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dissabte, 17 d’octubre del 2015

Patriotismo de partido.

El desembarco de Lozano en el PSOE por arriba, como un dron, para caer en el cuarto puesto de la lista por Madrid levanta ronchas. Palinuro no tiene nada contra ella. Probablemente sea una mujer decidida, con ideas, con ambición de carrera política y cree que tiene algo que aportar. Todo ello muy legítimo. Quizá pudiera hacer una notable tarea en "regeneración democrática". No hay por qué dudarlo.

Como tampoco hay que dudar del ánimo recto y desinteresado de que aquellos militantes del PSOE que no admiten el ingreso en sus listas de alguien que hasta ayer mismo era flagelo de su partido. Es también muy legítimo. Es manifestación del poco invocado pero existente patriotismo de partido del que en el PSOE hay mucho porque tiene una más que centenaria historia. A diferencia de organizaciones surgidas de la noche a la mañana, diseñadas en despachos como operaciones electorales a plazo inmediato, el PSOE es una organización trabada por una ideología, por desvaída que sea y una forma de ver el mundo, una Weltanschauung que en muchos casos tiene raíces familiares, esto es, lo que cabe llamar una cultura política socialista.

No sé si Sánchez entiende de esto. No parece tener especial sensibilidad hacia las tradiciones de su partido. No es la primera vez que toma medidas tajantes, autoritarias, por iniciativa propia, consultándolas, si acaso, con sus colaboradores más íntimos y nada más. Esta actitud jerárquica y mandona se justifica seguramente echando mano de alguna teoría ad hoc a propósito del liderazgo fuerte. Sánchez no es un personaje autoritario y hasta despótico, sino uno persuadido de su función remediadora de un socialismo en crisis que tiene que convertir en un instrumento de gobierno. 

El criterio que parece alentar en el fichaje de Lozano es el de la eficacia. Es competente, tiene las ideas claras, sabe lo que quiere y cómo conseguirlo. Se le puede encomendar la regeneración democrática. Ya el uso del término fichaje sitúa más el asunto en el terreno del marketing y las empresas que en el de los partidos propiamente dichos. ¿Cómo sabe Sánchez que en su partido no hay otra persona que supere aquellas cualidades de largo y a la que deberá otorgarse una prima de confianza por su más larga militancia socialista? No lo sabe porque no pregunta, porque designa a Lozano según su personal criterio de eficacia en el que hay siempre un cálculo electoral del poco elegante estilo de la leña del árbol caído. Pero ¿es ese cálculo suficiente para compensar por la decepción de sectores que se sienten heridos en su patriotismo de partido o en su cultura política socialista? La gente que se ha sentido insultada por Lozano ¿tiene ahora que aplaudir la gestión de quien la menospreciaba y ni siquiera considera preciso excusarse por ello?

Y ya no hablemos de los criterios democráticos de adopción de decisiones.

dimarts, 4 d’agost del 2015

El caso desesperado del socialismo madrileño.


Los manuales de Ciencia Política, que son los del arte de la guerra, parten del supuesto de que la unión de fuerzas es la primera garantía del triunfo en cualquier enfrentamiento y la desunión la primera de la derrota. A dos meses de unas elecciones cruciales como las catalanas y cuatro de unas generales no menos decisivas, el PSM ofrece un espectáculo de desunión, enfrentamiento y división que solo augura derrota.
 
No es nueva. Es la imagen crónica de los socialistas madrileños que llevan más de veinte años en la oposición en el ayuntamiento y la comunidad por su incapacidad para constituirse en una alternativa creíble a unos desgobiernos por mayoría absoluta de un PP que apenas es algo más que una presunta asociación de malhechores para esquilmar las arcas públicas. La ejecutoria del PSM es una triste experiencia de luchas intestinas, zancadillas y maniobras entre burócratas, paniaguados y enchufados de tal o cual corriente. Las razones esgrimidas son siempre opacas y la gente sabe por experiencia que, además, son embustes para justificar descarnas peleas por los cargos y los escasos puestos de mando.
 
No hace falta al PSM aprovechar la experiencia de IU, reducida a la marginalidad y la insignificancia precisamente por las peleas orgánicas en las que los fulanismos y menganismos de unos políticos mediocres pasan por encima de cualesquiera consideraciones de estrategia o ideología. Tiene su propio saco. Un episodio tan vergonzoso como el Tamayazo, caso único de transfuguismo corrupto y falta absoluta de principios solo fue posible en una organización controlada por mafias enfrentadas compuestas por oportunistas, trepas y mediocres incapaces de ver más allá de sus narices, de su interés, de su poltrona, de su nómina.
 
Los responsables de este lamentable espectáculo en Madrid (y los de la Ejecutiva que participan en el pandemonium) parecen ignorar que el PSOE no es patrimonio suyo para hacer con él lo que les venga en gana. No lo es de los dirigentes, ni de los militantes, ni siquiera de los votantes. El PSOE es un partido centenario, patrimonio de todos los españoles y sus actuales gestores en todos los niveles no son más que administradores que habrán de rendir cuentas de sus actos.
 
Lo que hace indigno el gobierno del PP es su convicción de que el país es su cortijo, en el que puede cometer cualquier arbitrariedad y desaguisado con total impunidad porque le pertenece. Por ello, no le importa que sea imposible distinguir en su acción entre lo que es gestión y lo que es puro expolio y saqueo de un patrimonio del que se apropia por todos los medios, incluidos los ilegales. El PSM lleva veinte años actuando de modo análogo con el agravante de que, mientras el PP, siempre en el poder, dispone de privilegios y prebendas que repartir entre los suyos, el PSM, eterno perdedor por su desunión, solo reparte miseria, pucherazos, manipulaciones y puñaladas traperas.
 
Si los responsables de este desastre no ponen los intereses generales por encima de los de sus banderías y siguen agrediéndose al borde del abismo, entregarán en bandeja el gobierno a la derecha que podrá seguir haciendo y deshaciendo a su antojo en este país. O en lo que quede de él.

dilluns, 22 de juny del 2015

Rojo y gualda.


Decíamos ayer que lo que más preocupa hoy al nacionalismo español es el reto lanzado desde Cataluña. Rajoy lo reconocía a su modo plasmático avisando de que las elecciones de 27 de septiembre serán autonómicas y quien quiera que sean algo distinto tendrá que vérselas con él. Y ayer, Pedro Sánchez, al aceptar la candidatura a la presidencia del gobierno por el PSOE como si este se la hubiera ofrecido y no él luchado por ella, lo hizo con una enorme banderaza borbónica detrás. Fue una mise en scène patriótica que empequeñece las del PP, incluido el peazo bandera que Aznar dejó para la posteridad en la Plaza de Colón, a imitación de la que tienen los mexicanos en la del Zócalo en su país. Hizo más que proclamar su desinhibido amor a la patria. Le dio un giro gringo, muy a tono con la generalizada americanización de la política y exhibió a su señora en público. Al final de la ceremonia. Primero habla solo el hombre, de cosas de hombres y, luego, sube al escenario la mujer, acarreando diversos valores: familia, hogar, matrimonio. En fin, gente seria a la par que moderna. Bandera y familia.


La bandera tiene un elemento simbólico, seguramente de influencia rubalcabiana. No se oyeron los compases del himno llamado nacional porque a los organizadores sin duda les pareció excesivo. Aunque ganas no debieron faltarles a título de desagravio por los pitidos del Camp Nou el otro día. Mucho simbolismo. Casi una segunda transición. La primera se caracterizó porque Carrillo aceptó la bandera borbónica junto a la roja y el himno. Le segunda porque el PSOE disipa muchas dudas acerca de su lealtad incuestionable y única a la bandera roja y gualda, dado que en sus actos y manifestaciones todavía aparece la tricolor, a la que siguen siendo leales muchos de sus militantes y votantes. Gente despistada. Aquí no hay más bandera que la de los Borbones, que es la de España. Es más, el escudo muestra las flores de lis de los Borbones españoles en el escusón que no sé si es muy correcto desde el punto de vista de la ciencia del blasón, dado que no reproduce la forma del propio escudo a un escala aprox. de 1/3. En todo caso, adiós a la República, pues ahí están las flores de lis pero no la tricolor.

Y tampoco hay símbolos del PSOE, ni las siglas. ¿El mensaje? Es un momento de emergencia nacional. España nos llama. No como socialistas, sino como españoles. Bien. Parece que los nacionalistas españoles, los dos partidos dinásticos, por fin toman conciencia de la necesidad de justificar, sostener, defender e imponer su idea de nación española. Lo hace el PP y lo hace el PSOE. El PP retóricamente, hablando de la gran nación española y el PSOE plásticamente, sacando a lucir la bandera sin aditamentos ni complejos. Ya están echadas las bases para una unión sagrada de los dos partidos dinásticos. Por desgracia, la lealtad colectiva a la nación o a una determinada idea de nación no se obtiene a base de consignas y banderas, sino con la convicción voluntaria de que la nación merece esa lealtad. Algo muy difícil de conseguir si toda la experiencia del pueblo en relación con la nación es de maltrato.

La proclamación de Sánchez ha sido un éxito comunicativo. Sacarlo envuelto en la bandera a librar batalla con el PP, un acierto. La derecha tiene escasísimo margen de acción porque su crédito es nulo. Desarbolada por la corrupción y una montaña de embustes y engaños, nadie le presta atención. No hay comunicación posible que pueda mejorar las catastróficas perspectivas electorales del PP. Y si la hubiere, el PSOE tendría que recurrir a sus medios parlamentarios, los que Palinuro recomienda siempre, para cerrarlas nuevo.

El proceso soberanista catalán es imparable y el resultado de las elecciones del 27 de septiembre marcarán el posterior rumbo de la política española, digan lo que digan los nacionalistas también españoles. Por si acaso, no obstante, el gesto rojigualda de Sánchez ya avisa a los soberanistas de que su proceso se encontrará enfrente un nacionalismo español de izquierda que, por supuesto, será, como dice Pla, igual que el de derecha. Su respuesta: NO.

En cuanto a Podemos, el PSOE le ha sacado un cuerpo de ventaja de golpe. Los de los círculos siguen sin hablar claro al respecto y no por lo alambicado de sus planteamientos sino por su ambigüedad, resumida en el tacticismo de Lenin de reconocer el derecho de autodeterminación siempre que no quiera ejercerse aquí y ahora. Quizá en el hipotético futuro de una proceso constituyente español. En resumen: NO.

Si el PP confía -o dice confiar- en que el discurso de la recuperación le dará el triunfo, el PSOE pretende concentrar sus baterías sobre el paro y la corrupción. Esta lucha, dice Sánchez, se hará en el marco de una España laica. Tampoco el PSOE anda sobrado de confianza del personal. Mientras no muestre cómo, es poco probable que nadie crea en que sus medidas mitigarán el desempleo cuando las adoptadas hasta ahora no lo han hecho. La lucha contra la corrupción parece más verosímil que la del PP porque está menos pringado en ella y, como afirma de sí mismo Sánchez, es un político limpio, mucho más de lo que puede decir el presidente del gobierno. Por último, el propósito de la España laica suena un poco a tomadura de pelo. Durante todos sus mandatos los socialistas no han hecho más que consolidar y ampliar los privilegios de la Iglesia. No son pues dignos de crédito en este terreno.

Es un discurso y una escenografía para ganar las elecciones en España. Pero queda por averiguar si lo serán también para ganarlas en Cataluña, en donde las cosas son mucho más complicadas y el PSC se encuentra en un estado lastimoso, tras haber sido partido de gobierno. Triturado entre unionistas y soberanistas, es difícil que salga de la irrelevancia si no consigue postular una propuesta con la que contrarrestar las otras dos. Cosa harto inverosímil ya que sus ideas deben tener el visto bueno del PSOE.

A este, sin embargo, ahora le urge afinar en las suyas relativas a Cataluña si no quiere que el PSC quede muy por debajo y no pueda aportar el contingente de diputados catalanes que ha sido históricamente una de las bases de las mayorías del PSOE en las Cortes. Esto solo podrá lograrlo perfilando una propuesta federal concreta, factible que pueda convencer a sectores del unionismo y del soberanismo. Convencerlos. No seducirlos, por cierto, porque eso de seducir lleva engaño. Convencerlos. 

Una de las cosas buenas que tienen los soberanistas, a diferencia de muchos unionistas, es que están dispuestos a escucharlo todo. Luego harán lo que les interese. El punto está en tocar esos intereses. Convencer con razones. No marcando el paso de la oca.

dissabte, 20 de juny del 2015

Reflexión sobre el PSOE.

Ya antes de su fenomenal derrota en noviembre de 2011, cuando el PSOE obtuvo sus peores resultados desde la transición, venía escuchándose la consigna PSOE-PP la misma mierda es, que seguramente tuvo su incidencia en aquel fracaso. Además de injusta, la fórmula era bastante absurda. Pero se oía mucho y hacía mella. La repetían sin descanso los de la verdadera izquierda, los comunistas y neocomunistas que llevan cien años tratando de hundir el socialismo democrático y también unas gentes nuevas, no herederas de esa tradición, que expresaban así su disgusto y rechazo a una política pseudosocialista, neoliberal, subordinada a los intereses del capital y de la banca, complaciente con el nacionalcatolicismo imperante en España y al servicio de la monarquía.

Fue la política de Zapatero en su segunda legislatura, proseguida luego con especial ahínco por Rubalcaba, un hombre más cercano a Rajoy que a muchos militantes de su partido. Y una política cuyo carácter conservador y nada socialista no se reducía solo a granujadas como la reforma del artículo 135 de la Constitución, a declarar monárquico el partido, aumentar los privilegios de la iglesia católica o ser incapaz de formular propuesta alguna aceptable en relación con la cuestión catalana, sino que se basaba en usos y costumbres internos que apuntaban a un anquilosamiento irremediable de la socialdemocracia española. Tanto Zapatero como Rubalcaba gestionaron el PSOE con criterios enchufistas, burocráticos, amiguistas, tolerantes con la corrupción, conservadores, favoritistas y esencialmente de derechas, a base de ordeno y mando, aunque sin plasma. Llegó un momento en tiempos de Rubalcaba en que, en efecto, parecía como si la única diferencia entre las dos partidos dinásticos fuera la cantidad de letras de sus siglas.

Esa situación dio una inmerecida pero aplastante mayoría absoluta del PP. Inmerecida porque la derecha no había hecho nada para conseguirla salvo organizar escándalos y ver cómo la izquierda histórica española le daba el triunfo por su patente incompetencia. Y con esa mayoría absoluta vinieron cuatro años de un gobierno corrupto, embustero, saqueador, franquista, nacionalcatólico, apoyado en un partido que más parece una banda de ladrones y dirigido por una persona acusada de haber estado veinte años cobrando dinero en negro. Un gobierno antipopular, que ha expoliado el país y está a punto de provocar su partición por su cerrada estupidez franquista. Esa es la verdadera herencia de Zapatero de la que el PSOE es responsable.

El Partido Socialista,  desconcertado al verse abandonado por su electorado histórico, y a pique de perder su tradicional hegemonía, veía cómo surgía poderosa a su izquierda una fuerza nueva, Podemos, que le segaba la hierba bajo los pies en su electorado y amenazaba con reducirlo a una posición de subalternidad. Podemos era el amanecer de un sol rutilante de una nueva izquierda, estilo Syriza, que haría trizas la vieja IU y dejaría el PSOE reducido a una especie de PASOK hispano.

Y, en efecto, casi lo consiguió. IU es hoy un pecio a la deriva. Pero el plan fracasó con el PSOE. No porque este hubiera adoptado medidas para evitar su laminación a manos de Podemos (aunque algunas sí tomó), sino porque el propio Podemos, en típica soberbia de bisoño, descubrió su auténtico juego y, con ello, se suicidó. Lo que pretendía en el fondo no era distanciarse del viejo mundo de IU, el comunismo o los anguitas, sino aliarse con ellos pero ocultarlo, disimularlo, hacer como si no tuvieran nada que ver con el comunismo.  Sin embargo, el triunfo en las elecciones al Europarlamento de mayo de 2014, emborrachó de tal modo a sus dirigentes, que estos descubrieron ingenuamente sus intenciones y deseos, hablaron de Anguita como su referente intelectual (sic), de proyectos de confluencia con IU y el renqueante universo comunista. Lo suficiente para que el efecto sifón aplicado al PSOE se frenara de golpe, se parara la sangría de votantes y hasta militantes hacia Podemos y todos los antiguos afiliados y votantes de la única opción de izquierda de socialismo democrático que hay en este país, volvieran a casa.  

Las dos últimas elecciones lo han dejado bien claro, invirtiendo las intenciones que anunciaban los sondeos. El PSOE se mantiene sólido, es el segundo partido, puede ser el primero y a mucha distancia de Podemos que ahora lucha por conseguir un porcentaje superior al que históricamente ha tenido IU en sus mejores momentos. Justo lo que ellos mismos han cosechado por su incapacidad para el juego limpio. Porque una cosa es hablar de democracia y otra muy distinta practicarla.

A día de hoy, salvo casos excepcionales (y, por lo general, patéticos), donde hay gobiernos de izquierda son alianzas de PSOE y Podemos, la fórmula que Palinuro siempre propugnó.

Pero faltan cinco meses para las elecciones. Pueden pasar muchas cosas. Palinuro considera que ambos partidos de la izquierda debieran llegar a ellas más que con una alianza circunstancial (cosa que pueden hacer hasta los del PP y C's), con un verdadero programa común de la izquierda, algo conciso, claro y que dé confianza a la gente. Para eso ambos partidos deben acometer medidas importantes de reorganización interna y acción externa. En el caso del PSOE, Palinuro, ya se sabe, insiste en que está obligado a presentar una moción de censura a este gobierno que es una vergüenza en toda Europa y una amenaza permanente a la democracia en España. Igualmente considera que, una vez consolidada la posición de Sánchez como candidato, el partido debe abandonar las prácticas enchufistas, clientelares, favoritistas de aupar mediocres y pelotilleros, propias de la era Rubalcaba, y abrirse a todas las corrientes del socialismo democrático, especialmente a las más orientadas a la izquierda, flanco por el que falla un partido que tiene que cubrir un amplio espectro ideológico si quiere verdaderamente gobernar y no decir lo bien que lo haría si alguna vez gobernase, actividad en la que suele lucirse la verdadera izquierda.

En cuanto a Podemos, si rompe definitivamente con los fantasmas del pasado comunista, disfrazado o no de IU, y deja de pasear por los escenarios el nuevo e iluminado Mahdi, con su obsesión antisocialista, quizá supere la barrera psicológica del 14%. Siempre y cuando, además, consiga unificar sus discursos internos, cada vez más fragmentarios e incoherentes y gane algo de crédito a base de hacer propuestas de gobierno sólidas, verosímiles y viables y no puras consignas que ya mueven a risa. Aunque sus dirigentes no lo crean, hasta los discursos más estridentes adormecen si no suscitan reflexión y compromiso. Y no se hable de la velocidad a que el público videocrático contemporáneo da por descontados los carismas. Cuando Iglesias quiso darse cuenta, ya tenía un serio rival en Rivera y apenas este ha vuelto de las elecciones, le espera un competidor calcado a su imagen y semejanza, Casado. Vamos que, como no se diferencien en el discurso, estos pueden acabar como Los tres caballeros de Walt Disney, pegándose por saber quién sea Donald, Pancho o José.

Presentarse a las elecciones de noviembre con un programa común de la izquierda PSOE-Podemos serio, viable, que recomponga el destrozo de la derecha y regenere la democracia frente a un PP hundido en el descrédito, el ridículo, la incompetencia y la corrupción es ganarlas.

(La imagen es una foto de Wikipedia,  con licencia Creative Commons).

dilluns, 1 de juny del 2015

La arrogancia del perdonavidas.

Saber perder es difícil. Se necesita temple. Saber ganar es aun más difícil. Hace falta ser un auténtico caballero. ¿Y cuándo no se sabe si se ha ganado o perdido? Sencillo: los caballeros lo dicen así y los trileros se desgañitan en trémolos de victoria, tratando de convencer a la audiencia de que el triunfo que sus méritos no les dieron, van a dárselo sus sofismas y bravatas.

Iban a asaltar los cielos, pero se quedaron en un 15% en Andalucía y en un 14% en las elecciones del día 24, un par de puntos más de los que obtenía su referente intelectual, Anguita, en sus mejores momentos. Y eso siendo generosos porque, en realidad, en las Comunidades Autónomas en que se presentaron claramente con sus siglas, Podemos se quedó en un flácido 13%. Astutamente en las municipales crearon un desbarajuste para que no se supiera quién votaba a quién y, así, poder apuntarse los votos ajenos, obtenidos por Carmena en Madrid y Colau en Barcelona. Y con este palmarés vienen a recordar al PSOE que sus resultados electorales son los peores desde 1979. En su caso, en cambio, son los mejores, dado que en 1979 ni existían.

Sobre estas marrullerías de politicastros de la vieja escuela, Iglesias, experto en vender pieles de oso que no ha matado, exhibe una risible arrogancia cuya única finalidad es intimidatoria. Él y su gente en uno de sus habituales plagios y tras haber dado, no un giro sino varios (y los que seguirán dando), piden a esa misma socialdemocracia que gire, al parecer para acercarse a sus posiciones... que son, según su propia confesión, las de la socialdemocracia. Bueno, no las de esta socialdemocracia sino las de la auténtica, verdadera y genuina que, cómo no, es la suya. Suena, ¿verdad? Quítate tu, traidor, "malo, falso, engañador", como dice la tortolica del romance, que aquí vengo yo a salvar a la izquierda, a hegemonizarla y, si no giras, no hay pacto posible ni gobiernos de izquierdas.

En el fondo, parece que lo que ha molestado a Iglesias es que hasta un infeliz como Sánchez le haya reventado su infantil escenografía del giro al decir hace unos días que el PSOE no tiene que girar porque ya esta en la socialdemocracia, que es su marca de origen. En realidad es una porfía absurda, por el fuero más que por el huevo, típicamente española. De risa:

Iglesias: "Sánchez, gira".
Sánchez: "No giro porque estoy en la socialdemocracia; gira tú, que ya lo has hecho para vestirte las plumas socialdemócratas".
Iglesias: "Sánchez, si no giras, no hay pacto".

Por supuesto, el asunto es huero, retórico, puramente nominal: "gira tú; no, gira tú". Ya veremos en qué queda esta primera finta pero, conociendo el percal hispano y, sobre todo, la fibra de la izquierda, no se descarte la posibilidad de que giro por giro, acabe gobernando la derecha. El resultado esperable de las candidaturas de Podemos que van de perdonavidas siendo así que, en el mejor de los casos, son el perro del hortelano.

No, no, señala Iglesias: no puede haber "ni una sola duda de que Podemos quiere el final de las políticas del PP". ¿Cómo qué no? Todas. Eso está todavía por ver porque "obras son amores y no buenas razones". ¿Quieren una prueba incontrovertible? Cuando Podemos creía que su resultado electoral sería -como se les anunciaba en los sondeos- el doble del que ha sido, ya vendió su primera piel de plantígrado antes de cazarlo, ninguneando al PSOE (muy por debajo en los sondeos) y afirmando que su verdadero interlocutor era el PP y Rajoy el hombre con el que Iglesias quería debatir en la Tele. La realidad lo ha reducido a su auténtica dimensión. Su interlocutor es el PSOE que, no solamente no está por debajo de él, sino claramente por encima. Palinuro sostiene que lo ha sido siempre y que, en realidad, Podemos no tiene otra finalidad que acabar con el PSOE pues no es otra cosa que una excrecencia de la vieja IU reciclada con orégano griego. Es obvio: el PSOE tiene que girar en el sentido que marque el que acaba de llegar ... o no habrá pacto. Y, si no hay pacto, gobernará la derecha que, en el fondo, es lo que se busca. Que gobierne la derecha pero que parezca que lo hace por la intransigencia del PSOE.

Podemos no sirve para casi nada en el panorama político español salvo como minoría de bloqueo de la izquierda. Una vez haya cumplido su misión, su problema será encontrar una argumentación para sostener la falacia de que la derecha gobierna por culpa del PSOE. Y para eso, falta carga neuronal en este aquelarre de plagios.

Al PSOE, cuyos resultados han sido más bien tristes, la incompetencia de sus posibles aliados le está facilitando notablemente la tarea. Solo tiene que quedarse quieto, recordar que la marca "socialdemocracia" es suya, defenderla con decisión y tino y políticas de izquierda y pedir a su interlocutor, el único que ha girado aquí y sigue girando como una peonza, que, en lugar de amenazar con las habituales bravuconadas anguitianas, haga propuestas concretas.
 
Su disposición al acuerdo, al pacto, a constituir gobiernos de izquierdas, tiene que ser absoluta, total. Los gobiernos de izquierda en España serán de PSOE y Podemos, haciendo caso omiso de las impertinencias y provocaciones de estos recién llegados. Y, si no son posibles, que quede claro quién los hace imposibles. Para sorpresa de Palinuro es lo que ya ha adelantado Sánchez en una entrevista en El País, esto es, Podemos será responsable de que la izquierda gobierne o no. Vaya, aprende rapido el rapaz. Atrévase  a más, hombre, no hace daño. Llámelos como lo que llegarán a ser si no lo evitan, pura minoría de bloqueo de la izquierda. Y, ya que está en vena, demuestre valor y decisión en su actividad en el Parlamento y presente una moción de censura a esta organización criminal, mandada por el sobresueldos. Es lo que se merecen.

dissabte, 9 de maig del 2015

¿Existe Pedro Sánchez?

Un amigo jura habérselo encontrado en una boda hace diez días. Dice estar seguro. Pero mi amigo es un poco dipsomaníaco, así que no me fío de él. Algunos afirman que, en realidad, el personaje no existe, que es una engañifa de los medios, un señuelo, una invención para dar tiempo al PSOE a buscar un candidato con alguna virtud digna de reseñarse. Otros dicen que, en realidad, se trata de un licántropo y solo se le ve -mejor, se escuchan sus aullidos- en las noches de luna llena. En su partido hay cierta preocupación, pero contenida porque el segundo, Luena, tranquiliza a las bases explicando que el jefe está meditando y que, dada su inteligencia, audacia y recursos, en cuanto tenga una idea saldrá al ámbito público y asombrará con ella a las multitudes.

Es posible, pero, de momento, Sánchez es Pedro el Silente, nadie lo ha visto en los últimos tiempos y nadie lo ha oído decir nada no ya que vaya a pasar a la historia sino simplemente que  merezca la pena escucharlo. Es maravilloso que en este corral de gallos de muchos espolones y la gallina desplumada de Díez, Sánchez no haya dicho esta boca es mía. Cuando Palinuro era adolescente siempre le impresionaban las personas calladas porque presumía que estarían llenas de sabiduría. Con el tiempo ha descubierto que el 99% de los que no hablan no tienen nada que decir y Sánchez no pertenece al 1% restante. El que ha ido a la 6ª Noche hoy no es él, sino un doble dulcificado que solo hablará de lo que la gente bien quiere oír, en tono civilizado e insulso. 

Aquí largan todos, Garzón, Colau, Iglesias, Rivera y hasta Rajoy, quien balbucea las habituales estupideces de registrador y as del mus en el casino de pueblo que encandilan sobremanera a un público entregado, ávido de que lo siga robando la misma manga de sinvergüenzas, corruptos y ladrones que ha venido haciéndolo los últimos cuatro años. Los últimos 400 años.  Por eso, el sobresueldos de La Moncloa promete a quien quiere escucharlo estabilidad, orden y disciplina: se seguirá robando como antes, como siempre, como toda la vida. Seguirán robando los de buena estirpe, los nacionales.
 
Como Sánchez no habla, no dice nada, está oculto, refugiado en un rincón, a ver si pasa la tormenta, entre los socialistas reina cierta animación. Han reaparecido Rubalcaba y Bono, que son como los Hernández y Fernández de una historia de "Tintín y el misterio del jarrón chino parlanchín". Los dos flanquean encantados a esa vieja gloria del socialismo hispano, Felipe González, que, sin duda, tuvo su día, pero ya lleva bastante tiempo diciendo tonterías de neoliberal revenido, probablemente inspiradas por su gran amigo Cebrián, el seudointelectual al servicio de la derecha que se ha cargado el único experimento de medio de comunicación libre que había en el país.
 
Esta es la guardia pretoriana que tiene al tímido pretor Sánchez escondido en la alcoba sin atreverse a salir. Ahora le dicen que ya no puede aspirar ni a una miserable coalición con el Sobresueldos.
 
Callado como un sepulcro porque no se atreve a hablar  ni tiene valor para decir lo que todo el mundo está esperando, incluidos sus adversarios de la derecha: que presenta una moción de censura. Eso es lo que hubiera tenido que anunciar en la televisión, en lugar de esos discursos sin substancia alguna y que nadie toma en consideración. No, Pedro Sánchez no existe, es un personaje de ficción porque si fuera real, de carne y hueso, ya tendría que haber presentado esa moción de censura contra un  gobierno y un partido que no son otra cosa que sendas asociaciones de presuntos ladrones.

dilluns, 4 de maig del 2015

Ganar o perder.

Dicen que detrás de la dimisión de Monedero hay discrepancias teóricas y estratégicas en la dirección de Podemos. Pudiera ser, pero, habiéndose ya producido el desenlace, hay poco más que recoger en este jardín. Dicen también que ha ganado la línea más posibilista, la más prudente, la que trata de acercarse al centro frente al maximalismo. También es posible. Pero conviene preguntarse, ¿para qué la corrección del rumbo? Sencillamente, para ganar las elecciones, todas las elecciones.

Los dirigentes de Podemos lo han  repetido sin parar: salen a ganar. Iglesias, el más decidido exponente de la doctrina, lo ha dicho hasta con abalorios: quiere ganar; odia perder; está harto de que los suyos pierdan; toca la revancha: ganar al precio que sea. Y, para ganar, aunque no todo vale, en el fondo, sí vale

Salen a ganar al PPPSOE. Como suena: a los dos, al PP y al PSOE porque, según los dirigentes más obtusos de Podemos "son la misma mierda" y, según los más esclarecidos, no son la misma mierda pero huelen igual y hay que derrotarlos juntos. Es maravilloso. No es preciso perder ni un minuto en demostrar la injusticia de esta mentira en todos los órdenes, el histórico, el psicológico, el moral, etc. Vamos al terreno pragmático en el que estos genios creen moverse. Cualquiera diría que, si te enfrentas a alguien, lo más estúpido que puedes hacer es respetar y hasta fortalecer su unidad y lo más conveniente, tratar de dividirlo. Nadie sensato lucha contra un grupo unido si puede antes partirlo en dos y, a ser posible, enfrentar entre sí las dos partes para debilitar el conjunto.

Bueno, dicen los estrategas de Podemos, en verdad no son iguales y no se trata de que se unan porque, no siendo iguales, no pueden unirse. En el fondo, es una estratagema para debilitar al PSOE, el único al que puede hacer daño la equiparación PP=PSOE porque, al primero, ni le va ni le viene.

Entonces, seamos sinceros, no se trata de ganar al PPPSOE sino al PSOE. Así, las cosas va estando más claras. Podemos está harto de que IU pierda en su inútil lucha en contra del PSOE y ha decidido tomar el relevo y cambiar la táctica. ¿Mucho? No, no mucho. El magín no da para tanto: el PSOE es traidor y felón, no es la "verdadera" izquierda, no hay que votarlo. Suena, ¿verdad? Es el rollo anguitiano que tan buenos frutos da al PP y que, para decepción de muchos, entre ellos Palinuro, ha resultado ser la verdad oculta de Podemos. Hundir al PSOE.

En las últimas elecciones, PP y PSOE concentraron casi la mitad del voto. En los sondeos para las siguientes, también se anuncia que tendrán entre el 50% y el 60%, de forma que el restante 40% al 50% habrá de repartirse entre Podemos, Ciudadanos, IU, UPyD y los nacionalistas catalanes, vascos y gallegos, que se llevan su bocado. O sea, en el mejor de los casos y siendo muy optimistas, menos de un 20% del voto, quizá más cercano al 10%. ¿Se gana así al PSOE? No, desde luego. Pero se consigue que el PSOE tampoco gane.

Que, según las malas lenguas, es para lo que Podemos ha venido al mundo con un discurso que ha hecho mucha mella y, para entendernos llamaremos regeneracionista. ¿Mella en la expectativa de voto? No, ya se ve que no. Mella en la conciencia de la legitimidad de las opciones. Mella sobre todo porque, con un PSOE desnortado, falto de pulso y decisión, salpicado por la corrupción de Andalucía, el entreguismo al PP de las dos últimas direcciones, su ausencia de coraje en la oposición, su desmadejamiento y parálisis, el discurso regeneracionista resulta irrefutable.

Desde luego. Porque lo es y el PSOE debiera haberlo suscrito y hecho suyo desde el primer momento: lucha sin cuartel contra la corrupción, restablecimiento de las libertades democráticas, devolución de sus derechos a la ciudadanía (incluido el derecho a decidir de los catalanes), investigación y condena ejemplar de las prácticas ilegales y delictivas del PP desde su presidente hasta el último mono, devolución a la colectividad de las empresas y activos que ha robado esta manga de sinvergüenzas, restauración del Estado del bienestar. Es tanto más incomprensible que no se haya hecho cuanto que esta actitud pertenece a la historia y la tradición del PSOE desde siempre. Parece mentira que, por la incompetencia de sus mecanismos de comunicación se haya dejado arrinconar en la imagen de un partido acosado por la corrupción cuando lo está mucho menos que todos los demás, empezando por quienes más lo acusan.

Otrosí: el discurso del PSOE debiera incorporar con claridad meridiana todos esos otros asuntos "sensibles" de los que Podemos huye como de la peste, creyendo engañar a la gente y consiguiendo tan solo sentar plaza de charlatanes: reivindicación del socialismo y la izquierda democráticos como la corrientes que más libertad y prosperidad han aportado a Europa y a España en concreto; separación nítida entre la Iglesia y el Estado; opción republicana también clara; defensa a ultranza de los derechos de las mujeres, empezando por el del aborto.

Ignoro si el PSOE, que parece dirigido por sus peores enemigos, adoptará este discurso. Pero es el único que puede hacerlo, el único con el crédito suficiente para hacerlo. Porque lo tiene en su historia lejana y próxima y es testigo de ello la de España, y coincide con los deseos de sus militantes y votantes, aunque no con los de la manga de pelotas en torno al secretario general y a favor de seguir tratando al PP como un partido político y a su presidente como un político digno.

Cuando es obvio y lo dicen ya los medios extranjeros -no así los españoles, escritos por una cáfila de sicarios a sueldo del PP- que el país está en manos de una organización mafiosa, dirigida por un presunto corrupto y alimentada por ladrones y sinvergüenzas en todos los intersticios, desde La Moncloa hasta Torredoncachirulo, desde Madrid a Valencia, pasando por las dos Castillas, Galicia, etc. Un país entregado al saqueo y el pillaje de una banda de robaperas, protegida por la legislación represiva de un gobierno compuesto por franquistas, nacionalcatólicos y nostálgicos de la dictadura.

¿Resultado? Ante el desconcierto de la izquierda, la gente, la buena gente escarmentada con el recuerdo aún vivo de lo que estos granujas son capaces de hacer cuando los provocan, pues las cunetas repletas de cadáveres así lo anuncian, irán a votarlos igualmente.

Y eso es lo que van a ganar los de Podemos: el triunfo de esta derecha, justo cuando más descompuesta y debilitada está. Justo cuando se ve tan al borde del precipicio que ha tenido que echar mano de una alternativa "limpia", Ciudadanos que, a su vez, tambien resta votos a Podemos, en un trasvase que dice más sobre las naturaleza de estas "nuevas" opciones que mil tratados de política. A continuación comenzarán los debates sobre si torpedearon la victoria de la izquierda democrática por ignorancia u orgullo o intencionadamente. Pero lo único que habría que aclarar es por qué una fuerza de izquierda hace campaña contra una de derecha pero disparando contra otra de izquierda. ¡Ah, que Podemos no es de izquierda ni de derecha!

dissabte, 2 de maig del 2015

Una cuestión de perspectiva.

En antropología, psicología, sociología, política y demás ciencias sociales, los observadores rigurosos aclaran siempre antes de nada cuáles de sus conclusiones vienen de una perspectiva emic y cuáles de una etic. El espíritu científico y la honradez intelectual ordenan avisar de si se explican los hechos desde un enfoque interno al grupo observado, siguiendo sus pautas, criterios y categorías o si se hace desde uno ajeno, el del propio observador, con sus pautas, criterios y categorías analíticas. Una cosa es dar por bueno lo que los interesados dicen de sí mismos y otra muy distinta aplicar criterios analíticos exteriores. Mezclar los dos enfoques, que es lo que hacen muchos analistas en parte por desconocimiento y en parte por mala fe, suele producir un relato amañado, falso, interesado, inútil. Por eso es tan fácil saber de antemano lo que va a decir en cada momento el 99% de los tertulianos, porque mezclan descaradamente ambas perspectivas para elaborar una narración que les convenga y por la que les paguen.

Por supuesto, la mentira y la falsedad que rezuman los programas de debates no son sino el vicio más evidente de este espectáculo que pasa por comunicación e información. Hay problemas más serios como el de la función de la ideología a la hora de adoptar una perspectiva emic o etic, pero esto ya se sale del post. Aquí basta con averiguar si, cuando se dice estar haciendo observación emic o etic, se dice la verdad o, como suele pasar, se esta mintiendo como un bellaco.

La crisis actual de Podemos puede y debe analizarse desde las dos perspectivas, sin hacer las habituales trampas de presumir conocimientos privilegiados o estar en posesión de fórmulas mágicas que garantizan la certeza del juicio.

Desde la perspectiva etic, Podemos es un partido político como todos, con sus peculiaridades. La primera es que se presenta como uno abierto que todo lo hace en público, coram populo, a tal extremo que quiere dar publicidad y airear hasta las negociaciones sobre la investidura de Susana Díaz en Andalucía, algo que recuerda el compromiso bolchevique de acabar con las clausulas secretas en los tratados internacionales hasta que empezó a establecer las suyas. Su espíritu es contestatario, nacido en el 15M, empodera a la gente, sus decisiones se toman en asambleas y vienen de abajo arriba. Y todos los puestos se cubren mediante primarias con amplísima participación de los militantes. De acuerdo con los análisis de partidos al uso, trátase pues, de un partido clásico que hace consecuente realidad el mandato de que su funcionamiento interno sea democrático.

El deseo de televisar las negociaciones de investidura puede parecer muy razonable a quienes dispongan de tiempo y humor para contemplar por la tele horas de negociaciones entre fuerzas políticas distintas y encontrarles algún tipo de interés, pero es obvio que chocará con otras fuerzas políticas que prefieran negociar a puerta cerrada con el mismo derecho con que los de Podemos quieren hacerlo en público. Y no se ve cómo los representantes del 12% de los votos van imponer su criterio al 88% restante salvo a la fuerza y no parece haya posibilidad.

En cuanto al espontaneísmo, asamblearismo, abajo-arriba, transparencia y publicidad, el episodio de la dimisión de Monedero hace picadillo la imagen que el partido ha querido proyectar. Lo que se ha visto ha sido una organización monolítica, cerrada sobre sí misma, que no facilita información sobre sus procesos o controversias internas, que no se abre al escrutinio público, en la que rige una disciplina férrea de esa de tradición bolchevique. Una mera discrepancia que venia cociéndose semanas atrás, pero siempre celosamente guardada, aireada en los medios, ha dado con el discrepante en la calle, habiéndole aceptado Pablo Iglesias la dimisión que a saber si la presentó motu proprio o se vio forzado a hacerlo. Pero está claro: es Iglesias quien toma la decisión, quien acepta (hay que fastidiarse) la dimisión de Monedero. No es una decisión colectiva del triunvirato, ni siquiera del duumvirato restante. Errejón puede haber sido el catalizador de la decisión, pero no pinta nada en ella.

Así que el triunvirato es ahora un duumvirato. Y no parece probable que vuelva a ser triunvirato porque habría que incorporar a Carolina Bescansa, con lo cual ya no sería triunvirato en sentido estricto y, además, en Podemos hay tanta simpatía hacia la igualdad de género como entre sus amigos de Syriza. O sea, ninguna. Basta con ver la composición de sus órganos directivos.

Pero, admitido, esto pertenece ya a la perspectiva emic y no hay que hacer trampa. En la perspectiva emic, esto es, el modo en que, desde dentro, se ha abordado, explicado y justificado la baja del secretario del programa político, hay numerosas manifestaciones que, debidamente analizadas en sus mismas coordenadas, nos dan una imagen interesante de esta organización. El propio Iglesias, al tiempo que aceptaba la dimisión de Monedero, descontaba que esta fuera a restar votos a Podemos. El pragmatismo mal entendido, descarnado, del aficionado a Juego de Tronos, tiene estas cosas: con Monedero o sin Monedero, los resultados serán los mismos. O sea, de Monedero puede decirse, como de la filosofía que "es una cosa con la cual y sin la cual, el mundo sigue tal cual". Monedero responde con una carta en su periódico que Ekaizer considera, con cierta razón, propia del culto a la personalidad y la dicha cultivada personalidad responde que Monedero es un intelectual que, como los pájaros, ama la libertad, aunque, si los encarcelan, cantan que es un primor.

La imagen que se quiere trasmitir es clara: el poder de Podemos no es un poder a la vieja usanza, sino a la nueva y, en lugar de enfadarse con sus intelectuales críticos (al fin y al cabo, ¿se puede ser intelectual sin ser crítico?), los deja en libertad, a diferencia del tirano Dionisio de Siracusa, para que vuelen. De acuerdo, pero ¿no era este un partido en el que todos eran intelectuales, hombres de partido e intelectuales? ¿No ha escrito un par de libros el propio Iglesias y no está siempre refiriéndose a sus profundidades teóricas? Así es. Forma parte del síndrome de Iglesias, que aspira a ser el hombre de las mil caras: dirigente político, intelectual, caudillo,  showman...

El caudillo sigue su estrella y su destino mientras el intelectual incómodo estará ya pergeñando las primeras cuartillas de un orteguiano "no es esto, no es esto". Suerte tiene de que su gran amigo no haya llegado al poder como a él le gustaría. De haberlo conseguido estaría ahora quizá escribiendo otra cosa, un El cero y el infinito.

La perspectiva emic de la dirección es muy distinta de la de los camaradas de la base, como pasa siempre con las organizaciones muy jerarquizadas. Aquí se dan muchas variantes y no cabe detenerse en todas. Pero sí en alguna significativa, por ejemplo, los conversos de Podemos. Apenas acaban de instalarse en su correspondiente círculo tras su salida de IU o del PSOE y se encuentran con que, si los sondeos no mienten y los hechos se aceleran, van a quedarse a la luna de Valencia. La reacción más frecuente es la del converso con mando real o imaginario en plaza: aquí no ha pasado nada. ¿Monedero? Sí, claro, pero nadie es imprescindible; Podemos no es Monedero, sino la gente, los círculos, nosotros. Decir que porque se marche un tercio del triunvirato la organización sufre alguna merma solo evidencia lo nerviosos que están los oligarcas y reaccionarios de todo tipo. Tanto que convierten un signo de fortaleza y vigor como la dimisión de Monedero en otro de debilidad e incertidumbre. Cuando lo único que esta crisis muestra es que Podemos está más fuerte que nunca. Es más, ni siquiera hay crisis. ¿Crisis en Podemos? ¿Qué crisis? Amigos: salimos a ganar. Lo dice el jefe.

Volviendo al punto de vista etic, si yo fuera un converso, cosa difícil porque, no creyendo en dios alguno, no puedo cambiar uno por otro, estaría retornando al redil de donde me fui obnubilado por el oropel y el engaño de una fuerza de izquierda que no incurriría en los defectos de siempre del PSOE o del PCE. Sobre todo ahora que ya va quedando claro que Podemos no ha podido con el PSOE. Con IU ya es cosa distinta, pues cuenta con el submarino del paisano de Maimónides.

divendres, 24 d’abril del 2015

Moción de censura o dimisión.

Señor Pedro Sánchez: si no tiene usted el valor, la inteligencia, la decisión, la honradez y la dignidad necesarias para presentar una moción de censura a este gobierno de corruptos y sinvergüenzas, debe usted dar un paso atrás y dejar el puesto a alguien de su partido que sí los tenga. No obstaculice más, no siga siendo cómplice de este bochorno nacional de un país avanzado gobernado por un puñado de mangantes y embusteros. No defraude más a una población que, si no merece estos gobernantes, menos aun una oposición complaciente, cuando no compinchada con ellos.

Dejen de reírse de la ciudadanía que les paga a ustedes sus sueldos, muy por encima, por cierto, de lo que merecen.

El clamor para que presente usted una moción de censura es ya atronador. Hasta un hombre muy del aparato del PSOE, bien situado y moderado, Eduardo Sotillos, lo pide en un artículo, moción de censura, y muchos otros en su partido lo harían si no tuvieran el miedo típico de los burócratas a perder el puesto. Como lo haría ese segundo suyo, César Luena, que, sobre no servir para nada, salvo para intentar controlarlo todo, ni siquiera sirve para decirle a usted la verdad.

No puede usted ignorar, porque ya no lo ignora nadie, que este es un gobierno presidido por un tipo sin dignidad, ni vergüenza, un embustero compulsivo, un auténtico charlatán, capaz de engañar a la buena gente haciéndola creer que vive con lo justo y que apenas llega a fin de mes cuando cobraba (y quizá siga cobrando) cantidades astronómicas bajo cuerda, sobresueldos de una caja B nutrida de presuntas actividades delictivas, como el resto de sus colaboradores, todos ellos parásitos de este expolio que dura veinte años. Un pájaro que, como Camps, se hacía pagar presuntamente las corbatas, los trajes, los viajes a cuenta de una organización de delincuentes y quién sabe si hasta el confeti de los cumpleaños. Un granuja, vaya.

Y un inútil e incompetente que no solamente ha cargado sobre los más débiles (parados, jóvenes, mujeres, enfermos, dependientes, ancianos) el coste de la crisis, sino que ha destrozado literalmente el país dejándolo mucho peor de como lo encontró con Zapatero pero habiendo beneficiado y enriquecido a sus amigos los ricos, los banqueros, los defraudadores, ladrones y evasores a los que ha amnistiado y a los que proteje a base de destruir todas las instituciones del Estado.

Un inútil e incompetente que ha agredido a Cataluña con sus estúpidas fanfarrias imperiales españolas, su catalanofobia y su instrumentalización de todos los resortes constitucionales para imponer a machamartillo su concepción nacionalcatólica e impedir por la brava que un pueblo pueda opinar libre y democráticamente. Un verdadero necio que, no contento con haber incendiado el independentismo, se ha puesto en manos de los independentistas al condicionar la convocatoria de elecciones generales en España a lo que suceda en Cataluña el 27 de septiembre.

No puede usted ignorar asimismo que este personaje preside un gobierno de mentecatos que parecen sacados de un tebeo de Flechas y Pelayos o de la Sección Femenina, ambos de la Falange; una colección de estantiguas que mueve a risa: meapilas que pasan la vida rezando a las vírgenes o condecorándolas, autoritarios que emplean la policía como una banda de matones para atemorizar a la población o majaderos pagados de sí mismos que consideran los toros patrimonio artístico y enhebran memeces al otorgar premios.

Tampoco puede ignorar que ambos, presidente y gobierno, se apoyan en un partido literalmente repleto de truhanes, mangantes, ladrones, estafadores, chantajistas, evasores, prevaricadores y sinvergüenzas en general, una verdadera asociación de delincuentes que lleva veinte años saqueando el país, como reconoció su secretaria general, Cospedal, con gran escándalo de la prensa que atribuyó la declaración a un lapsus, ignoro por qué cuando es la única verdad que ha dicho en su vida. Un partido que es una empresa del trinque, una organización del robo y el expolio, un chollo para sus afiliados, pues basta con que te saques el carné para que te caiga un puesto para toda la vida, aunque no sepas hacer la o con un canuto, como el actual director de la Guardia Civil, o no llegues ni al graduado escolar, como ese Carromato que tienen chupando del bote en el Ayuntamiento de Madrid a 60.000 euros al año y los miles de carromatos parasitando el resto de España, empezando por los más altos, Rajoy, Aguirre, Arenas, Cospedal y el resto de la tropa de mamandurrios que llevan cuatro lustros viviendo de cine a costa de los impuestos de los españoles o fabricándose ingresos turbios a medida, como esos dos murcianitos que se hacían pagar a precio de oro cada una de sus muy interesantes palabras a un empresario al que, casualmente, le caían contratas públicas adjudicadas por los compis de los dos murcianitos.

Y, si no ignora usted todo esto, si no ignora que España es hoy una ñorda sometida a la tiranía de unos ladrones, sostenida por una jauría de sicarios y esbirros en los medios pagados a peso de oro siempre a cuenta de los contribuyentes; si no ignora usted que el país es una vergüenza en todos los sentidos aquí y fuera de aquí, que la Marca España es otra estafa de trileros, que tenemos a lo mejor de nuestra juventud buscando trabajo en el extranjero porque estos ladrones no les han dejado nada, que tenemos a la gente en el paro porque han entregado el dinero a los bancos y empresarios, que los viejos no llegan a fin de mes porque les han robado el fondo de pensiones, ¿por qué no presenta ya la moción de censura?

Ya sabemos que va a perderse en el Parlamento. Pero también sabemos que se ganará en la calle y en lo medios.

Hay que presentarla por dignidad, por vergüenza, por obligación moral, porque la gente lo ha elegido a usted para que haga algo en su defensa. No para que se equivoque usted de botón en una ley sobre el aborto, no sepa en dónde nació Machado y, sobre todo y lo que es absolutamente imperdonable, no tenga usted la nobleza ni la gallardía de defender a una compañera suya de partido manteniendo su "miembros" y "miembras" que, por si no lo sabe usted, está muy, muy bien dicho.

Así que, si no puede usted dejar de hacer el tonto, y no se atreve a presentar una moción de censura, ¿por qué no se va?

dimarts, 21 d’abril del 2015

Cataluña como excusa.

Como, según parece, ya no se puede bombardear Barcelona, los unionistas españoles han decidido bombardear Madrid y España. El sobresueldos ya tiene una excusa perfecta para retrasar las elecciones debidas en noviembre de este año. Como no sabe qué saldrá de las elecciones plebiscitaras catalanas el 27 de septiembre, retrasará las generales hasta que se vea el resultado.
 
O sea, lo que sucede en Cataluña sí condiciona de tal modo la política española que algún líder avispado de talante más fascista de lo habitual, puede privarnos de la única función de (relativa) libertad que la democracia nos permite: la de echarlo a patadas.
 
Bueno, hombre, no exageremos… solo se trata de retrasar. No de cancelar o suprimir.
 
¿Retrasar? ¿Por qué motivo?
 
¿No lo ven ustedes? ¿No ven que el 28 de septiembre Cataluña puede despertarse republicana e independiente? ¿Les parece poco motivo? Es obvio que, si el resultado de las elecciones catalanas fuera el antedicho, no tiene sentido que pille a la Cortes disueltas, razonan los de los sobresueldos. El Estado no tendría margen de maniobra, no podría defenderse frente a los hechos, no tendría rapidez de acción.
 
Les aplauden los suyos a rabiar pues saben que no se trata de retrasar sino, simple y llanamente, en el fondo, de suprimir las elecciones. Aplauden también los de la oposición socialista quienes simulan creer que se trata de un retraso y no de una cancelación como paso previo a un golpe de Estado, aunque en el fondo del alma de muchos de ellos, anida la esperanza de que, en efecto, por fin se actúe con mano dura en contra del independentismo catalán, que ya está bien, hombre, de afrentas a Ejpaña.
 
Los otros de la oposición, los que no quieren la cancelación de las elecciones pero creen que su retraso es bueno simplemente son pobres de espíritu. Y tanto los unos como los otros igualmente estúpidos si piensan que, como haya una involución de este tipo, no van a ir por ellos como van a ir por los nacionalistas, los anarquistas, los izquierdistas en general, los ateos, los intelectuales críticos, etc.
 
Porque el sobresueldos y los sobresoldados saben perfectamente que la excusa que esgrimen es mentira. Simple y llana mentira. Se habla de vacaciones y disolución del Parlamento, pero el Parlamento no vaca ni un solo día del año; ni una hora. Cuando se disuelve por lo que sea entra en funcionamiento la Diputación Permanente que, a todos los efectos sigue siendo el Congreso y muy singularmente (subrayado en la Constitución) para la tramitación de los decretos-leyes que es la forma de legislar de este gobierno, y la proclamación de los Estados de excepción. Es decir, la Diputación Permanente cubre a la perfección las funciones del Parlamento y, además, siendo de tamaño mucho más reducido, es mucho más ágil y expeditiva. La excusa de Rajoy para “retrasar” las elecciones no solo es falsa sino exactamente lo contrario de lo que dice, lo cual hace maliciarse que no se trata de retrasar. No es verdad que haya un vacío de poder, como afirman torticeramente quienes, en el fondo, quieren suprimir las elecciones. Nada de eso. Es un engaño. Aquí el único peligro real es el de un golpe de Estado que empezaría, a buen seguro, con un aplazamiento de las generales.
 
¿Acaso no es ese aplazamiento en prevención de lo que pueda pasar en unas elecciones autonómicas legales y normales el verdadero peligro, la verdadera amenaza? Cuando los soberanistas anuncian que esas elecciones son plebiscitarias ¿no dicen los unionistas españoles que tales elecciones no existen y que, como no existen, no serán nada ni tendrán “efectos jurídicos”? Entonces, ¿por qué alterar tan drásticamente el curso ordinario de las cosas? ¿No se está buscando con este retraso una provocación a ver si se consigue envenenarlo todo y justificar un golpe de Estado como el que muchos de ellos tienen en mente? Para tapar su ineptitud, sus corrupciones, sus embustes, sus latrocinios, su incapacidad para mantener la integridad territorial española.

Y, entre tanto, la oposición en Babia. Ni a oponerse en el Parlamento se atreve. Ni a presentar una moción de censura contra un gobierno que ha despanzurrado literalmente el país, lo ha esquilmado y ahora quiere enterrarlo.
 
Mucha gente se echa las manos a la cabeza por estos sórdidos augurios. Tanta como la que se las echaba en Alemania antes de la ley de plenos poderes o en España antes de 1936, diciendo que aquellos falangistas eran cuatro gatos y otro golpe en España en pleno siglo XX algo impensable. Hoy, según muchos “socialistas”, de esos que comprenden la necesidad de un aplazamiento hasta ver qué pasa en Cataluña, también es evidente que un golpe de Estado en España en pleno siglo XXI es impensable.
 
Al fin y al cabo, está Europa. Sí, la misma que estaba en 1936 y con un gobierno del Frente Popular en Francia.

dimecres, 8 d’abril del 2015

Los jarrones chinos.


Según noticias llegadas a Palinuro, en el PSOE hay conjuras y conspiraciones sin cuento para mover la silla a Pedro Sánchez. Se recordará aquella metáfora de Felipe González, comparando a un ex-presidente con un jarrón chino, que todo el mundo tiene en alta estima pero nadie sabe en dónde colocarlo para que estorbe menos. Desde entonces las cosas han cambiado, pero a peor. Ya no es un jarrón solo; son cuatro. Además no ejercen únicamente los expresidentes; también lo hacen los exministros. Nadie los estima en mucho sino más bien en poco. El último que conservaba algo de autoridad, González, se la ha ido dejando en los consejos de administración de empresas privadas o privatizadas. Pero estorban con denuedo. Están convencidos de que este Pedro Sánchez, un advenedizo salido de la nada, es un temerario ignorante que necesita guía y consejo en las turbulentas aguas del PSOE. Merece un castigo por no pedirlo y se lo están preparando para el día siguiente a las elecciones de mayo si estas dan resultados muy por debajo de los andaluces, como se prevé.

Los tres jarrones más activos son muy peligrosos porque han sido políticos con poder ahora jubilados por haber llegado a su nivel de incompetencia, incluso sobrepasándolo en algún caso. Nadie cuenta con ellos para nada, así que a calentar asientos en órganos de relumbrón, escribir memorias o intrigar por los cafés de la Villa. Se aburren y, por tanto, dan consejos no solicitados, enredan, se ofrecen como intermediarios y están en todas las salsas de las maniobras para quitar a uno, apoyar a otro, dejar caer a un tercero y amargar la vida al secretario general mientras se hace un lugar al sol en este mundo de sombras. Las sombras de la pavorosa incompetencia de Zapatero al afrontar la crisis, cuando falló a los de ¡no nos falles!; las del vaticanismo de Bono, un socialista nacionalcatólico; las del integrismo de Rubalcaba, monárquico y partidario de una España fuertemente centralizada

Estos tres jarrones chinos, como los tres mosqueteros de Dumas, han resultado ser cuatro. El cuarto, González, no es un joven gascón, bravo cuanto ingenuo, sino un abuelo algo gruñón que presume de experiencia y saberes arcanos. Pero su efecto es devastador. Salió en apoyo incondicional de Susana Díaz, dando por sentado que su horizonte político era Andalucía pero dictaminando que el liderazgo de Sánchez estaba en periodo de prueba. Un precario, vamos.

Pedro Sánchez tiene que consolidar su posición en el PSOE en las elecciones de mayo si quiere triunfar en las primarias a la candidatura a la presidencia del gobierno. Esta formulación es errónea en el fondo pues en España no elegimos presidentes de gobierno sino listas de partidos. Son los partidos los que ganan o pierden elecciones. Se lo ha dicho Rajoy a los suyos en la asamblea del Consejo Nacional que los periodistas han seguido por plasma para que recuerden de dónde vienen: son los siglas, estúpidos. 

Votamos partidos y lo primero que se exige a estos es que estén bien avenidos. Es elemental. Nadie confía la administración de sus cosas a quienes andan a la gresca entre ellos. Los augurios de IU y UPyD son negros precisamente por este factor de discordia interna.  Así que los jarrones chinos, si no quieren verse de tazas de Sèvres en una almoneda, deberán dejar de minar el terreno que pisa Sánchez y quedarse tranquilos en sus casas, haciendo algo útil para la colectividad. 

En cuanto al propio Sánchez, su interés por ganar las elecciones de mayo no puede distraerlo de su tarea de oposición parlamentaria. Ahí es donde va a medírsele, dado que no se presenta a alcalde ni presidente de ninguna Comunidad. Y por eso, lo mejor es que muestre su talla presentando una moción de censura que nadie sabe por qué el PSOE no ha pedido aún.

(La primera foto es de Wikimedia Commons, con licencia Creative Commons. La segunda de Wikimedia Commons, con licencia Creative Commons. La tercera de Wikimedia Commons, con licencia Creative Commons. La cuarta de de Wikimedia Commons, con licencia Creative Commons).

dimecres, 25 de març del 2015

Pedro y Pablo apóstoles en falta.

Pedro y Pablo son los dos grandes pilares de la Iglesia. Cuando, la de Jerusalén, los pilares eran cuatro, Pedro, Pablo, Juan y Santiago. La de Roma se ha quedado con los dos más importantes, Pedro y Pablo, tan importantes que personifican el supuesto en que excepcionalmente la Iglesia admite la disolución del matrimonio válido, el llamado "privilegio de la fe", que se subdivide en privilegio paulino y privilegio petrino o privilegio de Pablo y privilegio de Pedro.

Pedro y Pablo, los apóstoles por excelencia. El uno, sencillo hombre del pueblo, pescador de profesión en quien Cristo confía tanto (a pesar del tercer canto del gallo) que le entrega las llaves del cielo, con las que de siempre se representa al hijo de Jonás. El que hace y deshace aquí en la tierra. Pablo, el fariseo azote de Dios, culto, refinado, políglota, a quien Cristo, que lo reclutó ya desde las alturas, confió la tarea de convertir a los infieles, sin duda con la misma espada que antes usaba para perseguir cristianos. Siempre se le representa con ella.

Las llaves y la espada. Las llaves guardan la casa; la espada la defiende y ataca la vecina. Orden, defensa y ataque. La vida misma de la Iglesia militante.

Militancia e intensa es la de estos otros dos Pedro y Pablo. Los dos jóvenes, nuevos, impetuosos, con un punto de caudillismo y bastante carisma, aunque de especie y especia distintas. Pedro, al frente de una de las organizaciones políticas más longevas del país, siente el peso de la estirpe y agita las llaves de un baluarte medio destartalado en un escenario en el que se encuentra a gusto pero desearía reformar. Lo suyo es una tarea de orden y defensa. El ataque viene del lado de Pablo, quien blande la espada al asalto de un orden anquilosado que él reputa desorden por estar basado en la injusticia.  En realidad, antes que asaltante, se ve como defensor de los débiles, pero aplica la acrisolada doctrina de que la mejor defensa es un buen ataque.

Los dos están movidos por una firme voluntad de ganar. Pablo, como es primerizo y procede de la marginalidad, lo dice más veces, para hacer verosímil la victoria. Pedro, más del mainstream institucional, da por supuesto el conocimiento universal de su voluntad y su seguridad de ganar.

Son dos buenos apóstoles de sus causas. Harían bien en hablar alguna vez y conocerse. A lo mejor no se veían como tan rivales. Quizá se confesaran el uno al otro sus carencias. Sobre todo las dos más evidentes y que más coartan sus posibilidades de afirmarse como opción ganadora y/o hegemónica en la izquierda. Esas dos deficiencias que los muestran como apóstoles manqués.

En el caso de Pedro se trata de la calidad de su labor de oposición parlamentaria. No hay ninguna razón válida para no presentar una moción de censura. Odón Elorza la ha pedido. Pero no he visto que nadie se haya dado por aludido, ni que nadie haya planteado un debate serio (y breve) sobre el asunto. Sin embargo, los últimos desarrollos procesales, así como la cascada de escándalos de corrupción que ahora vuelven a tocar a la inenarrable señora Barberá, muestran que la situación política es insostenible. Este gobierno no solo carece de legitimidad y autoridad sino que ni existe. El Parlamento, tampoco. El país está en manos de una asociación de gentes absortas en su supervivencia procesal, preparando febrilmente elecciones para perpetuarse en el poder con las prácticas que les son habituales. La moción de censura es una medida obligada de la oposición para dar al país a conocer que, en mitad de este increíble gatuperio, hay una opción alternativa viable. No hacerlo es un abandono irresponsable o algo peor.

La carencia de Pablo es no haberse distanciado claramente de la opción política más o menos comunista de IU. Bien por afinidades electivas, por formación, talante o memoria, el fundador de Podemos no ha conseguido evitar el abrazo "fraternal" de esa izquierda que se llama a sí misma transformadora cuando no ha transformado nada nunca. No se ha atrevido a matar al padre. O al abuelo. Al contrario, ha mostrado su veneración por este y se ha dejado ungir por él como la verdadera izquierda, cuya fórmula solo él conoce. Sin embargo, la fuerza de Podemos era crear una opción democrática radical, separada de la socialdemocracia y del comunismo o neocomunismo. Un nueva izquierda. Pero no había tal. La decantación por una de las viejas ha sido patente y se ha mostrado en que todos los ataques han ido dirigidos al PSOE. No al PP. El PP aparece cuando se recita la fórmula PPPSOE o la del "bipartidismo", música celestial para sus conservadores oídos sobre todo cuando el fanatismo lleva a los de Podemos a adjudicar al "bipartidismo" la pérdida de los 17 escaños del PP. No valoro la cuestión de la armonía entre las corrientes políticas internas de Podemos. No hace falta. Si no se produce una identificación de una izquierda autónoma, propia, sin servidumbres doctrinarias, libre y con principios, lo interno será tan irrelevante como lo externo.

Si los dos apóstoles quieren llegar a donde se proponen tienen que soltar lastre.

La primera foto es de PSOE Extremadura, con licencia Creative Commons; la segunda, otra de Olaf Kosinsky / Wikipedia, también con licencia Creative Commons.

dimarts, 24 de febrer del 2015

El odio al PSOE.

No es cosa de demagogias, pero el PSOE se acerca ya a los 140 años de existencia. Es el partido más antiguo de España, con excepción del Partido Carlista fundado en 1833 aunque reconvertido en otra cosa. Y eso se nota. El PSOE es parte de la historia del país. A partir del restablecimiento de algunas libertades en 1978, ha gobernado casi 20 años, con González y Zapatero. En ese tiempo, España avanzó en bienestar, progreso, libertades, derechos e integración europea como no lo había hecho nunca antes. Ni durante la breve II República. Por supuesto, su mandato (sobre todo en las dos legislaturas finales de cada uno) también fue pródigo en elementos negativos y hasta crímenes: la dura reconversión industrial, las privatizaciones a voleo, los GAL y la corrupción rampante en el mandato González y la desastrosa política económica anticrisis así como la reforma del art. 135 CE en el de Zapatero.

Unos gobiernos con luces y sombras, como siempre, pero globalmente positivos para el país. Es absurdo negarlo. Y, sin embargo, se niega. Hay una especie de voluntad cerrada de reñir todo acierto al PSOE ahora y antes, esgrimir siempre sus aspectos negativos y ocultar los positivos, al extremo de que, si se escucha a voceros de derecha e izquierda, casi parecería que el responsable único del desastre y la postración actuales de España sea el PSOE. Tanta falta de objetividad y ponderación invita a preguntarse por su razón profunda. Los hechos, los datos, las pruebas desmienten tan cerrada visión negativa. Quizá nazca esta de otra parte distinta del entendimiento; por ejemplo, de la pasión. Quizá tenga poco que ver con la razón y mucho más con el odio. Y, en efecto, uno de los rasgos más llamativos del debate político español es el odio a los socialistas.

Los odian por ser el partido más antiguo, por seguir siendo un partido, por haber ganado elecciones limpiamente, por haber gobernado, por haber sabido perder en unos casos y triunfar en otros. Es decir, los odian por lo que se suele odiar a mucha gente en España: por hacer cosas.

El odio de la derecha es palpable. Es un odio histórico, de clase. Y hasta personal. Que los aristócratas se enfrenten en política a un partido de advenedizos fundado por un tipógrafo pero que tiene más solera y antigüedad que todos ellos, que son los verdaderos advenedizos, los saca de quicio, los pone enfermos. ¡Qué insolencia, los seguidores de un tipógrafo aprobando leyes! La derecha es profundamente patrimonialista y cree que el gobierno le pertenece como sus fincas, sus casas, sus tierras. España entera es de su propiedad por derecho divino y no tiene perdón que lleguen unos plebeyos a reñirles ese derecho a gobernar, desgobernar, robar y saquear lo público que vienen disfrutando desde hace siglos y para conservar el cual hicieron una guerra civil e impusieron una dictadura militar de cuarenta años. El odio de la derecha al PSOE es profundo, casi genético.

¿Y la izquierda, los comunistas, asimilados y neocomunistas? Una falta de objetividad muy similar y un odio todavía más acendrado. Esta izquierda procede de la escisión comunista de 1919/1920 que nunca, en casi 100 años de historia, ha conseguido prevalecer sobre los socialistas salvo cuando establecían dictaduras de partido y prohibían y perseguían a estos, como hicieron en los países del bloque soviético durante buena parte del siglo XX. No siendo mediante la dictadura, el proyecto comunista de derrotar a los socialistas no ha triunfado en ningún país democrático del mundo. Salvo las experiencias dictatoriales, esta izquierda no ha gobernado nunca excepto algún brevísimo lapso de frente popular aquí y alla. Nada.

Pero no ha dejado de considerarse la "verdadera", la "auténtica" izquierda frente a una socialdemocracia oportunista que se encaramaba a los gobiernos y se aburguesaba traicionando a los trabajadores. Esos gobiernos en España y otros países de Europa fueron los únicos de izquierda real que hubo en el siglo XX y, dicho sea de paso, cambiaron sustancialmente la cara del capitalismo. Tanto que hoy hasta la "auténtica" izquierda los propone como modelos a los que hay que volver. Pero sin reconocer un ápice el mérito de los socialdemócratas. Al contrario, culpándolos no solo de sus culpas sino, en un frenesí de odio, también de las ajenas. Para esta izquierda "verdadera", que lleva cien años hablando sin hacer nada, el verdadero enemigo no es la derecha; es la socialdemocracia. En España, el verdadero enemigo no es el PP; es el PSOE.

Es el caso del reaparecido Anguita cuyo odio a la socialdemocracia está adquiriendo los niveles psicóticos de un capitán Ahab, tan obsesionado con Moby Dick que no le importa hundir su Pequod, IU, si con ello extermina a su archienemigo. ¡Por fin el ansiado sorpasso! La hora de la venganza. La posibilidad de que ese orgulloso PSOE muerda el polvo gracias a esa organización, Podemos,  que, merced a una sabia combinación de liderazgo carismático, pragmatismo y ambigüedad conceptual, parece haber deshecho el maleficio que lleva cien años agarrotando a los comunistas y promete llevarlos ahora, siempre que no se les note mucho el tinte neocomunista, a  una impensada victoria.
 
Palinuro lamenta que no vaya a producirse una alianza de las izquierdas, de todas las izquierdas. En verdad, no siendo militante de partido alguno, no se siente personalmente afectado, pero este asunto suena al más sobado y ramplón quítate tú para que me ponga yo y, encima, con plumas ajenas, desde los nombres a las ideas y desde las ideas a los nombres.
 
La promesa del sorpasso que tiene encandilados a estos novísimos "de abajo" procede del triunfo de Syriza en Grecia.. Si los Podemos griegos se imponen a la Troika, la Syriza española, hundirá al PSOE en la miseria de un PASOK, dejándolo en un 4,2% del voto. Tres inconvenientes se alzan ante este rosado futuro:

Primero: es posible que Syriza no se imponga y, al contrario, tenga que ceder ante la UE y Alemania. Tiene toda la pinta. Eso supondrá un golpe para Podemos que, una vez pasados los fuegos de artificio, tendrá que recomponer su discurso con un crédito rayano en cero. Esa Estaca con la que quiere derribar el "sistema del 78" puede acabar hundida en su corazón.

Segundo el PSOE no es el PASOK; no es una empresa familiar como la de los Papandreu, fundada en 1974. Forma parte de la historia de España en estos 140 años y tiene mucho eco y, sobre todo, apoyo en Europa, cosa más fácil de rentabilizar en interés del común que todas las propuestas bienintencionadas, sin duda, pero de una inconcreción celestial.

Tercero la repentina aparición de Ciudadanos, un partido con una parafernalia análoga a la de Podemos, con similar pragmatismo posmoderno, pero con un talante que se intuye más conservador, más centrado, sin necesidad de marear la perdiz con la izquierda, la derecha, lo de arriba y lo de abajo, apunta en un sentido de consolidación de la opción de la derecha. Predecir coaliciones en un contexto multipartidista (que, a veces, dependen de uno o dos escaños) es perder el tiempo pero no es exagerado vaticinar un reforzamiento de la derecha. O sea, del PP.
 
Con estos tres datos presentes, ya da un poco igual lo que se diga. La evolución apunta a que tampoco esta vez prosperará el intento neocomunista del sorpasso. Lo pintoresco del asunto será ver si, como cabe barruntar, se conseguirá mantener al PP en el poder otros cuatro años. Algo muy español. De perdidos, todos al río. El odio nos hará flotar.

La única parte de España en que no se observa odio al PSOE, en que no es factor de movilización porque la gente está en otros horizontes, Cataluña, tampoco parece ser tierra de promisión para Podemos. Obvio.  

diumenge, 22 de febrer del 2015

La alfombra roja.


El Partido de los Socialistas Europeos (PSE) ha escenificado un acto de unidad por encima de las diferencias de sus miembros con una clara función propagandística. Esa alfombra roja en el espíritu de los Oscars traiciona el subconsciente de los organizadores. Una ceremonia. Pero una ceremonia que tiene su alcance y significado. En primer lugar, según se dice, respaldar a Pedro Sánchez. Los miembros de la tabla redonda socialista arman caballero al hidalgo Pedro Sánchez. Y no son unos cualesquiera quienes han velado las armas con él. En primera fila gentes que son, han sido o serán presidentes de sus países. González, Ogórek, Sánchez, Stanishev, Valls, Schultz y Gabriel. Notable presencia alemana o germanófila. Podían haber incorporado a Zapatero para equilibrar por el lado latino. Es de esperar que su ausencia no sea motivo de pelea. Porque, en todo caso, este espectáculo de familia socialista a quien deja fuera de juego es a Susana Díaz que ha ido a reforzar su faceta internacional al vecino reino de Marruecos.

Lectura interna del PSOE, trasmitida a los medios: somos un partido serio, en una organización seria, tenemos responsabilidades de gobierno y gestionamos instituciones europeas; no somos inmovilistas ni demagógicos, se puede contar con nosotros porque, además, tenemos un proyecto común para salir de la crisis. Suena bien y, observando las agitadas relaciones de Grecia con la UE, especialmente Alemania, se pretende que la gente valore la ventaja de elegir gobernantes que se entiendan con quienes mandan en Europa. Es lectura interna y es lógico que sea así, pues es un discurso que llega a una parte del electorado. Sobre todo, si se acompaña con hechos. El PSOE es el único que tiene candidatos conocidos a las elecciones de mayo. Un catedrático de Metafísica y un conocido economista, profesor universitario y tertuliano. Mensaje: somos gente de fiar. Llegado el momento, tendremos el mejor candidato a la presidencia del gobierno.

La lectura externa es otra. Sobre todo en la izquierda. Este acto de la alfombra roja es una oferta de gran coalición con el PP. Gabriel es vicecanciller en un gobierno con la CDU y Schultz presidente del Parlamento por el intercambio de votos con Juncker. Todo pura gran coalición. Se llevan además a Felipe González que anda de muñidor de un pacto de esta naturaleza, justificado en la necesidad de salvar el sistema. La izquierda tiene que aglutinarse en una candidatura única (al menos en Madrid) que haga frente al PP/PSOE. Sistema contra antisistema. Típica polarización política.

Al margen de la objeción obvia de que la polarización propuesta sea una reedición del bipartidismo, se da la circunstancia de que pudiera ser imposible aritméticamente. La idea es un enfrentamiento entre la izquierda y el PP/PSOE. Pero la aparición de Ciudadanos podría complicar el panorama. Aunque solo sea por puro sentido de la congruencia. Cuando se tiene tanto interés en acabar con el bipartidismo, culpable de infinitos males, hay que estar dispuesto a admitir el multipartidismo. Pero quien dice multipartidismo, dice gobiernos de coalición. En realidad, en Europa, lo normal son los gobiernos de coalición, si se exceptúa Inglaterra (que también tiene ahora una alianza) y algún otro como Francia. Gobiernos de coalición de dos o más partidos. Entre los cuales, por supuesto, están las llamadas "Grandes coaliciones" (en el sentido de derecha/socialdemocracia) relativamente frecuentes en Alemania y Austria.

En España, a pesar de su sistema electoral, los gobiernos de coalición no existen. Todos los gobiernos españoles desde 1979 han sido monopartidistas (en la medida en que cabía considerar la UCD un solo partido) con mayorías abolutas o con apoyo parlamentario variable cuando la mayoría era relativa. Pero los gobiernos, todos monocolor. No hay, pues, eso que llaman la cultura de la coalición, o sea, el espíritu de transacción, pacto o acuerdo. No es estilo de la casa. Para uno vez que dice que lo consiguieron, con la Constitución de 1978, la han embalsamado como la momia de Tutankamon. Y esto de la cultura de la coalición, ¿se aprende? Es posible, sí, pero no sé si da ya tiempo.

De resultar, como es verosímil, un parlamento con cuatro partidos de ámbito estatal de cierta relevancia y varios otros de ámbito autonómico, en principio, todas las combinaciones son posibles, aunque unas más probables que otras. De lo que se trata es de no hacerlas todas improbables.