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dissabte, 8 de desembre del 2007

Stockhausen.

Ayer murió uno de los grandes compositores alemanes, el discípulo de Olivier Messiaen, continuador y superador de Arnold Schönberg y Alban Berg, cuyo dodecafonismo desembocaría en el expresionismo de Stockhausen y su serialismo. No voy a decir que me apasionara porque, tardo como soy, no acabo de llevar bien que lo que suene no tenga armonía. Probablemente soy una víctima típica de ese hecho, señalado por el propio Stockhausen, de que aún hoy, el predominio de la música romántica es casi absoluto. Con todo, ha de reconocerse que la suya movía sentimientos, a veces de forma tumultuosa. Sus obras son muy cansadas pues tengo que escucharlas varias veces y aun así nunca estoy seguro de haberme enterado de lo que he escuchado. Esa fría exactitud matemática requiere una nueva forma de escuchar, exige entrega completa y sin condiciones para hacerse música interior; nada de sonsonetes para acompañar diversos acontecimientos sociales más o menos importantes. Música como revelación interior, al estilo de Messiaen. Nada de extraño que influyera a los Beattles (es célebre el retrato de Stockhausen en la cubierta del LP Sgt. Pepper lonely heart club band) y, más significativamente en The Grateful Dead y Pink Floyd. Toda mi generación ha escuchado a Stockhausen a través de Pink Floyd.

He encontrado este trocito del famoso cuarteto para cuerda "Helicópteros", que forma parte del gigantesco conjunto operístico Licht. Muy típico suyo: la composición sobre el ruido de los rotores, intercalada de voz humana. Es muy breve y muy interesante.

Stockhausen hizo otras cosas además de componer y llegó a ser muy conocido en los años ochenta y noventa. Parte de esa atracción venía dada por su carácter extravagante. Decía, por ejemplo, haber nacido en Sirio y estar dispuesto a remediar muchas injusticias. En donde claramente Stckhausen se saltó todas las normas convencionales y provocó respuestas airadas de muchas partes del mundo fue en su declaración sobre los atentados del 9-11 en Nueva York, considerándolos una obra de arte y aunque luego intentó explicar que no pretendía justifica ni embellecer el atentado, nunca lo consiguió del todo.

dijous, 22 de novembre del 2007

Murió Balarrasa.

Nos acompañó en los años oscuros del franquismo. Con su aspecto desgarbado, el pelirrojo narigudo que parecía hablar con el gaznate era un símbolo de nobleza, discreción, saber hacer e integridad. Destacaba con luz propia en el territorio del espectáculo en aquel tiempo de ordinariez, mal gusto y ramplonería generales. En él intuíamos la entereza de un espíritu que, sin alharacas, no se doblega; una forma, a su manera, de lo que mucho después se llamaría "el exilio interior". Y tan interior: había conservado la nacionalidad argentina y no se nacionalizó español, creo, hasta los años ochenta.

Siempre estuvo rodeado del respeto, el cariño y la admiración de quienes lo trataron. No lo conocí de niño, pero el matrimonio Fernán-Gómez/María Dolores Pradera vivía en la misma calle que mi abuela materna, un par de números más abajo y mi primo, que también vivía allí, jugaba con los dos hijos del matrimonio, de los que siempre habló muy bien. Igual que de sus padres. Como lo hacía todo el mundo.

No estoy inventándome nada. La fotografía que reproduzco la he encontrado en la página web del gran poeta José García Nieto quien en el año de 1950 organizó un almuerzo en el Café Gijón en homenaje a Fernando Fernán-Gómez al que se sumaron todas las letras españolas del momento: Jacinto Benavente, Wenceslao Fernández Flórez, Gerardo Diego, Melchor Fernández Almagro, Mario Pena, Adriano del Valle, Enrique Jardiel Poncela, José López Rubio, César Gonzalez Ruano, Eduardo Llosent, Conrado Blanco, Camilo José Cela, Víctor Ruiz Iriarte, Pedro de Lorenzo, Antonio Buero Vallejo, Mariano Rodriguez de Rivas, Mercedes Fórmica, José Suárez Carreño y José García Nieto. Impresionante. En la foto creo reconocer a algunos de ellos y, en todo caso, es un documento histórico.

Propulsado por este reconocimiento espontáneo y fervoroso que siempre le tributó el público -incluso los niños de entonces, que siempre son los críticos más temibles; hay que ver qué gancho tenía para los niños-, así como sus pares y la sociedad civil y no, por supuesto el oficialismo del régimen, Fernán Gómez ha tenido el privilegio de hacer una larga, brillante y fructífera carrera en la que se han acumulado películas (como actor y director), novelas, alguna poesía, mucho teatro y bastante televisión. Una vida plena, voto a tal. Y se mantuvo como referente vivo en la cultura española hasta el día de hoy, agigantándose con el tiempo y resistiéndose con gran exito a ser convertido en un icono de universal veneración pero irrelevante. A sus ochenta años, Fernán-Gómez seguía siendo Fernán-Gómez, capaz de interpretaciones como la de La lengua de las mariposas.

Uno se había acostumbrado a verlo aparecer así, como un mito, un hombre orquesta y una opinión de peso y autorizada. Pero, para mí, Fernando Fernán-Gómez será siempre el curita Javier Mendoza, de Balarrasa, una magnífica peli de 1951 de José Antonio Nieves Conde, con guión de Vicente Escrivá, en la que también trabajó todo lo que sería el estrellato español de cine y teatro de los años cincuenta, Prendes, Bódalo, Fajardo, Caba Alba, etc. Una historia que era como un colofón a la guerra civil y que retrataba la España de entonces con un grado de precisión, lirismo y competencia cinematográfica como he visto poco por ahí. Imposible olvidar ese carácter de truhán calavera que se encuentra cara a cara con la muerte en la guerra civil, lo que le hace sentir el llamado de Dios, cambia radicalmente, simpre movido por intensas pasiones, profesa cura... y se mete en un follón que recordará en un larguísimo flah back muchos años después en los hielos de Alaska.

Adiós, Balarrasa.

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dilluns, 13 d’agost del 2007

In memoriam: Lluís M. Xirinacs.

El ex-sacerdote e independentista catalán se suicidó, al parecer, el sábado, dejando una nota cuya traducción saco del Insurgente y que dice así:

"En pleno uso de mis facultades marcho porque quiero acabar mis días en la soledad y el silencio.
Si me queréis hacer feliz no me busquéis.
Si alguien me encuentra le ruego que, esté como esté, no quiera perturbar mi soledad y mi silencio.
¡Gracias!

ACTO DE SOBERANÍA
He vivido esclavo 75 años en unos Països Catalans ocupados por España, por Francia (y por Italia) desde hace siglos.
He vivido luchando contra esta esclavitud todos los años de mi vida adulta.
Una nación esclava, como un individuo esclavo, es una vergüenza de la humanidad y del universo.
Pero una nación nunca será libre si sus hijos no quieren arriesgar su vida en su liberación y defensa.
Amigos, aceptadme este final absoluto victorioso de mi contienda, para contrapuntar la cobardía de nuestros líderes, masificadores del pueblo.
Hoy mi nación se convierte soberana absoluta en mi. Ellos han perdido un esclavo.
¡Ella es un poco más libre porque yo estoy en vosotros, amigos!
Lluís M. Xirinacs i Damians.



Lluís M. Xirinacs fue un gran luchador antifranquista que hizo más por el retorno de las libertades a España que muchos que hoy andan por ahí tirándose el pliego de demócratas de toda la vida. Protagonizó manifestaciones y huelgas de hambre, estuvo perseguido y dio con sus huesos en los años setenta en la cárcel concordataria de Zamora, do los franquistas recluían a los curas díscolos. Luego fue senador en las Cortes constituyentes y, por último, decepcionado por la política de la transición, que no había traído la independencia para Cataluña, abandonó la vida de activista y la de cura. Pero todavía en 2002 sería juzgado por declararse públicamente amigo de ETA y Batasuna y condenado a algo más de dos años de cárcel, que no cumplió a causa de su avanzada edad y delicado estado de salud.

Es posible que en esta última decisión suya, tan poco católica, haya influido algún tipo de depresión por la enfermedad incurable que padecía, pero ello no resta un adarme al contenido político de su manifiesto/testamento. El cura Xirinacs era un fervoroso nacionalista catalán, especie de trasunto ibérico del Mahatma Gandhi. Como él, creía en la superioridad moral de la no violencia, pero no llegó a estar a la altura del gran apóstol de la Ahimsa. De un lado, se declaró amigo de ETA, que es una organización dedicada exclusivamente a la violencia y, de otro, acabó su vida poniendo fin a ella de modo violento.

Esta obvia inconsecuencia, que no se observa en Gandhi cuyo rechazo a la violencia fue siempre total, sin reservas ni excepciones, se debe, a mi modesto entender, al nacionalismo de Xirinacs. Un nacionalista, especialmente un nacionalista extremo, es alguien capaz de supeditar la vida humana al avance de lo que él llame "la nación". Así tomado, el nacionalismo es una forma más del fanatismo. La nación oprimida tiene en ellos la fuerza que la yihad tiene para los fanáticos musulmanes. Estos ponen sin dudarlo el Islam, al Profeta, a Alá (es decir, sus creencias en esas cosas, gentes, dioses) por encima del respeto a la vida humana, a la ajena y a la propia. Por eso asesinan a quien se les pone en el camino y se saltan a sí mismos en pedazos, felices de ser mártires.

Los pistoleros de ETA cumplen parte del programa, esto es, asesinan siempre que pueden, pero aún no se ha conocido un sólo caso de etarra suicida, digamos, en "acto de servicio", o sea en una ekintza. Lluís M. Xirinacs es el primer caso de persona con notoriedad pública que invoca su nacionalismo e independentismo a la hora de extraer lecciones morales de su autoinfligida muerte. El último párrafo de su misiva da que pensar. "Hoy mi nación se convierte soberana absoluta en mi. Ellos han perdido un esclavo. ¡Ella es un poco más libre porque yo estoy en vosotros, amigos!" Suena un poco raro, un puntito errático y como evangélicamente forzado.

En todo caso, aun no coincidiendo con el padre Xirinacs en sus apreciaciones y juzgando desmesurada y fuera de la realidad ordinaria su idea de que Cataluña esté "esclavizada" por Francia, España e Italia, lo considero un luchador antifranquista ejemplar y un hombre íntegro, de notable fuerza moral.

Descanse en paz.

diumenge, 18 de febrer del 2007

El colaboracionista.

Leo en Le Monde que ha muerto Maurice Papon, colabo francés del régimen de Vichy, responsable de la deportación a campos de concentración alemanes de 76.000 judíos (entre ellos 12.000 niños) de los que sobrevivieron 2.500. Hasta aquí todo en orden: un genocida más al que juzgan y condenan.

Pero este genocida llegó a ministro de Francia; ministro del Presupuesto en el Gobierno de Raymond Barre, siendo presidente de la República Valéry Giscard d'Estaing. Y eso que su ascenso no estuvo libre de polémica ya que, siendo Prefecto de la Policía de París (momento de la ceremonia que recoge la foto) dictó el famoso comunicado de 5 de octubre de 1961 que equivalía a un toque de queda sólo para los argelinos. Y es el responsable de la matanza que se produjo cuando la policía a sus órdenes reprimió una manifestación "amistosa" convocada por el FLN.

Este viejo radical-socialista, convertido en defensor fiel de la "revolución nacional" recomenzó su carrera política al lado del General De Gaulle, en el primer gobierno de éste después de la guerra.

No se dirá que la cuestión no es fascinante: Maurice Papon o de cómo un genocida llega a ministro de la República Francesa.

Ha muerto a los 96 años. Descanse en paz.

dilluns, 11 de desembre del 2006

Quia pulvis es et in pulverem reverteris.

El dictador también, como todxs, era polvo y ha vuelto al polvo. Descanse en paz. Sí, descanse, porque en vida se dio grandes trabajos y no paró hasta enviar al polvo prematuro a muchxs de sus semejantes, tras haberlxs torturado. Un hombre detestable. Un asesino. Un asesino lleno de entorchados, engalanados y oriflamas. Un asesino bendecido por los curas y apoyado por muchas cancillerías occidentales.

El asesino Pinochet (a la izquierda en la foto de CTK-AP) admiraba a Franco. Llegó a España a rendirle el último tributo con el otro ya cadáver y no recuerdo si vino algún otro Jefe de Estado del mundo. Yo estaba fuera cuando Franco murió, pero no me parece que hubiera funerales vistosos. Aquella muerte fue un alivio para mucha gente, gente que enterró a su Caudillo casi de incógnito. Pero Pinochet estuvo a rendir tributo póstumo a su maestro. En efecto, igual que Franco, el chileno rompió su palabra, fue perjuro y traicionó al régimen que había jurado proteger. Su golpe fue menos cruento que el de Franco, pero no menos falto de escúpulos. La diferencia estuvo en la resistencia que pudo oponer la parte legítima, la traicionada; de tres años la República en España y de escasas horas el Gobierno de Unidad Popular de Salvador Allende en Chile, que carecía de todo apoyo militar.

Después, ambos dictadores gobernaron de forma muy parecida: tratando a la población como si lo fuera de un territorio ocupado, secuestrando, torturando y asesinando a quienes pudieran oponérseles. Hay otro asunto de interesante paralelismo entre el pinochetismo y el franquismo. En las dos dictaduras hubo un notable desarrollo económico; en Chile en la segunda mitad de los 70 y en España ya en los 60, asunto que el saber convencional al uso, en el caso de Chile, atribuye a la política económica monetarista y desreguladora estilo friedmaniano que la dictadura aplicó, sin que lxs economistas de esta tendencia hagan muchos ascos a que se lxs vincule con un régimen sanguinario. Lo que puede la vanidad de probar que las teorías de unx son las correctas. Y no lo son. El franquismo tuvo también un desarrollo espectacular sin recetas friedmanianas; al contrario, con un fuerte intervencionismo estatal en todos los frentes. En realidad, el desarrollo económico de las dos dictaduras (que las dos trataron de utilizar para legitimarse mediante criterios tecnocráticos) no tiene nada que ver con la escuela de Chicago y las pamplinas de monetaristas y keynesianos. Es, simplemente que, en las condiciones de dictadura y falta de libertad de asociación, de derecho de huelga, etc, la tasa de explotación se eleva como un cohete y, con ella los beneficios. La acumulación de capital se hace explotando más a los trabajadores a los que no se permite ni quejarse. Beneficios exponenciales, salarios intervenidos, subvenciones a las empresas, canonjías aseguradas, inversiones de alta rentabilidad con chanchullos con las autoridades, el Estado al servicio del capital, el desarrollo está garantizado con recetas friedmanianas, keynesianas y hasta de Garcilaso de la Vega.

Por desgracia para el asesino chileno, su paralelismo vital con el asesino español termina aquí. El invicto caudillo hispano murió en la plenitud de su poder, siendo Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos; es más, murió matando. Un mes antes había ordenado la ejecución de cinco miembros de dos organizaciones políticas que entonces se llamaban armadas (ETA y los FRAP -Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico) y más tarde, terroristas. Este otro, en cambio, sometido a las presiones internacionales y el contexto continental, tuvo que abandonar el poder, tratando de dejar un sistema tan "atado y bien atado" como el que había dejado Franco. Hizo aprobar en referéndum una Constitución que suponía, en la práctica, la impunidad penal para él y los suyos, y un sistema de tutela sobre las instituciones democráticas encomendado al ejército. Pero, al igual que pasó con lo que Franco había "atado y bien atado", a la vuelta de unos años, el viento de la historia había barrido todas aquellas represivas instituciones que ambos espíritus de carceleros y matarifes habían ideado, como si hubieran oído a Miguel Hernández:

"yugos os quieren poner/gentes de la hierba mala,/ yugos que habéis de dejar/rotos sobre sus espaldas."
El edificio represivo posterior a la dictadura cayó sobre la cabeza muerta de Franco pero sobre la viva de Pinochet, cuyos últimos años han sido una ignominia, un ridículo espantoso, un ludibrio, una puñetera vergüenza: perseguido por primera por el juez Garzón de España, detenido en Londres, sometido a un proceso legal democrático sólo consiguió salvarse de la quema mediante la vergonzosa connivencia del Gobierno de Londres y su disposición a mentir una vez más, haciéndose pasar por demente. Demente lo había sido toda su vida, desde luego, pero con otra idea de demencia. Luego, más persecuciones y "humillaciones" (uso las comillas para declarar que no es posible humillar a quien se degrada voluntariamente) hasta que se descubrió que, además de felón, perjuro, traidor, secuestrador, torturador y asesino, el hombre era un ladrón, pues acumuló una fortuna de lo que fue rapiñando de los dineros públicos de su país.

Leo en un última hora del InSurGente que el Gobierno chileno no decretará duelo, pero hará que se rindan honores militares. Gobierno de pendejos y caguetas. Honores militares a un ladrón, torturador y asesino de su propio pueblo. ¿Diré que me parece muy propio? En fin, supongo que Pinochet habrá muerto tranquilo porque, como dicen los terribles versos de Heinrich Heine, que encontré hace muchos años en un famoso libro de Raoul Vaneigem, y que traduzco bastante al pie de la letra:

"Sonriendo muere el tirano/porque sabe que, después de su muerte,/la arbitrariedad cambia de mano/y el despotismo no se acaba nunca."

divendres, 1 de setembre del 2006

San Ramón Nonato, Gilda y Munch.

Ayer fue mi santo y el de mi hijo Ramón, que me envió una postal con la imagen de San Ramón Nonato. Sospecho que su madre lo ayudó algo, porque él tiene un año de edad. San Ramón me cae muy simpático. Si fuera creyente, le sería devoto. Era discípulo de Pedro Nolasco y, por tanto, fraile mercedario, de los que redimen cautivos. Ocupación de gran nobleza que suele recaer sobre santos, a su vez nobles (pues San Ramón lo era), y caballeros. Recuérdese el episodio de los galeotes en el Quijote. Cierto que se trata de un quehacer no bien visto por las leyes humanas. Pero ¿qué son las leyes humanas a ojos de santos y caballeros andantes? Ramón llevó su celo hasta constituirse prisionero del infiel en rescate de otro cristiano. Y en el cautiverio trataron de cerrarle la boca perforándole los labios y sellándoselos con un candado. En fin, por su condición de nacido mediante cesárea de madre muerta, el cardenal Ramón Nonato es muy invocado por quienes se oponen al aborto, pero eso no es culpa suya. Total, que mi hijo y yo tenemos un santo que mola.


Otra característica del 31 de agosto: doy por finalizadas las vacaciones (por llamarlas de algún modo) y me reincorporo al trabajo, con lo que los posts serán más breves. Mejor, ¿no?


Put the blame on Mame, boy.

Ayer murió Glenn Ford. Era un gran actor y una buena persona que estaba en posesión de la Legión de Honor francesa por su ayuda a la resistencia. Pero, aunque hizo películas fantásticas, como Cimarrón, Big Heat (no sé el tít en español), El tren de las 3:10, una de mis favoritas del Oeste, o Los cuatro jinetes del Apocalipsis, su figura estará siempre ligada a la bofetada que le suelta Johnny Farrell a Gilda, es decir, ligada a Rita Hayworth que estaba soberbia, fabricando un mito al lado del cual creo palidecen los anteriores y posteriores. Escúchese Put the Blame on Mame. Según leyenda, esa escena es un terremoto, el de San Francisco, del que habla la canción. Tirando del exitazo de Gilda, Ford protagonizó seis películas y un romance en la vida real con Hayworth. Nada comparado al papel de Farrell, supuesta homosexualidad incluida. Lo de la bofetada, hoy no pasaría. Digo que no pasaría la censura.


Munch vuelve a casa

Es estupendo que la policía haya encontrado los dos cuadros de Munch (El grito y Madonna), robados hace dos años y que no hayan sido quemados, como se temió. El grito es mundialmente famoso. Hay quien dice que es un símbolo del psicoanálisis, cosa nada extraña ya que Munch empezó de simbolista, pero, como era un adelantado, también fue padre del expresionismo. Su Autorretrato en el infierno es como un manifiesto de la nueva época y la influencia del pintor llega al día de hoy. El otro cuadro rescatado es la Madonna, una de las piezas que componen su Friso de la vida, menos conocida que El grito pero tan inquietante como éste y mucho más ambigua e irrespetuosa. Hoy, cuando la cantante Madonna se hace crucificar en Roma, la imagen puede no resultar llamativa. A fines del siglo XIX era una provocación. Sigue siéndolo. Prueba es que los periódicos prefieran reproducir El grito.