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dissabte, 29 d’octubre del 2016

La incompetencia solo tiene una salida

A la espera de las novedades que pueda aportar la anunciada comparecencia de Pedro Sánchez antes de la votación de investidura, la situación parlamentaria y política en general es realmente lastimosa. Apenas empieza a entreverse la auténtica dimensión catastrófica de la abstención decidida por el CF tras el golpe de mano de los dimisionarios el 1º de octubre. Porque no es solamente que con ella se haya desgarrado el PSOE para facilitar el gobierno a un partido y una persona que no lo merecen, sino que ese desgarro del PSOE puede quizá desembocar en una ruptura del partido y, en todo caso, en su incapacitación para el gobierno del Estado durante más de cuatro años. Y si el PSOE, el único partido de la izquierda con experiencia de gobierno, se hunde, esté quedará casi como monopolio de la derecha para vaya usted a saber cuán largo.

Llama la atención lo callados que están los bonzos y los barones desde el comienzo de la crisis. Mudos como tumbas. González no ha abierto la boca, a pesar de su garrulería en los tiempos anteriores. Rubalcaba se limita a inspirar editoriales en contra de su partido en el País, el sector monaguillos también está silente. Todos ellos, que son personas inteligentes y bien informadas, no tertulianos de tres al cuarto, saben que han montado un quilombo, que han empujado al PSOE hasta el abismo y que su supervivencia está en juego. Es inverosímil que gente tan avezada y bien informada no imaginara que en los tiempos del 15M y de Podemos, una maniobra autoritaria, un golpe de mano como el que han dado sus secuaces los barones, podría acabar en una rebelión democrática de las bases que exigen un congreso extraordinario. Y un retorno de Sánchez a la secretaría general, esto es, al poder.

Que no lo imaginaran los secuaces, la señora Díaz, el señor Fernández, el señor Madina, etc, no tiene mucho de extraño pues da la impresión de que su capacidad para entender la realidad es limitada. Y su incapacidad para prever consecuencias, amplísima. Basta con ver el desastre que han organizado en el PSOE, sus órganos, el grupo parlamentario en menos de un mes. Si se estableciera un premio a la incompetencia, estos gestores de la crisis del PSOE se lo llevaría en todas sus modalidad: incapacidad a la hora de dialogar, razonar, justificar, transigir. Le ha regalado la investidura a Rajoy con la oposición de la militancia de su partido y el apoyo del electorado del PP, al que la gestora respeta inexplicabemente por encima del de su propio partido.

Misión cumplida: la gestora ha impuesto la abstención a costa de cargarse el PSOE. Tan majestuosa incompetencia debiera tener alguna compensación. Lo más lógico es que estos dimisionarios del golpe volvieran a dimitir. Si ya lo hicieron una vez con motivos torcidos, háganlo ahora con motivos rectos. Presenten todos sus dimisiones, Díaz, Fernández, Blanco, Negro o Azul y retírense a algún apartado paraje a hacer penitencia y a ver si las potencias celestiales los iluminan.

Entre tanto, lo mejor que puede pasarle al país es que el PSOE revoque su decisión anterior y vuelva a la política del NO es NO.

divendres, 28 d’octubre del 2016

Contraataque por la retaguardia

Foucault, sabido es, da la vuelta a Von Clausewitz y dice que la política es la continuación de la guerra por otros medios. Una de las estratagemas que señalan todos los teóricos de la guerra es retirarse a tiempo, si es posible fingiendo una derrota para contraatacar después con fuerza renovada. Y hacerlo cuando el enemigo está debilitado por los destrozos que le dejara la victoria de la abstención, que es un caso típico de victoria pírrica.

El movimiento táctico de Sánchez parece estar articulado por un triunvirato compuesto por Sánchez, Borrell y Patxi López, lo que le da mucha solidez. Y parece asimismo sustentado en las 94.000 firmas, recogidas por José Antonio Rodríguez, el mítico alcalde de Jun, exigiendo congreso extraordinario como mandan los estatutos. No tengo muy claro qué pueda hacer el campo contrario, hoy compuesto por una confusa amalgama de la Comisión gestora, la Comisión Ejecutiva y la señora Díaz, que ya es un cargo en sí misma.
Si esta noticia se confirma y parece que se confirma de la forma más contundente y fulminante que cabe hoy día, esto es, a través de un tuit. En él Jordi Évole anuncia que Sánchez estará en el Salvados del domingo. El tuit es este: "dar la cara" es lenguaje castizo, por cierto. Das la cara para que te la partan. Como de pugilato. Pero el retorno de Sánchez toca la fibra romántica del personal, es como el retorno de Edmond Dantès, el Conde de Monte Cristo, a tomar cumplida venganza. Es la recuperación del liderazgo político tras una derrota. Una astucia o un destino. 

Los de la amalgama lo tienen crudo. Exigir mandato imperativo es inconstitucional y, para separar a los votantes en conciencia de la condición de diputado o militante del PSOE habrá procedimientos y no será posible que lo decida una comisión gestora o gestante por mucho que geste, ni una Comisión Ejecutiva por mucho que ejecute, ni la señora Díaz por mucho que señoree.

Si es inevitable un congreso extraordinario exprés, será para zanjar el conflicto interno y convocar primarias a la secretaría general. La petición de la militancia habrá de entenderse como un acto soberano del cuerpo electoral y lo primero que hace un cuerpo electoral es votar. Primarias, pues. Y a ellas se presentaría Pedro Sánchez, ahora quizá en singular lid con la presidenta de Andalucía. Procedimiento abreviado de dirimir un conflicto sin llegar a la batalla campal.

Supongo que Sánchez, el triunvirato, ganaría las primarias holgadamente. Eso significaría retorno del PSOE a la política de NO es NO. El acuerdo de la abstención se hizo con un PSOE pero ahora el PSOE ha cambiado; el acuerdo cambiará. La amenaza de ir a terceras era una baladronada disfrazada de benevolencia al modo jesuita. Bajo ningún concepto querría Rajoy ir a unas elecciones habiendo de enfrentarse a un PSOE reunificado en la voluntad de impedir un gobierno de la derecha y con un liderazgo, el de Sánchez, que se ha ganado cuantiosos apoyos entre el electorado y no solo del PSOE.   

Descubierta la baladronada -mala táctica militar- el baladrón pasa a ser rehén de aquel a quien quería intimidar. Para evitar terceras elecciones, el PP hará lo que sea, incluso derogar su legislación anterior. Y si no... elecciones anticipadas. 

¿Y si, a pesar de todo, no las convoca y deja que la legislatura languidezca sin más? Y eso bajo un gobierno que ya ni en funciones está pues no puede sacar adelante su programa si es que lo tiene, que no parece. En ese caso, la oposición, PSOE, Podemos e indepes catalanes podría ponerse de acuerdo en un programa mínimo para forzar la salida del gobierno: una moción de censura con el compromiso de que el primer acto del nuevo gobierno fuera convocar las aplazadas terceras elecciones.

Y permítaseme llevar mi optimismo un poco más allá, acercarme al terreno utópico ahora que celebramos el 500 aniversario de la publicación de la Utopia de Moro. Imagínese que esas tres fuerzas políticas llegan a un acuerdo de formar un gobierno de izquierda, previa aceptación del PSOE de abrir un proceso de negociación entre España y Cataluña. 

Solo la idea tiene un rechazo muy amplio entre los socialistas, ciertamente. Pero digan estos qué alternativa hay a abrirse a la izquierda cuando es evidente que la militancia está en contra de la apertura a la derecha. El terreno queda expedito y lo único que se precisa es que esa militancia sea consecuente consigo misma y apoye la apertura de una proceso de negociación entre España y Cataluña en los términos que enuncia el señor Tardà en el debate de investidura que yo titularía referéndum o referéndum, para mí la mejor de la sesión. Una intervención abrumadora y emocionante. Ninguno de los otros políticos representa una causa con el grado de pasión, de comedimiento, de contundencia y orgullo con que lo hace este hombre. 

La propuesta de Tardà es meridiana: seguiremos la hoja de ruta hasta el referéndum unilateral de 2017, salvo que haya negociación. Voluntad explícita de negociación, sin duda. Pero el problema no es el principio, sino su articulación: la negociación bilateral España-Cataluña (supuesto que los nacionalista españoles puedan asimilar este binomio) plantea de inmediato el sempiterno problema de qué sea España. Porque será raro que los vascos, los gallegos, los valencianos, los baleares, los canarios y hasta es posible que los andaluces se sientan individualmente representados por una confusa entidad llamada "España" administrada por una oligarquía saqueadora que entiende el Estado como un cortijo y lo público como sus olivares.

¿Qué hacer, entonces? Quizá no sea mala idea separar el proceso negociador del Parlamento, para no distraerse y convocar al efecto un órgano deliberante, una convención de todos los territorios en igualdad de condiciones para llegar a un acuerdo sobre la organización territorial del Estado por unanimidad, que satisfaga a todos. De no ser así, apoyar la propuesta que haya sido mayoritaria. Sea por unanimidad, sea por mayoría, esa propuesta será sometida a referéndum en las Comunidades Autónomas que lo requieran. Y de ello se sigue que el referéndum puede contener dos opciones: 1. ¿Aprueba usted la propuesta de la Convención Territorial? 2. ¿Prefiere usted la independencia de  su Autónoma? Podrían ser tres si se añade la de ¿prefiere usted que las cosas sigan como están?

Ya reconozco andar por barrios utópicos. Pero, velay, a lo mejor el secreto del liderazgo está en la capacidad para poner a la gente a pensar utopías.

dijous, 27 d’octubre del 2016

Al Andalus

Menudo espectáculo el del PSOE. Con un pelín más de genio las figuras y de grandeza el objetivo final, podría ser una tragedia sheakesperiana. Hay puñales florentinos. Hernando se da un aire a Yago. Fernández trae a la memoria a Falstaff, no por el físico, pues este es enteco y grave, sino por el psíquico. Ese mandato imperativo que se ha sacado de la manga es ciscarse directamente en la Constitución que blande todos los días. Madina es unas veces Rosencrantz y otras Guildenstern pero siempre el que lleva la peor parte. José Blanco, como Nick Bottom, quiere interpretar todos los papeles. Odón Elorza, Margarita Robles y otros posibles refuseniks semejan a la inocente Cordelia, que sufre en silencio las injusticias del mundo. Esperan la llegada salvífica de Pedro Sánchez, que es como una mezcla de Bruto y Marco Antonio si tal cosa fuera posible. Pero tenga cuidado el héroe de la libertad porque del sur viene con iracundo porte Lady Macbeth ajustando cuentas al bueno de Iceta, quien ya parece el fantasma de Banquo. 

De "divorcio" se tilda la relación entre el PSOE y el PSC, lo cual es muy adecuado para quien cree que el PSOE se arregla cosiéndolo, aunque no se sabe qué camisa le coserá porque la misma señora Díaz sostiene que los socialistas no son de izquierdas ni de derechas. Pues de divorcio va la cosa. Un amor roto. Claro, lo decía Balzac: En amour, il y en a toujours un qui souffre et l’autre qui s’ennuie. Aquí el sufriente parece ser el PSC e Iceta, que ya no baila tanto, y la que se aburre, la señora Díaz que no está para contemplaciones con esos catalanes, siempre absorbiendo los recursos humanos y de capital de Andalucía.

El PSOE tiene duro trabajo de recomponerse si consigue destruir la amenaza de escisión. Un partido tan celoso de su nacionalismo español que no tolera hablar de un referéndum en Cataluña está luego fraccionado territorialmente en una tradición de taifas. La recomposición exige al partido plantearse como partido español, que es lo que quiere ser. Y, en principio, para él, España incluye Cataluña. También puede decirse que lo verdaderamente español es el fraccionamiento, pero eso no ayuda mucho. Porque, además, esas taifas son belicosas. De ellas ha venido una rebelión y un golpe de mano tan solo ante la sospecha de una querencia a la izquierda del SG defenestrado. Si el PSOE quiere refundarse como partido español y, además, distinguirse del PP, no tiene más remedio que buscar una salida razonable a la cuestión catalana, referéndum mediante, y poner coto a las rebeliones de las taifas, que más parecen ya rebeliones de vandeanos y chuanes.

dimarts, 25 d’octubre del 2016

El otro

Después del espectáculo de los socialistas el domingo era de esperar alguna reacción de la derecha. Rajoy, en la presentación del señor Albiol en unos desayunos (en España, la política es muy culinaria) ha hecho unas declaraciones insólitamente largas y hasta inteligibles. Otra cosa es, como siempre, que sean creíbles. Pero, en todo caso, han sido manifestaciones de moderación, reconocimiento y respeto por "el otro". Nada de cantar victoria, como una tribu de indios. Eso se lo dejan a los de Podemos porque ellos se tienen por gente comedida.

Rajoy a lo suyo: la sapientísima abstención del PSOE abre la vía a un gobierno presidido por él, que tendrá muy en cuenta a Cataluña y se caracterizará por su actitud dialogante y negociadora. De este modo, de embuste en embuste, llega a la mitomanía habitual: así España, tendrá un gran gobierno. ¿Qué menos para una gran nación? Y todos en pie, aplaudiendo, el primero el ministro Fernández Díaz, especie de Beria en torpe, que ya se ve cesado por su majestuosa, aunque devota, incompetencia. 

 Lo más llamativo de Rajoy ha sido ese "ponerse en el lugar del otro". Es el abc de toda interpretación hermenéutica: para entender algo del otro, hay que ponerse en su lugar. Aunque él parezca darle un tono conmiserativo hacia los socialistas, quizá alguno de sus innumerables asesores, dado al cultivo de la ética, le haya informado de la importancia y trascendencia de reconocer y reconocerse en el otro, según enseña Lévinas. A lo mejor así comparten entre los dos el pesado fardo de la corrupción. Porque no creo que las tribulaciones del momento, con tanto fútbol que ver, lleve al presidente de los sobresueldos a incurrir en la divina locura de Rimbaud, cuando escribía a un su amigo aquello tan célebre de car je est un autre.

El PSOE tiene un otro dentro de sí mismo y anda autoflagelándose para sacarse ese demonio del cuerpo. Estudia todas las fórmulas posibles para aplicar su decisión sin quedar francamente mal y, encima, ridículo: abstención técnica, de once o de alguno más, para disimular; elegidos a dedo, o por sorteo; en bloque y punto en boca; que cada cual haga lo que quiera y salga el sol por Antequera. En los límites, los guardianes del templo de los horiacios, Javier Fernández y Susana Díaz, no dan cuartel. El primero dice que los diputados deben votar por mandato imperativo. La segunda que, quienes voten otra cosa, deben entregar el carné del partido. Lo del mandato imperativo es anticonstitucional; lo del carné no es cosa que competa a la señora Díaz. Y ahí están los dos PSOEs con sus dos almas de siempre, mirándose sañudamente. El congreso extraordinario promete ser una fiesta. 

Además del otro interno, el PSOE cuenta con un otro externo, un verdadero doble en Podemos. Un doble que se ve a sí mismo como la recta conciencia que muestra su depravación al sujeto, como en el William Wilson de Edgard A. Poe. Podría decirse que entona un peán de la victoria: Podemos es la verdadera izquierda frente a un PSOE rendido a la derecha por voluntad propia. La oposición es nuestra y la haremos en las instituciones y en la calle, como ha comunicado Garzón al Rey.

Es tanto el alborozo en las filas moradas que su figura se acerca más a la del doble de la leyenda del Doppelgänger, ese sosias siniestro que busca la destrucción del sujeto. O así lo experimenta el PSOE que lucha por su supervivencia contra un adversario salido hace nada de la nada pero dotado de armas poderosas: mucho mejor manejo de los medios, incluidos los digitales, un adanismo simpático, un atractivo entre los sectores más juveniles del electorado y un discurso regenerador, omnicomprensivo que nunca se ha puesto a prueba. 

En opinión de Palinuro, en la medida en que Podemos siga siendo un trasunto de IU, retornará a los porcentajes de voto de aquella, pase lo que pase con el PSOE. Mantener movilizada durante tres o cuatro años una sociedad como la española es una quimera. Sobre todo porque la movilización no tiene un objetivo definido, salvo que gobierne la gente. Al propio tiempo, como es de esperar, el PSOE intentará su recomposición. Si lo consigue -cosa nada fácil- asistiremos a la batalla final en la lucha por la hegemonía de la izquierda. Si no lo consigue, no es descartable la aparición de un tercer partido socialista de izquierdas en este sistema político español que ahora queda desbloqueado. Y gracias a esa decisión del CF con la que, en el fondo, nadie está enteramente de acuerdo pues, se recordará, sus partidarios la defendían como el mal menor.

dilluns, 24 d’octubre del 2016

¿Qué hacer?

Perder una votación es percance frecuente en las democracias. Cuando sucede, lo peor que puede hacer la perdedora es hundirse en la amargura, cuestionar los móviles del ganador, deslegitimar las reglas del juego y vaticinar desgracias sin cuento a la colectividad porque no ganó la parte que, a su juicio, debiera haber ganado.

La abstención del PSOE abre el camino al gobierno de Rajoy (a) Sobresueldos y su partido, esa asociación de presuntos delincuentes que andan de juzgado en juzgado. En esa situación cabe barruntar qué pueda suceder en el futuro a corto y medio plazo. Lo miraremos con respecto al país, al PSOE y a la izquierda en general.

Respecto al país, afirman los socialistas que ahora, desbloqueado el gobierno, el PP, en minoría parlamentaria, tendrá una legislatura muy difícil porque habrá una oposición intransigente del PSOE que no pasará ni una. Pero eso es una quimera. Habiéndose abstenido pretextando "razones de Estado", el PSOE se convierte en rehén de la derecha. Si desbloquear el gobierno era asunto de Estado, también lo será aprobar los presupuestos e igualmente cualquier decisión que tome el gobierno respecto a Cataluña, asunto en el que PSOE está unido al PP como dos hermanas siamesas. ¿Y qué queda? Para los otros aspectos, políticos, económicos, sociales, el gobierno se valdrá del Senado y el Tribunal Constitucional a fin de yugular cualquier propuesta que venga de la izquierda. En realidad, al abstenerse, el PSOE se ha convertido en el rehén de su adversario.

Porque este dispone de una amenaza que es un verdadero chantaje: o seguís apoyando en nombre del interés de Estado o hay elecciones anticipadas en enero, en marzo, en mayo, cuando Rajoy quiera. Así que, de oposición intransigente, nada. La bancada socialista no será de estricto aplauso a la derecha, pero le faltará poco. Tendrá que avalar la política del PP en su agresividad a Cataluña y secundarlo por el camino que lleva al conflicto institucional, la hostilidad más aguda y la ruptura del país por su incapacidad (la de ambos, a fuer de nacionalistas españoles) de encontrar una solución acordada con los independentistas catalanes.

En cuanto al PSOE como partido, los perdedores de la votación de hoy ya debieran estar trabajando para dar la vuelta a la actitud de la organización y reconstruir esta, poniéndola de nuevo en marcha, si quieren tener alguna perspectiva de recuperación. Eso significa que habrán de convocar un congreso extraordinario cuanto antes y dirimir la cuestión que aquí ha quedado en cierto modo aplazada y que tiene algo que ver con la ideología. No mucho, pues de fondo ideológico le queda al PSOE tanto como dinero a la hucha de las pensiones luego del paso por ella de estos buitres peperos. Y, sobre todo, tendrá que convocar primarias y dotarse de un líder y candidato. Si quiere recuperar algo de la centralidad perdida con este desastre provocado por sus dirigentes más reaccionarios, tendrá que encontrar un candidato o candidata de consenso, cosa nada fácil, como están las cosas. Pero sin nadie capaz de reunificar su partido, es poco probable que este consiga mantener la delantera frente a Podemos y no se produzca el famoso Sorpasso.

Y eso lleva a la consideración de la izquierda en general. Podemos tiene ahora el campo expedito para constituirse en oposición real al PP (aunque tampoco lo tengo claro respecto a Cataluña) y aspira a materializar el dicho Sorpasso. Está en su derecho. Palinuro siempre ha dicho que en la política, como en el mercado, si quieres conservar tu puesto, debes defenderlo frente a quienes, muy legítimamente, aspiran a desplazarte. Nadie tiene derecho a nada por providencia divina, sino a ganárselo defendiéndolo.

Pero la situación de la izquierda es más complicada y grave de lo que augura una visión superficial del Sorpasso, según la cual Podemos adelanta y, con eso, substituye al PSOE. Quizá suceda, pero seguirá sin ser suficiente. Podemos puede ganar al PSOE, pero no porque él mismo suba mucho en votos, sino porque el PSOE pierda mucho más. Es poco avisado presumir que las decenas de miles de votos que van a dejar de ir al PSOE vayan sin más a Podemos. El voto de la izquierda no es tan elástico. Los electores de ambos son muy distintos, como lo son ellos mismos, los dos partidos. 

Podemos es un trasunto de IU con elementos florales y mediáticos muy efímeros. El PSOE, un partido socialdemócrata clásico. Sus electores pueden abandonarlo y probablemente lo harán en masa. Pero no será para ir a Podemos. Este representa la mentalidad radical, con sus puntos de demagogia populista y espectacularidad mediática que lo confina a una franja reducida del electorado, cosa que ya está comprobándose y se comprobará más en las próximas elecciones. Cabría que en su seno se impusiera una actitud menos bizarra y una mayor capacidad de diálogo y pacto; cabría que su discurso fuera más realista en una sociedad compleja. Pero el problema es que, para que este discurso sea creíble es necesario, no que el PSOE esté en minoría, sino que haya quedado destruido. Mientras eso no suceda, los votantes del centro izquierda y la izquierda moderada, cuando se les dé a elegir, seguirán prefieriendo al PSOE.

Resumen: hay derecha para mucho tiempo.

diumenge, 23 d’octubre del 2016

Del NO al NI

Los abstencionistas de la Gestora esgrimen dos tipos de razones, las  latentes y las manifiestas. Trato de exponer las primeras, esto es, las referentes a la "cuestión catalana", en la entrevista de Gara de hoy mismo. Solo me resta por añadir, porque acaba de producirse, la ruptura de hecho entre el PSOE y el PSC a causa de esta cuestión. Vamos ahora a las manifiestas.

Son dos: a) la abstención es un mal menor frente a la posibilidad de terceras elecciones; b) un gobierno en minoría tendrá que contar con la oposición y se verá obligado a negociarlo todo.

El miedo a las terceras elecciones arranca de la presunción de que su resultado sería catastrófico para el PSOE y no tan malo para el PP y tampoco para Podemos. Es una presunción compartida por mucha gente: como está el PSOE, unas terceras elecciones lo dejarían tundido. Pero esa posibilidad se da precisamente por el golpe de los abstencionistas. Si estos se desdijeran, votaran NO y restituyeran a Pedro Sánchez en la SG, las tornas podrían cambiar y mucho, teniendo además en cuenta que el protagonismo de la campaña electoral del PP sería del tándem Rajoy/Correa. Los abstencionistas, sin embargo, se cierran en banda ante la posibilidad, lo cual prueba que su interés no es que el PSOE gane las elecciones o el gobierno de España, sino la maniobra interna del partido para descabalgar a Sánchez y poner a Díaz. Política de vuelo gallináceo en la que también van a enfangar la rebeldía de las bases con las firmas, su validación, su tramitación, el orden del dia y los dimes y diretes de estas trifulcas internas de los partidos.

Lo del gobierno en minoría viéndose obligado a dejar que gobierne la oposición del Parlamento suena a pura fábula. El partido de la Gürtel y su presidente, el de los sobresueldos, gobernaron al margen del Parlamento cuatro años; luego, en contra del Parlamento casi un año como gobierno "en funciones"; y ahora lo harán paralizando el Parlamento con la UE, el Senado, el Tribunal Constitucional y la amenaza de unas elecciones anticipadas que la oposición teme más que el pedrisco. Y eso por otros cuatro años o los que los dioses reclamen a título de expiación.

En realidad, lo único sensato que cabe hacer es mantenerse en el NO es NO e ir a las terceras elecciones. Al PSOE solo le falta un líder, un candidato. Los demás ya lo tienen: son los tres que perdieron las elecciones anteriores. Los socialistas pueden escoger a alguien nuevo. Supongo que tendrán en dónde elegir. Y ese tal solo precisa elaborar un discurso convincente explicativo del porqué no se debe votar un gobierno del PP. Y es sencillo: no es posible votar a un partido que está en los tribunales, de arriba abajo, de un extremo a otro. Uno que ha rebajado España a niveles de desprestigio del pasado y que ha gobernado en contra de la mayoría y a favor de los amigos, muchos de los cuales están procesados o ya cumplen condena.

Si, a pesar de todo, la gente lo vota, será sin la servil aquiescencia del PSOE.

dissabte, 22 d’octubre del 2016

No saben qué hacer

Basta con ver el gesto del presidente de la gestora. No saben qué hacer ni por dónde salir. Un grupo de personas, embarcadas en un golpe de palacio, va a tomar una decisión trascendental en nombre de nadie porque tiene a la militancia en contra. Bueno, en nombre de nadie, no. En nombre de los que voten abstención en el CF y supuesto que sean mayoría. Para eso tienen preparada la última artimaña: voto secreto. La mano alzada del 1º de octubre se convierte en la mano oculta un mes más tarde. Muy astuto.

La abstención avanza con astucias, con dobleces, con una tremenda campaña de presión desde las viejas glorias estilo González y los nuevos infiernos, estilo Rubalcaba, con la complicidad de los medios. La idea es única, el pensamiento es único: en España tiene que haber gobierno y ha de ser de la derecha. Para que la situación se calme, Podemos se modere y los catalanes entren en vereda.

Un partido y un país sacrificados en el altar de la cobardía, de la pusilanimidad, del servilismo de la izquierda ante la derecha. Sacrificados por un vaticinio, por una sospecha, por miedo. Por nada.

El abismo oscuro cuya amenaza se esgrime es el de las terceras elecciones. Los abstencionistas temen perderlas por goleada y, a mayor susto, ante un PP cercano a la mayoría absoluta o instalado en ella. Y tienen razón: en unas elecciones con el partido en la situación en que lo han puesto los abstencionistas conjurados es muy posible que el PSOE quedara por detrás de Podemos y se produjera el armageddon, digo el sorpasso.

Y, sin embargo, los abstencionistas tienen en su mano recuperar expectativas saneadas y halagüeñas para su partido. Basta con que revoquen sus decisiones y reintegren a Pedro Sánchez a la secretaría general y candidatura a la presidencia del gobierno. Este debería intentar la formación de un gobierno de izquierda con apoyo de los independentistas y, en caso de no conseguirlo, ir a las terceras elecciones. Su resultado no está cantado sobre todo porque los candidatos del PP tendrán el tiempo dividido entre sus actividades políticas y las procesales.

De todas formas, tampoco estoy seguro de que Sánchez aceptara el reto.

divendres, 21 d’octubre del 2016

Mire bien el PSOE lo que apoya

La Era Gürtel sigue dando episodios tan escandalosos como esperpénticos. El Ayuntamiento de Valencia presuntamente reciclado en lavandería financiera; el señor director general, más dedicado aparentemente a saquear el erario que a cuidarse de aquello que debería dirigir; los capitostes del PP surcando supuestamente los aires a bordo de aeronaves que costeábamos los contribuyentes por medio de la ingeniería empresarial de la Gürtel. Y entre ellos, según se dice, el actual presidente del gobierno, el de los sobresueldos.

Y eso en un día. Calculen los señores de la Gestora socialista lo que tendrán que tragar los próximos cuatro años, mil cuatrocientos sesenta días como este. Miren sus mercedes bien lo que hacen. Y recuerden que, además, estarán dando por buenos los miles y miles de días de los años anteriores de un sistema político que ha funcionado en gran medida gracias a prácticas presuntamente delictivas y continuadas. Estarán aceptando la inepta y maliciosa afirmación de la señora Sáenz de Santamaría cudno dice, queriendo exculparse que en la Gürtel se juzgan hechos del pasado, como si hubiera que juzgar los del futuro.

Dicen los gestores que no hay alternativa. Ni la han buscado y al único que lo intentó lo han mandado al ostracismo.

Miren bien vuesas mercedes qué va a pasar con su partido, que lo tienen en rebeldía. A estas alturas solo pueden ignorar la petición de un congreso extraordinario inmediato (y el consiguiente NO de momento) a base de argumentos trapaceros, de triquiñuelas estatutarias; es decir, dando un segundo golpe de mano, erigiéndose ya en dictadores que actúan en contra de la voluntad de sus representados. Y estudien las consecuencias de esa actitud amenazadora y autoritaria de la señora Díaz, que quiere excomulgar a los réprobos que no voten lo que a ella se le antoja.

Aún están a tiempo de deponer su actitud, dejar de presionar al CF, de intrigar y de recurrir a artimañas, y también a tiempo de escuchar el clamor de las bases en favor del NO es NO.

Terceras elecciones. Pues sí, no pasa nada. Con la Gürtel, la Púnica, la Taula y la Jerusalén liberada cantando todos los días, cada cual sabrá perfectamente lo que vota. Mientras tanto, el gobierno en funciones seguirá cubriéndose de gloria dentro y fuera del país.

dijous, 20 d’octubre del 2016

La caída de los dioses

En los lejanos años 80 del siglo pasado, los socialistas llamaban a Felipe González "Dios", prueba a la vez de su educación religiosa y su irreverencia. Ese "Dios" descendió del Olimpo y se autoatribuyó la condición de "jarrón chino", costoso, delicado, pero de mucho estorbo. Y, en efecto, al cabo de un tiempo, el jarrón, a fuerza de estorbar, ha acabado hecho añicos. En la sede socialista de Torrent, figura el retrato de González junto al de Pablo Iglesias, solo que él está cabeza abajo El "Dios" se hunde en el descrédito. En la Autónoma le han releído su propio pasado en clave negativa en un virulento escrache de anticapitalistas.

El boicot iba dirigido asimismo contra el otro conferenciante, Juan Luis Cebrián, otro "Dios" y este mayor que el socialista porque lo es de los medios. Cebrián es el símbolo vivo de El País, periódico que atesora un pasado de prestigio como vehículo de la democracia en España, pero en los últimos años ha ido perdiéndolo, hasta caer en el estigma de prensa del gobierno. De hecho, la reacción del diario al escrache ha sido de subida militancia, acusando a Podemos -como lo hace el PSOE- de instigar a la violencia. Dice El Plural que "sin pruebas". Depende de lo que se consideren tales. Dada la mutua animadversión entre Podemos por un lado y el PSOE institucional y El País por el otro, lo sucedido era muy de prever.

Lo cual no quiere decir que sea justificable. En absoluto. Impedir la libre exposición de las ideas no es aceptable y menos cuando se hace tumultuaria y violentamente. De ningún modo. Toda censura del tipo que sea implica una presunción de infalibilidad de la parte del censor. Téngase en cuenta que, dado el contexto del acontecimiento -unas jornadas a base de conferencias- lo que los exaltados boicoteadores gritaron y exhibieron podían haberlo dicho tranquilamente en el curso del coloquio. Todo. No hacerlo y recurrir a la violencia, la coacción y el boicot es una muestra de inseguridad y debilidad. Solo quien desconfía de sus ideas se niega a contrastarlas en público.

Los dioses del pasado han perdido su aura y son hoy objeto de ludibrio. Tanto que es preciso encontrar alguna razón. Algo que explique esa encendida animadversión que suscitan ambos. Y no se me ocurre otra que recordar cómo los dos personajes, González y Cebrián, han actuado siempre en sintonía, habiéndose esta reforzado con la entrada de Rubalcaba en el consejo editorial del diario. Este aparece así como el puente que une el gobierno de la derecha (de cuyo beneplácito depende económicamente al parecer) con el PSOE. Dado que, a su vez, algunos bancos han invertido en la empresa, es difícil encontrar un símbolo más acabado del poder en la España de la Restauración. Un bloque de poder que influye decisivamente sobre la opinión pública en pro de una política de partido, favoreciendo a unos, atacando y desprestigiando a otros y manipulando la información a extremos grotescos. Esta actividad no es un escrache más o menos tumultuoso y efímero, sino una política deliberada, aplicada día a día, desde poderosos centros de influencia para manipular la opinión pública al servicio de los intereses de la estúpida, corrupta y sempiterna oligarquía española; la maldición de este país.

No es violento, no es tumultuario, pero es igualmente agresivo, si no más. Y es igualmente condenable.

dimecres, 19 d’octubre del 2016

El laberinto de la izquierda

Las desavenencias de la izquierda son en buena parte las causantes del marasmo de la política española. Otra buena parte se debe a la resistencia numantina de Rajoy a dejar su cargo para facilitar un entendimiento entre partidos. En alguna de sus salidas de pata de banco, todas ellas contradictorias, Rivera llegó a pedir que Rajoy se marchara como condición para apoyar al PP. Pero la responsabilidad mayor recae sobre la izquierda. Dadas las circunstancias, la derecha no tiene que hacer nada. Lo harán por ella. A Rajoy le bastará con sentarse a la puerta de La Moncloa a ver pasar el cadáver de su enemigo. Y es posible que lo consiga.

El PSOE se ha vuelto contra sí mismo. Los conjurados del 1º de octubre escenificaron un golpe palaciego movido, según parece, por la sospecha de que Sánchez, amparado en la decisión del CF del NO es NO, que muchos de ellos lamentaban, se preparaba para saltarse la prohibición del pacto directo o indirecto con los indepes catalanes y Podemos. Consiguieron la dimisión del SG y pusieron en pie una comisión gestora cuyo objetivo, en realidad, es saltarse a su vez la decisión anterior del NO del CF a base de obligarlo a desdecirse con maniobras tan turbias como el voto a mano alzada en la comisión ejecutiva y el voto secreto en el CF. Y todo para que, abstención mediante, gobierne el PP bajo el liderazgo de ese indescriptible personaje, Rajoy.

Un gobierno que está desmantelando el Estado del bienestar, que ha arruinado la Seguridad Social (con un déficit record este año); endeudado como nunca al país; gobernado de modo autoritario, con desprecio del Parlamento y burla a la opinión pública; amparado la mayor red de corrupción que haya habido jamás, de la que, según los jueces, se benefició directamente el PP. Un gobierno que en todos sus niveles, tiene una enorme cantidad de presuntos delincuentes, muchos de los cuales están siendo juzgados ahora y otros, probablemente, lo sean en el futuro, según vayan produciéndose revelacioness en estos procesos.

El presidente de la comisión gestora, Javier Fernández, ha resultado persona muy locuaz y se ha prodigado en todos los medios, explicando y justificando esa abstención que no tiene por qué defender. Su falta de sentido del juego limpio lo lleva a reconocer compungidamente que "ha faltado diálogo" cuando él no ha dejado de largar desde el minuto uno del golpe. Y con una ristra de falacias y perogrulladas del tipo de "abstenerse no es apoyar", "me comprenden más los de fuera que los de dentro", etc. Coronada por esa afirmación de que "el edificio político del PSOE está muy dañado, pero conservamos el solar". Más que dañado, da el edificio por destruido, por eso queda el solar. Debe de referirse al solar hispánico. Aunque lo decisivo de su juicio es la idea de que comienza la reconstrucción del PSOE, condicionada a su pase a la oposición. 

Es el lenguaje de El País, urgido en ocultar el destrozo y embellecer la situación a base de imaginar un gobierno del PP maniatado por la oposición. Este cuadro quiere abrirse camino so pretexto de ser más inteligente que el NO es NO porque opta por el "mal menor" frente a las terceras elecciones. Pero eso de que la abstención es el "mal menor" es un juicio tan subjetivo como el de quien cree lo contrario, que el mal menor son las terceras elecciones.

En todo caso, en los comités, comisiones, corrillos, consejos y conciliábulos de los mandarines la decisión está tomada: abstención. El CF decidirá y, luego, que cada palo aguante su vela. Hay quien votará "no", sabiendo que la decisión final será abstención y quien pide el ostracismo para los votantes del "no". Eso de la democracia es solo para los días de fiesta de guardar. De lo que ninguno habla es de la rebelión de las bases, justo lo más interesante para Palinuro. Los medios la acallan y los socialistas de la gestora la ignoran. Pero está, se ha abierto camino en las redes y ejercerá su derecho al pataleo con una presentación de las firmas contra la abstención y un acto público a la puerta de Ferraz.

Si sale la abstención, será contra la voluntad de una cantidad de militantes que incluso puede ser la mayoría. Y, desde luego, se abrirá un periodo en el que lo que quede del PSOE habrá de recomponerse bajo el permanente chantaje del gobierno de convocar unas elecciones anticipadas (terceras en diferido) y la presión de Podemos por la izquierda, en busca del sorpasso, como única oposición real. En esa actitud de Podemos, que le llevó a votar en contra de la candidatura de Sánchez, está el arranque de la nueva desavenencia de la izquierda, que se mantiene. Es imposible que haya un gobierno de izquierda si lo que Podemos busca es la destrucción de la socialdemocracia.

Y es imposible que, destruido el PSOE, alcance Podemos la hegemonía porque su fusión con IU y sus veleidades radical-populistas lo confinan a una franja de electores relativamente reducida. Con un espacio socialdemócrata huérfano ¿es muy arriesgado pensar que si el PSOE no se refunda de arriba abajo puede salirle un partido socialdemócrata competidor?

¡Es Cataluña, estúpido!

La infamia que los golpistas del PSOE se aprestan a hacer dando paso a un gobierno del PP, el partido más corrupto de la historia de la democracia, dirigido por el peor presidente que ha habido, tiene una causa oculta, una que nadie menciona, una que los miembros de la Gestora esconden celosamente mientras hilan falacias y sofismas para justificar lo injustificable. Invocan la necesidad de evitar terceras elecciones, sollozan que no hay alternativa, engañan y mienten sobre los procedimientos, los modos, las maneras de actuar dentro de su partido. Hacen lo que pueden para garantizar que, en efecto, esta asociación de presuntos malhechores que ha esquilmado el país, que ha vaciado la hucha de las pensiones y ha llevado a la Seguridad Social a la quiebra, pueda seguir haciendo sus fechorías.

Parece literalmente absurdo que un partido que se dice socialista entregue el país en manos de una banda de supuestos delincuentes de clase. Es imposible que, por muy desalmados y vendidos que sean, no se den cuenta de que, además, con esta decisión, están cavando la tumba de un partido de la izquierda más que centenario. Tiene que haber alguna otra razón que explique un comportamiento tan estúpido como malvado.

Y la hay: el PSOE es un partido español a la vieja usanza. Sus máximos dirigentes son todos nacionalistas españoles que en nada se diferencian en este aspecto de los de "una, grande, libre". Han intuido que, en la coyuntura actual, hay un riesgo para la unidad de España producido por el independentismo catalán a cuyos cantos de sirena presumen (sin ninguna prueba en concreto) que se había rendido Pedro Sánchez. Y han montado una conspiración, han dado un golpe de mano, forzado la dimisión del SG, y se preparan para abstenerse en la votación de investidura para que haya un gobierno de la derecha al que ellos dicen que se opondrán, pero al que, en realidad, apoyarán en una política de unión nacional. Porque, en lo tocante a Cataluña, no hay diferencia entre la izquierda y la derecha españolas.

Solo la rebelión democrática de las bases del PSOE puede, si acaso, evitar esta infamia.

De eso trata mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado El estado se prepara y cuya versión castellana incluyo aquí:

El Estado se prepara

El desbarajuste de la política española tiene muchas explicaciones. Todas se resumen en el término crisis. Una crisis política que ha venido cabalgando sobre otra económica cuyo final no se avista. Al contrario, lo que se avista son mayores dificultades y problemas. Y en el orden político también. Lo que empezó como un resurgir del independentismo catalán, vigoroso en las calles, pero sin incidencia institucional, se ha convertido en la acción regular, cotidiana de gobierno de la Generalitat camino de la desconexión. Y, del otro lado, se han puesto en marcha los mecanismos procesales contra autoridades y exautoridades catalanas en un horizonte represivo que no agrada a nadie.

Esta es la razón última de esa crisis política. Y la verdadera. Su más llamativa consecuencia hasta ahora es la fractura del PSOE en dos. Los de Podemos también se atribuirán parte del crédito en esa división. Es su relato: al aparecer Podemos, regeneración de la izquierda, IU quedó absorbida y el enfrentamiento con el PSOE no produjo el ansiado sorpasso, pero ha dejado al partido partido. Es cierto que Podemos preocupa en el PSOE, pero no tanto como el peligro para la unidad de España que cree ver en Cataluña. Aquella invención de Sánchez acerca de la “ruptura de la convivencia en Cataluña” representa una opinión muy extendida entre los socialistas.

En esta situación, el sector más nacionalista español del PSOE empuja a este partido a una especie de frente nacional vergonzante a base de abstenerse y posibilitar un gobierno del PP. No se atreven a proponer una gran coalición abiertamente (aunque a los más de derechas no les faltan ganas) , así que la disimulan con esta aceptación de un gobierno de la derecha que tendrá su apoyo, sin duda, en todos los asuntos de Estado. Y ¿hay algo más de Estado en España que Cataluña?

Después de diez meses de crisis, esta sigue sin resolverse, pero la urgencia catalana fuerza una solución de “unión nacional”, en la que la derecha manda y el PSOE apoya. Quizá sea el mayor realismo de los socialistas el que les haga ver la necesidad de anteponer los intereses de España a los de su partido, como suelen decir todos. La intención de esta unión nacional es fortalecer el Estado frente al consabido reto.

La idea de que el Estado que quieren fortalecer los socialistas debiera ser muy distinto al que quiere fortalecer el PP, ni se considera. La derecha tiene las manos libres para abordar en su estilo los “asuntos de Estado”, de su Estado y ya ha dado la primera señal de cómo entiende su cometido: considerando que el independentismo catalán es un asunto de orden público. Y de ese cálculo fundamentalmente autoritario y erróneo será cómplice el PSOE.

Dentro del campo socialista, el problema se le plantea al PSC. El patriotismo de partido funcionará, pero será muy difícil que, de esta fractura ideológica del PSOE no salga otra territorial, con un Partit dels Socialistes de Catalunya separado de su matriz. Hasta la fecha, una de las funciones del PSC era influir en el PSOE a favor de Cataluña y trasmitir a Cataluña la conveniencia de apoyar al PSOE. La cuestión se pone muy difícil cuando apoyar al PSOE significa apoyar al PP. Y es una cuestión de supervivencia.

Los preparativos del Estado, no obstante, no van más allá de garantizar el apoyo parlamentario a las medidas que pueda ir improvisando el gobierno, básicamente en el ámbito judicial. Seguirá sin haber iniciativa política alguna, ni propuesta de negociación o acuerdo. Seguirá sin haber, incluso, voluntad de escuchar a la otra parte, como durante la última conferencia de Puigdemont en Madrid. En esas condiciones, en ausencia del contrincante, el independentismo continúa con su trabajo organizativo y legislativo para poner en pie las estructuras de un Estado nuevo. Por primera vez en este prolongado contencioso, el proceso no se supedita a la disposición del Estado a entablar negociaciones sino que continúa con independencia de aquel, de modo unilateral, y lo que se perfila al final del camino es una decisión de carácter unilateral, sea un referéndum o una declaración de independencia.

El Estado trae diez meses de retraso y la negativa a las terceras elecciones demuestra que la intención es evitar que el retraso llegue al año y medio de forma que lo primero que se encuentre el gobierno de España salido de esas terceras elecciones sea una DUI.

dimarts, 18 d’octubre del 2016

Órdenes son órdenes

Mal tienen que ver las cosas los de la Gestora abstencionista para que, después de varios globos sonda, la señora Díaz haya decidido dejarse de disimulos y ordenar la abstención del PSOE. Lo ha hecho por boca del secretario de organización, Juan Cornejo quien, a su vez traslada la posición de la Comisión Ejecutiva andaluza. Se acabó la broma. El PSOE se abstendrá y los 85 diputados acatarán la decisión del CF como un solo hombre. El que no lo haga, aténgase a las consecuencias. Debería, según Cornejo, entregar su acta de diputado. Punto.

Sí, las cosas están muy mal. Ya no basta con los sabios consejos de los mandarines, las especiosas razones de los miembros de la Gestora o el cerrado apoyo de los medios, encabezados por El País, cuyos editoriales son consignas en favor de la abstención y ataques a Sánchez y sus seguidores. Ya no basta la propaganda. Hay que acudir a la jerarquía, el ordeno y mando y la amenaza. Frente a la decisión abstencionista está produciéndose una rebelión de las bases, incluidas las andaluzas. A cortocircuitar este movimiento viene la tajante posición y dura advertencia de la autoridad. Las bases en esto no cuentan o yo no he oído a Cornejo o algún otro abstencionista tomarlas en consideración. Cuando estos señores se refieren a que hay unanimidad en el PSOE andaluz sobre la abstención, se refieren a sus órganos representativos, pero no al sentir de la gente que, como es natural, niega ese carácter representativo como contrario a su parecer.

La rebelión se ha extendido como la pólvora, a Madrid, Zamora, Cantabria, parte de Asturias, Murcia, Baleares, Valencia, Galicia, Euzkadi, Canarias, Navarra y, por supuesto, Cataluña, cuya dirigencia ya ha aclarado que los socialistas catalanes votarán "no" a Rajoy. En este enfrentamiento entre los dirigentes andaluces y los catalanes se anticipa lo que puede ser una reedición de las dos Españas, pero dentro de la izquierda. Con la consecuencia de que se generalice la visión del PSOE como un partido andaluz disfrazado de español, lo que suscita animadversión en el resto del Estado y, desde luego, en Cataluña. A las bases se suman voces de dirigentes relevantes y con autoridad, hasta dentro de la propia Andalucía, de forma que esta querencia abstencionista cada vez tiene peor prensa.

Y con razón. La Gestora y sus animadores carecen de las dos piezas esenciales para ganar un debate: no tienen justos títulos y tampoco tienen razones válidas. La falta de títulos es evidente. Sin valorar la forma en que se constituyó la gestora, esta no ha hecho otra cosa que extralimitarse con decisiones y declaraciones que no le competen pues es un mero órgano de gestión diaria, no un centro de adopción de decisiones. Ya hay quien los ha denunciado en el juzgado de guardia.

Además de carecer de justos títulos, la gestora y sus partidarios carecen también de argumentos. Justifican la abstención por la necesidad de evitar terceras elecciones, pero no responden a las observaciones de que el resultado que prevén malo se deba a la situación en que ellos mismos han puesto a su partido y menos lo hacen a la sugerencia de que enmienden su yerro y repongan a Pedro Sánchez en el cargo del que tan indignamente fue destituido.

Por no hablar de esa tartamudeante excusa de que un gobierno en minoría del PP estaría atado de pies y manos por una oposición intransigente. Un poco más de jabón y acaban afirmando que Rajoy tendrá que gobernar con el programa de la oposición. No es solo un argumento falso; es una mentira deliberada. En cuanto el gobierno pierda un par de votaciones que le interesen, disuelve las Cortes y convoca elecciones anticipadas, con un PSOE destartalado, sin dirección y en cierto modo cómplice de las demasías de la derecha. Adiós PSOE.

El terror a las terceras elecciones es el terror a tener que gobernar en condiciones extraordinariamente difíciles. Tanto que los abstencionistas prefieren que lo haga el PP, en el estilo, con las formas y objetivos característicos de esta orientación política. Es la tradicional cobardía de la izquierda, siempre sumisa, dispuesta a aceptar las imposiciones de la derecha sobre todo si intuye que hay un horizonte problemático en la siempre viva cuestión catalana. Frente a ese "reto", las diferencias entre la izquierda y la derecha españolas se difuminan a favor de la derecha.

La pregunta es: ¿hasta tal punto importa al PSOE mantener un simulacro de Estado que está dispuesto a poner el gobierno en manos del partido más corrupto y con el peor presidente de la historia de la democracia?

Si, como dice Cornejo, no hay duda alguna de que el PSOE no quiere nada con el PP, lo mejor es demostrarlo con un NO y no con una abstención que es un NO/SI.

dilluns, 17 d’octubre del 2016

La rebelión de las bases

El país está viviendo la crisis del PSOE con inflamado entusiasmo. Socialistas, no socialistas y hasta antisocialistas siguen los acontecimientos al minuto, discuten sobre ellos, aventuran resultados. El conflicto monopoliza los medios que apenas prestan atención a las explosivas declaraciones de Correa en la vista y las decisiones de los independentistas catalanes. Hasta hay quien sostiene que el conflicto en el PSOE es una "cortina de humo", para que no se hable de la Gürtel. No es probable porque la Gürtel tiene una trascendencia muy superior a los debates socialistas ya que, en realidad, es la cara delictiva del gobierno del PP. Ninguno de los dos asuntos tapa al otro, ambos son permanente noticia y solo la cuestión catalana, la verdaderamente seria, pasa a la sombra, a un segundo plano. 

Los entreguistas han cometido dos grandes errores: de un lado, no esforzarse mucho en argumentar su posición porque dan por supuesto que las bases, la militancia, mantendrán la actitud de indiferencia, hastío y distanciamiento que adoptaron en los tiempos de Rubalcaba. Y no ha sido así sino que los dos años de la SG de Sánchez parecen haber servido para revivir el activismo de los militantes, la conciencia de su importancia y su propósito de hacerse oír democráticamente.  El segundo error, aun más grave, ha sido infravolorar desde el principio la fuerza de esta movilización de la militancia.

Se extiende la especie, sabiamente manipulada por los medios de comunicación, todos ellos al servicio del PP, de que el golpe de mano del 1º de octubre fracturó el PSOE en dos mitades y esa fractura se mantiene. Pero se trata de un juicio interesado, un juicio de parte. El PSOE parece dividido, sí, pero no en dos partes iguales, sino entre los golpistas y los militantes, que no apoyan la abstención. Por supuesto, los golpistas cuentan con el apoyo de sus incondicionales, pero se enfrentan probablemente a la abrumadora mayoría de la militancia. Luego hay un grupo muy numeroso de equidistantes, que no ven con buenos ojos los enfrentamientos internos y lamentan la mala cabeza de las dos partes.

Palinuro opina que no hay comparación. El golpe de mano de los conjurados ha sido un desastre tan descomunal que, lejos de resolver problema alguno del PSOE los ha agravado al límite extremo de la destrucción. Federación tras federación, agrupación tras agrupación, los militantes están enviando a la Gestora un mensaje contundente: NO sigue siendo NO. Nada de abstención. Las agrupaciones o federaciones están divididas o en ellas predomina el NO. Por esta misma actitud se pronuncian miembros conocidos del PSOE, cada vez con mayor peso, como el alcalde de Jun, José Antonio Rodríguez, el de Valladolid Óscar Puente y, recientemente el exministro Borrell.

Sin duda, los golpistas harán mangas capirotes y preferirán no oír la petición generalizada de las bases.  Pero va a resultar muy difícil explicar que un gobierno de la Gürtel, presidido por un político presunto cobrador de sobresueldos en B, es mejor que otro por encima de toda sospecha. Según parece, los conjurados sopesan cinco posibles fórmulas para dar el gobierno al PP y perder lo menos posible. Que si abstenerse unos pero no otros, si faltar unos mientras votan otros, si votar "en conciencia", etc., etc. Con todos mis respetos, estas fórmulas, por alambicadas que parezcan no son otra cosa que tamayazos de distinto jaez. Verdaderos fraudes. 

La decisión del PSOE debe ser NO por muy diversas razones pero especialmente dos tienen el mayor peso: a) la abstención pone al PSOE literalmente en manos del PP y, lo que este deje lo aprovechará Podemos. El PP gobernará teniendo al PSOE uncido al carro de sus arbitrariedades y bajo amenaza de unas elecciones anticipadas. Es decir, el que no va a poder moverse durante la legislatura es el PSOE; b) la Gestora y el Comité Federal tienen la obligación moral de escuchar el parecer mayoritario de la militancia, contrario a la abstención y a favor del NO.

La Gestora pretende con su propuesta de vergonzante abstención que gobierne la Gürtel y el PP que parece ser su partido. Por este motivo puede decirse con razón que la rebelión de las bases del PSOE es el primer paso que se da en España en pro de la regeneración democrática.

diumenge, 16 d’octubre del 2016

"Pressing" PSOE

Vaya, hombre. Los vaticinios son negro azabache. Unas terceras elecciones traerían la catástrofe del PSOE. El PP se acercaría a la mayoría absoluta y sin duda la conseguiría con el chico del side-car, y Podemos materializaría el anhelado sorpasso. Conclusión para cualquier socialista sensato: el PSOE debe abstenerse y dejar que gobierne la derecha de la Gürtel. Ni quito ni pongo rey. Por supuesto que las conclusiones de la encuesta de Metroscopia coincidan al pie de la orden con los deseos del periódico carece de relevancia. Es una casualidad. Una feliz casualidad que da respaldo científico a una decisión previa reflejada en unos editoriales que han sido artillería gruesa contra el PSOE si no se abstiene. 

Porque El País quiere que gobierne el "partido más votado". Lo ha dicho él mismo. Con independencia de si se lo merece o no, asunto este que también ha resuelto Felipe González en la misma línea: que gobierne aunque no se lo merezca. 

Los miembros de la Gestora y su musa andaluza argumentan como pueden a favor de la abstención con postulados que mueven a risa. Uno de ellos afirma que conviene un gobierno del PP en minoría porque así se corregirán los desastres que ha provocado. Ni se le pasa por la cabeza que, en cuanto constituya gobierno con la claudicación del PSOE, el PP convocará elecciones en unos cuantos meses. 

Si se celebran elecciones en esta situación, el resultado puede ser un desastre para el PSOE precisamente por el estado en que lo ha dejado el golpe de mano perpetrado por los conspiradores. Pero, a la vista del vaticinio, el CF puede adoptar otra decisión que sin duda significaría un vuelco a las expectativas, en concreto, eligiendo de nuevo a Pedro Sánchez en primarias como SG y candidato a la presidencia del gobierno. Incluso puede simplemente pedirle que reconsidere su dimisión a base de revocar la decisión que la provocó. Sí, es ridículo. Pero más ridículo fue el golpe en primer término.

Una candidatura de Pedro Sánchez al frente del NO es NO sobre el trasfondo del relato de la Gürtel en sede judicial sería una opción ganadora. Y eso sin contar con que podría haber algún otro candidato con muchas posibilidades, como Borrell, a quien su partido en cierto modo se la debe. Y a Borrell no es preciso hacerle el artículo. Tiene méritos, capacidad y experiencia más que sobrados, frente a los cuales los de sus posibles competidores son inexistentes. Y es catalán. Unionista pero partidario del diálogo con los independentistas.

Un cambio substancial en la situación en cualquiera de las dos opciones. A ver cómo se consigue demostrar que un gobierno de Sánchez o Borrell, con una base parlamentaria suficiente es peor que aceptar un gobierno de la Gürtel por claudicación, amnistiando de paso las tropelías cometidas en la Xª legislatura.

Y eso sin contar con que, según la ministra Báñez, a quien parece haber abandonado su virgen protectora, la Seguridad Social registrará este año por primera vez en su historia un déficit de 18.000 millones de €. Dicen en Roma resignadamente que aquello que no hicieron los bárbaros, lo hicieron los Barberini. Aquí lo mismo: lo que no hizo la Gürtel lo hace su gobierno: llevar a la quiebra la Seguridad Social tras haber esquilmado la hucha de las pensiones.

Es posible que, con todo, el resultado de unas terceras elecciones fuera una mayoría absoluta del PP. En tal caso, este haría las mismas barbaridades que ha venido haciendo y hubiera hecho de ser investido ahora, pero sin la aquiescencia de la oposición socialista.

A pesar de este atosigante pressing, el PSOE sigue teniendo varias opciones y la de la abstención es la peor.

dijous, 13 d’octubre del 2016

La dignidad de la militancia

La rebelión democrática de las bases del PSOE avanza. Ayer, Palinuro daba cuenta de algunas iniciativas de recogida de firmas para pedir congreso extraordinario y primarias y rechazar la abstención. Inadvertidamente se dejó en el disco duro (que es el tintero de hoy) la del alcalde de Valladolid, Óscar Puente, un hombre con arrestos que dice tener ya 65.000 firmas. Igualmente, José Antonio Rodríguez, alcalde de Jun cuenta con dos tercios de las firmas necesarias según estatutos. Ignoro si los cálculos de ambos incorporan los del otro. Pero, en todo caso, sumadas estas a las demás iniciativas en Change.org, es imposible que la opción abstencionista se imponga sin más por fiat del CF, en abierta oposición al sentir de la mayoría de la militancia estimada por los sondeos en dos tercios del total. Para evidenciar esa situación, las distintas iniciativas deben unirse y realizar un acto público de presentación, mostrarse a los medios. Se puede firmar  en change.org pulsando aquí.

Hasta el 1º de octubre el PSOE era la última esperanza de los partidarios del NO es NO. A partir de esa fecha, la esperanza se traslada a la militancia. Esta, sorprendida en su buena fe por la celeridad del blitz de los conjurados, ha tardado poco en reaccionar de forma espontánea, en núcleos dispersos, luchando en entornos hostiles (una de las promotoras ha sufrido amenazas de muerte en Twitter), con el silencio de los medios de comunicación. Y ha emergido como un movimiento de resistencia genuino a lo que cada vez se perfila más como un golpe de mano de una oligarquía. Ahora solo les resta unificar esfuerzos, mostrarse a la opinión y hacer sus propuestas: no a la abstención, primarias y congreso extraordinario y, si ha de haber terceras elecciones, que así sea. Es decir, el programa que los conjurados frustraron descabezando al partido para imponer a su cuerpo una idea distinta de la que anidaba en la cabeza que rodó. Y he aquí que el cuerpo reacciona a través de los militantes y de los alcaldes, el venero de las libertades en España. Va a ser difícil a los caciques frenar ese movimiento.

Sobre todo con los argumentos que el presidente de la Gestora va desgranando por los medios. Es más articulado que Rajoy, cierto, pero el fondo se parece mucho. Dice el señor Fernández que se siente más comprendido "por los de fuera que por los de dentro". Los "de fuera" lo comprenden porque dice lo que quieren oír y por eso no lo comprenden los "de dentro". Un plato es un plato y un vaso es un vaso. O por ahí se anda. O esta otra: "abstenerse no significa apoyar". Y pisar descalzo un alacrán no significa que te pique. Pero lo más seguro es no pisarlo.

En fin, el argumento más poderoso es el terror ante unas nuevas elecciones que los abstencionistas dan por perdidas de modo catastrófico con una casi segura mayoría absoluta de la derecha. Pero ese es un argumento a futuro y tiene tanto valor como su contrario, que el PSOE gane las elecciones, sobre todo si lo procura restituyendo a Pedro Sánchez en su puesto, aureolado ahora con la gloria del resistente y el PP sigue cada vez más enfangado en esa crónica de tribunales que pone los pelos de punta ante la calaña de la gente que nos gobierna.

La militancia socialista es la última reserva de la dignidad de quienes no quieren ser gobernados por un partido que es una presunta organización para delinquir. Y no para salir a los mares a ejercer la piratería y traer tesoros a casa, sino para someter a los ciudadanos a exacciones injustas y privarlos hasta de los medios de subsistencia. De triunfar su empeño, esa militancia devolverá al PSOE su vitola de izquierda, de socialdemocracia y sería un peligro para la consolidación de Podemos que siempre ha procurado la destrucción de aquel.

La militancia quedará exonerada de la alevosía con que actúa esa gestora de tan problemática legitimidad. Nadie podrá acusarla de haber asistido impávida el fin de un antiguo partido. Pero lo mejor para todos, incluidos los conjurados, es que eso no suceda y la militancia movilizada logre sus objetivos aquí y ahora.

NO es NO.

dimecres, 12 d’octubre del 2016

El NO de las bases

El desbarajuste del PSOE nos interesa a todos. Todos somos lo que los ingleses llaman stakeholders en el asunto. Lo son desde luego los militantes, también los votantes y simpatizantes, los no votantes y hasta los "antipatizantes". El PSOE es un puntal del Estado, partido de gobierno, con amplia experiencia y larga historia, el más antiguo del sistema político. Interesa a todos y todos podemos opinar con igal derecho. Excluir a los de fuera en un partido democrático no es práctica aceptable. ¿Quiénes son los "de fuera" y quién lo determina? ¿Lo son los ciudadanos en general? ¿Los simpatizantes? ¿Los votantes? A lo mejor resultan ser hasta los militantes. Es lo que suelen pensar las oligarquías y algo así parece suponer la junta llamada Gestora en medio de la borrasca que ella misma ha provocado.


En este momento parece haber tres corrientes en el PSOE, como siempre: la dirección, constituida mediante un golpe de mano y empeñada en que el PSOE haga presidente del gobierno a Rajoy; un sector muy numeroso y creciente de la militancia que está organizándose y planteando que se respete el NO es NO del CF; y un sector intermedio de neutrales o equidistantes que se lamentan por la unidad partidista rota como Boabdil por la pérdida de Granada y pide recomponerla, generalmente cargando contra la víctima del atropello, que fue Sánchez. Innecesario decirlo, Palinuro, que no es militante y solo ocasionalmente simpatizante del PSOE apoya la segunda opción. Es un derecho democrático fundamental de la militancia hacerse oír. De ahí las campañas que se han iniciado en change.org (hay varias), la de Twitter con hastags como #Decide, #QueNadieDecidaXTi, #ConsultaALaMilitancia, #DeTodosDepende, las de otros grupos, la del alcalde de Jun. En este momento hay en marcha una rebelión de las bases.

La cuestión en litigio es confusa, deliberadamente confusa, porque mezcla dos conflictos: el interno del PSOE en las luchas por el poder, la secretaría general, los puestos, etc y el externo de si se mantiene el NO es NO. El primero, el interno, los tejemanejes,  si Susana Díaz es una trepa ambiciosa o una líder esclarecida; si Sánchez, en el fondo, es un simple o un político honrado de los que ya no hay; si los barones son los "cuerpos intermedios" que juzgan en los asuntos de tiranicidios o unos vulgares caciques atentos a sus territorios. Todo esto interesará a los afectados y quizá a los militantes, pero al resto del personal le es indiferente. Lo que la ciudadanía quiere son partidos de trayectoria clara y, a ser posible, limpia, bien organizados, unidos, capaces de formular un programa viable con unidad de voluntad.

El segundo conflicto, el de la abstención está muy claro. Todo el mundo sabe que Sánchez cayó al haber levantado la sospecha de estar en tratos con el maligno separatista y sus tontos útiles de Podemos. Es posible que este juicio de intenciones sea cierto, pero no deja de ser un juicio de intenciones. Cualquiera puede formular otro y achacárselo igualmente a Sánchez, por ejemplo, que una actitud dialogante con el independentismo pueda dar buenos resultados, quién sabe.

Si hay un movimiento de rechazo en las bases del PSOE, la Gestora está obligada a prestar atención y buscar una fórmula de entendimiento. Se dirá que el CF no tiene por qué escuchar una opinión que nadie ha pedido en tanto no haya que elegirlo de nuevo. A su vez las bases pueden decir que su opinión es vinculante pues el CF pretende revisar una decisión trascendental con la que ellas estaban de acuerdo y hacerlo por un procedimiento torticero.

En el fondo, el asunto es más complejo de lo que  se deduce de lo anterior. La abstención del PSOE no solo abre el camino a un gobierno del PP, sino a un fracaso seguro. Justo en el momento en que el país necesita un gobierno sólido, capaz de encontrar una salida a la cuestión catalana, se inviste uno en minoría, debilitado e inseguro porque pasará más tiempo defendiéndose en los tribunales que gobernando. Un gobierno organizado y sustentado por un partido que es una presunta organización delictiva. Y ese gobierno mancado querrá resolver la cuestión catalana por los medios que le son familiares: el enfrentamiento, la represión. Abstenerse es condenar a todos a cuatro años más de este dislate de una gente cuya idea de país se llama Gürtel.

En manos de las bases está que el PSOE no se haga cómplice de la presunta delincuencia organizada.

diumenge, 9 d’octubre del 2016

La izquierda servil

Es el destino de España. Mejor dicho, el de las dos Españas. Una de ellas, la tradicionalista, nacionalcatólica, autoritaria y caciquil se impone siempre a la otra, progresista, liberal, de izquierda. Normalmente a la fuerza, pero también por sumisión de esta que comparte muchos principios con aquella y no ha sido capaz nunca de proponer una idea, un proyecto propio, autónomo, de España para contraponerlo al otro, al de Trento. Su tono habitual es ese balido resignado del presidente de la Gestojunta que se ha hecho con el poder en el PSOE. "No hay una alternativa de izquierdas" solloza este político socialista. Ni siquiera la ha buscado. Es el derrotismo y la claudicación de una izquierda servil que hunde sus raíces en la historia. Recuérdese que los serviles son coetáneos de los liberales en las Cortes de Cadiz y, después de estas, impusieron la claudicación durante todo el sigo XIX con escasas y breves y agitadas interrupciones: el trienio liberal, la ambigua Constitución de 1837, la Gloriosa y párese de contar. Del siglo XX, mejor no decir nada.

No caigamos en la tentación de atribuir la pusilanimidad de la izquiera a la idiosincrasia española. Quizá tenga que ver su carácter de clase. No es servil por ser española, sino por ser una izquierda burguesa. Lo mismo pasaba en Alemania por aquellos años. Reunidos en la iglesia de San Pablo, en Frankfurt, 1848, los revolucionarios liberales alemanes salieron en 1849 con una Constitución liberal del Imperio alemán. Muy ufanos fueron luego a pedir al Rey de Prusia que la aceptara, contando con comprarlo con el cargo de Emperador pero este los mandó de vuelta por do habían venido. También allí había liberales y serviles.

Sin embargo, tampoco puede el servilismo atribuirse a la clase burguesa sin más. El marxismo de copypaste no funciona. Burgueses eran los revolucionarios ingleses del siglo XVII y burgueses los franceses del XVIII y ambos, en lugar de someterse al monarca, le cortaron lindamente la cabeza. Burgueses eran los colonos norteamericanos que también en el XVIII se rebelaron contra el Rey Jorge III y no se sometieron, declarándose independientes. Toda comparación es odiosa.

Mientras se encuentra una explicación al servilismo de la izquierda española, podemos detectar su última y más lamentable manifestación. Entre las falacias y sofismas que el señor Fernández reparte generosamente por todos los medios, todos curiosamente a su servicio, hay una muy llamativa: "quede claro que El PSOE no se plantea en ningún caso una alianza con el PP, pero claro que hay asuntos de Estado en los que siempre estaremos con el Gobierno". ¡Asuntos de Estado! Ese es el conjuro, el abracadabra que pone al PSOE al servicio de la derecha, con la íntima satisfacción de todo servil, que va de patriota.

A la derecha tiene el lector la jaculatoria en boca de Rubalcaba en 2013. No es extraño que el ABC le dedicara la portada. Y debió de faltarle el canto de un euro para declararlo "español del año", como hiciera con Pujol. Esa declaración de Rubalcaba consagra la involución del PSOE para convertirse en un partido dinástico, aclara por qué no hubo oposición en la Xª legislatura y explica el hundimiento del PSOE a partir de entonces. Y también explica más cosas. Por ejemplo el reciente golpe de mano en el partido. Lo anunciaba Rubalcaba, incorporado al Consejo editorial de El País y lo suelta este Fernández en su afán por justificarse: tema de Estado, asunto de Estado.

¿Qué Estado? Muy sencillo y para entendernos, el que le cabía a Fraga en la cabeza, según desafortunada expresión de Felipe González. Y ¿qué Estado podía caber en la cabeza de Fraga? Este, heredero del de Franco, con su Rey, sus ideólogos, sus jueces, sus policías, sus militares, sus curas, sus falangistas, sus banqueros, sus latifundistas, sus empresarios y sus caciques. Este, el de España una, grande y libre. Una y solo una, que celebra su alegre diversidad de tierras y gentes. Pero siempre dentro de un orden, sin pasar del "sano regionalismo" (Fraga). Ante ese orden y ese Estado inclina servil la cerviz la izquierda porque ha sido incapaz de forjar otro distinto, democrático, libre, plurinacional. ¿Qué Estado? El de siempre, el enorme e inútil armatoste español patrimonializado por la derecha; el sistema de corrupción y sinecuras en que hacen sus carreras los señoritos de la oligarquía y sus mesnadas de obedientes servidores. Si la izquierda es lo suficicientemente mansa de vez en cuando se le deja administrarlo para que parezca alternancia. Pero sin tocar los resortes del verdadero poder. Se permite a los de izquierdas codearse con los de siempre -con las puertas giratorias, las blacks y otras prebendas- pero no que sean alguien en verdad. Llegado el momento decisivo, se les exige obediencia ciega, servilismo. Y eso lo bordan.

Cataluña es hoy la cuestión, el asunto de Estado. Y, no sabiendo por dónde acometerlo, el PSOE claudica y se echa en manos de la derecha para que sea ella quien haga frente a la insurgencia cívica catalana. Que lo hará -ya está haciéndolo- según su espíritu y maneras, mediante la represión, la coacción, los tribunales, lo que haga falta. Y no bastará con que la izquierda socialista vaya voluntariamente uncida  el carro de guerra del PP sino que tendrá que dar su apoyo explícito a lo que haga porque, ya se sabe, en "asuntos de Estado", el PSOE es uña y carne del gobierno.

Lo tienen apalabrado hace meses. Dice Fernández que se escuchará a la militancia en la que es mayoritario el NO es NO, pero que la decisión sobre la abstención corresponde al CF. O sea, a él, a Susana Díaz y a Felipe González. Y han de tomarla a toda velocidad porque crece la contestación en las bases como cuando ruge la marabunta. Y lo que podía pasar a estos conjurados de opereta es que se impusieran unas primarias y saliera reelegido Sánchez.

Añade en otro lugar el locuaz señor Fernández que la concepción frentista de la política es condenable. Pero él está trabajando para formar un frente nacional con la derecha. No hay inconveniente en creerle cuando dice que la abstención no impedirá una decidida labor de oposición del PSOE. Bueno, no hay más inconveniente que la experiencia de que el PSOE lleve cinco años sin hacer oposición. Démosle, no obstante, un voto de confianza y creamos que se opondrá a los presupuestos y a la ley tal y la norma cual y esto y lo otro. Pero en los asuntos de fondo, de Estado, irá de la mano con el gobierno. Y el asunto de Estado es Cataluña. Cuando la petición de suplicatorio para procesar a Carme Forcadell a instancias del TC llegue al Parlament, ¿qué votará el PSC?

Esa condición servil del liberalismo y el socialismo democrático se ve confrontada por primera vez por una especie de rebelión de la militancia. Esta, probablemente, se entristece al avistar el callejón sin salida a que han llevado los conjurados al socialismo español, se indigna al ver cómo en su nombre se amnistía al gobierno y el partido más corruptos de la democracia y se enfurece con los desprecios de Podemos y las bravatas de Iglesias que ya da al PSOE por difunto. Y lo estará, si las bases no lo resucitan.

El desconcierto de la izquierda, con todo, no acabará aunque el PSOE desaparezca por el sumidero de la historia. No hay nada ni nadie con qué sustituirlo. Se han cargado un partido centenario para nada.

divendres, 7 d’octubre del 2016

La bronca socialista y el fondo catalán

El tiro del golpe está saliendo por la culata. Los conjurados no se esperaban esta reacción de las bases y esta sí que es espontánea y tiene un aire impecablemente democrático. Negarse a escucharlas, como hace la señora Díaz, no es buena práctica y pone más de relieve el autoritarismo que traspira toda la operación. Dice Díaz que es tan capaz de defender los intereses de España como los de Andalucía. Es un lenguaje caudillista. Nadie le pide tanto. Basta con que no estorbe y deje de hacer dislates, como ese de favorecer los intereses de España y los de Andalucía cargándose el PSOE.

No es exageración. Las colectividades, las asociaciones, y el PSOE es una, procuran siempre sobrevivir y se preparan para hacer frente a los peligros previsibles. Los imprevisibles son otra cosa. Que el PSOE dinamitara desde dentro su posición de relativa fuerza y mandara al ostracismo a su líder en mitad de la batalla era algo imprevisible. El desconcierto que reina ahora mismo en el partido es buena prueba de ello. Nadie sabe con certeza qué pueda hacerse. La comisión gestora, o sea, la junta de alzados, trae una misión a modo de mandato: el PSOE debe abstenerse y permitir un gobierno de Rajoy. Lo que no se sabe es quién le ha dado ese mandato, aunque se supone en dónde se ha urdido.

Pero la oposición interna está siendo muy fuerte y cuestiona la legitimidad de la gestora para negociar nada con el gobierno y menos que nada, la abstención. Esto pone de los nervios a los gestores que no saben cómo salir airosos. Por eso desbarran al reciente estilo andalusí y el presidente de ese dudoso órgano aclara para las almas cándidas que El PSOE podrá consentir la investidura, pero no va a proporcionar estabilidad. Es un modo tan inepto de plantearlo que cabe dudar de si hemos oído bien. Parte el señor Fernández de que el PSOE (o sea, él y sus amigos) podrá "consentir la investidura", un modo disimulado de darla por supuesta. Abstenerse, pero anunciar que no habrá estabilidad es algo incomprensible. Si no se quiere la inestabilidad solo hay dos posibilidades: o se abstiene uno y, si lo hace, obedece luego todo lo que se le ordene o bien no se abstiene uno, vota en contra porque  NO es NO y vamos a terceras elecciones.

Sin embargo, no será así. A pesar de la Gürtel, las black, la Púnica y demás tropelías, el PSOE dará el gobierno al PP porque la operación de salvación nacional está ya en marcha. Rajoy estaba informado de la operación tramada por PRISA, Felipe González y la taifa sevillana. La clase dominante, las empresas, la banca, la Iglesia o alguna de sus órdenes metomentodo, como el Opus, han decidido cortar el proceso independentista catalán antes de que la situación se ponga peor. Hay un interés de Estado y este exige que se acabe con la ingobernabilidad, con el vacío de poder, con la inestabilidad y que se forme un gobierno compuesto por los dos partidos dinásticos y, si no es posible, por uno con el apoyo del otro. Innecesario decir los nombres. Esa es la finalidad verdadera del golpe: unir los dos nacionalismos españoles como han hecho los nacionalistas catalanes y para combatir a estos.

En ese sentido debe interpretarse el impulso que se acaba de dar a la política represiva frente al independentismo catalán: se procesará a Homs por supuesta prevaricación y se pide el encausamiento de Carme Forcadell, presidenta del Parlament por desobedecer al Tribunal Constitucional. La nación española reacciona valiéndose de su Estado.

Se entiende que los nacionalistas españoles, habiendo comprendido que no están los tiempos para bombardear Barcelona, busquen otras vías para obstaculizar o impedir el proceso independentista. Y que recurran a las vías legales y las ilegales como, al parecer, hacen. De las últimas hay poco que decir si no es en los tribunales. De las legales, en cambio, cabe discutir. Legal es, sin duda, procesar a las autoridades catalanas de todo tipo y condición, parlamentarias, consejeras, expresidentes y lo que venga detrás, con pinta de ser bastante si la desobediencia se extiende. Pero que sea legal no quiere decir que sea inteligente. Europa está acostumbrada a ver en las cárceles de unos u otros países a delincuentes terroristas, muchos de los cuales invocan causas políticas. A lo que no está acostumbrada es a ver dirigentes políticos democráticos y pacíficos presos por sus convicciones. Será digno de ver cómo explicarán las autoridades en las cancillerías europeas la existencia de presos políticos en España. Cómo lo harán los socialistas que prefieren un gobierno del PP a cualquier otra opción.

El acuerdo bajo cuerda de salvación nacional insufla tal ánimo al mortecino patriotismo que el ministro de Exteriores se apresta a conquistar el Peñón. Por si alguien dudaba de las esencias de la raza.