Corinna aparece ahora relacionada con mi otra cruz, ese yerno pinturero que, según dicen, ha desvalijado media España y ha metido en danza a mi hija, infeliz como un repollo. ¡Y yo diciendo el año pasado que en España la justicia es igual para todos! Eso me pasa por no tener el coraje de Rajoy quien sabe y predica desde jovencito que la igualdad es una quimera producto de la envidia. ¿Cómo va a ser igual mi hija a, digamos, una tonadillera? Eso lo entiende cualquiera. En cuanto al yerno, mal rayo lo confunda. ¿No podía dedicar sus atenciones al mundo de las grandes empresas internacionales, de los consorcios mundiales de los que Corinna, precisamente, sabe mucho? Pues, no. Había de mezclarse con esa manga de políticos rateros, unos chorizos advenedizos metidos hasta las cejas en una corrupción pringosa. Lo saco del vil arroyo, lo ennoblezco casándolo con mi hija y ¿cómo me paga? Haciendo trapicheos con esos robaperas del PP, unos patanes que solo están a forrarse. A ver ahora cómo salvamos el buen nombre de la Monarquía. No hace falta recordar que los barómetros y sondeos (puñetera manía de preguntar a la gente lo que piensa) reflejan una imagen crecientemente negativa de Corona que yo encarno con la misma voluntad de entrega y sacrificio de hace 38 años.
Por fortuna, los sectores más responsables del país, conscientes del peligro de desmoronamiento, cierran filas en apoyo del trono y, por descontado, del altar. La prensa, toda ella, sigue tratando nuestros asuntos con guante de cabritilla. Hace poco, una presentadora de la tele daba por buena la cifra de ocho millones de euros como presupuesto total de mi Casa. Luego salieron las comadrejas de sus guaridas y empezaron a hacer números, demostrando el cuento de los ocho millones porque el presupuesto de la Casa Real española es el más alto de Europa. Pero la prensa sigue incólume. Godó, ese pequeño Grande de España propietario de La Vanguardia ha visto la luz, se ha librado de Antich, el portavoz de Mas, y ha puesto en su lugar a Carol, unionista español. De la iglesia no puedo estar más satisfecho. Me tiene en sus oraciones y devociones y no parece inquietarse de que mi familia sea el reino del divorcio. Lo mismo cabe decir del poder judicial. Si la Justicia en España se administra en nombre del Rey habrá de hacerse en todas sus esferas. El fiscal anticorrupción se dejará empalar antes de admitir una imputación penal a mi hija. Eso es sentido del Estado, algo muy conveniente porque si bien es cierto que puede haber Estado sin justicia (a la vista está en la política de indultos del gobierno), también lo es que sin Estado no hay justicia.
Mi especial agradecimiento a los partidos políticos, esencia misma de la democracia, sobre la que se asienta la Monarquia. Singularmente, los dos dinásticos, el centro-derecha y el centro-izquierda, imagen de la balanza con sus dos brazos; icono de la justicia. Los dos partidos son oficialmente monárquicos, el de la derecha porque siempre lo fue, bien por convicción, bien por respeto a la figura de Franco; el de la izquierda porque ha comprendido que solo la corona garantiza un reparto algo más favorable (no equitativo, por supuesto) de la tarta del poder en forma de ministerios, secretarías de Estado, direcciones generales y mil y una canonjías que se distribuyen según un riguroso spoils system o sistema de despojos. Tengo confianza en su secretario general. Es un hombre de palabra, no como Rajoy, de quien no me fío un pelo. Es capaz de proclamar la república si le dejan seguir mandando. Eso te daría un disgusto, ¿eh Palinuro?
En fin, Palinuro, muchas gracias por permitirme el uso de tu blog para airear mis preocupaciones. Esta noche, cuando me oigas echar cuéntas de cómo estamos progresando los españoles, cómo saliendo del hoyo, probando qué gran nación somos cuando estamos unidos (mind you, catalonians!), cómo la marca España es la admiración del mundo y la gente habla -según dice el presidente- de cuán grande será el salto adelante de nuestro país, piensa en que yo, como el resto de los españoles, no me lo creo. Lo decía al principio, es mi noche de trabajo, por eso me pagan. Venga, a contar trolas. Recuérdame que quiero nombrarte gobernador de la ínsula Barcenaria.