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dijous, 12 de març del 2015

Carta abierta a Pedro Sánchez
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¿Quiere usted ganar las elecciones o no? Diga la verdad; no haga perder el tiempo a la gente. Si quiere usted ganar las elecciones tiene usted que presentar una moción de censura en el Parlamento a un gobierno deslegitimado, desprestigiado, acosado, bajo sospecha y a punto de entrar en la vía penal. ¿Por qué no lo hace?

¿Tiene miedo? Vénzalo.

¿Teme que su adversario le saque los EREs y se encastille en el "y tú más", que lo hará sin duda? Aguántese, dé explicaciones sobre la corrupción socialista, acepte el reproche, haga la crítica, enumere las medidas que han adoptado para impedir que se repita. Y haga ver a Susana Díaz, de paso, que es usted quien defiende al PSA y le saca las castañas del fuego y no al revés, como ella parece pretender. Acepte la parte que le corresponde, aprenda de paso lo caro que se paga que en el PSOE haya también ladrones y sinvergüenzas como en el PP, y pase sin más al ataque. Insista en la línea del debate sobre el Estado de la nación: usted es un político limpio. Esa es su fuerza. Un político de cambio y renovación, sin chanchullos a su espalda, con liderazgo y capacidad. No viene usted, como Rajoy, a pedir a la gente que vote "cambio" cuando él lleva veinticinco años atornillado a la poltrona, cobrando sobresueldos, y amparando la inmensa corrupción de su partido, la financiación ilegal, los fraudes, expolios, pelotazos. Lo tiene usted facilísimo: ¿qué crédito puede tener quien lleva más de veinte años en los papeles de Bárcenas en su caja A, B C y las que sean? ¿Cómo van a renovar nada Aguirre, Cospedal, Arenas, Pons, Floriano, Carromato y los seis mil asesores y demás beneficiarios de la mayor y más siniestra trama de corrupción de la historia de España, unos políticos profesionales y embusteros?

Ataque pues la corrupción, que es la base del PP, un partido que muchos consideran una banda de ladrones. Y siga mostrando que esa banda ha hecho y está haciendo pagar injustamente la crisis a los más débiles, a los parados, los trabajadores, los jóvenes, los dependientes, los niños, los ancianos a los que que expolia mientras ellos roban a mansalva, defraudan los dineros públicos, saquean las cajas y se llevan las fortunas a Suiza, a Andorra, a las Caimán.

Añada que la moción de censura se hace obligada por cuanto, desde el primer momento, amparado en su mayoría rodillo, el gobierno ha decidido ignorar el parlamento, gobernar por decreto ley, no comparecer jamás, no dar explicaciones, no dejar que la oposición pueda pedirlas, no dejarla hablar, controlar y censurar los medios de comunicación y pervertir el sentido de todas las instituciones, empezando por la división de poderes, a ver si consigue salvarse de un proceso penal, evitar su posible condena por delincuente.

De todo esto se sigue que tiene usted no solo el derecho sino el deber, la obligación moral y política de presentar una moción de censura en nombre de los ciudadanos a quienes se ha engañado sistemáticamente, defraudado, robado, expoliado, ignorado y, ahora, se reprime a lo bestia  por medio de una Ley Mordaza de clara estructura, contenido y forma fascistas.

Ciertamente, no la ganaría en el Parlamento, eso ya se sabe. Pero la ganaría en la calle, en los medios, en la opinión pública. La población podría escucharle y quizá llegara a la conclusión de que usted merecería más su voto que este embustero empedernido enquistado en un poder que detenta mediante engaños y falsedades.

¿No se atreve usted? ¿Le falta coraje? ¿Sus asesores se lo desaconsejan?

Parece mentira. ¿No está pidiendo usted el voto y la confianza a los ciudadanos? ¿Para cuándo? ¿Para noviembre? ¿Y no ve usted, así como sus asesores, que esa petición de voto y confianza sería respondida  si demostrara usted, como es su obligación, que es merecedor de ellos?

¿No lo ve? O sea, no solo les falta a ustedes valor; también les faltan luces.

(La imagen es una foto de Wikimedia Commons, con licencia Creative Commons).

dilluns, 2 de març del 2015

Esa moción de censura.

Acostumbrado Palinuro a predicar la conveniencia y hasta el decoro de una moción de censura por los páramos de Castilla, tan áridos como los de Judea, le encanta escuchar alguna otra voz pidiendo lo mismo. Sobre todo si es tan autorizada como la de Odón Elorza. El exalcalde de Donostia publica un artículo en Publicoscopia, valorando el debate sobre el estado de la nación titulado Pedro Sánchez ganó a los puntos pero le faltó remachar. El artículo está muy bien, es equilibrado, justo y nada complaciente. El autor es hombre con criterio. Expresa su deseo de que Sánchez hubiera anunciado la presentación de "una Moción de Censura a Rajoy a la vista del incumplimiento de las promesas electorales, del gran incremento de la desigualdad durante su mandato y de su actitud en el debate pasando de puntillas sobre los casos de corrupción que afectan directamente a la financiación de su partido y las acusaciones delictivas que políticamente le señalan a él como responsable de lo ocurrido en el PP". Pues sí. Tal cual.

Da gusto encontrar un alma fraterna. Palinuro se siente como cuando Robinson descubrió a Viernes. O al revés: se siente Viernes descubierto por Robinson, que en esto del buen salvaje nunca hemos tenido las cosas muy claras los que vamos de civilizados. Da gusto coincidir con otra petición y esta nacida dentro de la Cámara.
 
Hay que presentar una moción de censura para legitimar el Parlamento. Este no puede ser un lugar al que la presidenta en funciones vaya a jugar al Candy Crush. No puede ser un lugar en el que los diputados del gobierno vayan a jalear a su presidente y abroncar al líder de la oposición como si fueran una peña de fútbol y desaparezcan todos como por ensalmo camino de la cafetería en cuanto toman la palabra los portavoces de los grupos minoritarios. No puede ser una apisonadora que imponga los criterios del gobierno sin objeción alguna y aplaste todas las iniciativas de la oposición. No puede ser una claque. No es serio.

La moción de censura se perderá, seguro. Pero dará a Sánchez la ocasión para exponer a la cámara y al país esas propuestas de las que habla Odón Elorza y que pasaron casi inadvertidas en la bronca del debate. Y conviene que así sea para que la ciudadanía pueda contrastar esa información con las toneladas de propaganda a favor del gobierno que ya está soltando la mayoría de los medios.
 
A ver si, aun perdiendo la moción en la votación parlamentaria, Sánchez la ganaría en la votación popular. Eso sí que lo legitimaría sin más dudas como candidato a la presidencia del gobierno. Como alternativa a lo que hay.

(La imagen es una foto de Wikimedia Commons, bajo licencia Creative Commons).

dimecres, 25 de febrer del 2015

Rajoy pierde los nervios.

Con razón no quiere ir Rajoy al Parlamento ni arrastrado. El hombre que iba a "dar la cara" es el que menos cara ha dado en la legislatura y parte en plasma. Quisiera ser el hombre invisible. Solo acude al Congreso cuando no tiene más remedio y trata de condicionar su comparecencia a que se hable de lo que le interesa y se silencie lo que le desagrada. Así lo hizo ayer. Fue a soltar una arenga triunfalista sobre la crisis y callar sobre la corrupción. La arenga, la habitual sarta de mentiras y medias verdades, como ha demostrado fehacientemente Ignacio Escolar. A la corrupción dedicó dos minutos, como si no existiera, el mismo día en que se sabe que tienen a unos cuantos jueces cobrando primas del gobierno por asesorías de muy discutida naturaleza.

Lo de los tres millones de puestos de trabajo que van a crear, además de los tres millones que anunciaba en su día Pons (¿o son los mismos, como los soldados de la película de la venganza de don Mendo?), lo repetirá hoy la Brunete mediática, convertida en orfeón nacional. El mensaje implícito es: en los próximos cuatro años porque el debate de ayer fue el primer mitin de la campaña de marzo-mayo-septiembre-noviembre. El señor Hernando predicó por todas las emisoras la nueva de que el gobierno del PP ha salvado el Estado del bienestar in extremis de unos socialistas enloquecidos que malgastan el dinero en subvenciones para buscar no sé sabe qué padres.

El silencio sobre la corrupción se encontró de pronto con un sonoro muro de acusaciones. La oposición en pleno no hizo sino hablar de ella. Y eso descompuso a Rajoy. Cuando Sánchez le dijo que su nombre estaba ligado al de Bárcenas (ese que él no pronuncia nunca) ya saltó, perdió los estribos y empezó a faltar al respeto en ese tono despreciativo, arrogante, de perdonavidas que lo retrata. Hizo muy bien el socialista en reiterar su acusación de corrupción y precisarla. De las trolas sobre la recuperación ya se había encargado antes, demostrando que sí hubo el rescate que Rajoy niega y aportando dos datos aterradores que este gobierno oculta celosamente: que han saqueado el fondo de las pensiones y han llevado la deuda a donde empieza a ser imposible pagarla. Escalofriantes por la pura incompetencia. Pero el asunto grave, el decisivo, es la corrupción. Y, en efecto, en su segunda réplica, Rajoy ya empezó a insultar directamente. Claro, porque es lo que verdaderamente le preocupa.

Su respuesta fue un estentóreo ¡y tú más!. Sí, muy bien, que los socialistas arreglen su casa. Pero aquí, ahora, se habla del gobierno, de la corrupción, de la Gürtel, de Bárcenas. Es muy sencillo: el presidente debe explicar en sede parlamentaria si cobró o no sobresueldos, por cuánto, a cuénta de qué, procedentes de dónde; si se pagó sus trajes y sus viajes o los pagó la Gürtel, según dice Bárcenas; si el partido se financió ilegalmente; si las reformas de las sedes se pagaron en A o en B; si sus ministros se costeaban los confetti; si los jueces cobran o no sobresueldos.

Tiene mucho que explicar. En realidad, todo. Es incomprensible que sea presidente del gobierno un personaje tan inexplicable como inexplicado. El resto de la oposición interpretó melodía similar: la recuperación es falsa y lo que hay es desmantelamiento del Estado social y democrático de derecho y corrupción. Garzón estuvo muy bien. Brillante. Con verbo incisivo y directo. Rajoy no sabe lo que pasa en la calle; su país solo existe en su cabeza. En opinión de Palinuro, ni en su cabeza, pero ese es otro asunto. En lo del país imaginario coinciden todos los políticos: Rajoy vive en Neverland, para ponerme a tono con el tic-tac de Podemos. Lo único que me chirría del parlamento de Garzón es su insistencia en atribuir culpa a un sujeto colectivo imaginario que llama "el bipartidismo". El "bipartidismo" nos ha traído aquí. Al margen de las consideraciones lógicas del enunciado, las políticas son obvias y, a juicio de Palinuro, erróneas pues la fórmula, en realidad, es otro modo de atacar al PSOE haciéndolo igual al PP, reiterando eso de PPPSOE. Ya cansa un poco esta pequeña infamia. No por lo que tiene de infamia, sino de tonta. Porque si el enemigo es el PPPSOE, ¿acaso no es lo más inteligente dividirlos y enfrentarlos entre sí?

El señor Duran i Lleida, como siempre, pasó caballeroso por el hecho de que Rajoy dedicara menos tiempo a Cataluña que a la corrupción y ese tiempo, para proclamar España "una, grande, libre". En su tono paternalista, el catalán le avisó por enésima vez de lo que se le viene encima en el Principado, pero si ser muy específico porque tampoco él lo sabe.

Coscubiela, de cine. Palinuro es fan del catalán. La señora Villalobos, en un descanso del videojuego, le reprendió por emplear la expresión "capo de la mafia" dirigida a Bárcenas. No anduvo Coscubiela veloz. Debía haberle respondido que obviamente, el "capo de la mafia" es otro.

Por último, la intervención de Rosa Díez, una vuelta más de tuerca a la corrupción, pero con una contundencia de antiguo tribuno. La líder de UPyD dijo al presidente que debía haber dimitido en cuanto se supo que había caja B. O algo así. Ciertamente, es lo que habría pasado en cualquier país democrático del mundo. Es mucha señora la señora Díez y una pena que, a juicio de Palinuro, se equivocara fundando ese partido cuyos días parecen contados.

El debate sobre el estado de la nación, en realidad, es sobre el estado de la corrupción. Esta no empieza y acaba en el fraude de los dineros públicos, sino que tiene ramificaciones inevitables en la corrupción de las instituciones públicas de todo tipo. Si las declaraciones y manifestaciones del gobierno son falsas, engañosas, si manipulan los datos y falsean las estadísticas, todo el discurso público está corrupto y es absolutamente inservible. Una de las corrupciones más claras es la del Parlamento. Este no es órgano de control del gobierno, sino ratificador de sus decisiones. 64 decretos-leyes ha dictado el gobierno en tres años, dijo Sánchez. Esto ya no tiene nada que ver con una democracia. Es un insulto a las instituciones y, a través de ellas, a la ciudadanía, se gobierna de forma autoritaria y despótica.

Hoy continúa el debate e intervendrán los diputados catalanistas o sea, no rasquen ustedes mucho, la antiespaña. Los representantes de las tribus bárbaras que dicen no ser españolas. Cuando Cataluña es parte esencial de España. Véase la corrupción institucional durante los 23 años del pujolato.

Ahí es donde la oposición debe incidir en su deber de control del gobierno. En la corrupción. Ese debe ser el tema monográfico de una moción de censura. De eso es de lo que los ciudadanos están esperando aclaraciones: de los sobresueldos, los trajes, el confetti, la Gürtel, Bárcenas, el contubernio levantino, la Caja Madrid, Blesa y el soldado Rato. Por citar solamente los episodios más relevantes. La oposición no puede negar el martes/miércoles al gobierno capacidad y legitimidad y reconocérselas sin más el jueves.

Tiene que censurarlo.

dimecres, 4 de febrer del 2015

Esto es lo que hay.

Ese pacto necesitado de "buena" explicación ha servido para que ayer todas las portadas de los periódicos trajeran la foto de los dos líderes en ese momento histórico y no los gráficos del paro, con un aumento de este de 78.000 personas en enero, que es la noticia importante, la que desmiente rotundamente la propaganda del gobierno sobre la salida de la crisis.

¿Qué hay que explicar de este pacto perfectamente inútil y cuyo contenido quiere anular uno de los firmantes por medio del Tribunal Constitucional? Nada salvo que se trata de un intercambio de legitimaciones: la oposición mayoritaria legitima a un gobierno con el índice de aceptación popular más bajo de la historia y el gobierno legitima como su alter ego a una oposición que siente el aliento de los galgos de Podemos en su cogote electoral. ¿Quién gana más? El tiempo lo dirá. De momento queda abierta la hipótesis de la gran coalición como se demuestra por el interés de los barones en que se repudie expresamente. Y, por supuesto, para el gobierno, el pacto ya ha cumplido su función esencial: que los socialistas ayuden a ocultar a la opinión pública los desastrosos datos del paro y, al contrario, prediquen como doctrinos la patraña de la recuperación económica. Hace falta ser tonto. Hubiera bastado una demora de 24 horas para que todo esto quedara en evidencia.

Pasadas las elecciones griegas Sánchez explicó, por si había dudas, que "Grecia no es España". Quizá quisiera decir que el PASOK no es el PSOE. Y no lo es. O no debiera serlo. El PASOK oficial se quedó en un 4,2% del voto y la escisión de Papandreu ni siquiera consiguió representación parlamentaria. El PSOE, en cambio, aspira a mucho más; a la mayoría. O eso dice. Pero le aterra la perspectiva del PASOK. Y los rumores en la corte sobre el próximo barómetro del CIS apuntan en esa dirección descendente. El pase a la irrelevancia.

¿Es justo? El PASOK se fundó en 1974. El PSOE es más que centenario, el partido más antiguo de España y ha sido esencial en diversos momentos de su historia. Fue importante en el último decenio de la Restauración, durante la dictadura de Primo, en la IIª República, con abundancia de ministros y hasta presidencias del gobierno, por supuesto en el exilio, ha tenido el gobierno más prolongado de la segunda Restauración y ha repetido más brevemente en las legislaturas de Zapatero. En tan larga vida hay luces y sombras más o menos admitidas por unos y otros. El balance de los gobiernos de la segunda Restauración, globalmente positivo para Palinuro, aunque las sombras se hicieron tinieblas en la segunda legislatura del Zapatero y, con ellas, el PSOE pareció haber perdido el Norte.

Además, llegó la crisis y lo desbarató todo. Con la crisis, el 15M y del 15M, directo, Podemos. Una sacudida tremenda del hasta entonces plácido sistema de partidos, que enfilaba como enemigo el bipartidismo. La crítica, sin duda, era a los dos partidos dinásticos pero el que se resiente más es el PSOE. La prueba, el PP mantiene la base de sus votantes mientras el PSOE teme la desbandada de los suyos.

La crítica al bipartidismo, al ignorar a IU, tuvo el efecto colateral probablemente no querido de dinamitarla. Y con IU va otro histórico, el Partido Comunista, por cuyo futuro nadie apuesta gran cosa. Al final, la candidatura de convergencia popular de Madrid contará con Podemos o no, pero, si no lo hace, se formará por su cuenta con Ganemos, Equo y los escindidos de IU de Madrid, que han procedido a quemar sus naves para evitar todo retroceso, como Juliano el Apóstata en la guerra persa. Esto tiene su miga y merece la pena seguirlo, pero la bronca en firme viene por el lado del PSOE.

En efecto, ¿por qué se hundió el PASOK? Porque se achantó ante la troika y se comió su propuesta de referéndum. Inútilmente porque, al final, el referéndum se ha celebrado en forma de elecciones. Lo mismo que pasa en Cataluña: se impide el reférendum de los catalanes y estos no solamente hacen uno oficioso el 9N sino que ahora tienen otro convocado en forma de elecciones en septiembre. Y el PASOK se hundió. Y subió Syriza, que son los del referéndum y, mira por donde, no cediendo, sino envidando fuerte, Bruselas se ablanda, la Troika se disuelve en humo verde como la bruja mala del Oeste del Mago de Oz y puede llegarse a una solución satisfactoria, un win-win, que celebra hasta la bolsa.

Todo esto habla a favor de Podemos, la Syriza española, y en contra del PSOE que no será el PASOK pero cedió igual que él con la reforma del art. 135 y la convocatoria de elecciones anticipadas en lugar de someter el asunto a referéndum. Aquí eso ni se mencionó. La pasokización del PSOE es una posibilidad. Justa o injusta es cosa de juicio de parte.

¿Cómo puede evitarla? En principio parece haber dos vías, lo cual es molesto, porque es fuerza elegir. O el PSOE se orienta al centro o se orienta a la izquierda. Si se va al centro hace bien en firmar acuerdos con el Gobierno, cuantos más, mejor. Y en hacerse fotos con el poder. Pero corre el peligro de que lo confundan no con un aliado sino con un rehén y sus votos sigan yéndose bien al PP, que es the real thing o a Podemos, seducidos por su melopea populista del ni izquierda ni derecha.

Si se va a la izquierda hace bien en seguir por las asambleas abiertas en mangas de camisa, predicando el retorno del Estado del bienestar como la segunda venida del Mesías, cuando todos los derechos y libertades difuntos resucitarán a la voz de la Justicia. Pero corre el riesgo de no resultar verosímil frente a un discurso más radical de Podemos que, además, tiene una actitud frente a Europa más estilo Syriza, esto es, triunfante.

Son ventajas e inconvenientes. Y la elección, inevitable. Lo que no conviene es tener a Pedro Sánchez predicando la izquierda puño  en alto en Valencia el domingo, e identificando al PP como el "adversario", y firmando un pacto inútil, innecesario e inconstitucional en La Moncloa con el gobierno del PP el lunes. Parece una forma de disociación patológica de la personalidad.

Hay, sin embargo, algo que el PSOE puede y debe hacer tanto si opta por presentarse como partido de centro como de izquierda y es tomarse en serio su tarea de oposición. Oposición a un gobierno que carece de legitimidad (no de legalidad, desde luego) de origen y de ejercicio. Sobran motivos para presentar una moción de censura. Se pueden firmar pactos y presentar una moción de censura. Se puede formular un programa de izquierda y presentar una moción de censura. Censurar es un deber de una oposición a la que no se permite el ejercicio de su derecho a controlar, pedir rendición de cuentas y exigir responsabilidades.

Es también lo único que puede hacer el PSOE sin temor a que le gane Podemos.

Quizá por eso no lo hace.

dimarts, 3 de febrer del 2015

Gestas y gestos.


Acabar con el terrorismo etarra fue una gesta de la sociedad española, que lo había heredado del franquismo. Costó treinta y cinco años y muchos muertos pero, al final, las instituciones democráticas, con todos sus defectos, y duramente puestas a prueba, lo consiguieron. Fue una gesta colectiva en la cual la sociedad tuvo que madurar. También de los políticos. Aunque, como siempre, no de todos por igual. Los socialistas entendieron siempre que lo básico era la unidad de las fuerzas democráticas y por eso propusieron, lo hizo Zapatero, el primer pacto antiterrorista, el Acuerdo por las libertades y contra el terrorismo en 2000. Los populares no lo querían y, con su habitual inteligencia, el señor Rajoy lo calificó de conejo que se saca de la chistera Zapatero. A pesar de todo, firmaron porque estaban en el gobierno y podían rentabilizarlo. Con protestas y abstenciones de otros grupos (a veces muy puestas en razón), pero firmaron.

Lo cual no impidió que, cuando la derecha pasó a la oposición, utilizara siempre la lucha antiterrorista como arma para desgastar al gobierno. El mismo señor Rajoy llegó a acusar a Zapatero de traicionar a los muertos y revigorizar a ETA moribunda a cuenta de su política antiterrorista, exclusiva competencia suya que los demás debían respetar. A pesar de la falta de colaboración e incluso el boicoteo de la derecha, el terrorismo etarra acabó durante el gobierno de Zapatero, quien tuvo el buen gusto de no reclamar para sí solo el mérito. Lo hizo gracias al tesón del ministro del Interior, Rubalcaba, quizá el mejor del ramo que haya habido en España.

Fue una gesta y fue obra de tod@s.

Lo de ayer fue un gesto y fue obra de dos.

Exactamente, ¿qué han firmado estos dos? Nadie lo tiene muy claro. Algunos dicen que un nuevo pacto antiterrorista. ¿Para qué, si ya hay uno? Otros que una renovación del existente o, incluso, uno nuevo en contra del nuevo terrorismo yihadista. Y ¿en qué consiste? En endurecer las penas por terrorismo y en reintroducir la cadena perpetua con un subterfugio lingüístico al estilo de la neohabla gallardoniana.

Como los socialistas están en contra de la figura, dicen que firman pero recurren la perpetua al Tribunal Constitucional. Al tiempo han obtenido la promesa del PP (por lo que pueda valer) de no oponerse si en el futuro la condena revisable es derogada. Subterfugio sobre subterfugio para justificar un gesto de contenido simbólico: estamos unidos frente al terrorismo. Lo dijo Rajoy, el mismo que llamaba al pacto antiterrorista por el que ahora daría la vida, el conejo de la chistera de Zapatero.

Estamos unidos frente al terrorismo. Pero si no hay terrorismo y el llamado yihadista aun no se ha materializado. Es igual, razonan los socialistas, tenemos que dar imagen de ser partido con sentido del Estado. Tenemos que firmar pactos de Estado para demostrar que somos estadistas y no perroflautas acampados en Sol. Aunque sea a costa de hacerle el juego a la derecha, sabiendo que el sentido del Estado de esta es inexistente ya que solo mira por sus intereses de partido y en los bolsillos. Es un gesto, desde luego. Absolutamente estúpido.

Su explicación está en la herencia de Rubalcaba quien, preso del síndrome del Coronel Nicholson en el Puente sobre el río Kwai, está dispuesto a sacrificar su objetivo estratégico por conservar su obra, aunque esta, como es el caso ahora, ya no sirva para nada salvo para legitimar un gobierno que ha perdido todo justo título a seguir gobernando.

El PSOE debiera haberse librado de esa tutela paralizante. No hay nada que pactar con un gobierno que ha roto todos los consensos, faltado a todas las promesas, dinamitado todos los puentes, ignorado la institución parlamentaria, manipulado los medios de comunicación, interferido en la acción de la justicia, legislado en contra de la ciudadanía, recortado o suprimido sus derechos, amparado, encubierto la corrupción y provocado un conflicto territorial de consecuencias imprevisibles.

Al contrario. Hay que marcar las distancias. El domingo, Sánchez daba pruebas de una nueva resolución, un nuevo estilo que todos detectaron: somos socialdemócratas, somos de izquierda, no hablamos de Podemos, nuestro adversario es el PP. Y lo primero que hace al día siguiente es firmar un pacto con su adversario. Bueno, pero hay "líneas rojas". Los socialistas llevan días hablando de líneas rojas, pero solo para saltárselas. Como los enfermos de alguna adicción, que se ponen plazos y límites para no respetarlos. Y ahora vienen con un harapiento gesto de estadistas cuando en realidad son comparsas de la escenificación gestual de la derecha. Si de verdad quieren trazar una línea roja presenten ya una moción de censura. Es insólito que no lo hayan hecho. Pero no lo harán. ¿Por qué?

Porque el mensaje no es estamos unidos contra el terrorismo, sino estamos unidos. Punto.

Gesto eres y en gesto te quedarás. En nuestra época la imagen cuenta mucho. El Sánchez que anunciaba el cambio de actitud e identificaba al adversario no llevaba corbata, al estilo de los nuevos políticos, los de Podemos o los griegos de Syriza. El Sánchez que firmó el pacto con Rajoy llevaba corbata. España no es Grecia. En España, los estadistas llevan corbata cuando hacen gestos.

Luego, al mezclarse con la gente de la calle, a la que se puede decir cualquier cosa, ya no hace falta.

Luego, ya tal.

diumenge, 25 de gener del 2015

Moción de censura a un imbécil corrupto.

Palinuro lleva meses, años, pidiendo que la oposición presente una moción de censura a este presidente, perfectamente caracterizado por Albano Dante Fachin Pozzi como un imbécil.

Ningún país que se precie, ninguna comunidad de ciudadanos que tenga en algo su dignidad, pueden aceptar ser gobernados por un imbécil, un tipo que lleva tres años haciendo y diciendo necedades, estupideces, sinsorgadas. Es verdad que España tiene una larga historia de gobernantes idiotas, desde Carlos II el hechizado hasta Aznar, pasando por Isabel II y  Francisco Franco pues que, además de imbéciles, hayan sido criminales y genocidas, no resta un ápice a su imbecilidad. Y también lo es que a lo largo de los siglos el país parece haber aceptado con resignado fatalismo que, si alguien llega a presidir el gobierno, tiene muchas probabilidades de ser un imbécil.

Entonces, ¿por qué molestarnos? Si Rajoy es un imbécil, no desentona. ¿Para qué montar el lío de una moción de censura? Porque ahora llevamos ya un tiempo en Europa y ahí detectan a la primera los gobernantes imbéciles, se aprovechan de su imbecilidad y las consecuencias las pagan luego los pueblos. Basta con mirar a Grecia. Así, desde el primer momento de su mandato, Rajoy fue calificado en el Parlamento europeo como el líder más incompetente de Europa, lo que tiene su mérito porque los hay a porrillo.

Hay quien sostiene que, siendo España una democracia, al menos formalmente, si un imbécil tiene once millones de votos, deja de ser un imbécil para convertirse en un estadista. Falso. Once millones de votos y once veces once millones de votos pueden elevar al gobierno a un imbécil, pero seguirá siendo un imbécil. Millones votaron a Hitler, un asesino; millones a Nixon, un granuja; millones a Berlusconi, un crápula; millones a  Bush Jr., otro imbécil, perfectamente conjuntado con Aznar. Los votos te dan el poder, pero no las neuronas.

Hay otra razón. Este imbécil es, además, un corrupto, un tipo que lleva veinte años cobrando sobresueldos presuntamente ilícitos, regalos, viajes, dádivas de la Gürtel; veinte años siéndolo todo en un partido que ha generalizado las prácticas corruptas, en donde unos sinvergüenzas han amasado fortunas, han vivido a cuerpo de rey a costa de la ciudadanía, han expoliado lo público, arruinado a cientos de miles de personas y empujado al exilio económico o al suicidio a montañas de gente. Un partido que más parece una asociación de malhechores, un partido de granujas.

El partido de la de ¡que se jodan!, cuya padre, por cierto, está jodiéndose en la cárcel por delincuente.

Y eso ya es la gota que colma el vaso. ¿Gobernantes imbéciles? Es el destino. ¿Corruptos? ¿Para que nos roben? Hombre, ya está bien. Hay que reaccionar y, en efecto, Palinuro lleva meses, años, pidiendo que la oposición haga algo para que, además de robarnos, estos corruptos no nos tomen por el pito del sereno. Jamás tuvo eco. Siendo secretario general del PSOE Rubalcaba -que tenía muchos méritos para ser presidente de España en la más acrisolada tradición de la imbecilidad- amenazó tímidamente con presentar una y ya no volvió a mencionarla, como si hubiera sido un exabrupto del inconsciente, una pesadilla producto de una indigestión.

Por eso saluda hoy Palinuro y aplaude el espléndido, excelente, artículo de Odón Elorza en Publicoscopia titulado Del carnaval de Bárcenas/Rajoy a una moción de censura y espera que tenga más eco que él. Elorza es una autoridad en el PSOE, fue alcalde de San Sebastián, es diputado en las Cortes, hombre culto, con criterio e independencia; hombre respetado. Ojala lo escuchen sus compañeros y la dirección de su partido y comprendan que la moción de censura, hoy, es mucho más que una medida política parlamentaria. Es una obligación moral de la oposición que no puede seguir haciendo el juego a esta banda de profesionales del mangue y el trinque a través de sobresueldos, comisiones, mordidas y paraísos fiscales.

Palinuro, mucho menos importante que Elorza porque es un modesto navegante a quien solo escuchan los peces y las estrellas, no solo lleva años pidiendo la moción de censura sino, prueba de su radicalismo, también que la oposición haga una retirada al Aventino, esto es que, una vez censurado el gobierno (aunque la moción no se gane tiene un enorme poder politico y moral) deje de legitimar con su presencia la absurda farsa en que se ha convertido el Parlamento, reducido a ser la clac de un imbécil, y se retire a deliberar por su cuenta a otra parte.
 
Eso sí sería hacer política a la altura de los tiempos y devolvería a la oposición parlamentaria la iniciativa y la dignidad que la calle le está negando.

divendres, 16 de gener del 2015

El Movimiento Nacional.


Sabido es, el franquismo descansaba en el ejército, la Iglesia y un confuso ente llamado Movimiento Nacional ideológico a la par que institucional, que contaba con una Ley de Principios de carácter constitucional. Un partido único, en definitiva, con un secretario general que era a la vez ministro y un jefe nacional, a modo de presidente, que era el Jefe del Estado, caudillo de España por la gracia de Dios. Ese ente magmático estructuraba la carrera política de los franquistas, igual que el cursus honorum de los romanos, e iba siempre sobre dos carriles, el del partido y el del Estado. Se empezaba como jefe local del Movimiento y, por ende, alcalde; se seguía como jefe provincial y, en consecuencia, gobernador civil y, ya lo hemos visto, se terminaba como jefe nacional y, como es lógico, caudillo de España. Una carrera política en un partido que era el Estado y un Estado que era el partido.

Lo que está haciendo el PP, ya desde su refundación en 1989, si no antes, es reproducir el modelo franquista. La pertenencia al partido es una carrera política. Los militantes son también cargos públicos. Son alcaldes, presidentes de comunidades autónomas, consejeros, diputados, senadores, ministros. Son profesionales de la política como en el franquismo. Pero, a diferencia de la Dictadura, que garantizaba a los militantes los cargos institucionales porque Franco los nombraba a todos, incluidos los alcaldes, la democracia introduce un elemento de incertidumbre si, por ejemplo, se pierden unas elecciones. Los partidos no solo acusan las derrotas electorales en descensos de sus presupuestos, sino también en el aumento de las cesantías. Para evitar esta desagradable situación de los políticos "en suspenso", por así decirlo, el PP parece haber generalizado el cobro de sobresueldos. El sobresueldo ayuda a llevar los tiempos de sequía en cargos públicos.

Luego, cuando se retorna a los cargos públicos se supone que se renunciará al cobro de sobresueldos, entre tanto, objeto de indagaciones judiciales por su naturaleza sospechosa. A veces no es así. En realidad, los sobresueldos son la corrupción institucionalizada de unos profesionales que tienen el partido como una empresa para repartir beneficios. Y ¿qué produce esa empresa? Esencialmente ideología que se articula luego en políticas de desmantelamiento de todo lo público. Basta con escuchar al nuevo alevín a quien Rajoy ha puesto de portavoz de la campaña, ese petimetre heredero de Mont Pelerin pasado por algún think tank de descerebrados cuando dice que Papa Estado no tiene que decirme nada o algo así de ingenioso. A él, en concreto, tiene todo que decirle por cuanto, si mis datos no son falsos, lleva toda su vida cobrando sueldos públicos excepto dos meses que estuvo en algún banco suizo. Y no es broma.

Como no lo es el caso de este jardín de flores y zánganos neoliberales que pasan la vida entrando y saliendo de puestos públicos o semipúblicos, como son los del partido. Es el caso de Hernando, Báñez, Mato, Arenas, Casado, etc. Por no hablar de Cospedal, Aguirre, Ruiz Gallardón, Aznar o el propio Rajoy, todos ellos altos funcionarios o fedatarios públicos que llevan toda la vida en política en cargos desde los que predican y actúan en contra de lo público, del Estado al que juraron (estos son todos de jurar) servir. Y haciéndolo además, con la gracia y el donaire de un paquidermo, como cuando la señora Aguirre -que tiene a toda su familia enchufada en los más variados entes públicos- dice que se acabaron las mamandurrias, sin referirse, claro, a las suyas.

Esa reproducción del Movimiento Nacional es la causa de la corrupción generalizada. Los casos de Matas, Fabra, Baltar, Bárcenas, la Gürtel, Pandora, Camps, el Bigotes, el Albondiguilla, Mato, Díaz Ferrán, Blesa, Rato, Cotino, Castedo y la retahíla de sinvergüenzas, apandadores y granujas no son "casos aislados". Son pruebas de una corrupción institucionalizada, estructural, una forma ordinaria de actuación del partido del gobierno. De hecho, hay algún juez que ya imputa un comportamiento ilícito al partido como tal, que se ha lucrado de presuntos delitos. La cuestión es si el PP es un partido político o más bien una asociación de malhechores. Y una asociación sin ningún tipo de límite moral. Hasta ayer mismo muchos se escandalizaban de que la corrupción valenciana hubiera llevado a pegar mordidas con motivo de la visita del Papa. Hasta ayer, cuando se supo que el PP podría haber financiado su edificio de Bilbao con dinero de donaciones a favor de la lucha contra el terrorismo. Como cuando Roldán estafó a los huérfanos de la Guardia Civil o Urdangarin, al parecer, a una asociación de discapacitados o algo así.

Realmente, hay una conciencia de indignación ciudadana notable. Es la que ha llevado al gobierno de la derecha a pertrecharse material y jurídicamente para reprimir las manifestaciones posibles de descontento popular. La Ley Mordaza es literalmente un abuso. La tendencia autoritaria insoportable. Esas medidas de seguridad por decreto contra el terrorismo yihadista que el PSOE está negociando con el gobierno preanuncian represión indiscriminada de musulmanes.

Sánchez ha estado especialmente desafortunado al ofrecer su apoyo al gobierno en nombre de la doctrina de la seguridad. Lo primero que hizo Bush Jr., fue formular una doctrina de la seguridad nacional que propugnaba políticas preventivas, con las cuales llevó a su país a la guerra del Irak. A su país y a medio mundo. Eso de la seguridad es demasiado serio para dejarlo en manos de gente con pocas luces.

¿O va a apoyar Sánchez también en nombre de la seguridad esta nueva vuelta de tuerca dictatorial de dar plenos poderes a Rajoy? Porque de eso se trata.

dimecres, 19 de novembre del 2014

Toque de atención.


¡Qué antiguo suena todo y qué típico! Ya están los espadones haciéndose oír. Pero no a la antigua usanza, con el cornetín de órdenes y la consigna del día. Ahora lo hacen de un modo infinitamente más peligroso: con razones. El Jefe del Estado Mayor del Eército (JEME), general Jaime Domínguez Buj ha hecho unas declaraciones que han levantado una polvareda de tuaregs entre los políticos y, supongo, sus coros tertuliescos.
 
 El PSOE quiere que esas declaraciones "se rectifiquen"; el PP las ve "difíciles de comprender"; a IU le parecen una "barbaridad" que "aviva el fuego"; ICV, que "son más propias de la legión que del XXI", como si la Legión fuera los Tercios de Flandes y no del siglo XXI, habiendo desfilado hace escasas fechas con su aguerrida cabra. No quiero ni imaginar lo que dirán los nacionalistas gallegos, vascos y catalanes. Ni los intelectuales que creyeron haber "nivelado" España con la Transición.

Pues ¿qué? ¿Qué ha dicho el general? ¿Santiago y cierra España? ¿Por Dios, por la Patria y el Rey? ¿Viva España con honra? ¿Viva la muerte? ¿Arriba España? ¿Todo por la Patria? ¿Se sienten, coño? ¿O no ha dicho nada y se ha limitado a berrear subido a un caballo?

Nada de eso. Todo lo contrario. Un señor pulcro, bien uniformado, ha expuesto con mesura y tino una serie de juicios y consideraciones del presente y del pasado sumamente puestas en razón. Y lo ha hecho no en el patio de armas de un cuartel, sino ante un selecto auditorio en un desayuno convocado por un Instituto de Cuestiones Internacionales y Política Exterior, un organismo de tinte conservador, pero civil, que no tiene su página web muy actualizada, pues no se refiere al desayuno concreto aquí en consideración. Un desayuno no es un seminario de máster, desde luego, pero tampoco es un acuartelamiento de las afueras.

¿Y qué ha dicho el general que ha soliviantado al personal? Cosas que cualquier persona sensata, leída, aficionada a las citas cultas, los conocimientos históricos y la reflexión sobre el ser de España entiende a la primera: que le duele España por la corrupción y el separatismo catalán; que este, el separatismo, se da siempre que el poder central se debilita; que eso pasó en 1808 en la guerra contra el francés y se perdió el Spanish Main; en 1898 y por eso volaron Cuba, Puerto Rico y ls Filipinas. Aquí parece haber un punto de discrepancia: la prensa habla de 1898 y el general responde que se refería a 1808, como si de 1898 no pudiera hablarse. ¿Por qué? Porque de Cataloniae fabula narratur. Ahí está el delicado busilis del asunto, lo que pone de los nervios a los políticos españoles. Cataluña.

A más mesura y discreción ha dicho que las Fuerzas Armadas "no son garantes de nada", sino meros instrumentos del gobierno para hacer cumplir la ley y la Constitución. Me temo, mi general, que yerra usted. En su artículo 8,1 la CE determina que las Fuerzas Armadas "tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional". Otra cosa es que ese artículo, como otros en la Constitución, sea un dislate. Por eso hace usted bien en señalar que están estrictamente a lo que el gobierno mande.

Corona usted su desmesura diciendo que no cree que la cuestión catalana pueda resolverse por la fuerza o mediante los tribunales, sino que es precisa la política. Exactamente lo que lleva todo el mundo dos años diciéndole a Rajoy, como quien habla a un adoquín. Que haga política, pues es político y para eso le pagamos. Sin contar los sobresueldos, añade Palinuro desde el fondo. El presidente del gobierno dice no ser fiscal ni juez, pero su gobierno y él por tanto azuzan a la Fiscalía para que organice un desaguisado en Cataluña. Eso se llama hipocresía y a los hipócritas les irrita sobremanera que les descubran sus vergüenzas.

No se trata de si los militares tienen o no razón. Se trata de que el Ejército no puede hablar de cuestiones que no le competen. Es tan absurdo que dan ganas de llorar. Los militares no pueden hablar; pero ya lo han hecho. Los catalanes no pueden votar; pero ya lo han hecho. A esto es a lo que el JEME debe de llamar "debilidad del Estado". ¿Sí? Pues se va a enterar el milico. Va a caerle un paquete de órdago. Y a Más una querella como un obús. Y todo seguirá deteriorándose bajo la zigzagueante dirección de un auténtico incompetente e irresponsable.

La escandalera de la oposición refleja sus miedos. Los miedos a eso, a los "tiempos de la legión". No confía en la solidez de las instituciones democráticas y teme que, si hay un movimiento involucionista, cuya primera víctima ella sería, tendría un gran apoyo. Probablemente el del noventa por ciento de los votantes del PP que ahora pide al general aclaraciones sobre sus palabras.

Ese es el drama de España: que medio país sigue sin ser demócrata.

divendres, 31 d’octubre del 2014

La democracia pretoriana.


Una de las vías de escape de Rajoy ante cuestiones incómodas es recordar que su gobierno va a presentar un "paquete" de medidas de regeneración democrática. Ya tiene guasa que, a los tres años de gobierno, haya que regenerar la democracia, aunque siempre se podrá decir que la culpa es de Zapatero. El nuevo comisario político de RTVE lo hará. Regeneración es la palabra de moda, el santo y seña de los leales en estos momentos turbios en los que hasta tus compañeros de pupitre resultan ser unos chorizos y muchos con sus puntas de putañeros, bebedores y jugadores. La crème de la crème del neoliberalismo castizo en el jardín de las delicias a costa del contribuyente. Regeneración. Regresa un Bárcenas de esquiar en Chamonix con cargo a la caja B o la C o la D de ese partido que más parece un bargueño de mil cajones, alguno secreto. Regeneración. Se le desparraman los emails a Blesa a la vuelta de un safari en Kenia, de matar antílopes en compañía de alguna agraciada señorita y se conocen las francachelas de los caballeros de la mesa redonda y la tarjeta negra. Regeneración. Se le van las cuentas a Acebes de haber sostenido con fondos de la caja B el periódico Libertad Digital, faro del neoliberalismo, y se descubre que hasta esos fondos a tan noble causa destinados, han desaparecido. Regeneración. Hay alcaldes, presidentes de diputación, de comunidad autónoma en prisión, preventiva o firme. Regeneración. Llevamos treinta meses regenerándonos o escuchando avisos de cómo vamos a regenerarnos.

En realidad, llevamos ciento cincuenta años porque no es casualidad que la palabra de moda sea la consigna de los regeneracionistas del XIX. Ahí estamos. Exactamente ahí. En la segunda restauración borbónica hay dos partidos dinásticos, corroídos por la corrupción (uno muchísimo más que otro), la burocratización, los intereses creados y la política que antes venía a conocerse como turnismo y hoy se llama de de captura de rentas. El Rey va a lo suyo y los partidos dinásticos están dispuestos a cubrir sus borbonadas mientras no se lance a aventuras militares, cosa altamente improbable pues no hay con qué ni en dónde. La Iglesia, amparada en unos Acuerdos con el Vaticano de 1979 que nadie se atreve a denunciar es, comparativamente hablando, más rica propietaria que antes de Mendizabal. Razón por la cual, si alguna vez llegara al poder algún partido sensato de corte europeo, tendría que denunciar los Acuerdos y ordenar una desamortización. La patria, como siempre, convulsa, amenazada de desintegración por la deslealtad o el heroismo nacional de los redentores, según el punto de vista que se adopte.

Dios, Patria, Rey. Los tres pilares del integrismo nacional español están tocados y el sistema político en que se articulan es el mismo andrajoso, miserabley retardatario de la oligarquía y el caciquismo a que Joaquín Costa hubo de hacer frente. ¿Qué regeneración hay aquí? Y, sobre todo, ¿quién la realizará? ¿Los que han amparado, tolerado, quizá instigado y hasta capitalizado esta densa y general trama de corrupción? Eso es simplemente absurdo. Lo único sensato que pueden hacer quienes han provocado este desastre por incompetentes y corruptos es dimitir y convocar elecciones.

Pero no solamente no tienen la menor intención de hacer ninguna de las dos cosas sino que toda su actuación niega de plano la intención misma de regeneración. El Parlamento español es la guardia pretoriana del gobierno. Y en sentido literal. ¿Quién no ha visto esas carreras de Rajoy por los pasillos de la cámara, absolutamente rodeado, bloqueado, por seguratas, diputados a la orden y cargos del partido para evitar todo contacto con la prensa, como si fuera el virus del ébola? Para las comparecencias, el presidente recurre al plasma y para los desplazamientos le gustaría disponer de una máquina de desmaterialización que lo hiciera disiparse aquí y reintegrarse en carne mortal en algún lugar seguro. En tres años no ha habido una sola sesión monográfica sobre la corrupción, el problema número uno del país desde el punto de vista institucional. Rajoy no ha comparecido jamás porque no cabe llamar comparecencia a una visita en un 1º de agosto a recitar una sarta de mentiras, ya evidenciadas como mentiras en el momento en que se pronunciaban.

Es imposible regenerar una democracia pretoriana en la que la oposición no tiene la más mínima oportunidad de controlar al gobierno. En esas circunstancias, su presencia no se explica sino como una voluntad de legitimar una práctica autoritaria que está además causando estragos entre la población. Si la oposición no puede realizar su función en modo alguno, su obligación es ausentarse del Parlamento y denunciar con su inasistencia y su silencio la ilegitimidad de un gobierno por decreto, dirigido por un presidente que debería haber dimitido hace ya mucho tiempo

dilluns, 27 d’octubre del 2014

Cien días.


Se cumplen los cien días de cortesía de Pedro Sánchez como nuevo secretario general del PSOE. Es una convención que raramente se respeta porque, en realidad, es imposible. Quienes acceden a cargos políticos representativos desean darse a conocer cuanto antes, a la par que sus propósitos; tratan de explicar las medidas para alcanzarlos. Quieren hacerse ver de inmediato y en nuestra sociedad se habla sin parar de todo lo que se ve y de lo que no se ve. Así pues ya hay mucho escrito sobre Pedro Sánchez en este periodo de carencia. Hasta Palinuro, tan conservador de tradiciones, le ha dedicado algún post.

Pero ahora cumple el plazo y es momento de volver sobre lo andado. En estos cien días Sánchez ha irrumpido en la esfera pública con ímpetu y el claro deseo de revitalizar la imagen de un PSOE abatido, desmoralizado, desconcertado. Su propia imagen, cuidadosamente construida, muestra un joven líder emergente, con carisma y audacia pero prudente, a gusto en el aparato y en la calle, hombre de partido con un  oído para la gente del común. Su consigna esencial era ocupar todo el espacio mediático que pudiera. Ahí tropezó con el hecho de que ya estaba ocupado por otro líder, el de Podemos, de características muy similares a las suyas, con una discurso que engancha a la gente y que rápidamente marcó terreno en sentido etológico retando al socialista a un debate. Sánchez no aceptó y probablemente hiciera bien, aunque no fuera muy gallardo. Un encuentro entre ambos al que seguramente acudirían con atuendos muy similares podría resultar cómico, pues cada uno parece la caricatura del otro si bien en sentidos opuestos.

El reciente secretario general ha peregrinado por innumerables platós televisivos, estudios de radios, agrupaciones del partido y actos públicos diversos. Es lógico que en esa vida frenética se le escapen a veces juicios no muy afortunados que, como ha sucedido, han obligado a los órganos pertinentes de su partido a interpretarlos en línea con su programa. Son cosas de poca monta. De mayor enjundia son algunas medidas adoptadas que dan buena espina como el volcado de todas las cuentas del PSOE en la red hasta el último ochavo. Con independencia de que ya lo hayan hecho otros o no, es un buen punto de arranque y merece aplauso. Las cuentas, claras.

Lo importante está en las cuestiones institucionales, de calado. Hay tres esenciales: la monarquía, las relaciones de la Iglesia y el Estado y el derecho de autodeterminación de los catalanes. Sobre las tres ha tomado el PSOE de hecho una actitud de partido dinástico que Palinuro no puede compartir. Con independencia de si esta actitud será electoralmente rentable o no al socialismo, lo cierto es que, aclaradas las respectivas posiciones, pueden arrinconarse por ahora las de principios para hacer frente a la urgencia del momento.

Desde el punto de vista de la izquierda, de cualquier izquierda, no hay mayor urgencia ahora que desplazar a la derecha del gobierno antes de que termine de destruir el Estado social y democrático de derecho y el Estado de derecho a secas. Es imperativo liberar el país de unos gobernantes incompetentes y corruptos que lo han esquilmado y lo llevan a la catástrofe y, lo que es más sarcástico, al tratarse de la derecha nacionalcatólica, a la desintegración. Insisto, un punto de toda la izquierda. Si por ajustar cuentas entre sí; por tú más o tú menos; por tú sí y tú no; por yo verdadero, tú traidor, la derecha gobierna otros cuatro años siendo mayoría las izquierdas, estas deberían replantearse su razón de ser en el diván del psiquiatra.

Como están las cosas es poco probable que el PSOE desplace por sí solo al PP, sobre todo porque es de temer que el resultado socialista en Cataluña ya no le garantice el gobierno en Madrid. Seguramente habrá que pensar en alianzas y fórmulas de coalición. Si, cual es hoy verosímil, Podemos desplaza a IU como tercera fuerza o, incluso, al PSOE como segunda, el panorama será de coaliciones de diverso tipo entre PP, PSOE, Podemos, IU y UPyD. Dejamos de lado los nacionalistas, entregados por ahora a otros quehaceres. Siempre que se atisban gobiernos multipartidistas o apoyados por coaliciones de partidos, se desatan pasiones. Nunca con este; jamás con aquel; de ningún modo con aquel otro. Al final los números mandarán y será lo que ellos impongan.

Preparado como ha de estar el PSOE para la mayor cantidad de coaliciones, le interesa presentar esa imagen de centro un poco magmático que quiere acuñar Sánchez, quien ha recogido de los demócratas yanquis la referencia a las socorridas clases medias, un recurso apelativo de éxito. Está bien pensado; no es muy original pero inspira seguridad; el punto medio, el centro, al tiempo que se reafirma también la vieja querencia izquierdista. El centro-izquierda, en definitiva, el mayor banco de votos según creencia general.

En todo caso, la deliberada indeterminación del público receptor del mensaje no obsta para que este sea claro conceptualmente. Es esencial que la gente sepa con exactitud cuáles son las medidas y los medios concretos que el PSOE propone para volver a encarrilar el Estado social y democrático de derecho, el Estado del bienestar y sacar al país de la crisis. Debe estar claro que derogará ipso facto todas las normas del PP que han recortado derechos de la ciudadanía en cualquier orden, laboral, educativo, asistencial sanitario, fiscal, judicial, etc. Igualmente que se abordarán medidas contundentes en contra de la corrupción con carácter de urgencia, para lo cual no es necesario aprobar otro ramillete de leyes, como quiere hacer el PP, sino aplicar con eficacia las ya existentes. Lo demás vendrá dado por añadidura.

La gente debe tener claro que se tratará de mitigar el paro mediante políticas activas de empleo y una política fiscal que las sostenga, que se reorientará el gasto público para hacerlo más redistributivo sin mermar la productividad, que se propugnará una reforma constitucional en la que se blindarán los derechos de la gente y, añadiría yo, se reconozca el derecho de autodeterminación, pero ya sé que eso produce urticaria en el nacionalismo español socialista.

En todo caso, lo más necesario es que el PSOE no aparezca de compadreo con el PP. Resulta absurdo que, por un sentido del Estado mal entenido, heredado del nefasto Rubalcaba, los socialistas legitimen las arbitrariedades de un gobierno que debiera haber dimitido hace mucho y cuya única finalidad es sobrevivir hasta las elecciones. Resulta no solo absurdo sino directamente cómplice que la oposición, en lugar de ejercer de tal, acuda en su auxilio firmando acuerdos con él que rozan lo onírico, como ese según el cual ambos partidos proponen tipificar como delito la financión ilegal que ha sido la forma ordinaria de financiación del PP. Pactar lo que sea con un partido que más parece una banda de malhechores, que lleva veinte años saqueando las arcas públicas y, a día de hoy, aborda la cuestión como si fuera algo ajeno, es una tomadura de pelo a los propios votantes.
 
El PSOE tiene que ejercer de oposición real, no de juego sucio, pero sí muy contundente. Tiene que valerse del Parlamento para controlar el gobierno y, si la mayoría absoluta de este, funcionando como una apisonadora, no lo permite, debe acudir al expediente democrático de presentar una moción de censura. Ciertamente, se perderá, pero servirá para dar a conocer la alternativa socialista. Recuérdese que la consecuencia de la apisonadora no es solamente que se imponga la voluntad del gobierno sin debate sino que la oposición no pueda exponer sus propuestas y estas se oculten a la información pública. Pasada la moción de censura y de seguir la situación igual ya se vería lo que se haría. Palinuro es partidario de una retirada al Aventino pero, por no alborotar el gallinero, de momento se conformaría con una moción de censura a un gobierno que contradice todos los usos democráticos.

dimarts, 25 de febrer del 2014

El debate de hoy.

Dentro de unas horas se escenificará en el Congreso uno de esos actos que los medios llaman "emblemáticos" de la democracia: el debate sobre el Estado de la Nación, quintaesencia en dos largas sesiones del control de la política general del Gobierno y momento aúreo en que este -con notable superioridad de medios por obra del reglamento- explica sus medidas a la cámara y a la opinión pública, las justifica, las legitima y se defiende de las acusaciones y críticas de la oposición. El gobierno a legitimarse y la oposición a deslegitimarlo. Debates, discusiones, diatribas de los que puede salir algo nuevo o inesperado.

Pero no será así. La desnaturalización de la esencia democrática del debate sobre el Estado de la Nación forma parte de la deliberada política del gobierno de reducir el Parlamento a una cámara de aplausos. Y así como Rajoy hurta su presencia siempre que puede, se niega a comparecer o a dar explicaciones, entiende que estos debates de política general son enojosos trámites que es preciso pasar, reduciéndolos a meros ejercicios de falsedad, demagogia, ignorancia de las convenciones democráticas y desprecio por la opinión pública en general y la de los parlamentarios en particular. De hecho, ya suprimió el del primer año con la excusa de que acababa de llegar; el segundo (en realidad, primero), fue pintoresco y el tercero (en realidad, segundo), con la situación mucho peor que hace un año, será de chiste.

Rajoy leerá su discurso de autocomplacencia, pues sigue sin saber hablar sin leer. Y leerá luego el segundo discurso de respuesta al que haga el líder de la oposición mayoritaria. Lo llevará escrito antes de escucharlo, aduciendo que ya sabe lo que dirá el otro. Quiero creer que no sea porque "el otro" le haya facilitado una copia, aunque con esa manía de ser oposición constructiva, a lo mejor se le ha ocurrido.

La primera lectura versará sobre las medidas económicas gracias a las cuales, como es evidente, el país está saliendo de la crisis. Pero es preciso seguir siendo cautos, no echar todavía las campanas al vuelo (aunque razones hay), continuar con las reformas que tan buen resultado han dado. Gracias a la Virgen del Rocío, la del Pilar, la del Amor y Santa Teresa de Jesús. Para el siguiente debate sobre el Estado de la Nación, traerán a Santa Úrsula y las once mil vírgenes. Les harán falta. Aquellos asuntos obstinados cuyos indicadores no obedecen los mandatos celestiales, el paro, por ejemplo, se cargarán en el debe de la herencia recibida.

Luego, cinco minutos para pasar revista a los asuntos menores, todos muy bien encauzados: frente a la corrupción, potente batería de medidas de transparencia que la arrancarán de cuajo y reafirmación de la disposición del gobierno a colaborar con la justicia en el esclarecimiento de los hechos ya producidos. En el episodio de Ceuta, el gobierno ha cumplido la legalidad y quizá cite a su maestro Aznar en situación análoga (aunque no tan brutal): teníamos un problema y lo hemos resuelto. Para Cataluña, un No rotundo, castellano, español. España es una gran nación, la más antigua, según cómputo de su propia cosecha. Punto. Los recortes de todo tipo (salariales, de sanidad, educación y demás servicios públicos, las pensiones, etc.) aparecerán todos bajo el rótulo de sacrificios-que-ya-dan-sus-frutos. El aborto, la Iglesia y la Monarquía, ni mentarlos. Y a sentarse a escuchar las sinsorgadas de la oposición.

Esta lo lo tiene crudo. Diga lo que diga, tropezará con un muro de indiferencia, silencio, hostilidad, desdén y hasta desprecio. La oposición tiene ya interiorizada la idea de que, cuando la derecha se aviene al debate, lo hace por condescendencia, como una concesión al habitual griterío o "algarabía" callejera de los opositores a los que, en el fondo, considera ruines enemigos de la patria. Pero todavía no ha entendido que, además, la derecha no escucha, ni siquiera oye. Respeta el derecho de la oposición a formular sus críticas, pero no se siente en la obligación de escucharla. Son innumerables ya las veces en que, interpelado directamente, Rajoy hace como que no oye, incluso aunque esté escuchando, y no contesta o habla del tiempo.

Por eso, diga lo que diga la oposición no tendrá eficacia alguna. No como si dijera misa (pues en el gobierno habrá algunos que aprovechen para oírla) pero sí como el que canta a la luna. Que poco más es lo que hace. La izquierda a la izquierda del PSOE dispone de poco tiempo y tiene tendencia a plantear asuntos ideológicos, aunque también critica la política económica concreta y sobre todo la social, pero sin gran incidencia. El PSOE, con más tiempo, suele ser más oscilante. Su empecinamiento en ser una "oposición responsable", venga a proponer pactos de Estado, ha desdibujado de tal modo su función opositora que casi la ha aniquilado. Contribuyen a ello los acuerdos básicos en las grandes cuestiones de Estado, la Monarquía, la organización territorial y, presumiblemente, la Iglesia. La abstención hace un par de días ante la petición de dimisión del ministro del Interior habla de entendimiento más allá de lo razonable.

En realidad, de lo único de que cabe debatir es del saqueo a que está sometiéndose España desde hace años, por vías legales e ilegales, con la plena participación del partido del gobierno y del mismo gobierno. Y de la corrupción que los afecta directamente. Es intolerable que la vicepresidenta no dé explicaciones sobre los presuntos sobresueldos que cobra desde 2004. La corrupción, las mentiras, los sobresueldos, las privatizaciones, los expolios, las malversaciones, las cuentas en Suiza. De eso es de lo que hay que hablar en el debate sobre el Estado de la Nación. Hacerlo de otros asuntos es perder el tiempo, es entrar al trapo del habitual discurso triunfal cuajado de mentiras y promesas vanas que nos espeta el líder de un partido que es una presunta banda de malhechores y él mismo está bajo fuerte sospecha de llevar cobrando sobresueldos hace veinte años. No hay que dejarle irse por los cerros de Úbeda de las cifras (falsas), los datos (manipulados), las estadísticas (trucadas) y las habituales trolas. Este gobierno no tiene otra finalidad que encubrir las fechorías realizadas y continuar con el expolio generalizado de los bienes comunes. Pregunten al ministro de Justicia.

Realmente la oposición está desarmada y entregada. Casi se diría que su función es meramente legitimatoria. Ni a presentar una moción de censura se atreve, a pesar de haber amenazado con ello.

(La imagen es una foto de La Moncloa en acceso libre, según su aviso legal).

divendres, 7 de febrer del 2014

Wyoming: Fastest gag in the West.

Lo piensa toda la peña en la Corte: el Gran Wyoming es la única oposición real al gobierno. Y a la oposición. Y al conjunto del sistema político. Y a sí mismo. Eso es lo que le da el toque de genialidad y lo que, de momento, lo hace inexpugnable. Las presiones, intrigas del gobierno y sus gentes, que ya han desmontado al Llanero solitario Ramírez, han tropezado con un bravo plante de la Sexta: Wyoming no se toca. ¡Ah, Wyoming! una respuesta propia de Leónidas en las Termópilas: "¡Entregad el Intermedio!" "¡Venid por él!". El grupo Planeta, de José Manuel Lara, baluarte de la libertad de expresión. La libertad es rentable desde el punto de vista empresarial, como se prueba por el hecho de que el share del "Intermedio" es altísimo. Tienen razón los neoliberales: mercado. Compárese ese share con el que pueda alcanzar un programa similar en TVE (si eso fuera posible) que es una TV sometida a los dictados del gobierno. Lo que no se explica es por qué son ellos precisamente, los neoliberales, quienes someten a dictado a las televisiones públicas. Salvo que la parte liberal del neo-liberalismo también sea mentira.

El poder se enfurece de verse ridiculizado. El poder y todos los demás, excepto los ciudadanos que caen bajo la cámara y el micrófono de ese reportero de luenga barba que parece hipnotizarlos. Todos los demás se pican. Pero el gobierno y su partido se pican más porque, sobre tener más motivos de picazón, les aqueja una radical falta de sentido del humor intrínseca a la derecha española. Mídase el sentido del humor de la ministra Báñez o del ministro Fernández Díaz. Más o menos, así son todos. Casos especiales, el de Montoro, cuyo sentido del humor es puro sarcasmo, y el del presidente del gobierno, que es pura socarronería.

A todos los saca de quicio que los pongan en solfa. Especialmente si se hace con la rapidez, el ingenio y la versatilidad de Wyoming. No hay hipocresía del poder, embuste, demagogia, simple ridículo que no pase por el cedazo del Intermedio y no revele su miseria. Es pura dinamita. Tanto más destructiva cuanto que tiene un fondo moral. La pelea es nombre de la justicia, la equidad, la lucha contra los privilegios y los abusos y el juego limpio y eso queda siempre muy claro en las muchas veces disparatadas conclusiones de Wyoming.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, con licencia Creative Commons).

diumenge, 2 de febrer del 2014

El sobresueldos manda callar.

Le ha salido del fondo del alma. Ya no solo quiere que su gente no hable, que se calle. Ahora también quiere que se calle la oposición. Dentro de poco, en su delirio por ocultar sus fechorías, querrá que se calle el rumor de las olas.

Rajoy ha cerrado el cónclave de lo que algún juez tiene como una presunta asociación de delincuentes leyendo, como siempre, un discurso que es incapaz de pronunciar sin papeles porque no solamente no sabe hablar inglés sino tampoco castellano. Y lo ha hecho mandando callar a Rubalcaba en ese tono despectivo, faltón, tan propio de los señoritos fascistas y los mangantes a los que se dirigía. Un personaje que no sabe hablar en público sin leer ni caer en el ridículo mandando callar otro.Tiene chiste.

Claro que Rubalcaba, el PSOE en su conjunto, quizá toda la oposición, tengan merecida esta impertinencia por su excesiva buena fe. ¿A quién se le ocurre tomarse en serio, como si fuera un partido político, una asociación de presuntos delincuentes, encabezada por un embustero compulsivo que lleva veinte años cobrando sobresueldos y lo que se tercie junto con sus amigotes más fieles? ¿A quién se le ocurre escuchar a un individuo cuya única preocupación es evitar que los tribunales esclarezcan la historia de expolio, latrocinio, corrupción y sirvengozonería de la que lleva supuestamente veinte años lucrándose? ¿Por qué dan oídos a las mentiras, los embustes, la sistemática ocultación de la realidad de este sospechoso de corrupción, amigo y amparador de corruptos? ¿Qué tiene esto que ver con la política? España no está hoy gobernada por políticos más o menos de derechas o de centro sino por una asociación de presuntos malhechores que tiene a sus órdenes todos los aparatos ideológicos y represivos del Estado.

Todo menos la razón y la verdad.

Sostiene el sobresueldos que los españoles nos hemos rescatado solos, más o menos como el Barón de Münchhausen, supongo. Y esta no es sino una de sus llamativas mentiras. El resto viene siempre en cascada como un rosario porque cree que los españoles (no su auditorio, claro, tan corrupto como su jefe) son imbéciles y cabe engañarlos agitando el espantajo de un futuro anuncio de una futura -e inconcreta- bajada de impuestos, mientras el BOE trae una real y concreta subida del 18% del precio del coste fijo de la luz.

Del paro de seis millones de personas, de la bajada de las pensiones, de la precariedad, de la ley mordaza, la ley contra las mujeres, la ley contra la educación pública, la ruina del país, la falta de crédito, no se habla. Y, si se habla, es para decir con todo el morro lo contrario de lo que se está haciendo a la vista de todo el mundo: Hemos logrado preservar los grandes servicios públicos como la educación y la sanidad, que siguen siendo y seguirán siendo universales, públicos y gratuitos. Pura táctica chapapote.

En el PP están a bofetada limpia; España se deshace territorialmente; el paro sigue aumentando; la industria en la ruina; la gente tiene que emigrar o buscarse la vida en los contenedores de basura; las clases medias están desapareciendo. Todo resultado de haber entregado la gobernación de un país a una asociación de presuntos delincuentes, solo especialistas en el trinque, en llevárselo crudo, esquilmar las arcas públicas y robar a la gente. Lo imperdonble es seguir equivocándose con ellos, cuando ya los jueces están poniéndolos en su sitio.

No insulta quien quiere, sino quien puede. Rubalcaba debiera responder por alusiones si no quiere pasar por un conejo y hacerlo como se debe en estas circunstancias: "Usted no tiene nada que decir en política, señor sobresueldos. Antes dé cuentas de sus fechorías ante los tribunales. Luego, ya veremos."

dijous, 23 de gener del 2014

El delirio del ministro

La afirmación del ministro en el Congreso de que nada le dice que, pues no respetan los derechos del no nacido, los socialistas no vayan a legislar en el futuro en contra de los derechos del nacido es delirante. Porque es exactamente lo que está haciendo él en el presente: legislar en contra de los derechos de las nacidas. Es la famosa proyección de la derecha.

En efecto, el hombre debe de estar sometido a una presión muy fuerte; tanto que quizá no sea totalmente responsable de sus actos o dichos. Reconocer que has pretendido imponer por ley tus convicciones personales y ver que no te sigue nadie, ni los tuyos, que en el extranjero te miran con horror y que la opinión pública está mayoritariamente en contra de tu pretensión es un fastidio. Parecen todos contra ti, como en el famoso chiste del loco en dirección contraria en la autopista. Sostener que tu ley contra las mujeres (otro es el nombre oficial) es un avance en el proceso de su emancipación y que solo la aplauda Monseñor Rouco Varela no puede interpretarse a tu favor ni ante tu familia.

Es tal el delirio que quizá no sea delirio sino cálculo político de forzar un enfrentamiento extremo para imposibilitar todo acuerdo. Se insulta al adversario y hay pelea segura. Asesino. Genocida. Fascista. Y ya está liada. Estos católicos son muy de andar con las vísceras en la boca.

¿No es el ministro de hoy el alcalde de ayer, condenado por los tribunales por no pagar a la casera el alquiler del piso donde vívía durante dos años? ¿El mismo alcalde que, en cambio, pagó 120.000 euros de fondos públicos a Urdangarin por unos informes inexistentes? ¿El mismo que estaba dispuesto a regalar al Obispado de Madrid un terreno céntrico en las Vistillas, para hacer un Minivaticano en la capital? Todo esto dibuja un carácter: agarrado con los dineros propios, pero rumboso con los ajenos, los del común que entrega a manos llenas a los mangantes y parásitos que viven de engañar a la gente. Y, en lo tocante a la iglesia, raya en la generosidad celestial, próximo ya a la indulgencia plena, y siempre con los dineros del común. Esta su ley supone entregar de nuevo a los curas y atadas de pies y manos a las mujeres que se les habían escapado con la abominable e impía normativa de los socialistas. Es una ley en contra de las mujeres, para corregirles esa descarada tendencia a creer que, cuando se habla de la libertady dignidad de las personas, se habla de ellas.

Está claro que el ministro es practicante fiel del principio jesuítico de que el fin justifica los medios. Métaselo en la cabeza la oposición. No se enfrenta a un ministro, sino a un enviado de Dios. 

dimecres, 9 d’octubre del 2013

La mentira todo lo ilumina.


Al informarme sobre el debate de ayer acerca de las supuestas mentiras de Rajoy en sede parlamentaria, me vino a la memoria la obra de Thomas de Quincey,  Del asesinato considerado como una de las bellas artes. Fui a buscarlo en casa del Tío Google y me topé con un estupendo artículo de Juan Torres López en El País del mes de agosto titulado Rajoy y el arte de la mentira en el que echa mano de la obra de De Quincey para glosar con mucha ironía e inteligencia como una de las bellas artes la capacidad de mentir del presidente. Suscribo todo lo que en él se dice y lamento no haberlo leído antes pues sin duda hubiera enriquecido algunas de las observaciones veraniegas de Palinuro.

Ignoro si sus señorías habían leído el artículo de Torres que les hubiera mostrado en qué jardín se han metido. De todas formas, el presunto mentiroso estaba, como siempre, ausente y el intercambio fue entre los portavoces de los grupos parlamentarios, especializados en decirse lindezas. Los socialistas y los de IU, que apadrinaban las mociones, pusieron cual no digan dueñas al presidente en ausencia (o en rebeldía, según se mire). Los populares contraatacaron con los EREs y procedieron a formar la guardia pretoriana de defensa, rechazando por enésima vez un debate parlamentario en serio sobre las presuntas mentiras de Rajoy. El parlamento está para proteger al presidente del gobierno y ampararlo en su negativa a comparecer, rendir cuentas, dar explicaciones, incluso ante acusaciones tan graves como la de mentir en sede parlamentaria que, por cierto, es una felonía, un delito o falta que la Constitución estadounidense considera motivo de inhabilitación del presidente, vicepresidentes, etc., los famosos high crimes and misdemeanors. La mentira está bunkerizada.

En 1712, Jonathan Swift publicó un panfleto titulado El arte de la mentira política. Luego se supo que, en realidad, era de su amigo John Arbuthnot. El mismo Swift lo contaba en sus Cartas a Stella. Pero sigue publicándose como obra suya. En 1712, en plena guerra de la sucesión española con Francia, tanto Arbuthnot como Swift venían a ser lo que hoy llamaríamos el gabinete de comunicación del gobierno tory de la reina Ana, o sea, su aparato de propaganda. Para defender la causa de la paz con Francia, los dos escribieron un montón de mentiras y crearon símbolos propagandísticos. Arbutnoth, por ejemplo, creó la imagen de John Bull, icono de Gran Bretaña hasta el día de hoy. Esos son comunicadores, caramba. Entre sus producciones, este arte de la mentira política que debe de ser libro de cabecera de Rajoy y en el que se define la mentira política como el arte de convencer al pueblo de una falsedad saludable con algún buen fin. 

Pues tal cual. Puro Rajoy, que sigue al pie de la letra el tratadillo del mentiroso político. Solo comete un error. Convencido, quizá de esa atribución apócrifa a Goebbels de que una mentira mil veces repetida se convierte en verdad, repite la suya sin parar. Grave error. Goebbels dice algo muy distinto: que debe repetirse la mentira pero no hasta hacerla inservible. Obvio. Lo decía también Arbuthnot: las mentiras deben ser variadas y no conviene insistir obstinadamente en una de ellas. Por ejemplo: no estamos acabando con el Estado del bienestar.

La guardia del pretorio parlamentario también es fiel discípula de Arbuthnot/Swift y sigue a pie juntillas su recomendación de que el mejor modo de contrarrestar una mentira no es con la verdad sino con otra mentira. Ejemplo: 

Mentira: Rompí con el señor Bárcenas cuando me enteré de que era un delincuente.

Opciones:

A.- Verdad: Siguió relacionándose con él después de saberlo a través de SMSs.

B.- Otra mentira: El presidente ya ha dado todas las explicaciones en el Parlamento.

Obviamente, es más provechosa la opción B. Esta puede adornarse, calificando a Rajoy, como hace uno de sus seguidores de hombre justo y honrado. Pero esto pertenece ya al reino de los invertebrados.

Queda solamente por preguntar al PSOE, sin ánimo de atosigar, cuándo interpondrá su moción de censura.

dilluns, 30 de setembre del 2013

Las auditorías.


El PP está de nuevo en campaña electoral. Si por un lado presenta los presupuestos de 2014, por otro reúne a sus cuadros dirigentes para organizar la reconquista del terreno perdido en intención de voto de los electores en estos dos años de gobierno. Al parecer, el gurú electoral del partido, Pedro Arriola, les ha explicado el sentido de los baremos del CIS y los ha orientado, es de suponer, acerca de cómo dar la vuelta a las encuestas, en reciente expresión de Rajoy.

Además tendrán que explicar el sentido de estos presupuestos, vendidos por el gobierno como los de la recuperación y tachados por la oposición de los del hundimiento definitivo. Las recetas son muchas pero una condensa gráficamente el contenido de todas ellas: lo peor de la crisis ha pasado ya. Es difícil defender tal cosa con unos presupuestos que prolongan los sacrificios, alzas y recortes e introducen algunos de tapadillo, al socaire de las habituales interpretaciones equívocas: no se subirán los impuestos el año que viene, pero se congela la paga de los funcionarios que es lo mismo que si se los subieran. Pero si difícil es defender que lo peor ha pasado tratándose de los presupuestos, no se dirá nada de hacerlo tratándose del escándalo Bárcenas. Decir que lo peor de Bárcenas ha pasado ya cuando todos los días gotean escándalos con él relacionados y el procedimiento sigue su curso sin que nadie pueda prever sus consecuencias, tiene mucho de voluntarismo con un punto de ingenuidad.

Por más que el PP se empeñe, el caso Bárcenas no saldrá del escenario sencillamente porque es el caso Rajoy. Por lo conocido hasta la fecha, Rajoy y Bárcenas formaban una especie de unidad para ciertos temas, actuaban conjuntamente y se daban consejas acerca de cómo encarar las dificultades, cual prueban fehacientemente los SMSs del presidente del gobierno. Así que no hay caso B sino caso B/R y ese no va a pasar a segundo plano porque los hechos aflorados que nadie ha desmentido son tan graves que afectan a la legitimidad del mando de Rajoy y lo sitúan en opinión generalizada camino de la inevitable dimisión.

Hace bien el PP en prepararse para las elecciones aún lejanas. Los arúspices vaticinan desgracia. Según sus encuestas internas podría perder la alcaldía y la Comunidad de Madrid, lo cual es muy grave en todos los sentidos, incluido el que el malicioso lector está pensando. Hay que ponerse las pilas, ha venido a decir Arriola, salir a ganar. Es prudente empezar con tiempo. Dar la vuelta a las encuestas no es tarea fácil, sobre todo si no hay con qué.

¿Y la oposición?

Tendría que estar pensando en lo mismo: en prepararse para las elecciones. Cierto, sin dejar de hacer oposición en el día a día pues para eso está. Pero atendiendo más al medio plazo, en las elecciones europeas de 2014, las municipales y autonómicas de 2015 y las generales de ese mismo año que son las importantes. Sin perjuicio de la flexibilidad requerida en todo momento, el mensaje de la oposición en esas elecciones ha de partir de una valoración realista del pasado que sirva para justificar las medidas propuestas. Esa valoración realista ha de hacerse en dos campos distintos y debe tener la objetividad y la frialdad de una auditoría. El primer campo afecta a la crisis en su conjunto y exige una auditoría de la deuda que nadie ha hecho todavía, debiendo haber sido lo primero que se hiciera. Saber qué parte de la deuda es legítima y cuál ilegítima para orientar distintas opciones políticas; en lugar de caer en el pánico y aceptar todo lo que nos echen y como nos lo echen.

El segundo campo afecta a la gestión del PP y debe asimismo tomar la forma de otra auditoría. Mejor dicho, dos: una referida a la gestión de los gobiernos de Aznar y otra a la de Rajoy. La auditoría de la era Aznar, que se ha vendido como la de las vacas gordas por obra de aquel que se consideraba a sí mismo como el milagro de España, debe reflejar los logros y fracasos del empeño, singularmente las consecuencias de la burbuja inmobiliaria que ha producido el destrozo sobreañadido de la parte hispánica de la crisis con sus datos pavorosos. A eso deben añadirse los despilfarros, los dispendios ostentosos, las obras públicas absurdas, los tejemanejes de tupidas redes de corrupción. Aquí la auditoría toma forma de catálogo: los aeropuertos sin aviones, los edificios sin uso, las autovías sin coches. Hacer un catálogo de los disparates y la corrupción que llevaron el país a la ruina.

La auditoría del gobierno de Rajoy debe levantar acta de su peculiar modo de cumplir el programa electoral: subida de impuestos de todo tipo, mermas permanentes de los salarios públicos, recortes profundos en sanidad, educación y pensiones, merma o simple supresión de innumerables prestaciones y servicios sociales. Levantar acta y cuantificarla. Igual que se sabe cuánto poder adquisitivo han perdido los funcionarios puede saberse de los jubilados y de los demás sectores afectados por las retricciones de todo tipo.

Esas auditorías deben ser la base del discurso electoral de la oposición. La clara atribución de responsabilidades por el desastre habido hasta la fecha es el contexto que debe explicar las medidas que se proponen para ponerle remedio.