervenidas no podrá exceder de 300.000 € al año suena como un insulto para quienes tienen que luchar por 400€ al mes. Son esos cientos o miles de casos concretos de injusticia y abusos en todas partes los que producen un estado de indignación general que presta apoyo a los actos de Gordillo y los que vengan después.
Es el hartazgo con la injusticia, la contemplación de los abusos, la conciencia de la impunidad de que gozan los delincuentes, muchas veces amparados por las autoridades, la palmaria evidencia de que un gobierno indolente e irresponsable actúa sistemáticamente en pro de los privilegiados y en contra de la mayoría, que reduce sus posibilidades de vida por razones económicas y niega sus derechos por razones políticas los que están cebando una situación potencialmente explosiva de la que la desobediencia civil de Gordillo no es más que un síntoma o adelanto.
Por cierto, se piense lo que se piense respecto al alcalde de Marinaleda y sus motivaciones, nadie puede negar que este hombre ha sacudido la modorra de un país entero, ha puesto a ladrar furiosa a la jauría mediática de la derecha y ha confrontado a la sociedad con el hecho de que el orden social es profundamente injusto.
Si la única respuesta a este estado generalizado de ánimo e indignación la da ese ministro del Interior que parece directamente salido de la policía franquista, quiere decir que el orden injusto solo podrá mantenerse a base de pelotazos de goma de los antidisturbios, es decir, por la fuerza.
Y, si es por la fuerza, no veo razón alguna para criticar la de los jornaleros que más me parece legítima defensa frente a una agresión perpetrada por un gobierno tiránico que se escuda en una ley que él mismo incumple, tergiversa, defrauda y, cuando le parece, cambia a su antojo.

dijous, 29 de març del 2007

Cuba, mi hijo.

Mi amigo Xabier Vila-Coia ha publicado el libro de fotos cuya imagen se ve en la de la izquierda, en la editorial La Pinga Ediciones, que debe de ser él mismo. Recoge en el libro una buena colección de fotos que hizo de un viaje y estancia de 14 meses en la isla en 2003. Son fotos sin texto, que pretenden ilustrar el resultado de un trabajo de investigación que el autor define en el prólogo como empirio-realismo y cuya característica fundamental, en cuanto que método de acción consiste en lo que llama la participación provocativa que, como su nombre indica, consiste en vivir en la realidad de la que se quiere dar cuenta y "provocar" en ella el acontecimiento. A primera vista puede resultar, en efecto, un poco provocativo, deliberadamente provocativo y, desde luego, lo es, si se lee ese prólogo, por lo demás lo único escrito del libro (pues el resto son imágenes), con el título de "la cientificación del arte: del Dadá al Yoyó".

Recorriendo las fotos, agrupadas por grandes bloques temáticos, casi todas ellas de La Habana, se va descubriendo una especie de hilo narrativo, algo que ya se deja entrever en la sutil ambigüedad del título que puede querer decir dos cosas, según como se entienda el término "utopía". En un primer sentido, quizá el más obvio, parece querer decirse que el socialismo es una posibilidad, esto es, la vieja idea que llevó a Engels a contraponer el socialismo científico (el suyo, claro), al utópico que, por no ser científico, no sería realizable. En un segundo sentido, si se toma el término "utopía" en su aspecto valorativo, como la sociedad ideal, la impresión que parece transmitirse es que el socialismo es una cruda y desagradable realidad, nada envidiable y que uno no desearía que le sucediera en vida.

Supongo que el punto de vista del autor se encuentra en algún impreciso punto medio entre las dos interpretaciones, una especie de mirada serena, comprensiva con las características del sistema de la isla y crítica también con ella. Por muy provocativa que haya sido su participación y muy participativa su provocación, es una mirada ajena la que se posa sobre la realidad y nos la trasmite, con una mezcla de ironía y comprensión.

Abundan las imágenes de grandes carteles con consignas revolucionarias de todo tipo y en todas partes. Cuba es una sociedad permanentemente movilizada , como lo eran todas las antiguas sociedades del llamado "socialismo realmente existente" de las que se decía que lo que era socialista no existía y lo que existía, no era socialista. Hoy han desaparecido, como barridas por el viento de la historia. Queda alguna, como esta cubana y aquella característica de la permanente movilización está muy agudizada. El continuo aleccionamiento a base de consignas por doquier trata de mantener un grado elevado de conciencia ciudadana y, por lo general, lo que suele acabar logrando es el efecto contrario: la indiferencia y la burla.

Vila-Coia tiene ojo para los detalles significativos de la arquitectura urbana. El libro trae muchos testimonios de La Habana vieja: los edificios modernistas, como el de la imagen, en un estado notable de deterioro. Creo que esa es la impresión que me dejó La Habana en el único viaje que hice allí a mediados de los años 90. Edificios y calles en mal estado entre los que se desarrollaba una vida bulliciosa, con esa alegría diáfana que sólo se encuentra en los países del Caribe.

Por supuesto, la obra trae también abundante testimonio gráfico de la población y sus formas de vida, la abigarrada mezcla étnica, las tonalidades de lxs mulatxs, la vida de los barrios, los colegios, con sus actividades al aire libre y los uniformes de lxs escolares. Y también la omnipresencia de esos viejos cochazos de fabricación estadounidense, los Cadillacs, Oldsmobiles, Chevrolets, Buicks de los años 50 que ya no se ven en ninguna otra parte del mundo, salvo en las películas de aquellos años, de Doris Day y Rock Hudson, con sus carrocerías pintadas de colores vivos y que, piensa uno, es un milagro que sigan funcionando, probablemente provistos con piezas de recambio de vaya Vd. a saber dónde. Ese parque automovilístico que era el típico de La Habana y toda Cuba en los tiempos de Batista y que se quedó como congelado, cuando los revolucionarios de Sierra Maestra, entonces jóvenes y hoy superannuated acabaron con aquel régimen proyanqui para instalar otro que trajo un indudable avance en todos los órdenes, justicia social, un bienestar mejor distribuido, pero no más libertad y que sustituyó durante muchos años la dependencia de los EEUU por la de la Unión Soviética y el conjunto de los países del Este. Como puede verse en la última imagen de la izquierda en la que, bajo un cartel que haría las delicias de un Spinoza, autor de un Tratado Teológico-Político, pueden verse modelos de Lada soviéticos, que junto a los Zhiguli o los Trabant de Alemania Oriental, vinieron a substituir a los de fabricación estadounidense.

Me ha gustado el recorrido en imágenes; me ha hecho revivir recuerdos únicos de esta isla única. La luz, sobre todo su luz.


divendres, 22 de juny del 2018

Carta de Palinuro a Carme Forcadell, presa política

Viene Vila Web publicando una sección de cartas a las presas y presos políticos catalanes y una de ellas ha tocado en suerte -y muy buena suerte- a Palinuro. Y destinada a Carme Forcadell. Hela aquí como la publica el periódico.

Desde hace siglos, milenios, las cartas han sido un género al que siempre se ha recurrido para facilitar la comunicación entre gentes separadas por kilómetros, rejas, mares, gobernantes tiránicos, ríos, jueces prevaricadores, montañas, anatemas de los curas. Han servido para contar desgracias (x ej., la Séptima carta de Platón) o resignación filosófica (las de Abelardo a Eloísa). Con la invención de la imprenta, dieron origen a un género literario por derecho propio (Cartas persas, Cartas marruecas, Relaciones peligrosas, Carta al padre, etc) que llega hasta hoy (La breve carta para una larga despedida) y seguirá mañana. Siempre que haya alguien queriendo comunicar algo salvando distancias de espacio y/o tiempo, habrá cartas.

Esta es una de ellas.

Aquí la versión castellana:


Querida Carme:

Agradezco mucho a Vila Web que me permita entrar en contacto con vosotras, las presas y presos políticos. Aunque os tenga continuamente presentes, no basta con el pensamiento; y aunque también aprovecho todas las ocasiones para hacer realidad el pensar, la oportunidad de escribir una carta personalizada es de las que se agradecen especialmente. Sobre todo, si es una carta a una de vosotras, las mujeres presas, y a ti, a quien tengo el orgullo de conocer personalmente.

Así pues y ante todo, salud, Carme.

Recuerdo que una de las veces en que intercambiamos impresiones estaba también presente la inolvidable Muriel Casals que, de no ser por aquel accidente, hoy estaría haciéndoos compañía en Alcalá-Meco. Eran jornadas intensas, agotadoras, en mitad de un proceso que estaba encarrilándose a toda velocidad. Quienes encabezabais las organizaciones sociales, tan decisivas en la articulación del movimiento independentista, no dabais abasto y por eso, robaros unos minutos de charla era un privilegio. Y yo lo aprovechaba pues tenía interés en conocer de primera mano cómo se aplicaba en la práctica aquella idea que ambos compartíamos con millones de gentes más. Cómo la idea se hacía acción. Cómo la teoría se convertía en un poder material cuando encarnaba en las masas, como decía Marx. Tú eras independentista; yo, no. Ahora, sí. Me fui haciendo por el camino, y una de las referentes eras tú

La primera vez que te vi fue en unas noticias de alguna televisión; quiero decir que te vi y te identifiqué. Acababas una alocución diciendo “President, posi les urnes!” y yo pensé “esta mujer está haciendo historia”. Esa expresión debiera ser el lema del procés. El president estuvo a la altura, puso las urnas y las masas convirtieron la idea de la independencia en un poder material. Entre tanto tú, que eras presidenta del Parlament, representabas la legitimidad de la acción de un govern que estableció una hoja de ruta de dieciocho meses, para llevar a Catalunya de la autonomía a la pre-independencia y que cumplió estrictamente. En aquel año y medio actuaste con singular acierto, dignificando la magistratura, haciendo de pararrayos de las cóleras de la oposición y simbolizando la imagen de una República que, a partir del 1º O pasaba a realizarse. Y de eso también te encargaste tú.

Estuve presente en el pleno del Parlament del 27 de octubre y lo seguí atentamente, vi con qué firmeza conducías una sesión que todos intuían histórica, aunque todos trataban de disimularlo. La procesión y el peán de la victoria iban por dentro. Seguí la votación y escuché los resultados. Estuve a punto de escribirte un panegírico como Marianne republicana. Nunca lo he hecho porque pienso que uno de tus rasgos es tu seriedad, tu gravedad y lo profundo de tus convicciones, que no precisan hipérboles.

La respuesta del Estado, ciega y violenta, no ha conseguido aplastar el movimiento independentista. Antes al contrario, lo ha consolidado, profundizado, ampliado. Vosotros, las y los presos tenéis una doble función que se funde en una. Sois las rehenes del Estado español y, por eso mismo, el objetivo inmediato del independentismo. Las dos en una, pues sois el símbolo de la revolución catalana y tú, si me lo permites, especialmente relevante, pues representas el Parlament, esto es, el depositario de la soberanía del pueblo catalán.

Quienes hayan diseñado la política de represión son unos incompetentes porque ignoran la fuerza de cohesión que tiene la lucha por una causa noble. Todo el mundo, aquí y fuera de aquí contempla hoy cómo esa incompetencia –mezclada de crueldad, hay que decirlo- ha acabado consiguiendo lo contrario de lo que se proponía. El plan originario era muy claro, era el plan de los halcones del 155: un golpe contundente que desbaratara todos los equilibrios y las instituciones, suspensión de hecho de la Generalitat, encarcelamiento y exilio de sus representantes. Nuevas elecciones de inmediato, de las que se esperaba un resultado que validara la corrección de aquellas medidas autoritarias y represivas. Aplicando las “enseñanzas” del País Vasco: si encarcelas (o “descabezas”, en expresión de la vicepresidenta Sáez de Santamaría) a los dirigentes independentistas, si das un escarmiento, hay algunas protestas al principio pero, luego, la vida cotidiana manda, la normalidad se impone y de los presos ya no se acuerda nadie. Se acaba aceptando la situación. Se obedece al mando.

Justo al revés. El resultado de las elecciones fue el contrario al que esperaban, razón por la cual decidieron no respetarlo. Pero, además, es visible, patente para todo el mundo que los y las presas y las y los exiliados son motivo de movilización permanente a lo largo y a lo ancho de Catalunya. En todas partes se realiza todo tipo de actos en defensa de vuestra liberación y se toman las más diversas iniciativas. Tenéis el cariño y el apoyo de un pueblo entero que no solo no os olvida sino que se cuida de vosotras, piensa en vosotras y se preocupa por atenderos en cuanto necesitéis. Este fracaso de los represores es especialmente llamativo: no entienden que la relación mutua de apoyo entre la gente y vosotras no es solamente política sino también humana, cultural, popular. Al proceder contra vosotras como personas individuales, además de vuestra faceta política, tenéis la familiar. La gente se preocupa y se trasmite noticias sobre vuestros estados de ánimo.

Si querían sembrar la indiferencia, han incrementado la cercanía y el afecto. La gente canta, baila, reza, come, hace concursos y excursiones pensando en vosotras. Sois un faro que guía las esperanzas de un pueblo y las concreta en vuestras personas, no de forma abstracta o mística sino humana y de proximidad. Estáis en el centro del debate político y social. El lazo amarillo se ha convertido en un símbolo de resistencia pacífica de un pueblo. Es un gran mensaje: no hay liberación colectiva si no hay liberación personal.

Al no conseguir aplastar el independentismo, esa respuesta violenta, represiva, no puede perpetuarse. Y el gobierno que apostó todo a esa carta y se encontró con semejante respuesta tuvo que irse. Verdad es que no se fue por sí mismo sino que lo echaron las otras fuerzas políticas. Pero solo el hecho de ponerse estas de acuerdo en algo (Rajoy, no) era suficientemente milagroso. La cuestión que se abre ahora mismo es el talante, las intenciones del nuevo gobierno en condiciones de todos conocidas, esto es, 85 diputados y menos de dos años de mandato efectivo Los inicios son malos tirando a pésimos. Parece haber un sector de “dialogantes”, animado por el presidente, que ofrece negociar en el horizonte de una reforma de la Constitución en sentido federal. Y un sector de “beligerantes”, también apoyados por el presidente, partidarios de no dialogar ni negociar nada y de aplicar la Constitución como si fuera la purga de Benito o el bálsamo de Fierabrás.

Las diferencias son ligeras y ambos sectores coinciden en no cuestionar el enfoque ni las medidas adoptadas hasta la fecha por el bloque nacional del 155 a pesar de que, probado queda, han sido un fracaso tremendo, que causa más destrozo, mayor sufrimiento sin sentido alguno. Pretenden mantener como normal una situación en la que hay presos políticos, causas generales, represión constante. Es literalmente absurdo querer pasar por Estado de derecho una situación de excepcionalidad con presas y exiliadas políticas.

De chocar esta actitud, como chocará, con la resistencia catalana, es poco probable que el gobierno cambie de actitud y se avenga a un diálogo que no sea una imposición de antemano. Poco probable porque teme una repercusión negativa en su electorado español cuando falta poco tiempo hasta las próximas elecciones. Si no hay cambios, deberá prepararse para una situación de poder dual de hecho en España, entre esta y Catalunya. Como el Estado no puede admitir la dualidad de poder, hará como que la ignora mientras pueda. Llegará un momento en que no pueda y tendrá que convocar elecciones. En esas elecciones el independentismo tendrá que tomar una decisión entre las dos opciones que se le abren de participar o no en las elecciones parlamentarias de un país del que se considera independiente. Se abren muchas posibilidades pero es un debate que deberá quedar para el caso de que la circunstancia se dé. La sola posibilidad de incluiros en una lista única de país a las generales del Estado español es un buen argumento en favor de la opción de participar en ellas.

Entre tanto, con respecto a la política de represión, todos admiten hoy, incluso lo desean, que se trate de un paréntesis. Al margen de las peripecias que, sin duda, se vivirán, en algún momento ese paréntesis se cerrará. El Estado no tiene salida alguna para Catalunya que no sea la negociación de un referéndum, a la que se ha negado siempre, contra toda razón y justicia. Y contra la voluntad expresa de la mayoría de las catalanas, expresada en cuatro ocasiones a nivel nacional y en muchas otras más a nivel local. Cuatro ocasiones nacionales, 2014, 2015, 2017 (octubre y diciembre) que han dado mayoría política y moral al independentismo. El Estado no tiene base para negarse a un referéndum vinculante con mediación internacional. No hay otra. Catalunya no puede volver al estado autonómico y el Estado no puede impedir el arraigo de los instituciones republicanas salvo intensificando la violencia y no parece que haya lugar.

Ese referéndum no podrá celebrarse teniéndoos encarceladas.

Vuestra liberación es el empeño de todo un pueblo que la identifica con la suya propia como pueblo.