Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Podemos.. Mostrar tots els missatges
Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Podemos.. Mostrar tots els missatges

dimarts, 17 de maig del 2016

Los nuevos compañeros de viaje

_______________________________________________________________________

Hubo un tiempo en que el comunismo tenía prestigio: en los años treinta (ascenso del fascismo), hasta el ignominioso pacto nazi-soviético de 1939 y luego, al final de la segunda guerra mundial y en los primeros años de la postguerra, hasta que se conocieron los crímenes de Stalin y llegó la desestalinización. En aquellos años, los comunistas no ocultaban sus siglas sino que se envanecían de ellas y agrupaban en torno suyo gentes que no lo eran, pero se sentían atraídas por el prestigio revolucionario y, sin entrar en el partido comunista, cumplían sus encargos y estaban más o menos encuadradas en organizaciones manipuladas por ellos. Prestaban un gran servicio porque propagaban los puntos de vista comunistas sin serlo ellas mismas. Eran lo que se llamaba los compañeros de viaje.

Posteriormente, ya en plena guerra fría, estando clara la naturaleza dictatorial e inhumana de la Unión Soviética y países satélites en los que aquella intervenía por la fuerza cuando quería (Berlín, Polonia, Hungría), el comunismo perdió el prestigio acumulado. Ya no había "organizaciones de masas" ni quedaban "compañeros de viaje". Ahora, los que le hacían el juego eran llamados tontos útiles. De esos había muchos, pero menos de lo que la ambición comunista de poder quería.

Finalmente, con el desprestigio general del comunismo en los años 70 y en los 80, con el triunfo de la socialdemocracia -con la que mantiene un forcejeo histórico-, aquel entró en profunda crisis que se agudizaría con el hundimiento de las tiranías comunistas en todo el mundo. Quiso salir de la crisis haciendo un mero cambio de nombre con el que trataba, como ha hecho siempre, de eliminar a la socialdemocracia a los efectos de ponerse en su lugar, vieja táctica estalinista que al exseminarista georgiano le salía bien a base de asesinar, pero a sus secuaces, no. Estos comunistas vergonzantes pasaron a llamarse "eurocomunistas" para enviar un mensaje falso a la opinión pública (ingenio propio de Carrillo) de que el comunismo se había hecho reformista, democrático, se había civilizado. Los camaradas vivían horas bajas, pero se las prometían felices con la añagaza en la que se embarcaron los partidos comunistas de España, Italia y Francia.

Pero no funcionó. La gente no se dejó engañar. Fue entonces cuando los comunistas decidieron camuflarse. El hundimiento de la URSS los había hecho polvo y más polvo aun porque ninguno de ellos fue capaz de dar una explicación comunista o, por lo menos marxista, del hundimiento de la URSS. Y así siguen. Pero sí comprendieron que, si querían sobrevivir, tenían que ocultarse y engañar.

Mucho había llovido desde los años treinta, pero el comunismo sigue en lo suyo: mintiendo. En 1986, el iluminado Anguita fundó Izquierda Unida, otra organización pantalla de nuevo llena de compañeros de viaje y de tontos útiles. Solo que ahora los tontos iban a resultar inútiles. Creyeron que con esta artimaña de ocultar sus siglas, pero poner en marcha una farsa, por fin, derrotarían a la fementida socialdemocracia del PSOE. Tampoco. A IU se le veía el comunismo por los entresijos. Y Anguita tuvo que marcharse a su casa, a rumiar su fracaso y su revancha.

Y, entonces, al rebufo de la crisis, del 15 de mayo, y de lo que se veía como ineluctable decadencia del PSOE por sus propios errores, surgió Podemos. Lo hizo a la par con la Syriza griega y dio una sacudida al sistema español de partidos haciendo concebir la esperanza de que, por fin, aparecería una tercera vía de verdad en la izquierda, entre el anquilosado comunismo y la socialdemocracia aburguesada y neoliberal. Muchos creímos -y creemos- que esto es posible y hasta colaboramos con ello. Pero, al poco tiempo, a los primeros tropezones y tras las primeras crisis de IU y sus tránsfugas, ya se empezó a ver que si esa había sido la intención de los jefes en un primer momento (que ahora más bien parece que no y que engañaron desde el origen de la aventura), había dejado de serlo. Lo que ahora se cocinaba era un nuevo intento de organización "de masas" (todas esas pavadas de Anguita y los anguitillas de las "mayorías cívicas" es puro leninismo de aprendices), un nuevo engaño, una nueva farsa a partir del núcleo de IU. Hubo algunos titubeos pero, con el decepcionante resultado de las elecciones del 20 de diciembre y el suculento millón de votos que seguía atesorando IU, los últimos escrúpulos se fueron por la borda y se selló el pacto con IU y Anguita. La pamema de las conversaciones para formar gobierno después del 20 de diciembre fue otra trola y a ver si se podía culpar al PSOE de ls elecciones.

Porque, como siempre en los comunistas españoles, la muralla por abatir no es la derecha ni el PP. Es el PSOE.

Si alguien lo duda, que escuche el discurso de Anguita en el vídeo del post. Es palmario y claro como el agua clara: revancha. Escúchenlo hablar de su militancia en IU, pero ocultar la del PCE. Escúchenlo reconocer que "la diplomacia" mandaba que siguiera oculto, de gran trujimán de esta operación. Que no se supiera, que se siguiera engañando a la gente. Pero, al final, su ego inconmensurable (solo similar al de Iglesias) y su infinita vanidad lo arrancaron del sillón y lo llevaron a irrumpir en el acto de Podemos, interrumpiendo en seco, por cierto, un alegato de Pablo Echenique sobre feminismo y feminización. ¿Casualidad? Estos no dejan nada a la causalidad ni al azar. Todo lo miden, como el comediante de Diderot. ¿Feminismo? Ya hay bastante feminismo en el título de Unidos Podemos. Y escúchenlo, por último, hacer sus cálculos: cree que ahora o nunca, en el nuevo 77, se va a ganar al PSOE; pero el subconsciente lo traiciona y pone su victoria a cuatro o cinco años. Es decir: ganaremos dentro de cuatro o cinco años; mientras tanto, cuatro años más de PP. ¿Queda claro?

Una última consideración. Se quejan los de Podemos de que ahora todo sea hablar de comunismo, como si eso fuera una maniobra innoble, un golpe bajo o juego sucio. Aquí el único juego sucio consiste en aliarse con el Partido Comunista de España en secreto, oculto y pretender seguir estafando a la gente y que no se hable de lo que hay. El juego sucio y el engaño es que, cuando el periodista oficial de Podemos, Ferreras, en la cadena oficial de Podemos, la Sexta, pregunta a Anguita qué le parece el anticomunismo de Esperanza Aguirre, el comunista cordobés diga que no merece la pena hablar de ello, pero siga ocultando su condición de miembro del Partido Comunista de España, un partido que no se presenta con su nombre a las elecciones, pero quiere que lo voten bajo otras siglas ocultando su condición.

Por último, tengo algunos amigos, gente de izquierda sincera y genuina, que se escandalizan de que se esté cayendo en una campaña de "anticomunismo visceral". Sí eso es lo que dicen los comunistas, que no merecen respuesta. A mis amigos, una sola consideración: en una sociedad democrática asiste a la gente el derecho a ser anticomunista (o antifascista) como opción política, sin que la declaren trastornada, histérica, visceral o desequilibrada. Gracias a los dioses, esto todavía no es la Unión Soviética, paraíso comunista en donde los disidentes con suerte acababan en psiquiátricos.

diumenge, 15 de maig del 2016

El pasado presente

La maldita, la traidora, la cobarde, la miserable transición vuelve una y otra vez en los discursos de la izquierda, como un recuerdo constante. Un pasado del que unos reniegan y otros se avergüenzan, está siempre presente en los momentos decisivos como un modelo. ¿Explicación? Ninguna. Simple oportunismo. Ni la transición fue un fracaso, traición o rendición ni fue un triunfo o un modelo. Esos términos, aplicados a un hecho histórico, con su carga valorativa, carecen de sentido. Aplicados a las luchas políticas del presente, en cambio, tienen todo. Se trata de instrumentalizar una visión de la transición y la memoria para justificar una posición política actual, para dar mayor empaque y dimensión "histórica" a un giro táctico en uno u otro sentido.

Pedro Sánchez reivindicó ayer la figura de Adolfo Suárez para apuntalar su actual apuesta por el centro, ahora que el PP en la extrema derecha y Unidos Podemos pegados al comunismo le ofrecen en bandeja la oportunidad de hacerlo. Da algo de grima ver a un dirigente de la izquierda reivindicar la figura de un político franquista, falangista para más señas, un hombre del régimen de Franco. Carente de todo principio -típico producto de la carrera política del personal franquista- Suárez se prestó a hacer lo que el Rey le dijera. Era un hombre flexible. Se le encargó desmantelar una dictadura sin romper la legalidad y erigir sobre sus ruinas una democracia más o menos aparente, más o menos homologable con las del entorno. Y eso es lo que hizo. Para realizar el encargo, montó un partido, la Unión de Centro Democrático (UCD), juntando para ello grupos políticos procedentes de múltiples lugares, liberales, democristianos, socialdemócratas, etc y jugando con la idea del centro, término que goza del máximo prestigio en los electorados occidentales en los que la inmensa mayoría se sitúa voluntariamente en ese lugar en las escalas de autoubicación ideológica. Da grima, digo, ver a Sánchez reivindicando la figura de Suárez, pero se entiende muy bien: tampoco él tiene muchos principios y los que tiene no parecen demasiado firmes. De lo que se trata es de aprovechar la oportunidad que la polarización del sistema de partidos ofrece: entre los neofranquistas y los comunistas, se dibuja un nuevo centro y, para darle verosimilitud, se instrumentaliza la figura de Suárez. No debiera hacerle falta si Sánchez supiera argumentar su posición de forma más convincente, pero no es el caso. Por eso habrá más Suárez en las elecciones, sobre todo cuando Rivera se dé cuenta de que están intentado robarle su campaña de imagen a medio camino en lo iconográfico entre Primo de Rivera y Suárez.

A su vez, en un mitin de ayer, entre abrazos, sollozos y emoción, Anguita le dijo a su discípulo Iglesias ¡Este es el año 77, Pablo! Tal cual. Ello da idea del sentido de la nueva política, la innovación y la visión de futuro de Podemos: ir para atrás, hacia el momento del inicio otra vez, al año 1977, cuando la mayoría de los afiliados a Podemos no había nacido.

Modernidad y progreso en la propuesta. Ya solo falta que Anguita y los anguitillas echen también mano de aquella teoría (por llamarla de algún modo) de "las dos orillas", en una los comunistas y en la otra, la derecha, cuerpo bicéfalo con una cabeza del PP y otra del PSOE. La necedad de la teoría se echa de ver en que, en realidad, las "dos orillas", lo que suscitaba en la cabeza de las audiencias era el efecto contrario: las dos orillas y en el centro, caudaloso y apacible, como el Don de la novela, el PSOE. Es difícil ser más negado.

Hubo un tiempo en que Podemos permitió abrigar la esperanza de constitución de una izquierda independiente de la socialdemocracia repantingada y el comunismo momificado. Pero ese tiempo pasó. La pavorosa falta de capacidad teórica de los anguitillas no daba pie a la elaboración de una doctrina de este carácter, Así que, por incompetencia teórica y urgencias por alcanzar el poder al precio que sea, Iglesias se he echado llorando en brazos de Julio Anguita, su referente intelectual, el hombre que vive instalado en un huero rencor y un ansia de revancha.

La campaña electoral de los demás, especialmente de C's y el PSOE machacará el factor comunista en la oferta de Podemos. Y, antes de caer en la tentación de acumular otra mentira de estos afirmando que lo de comunistas es una invención, que miren, bajo qué nombre y autoridad, han puesto un proyecto democrático, asambleario que quería ganar desde la base y la renovación. 

dissabte, 14 de maig del 2016

"Unidos Podemos"... ¿quiénes?

El nombre elegido merece glosa. Está a tono con esta moda de evitar toda definición, toda determinación. Se evita concretar. Se emplean términos genéricos de connotación positiva, pero sin especificar: Unión, Progreso y Democracia, Ciudadanos. La palabra "partido" no aparece. Se dicen "movimientos" o, más el hilo del instante, "mareas". Este nombre riza el rizo de lo etéreo Unidos Podemos, dos verbos, ningún sustantivo; pura acción, sin objetivo. Con un lejano recuerdo al viejo dicho de que la unión hace la fuerza. La unión da el poder. Porque poder es el infinitivo de "Podemos". No está mal para una organización de izquierda que le riñe el predominio a otra organización de izquierda con el ánimo de sustituirla. Se trata de una demostración a posteriori de la razón de quienes decían que era Podemos quien no quería la unidad de acción.

Pero hay más en el análisis. La expresión Unidos Podemos plantea de inmediato la pregunta del título: Podemos, ¿quiénes? La respuesta lleva a una exégesis curiosa. El nombre elegido suscita tres observaciones.

En primer lugar, que se trata de una alianza de comunistas del PCE y/o a través de IU con diversas formas de neocomunistas. Garzón es militante del PCE, pero no quiere que salgan sus siglas. Las prefiere secretas. Militar en un partido pero no decirlo abiertamente en las elecciones y ocultarlo, ¿no debiera de ser causa para dejar de militar? ¿O se quiere ocultar con el fin de manipular, presentándose con algún disfraz?

En segundo lugar también se esfuma hasta la condición de izquierda. Según parece ello se debe a la intención de acentuar la transversalidad. Esto debe de ser lo que queda de la vieja idea de Kirchheimer de los "partidos atrapalotodo": lo "atrapalotodo". Lo de "partido", fuera. Movimiento, marea, pero no de izquierdas; la transversalidad no lo permite. Luego, Pablo Iglesias dice en las entrevistas en los medios que él personalmente, es de izquierdas. De nuevo, ¿por qué ocultarlo? Pues para engañar. Si hay alguna otra razón para ocultar lo que se dice que se es, sería bueno conocerla. Mientras tanto, pedir el voto para algo que oculta lo que se es, es un engaño.

En tercer lugar se invisibiliza simbólicamente a las mujeres. No tuvieron el valor de poner Unidas Podemos. Probablemente ni se les pasó por la cabeza. Simplemente, reproducen el patriarcado. Se han dado cuenta (tarde) y tratan de resolverlo clamando en las redes "todos y todas", sin percatarse de que precisamente esa corrección subraya lo inadecuado del título. Además, cada minuto que pasa sin que se reforme el Unidos Podemos más se deslegitima el espíritu feminista que la organización dice llevar en el fondo de su corazón. Eso ya no se puede resolver salvo reconociendo que se ha metido la gamba y sacándola tan airosamente como se pueda

Si yo fuera del PSOE estaría bailando sobre un solo pie. El PP por un lado y la alianza comunista por el otro le han dado la campaña hecha: al centro a toda máquina, entre el inmovilismo neofranquista y el taimado comunismo de Podemos. El PSOE se sitúa así en el "justo medio", esa posición que tanto gusta a la gente que ve en ella sensatez y equilibrio. Solo debe cuidarse de subrayar de vez en cuando que jamás pactará con el PP, aunque se desaten los elementos. Y señalar también con frecuencia su firme propósito de no entenderse en nada con Podemos. Aquí, aparte del discurso anticomunista que la unión de Podemos con IU le ha puesto en bandeja se añaden sus trémolos en defensa de la unidad de la Patria y en contra del derecho a decidir de los catalanes, actitud que, se supone, coincide con la opinión general. 

dimecres, 11 de maig del 2016

Una propuesta de izquierdas

El PSOE es el partido que más tiempo ha estado en el gobierno durante la tercera restauración borbónica. Unos veintiún años. En ese lapso ha hecho cosas bien, incluso muy bien y cosas mal, incluso muy mal, desde una perspectiva de izquierdas. Comprimir veintiún años en unas líneas y un juicio sumario es absurdo e injusto. Que ese juicio sea todo él positivo, es de papanatas y tiralevitas; que lo sea todo negativo, de falsarios y envidiosos. En ambos casos, los responsables debieran avergonzarse, pero eso es difícil en este país en el que el halago pero sobre todo el infundio, pasan por sana crítica.

El juicio negativo, absolutamente negativo. es muy frecuente tanto en la derecha, que lo hace por obligación laboral, como en las demás izquierdas que lo hacen por resentimiento. Ambas líneas coinciden en un punto llamativo: el odio al PSOE, que tiene cultivadores por doquier, a fuer de competidores políticos y de españoles, dispuestos siempre a no reconocer a nadie sus méritos. Sobre todo si tiene la desfachatez de poseerlos en justicia.

Ese odio al PSOE procedente de la otra izquierda es tanto más injustificable cuanto que a ella no se le puede acusar de nada dado que jamás ha gobernado ni ostentado responsabilidad alguna, salvo la de largar por la boca. En eso de hablar es muy competente, atacando a su adversario o supuesto adversario y soltando ditirambos sobre sí misma, llamándose "verdadera" y "transformadora" izquierda con la misma justificación con que yo puedo considerarme el Marqués de Carabas.

La deriva del PSOE hacia un partido mayoritariamente conservador, dinástico y neoliberal se inició en la segunda legislatura de Rodríguez Zapatero y alcanzó su culminación con la desastrosa secretaría general de Rubalcaba, cuya actitud de sumisión, cuando no complicidad con todos los desmanes del gobierno de neofranquistas y presuntos malhechores fue vergonzosa. Rubalcaba probó en vivo lo cierto del famoso dicho arreglado por la ironía popular de que el poder corrompe, pero más corrompe no tenerlo. Y esa actitud de servilismo a la derecha más corrupta y autoritaria de este país fue continuada por Pedro Sánchez, alter ego de Rubalcaba. Ninguno de los dos se atrevió a presentar una moción de censura a un gobierno prepotente y antidemocrático que la estaba pidiendo a gritos,  probablemente porque, con la corrupción que el PSOE ha acumulado en Andalucía, no se sentía con fuerza moral para hacerlo.

Ahora bien, ese partido socialista, con sus 137 años de historia es casi una institución en España y conserva una militancia fiel, básicamente de izquierda que no puede confundirse con la orientación monárquica, centralista, en buena medida clerical y neoliberal que se ha apoderado de la organización. Hacerlo es también injusto y estúpido porque divide a la izquierda y no conduce a nada positivo, al menos mientras el PSOE conserve un suelo respetable en intención de voto.

Ahora, después del fracaso de la izquierda en la constitución de un gobierno y cuando se afrontan unas nuevas elecciones que solo una mezcla de oportunismo e ignorancia puede llamar "segunda vuelta", conviene ver en qué circunstancias nos hallamos por si podemos hacer alguna propuesta que ayude a tener un gobierno de izquierdas a partir del 26 de junio. De entrada conviene echar llave a las pendencias sobre los meses de negociaciones, y no buscar culpables. Culpables han -hemos- sido todos. Vayamos ahora a ver si cabe aprovechar la nueva situación y sacar de ella el mayor rendimiento posible cuyo objetivo esencial, primordial y fundamental debe ser echar a la derecha expoliadora, autoritaria, antipopular y anticatalana. 

IU y Podemos sellaron el jueves un acuerdo saludado con alharacas por todo el mundo y criticado por Palinuro (Un pacto para menos que nada) por entender que se trata de un pacto en contra del PSOE y que, en consecuencia solo conseguirá dividir a la izquierda y que siga gobernando esta derecha impresentable. ¿Que no es así? ¿Que la presencia de Anguita en el cartel del pacto no significa que este seguirá por su odio al PSOE y podrá llegarse a algún acuerdo con este? Perfecto: pruébenlo y pruébenlo del único modo posible, esto es, llegando a un acuerdo con el PSOE.

IU y Podemos han incluido en su pacto la realización del referéndum en Cataluña. Eso merece el aplauso de Palinuro. Al mismo tiempo, han propuesto al PSOE listas conjuntas al Senado en donde sea posible para desalojar a la derecha. También algo digno de aplauso y de crítica: si se hace la propuesta para el Senado, ¿por qué no para el Congreso? Ya sé que las listas son diferentes, como lo son los sistemas electorales de ambas cámaras, pero, ¿por qué no buscar una fórmula similar como, por ejemplo, un acuerdo de mínimos entre las dos fuerzas del pacto Podemos-IU y el PSOE de forma que, cuando el elector de izquierda fuera a depositar su voto por uno de los tres partidos supiera que estaba votando un gobierno de izquierdas de Podemos, IU y PSOE? 

Tengo para mí que el resultado electoral de esta oferta sería abrumador y proporcionaría un gobierno de coalicion de izquierdas con mayoría absoluta en las Cortes. 

Queda por averiguar qué puede hacer el PSOE. En primer lugar y sin perder tiempo, mostrar su disposición a este gobierno de coalición de la izquierda, explicando de paso por qué motivo se opone a las listas conjuntas en el Senado. Al margen de si su pacto anterior con C's fue razonable o no, este ya no funciona ni obliga una vez convocadas las elecciones, por lo tanto, está de más. El PSOE tiene absoluta libertad de elección y lo razonable es que elija el pacto de izquierdas.

Este pacto que debe garantizar un gobierno de progreso y cambio cuyo alcance y profundidad se verá tras las elecciones pero que obtendría una mayoría aplastante, solo tiene dos cuestiones previas por resolver para las cuales Palinuro cuenta con dos respuestas, a su vez interrelacionadas, que somete a otras mas razonables:

1ª) ¿Quién preside el gobierno? El partido que tenga un escaño más.

2ª) ¿Qué sucede con el referéndum (que es el verdadero escollo a la formación del gobierno)? Exactamente lo mismo. ¿Podemos-IU favorecen el referéndum y consiguen ser mayoría? Orgánicese la consulta y sin duda los diputados catalanes de ERC y DiL facilitarán la labor con su abstención o voto favorable.  ¿El PSOE, que se opone al referéndum, consigue ser mayoría? No habrá referéndum. Me temo que será inútil advertir a los socialistas de que, aunque se opongan, ese referéndum acabará haciéndose. Pero, por lo menos, habrá un gobierno de izquierdas en España. En cuanto a los catalanes, a los que he aprendido a conocer y valorar, estoy seguro de que tirarán hacia delante, hacia la República Catalana. Y yo con ellos.

dimarts, 10 de maig del 2016

Un pacto para menos que nada

Cuando se apague el tronar de las salvas con que las baterías de la izquierda "transformadora" saludaron el acuerdo de IU y Podemos, cuando se disipe el humo de la pólvora alegremente gastada en este asunto por orden de la maquinaria de propaganda de esta gente que es lo único que funciona, podrá verse que esta unidad es una farsa. Una farsa condenada al fracaso. Y que condenaría a otro fracaso al conjunto del país si consiguiera salirse con la suya, asunto imposible.

Sí, ya sé que voy contra el unánime y estentóreo parecer de los miles y miles de fanáticos de estas dos formaciones, de trolls y agentes de propaganda que ayer llenaron las redes con sus consignas, todas iguales. Ya sé que no veo cómo el sol rojo de la justicia social alborea el oriente por mi ceguera y falta de comprensión de la verdad en marcha por fin en la historia. Veo lo que veo y no lo que me dicen que vea. Ya sé que también voy contra el parecer de gentes normalmente razonables y ecuánimes que ayer se dejaron arrebatar por este frenesí colectivo impostado de los salvadores de la patria y daban por segura la victoria de esta colección de gente tan variopinta como desnortada.

Aquí se dirá lo que no se leerá ni oirá en las arengas y proclamas de la "verdadera" izquierda. Ese pacto se ha cocinado y cerrado a toda velocidad porque no quedaba otro remedio ya que el plazo para hacerlo terminaba hoy, 10 de mayo, y de no firmarse las dos fuerzas que afirman haber abierto las puertas a un nuevo día y un nuevo país se encontrarían en la situación en que estaban antes y fue la que obligó a llegar al acuerdo: Podemos cae en picado en las encuestas y Pablo Iglesias comparte con Rajoy el honor de ser el líder peor valorado por la opinión. Por otro lado, IU, prácticamente en quiebra y sin fondos para pagar ni a los que pegan carteles, estaba obligada a una campaña electoral hecha a base del boca a boca de los mercadillos.

Que se haya hecho por obligación y a toda velocidad demuestra que, cuando hay voluntad política, los obstáculos se vencen. Es decir, si no se llegó a acuerdo alguno tras el resultado del 20 de diciembre es porque quienes lo negociaban, especialmente los de Podemos, no querían. Se trataba de un acuerdo en el que estaría el PSOE y eso Anguita, que es quien hoy vuelve a mandar en el batuburrillo de esta izquierda, no lo toleraría bajo ningún concepto. Para algo lo han incluido la imagen en el cartel electoral de las dos formaciones porque estas tienen una idea pintoresca de la realidad. Y, ya se sabe: todo antes de que gobierne el PSOE. Hasta elecciones nuevas. Hasta un nuevo gobierno del PP. Si nosotros no gobernamos que tampoco gobiernen esos. Qué historia tan vieja.

La coalición electoral se presenta como el primer paso del anhelado sorpasso a los socialistas, ese que Iglesias intentó colar como un adelanto al PP, por si alguno se tragaba la bola. Y solo estamos en el comienzo. En estas elecciones vamos a ver auténticos prodigios de embustes y engaños de las partes de IU y Podemos, duchas en este tipo de actividades para las que tienen legiones de fanáticos patrullando las redes a fin de echarse como un enjambre sobre quien cuestione este adefesio.

Obsérvese detenidamente el cartel de propaganda. ¿Alguien cree que, de obtener la victoria ese huerto de egos desmesurados, será capaz de mantenerse unido? ¿Que podrá tomar medidas de políticas públicas antes de empezar a discutir entre ellos y expulsarse mutuamente? ¿Alguien cree que la presencia de Anguita es productiva desde el punto de vista del marketing político que es lo único que importa a estos adalides del izquierdismo virgen?

Lo han hecho a toda prisa por las razones expuestas al comienzo de este escrito y por la muy evidente que añadimos ahora: para ir en contra del PSOE. Los medios que bailan el agua a esta coalición de viejos y nuevos comunistas hablan ya de tremendo sorpasso al PSOE. De aquí al 26 de junio vamos a escuchar todo tipo de embustes en forma de conclusiones de sondeos uno detrás de otro.  Y, llegado el día de la votación, se descubrirá que está fantástica coalición no podrá formar gobierno y tampoco podrá formarlo el PSOE con lo que esta vez sí habrá alcanzado la finalidad que siempre hemos dicho que era la suya: dividir a la izquierda para que gobierne la derecha. Esta derecha de sinvergüenzas y ladrones. 

Tan lamentable resultado solo podría evitarse si el PSOE consiguiera mantener un nivel del voto que le permitiera formar gobierno como fuerza mayoritaria, cosa muy difícil por cuanto, a diferencia de las demás fuerzas políticas (sobre todo, el PP y Podemos) no tiene ningún medio de comunicación favorable, nadie que reproduzca y difunda su relato, atacado por la derecha y por la izquierda. La coalición IU-Podemos volverá a vender la piel del oso antes de matarlo y es de esperar que el PP no pueda revalidar ni de lejos los resultados del 20 de diciembre.

Al haber concluido una alianza electoral en contra del PSOE los de esta izquierda retórica le han marcado su rumbo forzosamente: el mantenimiento de la alianza que ya forjó con Ciudadanos. Conociendo nuestro país, su electorado y las condiciones en que se va a votar esta vez, esa combinación, presentada como la alianza del centro derecha y el centro izquierda es la combinación ganadora.

Palinuro defendió siempre un pacto de gobierno entre PSOE, Podemos e IU e incluso insistió en que se incluyera el referéndum de Cataluña. Eso no fue posible, en mi opinión por el juego sucio de Podemos (todavía más sucio que el del PSOE que ya lo era) que siempre pensó en hacer elecciones nuevas porque su objetivo, digan lo que digan, no es ganarlas, sino que no las ganen los socialistas

Palinuro, que cada vez se siente más catalán y que, en estas elecciones, de poder hacerlo,  votaría en Cataluña a ERC, no tiene nada claro qué hará en España.

Sobre este asunto seguiremos hablando mañana.

divendres, 6 de maig del 2016

De la mentira en política

Dicen los críticos que la política mediática -producto sin duda de la sociedad del espéctáculo- es mala. Es un error. La política es comunicación, y la comunicación depende en gran medida de los medios que la administran. Los políticos deben estar en los medios de comunicación, entre otras cosas, porque, si no están, otros estarán en su lugar, colocarán su mensaje y dejarán el suyo a los pies de los caballos. Si Sánchez y Garzón, que ganan en valoración ciudadana a Pablo Iglesias, estuvieran más en los medios, salieran en tertulias y programas de esos de presentadoras endiosadas, seguramente tendrían mejores fortunas electorales.

Lo que no debe hacerse en política es mentir. Ciertamente si, como piensa Palinuro en la estela de Foucault, la política es la continuación de la guerra por otros medios y en la guerra vale todo, también valdrá mentir. Sin duda. Mintiendo se puede ir muy lejos; se ganan elecciones. Recuérdese cómo ganó el Sobresueldos las de 2011: mintiendo como un bellaco. Pero eso no vale para la izquierda. La izquierda no puede mentir porque se rige por un código ético exigente, se ponga como se ponga doña Esperanza Aguirre que de esto, como de casi todo, no entiende nada. La izquierda no puede mentir porque hacerlo es tratar a los demás como medios o instrumentos para conseguir tus fines y eso no es de recibo pues, para nosotros, los individuos son fines en sí mismos y lo más importante que hay. El mentiroso, como los jesuitas, cree que el fin justifica los medios y está dispuesto a engañar con tal de alcanzar el poder. Y, si lo alcanza, será un tirano.

Viene esto a cuento porque en una entrevista en Radio Nacional, Pablo Iglesias ha reconocido que hablar de la cal viva en el congreso fue un error y no querría repetirlo. Fue más que un error; fue un infundio, una mentira. Y reconocerlo ahora forma parte de otra mentira. La de añadir que le parece un error atacar a los socialistas, cuando es obvio que no ha hecho y sigue sin hacer otra cosa. Del mismo modo corona esta entrevista con otra mentira desvergonzada, la de decir que el sorpasso no trata de superar a los socialistas, sino al PP y que el PSOE es ahora, según los nuevos embustes, un "aliado". El sorpasso fue un intento de los comunistas italianos de ganar las elecciones a la democracia cristiana. Su empleo en España corrió a cargo de Julia Anguita quien expresamente lo configuró como la tarea de que IU ganara al PSOE y le arrebatara la hegemonía. Y Julio Anguita es el gran muñidor de esta operación de "unidad" de la izquierda dejando al margen al PSOE; es decir, una unidad de la izquierda en contra del PSOE.

En sí mismo, este propósito no es condenable. Ya hemos dicho que en la guerre comme en la guerre y si la confluencia IU/PCE y Podemos arrebata la hegemonía al PSOE será porque este se lo ha ganado a pulso por su inoperancia. Carece de sentido reprochar a los comunistas y sus aliados que pretendan alcanzar lo que llevan cien años intentando sin conseguirlo. Hacen bien. El PSOE se ha derechizado tanto que esto es lo menos que puede pasarle. Lo reprochable es que, para conseguirlo, aquellos mientan de forma tan descarada. No, el PSOE no es aliado de Podemos e Iglesias miente cínicamente y con absoluto descaro. Si el PSOE fuera el aliado de Podemos (desde el punto de vista de Podemos) no habrían boicoteado el posible gobierno. Que el PSOE también haya saboteado el intento de ese gobierno es aquí indiferente. Lo que estamos enjuiciando es el recurso de Podemos a la mentira y el engaño. Si el PSOE fuera su aliado, la unión de la izquierda lo habría incluido. No lo hace porque lo que quiere Iglesias, a las órdenes de Anguita, es destruirlo.

En esto de la mentira la izquierda debiera ser más vigilante. Ayer salió IU celebrando por todo lo alto que el 85% de las bases hubiera aceptado el plan de unidad con Podemos propugnado por la dirección. Hasta El País picó en el engaño. Afortunadamente, Infolibre precisó luego que el 85 % había votado a favor pero que era el 85% del 28% del censo, que fue la participación que hubo. Es decir, IU mentía en el porcentaje porque la unión la aprobaba el 24% del censo. Por supuesto, los "verdaderos creyentes" que hay siempre en estas formaciones se apresuraron a señalar que por el "no" había votado el 4%, mucho menos y que el que calla otorga, etc. Posiblemente, pero la mentira es la mentira.

Y no se queda ahí. Aún hay una mentira mayor, al decir que ha votado el 85% del 28% del censo, IU oculta (o sea, miente) cuántos de estos votantes del censo son afiliados-militantes y cuántos simpatizantes. De momento, ese dato sigue sin saberse; o sea, está oculto. Lo que es cierto es que en Madrid votaron 1802 personas, militantes y simpatizantes juntos, lo cual es una cifra ridículamente baja.

No, la mentira no es de izquierda y la izquierda que miente estará muy unida, pero no es izquierda.

dimecres, 4 de maig del 2016

Llámenlo como quieran, pero háganlo

Lo que estamos vislumbrando en este nuevo período electoral es otra de esas estupideces históricas que perpetra habitualmente la izquierda española. Es una historia vieja, cansina y produce hastío recordarla pero no queda otro remedio. Aunque los tarugos al frente de las organizaciones izquierdistas lo ignoren, el resultado de la consulta del 26 de junio va a afectar a mucha, muchísima gente que no tenemos culpa de nada y mucho menos de padecer estos descerebrados de dirigentes.

La izquierda a la izquierda del PSOE quiere unirse. Al margen de que lo consiga o no, esa unión deja fuera expresamente al PSOE. Como sabemos, el argumento que quiere justificar este dislate es que el PSOE no es "verdaderamente" de izquierda o algo así. Una actitud cuya obstinación en el error muestra bien a las claras la mala fe de la que parte. Ese diagnóstico de que el PSOE no es "verdaderamente" de izquierdas parte de una supuesta "verdadera" izquierda, el PCE, disfrazado de IU, que se autodesigna "izquierda transformadora" pero que desde que nació, hace treinta años, no ha transformado literalmente nada y no ha hecho nada salvo hablar sin parar. A ese profundo análisis se suma ahora Podemos con la misma mala fe; o peor. Se renueva así el viejo cainismo de las izquierdas españolas, que se remonta a sus orígenes y ha dejado episodios tan vergonzosos como la masacre de mayo de 1937 en Barcelona, el episodio de la entrega de Madrid por Casado en 1939, la pinza del PSOE y la UCD contra el PCE en 1977-79 y la del PP e IU/PCE contra el PSOE en los años noventa.

Frente a esos fainéants verbosos, el PSOE, con veintiún años de gobierno a las espaldas, ha hecho mucho y de todo: bueno, regular y malo. Como siempre en la vida. Y entre personas normales habrá discrepancias acerca de si prima lo malo sobre lo bueno o a la inversa; lo que no suele darse, insisto, entre personas normales, es hablar de algo complejo -el PSOE en este caso- ocultando lo bueno y contando solo lo malo. Eso es un juicio de obvia mala fe. Así, el discurso de la cal viva de Pablo Iglesias -aventajado discípulo de Anguita- quedará como ejemplo de su ruindad moral y su inopia mental. El caso es que, además, no cabe responderle con un clásico "y tú más" porque este manojo de supuestos izquierdistas transformadores no ha hecho nunca nada, no se ha estrenado; ni meter la pata ha podido. Su posición consiste en atacar con juego sucio al otro partido de la izquierda y hacer creer que si, por casualidad, alguna vez llegaran a gobernar, ellos no harían nada mal, serían perfectos.

Esa alianza que se traen entre manos, que más parece contra el PSOE que contra el PP, no conseguirá ganar las elecciones, pero sí que no las gane aquel que, en el fondo, es lo que muchos de estos narcisistas pretenden. Y por eso mismo serán responsables de otros cuatro años de esta derecha ladrona, antipopular, ultrarreaccionaria y catalanófoba. A ellos no parece importarles porque se darán por satisfechos si consiguen unos votos más que el PSOE y, además, tendrán sus escaños, bien por una, bien por la otra formación y podrán seguir haciendo lo único que hacen y sin mucha soltura: hablar.

Pero la gente lo vamos a pasar muy mal con un gobierno del PP con otra probable mayoría absoluta. Realmente mal a manos de esta banda de malhechores.

Por eso y porque la responsabilidad por la desunión de la izquierda toca a todos, ¿que tal si nos dejamos de miserias, envidias, rencores, egolatrías, sectarismos y oportunismos y formamos ya un frente popular de toda la izquierda, desde el PSOE hasta IU con referéndum incluido que permita que voten a su favor los independentistas catalanes? ¿Que da miedo el nombre de Frente Popular? Pónganle el nombre que quieran pero vayan todos juntos a las elecciones con un programa común que será ganador, como siempre que la izquierda ha conseguido esta unidad. Ya tendrán tiempo más tarde de dirimir la estupidez esa del sorpasso, pero no dividan a la izquierda por enésima vez. No le entreguen el poder a la derecha entre engoladas frases revolucionarias. Y lo mismo para el PSOE: deje de hacer el juego a la derecha, recupere su esencia socialdemócrata, entérese de que vive en el siglo XXI, organice un referéndum en Cataluña como han hecho en el Canadá y en Escocia sin que se hunda el mundo. Un frente unido de toda la izquierda es lo único que garantiza punto final al gobierno de la derecha.

Pierdan unos el rencor y otros el miedo y entiendan que están al servicio de la gente, que no quiere otro gobierno de la banda de ladrones.

dissabte, 30 d’abril del 2016

Palinuro entrevistado en una TV venezolana antichavista


El medio era hostil, pero me entrevistaba a mi solo y tenía garantías de que no habría censura, así que accedí hace unos días y el resultado no está del todo mal. Al final de la entrevista hay un par de intentos de hacerme hablar de Venezuela, pero no se consiguió porque conozco algo del país, pero no lo suficiente para pronunciarme sobre él. Y de lo que no sé, no hablo. Quedaba así también salvaguardada mi prevención respecto  a los medios reaccionarios: no soy partidario de participar en ellos. Si te llaman es para instrumentalizarte para sus fines. Y para eso ya tienen una legión de antiguos izquierdistas, muchas veces resentidos con sus antiguas organizaciones y dispuestos a ir a estos medios a largar contra aquellas, generalmente pago mediante. No es mi caso.

Esto de los medios está de gran actualidad, debido a los últimos acontecimientos. Los medios son empresas y se rigen por la lógica del beneficio privado. Esto tiene unas consecuencias evidentes. Luego están los medios públicos. Lo ideal sería que todos fueran ecuánimes, justos e imparciales. Pero eso es imposible en el caso de las empresas privadas que en muchos casos basan su negocio en su falta de imparcialidad y objetividad y están en su derecho. Decir la verdad solo es jurídicamente obligatorio para los testigos en los procesos judiciales. Los demás pueden mentir descaradamente y es lo que muchos hacen para enriquecerse. A su vez, los medios públicos debieran ser de gestión democrática pero lo frecuente es que no lo sean y, al contrario solo sirven de centros de agitprop de los partidos de la derecha.

Y ¿de qué manera se consigue democratizar los medios? En el caso de los públicos, obligando a decisiones de consenso para el nombramiento de cargos directivos. Se trata de un criterio poco firme porque los enemigos de la libertad de expresión harán como hizo el PP al comienzo de su legislatura, esto es, reformar la ley de RTVE para nombrar un comisario político de su estricta obediencia como director, comisario que cumplió su tarea de convertir la RTVE en una basura y que su audiencia cayera en picado.

En el caso de los medios privados, Podemos propone democratizarlos fraccionando sus capitales y forzando que estén divididos en varias manos. No está claro que esto sea viable o si nos pondremos de acuerdo en cómo se arbitra y cómo se ejecuta el proyecto. Asimismo conviene recordar que ya los primeros socialistas habían legislado en un sentido similar, esto es, limitando la propiedad de los medios y forzando la creación de alianzas que funcionaran como checks and balances, para la garantía del pluralismo, lo que es algo equivalente. Fraccionar los capitals es lo mismo que limitar el acceso a la propiedad (siempre con la intención de hacerlos más plurales) y presenta sus mismos inconvenientes: el capital dispone de mil medios para burlar las regulaciones, desde testaferros a sociedades ficticias.

Realmente, la única posibilidad de democratizar los medios, como pasa siempre, es la educación de las audiencias. Justo lo que nadie toca. ¿Por qué los medios de los países escandinavos son mejores, menos agresivos, estúpidos y detestables que los españoles? Pues, como sabemos todos, porque el nivel eduactivo y la capacidad crítica consiguiente de los lectores nórdicos son superiores a los de los españoles, lo que hace que el público nórdico no compre ni vea ñordas. Y, mientras eso no pase en España, no habrá gran cosa que hacer. Estas medidas que se proponen son puramente cosméticas. Nadie se atreve a propiciar el comienzo del cambio que sería, sí, eficaz, porque es una inversión y una medida a muy largo plazo y a los izquierdistas de salón les consume el mismo deseo que consume los demás políticos: el de obtener réditos rápido, en menos de cuatro años, para lucir un espíritu reformista que, en el fondo, no tienen. Porque, también en el fondo (y sin que se nos oiga mucho) ellos son tan público como el público para el que legislan, ven los mismos programas y leen la misma basura. No hay más que oírlos a todos, a absolutamente todos, hablando de fútbol.

Bueno, en realidad, el vídeo va de otra cosa.

dissabte, 23 d’abril del 2016

La nueva vieja política

Que Anguita sea el faro, la luz que guía la singladura de esa nueva formación que los medios llaman emergente ya dice todo sobre su naturaleza y carácter. Un hombre que lleva cuarenta años en política erre que erre y jamás ha hecho otra cosa que fracasar, se postula como el visionario del triunfo. Y la tropa de anguitillas que tiene en Podemos lo sigue con los ojos cerrados. Muy, muy cerrados. Igual que sus molleras. 40 años destruyendo las posibilidades de la izquierda a la que llama transformadora como podía llamarla golondrina porque nunca ha transformado nada. Alguien que jamás ha tenido una sola idea, salvo destruir el PSOE, dividir la izquierda y conseguir, en su mejor momento, que Aznar y los jenízaros del neoliberalismo llegaran al poder.

Ese fichaje inenarrable, en realidad, dibuja la claudicación de Podemos. Los que iban a revolucionar el campo trillado de la política y sus trampas maniqueas de derecha/izquierda no tienen discurso o tienen una melopea pedante copiada de los sudamericanos. Los que traían en sus mochilas una izquierda nueva, a imagen de los soldados de Napoleón el bastón de mariscal, una izquierda distinta, no contaminada con los partidos viejunos, los comunistas y los socialdemócratas, se ponen en manos de los comunistas, esos camaradoskis que siguen hablando como los apolillados leninistas. Los que iban a asaltar los cielos ahora se contentan con un 20% del voto y, como las gallinas en el corral, se pelean por unas décimas arriba o abajo. Los que iban a echar a la casta y limpiar los establos del Rey Augías con el poderoso río de su retórica revolucionaria andan escudriñando los sondeos y se queman las cejas viendo si d'Hondt los pondrá por delante o por detras de Sánchez, Pérez o López y están en la política de cabildeos, comisiones y comités. En el compadreo de los cargos, los puestos o los enchufes.

Anguita es el referente intelectual de los revolucionarios de parterre, unos anguitillas que todavía no ha explicado exactamente en qué es referente este prodigio de la más huera incompetencia; qué libro, que teoría, que propuesta o idea incorpora esa referencia. Por más que se busque toda la aportación intelectual de este ampuloso ergotizador lo único que aparece es esa jaculatoria de "programa, programa, programa", versión secular del sanctus, sanctus, sanctus, dominus meus sabaoth de la eucaristía.

En realidad, ni Anguita ni los anguitillas sirven para nada. Ni para aprender algo tan elemental que avergüenza recordarlo: que en democracia, la política que solo se hace a la contra no prospera; la política del rencor y el odio no funciona. Eso solo funciona en las dictaduras. La política nazi contra los judíos funcionó, según sus sangrientos criterios. Una política consistente tan solo en ir contra el PSOE y buscar su sorpasso, pero sin tener ninguna propuesta positiva en sustitución de la socialista, salvo quítate tú para que me ponga yo,  no funcionará. La gente no es tonta.

En democracia no se resta; se suma. Pero no mecánicamente, como creen los estrategas de Podemos, sino dialécticamente y de eso, es obvio, no tienen ni idea. Asustados de ver que el partido morado se desangraba en intención de voto y que la IU de Garzón mantenía un millón de electores, los de Podemos decidieron dar la vuelta a la situación, hacer realidad el sueño de su jefe intelectual, Anguita, arrebatar al PSOE la hegemonía de la izquierda a base de sumar más votos que aquel. Y para ello calcularon que, si se juntan las siglas, se juntarán los electores por la misma razón por la que, si juntamos las cañadas, juntaremos los rebaños.

Es verdad que, en su marasmo, dirigido por una especie de Golem de Rubalcaba, el viejo PSOE puede acabar devorado por Podemos. Pero eso no es tan fácil, sobre todo si, para ponerlo en práctica se procede a una ocultación de las siglas políticas de partida, una ocultación del Partido Comunista de España y una ocultación de Iquierda Unida (IU). Porque toda la pelea por la fusión gira en torno a qué hacer con las siglas, esas de las que tan orgullosos están, pero en la intimidad de cada cual. La mala fe se denota en que tratan de presentarse al electorado con un nombre nuevo que oculte la presencia de otras opciones en su seno. Ignoro si los votantes de Podemos sabían que votaban al PCE igual que los del PCE si sabían que iba a votar a Podemos, pero les interesa saberlo. Lo contrario, en el fondo, es una estafa. Y más que una estafa: ¿qué es eso de presentar una opción "asamblearia", estilo 15M, cuyo corazón es otra jerárquica, como IU cuyo corazón, a su vez, es el PCE, un partido que, en el fondo de su alma es totalitario? Un evidente intento de engaño. Porque, si no quisieran engañar a la gente, habrían disuelto las organizaciones ocultas. Pero no pueden hacerlo porque se basan en ellas para engañar.

¿Que tiene de izquierda engañar a la gente?

divendres, 22 d’abril del 2016

El sueño del sorpasso

Quieren unirse, aliarse, fusionarse. Aún no saben cómo, pero quieren juntarse. Van a ocultar las siglas de IU y, por supuesto, las de PCE. Los dos estarán presentes, pero escondidos. La alianza se llamará "Podemos-En común" o "Podemos-Unidad Popular", o algo así, siempre plagiado de fórmulas de éxito. Pero ocultarán las siglas perdedoras y le dirán a Anguita que aparezca poco o que se vaya de vacaciones. ¿Por qué? Porque saben que están engañando, mintiendo; porque saben que están abusando de la buena fe de la gente

Nadie que no quiera mentir oculta sus siglas, esconde su marca o su nombre.

¿Por qué lo hacen? Por lo dicho, para trampear y porque dicen estar convencidos de que van a ganar al sumar los votos de Podemos con el millón de IU y lo que se lleven de superaditividad y beneficio del sistema d'Hondt. Esto puede ser cierto o no. Ellos mismos y los "analistas" y comentaristas que escriben a su dictado lo dan por seguro. Sin la más mínima prueba empírica, sin seguridad alguna, porque toman sus deseos por realidades y tratan de marear a la buena gente con sus cuentos. Sin embargo es la evidencia misma que los votos no se transfieren mecánicamente así como así de una opción a otra. Quienes votaron en 2015 a IU no votaron a Podemos; quienes votaron a Podemos, no lo hicieron a IU. Puede pasar tranquilamente que la suma de votos de Podemos e IU sea inferior a los que obtuvo entonces Podemos.

Para prueba, lo que sucedió en las elecciones del 27 de septiembre de 2015 en Cataluña en donde Catalunya Sí Que Es Pot, esto es, la suma de Podem e IU (o sea, EUiA-Els Verds) obtuvo menos votos que IU por sí sola en la votación anterior. A la gente suele molestarle que intenten engañarla y venderle la moto de la vieja política del chanchullo y la ocultación por la nueva.

En verdad, si hay charlas para la confluencia es porque los de Podemos están nerviosos. Más que nervioso, Iglesias está indignado de que la gente sea tan bruta y esté tan alienada como para tenerlo en la más baja valoración de los políticos, a la altura del sobresueldos. Por eso se ha puesto a insultar a los periodistas. Algo que prueba sus escasas luces porque si criticar con toda dureza los medios de comunicación como empresas que son está muy puesto en razón, emprenderla a mamporros con los periodistas es inmoral y estúpido. Los periodistas, en su inmensa mayoría, aquellos a los que Iglesias ha insultado, son currantes, maltratados por sus empresas. Las mismas de las que el secretario general de Podemos no habla porque algunas de ellas son sus portvoces, por ejemplo, el diario Público, repleto de enchufados, amigos y parientes de gente de Podemos o cercanas a él.

Añádase que es posible que las confluencias periféricas no se repitan por diferentes causas y se tendrá un cuadro nublado de preocupaciones para Podemos. Y esas preocupaciones no se disipan porque Podemos lance sus legiones de trolls en las redes a hostigar a quienes no comulgan con sus ideas, supuesto que tengan alguna. Al contrario, añaden nuevos tonos de preocupación a la hora de estudiar el talante de estos trolls, todos ellos muy cercanos ya al fascismo.

Por fortuna para Podemos, el sorpasso puede ser a pesar de todo posible porque lo que tiene enfrente es algo aun peor que él mismo. Después del mandato de Rubalcaba y el de su muñeco, Sánchez, el PSOE está en estado catatónico y, si no reacciona, puede quedar por debajo de Podemos, pero no porque este obtenga una gran cantidad de votos sino porque al PSOE acabe por no votarlo nadie.

dimarts, 19 d’abril del 2016

El juego sucio de Podemos

A raíz del post de Palinuro de ayer, el PSOE NO debe pactar con Podemos algunas lectoras me han pedido que aclare cuál creo yo que pueda ser la alternativa. Vale. Me explico:

No hay alternativa. Es imposible negociar o acordar nada con alguien que no es de fiar, que es desleal e, incluso, felón. Es el caso de Podemos. De un lado, los morados emplazan al PSOE a un pacto de izquierda ("a la valenciana"), para lo cual le piden, lógicamente, que rompa con C's el único acuerdo que hasta ahora dos fuerzas políticas han sido capaces de alcanzar.

Para dar mayor verosimilitud a su exigencia, Podemos ha escenificado un plebiscito a mayor gloria de su líder, aplaudido por los medios que le son afines y que, por cierto, son bastantes y poderosos. La ridícula consulta (¿qué prefiere usted, lo que dice el líder u otra cosa?) ha dado el resultado esperable. El vocerío sobre su importancia y alcance demuestra la deriva cada vez más lamentable de este partido a las prácticas caudillistas,

Pero, vale: la jefatura de Podemos está revalidada por su militancia en su negativa a aceptar el pacto PSOE y C's y en su petición de que el PSOE pacte con la izquierda "a la valenciana". ¿De verdad? ¿Es creíble esto?

Tampoco. Justo mientras la mitad de la obediente militancia votaba, en Córdoba se reunían representantes de Podemos con otros de IU bajo la égida del inevitable Anguita para preparar otro pacto. Tengan ustedes por cierto y documentado que Anguita solo aparece cuando puede ir en contra del PSOE. Un pacto de Podemos con IU (o sea, con el PCE y con Anguita de referente), además de dar la medida de la demagogia de una política que no solo no es nueva sino que hiede a manipulación, supone que bajo ningún concepto habrá pacto Podemos y PSOE porque Anguita y los anguitillas de Podemos se opondrán. 

En realidad es lo que han venido haciendo desde el principio: decían querer el pacto, pero era mentira. Y su doble juego está claro: decir que quieren un pacto con el PSOE pero boicotearlo a los efectos de dejar tirados a los socialistas y con el sambenito de ser los responsables de las nuevas elecciones. No habrá pacto de izquierda en ningún caso. Lo que Anguita y los anguitillas quieren es destruir el PSOE, aunque sea preciso ir a nuevas elecciones y tolerar otro gobierno del PP. Ellos, ya todos colocados en sus escaños, no padecerán las consecuencias y, en cambio, es posible que haya sorpasso y Podemos pueda ser la fuerza hegemónica de la izquierda. O tal cosa es lo que creen estos estrategas de palangana, muy preocupados por el descenso de Podemos en intención de voto y fascinados con el millón de electores de IU.

Se dirá que, en el fondo, todo esto es legítimo. Así lo pienso yo también: es legítimo ser un desleal y un felón porque en política es legítimo todo. Es más, si sucede así, el inepto de Sánchez se lo tendrá ganado. Y, gracias a su portentosa inutilidad, ha conseguido que lo acorralen en una posición sin fuerza y sin margen de maniobra.

Sánchez pudo haber propugnado un pacto de izquierda desde el primer momento, con referéndum catalán incluido, si hubiera tenido valor. Pero no lo hizo porque, aparte de su falta de valor (como se prueba en la inenarrable "oposicion" que hizo al PP), le falta fuerza de convicción de izquierda y le falta inteligencia. Pudo haber pactado con C's en una posición mucho más fuerte, en lugar de entregarse a los de Rivera atado de pies y manos.

Todo el mundo comprende la difícil situación de Sánchez, enfrentado a unos barones que son verdaderas aves carroñeras y reaccionarias, empezando por la presidenta de Andalucía, que está esperando como los buitres que este hombre se estrelle para sustituirlo en lo que quede del partido, si es que queda algo.

Todo eso ha sido y es así. En estas condiciones, no hay posibilidad de pacto de la izquierda alguno y, si los dioses no lo remedian, tendremos otro gobierno de esta derecha ultramontana, neofranquista y ladrona. ¿Culpables? Las izquierdas. Todas.

dilluns, 18 d’abril del 2016

El PSOE no debe pactar con Podemos

En tiempos de mendacidad e hipocresía como los actuales conviene dejar claras las cosas. Para ello, a veces, hay que echar la vista atrás. Brevemente.

Los partidos comunistas han sido un fracaso en todo el mundo. Jamás han ganado unas elecciones democráticas. Cuando han llegado al poder ha sido por la violencia y han establecido dictaduras, tiranías y realizado genocidios como en la Unión Soviética o en Camboya.

Desde el hundimiento del bloque comunista los partidos comunistas han sido incapaces de aportar una sola explicación del fenómeno. Muchos de ellos se han disuelto. Otros, como el español, han ocultado sus siglas, se han escondido. Hace más de treinta años que el Partido Comunista de España (PCE) no se presenta con sus siglas a unas elecciones. Se vale de una organización pantalla tras las que se esconde, Izquierda Unida (IU), invención de Anguita para que el PCE la manipule y mande en ella. Lo que hace es engañar.

Pero IU también es un fracaso. Tampoco ha obtenido jamás un porcentaje del voto digno de consideración. Ni para engañar sirve.

Cuando surgió Podemos obtuvo un amplio apoyo porque prometía constituirse en una nueva izquierda, distinta de los sórdidos y fracasados burócratas del PCE/IU y de la acartonada, aburguesada, dinástica y colaboracionista socialdemocracia del PSOE. Por eso, en un principio, muchos lo apoyamos.

Pero la pretensión inicial era otra mentira. El éxito del primer momento (elecciones europeas de mayo de 2014) hizo pensar que continuaría y, de hecho, Podemos estuvo a punto de fagocitar a IU cuando muchos de sus militantes (seguramente los más arribistasy oportunistas) se pasaron a la formación morada. Luego, esta puso sus ojos en el PSOE y pensó que podría devorar a la socialdemocracia con tanta facilidad como a los comunistas.

Pero las cosas fueron distintas por cuatro razones:

1ª) el insoportable narcisismo y ubicuidad hasta el hartazgo en todas las TVs del país del secretario general, con un discurso vacuo y trivial hizo que su valoración popular descendiera en picado, al extremo de que hoy es el lider peor valorado en España, a la par con Rajoy, que ya es lo último.

2ª) Cataluña. Esa vaciedad e incapacidad teórica de los líderes de Podemos fue palpable en Cataluña, en donde demostraron que no entendían ni un ápice del problema y que solo iban a servir -como así fue- para apuntalar las posiciones unionistas.

3ª) El PSOE resultó ser más duro de lo que se suponía. Esta comprobación hizo perder los nervios a Iglesias que, en una de sus intervenciones parlamentarias, sacó el fondo de odio y rencor de los viejos comunistas que había ocultado hasta entonces en forma del infundio de la cal viva, con lo que mucha gente vio la falsedad y la mala ralea que tenía y la militancia del PSOE comenzó a reaccionar.

4ª) IU no moría sino que, con su suelo de un millón de votos, los viejos comunistas pretenden colonizar Podemos valiéndose de los submarinos que tienen en su interior, tránsfugas de la vieja IU. El jefe de la operación es Julio Anguita quien, movido por su invencible odio a la socialdemocracia, cree -y así lo ha dicho ya- que puede valerse de Podemos para conseguir el objetivo de su vida: acabar con el PSOE. Si para ello tiene que dividir la izquierda y garantizar un gobierno de la derecha no le importa. Ya lo hizo cuando propició los ocho años de su amigo Aznar.

En esta ocasión, este engreído fantoche que jamás ha conseguido nada salvo destruir sosteniendo que acaudilla la izquierda transformadora, se vale de sus miñones (entre ellos Iglesias, que lo considera su "referente intelectual"), tan vacuos e hipócritas como él para buscar una fórmula nueva que permita seguir engañando a la gente. Quieren seguir ocultando las siglas PCE/IU, camuflarlas detrás del término "podemos" y algún otro, tan plagiado como este.

Ignoro si la operación llegará a puerto pero, vista la intencionalidad, solo queda dar un consejo al PSOE: bajo ningún concepto busquen ustedes una alianza con Podemos que no es otra cosa que una fachada del fracasado PCE/IU y que, además, solo pretende destruirlos a ustedes.

Y para destruirse, háganlo ustedes por su cuenta, que camino llevan a base de ser un partido complaciente con la dinastía, la Iglesia, el centralismo y el neoliberalismo.

diumenge, 17 d’abril del 2016

España siglo XXI (y II)

Aquí lo tienen ustedes, inasequible al desaliento con el espíritu falangista que, según Carrillo, lo animó en su juventud: mitad monje y mitad guerrero. Aquí está él, dispuesto a dar la enésima batalla para impedir que el nefando enemigo de la verdad y la luz revolucionarias, la podrida socialdemocracia, pueda gobernar en España. Dispuesto a derramar hasta la última gota de nuestra paciencia para que el PSOE no llegue al poder, aunque sea dividiendo a la izquierda, enfrentándola entre sí y provocando otro gobierno del PP. Ya lo hizo en 1996, trayendo ocho años de aznarismo a España y está dispuesto a hacerlo otra vez porque los viejos guerreros nunca descansan.

Aquí está el referente intelectual de Pablo Iglesias, la luz de la nueva política, al frente de una mendaz quimera llamada "Foro cívico-somos mayoría", dispuesto a engañar a quien se deje con su verbo flamígero de Bautista de secano. Aquí el defensor de la "nueva política" con la rompedora propuesta de aglutinar a los novísimos albaceas del 15M, entre los cuales se cuenta, aunque oculto, claro está, algo tan original e innovador como el Partido Comunista de España, un partido que hace treinta años que no puede presentarse con su nombre a unas elecciones libres porque no lo votan ni los que militan en él.

Aquí está el original y revolucionario adalid de la renovación hispánica y la tormenta de ideas que no ha tenido una sola desde que hizo la primera comunión como no sea la de impedir que el socialismo democrático llegue al poder y trate de reformar y mejorar el destino de sus paisanos. Aquí el que lleva cuarenta años acaudillando una izquierda que se autodesigna "verdadera" y "transformadora" pero que jamás ha transformado nada ni ha servido para nada.

Aquí el que ha saltado como una araña sobre los intentos de organizar una izquierda, nueva, radical e independiente, libre de las ataduras a la socialdemocracia y al comunismo para disfrazarse con sus hopalandas y parasitarla, convirténdola en lo contrario de la que hubiera podido ser. Y ello gracias al narcisismo y la vanidad de sus dirigentes que solo son inferiores a las suyas propias.

Aquí tienen ustedes la izquierda española del siglo XXI, el irrisorio "socialismo del siglo XXI" a la española.

Cuatro años más de gobierno de la derecha.

divendres, 15 d’abril del 2016

Papá, volvemos a casa

Leo que está en marcha un proyecto de alianza de Podemos e IU. Como lo leo en Público, que es el BOE del partido morado, no sé si es una noticia o un deseo, pero, por si acaso, lo enjuicio con toda consideración: si Podemos se une, alía, federa, junta o asocia con IU, ese será el fin de su periplo; su hundimiento definitivo. Es posible que esta intención venga dictada por el temor que suscita la comprobación de que , además de la bajísima valoración popular de Iglesias, el apoyo a su partido esté disminuyendo a chorros. Si es así, el remedio no puede ser más desatinado.

Escribo esto en mitad del periodo habilitado para esa pomposa consulta a las bases sobre lo que debe hacer Podemos y que no es otra cosa que un plebiscito para respaldar las decisiones del jefe quien, por si acaso, ya ha amenazado veladamente con irse si le votan en contra. Ignoro cuánta gente votará en este paripé, por utilizar la cursi expresión de Echenique, pero barrunto que no mucha. La asistencia ayer al mitin/encuentro de la plaza de Reina Sofia para animar a la participación fue menor que la de las concentraciones de españolistas en Barcelona, tan menguada, escasa y rala, que no la tuitearon ni una vez. Es más, los únicos tuits eran de los adversarios, que mostraban una plaza vacía. Los dirigentes (casi más que los asistentes) hablaron todo el rato de sus imaginarios cinco millones de votos, pero allí no había más que tres o cuatro de docenas de oyentes. Estamos de acuerdo, en estas condiciones desesperadas, hay que hacer algo, lo que sea, menos echarse en brazos de los zombies de IU, sobre todo cuando uno lleva ya en su seno un tropel de tránsfugas de esa asociación de perdedores.

El proyecto de Podemos, originariamente tan brillante y novedoso, ha sido tan mal gestionado por su dirigencia, con tanta ineptitud y tan cargante prepotencia que se ha desinflado como un globo de verbena. El insólito narcisismo de su secretario general y la incompetencia para gestionar los conflictos en su seno lo han llevado a una situación sin salida en que tiene que elegir entre ir a unas elecciones en donde prácticamente va a desaparecer o sumarse a una alianza con PSOE y C's casi como chico de los recados. En cualquier empresa, el consejo de administración hubiera ya puesto de patas en la calle al consejero delegado que hubiera ocasionado tal desastre. Aquí, no, sobre todo mientras Público siga inventándose unas encuestas que prometen a Podemos unos resultados inalcanzables en especial porque ya las confluencias le han dicho que no repetirán experiencia de franquicias provinciales pues irán a las elecciones por su cuenta.

Para acabar de destruir sus escasas expectativas, Podemos vuelve a la casa del Padre o al redil, que parece más propio. Hubo un tiempo en que un Podemos rozagante fagocitó a IU y puso sus golosos ojos en PSOE con el fin de aniquilarlo.Pero todo eso parece ya de otra era: la IU fagocitada a su vez fagocitó a Podemos a base de tránsfugas que ahora ven con horror cómo se les pone al pairo el viejo navío de IU, reflotado por Garzón, cuando ellos lo habían abandonado para pasarse a los morados pensando que aquel se hundía. Y aquel no se hundió. El Partido Comunista, su columna vertebral y verdadero sujeto de la criatura, no puede prescindir de ella porque, si lo hiciera, tendría que presentarse a las elecciones con su nombre y ya me dirán ustedes qué porcentaje del voto obtendría el Partido Comunista de España en unas elecciones libres.

Bueno, pues ese es el que va a obtener Podemos si se alía con IU o sea, con el Partido Comunista.

dimecres, 13 d’abril del 2016

El policía bueno y el policía malo

Todo el que haya vivido algo del franquismo sabe que una de las tácticas de aquellos delincuentes de la brigada político-social de la policía era la del "policía malo/policía bueno". Cuando estabas detenido venía un policía desencajado, echando lumbre por los ojos y espumarajos por la boca y te amenazaba con patearte los higadillos (a muchos se los pateaban) si no les contabas lo que querían saber. Y se iba. Luego venía otro mucho más calmado, sonriente, te daba un cigarrillo y te decía que más te valía hablar porque, total, ya lo sabían todo y a su compañero (el energúmeno que acababa de salir) le podía dar la pájara y atizarte una mano de hostias.

El truco era patente e ignoro si les funcionaba, aunque supongo que sí porque, de otro modo, no lo emplearían.

Es exactamente el mismo que están hacendo Íñigo Errejón y Pablo Iglesias para forzar la voluntad del PSOE a un pacto bajo sus condiciones. Primero viene el secretario general insultando, difamando y acusando a los socialistas de tener cal viva en la manos y luego el afable Errrejón diciendo que no pasa nada y que todas la puertas siguen abiertas y las manos tendidas al diálogo y el entendimiento. Llega de nuevo Iglesias -que, en interin ha desplazado al otro de la jefatura de la misión negociadora- y vuelve a acusar a los socialistas de no tener libertad, de estar presos, de no querer la formación de un gobierno fetén, como el que él propone y de estar mareando la perdiz.

Hagamos breve pausa para lamentar amargamente la pobreza de metáforas de esta muchachada. Lo de marear la perdiz es un manido simil cinegético. Lo de las puertas abiertas y las manos tendidas empieza a ser alarmante; a ver si les va a dar una tortícolis o una paralís, como dice la gente del pueblo. Y en cuanto a eso que repiten para señalar su mucho interés en algo de que "van a dejarse la piel en ello", convendría que la preservaran sobre sus carnes antes de que los llamen el partido de los San Bartolomés.

En fin, que Errejón va de policía bueno e Iglesias de policía malo y los dos quieren lo mismo: que el PSOE se les someta.

Pero va a resultarles muy difícil, por no decir imposible. Errejón borda el papel de policía bueno, de niño bienintencionado, sin dobleza, con sinceridad y autenticidad. Y hasta puede que realmente se lo crea y que esté genuinamente interesado en un acuerdo con el PSOE en el que ambas partes se verán obligadas a hacer concesiones. Pero ahí no acaba la historia. Es imposible creer que Iglesias actúe de buena fe. Todo cuanto ha hecho ha sido torpedear cualquier acuerdo con el PSOE sin que lo parezca, a los efectos de frustar cualquier alianza echando la culpa a los socialistas. Él rompe las negociaciones pero pretende descargar la responsabilidad sobre el PSOE. Lamenta amargamente que Sánchez este preso en la jaula de C's, con lo que justifica que no haya acuerdos y lo insulta otra vez haciéndolo pasar por un chisgarabís o un pusilánime que se deja engañar por el petimetre Rivera cuando es al contrario.

Conviene tener claros los factores psicológicos individuales que intervienen en toda decisión colectiva. Errejón, más leído que se jefe, seguramente quiere el pacto porque sabe o barrunta que si lo hace imposible el electorado no se lo perdonará. Iglesias, más falso y oportunista, dice querer la coalición con el PSOE, pero, en el fondo, a lo que aspira es al muy hispánico "quítate tú para que me ponga yo". Está poseído por el viejo espíritu vindicativo de su "referente intelectual", Anguita, consistente en destruir a la fementida socialdemocracia traidora, aunque haya que pagarlo al precio de repetir las elecciones. En el fondo, el viejo espejismo comunista con aires no tan nuevos. No se trata de sacrificar planes personales al bien común, sino al revés, el bien común a la satisfacción de un ego ilimitado.

Y cuando alguien está tan ciego que no ve sino lo que le interesa ver es inútil advertirle de que, si hay elecciones nuevas, Podemos podrá, sí, ser barrido del mapa.

dilluns, 11 d’abril del 2016

Ténganse todos, malandrines

De aquí al dos de mayo, Jauja. El presidente de los sobresueldos se ha ido a Barcelona a tranquilizar a la mayoría silenciosa asegurando que jamás tolerará que quiebre la soberanía nacional y lo que haya de ser España lo decidiremos todos los españoles. O sea, de referéndum catalán, nada. A propósito se me ocurre cogerle la palabra: vale, que todos los españoles decidan en referéndum qué ha de ser España. Luego echamos cuentas de lo que hayan votado en Cataluña y tendremos una idea aproximada de cómo está el apoyo a la independencia. ¡Ah! Que eso tampoco. Lo que haya de ser España lo decidiremos todos los españoles, pero solo cuando el sobresueldos lo diga. Antes, ni hablar. Es decir, en realidad, los catalanes no pueden decidir y los españoles, tampoco. Es la mejor manera de acabar con la pesadilla esa del derecho a decidir. Breve y claro: los catalanes no tienen derecho a decidir y los españoles, tampoco. Buena gana de estar creando problemas continuamente.

Ayer o antes de ayer, El País traía en portada una noticia prospectiva, esto es, daba cuenta de algo que no se había producido pero podría producirse. Se decía que Sánchez reconsideraba su negativa a negociar nada con el PP. Con la ensaimada del desayuno atragantada en el gaznate, César Luena o alguno de esos mozos que tienen el oído del líder, desmentía de modo rotundo: con el PP, ni a cobrar. O sea, El País podía haberse inventado la noticia. El Mundo hace ahora lo mismo y trae a portada una noticia de la semana que viene: Rajoy ofrecerá una vicepresidencia a Sánchez y pactará con él una reforma de la Constitución. Eso no es informar sino profetizar. Y entra muy dentro de lo posible dado que Rajoy tiene, según él, mucho sentido común, pero ningún sentido del ridículo.

Aunque nunca se sabe. Hace una semana, Sánchez se veía presidente. Ahora, de seguir las cosas así, no se ve ni de cesante. Su porvenir es oscuro y, antes de volver al anonimato del que lo sacaron unas primarias muy contestadas en cuanto a su limpieza, a lo mejor no hace ascos a que lo nombren algo en el gobierno de Rajoy. Esto quiere decir que las reformas urgentes de las que tanto esperábamos se postponen a un incierto futuro. Víctima del despecho, al verse negado por Iglesias, el socialista Hernando le manda una carta de recriminaciones en estilo amante frustrado, reprochándole frialdad, alejamiento, escaso interés. Él, que hubiera hecho lo imposible por satisfacer a Podemos comprueba con amargura que son otros quienes tienen la atención del líder.

Los de Podemos, de vuelta de todo, valientes guerreros, ridiculizan el paripé de los sociatas y, muy al cabo de la calle y experimentados negociadores, los ponen en su lugar, demostrando que en el fondo, coinciden con C's mucho más que con una posible combinación de izquierda. En la izquierda, pura e incontaminada están ellos, como siempre arropados por el multitudinario entusiasmo que supieron despertar hace dos años que suenan ya a dos siglos. La distancia en tiempo nos la da la consulta que la dirección plantea a los círculos a los que, con un poco más de camándula (término que ofrezco a Echenique por si quiere cambiarlo por ese tan cursi del paripé), acabarán convirtiendo en círculos viciosos de consultas al democrático estilo búlgaro. 

Lo anterior puede parecer algo estrafalario pero, ¿qué me dicen ustedes de un país en el que la gente no se manifiesta cuando la insultan, la oprimen, la explotan, la engañan o le roban, pero sí cuando se trata de salvar a no sé quién de un programa de TV llamado, creo, Gran Hermano?


dijous, 31 de març del 2016

Hay que pactar, pero solo como los señoritos quieran

Ayer, Pablo Iglesias dio muestras de mayor flexibilidad política de la que acostumbra. Recogió velas, no insultó al PSOE y se mostró dispuesto a hablar con C's, aunque no a sentarse con él en un gobierno. Hasta ahí, juego político con cintura y responsabilidad. Tanta que hasta Sánchez vio un trozo de cielo abierto, al levantar constancia de que había esperanzas, cosa esencial para él, que se postula como presidente.

En este momento, el obstáculo esencial a la formación de gobierno es C's, que dice ser de centro pero no quiere a Podemos "por activa ni por pasiva".  Iglesias, aun declarándose dispuesto a hablar con Rivera, mantiene el veto a su entrada en el gobierno. Público, la voz orgánica de Podemos, muestra su falta de perspicacia al sostener que Sánchez se empeña en un pacto “casi imposible” entre Podemos y C's, como si fuera un error. Falso. El error es mantener el veto a C's. Levántenlo. No pasa nada porque C's entre en un gobierno tripartito y Podemos debe mostrar la máxima disposición a llegar a acuerdos. Si alguien carga con el mochuelo de ser el responsable del bloqueo de la situación, que sea C's.

C's insiste en mantener a distancia a Podemos e invitar al PP a gobernar con el PSOE y ellos mismos. Es lógico. Está en su interés: un gobierno PP, PSOE, C's pondría al PSOE a merced de las políticas reaccionarias de los otros dos, las legitimaría y terminaría por hundir el histórico partido del original Pablo Iglesias. En cambio, al revés, un gobierno PSOE, Podemos, C's pondría a este último en minoría en un gobierno de izquierda, legitimaría a éste y permitiría sacar al país del marasmo en que encuentra después de cuatro años de desgobierno, expolio y ruina a manos de una asociación de presuntos malhechores.

Los argumentos de Rivera para bloquear todo acuerdo con Podemos son de tres clases. Considerémoslos.

1º) C's cuestiona la autenticidad de las concesiones de Iglesias por creer que son meramente tácticas, para evitar nuevas elecciones. Puede ser. ¿Y qué? Quizá sea cierto que Podemos tema elecciones nuevas. Yo las temería también si estuviera en su lugar. Y, sin embargo, a lo mejor salía beneficiado de ellas. Nunca se sabe. Por la misma razón decir que la negativa cerrada de C's también es táctica y trata de provocar elecciones nuevas porque piensa que le favorecerán. Y también es posible que esté equivocado y se dé una castaña.

2º) Podemos, dice C's, se empeña en referéndums de autedeterminación en todas partes. Está en su derecho. Pero que haya o no referéndums no depende de Podemos. Ni siquiera depende de Rivera y su partido por muy estupendos que se pongan. Esos referéndums, especialmente el catalán, dependen de los catalanes y estos siguen su marcha, diga Rivera lo que diga. Y hacen bien. Los independentistas ya han desconectado y en su momento plantearán la cuestión definitiva con un probable referéndum constituyente catalán y ya veremos qué hacen entonces el señor Rivera y el resto del nacionalismo español, PSOE incluido.

3º) Podemos no puede estar en un gobierno en que haya que tomar medidas de política económica en contra de la crisis porque tiene proclividades venezolanas y griegas. Es el mismo argumento, aunque algo menos demagógico, que maneja un editorial de El País, (Fe de errores) que parece redactado por la FAES. Podemos no puede estar en un gobierno que afronte la crisis y el periódico pide al PSOE -como lo hace C's- que se entienda con el PP. Es decir, que se entregue a la carcunda neofranquista para que el país siga gobernado por una banda de presuntos corruptos, neofranquistas y meapilas, pura herencia del caciquismo decimonónico ladrón.

En el fondo, lo que estos dos quieren, C's y El País, es que no haya gobierno de progreso, que no haya regeneración democrática, ni auditorias de la gestión de esta banda de sinvergüenzas, ni se deroguen sus tropelías legislativas, al amparo y abuso de su mayoría absoluta, la LOMCE, la Ley Mordaza, la reforma laboral, los privilegios de la Iglesia, etc.

Porque, ¿de dónde sacan estos dos linces que un gobierno tripartito en el que los miembros de Podemos estarían siempre en minoría frente al PSOE y C's, serían aquellos quienes impondrían su supuesto radicalismo (que tampoco es tanto) frente al conservadurismo del PSOE y el reaccionarismo de C's? Obviamente, de ningún sitio, porque es mentira.

Lo que quieren es un pacto de gobierno pero a su antojo, para legitimar el expolio y el desastre de los últimos cuatro años y que los responsables de la corrupción y este latrocinio monumental se vayan de rositas.

Y, por supuesto, que los catalanes no puedan moverse.

dimarts, 29 de març del 2016

Hamelin está en la otra dirección

Javier López (2015) Más allá de Podemos. Veinte cartas de un inconformista frente a los cantos de sirena del populismo Sekotia: Madrid.
----------------------------------------------------------------
El mejor modo de resistir la tentación de escribir un libro sobre Podemos es leer los que escriben los demás. Que son muchos, voto a tal. No sé si habrá algún otro fenómeno social comparable que haya hecho correr más tinta o acumular más bits. Quien más, quien menos se ha sentido obligado a dar su opinión sobre la formación morada y con un porcentaje amplísimo de visiones críticas y/o negativas. Dado, además, el eclecticismo que se adjudica a sus promotores en cuanto a su querencia por la izquierda o la derecha, los ataques les vienen por la derecha o la izquierda con admirable simetría. He leído repasos más o menos duros desde enfoques anarquistas, espontaneístas, marxistas, comunistas, socialistas, liberales (genuinos), liberales (de pacotilla neo) y conservadores. Me faltaba leer uno también conservador desde una perspectiva próxima al falangismo y este es un buen ejemplo, por cierto escrito en el acrisolado estilo epistolar. 

Resulta curioso porque el ensayo de Javier López parte de dos juicios negativos de Podemos que no sé si dicen tanto sobre el fenómeno en análisis como sobre el analista. Sostiene este ya desde el comienzo que Podemos es una pseudorrevolución propia de una "izquierda fascistizada" (p. 23). Cuando se dice de alguien que es "pseudo"algo viene a decirse que el algo (en este caso la revolución) es bueno y que lo malo es que sea "pseudo", o sea, falsificado. La calificación de "izquierda fascistizada" se entiende, pero más bien intuitivamente. Ignoro qué relación guarde el sintagma con la idea poulantziana de la "fascistización" del capitalismo tardío, pero alguna tendrá.

Desde una perspectiva conservadora inclusiva que parece admitir postulados tradicionales con criterios innovadores, cierto nacionalcatoliocismo con un neoliberalismo al uso, Javier López señala lo que a su juicio son las insuficiencias de Podemos y, al paso, contrapone sus propuestas.

La democracia podemista es insuficiente y, si hay que regenerar esta  "monarquía republicana, sin pompa ni corte y especialmente amable con el socialismo emergente" (p. 32), lo oportuno es reformar el sistema electoral e implantar la circunscripción uninominal (p. 43), lo cual saneará el sistema político a base de debilitar a los partidos políticos que deben quedar reducidos a meros instrumentos del "sentir popular, nada más" (p. 45). Simpatizo poco con la idea de achicar y/o reprimir y/o suprimir los partidos políticos. Detrás suele haber un intento de menoscabar la democracia que, lo siento, pero sin partidos políticos no existe. Ignoro de donde saca el autor la idea de que la circunscripción uninominal rompe la disciplina de voto (p. 44). En unos casos (EEUU), sí; en otros (Gran Bretaña), no. Igualmente, la idea de incluir en el Congreso a los representantes de las regiones, que ahora están en el Senado (p. 46) resulta sorprendente porque ya están (eso son las minorías nacionalistas catalana, vasca, valencian, gallega, canaria) y porque, además, en principio, no debieran estar según la teoría ya que el Congreso es una cámara de representación personal frente al Senado que lo es territorial.

En el ámbito económico, López parece propugnar un sindicalismo "genuino" (p. 56) que suena a falangismo y por tanto algo todavía más visto y manoseado que las tendencias que atribuye a Podemos. Por si hubiera alguna duda, acude al bueno de Salvador de Madariaga para hacer aceptable una sociedad ordenada de forma "orgánica" (p. 62). Madariaga traía su liberalismo de la tradición inglesa, en donde estas bromas no levantan suspicacias. Por estos pagos, cuando alguien habla de la concepción "orgánica" de la sociedad es imposible no recordar la democracia orgánica del Caudillo. A propósito de este, López -que cuestiona el paralelismo capitalismo = derechas y anticapitalismo = izquierdas, con el fin obvio de dar una colleja a Podemos- incurre en ese curioso calembour, al que tan aficionados son los discípulos de Pedro Schwarzt (por ejemplo, Esperanza Aguirre) de acusar a Franco de socialista porque diz que era muy intervencionista (p. 69). En fin...

En un terreno filosófico, López consigue relacionar el personalismo de un anarquista singular como Heleno Saña con el pensamiento de  Primo de Rivera (p. 85). Desde luego la Falange y el anarcosindicalismo compartieron algo más que los colores de la bandera, pero no sé si tanto. Se entiende su crítica al psedurrevolucionarismo de Podemos al contraponer el valor de la persona a las proclamas a favor del consumismo, pues la mortadela no es revolucionaria, lo cual tiene gracia. Pero enseguida se vuelve a lo trascendental y se aplaude a un izquierdista como Correa, de Ecuador (p. 91) y otros caudillos latinamericanos por su brava defensa de la vida frente al aborto.  Lo que no sé es si interpreta correctamente a los de Podemos que, en este espinoso asunto, son más escurridizos que de costumbre, como sabe todo el que escuchó decir a Carolina Bescansa que el aborto "no es una prioridad en nuestra sociedad". Este crítico, que es un correoso feminista, sí cree que es una prioridad absoluta porque están en juego los derechos de las mujeres.

Aunque Podemos no lo sepa, entiendo que señala López, querer a España también es de izquierdas (p. 101). En esto el autor se da la mano con mi amigo Miguel Candelas, autor de un  apreciable libro con el provocador título de Cómo gritar ¡viva España! desde la izquierda. No tengo opinión definida sobre este asunto. En mi ya larga experiencia he escuchado a tanto sinvergüenza vendepatrias gritar ¡viva España! mientras la humilla que me tomo la sugerencia a beneficio de inventario.

López cree que hay un más allá de Podemos. Yo también. Estos muchachos le parecen muy intervencionistas (p. 116). No sé si tanto como Franco. A mí me parecen la ambigüedad personificada. Para él la "izquierda fascistizada" es un híbrido entre el fascismo y el comunismo (p. 120) y hasta una "socialdemocracia fascistizada" (p. 132). Regreso al comienzo. No estoy muy seguro de si ese "fascistizado" tiene que ver con la "fascistización" que los poulantzianos creían descubrir en nuestro tiempo. Supongo que algo habría ayudado a esclarecer el concepto un análisis del populismo del que se habla en la portada del libro. 

La pena es que solo aparece en la portada.