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divendres, 2 de gener del 2009

Tendencia de izquierda.

El sondeo que trae hoy el diario Público da mucho en qué pensar. Aunque la crisis económica esté resultando más grave de lo que los expertos y zahoríes vaticinaron y aunque la reacción del Gobierno no haya sido especialmente rápida, oportuna o brillante, el PSOE aventaja netamente al PP en 2,1 puntos y 6,2 si tenemos en cuenta la intención declarada de voto. Esta ventaja invierte la situación que se daba en septiembre cuando el PP sacaba al PSOE ocho escasas pero significativas décimas. La explicación de esta inversión de tendencia podría encontrarse mirando el gráfico. Se ve cómo el PSOE se precipita entre agosto (43,6% de intención de voto) y septiembre (38,3%), perdiendo cinco puntos porcentuales y cómo, a partir de septiembre comienza a remontar hasta el mes de noviembre, manteniéndose en diciembre en ese 4,3%. En mi opinión, el descalabro de agosto-septiembre se debió a la irritante actitud del Gobierno de negar lo evidente, la crisis; y la recuperación se ha dado cuando el señor Rodríguez Zapatero recobró la cordura, llamó a las cosas por su nombre y probó estar trabajando con ahínco en resolver una situación que agobia a todo el mundo en vez de ejercitarse en logomaquias que parecían tomaduras de pelo. Los sondeos subsiguientes nos ilustrarán sobre cómo va juzgando la gente el resultado de las medidas adoptadas.

El PP muestra una línea de paulatino e inexorable descenso que cada cual interpretará a su gusto. La ultraderecha (los llamados "liberales") dirá que la culpa es de la falta de liderazgo del señor Rajoy y el señor Rajoy culpará a la labor diversionista y de zapa de la ultraderecha. En mi opinión los magros resultados del PP se deben a su modo bronco y crispado de hacer política que no gusta en España. Los medios conservadores, en especial la COPE y El Mundo pueden pensar que esa actitud es la adecuada y quizá lo sea para sus audiencias (aunque se pueda sospechar, visto el último Estudio General de Medios, que tampoco) pero las elecciones no las ganan los menos de dos millones de oyentes de la radio episcopal sino los ocho o nueve millones más de personas que hay que añadir para alcanzar la mayoría en el Congreso. En esos nueve millones hay mucha gente a la que repele la agresividad dialéctica de la derecha mediática. En los treinta años de democracia, el PP sólo ha ganado dos elecciones y no es insensato pensar que fue debido a la profunda postración en que se encontraba el PSOE, literalmente destartalado por los desastres del último Gobierno del señor González. No ganó el PP sino que perdió el PSOE. Y el PP no ganará mientras siga sin centrarse en serio (no cosméticamente) y continúe con un lenguaje crispado y agresivo. Es un error garrafal creer que la política de trinchera paga.

Los datos de los demás partidos, a distancia considerable de los dos mayoritarios, sólo ofrecen como nota relevante la recuperación de IU tras su asamblea federal hasta el tercer puesto y la moderación (con descenso) del espectacular crecimiento de Unión, Progreso y Democracia (UPyD) en los meses de septiembre y octubre hasta el cuarto lugar. Pero en ambos casos trátase de 4,5% y 3,5% de intención del voto, magnitudes escasamente relevantes y que apenas si darán para uno o dos diputados. Es cierto que UPyD sigue triplicando sus resultados con respecto a 2008, pero siguen siendo insuficientes para que aumente en representación, salvo que esa intención triple de voto se concentre en alguna circunscripción, por ejemplo Madrid.

Lo sorprendente es la valoración de los distintos dirigentes políticos. La más alta (4,9 puntos) es para el señor Rodríguez Zapatero. Le sigue el señor Rajoy a cinco décimas de distancia. Pero la señora Rosa Díez consigue equipararse con el presidente del Gobierno. De haber alguna relación entre esta puntuación y la del partido, UPyD habría de sacar más de ciento cincuenta diputados en las próximas elecciones, lo que sería realmente extraordinario para una fuerza que cuenta con uno solo. Esa alta valoración de la señora Díez es la del político maverick o el tributo que el personal gusta pagar a la zona de esperpento de la política, un resultado que probablemente satisfaga el ego bastante abultado y las ambiciones personales, que no lo son menos, de la antigua militante socialista, en quien la gente cree ver a una especie de Pepito Grillo del Gobierno, pero que aún está lejos de afectar a la relación real de fuerzas políticas parlamentarias. Queda mucho tiempo hasta las elecciones y sólo si la señora Díez tiene la fuerza del corredor de fondo podrá hacer mella en el alto índice de concentración de los dos grandes partidos que es casi del 84 por ciento en el voto y, con sus 322 diputados en conjunto, del 92 por ciento en la representación parlamentaria. Pero, de conseguirlo (y está por ver a costa de cual de los dos partidos), podría funcionar como el menor de una hipotética coalición parlamentaria con uno de aquellos, quizá como un partido bisagra. Y dado que la señora Díez y su partido son más que nada una creación de los medios, especialmente de Telemadrid y del señor Buruaga (que estuvo meses llevándola a su programa como "representante del PSOE") será un buen momento para ver qué resultados obtienen los llamados partidos mediáticos.

(Las imágenes son gráficos de Público, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 5 de desembre del 2008

La opinión pública y el poder de los medios.

El barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas correspondiente al mes de noviembre de 2008 es muy revelador tanto del estado de ánimo de la opinión pública española como de la forma en que ésta se gesta. Pone de manifiesto que dicha opinión está condicionada por los medios de comunicación a tal extremo que si, en lugar de hacer el sondeo al modo habitual de preguntar a la gente, se hiciera vaciando los contenidos de los periódicos y los informativos de radio y televisión y analizándolos, el resultado sería el mismo que el que ha salido ahora. Preguntados los españoles que cuáles son los asuntos que más les preocupan, el paro aparece en primer lugar con una cifra record del 71 por ciento, lo que no es otra cosa que el reflejo directo del tratamiento de los medios de uno de los fenómenos concomitantes de la crisis económica que, ciertamente, también aparece entre las preocupaciones ciudadanas en segundo lugar pero relativamente distanciado, con un 58,1 por ciento, fiel trasunto del lugar que dan los medios al fenómeno de la crisis, que es el que más les interesa a ellos y no necesariamente el más lógico. En efecto, dado que el paro es efecto de la crisis económica y que ésta es la causa de aquel, el tratamiento mediático lógico habría de ser el inverso. Pero es el que es porque los medios tienen, todos y siempre, un elemento componente mayor o menor de sensacionalismo lo que los lleva a cargar sobre el paro que afecta directamente a las personas en lugar de la crisis que puede considerarse como cuestión más alejada. Y la opinión pública refleja mansamente esa opción mediática. Porque, cuando se pregunta a la gente que cuál de las circunstancias es la que más le afecta personalmente, la relación primera/segunda preocupaciones se invierte: el 50,2 por ciento asegura que los problemas económicos y el 34,8 que el paro

La tercera causa de preocupación es el terrorismo, pero a una distancia abismal, con el 21, 7 por ciento, esto es, a 49,3 y 36,4 puntos porcentuales de diferencia respecto de las preocupaciones primera y segunda. Ello porque el barómetro se hizo antes del último atentado de ETA; si se hubiera hecho después, la diferencia hubiera sido mucho menor o quizá hubiera sido a la inversa.

Pero en donde más se observa esta influencia sobre la opinión de los medios de comunicación es en las respuestas a las cuestiones políticas, específicamente dedicadas a la Constitución cuyo treinta aniversario se celebrará mañana. Un mísero 2,6 por ciento cree que los españoles conocemos bien la constitución, un 21,9 cree que la conocemos "por encima", un 46,2 que "muy poco" y un 24,6 que "casi nada". Con todos mis respetos para las habilidades semánticas del CIS, "por encima", "muy poco" y "casi nada" son casi sinónimos de "nada". Hubiera sido más práctico (aunque quizá no muy diplomático) preguntar: "Los españoles ¿conocemos la Constitución, sí o no?" Es realista pensar que creemos que no la conocemos, es decir, que el 92,7 por ciento no la conoce. Y es verdad. La cosa se comprueba cotejando estas cifras con las respuestas acerca de si el encuestado en concreto la conoce: el 11,4 por ciento sostiene que sí que la conoce bien y esa cifra bien pudiera ser cierta. Pero luego, el 28,3 por ciento dice conocerla "por encima", el 33,9 "muy poco" y el 25,8 de los más sinceros, "casi nada". En resumen, un 88 por ciento viene a admitir que no conoce la Constitución.

Pero eso no le impide pronunciarse sobre ella. Un 48,1 por ciento declara sentirse bastante satisfecho con ella y un 29,7 por ciento, poco satisfecho. Es decir, estamos satisfechos o insatisfechos con algo que no conocemos porque nos dejamos guiar por el parecer de los medios, que son nuestros ojos, ya que son los medios quienes mantienen esta preferencia de casi 2/1 de "bastante" y "poco" satisfechos con la Constitución.

El fenómeno de mediatización se hace patente cuando se pregunta a los ciudadanos si reformarían la Constitución, una Constitución que un 88 por conoce mal o poco y un 52,7 por ciento responde que sí, lo que es sorprendente. Y de los que son partidarios de la reforma, la cifra más alta, un 11,5 por ciento dice que lo que hay que reformar es lo relativo a la justicia, reflejando así al hecho de que en el momento en que se hacía el trabajo del barómetro, la justicia estaba en el centro de mira de los medios por muy diversos y graves problemas. Si, como sucede con frecuencia, los asuntos de interés mediático hubieran sido los relacionados a las autonomías (consulta de Ibarretxe, pretensiones de Carod Rovira, etc), la opinión pública hubiera cambiado de modo acorde.

Es decir, se prueba que en España la opinión pública es en buena medida opinión publicada.

(Las imágenes son la primera el anuncio de una revista satírica berlinesa de los años veinte y la segunda un óleo de Joaquín Sorolla llamado El Heraldo de Madrid).

dimarts, 30 de setembre del 2008

El PSOE baja y el PP sube. ¿Por qué?

El diario Público traía ayer el resultado de su última encuesta del "Publiscopio", según la cual, de celebrarse hoy elecciones las ganaría el PP. Por un margen muy pequeño (0,8 puntos porcentuales) pero las ganaría, cuando el PSOE obtuvo 3,5 puntos más que el PP en las últimas elecciones. El periódico aventura sus explicaciones para esta inversión de la tendencia así como para el hecho de que el presidente Rodríguez Zapatero haya bajado notablemente en popularidad, aunque siga por delante del señor Rajoy, quien le pisa los talones y que el porcentaje de los que confían en aquel haya descendido significativamente mientras que ha aumentado el de quienes no confían. Según el periódico todo ello se debe a la crisis y a la falta de liderazgo del señor Rodríguez Zapatero.

Es la muy respetable opinión del periódico. Yo aventuro la mía: no es la crisis lo que ha castigado las expectativas electorales del PSOE sino el modo de enfrentarse a ella. Alguien ha dicho al Gobierno en general y a su presidente en particular que, poniendo al mal tiempo buena cara, no asustándose ni amilanándose sino gastando chistes y diciendo cosas ingeniosas cabía ir capeando la situación hasta que se saliera de la crisis. Así se pasó el presidente tres meses haciendo equilibrios malabares con las palabras para no pronunciar la de "crisis" y pensando, probablemente, que la gente, que ya la padecía y sigue haciéndolo, es idiota y no se entera de que se le está ocultando algo. Probablemente lo más estúpido que he oído a alguien en los últimos tiempos fue aquel "el pesimismo no crea puestos de trabajo" del Presidente, como si el optimismo sí lo hiciera. No creo que fuera él personalmente el responsable de tal majadería, sino alguno de esos asesores de que anda siempre rodeado, especialistas en conservar sus canonjías a base de decirle al señor Rodríguez Zapatero no lo que tengan que decirle sino lo que imaginan que quiere oír. Sea como sea, lo que refleja el Publiscopio es el hartazgo de la gente con unos gobernantes que más parecían chisgarabises incapaces de tomarse en serio algo que lo era y mucho, que está causando problemas muy graves a mucha gente.

Lo cual nos lleva a la otra parte del análisis, la que el periodista de Público atribuye a la falta de liderazgo del señor Rodríguez Zapatero. No seré yo quien la niegue. Una falta de liderazgo visible y manifiesta. Lo que sucede es que esto no es más que el comienzo de la historia. Porque España no es un país presidencialista sino parlamentario y con un gobierno de partido de forma que la falta de liderazgo afecta al Gobierno y al partido que lo sustenta, lo cual es más grave. Y lo es tanto más cuanto que ya ha sucedido en otras ocasiones. Tanto el partido como el Gobierno funcionan como maquinarias cerradas, organizadas a base del clientelismo, el amiguismo y el enchufismo. En el caso del Gobierno el asunto es patente: el señor presidente favorece a sus amigos sin tener en cuenta la competencia sino la complacencia personal. ¿Cómo va a haber liderazgo si el Gobierno es un reñidero de personalismos con los ministros enzarzados a causa de los favoritismos de su presidente? En el partido en cambio es al contrario: no sólo no hay discrepancias, sino que reina el silencio del camposanto. Sólo se oye la voz del portavoz, señor Blanco, quien siempre dice lo mismo en respuesta a cualquier crítica que se le plantee: que ellos hacen las cosas muy bien y el señor Rajoy no sabe de la misa la media.

Este comportamiento del Gobierno y su partido con esa imagen que dan de petulancia, distanciamiento, improvisación, división e incompetencia es lo que está haciendo más daño a las expectativas electorales del PSOE. Es un estilo de gobernar lo que está pasando factura, el estilo de quienes, habiendo ganado las elecciones por segunda vez y viendo todavía lejano el momento de las próximas no están dispuestos a amargarse la existencia tratando de averiguar cuáles son las políticas de izquierda que favorecen a los ciudadanos. Un estilo de gobierno que arrancaba del famoso "¡no nos falles!" pero lo está haciendo. Cada vez más.

Y una última cuestión que tiene también mucha incidencia en estos datos por cuanto el electorado de izquierda es sumamente quisquilloso: es posible que los presupuestos que el Gobierno ha presentado miren a la izquierda, sean sociales y no hagan pagar el coste de la crisis a los sectores más desfavorecidos. Ojalá sea así porque de lo que llevamos visto hasta la fecha está claro que el Gobierno aborda la crisis escorando su acción del lado de las empresas y el capital. Basta con escuchar a la ministra señora Corredor tratando siempre de beneficiar desde el Gobierno a las empresas del ladrillo en buena medida causantes de la crisis en razón de su codicia sin límites.

(La imagen es una foto de Jaume d'Urgell, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 3 d’agost del 2008

Más sobre el "empate técnico" PSOE - PP.

Al conocerse los datos del barómetro de julio del CIS, claramente desfavorables al PSOE en estimación de voto casi idéntica a la del PP, el presidente del Gobierno en rueda de prensa dijo eso que suelen decir los políticos cuando los sondeos les son desfavorables: que el verdadero sondeo es el día de las elecciones, cuando ya no es sondeo, pues la cosa va en serio. Al mismo tiempo atribuyó la escasa estimación de voto del PSOE (39,5% en julio de 2008 contra 43,87% de voto verdadero el pasado nueve de marzo) al "frenazo", vulgo crisis, de la economía. Ya dije ayer que era una interpretación mecanicista, que daba por supuesto que la gente penaliza al Gobierno por algo de lo que el Gobierno no es culpable; aunque no todo el mundo está de acuerdo con esta opinión ya que los gobiernos suelen atribuirse el mérito de las épocas de bonanza económica pero no el demérito de las épocas de crisis. En todo caso decía servidor que más parece que la gente, los votantes, el demos, como dicen mis colegas, el pueblo en fin castiga al gobierno por no hacer las cosas bien frente a la crisis, lo cual es una interpretación muy distinta. Veamos: en el barómetro del mes pasado, a la pregunta de cuáles son los objetivos que este país debe marcarse para los próximos diez años en primer lugar y en segundo lugar, la respuesta fue:

Eso el mes pasado. ¿Ha frenado el Gobierno los precios? No. Pues es evidente que lo hace mal. Si, en vez de los barómetros nos vamos a las series históricas del CIS, que muestran la evolución de los indicadores el asunto no ofrece dudas. En cuanto a los indicadores económicos el cuadro del CIS es el siguiente:

Es decir, la situación está negra hace ya más de un año. La crisis estalló hace ¡doce meses! con el pinchazo de la burbuja de las subprime. Con todos mis respetos hay que ser un poco merluzo para obstinarse en no llamar a las cosas por su nombre. Revela una mentalidad como vudú o algo así: la creencia de que si no nombro lo malo lo malo se va. Para exorcistas iban estos. La gente, que no es tonta (aunque todo gobernante parece acabar creyendo que sí; si no tonta tonta, cuando menos crédula), echa la culpa al Gobierno, valora fatal la situación política y peor la perspectiva. Véase:

El hundimiento de marzo de 2003 corresponde a la guerra del Irak. Si nos fijamos, hay una trasposición mecánica del pesimismo económico al político porque, en definitiva, la situación política hoy en sí misma está bastante bien: mucha menos crispación, pactos por doquiera, relativa estabilidad parlamentaria, sin conflictos exteriores, etc. Si embargo, el panorama es negro. Y tanto más cuanto que la misma gente que ve mal la labor del Gobierno, ve peor la de la oposición:

Obsérvese que hablamos de series históricas, de tendencias, no del aquí y ahora. Da miedo la diferencia entre la valoración de la gestión del Gobierno y la de la oposición. Y no es solamente en el tiempo del giro al centro del PP sino que esta distancia se mantuvo a lo largo de la legislatura 2004-2008, si bien parece que la distancia se ha aminorado útimamente aunque más por el descenso del PSOE que por el ascenso del PP. La interpretación es, en principio, que los españoles tienen en mal juicio al Gobierno (de hecho, el presidente suspende en popularidad, por debajo del 5 con 4,75 frente a 5,58 en abril, un descenso de 0,83 puntos; el Gobierno en pleno pincha) y también a la oposición (el señor Rajoy también baja hasta un 3,99, por debajo de 4,24 en abril, esto es, un descenso de 0,25, menor que la del socialista) lo que deja pocas opciones. Cuán desesperados deben de estar los españoles cuando el cuadro de estimación del voto es el siguiente:

La diferencia casi ha desaparecido pero no desde el comienzo de la crisis en agosto de 2007, sino desde las pasadas elecciones de marzo, cuando la gente se ha dado cuenta de que el Gobierno se limita a negar que haya crisis, no hace nada por combatirla y lo poco que hace, mejor fuera que no lo hiciese.

((Pequeña digresión: este indicador permite ver lo falso de la idea de que las elecciones de marzo de 2004 las decidieron los terroristas, que fueron quienes cambiaron el gobierno de España. De eso nada: el Gobierno de España hubiera cambiado aun sin terrorismo.))

Para saber hasta qué punto la gente no solamente no es tonta sino que tiene un ojo crítico tremendo, véanse las puntuaciones de los distintos miembros del Gobierno, recordando, además, que todos bajan:

¿Hay alguien en desacuerdo con esas cantidades? Empiecen por la cola que es donde está la gracia. Ese 3,62 de doña Bibiana Aído traduce la opinión general más o menos corroborada por los hechos hasta la fecha de que se trata de una enchufeta del partido al frente de una responsabilidad que la desborda. Lo cual es lógico y era de esperar: uno no pone al frente de un ministerio de nueva planta a un bisoño sin experiencia alguna cuando está todo por hacer, empezando por convencer a la opinión de que ese ministerio que no es de nada concreto sino de una relación social, tiene sentido.

El 3,90 de la ministra de Fomento, una veterana, traduce una desesperación generalizada frente a una gestión en la que las chapuzas (heredadas, desde luego, de las del PP que fueron monumentales) han resultado ser norma con una ministra sandunguera que dice que ella no dimite mientras el presidente del Gobierno le mantenga la confianza, lo que es una perogrullada y una pequeña infamia (sin duda involuntaria) al mismo tiempo. La perogrullada porque si el presidente le retira la confianza, ella ya no dimite sino que la destituyen. La pequeña infamia: ¿quiere decir la señora ministra que si su conciencia le dijera que debía dimitir pero el presidente le mantuviera la confianza, no dimitiría?

El tercer peor valorado, don Mariano Fernández Bermejo (4,05) paga, quizá con algo de injusticia, la mala opinión que genera su talante campechano y hasta un poco vivalavirgen con un cargo que se supone revestido de especial prosopopeya. De todos modos, tampoco parece que él haya hecho más que algunos malos ripios y muchas buenas promesas. Y lleva ya un tiempito.

La cuarta por la cola, con un 4,07, es la ministra de la Vivienda, doña Beatriz Corredor que se ha iniciado en el cargo en marzo mucho más como ministra al servicio de los señores del ladrillo que de la Vivienda. Para un país en el que los jóvenes llevan años manifestándose al amargo grito de: No vas a tener una casa en tu puta vida, esta ministra es una desgracia.

Del quinto por abajo, señor Sebastián, con un 4,21, hay poco que decir salvo extrañar que no esté parejo con la señora Aído, aunque con dos planes más miríficos y arbitristas improvisados como el que acaba de presentar (y el Gobierno de aprobar, hay que fastidiarse) para ahorrar tropecientos miles de millones de barriles de crudo dentro de siete años con una bombilla el hombre lo consigue.

Los demás ministros pueden darse por aprobados, teniendo en cuenta que le gente es muy rácana, muy hueso a la hora de calificar; y muy exigente. Por eso tienen especialísimo mérito las notas de la señora Fernéndez de la Vega (5,35), Carme Chacón (5,24) y Alfredo Pérez Rubalcaba (5,09). La gente premia a los de la cachiporra, pero porque lo hacen bien; estos, incluso, muy bien y el resto de sus colegas aceptablemente bien.

Lo peligroso aquí es el descenso en la valoración del Presidente que quiere decir que la gente personaliza con bastante exactitud la rsponsabilidad por la mala gestión y lo hace en una cabeza del ejecutivo que, por algún motivo poco comprensible, no parece tener las ideas claras., aunque quiera dar la impresión de que sí. Si este mensaje de la oposición cala, que está calando, el Gobierno sin mayoría parlamentaria va a encontrar problemas.

diumenge, 13 de juliol del 2008

Y sondeos.

Además de congresos, el fin de semana ha traído algunas encuestas de bastante interés. El viernes apareció el Euskobarómetro, el sondeo periódico que hace el departamento de Ciencia Política de la Universidad del País Vasco bajo la dirección de Francisco Llera, repleto de sorpresas preelectorales. La encuesta se orienta a dilucidar la orientación de voto para las próximas elecciones autonómicas que, de seguir las cosas como hasta ahora, se prevén pronto. El PSE-PSOE da un salto considerable en estimación de voto, situándose en un 30% del voto siendo así que la última estimación de noviembre de 2007 le daba poco más de un 24%; con un PNV estancado en un 34% (medio punto por encima de la estimación de noviembre de 2007), el Euskobarómetro vaticina que el PSE podría superar a los nacionalistas en escaños y, en consecuencia, poner fin al tripartito. Confieso que me haría ilusión que sucediera algo de eso, aunque no sea más que porque se se termine con la experiencia del tripartito que, en mi modesta opinión, ha sido uno de los peores gobiernos del País Vasco en su reciente historia.

La encuesta siguiente es la del Sociómetro del Gobierno vasco, que suele publicarse a la par con el Euskobarómetro a veces con diferencias interesantes. El dato más curioso de esta entrega es que el deseo de independencia entre los vascos se sitúa en un mínimo histórico de un 22% mientras que un 30% se opone a ella y el resto actuaría según le pareciera. Es un resultado para que el señor Ibarretxe se busque un monasterio de Yuste a fin de retirarse a llorar su manifiesta incompetencia. Nueve años de Lehendakari sólo han dado para presentar un plan ilegal que ya le rechazó el Congreso en la legislatura anterior y que, como los boxeadores sonados, vuelve a salir a la lona a que ahora lo tumbe de un derechazo el Tribunal Constitucional.

Finalmente, El País publica hoy y mañana una macroencuesta de Metroscopia llena de informaciones interesantes y contundentes. El 90% piensa que España se encuentra en crisis económica y el 75% piensa que el Gobierno no sabe hacerle frente. Estoy encantado de que Palinuro haya sabido adelantar este espíritu generalizado frente a la crisis, que sigue (y seguirá por algún tiempo) sin resolverse. La macroencuesta de El País se concentra en los aspectos religiosos de la acción del Gobierno y muestra que, aunque la mayoría de los españoles prefiere los entierros de marca y boato para los asuntos de Estado, la población es muy laica y quiere eliminar el claro castrense así como la prerrogativas de que los curas han venido disfrutando desde los tiempos del nacionalcatolicismo.

(La imagen es una foto de Cameijei, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 30 de maig del 2008

De mal en peor.

Antes de comentar los datos del barómetro del CIS correspondiente al mes de abril es oportuno volver sobre algo que afloró en la vista oral del proceso que se sigue al señor Jiménez Losantos por presuntas injurias graves y no he visto reflejado en parte alguna. Dice el citado señor, que ya habla como si fuera el oráculo de Delfos, que en la radio "es difícil separar la información de la opinión". ¿Por qué? ¿Hay alguna razón para que se dé esa curiosa circunstancia fuera del hecho de que él no sepa separarlas? No es más difícil que en la televisión o en la prensa escrita. Basta con querer diferenciarlas y advertir antes de hablar de cuándo se hará como informante y cuándo como opinante. Supongo además que en el caso del señor Jiménez Losantos aun es más sencillo por cuanto la información le es tan ajena como la velocidad a las tortugas ya que, cada vez que abre la boca es para opinar y para hacerlo de modo agresivo e insultante. Razón por la cual está sentado en el banquillo de los acusados en un proceso por injurias graves.

Y ahora, al barómetro del CIS de abril. El PP baja en estimación de voto (37,6% frente al 40,11% que obtuvo el nueve de marzo; 2,5 puntos menos) por sus desavenencias internas muy probablemente. Los desajustes orgánicos de los partidos desalientan mucho a los electores. Es el único partido que desciende mientras que los demás, incluido el PSOE, se mantienen más o menos en donde estaban el nueve de marzo. Es demasiado pronto para que los electores piensen en cambiar de parecer. Esa baja intención de voto al PP vendrá a echar leña al fuego de la polémica interna porque seguramente cada bando culpará al otro por ello. Es interesante, sin embargo, que la valoración del señor Rajoy haya subido (de 3,95 puntos a a 4,24), aunque ya veo a sus enemigos desde Libertad Digital argumentando que se trata de una sucia maniobra del CIS a sueldo del Gobierno para aupar la figura del presidente del PP en detrimento de los intereses de la Verdadera España y a favor de Prisa. Hay gente que "razona" en blanco y negro.

Lo más interesante del barómetro se me hace el realismo de los españoles a la hora de aquilatar la situación actual en el país. Para un 46,1% la situación económica es "mala o muy mala", el 52,0% piensa que es peor que hace un año y un 44,5% cree que dentro de otro año será peor. Opinión pública que registra con sensibilidad de sismógrafo la situación real en que la inflación ha subido al 4,7%, el paro también y la tasa de crecimiento desciende. Es un dictamen que refleja a las claras cómo la gente habla de la feria según le va en ella, cosa muy razonable. Preguntados los encuestados cuáles sean los asuntos más graves del país, los graduan del modo siguiente: paro (52 %), situación económica (48,4%), terrorismo (31,4%) y vivienda (25,6%). Ahí los españoles hablan según su percepción y las informaciones que reciben. Pero preguntados acerca de cómo los afectan estas cuestiones a ellos personalmente, el orden cambia de modo perceptible: la mala situación económica pasa a primer lugar para el 46,9%, viene luego el paro (24,2%), sigue la vivienda (21,6%) y, como es lógico, el terrorismo se desploma a ultimo lugar (6,8%). Efectivamente, los datos reflejan el realismo de la gente que, en este caso, toma los colores ominosos del pesimismo.

La imagen es una foto de fenriquedice bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 16 de febrer del 2008

No me creo el empate.

Doctores tiene la Iglesia y si el CIS dice que hay una diferencia de 1,5 puntos entre el PSOE y el PP en intención de voto de los españoles y que esa diferencia se puede traducir en que obtengan igual cantidad de diputados, será verdad. Pero yo no me la creo. No estoy diciendo con ello que el CIS mienta. A diferencia del PP tengo un gran respeto por nuestros organismos de investigación, estadísticos y de otro tipo. Creo que el CIS es un centro magnífico, como creo que el Instituto Nacional de Estadística es también un instituto ejemplar y que no hay derecho a poner en duda su profesionalidad cuando los datos que proporcionan no son del gusto de uno, que es lo que hace sistemáticamente la derecha española, esto es, tratar de destruir las instituciones democráticas, atentando contra su prestigio y dignidad.

Entonces, ¿por qué no creo que haya una diferencia de 1,5 puntos entre el PSOE y el PP? Porque pienso que el CIS no miente pero los encuestados, la gente, sí y que ocultan su intención de voto por varias razones. Una de ellas, me parece, es la desconfianza típica de la cultura política española de no revelar datos personales por lo que pueda pasar. Otra, concomitante, una manifestación típica de la famosa espiral del silencio en versión hispana. La oposición del PP es tan bronca, tan agresiva y atemorizadora que inspira miedo. La gente piensa: "estos son capaces de cualquier cosa". Y, efectivamente, así es, con lo que muchos ocultan su voto o, simplemente, mienten por precaución.

Para verlo con claridad basta con ir a la página del CIS en que se publica la encuesta preelectoral de elecciones generales y al Parlamento de Andalucía y en ella se verá que todos los datos son consistentes para anunciar una victoria holgada del PSOE y una derrota considerable del PP, todos excepto el de la intención de voto directo. Veamos algunos:

Gestión del Gobierno y gestión de la oposición: el 28,8% cree que la gestión del Gobierno ha sido buena o muy buena, el 42,6% regular y el 26,9% mala o muy mala mientras que en el caso de la gestión de la oposición por el PP los datos son: 11,9% buena o muy buena, esto es, 16,9 puntos de diferencia, regular el 34,4%, 8,2 puntos de diferencia y el 36,2% sostiene que es mala o muy mala, una diferencia de 6,6 puntos porcentuales, a favor del PSOE.

Comparativa. Preguntada la gente sobre si cree que el PP haría las cosas mejor, igual o peor que el PSOE en trece asuntos específicos como la inmigración, la política territorial, la vivienda, etc, todos los puntos son negativos para el PP en un abanico que va desde 2,3 puntos en gestión de la economía hasta 22,7 en política social.

Popularidad. El señor Rodríguez Zapatero tiene un índice de popularidad de 5,36 y el señor Rajoy de 3,95 ambos sobre diez, lo que quiere decir que la diferencia de 1,41 puntos es mucho y tiene consecuencias muy graves en un tiempo que se caracteriza por un alto nivel de personalización y ello sin olvidar que en la comparativa por temas, también hay una consistente superioridad del PSOE. Obsérvese por lo demás que el señor Rodríguez Zapatero inspira mucha o bastante confianza a un 40,1% de los encuestados, mientras que el señor Rajoy sólo se la inspira al 21,4%, esto es, 18,7 puntos por debajo del Presidente. Éste le ofrece poca o ninguna confianza al 56,4% de los encuestados mientras que en Rajoy confia poco o nada el 74,5%, de nuevo una diferencia de 17,1 puntos a favor del señor Rodríguez Zapatero.

Pronóstico. El 52,4 % cree que el PSOE ganará las elecciones y sólo el 15,3% cree que las ganará el PP. Este pronóstico se modera un poco cuando se pregunta a la gente qué partido le gustaría que ganara pues sólo el 40% dice que le gustaría que ganara el PSOE y el 25,3% que ganara el PP.

Todos estos datos son congruentes entre sí y preanuncian una victoria clara del PSOE. La cosa se contrae algo cuando se pregunta a la gente a qué partido votará y por cuál siente mayor simpatía. Agregando intención y simpatía las cantidades son: 37,1% para el PSOE y 24,5 para el PP, esto es, una diferencia de 13,6 a favor del PSOE. Por último, como se sabe, la estimación final que hace el CIS es del 40,2% para el PSOE y 38,7% para el PP, la famosa diferencia de 1,5 puntos.

Esa estimación, sin duda, es correcta, a la vista de los datos mudos y ciegos, pero no encaja con lo que uno ve intuitivamente en los otros resultados. Y no encaja porque nos lleva a la conclusión sin sentido de que la gente votará más por el líder al que valora menos y menos por el que valora más; que votará al partido que cree que hará peor las cosas y no lo hará por el que cree que las hará mejor.

Es lógico que el CIS haga esa estimación; lógico y riguroso. Por mi parte, como no soy el CIS y puedo dejarme llevar por la intuición, auguro al PSOE un resultado en torno al 45/46% del voto y al PP uno en torno al 33/35%, y si el PSOE no se alza con la mayoría absoluta poco ha de faltarle. Es una mera suposición: el voto al PSOE está oculto; pero está, dado que el porcentaje de quienes dicen que irán a votar seguro y quienes lo harán probablemente es del 79,9%, del cual el 68,9% tiene el voto ya decidido.

Pero que la gente lo tenga decidido no quiere decir que se lo diga al encuestador. Por lo demás, tácticamente hablando, está bien que los resultados parezcan tan apretados porque así se movilizará más el electorado de izquierda, que es el más proclive a la abstención. A las relativas pruebas me remito: en 1982 el PSOE obtuvo mayoría absoluta con la abstención más baja de la historia de la democracia (el 20,03%); en 2000 fue el PP el que obtuvo esa mayoría absoluta con la abstención más alta (31,29).

dimecres, 1 d’agost del 2007

Con el CIS en la mano.

Los datos del sondeo de julio del CIS posterior al debate sobre el estado de la Nación son muy gratificantes para el señor Rodríguez Zapatero. Los españoles le dan un aprobadillo (5,01), pero lo ponen por delante del señor Rajoy (3,81) que ocupa un sonrojante cuarto puesto, detrás de los señores Llamazares (4,24) y Durán i Lleida (3,94). Por cierto esa buena puntuación del dirigente de IU no parece vaya a librarlo de la oposición que suscita entre los dirigentes de su propio partido, el PCE. Para una vez que los comunistas tienen un dirigente bien valorado, quieren cargárselo porque dicen que contemporiza mucho con el Gobierno. Sin embargo, tiene una expectativa de voto de 5,9%, un punto más de lo que obtuvo en 2004. No quiero ni pensar qué sacará IU si lleva un candidato como, digamos, don Francisco Frutos.

En todo caso, las diferencias entre los señores Rodríguez Zapatero y Rajoy son llamativas. El primero suscita menos rechazo que el segundo; un 54,4% confía poco o nada en él, mientras que ese porcentaje se eleva al 74,6% en el caso del señor Rajoy. Sólo un 24,5% de los ciudadanos cree que la gestión del Gobierno haya sido "mala" o "muy mala", mientras que el 49,8% piensa que así ha sido la labor de la oposición. Y no cabe olvidar que hacer oposición es siempre más fácil que gobernar, porque no hay que ir pisando callos.

Con estos resultados, las elecciones están cantadas. Supongo que el señor Rajoy tiene la esperanza de "dar la vuelta a las encuestas" en el tiempo que reste hasta las elecciones, pero veo difícil que lo consiga reiterando el discurso que ha hecho hasta aquí y que le ha granjeado las calificaciones que se han visto. Parece que sea su intención, sin duda en aplicación de la doctrina del señor Fraga de que "el que resiste, gana". El señor Zaplana cerraba ayer el "curso" político dejando constancia de que su balance, inexplicablemente, es muy bueno y sosteniendo que, con unos datos del CIS como los de este barómetro de julio, ganaron las pasadas elecciones autonómicas y municipales. Pues nada, que los manes de Augusto los acompañen en el solaz veraniego pues, si ganan las elecciones generales como han ganado las municipales/autonómicas, no van a necesitar oposición porque serán ellos. La fe sin duda mueve montañas, pero no sirve para ganar elecciones.

dijous, 26 de juliol del 2007

Los españoles nos autorretratamos.

Ayer la Fundación del BBV hizo público su primer estudio sociológico sobre El retrato social de los españoles que no ha tenido tanto eco como los barómetros del CIS, pero que es tan enjundioso como estos y, en buena medida, viene a corroborarlos y ampliarlos.

Lo primero que destaca es que el 74,1% dice ser católico pero sólo el 23,7% va a misa al menos una vez al mes y eso por compromiso y el 57,3%, o sea, algo más de la mitad de la población, no reza nunca o lo hace esporádicamente. Cómo se pueda ser católico "no practicante", no ir a misa y no rezar es para mí un misterio. Porque si no se va a misa y no se reza, ¿en qué se diferencia un católico de un agnóstico como yo? Esa es la diferencia que siempre me ha parecido más llamativa entre los católicos y los musulmanes, que estos se pasan el día rezando. ¿Cómo no va a estar exasperado el piadoso juez, señor Calamita, viendo la tibieza y el abandono de sus compatriotas?

En las cosas matrimoniales y sexuales en general los españoles somos tan permisivos que da la impresión de que el juez Calamita sea, no ya de otra nación, sino de otra especie. Y algo de eso debe de haber porque, según el DRAE, una de las acepciones de "calamita" es "calamite" que se define como "sapo pequeño, verde, con una línea amarilla a lo largo del dorso". El 80% de la población considera que es aceptable vivir sin casarse, o sea, lo que el señor Calamita llamaría vivir "amancebados". El 60% de los españoles acepta el matrimonio homosexual, por lo que debe de tener cuidado y no caer en calamitescas manos so pena de quedar estigmatizado como mafioso, enfermo o criminal. Es verdad que la cantidad de quienes defienden que los matrimonios homo adopten niños desciende al 43,8%, pero sigue siendo superior a la de quienes se oponen que, sin embargo, cuentan entre sus filas con el potente brazo togado y la clarividente doctrina del señor Calamita.

En cuanto a opiniones políticas, el 22,5% de los españoles dice ser de izquierdas, el 6,7% de derechas y el 41,5 de centros. Este es un país de rojos manifiestos (todos quienes decimos ser de izquierdas) y rojos latentes (todos esos melindrosos centristas), sin que, por desgracia, la rotunda presencia y el erudito verbo del señor Calamita sirva para restablecer el orden natural de la Raza, que es el de Covadonga.

Hay una aceptación masiva de la democracia y el 77,7% dice estar dispuesto a pagar más impuestos con tal de que haya un buen sistema de seguridad social. Me da que los españoles somos buena gente pero algo mentirosillos, si bien nos tomamos la vida con alegría pues el 66% dice estar satisfecho con la suya, seguramente porque olvida que existen jueces como el señor Calamita.

Por último, cuando reviso estos sondeos y encuestas sobre la opinión de los españoles acerca de todo, de la política, la economía, las cuestiones sociales, los hábitos de esto y de lo otro, tanto en los barómetros del CIS como en los demás tipos de estudio, siempre echo de menos una (o varias) pregunta(s) sobre qué piensan los españoles de la Monarquía y sobre si se sienten más monárquicos, más republicanos, las dos cosas al mismo tiempo, ninguna de ellas o NS/NC. Y ya va siendo hora de que se pregunte. Entiendo que no lo hagan las empresas privadas pero el CIS debiera estar obligado a ello. Sobre todo ahora, aprovechando que el juez Calamita está de baja. De momento, en el post siguiente se hablará de la real casa real.