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diumenge, 6 d’octubre del 2013

Siguen lloviendo piedras.


Y chuzos de punta. El último sondeo de Metroscopia en El País es estremecedor para el PSOE. Para los dos partidos dinásticos, pero es el PSOE del que aquí nos ocupamos. Si, después de casi dos años de absoluto desastre de gobierno, el PP sigue ganando en intención de voto cuando el mes pasado estaba a la par con su rival, cualquiera revisaría sus planteamientos. Si lo hace o no Rubalcaba está aún por ver. Pero va pareciendo que no. En el PSOE nada se mueve. El gráfico del sondeo de Metroscopia muestra una situación como de encefalograma plano para todos y el más plano, el del PSOE. Plano para todos. Lo único que frena el hundimiento del PP es la inexistencia de una posibilidad alternativa, pues los socialistas no lo son. Los otros dos partidos de ámbito estatal, IU y UPyD ahí siguen también, a gran distancia de los otros, muy ilusionados, no con la posibilidad de formar gobierno -opción irreal- sino con la de condicionar el que se forme. Son partidos-rémora.

No son los socialistas capaces de remontar la situación. Admitido: esta no está siendo fácil. Son tres los factores negativos para las aspiraciones socialistas:

a.- La crisis. No existe un discurso claro, convincente, socialista alternativo al de la derecha. No hay diferencias en cuanto a la interpretación de las causas de la crisis. Sí la hay respecto a las medidas para resolverla. El PSOE se opone frontalmente a las que viene tomando el gobierno en materia sanitaria, laboral, educativa, de pensiones, etc. y promete hacerlas reversibles. Eso está muy bien y así hay que hacerlo. Pero no basta. Es preciso decir cómo. No es suficiente con la intención expresa. Sin duda, el PSOE tiene en esto más crédito que el PP pues no ha mentido tanto ni tan descarada y reiteradamente como el PP, pero ya no es cosa de promesas genéricas. Ahora hay que especificar más. La gran objeción permanente al PSOE es cómo financiará las medidas que reviertan las del PP. Ahí es donde el PSOE -que llegó a decir, recuérdese, que "bajar los impuestos es de izquierdas"- tiene su punto más débil, el que más lo asemeja al PP porque pretende abordarlo, pero no se atreve a decirlo. Alguien tendrá que pagar por la vuelta al Estado del bienestar que el neoliberalismo extremo de la derecha ha arrasado y ese alguien ha de ser mayoritariamente el capital, la empresa, la banca, la iglesia, justo quienes controlan la inmensa mayoría de los medios de comunicación, incluidos los que dependen del gobierno que también es su gobierno.

b.- Cataluña. La posición del PSOE es aquí más insegura y vecilante aun que con la crisis. Rubalcaba es de talante unitario, más bien centralista, como probablemente lo sea una buena porción de su militancia y su electorado. Pero no puede defender un punto de vista nacional-español a ultranza porque, además de tratarse del discurso de la derecha, lo acabaría enfrentando a su sucursal catalana, el PSC. Y si el PSC no consigue aportar una parte considerable de escaños al socialismo español, las esperanzas de este de alcanzar el gobierno se desvanecen. La prudencia manda mantener a ambigüedad, pero la ambigüedad en un terreno colindante al nacionalismo -un discurso generalmente maniqueo y polarizado- es funesta.

c.- El efecto Rubalcaba. La permanencia del secretario general ha acabado siendo quizá la mayor amenaza a la recuperación de su partido. El argumento con el cual legitimaba su acción, esto es, que el partido lo había elegido para reconstruir sus expectativas de gobierno, no fue nunca muy cierto y ahora es manifiestamente falso. El PSOE no se ha recuperado en absoluto ni lleva camino de hacerlo. El 74% de sus propios votantes y militantes -una cifra asombrosa- no lo quiere ni se fía de él. Sobre todo porque lo ve también ambiguo, impreciso, escurridizo. Así como Rajoy pasa la mayor parte del tiempo defendiéndose de las peticiones reiteradas de dimisión también él, da la impresión de pensar más en su supervivencia que en la de su partido. Es lógico. Tanto el uno como el otro llevan más de treinta años continuados de dedicación a la carrera política. Y se entienden muy bien. En el fondo -y Palinuro lo ha señalado alguna vez- hay menos distancia entre Rajoy y Rubalcaba que entre este y sus militantes y votantes. ¿Cómo van a ganar crédito de la opinión para resolver la crisis los dos partidos y los los políticos que representan el punto de vista de quienes la provocaron en un primer momento?

Rubalcaba lleva más de dos años luchando contra esa imagen destructiva de que el PP y el PSOE son lo mismo (la misma mierda) y hace bien porque es injusta, pero no parece darse cuenta de que su mera presencia lo impide. Los dos contendientes, Rubalcaba y Rajoy son políticos profesionales y, además, malos profesionales pues entre el uno y el otro (con la nutrida colaboración de colaboradores tan desafortunados como ellos) han dejado España en estado crítico. Ninguno de los dos, típicos representantes de la política a la vieja usanza, está en posición de encabezar un movimiento de regeneración de su propio partido. En el caso de Rajoy porque él es el principal responsable y beneficiado de su actual deterioro. Y lo mismo sucede con Rubalcaba si bien en un contexto distinto.

Y, sobre todo, es materialmente imposible cambiar la orientación de la opinión pública cuando uno no cambia el discurso. Especialmente, además, si no hay ni discurso.

Quizá por eso cifra Rubalcaba todas sus esperanzas de salvar su puesto al menos hasta 2015 en el efecto taumatúrgico que espera tenga la Conferencia Política del mes próximo al proponer a la ciudadanía, dice, un PSOE renovado, con nuevo mensaje, nuevo estilo, nuevas ideas. La materialización de este elixir ideológico de la eterna juventud es dudosa. Si hubiera ideas, propuestas verdaderamente nuevas ya se habrían filtrado pues, dada la naturaleza incorpórea e inmaterial de estos productos, no hay barreras que las detengan. Pero, aunque fuera tal el caso, ¿cree Rubalcaba en serio que puede convencer a la gente de que él es la persona adecuada para llevar adelante el nuevo proyecto cuando está identificado con el viejo, el fracasado?

La perspectiva socialista es sombría porque incide en la muy intrincada naturaleza del liderazgo político. No existe una forma única de este pues cada líder tiene la suya, propia y personal. Pero, sobre todo, es imposible atisbar algo de liderazgo político -una facultad muy necesaria en las circunstancias actuales- en la posición de alguien que carece de ideas propias y espera que se las aporten desde fuera los expertos y los comités; o, lo que es peor, las tiene pero carece del valor de proponerlas a su modo y prefiere hacerlas pasar como la voluntad colectiva de la organización a la que dice servir. 

No tengo duda de que, al menos por hoy, el PSOE es un partido necesario en el sistema político español y el único que puede llevar a la izquierda al poder. Tampoco la tengo de que es un partido de izquierda y de que, guste o no a las otras izquierdas, tendrán que unirse a él si verdaderamente quieren cambiar las cosas en España o están ya cansadas de alimentar su autocomplacencia de izquierda "transformadora" que no ha transformado nada jamás consolándose con esa "revelación" de que, en el fondo, el PSOE es un partido de la derecha. Quieran o no habrán de contar con él en un hipotético frente de izquierdas con posibilidades electorales. Pero no necesariamente con este PSOE y mucho menos con Rubalcaba, quien debiera haber convocado ya elecciones primarias abiertas en su partido y haber aprovechado el guirigay que se monte para hacer un discreto mutis por el foro. 

dilluns, 23 de setembre del 2013

Buena entrevista de Rubalcaba.


Y mejor hubiera sido si Ana Pastor dejara hablar al entrevistado. Una cosa es no dejarse llevar al huerto y otra interrumpir continuamente, sobreponer la voz. Consecuencia, parte de la entrevista no se entiende y está llena de "no, no, no.,..", "déjeme explicar...", "no, pero no es así...", "permítame hablar...", etc, etc. La táctica de la periodista es evidente: como piensa que el entrevistado barrunta qué preguntas se le harán y trae un rollo preparado, trata de desbaratárselo, interrumpiéndole y repreguntando. No está mal, pero no debiera ser tan atosigante. El foco debe estar en el entrevistado, no en la entrevistadora que tiene un punto de narcisimo en femenino.

Por fortuna, Rubalcaba trae sobrada experiencia, muchas tablas, flema y capacidad para encajar. Lo más importante: sabe de lo que habla cosa que, contra lo que pueda parecer, no es tan frecuente entre los políticos que apenas tienen tiempo de leerse los papeles. Y, además, domina la cámara. Su lenguaje no verbal es sencillo, llano, nada ampuloso o acartonado, genera complicidad enseguida con el auditorio. Da la impresión de ser persona inteligente con cierta malicia guasona. Se le escapan miradas al objetivo, prueba de que está alerta del ángulo que ofrece. Se le ven ganas de espetarnos un discurso en directo pero, sabiamente, se contiene.

Dijo lo que quería decir de modo sucinto pero contundente. No tiene nada que rascar en el caso Faisán, Griñán no será imputado por los EREs, la Ley Wert es una ley muerta, habrá que reformar la Constitución para buscar reacomodo a Cataluña en España (no quiere ni oír hablar de autodeterminación) y tanto la reforma laboral como la sanitaria y la de las jubilaciones tienen los días contados. Ese debe ser el meollo del discurso del PSOE de aquí a las elecciones. Dejó meridianamente claro que Rajoy mintió al Congreso en lo tocante a sus relaciones con Bárcenas. Así que anunció que seguirá hostigando al gobierno sin descartar la moción de censura en cuya alforja echará además de Bárcenas, la salud, la educación la cuestión catalana, etc.

Todo eso por la vía de la oposición. Pero, siendo su espíritu siempre tan constuctivo, ¿qué propuso como alternativas? Aquí vino un segundo bloque de la entrevista en donde Pastor más se encendió porque se husmeaba drama. Rubalcaba admitió que el PSOE salió mal de las elecciones de 2011 y ahora toca levantar cabeza, recuperar la confianza del electorado, remontar, teniendo muy en cuenta que la crisis obligará a hacer cambios muy profundos. ¿Cuáles? Ya se verá cuando el PSOE presente su proyecto, en el que está trabajado. Es decir, está haciendo oposición sin proyecto. Pero este llegará. ¿Será él el candidato?, saltaba Pastor como si más que pastor fuera loba. Sí, si es útil para su partido. Consabida respuesta que no dice nada. Bueno, puede atacarse por otro lado: ¿habrá primarias en el PSOE? Sí, profiere encantado Rubalcaba, y abiertas, lo cual es mucho giro para uno de los dos partidos dinásticos. Sí, sí, pero ¿cuándo? Lo más cerca posible de las elecciones generales, como hace todo el mundo. Resumen para sufridos comentaristas: aquí no se mueve nada hasta unos meses antes de las elecciones de noviembre de 2015. Pase lo que pase en las europeas de 2014.

La razón del aplazamiento se encuentra en el nuevo proyecto que saldrá de la conferencia política de noviembre. ¿Quién sabe? Un nuevo PSOE, una nueva socialdemocracia. Hay que esperar y ver y leer antes de hablar. Obvio. Es un meritorio intento de sacar el debate del PSOE del ámbito de la mera imagen, del liderazgo personal, del torbellino mediático para conducirlo al terreno de las ideas, las propuestas, incluso las teorías. Veremos si funciona o no. La sociedad del espectáculo tiene escasa paciencia con las controversias ideológicas.

Una aclaración respecto al enunciado partidos dinásticos. Supongo que el PSOE puede considerarse un partido accidentalista, indiferente a la forma de gobierno siempre que sea un Estado social y democrático de derecho, según reza la Constitución. Pero, la verdad, suena raro escuchar en su secretario general un discurso monárquico. Es comprensivo con el Rey en estos momentos en que el señor mayor, según Corinna, lucha con la enfermedad y no plantea cuestión alguna respecto a la legitimidad de la institución. La máxima crítica afecta a la decisión real de operarse en centro privado. Nada sobre el desastroso ejemplo que la Monarquía (empezando por el yerno y siguiendo por el suegro) lleva años dando, perceptible en su vertiginoso descenso en el aprecio de los ciudadanos.

Suena raro, desde luego. Suena no solo a dinástico, sino a cortesano. No veo por qué, si el PSOE va a proponer una reforma de la Constitución en lo referente a organización territorial del Estado y sistema electoral, no prevé asimismo lo que será inevitable: que también se plantee la cuestión de la monarquía y la separación real de la iglesia y el Estado, entre otras. Y, si de reformar la Constitución se trata, ¿por qué no una total? ¿Por qué no plantear un proceso constituyente, como reclama el M-15, el Partido X (creo) y múltiples izquierdas?
 
Ya, que se trata de ganar las próximas elecciones, no de perderlas. Un verdadero problema en el que estamos todos interesados.

dimecres, 18 de setembre del 2013

Carta abierta a Rubalcaba.


Dada su gran experiencia política, su perspicacia, su reconocido buen juicio y su prudencia no tengo duda de que calibra usted perfectamente la gravedad de la situación. El gobierno del PP no solamente va a aniquilar todo el reformismo de los gobiernos socialistas, desde el primero de González, sino incluso los escasos adelantos (pero adelantos al fin y al cabo) que se consiguieron en el último franquismo y durante la transición. Una involución en toda regla, una aniquilación del programa socialdemócrata, un retroceso de un siglo. Suficientes muestras ha dado ya habiéndose cargado el último pilar del Estado del bienestar, el sistema público de pensiones. Todavía le quedan dos años, si el asunto Bárcenas no lo impide. De ahí que las próximas elecciones de 2015 sean cruciales. Si el PP las pierde cabe deshacer por vía legislativa gran parte del destrozo ocasionado. Pero, si las gana, lo consolidará, la sociedad se retrotraerá al capitalismo más salvaje y la izquierda será barrida por una larga temporada.

Sigo pensando que el único partido de la izquierda que puede frenar y revertir esta catástrofe es el PSOE. Pero el problema, que ya debiera estar resuelto, es bajo la dirección de quién. Hace casi dos años perdió usted unas elecciones estrepitosamente. Cabía argumentar que, en realidad, las había perdido su antecesor, Zapatero. Y, supongo, por eso, lo eligieron a usted secretario general: para darle la oportunidad de recomponer las perspectivas electorales de su partido. Dos años después, estas no han remontado, sino que se han hundido más y su grado de aceptación, confianza y popularidad es ínfimo. Curiosamente en estos años también se ha dado un hundimiento del PP sin que el PSOE se haya beneficiado de él. Recién parece que se acerca a aquel en su momento más bajo, con un magro 30% de intención de voto.

En efecto, si la gestión del PP ha sido -y sigue siendo- muy impopular por injusta, arbitraria, autoritaria y ruinosa, la del PSOE ha sido errática e insatisfactoria. No ha conseguido articular una oposición aceptable. Empezó ofreciendo pactos de Estado a un partido que no entiende nada de eso pues su función se limita a aplicar el programa de la patronal y la iglesia y cuidar de sus intereses materiales como partido e individualmente, según los sobresueldos que se reciban. Pasado el lamentable sarampión pactista disfrazado de "oposición responsable" comenzó a articularse una oposición con algo más de nervio, pero deshilachada y nada convincente. Un ejemplo lo deja claro: por fin, el PSOE abandonó el compromiso de pactar con el PP la ley de transparencia, esa broma que el gobierno ha aprobado con ayuda de CiU, PNV y CC. Menos mal. Pero, ¿puede alguien explicar de quién fue la brillante idea de aceptar un pacto sobre transparencia con el PP?

La endeblez, la irrelevancia de la oposición se ve a las claras en el hecho de que el PSOE no haya vuelto a hablar de la moción de censura y prefiera jugar al ratón y al gato en sede parlamentaria, teniendo que valerse de subterfugios reglamentarios para plantear debates que debieran ser obligados y con obligada comparecencia de Rajoy. Y el principal responsable de esta inoperancia del PSOE es usted. No se ve cómo, con los datos actuales en la mano y su trayectoria desde 2011, alguien pueda vaticinar un triunfo del PSOE en 2015. Lo que se discute es por cuánto perderá y cuál será la distancia con IU, en pleno ascenso. Así que, nos guste o no nos guste, es muy legítimo plantear el problema de la candidatura del PSOE.

Usted ha dicho en alguna ocasión, como sacrificándose, que si su partido le pide ser el candidato, querrá serlo. Muy bien. Pero no puede ignorar dos aspectos: 1º) es bastante probable que su partido le pida lo que usted quiera que le pida porque, como todos los partidos, tiene una estructura oligárquica y clientelar; quizá menos que otros, pero la tiene. 2º) No es su partido quien lo llevará, en su caso, a a La Moncloa sino el electorado y este, obviamente, a juzgar por los barómetros más fiables, no lo quiere a usted. 

Es comprensible que pretenda coronar su larga carrera política con la presidencia. Es humano. Pero debe pensar en qué está usted jugándose en el empecinamiento. No solo el fin de aquella (al menos en primer plano; siempre podrá ir de senador o de eurodiputado), sino la definitiva destrucción de un modelo de sociedad, muy insatisfactoria, desde luego, pero infinitamente más justa, libre, solidaria y humana que la que la derecha trae en las alforjas.

Pausa. La política es un terreno de decisiones dramáticas y las consideraciones tácticas son secundarias. Si se queda usted lo más probable es que pierda las elecciones porque ofrece un blanco muy fácil para los ataques del PP y, al tiempo, su capacidad de respuesta es muy débil sobre todo por carente de crédito. Pero si se va usted, tampoco está garantizado el éxito ni mucho menos. Un nuevo liderazgo, nuevas propuestas, un perfil claro de oposición, incardinación en los nuevos movimientos sociales que articulan el malestar social, diálogo con las demás fuerzas de la izquierda y, a ser posible, presentación de un programa mínimo con el máximo apoyo popular posible: derogación de toda la obra legislativa de la derecha, restablecimiento de los derechos de los distintos sectores ciudadanos y su blindaje constitucional. 

Pues bien, aun así, se puede perder. Todo dependerá del tiempo que haya para articular la nueva forma de acción. A menos tiempo, menos posibilidades. Y esa es una decisión que, al parecer, ha de tomar usted. Y sin referencia a cuestiones tácticas, de esas de elecciones europeas o locales. Tome la decisión, pues las cuestiones tácticas se arreglarán por sí solas. Lo esencial es dar tiempo suficiente a quien haya de liderar su partido en unas elecciones que determinarán nuestras vidas para muchos años por venir.

Piénselo. Escuche a todo el mundo. No solo a los de su partido. 

(La imagen es una foto de rubalcaba38, bajo licencia Creative Commons).

dilluns, 6 de maig del 2013

El PSOE reacciona.


Ya era hora. Quince meses después de su humillante derrota electoral, el principal partido de la oposición presenta propuestas concretas, inteligibles, alternativas -o, cuando menos, distintas- a las del gobierno, dadas ya por fallidas universalmente, incluso por sus seguidores. Ojalá no vuelvan los tiempos de la inactividad, la ambigüedad, el marasmo, las reiteradas propuestas de "pactos de Estado", sistemáticamente despreciadas por el gobierno. La oposición responsable, si por tal se entiende la ausencia de oposición, el silencio o la tímida protesta, no ha servido para nada. Corresponde ahora ser responsable pero de otros modos.

Sin incurrir en el vandalismo institucional que caracterizó la oposición del PP en la legislatura anterior, la del PSOE debe ser rigurosa, rotunda, consecuente, en contra de los desmanes del PP y en defensa de los intereses de los sectores mayoritarios de la sociedad. No se ha de consentir ni un atropello más. Debe acudirse a los tribunales siempre que las vías políticas sean insuficientes. Una buena piedra de toque son las pensiones, cuyo desmantelamiento parece tener dividido el gobierno. Pero el PSOE debe dejarle claro que cualquier reforma de las pensiones que no se consensue con la oposición, será revertido ipso facto después de las elecciones si estas le son favorables.

Hoy presenta el PSOE unas propuestas neokeynesianas. No todo ha de ser recortar. Recuérdese: los recortes han fracasado y ya solo prometen más recortes y, por tanto, más fracaso. Lo sabe todo el mundo. Lo suyo es, por tanto, mantener la austeridad pero arbitrar asimismo medidas de estímulo. Se financiarán con los miles de millones (60.000, al parecer) que el gobierno no ha tocado de la línea de crédito del primer rescate. Ya solo ese hecho es clamoroso. ¿No hubiera sido más justo echar mano de estos recursos antes que vaciar el fondo de reserva de las pensiones, esas pensiones a las que se pretende vapulear de nuevo? Se trata de las cosas que el PSOE debe explicar claramente. Para que los jubilados y pensionistas sepan a quién les conviene votar la próxima vez. Por lo demás, esas medidas de estímulo tienen también una importante misión social por cuanto están pensadas para mitigar el desempleo.

Luego queda la cuestión de la letra pequeña o cómo se aplican esas medidas de estímulo. Es preciso evitar que sirvan para aumentar la corrupción. En España tenemos una tradición de picaresca y a saber lo que harán los empresarios con unas medidas de estímulo que los benefician. A este propósito quizá estuviera bien proponer la dotación de otro fondo similar para potenciar la labor fiscalizadora de la Hacienda y su capacidad para luchar contra el fraude fiscal que en España es masivo. La rentabilidad de esta medida es evidente pues hará aflorar grandes cantidades de dinero.

En todo caso, este es el tipo de oposición que la gente espera. Con propuestas claras, positivas, que puedan debatirse. En opinión de Palinuro estas propuestas claras, razonables debieran abarcar también otros campos más en el terreno político o de los principios. En concreto, las tres cuestiones abiertas en el sistema político: la Monarquía, la Iglesia y el soberanismo. Son cuestiones peliagudas pero no por ignorarlas van a desaparecer.

La cuestión de la Monarquía. El PSOE debe aclarar si es o no republicano y hacerlo en un congreso; no por boca de un secretario general que tiende a confundir sus convicciones personales con las posiciones del partido. El argumento de la oportunidad no vale. El pais puede debatir tranquilamente si quiere ser Monarquía a República. La Monarquía ha demostrado ya estar fuera de lugar en el mundo contemporáneo. Resulta absurdo que un país haya de verse pendiente de las andanzas de unos u otros miembros de la Familia Real y sus compinches. Y es que eso es lo esencial en la institución monárquica: su carácter familiar.

La cuestión religiosa. Suficientemente claro ha quedado ya que la Iglesia católica se apunta a la teoría de la política del apaciguamiento, tristemente famosa desde la conferencia de Munich,  de 1938: cuantas más concesiones se le hacen, más se enciende su voracidad. Creyeron los socialistas de la era Zapatero haber llegado a un acuerdo con la Iglesia y por ello le sacrificaron su Ley de Libertad Religiosa y luego ha resultado que la Iglesia ha hecho tabla rasa con los acuerdos anteriores: fuera la educación para la ciudadanía, dentro la clase de religión; discriminación por sexos y cuestionamiento del aborto y ya veremos qué pasa con el divorcio. El PSOE no tendría perdón si no denunciara los Acuerdos con la Santa Sede de 1979 y procediera a separar de modo eficaz la Iglesia del Estado.

En cuanto al soberanismo, los socialistas deben encarar el asunto con franqueza. El partido que comenzó la transición proclamando el derecho de autodeterminación se lo fue dejando por el camino hasta llegar a negar que alguna vez lo hubiera defendido. También esto debiera ser objeto de una propuesta acordada en congreso. El PSOE, ¿reconoce el derecho de autodeterminación? ¿En qué condiciones? Si no lo reconoce, ¿qué modelo de organización territorial de España propone? Ese vetusto federalismo que ha desempolvado del baúl de los recuerdos requiere un aggiornamento profundo. 

Las últimas cuestiones, en efecto, son graves y es tentador el olvido, el silencio. Pero no es honrado ni eficaz. Al fin y al cabo, cuando la dirección del partido habla de reformar la Constitución, se refiere exactamente ¿a qué?

Por último, si el PSOE se propone recuperar la visibilidad de verdad, compensar por la inacción y el tiempo perdido, tiene que escuchar el rumor de la calle, tiene que tender lazos de colaboración con organizaciones y movimientos sociales que se han ido formando en el proceso de insubordinación social creciente. Tarea difícil por la desconfianza que suscita en movimientos como el de los indignados. Pero imprescindible si ese partido quiere calibrar hasta qué punto se ha echado a la izquierda la opinión y cree conveniente, como lo cree Palinuro, radicalizar algo más las opciones.. 

También es importante que, lejos de apagarse, el debate sobre la candidatura siga abierto. Es sano para el partido y para todos. Pero, sobre eso, ya seguiremos mañana.

dilluns, 18 de març del 2013

El PSOE , en punto muerto.

Al igual que todos los seres humanos, Rubalcaba no está hecho de una sola pieza, como un monolito, sino que es un ser complejo, con sus matices, sus diferentes facetas, sus contradicciones.. Lleva más de treinta años en política, de ellos veinte en cargos públicos. Ha sido ministro de varios asuntos, diputado y vicepresidente del gobierno, candidato derrotado a la presidencia del gobierno y, en la actualidad, secretario general del PSOE. Una vida dedicada a la política, a la que se acercó por afición ya que él es químico de oficio. Hizo una mutación weberiana de la ciencia como vocación a la vocación de la política. Ahora bien, su desempeño en tal larga tarea no ha sido siempre igual. Fue un buen segundón en todo momento y brilló especialmente como ministro del Interior, siendo a él a quien cabe reconocer casi todo el mérito del fin de ETA, un logro que obtuvo gracias a su tesón, su trabajo duro, su perseverancia y su obstinación. Todas ellas cualidades muy convenientes para alguien situado en segundo plano, que recibe órdenes y las aplica fielmente. Pero quizá no tanto cuando se ocupa un puesto central, decisivo, en primera línea, en donde las órdenes no se reciben sino que se dan y hay que mostrar el grado necesario de flexibilidad, prontitud en la reacción y clarividencia que son cualidades  imprescindibles en un líder.

Pues aquí está el problema, en que quizá al postularse como candidato a la presidencia del gobierno y como secretario general después, Rubalcaba haya llegado a su nivel máximo de incompetencia y, lejos de ser la persona idónea para sacar al PSOE del atolladero en que se encuentra, desarbolado por una tremenda derrota electoral, sin ideas, sin propuestas, incapaz de salir del marasmo, resulta ser el principal obstáculo. Sin duda él no lo verá así. Nada más subjetivo e intransferible que la imagen que uno tiene de uno mismo. Al contrario, puede verse como el héroe, dentro de la figura del sí mismo como arquetipo junguiano, el hombre providencial que llevará a sus seguidores al triunfo.

Pero para conseguir ese objetivo en la España de hoy, literalmente reventada por la arrogancia, la estupidez y la agresividad del PP, hace falta algo más que una buena hoja de servicios a la causa. Hace falta perspicacia e inteligencia para entender las nuevas circunstancias; audacia para dar con fórmulas no gastadas, propuestas alternativas; determinación para ponerlas en práctica; y libertad de movimientos para no ser presa de los intereses creados en el partido. Nada de eso adorna a Rubalcaba que, al contrario, no ha dado muestra alguna de iniciativa en los catorce meses desde las elecciones, permitiendo que el PSOE se desdibuje hasta desaparecer, que no tenga perfil de partido de oposición (responsable o no responsable), que la intención de voto socialista esté por debajo de la del PP después del desastre sin paliativos de la gestión de este y que su índice de popularidad sea inferior al de Rajoy, lo cual es ya para suicidarse.

En el fondo, la veteranía de estos dos ilustres segundones, Rajoy y Rubalcaba, perfectamente inadecuados para funciones de primera responsabilidad, ha acabado haciendo que se parezcan y actúen de forma muy parecida y así como el gallego con su retranca, también llegado al grado máximo de su pavorosa incompetencia, se niega a admitir que su política sea un desastre e insiste en que tengamos paciencia, que ya dará frutos con tanta veracidad como la que tenía cuando juró el cargo, el santanderino hace lo mismo. Catorce meses de fracasos, líos en Galicia, Cataluña, Ponferrada y una creciente contestación en su partido no le mueven a reflexión sino que, como Rajoy, pide confianza, que ya habrá resultados, aunque no a plazo fijo.

Seguramente Rubalcaba verá como injusto que, con todo lo que ha hecho y hace, haya gente en su partido -y mucha- que le recomienda apartarse y dejar paso a otros porque es un obstáculo. Pero el partido no es suyo. El electorado no le sigue en su política de oposición, suponiendo que sepa cuál es, bajo ningún concepto y tengo mis dudas de que, si algún día hace explícitas sus convicciones conservadoras, casi tan reaccionarias como las de su amigo Bono, acerca de la Monarquía, la Iglesia y la organización territorial de España, lo sigan muchos en su propio partido. Una situación tan sorprendente que, de ser mal pensados, podríamos decir que el secretario general tiene secuestrada la voluntad colectiva para actuar de aliado objetivo de los conservadores en las políticas frente a la crisis y mantener el sistema corrupto del turnismo de los partidos dinásticos.

(La imagen es una foto de Rubalcaba 38, bajo licencia Creative Commons).

diumenge, 3 de febrer del 2013

¿Por qué no despega el PSOE?

El sondeo de Metroscopia en El País de hoy es un mazazo para los dos partidos dinásticos, en caída libre hace meses. El PP pierde más de veinte puntos (de 44,6% en noviembre de 2011 a 23,9% en febrero 2013) y aun parece poco a la vista del cúmulo de escándalos, embustes, abusos, torpezas, estupideces y latrocinios que ha protagonizado en el último año. Y eso que la encuesta está hecha, supongo, antes de que los los papeles de Bárcenas señalaran que el político más veterano en pillar sobres en negro fue Rajoy, pero que tod@s ell@s están en la pomada. Incluso la virago de Castilla La Mancha y su señor marido hombre de procelosas actividades empresariales.

Pero eso era de esperar. Si robas y te pillan es poco probable que subas en el aprecio popular. Lo extraño es que, a pesar del desastre sin paliativos de un gobierno sospechoso de corrupción desvergonzada y comprobada inutilidad para nada que no sea amargar la vida a todo el mundo excepto los ricos y los curas, los socialistas no levanten cabeza. Al contrario, siguen perdiendo, (desde el 28,7% en noviembre de 2011 al 23,5% de hoy), cinco puntos. En otro momento hablaremos de IU y de UPyD, ahora, al parecer también pringada en los papeles barcénigos y con la peor de las sospechas. En cuanto al PSOE, ¿por qué no sube? ¿Por qué no se beneficia no ya de la desafección de los ciudadanos sino de su claro rechazo y desprecio a un gobierno de prepotentes? ¿Por qué no adelanta a un partido que lleva más de un año imponiendo austeridad y recortes a golpe de decreto mientras, según parece, su presidente y altos cargos roban, expolian hace años el erario público y han tejido una red de enchufes, corruptelas, caciquismo y despilfarro de proporciones bíblicas? Analizando el asunto con la objetividad y prudencia que la situación requiere, se me ocurren seis razones:

Primera. La herencia recibida. Este PSOE está lastrado por el peso muerto del derrumbe zapateril en la legislatura pasada y no ha sido capaz de transmitir una imagen de cambio y renovación. Sus promesas de tomar tales o cuales medidas se han estrellado siempre con la sorna popular cuando se les dice que tuvieron siete años para llevarlas a la práctica y no lo hicieron. Y es verdad. El PSOE dice ahora que quiere ir a una verdadera separación de la Iglesia y el Estado, por ejemplo. ¿Cómo creerlo cuando fue él -no otro, sino él mismo- quien subió la asignación anual que la Iglesia parasita a los ciudadanos a través del IRPF y quien aparcó sine die la Ley de Libertad Religiosa? ¿Por qué hemos de creerle ahora que no puede si cuando pudo no lo hizo? ¿Qué ha cambiado fuera del hecho de haber perdido unas elecciones por goleada? Solo la acuciante necesidad que los sociatas suelen formular de, dicen, recuperar la confianza de los ciudadanos. Catorce meses después siguen sin saber cómo hacerlo.

Segunda. El estilo de la oposición. Desde el principio de la derrota Rubalcaba se obstinó en aplicar las fórmulas zapateriles que llevaron al PSOE a la victoria en 2004 y 2008, de forma mecánica, sin variantes, sin darse cuenta de que el discurso, entonces acertado y muy eficaz, de la calma, la serenidad, la responsabilidad, la visión de Estado, la cortesía, etc era invención de otro y a él le tocaba aportar su impronta propia. Pero no la tiene y lleva catorce meses de inactividad, sin relevancia, casi sin visibilidad, repitiendo melopeas sin interés, ofreciendo pactos hasta para jugar a las tres en raya y desanimando y desmovilizando a su propia gente mucha de la cual, como se ve en el sondeo citado, se refugia en la abstención. La oposición responsable es un rotundo fracaso no porque el nombre sea inadecuado, pues es muy oportuno, sino porque no contiene nada. Por oposición responsable hasta ahora se entiende una oposición fundada en una oferta de pactos permanentemente ignorados por este gobierno de badulaques ensoberbecidos y sospechoso de corrupción y mangoneo hasta las cejas.

Tercera. La personalidad de Rubalcaba. El secretario general -que fue buen ministro y es buen segundón- no tiene fibra de líder. Carece de arranque, de impacto, de ideas. Su respuesta a los imprevistos es siempre atona, gris, previsible. Nunca responde con rapidez y contundencia y sus reacciones son un penoso zigzag de vuelo bajo, cuando no meteduras de pata. Veinticuatro horas antes del estallido del caso Bárcenas, estaba ofreciendo el enésimo pacto al PP en contra de la corrupción; es decir, un partido al que el PP machacó literalmente a cuenta de la corrupción se ofrece ahora a salvarlo de la suya propia en obvio detrimento del derecho a la información y otros de este jaez. Estallado el caso Bárcenas y cuando está claro que Rajoy no contesta a la pregunta de si él cobraba dinero negro en sobres o no, Rubalcaba no se la plantea en sede parlamentaria durante la sesión de control del gobierno, obligándolo a responder ante todos los españoles; lo hizo veinticuatro horas más tarde y desde el cobijo de la sede del PSOE, lo cual permitió a Rajoy seguir haciendo como que no lo oía. Por último, Rubalcaba ha tardado más en pedir la dimisión de Rajoy por su indigno y vergonzoso comportamiento que este en dar algún tipo de seudoexplicación. Este hombre será muy corredor de fondo pero, en el sprint es tan ágil como una yunta de bueyes.

Cuarta. Las complicidades impuestas. Rubalcaba lleva más tiempo compartiendo penas y alegrías con Rajoy que con la mayoría de los miembros de los órganos superiores de su partido. Conoce más al gallego que a Carme Chacón y, claro, eso deja un poso de comprensión y de tolerancia mutua que, por supuesto, Rajoy -cuya fibra moral es bajísima- no respeta, pero Rubalcaba sí porque está bien educado y no es un granuja. ¿Por qué se resistía el secretario general a pedir la dimisión de Rajoy? Sencillo porque no quiere arriesgarse a que alguien le diga que se vayan los dos pues, si uno lleva mucho, demasiado, tiempo en política, el otro también; si uno fue segundón largos años, el otro también; y si el otro perdió una elección, el uno perdió dos. Así es imposible hacer oposición.

Quinta. La propuesta de renovación. Para acallar rumores, debates, eventuales protestas, actividad fraccionalista en el PSOE, Rubalcaba ha convocado a la militancia a una especie de bouleversement teórico de hondo calado a largo plazo, entreteniendo a cientos de posibles voces críticas en la elaboración de un macroproyecto de búsqueda de la piedra filosofal política hasta octubre. Se trata, además, de postergar cuanto pueda la celebración de elecciones primarias arguyendo que no es el momento. (¿Conoce el lector muchos políticos que consideren llegado el momento oportuno de quitarse del medio, fuera de Cincinato, Carlos V o DeGaulle?). El gran programa teórico del socialismo del futuro, encomendado a Ramón Jáuregui, convoca a varios cientos de jóvenes promesas que, en octubre, parirán un ratón pero muchos de ellos habrán conseguido su objetivo de situarse bien para hacer carrera en el partido, con buenos apoyos e influencias en una organización oligárquica con estructura clientelar típica.

Sexta. Las malas prácticas. Porque ese es también un problema crucial que el PSOE no quiere reconocer. Su funcionamiento interno es solo parcialmente democrático (como manda la Constitución) y está embebido de enchufismo y criterios clientelares. No al extremo del PP, pero en un grado muy superior a lo que una conciencia de izquierda puede tolerar. Un ejemplo bien reciente es la bochornosa, ridícula (y cursi) peripecia de la Fundación Ideas. Se ha actuado con contundencia contra el responsable de la estafa y la dirección ha querido reducir el asunto a las dimensiones de un caso personal, particular. Pero no es así. Las corruptelas de amiguismo, enchufe, nepotismo abundan en el partido y, sobre todo, en sus órganos de mando en donde siempre hay un grupo mayoritario compuesto por incondicionales de la jefatura y dos o tres sensibilidades más que se mueven con criterios muy parecidos. ¿Quieren una prueba? A raíz de la estafa de la Fundación Ideas, ¿se atrevería el PSOE a hacer una investigación de sus otras fundaciones, la Pablo Iglesias, la Jaime Vera, etc? Una investigación no solamente contable sino de funcionamiento y transparencia democráticos: cómo se contrata a los colaboradores, quién lo decide, cómo se relacionan entre ellas, etc.

¿Cómo va a despegar un partido que acaba de perder unas elecciones por hundimiento, es incapaz de articular una oposición eficaz y creíble, aparece dirigido por un veterano segundón sin madera de líder, está acomodado a unas prácticas parlamentarias que lo acercan al adversario pero lo alejan de la calle, propone una refundación teórica no como un fin en sí mismo sino como un instrumento, una añagaza para impedir la crítica interna y está literalmente invadido por la carcoma enchufista y clientelar como plataforma para la carrera política de algunos y no como medio para transformar la sociedad en un sentido progresista?

diumenge, 13 de gener del 2013

Presente y futuro.

No es el futuro, amig@s, lo que apremia. Es el presente. Dejémosnos de milongas, de marear la perdiz y entretener al niño con una de piratas. Ayer, el PSOE cerraba muy ufano, a bombo y platillo, con rostros sonrientes y satisfechos su conferencia política con una enteca Resolución política que no resuelve nada ni dice nada del menor interés, sino generalidades, e invocaciones a una esquiva mayoría que al parecer espera en algún lugar de ese futuro a punto de caerle en el bolsillo. Hoy publica El País una encuesta de Metroscopia, según la cual, la expectativa del voto del PSOE es del 23,3%, el 81% de los ciudadanos desaprueba la gestión de Rubalcaba y el 91% no confía en él. En ambos puntos, el socialista está por debajo del del PP. Es el negro presente. Inútil ignorarlo pintando de rosa el futuro. El País trata de echar una mano a Rubalcaba titulando la información "Rajoy en caída libre en un momento crítico", acompañándolo con un editorial, Socialistas ante el futuro (¡siempre el futuro!) en el que la marrullería apenas tapa la zozobra de estar defendiendo una causa perdida e injustificable.

Porque este presente no es una instantánea fugaz, un aquí y ahora repentino, como el picotazo de un mosquito, no. Es el precipitado de más de un año de inane gestión. El PSOE no se ha hundido hoy; lleva más de un año en el fondo. Rubalcaba no se encuentra hoy rechazado y mal visto de repente por la ciudadanía; lleva más de un año arrastrando un profundo rechazo popular, casi repulsión. Lleva un año trabajándoselo con ahínco. Un año sin hacer oposición a un gobierno tan agresivo y antipopular que roza lo delictivo, pero llamándola "responsable" o no sé qué otro eufemismo. Un año alejado de la calle, sordo y ciego al sentir de la gente. Un año alabando a la monarquía, convirtiendo el históricamente republicano PSOE en un manso partido dinástico. Un año haciendo patria nacional con un españolismo que apenas cede en matices al del amigo Wert.

Son golpes de timón que, después de 365 días de zozobras y con otros 365 por delante dedicados a interesantes disquisiciones bizantinas, prometen estrellar el barco contra las rocas. Porque esta astucia de Rubalcaba aparentemente pragmática de tener a los compas entretenidos en quisicosas de la teoría mientras él organiza la realidad práctica a la chita callando conduce indefectiblemente al desastre. La pragmacia es de vuelo gallináceo.

Escuché el otro día al secretario general decir por la SER que es "un republicano que se siente muy a gusto en esta monarquía". Con su pan se lo coma y que le nombren conde del halago, pero ningún republicano puede sentirse a gusto con monarquía alguna y menos con esta de sainete y cachondeo, poblada de mangantes, aprovechateguis y zánganos.

Y lo del españolismo es sangrante. Sostiene Rubalcaba que del "derecho a decidir" propugnado por los sociatas catalanes no cabe ni hablar. Caramba con la fexibilidad y la disposicion al diálogo del pragmático. Ofrece no sé qué imprecisa reforma de la Constitución (otra trampa, pues no depende de él) siempre que el PSC renuncie a su reivindicación. Pero héteme aqui que el PSOE no tiene expectativas reales de ganar elecciones en España sin Cataluña. Entonces, ¿qué?

Pues muy sencillo: convoque ya elecciones primarias en su partido, buen hombre, que está usted hundiéndolo.

dimarts, 18 de desembre del 2012

Lo que quedó en la caja de Pandora.

La editorial La Catarata, de Madrid, inicia una serie nueva sobre "los problemas de la socialdemocracia", de mucho interés. Dirigida por Ignacio Urquizu, un joven valor de la izquierda teórica, viene a satisfacer una necesidad ampliamente sentida, la de la reflexión en el campo del socialismo democrático. A día de hoy la izquierda europea se encuentra en estado calamitoso, desalojada de casi todos los gobiernos del continente, acorralada por el aparentemente imparable ascenso de la llamada "revolución neoliberal", del pensamiento único, más único que nunca, capaz, según parece, de triunfar políticamente incluso cuando fracasa económicamente. El desconcierto práctico refleja un marasmo teórico muy llamativo.
Sin duda parte de esta izquierda, la más radical, la minoritaria, viene esforzándose con elaboraciones teóricas actualizadas para explicar la naturaleza de la presente crisis capitalista y proponer vías de solución. Suelen ser obras pegadas al momento, basadas en unos supuestos lejanamente marxistas casi nunca explícitos y cuya intención es conectar con los movimientos sociales espontáneos de los últimos tiempos. Palinuro se ha hecho eco de algunas de ellas y, aunque el juicio general es positivo, tienen el demérito de dirigirse a orientaciones políticas minoritarias, con respaldos electorales exiguos o completamente inexistentes. Ciertamente el eco social alcanzado por un texto no dice en el fondo nada sobre la verdad o el interés de su contenido. Pero un eco escaso afecta a la intención original de aquel, cuya última, quizá soterrada ambición, en la tradición althusseriana, era convertirse en el arma de la revolución, imposible en principio sin el apoyo de las masas.
El otro campo de la izquierda, el del socialismo democrático, el mayoritario, ha permanecido  silencioso en los últimos tiempos. Zapatero llegó al poder arropado en las ideas del republicanismo cívico, de Philip Pettit, cuya relación con el pensamiento socialdemócrata propiamente dicho, sin ser desdeñable, es tangencial. Ocurre algo parecido con una reflexión de mayor calado, la del liberalismo de John Rawls, muy influyente en la filosofía política socialdemócrata de los últimos cuarenta años, pero sin serlo ella misma. Quizá la última reflexión teórica socialdemócrata haya sido la Tercera vía de Giddens y el Nuevo centro de Schröder, ambos vagamente conectados con el democratismo de Clinton. Urquizu nos ahorra la tarea de negar valor a estas variantes pues ya lo hace él en su libro tratándolas de propuestas derechizadas, más afines al neoliberalismo que a la socialdemocracia. Entonces, ¿no hay aportaciones teóricas del socialismo democrático?
Ese parece ser el fin de esta colección. Los de Paramio y el propio Urquizu son sus primeros frutos. El orden de salida es jerárquico: primero el de Urquizu y luego el de Paramio pero aquí los comentaremos en el inverso porque el segundo determina el horizonte conceptual del primero. El libro de Paramio es una continuación de su obra previa. Él mismo lo reconoce al admitir que se trata de una reelaboración de textos anteriores, a veces bastante anteriores. Así, su contenido no aporta novedades sobre el relato ya expuesto en otras ocasiones, una especie de historia de la socialdemocracia europea dividida en tres etapas, más o menos: 1ª) el nacimiento (en el contexto del movimiento obrero); 2ª) la época dorada, la experiencia de gobierno, el Estado del bienestar; 3ª) la crisis, a partir de la primera mitad de los años 70. El esquema goza de general aceptación y es también el de Urquizu en su exposición (por eso se decía antes lo del marco conceptual), aunque él emplea asimismo el término resignación.
Paramio refiere las tres etapas con soltura y conocimiento de causa. Suele detenerse en el comienzo de la crisis (años fatídicos de 1971 y 1973) por la importancia en sí del momento y porque es a lo que más atención ha dedicado pero, en general es claro y suele dar explicaciones fundamentadas. Se echa de menos algún aspecto menos tratado. Por ejemplo, apenas hay referencias a las relaciones del socialismo democrático con el comunismo a pesar de su indudable interés. Igualmente, en su análisis del Estado del bienestar (auge y caída), no hay referencia al proceso de rearme teórico del capitalismo durante la época gloriosa de la socialdemocracia, producido a la par con el crecimiento tumultuoso a  fin de justificar y acelerar su expansión, la cual acabaría llevándose todo por delante.
La innovación en la obra de Paramio es el último capítulo dedicado a la consideración de la crisis actual. El autor tiene una mirada pesimista: la socialdemocracia está "maniatada", presa de la "trampa" de la eurozona. No sabe qué hacer. Ese pesimismo se condensa en tres conclusiones con escaso margen a la esperanza: 1ª) la socialdemocracia ha aceptado la visión neoliberal de la economía; 2ª) la modernización social por ella propiciada erosiona sus bases de apoyo; 3ª) hay una ausencia de líderes e ideas que permitan recuperar la confianza social (pp. 120-121). En resumen, no estamos ante el riesgo de extinción de la socialdemocracia, sino en un pésimo momento de esta provocado por un deficiente marco institucional... (p. 122). Y no se sabe cuánto durará.
Más optimista irrumpe Urquizu en el ámbito de la publicística. Su razonamiento se desarrolla como ya he mencionado, en el esquema tripartito de Paramio. Podríamos llamarlo en términos llanos, las "tres edades de la vida socialdemócrata", nacimiento y juventud, madurez y decrepitud. Urquizu sustituye a veces el término "crisis" de Paramio por el de "resignación", sin duda con ánimo de reconfortar al resignado. Como autor de un libro publicado allá por los años ochenta (1988, creo), premonitoriamente titulado: La izquierda: desengaño, resignación y utopía (Ediciones El Drach, Madrid), cuya portada traigo aquí con infantil vanidad de autor y donde ya se hablaba de "resignación", me veo pionero. Yo me refería a toda la izquierda, no solo la socialista, pero el término es igualmente válido.
Urquizu supone, en cierto modo, una respuesta a Paramio, lo cual está bien. Las generaciones deben renovarse como las hojas de los árboles al decir de Homero. Aporta para ello dos innovaciones de muy distinto alcance: una de carácter descriptivo y otra metodológico. Aunque me interesa más la segunda, iré por orden.
En cuanto a la descriptiva, Urquizu no se limita a considerar los tres famosos momentos sino a explicar por qué la socialdemocracia reaccionó a ellos como lo hizo: al comienzo, con la moderación ideológica (hay aquí profusa referencia a los trabajos de Maravall); durante la época dorada, con la aceptación del capitalismo, lo cual la llevó a consolidar el Estado del bienestar y también la contradictoria necesidad de reducir la intervención del Estado; en la época de crisis/resignación con la tarea de rehacer parte del camino mal transitado, recuperar la doctrina socialdemócrata clásica y defender las conquistas del Estado del bienestar. En resumen, el libro viene a confirmar la visión de Paramio: la socialdemocracia ha evolucionado precisamente por las respuestas que ha ido dando a los tres retos planteados para sobrevivir. Si acaso se corrige el tono final pasando del pesimismo al optimismo. Saldremos de esta, parece decir el autor. Luego se verá cómo.
Lo interesante, sin embargo, de Urquizu es el planteamiento metodológico antes mencionado. El autor señala en repetidas ocasiones su intención, alejarse de las interpretaciones al uso normativas e históricas (quizá historicistas) de la socialdemocracia para ofrecer una empírica. Aunque no se dice en ningún momento, el discurso implícito consiste en negar carácter científico a las interpretaciones citadas y atribuírselo a la empírica. En otras palabras: la interpretación convencional de las tres etapas de la socialdemocracia es correcta y lo es científicamente. Para ello Urquizu toma la base del Manifesto Project Database con datos de 24 países y 30 formaciones socialistas entre 1910 y 2010 y la somete a tratamiento estadístico. El empleo de análisis de regresión, correlaciones, significancia estadística y otros instrumentos le permiten hacer visibles en términos cuantitativos e irrefutables más o menos las mismas conclusiones de los demás provistos de sus imperfectos métodos. El resultado es correcto, el previsto, y no desentona. Pero su pretensión metodológica es desmesurada y no se aviene con dos pruebas elementales del método cientifico. 
Por un lado, por muy estadísticos que sean los análisis, muy significativos los resultados y muy convincentes los datos, no dejan de ser ex post facto. Esas pretensiones solo podrían admitirse si, una vez formuladas como teorías se aplicaran a hipótesis ex ante facto en condiciones de réplica controlables y resultaran ciertas o, cuando menos, no falsadas. Cualquier otro procedimiento no vale científicamente. Se entiende la premura que invade los ánimos juveniles quienes, con cartesiano ardor, quieren encontrar plataformas seguras desde las cuales tomar partido con certidumbre (y, de paso, probar el error ajeno), pero dicha situación es todavía lejana y la cruda realidad aconseja la prudencia de admitir que los enunciados de uno son tan falibles como los de otro con métodos de menos humos.
En segundo lugar, la compleja relación epistemológica entre el sujeto y el objeto de las ciencias sociales asoma casi siempre su peluda patita por debajo de la puerta cuando menos se espera. Urquizu aborda su enfoque empírico con la objetividad que dice siempre profesar ese pensamiento positivista deslumbrado por el proceder empirico. Pero él forma parte del fenómeno estudiado en mucha mayor medida que si, provisto de igual instrumental, se aproximara al estudio de la evolución del neoliberalismo. Es un pronunciamiento previo en un campo de conflicto basado en una opción subjetiva. Es un criterio de objetividad dependiente de un juicio de valor (la socialdemocracia es mejor que el neoliberalismo9 y, salvo error por mi parte, nunca científicamente demostrado.
En definitiva un optimismo en continuo crescendo a lo largo del interesante libro de Urquizu el cual culmina con un sorprendente, insólito tumultuoso, una verdadera provocación teórica: No es la socialdemocracia lo que está en  crisis, sino la democracia. Canastos.

dilluns, 17 de desembre del 2012

La Declaración de Madrid, de IU.

En esto llegó la izquierda. IU ha celebrado su Xª Asamblea Federal en un clima de exaltación y euforia. No es de extrañar. La IXª presentaba un panorama desolador, agrio, fraccionado. Ahora todo es unidad, parabienes, alegría desbordante. Menudean las declaraciones ditirámbicas y los propósitos verdaderamente audaces, a veces rimbombantes. Hay quien ve la llegada de un amplio (supongo) Frente de la Izquierda y también quien habla de un momento prerrevolucionario. Cayo Lara en su discurso de elección por unanimidad, pide a toda la izquierda agruparse en torno a IU, a la que define como la Syriza de España, con voluntad de movilizar a la mayoría social para cambiar la realidad por medio del logro del gobierno. Bien. Lo de Syriza no es cierto pues en la formación griega no hay partido comunista dominante como tal mientras sí lo hay en IU y esto no es un asunto intrascendente. Además, resulta algo desorbitado hablar de llegar al gobierno cuando se cuenta con el siete por ciento del voto y una expectativa del once por ciento en el mejor de los casos y a tres años de las elecciones.
La Asamblea ha aprobado un documento programático (desgranado luego en cincuenta propuestas prácticas) de carácter ideológico, llamado la la Declaración de Madrid del mayor interés. Se trata de un texto muy respetable, merecedor de estudio detenido, cosa que se propone Palinuro desde un punto de vista de izquierda no comprometido con partido alguno.
El texto está bastante bien redactado, sin la farragosidad huera de estos escritos, es claro y conciso. Tiene dos partes, una expositiva/teórica y otra dispositiva/práctica y están claramente diferenciadas si bien al final, por aquello de concluir con lo esencial, hay un poco de batiburrillo.
La primera parte contiene un diagnóstico claro al uso de la crisis, sus causas y consecuencias. Es una visión aceptada en general en la izquierda y sin duda está basada en estudios más extensos, impropios para este lugar. Poco por objetar, ni es el momento de hacerlo. Aunque podríamos entretenernos averiguando por qué sostienen los autores que esta no es una "crisis capitalista clásica". Parece serlo de todas todas. Lo no clásico es la respuesta política. En todo caso, la parte declarativa formula una propuesta esencial: encontrar una salida anticapitalista a la crisis. Para ello se pasa a la parte dispositiva/práctica.
Esta se subdivide en tres aspectos: medidas económicas, democráticas y de derechos y sociales. Hay una abultada variedad pero es difícil no subscribirlas casi todas. Reforma fiscal progresiva, banca pública, persecución del fraude y la economía sumergida, auditoría de la deuda, etc en el capítulo de los dineros; restablecimiento del derecho al y del trabajo, salario mínimo decente, renta básica, prioridad al empleo, al gasto público en sanidad, educación, clases pasivas y fomento de inversión pública; República federal, reconocimiento del derecho a decidir, igualdad de género, derechos de las minorías, atención al medio ambiente, derechos universales a la sanidad y la educación. Difícil no coincidir desde la izquierda. No obstante y salvo alguna cuestión, siempre discutible, como el derecho a decidir (que Palinuro aplaude) el anticapitalismo no se ve por parte alguna. En su ya larga historia, este sistema ha convivido con algunas o todas de estas medidas. El capitalismo keynesiano -al que la la izquierda criticaba acerbamente hace cincuenta años y ahora añora- era eso más o menos. Incluso era más. Ese nebuloso párrafo de la Declaración que pide la planificación democrática de la economía, con un nuevo modelo económico, social y ecológicamente sostenible, quizá lo único  tímidamente próximo al anticapitalismo, ¿qué quiere decir? Es la famosa "planificación indicativa" de todos los manuales de economía capitalista de los años sesenta? ¿La que servía para los "planes de desarrollo" del franquismo entre otros? ¿O es otro tipo de planificación? Si es así, ¿cuál? Quizá el que se intuye en un párrafo también insinuante, perdido en lo profundo del texto cuando habla de alcanzar la socialización de otros espacios como la Banca, el crédito, la energía y otros sectores estratégicos de producción. Socialización doble, traicionada por el subconsciente. Ahí, me temo, va a tener problemas IU para ampliar su base electoral.
Alguno más le vendrá de un apartado especialmente feliz en la Declaración: el propósito de integrar los movimientos ciudadanos de rebeldía en la gran Syriza española, lo cual ya ha empezado a ponerse en práctica, incorporando a representantes de estos movimientos (la PHA, por ejemplo) en los órganos ejecutivos de IU. Se abre esta aquí a una tensión entre el carácter desestructurado y flexible de estos movimientos y la hegemonía del PCE en IU. El planteamiento es el de siempre: IU es la vanguardia de las amplias luchas sociales y el PCE es la vanguardia de la amplia IU. El PCE no puede disolverse en IU porque, en el fondo, es su estructura; pero no puede mantenerse porque tarde o temprano vicia el funcionamiento de una organización orientada hacia un régimen asambleario.
En todo caso, de anticapitalismo, nada salvo si por tal se entiende cuestionar la Unión Europea. El propio documento se marca el límite que critica en los neoliberales y sus adláteres socialistas cuando reconoce ingenuamente que se trata de limitar el déficit sin recurrir a más deuda. El impago de parte de la deuda ilegítima, por lo demás, es el ejemplo del modelo islandés. Es un programa perfectamente socialdemócrata. Y no se acaba de entender por qué no se habría de proponer al PSOE como base para una hipotética unidad de la izquierda que muchísima gente desea en el país. Es más, aunque algunos militantes, entusiasmados por el éxito de la asambles hayan hablado de momento prerrevolucionario, que podría poner los pelos de punta a algún socialdemócrata finolis, el texto, de 3.892 palabras, no contiene ni una vez el término "revolución". Habla de rebelión en dos ocasiones en una llamándola "democrática" y en otra "social", pero sin más precisiones. Como cuando Palinuro hablaba de la insurrección permanente, allá por el mes de julio.
¡Ah, pero es que la Declaración habla de Proceso Constituyente, amigo, frente al blandorro de Rubalcaba quien solo habla de reformar la Constitución y... si el PP está de acuerdo! Cierto. En algo han de diferenciarse la izquierda radical y la moderada. Pero ambos quieren tocar la Constitución. A lo mejor pueden ponerse de acuerdo en un mínimo.Cierto,  IU siente inclinación por la voz de la calle que lleva ya tiempo pidiendo un proceso constituyente. Cabe suponerle, no obstante, cabal conocimiento de cómo suelen (o pueden) darse dichos procesos. En ellos se activa un poder único, excepcional el poder constituyente. Y este solo puede actuar mediante lo que la Declaración no menciona ni una vez: la revolución.
Pero no haya temor. Es inexistente el espíritu unitario de la izquierda en España. El PSOE es el enemigo. Una vieja historia. El "enemigo" tiene casi siete millones de votos en sus horas más bajas; el 28,7%, cuatro veces más que IU. Declararse enemigo de siete millones de personas no suele ser buen negocio y la alternativa es peor pues consiste en decir que, no siendo enemigos,  no saben lo que votan; son tontos, vamos. De los votantes del PP, innecesario hablar aquí.
Quizá consiga IU coronar su proyecto de eliminar el bipartidismo y hasta arrebatar la hegemonía en la izquierda al PSOE. En la vida todo es posible. Pero no es muy probable. Y, en el caso de que lo fuera, estaría por ver si IU tiene posibilidad de administrar la complejidad del gobierno con el 35 o el 40% del voto cuando ya solo la complejidad de la organización actual, con el siete por ciento, produce infinitos sobresaltos.
¿Y el PSOE? También los socialistas se reunieron aunque en mucho menor concilio. Acudieron los barones a despachar con Rubalcaba en sede matritense y se aprobaron las propuestas del SG, consistentes en no hacer casi nada o nada y seguir flotando a merced de la corriente, a ver a dónde los lleva. Los llaman oposición responsable, pues quieren decir que no muerden. Pero tampoco hablan o apenas lo hacen. Hasta ahora han venido esperando que el PP se aviniera a algún tipo de pacto de Estado y ya han descubierto media docena de veces que eso es tan posible como un crecepelo eficaz. No importa: siguen descubriéndolo. El último, Ramón Jáuregui ayer, muy contrito: "No hay posibilidad de llegar a acuerdos con el PP. Y lo siento". Fantástico. No las hubo nunca, buen hombre. Así, procede moverse.
El primer mandato es mantener la calma ante todo, parece decir la dirección actual. Un periodo de recomposición interna. Nada de primarias pues agitan los ánimos, hasta luego de las europeas de 2014. Después, ya se verá. Somos un partido serio, la nave capitana. No podemos ir a la ligera, aunque a veces se dispare alguna andanada como esa de Óscar López diciendo muy bravo que el PSOE "impedirá por ley" la privatización de la sanidad. Como si cambiar la ley fuera algún problema para el PP.
La dirección ha embarcado el partido en una gran tarea de reflexión teórica, de estudio y meditación, para bajar en octubre de 2013 como Moisés del Sinaí, con las Tablas de la Ley en forma de propuesta alternativa a este gigantesco desbarajuste de la crisis económica, política, social, moral.
Y uno se pregunta, mientras llega la verdad revelada, ¿qué hay de malo en echarle una ojeada a la Declaración de Madrid de IU y mostrarse menos estirados y más proclives a la acción unitaria? Al fin y al cabo, el PSOE gobierna con IU en Andalucía. IU, a su vez, posibilita el gobierno del PP en Extremadura. Pero ese es un asunto de IU, no del PSOE. El ataque capitalista, neoliberal al Estado del bienestar y a los derechos de la población está produciendo un desplazamiento de la opinión pública hacia la izquierda. Los socialistas catalanes, los más díscolos con la dirección, juntamente con Tomás Gómez, de Madrid, piden un giro a la izquierda, amargando más la vida al actual SG que es hombre más bien conservador a quien los caprichos de la veleidosa fortuna llevan a veces a sostener que el PSOE es radicalmente anticapitalista. Seguramente se trata de un anticapitalismo como el de IU. No veo por qué no se hablan.

dissabte, 15 de desembre del 2012

Cambiar la realidad.

Eso decía Cayo Lara en su discurso de apertura de la X Asamblea de IU ahora mismo en deliberaciones. Cambiar la realidad. Forma parte de ese lenguaje político vacío de contenido, como lo de "conquistar el futuro", "asumir los retos", "convocar a una gran esfuerzo nacional", etc. Expresiones hueras acuñadas en gabinetes de asesores, de publicitarios. Pero, de pronto, me dio por pensar que ese cambiar la realidad, teniendo en cuenta la que estaba desplegándose ante nuestras atónitas miradas obligaba a mirarlo con otro ánimo.
Es fascinante nuestra capacidad para hacer cosas que ni nosotros entendemos. Y si no entendemos la realidad es muy difícil cambiarla. Ese Adam Lanza que ha entrado a tiros en el colegio de Connecticut y se ha llevado por delante a veinte niños, seis adultos, su madre, su padre, él mismo y creo que también un su hermano, ese Adam Lanza, digo, es absolutamente incomprensible. Ya se pueden acumular teorías genéticas, biológicas generales, raciales, fisiológicas, sociológicas, psicológicas, políticas, filosóficas económicas o de cualquier otro tipo. Es radicalmente incomprensible. Lo que podemos llegar a entender de él es nada comparado con el destrozo que ha causado.
Porque cuando la bestia se enseñorea del campo se nos echa encima el dolor, el oscuro miedo de la especie y toda la acción humana se antoja carente de sentido.
Es la muerte de inocentes lo que subleva el espíritu y lo lleva a interrogar indignadamente el destino; las vidas truncadas las que truncan las nuestras. Pero aquí, sin ningún ánimo vengativo ni rencoroso, cabe recordar la cantidad de inocentes que muere desde hace años en Palestina. No en una tarde de otoño sino todos los días. Seres inocentes cuya realidad también es la muerte pero que suscitan mucha menos indignación, probablemente porque, siendo tan incomprensible como la anterior, es costumbre y a todo nos habituamos; incluido lo incomprensible, hasta que una tragedia en carne más o menos propia, nos hace ver qué injustos somos.

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Pero era de Cayo Lara e IU de lo que quería hablar. Exultante en una asamblea optimista, el coordinador general llama a las demás izquierdas a unificar fuerzas en torno a IU a la que se quiere forma hegemónica de la izquierda alternativa a las políticas neoliberales. Vuelve el sorpasso anguitiano que, en el fondo, ha sido siempre el anhelo de IU porque también lo ha sido el del PCE, que es su corazón y nervios. Lara anuncia que la relación de voto entre IU y PSOE, que empezó siendo en su mandato de 1 a 11 es hoy de 1 a 2. Syriza en el horizonte.
Ese es también el optimista criterio de Llamazares en una entrevista en la que llama a la refundación de la izquierda. Es un texto muy razonable y matizado, como suelen ser los suyos, la conclusión es la misma que en el caso de Lara pero se añade una nota de urgencia, producto quizá de la mayor capacidad de Llamazares, un aviso de que se trata de un ahora o nunca. IU arrebata el testigo de la hegemonía de la izquierda o se pierde una ocasión muy favorable.
El dirigente de Izquierda Abierta señala el nuevo riesgo derivado del crecimiento y el éxito de IU que es la necesidad de administrar la complejidad interna. Es también preocupación de Cayo Lara. Los equilibrios internos de la organización son muy complicados y tendrán que ver en el momento en que una vez más, fracase este intento cambiar una hegemonía por otra.
El problema es el de siempre. Hay pretensión de sorpasso desde el mismo momento de la formación de los partidos comunistas en los años veinte del siglo XX hace noventa años. Desde entonces, la intención es la misma y los argumentos también más o menos los mismos aunque lo ignoren quienes los emplean. Las explicaciones de que la socialdemocracia no es la verdadera izquierda, que es una aliada objetiva y subjetiva del capitalismo, que es el capitalismo mismo, uno de los dos puntales del sistema, etc también tienen noventa años. El resultado es, sin embargo, que en toda Europa y en todos estos años en la inmensa mayoría de los países solo ha habido socialdemocracia. En algunos, muy pocos y del sur de Europa, esta hegemonía socialdemócrata se ha visto perturbada, aunque sin consecuencias apreciables, por la existencia de la otra izquierda. Italia es caso especial. La socialdemocracia -nunca muy boyante- desapareció con Bettino Craxi pero la otra izquierda no consiguió su finalidad hegemónica. En los demás países del sur la izquierda no socialista, la que se llama a sí misma "transformadora" no ha transformado literalmente nada desde hace más de 30 años, salvo algunas cuestiones de carácter local o autonómico.
En su misma esencia la contradicción es la siguiente: después del hundimiento de la Unión Soviética la existencia de partidos comunistas carece de sentido. Pero estos partidos son los únicos con una tradición y experiencia de organización capaz de articular en torno suyo un movimiento más amplio, más complejo y, según los casos, ingobernable. El comunismo ya no es una opción y llevarlo en el nombre del partido es un absurdo. Pero es todavía marca de fábrica para las posibilidades organizativas. El único que, aun ocultando sus signos distintivos, puede aglutinar una izquierda de cierto peso social que, de otro modo, iría a parar al PSOE. Es lo que los dirigentes parecen haber entendido: el improbable sorpasso es la única forma de liberarse de la crítica de que la única razón de ser del PCE y de IU es restar fuerza electoral al PSOE.
El otro partido de la izquierda, el hermano mayor también está reunido en cónclave de finde. Hay un consejo territorial en donde Rubalcaba se ve con los barones. Es un órgano este que le es muy grato, se siente más en casa y más respaldado. Es este consejo en el fondo el que determina la política de la dirección del PSOE, un órgano poderoso pero muy del interior del partido y que no vive la sociedad en la que actúa.
Nada de primarias a corto y medio plazo. Tranquilidad, orden y concierto. Oposición responsable de aquí al fin de la legislatura. Recursos al Tribunal Constitucional y contundente rechazo a las medidas de privatización, de expolio, de desmantelamiento del Estado del bienestar y privación de derechos. Esta actitud, sin embargo, no permite al PSOE remontar en el aprecio de la gente y tampoco en su intención de voto. Frente a los sondeos siempre cabe ese aguerrido "¡venceré a las encuestas!" que suelen exclamar quienes van perdiendo. Pero la pregunta es ¿que habrá de nuevo en los tres años restantes que no lo haya habido en el año pasado? Solo que todo será tres años más viejo. No parece una perspectiva estimulante.

dimecres, 12 de desembre del 2012

Todo el tiempo del mundo.

Veinticuatro horas después de que el secretario de Organización del PSOE, Óscar López, diga en nombre de las altas instancias que se desechan primarias hasta poco antes de las generales, Chacón afirma en nombre propio que el PSOE "no tiene todo el tiempo del mundo para renovarse". Todo el tiempo del mundo. Caramba. A su lado, Belloch, entusiasmado, ve a su correligionaria presidenta del gobierno. La Corona de Aragón, siempre tan díscola.
Pero tiene razón la exministra: su partido no tiene todo el tiempo del mundo. Nadie lo tiene. Óscar López lo ha acotado: hasta poco antes de las generales. Muy bien. Es una propuesta como cualquier otra. Y se fundamenta ¿en qué? ¿Por qué es mejor esperar hasta poco antes de las generales? ¿Para quién es mejor? Supongo que la respuesta es: es mejor para el partido, al que no conviene zarandear con un proceso de primarias en tanto no se haya repuesto del batacazo de 2011. Y ¿por qué es esto mejor que tener un lider ya conocido, con tiempo para prepararse, para incidir en la opinión, para corregirse si no obtiene buenos resultado?
Pero todavía hay una pregunta previa: ¿sabe López cuándo serán las generales? Su declaración parece dar por supuesto que en 2015; parece dar por supuesto que el gobierno del PP concluye la legislatura. Como están las cosas, sin embargo, eso es mucho dar por supuesto. Es poco probable que haya elecciones anticipadas; pero no imposible. Y, si se diera este supuesto, el PSOE no tendría tiempo de presentar un candidato y habría de serlo Rubalcaba. Es decir, la decisión de aplazar, no por "todo el tiempo del mundo" sino por el más razonable de tres años, para quien es mejor es para Rubalcaba. Si las elecciones se adelantan porque hay que recurrir a él por fuerza; si no se adelantan, porque tendrá tiempo de mejorar su imagen pública y, quién sabe, de aspirar a la candidatura a la presidencia del gobierno. Ese vuelco desde un punto de partida tan bajo es una quimera. Resulta así que se pretende enfrentar a un incumbent con mayoría absoluta con un perdedor cuya valoración popular es inferior a la de aquel a quien pretende derrotar.
Eso es absurdo. Cierto, la política rebosa de absurdos. La vuelta del rey del bunga-bunga pone en efervescencia los mercados, la prima de riesgo se despierta de su letargo, España se tambalea, Rajoy no sabe qué hacer entre pedir el rescate o un billete para las Bahamas. Il Cavaliere esgrime la retórica antitedesca. Verdi se revuelve en su tumba. Fuera los invasores austriacos; bueno, alemanes. La prima de riesgo es una estafa. Mussolini, D'Annunzio, Fiume. Es absurdo. Pero es.
El tiempo hasta las generales es "todo el tiempo del mundo", amigos. Y luego están los muy legítimos proyectos vitales de cada cual. Si te sientas en el quicio de tu puerta a ver pasar el cadáver de tu enemigo, es posible que el primero que veas sea el tuyo. 
El PSOE debe salir del marasmo cuanto antes, debe dotarse de un liderazgo claro con un proyecto alternativo. Por eso tiene que convocar primarias cuanto antes. El único riesgo que correría sería el de que saliera elegido candidato alguien que no fuera diputado. Eso es algo que los socialistas habrán de sopesar porque, si bien es cierto que este parlamento no es ni sombra de un verdadero parlamento a causa de la mayoría absoluta de la derecha, también lo es que, al fin y al cabo, es un parlamento y la ausencia en él del candidato provocaría una bicefalia que al PSOE no se le da nada bien.
(La imagen es una foto de isafmedia, bajo licencia Creative Commons).

dilluns, 10 de desembre del 2012

¿Qué pasa en el PSOE?

Según la dirección actual y sus seguidores, nada. Según el resto de los mortales, mucho y muy grave precisamente porque no pasa nada.
No es que todo vaya fabuloso en el mejor de los mundos, dicen los dirigentes, tampoco tan ciegos para no ver que la gente en torno suyo lo pasa mal, tiene hambre y se suicida; pero no es cosa de ponerse nerviosos. Por lo que se sabe, Rubalcaba piensa seguir con esta plácida oposición responsable que tan buenos frutos está dando ya que hace aparecer al PP como único responsable de las tropelías que está cometiendo el gobierno en todos los frentes. No hay desgaste para la oposición. En realidad, no hay oposición.
Esa placidez se gana al precio de la irrelevancia y la invisibilidad. Y de ir cuesta abajo en todos los indicadores. Aparte de perder todas las elecciones, según van llegando. A un año de un gobierno que ha incumplido todas sus promesas electorales y ha aplicado políticas durísimas en todos los campos, económico, social, educativo, etc y dañado amplísimos sectores sociales; a un año de un gobierno que parece dispuesto a sacrificar a sus ciudadanos en el ara del cumplimiento de una promesa hecha en el extranjero (sería, pues, la única que cumpliera Rajoy), el PSOE no levanta cabeza. Las expectativas del PP se han hundido, desde luego, y la popularidad de Rajoy anda por los suelos, pero eso va en la paga. Sin embargo, el PSOE lo lleva peor. Sus expectativas de voto son las más bajas de la historia y la cantidad de gente que confía en Rubalcaba es menor que la de Rajoy.
Quedarse quietos, aplazar las conferencias ad calendas y ponerse a elaborar un nuevo gran vademécum que tenga al personal entretenido no son las decisiones más acertadas. Un partido es una realidad viva, no solo un centro de estudios y un gabinete de relaciones públicas. Forma parte de una sociedad en movimiento, en cambio continuo y tiene que ir con ella porque es parte de ella, explicando los fenómenos que se dan y proponiendo decisiones. Pero nada de esto sucede. Se formulan unos etéreos propósitos de ser oposición leal al tiempo que diamantina y se dan luego respuestas parciales, concretas, esporádicas: nos oponemos a esto o aquello o iremos al TC si se adopta tal o cual medida. Pero no hay un proyecto, ni una alternativa. Ni siquiera se formula lo que debiera ser obligado, esto es, que, a la vista del calado de las reformas del PP, no votadas por nadie pues su programa decía lo contrario, a la vista del injusto expolio que está sufriendo el país con unas políticas de recortes desproporcionados y de privatizaciones sin más justificación que beneficiar a los amigos empresarios, el PSOE promete devolver al común todo lo que le está siendo arrebatado por vía de Decreto-ley.
Ha sido Tomás Gómez el único, a mi conocimiento, que ha prometido "revertir" todas las privatizaciones en sanidad si llega a presidente de Madrid. Yo no me quedaría en la sanidad, pero la iniciativa es merecedora de aplauso. Y demuestra que, contra lo dispuesto por la dirección, en el PSOE se mueven cosas, hay inquietud y una clara conciencia de que la situación no puede prolongarse, so pena de que el partido esté dispuesto a ceder a IU y otras izquierdas la tarea de constituirse en oposición real, de referencia.
En un reportaje en El País bastante decepcionante (no por el reportaje en sí, que está muy bien, sino por lo que revela) Zapatero dice, parece que con cierta amargura, que lo hecho, hecho está. Claro, maestro. Y lo deshecho también. He ahí lo lamentable, porque parte del deshecho es, si los hados no lo remedian, el propio PSOE.
Es una necesidad que se abre camino casi sin querer, como el vapor de la marmita tapada. Óscar López, secretario de Organización, parte de la dirección, concluye una visita al cementario civil pidiendo un PSOE fuerte que sea alternativa a un gobierno "mentiroso". Vale por lo de mentiroso, pero el secretario confunde el orden de los factores, cosa que suele suceder a los dirigentes: no es un "PSOE poderoso" el que será una alternativa, sino que el hecho de ser una alternativa hará al PSOE poderoso.
Bueno. Ya solo falta la alternativa. ¿En dónde está? ¿Cuál es? Gran silencio y enorme desconcierto. Tanto que alguno, desconfiando de las posibilidades a futuro, vuelve los ojos al pasado y clama por el retorno del Mesías. Enric Sopena, en El Plural, pide sin ambages que vuelva Felipe González, "solución", dice, "para el PSOE y para España". ¡Ostis, tú! pensamos los menos informados, ¡cómo deben de estar las cosas entre los herederos de Pablo Iglesias! ¡Quieren traer de líder un jarrón chino!
Es una necesidad que encuentra reflejos esporádicos cada vez más frecuentes en la militancia. El vídeo de los muchachos el otro día pidiendo perdón ha levantado ronchas y ahora son las distintas corrientes internas de descontentos las que quieren forjar una plataforma común de oposición a Rubalcaba. No son muchos, pues caben en un colegio mayor en un finde en Madrid y entre ellos no hay cargos públicos, que siempre dan más lustre, pero se hacen oír y son parte del paisaje general de inquietud que la dirección dice que no existe.
Esa misma dirección que, a pesar de su declarado deseo de seguir navegando las plácidas aguas de la oposición responsable, contempla, aparentando británica flema, cómo van despuntando candidaturas a las todavía imprecisamente lejanas primarias que Rubalcaba quiere tanto como Rajoy el rescate. Mesquida, García-Page, Chacón, un@s manifiest@s, otr@s latentes, las alineaciones se van formando. En esto, como en la vida, los procesos pueden acelerarse o retrasarse. La decisión es un albur.
Pero no me parece que el PSOE pueda aguantar tan plácidamente una larga travesía sin proyecto alternativo y sin lider claro, esto es, el líder que interesa a toda la sociedad, no solo al partido, o sea el/la candidat@ a la presidencia del gobierno.
(La imagen es una foto de Rubalcaba38, bajo licencia Creative Commons).

dilluns, 3 de desembre del 2012

Los discursos de la izquierda.

No se hizo el día del Señor para el descanso de los partidos. Es el elegido para los actos colectivos de afirmación del grupo. Nuevos enfoques. Aires renovados. O tributo a viejas oriflamas. ¡30 años del cambio! Pues da la impresión de que lo más cambiado son los agentes del cambio. Qué bien te ves. Por ti no pasa el tiempo. Estás hecho un chaval. Bueno, tengo mis achaques. Y quién no. Etc. Bonito, entrañable jolgorio el del PSOE. Aun así, conviene vigilar lo que se dice para no provocar más confusión de la que ya hay. Porque vaya discursos paralelos los de Felipe y Rubalcaba.
Felipe pidió a los presentes, especialmente, imagino, a la dirección un "programa ilusionante para recuperar la vocación de mayoría" o algo así de alambicado que se puede decir más a la pata la llana: "que ganéis las elecciones". "Como si eso fuera tan fácil", suspira Rubalcaba para su coleto. Y luego viene la andanada teórica, la filípica política: "hay que recuperar el centro". Pero si el centro es lo único que le queda al PSOE, ya que la izquierda se le ha ido a la izquierda y/o a la abstención.
"No hace falta recuperar el centro", piensa Rubalcaba, "lo necesario es recuperar la izquierda." Eso es lo que oye a sus asesores día y noche: con esta crisis bestial, la sociedad está radicalizándose; hay que ir al compás de los sentimientos de la gente o perdemos la clientela en brazos de IU.
"Por cierto", hace un aparte Rubalcaba dirigiéndose a los espectadores, "vaya morro el de Felipe de decir que esta crisis no es peor que la de los años 80 con la reconversión industrial. Si aquello fue coser y cantar, comparado con esto. Además de que no es lo mismo afrontar la crisis en el gobierno que en la oposición."
"¿Radicalizarnos?", pregunta el secretario general, "Pues claro. Tenemos sensibilidad. Vamos al reformismo radical. El PSOE es anticapitalista porque el capitalismo ya no produce riqueza."
Eso del "reformismo radical" o "radicalismo reformista" es como el federalismo, ideas, lemas alguna vez usados y arrinconados luego en los desvanes de los recuerdos. Pero jamás experimentados. Sirven para invocarlos pero no están necesitados de visibilidad material. Lo curioso en el parlamento rubalcabiano es el repentino anticapitalismo. Eso sí que es irse a la izquierda. Al anticapitalismo de Olivier Besancenot en Francia y sus conmilitones de raigambre trostkista en España. Sin duda, no es la intención de Rubalcaba. Pero el término ahí está y algún contenido habrá de tener, salvo que se trate de una explosión ex abundantia cordis en esa entrañable conmemoración en la que alguien de su entorno señalaba seguramente con lágrimas en los ojos que era la primera vez que se reunían todas las generaciones del PSOE, todas las sensibilidades.
Pero el término anticapitalista es muy característico. A lo mejor responde a algo concreto. Hace años todo el mundo aceptaba la necesidad de refundar el capitalismo; después, silencio. Quizá el término de Rubalcaba traduzca la intención de dotarlo de algún contenido.
La otra izquierda, que tampoco descansa, ha tenido una asamblea de los militantes de Madrid. Tres candidaturas y ha ganado la oficialista llamada "continuista" de Eddy Sánchez (404 votos) para desconsuelo de las otras dos candidaturas rivales, presumiblemente "renovadoras", la de Esther Gómez (290 votos) y la de Tania Sánchez (97 votos). No es fácil discernir las diferencias entre las dos perdedoras fuera del aroma personalista que despiden. Aplicando criterios de ciberpolítica, de l@s tres candidat@s la más activa en Twitter es Tania Sánchez, con 10.000 tuits y 11.000 seguidores. De muy lejos viene Esther Gómez, con 1500 tuits y 666 seguidores. De hecho, me he convertido en seguidor para que pasara el número de la bestia. Por último, me da que Eddy Sánchez no tiene cuenta en Twitter, ni siquiera en Facebook. Así que, aplicando la lógica, deduciremos que, cuanta mayor es tu presencia en la red, menor tu respaldo en votos en tu propio partido. Algo que los ciberutópicos, entre los que me cuento, jamás aceptaremos. Hay otros elementos que influyen en ese resultado electoral, más relacionados con las inercias de los aparatos de los partidos. No obstante, Eddy Sánchez debiera abrirse cuenta en Twitter. Estoy seguro de que su propósito de luchar por el pleno empleo en Madrid despertará mucho interés.
El otro cónclave de IU ha sido en Extremadura, en donde la asamblea ha reelegido al coordinador Pedro Escobar, el artífice de la táctica de apoyar al PP. La Asamblea hubo de repetirse por decisión de los órganos federales, cosa que Escobar tachó de "guerra sucia" y la tensión se masca en el ambiente. No es de extrañar que al coordinador lo traicione el subconsciente de modo cómico. Lo que sí parece cierto es que tiene el orgullo disparado, frisando ya en la soberbia, cuando dice que pueden tumbar el gobierno cuando quieran ellos no cuando quiera el PSOE. Tiene cierta obsesión con el PSOE, lo cual quizá no le deje ver que su posición es muy vulnerable, mucho más de lo que cree. En efecto, es el supuesto más simple de los juegos de n jugadores, que no tienen punto de equilibrio. Bastaría con que Fernández Vara y Monago llegaran a algún acuerdo para que Escobar y sus camaradas pasen de ser imprescindibles a no ser necesarios ni para calentar los asientos. La decisión de Extremadura da mucha visibilidad a Escobar, pero deja vacío el discurso de la izquierda.